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CINE: MITOLOGÍA Y DIOSES EN LOS CIELOS DE MADRID

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UN REINO INVISIBLE

UN REINO INVISIBLE

SONIA SÁNCHEZ RECIO

El inicio de Tan lejos, tan cerca (1993) de Wim Wenders es uno de los más poéticos del cine. El arcángel Cassiel escondido entre las alas de la diosa Niké –que se alza triunfante sobre una monumental columna en Berlín–, vigila las vidas de los habitantes de la capital alemana mientras recita: «Vosotros, a los que amamos, no nos veis, no nos oís. Nos imagináis muy lejos, y sin embargo… ¡Estamos tan cerca! Somos los mensajeros de la luz».

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Wenders ya había retratado este universo con bellas coreografías de tomas aéreas y travelling circulares en El cielo sobre Berlín (1987); delicadeza estética y filosófica que se perdió en City of angels, versión norteamericana de esta historia de ángeles que dirigió Brad Silberling en 1998. Podría decirse que, en general, Hollywood y el cine asiático no han dado con el tono delicado y sobrenatural de estos relatos mitológicos, y ha optado por destacar la gesta heroica de las deidades olímpicas, situándose más cerca del péplum y el cine de super héroes, con ejemplos como Furia de Titanes o Wonder Woman –y las amazonas–, que de la sensibilidad centroeuropea.

Si se observa a la impresionante diosa de la victoria berlinesa cubierta con la túnica griega o quitón, se aprecia que es hierática y distante, mientras que la Niké madrileña, situada en lo alto del edificio Metrópolis en la confluencia de Gran Vía con Alcalá, es una deidad menos estática, más «humana» si cabe, y por tanto más dubitativa –no parece estar segura acerca de si debe emprender el vuelo o saltar al asfalto–. Observando la escena, desde la azotea del Círculo de Bellas Artes, su compañera de juegos Palas Atenea, diosa de la sabiduría y las artes, vigila el cruce estratégico de las calles mientras sostiene los atributos bélicos vinculados a su figura.

Frente al edificio de Bellas Artes, de Antonio Palacios, un grupo de cariátides soportan sobre sus cabezas el peso del Instituto Cervantes, también obra del arquitecto Palacios; muy cerca, con su carro tirado por los leones Hipómenes y Atalanta, la diosa Cibeles abre el cortejo dieciochesco del Paseo del Prado formado por los dioses Apolo y Neptuno, y

Vista de una de las dos cuadrigas situadas al comienzo de la calle Alcalá, en el antiguo edificio BBVA.

varias fuentes más encargadas por Carlos III a Ventura Rodríguez.

Junto a la plaza de Cibeles, en el Paseo de Recoletos, sobre la cúpula francesa de un edificio que en su día perteneció a una aseguradora, la Aurora, deidad responsable de anunciar la llegada del Sol, intenta dominar una cuadriga tirada por caballos. Desde esa atalaya con visión privilegiada contempla a otro vecino mitológico que corona un edificio que fue propiedad hace tiempo de la empresa de seguros La Unión y el Fénix. Este grupo escultórico –el ave Fénix acompañado por un joven– es el que más se repite bajo el cielo madrileño: hasta siete veces. Algunos expertos sostienen que en realidad el grupo representa al adolescente Ganímedes raptado por Zeus transformado en águila para poder llevar a cabo esta acción.

En cualquier caso, no todos los seres mitológicos que habitan torreones y azoteas de Madrid son de color oscuro. Hasta finales de los años treinta del

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siglo xx la capital también poseía, de igual modo que Berlín, impresionantes esculturas doradas. En la antigua sede del BBVA, sus dos cuadrigas tiradas por caballos en lo alto del edificio estaban originalmente recubiertas por paños de oro. Fue durante la guerra civil cuando se pintaron de negro para no convertirse en punto de referencia para los aviones que bombardeaban la ciudad. Pero el tono oscuro –de comedia negra– ha continuado bastante tiempo después; al menos para la integridad física de algunos personajes de película, como la protagonista de La Comunidad (2000) de Alex de la Iglesia, que parece a punto de precipitarse al vacío colgada de las patas de los caballos.

Si las figuras mitológicas y deidades olímpicas de Madrid cobraran vida, tanto las ya citadas, como otras a descubrir –que se ubican en el Museo del Prado, el Retiro, Atocha, Palacio de Linares, Puerta de Alcalá, etc.–, la ciudad se vería repleta de héroes, ángeles y demás fauna alada en sus calles.

ANDRÉS VALENTÍN ‑ GAMAZO © FUNDACIÓN AMIGOS DEL MUSEO DEL PRADO

LA FUNDACIÓN AMIGOS DEL MUSEO DEL PRADO: UN PROYECTO DE MECENAZGO COLECTIVO

FUNDACIÓN AMIGOS DEL MUSEO DEL PRADO

Creada en 1980, esta institución cultural privada sin ánimo de lucro trabaja para estrechar los vínculos entre la sociedad y el Prado, fomentar el mecenazgo y concienciar a la sociedad de la enorme importancia de su contribución a la difusión, estudio y conservación de una de las instituciones culturales más importantes del mundo.

Movida por su afán de servicio al Museo, a lo largo de sus casi cuatro décadas de vida ha realizado o patrocinado numerosos proyectos. Entre los más recientes, cabe destacar la contribución con cuatro millones de euros para la adquisición de una pieza excepcional: La Virgen de la granada de Fra Angelico, que viene a completar los fondos de pintura italiana del Prado.

Otra línea de colaboración de la Fundación es el patrocinio de actividades del Museo: exposiciones temporales; el programa La obra invitada, que ha contado con artistas como Pablo Picasso, Caravaggio o Miguel Ángel; la Cátedra del Prado, cuya última edición estuvo dedicada al Taller de restauración de esta institución; el Boletín, o las conferencias abiertas al público que tienen lugar tres días a la semana.

Del mismo modo, ha realizado once donaciones de pinturas y dibujos, entre cuyos autores se encuentran Bartolomé Esteban Murillo, Francisco de Goya, Luis Paret y Alcázar o Antonio Joli. Paralelamente, en 1991 y 2007 editó sendas colecciones de obra gráfica con 24 artistas contemporáneos a los que invitaba a dialogar con los maestros del Prado y establecer su particular interpretación. Asistimos así a un insólito diálogo con interlocutores como Eduardo Chillida, Cristina Iglesias, Miquel Barceló u Ouka Leele, entre otros.

Todo ello se completa con su incansable afán de difusión de las colecciones, patente en la edición de más de

80 publicaciones divulgativas y de investigación; de la Enciclopedia del Museo del Prado, hoy de acceso libre y gratuito en la página web de la pinacoteca; la cesión de su fondo de archivo de conferencias para su disposición en los canales de Youtube y iTunesU del Museo y, fundamentalmente, en su celebración ininterrumpida de actividades culturales cuyas cifras hablan por sí mismas: más de 400 cursos, cerca de 1.400 becas para estudiantes y más de 600 profesores y especialistas. Sólo en 2017, la Fundación contó con 11.700 asistentes al completo programa de las actividades, lo que da cuenta del creciente e indudable interés de la sociedad por participar más activamente en la vida del Prado.

Compromiso y generosidad de los Amigos

Nada de lo anteriormente expuesto sería posible sin el compromiso y generosidad de los más de 36.000 Amigos que forman hoy parte de la Fundación y que han experimentado un fuerte incremento en número en los últimos años. Con el deseo de que todo aquel que quiera participar tenga cabida en este proyecto, la Fundación ofrece hasta doce modalidades diferentes de colaboración, de manera que todos tienen una fórmula adaptada que conforma el verdadero alma de la Fundación.

Precisamente, es éste el mayor mérito que se puede atribuir a estas más de tres décadas de trabajo: el haber conseguido que miles de mecenas se conviertan en un apoyo sostenido y estable en el tiempo para el Prado, que sean orgullosos embajadores, que disfruten de

Fra Angelico, La Virgen de la granada, hacia 1426. Museo Nacional del Prado, adquirido, con la cola‑ boración de la Fundación Amigos del Museo del Prado, en 2016.

sus colecciones y que dinamicen la vida del Museo formando parte activa de él. En el pasado 2017, la prensa se hacía eco de dos noticias de extraordinaria relevancia para el Prado protagonizadas por dos Amigos. La primera de ellas sólo se conoció tras el fallecimiento de D.ª Carmen Sánchez, quien había dispuesto en su testamento que se legase al Museo una casa en Toledo y 800.000 euros para, específicamente, la adquisición y restauración de cuadros. La segunda era que D. Óscar MUSEO NACIONAL DEL PRADO Alzaga donaba seis pinturas y una dotación económica adicional para la adquisición de una séptima al Prado. A lo largo del camino recorrido desde 1980, la Fundación siempre se ha mantenido atenta a las necesidades del Museo, creciendo y evolucionando con él, y esta capacidad de adaptación y respuesta ha sido sólo posible con la confianza que los Amigos han depositado en esta institución. A todos aquellos que generosa y desinteresadamente apoyan a esta Fundación, queremos agradecer sus donaciones y compromiso en favor del Museo del Prado.

Doble página anterior: San Pedro Fiz de O Hospital (Lugo), que fue encomienda de la orden de San Juan de Jerusalén.

En esta página: cabecera de la iglesia monástica de Santa María de Penamaior (Becerreá, Lugo).

JAIME NUÑO GONZÁLEZ

Galicia es tierra mística. Quizás lo dé su naturaleza, esos bosques espesos, los caminos tortuosos, esa lluvia persistente que obliga al refugio –incluso al recogimiento–, o ese laberinto de montes detrás de otros montes y de otros más, hasta llegar a un mar bravo y temido. Es por ello que seguramente en ningún otro sitio podían haber hallado mejor acogida y mayor proyección las reliquias del apóstol Santiago, descubiertas en medio de un apartado bosque al que, según se dice, conducía un camino marcado en el cielo, la fascinante Vía Láctea. Por eso la hagiografía de Santiago está llena de hechos portentosos, de milagros, de maravillas continuas, porque lo da la tierra.

Pero el gallego, más que místico, es hombre de fe. La fe, a diferencia de la mística, es más pragmática, más cotidiana, más modelable y adaptativa. Llegados a este punto hay quien puede echarme en cara que cómo es posible que considere a Galicia mística y no tanto al gallego; pero la respuesta es fácil: la tierra, el espacio, es lo permanente, la raíz, pero el habitante, por el contrario, es coyuntural y cambia con los tiempos históricos, no con las eras geológicas. Quizás el gallego de hace miles de años fuera también místico, pero ahora yo lo veo –generalizando, claro está– solo como hombre de fe, que es otro escalón distinto. El gallego sigue venerando a los petroglifos prehistóricos, los dólmenes, las pedras fermosas de antiguos castros o inscripciones y tumbas romanas; el gallego se santigua en determinados pasos, bebe con fervor las aguas de fuentes santas y se arrodilla ante los petos de ánimas, con cuyos espíritus convive cotidianamente, venera a santos que no están en ningún santoral y reza oraciones que no están en ningún catecismo ni devocionario. Muchos son ritos ancestrales, precristianos reconvertidos al cristianismo. El gallego es hombre de intensa fe, pero no se sabe muy bien de qué fe… porque es gallego. Su religión es sincrética, en ella cabe casi todo, casi todo se bendice y se respeta, «por si acaso».

Quizás en este sentimiento religioso tan particular, en esa espiritualidad que es mezcla de esencia mística y fe pragmática, esté el origen de tantos monasterios gallegos, porque Galicia está sembra-

JAIME NUÑO

da de monasterios: minúsculos, pequeños, grandes, enormes monasterios, algunos de los cuales sobreviven aún a duras penas, mientras que otros han logrado mantener al menos su iglesia, reconvertida en parroquia o en ermita solitaria pero de bulliciosa fiesta anual. Buena parte de estos monasterios remontan sus orígenes a siglos altomedievales de escasa o nula documentación, pero los que han llegado hasta nosotros, desde los más humildes hasta los más espectacularmente monumentales, comparten la misma cualidad: su capacidad para emocionar al visitante, unos por su ubicación, otros por su arquitectura, algunos por esa religiosidad popular latente que destilan, la mayoría por la suma de todo eso. Incluso los hay que impresionan porque llegar hasta ellos y recorrer sus espacios es una vuelta al pasado, a veces a los siglos medievales, otras a la desmesura barroca, en ocasiones simplemente a la pobre España de hace cien años.

Como muestra y ejemplo de lo que decimos queremos proponer aquí un rápido –por desgracia excesivamente rápido– itinerario por algunos de estos monasterios, empezando desde el punto donde el Camino de Santiago –Camino Francés– entra en Galicia y dirigiéndonos desde ahí hacia el norte de la provincia de Lugo, para pasar después a la de La Coruña, en un circuito que terminará donde empezamos, cerca de los pasos de montaña del Cebreiro. No están todos los que son, ni mucho menos, pero sí son todos los que están: distintas instituciones que, de una u otra manera, conocieron la vida religiosa en comunidad durante siglos. Su recorrido real, directo, en vivo, es mucho más tranquilo, emocionante y placentero, se lo aseguro. Vamos a ello.

Fachada barroca de la iglesia de San Julián de Samos (Lugo), uno de los monasterios más importantes y antiguos de Galicia.

Entre O Cebreiro y Lugo

El Bierzo leonés ya anuncia Galicia. Ese valle benigno y amable cubierto de frutales y viñas, donde igualmente florecieron con profusión los monasterios en la Alta Edad Media. Es aconsejable una visita a las ruinas del cisterciense de Santa María de Carracedo, casa favorecida por reyes y en la cual se integraron algunos de los cenobios que veremos más adelante, como el de Penamaior, que nos toparemos a poco de pasar O Cebreiro siguiendo la A-6. Bueno, en realidad este monas-

En la catedral tardorrománica de Santa María de Mondoñedo (Lugo) destaca la pareja de órganos barrocos, en disposición retadora. terio hay que buscarlo, porque se encuentra entre viejos castaños y praderas, en un vallejo en el que fluye el agua a borbotones, único sonido, junto con los campanos de las vacas, que rompe un silencio monástico. La iglesia de Santa María de Penamaior es hoy parroquia y su destartalado claustro –lo que queda de él– es granja, volviendo en cierto modo al mismo papel que tuvo durante algún tiempo en la Edad Media.

Si abandonamos la autovía y nos dirigimos hacia el sur, buscando el Camino de Santiago, llegaremos en poco tiempo a uno de los más grandes y famosos monasterios gallegos, San Julián de Samos, monumental casa fundada en el siglo vi y donde doscientos años después, cuando era monasterio dúplice, vivió y estudio el rey asturiano Alfonso II el Casto, uno de los artífices del fenómeno jacobeo. Casi todo desapareció en un incendio que tuvo lugar en 1533, reconstruyéndose el edificio posteriormente, aunque de los tiempos altomedievales sobrevive la humilde Capela do Ciprés, que toma su nombre del espectacular árbol que se eleva a su vera.

Siguiendo nuestro plan, giraremos hacia el norte, hasta Lugo. Sobre las espesas murallas romanas de la ciudad, apenas solo se elevan las torres neoclásicas de su catedral, seo de origen antiquísimo, pero renovada a lo largo de los siglos, conservando importantes testimonios románicos y góticos. Es verdad que aquí habíamos venido a hablar de monasterios, pero una catedral es igualmente una comunidad claustral, un cabildo, cuyo abad sería el obispo, cuyo prior el deán y en vez de monjes hay canónigos… más o menos. Durante buena parte de la Edad Media su régimen de vida fue similar al de los monasterios, aunque poco a poco se fue perdiendo ese primitivo carácter comunitario y centralizado. Lugo es ciudad apacible y merece callejearse sin prisas.

JAIME NUÑO

Su pequeña iglesia románica es todo lo que queda de San Miguel de Breamo (Pontedeume, La Coruña), destino de una multitudinaria romería.

JAIME NUÑO

Hacia Mondoñedo, buscando el Cantábrico

De catedral a catedral, de Lugo a Mondoñedo, la otra diócesis que se reparte a medias la provincia. Antes, sin embargo, conviene hacer una parada en Meira para admirar la iglesia del desaparecido monasterio de Santa María, casa cisterciense, sobria, pura y monumental, cuyo templo recuerda también la verde Borgoña. Y no es raro, pues borgoñón parece que fue Vidal, su primer abad, quien habría sido enviado por el propio san Bernardo, padre fundador de los cistercienses, desde su casa madre de Claraval.

Mondoñedo es una de esas pequeñas ciudades de interior, con cátedra antigua, que por esto mismo podían haber sido candidatas a capital de provincia cuando se trazó la división territorial en 1833; la misma condición quizás con la que soñaron Astorga o Ciudad Rodrigo, Plasencia, Calahorra, Tarazona o Albarracín, Sigüenza o Seo de Urgel, también Santiago de Compostela, aunque aquí el premio llegó por otro lado. Mondoñedo, aunque en aquellos tiempos del xix rivalizaba en población con Lugo, se quedó solo con seminario, catedral, iglesias y conventos varios, como aquellas otras ciudades, sin los grandes centros administrativos que favo-

JAIME NUÑO En San Antolín de Toques (La Coruña) se respiran las esencias de la religiosidad popular gallega. Aquí nada parece haber cambiado desde hace siglos.

recieron el crecimiento de las capitales. Su catedral tardorrománica es pequeña pero coqueta, oscura pero silenciosa, y sin embargo atronaría con los dos órganos barrocos que alberga si estuvieran en condiciones de sonar a la vez.

De Mondoñedo, pasando por San Salvador de Lourenzá –gigantesco monasterio barroco que espera un futuro menos incierto que el que hoy se averigua–, llegaremos a la basílica de San Martiño de Mondoñedo, donde ya huele a mar. Hay que conseguir refrenarse un poco antes de atacar al afamado marisco de estas costas para visitar San Martiño, hoy gran templo románico cuyo remoto origen está amparado en múltiples leyendas, alimentadas, entre otras, por el lugareño Álvaro Cunqueiro. Satisfecha la curiosidad y la cultura, lleguen después moluscos y crustáceos sin tasa, en compañía de los grandes blancos gallegos; Cunqueiro, sin duda, también lo aconsejaría… e incluso lo prescribiría. En el corazón de las Rías Altas

Dando un salto de mar a mar, del Cantábrico al Atlántico, nuestro camino llega hasta las rías de Ferrol, Ares y La Coruña, a cuyas costas se asoman los restos de algunos viejos monasterios y canónicas, venidos muy a menos con el paso de los siglos. Es lo que le ocurrió a San Martiño de Xuvia o do Couto, en Narón, que perteneció a la poderosa familia Traba y que abrazó la disciplina de Cluny para seguir luego un largo proceso de decadencia «en lo temporal y en lo espiritual»; hoy, recorriendo alguna de sus dependencias, da la impresión de que en cualquier momento pudiera aparecernos uno de aquellos relajados benedictinos que lo habitaron. Antes aún llegaron los malos tiempos para San Miguel de Breamo, que se extinguió allá por el siglo xvi, pero cuya coqueta iglesita románica sobrevive en medio del monte. Igualmen-

Santa María de Mezonzo (La Coruña), antaño iglesia monástica y hoy apartada parroquia, muestra su admirable arquitectura románica.

JAIME NUÑO

Los herrajes de su puerta medieval enmarcan la entrada a la iglesia de San Salvador en Vilar de Donas (Lugo), que fue de la orden de Santiago. te, entre bosques y encaramado en cerro está San Juan de Caaveiro, fundado por el santo gallego por excelencia, Rosendo, sobre una anterior comunidad de eremitas. Hoy, restaurada su iglesia románica y algunas de sus dependencias, llegar hasta sus muros aún requiere algún esfuerzo, pero el turista poco ejercitado puede estar tranquilo: se anuncia la existencia de un desfibrilador en la recepción de visitantes.

No lejos de los anteriores está Santa María de Monfero, con sus ruinosos y abandonados claustros y su espectacular iglesia barroca, de fachada inacabada, un espacio enorme que alberga algunas sepulturas de los Andrade. Es aconsejable visitar el cementerio contiguo, peculiar muestra de la religiosidad popular gallega.

Como final de etapa nuestros pasos se dirigen a La Coruña para visitar la antigua colegial de Santa María do Campo, cuyo nombre responde a sus orígenes extramuros, aunque hoy constituye el centro de la Ciudad Vieja. Solo se conserva la iglesia, con cabecera románica, naves ampliadas en época gótica y reampliadas de nuevo a finales del xix

en estilo neorrománico, aunque incorporando la portada original. Es un edificio ecléctico, resultado de ocho siglos de historia. Vuelta a la Galicia interior, Galicia profunda En este regreso hacia el interior hay que procurar hacer un alto en Santa María Cambre, nacido como monasterio familiar, que creció con el apoyo de las casas de Traba y de Andrade, pero que fue quemado por los corsarios de Drake en 1589 y saqueado por los soldados de Napoleón en 1809. Vida intensa para un final común: la exclaustración. Hoy solo se mantiene en pie su amplia iglesia románica de cinco absidiolos. Pasamos por la elegante iglesia monástica y románica de Mezonzo antes de recalar en Santa María de Sobrado, la gran casa LA CORUÑA del cister en Galicia y la primera fundada por esa orden en la PONTEVEDRA península ibérica, con aportación de monjes franceses. Poderosa abadía en tiempos y ORENSE hoy de nuevo habitada por cistercienses, es soberbio edificio, gigantesco, con sus tres claustros y una iglesia barroca que apabulla.

Océano Atlántico LUGO

Lugo

Penamaior Samos Carracedo

San Martiño de Mondoñedo Xuvia Breamo Caveiro Lourenzá La Coruña Mondoñedo Cambre Monfero Meira Mezonzo Sobrado Toques Vilar de Donas Portomarín O Hospital

Aquellos que desprecien el barroco –que hoy son muchos– deben visitar Sobrado para reconsiderar su opinión. Quien aun así permanezca «relapso», siempre podrá disfrutar de dependencias medievales como la capilla de San Juan o la sala capitular.

Y del grande al chico, de Sobrado al cercano de San Antolín o San Antoíño de Toques, del que únicamente se conserva su pequeña iglesia, entre prerrománica y románica, apartada, rodeada de espeso robledal, flanqueada de caudalosos regatos. Lugar solitario, apropiado para la oración o para la simple reflexión, hoy como antaño. Invita, pero nosotros debemos continuar.

Cerrando el círculo: de nuevo al Camino Francés

Salimos al poco de la provincia coruñesa y regresamos a la lucense para encontrarnos con el extinguido monasterio de San Salvador de Vilar de Donas, que fue de la orden de Santiago hasta el siglo xvi, cuando devino en simple parroquia. Al margen de los restos del claustro –que claman a gritos por una restauración urgente–, es de admirar su iglesia románica, de rica portada y herrada puerta, en cuyo interior se acumulan numerosos restos de aristocráticas sepulturas medievales.

Muy cerca de este lugar topamos de nuevo con el Camino de Santiago y siguiéndolo llegamos hasta Portomarín, al nuevo Portomarín, puesto que el solar del viejo se halla bajo las aguas del embalse de Belesar, construido en el río Miño en 1963. Se trasladó pueblo y se trasladó, piedra a piedra, su iglesia de San Juan, que fue de la orden de los hospitalarios, edificio con más apariencia de castillo que de templo, siguiendo en esto el modelo común de algunas grandes catedrales gallegas y portuguesas, tan recias como bellas, preparadas –signo de aquellos tiempos–tanto para venerar la cruz como para albergar la espada, lo mismo para vestir casulla como para equiparse la cota de malla.

Y rematamos nuestro circuito en un lugar muy distinto en la apartada aldea de O Hospital de San Pedro Fiz, donde en los tiempos altomedievales se retiraron eremitas y monjes que se agrupaban bajo la protección de las familias nobles comarcanas. De toda aquella intensa piedad sobrevive una iglesia románica que fue levantada por los caballeros de la orden del Hospital de San Juan de Jerusalén, que aprovecharon igualmente para erigir una torre defensiva y otros edificios para la comunidad de freires, cuya encomienda pervivió hasta 1874. Otro lugar más para la memoria, con el cual, como último homenaje a las glorias pasadas, finalizamos también nuestro periplo.

Espectacular bóveda barroca de la capilla del Rosario de la iglesia del Monasterio de Santa María en Sobrado dos Monxes.

León, manjar de reyes

MARTÍN BERASATEGUI

El ser humano ha convertido la ingesta de alimentos en mucho más que una necesidad vital. Con el paso de los siglos, la gastronomía, a día de hoy, ya es considerada parte fundamental del arte y la cultura del mundo. De la dieta mediterránea, en la que destacan muy especialmente el aceite de oliva o el vino, la Unesco afirma que «comprende un conjunto de conocimientos, competencias prácticas, rituales, tradiciones y símbolos relacionados con los cultivos y cosechas agrícolas, la pesca y la cría de animales, y también con la forma de conservar, transformar, cocinar, compartir y consumir los alimentos».

La Federación Española de Periodistas de Turismo (FEPET) y la Federación Española de Hostelería (FEHR) han concedido recientemente a León el título de Capital Española de la Gastronomía en 2018. Los leoneses pueden presumir, además de tener una gran despensa, de tener muy buenos restaurantes y de contar con un patrimonio monumental excepcional. El título, ha recaído ya en Logroño , Burgos, Vitoria, Cáceres , Toledo y Huelva.

Con un proyecto que contaba con más de 1.600 apoyos, gran parte de ellos provenientes de algunas de las principales autoridades políticas, culinarias y sociales, la capital se ha alzado con el título el pasado 17 de octubre.

La cocina de León es una de las más fuertes que tiene este país. En León hay cocineros que se están dejando la vida por el arte gastronómico. Y grandes productores, porque la cesta de la compra en esta tierra es excepcional. Además de contar con monumentos increíbles, es uno de los lugares con más Denominaciones de Origen y más Indicaciones Geográficas Protegidas: legumbres como el garbanzo, hortalizas, quesos, frutas, carnes, embutidos…y grandes productos de temporada a los que aplicar la imaginación siempre regados con aceite de oliva. También hay unos vinos impresionantes que han mejorado mucho en los últimos años gracias a la implicación de mucha gente que se esfuerza día a día.

Qué duda cabe que arte es el patrimonio, la historia, pero la gastronomía

El alcalde de León, Anto‑ nio Silván; la directora territorial de España Due‑ ro en León, Margarita Ser‑ na, el director general de RTVCyL, Eduardo Álvarez y otras autoridades en una de las muchas activida‑ des organizadas entorno al Año Gastronómico de León.

es un arte vivo, es cultura. Complementar los sentidos con la riqueza culinaria, la vista, la sabiduría del pasado, puede ser una gran opción teniendo una capital gastronómica anual como «excusa» para el disfrute. España es un país cada vez más culto y al tiempo que sube la cultura, al mismo ritmo va la gastronomía. Antes era casi pecado ser cocinero, hoy en día todo lo contrario, sobre todo cuando se hace desde la innovación, el esfuerzo y el respeto hacia la profesión y hacia el público.

Pienso en arte y en cocina. Lo que hoy llamamos tradicional un día fue innovador y fue arte. La persona que hizo por primera vez una tortilla de patata o unos callos estaba realizando algo innovador. El problema es que no hemos tenido la suerte de que nos hayan podido dejar su nombre y apellidos, pero era innovar.

El precio es una cosa y la buena materia prima es otra. Es importante estar junto a gente de nuestro equipo que son campesinos y recolectores de setas, los ganaderos y los pescaderos que hacen

ICAL

posible este bonito viaje. Si haces caso al campesino te traerá unas verduras y frutas impresionantes a un precio super asequible y con los que puedes hacer unos platos magníficos. La cocina no es sólo caviar, trufas o langosta, es también el buen plato de cuchara, o un buen botillo.

Las tapas del Barrio Húmedo, si se elaboran con calidad y desde la profesionalidad, convivirán con la mejor gastronomía. Es el caso de «Cocinandos», con Juanjo y Yolanda, una pareja con estrella propia que utilizan una técnica vanguardista aplicada a recetas leonesas y apoya a las jóvenes generaciones de chefs. Vaya desde aquí también mi sentido recuerdo al restaurador Carlos Cidón, del Vivaldi, al que León debe mucho de su gran gastronomía.

Mi receta para el triunfo de León como Capital Gastronómica 2018: positividad, optimismo, ilusión y trabajo en equipo aliñado con ‘garrote‘, mi grito de guerra, aludiendo a la pasión, a las ganas, a la «garra».

*Martín Berasategui, uno de los mejores cocineros del mundo, con 8 estrellas Michelín y numerosísimos premios y platos a sus espaldas, ha avalado esta capitalidad gastronómica.

EL EDIFICIO DEL MUSEO DEL CHOCOLATE DE ASTORGA

Fachada principal de la residencia y fábrica del industrial Magín Rubio, 1912.

En la página siguiente: Recibidor de la entrada principal.

ELVIRA CASADO MARTÍNEZ

El palacete que alberga el Museo del Chocolate de Astorga está ubicado en la avenida de la Estación nº 16, construido entre 1911-12 por encargo del industrial Magín Rubio González, diseñado en 1910, por el arquitecto Eduardo Sánchez Eznarriaga (1870-1924), profesional de gran prestigio en su época y uno de los grandes protagonistas del denominado «estilo Alfonso XIII» madrileño.

De la documentación gráfica original del proyecto se conservan dos alzados de la fachada principal. La construcción se realizó siguiendo el proyecto con bastante fidelidad, como atestigua una foto de la época en la que el edificio parece estar recién construido. La única diferencia relevante afecta al cuerpo central (torreón) del edificio residencial, que se construyó con tres plantas en lugar de cuatro y con una cubierta más simple que la proyectada inicialmente.

El complejo está constituido por dos cuerpos adosados diferenciados, un edificio residencial (revela claramente su función y el estatus de su propietario) y una nave dedicada al comercio y despacho de productos de alimentación (cacaos, cafés, especias, azucares, harinas) y fabrica de mantecadas y

MUSEO DEL CHOCOLATE

MUSEO DEL CHOCOLATE chocolates. La parte fabril, con pilares y dinteles de ladrillo visto y grandes ventanales, en contraste con la zona residencial, con balcones y un monumental mirador acristalado, muy del gusto de la época.

Ambos cuerpos forman un proyecto unitario, ya que poseen elementos compositivos comunes, como la balaustrada de la cubierta y el gran zócalo de sillería que recorre la fachada principal.

Posteriormente, el inmueble lo adquirió Paulino Alonso Fernández de Arellano, que fue alcalde de la ciudad en varias ocasiones, por lo cual se le conoció popularmente como «casa de don Paulino», siendo objeto de diversas modificaciones para usos residenciales y comerciales.

A través de varias gestiones con los herederos de don Paulino, el edificio y parte de la parcela, desde el año 1984 son propiedad del Ayuntamiento. El Plan General de Ordenación Urbana de 1985 calificó como equipamiento público parte del terreno original en el que está ubicado el edificio, e incluyó éste en el catálogo de elementos protegidos.

Tras su rehabilitación, dirigida por el arquitecto municipal Fernando Valenzuela Fernández, se planteó en un primer momento como sede del Conservatorio Elemental de Música y finalmente se destinó desde 1992 a 2010 a Escuela Taller.

Palacete de Magín Rubio, h. 1912.

Debajo: Proyecto original de la fachada principal. 1910. Arquitecto: Eduardo Sánchez Eznarriaga.

COLECCIÓN FERNANDO ALONSO

MUSEO DEL CHOCOLATE

MUSEO DEL CHOCOLATE

ASTORGA

Mas información:

www.museochocolate astorga.com

Arriba: Planta sótano, obrador de chocolate La Maragatina.

Izquierda: Planta baja, sala dedicada a la elaboración del chocolate.

El Ayuntamiento llegó a la conclusión de que el edificio constituía un emplazamiento idóneo para el Museo del Chocolate, cuyos fondos eran de titularidad municipal pero se exponían en un edificio privado ocupado en régimen de alquiler. La nueva sede del Museo del Chocolate se inaugura el día 14 de febrero de 2015.

El Museo se plantea como un recorrido temático y especializado en la historia, desarrollo y evolución de la industria chocolatera de Astorga y la comarca, desde sus orígenes hasta el momento actual, a partir de los distintos niveles de información, contribuyendo a despertar el interés y motivación del público. La colección museográfica se expone en dos plantas.

EXPOSICIÓN

GOYA Y LA CORTE ILUSTRADA

Hasta el 28 de mayo de 2018 en las salas 1-13 del Museo de Bellas Artes de Bilbao puede visitarse la exposición sobre Goya y la Corte Ilustrada. Está coorganizada por el Museo Nacional del Prado, la Fundación Bancaria “la Caixa” y el Museo de Bellas Artes de Bilbao y ha sido comisariada por Manuela B. Mena y Gudrun Maurer jefa de Conservación y conservadora, respectivamente, del Área de Pintura del siglo xviii y Goya, del Museo Nacional del Prado.

A partir de un núcleo excepcional de 72 obras cedidas por el Museo del Prado, esta exposición reúne un total de 96 piezas con el objetivo de estudiar, por vez primera de forma monográfica, los años de Goya como pintor de corte.

El total de obras (96) establece un itinerario en seis secciones, en donde destacan óleos tan emblemáticos como La gallina ciega, La vendimia o El Otoño, o El pelele.

Se trata, además, de la primera exposición dedicada al pintor en Bilbao, por lo que se ha añadido aquí una sección especial sobre la extensión de la corte al País Vasco entre finales del siglo xviii y principios del siglo xix, que incluye 11 personajes vascos y navarros –y entre ellos, los magistrales retratos del conde de Cabarrús o del marqués de San Adrián–. Esta sección queda reflejada en una adenda especialmente publicada con motivo de la exposición en Bilbao.

Tras formarse en Zaragoza e Italia, Francisco de Goya (Fuendetodos, Zaragoza, 1746 - Burdeos, 1828) se instaló en Madrid en 1775 y llegó a la corte de Carlos III para colaborar en los cartones para tapices con temas de caza para El Escorial. Su reconocimiento llegaría años después al ser nombrado, primero, pintor del rey (1786) y, más tarde, primer pintor de cámara (1799). Pero a pesar de su éxito en la corte, Goya no interrumpió la relación con su Zaragoza natal. La correspondencia con Martín Zapater, amigo de infancia, ilustra en gran medida esa relación con su círculo de familiares y amigos, al tiempo que aporta información fundamental sobre su desarrollo profesional. El préstamo extraordinario por parte del Prado de 13 cartas originales ofrece el contrapunto documental al Goya pintor de corte. Ésa es, precisamente, la tesis de esta exposición, que transita entre el éxito del pintor en las cortes de Carlos III y Carlos IV, y el recuerdo persistente de sus orígenes a través del contacto con sus íntimos.

Se le suman préstamos del Museo de Bellas Artes de Bilbao (9 pinturas), así como del Museo de Arte de Ponce en Puerto Rico, el Museo de Zaragoza, la Fundación Colección Ibercaja, la Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País y diversas colecciones privadas.

Además del núcleo de lienzos y cartones de Goya, la exposición se completa con obras de otros pintores relevantes del siglo xviii –como Luis Paret, Mariano Maella, José del Castillo, Luis Meléndez,

BILBAO

Mas información:

www.museobilbao.com

Página anterior: Francisco de Goya. La gallina ciega, 1788 (cartón de tapiz para el dormitorio de las infantas en el Palacio Real del Par‑ do). Museo Nacional del Prado.

En esta página: Francisco de Goya. Pantaleón Pérez de Nenín, 1808. Colec‑ ción BBVA.

Antonio Carnicero o Lorenzo Tiepolo–, que contextualizan su trabajo y ponen de manifiesto la genial originalidad del aragonés. Por último, se ha añadido la mencionada correspondencia con Martín Zapater, así como miniaturas, estampas y varias piezas de artes decorativas.

Junto al extenso trabajo de restauración llevado a cabo con ocasión de la exposición, la investigación realizada aporta diversas novedades, como la presentación de un nuevo retrato y una miniatura de Martín Zapater, realizados por Goya y por Francisca Ifigenia Meléndez respectivamente, y la atribución a Agustín Esteve de una copia de un retrato perdido que Goya realizó a Ramón Pignatelli.

En Bilbao también se ofrecen novedades, como el lienzo Pantaleón Pérez de Nenín recién restaurado, así como la presentación contextualizada de la extraordinaria Vista de Bermeo de Luis Paret, recientemente adquirida por el museo.

COLECCIÓN BBVA.

110 Años 110 Obras

Con motivo del 110 aniversario del museo, la exposición 110 Años 110 Obras muestra 110 de las obras más relevantes de la colección del museo con el fin de evidenciar, no solo la gran calidad de la colección del museo, sino también hacer un repaso por la historia de la pinacoteca desde sus orígenes hasta la actualidad. La exposición contará con un ambicioso montaje y un soporte museográfico con el que se podrá profundizar en la imbricación que ha tenido tradicionalmente el museo con la historia del arte y su entorno artístico y social más inmediato. Se organizará en la sala BBK y parte de la sala 32. Esta exposición cuenta con el patrocinio de BBK y tendrá lugar entre el 9 de mayo y el 17 de septiembre.

MUSEO NACIONAL DEL PRADO Francisco de Goya. El pelele, 1791‑1792 (cartón para tapiz destinado al despa‑ cho de Carlos IV en el Real Sitio de San Lorenzo del Esco‑ rial). Museo Nacional del Prado.

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