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Mitología y dioses en los cielos de Madrid Vista de una de las dos cuadrigas situadas al comienzo de la calle Alcalá, en el antiguo edificio BBVA.
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l inicio de Tan lejos, tan cerca (1993) de Wim Wenders es uno de los más poéticos del cine. El arcángel Cassiel escondido entre las alas de la diosa Niké –que se alza triunfante sobre una monumental columna en Berlín–, vigila las vidas de los habitantes de la capital alemana mientras recita: «Vosotros, a los que amamos, no nos veis, no nos oís. Nos imagináis muy lejos, y sin embargo… ¡Estamos tan cerca! Somos los mensajeros de la luz». Wenders ya había retratado este universo con bellas coreografías de tomas aéreas y travelling circulares en El cielo sobre Berlín (1987); delicadeza estética y filosófica que se perdió en City of angels, versión norteamericana de esta historia de ángeles que dirigió Brad Silberling en 1998. Podría decirse que, en general, Hollywood y el cine asiático no han dado con el tono delicado y sobrenatural de estos relatos mitológicos, y ha optado por destacar la gesta heroica de las deidades olímpicas, situándose más cerca del péplum y el cine de super héroes, con ejemplos como Furia de Titanes o Wonder Woman –y las amazonas–, que de la sensibilidad centroeuropea. Si se observa a la impresionante diosa de la victoria berlinesa cubierta con la túnica griega o quitón, se aprecia que es hierática y distante, mientras que la Niké madrileña, situada en lo alto del edificio Metrópolis en la confluencia de Gran Vía con Alcalá, es una deidad menos estática, más «humana» si cabe, y por tanto más dubitativa –no parece estar segura acerca de si debe emprender el vuelo o saltar al asfalto–. Observando la escena, desde la azotea del Círculo de Bellas Artes, su compañera de juegos Palas Atenea, diosa de la sabiduría y las artes, vigila el cruce estratégico de las calles mientras sostiene los atributos bélicos vinculados a su figura. Frente al edificio de Bellas Artes, de Antonio Palacios, un grupo de cariátides soportan sobre sus cabezas el peso del Instituto Cervantes, también obra del arquitecto Palacios; muy cerca, con su carro tirado por los leones Hipómenes y Atalanta, la diosa Cibeles abre el cortejo dieciochesco del Paseo del Prado formado por los dioses Apolo y Neptuno, y
CINE
SONIA SÁNCHEZ RECIO
varias fuentes más encargadas por Carlos III a Ventura Rodríguez. Junto a la plaza de Cibeles, en el Paseo de Recoletos, sobre la cúpula francesa de un edificio que en su día perteneció a una aseguradora, la Aurora, deidad responsable de anunciar la llegada del Sol, intenta dominar una cuadriga tirada por caballos. Desde esa atalaya con visión privilegiada contempla a otro vecino mitológico que corona un edificio que fue propiedad hace tiempo de la empresa de seguros La Unión y el Fénix. Este grupo escultórico –el ave Fénix acompañado por un joven– es el que más se repite bajo el cielo madrileño: hasta siete veces. Algunos expertos sostienen que en realidad el grupo representa al adolescente Ganímedes raptado por Zeus transformado en águila para poder llevar a cabo esta acción. En cualquier caso, no todos los seres mitológicos que habitan torreones y azoteas de Madrid son de color oscuro. Hasta finales de los años treinta del
siglo xx la capital también poseía, de igual modo que Berlín, impresionantes esculturas doradas. En la antigua sede del BBVA, sus dos cuadrigas tiradas por caballos en lo alto del edificio estaban originalmente recubiertas por paños de oro. Fue durante la guerra civil cuando se pintaron de negro para no convertirse en punto de referencia para los aviones que bombardeaban la ciudad. Pero el tono oscuro –de comedia negra– ha continuado bastante tiempo después; al menos para la integridad física de algunos personajes de película, como la protagonista de La Comunidad (2000) de Alex de la Iglesia, que parece a punto de precipitarse al vacío colgada de las patas de los caballos. Si las figuras mitológicas y deidades olímpicas de Madrid cobraran vida, tanto las ya citadas, como otras a descubrir –que se ubican en el Museo del Prado, el Retiro, Atocha, Palacio de Linares, Puerta de Alcalá, etc.–, la ciudad se vería repleta de héroes, ángeles y demás fauna alada en sus calles. CINE
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