ENTREVISTA A LOS
“CURAS MOTEROS” DE VALLADOLID JUAN ANTONIO MOLINA Y JOSE ALFREDO LANCHERO, PÁRROCOS DE CIGALES Y RUEDA Desde luego resulta original verles aparecer montados en sus “cabalgaduras” por las plazas de los pueblos, aparcar delante de la iglesia, desmontar enfundados en sus vestimentas de moteros (casco, cuero, botas…) y cambiarlas por sus albas y casullas. Juan y Alfredo son dos curas atípicos, amantes del mundo de las dos ruedas, una pasión que compaginan a la perfección con su vocación y que, probablemente, les hace más cercanos a la gente en general y a los jóvenes en particular. ¿Cómo y cuándo comenzó vuestra afición por las motos? ALFREDO: Mi afición a las motos comenzó hará unos 20 años, cuando decidí tomar el testigo de parte de mi familia (mi padre), que han tenido esta afición a las dos ruedas, de hecho mi padre continúa desplazándose en moto. JUAN: A mí, desde niño, se me iban los ojos detrás de las motos, de adolescente, dentro ya de mi ambiente Heavy Metal, mi sueño era tener una Harley Davidson y, gracias a Dios, al final llegué a tener dos, entre otros modelos. P.: ¿Cuándo descubristeis que teníais vocación? ALFREDO: La vocación del sacerdocio viene de más atrás todavía. Siempre he estado muy vinculado a la iglesia desde pequeño, siendo monaguillo en Geria (pueblo de mi familia) y posteriormente involucrado en iglesias de Valladolid, incluso en la Catedral, siendo monaguillo allí también. Bien es verdad que al final es esa fascinación por Jesús de Nazaret y por darle a conocer lo que me llevó a ser sacerdote. JUAN: ¿Vocación por las dos ruedas o vocación sacerdotal? Ja, ja, ja, deduzco que es la segunda. En mi caso fue al menos en mi adolescencia, precisamente escuchando el testimonio de los misioneros que venían de tierras lejanas, yo quería ser como ellos y al final el Señor me regaló ser misionero en el cono sur de América Latina. P.: De cara a las altas esferas eclesiásticas, en definitiva, a vuestros “jefes”, ¿cómo se ve, desde esa posición, que desde fuera entendemos tan conservadora y tradicional, vuestra afición a un mundo relacionado con el cuero, la velocidad, el rock y un tipo de imagen que no sintoniza con la de la iglesia? ALFREDO: Es verdad que el mundo de la moto está relacionado con el rock and roll, el cuero, la velocidad, etc., pero en este mundo hay valores muy dignos de destacar y de potenciar, el principal, que somos una familia, en la que da igual tu credo, tu religión, tus ideas políticas, en definitiva, nos une una pasión que, a mi juicio, humaniza y hace fraternidad y eso tiene mucho que ver con un tal Jesús de Nazaret
Por otra parte la jerarquía eclesiástica no ve mal el mundo de las motos, todo lo contrario, y es más, antiguamente era el medio de transporte más utilizado por el clero. Y a día de hoy somos un puñado los curas que nos movemos en moto. Eso sí… los obispos nos dicen muy a menudo que no corramos y que tengamos cuidado, que somos pocos los curas y tenemos que cuidarnos, je, je, je. JUAN: Yo creo que precisamente ese es el problema, la visión que se tiene desde fuera de la Iglesia. No solamente con el tema de las motos. Yo antes era muy aficionado al fútbol, cuando vivía en Barcelona iba al estadio siempre que podía y cuando me encontraba a alguien de la iglesia le sorprendía que yo fuera aficionado al fútbol, pues con lo de las motos ha pasado un poco lo mismo. Pero, en general, yo no he tenido problema nunca. Aunque si soy sincero, a algún hermano sacerdote nunca le gustó, pero eso es una cuestión suya, no mía. Soy consciente de que no hago daño a nadie y que es mi modo de transporte unido a un hobby, nada malo hay en ello. Y creo que muchos se sorprenderían si supieran la cantidad de curas moteros que ha habido siempre, antiguamente en las famosas Vespas. Y los fieles o los vecinos de los pueblos que lleváis, ¿cómo reaccionan al veros de esta guisa y después dando misa? ALFREDO: La gente de nuestras parroquias nos quiere mucho y se preocupan por nosotros. No lo ven mal pero
40 AÑOS DE PINGÜINOS
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