FÚTBOLERO YO SOY
Divulga que algo queda
C
omo futbolero que soy siempre he mirado las cosas del rugby que se podrían exportar al fútbol. Son muchas y ya las he contado aquí. Desde aspectos normativos hasta intangibles. También escribí un día que no veía necesario que el Real Madrid tuviese un equipo de rugby para rivalizar con el Barça y dar así más visibilidad a este deporte, aunque sea dos días al año. Como tampoco veía necesario que Ronaldo se metiese en el rugby vallisoletano cuando se ha demostrado que se pueden hacer las cosas bien sin el fútbol. Vivimos en un país en el que el fútbol lo monopoliza todo. Tanto que la Liga de Fútbol Profesional a través de su canal de televisión compra los derechos de otros deportes, entre ellos el rugby, para intentar dar más visibilidad. Deportes como el balonmano, el fútbol sala o la LEB Oro de baloncesto hay que verlas a través de la Liga Sports Tv. O sea, que el fútbol ha venido a salvar al resto a través de una
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especie de Netflix del deporte minoritario. En resumen, vemos que el deporte minoritario es una de las áreas de negocio del fútbol. Pero el tema de mi reflexión en esta ocasión no es el modelo de gestión de unos y otros. Mi reflexión es sobre qué puede aportar el fútbol como deporte, como espectáculo al rugby. Y la respuesta es que no se me ocurre nada, ni en el aspecto normativo, ni en forma de juego ni en nada. Como espectáculo me parece que no hay nada que aprender del fútbol. ¿Por qué el partido de fútbol menos seguido de la jornada ronda el millón de espectadores delante la pantalla y el más visto de rugby no creo que alcance los 300.000? No es por lo que se ve en el campo, en mi opinión. Uno es el deporte rey y el resto son pajes de sus majestades. Es una cuestión cultural, atávica. No es el fútbol el enemigo. El nicho del rugby está en el resto de deportes. Eso que ven los no futboleros y los futboleros
Carlos Pérez Colaborador de ‘El Norte de Castilla’
como yo a los que les gusta todo. Creo que si la gente prefiere seguir otros deportes es por la complejidad de las reglas y por lo complicado que es entender el rugby. Y ahí está el debate del tema y dónde hay que incidir. Por eso me gusta que al menos en Valladolid haya cada vez más niños en las escuelas. Esos niños, aunque dejen de jugar siempre serán público objetivo y el público objetivo es dinero. No pido que haya que cambiar las reglas para que sea más sencillo, pido que haya una mayor labor divulgativa para que sea atractivo sentarse delante de la tele o ir a Pepe Rojo a ver un partido.