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FESTERIC@S POR EL MUNDO

Judith Samper Albero

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Al fondo el emblemático puente Brooklyn, con Judith y nuestra Revista Especial Día 4 Que Fuera

Llevo 19 años fuera de Villena, uno más de los que he vivido en ella.

He vivido en varios países y lugares de España, y el último capricho del destino ha sido traerme a Nueva York.

Estoy en este país casi 5 años. Ya estoy acostumbrada a tener a mi querida Villena lejos, pero nunca había estado a tanta distancia de mi familia, ni de mis amigos.

Siempre deseé dedicarme a la postproducción y la fotografía, y aunque he trabajado en España varios años en televisión, siempre sentí la necesidad de ir un paso más, y así empecé mi aventura en los Estados Unidos. Todos los comienzos llevan su proceso y su esfuerzo, pero también su recompensa. A día de hoy trabajo en una empresa creando videos de realidad virtual, trabajando tanto en la producción como en la posproducción, todo un sueño.

Desde el primer día me sentí acogida por la gente que encontré en mi camino, nunca ha importado mi acento ni donde nací, totalmente fuera de los estereotipos americanos que conocemos, me sentí como en casa desde el primer día.

He aprendido mucho de su cultura pero ellos también han aprendido mucho de la mía, de la nuestra.

No hay nadie, en mi casa, en mi trabajo, en mi grupo de amigos que no haya oído hablar de las Fiestas de Moros y Cristianos, el orgullo de nuestra ciudad.

Cuando una nace festera, cuando creces con pasodobles y marcha mora, no puedes evitar que el alma dé un vuelco cuando escuchas las primeras notas, estés donde estés.

Soy mora nueva, siempre lo he sido, desde que nací. Mi padre es de Biar y era Moro Nuevo. Allí marché mis primeros pasos.

Aunque de pequeña salí en algún desfile de la esperanza, no conocí realmente las fiestas de Villena hasta que tuve 12 años. Pero cuando ocurrió, me invadió el espíritu festero que llevaba dentro, y al año siguiente estrenaba mi traje de Mora Nueva el día 5 en la Losilla. Hasta el día de hoy.

Han pasado 25 años desde aquel día 5 y los escalofríos siempre vuelven con el primer bombo de la banda comenzando La Entrada. llego al trabajo, y si puedo, como en mi actual oficina, me pongo la Intercomarcal en una de las 3 pantallas de mi ordenador.

La entrada comienza con mi mañana, un café en mano y esperando el inicio de la banda. Miro mis correos, hablo con un compañero...pero siempre mirando de reojo la pantalla para no perderme nada. De pronto veo que se preparan, me pongo los cascos y escucho ese bombo y primeras notas de la entrada. Los escalofríos surgen de nuevo, huelo la alábega, siento el calor viendo a mis moricas rodeando a la banda, ahí estaría yo, cierro los ojos y puedo sentirlo. Al abrirlos siempre tengo los ojos empapados de la emoción, y acabo soltando unas lágrimas inevitablemente.

El resto del día me lo paso como en una montaña rusa, tengo momentos en los que me embarga la

Algunos años, como éste, tengo la suerte de poder escaparme y vivir mis queridas fiestas. Otros años,

música y la alegría y otros en los que lloro.

Me alegro, pero me entristezco cuando veo a mis sobrinos, mis hermanas, mis cuñados, mis amigas, pero sobre todo cuando veo a mi fila: Verónica, Irene, María José, Lucía, Sandra..., con nuestra cabo Georgina, como os echo de menos en septiembre cuando no puedo estar....¡¡¡¡ ay mis moricas...¡¡¡

Hacia el mediodía ya están pasando los piratas y me embriaga la alegría escuchando el pasodoble; tanto que no me doy cuenta de que estoy silbando en mitad de la oficina hasta que viene mi compañero a darme el toque. Entonces ve la pantalla y me pregunta: -What are you watching? - Y ahí, empiezo un discurso-ensayo sobre las fiestas de Villena, porque no puedo dar una simple explicación, no, tienen que saber todos los detalles, porque las fiestas son así de espectaculares y no se pueden explicar a medias tintas, hay que vivirlas.

Antes de que acabe la entrada, escribo un mensaje en facebook para la Intercomarcal, sé que mis padres estarán viéndola ahora desde casa y de alguna manera quiero sentirme parte de la fiesta, aunque físicamente no esté, necesito interaccionar.

Las fiestas (y ahora esto va a sonar muy americano) son un momento de unión, de amistad, de comunidad, de sentirse parte de algo grande. En estos días de septiembre siempre siento que volvemos a tener 16 años, que nada y todo importa, que los chistes y las tonterías que uno dice y hace en fiestas se han ido acumulando y creciendo a lo largo de estos 25 años, creando un recuerdo que no envejece, sino que macera y vuelve cada año a por más.

Cada día de fiestas lo vivo desde mi silla de oficina, viendo las imágenes, oyendo los comentarios, pero también pensando en los mí@s. Una tarde al volver a casa, por lo general el día de la retreta, siempre recibo una videollamada de mis ¨nenas¨, unas más contentas que otras, han colocado a los niños esa noche y quieren que las sienta cerca. Suelen comenzar cantando - Día 4 que fuera...niña guapa estás hoy- y suelen seguir con un - Tere Terete Tere terete tereeeeee - entonando un pasodoble, sin dejar de pasarse el teléfono unas a otras y diciéndome cuánto me quieren y yo cuánto las quiero y las echo de menos, emocionada pero tronchándose de verlas contenticas.

Sigo las fiestas de inicio a fin, todos los días sin falta, veo la embajada, el desfile de la esperanza, la cabalgata, la conversión, la procesión, y por fin el día 9. Llego a tiempo al trabajo, me preparo un café y veo a mis moricos pasar y a esperar a que lleguen a la plaza de Santiago, porque no me puedo perder el caracol, lo más bonito y lo mas triste de las fiestas cuando se es mora nueva.

Mis fiestas acaban ahí, cuando por dentro canto Día 4 que fuera...y lo pasao pasao, con mis moricos. Veré el resto del desfile, pero para mí ya todo ha pasado, ya sueño

En el corazón de Brooklyn, que es el condado más poblado de Nueva York, con cerca de 2,5 millones de habitantes

con poder ir al año que viene y ponerme mis pantalones de raso y oro.

Aún así, cada 5 de septiembre, esté donde esté, solo puedo pensar en una cosa, La Entrada.

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