AlĂŠgrate
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enero-marzo 2017
Solemnidades y fiestas Julio Enero
Sumario Editorial: Siempre es tiempo de... 3 Catequesis Paulina: «Quien me ha visto a mí está viendo al Padre» (Jn 14,9) 4 Como lo hizo san Pablo: Solo en Cristo somos justificados 6 Instituto Virgen de la Anunciación: Solemnidad de la Anunciación del Señor 8 Instituto Jesús Sacerdote: Aprendices de orantes 10 Instituto San Gabriel: Un compromiso concreto de los Gabrielinos 12 Instituto Santa Familia: María, en sencillez de la vida en familia 14 El Evangelio vivido: El ejemplo de los primeros cristianos 16 Páginas Marianas: María, camino y ejemplo... 18 Institutos Paulinos: 20 Galería de fotos: 24 Calendario: 27 2 Alégrate
En el mes de enero se celebran dos solemnidades: María Madre de Dios (día 1); la Epifanía del Señor (6). Las festividades son dos: el Bautismo del Señor (8); la Conversión de San Pablo, apóstol (25), que para la Familia Paulina tiene un significado especial.
Julio Febrero En el mes de febrero tenemos tres fiestas: la Presentación del Señor (día 2); los santos Cirilo (monje) y Metodio (obispo) (14), Patronos de Europa; la Cátedra de san Pedro, apóstol (22). Las memorias son dos: santa Águeda, Virgen y mártir 5 (aunque prevalece el V domingo del Tiempo Ordinario) y los santos Pablo Miki y compañeros, mártires (6).
Julio Marzo En el mes de marzo hay dos días que para la Familia Paulina brillan con luz especial: la solemnidad de la Anunciación del Señor (día 25), titular del Instituto Virgen de la Anunciación; la solemnidad de San José, esposo de la Santísima Virgen (20).
SIEMPRE ES TIEMPO DE MISERICORDIA Con el cierre de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, el Papa Francisco clausuró, el 20 de noviembre pasado, el Año Santo de la Misericordia, convocado por él en diciembre de 2015. “¿Y ahora qué?”, se preguntan algunos con cierto aire de pena y nostalgia. Pero no, no hay que tener nostalgia ni pena porque el Año de la Misericordia, en su verdadero espíritu y esencia, está llamado a no irse nunca de la vida de la Iglesia ni de la vida de cada uno de nosotros. Pues lo que hemos aprendido y vivido en ese Año tan especial, llamado del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, está llamado a prolongarse en los días y en los años venideros, como si se tratara de un “hoy” que no acaba. Eso es lo que nos ha querido decir el papa Francisco con la publicación de su Carta Apostólica Misericordia et Misera (La Misericordia y la Miserable), el 20 de noviembre, fiesta de Cristo Rey, cuarto de su Pontificado. Se trata de un escrito papal breve, de sólo 22 puntos, pero rebosante de bondad, de perdón y de misericordia para con todos, sobre todo para con los más pobres, los más necesitados, los que se sienten pecadores. Su finalidad y espíritu son los de mantener activas, “hasta nueva disposición”, varias de las medidas extraordinarias que se han aplicado en el Jubileo de la Misericordia. Por ejemplo, el pecado de aborto, especialmente grave, habitualmente sólo podía perdonarlo el obispo o su penitenciario, como forma de expresar su extrema gravedad. Pero durante el Jubileo el Papa confirió la capacidad de perdonarlo a cualquier sacerdote. Y así se mantendrá “hasta nueva disposición”. Antonio Maroño Pena, SSP
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Catequesis paulina
Sumario «QUIEN ME HA VISTO A MÍ ESTÁ VIENDO AL PADRE» (Jn 14, 9)
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a celebración del Año de la Misericordia, clausurada hace apenas un mes, ha dejado profunda huella en la espiritualidad de todos aquellos que han vivido ese Año como una gracia. Pero siempre queda la preocupación de que, habiendo hablado mucho de la Misericordia divina, podamos caer en el error de olvidar el resto de atributos divinos de igual importancia y magnitud ya que Dios es infinitamente “perfecto” en todo. No hay un atributo mayor que otro, todo está en Él en grado perfecto y sumo. Parece haberse impuesto en amplios sectores, incluso católicos, una imagen de Jesús que no exige nada, que jamás reprende, que acepta a todos y todo, que
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tan solo nos confirma en todo, y así de tal modo, que resulta ser la oposición perfecta a la Iglesia, en cuanto que ésta aún se atreve a exigir y a ordenar. Y ello nos hace caer en el error de mirar solo parcialmente los Evangelios. El Jesús de los Evangelios no es ciertamente cómodo para nosotros, y sin embargo ese es el Jesús real y al que debemos escuchar y seguir. Necesitamos ponernos en camino hacia este Jesús real. Por ello, pensamos que puede ser interesante y, encuadrado bien en este espacio dedicado a la Catequesis Paulina, hacer una búsqueda acorde a la auténtica figura integral de Jesús. Y descubrir a este Cristo en su Cuerpo vivo que es la Iglesia (al margen de las
limitaciones y fallos que afectan a los miembros que la componen); como Cuerpo de Cristo: la Iglesia es santa; vista en el proceder -a veces-, de sus miembros podemos verla oscurecida; de ahí esta realidad: cualquier acto bueno o malo realizado por un miembro de la Iglesia, afecta a toda la Iglesia de Cristo. ¡Cuánta responsabilidad nos atañe como cristianos, y más como consagrados! «Quien me ha visto a mí está viendo al Padre» (Jn 14, 9) Jesús describe su pasión como un marcharse que conduce hacia una meta nueva y más plena; como un estar en camino que los discípulos ya conocen. Pero, ¿habían entendido ellos las referencias claras que Jesús les había hecho sobre su partida? Parece que no; por ello Tomás le pregunta: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?», a lo que Jesús responde con una frase que se ha convertido en un texto central de la cristología: «Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie se acerca al Padre sino por mí» (Jn 14,6). ¿Nos dice algo esta frase a la Familia Paulina?... Creemos que es la síntesis de que todo se centra en Cristo, con Cristo y por Cristo. Pero esta revelación de Jesús provoca en Felipe la petición con la que hemos encabezado esta reflexión. Dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y con eso nos
basta». Jesús responde con una palabra reveladora que nos introduce en lo más profundo de nuestra fe en Cristo, que es la fe de la Iglesia: «Felipe, ¿tanto tiempo con vosotros y no me habéis conocido? El que me ve a mí está viendo a mi Padre». El anhelo humano de ver a Dios que percibimos de continuo en el Antiguo Testamento en una “búsqueda del rostro de Dios”, obtiene su realidad sorprendente en la respuesta de Jesús, que da cumplimiento a ese anhelo, en el Nuevo Testamento. Con ello se enlazan ambos Testamentos: ¡la búsqueda, en el hallazgo! ¡Si, se puede ver a Dios!, puesto que quien ve a Cristo, ve a Dios. Esta respuesta de Jesús es lo que caracteriza al cristianismo como una religión de plenitud; lo que se busca obtiene respuesta. Pero aquí entra en juego la fe. Para los que no hemos visto a Jesús físicamente en su apariencia humana, están las palabras del Maestro en la escena de la aparición pascual en la que está presente Tomas. Después de la confesión de éste, ante la evidencia de la Resurrección de Jesús, Él le dirá: «dichosos los que sin ver crean» (Jn 20,29). Y es que nuestra religión se fundamenta en la fe en una persona: Cristo. Maite Ballesteros , ISF
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Como lo hizo san Pablo
Solo en Cristo somos justificados
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l margen de que a un hijo siempre le sirve de referencia su padre y que todo su anhelo es parecerse a él, seguirle e imitarle, en el caso de los miembros de la Familia Paulina este deseo se acrecienta cuando tratamos de profundizar en el Cristo total que nos ofrece la Sagrada Escritura, más concretamente los Evangelios. Pablo es por antonomasia el maestro que mejor supo interpretar las palabras, los gestos y el pensamiento de Jesús. Precisamente los inicios de su vida como “enemigo” de Jesús de Nazaret y perseguidor de su naciente Iglesia, le prepararon para penetrar mejor en el misterio del Mesías anunciado en el Antiguo 6 Alégrate
Testamento (del que Pablo fue celoso estudioso y defensor) y verlo encarnado en ese Jesús al que rechazaba, porque en principio rompía todos los esquemas que el pueblo judío se había hecho del Mesías. El encuentro con Cristo en el camino de Damasco revolucionó literalmente la vida de Pablo. Cristo se convirtió en su razón de ser y en el motivo profundo de todo su trabajo apostólico. En sus cartas, después del nombre de Dios, que aparece más de 500 veces, el nombre mencionado con más frecuencia es el de Cristo (380 veces). Al ver a san Pablo, podríamos formularnos esta pregunta de fondo: ¿Cómo se produce
el encuentro de un ser humano con Cristo? ¿En qué consiste la relación que se deriva de él? La respuesta que nos da san Pablo se puede dividir en dos momentos. En primer lugar, san Pablo nos ayuda a comprender el valor fundamental e insustituible de la fe. En la carta a los Romanos escribe: «Pensamos que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la ley» (Rm 3, 28). Y también en la carta a los Gálatas: «El hombre no se justifica por las obras de la ley sino sólo por la fe en Jesucristo; por eso nosotros hemos creído en Cristo Jesús a fin de conseguir la justificación por la fe en Cristo, y no por las obras de la ley, pues por las obras de la ley nadie será justificado» (Rm 2, 16). Bellísimamente explica este párrafo el papa Benedicto XVI: "Ser justificados" significa ser hechos justos, es decir, ser acogidos por la justicia misericordiosa de Dios y entrar en comunión con él; en consecuencia, poder entablar una relación mucho más auténtica con todos nuestros hermanos: y esto sobre la base de un perdón total de nuestros pecados. Pues bien, san Pablo dice con toda claridad que esta condición de vida no depende de nuestras posibles buenas obras, sino solamente de la gracia de Dios: «Somos justificados gratuitamente por su gracia, en virtud
de la redención realizada en Cristo Jesús» (Rm 3, 24). Con estas palabras, san Pablo expresa el contenido fundamental de su conversión, el nuevo rumbo que tomó su vida como resultado de su encuentro con Cristo resucitado. San Pablo, antes de la conversión, no era un hombre alejado de Dios y de su ley. Al contrario, era observante, con una observancia fiel que rayaba en el fanatismo. Sin embargo, a la luz del encuentro con Cristo comprendió que con ello sólo había buscado construirse a sí mismo, su propia justicia, y que con toda esa justicia sólo había vivido para sí mismo. Comprendió que su vida necesitaba absolutamente una nueva orientación. Y esta nueva orientación la expresa así: «La vida, que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí» (Ga 2, 20)” (Benedicto sobre la centralidad de Cristo para san Pablo). Así pues, san Pablo ya no vive para sí mismo, para su propia justicia. Vive de Cristo y con Cristo: dándose a sí mismo; no buscándose y construyéndose ya a sí mismo.
José Lozano, ISF
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Instituto Virgen de la Anunciación
Solemnidad de la Anunciación del Señor
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l 25 de marzo celebramos la Solemnidad de la Anunciación del Señor, titular del Instituto “Virgen de la Anunciación”. En esta fecha todos nos sentimos muy agradecidos al Señor por haber suscitado en la Iglesia, a través del P. Santiago Alberione, esta forma tan nueva de vida consagrada y tan acomodada a las necesidades de la sociedad moderna. Y, en especial, nos sentimos muy unidos a las Anunciatinas de España y del mundo, pidiendo al Señor que crezcan en número y en santidad, y que sean siempre fieles a la misión que les ha sido confiada. La encarnación del Hijo de 8 Alégrate
Dios es el misterio básico de nuestra fe cristiana. El que profesamos en el credo diciendo que “por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre”. El papa Pablo VI, en la Exhortación Apostólica Marialis Cultus, describe muy bien el sentido espiritual y litúrgico de esta fiesta con las siguientes palabras”: «La celebración de esta solemnidad…, es una fiesta conjunta de Cristo y de la Virgen: del Verbo, que se hace hijo de María y de la Virgen que se convierte en Madre de Dios. Con relación a Cristo, como memoria del “sí” salvador del Verbo encarnado, como
conmemoración del principio de la Redención. Con relación a María, como fiesta de la nueva Eva, virgen fiel y obediente que, con su “sí” generoso, se convirtió, por obra del Espíritu Santo, en Madre de Dios y también en verdadera Madre de los creyentes» (Pablo VI, Marialis Cultus 6). Celebramos con gran solemnidad, e incluso con pompa, el nacimiento del Señor el día de Nochebuena. Y está muy bien que lo hagamos porque es una fecha muy importante en la historia de la salvación. En cambio le damos menos importancia, de manera inexplicable, a la celebración de hoy, en la que rememoramos el momento en que se produce la concepción del Hijo de Dios en el seno de María. Ahora bien, ciertamente es importante el nacimiento del Señor, pero es una consecuencia de lo que celebramos en este día. Dios no se hace presente entre nosotros, los hombres, en la Nochebuena; Dios se hace presente entre los hombres cuando toma cuerpo humano en el seno de María tan pronto como ella dando su “sí” a la voluntad de Dios, le responde al Arcángel San Gabriel: “Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”. Por eso, pienso yo que así como litúrgicamente le damos la máxima categoría, la categoría de solemnidad a esta fiesta, también la deberíamos celebrar en
la Iglesia universal con más énfasis externa. La página evangélica de la Anunciación del Señor, tal como nos la cuenta san Lucas, es una de las más expresivas, poéticas y esperanzadoras de nuestra fe cristiana. En ella se ve claramente la iniciativa de Dios en el plan de salvación de la humanidad, y la respuesta de una humilde muchacha israelita, como representante del Antiguo y también del Nuevo Testamento, en los ya más de dos mil años de historia, respondiendo generosamente al plan salvador de Dios. Esta fiesta nos trae, por una parte, la gran certeza de que nuestro Dios no es un Dios lejano, sino un Dios próximo, cercano, un Dios lleno de misericordia para con todos sus hijos e hijas. Y, por otra, nos carga de razones para sentirnos animados, por el ejemplo de María, a contestar con nuestro “sí” personal, desde nuestra historia concreta, al acercamiento a Dios. Y esto nos viene muy bien para ayudarnos a superar los planteamientos más superficiales de la vida, sobre todo a los que nos tienta de continuo nuestra comodidad y el sentido mundano de la vida.
Antonio Maroño Pena, SSP
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Instituto Jesús Sacerdote
Aprendices de orantes Somos aprendices de orantes y la oración hay que aprenderla de quien mejor supo hacerla, de Aquella que se dejó instruir directamente por Cristo.
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uando dejamos de orar, Dios acaba siendo nadie, porque la vida que no se ve deja de tener sentido y va perdiendo gradualmente significado, color, intensidad y surge un malestar existencial a menudo inexplicable. Se dan muchas razones para avalar la causa de este malestar, pero me atrevo a deciros que, fundamentalmente, se da cuando dejamos ausentarse a Dios de nuestra vida. Por eso, aislar, marginar, poner la vida humana al margen y sin referencia a Dios o dejarlo para momentos determinados, siempre reservados para la esfera privada de la vida, es causa de desazón y la enfermedad más grave que se puede dar en la persona. El remedio evangélico más profundo contra este mal es el que nos enseña santa María en su oración del Magníficat: dejar espacio a Dios en la vida, dejar que Dios ocupe nuestra existencia, dejar que Él nos haga sentir su amor, su misericordia y su fidelidad. Posibilitando que Dios entre en nuestro ser, se desarrolla dentro de nuestro corazón todo un antídoto para eliminar el malestar, esto es: crece el espíritu de fe y de esperanza, de confianza y compromiso, de paz y de coraje, capaz de afrontar todas las situaciones y todas las circunstancias desde la fuerza y el poder de Dios que habita y está con nosotros.
Nos falta una fe vivida y caracterizada por un sentido intenso de Dios; por la oración profunda, por la comunicación de fe, que nos hace mantenernos en la esperanza. Contemplemos en su totalidad el Magníficat. Veremos, a través de este poema, cómo el amor se ha derramado en la tierra y la bajeza y humildad de María están en el corazón de esta revolución divina. De ahí que el Canto del Magníficat (Lc 1, 46-55) habla de una revolución de amor que ha comenzado con Ella. María no cree en sí misma, cree en las obras de Dios, por eso dice “porque el Poderoso ha hecho grandes obras por mí”. En este poema del Magníficat, María comprende y manifiesta, como jamás lo hizo otro ser humano, que la gracia es gracia, puro don; que lo que está sucediendo no es obra suya y sabe que la libertad que le ha sido dada, es con vistas a esa revolución que está estallando en el mundo. Subamos los peldaños construidos con las palabras del Magníficat. Es necesario subirlos para experimentar la verdad de la oración de nuestra Madre.
D. Antonio Díaz Tortajada, IJS
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Instituto San Gabriel Arcángel
Un compromiso concreto de los Gabrielinos
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n una meditación que, el 12 de agosto de 1963, el P. Alberione dirigió a los Gabrielinos, durante un curso de Ejercicios Espirituales, les hablaba así, exhortándolos a un vivo y participativo apostolado contra el ateísmo. “Estoy contento de encon12 Alégrate
trarme con vosotros por la íntima amistad que nos une. Como hacía Jesús con los apóstoles: “Ya no os llamo siervos, sino amigos”. Como considerar, con particular referencia a Dios, la intención particular de oferta: ¡reparación del mal de ateísmo! ¡En el
mundo hay tantas miserias humanas, tantos pecados! Pero cuando se es ateo se anula a Dios de la propia vida. Por eso hemos de reparar los pecados del ateísmo floreciente más que nunca en estos tiempos y que tanto se va extendiendo que absorbe también a los fieles de otras espiritualidades: budistas, sintoístas, etc. Rezar por la conversión de los ateos. El ateísmo usa medios modernos. Los Gabrielinos han sido fundados con visión moderna precisamente para combatir el ateísmo. Tener siempre delante el tiempo presente de la Iglesia. ¡Nuestra aportación a la sociedad debe ser oración de reparación y de súplica para que Dios reine! ¡Padre nuestro que estás en los cielos! Dios reconocido, santificado. Deseo de su Reino, acatamiento de su voluntad. No hay otra institución contra el ateísmo distinta del Instituto secular paulino. Gabrielinos y Anunciatinas estáis injertados en el misterio de la Encarnación. Estáis injertados en el día más hermoso del mundo, cuando Jesús descendió al seno de la Virgen dando comienzo a su redención, restableciendo la humanidad en Dios. ¿Qué queda para vosotros? La entrega al apostolado que puede ser propio, individual, según el gusto de cada uno. Pero hay una intención que os une a todos: la Palabra de Dios, el Evangelio, la Biblia, ¡que
hay que hacer llegar a todos! Porque niegan a Dios y Dios quiere hablar: ¡Este es mi Hijo predilecto, escuchadlo!”. El mundo está perdiendo todo el sentido de lo sobrenatural, ya casi no queda nada. El materialismo ateo, que lo niega todo, lo quiere devorar todo. Conclusión. Sois un Instituto que progresa. Tenéis un centro que vosotros consideráis. Se puede comenzar y se ha comenzado, pero sois vosotros los que tenéis que crecer en número y calidad. El acompañamiento de los superiores lo tenéis, pero el aumentar depende de vosotros. ¡Unidos! Todo el cuerpo está sano cuando están sanos los miembros. Crecer útilmente. En Brasil hace mucho calor, siembran patatas, verdura, fruta, etc. Allí dicen: frutos insípidos. Llueve, hace calor y todo madura de prisa. ¡Creced con un sol tibio, bueno, que hace consolidar! Cuidad la calidad, después la cantidad. No durmáis: el que duerme no pesca peces. ¡Difundir la Biblia, Palabra de Dios! Trabajo de despacho. ¡Vocaciones, vocaciones! Ninguna cosa camina por sí sola. ¡Todo necesita motor!”
P. Santiago Alberione
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Instituto Santa Familia
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María, en sencillez de la vida en familia
l evangelio de Lucas es el que más privilegia la figura de María, delineando aquel vivo retrato que la convierte en modelo del discípulo de Jesús y del cristiano de todos los tiempos: “María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” (Lc 2, 19). En los dos preciosos capitulitos iniciales de su narración, conocidos como “evangelio de la infancia”, Lucas fija la actitud de 14 Alégrate
María en algunas expresiones ligadas a la cotidianidad de la vida en familia, pero teológicamente muy significativas: “aquí estoy”, “pronto”, “de prisa”, “hoy”, “con alegría” (son palabras que los padres quisieran siempre en los labios de sus hijos). Los episodios marianos, narrados por el evangelista Lucas, son fáciles de recordar, porque forman el conjunto de los misterios gozosos del Rosario: la
anunciación, la visita a Isabel, el nacimiento de Jesús, la presentación en el templo (la circuncisión del niño Jesús y purificación de la madre María), la pérdida y el encuentro de Jesús, a los doce años, en el templo. Es interesante notar que Lucas nos ofrece en María, que “conservaba” todos estos acontecimientos “meditándolos en su corazón”, la clave de interpretación de estos mismos episodios. El verbo “meditar”, en su original griego (symbàllo), significa precisamente “confrontar”, “juntar”. Pues bien, María “confrontaba” al niño que acoge a los pastores y a los humildes con el Jesús adulto que, en su ministerio, acogerá a los pecadores, a los pequeños, a los publicanos, a las prostitutas, a los leprosos… En el Niño presentado en el templo “según las leyes de Moisés” y “como prescribe la ley del Señor”, María ve ya al Jesús adulto que cumplirá en todo la voluntad y la ley del Padre. En Jesús “perdido” en el templo, “buscado con ansiedad” y “encontrado” al tercer día, María ve ya al Resucitado de Pascua, “buscado” por los discípulos y las mujeres y “encontrado” al tercer día. Por lo tanto, en María, el “evangelio de la infancia” y el “evangelio de la Pascua” están estrechamente unidos y consti-
tuyen un único mensaje: Jesús ha nacido por nosotros, Jesús ha muerto y resucitado por nosotros. Justamente, el icono ruso de la Natividad, perteneciente a la escuela de Novgorod (siglo XV), representa al Niño Jesús envuelto en pañales y colocado en un pesebre con forma de sepulcro. En el evangelio según san Juan, que la tradición posterior considera como “el evangelio espiritual”, María es llamada “la mujer”. Este término evoca los comienzos de la creación, cuando Eva, la primera mujer, aparece como protagonista de la desobediencia a Dios. María es la “mujer” nueva, obedece en todo a Dios y no duda en reconducir a toda la humanidad a la plena alianza con Dios, hecha añicos por el pecado: “Haced lo que él os diga”, dirá a los sirvientes en las bodas de Caná (Jn 2,5). Al pie de la cruz, la maternidad divina de María se convierte en maternidad espiritual de toda la humanidad reconciliada por la cruz de Jesús: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. La tradición cristiana le ha reconocido, por esto, el título de Odigìtria (“aquella que indica el camino”). Del Boletín «Io sono con voi», pp. 11-12
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El Evangelio Vivido
El ejemplo de los primeros cristianos
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iempre que pienso en los primeros cristianos, me llama la atención, hasta conmoverme, el amor que tenían a Cristo. Las películas de romanos suelen reflejar muy bien sus sentimientos y su forma de vivir. Para ellos Cristo era su todo, hasta llegar a dar su vida, antes de renunciar a su fe. En artículos anteriores, se hacía referencia al Estudios del Evangelio y se comentaba que esta expresión comprendía también el estudio de toda la Palabra de Dios, ya que su finalidad es el 16 Alégrate
conocimiento de Jesucristo. Los primeros cristianos tuvieron acceso directo al Nuevo Testamento, al ser los destinatarios directos de los Evangelios, de las Cartas de los Apóstoles y del Apocalipsis. Nos enseñan a realizar este Estudio. Ellos no disponían de los libros que hoy con tanta facilidad tenemos y, sin embargo, ¡con qué atención escucharían las lecturas en sus reuniones! Las leerían y las releerían muchas veces. Guardaban como María aquellas pala-
bras en sus corazones, convirtiéndolas en vida. Su Estudeio del Evangelio era análogo al nuestro en lo fundamental: escuchar, meditar, orar y vivir lo recibido en el corazón y en la mente. Y nos ha llegado a través de los Hechos de los Apóstoles cómo amaban al Señor; cómo Él era verdaderamente el Señor de sus vidas, hasta el punto de sufrir con alegría todo tipo de persecución, hasta el punto de morir por su Nombre. Lo más importante, y ojalá que lo pudiéramos aprender de ellos, es que descubrían a Jesús vivo y en sus vidas se desarrollaba ese amor exclusivo al Señor. ¿Cómo es nuestro amor actual por Jesucristo? Pensar en el de los primeros cristianos puede ser una llamada a renovar nuestro amor hacia Él , es esa vida que se convierte en Evangelio, en manifestación del amor de Dios a los hombres. Cuando se piensa en ello, en ambiente de oración, se pueden revivir esos sentimientos de amor por el Señor, que nos une a aquellos primeros cristianos. Ellos al llevar a sus vidas esa Palabra de Dios, se convertían en evangelizadores de los demás, tanto, que hasta a nosotros nos ha llegado esa evangelización. Nosotros, actualmente, podemos vivir a Jesucristo tal como lo vivieron ellos y podemos ser evangelizadores como ellos.
El Estudio del Evangelio nos debe llevar a lo más importante de nuestras vidas como cristianos que es vivir a Jesucristo: ese amor por Él, ese descubrimiento de que Él es algo especialísimo que hace vibrar nuestras zonas más profundas. Y nos lleva a vivir, aunque estemos en el siglo XXI, como aquellos cristianos de los primeros tiempos, de una forma especial. Hemos de luchar para que esa niebla que a veces nos inunda y nos impide verlo, desaparezca. Y pedirle que nos saque, con su gracia, de la manera de pensar del mundo que nos ciega. El Jesús de los primeros cristianos y de los últimos es el mismo. Un cristiano es un enamorado de Cristo o no es cristiano más que de nombre. El enamorado siempre está pensando en el amor de su vida, que adquiere otro sentido. Este amor que profesamos al Señor, Él lo profesa por cada uno de nosotros, dándonos su paz su seguridad y una alegría que no se puede explicar. Deseo a todos los lectores, y también para mí misma, una renovación total de nuestro amor al Señor Jesús, en el Espíritu Santo, mirando a los primeros cristianos, y a los cristianos de todos los tiempos para que nuestra alegría sea completa. Mari Muñoz, ISVA
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Páginas Marianas de san Pío X en la encíclica “Ad diem illum”. Conformarnos con Cristo; pero, puesto que él además de ser hombre es Dios, el Señor se adaptó a nuestra debilidad: conformarnos con Cristo siguiendo el camino fácil. ¡María! Su ejemplo materno nos invita y nos atrae.
María, camino y ejemplo de santidad
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a gracia, presente en un alma, es como la raíz de la cual brota la planta con sus ramos, hojas, flores y frutos. Las virtudes crecen en el alma en proporción a la gracia; por eso se comprende que María, siendo “gratia plena”, se elevó al grado más alto de virtud y santidad. En ella las virtudes teologales, las virtudes cardinales, las virtudes morales, las bienaventuranzas, los frutos del Espíritu Santo son copiosísimos. Así se deduce de las pala18 Alégrate
bras de León XIII en la encíclica “Magnae Dei Matrix”: “En esta Madre tenemos el ejemplo de toda virtud”. Ejemplo providencial, para que nosotros, al meditarlo. No nos perdamos de ánimo dejándonos llevar por el desaliento, como puede suceder considerando las perfecciones divinas de Jesús, sino que nos atraigan más viéndolas en María, pura y santísima, pero criatura como nosotros. Es también el pensamiento
1.Conformación con las virtudes de Cristo Esta plenitud de virtud es tan notable que, cuando se dice que María es Maestra, casi siempre se entiende maestra de virtud. En María la fe: “¡Dichosa tú que has creído! Porque lo que te ha dijo el Señor se cumplirá”. Así se expresó Isabel. En María la esperanza: En las bodas de Caná de Galilea, dijo a Jesús: “No tienen vino”, y su seguridad de ser escuchada la impulsó a ordenar a los criados: “Haced lo que él (Jesús) os diga”. Sin embargo, ¡parecía que la respuesta de Jesús había sido negativa! En María la caridad: se consagró por entero a Dios con el voto de virginidad; pero, siempre dispuesta a seguir la voluntad de Dios, respondió al arcángel Gabriel: “Cúmplase en mí lo que has dicho”. Conociendo la necesidad de Isabel, en las condiciones en que se encontraba: “Abiit montana cum festinatione” (María se puso en camino y fue a toda prisa a la sierra (Lc 1,39),
y la sirvió como humilde criada durante tres meses. des
2.El libro de todas las virtu-
De esta forma se pueden recordar todas las virtudes que María practicó en grado heroico y que se explican en miles de volúmenes. Son parecidas las expresiones de santo Tomás de Aquino y de santo Tomás de Villanueva cuando dicen: “Cada santo se ha distinguido en una virtud: fe, obediencia, caridad, celo… María sobresale en todas y en grado eminente; todas las reúne en sí, en cada una de ellas supera a todos los santos”. De aquí la conclusión: “Leed a menudo este Libro (María) escrito por dentro y por fuera con el dedo de Dios. Leed en él la santidad, la pureza, la prudencia, la caridad, la mansedumbre, la humildad; leed en él la plenitud de todas las virtudes”. Es caridad grande predicar los ejemplos de María, especialmente a los jóvenes, que, en su inocencia, tienen el corazón abierto, comprenden y se dejan conquistar por la santidad y la bondad de María
P. Santiago Alberione
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Institutos paulinos
Institutos paulinos: Obra propia de la Sociedad de San Pablo 20 Alégrate
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l punto de partida para esta reflexión me lo ha dado el correo electrónico de un Delegado de nuestros Institutos en el que se lamentaba de que mientras, a veces, se pide la ayuda de los Institutos agregados para colaborar nuestras iniciativas de difusión de productos editoriales, luego no se hace referencia a ellos en nuestros Proyectos apostólicos circunscripcionales. ¿Esto es sólo un problema formal o, tal vez, hay que comenzar y compartir una reflexión más profunda para desarrollar una diversa sensibilidad entre la Sociedad de San Pablo y nuestros Institutos? Este pedido me ha movido a compartir con vosotros un tema importante que es éste: ¿Qué se entiende por Institutos agregados y cuáles son los fallos cuando nosotros hablamos de ellos? ¿Qué se entiende por “obra propia de la Sociedad de San Pablo y cuáles son los fallos en que podemos incurrir cuando nosotros abordamos esta realidad? Los términos arriba mencionados aparecen en el decreto de aprobación de los Institutos y por tanto definen la identidad jurídica que comporta deberes y responsabilidades entrelazadas, con el riesgo de la inconsistencia “carismática” de los mismos Institutos. Lo que deseo afirmar es que las palabras institucionales de nuestros Institutos no son piadosas exhortaciones, sino “vín-
culos de vida” que determinan la misma vitalidad de los Institutos cuando éstas se toman seriamente en consideración y se ponen en acto. Estos temas ya han sido objeto de reflexión en el primer Encuentro internacional de Delegados de los Institutos Paulinos de vida secular consagrada, que tuvo lugar en Ariccia del 12 al 18 de septiembre de 2009. De las intervenciones hechas en dicha ocasión, considero importante la realizada por el padre Silvio Sassi. Al comienzo de su relación, el padre Silvio Sassi hace en seguida un encuadre bien claro para comprender nuestros institutos. Afirma: “La convicción que inspira toda mi relación es que no se pueden comprender a los Institutos Agregados a la Sociedad de San Pablo sin colocar su identidad en el permanente proyecto del beato Santiago Alberione, orientado a garantizar la unidad de las diversidades de todas las fundaciones que, en sucesión, constituyen la Familia Paulina. Ellos (los Institutos) son parte integrante de la Familia Paulina, pero agregados como “obra propia” sólo a la Sociedad de San Pablo”. Explicando luego los términos arriba mencionados, que son objeto de la presente reflexión, afirma: “Ser “obra propia” de la Sociedad de San Pablo comporta:
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1. Siendo “agregados” no tienen Sociedad de San Pablo no tomaun gobierno propio, sino que la se conciencia y no afirmase con autoridad de la Congregación es claridad sus obligaciones con la autoridad del Instituto. 2. El respecto a los Institutos. fin es contribuir, con la variedad Por otra parte, los Institutos de los apostolados, a alcanzar amplían los horizontes, ya sea de la obra de evangelización de la la espiritualidad paulina ya sea Sociedad de San Pablo, que es de los apostolados paulinos. La parte de la Familia Paulina. 3. La espiritualidad paulina es vivida espiritualidad es la de la Familia también por laicos consagrados Paulina. 4. Los votos religiosos en la secularidad; los apostolason vividos indos de los laicos dividualmente consagrados o en la secularirefuerzan los ya dad”. existentes en la ¿Cuál poFamilia Paulina, dría o debería pero dándoser entonces la les una aplicarelación entre ción original, o los Institutos agregan formas agregados y la nuevas, casi imSociedad de posibles, para la San Pablo? evangelización Por ser paulina. “agregados” y Además, los “obra propia” Institutos comde la Sociedad pletan los mode San Pablo P. Vito Fracchiolla, Delegado General dos de vivir el de los Institutos Paulinos deriva una gran carisma paulino responsabilidad a la Sociedad de porque los encarnan en la secuSan Pablo de transferir en ellos laridad. el “espíritu paulino” a través de Entonces, en conclusión, una animación continua y de un para responder a la pregunta del buen nivel. “El calor y la luz vi- comienzo, las características y tal (para los Institutos agregados) las cualidades que deben sosdeben descender de los Sacer- tener y cualificar las relaciones dotes paulinos, que tienen aquí entre Sociedad de San Pablo e un grande y delicado ministerio” Institutos agregados son las que (UPS, I, 20). derivan de una relación en la Sería no asumir al encargo re- que se da un intercambio recícibido del común Fundador si la proco y fecundo de dones. 22 Alégrate
P. Valdir José de Castro, Superior General SSP y Mari Muñoz, Anunciatina
María ejerce su apostolado en grado sumo: por su SÍ, generoso, incondicional y total, es posible la redención y salvación de los hombres. El Fundador ha querido que los Institutos recibiesen de la Sociedad de San Pablo el don del carisma paulino, un modo original de amar a Dios y amar al prójimo; por otra parte, los Institutos devuelven el don completando los modos de vivir el carisma paulino porque lo encarnan en la secularidad. Esta reflexión quisiera poner en marcha una serie de aportaciones y propuestas encamina-
das a hacer ver que los Institutos no sean considerados como “un apéndice” de la Sociedad de San Pablo; que la Sociedad de San Pablo tiene una gran responsabilidad, tanto formativa como “carismática”, con respecto a ellos; que los Institutos forman parte integrante de la Familia Paulina; finalmente, que tenemos una gran riqueza, que nos ha dejado como herencia nuestro Fundador, y que hasta ahora ha sido poco valorada.
P. Vito Fracchiolla, SSP
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Galería de fotos
Arriba, Luis Mari Juara, Gabrielino, emitiendo la profesión perpetua. A sus espaldas, los hermanos Vicente Muñoz (a la derecha) y Andrés del Val (a la izquierda), que celebran sus Bodas de Oro de profesión religiosa en la Sociedad de San Pablo. Abajo, otro momento de la solemne celebración religiosa, presidida por el P. Lázaro García, Superior Provincial de la SSP, en la que participó un numeroso grupo de miembros de diversas ramas de la Familia Paulina.
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Las fotos recogen diversos momentos de la visita del Superior General, P. José Valdir de Castro, a las comunidades paulinas de Madrid. Arriba, presidiendo una celebración Eucarística. A la derecha, inaugurando la emisora digital de San Pablo Radio. Abajo, a la conclusión de una reunión con el Consejo Provincial.
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Calendario
Vida paulina
Enero
Arriba, el P. Antonio Maroño, Delegado Provincial de los Institutos Paulinos con el matrimonio del Instituto Santa Familia, José Lozano y Maite Ballesteros, en el oratorio que tienen en su propio domicillo. Abajo, el mismo Delegado con la Anunciatina sevillana, Dolores Báez Nieto, en el salón de su casa, que se repone favorablemente de una caída que ha sufrido recientemente.
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07. 1997, aniversario de la muerte de Sor. M. Oliva García, HSP. 08. Fiesta del Bautismo del Señor. 15. Jornada Mundial de las Migraciones. 16. 2002, aniversario de la muerte de Guadalupe Lozano, ISVA. 18. Comienza el Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos. 20. 2001, aniversario de la muerte del H. Cirilo Peñas, SSP. 22. Jornada de la Infancia Misionera 22. 1991, M. Tecla Merlo, HSP, es declarada venerable. 24. 1948, aniversario de la muerte del beato Timoteo Giaccardo, SSP. 25. Fiesta de la conversión del Apóstol San Pablo. 30. 1989, aniversario de la muerte del P. Desiderio Costa, SSP.
Febrero
Marzo
02. Fiesta de la Presentación del Señor. 02. Jornada Mundial de la Vida Consagrada. 05. 1964, aniversario de la muerte de M. Tecla Merlo, primera Superiora General de las HSP. 05. 1998, aniversario de la muerte del H. José María López, SSP 05. 2015, aniversario de la muerte del H. Lucinio López, SSP. 09. 2011, aniversario de la muerte del H. Fco. J. Martínez de Antoñana, SSP. 10. 1924, en Alba, “dies natalis” de las Pías Discípulas. 12. Colecta de la Campaña contra el Hambre en el Mundo 13. 2011, aniversario de la muerte del P. Miguel Rojo, SSP 28. 2008, aniversario de la muerte de Sor Mª Fidelis Puebla, HSP.
01. Miércoles de Ceniza 03. 1990, el Hno. Andrés R. Borello es declarado Venerable. 05. Día y Colecta de Hispanoamérica 08. 1916, en Mango (Italia), nace el venerable Andrés R. Borello 11. 1988, aprobación de la “Asociación de los Cooperadores Paulinos”. 15. 1933, aprobación Pontificia de las Hijas de San Pablo. 19. 1935, llegan a España (Bilbao) las Pías Discípulas del Divino Maestro. 20. 2008, aniversario de la muerte del P. Antonio Díaz, SSP. 21. 2013, aniversario de la muerte del P. Antonio Pinedo, SSP. 23. 2008, aniversario de la muerte de Sor Honorina Mussi, HSP. 23. 1924, las Pías Discípulas del Divino Maestro comienzan la Adoración Eucarística diurna.
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INSTITUTOS PAULINOS DE VIDA SECULAR CONSAGRADA
El espíritu de la familia es esa caridad singularmente tierna, llena de entrega y más urgente, como la que debe reinar en una familia religiosa (UPS, IV, 214).
Es necesario que los religiosos y las religiosas den un sentido, una finalidad a su vida, para ser felices aquí y allá: santidad y apostolado (UPS, IV, 188).
El celo en dar a conocer a los demás a nuestro Maestro Divino, nos proporcionará a nosotras mismas la posibilidad y la capacidad de conocerle y amarle más (Ven. Tecla Merlo).
La Familia Paulina lanza miradas expresivas a Damasco, patria de los corazones penitentes, principio de la gran subida, alba de apostolado radiante (San Paolo, mayo 1949).
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