Ascensión del Señor

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SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR (San Lucas 24,46-53) En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto. Mirad, yo voy a enviar sobre vosotros la promesa de mi Padre; vosotros, por vuestra parte, quedaos en la ciudad hasta que os revistáis de la fuerza que viene de lo alto». Y los sacó hasta cerca de Betania y, levantando sus manos, los bendijo. Y mientras los bendecía, se separó de ellos, y fue llevado hacia el cielo. Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.

«Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día»

P. Miguel Carmen Hernández, SSP

La Ascensión del Señor

Hoy celebramos la solemnidad de la Ascensión del Señor a los cielos, Lucas es el único evangelista que nos relata este acontecimiento con el cual el evangelista quiere hacer ver a los discípulos de entonces, y también a nosotros, que la historia aún no llegado a su fin, sino más bien que estamos en camino, en pascua. Dios a través de la muerte y resurrección de Jesús ha creado un nuevo espacio y nuevo tiempo, en el que los hombres y mujeres de ayer y de hoy, ya no son esclavos, sino libres y no solo eso, sino hijos de Dios gracias a Jesús, quien destruyó el pecado con el sacrificio de sí mismo. El nuevo tiempo y el nuevo espacio creado por Dios, con el tiempo y el espacio de la Iglesia que está llamada a anunciar a todos los pueblos la buena noticia de la salvación. Porque esta fue la tarea que encomendó Jesús a sus apóstoles y discípulos, tarea que nosotros estamos llamados a continuar, anunciando con la vida y las palabras el mensaje de Jesús, que no es otro que el amor. Anunciar el Evangelio puede parecer una tarea fácil y sen-

cilla, pero no lo es. Anunciar a Cristo implica comprometerse totalmente con él, y este compromiso supone muchas veces persecuciones y en no pocas ocasiones el martirio. Sin embargo la grandeza de la recompensa está a la altura de la misión, y esta recompensa no es otra que el reino de Dios. Así pues, nosotros hoy aquí y ahora tenemos la tarea de seguir anunciando a Jesús, recordemos que si la causa de Cristo –que es el amor, como ya hemos mencionado más arriba– sigue viva es porque los apóstoles y discípulos no se quedaron parados mirando al cielo, sino que se pusieron en movimiento, se pusieron en camino, anunciando aquí y allá lo que habían visto y oído y todo esto con alegría. La alegría es un elemento fundamental en el anuncio del evangelio. Al respecto de la alegría y la ascensión del Señor, el papa Francisco dijo: «san Lucas menciona que los Apóstoles, después de ver a Jesús ascender al cielo, regresaron a Jerusalén “con gran alegría.” Esto parece un poco extraño. Normalmente cuando nos separamos de nuestros familiares, de nuestros ami-


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