Domingo V de Pascua

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DOMINGO V DE PASCUA (Juan 13,31-33a.34-35) Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros».

«Un mandamiento nuevo nos dio el Señor: que nos amáramos como él nos amó»

Padre José María Fernández, SSP

El mandamiento del Amor

El tiempo de los cristianos, de la Iglesia y del universo entero es un tiempo que va de la partida de Cristo, glorificado a la derecha del Padre, y la aparición del nuevo cielo y de la nueva tierra que sucederá cuando el vuelva. Entonces desaparecerá el mal que existe en la tierra y todo lo negativo. El universo entero quedará disponible para la Jerusalén del cielo, morada de Dios con los hombres y estará al completo su pueblo. Es la fe la que nos confirma estas realidades que un día se manifestarán pero que ya desde ahora poseemos las arras de lo que todavía esperamos. Centrándonos en el relato evangélico de hoy vemos cómo Judas abandona el grupo de los discípulos mientras se predicen las negaciones de Pedro y se precipitan los acontecimientos que terminarán en la captura y condena de Jesús a la muerte. Los que ya se venía venir desde hacía tiempo, ahora va a suceder. Jesús dice a sus

discípulos lo que le va a suceder realmente, lo que sucederá realmente y lo que deberán hacer cuando ya no se encuentre entre ellos. En todo lo que ha hecho Jesús durante su vida pública ha puesto el acento en su unión con el Padre: entre el que envía y el que es enviado: las palabras y las obras del Hijo vienen del Padre y demuestran la unión existente entre el Hijo y el Padre. Esto hay que aplicarlo también a su pasión y a su muerte. El Hijo glorifica al Padre y el Padre glorifica al Hijo. El Hijo, a su vez, es glorificado en el momento en que entrega su vida. No con palabras sino, sobre todo con este acontecimiento real y absolutamente serio, él se manifiesta como Hijo que está unido al Padre con una infinita confianza. Cuando Judas se aleja, el evangelista tiene una frase muy significativa: «era de noche». Judas se halla envuelto en una oscuridad impenetrable y ahora sirve


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