Domingo VI de Pascua

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DOMINGO VI DE PASCUA (Juan Juan 14,23-29) En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado”. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es mayor que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis».

Aviva, Señor, en nosotros la conciencia de tu presencia en la morada de nuestras almas.

Padre José María Fernández, SSP

La paz os dejo, mi paz os doy

Ya el domingo pasado veíamos cómo Jesús no abandonaba a sus discípulos y seguía estando con ellos de un modo nuevo que antes no se lo permitía su condición humana. Viene con el Padre y hace su morada en los que le aman y guardan sus palabras. En el evangelio de hoy se nos presenta el miedo atávico del hombre que le acompaña hasta la muerte dado que se encuentra amenazado por fuerzas que tiene que afrontar solo y a veces se siente privado de toda defensa. Este miedo es el que inquieta a los discípulos cuando Jesús les deje a su muerte. Por su parte Jesús no se cansa de advertirles que no les va a dejar solos y abandonados. El Padre y el Hijo vendrán y harán su morada en ellos. Por su parte el Espíritu Santo estará con ellos y los instruirá. Jesús además les da su paz. Además el simple hecho de que Jesús se vaya debería ser motivo de alegría. Debe acrecentar su fe. Con su muerte de-

mostrará al mundo quién es Él y su amor al Padre. Esto vale no solo para los discípulos sino para toda persona humana que ame a Jesús: no está solo, ni perdido, ni abandonado a sí mismo; aunque no esté visible, Jesús y el Padre están junto a él. Hay que saber que, en medio de los afanes de la vida, e incluso ante la muerte, Jesús y el Padre están a su lado, no lo abandonan nunca; es una realidad ya ahora y que llegará a su plenitud en la gloria. Por si fuera esto poco, Jesús les promete el Espíritu Santo que el Padre enviará en su nombre. Jesús deja a los suyos su palabra y su mensaje y lo que él reivindica. Estos serán los elementos que darán acceso a Él. Les es difícil entender estas palabras pero el Espíritu Santo se las hará entender. Les enseñará todo. No les traerá nada nuevo sino que traerá una nueva enseñanza: toda la revelación ya se ha manifestado en Jesús. La acción del


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