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Patología cardiaca
from Argos 245
by Grupo Asís
Síndrome cardiorrenal en el perro y el gato: clasificación, diagnóstico y bases del tratamiento
Regurgitación/insuficiencia en las válvulas tricúspide y pulmonar: estudio ecocardiográfico y evaluación
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En Portada
Patología cardiaca 34
Regurgitación/ insuficiencia en las válvulas tricúspide y pulmonar: estudio ecocardiográfico y evaluación
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Actualidad Profesional
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Marketing Y Gesti N En La Cl Nica
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EN PORTADA / PATOLOGÍA CARDIACA
Síndrome cardiorrenal en el perro y el gato: clasificación, diagnóstico y bases del tratamiento 26
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Regurgitación/insuficiencia en las válvulas tricúspide y pulmonar: estudio ecocardiográfico y evaluación 34
Manejo diagnóstico y terapéutico del tromboembolismo arterial felino (TEA) 38
Formaci N Continua
Valle inquietante
ChatGPT, el sistema de inteligencia artificial capaz de mantener conversaciones y redactar contenidos, está de moda y se habla de él también en veterinaria. ¿Es realmente útil? ¿Para qué? Y, sobre todo, ¿sustituirá a las personas? A largo plazo, quién sabe. De momento, lo dudo. Hay por ahí publicada una imagen en la que alguien expone a ChatGPT a un acertijo de toda la vida y la IA no sale del atolladero. En cambio, cualquier persona recién levantada de una siesta de las de pijama y orinal habría adivinado que si la madre de Mike tiene cuatro hijos y tres de ellos se llaman Luis, Drake y Matilda, entonces el nombre del cuarto hijo tiene que ser (redoble de tambores): Mike. Por tanto, todo parece indicar que, a día de hoy, estamos a salvo. Aún así da algo de mal rollo, ¿verdad? Una vieja hipótesis podría explicar por qué: el experto en robótica japonés Masahiro Mori postuló en la década de los 70 del pasado siglo que, cuanto más humana es la apariencia de un robot, más empática y positiva es la respuesta emocional de un humano ante él. Pero, y aquí llega el lío, hay un punto a partir del cual esa respuesta se transforma en una fuerte repugnancia, hasta que la apariencia del robot continúa siendo cada vez menos distinguible de la humana: entonces la respuesta emocional es positiva de nuevo y se va aproximando a los niveles de empatía que se dan entre personas.
En la representación gráfica que refleja todo esto, esa caída temporal de la empatía se conoce como “valle inquietante”, que probablemente es donde estamos ahora con ChatGPT: quien está al otro lado se parece demasiado a una persona de verdad sin ser todavía exactamente igual, y eso nos alarma. ¿Y si nos falla la intuición y somos incapaces de detectar que hablamos con una IA? Yo diría que hay un truco para distinguir una IA de un ser humano: que la primera siempre responde. Está programada para ello. Por tanto, si interpelamos a nuestro interlocutor y este siempre nos devuelve una frase, podría ser una IA o no. En cambio, si se calla y nos deja a dos velas es un Sapiens, sin duda, porque la indiferencia y el silencio voluntarios en una conversación son tan característicamente humanos como los despistes.