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Tu opinión Los ATV no somos peluqueros
from Ateuves 60
by Grupo Asís
ateuves
ACTUALIZACIÓN PROFESIONAL PARA EL PERSONAL DEL CENTRO VETERINARIO
Editor: Carlos Lacoma 1 Director de Medios de Comunicación: Sergio Fuentes 1 Control de Gestión: Julio Allué 1 Planificación estratégica: Javier Nuviala 2 Coordinadora de Medios de Comunicación: Sheila Riera 1 Redacción: María Villagrasa 3, Natalia Sagarra 1, Joaquín Ventura 1, Teresa García 1, M. Ángel Ordovás, Israel Salvador, Ana Coscujuela 1. Corresponsales Madrid: Raquel Sanz y Mercedes González1. Corresponsales Barcelona: Isabel Algara1 y Caterina López. Corresponsal Canarias: Elena Malmierca1
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1 Licenciado y 2 Doctor en Veterinaria 3 Licenciada en Biología Empresa editora: Grupo Asís Biomedia S.L. Impresión: Gráficas Lizarra
Depósito Legal: Z-191-2006
ISSN 1885-8481
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Entidades colaboradoras
Comité asesor
Cristina Colmena (Clínica Veterinaria Los Madrazo, Madrid) Gema Ginestar (Hospital Veterinario Marina Alta, Denia) Mª José Bustamante (Clínica Veterinaria La Creu, Alfaz del Pi) Ana López (Clínica Veterinaria Indautxu, Bilbao) Cristina Martínez (Clínica Veterinaria San Francisco de Asís, Madrid) Laura Pérez (Clínica Veterinaria Montjuïc, Barcelona) Lluisa Royo (Hospital Veterinari Montjuïc, Barcelona) Guillermina Vinardell (Hospital Veterinari del Maresme, Mataró) Ester Moreno (Clínica Veterinaria Veracruz, Madrid) Mª Theresa Alcalá (Clínica Veterinaria Parque Central, Valencia) Beatriz Navarrete (Centro Veterinario Cerceda, Madrid)
VLos ATV no somos peluqueros
David López Morte
Soy ayudante técnico veterinario (ATV), obtuve la titulación recientemente y tengo dos meses de experiencia en una clínica veterinaria y seis meses en una peluquería canina. Tengo una gran vocación por el trabajo con animales y todo lo relacionado con la veterinaria. Me parece una profesión con una formación especializada muy interesante. Por lo que no siento ninguna vocación es por la estética y la peluquería. Menos aún como para pagar, con las dificultades económicas que tenemos hoy en día, más de 1.000 € en un curso de peluquería canina.
Es evidente que se trata de formaciones totalmente distintas, que es excesivo exigir ese aprendizaje o experiencia a un auxiliar y que esto le cierra las puertas del mundo laboral a muchísima gente. En mi caso, es un lastre más que añadir a mi corta experiencia y a mi edad, 31 años. No hay más que ver las pocas ofertas de trabajo que aparecen por diferentes portales de empleo para percatarse de que en prácticamente todas se exige experiencia en peluquería o, peor aún, que se disponga de la titulación.
Y no se trata de un corte rápido de verano a máquina, sino de cortes de raza más específicos, ya que, como todos sabemos, cada vez hay más gente que adquiere perros de raza y exigen cierto nivel en la peluquería. Algo que, sin una preparación adecuada y una titulación, es difícil conseguir, además de que supone un intrusismo profesional.
Muy pocas clínicas estarán dispuestas a contratar a una persona, por muy capacitada que esté, para el puesto de ATV sin esta experiencia y, por supuesto, menos aún a costearle los gastos de dicha “formación complementaria”. Esto debería ser algo que, llegado el momento, deben discutir el auxiliar y el veterinario, en caso de que el primero esté interesado en desempeñar esa labor, siempre con una remuneración complementaria a su sueldo como ATV. Pero no debería ser una exigencia principal en una oferta de trabajo.
Como problema añadido a esta cuestión está la falta de una titulación oficial reglada, contemplada en una formación profesional pública con una serie de competencias bien especificadas.
Claro que es entendible el punto de vista de la clínica veterinaria con respecto a esta cuestión, pero no parece algo complementario en la formación. Simplemente resulta práctico y rentable, aunque es cuestionable.
Superar un mal día
Aprender a relajarse y a gestionar un mal momento es fundamental para evitar el estrés, la fatiga compasiva y el desgaste profesional. Solo así podrás ofrecer lo mejor de ti a clientes y pacientes.
Natalia Sagarra
ateuves@grupoasis.com Todos hemos experimentado alguna vez situaciones de estrés en el trabajo. Pueden venir motivadas por nuestro interior (situaciones personales complicadas que te desgastan) o por el ambiente laboral (problemas con compañeros, presiones del jefe o situaciones desbordantes para las que no estás preparado como por ejemplo una urgencia). Si uno no está bien cargado de energía y recibe a menudo voces de un jefe tenso, malas contestaciones de un compañero, tiene una discusión absurda por teléfono con un cliente al que tan solo ha visto una vez… es fácil que sufra estrés y ansiedad, y llegará un momento en el que se sentirá desbordado. Es conveniente practicar técnicas de relajación para recuperar la seguridad, la tranquilidad y la confianza en uno mismo.
Qué es el estrés
El trabajo de un auxiliar puede ser muy variopinto: debe presentar informes, atender el teléfono, tener la mesa para la cirugía bien preparada, vender X sacos de pienso antes de que acabe el mes, limpiar las jaulas de los animales, comprobar que no se han terminado las cajas de tal producto, etc. La OMS reconoce el estrés como uno de los principales problemas para la salud de los trabajadores y para el correcto funcionamiento de las entidades para las que trabajan. En el ámbito laboral se acepta que un cierto porcentaje de estrés es positivo, puesto que favorece el estado de alerta y de motivación de los trabajadores. En cambio, un alto nivel genera malestar personal y organizacional. En realidad, el estrés es el resultado de una difícil ecuación entre las aptitudes de la persona, su adecuación al puesto de trabajo y la organización de la empresa.
Consecuencias de un estrés mal gestionado
Afecta a todo el entorno de la clínica. En primer lugar porque la organización no funciona correctamente. La persona estresada no rinde al 100 %, es más, comete errores que afectan al resto de compañeros y en definitiva al cliente y al paciente que percibe que algo no marcha bien. Además genera absentismo laboral, ya que se ha demostrado que a nivel físico, el estrés provoca cardiopatías, trastornos digestivos, aumento de
Filipe Frazao/shutterstock.com
Causas de estrés
1. Características del trabajo
• Tareas monótonas, aburridas o desagradables. • Exceso o escasez de trabajo.
2. Contexto laboral
• Falta de seguridad laboral, acoso o intimidación. • Liderazgo ineficaz (un mal jefe) y falta de claridad en los objetivos de la clínica.
3. Características personales
• Escasas habilidades sociales. • Baja autoestima (infravaloración). • Escala de valores poco clara. • Ausencia de objetivos.
La dificultad de dar malas noticias
• Tememos causar dolor. • Sentimos dolor empático. • Tenemos miedo a ser culpados. • Tememos la reacción del cliente. • Tenemos miedo a no saber gestionar nuestras emociones.
la tensión arterial, etc. A nivel psicológico genera estados de angustia e irritabilidad, incapacidad para relajarse y problemas para dormir. Finalmente, acaba invadiendo el plano personal porque la persona estresada es más proclive a los conflictos, a las malas interpretaciones por fallos en la comunicación y al aislamiento.
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La relajación es una solución
Si aprendemos a relajarnos ganaremos en salud y bienestar personal (ganamos tranquilidad y disminuye nuestra presión arterial), pero además contribuiremos a la buena marcha del trabajo (aumenta la productividad) y del ambiente laboral (mejora la comunicación), que repercutirá finalmente en los clientes y por tanto en beneficio del centro veterinario. La cuestión es ¿cuándo puedo relajarme en el día a día que discurre a toda velocidad? En el camino a la clínica, a la vuelta a casa o en el momento en que limpio la jaula si no hay clientes. Cualquier momento y lugar es bueno. El yoga y la meditación desarrollan la capacidad de autocontrol y gestión de emociones; hay varios estudios científicos que han demostrado que este tipo de prácticas aumenta la actividad de aquellas zonas del cerebro que se encargan de las emociones positivas. A falta de tiempo, podemos practicar ejercicios de relajación corta alternando respiraciones cortas y profundas concentrándonos en el peso de las partes de nuestro cuerpo hasta que estemos en calma, y cuando estemos en casa podemos practicar la relajación profunda. Finalmente se recomienda practicar la visualización para aumentar la capacidad de concentración y el estado de relajación corporal. Otras recomendaciones sencillas son hacer deporte para liberar endorfinas (una potente hormona antiestrés), comunicarse, tomarse breves descansos y llevar una dieta sana.
Un alto nivel de estrés genera malestar personal y organizacional, además de trastornos físicos y psicológicos.
Situaciones complicadas
Hay numerosas situaciones que resultan difíciles de llevar bien y que generan estrés, sobre todo si somos de carácter empático y nos solemos poner en la piel de nuestro interlocutor: • Trasmitir malas noticias: resultados negativos de los análisis, fallecimiento de una mascota, diagnóstico de una enfermedad crónica… • Atender una urgencia • Comunicar un aumento del precio de productos o servicios habituales • Solicitar el cobro de una cuenta pendiente
megaflopp/shutterstock.com
Trucos frente a la frustración
1. Parar y respirar
Cuando algo no nos sale como deseamos debemos ser capaces de reconocer nuestras emociones, parar el torrente de energía furiosa que nos invade y no expresarla de forma destructiva. Trabajemos el autocontrol: parar, reflexionar… y respirar. Así conseguiremos ver el problema desde otro punto de vista.
2. Aceptación
Es evidente que en muchas ocasiones no conseguimos que las cosas sean como deseamos y nos generan frustración. Esta frustración nos genera malestar psicológico e incluso problemas físicos. Debemos aceptar que las cosas son como son. La aceptación nos trae calma, serenidad y paz mental, pero no la confundamos con la resignación.
3. Cambiar de actividad
No debemos cegarnos e insistir en la causa de nuestra frustración. Si no encontramos una solución rápida, podemos cambiar de actividad para despejar la mente y pensar alternativas más adelante.
4. Nuevas opciones
Una vez despejada nuestra mente podemos valorar nuevas opciones para hacer de otra manera más favorable lo que estábamos haciendo. Tal vez nuestra primera idea no era la correcta.
5. Aprender de la experiencia
Saquemos el máximo provecho de nuestras frustraciones; si las superamos no solo conseguiremos conocer nuestra reacción ante futuras experiencias, sino que habremos aprendido a combatirla.
PathDoc/shutterstock.com Sin embargo, forman parte de nuestro día a día y no debemos dejarnos llevar por ellas. Debemos mantener la calma en todo momento. La inclusión de las mascotas en el seno de las familias hace aún más difícil afrontar estas situaciones. Hay estudios que indican que el 70 % de los clientes está emocionalmente afectado por la muerte de su animal, y que hasta el 30 % muestra un duelo intenso cuando la prevé o se ha producido. Aproximadamente el 50 % de los clientes describe sentirse culpable por la decisión de someter a eutanasia a su mascota. Aquí tenemos mucho que hacer, ya que la forma en la que el equipo veterinario atienda al cliente cuyo animal ha muerto puede aliviar o empeorar el duelo. Ofrecer apoyo emocional a los dueños contribuye al estrés de los miembros del equipo. A nadie le gusta dar malas noticias. Además se establece una relación de confianza, por lo que comunicarla conlleva desgaste emocional para el auxiliar y, por otro lado, independientemente del resultado final, el cliente debe pagar por el servicio veterinario recibido que supone un sobreesfuerzo añadido al dolor emocional. Por todo esto lo primordial es no dar falsas expectativas a los clientes y dejar que sea el veterinario quien explique las posibilidades y alternativas que tiene el animal. Si nos toca transmitir una mala noticia debemos seguir unas pautas básicas: 1. No titubear o mostrar un estado de ansiedad o tristeza excesiva. 2. Explicar que ya ha llegado el resultado y que se no ha sido bueno. 3. Dejar que el cliente exprese su malestar, su tristeza y su preocupación. 4. Hablar con seriedad y respeto pero con empatía. 5. Podemos dar las causas que nos haya comentado el veterinario y que han motivado ese resultado. 6. Mantener la calma en todo momento. 7. Trataremos de transmitir al cliente con nuestra comunicación verbal y no verbal que estamos con él y que haremos todo lo posible por ayudarle profesionalmente.
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