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La guerra de los PRECIOS

En el negocio de la peluquería canina nos encontramos una lucha constante contra la competencia, contra los clientes y contra uno mismo.

Xandra Martínez Barbudogs Peluquería Canina

La inexistencia de una formación reglada y un título oficial, hace que los menos o nada formados tengan que competir por precio (porque con calidad les es imposible). A esto hay que añadirle la aún desfasada intromisión de algunos -no todos por suerte- veterinarios en la labor del peluquero canino, que marcan precios y servicios sin conocer realmente el trabajo que conlleva cada uno, y deciden qué técnicas son o no adecuadas bajo un criterio basado en el desconocimiento y la desinformación. Esto se traduce al final en servicios mediocres, despachados en el menor tiempo posible, sin importar el bienestar del perro. ¿Por qué? Sencillo. En la peluquería canina, como cualquier otro negocio, se trabaja para ganar dinero para comer y, si los servicios son baratos, habrá que realizar cuantos más mejor para poder sacar algo de beneficio.

Trabajar bien es beneficioso

Cuando una peluquería canina tiene los precios acordes a la realidad, en los que una vez descontados todos los gastos queda un beneficio razonable, no atiende tantos perros pero los trabaja adecuadamente: dedica el tiempo necesario y realiza un servicio profesional, con las técnicas adecuadas y sin prisas. Y esto también es un beneficio físico y mental para el

Criterios de elección de un centro

• Nos tratan bien, son amigables. • Está cerca de mi casa. • Es la peluquera de siempre. • Tiene mucha experiencia. • Es un centro muy atractivo. • Ofrecen un buen precio. • Las instalaciones son confortables. • La mascota conoce al peluquero. • Un amigo/conocido/familiar lo recomendó. • A la mascota le gusta el personal. El precio es una de las maneras de competir, pero afortunadamente no la única.

peluquero canino, porque no trabaja a destajo, porque no va con prisas, no hay tanto riesgo de cometer un accidente por esas prisas, el estrés no se transmite a los animales, y los acabados son como tienen que ser.

Beneficios de dedicar el tiempo adecuado a cada servicio

No se trabaja a destajo

No hay prisa

Disminuye el riesgo de accidente No se transmite estrés al animal

Acabados óptimos y bienestar del cliente Salud física y mental del profesional

No hay que olvidar que es una profesión 100 % mano de obra, en la que no solo estamos trabajando con nuestras manos, sino también con nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestra fuerza física. Tenemos mucho desgaste físico, y necesitamos tener una formación muy amplia para poder trabajar con animales (no solo sobre peluquería canina, también necesitamos conocimientos de dermatología, primeros auxilios, etología…).

El precio de nuestra mano de obra

La cosmética no es barata, nuestras herramientas y mobiliario tampoco. La inversión para comenzar no es precisamente económica.

Si a todo lo anterior le añadimos que tenemos un local (propiedad o alquiler, da igual), hay unos gastos fijos que tener en cuenta.

Cuando nos planteamos qué precios vamos a poner, como no podemos acabar con toda esa competencia que se puede considerar desleal, primero habría que decidir bien la zona donde queremos instalarnos. Una vez instalados, tenemos que hacer cuentas de cuánto vale nuestra hora de mano de obra. Sí, la hora, porque no podemos ofrecer una tarifa de precios fijos cuando nunca sabemos el tiempo que vamos a emplear. Y a ese cliente al que siempre le cobras 30 €, cuando tardes una hora más, ¿vas a cobrarle también 30 €? Me diréis, “pues le cobro plus de nudos, 5 €”. Entonces, ¿estás considerando que una hora de tu trabajo vale 5 €?

Es muy buena guía compararnos con otras profesiones que son totalmente manuales, y si las comparamos con la media de precios en peluquería canina, somos los más baratos. Ninguna baja de los 35-40 € la hora; la peluquería canina ronda una media de 18 € la hora. Personalmente, creo que no deberíamos cobrar menos de 25 € la hora, porque menos es regalar nuestro trabajo y pasar penurias.

Y me diréis “No es lo mismo en la gran ciudad que en un pueblo”. Por supuesto, no es lo mismo, pero los precios del resto de profesiones y artículos son por el estilo. Es más, muchas veces la comida en el supermercado del pueblo es más cara que lo que hay en las grandes ciudades. Por lo tanto, puede haber una diferencia de unos euros por el mismo servicio, pero diferencias de más de 10 € indican que se está infravalorando el trabajo del resto de compañeros de profesión.

Y esto es un problema muy grande para todos, porque los clientes no entienden qué sucede, solo entienden de su bolsillo y de que el de ahí de la esquina cobra 15 €. Y siempre tienen un “pero” para ese de la esquina, y aunque lo tengan, escogen ir porque es más barato.

Ponernos en valor

El día que consigamos que nos valoren como profesionales podremos eliminar ese intrusismo laboral que está cometiendo competencia desleal, y empezaremos a valorarnos más a nosotros mismos, además de comenzar a tomar las riendas en todas las clínicas veterinarias que ofrezcan servicio de peluquería, sin que se nos menosprecie. Porque si nosotros nos valoramos, los clientes y el resto de compañeros lo harán. Además, el precio no es el criterio de decisión dominante para la mayoría de consumidores.

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