

Tras el incendio que puso en riesgo su estructura, la histórica catedral abre sus puertas
Tras el incendio que puso en riesgo su estructura, la histórica catedral abre sus puertas
TEXTO DE ROBERT KUNZIG
La catedral más famosa de Francia reabrirá cinco años después de que el fuego casi la consumiera. Aquí presentamos cómo se llevó a cabo su sorprendente restauración y cómo se reavivó el sentido de lo sagrado.
FOTOGRAFÍAS DE TOMAS VAN HOUTRYVE
Un nuevo diseño del gallo de latón bañado en oro con alas en forma de llamas adorna la punta de la icónica aguja y representa al histórico monumento francés que emerge de entre las cenizas.
LEINCENDIO QUE ESTUVO A PUNTO de destruir la catedral de Notre Dame en París se desató bajo el techo, en el antiguo ático de madera cerca de la base de la aguja. Comenzó poco después de las seis de la tarde, el 15 de abril de 2019. Dentro de la iglesia se celebraba una misa. Mi esposa y yo habíamos llegado a la ciudad el día anterior y alrededor de las siete de aquel lunes pasamos de casualidad por ahí; desde la ventana de nuestro taxi, en el puente Saint-Michel, pudimos ver una llama parpadear en el techo. Minutos más tarde, detenidos en el tráfico, vimos las flamas trepar por la aguja de madera. La incredulidad dio paso a la conmoción: Notre Dame ardía. Durante más de 800 años, Notre Dame se ha erigido en el centro de la vida francesa y ha sido el escenario de eventos históricos tanto religiosos como seculares. En 1239, el rey Luis IX, también conocido como san Luis, entregó a la catedral la que se creía que era la corona de espinas de Jesús. En 1944, con balas alemanas aún surcando los cielos, el general Charles de Gaulle asistió a misa para celebrar la liberación de París. Pese a todo, Notre Dame no sufrió grandes daños por las bombas e incendios que arrasaron otras catedrales. Este remanso de estabilidad en un mar de cambios se convirtió en el monumento más visitado del mundo, además de un lugar que millones de personas consideran sagrado.
Cuando volvimos más tarde aquel día, la aguja se había caído y el techo de plomo se había derretido. Desde la oscuridad de la orilla
Como parte de un proceso centenario, un trabajador vierte bronce derretido en un molde en Barthélémy Art, una fundidora en el valle del Ródano, donde se forjó el nuevo altar.
Los dos campanarios de Notre Dame cuentan con 10 campanas de bronce, de las cuales la más grande se llama Emmanuel y cuelga de la torre sur, donde el incendio no pudo alcanzarla. Fundida en la década de 1680 bajo el reinado de Luis XIV, el gigante de 13 toneladas tiene una base de más de 2.5 metros de ancho y por tradición se toca en Navidad o en otras ocasiones especiales, y suena en fa sostenido.
De la torre norte se tuvieron que quitar ocho campanas más pequeñas para limpiarles el polvo de plomo; dos de ellas se dañaron y debieron restaurarse en Cornille Harvard, una fundidora en Normandía. Quentin Wautier revisa un molde creado para reparar daños estructurales (1). Pauline Desfaudais tiene experiencia en moldear y pulir; ya había trabajado en las campanas de Notre Dame (2).
derecha del Sena vimos el gablete de piedra del transepto norte y, a través del pequeño rosetón, observamos las llamas consumir las vigas de roble del techo. En las bancas y los puentes del Sena, miles se reunieron, atraídos por la catástrofe. Algunos cantaban el “Avemaría”. Nosotros estábamos de visita, pero para la mayoría de la gente este era su hogar y parecía que una parte de sus corazones moría.
Cinco años y medio más tarde, se le ha devuelto la vida a Notre Dame. A principios de diciembre, el arzobispo de París tiene programado celebrar una misa solemne en la iglesia restaurada. Esa semana se abrirán las grandes puertas al público y se ofrecerá una especie de sanación para lo que ha sido un trauma público. National Geographic ha conseguido un acceso especial durante los años de trabajo de los arquitectos, artesanos y científicos que han conducido la restauración hasta este momento. En el verano 2021 volví por primera vez después del incendio, cuando la reconstrucción estaba por comenzar. El verano pasado regresé para presenciar la etapa final y también para conocer el plan del clero para Notre Dame. Llegué a apreciar los grandes esfuerzos que miles de personas han hecho no solo para conservar este exquisito monumento medieval, sino para resucitarlo como una iglesia viva.
Tras el incendio, el presidente francés Emmanuel Macron decretó que la catedral debía restaurarse “más hermosa que nunca” y fijó la meta ambiciosa de tener el trabajo terminado para 2024, financiado con los 846 millones de euros que se habían donado desde que ocurrió el desastre.
Macron sugirió que construir una estructura nueva en lugar de la misma aguja antigua sería algo bueno; los conservacionistas estaban horrorizados, entre ellos el arquitecto en jefe de monumentos históricos Philippe Villeneuve, quien cuando sucedió el incendio ya dirigía la renovación de partes de Notre Dame y desde cuya perspectiva el agregar una aguja moderna habría sido como hacerle una cirugía estética a la Mona Lisa, mientras que restaurar Notre Dame a como era (me comentó el historiador
arquitectónico Jean-Michel Leniaud en 2021), con piedra caliza, roble y plomo, sería un acto catártico, una manera de purgar el horrible recuerdo de aquella noche y de llorar la pérdida de las estructuras originales.
Ganaron los conservacionistas y Notre Dame se reconstruyó exactamente como estaba antes del incendio y como la había dejado Eugène-Emmanuel Viollet-le-Duc, pionero de
La diócesis católica de París contrató al diseñador Guillaume Bardet para crear el mobiliario litúrgico para la reapertura de la iglesia, incluido el púlpito a la derecha y el altar detrás de este. Todas las piezas fueron elaboradas en bronce y tienen formas minimalistas para evocar, según dice, una sensación de atemporalidad.
la restauración en el siglo XIX. “No tenemos derecho a tocarla, la restauraremos”, afirmó Villeneuve.
A pesar de esto, el interior de la catedral le parecerá transformado por completo a quien la haya visitado antes, más brillante de lo que cualquiera haya visto. Las paredes, los vitrales y las esculturas se limpiaron y restauraron al mismo tiempo por primera vez desde el siglo
XIX. Los visitantes “quedarán estupefactos, sobrecogidos, por el interior de la catedral”, expresó Philippe Jost, presidente del organismo público especial que supervisa la restauración. “Causará asombro”.
El interior será nuevo de una manera distinta. En tanto que el edificio es propiedad del Estado francés, el cual lo administra en calidad de monumento histórico protegido, el mobiliario
Página opuesta: la nave de Notre Dame, vista aquí desde el balcón del órgano en la fachada occidental, está más limpia y brillante de lo que cualquier persona con vida la haya visto, gracias a que se le aplicó látex, con el que se despegó el hollín y el plomo. “La gente no la reconocerá”, afirma Marie-Hélène Didier, conservadora que supervisa la restauración para el Ministerio de Cultura.
En la parte superior del techo abovedado, un ángel con baño de oro adorna el óculo, un
anillo de piedra (1) que durante el incendio sufrió un daño tremendo cuando la aguja cayó y perforó el techo. Desde los andamios que se muestran aquí, los trabajadores cerraron la inmensa abertura y reconstruyeron el óculo. A pesar de que los frescos religiosos del siglo XIX en las capillas laterales del coro sobrevivieron, se limpiaron y restauraron con cuidado, como se ilustra con finas pinceladas dentro de una capilla (2) y esta imagen resplandeciente de María Magdalena con Jesús resucitado (3).
interior, que quedó dañado en exceso por el incendio, en su mayoría no era histórico y le pertenecía a la diócesis católica romana de París. Los ministros de la iglesia eligieron llevar a cabo una redecoración completa. El costo es bajo en el contexto de la restauración general, pero tendrá una gran repercusión en la forma en que los visitantes experimenten la iglesia.
A principios del verano pasado visité una fundición en el valle del Ródano para ver parte del nuevo mobiliario de la iglesia y ahí conocí a Guillaume Bardet, escultor y diseñador a quien la diócesis le había encargado crear un altar nuevo y otros objetos litúrgicos. En el cuarto de calderas miramos a dos trabajadores con viseras y delantales pesados decantar el candente bronce blanco derretido en una serie de moldes. En el suelo, cerca de nosotros, había secciones burdas y no terminadas de la nueva pila bautismal de Bardet, cuyo altar se erigía en la sala contigua esperando a ser pulido.
El altar de bronce es inmenso y parece estar anclado, aunque sus caras curvas evocan un par de brazos alzados. Se espera que les hable no solo a los fieles, sino al mayor número de turistas que desconocen el catolicismo o incluso la cristiandad. “Ellos también deben entender –explica Bardet–. Deben entender que hablamos de lo sagrado”.
UNA SEMANA MÁS TARDE , cuando caminé por la nave de la iglesia, me fue difícil apreciar la belleza del lugar. Seguía como una zona en construcción atareada. Alrededor de nosotros, los trabajadores desmantelaban los andamios, tensaban cables eléctricos, pulían el suelo de mármol. Nuestro pequeño grupo se adentró en la catedral con la mirada hacia arriba para apreciar las altas bóvedas y cruzamos el transepto hacia el coro, que se encuentra en el lado este de la iglesia. Fuera de una de las capillas, una restauradora trabajaba sola, arrodillada sobre la piedra y dando la espalda al torbellino de actividades mientras aplicaba toques de pintura rosa con un pincel fino a una columna
pintada con tréboles. En este espacio confinado, unas 250 compañías diferentes, que emplearon a 2 000 trabajadores, han logrado colaborar y trabajar a lo largo del proyecto. “Funciona porque la gente está feliz y orgullosa de trabajar en Notre Dame”, señaló Jost.
Entramos al ático de la iglesia. Ahora estábamos sobre las bóvedas del techo, en un lugar al que el público no tiene acceso, en la parte de la iglesia más dañada por el fuego y donde se ha concentrado gran parte del trabajo de los últimos cinco años. Al mirar hacia arriba vimos el cielo azul entre las vigas de madera que todavía no se cubrían con el techado de plomo. Hallamos nuestro camino por entre los pasillos llenos de gente hasta la intersección en la que se encuentran dos brazos del transepto con la nave y el coro. Cuando la aguja colapsó, se hundió entre las bóvedas en este punto y luego aplastó el altar mayor en la planta inferior. Los canteros acababan de cerrar el agujero serrado en las bóvedas.
Avanzamos hasta entrar en el ático de la nave, en el nuevo “bosque” de vigas de roble triangulares. Para replicar el techo medieval original, los trabajadores de construcción se basaron en técnicas antiguas; tallaron a mano los enormes maderos con hachas de mano tradicionales, las cuales también habían labrado ellos a mano. Luego fijaron las vigas en un entramado complejo con uniones de espiga y mortaja con clavijas. Hank Silver, carpintero estadounidense que se mudó a Francia para este proyecto, se colgó con una mano de una clavija para demostrar su resistencia.
Silver me indicó que mirara hacia abajo, a la nave, a lo largo de la línea central de las vigas nuevas: estaba ligeramente curveada; la línea original medieval tenía aquella deformidad y los arquitectos decidieron replicarla. Él explicó que “les complicó mucho más las cosas a todos”.
La nueva estructura incluye una actualización importante: protección contra incendios. Las vigas resistentes al fuego en la intersección aislarán la aguja y los dos brazos del transepto de la nave y el coro para que el fuego no pueda correr por todo el ático. Si las llamas entraran
en este espacio, los rociadores distribuidos por el ático ayudarían a sofocarlas hasta que los bomberos logren subir los cientos de escalones.
Al salir del ático en la parte frontal de la iglesia, bajamos por las angostas escaleras de caracol en piedra de la torre sur y pasamos por el balcón que Viollet-le-Duc pobló de criaturas grotescas. En la parte superior de la torre giramos hacia el este. El Sena, donde ya se puede nadar, aunque sigue de color café, se movía y brillaba bajo el sol del final de la mañana. Desde el coro, en el otro extremo de la iglesia, pudimos escuchar a los techadores colocar los paneles de plomo con la ayuda de martillos. La decisión del arquitecto de usar plomo, en especial después de que el fuego esparciera ese material tóxico por toda la catedral e incluso fuera de ella, suscitó una controversia pública, pero los conservacionistas insistieron en que es más duradero e impermeable que las alternativas, mientras que los elaborados adornos no podían reproducirse sin él.
Ahora estábamos al mismo nivel que la aguja nueva, la cual es una copia fiel de la elaborada creación de Viollet-le-Duc, hecha a partir de sus diseños del siglo XIX. La única excepción es el gallo de latón dorado en el ápice, el cual pudimos ver destellar al sol; se trata del propio diseño de Villeneuve.
El reemplazo se elevó hasta su lugar en diciembre de 2023; lleva en su interior las reliquias de dos santos parisinos y un pergamino con los nombres de los 2 000 trabajadores que participaron en la restauración. También tiene un valor simbólico, pues el gallo es un emblema de la identidad francesa, de esperanza y resurrección, y, en este caso, ya que Villeneuve le otorgó a su ave alas en forma de llamas, de una catedral que surge de entre las
cenizas. El original quedó muy maltrecho por la caída durante el incendio, pero se salvó y se exhibirá como recuerdo de esa noche.
Durante nuestro regreso desde la torre, cruzamos frente al gran órgano (en el balcón dentro del muro frontal) que sobrevivió al incendio, pero se tuvo que desmantelar y limpiar por completo; los afinadores han pasado cuatro meses calibrando los 8 000 tubos uno por uno. De espaldas a los altísimos tubos, observamos los muros y las bóvedas de la nave.
El vitral brillaba de nuevo en los ventanales. Se despojó las paredes de piedra del hollín del fuego, el plomo y la suciedad del tiempo, y quedaron brillantes y cremosas. Con las claves cubiertas de hoja de oro y nervaduras delicadas inscritas en un borgoña vivo, las bóvedas lucían impecables. “Mi mayor satisfacción es que no se nota que las bóvedas que colapsaron fueron reconstruidas”, Villeneuve me comentó más tarde.
La restauración tiene muchos elementos que gustan, señala Leniaud, el historiador, pero la “brutal descamación” de las paredes (se roció látex en ellas y luego se retiró, en parte para extraer el plomo) ha dejado las piedras tan blancas que algunos sentirán que la catedral ha perdido elementos de su carácter sagrado. “Se necesitarán 40 años de mugre y condensación antes de que veamos el gris que aprecian los ojos”, comentó.
“NO TENEMOS DERECHO A TOCARLA, LA RESTAURAREMOS Y NO DEJAREMOS RASTROS DE NUESTRO PASO POR AQUÍ”.
PHILIPPE VILLENEUVE, ARQUITECTO EN JEFE DE MONUMENTOS
HISTÓRICOS
Uno de los adornos más recientes sobrevivió al fuego, una cruz grande en el extremo oriente del coro de Notre Dame que se instaló en 1994, la cual fue elaborada con madera y cubierta con lámina de oro, permaneció envuelta en una funda protectora mientras los técnicos de trabajos verticales comenzaron a desmantelar los andamios cercanos a finales de junio de 2024.
PARA LOS MINISTROS de la iglesia, la sacralidad de Notre Dame no deriva tanto de la construcción como de lo que contiene. “La catedral es por encima de todo un lugar de adoración –explica monseñor Olivier Ribadeau Dumas– que se construyó para dar gloria a Dios”. Ribadeau Dumas es el rector de Notre Dame, lo que significa que administra el lugar cuando está abierto. Espera que un récord de 15 millones de personas vengan en 2025 y no le gusta llamarlas turistas, pues considera que la palabra “visitante” se ajusta mejor a lo que prevé que experimentarán. Una vez dentro, espera que el visitante se convierta en peregrino. La redecoración está diseñada para favorecer esto.
Además del mobiliario litúrgico de Bardet, habrá 1 500 sillas nuevas de roble sólido, con respaldares bajos y levemente curvadas en la parte superior, como un mar en calma que acentuará la verticalidad de las bóvedas, me comentó la diseñadora Ionna Vautrin. Por otra parte, la nueva iluminación hará mucho más que solo iluminar la arquitectura, destaca el escultor de luz Patrick Rimoux, quien instala un conjunto de 1 550 luces led programables, cada una de las cuales puede variar en intensidad y color según la temporada y el tipo de acto celebrado en la catedral. Una atmósfera iluminada por velas en la vigilia de la Pascua, por ejemplo, podría dar paso a una iluminación jubilosa la mañana siguiente. “Lo importante es tratar a la catedral como un lugar vivo”, observa Rimoux.
Tras el incendio, el clero debatió sobre crear un pequeño espacio en el coro donde los católicos pudiesen asistir a la misa en paz, entre ellos y lejos de los visitantes. Al final decidieron hacer lo contrario: todas las misas se celebrarán en el altar central de la nave, sin barreras que impidan a los turistas deambular entre la congregación. “Hemos dado prioridad a la demostración de fe por encima de la tranquilidad de la oración”, me manifestó Ribadeau Dumas. Las capillas laterales, que habían sido una mezcolanza, se convertirán en el “camino de los
MIRADA PROTECTORA
Página opuesta: en lo alto de los campanarios, las amadas gárgolas añadidas por el restaurador Eugène-Emmanuel Viollet-Le-Duc en el siglo XIX. En primer plano aparece la conocida como Le Stryge. NotreDame tiene gárgolas que son decorativas y las que sirven de canalones para drenar el agua de lluvia.
Durante la reconstrucción del techo se necesitó una grúa de 80 metros de alto para entregar tablones a los trabajadores cerca de la base de la nueva aguja (1). También hubo que soldar pequeños trozos de plomo en las áreas ubicadas por encima del coro (2)
Mientras tanto, los trabajadores bajaron las gárgolas dañadas para repararlas. Aquí se muestran junto a las réplicas esculpidas (atrás), esperando todas para ser elevadas hasta su lugar (3).
peregrinos” que cuenta un relato coherente (mediante pintura y escultura) de la fe católica. Desde la entrada al centro de la fachada occidental, los visitantes caminarán por la nave lateral norte, donde cada capilla estará consagrada a un profeta del Antiguo Testamento; luego, alrededor del perímetro del coro, donde se contará la vida, muerte y resurrección de Jesús, y, por último, a lo largo de las capillas sur de la nave, cada una de las cuales presentará a un santo que encarna un valor en particular de la Iglesia católica. Una aplicación para celulares explicará todo en múltiples idiomas.
En el ábside, ubicado en el extremo oriente de la iglesia, los visitantes pasarán por una de las reliquias más preciadas de la cristiandad: la corona de espinas que supuestamente se le colocó a Jesús en la cabeza antes de la crucifixión. Notre Dame nunca le hizo mucha publicidad; se le encargó al arquitecto Sylvain Dubuisson el diseño de un relicario nuevo para exhibir la corona de una manera más notable, para engrandecer “algo que es de una increíble humildad”, comentó. El objeto es una corona de juncales seca y tejida a la que hace mucho se le quitaron las espinas. La solución de Dubuisson es un retablo de cedro de 3.6 metros de alto por 2.6 de ancho. En el centro hay una semiesfera de vidrio cuya superficie trasera curvada se pintará de azul oscuro, pero quedará iluminada de tal forma que la superficie no sea aparente. Mirarla será como observar un cielo infinito. La corona colgará en su interior.
LA NOCHE DEL INCENDIO, las multitudes a lo largo del Sena no tenían idea de lo que pasaba dentro de la catedral. No podíamos ver a los bomberos que subían a toda velocidad hasta la torre del campanario norte, justo a tiempo para salvarla de un colapso que habría derrumbado todo el edificio. No podíamos ver a los bomberos y los ministros de la iglesia entrar en la estructura en llamas para salvar la corona de espinas y otros objetos preciados, que durante los últimos cinco años se han mantenido a salvo en
una bóveda del Louvre. Cuando National Geographic fue hacer labor de prensa, las autoridades de París aún no completaban la investigación sobre lo que había provocado el incendio. Tal vez se trató de un cortocircuito eléctrico.
El sábado 7 de diciembre, el Estado francés regresará la catedral restaurada al arzobispo de París, quien tocará a las puertas con su
Mientras la reconstrucción seguía el verano pasado, el techador Quentin Attyasse se tomó un momento junto al avance de la obra. El techo está formado por finos paneles de plomo montados sobre tablones de roble. El agua de lluvia que escurra se filtrará para eliminar cualquier residuo de plomo que haya quedado.
extenso equipo y las abrirán de nuevo al mundo.
El gran órgano despertará y estallará en un himno de agradecimiento. Al entrar en Notre Dame, lo primero que se verá es la pila bautismal de Bardet. Su nuevo altar podrá verse en la intersección, bajo la nueva aguja.
“En una sociedad en la que la desesperación suele tentarnos, reabrir la catedral es señal de esperanza”, afirmó Ribadeau Dumas. El
momento debe ser tan poderoso y memorable, explicó, como fue la escena de Notre Dame en llamas para los millones de personas que la vieron en Paris y alrededor del mundo. Será una “ráfaga de júbilo que, espero, llenará el mundo”. j
robles fueron utilizados para reconstruir la aguja y el marco del techo 2,400 estatuas y elementos decorativos se restauraron o recrearon 2,000 de plomo se moldearon para cubrir el techo 4000 m 2
PRINCIPALES ZONAS DE RESTAURACIÓN
Área destruida
Techo de dos aguas, dañado
Torre y techo (siglo 19)
Techo (siglo 13)
Ruta principal de acceso en caso de incendio
Bóvedas, zonas de derrumbe
Coro Ábside
Cruce
Crucero
Toma de agua
Hidrante
Crucero
Nave
N
Tras el devastador incendio que consumió la centenaria catedral de Notre Dame, la tarea monumental para quienes se encargaron de reconstruir la estructura sagrada fue fundir los estilos e innovaciones de tres épocas de construcción, la medieval, la del siglo XIX y la actual, en uno solo. Aquí presentamos cómo lo lograron.
Camino reforzado para camiones de bomberos de mayor peso
GRÁFICO DE FERNANDO G. BAPTISTA Y AMANDA HOBBS
Sala de control de incendios 24 horas, instalada en el presbiterio
El gallo de cobre de la aguja se encontró abollado entre los escombros. Los elementos dentro del nuevo, bañado en oro y con alas en forma de llamas, incluyen un pergamino en el que se nombra a los trabajadores que participaron en la restauración.
Tallado final en piedra
Original
ESTATUAS
La labor de cinco años contempló a unos 2 000 trabajadores para conseguir un triunfo arquitectónico: una restauración fiel, pero con actualizaciones modernas, para asegurarse de que Notre Dame sobreviva más siglos.
AGUJA
Armazones elevados con grúa
Prototipo de arcilla u otro material
Escultura dañada
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Ya sea que se hayan perdido entre las llamas o estuvieran erosionadas por el tiempo, se rehicieron a partir de referencias históricas.
Plomo fundido
Los carpinteros tallaron las maderas con hachas fabricadas a mano para recrear el marco del “bosque” original.
TECHO
El marco de madera y plomo que se quemó y derritió se reconstruyó en gran parte a mano.
Forma interna del hierro
Técnicas tradicionales El plomo se funde o se le da forma con mazos en un taller antes de instalarlo.
Panel de plomo
Tablas de madera
Capa impermeable
Para reemplazar aproximadamente mil piezas de madera que colapsaron en aquel infierno se necesitaron 600 toneladas de andamios. ÓCULO
Dos ángeles que se encontraron casi intactos, después de que cayeron desde 33 metros de altura cuando la bóveda cedió, sirvieron como modelos en la reconstrucción.
Andamios de 100 metros de altura
Bóveda del crucero
Se cortaron unas 200 piedras nuevas para el arco Ángel Óculo
PROTECCIONES CONTRA INCENDIOS MODERNAS
Rociadores estratégicos
Microgotas de agua se dirigen a ciertas áreas para reducir la temperatura y sofocar las llamas.
Boquilla
Cerchas secundarias
Vigilancia de vanguardia Los sistemas de succión analizan el aire y detectan humo. Las cámaras térmicas registran cambios en la temperatura.
Vigas cortafuegos
Estructuras de metal dividen el marco en tres partes para prevenir y ralentizar el avance del fuego y el colapso de la estructura.
Cerchas primarias
HASTIAL SUR
Áreas de equipos
Algunos cuentan con sistemas de detección y válvulas rociadoras; otros tienen conectores para colocar las mangueras.
Doce apóstoles ESTATUAS DE COBRE Cuatro evangelistas
Sala de equipos técnicos
Armazón metálico de soporte
Paneles de yeso resistentes al fuego
Gabletes del transepto reconstruidos a partir de la toma de imágenes tridimensionales.
Válvula de nebuli -
Las salas para bomberos cuentan con acceso a tuberías verticales que pueden llenarse con agua a presión.
INTERIORES PRÍSTINOS
RESTAURACIÓN DE LOS VITRALES
Aunque los vitrales no se dañaron, muchos se quitaron para salvaguardarlos, limpiarlos y restaurarlos antes de volver a instalarlos.
REDES NUEVAS
Se instalaron sistemas avanzados de agua, calefacción, electricidad y comunicaciones en la catedral y bajo tierra.
ÁREA DE EXCAVACIÓN
DISEÑO LITÚRGICO
Nuevos canales excavados para redes técnicas
Sarcófago de plomo
Escombros y hollín ensuciaron el interior y los muebles. Algunas piezas completamente nuevas incluyen el altar y las sillas modernistas hechos de bronce. Las excavaciones para anclar los andamios del suelo a la aguja descubrieron tumbas y dos sarcófagos (que se llevaron fuera del sitio para estudiarlos más a fondo): uno de un sacerdote que falleció en 1710; el otro podría ser de un poeta del siglo XVI.
RENOVACIÓN DE LA MAMPOSTERÍA
Se aspiraron las piedras para extraer el polvo y los residuos, y luego se les aplicó una capa de látex que se retiró posteriormente.
Cámara funeraria
FUENTES: PHILIPPE VILLENEUVE, RÉMI FROMONT Y PASCAL PRUNET, ARQUITECTOS EN JEFE DE MONUMENTOS HISTÓRICOS; AURÉLIE OUZINEB, AGENCIA DE ARQUITECTURA COVALENCE; AXELLE PONSONNET, PRUNET ARCHITECTURE & URBANISME; LA FABRIQUE DE NOTRE-DAME, DIARIO DE LA RESTAURACIÓN; REBÂTIR NOTRE-DAME DE PARIS