Revista literaria Entre comillas #3

winged

entre comillas

REVISTA LITERARIA #3

Contenido 4 EVENTO 6 RESEÑAS 11

NO FUE UN SUEÑO

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LITERATURA Y POESÍA

19 POEMAS 21 ENTREVISTA 27

PALABRAS DE RELLENO

29 ORTOGRAFÍA 30 NOVEDADES 31

LA PERVERTIDA

34 BRUNO (un perro fuera de serie)

Año 1. Revista #3.

31 de octubre del 2019 Diseño a cargo de Winged Directora: Paty Castaldi

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Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en el ordenamiento jurídico, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía o el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamos públicos.

editorial México tiene una hermosa cultura e inigualables tradiciones, tal es el día de muertos donde festejamos a nuestros fallecidos y les rendimos homenaje. Este número está dedicado a todos ellos que se nos han ido antes pero que siguen en nuestros corazones por siempre.

De nuevo agradezco a los colaboradores, sin ustedes esto no sería posible.

Recuerden que todos pueden colaborar en esta revista con poemas, relatos o secciones. Pueden enviarnos un email con su texto.

Nicole Daniela Lu Carmona Art Fuentes Kali Luis Suárez H. G. Joe

Paty Castaldi Directora de Winged.

We n d y F a i s u l y C a s t i l l o July Macias R . B . We g n e r

colaboradores 

3

evento El

pasado 25

octubre la

Feria

Monclova

de

comenzรณ del

libro

2019,

y

como ya es costumbre, nuestros

libros

estuvieron a la venta

4

en el stand de Atelier de letras y papel. AdemĂĄs hubo presentaciones y firmas de libros de los autores Winged con gran aceptaciĂłn por parte de los asistentes.

Si te interesa pedir informes sobre cĂłmo participar en esta y otras ferias del libro, envĂ­a un correo a eventoswinged@gmail.com evento

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reseñas El médico Noah Gordon

Por: Lu Carmona

¿Qué puedo decir de este libro?, solo que es el mejor libro de todos los tiempos, lo he leído más de cinco veces y todas, absolutamente todas, las veces me ha parecido fascinante, divertido, emocionante, simplemente perfecto. No quiero darles una reseña acerca de la historia en sí, porque perdería su magia si yo me dedico a platicarles de que va la historia.

El médico es una novela histórica que tiene una narrativa magistral que te engancha desde la primera página, transportándote a todos los lugares por lo que Rob J. Cole transita en su búsqueda del conocimiento, empezando en la lejana Inglaterra del siglo XI hasta la fascinante Persia.

Sinopsis:

El protagonista de esta novela , arrastrado por una pasión recorrerá un largo camino que lo conducirá desde una Inglaterra en que domina la brutalidad y la ignorancia, a la sensual turbulencia y el esplendor de la remota Persia, donde conocerá al legendario maestro Avicena, quien está experimentando con las primeras invenciones de la medicina moderna. Descubrirá, a su vez, que tiene la capacidad mística de sanar, lo que transformará su destino para siempre. Diez siglos han transcurrido desde aquel momento, pero el talento narrativo de Noah Gordon, autor de El último judío, El rabino, entre otros, hace de este viaje iniciático una experiencia única que convierte la historia en vida y crea el comienzo de una gran saga.

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Es un libro escrito de tal forma que te hace disfrutar de la historia desde el principio hasta el final, aunque para ser honestos, aunque la primera parte de la historia que cuenta la infancia y adolescencia de Rob J es un poco lenta, tiene una narración magistral que logra que vivamos junto con él y Barber (el cirujano barbero con el cual Rob J vive) el recorrido que realizan por toda Inglaterra y nos imaginemos que también nosotros estamos viajando con ellos, saboreando la comida que comen, oliendo, viendo y sintiendo todas los lugares y aventuras que viven. Sin embargo una vez avanzada la lectura, por ahí de la página cincuenta, ya no la puedes soltar, porque se vuelve altamente adictiva.

La fascinante pluma de Noah Gordon, con su estilo simple y sencillo, pero a la vez in-

creíblemente cuidado y sutil, convierte esta en una novela que te lleva a realizar un viaje por el increíble mundo de la medicina de la época, dándonos a conocer las prácticas casi supersticiosas que existían en la Europa medieval en contra de la medicina basada en principios más científicos y empíricos que se practicaba en el Oriente, llegando a realizar “algunos usos” prohibidos, y entremezcla personajes y situaciones inventadas con reales, como el famoso medico “Avicena” que funge como maestro y amigo de Rob J. Cole, y los conocimientos y prácticas que hicieron a este persona un precursor de la medicina moderna.

Lean EL MÉDICO de NOAH GORDON y les juro por Dios que no se arrepentirán. reseñas

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A Sangre Fría Truman Capote Por: RB Wegner

Me gustaría iniciar esta reseña explicando algo que me enseñaron en la escuela de periodismo y es que la «objetividad» no existe realmente, siempre hay un elemento subjetivo y particular en la apreciación de alguna cosa o hecho, y lo aclaro para que no me apunten diciendo que como dediqué mi vida a esta profesión no tengo imparcialidad para juzgar este magnifica crónica policial del gran Truman Capote. …Porque “A sangre fría”, es justamente eso, una crónica acerca de la investigación de un asesinato ocurrido el 15 de noviembre de 1959, en Holcomb Kansas, donde los cuatro miembros de la familia Clutter fueron salvajemente asesinados en su casa, pero relatada de manera tan magistral que es imposible no devorar página a página el relato que sigue las pistas de estos crímenes, que por momentos parecían un acertijo que solo llevaba a la policía a callejones sin salida, sin pistas que permitieran identificar a los asesinos.

SINOPSIS:

El 15 de noviembre de 1959, en un pueblecito de Kansas, los cuatro miembros de la familia Clutter fueron salvajemente asesinados en su casa. Los crímenes eran, aparentemente, inmotivados, y no se encontraron claves que permitieran identificar a los asesinos. Cinco años después, Dick Hickcock y Perry Smith fueron ahorcados como culpables de las muertes. A partir de estos hechos, y tras realizar largas y minuciosas investigaciones con los protagonistas reales de la historia, Truman Capote dio un vuelco a su carrera de narrador y escribió a sangre fría, la novela 8 le consagró definitivamente como uno de los grandes de la que literatura norteamericana del siglo XX.

El libro nos cuenta cómo el propio autor realiza un seguimiento concienzudo a la historia en el pequeño pueblo donde ocurrieron los hechos, llevándonos a través de todo el proceso investigativo, entrevistando los protagonistas y testigos de los hechos, captura de los asesinos, juicio y condena, hasta que cinco años después de ocurridos, Richard Hickock y Perry Smith fueron ahorcados como culpables de las muertes.

Capote logra entrar en el alma de los condenados, buscando sus reales motivaciones, sus miedos, traumas y dejando a los lectores evaluar desde su propia perspectiva si estos hombres no fueron también víctimas de sus propias circunstancias,

con infancias plagadas de problemas que fueron empujándolos hacia el lado equivocado.

También nos muestra que a veces la simple vanidad y narcisismo de las personas pueden derivar en una tragedia como esta, un afán de demostrar ser más atrevido que el otro, una lucha de egos.

A través de la narración de las entrevistas realizadas a los acusados, Capote nos logra perfilar de manera quirúrgica las personalidades de ambos, especialmente de Smith, quien indudablemente tiene todas las características de un personaje caído en desgracia y víctima de sus propios errores tan arquetípico en la literatura, pero llevado a la realidad. También es interesante que a través de pequeños detalles entre reseñas

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párrafo y párrafo el autor nos deje adivinar cierta empatía con Smith dejando la sensación de algún tipo de relación o acercamiento amoroso entre ambos, ello, por supuesto, considerando que Capote no tenía empacho —y hablamos de los años 50— en mostrar abiertamente su homosexualidad, un elemento que algunos críticos de la época consideraron un “truco publicitario” para generar más morbo alrededor del argumento ya de por sí ominoso.

Truman Capote se convirtió con esta obra en alquimista perfecto que mezcló periodismo y literatura para entregarnos un clásico brillante en todos sus aspectos, abriendo además una veta que hasta el día de hoy sigue siendo ampliamente explotada por autores de todo el mundo. Un relato estremecedor que se convirtió en un clásico tanto de la literatura como de la crónica policial.

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no fue un sueño (relato del día de los muertos) P o r : P at y C as t a l d i

El cielo seguía oscuro cuando Yolanda se despertó sobresaltada. Se llevó una mano al pecho tratando de recordar algo que le faltó hacer, pero no sabía qué. ¿Habría sido encender la veladora que puso junto a la fotografía de sus padres en el altar? No, la había encendido. ¿Acaso olvidó colocar el cigarro que le gustaba fumar a su madre después de comer? Tampoco, incluso ella se había fumado uno. Miró el cachito de cielo que alcanzó a ver entre las cortinas y pensó que estaba a punto de amanecer.

Se levantó de la cama peldaño sujetada del bapara ir por un vaso de randal. agua. Bajó las escaleras Vio que la puerta de la arrastrando las chanclas entrada estaba abierta. Se viejas que no había queri- dio la vuelta y a sus esdo cambiar. La bata, por paldas había un montón supuesto, no estaba me- de gente que andaba de jor, y esos cabellos grises aquí para allá, de arriba ya ni los quería peinar. Se abajo, como Juan por su detuvo en un escalón para casa. ¿De dónde salieron?, limpiarse la baba de la co- se preguntó. Debía seguir misura de los labios y ta- soñando. llarse los ojos. De repente, —¡Oiga, eso no es suyo! escuchó unas voces.

—reclamó al darse cuenta —¿Quién anda ahí? — de que una mujer se cogritó bajando peldaño por mía los tamales del altar. no fue un sueño

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La mujer, con medio tamal de puerco en la boca, volteó a mirarla. No parecía amedrentada, sino todo lo contrario, disfrutaba la cena.

—Ahora sí te quedaron buenos, mija, no como antes.

—¿Mamá? —preguntó Yolanda sorprendida. No, mejor dicho, aterrada. Sabía que el altar y la comida eran para los muertos, pero nunca había visto uno. Debía seguir soñando.

La madre no respondió. Ya que se terminó el tamal, encendió su cigarrito y le dio una fuerte calada con cara de felicidad. Yolanda no pudo reaccionar; se quedó ahí, quieta, observándola hasta que advirtió que su papá estaba revisando la fecha de caducidad y cantidad de alcohol en una lata de cerveza.

—¡Bienvenida, mamacita! Estás muerta —dijo una voz de festejo detrás de Yolanda.

—¿Cómo dices? —contestó con el terror atorado en la garganta.

—Eres Yolis, la de Licha, ¿verdad, mija? Mira a tu madre, tan creída, ni porque ya se petateó deja de contonearse como pavorreal.

—A ver, ¿quién es usted? —preguntó Yolanda confundida.

—Ay, mija, soy tu tía Pancha, la prima de tu papá. ¿No te acuerdas de mí? Estiré la pata hace como cincuenta años.

Estabas retechiquita.

Sin saber qué hacer o decir, Yolanda apresuró los pasos para subir a su habitación, pero en el rellano asomó la cabeza por una pequeña ventana y vio la calle llena de muertos. Volvió a tallarse los ojos con más fuerza. Por un momento todos desaparecieron y el sonido de tanto alboroto cesó. No pasaron ni cinco segundos, quizá cuestión de un parpadeo, en que abrió bien los ojos y los muertos 12

reaparecieron como si de una interferencia se tratara.

Corrió como pudo hasta llegar a su habitación. Se vio tendida en la cama, recostada de lado. El primer sentimiento fue de confusión; el segundo de resignación.

—Válgame la chingada, apenas a mí se me ocurre morirme el día de muertos —dijo y se acostó junto a ella misma, pero muerta.

Pensó en su sobrina Lupis que estaba toda embarazada y sin viejo que la mantuviera. ¿Qué sería de ella? La pobre Yolanda sabía que no iba a conocer a su primer sobrino nieto porque, en cualquier momento, los gusanos se la estarían comiendo. Suspiró.

Seguía acostada, sumida en pensamientos, cuando el foco de la recámara comenzó a parpadear. Observó la luz y dejó que inundara sus pupilas. Sonrió una vez que su mamá le gritó desde la banqueta: —Yolis, mija, ven a comer pozole. Todos te están esperando. versión del cuento publicada en oyepedro.com

no fue un sueño

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literatura y poesía como recursos educativos P or : A rt F u e n t e s K a l i

El reto de enseñar poesía en nuestra época.

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Me recuerdo muy niño, algo tímido, a veces inseguro y muy inquieto. En casa había algunas carencias, éramos tres hermanos y mis padres tenían que hacerse añicos para sacar adelante a su familia.

En casa no había muchos libros, los pocos que había eran de editoriales que regalaban libros a los maestros y papá, en ese entonces, trabajaba en una secundaria como maestro de carpintería; otros libros que teníamos eran los que mi hermana compraba para trabajos escolares en la prepa. ¿Cómo me adentré a la lectura? ¿Cómo decidí la poesía? Cuando estaba en la secundaria llegó a mis manos la biografía de Manuel Acuña, investigué más acerca de este

poeta coahuilense que llamó mucho mi atención y así descubrí Nocturno a Rosario, mi mamá me consiguió el libro Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda. También fui lector de mis libros de español de lecturas en la primaria y secundaria. Me gustaban las historias, los cuentos, los personajes, al mismo tiempo que me gustaba escuchar todo tipo de música, desde clásica hasta rock, desde ópera hasta hip hop. En casa no había espacio para la música infantil, pero se escuchaban música ranchera, boleros, cumbias y mi rock y hip hop. Los gustos de mis hermanos y mis padres eran muy variados, sobre todo muy distintos a los míos.

Quizá no pueda precisar el momento en que tomé la poesía como una forma de comunicación, pero sí puedo decir que fue a través de los libros de texto, las lecturas y la música que me llevaron a ella. Que la lectura fue fundamental para acceder a ella y que, con el transcurso de mi historia personal, en un elemento indispensable de mi rutina cotidiana.

Pero ¿qué es lo que realmente importa sobre este tema? ¿Sobre la poesía y la docencia? ¿Cómo es que se relaciona?

Como lo he expresado en las dos publicaciones anteriores, cuando se habla de poesía, no se puede definir con exactitud. Lo mucho a lo que se llega es a acercamientos. Sin embargo, sí debemos considerar que al hablar de ella entramos en el terreno de la comunicación y del lenguaje.

Cuando hablamos de comunicación debemos comprender que existe la necesidad de expresar y que esta necesidad no nos corresponde solo como individuos. literatura y poesía

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En el terreno de lo poético, nuestras necesidades e inquietudes son colectivas como seres sociales que somos y universales como nuestra existencia material, se inserta en un diálogo propuesto desde el origen de lo divino, desde que el hombre comenzó a registrar lo que le acontecía alrededor. Lo que hay de escritura en las pinturas rupestres resuena, quizá como una reminiscencia ósea, que se encuentra en el ADN de las estructuras poéticas modernas.

En palabras de Hegel, Homero es el elemento en el que el mundo griego vive como el hombre vive en el aire. Admirado, imitado y citado por todos los poetas, filósofos y artistas griegos que le siguieron, es el poeta por antonomasia de la literatura clásica.

Pero la comunicación necesita un lenguaje, un sistema de códigos convencionales con los cuales las necesidades, inquietudes, afectividades y emotividades transiten entre los hombres, y que, al hacerlo, trastoquen el tiempo, 16

lo que dice Octavio Paz en la eternización del instante o la búsqueda del presente.

El lenguaje poético va más allá del artificio lingüístico, crea nuevo significado y sentido a las palabras, a las oraciones. Destruye y crea nuevas gramáticas, se inserta el lenguaje a una lógica poética con la que pueda revelar las situaciones internas de los hombres, pero también muestra su condición con los demás, la otredad y con todo lo que le rodea. Lo mismo acerca hacia los infiernos personales, que muestra la comunión entre los hombres y con lo que lo rodea.

Estos dos conceptos, difíciles de desarrollar en menos de tres o cuatros cuartillas, son tan solo dos principios que están inmersos dentro de lo poético de muchos otros, que sirven en este momento, solo intuir lo complejo que representa el mundo de lo poético.

Ahora lo difícil está en cómo enseñar poesía desde la educación básica, si presuponemos que se puede enseñar “la poesía”. El

mundo de los adultos y los profesionales es complejo.

Todo debe tener una explicación racional para cada situación, no hay una posibilidad para el asombro, lo emotivo, o para el pensamiento mágico con el que los niños explican y tratan de entender su entorno.

La realidad es que esta visión de lo poético corresponde al siglo pasado y antepasado, y no quiero decir que este tipo de poemas que se enseñan en las escuelas no tengan calidad, corresponden a otro momento histórico, con otra visión de la poesía, pero que después de más de cien años se alejan de la realidad de los estudiantes del siglo XXI, los viajes literarios se proponen en perspectiva, lo que sucedió en el siglo XIX el alumno deberá descubrirlo, pero después de conocer su entorno. Aquí está el reto del docente: conocer el entorno de los estudiantes y comunicarse desde sus códigos.

Recuerdo que en un concurso de poesía en Monclova, Coahuila, un regidor de Cultura, altaneramente y con la prepotencia de su cargo, dijo: “No todos podrán ser ganadores, solo aquel que echó toda la carne al asador”. Nadie en el acto oficial hizo reparo, tal vez por el tipo de concurso lo mejor sería haber citado algo poético creo yo.

He aquí la crítica, la enseñanza de la poesía es a partir de las formas establecidas para poemas que se escribieron en el siglo XX, bajo los prejuicios sobre la estética y la belleza, y bajo los criterios y gustos propios del profesor. Y la deficiencia va más allá; los programas de estudio no permiten detenerse de manera seria y consciente a revisar temas de gramática y sintaxis. Los alumnos no adquieren la habilidad de crear una oración simple, cuando la oración es el eslabón básico para estructurar su pensamiento, es por

literatura y poesía

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eso por lo que resulta imposible comprender que la poesía trastoca la realidad y al hacerlo despoja de sus significados y de los sentidos a las palabras y a las oraciones y crea sentidos, significados y realidades nuevas.

El pensamiento de los niños es más auténtico, su lógica parte de la intuición, la imaginación, el asombro y lo lúdico. El lenguaje le representa un juego, una vaca puede volar, y dentro de mundo nada es imposible, y ante el asombro busca una respuesta.

Se preguntan por qué hay días, por qué hay noches, cuándo se llega el verano, esto lo hace propenso al lenguaje poético, al lenguaje metafórico.

Cuando los profesores somos capaces de insertar a los niños en el juego, a partir de las rondas, de las canciones; cuando el niño crea sus historias a partir de otras, cuando se les deja 18

ser en el juego, el niño no solo aprende de lo poético, sino que viven en él. Cuando el adolescente crea sus propios textos o selecciona sus propias lecturas en la completa libertad, lejos de las estructuras, los prejuicios, de los valores impuestos, opinando abiertamente sin prejuicios de por medio, es capaz de comprender su realidad.

La lectura de lo poético es una búsqueda personal e individual. El reto del profesor es generar, el ambiente adecuado, lanzarlos a su búsqueda. Pero para ello debe entender que él mismo debe estar en su propia búsqueda, dejarse llevar también por el juego y el asombro. Si no consigue que su búsqueda, desde la lectura, sea significativa para él, difícilmente puede ser factor para que el estudiante logre un aprendizaje significativo.

poemas En la lluvia Por:

H . G . Jo e

Estoy aquí parado en la esquina de la calle de mi vida donde nunca para de llover y me pregunto... ¿Cuándo dejará de llover? Porque cada gota de lluvia clama por mi tristeza y pecados, pero esta agua del cielo no es tan fría como mis lágrimas que brotan incesantemente por mis errores y pecados, calor de un hogar y de amistad son cosas que ya no comprendo, ¿Algun día veré la luz del día de nuevo?

Porque mis lágrimas se combinan con esta lluvia, es duro aguantar está tristeza y soledad, y sé que hay amistades en que confiar pero me daría miedo que vieran mi verdadero rostro pero aún así aguantaré está soledad, ¿estará mal que use un paraguas hecho de tierno y dulce amor?

poemas

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Y vuelven L u i s Su a r e z

Sin juramentos Por: We n dy Fa isu ly Casti l lo

Y vuelven los vientos cargados de sueños, y vuelven los ríos sobrados de amor.

Aquellos que siempre guardé entre tus versos, aquellos que siempre

Amar con libertad, es la más grande falsedad.

Triste es que, en estos tiempos, ya no hay juramentos.

tu voz me dictó.

Nunca un alma termina completa,

Y vuelven las tardes

Con cada entrega se fragmenta,

con más esperanza,

nadie alimenta promesas.

solo ilusiones y esperanzas.

y vuelven los días con más resplandor.

Aquellos que siempre viví entre bonanza, aquellos que siempre viví a tu favor.

que mi alma solventa.

Deja ya, corazón, de soñar, que nadie en realidad te amará.

Solo tus sonrisas y pasiones,

Y vuelven tus ojos

debes estar seguro que desearán,

febril aventura,

mas nunca esperes un afecto,

y vuelven tus labios

o en el desierto de sed, morirás.

adicta emoción.

Aquellos que siempre guardó mi locura, aquellos que siempre mi mente inspiró.

Y para ser más sensato, y vuelves tú,

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Solo hay tristezas y decepciones

y vuelvo yo.

entrevista Hugo de León, participante guatemalteco de la antología Abriendo las Alas tomo 2 de la editorial Winged, nos concede esta interesante entrevista.

1. ¿Quién es Hugo de León?

Soy el tercero de cuatro hermanos.

Un guatemalteco que aún se siente fascinado por los juguetes, las portadas de los libros, que ama el silencio, la calma. Quien gusta de la natación, poner las letras en el orden correcto para que transmita lo que las palabras dichas a veces no son capaces de expresar. Una persona tranquila, evitada de problemas. A veces, también algo temeroso e inseguro.

2. Defínete en 3 palabras Enamorado, introvertido, soñador.

3. ¿Te consideras lector?

Claro. La lectura para mí vino a ser una alternativa que me ha permitido discernir diferentes aspectos de la vida. Ha significado aprenentrevista

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der a tomarme el tiempo necesario, entender qué es lo que quieren decir los otros; a escucharlos a través de las palabras. Ser lector es convertirte en el protagonista de tantas historias: alegres, tristes, duras, impensables, ridículas, exageradas, antiguas y fantasiosas.

Te abre el camino a los sueños, a la expresión, y en mi caso también al trabajo. Gracias a Dios, ser lector me abrió las puertas a oportunidades laborales, ya que he tenido la fortuna de trabajar en una biblioteca, en una librería y actualmente en un medio de comunicación escrito.

4. ¿Qué género literario te gusta más leer?

A pesar de que disfruto el género dramático por lo rápido que puede ser leído o disfrutado puesto ya en escena, me considero más adepto a la prosa. Las novelas tienen esa capacidad de poder envolverte en una historia, sorprenderte con sus giros inesperados o sus descripciones tan minuciosas, mantenerte expectante, al punto de no poder dejar de leer y desvelarte en la lectura, creo que a todos nos ha pasado de vez en vez. Me fascina la ciencia ficción, la fantasía, la novela psicológica, los thrillers, pero me he dejado envolver por las sugerencias de aquellos que me recomiendan alguna lectura puntual, termino sorprendido y complacido por haber descubierto un buen texto, una nueva historia, un planteamiento narrativo diferente. Siempre hay que estar abierto a disfrutar cualquier texto; aunque te soy sincero, a veces me ha causado tedio algunas lecturas. Por ejemplo, se me hizo tan pesado leer a los clásicos rusos… sentía que no avanzaba nunca. Quizás no era mi momento para con ellos.

Con la poesía creo que tengo una relación muy rara. Considero que este es un género particularmente muy 22

sublime, ¿por qué?, pues es como el género que más que expresar sentimientos trata de musicalizar o armonizar la palabra con lo que hay dentro del ser en cada persona. Es la conjunción de las emociones y la capacidad de poder transmitirse. Creo que por ello siempre la he asociado al sentimiento más profundo del ser humano: el amor. Entonces leer poesía para mí es, o mejor dicho tiene que tener su momento oportuno. No se puede disfrutar de la poesía en cualquier momento, hay que encontrarse en el momento preciso, en la emoción a flor de piel.

Las novelas tienen esa capacidad de poder envolverte en una historia, sorprenderte con sus giros inesperados o sus descripciones tan minuciosas, mantenerte expectante, al punto de no poder dejar de leer y desvelarte en la lectura, creo que a todos nos ha pasado de vez en vez.

5. ¿Quién es tu escritor favorito?

No podría darte un nombre o nombres en concreto. Cada autor que he leído me ha dejado conocer diferentes aspectos. Me ha encantado la literatura clásica griega, el boom latinoamericano, la novela policiaca, la literatura europea. En fin… difícil decir algún escritor. Ya sea clásico, renombrado o los nuevos talentos que van emergiendo. ¿Por qué lo pongo de esa manera?, quizá porque tengo hasta gustos culposos, o porque también como lector siempre escuchas algunos clichés de qué autores no pueden faltar en tu librero. Yo más que tener escritor favorito, tengo lecturas favoritas, y básicamente son todas aquellas que logran conmoverme, que logran mantenerme ávido por pasar las páginas y que el tiempo se vaya volando. Aún así, me atrevería a dar algunos nombres…

Jordi Sierra y Fabra, José Saramago, Rick Riordan, James Waller, entrevista

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Patrick Süskind, Donato Carrisi, Stieg Larsson, Jaime Sabines, Miguel Ángel Asturias, García Márquez, etc., etc., etc.

6. ¿A qué edad comenzó tu gusto por la escritura?

Haciendo una retrospectiva diría que cuando no pude expresar mis emociones sin que se me trabara la lengua o tuviera la confianza de pararme delante de mi interlocutor; es decir, cuando llegó la adolescencia y la atracción hacia las chicas. El detonante trillado en el que quieres decir cosas bonitas y quedar bien, que tus palabras trasciendan o que reaccionen a lo que siempre has visto en la tele.

Y creo que aún ese sentimiento se mantiene.

7. Platícanos acerca de lo que escribes, ¿por qué la gente debería leerte?

De lo poco que he realmente he puesto a la vista de los lectores, diría que escribo sobre las emociones, sobre el enamorado que trata de mandarle un mensaje a ese ser que ves lejos, a ese amor al que emulas y al que tratas de manifestarle lo que no te atreves en persona. Y qué otra mejor forma que a través de la poesía. Describo a la mujer en todas sus manifestaciones, así de recurrente creo que se ha vuelto ese tema en mis versos.

Y por qué deberían acerarse a mis palabras… Quizás para sentirse identificados con esa alegoría al ser amado. Como te comentaba, ha sido realmente muy poco lo que en lo personal he dado a conocer, es mi primera vez al publicar un poco de material. Creo que soy mi crítico más duro y pongo en duda lo que escribo, por eso ha sido una pequeña parte la que me he atrevido a publicar. Y quizá sea eso el motivo por la que los lectores deberían pasar a curiosear, para ver qué tan crítico soy yo con mi propio trabajo. Ustedes, queridos lectores, tienen la última palabra.

8. ¿Qué mensaje le darías a todas aquellas personas que quieren seguir sus sueños pero que no se sienten capaces de lograrlo?

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Aquí está la prueba más viva de que si realmente se tiene un sueño, este puede llegar a cumplirse. Tiene que ser más fuerte ese deseo que el miedo que impide que lo llevemos a cabo. Atreverse es lo mejor que pueden hacer para realmente saber de qué tanto son capaces. Y mira que todos somos capaces, todos estamos en este mundo porque fuimos lo suficientemente fuertes para ganar la primera carrera de la vida. Si estás aquí es porque fuiste mejor que millones de posibilidades. Que tus miedos no te limiten. No sabrás de lo que eres capaz si no lo intentas. Como dice el dicho, del suelo no pasas, y lo único que queda después de eso es ir hacia arriba de nuevo.

9. En cuanto a la escritura, ¿qué planes tienes para el futuro?

El ejercicio de la escritura es como cualquier rutina de aeróbicos, debería ser constante, una práctica diaria. Y ya vez que hay días en los que nos gana la flojera. A veces creo que conmigo la escritura llega como una catarsis, como un desahogo emocional, o como poéticamente me lo repito: a la espera de la inspiración, de la musa que desencadene ese torrente de emociones que me devuelva al escritorio y me ponga a “fluir”. Me gustaría poder trabajar más dedicadamente a algunas historias que tengo en mi cabeza desde hace mucho, algunas anécdotas familiares, poder darles forma al estilo de García Márquez. En cada familia encuentras todo tipo de relatos. O bien poder escribir sobre la cotidianidad, el desapego o la indiferencia, en un tipo de relato breve, o de poemas cortos. entrevista

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También poder contar con los comentarios y críticas sobre este primer grupo de material que me atreví (al fin) a compartir con los lectores. Contar con esa aprobación como para sentir que no voy del todo mal encaminado en esta tarea de escritor.

10. ¿Dónde pueden leerte? Y ¿dónde pueden contactarte?

Gracias a Editorial Winged pueden encontrar un pequeño aporte en la antología Abriendo las Alas, tomo 2. Y pues también pueden encontrar algunos otros textos en mi blog: http://poetavampiro.blogspot.com/ o bien en mi Facebook: hugo.deleon.7739/notes.

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palabras de relleno P o r : P at y C as t a l d i

«Quiero volver a sentir lo que sentía en mi juventud». ¿Qué pasa cuando te aferras incansablemente a tu primer amor? Sí, aquel amor que tuviste a los 15, 18 o 25 años... el primero que entrelazó sus dedos con los tuyos y sentiste que volabas, aquel al que le brillaban los ojos al verte, el que dijiste que era tu amor para siempre y que nunca te querías separar de él.

Pero ese amor ya pasó, ya se fue y no regresó.

Cada uno de ustedes hizo su vida y tomaron su rumbo; entonces, ahora en lap arutina labras

de

de tu vida diaria, en el cansancio de la edad, en las imperfecciones de tu soledad o de tu pareja actual, lo recuerdas. Recuerdas a aquel amor tan puro y suspiras. Quieres volver a tener eso, no importa si de eso ya pasaron 10 o 40 años, lo quieres y lo anhelas y te aferras a ello.

Por una parte sabes que está mal, pero por otra quieres volver a esos tiempos y volver a sentir eso. r e ll e n o

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¿Qué harías si te encontraras en esa situación?

Lucy, la protagonista de mi nueva novela, pasa por eso. Insiste en que su amor verdadero fue aquel que tuvo por varios años en su juventud y que, en determinado momento, vuelve a su vida.

Esperen su próxima publicación.

M I R ECO M E N DAC I Ó N PA R A T I

Arráncame la vida de Ángeles Mastretta.

Léelo, no te arrepentirás. sin sinopsis ni opiniones, tan solo te lo recomiendo. ¿Te animas?

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ortografía Por: N icole Danie la

COMA VOCATIVA Se le conoce como coma vocativa a la coma

que se utiliza para separar o aislar a los vocativos.

Pero... ¿qué son los vocativos?

Los vocativos son los sustantivos o sintag-

mas nominales que utilizamos para dirigirnos hacia un destinatario o llamar su atención.

ESTÁ LOCA MIRIAM

(como no lleva coma vocativa, entonces estamos diciendo que Miriam está loca).

ESTÁ LOCA, MIRIAM (como sí lleva coma vocativa, entonces le estamos diciendo a Miriam que alguien más está loca).

ortografía

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novedades El corazón no tiene género. Amor es amor. Cuando nos fortalece y nos cambia profundamente, cuando actuamos de forma impulsiva o de forma calculada, si nos roba el corazón, si nos eriza la piel y somos capaces de todo por el bienestar de la persona amada, incluso si en el intento nos quedamos con las manos vacías.

Una historia ambientada en tierras escocesas, en las primeras décadas del siglo XX. Un castillo, una destilería, un clan ancestral donde se confabulan traiciones por llegar a ostentar el derecho de ser llamado Laird de Montgomery. Dallas, heredero de corazón rebelde y determinación férrea, pero con prioridades y sentimientos contradictorios; Artorius, un hombre dispuesto a cumplir una promesa sagrada, termina irremediablemente enamorado de la persona menos idónea. El amor es así, llega de pronto, sin avisar; se instala de forma devastadora, pero callada, la forma más cruel en la que se puede amar.

Dos inicios de vida contrastantes. Dos destinos. Secretos.

Encrucijadas. Amor probado al límite.

Todo y nada.

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+18

la pervertida P o r : J u ly Ma c ias

Lo que más duele de extrañarte es saber que alguien más disfruta de ti; de tu cuerpo perfecto, de tus besos profundos, del calor y del baile de tus caderas sobre las mías.

Lo que más duele de extrañarte es no sentir tu respiración por mi espalda, o tu lengua húmeda rozando mi cuello; tus dientes mordiendo mis labios, tus ojos mirando mi escote.

la pervertida

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Lo que más duele de no tenerte es tu sonrisa malvada y tu mirada que me desnudaba aun sin tocarme.

De lo que provoca tu presencia, de lo solo pensarte se me eriza la piel y de tocarte me invade el deseo.

El rechinar de tus dientes cuando estás desbordado de placer, de tus manos rodeando mi cuerpo, de sentir el latir de tu corazón muy cerca de mí, de pelear por el cobijo de las noches.

De los buenos días y del café de las mañanas, los momentos a solas, de las pláticas sin sentido, de los planes, de los viajes y de tu cara de fastidio al llegar después de un día agotador.

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Extraño tus caricias en los lugares menos apropiados. de la nalgada mientras cocinaba y tomar tu mano mientras manejabas.

Extraño el sentido que le dabas a mi vida y esa sonrisa de lado tan provocativa.

De tus chistes, de tu manera tajante de corregirme, del brillo de tus ojos al mirarme.

Es ensordecedor el silencio de mi cuarto, es hiriente la distancia entre los dos.

Eres el recuerdo de lo que un día fue amor.

Eres mis silencios tras una canción; mis suspiros al aire cuando necesito de tu cobijo.

Las lágrimas antes de dormir, al extrañar tus besos.

Eres estas letras y un par de escritos que he acumulado.

Eres la inspiración de tantos relatos.

Lo que más duele de extrañarte es que fui yo quien se alejó, porque el amor verdadero es aquel que deja en libertad.

Eres tú el que no regresó, y yo la que es feliz aunque no sea a tu lado.

Porque amar va más allá de poseerte, porque te quiero tan feliz, aunque sea la causa de tu partida.

Porque prefiero tu sonrisa sincera a un compromiso a la fuerza.

Y aunque duele extrañarte, los recuerdos de lo que fuimos se quedarán por siempre conmigo.

la pervertida

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Bruno (un perro fuera de serie) Por: Lu Carmona

Hola, me llamo Bruno. Cuando era pequeño no conocía a Sebastián, vivía con mi madre y mis seis hermanos.

Nací una mañana nublada, mi madre era una perra Beagle de 7 años de edad que estaba agotada después del parto. Nos lamió y nos limpió para después empujarnos con su hocico y alentarnos a que nos alimentáramos.

Después de eso, mis hermanos y yo dormimos calientitos y arropados por la panza de mi mamá.

Todavía, a pesar del tiempo, recuerdo a mi madre.

Ella nos cuidaba y nos mantenía protegidos, nos alimentaba con su leche que era dulce y calientita. Todas las mañanas nos despertaba con besos. Me gustaba mucho acostarme sobre su panza, su pelo blanco y café era suavecito y oloroso. También me gustaba morder sus orejas grandotas y su cola cuando quería jugar con ella. Recuerdo su mirada, sus ojos cafés, confiados y llenos de amor, cuando su dueña la acariciaba, sin embargo, había cierta tristeza en ellos.

Al despertar, invariablemente nos contaba a todos, como si tuviera miedo de que alguno de mis hermanos o yo no estuviéramos, y al darse cuenta que de que no faltaba ninguno, ladraba de alegría. Después nos decía que nos amaba, que si algún día no estábamos juntos, nunca la olvidáramos.

En ese momento no comprendía la razón de sus palabras. Ahora entiendo que ella sí sabía que un día despertaría y ya no nos tendría a su lado.

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Recuerdo que siempre nos decía que, donde quiera que estuviéramos, fuéramos buenos perritos, que no hiciéramos travesuras y que fuéramos educados para que nos quisieran y nos cuidaran. No me gustaba que nos dijera eso, ¿por qué alguien nos tendría que querer y cuidar si teníamos a nuestra mamá para que lo hiciera?

Todo lo que mi madre nos explicaba diario, cobró sentido tres meses después.

Una mañana, mientras mi madre dormía, su dueña nos tomó a mis hermanos y a mí y nos colocó en una caja.

Mis hermanos estaban dormidos, no se dieron cuenta de esto, pero yo sí. La señora nos estaba separando. En ese momento las palabras y las acciones de mi madre cobraron sentido, ella siempre había sabido que algún día nos perdería.

Quise ladrar fuerte para que mi madre me escuchara, pero todavía no sabía cómo hacerlo. Empecé a llorar quedito, la señora se apresuró a sacarnos de su casa pero el movimiento de la caja hizo que mis hermanos se despertaran. Empezaron a llorar muy asustados, llamando a gritos a nuestra madre.

Yo era el que lloraba más fuerte, porque la imaginaba buscando a sus hijos, porque pensaba en lo triste que estaría, porque sabía que ya no nos tendría nunca más a su lado y ese pensamiento me rompía el corazón. ¿Por qué esta persona nos alejaba de nuestra madre? ¿Qué habíamos hecho para no poder estar con ella? ¿Volveríamos a verla alguna vez? ¿A dónde nos llevaban?

Todas esas preguntas pasaban por mi mente mientras rebotaba de aquí para allá en esa enorme caja, Bruno (un perro fuera de serie)

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quería ladrar con fuerza para que mi mamá nos escuchara, pero no pude. Tan solo era un cachorro de tres meses de edad. Me arrepentí de todas las veces que mi mamá me quería hacer cariños y yo prefería estar jugando con mis hermanos; en este momento solo quería estar acurrucado y sentir su pelo suavecito y su cuerpo calientito junto a mí.

Apenas había pasado un minuto separado de ella y ya la extrañaba.

Aun a mi corta edad comprendí que jamás volvería a verla y eso me puso histérico, mis aullidos se intensificaron. Mis hermanos me imitaron y al poco rato entre todos hacíamos un gran escándalo.

La dueña de mi mamá abrió la caja y nos empezó a pegar.

—¡Malditos animales, ya me tienen harta con sus aullidos! Intenté venderlos pero nadie los quiere porque no tienen pedigrí, solo sirven para comer y cagar. Si no se callan los botaré a la basura.

Nos asustó y nos quedamos calladitos, todos amontonados en el fondo.

—Así está mejor. —Escuchamos que decía la señora.

Después de caminar un rato, ella se detuvo y dejó la caja en la acera de una calle transcurrida y la abrió.

Todos nos intentamos salir, pero era demasiado alta, no pudimos.

Nos abandonó. Sin decir una palabra y haciendo oídos sordos a nuestro llanto desesperado, se fue.

Pasó el tiempo, y el sol empezó a calentar. Estábamos asustados y teníamos miedo, hambre, sed y extrañábamos a mamá, aullábamos llamándola con la esperanza de que nos escuchara.

Poco a poco las personas empezaron a fijarse en esa 36

caja que estaba llena de perritos llorones, de cuando en cuando, alguien se emocionaba y agarraba a alguno de mis hermanos y se lo llevaba. Yo no quería irme con nadie, yo solo quería regresar con mi mamá, así que cada vez que alguien se asomaba a la caja, yo me hacía bolita para que no me viera, en mi pensamiento infantil creía que si nadie me llevaba, la señora vendría por la noche a recoger la caja y yo dormiría nuevamente al lado de mi madre.

Pero la señora nunca volvió.

El tiempo pasó y poco a poco todos mis hermanos fueron desapareciendo. Al final solo quedábamos dos.

Una anciana de cara amable nos tomó y yo pensé aliviado que al menos estaría con uno de mis hermanitos, pero después de vernos por todos lados le dijo a mi hermano: «tú te vienes conmigo, este no me gusta, está muy flaco y se ve que es muy travieso» y me devolvió a la caja.

Me sentí muy triste, ahora sí estaba solo en el mundo. Lloré y lloré un tiempo interminable.

Anocheció, empezó a llover y la caja se llenó de agua, tenía mucho frío y miedo. Me acurruqué en una esquina, tiritando. Intenté dormir pensando que me encontraba al abrigo de la panza de mi madre, pero no lo logré. Llorando con todas mis fuerzas, empecé a llamarla.

Una voz profunda y amable me hizo levantar la vista.

—Pero ¿qué tenemos aquí? —Era un hombre de manos enormes que me levantó hasta la altura de su cara—. Estás hecho una sopa.

Lo que hizo a continuación se ganó mi cariño para toda la eternidad; e acunó en su pecho, sin importarBruno (un perro fuera de serie)

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le que yo estuviera mojado y embarrado de popó, me arropó con su abrigo y me llevó con él. Su pecho era caliente y podía escuchar el sonido acompasado de su corazón, lo que me relajó y me quedé dormido.

Al llegar a su casa, me dio un baño en una tina enorme, con agua calientita y jabón que olía rico, después me sirvió leche en un plato, la cual me bebí rápidamente porque llevaba más de doce horas sin comer nada y mi panza gruñía de hambre. Mientras me tomaba la leche con avidez escuché que el hombre murmuraba: «¿Que haré contigo?, ¿que haré contigo?”

Me encogí de miedo pensando en que me haría lo mismo que la dueña de mi mamá, que me dejaría en la calle nuevamente, sin embargo, él me levantó a la altura de su cara y me dijo: —Te llamaré Bruno. Yo soy Sebastián, y de ahora en adelante seré tu papá.

Un alivio enorme me invadió, porque Sebastián tenía una mirada bondadosa que me recordó mucho a los ojos de mi madre. Le empecé a mover la cola con alegría, y a ladrarle diciéndole gracias, no tenía otra forma de demostrar lo feliz que me sentía, porque, aunque extrañaba a mi familia, yo sabía que de ahora en adelante estaría bien a su lado.

A continuación, se dirigió a una puerta y sacó una cobija calientita y esponjosa.

—Esta noche te vas a dormir en este edredón, Bruno, mañana te llevaré con el veterinario para que te revise y compraremos todo lo necesario para que estés bien. Por favor, no vayas a hacer destrozos en la casa, nunca he tenido una mascota aquí. Y por lo que más quieras, no te vayas a orinar por todos lados.

Me acostó en esa cama improvisada y, después de 38

cenar y bañarse, Sebastián se fue a dormir.

Intenté dormir pero tenía miedo. Era la primera vez que estaba solo, sin escuchar la respiración de mi mamá y mis hermanitos, y sin sentir el cuerpo calientito de ella a mi lado, protegiéndome de los monstruos.

Empecé a llorar y a ladrar llamándola, pero luego recordé sus palabras: «Se un buen perrito, pórtate bien para que te quieran mucho», así que intenté llorar quedito para no molestar a Sebastián. Él debió escucharme, porque después de un ratito sentí cómo sus manos grandes me levantaron y me acostó en su cama mientras decía: —Que no se te vaya a hacer costumbre, Bruno, solo por esta noche, ya no estés llorando, duérmete.

Me acarició la cabeza hasta que me quedé dormido, pensando en que ya amaba a mi papá Sebastián y que, aunque no volvería a ver a mi familia nunca más, al menos lo tenía a él.

Por la mañana amanecí sobre la panza de Sebastián, me dio risa y quise brincar encima de él, pero tenía muchas ganas de hacer pipí. Le ladré para que se despertara, pero solo seguía roncando como un monstruo. Me esperé un ratito, pero ya no me podía aguantar más, tenía que orinar. Pensando en que de verdad quería ser un buen perrito, salté de la cama y una vez en el piso, me oriné. Esperaba que no me regañara por hacer eso, pero no me pude aguantar. Asustado por lo que hice, me acosté en una esquina del cuarto y me quedé dormido.

—¡La santa mierda! —El grito de Sebastián me despertó, había pisado la pipí y se había resbalado, cayendo con un gran estruendo. Era gracioso ver a ese hombre grande tirado en el piso, y no pude aguantarme las ganas de reír.

Bruno (un perro fuera de serie)

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—¡Brunoooooo! ¡Brunoooooo! ¡Ven acá! —Me empezó a gritar y me asusté, así que aullando salí corriendo de la recámara y me escondí debajo de una silla.

Sebastián empezó a buscarme por todos lados, solo veía sus pies grandes desde donde estaba. Buscó y buscó hasta que dio conmigo. Al verlo, me encogí de miedo porque me acordé que la dueña de mi mamá nos pegaba con un periódico cuando orinábamos dentro de su casa, pero él soltó una carcajada divertida.

—Por lo visto tendré que cambiar las reglas en esta casa, se me olvidó que había que sacarte a caminar temprano, fue mi culpa, no te asustes. —Me levantó en brazos llevándome a mi camita improvisada—. Quédate aquí mientras limpio este desastre —dijo mientras me arropaba.

Mi camita estaba deliciosa, así que mientras él limpiaba mi pipí, yo decidí tomar una pequeña siesta, tanto ajetreo me había dado sueño. Después de un rato, Sebastián preparó el desayuno y lo compartió conmigo, ya con la panza llena me dediqué a explorar mi nueva casa.

Era fantástica, tenía una alfombra muy suavecita en la cual me tiré de panza un rato y di muchas marometas.

También tenía un balcón desde el cual se podía respirar el aire y ver el cielo. La cocina no me gustó porque no olía a comida rica.

Por la tarde, Sebastián me llevó con el veterinario y no me gustó nada. Me picaron y me dolió mucho. Me dieron una medicina que sabía muy amarga, según para quitarme algo que se llamaban parásitos. Mi papá me compró una cama muy bonita y comida sabrosa.

El tiempo pasó. Poco a poco me fui acostumbrando a vivir con él. Era muy cariñoso conmigo, me sacaba a pasear todas las tardes. Aprendí a no hacerme popó y

pipí dentro de la casa, pero no me acostumbraba a estar solo porque me daba miedo que él no regresara, que me abandonara. La única forma que encontré para no desesperarme fue rascar la alfombra y jugar con los cojines del sillón.

Cuando llevaba un mes viviendo con Sebastián, me empezaron a salir dientes nuevos. Estaba tan emocionado que quise probar lo fuertes que eran y los zapatos de Sebastián se veían demasiado apetitosos. Quería morderlos todos, pero para que él no se enojara, solo escogí un zapato de cada par. Así tendría el otro bueno para usar.

Mi papá llegó por la tarde. Vi que se puso su ropa de correr. Después se dirigió al armario para ponerse los tenis. Yo estaba ansioso que descubriera lo fuertes que eran mis dientes nuevos pero…

—¡¡¡Brunoooooo!!!

Corrí a esconderme debajo de la cama, pensando en que ahí estaba seguro y me podía alcanzar. Sebastián tomó una escoba y a escobazos me obligó a salir de ahí. «¡¡Diantres!!», pensaba. «No sé por qué hace tanto escándalo si le dejé la mitad de los zapatos sin morder».

Mientras tanto, Sebastián me amenazaba con pegarme y dejarme sin comida si volvía a morder uno solo de sus zapatos en toda mi perra vida. (Eso fue lo que me dijo a grito pelón) No me quedó otra que poner mi mejor cara de perro arrepentido y ¡¡ohh, sorpresa!!, ¡¡funcionó!! Porque después de gritar y maldecir, me acarició la cabeza y empezó a carcajearse.

Entendí que no debía morder sus zapatos, pero no dijo nada de las patas de las sillas del comedor así que, por la noche, escogí la que estaba más escondida para Bruno (un perro fuera de serie)

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que Sebastián no la encontrara, y nuevamente empecé a probar lo fuertes que eran mis dientes.

A la mañana siguiente me despertó su grito. Ahí íbamos de nuevo.

—¡¡Brunoooooo!! Diantre de perro travieso ¿Me puedes explicar qué les pasó a las patas de la silla? Ya verás lo que te pasará si vuelves a morderlas.

Yo estaba cómodamente acostado, solo abrí un ojo, pero como no venía por mí, no le hice caso. Decidí seguir durmiendo muy feliz, mientras veía cómo se agachaba con algo en la mano y empezaba a revisar todas las patas de las sillas.

Después me llevó a la veterinaria para que me dieran un baño.

Yo estaba muy tranquilo porque no se molestó tanto. Por la noche, Sebastián se metió a la ducha y yo aproveché para hacer de las mías nuevamente, la comezón que sentía en la boca por mis dientes nuevos me obligaba a morder cosas, así que escogí otra silla, pero al morder la pata algo horrible sucedió. ¡¡¡Por todos los perros del mundo!!!

La madera no estaba buena, me empezó a picar el hocico de una forma horrible. Desesperado por esa picazón, empecé a aullar y a correr como un loco por todos lados. Escuché como mi padre salía de la ducha y empezaba a carcajearse.

—Otra vez volviste a desobedecerme, pero ya obtuviste tu castigo, las patas tienen chile, Bruno, y cada que muerdas una te volverá a pasar lo mismo.

No sabía lo que era el chile, pero aprendí la lección y jamás volví a morder un mueble, sin embargo, cogí el hábito de ladrarle a las sillas, en venganza por lo que me había sucedido.

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Otra de mis actividades favoritas era sacarle la tierra a las macetas que mi papá tenía en el balcón, dejé de hacerlo porque cuando él se dio cuenta, me aventó un zapato a la cabeza y me dolió mucho.

Ese día me enoje con mi papá y no le moví la cola en todo el día.

Cierta vez, Sebastián se desesperó tanto con mi comportamiento, que me encerró en el baño antes de irse.

Yo me asusté mucho y empecé a rascar la puerta, nunca pensé que las puertas fueran tan frágiles, porque le hice un agujero. Feliz por sentirme libre de mi prisión, sin pensar en las consecuencias, me acosté a dormir en el sillón más cómodo de la sala. No me di cuenta a qué hora regresó mi papá, solo escuché sus carcajadas que me despertaron.

Ese día Sebastián tomó una decisión: me buscó un entrenador para que me enseñara a ser un buen perro, «Un perro fuera de serie» según sus palabras.

Yo quería complacerlo así que fui un buen alumno.

Aprendí a controlarme, ya no mordía cosas, y obedecía todas las órdenes que Sebastián me daba, aunque no entendía por qué tenía quedarme sentado sin moverme cuando me decía «Sit», pero lo hacía, quería que mi papá estuviera orgulloso de mí.

Cuando aprendí a ser un buen perro, Sebastián me llevó consigo a todos los lugares a donde iba. Poco a poco entendí que tenía varias casas y mucha familia; una casa en un lugar que se llamaba España, aunque no me gustaba ir ahí, ya que para llegar me metían en una jaula muchas horas. Y otra casa que mi papá llamaba «la casa de los abuelos».

Esta última era mi preferida porque ahí no solo Sebastián jugaba conmigo, también el abuelo y unos niños, Bruno (un perro fuera de serie)

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que le decían tío a mi papá. Me gustaba acompañar a la abuela a la cocina. Siempre obtenía algo rico de comer cuando le ponía cara de hambre.

El tiempo pasó y yo vivía muy feliz con mi papá. Él escribía mucho y a mí me gustaba acompañarlo. Me acostaba en el piso, ponía la cabeza en sus pies y eso lo hacía sonreír. De cuando en cuando estiraba la mano y me acariciaba, en recompensa yo le movía la cola.

Un día, después de regresar de la casa de España, mi papá me bañó y me puso bien guapo, luego me subió a sus piernas y me dijo: —Bruno, vamos a ir a pasear a un parque bien bonito, te voy a llevar a conocer a mi belleza, quiero que seas muy educado y bien portado.

Yo no entendía qué era «la belleza», pero le moví la cola encantado porque me llevaría con él. Llegamos, Sebastián me pidió que me quedara quietecito en el coche, se bajó y me di cuenta que platicaba con una mujer.

Después, la mujer se metió corriendo a la casa y mi papá, riéndose como si estuviera haciendo una travesura muy grande, vino por mí, me puso en el suelo y caminó hacia la mujer, mientras decía: —¡Vamos, Bruno, te voy a presentar a Ale! Y como yo era un perro muy obediente, en cuanto nos acercamos a ella, le jalé el pantalón con mi hocico para que me conociera.

Ella me vio sorprendida y Sebastián me cargó.

—Bruno, esa chica bella de ahí es Alejandra.

Yo le moví la cola amistosamente e intenté darle lengüetazos, pero Sebastián me tenía agarrado muy fuerte y me lo impidió. Ale me tomó de una pata y de forma muy educada me dijo: —Hola, Bruno.

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Qué mujer más linda.

Nos acompañó a Sebastián y a mí a pasear por el parque, dimos muchas vueltas, pero cuando vi un montón de palomas, no me aguanté las ganas de perseguirlas, me jalé con tanta fuerza que me solté de la correa y me fui corriendo detrás de ellas, sin hacer caso de los gritos de Sebastián. Ya sabía que me estaba ganando un castigo pero la tentación fue demasiada.

Cuando mi papa nos alcanzó, justo como dije, me empezó a regañar, pero me sorprendí mucho cuando Ale lo empezó a regañar a él, ¡Ale me estaba defendiendo!

Ahí fue donde me enamoré de ella y decidí ser el mejor perro del mundo para que ella quisiera ser mi mamá.

Vi a Ale muchas veces más, ella siempre me hablaba bonito, me abrazaba, me daba besos y acariciaba mi pelaje, justo como una mamá debe hacer. Yo le daba muchos besos y siempre quería estar cerca de ella, aunque mi papá Sebastián luego le reclamara que me quería a mí más que a él, pero Ale solo se reía, me empezaba a hacer cariños y a decirme que me quería muchísimo, yo solo pensaba: «Claro que me tiene que querer más que a él, porque yo soy un perro fuera de serie».

Siempre que estaban juntos reían un montón y se daban muchos besos, ¡guácala! A pesar de los besos yo me sentía el perro más afortunado del mundo porque los tenía a los dos, pero cada que podía, me metía entre ellos para que no se estuvieran besando tanto. Aparte que me ponía un poco celoso, debo reconocerlo.

Cuando Ale se iba, la casa se quedaba triste y silenciosa, mi papá también se ponía triste. En esos momentos me subía al sofá y me recostaba en sus piernas para consolarlo, aunque en mi fuero interno pensaba que mi papá era un tonto, y con mis ladridos le aconsejaba que Bruno (un perro fuera de serie)

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se trajera a Ale a vivir con nosotros, así todos seríamos felices, pero al parecer él no me entendía.

Sin embargo, ahora tengo miedo porque mi papá me dejó en casa de los abuelos. Él y Ale me llevaron ahí. Mi papá me explicó que solo sería un tiempo porque tenía que ir a no sé qué cosa llamada «firma de libros», yo no le entendí nada, pero le moví la cola con felicidad (a pesar de que no me sentía nada feliz) para que se fuera tranquilo. Ale también se despidió de mí, me hizo muchas caricias y me dio un beso en la cabeza. Acarició mis orejas y me dijo que fuera un buen perro, que nos veríamos pronto. No le creí porque tenía los ojos llenos de lágrimas y su mirada me recordó a la mirada de mi mamá, triste, resignada y llena de amor.

En ese momento quise ponerme a aullar como un cachorro, pero me dio vergüenza hacer el ridículo frente a toda la familia. Me fui a buscar un rincón apartado del patio, donde fingí que perseguía un pájaro para que no se dieran cuenta que también yo tenía los ojos llenos de lágrimas, y ahí me quedé hasta que Sebas y Ale se fueron.

No sé si mi casa de ahora en adelante será la casa de los abuelos. Los amo y todo eso, pero aun así yo quiero que mi papá y Ale regresen por mí… Los extraño.

Nota: Bruno, Sebastián y Alejandra son personajes de la novela «Tú eres mi destino», de Lu Carmona.

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