“Soy distinto que tú”
Título original en alemán: “Ich bin anders als Du” Vom Selbst- und Welterleben des Kindes in der Mitte der Kindheit 1a edición 2011 © Verlag Ita Wegman Institut Autor: Peter Selg “Soy distinto que tú” Cómo se vivencia el niño a sí mismo y al mundo al promediar la infancia. 1ª edición, Editorial Dorothea, Buenos Aires, abril 2018 110 p. 20 x 13 Traducción: Dora Kreizer Revisión: Cristina Bett ISBN 978-987-3735-19-6 1. Desarrollo del Niño. I. Kreizer, Dora E., trad. II. Título. CDD 649.1 © Arte de tapa: La formación del sistema rítmico al promediar la infancia (blanco: sistema metabólico, rojo: sistema circulatorio, azul: sistema respiratorio). Fragmento de un dibujo en pizarra de Rudolf Steiner, de GA 206 (© Archivo Rudolf Steiner, Dornach, Suiza) © Reservados todos los derechos a favor de Editorial Dorothea Hecho el depósito que marca la ley 11.723 Agradecemos desde ya velar por la no reproducción total o parcial de este libro, ni su almacenamiento en un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio electrónico, mecánico, fotocopia u otros métodos. Editorial Dorothea www.editorialdorothea@gmail.com.ar
PETER SELG
“Soy distinto que tú” Cómo se vivencia el niño a sí mismo y al mundo al promediar la infancia
Índice Introducción..................................................................... 9 1. “Yo soy yo mismo”....................................................... 17 La transformación del mundo anímico interno 2. “Madurez respiratoria”..............................................37 La mitad de la infancia en el proceso de encarnar 3. “Yo y tú”....................................................................... 63 En cuanto a la didáctica de la escuela Waldorf y acerca del significado pedagógico de quien tengo enfrente Notas.............................................................................. 111
Yo, yo soy yo mismo nadie en este gran mundo es como yo. Yo soy diferente que tú y que cualquier otro Yo solo soy el viejo yo. Yo, yo soy yo mismo nadie es como yo, y yo no soy como nadie yo solo soy yo mismo, el pequeño viejo yo. Todavía no estoy seguro qué es lo que me hace diferente, creo que es la forma en que me doy. Nadie es igual a otro, en especial, yo. Pat Kirk1
Introducción En sus conferencias pedagógicas, en reiteradas oportunidades Rudolf Steiner ha llamado la atención sobre el considerable cambio que se produce en el niño “al promediar la infancia”. Alrededor de los nueve o diez años de edad, cambia la vivencia de sí mismo y del mundo; Rudolf Steiner dijo que por lo general se le presta muy poca atención a esto. Steiner habló de un transcendental “cambio de la conciencia humana”2, una crisis, que a diferencia de los futuros aconteceres de la adolescencia casi no revela (al menos no es visible en lo externo) dramatismo alguno. “Llega una época en la que el niño –por lo general no mediante la palabra sino en su comportamiento– muestra que tiene una pregunta, o una serie de preguntas que revelan que en su interior está aconteciendo una crisis vital. En el niño es una vivencia muy sutil, y si uno quisiera notarla debe ser muy cuidadoso. Mas allí está, y tiene que ser observada”3. Las descripciones de Rudolf Steiner sobre este tema –en particular ante los maestros de la Escuela Libre Waldorf– intentaron hacer posible que el educador responsable se apercibiese del fenomenal acontecer. Steiner apostaba a que los pedagogos en el futuro se dedicaran al devenir de cada niño en particular de forma más interiorizada y de manera individualizada, y prestando apoyo metódico. En este contexto Steiner tenía la esperanza de que también los pasos evolutivos más bien ocultos –como la sutil crisis interior del noveno / décimo año de vida– algún día llegaran a ser considerados 9
de la forma que lo merecen y necesitan. Al promediar su infancia el niño se halla en un “equilibrio muy lábil”; a este “lábil equilibrio”, según Steiner, “en realidad también pertenece”4 el maestro o educador. Vale decir: “quien enseña o educa, por la investidura de su tarea pedagógica, es llamado a asistir al niño en las crisis de cambio de su devenir y camino, también en el caso de que la naturaleza de los “síntomas” del cambio sean más bien de tipo reprimido. De los niños a la edad de nueve o diez años, que se están desarrollando de acuerdo a su edad y sin mayores inconvenientes o traumas, por lo general no parte un alarmante pedido de ayuda; esa sería, según Steiner, la razón por la que habría que dedicarle amorosa atención y cuidado a esta etapa de la vida: la etapa de cambio (tanto en sentido psicológico como fisiológico). Pero también a los propios niños, que lo están atravesando con su individualidad y dependen de quien tienen enfrente: “En la mayoría de los casos […], el niño no expresa lo que en su alma pesa, sino otra cosa. Uno tiene que saber que esto llega desde el fondo de su alma. Y es entonces cuando uno tiene que encontrar la respuesta correcta, la actitud adecuada. De eso depende muchísimo para la persona en cuestión y para toda su vida”5. Lo que Rudolf Steiner describió en detalle como desafío evolutivo y caracterizó como etapa del desenvolvimiento de esta manera, se refiere al cambio, o a la nueva configuración, de la relación del niño consigo mismo y con el mundo. El desprendimiento de las relaciones que hasta ahora, por todo el tiempo vivido, lo fueron llevando 10