Valientes
TÍTULO DEL ORIGINAL EN ALEMÁN: Ihr gab Natur ein Kühnes Herz © 1955 by Ullstein A.G., Berlin
Autor: Thomas Michael Zottmann, M. Z. Thomas – Valientes 1a edición – Editorial Dorothea, Buenos Aires , 2019. 124 p. ; 20 x 13 cm.
Traducción: Úrsula Shiftan Revisión: colaboraron integrantes del equipo de trabajo de la editorial Corrección literaria: Lucila Pereira
ISBN 978-987-3735-25-7
1. Biografías. I. Shiftan, Ursula, trad. II. Título, edición Dora Kreizer. CDD 920 Arte de tapa: © Agatka Solyga, Varsovia, Polonia
© Reservados todos los derechos a favor de Editorial Dorothea Hecho el derecho que marca la ley 11.723
Editorial Dorothea www.editorialdorothea.com.ar
M. Z. THOMAS
VALIENTES
ÍNDICE
Prólogo...........................................................................
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Friederike Karoline Neuberin ........................................
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Annette von Droste-Hülshoff ........................................
21
Clara Schumann ............................................................
31
Florence Nightigale .......................................................
45
Selma Lagerlöf ...............................................................
55
Eleonora Duse................................................................
67
Marie Curie ...................................................................
83
Helen Keller ...................................................................
97
Epílogo .......................................................................... 113
Prólogo Leer este libro es una aventura en el tiempo, a la vez fresca, actual; nos transporta hacia nuestro interior. Lo que es verdadero es atemporal. Lo que perdura, aquello que mantiene su cualidad y su identidad, es esencia. Este libro, y las historias que nos relata, nos abre hacia una perspectiva que refuerza nuestra esencia humana, la confirma. Lo esencial, imbricado en nuestra fibra, inseparable de quienes somos, atributo de nuestra especie, es aquello que todos tenemos desde que nacemos. Es aquello que nos define. Es lo que queda cuando lo superfluo y lo aprendido caen. En un mundo vertiginoso, que nos lleva y empuja hacia el éxito, el poder y las pertenencias, que pretenden hacernos sentir completos, dignos, aceptados, estas historias hablan al alma y reconfortan el espíritu. Son biografías humanas que, por tratarse de mujeres, nos abren a una perspectiva aún mayor. La cultura imperante es promovida por una energía que es netamente masculina, y ello desde hace unos 10.000 años. Esto no pretende ser un juicio de valor, pero, al haberse transformado esta modalidad en una cuestión casi de supervivencia planetaria, nos lleva a ver que un exceso de cualidades masculinas nos está conduciendo al borde de la catástrofe. Demasiadas luchas de poder y poco corazón y empatía. Por ende, no se trata sólo de historias humanas, sino que se trata de biografías de mujeres que, habiendo sido fieles a lo humano, han caído fuera de su época. Mujeres que obran llevadas por un instinto del Ser que desafía lo “permitido” en su tiempo. Mujeres fieles a lo femenino, a la vida, al respeto, a la
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ternura, a la calidez, al amor, a la honestidad, a la creatividad, a la alegría y a la integridad. La fuerza de estas mujeres, siendo fieles a su esencia incluso más allá de la lógica auto preservación, nos habla de otra fuerza que está más allá de la supervivencia... la pulsión de la vida. Nuestros instintos y reflejos de supervivencia están enraizados en nuestra biología, en nuestro cuerpo. Y estas biografías incluso nos confirman algo más, pues hablan a nuestra esencia de lo humano, aquello que siempre busca lo bueno. En este contexto, lo bueno no pretende ser una definición ética, sino que alude a lo que busca y sostiene la vida; como la hierba, un brote desafía hasta a la propia piedra y logra crecer entre baldosas. En nosotros también tenemos esa pulsión, la de buscar, cuidar, preservar y evolucionar. Esta pulsión que preserva, busca y expande la vida y lo viviente está en nuestra naturaleza, en nuestro ADN. El desafío es nuestra cultura, que nos atiborra de miedo de aún no Ser. Una cultura que pretende inculcar, y esto de forma sistemática, que estamos incompletos y que nuestros logros nos completarán. Tanta es la presión por demostrar, que hasta ese instinto de vida y auto preservación se nubla. Ese miedo de “no Ser aún” llega a presionar tanto que nuestra lealtad hacia lo humano, hacia el bien común, hacia nuestra inteligencia colaborativa biológica, queda empañada y predomina lo superficial. Se ve una lucha por una supuesta cuota de admiración o de amor que vendrá “desde allí afuera”, por la pueril creencia de que lo externo nos completará de alguna manera. Esto no es malo en sí mismo. La cuestión es darnos cuenta de dónde vienen nuestras necesidades y en qué deviene nuestra identidad. ¿De lo que “hacemos” y “tenemos”, o del Ser, de lo que Somos?
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Pareciera que las mujeres cuyas historias aquí se narran no tenían mucho “tiempo” para pensar; se ven principalmente como ejemplos de un sentir, pensar y obrar coherente, en línea con verdades naturales dictadas por su Ser. Diríamos que, sin mucha vuelta, hicieron y se mantuvieron fieles a lo que había que hacer, a pesar de las circunstancias. Estas mujeres, estas historias, modelan más allá de todo coraje, valentía, honestidad... Modelan con claridad la presencia y existencia del alma y del amor. Sus historias de firmeza representan el potencial humano que nos habita. Más que adquirir conocimientos y habilidades, el desafío de nuestra época es aprender a hacer espacio, a desaprender, para que nuestra sabiduría humana innata, nuestro Ser, florezca; aprender a sintonizar con la frecuencia del Ser, aprender a sentir cuándo estamos en ese lugar de profunda honestidad y verdad humana y permanecer allí, siendo y cuidando ese lugar desde donde sentimos-pensamos-hacemos, ya no desde el miedo de no-ser, sino desde ese mismo lugar desde donde se gestaron estas y otras miles de historias que atestiguan y confirman que somos seres extra-ordinarios, diseñados para el bien común, la colaboración y la abundancia compartida. Las tradiciones espirituales, en su gran mayoría, siempre nos hablan de que cuando nacemos ya somos completos; que la verdad que buscamos afuera está adentro nuestro. Estas historias relatan la vida de heroínas. Pawo (“héroe” en tibetano) significa “persona valiente”, “persona que se anima a ser quien es”. Son personas que se animaron a dejarse llevar por su Ser. Al leer estas biografías se perciben historias de personas despiertas, entregadas a “algo más”, como si las guiara una música de fondo, esa música que sólo se escucha y guía cuando se está suficientemente disponible y atento. Se percibe en ellas un sentido común, una intuición, una pulsión de vida, una pulsión de bien.
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Hoy, momento en el que las historias de superación humana y su “uso” están a la orden del día, la lectura de las vidas de estas mujeres del siglo XIX nos refresca y confirma que nuestra esencia es más que humana, proviene de nuestro Ser. Por suerte, y a pesar de los contrastes, estamos en una era de florecimiento humano. Las tradiciones religiosas, la espiritualidad, la filosofía, la pedagogía y, últimamente, con profunda convicción y fuerza, las neurociencias, todas señalan que nuestra esencia, nuestro potencial y en muchos casos nuestro propósito evolutivo nos inducen a llegar al Homo sapiens amans mediante nuestra consciente decisión. El trabajo de recopilación de las vidas de estas mujeres que realizó M. Z. Thomas es una poderosa muestra de lo cerca que estamos y de que, a la vez, como nunca antes, depende de lo que decidamos alimentar a diario, segundo a segundo... nuestros miedos o nuestra esencia. Christian Plebst Buenos Aires, septiembre de 2019
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FRIEDERIKE NEUBERIN Padre e hija Nubes grises, cargadas de nieve, pendían pesadas sobre los techos de Zwickau. Desde la hondonada llega aullando la tormenta; primero se despeña detrás de la Municipalidad, junto al mercado, y se ensaña con el Palacio Osterstein, para luego subir por la calle Schneeberg. Allí una anciana se desplaza con dificultad, lucha y se esfuerza, le hace frente a ese blanco torbellino, hasta que consigue abrir la puerta de una señorial casa de estilo barroco. Al tiempo que se sacude la nieve del tapado en el zaguán, se estremece por un terrible alarido que retumba en toda la casa. Pero ella sólo mueve la cabeza; ya conoce estos gritos y, suspirando, se dirige a la cocina. De un cajón de la mesa saca un almanaque centenario, y posa su arrugado dedo en el día de la fecha: es el 14 de abril de 1712. Empieza a leer las predicciones para el año… El fabricante del almanaque pronostica un año agitado… No puede avanzar con la lectura porque la puerta de la cocina se abre de golpe, y una quinceañera entra tambaleando. Aterrorizada, se aferra a la vieja y suplica: “¡Ayúdame Rosi! ¡Ayúdame!”, su cara está bañada en sangre. “¿El señor padre?, ¿otra vez se está excediendo?”, pregunta, mientras descuelga un paño de la pared. “Debes tener paciencia
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con él, Friederike, mira el tiempo que hace… no debes alterarlo”. Moja el paño en una palangana y sigue hablando: “¡Hoy lo martiriza el dolor, la gota no tiene compasión! ¡Y porque esos dolores son desgarradores, piensa que los otros debemos pagar por su infortunio!”. “Me tiró el llavero en la cara —solloza la joven—. Alguien le ha contado que ayer, domingo, me encontré con Gottfried en el molino”. “Por qué no dejas a ese estudiante —le dice la vieja en tono de reproche—. Sabes que tu señor padre lo ha echado de la casa”. “¡Pero no quiero dejarlo! —se indigna Friederike—. ¡Padre mismo ha dicho que nos casaremos!”. “Mientras tanto, el señor doctor ha vuelto a cambiar de parecer —trata de apaciguarla la vieja—. ¡Ya no lo quiere al estudiante Zorn como yerno!”. “¿Y por qué no? ¡Sólo por enemistarse con todo el mundo! —exclama, fervorosa, la niña—. Quiere que todos le sirvan, ¡y sin pagar! A Gottfried no le ha dado ni un céntimo por su trabajo. Y cuando después de tres meses Gottfried preguntó por su sueldo…”. “¡La propia sangre conspirando en contra de su padre!”, grita en ese momento el abogado, apostado junto a la puerta. Se había deslizado de la cama, a pesar del dolor por la gota, que lo obliga a caminar encorvado, en camisón y aún con el gorro de dormir puesto; había estado todo ese tiempo escuchando a las mujeres en la cocina. En su mano trae una escopeta y, apuntando furioso a su hija, grita: “¡Arrodíllate! ¡Te voy a matar!”. Friederike sale corriendo y, aterrorizada, sube la escalera hacia la buhardilla. El abogado intenta seguirla, pero Rosine Günther, la vieja criada, se interpone en su camino, ella no le teme. Con dificultad le saca la escopeta de entre sus rígidos dedos y la arroja sobre la mesa de la cocina. Y mientras él sigue
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