Estado Laico Garantía de respeto, libertad y tolerancia en un mundo marcado por la diversidad. “Los que seguimos a Jesucristo como Salvador y Señor y nos guiamos por su enseñanza, sostenemos la certeza de que el matrimonio establecido y querido por Dios es sólo entre un varón y una mujer, comunión que gesta vida y fundamenta la familia”. Lo que acaba de leer es parte del punto tres de la declaración pública realizada por la Conferencia Episcopal de Chile el pasado 2 de junio. La CECh es un organismo interno de la variante católica del credo cristiano, que reúne a arzobispos y obispos y cargos similares en derecho, acorde a la estructura de esa institución y según sus leyes o estatutos internos. La declaración anterior, fue gatillada por el sorpresivo anuncio del actual Presidente en su última cuenta, donde declaró su intención de dar suma urgencia, nivel intermedio de la escala de urgencias para un proyecto de ley, al proyecto de matrimonio igualitario enviado por Bachelet el 2017, cuya discusión había sido reactivada casi un año antes y se encontraba en revisión de indicaciones realizadas por el senador Latorre respecto a corregir algunas frases que pudiesen resultar discriminatorias en el futuro y de parte de los senadores Moreira y Pérez en un intento de eliminar todos los artículos del proyecto. Pueden revisar el detalle de estas indicaciones y del proceso completo en el sitio web del senado bajo el boletín 11422-07 [https://www.senado.cl/appsenado/templates/tramitacion/index.php?boletin_ini=11422-07].
El proyecto que permitiría el goce a las parejas homosexuales del derecho al matrimonio civil en el país, sin diferencias respecto al de las parejas heterosexuales incluye elementos básicos y simples como cambiar los términos “marido” y “mujer” por “el cónyuge” o “la cónyuge”, cambiar la palabra “padres” por “progenitores”, permite la adopción por parte de todos los matrimonios sin discriminación, cambia los términos “un hombre y una mujer” por “dos personas”, entre otros aspectos que restringen la institución civil del matrimonio a una única posibilidad. En ese contexto, la institución católica emitió el comunicado citado. Si bien las iglesias evangélicas o protestantes no están agrupadas o jerarquizada como lo está su par católica, y al contrario, su disgregación es característica de esta variante cristiana, personeros de distintas facciones entregaron su opinión negativa al respecto. De ellas podemos destacar, en el portal Chile Cristiano, ONG autodenomimada el primer think tank evangélico chileno, liderado por el pastor Rodolfo Torres, donde se señala lo siguiente: “El matrimonio
homosexual destruye la democracia. Elimina la libertad de expresión, de opinión, anula la libertad religiosa y el derecho a la educación para los más pobres”. “El Presidente Piñera termina de gobernar Chile repudiando la primera institución establecida por Dios después de la creación del hombre, el matrimonio entre un hombre y una mujer, pero no solo a Dios, sino también a su pueblo, el pueblo evangélico, gracias al cual ganó la Presidencia por segunda vez”. Por otra parte, Juan Herrera, presidente del Consejo de Pastores de Los Ángeles, según recoge el periódico local La Tribuna, rechazó tajantemente el anuncio del Presidente e indicó: “nosotros obviamente tenemos un descontento total, o sea, eso nosotros no lo compartimos para nada, y a la vez nos sentimos traicionados como pueblo evangélico, como parte de nuestra nación, porque creemos que el presidente en su campaña nos manifestó otra cosa, y con esto se dio vuelta la chaqueta”. Las declaraciones leídas tienen distintos componentes que es interesante analizar desde el punto de vista del laicismo. No es sorpresa que, pese incluso a unas declaraciones corregidas del actual mandamás de la Iglesia Católica, referente a la unión homosexual y que causaron un revuelo en el mundo católico similar al que causó el anuncio de Piñera, en el mundo creyente cristiano en la gran mayoría de sus variantes hay un rechazo de larga data al matrimonio homosexual, pese a ser una institución civil cuyo alcance supera al disputado grupo social creyente. En ese contexto, las instituciones ligadas a los diversos credos locales de turno, son dueñas de tener y expresar la opinión al respecto que deseen. Más aún, dentro de sus propias leyes, estatutos o normas, tienen incluso la opción de no otorgar matrimonio religioso a parejas homosexuales. Sin embargo, el proyecto de ley mencionado, no involucra ni menciona a los reglamentos internos de estas agrupaciones ni los modifica o altera, sino es una norma que está orientada a los matrimonios otorgados por el estado de Chile y sin discriminación respecto a la pertenencia o no a algún credo. Entonces, estando profundamente prístina esta cualidad de la ley, ¿por qué insisten estas instituciones en tratar de imponer sus creencias y preceptos, totalmente válidos para quienes quieren adherir voluntariamente a ellos, al resto del país cuya composición es mucho más diversa que incluso el mundo creyente, que ya lo es bastante? ¿Qué motivación totalitarista, desde el punto de vista de las cosmovisiones, se encuentra tras dichas declaraciones y ofensivas? Es una interrogante que posee muchas respuestas o una sola, pero compleja y compuesta. Una de ellas o parte de ella es la consolidación de la ineficacia en la penetración de los preceptos en sus propios adherentes. Si consideramos las recientes encuestas de Cadem, que otorga un 74% de aprobación al matrimonio igualitario y la de Ipsos un 65% (el promedio mundial es de un 61% de aprobación y son 32 países los que ya lo tienen aprobado) otorgan un indicio al respecto, considerando que, en otra encuesta de Cadem respecto a la pertenencia o no a las distintas creencias, el mundo creyente supera el 60%.
Esa discrepancia entre lo que ordena cada credo a sus adherentes en el campo del matrimonio igualitario, eutanasia, aborto y otras leyes similares, y el resultado final entre quienes se declaran como pertenencientes a ello, algo que no corresponde dilucidar a este artículo, hace que el discurso normativo o ciertos preceptos de cada dogma no penetre siquiera en sus propios fieles. Ese hecho concreto y respaldado con datos, entre varias otras variables, obliga a las autoridades del mundo creyente a buscar otras maneras de imponerlos con la fuerza de una ley civil que excede sus dominios y rompe la condición mínima de un Estado Laico. Peor aún, si bien es razonable dentro de la lógica proselitista quieran a toda cosa imponer sus preceptos e importe poco, en ciertas circunstancias, el respeto a un Estado Laico, es que nuestros propios miembros de los poderes legislativos, ejecutivo y judicial no entiendan ni la naturaleza de un laicismo y el principio básico y mínimo de la neutralidad o que lisa y llanamente lo entiendan, pero no esté en sus intereses respetarlo o hacerlo valer. Quiero caer en la candidez que es la primera opción y no hay dolo o mala intención de nuestros legisladores, aún cuando en la expresión del pastor evangélico citado refleje un utilitarismo político de los credos como ventaja electoral. Sea cual sea, de todos modos, la causalidad de ello, es que recobra suma urgencia, homólogo a la situación del proyecto de ley, que las instituciones y las personas ligadas al laicismo y el librepensamiento, eleven sus voces y promuevan la corrección de esta anomalía que presenta nuestro país y la deslucida situación respecto a la laicidad del estado de Chile. Desde el Presidente de la República hasta el último funcionario público de un estado, deben estar instruidos en las bondades y beneficios que trae a un país la aplicación, mantención, conservación e incluso mejora del Estado Laico. El laicismo trae tras de sí los conceptos respeto, tolerancia y libertad indisolublemente en su acepción. Y eso son justo los valores que, hoy más que nunca, requiere nuestra sociedad cada día más empoderada y diversa. No será fácil hacer entender eso a los altos mandos de los múltiples credos dogmáticos vigentes en la actualidad con los que hoy convivimos, aún cuando en el pasado reciente uno de ellos lo utilizó como arma para posicionarse y obtener los mismos beneficios que ya obtenía otro de
ellos desde asaz tiempo atrás. Sin embargo, a sabiendas que siquiera sus propios adherentes están tan ligados a sus límites o fronteras, es en los integrantes de los poderes civiles donde se debe hacer hincapié en esta difusión y/o capacitación. Ello puesto que al momento de legislar, como se ha señalado de diversas maneras, no se hace para un cierto grupo de creyentes o no creyentes, sino se hace para todo un país. Más aún, no sólo para los nacidos en esta angosta franja de tierra sino también para quienes la eligen como lugar geográfico donde estar, ya sea momentánea o permanentemente. El principio de no discriminación que es el objetivo final de este proyecto de ley, que de alguna manera se emparenta con los principios básicos del laicismo, están también garantizados en la D.U.D.H. tanto en el artículo N°1 donde se señala que todos hemos nacido libres e iguales y merecemos el mismo trato, sin importar nuestras ideas y pensamientos, como en el N° 7 donde todos somos iguales ante la ley y coronado con el N° 16 donde se consagra el Derecho Humano a formar un matrimonio y tener una familia. Retomando la segunda de las interrogantes planteadas, puedo señalar que la afanosa búsqueda del totalitarismo respecto a la imposición de los preceptos de un credo, queda reflejada, por ejemplo, en este párrafo de un ejemplar de la Revista Católica, cuando justamente en el pasado se discutía una ley interpretativa en el artículo 5 de la Constitución de 1833 que declaraba la religión Católica como única y con exclusión del culto de cualquier otra, permitiendo el culto de otras en lugares privados y en escuelas particulares: “si la unidad, enerjía, prosperidad i buen orden de los estados pierden tanto, cuando abrazan jentes de distintas razas, idiomas, costumbres o caracteres, incomparablemente sufre más la vida de la nacion cuando la relijion viene a ser el elemento discordante i anarquizador. Es natural que así sea. En teoría todas las relijiones son necesariamente intolerantes, porque siendo sistemas opuestos acerca de las relaciones que ligan a la criatura con el creador, la que no escluyese a sus contrarias confesaría que no era la verdadera.” [Revista Católica, N° 828, 1864]. Obviamente no estamos en la sociedad de mediados del siglo XIX, sin embargo, el concepto es clarificador y, pese a que el día de hoy no veamos reflejados en la opinión pública discursos como éste, no quiere decir que el trasfondo tan honesto de esa publicación no siga enrevesado en las entrañas de una institución dogmática que ve en la libertad del pensamiento y en el laicismo un enemigo, pues indirectamente lo que conlleva es la aceptación de que el credo predicado no es sino uno más de los más de 4200 existentes el día de hoy. La aceptación de esa verdad es quizá la clave del futuro del laicismo, pero que no manará de los jerarcas de los credos, sino de la sociedad misma, cada día con más acceso a la información, a la educación y más cercana al pensamiento crítico y a la duda en el sentido holístico de la palabra. Ello no traerá tras de sí la desaparición de las religiones o las creencias, sino la aceptación de ellas como una más de una gran variedad existente. Incluso otorgará la
posibilidad de ir estudiando o perteneciendo a una o más de ellas acorde a los principios que cada quien en su inviolable fuero interno sienta más cercana a los valores propios. La diferencia es que se hará en un contexto mucho menos dogmático, más tolerante y más respetuoso del hermoso producto del crisol que constituye la base de la humanidad del siglo XXI. Como bien decía Comte-Sponville en uno de sus libros, el siglo XXI será laico y espiritual o no será. Lo importante hoy es que nuestros legisladores den un paso adelante y puedan, por una parte, desprenderse como corresponde al rol que ejercen, de sus válidas y respetables creencias al momento de legislar y, por otra, se impregnen de los fecundos principios del laicismo y de la ingente importancia que han tomado valores como el respeto a lo diferente, la alta estimación a la libertad individual y por sobre todo el beneficio tras la permeabilidad del concepto tolerancia en los individuos que conformamos la sociedad.
Referencias: https://www.latribuna.cl/noticias/2021/06/03/parlamentarios-oficialistas-e-iglesias-evangelica s-rechazan-proyecto-de-matrimonio-igualitario.html https://www.chilecristiano.cl/ http://www.cadem.cl/wp-content/uploads/2021/06/Track-PP-386-Junio-S1.pdf