Cuentos de Tatumbla y Tegucigalpa

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Ilustraci贸n: Elena S谩nchez

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CUENTOS DE TATUMBLA Y TEGUCIGALPA El propósito de la Colección SI CREO Y LEO, ME RECREO, es contribuir en el fortalecimiento de habilidades de lectura en el primer ciclo escolar. Sabemos que en nuestros niños y niñas reside una gran capacidad creativa, que cuentan con un acervo lúdico fantástico producto del imaginario social de nuestro pueblo, y que basta estimular un ambiente amistoso para que fluyan los personajes y las situaciones fantásticas en forma de relatos, cuentos y chistes; herramientas lúdicas clave para propiciar una actitud favorable a la búsqueda del conocimiento por cuenta propia. CUENTOS DE TATUMBLA Y TEGUCIGALPA es una muestra de la refinada imaginación de las niñas y niños de Tatumbla y Tegucigalpa. Su visión variada y colorida, su sentido del humor y la fuerza de sus inventos, son una evidencia de su capacidad para generar su propio conocimiento y, sobre todo, del valioso recurso de su participación activa en la implementación del ENFOQUE COMUNICATIVO FUNCIONAL. Por eso esperamos que estos textos sean leídos con entusiasmo en cada escuela de la ciudad de Tegucigalpa y del municipio de Tatumbla. Nuestro reconocimiento a los Facilitadores Literarios Nelson Ordóñez e Israel Serrano, por su meritoria contribución en esta producción, lo mismo que a Jorge Medina García, por su dedicación cuidadosa en la edición final. En las escuelas de Tatumbla y Tegucigalpa se sentirá el orgullo de contar con una obra hecha con primor, con profundo cariño por sus niños y niñas, y al cuidado de valiosos ciudadanos comprometidos con una educación de calidad para el país.

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A LAS Y LOS DOCENTES Y ESTUDIANTES Uno de los conocimientos más valiosos con que contamos, es que para aprender hay que leer. Los libros son las puertas al conocimiento y no podemos abrirlas si no sabemos leer. Los libros nos llevan a mundos de imaginación mientras satisfacen nuestra curiosidad natural, nuestro deseo de aprender. Lo primero es aprender a leer, y solo se puede lograr leyendo. Solo la lectura permanente nos convierte en buenas y buenos lectores, por eso hay que leer todos los días. Esta colección de textos escritos por los niños y niñas de Tatumbla y Tegucigalpa, está llena de fantasía e imaginación, por eso creemos que despertará un gusto especial por la lectura, y logrará divertir a estudiantes, maestros y maestras. Fueron hechos para ser compartidos en la escuela, la familia y en los espacios públicos de la comunidad. Debemos hacer de la lectura una empresa de todos y todas hasta que las niñas y niños logren una lectura fluida y comprensiva, con la dicción adecuada, de esa manera lograremos mejores rendimientos académicos. Docentes de español han recomendado que los alumnos y alumnas propongan actividades para fomentar la lectura con este libro, que se realicen actividades no solo en el aula, sino en el patio de la escuela y en la casa. Por ello es recomendable crear un programa de lectura que funcione periódicamente, de manera semanal y mensual. Que se organicen las niñas y niños lectores y se realicen lecturas propuestas por ellos y ellas, que compartan sus experiencias de lectura en la casa y en la escuela y que siempre se comente lo que se haya leído.

¡Disfruten una creación maravillosa!

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RECOMENDACIONES PARA LEER EN FAMILIA La lectura en familia es la más recomendable porque en la convivencia podemos compartir dudas, sugerir ideas y solucionar dificultades.

Algunas recomendaciones para la lectura en la familia son las siguientes:

✓✓ Definir una hora en el día y un espacio en la casa para leer. ✓✓ El lugar debe ser cómodo y estar iluminado. ✓✓ Seleccionar juntos o juntas el texto que se va a leer. ✓✓ A las niñas y niños pequeños hay que señalarles con el dedo las palabras mientras se leen, esto les servirá para relacionar lo escrito con lo que oyen.

✓✓ Siempre hay que explorar el título, haciendo que la niña o niño lector participe intentando anticiparse al contenido del texto.

✓✓ También hay que explorar lo que observan en las imágenes haciendo preguntas sobre qué ven y a qué se refiere.

✓✓ Interrogarlos(as) cada vez que sea necesario para saber lo que imaginan sucederá a continuación.

✓✓ Solicitarles que cambien el final de un cuento o relato si lo desean. ✓✓ Al final de la lectura, preguntar sobre qué se leyó, a qué se refirió el texto, qué opina de él, si les gustó.

¡Leer en familia es una gran idea!

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LA LLORONA QUE SE PERDIÓ LOS ORÍGENES DE LA SUCIA EL PEZ QUE SALIÓ DEL AGUA LLUVIA DE COMIDA BAJO EL MAR EL CADEJO DE LA AMADA PIEDRA LA CASCADA DE LA LIMA EL DUENDE QUEDA SIN CARRO EL CADEJO SE QUEDA SIN COMPUTADORA EL LEÓN DE PIEDRA LA LAGUNA Y EL BURRO LO QUE PASÓ EN UYUCA LA SUCIA PIERDE SU PASTE UN QUETZAL EN LA NOCHE EL PUEBLO FANTASMA EL SOL LA ESCUELA SIN MAESTROS LA LAGUNA DE LA LIMA ÁRBOLES CANTORES DE CÓMO MI FAMILIA VINO A DAR A LINACA TODO TIENE VIDA LA DULCE MELODÍA DE LOS PÁJAROS

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EL LÁPIZ ENCANTADO EL LAGARTO DE ORO UNA HOJA DE MAÍZ LA MARIPOSA Y LA FLOR EL CADEJO ENAMORADO EL HUESO PERDIDO

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LA BRUJA, EL PEZ Y LA MANZANA ENVENENADA 47 HISTORIA DE UN DUENDE

LA MARIPOSA Y LA BRUJA FLOR DE PLÁSTICO LAS HOJAS Y LAS FLORES MÁGICAS LA MARIPOSA CANTANTE LA NIÑA PERDIDA LA ZANAHORIA Y EL CONEJO

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LA SIRENA MALVADA

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EL PERRO Y LA MARIPOSA

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EL DÁLMATA SIN MANCHAS

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EL DUENDE AFABLE

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el mu a S n: aci贸 r t s u l I

s ero u g Tri

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Lecturas de

Tatumbla y Tegucigalpa

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Cuentos de

Tatumbla y Tegucigalpa

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LA LLORONA QUE SE PERDIÓ La Llorona, por tener siempre los ojos humedecidos de llanto, se perdió en el bosque y no podía salir porque había siete caminos. No sabía cuál de ellos elegir para volver a su casa. Pensando esto estaba cuando apareció el pájaro que le informó cuál era el camino correcto. El camino indicado era muy largo, pero La Llorona no tuvo otra alternativa y comenzó a caminar y a caminar. Mientras avanzaba fue encontrando a seres conocidos. A la Sucia, al Cadejo, al Cipitío. Ellos decían por donde debía continuar. A veces la acompañaban, pero los fue dejando atrás porque el camino seguía y seguía y ellos andaban despacio. Caminó tanto que se cansó y se quedó dormida. Al despertar se encontró en su casa y vio que sus amigos le habían hecho una fiesta de bienvenida. Llorando, la Llorona les dio las gracias por haberla ayudado, pero ellos le dijeron que no lo habían hecho, que solo lo había soñado. Se asustó tanto que se desmayó y de nuevo quedó dormida. María Márquez Rodríguez

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LOS ORÍGENES DE LA SUCIA En La Venta, allá por el rumbo de Tatumbla, vivía una muchacha que no se bañaba porque le habían dicho que era malo para su salud. Pasaba mucho tiempo sin bañarse y la gente del pueblo comenzó a llamarla Sucia. Los cipotes la molestaban tanto que decidió irse a vivir a los montes y desde ahí, planeó vengarse de la gente del pueblo. Se fue a unos pozos donde ella sabía que todos iban a sacar agua y pensó en asustarlos con grandes carcajadas y pelo alborotado. Estaba esperándolos cuando se apareció un muchacho con un caballo. Al principio, el joven se asustó, pero luego viendo que era bonita, trató de ser amable. —Eres muy linda —le dijo. La Sucia se sorprendió de que alguien la encontrase agraciada y él le recomendó que dejara de andar vagando en esas soledades y que sería bueno bañarse más a menudo. La Sucia se arrepintió de sus planes y decidió seguir su consejo. A los días se apareció por el pueblo, limpia y perfumada. Todos estaban recelosos al verla, porque la reconocían bien. Sin embargo, se daban cuenta de que no era la misma. En lo sucesivo la respetaron y la llamaron por su verdadero nombre que era Marisol. Karen Midence

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Ilustraci贸n: El pez que sali贸 del agua, Zulema Andino

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EL PEZ QUE SALIÓ DEL AGUA Por Piedra Grande, aquí cerca de Linaca, hay un tanque grande de agua. En ese tanque vivía un pez payaso. También vivían una culebra y una tortuga, que se burlaban de él porque vivía en el mismo lugar. Cansado de que se riesen de él, como si fuera un payaso de circo, decidió cambiar de casa y salir del tanque. En cuanto salió, comenzó a sentir que le faltaba el aire y que la vista se le ponía oscura. Vio un pocito de agua cerca de ahí, el único que había en Piedra Grande, pero no podía alcanzarlo. Le gritó a una serpiente muy larga que pasaba por el lugar, pero no le ayudó. Volvió a gritar: —¡Auxilio! —y esta vez un ratoncito que estaba horadando un saco de tierra, lo escuchó claramente. —¿Quién será el que está gritando? —dijo el ratón y salió a ver. La serpiente, en vez de ayudar al pez payaso, se preparaba para comérselo. El pez decía bien bajito: —¡Santa María, guárdame! El ratón se acercó y le ordenó a la culebra: —¡Hey, dejalo! La culebra se retiró un poco y le preguntó: —¿Y vos quién sos para mandarme? El roedor se puso serio y le contestó con voz de trueno: —¡Soy el famoso Ratón Pérez!

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La culebra se asombró y fue retrocediendo despacito, arrastrándose sin ruido. El ratón se llevó al pez payaso a su casa, le hizo una pecera y desde entonces se hicieron amigos y viven tranquilos. El ratón consigue la comida y el pez payaso lo hace reír. Zulema Andino

LLUVIA DE COMIDA BAJO EL MAR Estaba nadando en el mar cuando observé el magnífico espectáculo de una lluvia de comida bajo el agua. Quise bajar a investigar, pero como no podía contener la respiración mucho tiempo, decidí pedirle ayuda a mi amiga sirena. Ella acudió al instante y me dio un collar que me permitiría respirar bajo el agua. Con él puesto alrededor de mi cuello, decidí investigar. Abajo encontré un laboratorio y decidí entrar para pesquisar mejor. En el laboratorio, que era pequeño, encontré a un tiburón científico. Era él quien había creado la máquina para que lloviera comida en el pueblo de los peces. Estuvimos hablando un buen rato y me dio mucho gusto haberlo conocido. Era muy creativo. Al regresar a la playa con mi familia, les conté esta historia y aunque no la creyeron, se hizo muy popular en el pueblo. Ana Alvarado

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EL CADEJO DE LA AMADA PIEDRA Esto pasó a las doce de la noche, cuando estaba muy oscuro. El Cadejo iba caminando por el monte, cerca del río. Al otro lado se veía una hermosa Cadeja y entonces nos imaginamos lo que buscaba. Cuando la tuvo más cerca se enamoró al momento. Ignoraba que la Cadeja aquella, era de piedra. Un escultor que una vez pasó por estos lugares la dejó en recuerdo de los buenos momentos que en ellos había pasado. Primero se le acercó con unas flores y le habló de su hermosura, pero la Cadeja, por supuesto, no contestó una palabra ni se movió un solo centímetro. Entonces decidió ir al río, a conseguir un pez para regalárselo. En el río encontró a una muchacha bañándose. Como era tan tarde, primero se imaginó que era la Sucia, pero después consideró que la Sucia nunca se bañaba. Sin embargo, sí era la Sucia. De todas maneras comenzaron a platicar bajo la luz de la luna y ella lo encontró muy guapo. Cuando pasaron por donde estaba la Cadeja de piedra, el Cadejo ni siquiera le dedicó una mirada. Ya no estaba interesado. Todo su amor pertenecía a la Sucia, con quien se casó la siguiente noche y con quien tuvo muchos cadejitos y sucitas.

Ana Alvarado

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Ilustraci贸n: La Cascada de La Lima, Dixon Alvarado

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LA CASCADA DE LA LIMA En una aldea llamada La Lima, cerca de Linaca, hay una cascada donde la luna se mira bien zarca y donde el pueblo lava la ropa. Cuentan que en la poza que se forma asusta la Llorona y se lleva lavando la Sucia. También dicen que de vez en cuando aparece un caballo negro montado por un hombre vestido de negro. Un día un hombre fue a cortar leña por ahí y cuando estaba cargando su caballo, vio a un niño de piel verde. El hombre se asustó, pero no le dio mucha importancia; y siguió en lo suyo. Volvió otro día, ya de noche, y mientras le daba duro a un árbol, porque la luna estaba otra vez zarca, vio a la Sucia bañándose y al Duende que la miraba detrás de una tapia y, según la miraba, iba creciendo y su sombrero se iba viendo sobre la tapia. Dixón Alvarado

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EL DUENDE QUEDA SIN CARRO Un día el Duende volvía de visitar a su amiga la Llorona, y cuando llegó a su casa de La cueva del Diablo, que está arriba de Linaca, se acostó a descansar. Al día siguiente, al levantarse, no vio su carro por ningún lado. Decidió ir a buscarlo a Linaca y la gente, en cuanto lo miraba, salía corriendo para encerrarse en sus casas. Como nadie lo pudo ayudar, regresó a su casa, muy triste. En eso estaba cuando lo llamó por teléfono su amiga la Llorona y a él no le quedó otra que contarle lo que le había pasado. Se disculpó porque ya no iba a poder visitarla más. La Llorona le dio una idea: —Vestite correctamente y te vas a Tegucigalpa a comprar un carro. El Duende le dijo que, para empezar, no tenía un solo centavo. La Llorona le recomendó que fuera a pedir un préstamo al banco y que luego comprase el carro. El Duende siguió el consejo, fue a Tegucigalpa, sacó el préstamo, compró el carro y pudo visitar a su amiga la Llorona, que vive por allá, por el rumbo de Las Moras. Josué Castillo

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EL CADEJO SE QUEDA SIN COMPUTADORA El Cadejo regresó del trabajo, desde Tegucigalpa y al llegar a su casa se puso a descansar. Al buscar su computadora en la siguiente mañana, para chatear con sus amigos, no la encontró. Esto lo puso preocupado. Alguien le dijo que fuese a Linaca, a ver si allí podría comprar una computadora. Fue al pueblo y nadie lo quería atender porque era el Cadejo. Anduvo de tienda en tienda y siempre las encontraba vacías o no lo querían atender. Por eso volvió al día siguiente disfrazado de hombre. Se vistió como empresario y se presentó en la tienda. Seguramente lo confundieron con un millonario porque los precios que le pedían, eran exagerados. No tuvo más alternativa que pagar un precio muy alto por su ordenador. Regresó a su casa, renegando por haber gastado tanto, pero feliz de contar otra vez con una computadora. Josué Castillo

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Ilustraci贸n: El le贸n de piedra, Serlly Castej贸n

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EL LEÓN DE PIEDRA Me contaba el abuelo que en otros tiempos existió en los alrededores de este lugar, un león hecho de piedra. La gente llegó a pensar que todo era una leyenda hasta que lo encontraron enterrado. Cuando lo desenterraron y limpiaron, no quedaba dudas de que era un león. La sorpresa fue que comenzó a platicar como si nada y a predecir el futuro con más seguridad que los analistas de meteorología. El señor que lo había encontrado en su labranza contó la historia a sus amigos y ellos no le creyeron. Él insistía y se los describía diciéndoles: —Es todo de piedra y tiene garras grandes. En su cabeza tiene una corona grande de rey, Pero igual no le creían. Entonces los llevó ante el león. Uno de sus amigos, el más joven, quiso probar si era cierto que el león hablaba y predecía, y le preguntó su futuro. El león se lo dijo con pelos y señales y los amigos se fueron sorprendidos. Más tarde, ni el labrador ni sus amigos pudieron dar de nuevo con el león y pasó el tiempo y todo lo dicho por el león se hizo realidad. Cuentan que, ya de viejo, el amigo que había preguntado el futuro, se encontró de nuevo con el león, a medianoche, en el parque de Linaca. Ambos estaban viejos y a los dos les faltaban los dientes. —Ahora sí creo que sabías predecir el futuro —le dijo el hombre. El león le contestó: —No me agradezcás nada. Agradecele al amigo que te llevó a verme, y a vos mismo por haberme creído. Serlly Servellón

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LA LAGUNA Y EL BURRO Se cuenta que cerca de la Laguna de La Lima pasaba un señor montado en un burro. La Laguna, de tanto verlo, se enamoró del burro por espacio de un año. El burro ni se dio ni cuenta, a pesar de que siempre llegaba a beber agua de la Laguna. A la Laguna le gustaba que el burro tomase de ella porque parecía que la estaba besando. El burro, de tanto tiempo que pasó viéndola y sorbiéndola, terminó enamorándose de ella. Era un amor silencioso porque ninguno de los dos sabía que el otro lo amaba. Ella solo lo miraba y él solo la bebía. Al fin, el burro comenzó a notar que algo pasaba con la Laguna porque cada vez que se alejaba, ella salía de su cauce y lo seguía. Esto le dio valor para confesarlo: —Laguna, estoy enamorado de usted —le dijo. La Laguna contestó que ella también lo quería y decidieron estar juntos. Ya casados, se dieron cuenta de que no podrían tener descendencia. Un día, el burro, por accidente, cayó dentro de la Laguna y se ahogó. Lo que en realidad pasó fue que se fundieron en un solo ser y desde entonces tienen muchos hijos, unos burros zarcos que la gente de por acá de Linaca llama Los burros de agua. Escarleth Rodríguez

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LO QUE PASÓ EN UYUCA Anahí caminaba por el Bosque del Uyuca. Sin saber cómo, la niña se dio cuenta que algo andaba mal con los árboles: no había viento entre sus ramas, que ahora parecían de plástico, y apenas se podía respirar. Lo raro era que poco a poco los árboles comenzaron a echar manos y pies de madera y las personas empezaron a perder los suyos. La niña quería ayudar a los árboles, porque a ella también comenzó a hacerle falta el aire, casi no podía respirar y sentía un cosquilleo extraño en sus extremidades. Se le ocurrió una idea: instruyó a las personas que habían perdido sus brazos y piernas, que respirasen profundamente y exhalasen de la misma manera. Todos comenzaron a hacerlo y poco a poco el viento comenzó a soplar entre las ramas de los árboles, que ahora recuperaban sus verdaderas ramas. De ese modo, también las personas empezaron a recuperar sus manos y sus pies, y trabajaron juntos por la salud del bosque del Uyuca. Litzi Matamoros

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Ilustraci贸n: La Sucia pierde el paste, Keren Abiga铆l Midence

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LA SUCIA PIERDE SU PASTE Cierto día, la Sucia se levantó a las cinco de la tarde a bañarse. Es sabido que ella sale de noche y esas eran las horas en que se levantaba de su cama. Se metió al baño y no encontró su paste. Muy molesta, se dispuso ir al pueblo para comprar otro. Iba caminando rápidamente porque no quería encontrar los negocios cerrados. Además, su casa estaba muy alejada del pueblo. Cuando llegó, la gente salió corriendo y gritando: —¡Ahí viene la Sucia! Ella los tranquilizó y les explicó que solo venía a comprar un paste para bañarse. Poco a poco se calmaron y le informaron la dirección de la pulpería. Al llegar allí, el pulpero al principio no quería venderle nada, porque temía las habladurías de los vecinos, pero de tanto rogarlo al final aceptó vender el bendito paste. La Sucia regresó a su casa, allá por las pozas, y desde entonces se lleva mejor con la gente del pueblo y no los asusta tanto. Karen Midence

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UN QUETZAL EN LA NOCHE En la montaña de Uyuca hay muchos animales, pero el que más me gusta es el quetzal pecho blanco. Esta hermosa ave tiene una cola muy larga, brillantísimas plumas esmeraldas y un soberbio pecho blanco. Cuando pasa volando entre los árboles de la montaña, se confunde con el verde de la Cima de la Muerte, la Quebrada del Cangrejo y el Monte del Coral. El quetzal, a veces, baja al suelo a comer gusanos y lombrices y entonces se confunde con el suelo oscuro, y si el gato de monte se acerca, él muestra su astucia y sale volando hacia arriba como un cohete y se pierde en las profundidades de la montaña. Carlos Ortega

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EL PUEBLO FANTASMA Un hombre, a quien llamaban Cruz, tenía una casa embrujada. Era una mansión grande, oscura y tenebrosa que espantaba de muerte a las escasas personas que se atrevían a pasar por allí en horas de la noche. El mayor problema era con los fantasmas horribles que allí vivían. Hacían tanto escándalo que hasta Cruz y su familia decidieron abandonarla y marcharse lejos de allí. Con el tiempo, los fantasmas ya no solo asustaban dentro de la casa o en la de enfrente, sino que se fueron a espantar a una quebrada cercana. Las personas salían corriendo horrorizadas, gritando con todas sus fuerzas, al ver aquel macabro desfile de fantasmas. Nadie volvió a sacar agua de la quebrada y el dueño del predio donde estaban las pozas jamás volvió a llevar a sus animales allí. No se contentaron con eso. Los fantasmas bajaron al pueblo y en la noche caminaban por las calles con sus horrendas figuras. Fue tanto el alboroto que hicieron, que la gente comenzó a abandonar sus casas, hasta que quedaron vacías. Desde entonces se usa el término ese de pueblo fantasma. Yeimi Andrade

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Ilustraci贸n: El sol limpi谩ndose, Ricardo Matamoros

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EL SOL Hace muchos años, antes de que existiese Honduras, los planetas tenían vida y platicaban entre ellos. Todos se llevaban bien, excepto el Sol, que mantenía cierta enemistad con algunos planetas. Ellos andaban propagando el rumor de que no se bañaba nunca y por eso a veces estaba muy opaco o se escondía detrás de las nubes. Saturno siempre lo mantenía informado: —Mirá, Sol —le decía—otra vez los sorprendí hablando mal de vos. Siguen diciendo que no te bañás. El Sol pensaba que hablar no costaba nada. Qué le resolvieran el problema del agua y después que murmuraran. Si es demasiada el agua, me apaga las llamas y si es poquita la consumo. A pesar de todo, se empeñó en bañarse. A veces ponía un ojo sobre la tierra y miraba a las gallinas bañarse. Ellas no se bañaban con agua. Simplemente se echaban en la tierra y se revolcaban en ella. Así se bañaban. El Sol tuvo una gran idea: —Me voy a bañar en mis propias cenizas—pensó. Así que se echó sobre sus propias cenizas y se refregó tan fuerte contra ellas que quedó bien pulido. En la madrugada cuando comenzó a aparecer estaba radiante. Su limpieza brillaba en todo el sistema solar. Desde entonces los demás planetas son sus amigos y los calienta a todos con vigor y estimación. Ricardo Matamoros

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LA ESCUELA SIN MAESTROS Paseando con mi tío por la escuela de Linaca, miré con extrañeza que no había en las aulas ni en el patio, un tan solo maestro. La bullaranga de los alumnos abandonados se escuchaba hasta el parque. Me acerqué a ver mejor y vi que todos los alumnos hacían un gran relajo, excepto uno que se mantenía leyendo y estudiando en medio del bullicio de los demás. Todos los días pasaba con mi tío u otro pariente frente a la escuela y todo seguía igual. A veces los alumnos jugaban guerrita de papeles y otras veces se ponían a hacer explotar varios cohetes. Nadie allí ponía un poco de orden. Ni siquiera al alcalde parecía importarle aquel problema. Pero lo que más me llamaba la atención era el muchacho que siempre seguía aprovechando su tiempo, a pesar del destrozo de sus compañeros. Tanto fue el desorden que aquello llegó a los oídos del presidente. Un día, éste se disfrazó de viejito y llegó vendiendo mangos a la escuela de Linaca. De manera disimulada se enteró de lo que estaba pasando. También se percató del niño que estudiaba concentradamente en medio del relajo.

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Entablaron conversación y el niño le contó que tenían un año de no tener maestros porque ellos se habían ido a una huelga indefinida. Al presidente le disgustó mucho que su ministro no se hubiese dado cuenta del penoso problema. Le preguntó al niño si aceptaría que él fuera el maestro de ahora en adelante. El niño era muy inteligente y pensó que un vendedor de mangos no era la idea que tenía de un maestro. De modo que le contestó que si aprobaba un examen de capacidad lo podrían aceptar como maestro de la escuela. El Presidente aceptó y el niño le aplicó un examen de conocimientos generales. Como se lo esperaba, el vendedor de mangos no logró contestar una sola pregunta acertadamente. Le dio tanta vergüenza, que ni siquiera dijo quién era y en lugar de traer nuevos maestros, le propuso al niño que de ahora en adelante se pondría a repasar las viejas lecciones y cuando estuviera actualizado, él sería el maestro de la escuela. Ahora está viejo, tiene como cuarenta y cuatro años y es el maestro de nuestra escuela. Yeimi Andrade

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Ilustración: La laguna de La Lima, Roger David Martínez García

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LA LAGUNA DE LA LIMA Un señor que se llamaba Ramón siempre iba a pescar a la laguna de La Lima, aquí cerca de Linaca, arriba en la montaña. Siempre pescaba bastante y se ganaba la vida vendiendo sus pescados. Un día fue a pescar por un lado de la laguna que no conocía y, según él, esa parte no tenía dueño, cuando de repente se le apareció el dueño de la propiedad y le dijo: —Hey, ¿qué estás haciendo? Ramón le dijo: —Pescando— El dueño le dijo: —Venga le enseño el pueblo—y lo llevó a una parte de La Lima que no era La Lima. Ramón se quedó asombrado de ver lo bonitas y grandes que eran las casas en esa parte del pueblo que no conocía y lo mucho que se pescaba en esa parte de la laguna. Desde entonces pescó los peces más grandes y no paró de venderlos. Al señor nunca más lo volvió a ver. Roger Martínez

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ÁRBOLES CANTORES Me despertó un griterío. Cuando llegué a la sala, con los pelos alborotados, encontré a mi mamá asustada, con la cortina medio corrida y viendo, ansiosa, hacia el patio. Ella me explicó, con sus ojos abiertos al límite: —Los árboles están cantando —dijo. A pesar de mi mamá, abrí la puerta y salí al patio. Mi madre no mentía, ¡Los árboles estaban cantando! Pero el mayor problema es que cantaban muy mal. Las gallinas se habían escondido al fondo del gallinero, los chanchos, las cabras y las vacas habían salido corriendo al monte y ningún pájaro se paraba sobre sus ramas. Los árboles cantaban horriblemente. Yo comencé a gritar: —¡Silencio! ¡Silencio! ¡Cállense!—y los árboles del patio se callaron. Les dije que estaba bien que cantasen, pero que yo les iba a enseñar. Primero tienen que aprender a moverse bien, les dije; y poquito a poco les fui enseñando: a cómo mecerse al compás del viento y a usar sus hojas como guitarras y a dejar que de vez en cuando un pájaro también se sumara a nuestro canto. Los árboles fueron buenos estudiantes, como casi no se mueven no se distraían y en menos de una semana ya estaban cantando muy bien. Desde entonces todo va bien en nuestra casa y hay veces que tenemos tantas visitas de Tatumbla que parece que estamos en una procesión de Semana Santa. Fernanda Martínez

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DE CÓMO MI FAMILIA VINO A DAR A LINACA Mis abuelos, mi papá y mis tíos son originarios de un lugar que se llama El Empalme. Eso queda por un sitio llamado Yuscarán. Yo nunca he ido, pero ellos son de allá. Un día, mejor dicho, una medianoche, se les comenzó a aparecer un hombre misterioso, montado en un caballo que les pateaba la puerta de la casa con insistencia. Todas las noches, a las doce en punto, ellos oían los cascos del caballo que caminaba por el pueblo y al rato oían los pesuñazos en la puerta principal. Mi abuela aún lo cuenta con el espanto en los ojos. Los ojos del caballo eran colorados como carbones prendidos y parecía estar riéndose a carcajadas. Por miedo decidieron dejar todo botado y venirse para este pueblo que se llama Linaca. Dicen mis abuelos que la gente de El Empalme les contó que el hombre misterioso no se volvió a aparecer y que según dicen fue dueño de esa casa hace como cien años. Anyi García

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Ilustraci贸n: Todo tiene vida y son mis amigos, Ana Alvarado

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TODO TIENE VIDA Una mañana, en mi casa de Linaca, me despertó un vocerío. Se escuchaba como que alguien estuviera peleando. Espiando por un hoyito, yo buscaba a los dueños de esas voces en medio de la oscuridad, y no fue hasta que me levanté que me di cuenta que eran las cosas de mi cuarto las que estaban hablando. Me asusté y me sorprendí mucho. Al salir de la cama y dar el primer paso escuché un grito a mis pies. Se trataba del piso de mi cuarto que se estaba quejando porque me había parado en él. Me disculpé y él aceptó mis disculpas. Cuando fui a la cómoda me fijé en que todo tenía vida. Quise agarrar el peine y el espejo y ellos no se mostraron dispuestos a servirme. El espejo no me reflejaba, el peine me halaba el pelo. Cuando traté de sentarme, el sillón se quitaba para evitarlo. Todos se volvieron en mi contra. Se me ocurrió llamar a mi Hada Madrina para que todo volviera a ser normal; pero ella se declaró imposibilitada para ayudarme. —No se puede —me dijo—ellos tienen vida y por eso no se puede hacer nada.

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Yo le pedí que por lo menos hiciera que se llevasen bien conmigo y eso sí dijo que podía. Elaboró un hechizo complicado y dijo así: —Abracadabra, patas de cabra, que todos sean buenos. Que el que no lo sea, se descalabra. Desde ese momento, todas las cosas se llevaron bien conmigo y con mi Hada Madrina. Ana Alvarado

LA DULCE MELODÍA DE LOS PÁJAROS Mientras la cama detiene mi cuerpo somnoliento, evitando que caiga en el vacío, la almohada acaricia mi cabeza. Con el paso del tiempo la aurora llega lentamente y yo estiro mis brazos, extiendo la textura de los músculos. Con un suspiro recibo la mañana y escucho la dulce melodía de los pájaros. Melvin Castro

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EL LÁPIZ ENCANTADO Camino a casa junto a una compañera de la escuela, vimos una luz desde lejos. Era una luz radiante y hasta que estuvimos cerca nos enteramos de que era un lápiz luminoso. Nuestros ojos se deslumbraron por el resplandor, pero lo recogí y lo metí en mi mochila. Al día siguiente lo llevamos a la escuela y aunque no se lo dijimos a nadie, el lápiz resplandecía. Lo más curioso de todo fue cuando la maestra comenzó a dar la clase. Entonces el lápiz comenzó a escribir solo y nuestros compañeros se maravillaron y el asombro congeló la sonrisa de todos.

Edith Vásquez, Sindy Duarte

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Ilustraci贸n: El lagarto de oro, Carlos Antonio Ortega

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EL LAGARTO DE ORO El lagarto salía del pozo y brillaba. Un muchacho llamado Valdo caminaba cerca del pozo y vio salir al lagarto. Al verlo le dio miedo y le lanzó un zapato para espantarlo. El zapato le rebotó convertido en un zapato de oro. Visitó después una joyería para comprobar si efectivamente era oro legítimo. Allí, el joyero le afirmó que era de oro y que si quería, podía comprárselo. Valdo se puso contentísimo y se lo vendió por veinte mil Lempiras. A su pregunta sobre la procedencia del zapato, prefirió callarse. En su lugar, regresó al pozo y siguió tirándole cosas al lagarto. Hoy, Valdo es un hombre millonario. Carlos Ortega

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UNA HOJA DE MAÍZ Mi amiga y yo fuimos a recorrer la escuela. En el trayecto encontramos algo que nunca se nos había ocurrido, incluso nos perdimos, dimos muchos pasos y varias vueltas y revueltas, pero lo que nos llamó la atención fue aquella hoja seca que estaba encima de un ecohorno abandonado. La hoja estaba enlodada y nos pusimos a lavarla. Era una simple hoja de maíz pero el maíz es la planta insignia de nuestra herencia indígena. La base de nuestra alimentación, nuestra cultura entera. Mientras la hoja se secaba, mi amiga y yo pensamos en lo bueno que sería tener un huerto lleno de plantas puramente americanas: elotes, papas, ayotes, patastes, tomates. Sería muy rico alimentarnos con frutos y verduras autóctonas. Con la producción de nuestro huerto. Llevamos la hoja limpia a nuestra clase y aunque se mirara absurdo, hablamos de su importancia a nuestros compañeros. Sucede que nunca valoramos lo que se ve tirado en el suelo y a veces eso se levanta para darnos una lección. Karen Hernández, Daniela Díaz

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LA MARIPOSA Y LA FLOR Linda la flor, preciosa la mariposa. En el jardín lucían como joyas vivientes. Una aleteando sobre la otra, compartiendo colores, exhalando aromas escondidos. Pero no eran solo una, era un jardín entero, un ejército de flores, una manada de mariposas. Sale el Sol sobre todas ella y se ve un acto resplandeciente. Rutilantes de color y movimiento parece que nos cegaran, que nos deslumbran de belleza. Daniela Díaz, Karen Melis

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Ilustraci贸n: El cadejo y el amor a una piedra, Ana Alvarado

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EL CADEJO ENAMORADO En el pueblo, un cadejito caminaba muy contento por la cuenca del río, cuando vio a una muchacha bonita llamada Maribel, que andaba trayendo agua de beber para su familia. El cadejo se le acercó y le gritó: —¡Hey! Maribel volteó a ver y no notó nada. El cadejo la llamó de nuevo: —¡Chhhhhh! La muchacha volvió a mirar a todos lados pero tampoco vio nada. Muy extrañada miró hacia abajo y allí, a sus pies, encontró un perrito blanco que la lamía. Lo acarició un ratito y luego siguió en lo suyo. Cuando iba de regreso a su casa, con el cántaro de agua balanceándose en su cabeza, vio que el perrito la seguía. Ella lo espantó, pero el perrito no dejaba de ir detrás. Ese era el Cadejo que acostumbra andar por las orillas de los ríos conquistando a las muchachas. Muy enamorado de Maribel, desde ese día, decidió regalarle una rosa cada vez que la viera. Otro día Maribel fue por agua, el cadejo le puso la rosa en la tinaja y ella la llenó de agua sin darse cuenta. Cuando llegó a la casa y sacó el agua encontró la rosa flotando con una nota que decía: Te amo. Ella se sorprendió, lo recuerda muy bien. Lo raro es que la rosa nunca se marchitó. Zulema Andino

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EL HUESO PERDIDO El perrito tenía un hueso de juguete y lo perdió. Su dueña, Amalia, le ayudó a buscarlo, pero nunca lo encontraron. Lo buscaron días y días, y fue lo más divertido que hicieron en mucho tiempo. Ahora juega con una pelota de plástico. Katerin Julibeth Aguilar, Jordin Vargas

LA BRUJA, EL PEZ Y LA MANZANA ENVENENADA Una bruja malvada llamada Fabiola iba todos los días al mar a ver un pez que le atraía. Le llevaba siempre unas manzanas deliciosas que eran las favoritas del pez. Sencillamente se derretía por ellas. —Desearía tener todas las manzanas del mundo para comerlas solo yo —le confesó a la bruja desde una ola, porque nunca se le acercaba mucho.

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Todo el interés de Fabiola por el pez era que se lo quería comer frito. Como el plan de acercarse lo suficiente para agarrarlo no le funcionó, la malévola bruja decidió echarle un veneno en el mar. A pesar de ello, los peces no se murieron. Al mirar que ningún pez se había muerto, decidió echar el veneno en la manzana y cuando fue de visita la próxima vez, llevaba consigo la manzana mortal. Cuando se la arrojó, el pez comenzó a saborearla lentamente. Sintió su sabor como si nunca hubiera comido otra cosa en el mundo. Tres horas después, el pez se hundió en las profundidades y luego salió a flotar sobre la superficie. Estaba muerto. La bruja empezó a reírse sarcástica: —No volverás a jugar conmigo. Adiós para siempre —le dijo, entre sus carcajadas. Días después el pez resucitó. Estaba en un lugar maravilloso que nunca había visto ni imaginado. Decidió quedarse a vivir allí. La esperanza de no volver a ver la bruja nunca más, hizo más grande su felicidad. Emily López, Katherin Andino

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Ilustraci贸n: Una historia del duende, Keren Abigail Midence

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HISTORIA DE UN DUENDE Un día que el Duende andaba por Peladientes, aquí cerca de Linaca, se encontró con una niña preciosa. De inmediato se transformó en un niño para poder seguirla. Vuelto niño, se le acercó y le preguntó su nombre. Se llamaba Camila y tenía once años. Él mintió diciendo que se llamaba Marlon y que tenía su misma edad. A partir de entonces el Duende siempre la vigilaba de noche y de día. Cuando iba a la escuela, se hacía invisible y se sentaba a su lado. Ella sentía que alguien andaba cerca pero no veía a nadie. A Marlon lo miraba por las tardes cuando jugaba después de la escuela. Simpatizaron tanto que comenzaron a andar de novios. Cuando la relación había progresado y el Duende tuvo valor de decirle en realidad quien era él, Camila no lo aceptó. Esa es la única vez que se sabe que al Duende lo despreciaron. Karen Midence

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LA MARIPOSA Y LA BRUJA Día tranquilo, vuelo de mariposa. Jardín, césped y estanque. Felicidad completa interrumpida. Una bruja creyendo que la posesión de una bella mariposa cambiaría su destino, la atrapó de un hábil manotazo y la encerró en un frasco de cristal. Noches horribles, prisión, llanto diario. Las cosas habían cambiado terriblemente para la mariposa. Un día dichoso, la bruja olvidó tapar bien el frasco donde había apresado a la mariposa y esta se escapó. —¿Por qué querés irte, no ves que me hacés falta? —se lamentaba la bruja. —Vos me querés matar —la acusó la mariposa. —No es verdad. Solo quiero que seamos amigas — sollozaba la bruja. Parece difícil de creer pero las brujas tienen su corazón y necesitan amistades. La mariposa confió en ella. Jardines, césped, estanques y felicidad. Ashley López, María Tróchez

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FLOR DE PLÁSTICO Iba una niña caminando. De pronto una flor de plástico brilló con el Sol. Se apresuró a tomarla. La niña comprobó que era una flor de plástico. Una luciérnaga la había hecho su casa y la hacía brillar. Se asombró mucho y la conservó como amuleto de la suerte. Nicolle Andrés Flores, Lizzy Damari Matute Torres

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LAS HOJAS Y LAS FLORES MÁGICAS Caminando por las orillas de la ciudad, las dos amigas encontraron unas hojas muy raras. Cambiaban de color y temblaban cada diez minutos. María José dijo que las llevaría a su casa y Ashley estuvo de acuerdo. Las hojas siguieron dando sorpresas. Resultó que echaban flores rosadas. Las muchachas no tuvieron más dudas y se convencieron que eran hojas encantadas. Las cuidaron en secreto puesto que, según habían leído, si tan solo una persona lo supiera, la magia se desvanecería. Se turnaban en cuidarlas, pero un día salieron a pasear y contrataron a su vecina para que les aseara la casa mientras permanecían afuera. Doña Matilde llegó a barrer, miró que brillaban unas flores y unas hojas y se las llevó para su casa. Cuando Ashley y María José volvieron ya no estaban las flores ni las hojas. Entonces se preocuparon mucho, pero tenían la sospecha de que la vecina las tenía. Fueron a su casa y le compartieron el secreto. Nunca nadie se llevó mejor que ellas con las flores y las hojas encantadas. Ashley Giovanna López Baca, María José Martínez Tróchez

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LA MARIPOSA CANTANTE Una mariposa se preguntaba todos los días cuál sería su talento. Se encontró a un gusano que marchaba a su clase de baile y se fue con él, pensando que tal vez bailar era su talento. Allá se convenció que no. El gusano bien se contorsionaba, pero ella no. Se lo impedían sus alas desplegadas. Salió decepcionada. —Eso no es lo mío—se dijo. Ya en la calle, vio a un pajarito cantar encima de un pequeño muro. —Qué bien cantás—lo elogió. Se dijo que tal vez su vocación era cantar y se puso a practicar disciplinadamente. Días más tarde, la mariposa entró a un concurso de canto y se ganó el primer lugar. Le entristeció que nadie la apoyara pero siguió adelante. Con el tiempo se hizo una famosa cantante que ayudaba a todos los niños a encontrar su verdadera vocación.

Gerson Castillo, Breisi Martínez

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LA NIÑA PERDIDA Era una niña llamada Isabela. Un día sus padres la regañaron porque no hizo su tarea. La niña salió corriendo de su casa y no paró de hacerlo hasta que sospechó que andaba perdida. Las niñas cuando están extraviadas se ponen a llorar y así lo hizo. Se sintió triste por el sufrimiento de sus padres y se puso a caminar sin rumbo fijo. Llegaba la noche cuando vio el árbol con una dirección y un cartel pegado que decía: Hija, vuelve, no era nuestra intención lastimarte. Entonces la hija encontró el camino a casa y se abrazó a sus padres con amor. Angie Nicolle Andrés Flores, Lizzi Damari Matute Torres

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LA ZANAHORIA Y EL CONEJO En el campo un conejo deseaba mucho una zanahoria. Anduvo buscando hasta que encontró una hortaliza. Ahí, entre otras verduras, encontró una soberbia zanahoria. Estaba a punto de pegarle la primera mordida cuando el viento se la arrebató. Se fue corriendo a su nido y cuando llegó encontró todo destruido. Pasaron los días y el conejo ya estaba cansado de buscar zanahorias. Entonces se resignó y abandonó su lucha. Cuando ya daba todo por perdido, encontró una zanahoria en el fondo de una gaveta de una mesa destruida. El conejo se puso feliz y dijo: —Valió la pena esperar tanto tiempo. Esta gigantesca zanahoria me durará mucho en la barriga. Pamela García, Yasmilia Cubas

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LA SIRENA MALVADA Una sirena muy mala vivía en el mar de las brujas. Casi siempre los barcos iban a navegar por ahí y ella los hundía hasta el fondo del mar. Transformaba a los hombres en animales marinos o se los comía. Cierto día, un pulpo y una serpiente le preguntaron por qué destruía los barcos y ella les contestó: —Los destruyo porque antes yo era humana. Navegábamos una vez por el mar de las brujas y el capitán del barco, enojado porque yo no lo amaba, me lanzó a las profundidades del mar. Tanto estuve allí que acabé transformada en sirena con poderes sobrenaturales. Por eso me he propuesto acabar con todos los barcos y los capitanes del mundo. Tres semanas después unos policías navales capturaron a la sirena y la obligaron a volver las personas a su estado normal. Convirtió a todos los animales marinos en los humanos que habían sido y ella misma se convirtió en la bella mujer que era antes. Desde ese día no volvió a molestar a nadie en el mar. Yostin Jiménez, Nelvin Lisandro Castro

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EL PERRO Y LA MARIPOSA Una mariposa monarca andaba por el campo en el mismo momento en que un perro café se le escapó a su dueño. El perro, que era muy lindo, vio volando la mariposa azul y amarilla, y la persiguió. La mariposa voló y voló, aterrorizada, porque pensaba que el animal se la quería comer. Por supuesto que el perro sólo quería jugar con ella, pero la mariposa se cansó y cayó al suelo. El sapo dice que se desmayó, pero no es cierto. Así que la mariposita está inmóvil en el suelo y el perro le está ladrando con el objeto de que se despierte. Edith Vásquez, Sindy Duarte

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EL DÁLMATA SIN MANCHAS Un cachorro dálmata no tenía manchas. Sus dueños, molestos por esta situación, lo regalaron a una de sus amigas. Transcurrieron los días y comenzaron a aparecerle sus manchas naturales al cachorrito. El perrito, alegre, se sintió más admirado y querido por su dueña. Sus antiguos dueños lo miraban asombrados y arrepentidos. Lester Josué Baca Bonilla, José Elías Alonzo López

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EL DUENDE AFABLE En el tronco de un árbol seco, vive el Duende amable, y siempre que alguien menciona su nombre se vuelve más amable. Un niño triste pasa por allí. Un niño muy triste. Viene de la escuela donde sus compañeros lo han maltratado. El niño menciona el nombre del Duende y éste le responde con amabilidad. —Pide tres deseos —le dice. El niño piensa en chocolates, pero recuerda el maltrato de sus compañeros. —Ya sé lo que querés —le dice el Duende —no te preocupés. Al siguiente día en la escuela los compañeros que lo habían golpeado lo recibieron con alegría y bondad; la profesora le tenía el regalo de una bolsa de chocolates, pero faltaba un tercer deseo. El niño vuelve a recordar las palabras del Duende: —Tu tercer deseo es que todos los niños sean felices para siempre. Erick Hernández Mercado, Denilson Lenín Martínez

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CUENTOS DE TATUMBLA Y TEGUCIGALPA se termin贸 de imprimir en_______________________ en diciembre, 2015; Tegucigalpa, Honduras. Su tiraje consta de 3,800 ejemplares.

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