El jardín de
chocolate
Ilustración: Elena Sánchez
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EL JARDÍN DE CHOCOLATE Estimados(as) estudiantes: Este libro es el resultado del esfuerzo de una importante cantidad de niños y niñas de los municipios de Santa Bárbara y San Nicolás, de directores de centros escolares, docentes, facilitadores de Español, promotores de lectura, instituciones no gubernamentales, autoridades educativas, agencias internacionales de cooperación; en fin, una importante cantidad de personas convencidas de la importancia de la lectura en el aprendizaje de ustedes. Pero lo más importante es que a ustedes les guste cada uno de estos trabajos escritos con amor, con plena intención de hacerles sentir maravillados, sorprendidos con su imaginación. Cada uno de estos textos fue escrito con ternura, con buenos deseos, pensando en que ustedes se motiven y se animen a tener la lectura como un hábito permanente para que cada día lean algo agradable, y les invite siempre a pensar que la lectura es la mejor manera de vivir la vida. Segura estoy que si este libro les gusta y llegan a sentir amor por la lectura, descubrirán que lo más valioso en los niños y niñas es su capacidad para crear nuevos mundos, por eso los invito a leer siempre, porque cada uno de estos cuentos va cargado de esperanza, de un sueño en que todos podemos convivir en armonía y felicidad en nuestras comunidades.
Joselyn Alejandra Trejo Facilitadora Literaria
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A LAS Y LOS DOCENTES Y ESTUDIANTES Uno de los conocimientos más valiosos con que contamos, es que para aprender hay que leer. Los libros son las puertas al conocimiento y no podemos abrirlas si no sabemos leer. Los libros nos llevan a mundos de imaginación mientras satisfacen nuestra curiosidad natural, nuestro deseo de aprender. Lo primero es aprender a leer, y solo se puede lograr leyendo. Solo la lectura permanente nos convierte en buenas y buenos lectores, por eso hay que leer todos los días. Esta colección de textos escritos por los niños y niñas de San Nicolás y Santa Bárbara, está llena de fantasía e imaginación, por eso creemos que despertará un gusto especial por la lectura, y logrará divertir a estudiantes, maestros y maestras. Fueron hechos para ser compartidos en la escuela, la familia y en los espacios públicos de la comunidad. Debemos hacer de la lectura una empresa de todos y todas hasta que las niñas y niños logren una lectura fluida y comprensiva, con la dicción adecuada, de esa manera lograremos mejores rendimientos académicos. Docentes de español han recomendado que los alumnos y alumnas propongan actividades para fomentar la lectura con este libro, que se realicen actividades no solo en el aula, sino en el patio de la escuela y en la casa. Por ello es recomendable crear un programa de lectura que funcione periódicamente, de manera semanal y mensual. Que se organicen las niñas y niños lectores y se realicen lecturas propuestas por ellos y ellas, que compartan sus experiencias de lectura en la casa y en la escuela y que siempre se comente lo que se haya leído.
¡Disfruten una creación maravillosa!
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RECOMENDACIONES PARA LEER EN FAMILIA La lectura en familia es la más recomendable porque en la convivencia podemos compartir dudas, sugerir ideas y solucionar dificultades. Algunas recomendaciones para la lectura en la familia son las siguientes:
✓✓ Definir una hora en el día y un espacio en la casa para leer. ✓✓ El lugar debe ser cómodo y estar iluminado. ✓✓ Seleccionar juntos o juntas el texto que se va a leer. ✓✓ A las niñas y niños pequeños hay que señalarles con el dedo las palabras mientras se leen, esto les servirá para relacionar lo escrito con lo que oyen.
✓✓ Siempre hay que explorar el título, haciendo que la niña o niño lector participe intentando anticiparse al contenido del texto.
✓✓ También hay que explorar lo que observan en las imágenes haciendo preguntas sobre qué ven y a qué se refiere.
✓✓ Interrogarlos(as) cada vez que sea necesario para saber lo que imaginan sucederá a continuación.
✓✓ Solicitarles que cambien el final de un cuento o relato si lo desean. ✓✓ Al final de la lectura, preguntar sobre qué se leyó, a qué se refirió el texto, qué opina de él, si les gustó.
¡Leer en familia es una gran idea!
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ÍNDICE EL JARDÍN DE CHOCOLATE
11
EL REY MAURICIO Y LA IMPORTANCIA DE LA LECTURA
12
EL LAGO ENCANTADO
15
AMISTAD VERDADERA
16
EL ZORRO Y LA ZORRA
19
SALIÓ EL SOL, LULÚ
20
UN GATO BAJO LA LLUVIA
21
ME TRAGÓ UNA SERPIENTE
23
EL PEZ Y LA PIEDRA
24
EL CABALLO MIRA LA TELEVISIÓN
25
EL CONEJO Y EL CANGREJO
27
EL REGALO DEL ABUELO
28
EL CARACOL
29
EMIL, LA HORMIGA
31
LA PIEDRA MÁGICA
32
EL CONEJO Y EL PERRO
33
EL GIMNASIO DE LOS HUESUDOS
35
LA CASA DE LA TÍA ANA
36
LA MARIPOSA NOCTURNA
37
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6
LA CUEVA
39
SOL, AMORES Y ROSAS
40
EL CONEJO TOPO
41
LA FLORPIENTE
43
MARÍA Y MARCOS
44
LA PAPA Y LA BICICLETA
47
EL GUSANO Y EL PÁJARO
48
LA ESCUELA DE LAS FLORES
51
EL LIBRO MELANCÓLICO
52
EL ÁGUILA Y EL PEZ
55
PROBLEMAS LITERALES
56
EL GATO
59
LA PELEA DE LOS PLANETAS
60
EL CABALLO MÁGICO
63
EL PEZ
64
UN CONEJO LLAMADO CUCÚ
66
EL PERRO Y EL GIRASOL
68
MARIPOSA, FLOR Y COMETA
69
PELUDA Y CON SOMBRERO
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EL CONEJO
71
el mu a S n: aci贸 r t s u l I
s ero u g Tri
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Lecturas de
Santa Bรกrbara y San Nicolรกs
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El jardĂn de
chocolate
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Ilustraci贸n: El jard铆n de chocolate. Antony Yahir Aguilar, Oscar Daniel Aguilar
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EL JARDÍN DE CHOCOLATE La niña se llamaba Jazmín. Pasaba su mayor tiempo en el jardín de su casa y una noche soñó que el jardín era de chocolate. Al día siguiente se fue directo al jardín y vio lo que menos esperaba: su jardín era de chocolate. Corrió donde su mamá y le dijo que fuera a ver. Cuando su mamá salió y vio el jardín tan normal como siempre, le dijo a Jazmín: —¿Qué pasó con el jardín? Ella le respondió, muy confundida: —Madre, el jardín era de chocolate. La mamá se molestó y le dijo que no tuviera esas bromas. Jazmín se puso a llorar. De repente, escuchó una vocecilla que le decía: —Jazmín, no llores. Entonces vio que las flores, las plantas y los adornos del jardín le estaban hablando y se estaban convirtiendo en chocolate. Jazmín quedó asombrada y les preguntó: —¿Por qué no se mostraron ante mi madre? El jardín de chocolate le contestó: —¡No! Porque nos van a cortar y nos van a llevar a muchos laboratorios para examinarnos ¿y no querés eso, verdad? Jazmín contestó: —¡No! Claro que no. ¡Ya sé, tengo una idea! Si ustedes prometen ser mis amigas, yo mantendré todo en secreto y las cuidaré. Las plantas de chocolate dijeron que era una buena idea. Hasta el sol de hoy, siguen siendo amigas. Vera Sofía Vega Amaya
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EL REY MAURICIO Y LA IMPORTANCIA DE LA LECTURA Hace mucho tiempo en el reino de Canterville gobernaba el rey Mauricio. El soberano vivía con su familia, gobernando su reino como podía. Pero algo no lo dejaba tranquilo. No le agradaba leer porque, en tiempos pasados, sus padres se lo prohibieron, decían que era una pérdida de tiempo. Su analfabetismo le producía una gran inseguridad. No desear leer las leyes que aprobaba, era incorrecto. No bastaba el sello real para hacerlas. Un día, uno de los guardias llegó a su alcoba, diciéndole: —Su Majestad, todo el pueblo está molesto porque aprobó la ley 364 que dice: “Todos los aldeanos, sepan o no leer, serán llevados al calabozo y guardarán prisión por cuatro años consecutivos”. —¿Cómo es posible? —dijo el rey con asombro. Yo no puedo haber aprobado esa ley tan tonta. El guardia le respondió: —Señor, la ley tiene su sello real.
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El rey se quedó pensando sobre el grave error que había cometido. Llamó a sus guardias para que le trajesen todas las leyes aprobadas y haciendo un esfuerzo se dedicó a leerlas. Cuando terminó de leer, estaba estupefacto. Todas las leyes eran injustas o incomprensibles. —¡Qué gran error he cometido! —exclamó, lleno de remordimiento. Inmediatamente, ordenó anular las leyes antiguas y en Consejo de sus sabios, dictó otras nuevas, justas y progresistas. Cuando fueron impresas las leyó detenidamente y las autorizó con su sello y su firma. Pasaron los días y el reino se notaba más tranquilo y desarrollado gracias a las nuevas leyes. Su miedo a leer, había desaparecido. Ahora leía a toda hora. Le ayudaba a tomar mejores decisiones para el bien de todos sus súbditos y lo hacía más inteligente. Fue así como el rey Mauricio mandó a construir tres bibliotecas en el reino para que los niños, jóvenes y adultos pudieran leer. Fanny Estrella Salgado
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Ilustraci贸n: El lago encantado. Licy Dariela Pineda, Anyi Melani Barrientos
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EL LAGO ENCANTADO En un pequeño pueblo había una profunda laguna. A su alrededor crecían árboles de todo tipo y los animales salían del bosque para disfrutar de las aguas. Muchas personas también llegaban de las ciudades para tomarse fotografías y respirar aire puro, admirados por la belleza del lugar. Una vez un niño curioso se tiró al agua y estuvo buceando. Una luz brillante que se reflejaba en el fondo del agua llamó su atención y buceó más profundamente. Lo que brillaba era una silla de oro. Muy asombrado salió a la superficie y les contó a sus padres lo que había visto. Todos los que le escucharon le dijeron que era puro cuento, puro invento. El niño les juró que era verdad, pero nadie le creyó. Quiso sacar la silla, pero no pudo. Roxi Yulissa Rivera Herrera
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AMISTAD VERDADERA Se aproximaba el final del año escolar. Raúl López tenía 12 años de edad y su inseparable amigo Armando Gonzales contaba con 13 años. Tenía uno más que Raúl. Se dieron el último apretón de manos en el salón de la escuela Petrona Rodríguez de Bográn. Una semana después, Armando partió de San Nicolás donde no tenía ninguna oportunidad de estudio y de trabajo. Tomó rumbo al norte buscando el sueño americano. Transcurrieron los años y los dos amigos perdieron todo contacto. Al cabo de quince años Raúl se enteró que su amigo vivía en la ciudad de México. Sin pensarlo más, Raúl se marchó en busca de su amigo.
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Con miles de dificultades llegó al Distrito Federal y al cabo de una semana llegó al lugar donde se encontraba su amigo. Cuando se encontraron, ambos lloraron de alegría, verdaderamente emocionados. Fue ahí donde Raúl se enteró que su amigo se había titulado de Abogado y era el propietario de una fábrica. Armando nombró a Raúl como gerente de su fábrica y ambos han prosperado económicamente. Se les ha cumplido lo que se prometieron: una amistad verdadera. Cinthya Vallecillo
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Ilustraci贸n: El zorro y la zorra. Nayely Lizeth Guzm谩n Teruel
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EL ZORRO Y LA ZORRA Esta historia se trata de un zorro bromista llamado Fabián y de una zorra bonita llamada Diana. Un día se encontraron en la laguna y se enamoraron. Fabián la invitó a pasear esa noche en el bosque y Diana aceptó. Se encontraron a las seis de la tarde y se estaban divirtiendo mucho, platicando a la luz de la luna, cuando llegó un cazador con sus perros. Fabián y Diana se escondieron, pero los perros de caza los olfatearon. Fabián luchó contra ellos para que no lastimaran a Diana, pero fue en vano. Los perros volvieron al ataque y el cazador comenzó a dispararles. Mientras huían cayeron en una quebrada llena de trampas que el cazador había colocado. Un oso que dormía cerca se despertó de pronto y atacó al cazador que en ese momento corría detrás de los zorros. El cazador estaba a punto de ser devorado cuando Fabián y Diana detuvieron su marcha para defenderlo. El oso retrocedió y cayó a la quebrada. Ya a salvo, el cazador les agradeció mucho y prometió no volver a cazar animales. Diana y Fabián volvieron a su guarida a disfrutar de su eterna amistad. Nayely Lizeth Guzmán Teruel
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SALIÓ EL SOL, LULÚ Una mañana del mes de julio salió el sol. Lulú, la flor más bonita del jardín, con su perfume de flores, encantaba a todos los animales. Más a la cebra y al caballo. De repente todo el zoológico olía igual a Lulú y los animales saltaban de alegría. Diana Sofía Salguero Mancía
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UN GATO BAJO LA LLUVIA El gato Luis tenía una amiga flor que se llamaba Martha. A Luis no le gustaba mojarse y a Martha la lluvia le parecía fabulosa. Por eso le encantaba mojarse cada vez que podía. Martha deseaba que alguna vez jugaran juntos, para que Luis supiera lo divertido que es jugar con el agua y chapotear en ella. Siempre trataba de convencerlo, pero Luis regresaba a su casa, haciéndose el desentendido. Un día, mientras ambos jugaban, vino la lluvia y Luis no se retiró como otras veces. Ese día Martha y Luis, se quedaron jugando contentos bajo el manto de la lluvia. Starling José Salguero
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Ilustraci贸n: Me trag贸 una serpiente. Edin Rafael Rodr铆guez, Kenis Nah煤n Mendoza
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ME TRAGÓ UNA SERPIENTE Una rana saltarina que vivía en un estanque, saltando y saltando llegó a un lejano bosque de serpientes. A pesar de la fama de éstas, no sintió ningún miedo y siguió saltando y saltando. Una serpiente se deslizaba buscando qué comer y pasó donde la ranita, cansada de saltar, se había quedado dormida. En un parpadeo, se la tragó. Cuando la rana despertó, estaba en la panza de la serpiente. Allí se encontró con una lagartija que había sufrido la misma suerte. Pensaron en cómo hacer para salir. Después de muchas propuestas, la lagartija sugirió hacerle cosquillas. Haciéndole cosquillas estuvieron toda la noche hasta que la serpiente, durante una carcajada, las arrojó y cayeron al agua. Saltando y corriendo los dos animalitos salieron del bosque y nunca más volvieron a cruzarse por ese lugar. Erlin Josué Rodríguez Ramírez
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EL PEZ Y LA PIEDRA A un pez que conozco le gustaba saltar y brincar. Un día saltó muy alto para comerse un gusano posado en una planta de las riberas del río. La vegetación se balanceaba de uno a otro lado debido al viento que cada vez soplaba más fuerte. En el momento en que el pez atrapó al gusanito, una piedra cobró vida y comenzó a crecer. El viento soplaba y soplaba, y la piedra llegó hasta la luna. Con el tiempo, la piedra regresó a pescar al pez. Ángel Isidro Argueta
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EL CABALLO MIRA LA TELEVISIÓN Un caballo miraba la televisión cuando llegó un grillo y le dijo: —Hola señor caballo, ¿cómo le va en este día? El caballo contestó: —Me va bien, viendo la televisión. Y el grillo continuó: —Quiero saber si desea ir a jugar pelota conmigo. —Sí, vamos a jugar, pero solo un rato. Ambos se fueron a jugar. El grillo era el portero y el caballo le metió un gol. El grillo dijo: —No es gol. —Sí lo es —dijo el caballo. Pasaba por allí un peluche. Escuchó que discutían y les dijo: —No peleen, es un juego y solo hay que divertirse. El caballo y el grillo hicieron caso a lo que dijo el peluche. No pelearon nunca más y lo único que hacían era jugar para divertirse juntos. Eso es todo. Kevin Daniel Sánchez
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Ilustración: El conejo y el cangrejo. Ariel Evidelio Mejía, José Ismodel Lorenzo
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EL CONEJO Y EL CANGREJO Un conejo que se creía muy listo, le propuso al cangrejo que hicieran un arrozal. El cangrejo estuvo de acuerdo y juntos prepararon el terreno. Al día siguiente, el conejo se fingió enfermo para no ir a trabajar. El cangrejo pasó por su choza muy temprano. —¡Amigo conejo, vámonos a trabajar que se hace tarde! El conejo al fin le respondió: —¡No, no iré! Hacé vos el arrozal porque yo estoy muy enfermo. Se fue el crustáceo a trabajar el arrozal e igual lo hizo durante mucho tiempo. Cuando llegó el tiempo de cosecha, el conejo se hizo presente a la repartición. Ya estaba allí el cangrejo con su costalito para llevar su parte, pero el conejo, valiéndose de su mayor tamaño, acaparó toda la cosecha. El humilde cangrejito volvió a su cueva lamentándose. Ya en su cama, el conejo no pudo dormir hasta que se levantó y entregó la mayor parte del arroz, al pobre cangrejito. Yefri Noel Díaz Rodríguez
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EL REGALO DEL ABUELO Un enano llamado Adolfito que vivía en un lugar muy bonito, pensó en comprar un avión. Un día llegó su abuelo y le dijo: —¿Te has preguntado alguna vez si quieres tener un avión? —¿Un avión? —dijo Adolfito— sí quiero uno. Y el abuelito le dijo: —Ven, salgamos a ver el paisaje. Cuando salieron, Adolfito vio un enorme avión plateado, brillante y grande. Adolfito feliz agradeció a su abuelo con un gran abrazo porque había cumplido su sueño. Jazmín Abigail Chávez Rivera
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EL CARACOL Todas las plantas se sentían muy deprimidas, ese caluroso día. El sol estaba fuerte, los ríos resecos, la brisa caliente y el caracol buscaba desesperadamente agua y comida. En su búsqueda, el caracol encontró una cascada brillante y dijo: —¡Qué es eso! Aquella cascada seguía brillando. El caracol imaginó que era una señal. Muy pronto todos estarían frescos y alegres de nuevo. Isaura Portillo, Ingris Vásquez, Amalia Rosa
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Ilustraci贸n: Emil, la hormiga. Keren Nayeli Ponce, Vilma Gissel Castellanos
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EMIL, LA HORMIGA Una hormiga y un conejo se encontraron casualmente un día en que la hormiga estaba hambrienta. —¿Cómo te llamás?—interrogó el conejo, lleno de curiosidad. —Soy Emil, Emil la hormiga —explicó innecesariamente. Desde ese día pasearon juntos y se hicieron amigos. Iban a comer zanahorias cuando repentinamente llegaron los cazadores y atraparon al conejo. Emil se subió al cuello de uno de los cazadores y lo mordió con todas sus fuerzas. El cazador soltó al conejo cuando su mano derecha, en un reflejo, acudió a rascarse el pescuezo. El conejo pudo huir, pero comprendió que Emil estaba a punto de ser aplastada por el cazador. —¡Montate en mi lomo! —gritó el conejo. Emil saltó y ambos escaparon. —Seremos amigos para siempre —dijo la hormiguita al conejo— mientras volaban saltando entre los matorrales. Enmanuel Ernesto Rodríguez
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LA PIEDRA MÁGICA Unos niños entrenaban para un partido de fútbol. Disputarían nada menos que el campeonato local. Sus padres, una vez encontraron una piedra mágica que ayudaría a los niños, dándoles suerte en el partido de fútbol. Pero los niños perdieron la piedra. Por eso estaban preocupados. Sus padres les dijeron que la magia no estaba en la piedra sino en sus pies. Entonces, los niños sintieron que ellos podían lograrlo y ganaron el partido. Angie Levy Martínez Enamorado
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EL CONEJO Y EL PERRO Un conejo paseaba por el jardín cuando se encontró un perro jugando con una pelota. Le tuvo miedo al perro. Pensó que lo lastimaría. Pero no, el perro adoraba a los conejos. Se acercó poco a poco. Le dijo al conejo que lo acompañaría a jugar y los dos amigos jugaron largo rato. Isaura Yamileth Monterrosa Portillo
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Ilustración: El gimnasio de los huesudos. Kelin Ester Díaz, Yeimi Daniel Ponce, Lily Roxana Cárcamo
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EL GIMNASIO DE LOS HUESUDOS En un país fronterizo había un gimnasio de flacos que eran bastante huesudos, casi cadavéricos. Un niño llamado Carlos andaba perdido y se encontró con ese gimnasio. Al entrar y ver lo que había allí, salió gritando, espantado, pidiendo ayuda y diciendo: —¡Auxilio, auxilio, me siguen los huesudos! Casi tropieza con una niña. Sin muchos rodeos, ella le preguntó: —¿Cómo te llamas? —Me llamo Carlos. —No te preocupés Carlos, vamos a mi casa y no te pasará nada —le dijo la niña— esos hombres flacos no son malos. Van al gimnasio para hacer músculos. Carlos se sintió muy apenado y dejó de tener miedo. Kelin Ester Díaz, Yeimi Daniel Ponce, Lily Roxana Cárcamo
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LA CASA DE LA TÍA ANA En un pueblito del sur de Honduras vivía Javier con su madre Belén, la abuela Rosa y su hermanita Alicia. Cerca vivía la tía Ana y los niños estaban muy emocionados por la visita que le harían muy pronto. Al llegar escucharon un extraño ruido en el techo. —Es el gato —dijo la tía Ana, mientras les preparaba chocolate. Pero Javier estaba inquieto. Subió al techo de la casa y vio lo que provocaba el ruidito. —¡Es un nido de pájaro carpintero! —gritó. Javier estaba feliz de haber encontrado el nido. Se aseguraría de que no le pasara nada malo a los polluelos. Alejandra María Vallecillo
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LA MARIPOSA NOCTURNA Aquella mariposa disfrutaba volar en la noche por el bosque. La abeja le advirtió varias veces: —Es muy peligroso andar de noche por el bosque. La mariposa dijo que no tenía miedo y siguió su vuelo nocturno. Al poco rato, oyó unos fuertes aleteos y vio un animal muy raro que se dirigía hacia ella. Era un murciélago. —¡Auxilio! —gritó, horrorizada, la mariposa. La abeja llegó en seguida y se la llevó del bosque. —Te lo dije —la amonestó la abeja. La mariposa nunca más volvió a volar de noche. Yeimy Trejo
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Ilustración: La cueva tenebrosa. Willian Rivera, Luis García, Daniela Paola Baú Chávez
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LA CUEVA En las orillas del pueblo había una cueva oscura, rodeada de espinos y pedruscos. Toda la gente tenía miedo de entrar allí, donde solo se asomaban los murciélagos. Un día, un hombre llamado Starr llegó al pueblo y se sintió interesado por la cueva. Pronto dijo que quería entrar a conocerla por dentro. Una tarde, desatendió las advertencias de la gente y entró. Comenzó a sentir frío, escuchó unas voces extrañas que lo llamaban y en el fondo se oían unas macabras carcajadas, Starr se atemorizó y salió corriendo de la cueva. Ese mes, el Alcalde Municipal mandó a cerrar la cueva y prohibió a la gente que pasara por allí. Fernando Orellana Reyes
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SOL, AMORES Y ROSAS ¿Cómo no iba a estar triste el mar, con tanta contaminación? La humanidad le echaba desperdicios, petróleo, chatarras y botellas. Y sin embargo el mar, continuaba ayudándonos. Una lancha se quedó sin combustible y el mar la arrastró a la orilla. El vehículo, muy agradecido, le dio un regalo. Era un contenedor de rosas que olían a miel. Y cuando el sol tocaba las rosas, el mar se alegraba con el perfume. Diana Sofía Salguero, Herlis Lenin Valle, Gerson Josué Perdomo
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EL CONEJO TOPO La coneja y el conejo tuvieron un conejito. Una era mitad conejo y la otra mitad, topito. A medida que crecía, el conejo topo se sentía discriminado y padecía de depresión. No tenía amigos para jugar. Un día llegó otro conejito que le preguntó si quería ser su amigo. Otro día llegó un topo y le preguntó lo mismo. Ya tenía sus primeros amigos. Parece que ser un conejo topo tiene sus ventajas. Starling José Salguero, Kevin Alonso Mancía, Karla Zavala
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Ilustraci贸n: Florpiente. Edmilson Yohandel Santiago, William Edgardo Ortega Rodr铆guez
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LA FLORPIENTE Era una flor que atraía a las serpientes. Un día dos serpientes que jugaban vieron la flor y se enredaron en ella. Se quedaron allí convertidas en piedra. Nadie supo nada más de las serpientes, pero a la extraña flor la llamaron Florpiente. Es una rara especie de flor con dos serpientes de piedra. Jocelyn Trejo
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MARÍA Y MARCOS María era buena y soñadora. Estaba saltando la cuerda cuando escuchó un susurro que decía: —¡María! ¡María! Entonces paró de jugar y preguntó, mirando a todos lados: —¿Quién me está hablando? Nadie contestó y siguió jugando. Luego escuchó el mismo susurro que decía: —¡María! ¡María, estoy aquí abajo! María dirigió su mirada al suelo y vio que una piedra le hablaba: —¡Hola! ¿Cómo te llamás? —Yo me llamo Marcos. Pensó que se estaba volviendo loca, pero le contestó:
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—Mucho gusto. Los dos se hicieron amigos y acostumbraban verse siempre que podían. Un día María le preguntó a Marcos que si no tenía más amigos. Marcos le respondió: —Antes tenía, pero ya no porque son grandes y fuertes y a mí me consideran un debilucho. María le dijo: —Conmigo no te preocupés porque fuerte o débil, siempre serás mi amigo. Metió a Marcos en la mochila y se fueron para la escuela. Vera Sofía Vega Amaya
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Ilustraci贸n: Tres amigos. Sander Eliel Perdomo, Luis Enrique Garc铆a, Edmilson Yohandel Santiago Leiva
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LA PAPA Y LA BICICLETA Eran tres amigos: Una bicicleta, un gato y una garrapata. Lástima que en el pueblo donde vivían los tres también vivía una papa muy desconsiderada. Todos allí pensaban que era muy egoísta, dispuesta solo a pensar en ella misma y nunca en los demás. Una mañana el trío de amigos fueron de día de campo y se preparaban a comer cuando apareció la papa queriendo comerse la comida de la bicicleta. La bicicleta estaba dispuesta a compartir, pero la papa quería comerse todo. —No podés seguir siendo tan egoísta —le dijo la garrapata. —Lo hermoso es compartir —añadió el gatito. La papa, pensándolo bien, sacó su propia comida y la puso a la disposición de todos. —Tienen razón —dijo, muy apenada— voy a compartir siempre. Ahora eran cuatro amigos. Herlys Lenin Valle Muñoz
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EL GUSANO Y EL PÁJARO Un pájaro volaba por el bosque en busca de alimento. Desde la altura observó un jugoso gusano, reptando sobre la rama de un árbol. —Ummm…este será tu fin, si no te vas a otra parte, gusanito —le dijo el ave cuando se acercó. —No tengo lugar a dónde ir —dijo el gusano— pero tengo ojos para hallar un escondite. —Arrastrándote no encontrarás ninguno —prosiguió el pájaro, en tono de burla. —Esa es mi manera de andar, pero yo al menos pienso. Vos solo podés volar un poco —dijo el gusano, petulantemente. —¡Mirá, te atrapan! —añadió el gusano, con alarma. —¿Dónde? —preguntó el pájaro, pegando un gran salto. —¿Lo ves? sos fácil de engañar y te creés todo — dijo otra vez el gusano, riéndose a carcajadas.
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—Esta será la última vez que te creo —aclaró el pájaro— ya es hora de mi almuerzo. Se terminó la plática —concluyó. —¡Espera, espera un poco! Yo podría serte útil —se defendió el gusano. —¿Útil en qué? No servís ni para arrastrarte. —Vos dijiste que tenías hambre… —Sí, es cierto, por eso te voy a comer. —Y… ¿no te gustaría comer un gusano más grande que yo? —¿Y dónde lo podría encontrar? —¡Allá! —dijo el gusano— señalando con una de sus antenas hacia una rama de otro árbol. —Allá hay uno más grande y más sabroso que yo. ¿Lo ves? El pájaro vio algo y emprendió el vuelo en su dirección. Se trataba de una enorme línea de zompopos que de lejos parecía un gusano. Cuando volvió a ajustar cuentas con el bromista, éste ya no estaba. María Fernanda Bejarano Rodríguez
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Ilustración: La escuela de las flores. Lily Roxana Cárcamo Rodríguez
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LA ESCUELA DE LAS FLORES A la escuela iban muchas flores: Sofía, Bella, Rosario, Valentina, Soledad y Melissa. Todas eran alegres, lindas y amistosas. Un día llegó un hombre al que no le agradaban las flores. Ese día lluvioso cuando ellas llegaron a la escuela, como siempre se entretuvieron en contar chistes, cuentos y adivinanzas. El hombre, amargado, interrumpió su regocijo cuando llegó. Les dijo: —No quiero bulla ¡cállense! Ellas, entonces, empezaron a cantar. Cantaban, cantaban, y el hombre gritó: —¡Qué feo cantan! ¡Qué feas son ustedes! Inmediatamente se entristecieron y dejaron de cantar. La escuela estaba en silencio. Un niño llegó a la escuela y preguntó: —¿Qué pasa? —Nosotras éramos felices, pero el hombre nos quitó la alegría, dijeron las flores. El niño habló con el hombre y le hizo ver lo malo de su intolerancia. Lo convenció porque prometió no volver a molestar a las flores. La felicidad volvió a aquella escuela. Lily Roxana Cárcamo Rodríguez
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EL LIBRO MELANCÓLICO En una vieja biblioteca, los libros dormían esperando a que alguien los abriera y de ellos brotara sabiduría, inteligencia y conocimientos. Un día, un niño entró a la biblioteca, los libros se quedaron asombrados observando al pequeño que rompió el olvido de aquella habitación. El niño se dirigió a los estantes. Miraba con curiosidad todos los libros, desde la más grandes enciclopedias hasta el pequeño libro de cuentos infantiles. Mientras tanto, su mirada se concentró en un libro pequeño. La curiosidad lo mataba. Aquel libro sintió una chispa de esperanza; de sus hojas empezaron a salir lágrimas en forma de letras. Sabía que ese sería el primer día de su vida en que sería abierto. El niño se preguntaba: —¿Es una enciclopedia?, ¿es un libro de recetas? ¿Es un libro de cuentos? ¿Es un diccionario? Subió una pequeña escalera, tomó el libro y con una gran emoción lo abrió. El libro tenía sus páginas en blanco.
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Las preguntas azotaban la mente de aquel niño. ¿Por qué de aquel libro? ¿Dónde están las palabras? ¿Qué pasó con las ideas del libro? El libro, igualmente se preguntaba: —¿Por qué me escogió a mí? Hay tantos libros en esta biblioteca. Sin embargo, observó algo especial en mí, algo despertó su curiosidad. El niño miró detenidamente los demás libros. Tomó aquel libro y lo abrazó. Le dijo en voz baja: —No te preocupes amigo mío, eres un mapa para este sendero. Eres el agua para este desierto. No fue en vano, no fue por gusto que derramaste todas esas palabras como lágrimas, como perlas sobre la superficie del mar. El libro retomó el aliento, reafirmó sus páginas, y las palabras empezaron a fluir como una fuente. Poco a poco las letras aparecieron, junto a las comas, el punto, los guiones y todos los demás signos. Aquel libro renació. El niño tomó su libro y salió de la biblioteca, pero ese lugar no volvió a ser igual. Ese sentimiento se olvidó, desapareció como estrella fugaz en el firmamento. Los libros recobraron el aliento y la sabiduría inundó sus páginas, esperando que otros niños llegaran. Christopher Enrique Ortiz Perdomo
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Ilustraci贸n: El aguila y el pez. Ledy Nohelia Ponce, Mar铆a Teresa Vallecillo
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EL ÁGUILA Y EL PEZ Un pez que vivía solo y sin amigos, saltaba en el río para entretenerse. Un águila que lo miró brincar se abalanzó sobre él para comérselo. El pececito lo miró y con el tiempo justo se sumergió en el agua. El rapaz volvió a alzar vuelo y el pececito a salir y a brincar. Más furiosa, el águila descendió rápidamente y a punto estuvo de atrapar al pececito que otra vez logró sumergirse a tiempo. Cuando el pececito salió por fin, sin miedo, a la superficie, se sintió muy triste al darse cuenta de que, en realidad, solo podía divertirse jugando con su enemigo, exponiéndose al peligro, porque no tenía amigos. Cristhian Aguilar
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PROBLEMAS LITERALES Una mañana la “B” se levantó muy temprano y vio a la “H” llorando sobre un mueble. La “B” se compadeció y se acercó a consolarla. —¿Qué te pasa amiga? —le preguntó. La “H” le respondió, entre sollozos: —Es que hoy casi no me utilizan y me siento inútil y solitaria. La “B” le dijo que no se sintiera inservible porque todas las letras eran importantes. Y mucho menos se sintiera sola, porque a su lado estaba ella la “B” que nunca se iba a alejar de ella. La “H” le agradeció su apoyo incondicional y se quedaron en silencio. —Quisiera ser una vocal —dijo la “H” con un suspiro. —¿Por qué? —le preguntó su amiga. —Porque las vocales siempre son utilizadas y se encuentran en todas las palabras. ¡Yo quiero ser una vocal! Dijo la “H” con voz de protesta. —No creas —dijo la “B”— ser vocal es un trabajo muy difícil. La vocal “A” se queja porque es muy raro que no salga. Siempre está cansada. La “H” dijo: —Sí, pero ellas siempre van en una palabra y a
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veces van las cinco juntas, como en la palabra EDUCACIÓN. Allí van las cinco juntas y no se separan. Eso no es justo. La “B” dijo que se sentía orgullosa de sí misma, aunque hubiera palabras que la obligaban a estar junto a la “M”, una de sus peores enemigas. La “H” no estaba muy convencida, entonces la “B” puso de ejemplo a la “G” que se sentía imitada porque en algunas palabras la confundían con la “J”. Contó que a la “Z” no le gustaba ser la última del abecedario y también la confundían con la “S”. La “R” se sentía mal porque los niños que empezaban a hablar no la mencionaban a ella, sino a la “L”, y así le fue poniendo ejemplos de todas las letras. La “H” dijo: —tenés razón, todos tenemos problemas y defectos, nadie es perfecto, ahora me siento orgullosa de mí misma y sé que debemos amarnos tal como somos. Te agradezco muchísimo amiga “B” por ayudarme a entender que no somos iguales y que todos tenemos un lugar en el abecedario. Por eso vamos a decirles a los estudiantes: “Aprendan a utilizarnos correctamente, sin errores y así demostrar la cultura y la educación”. Keren Anahí Ortega
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Ilustraciテウn: El Gato. Josテゥ Alex Teruel Benテュtez, テ]gel Isidro Argueta, William Edgardo Ortega
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EL GATO Extrañamente al gatito le gustaba comer repollo y fresas. Un día fue al bosque y se encontró con una palmera de muchos colores. Escuchó música que salía de entre los árboles y siguiendo el sonido llegó muy lejos. El gato ignoraba que la música era una trampa. De repente, un gran chorro de agua le cayó en la cabeza desde arriba de un árbol y los animales que estaban escondidos, salieron a reírse del gato. El gato se puso a llorar. Su llanto se escuchaba por todo el bosque y sus amigos los gatos llegaron y preguntaron: —¿Qué te pasa amigo? Él respondió: —Me tendieron una trampa y se rieron de mí. Los amigos le dijeron: —No te preocupés, nosotros haremos que te sientas feliz. Le dijeron algo al oído y lograron que el gato cantara de felicidad. Paola María Fernández Paz
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LA PELEA DE LOS PLANETAS En un día de mucho pleito, todos los planetas del sistema solar estaban discutiendo sobre quién era el mejor. Todos observaban con asombro, las estrellas no sabían a quién apoyar. El pleito se tornó más intenso, entonces el Sol intervino y les ordenó guardar silencio. Después dijo: —Hable uno a la vez. Entonces Mercurio tomó la palabra y dijo: —Yo soy el mejor, estoy más cerca de vos y soy el más rápido en rotación. Cuando lo escucharon, los demás se enfurecieron. Entonces intervino Júpiter diciendo: —Yo soy el más grande de todos, soy el mayor. El Sol, asombrado, no encontraba una salida a la discusión. Marte y Venus, entretanto, discutían insistiendo en que no podía prevalecer uno sobre el otro. Saturno, sin ninguna modestia, declaró: —Soy el más hermoso, tengo una linda decoración de asteroides y cometas. Aún no había terminado de hablar cuando un cometa iluminó su atmosfera. El ambiente cambió a favor de Saturno. Urano y Neptuno, como eran muy pequeños, decidieron no tomar parte en la controversia. De pronto el Sol, con voz de mando, manifestó:
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—Uno de ustedes, la Tierra, no ha dicho nada aún. ¡Queremos oírte! La tierra, melancólica y con voz de tristeza dijo: —Yo estoy mal. Mis bosques se incendian, mis polos se derriten, mis mares se secan, mi aire se contamina, mi temperatura aumenta, mis animales se extinguen y todo por culpa de los humanos. Yo les di todo y he sido generosa, pero me pagan así. Óiganme todos: Mercurio, Venus, mis vecinos cercanos; Marte, la bolita roja, Júpiter y Saturno, los gigantes. Urano y Neptuno, los más pequeños. En ustedes no hay vida. Ustedes son roca y metales y gases. Yo doy vida y me devuelven crueldad, siento que me desmorono, mi corazón se detiene, mi interior se vacía y muero. Para terminar, quiero agregar que ustedes son felices y orbitan sin problemas, yo corro el riesgo de morir con cada asteroide que pasa cerca de mí. Se hizo un profundo silencio. Los planetas se sintieron apenados. En tanto, el Sol y los otros planetas llegaron a un acuerdo: Nadie era mejor que nadie. Y es muy importante cuidar la naturaleza, cuidar a La Tierra, ella es como nuestra madre. Christopher Enrique Ortiz Perdomo
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Ilustraci贸n: El caballo m谩gico. Edmilson Yohandel Santiago Leiva
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EL CABALLO MÁGICO La gente decía que el caballo era mágico porque lo habían visto volar y no se necesitaba más evidencia. Una noche, un niño escuchó un ruido, se asomó por la ventana, y vio cuando el caballo alzaba vuelo como una paloma. Aún sin creer lo que había visto, corrió a contárselo a su madre, pero ésta estaba dormida. Como el pequeño no confiaba en nadie más, determinó esperar al día siguiente. Apenas amaneció, el niño, desesperado por contarle a su mamá lo que había visto en la noche, fue y se lo dijo. Cuando terminó de contarle todo, su madre sonrió comprensivamente y le dijo que tal vez solo fue un sueño. El niño se fue desilusionado porque su madre no creyó lo que le había dicho. Pasaron muchos días y otra noche su madre salió a ver la luna y tampoco podía creer lo que estaban viendo sus ojos. La silueta de un caballo volando se perfilaba nítidamente contra la gran luna llena. Vera Sofía Vega Amaya
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EL PEZ En un pueblo muy poblado, dos pequeños hermanos siempre iban a pescar a un pequeño lago de los alrededores. Un día, uno de ellos atrapó un pez grande, de ojos azules, escamas coloridas y aletas medianas. Los niños del pueblo estaban sorprendidos al ver aquel extraño pez retorciéndose en el fondo de una cubeta de plástico. Más, lo realmente maravilloso, lo que a todos dejó con las quijadas caídas por el asombro, fue que el pez tenía la virtud de hablar, —Por lo que más quieran, ¡déjenme ir! —suplicaba. Los hermanos se miraron entre sí y el pez, mirándolos con sus ojos azules, les dijo: —Si ustedes me dejan ir, yo mismo les concederé un deseo. Los pequeños pensaron y pensaron hasta que le dijeron al pez mágico que sí. Entonces el pez les dijo que pidieran algo. El hermano mayor pidió una bicicleta y el hermano menor pidió que le concediera una familia feliz. El pez mágico entregó la bicicleta al hermano mayor y éste se fue feliz con su bicicleta sin esperar a su hermano.
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El pez le dijo al pequeño: —Oíme, no te vayás. El niño le dijo: —¿Qué pasó? —No fuiste egoísta como tu hermano y eso te hace una buena persona. Siempre serás mi amigo. Adiós —se despidió. Observando que el niño dejó caer una lágrima. El pez agregó: —No llorés, que siempre estaré contigo. Cuando se fue, le apareció un collar con un amuleto en forma de pez en el cuello al pequeño. Desde entonces el niño trae su collar porque sabe que lo librará de todo mal. Vera Sofía Vega Amaya
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UN CONEJO LLAMADO CUCÚ Cucú era un conejo que vivía en el bosque con cinco de sus amigos: Un perro, un caballo, un gato, una tortuga y una ardilla. Al caballo lo conoció en una aldea llamada Jalapa, cerca de una laguna. Se entretenía viendo a un enorme cocodrilo, cuando vio pasar al caballo con una pata herida. —¡Hey…! ¿Qué te pasó? —le dijo Cucú, al mirarlo. —Unos perros me siguieron y me mordieron—le informó, entre quejidos, el caballo. —¿Y cómo te llamás? —continuó Cucú, muy amistoso. —Mi nombre es Colorido — respondió el caballo. ucú lo invitó a su casa y le recomendó no C acercarse al cocodrilo.
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Iban hacia la casa de Cucú cuando se les agregó el perro Bomby. El caballo, al verlo, se asustó. —No temás —le dijó Cucú— Bomby es amigo mío. —¿Para dónde van? — preguntó Bomby. —Vamos a mi casa con mi nuevo amigo Colorido. ¿Querés venir? —Sí, dijo Bomby. Y juntos siguieron caminando. Sobre cómo conoció a sus otros amigos el conejo Cucú, les contaré otro día. Sinthia Nayely Alvarado Guzmán
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EL PERRO Y EL GIRASOL A un perro le gustaban los girasoles. Supo que los girasoles presentaban siempre su cara ante el sol y eso le gustó mucho. Un día iba caminando por el pasillo de su casa, encontró uno de ellos. Pronto se hicieron amigos. Más tarde llevó al conejo a un campo lleno de girasoles y su amigo girasol les enseñó cómo hay que dar siempre la cara al sol. El perro y el conejo ahora andan tan orgullosos como los girasoles. Katherine Liliana Reyes Bardales
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MARIPOSA, FLOR Y COMETA Una cometa de colores se elevaba por el cielo, mientras una mariposa bajaba hasta un bello jardín. Había allí una flor de color rosa. La mariposa se acercó a la flor y la cometa siguió volando en busca de un arcoíris. Dania Chávez, Karina Lemus, Yeimy Trejo
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PELUDA Y CON SOMBRERO La jirafa era pelada, o pelona, como dicen en otras partes. Por eso soñaba con tener una larga cabellera. Un día se aplicó un gel para crecimiento de pelos y se puso un sombrero negro. Al mes, a la jirafa le empezó a salir pelo. A los cinco meses tenía el pelo muy largo. Sin embargo, le habían dicho que lucía guapa y por eso seguía usando sombrero. Ahora le decían la jirafa peluda y lucía con orgullo su sombrero.
Diana Sofía Salguero
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EL CONEJO Un conejo ermitaño decidió un día salir a gritar en lo alto de una colina. —¡Quiero tener amigos! —gritó largamente y con voz fuerte. El eco se fue muy lejos, rebotando entre riscos y cañadas, y otros animales que escucharon el grito, detrás de una montaña, dijeron: —Alguien quiere compañía. Al rato llegaron y encontraron, más triste que nunca, al conejo ermitaño. Lo invitaron a jugar y a comer zanahorias y en eso estuvieron mucho tiempo. Cuando se hizo tarde, los nuevos amigos se prepararon para marcharse. El conejo les imploró que no se fueran. —Venite con nosotros —le dijeron. Y el conejo, feliz, se fue con ellos. Álvaro Samuel Orelllana
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EL JARDÍN DE CHOCOLATE se terminó de imprimir en_______________________ en diciembre, 2015; Tegucigalpa, Honduras. Su tiraje consta de 5,600 ejemplares.