La reina de las flores

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La reina de las

f lores

Ilustraci贸n: Elena S谩nchez

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LA REINA DE LAS FLORES La lectura debe convertirse en una práctica diaria que agrade y estimule la alegría de los niños y niñas, de modo que cada vez que se abra un libro, los niños esperen ese momento con alegría y entusiasmo. En los primeros años escolares, la lectura debe producir la sensación de goce placentero, el deleite por el sonido, la música y la forma de las construcciones literarias. Es primordial la sensibilización por la belleza de la palabra antes que la decodificación del signo o el reconocimiento del significado del texto escrito. El propósito de la Colección SI CREO Y LEO, ME RECREO, es contribuir en el fortalecimiento de habilidades de lectura en el primer ciclo escolar. Porque estamos seguros que en nuestros niños y niñas reside una gran capacidad creativa, que cuentan con un acervo lúdico fantástico producto de la imaginación social de nuestro pueblo, y que basta estimular un ambiente, un espacio amistoso con su propia imaginación, para que fluyan los personajes y las situaciones fantásticas en forma de relatos, cuentos, chistes, etc.; herramientas educativas clave para propiciar una actitud favorable a la búsqueda del conocimiento por cuenta propia. La reina de las flores es una muestra de la exquisita imaginación de las niñas y niños progreseños. Su visión variada y colorida, su sentido del humor y la fuerza de sus inusitados inventos, son una poderosa evidencia de su capacidad para generar su propio conocimiento y, sobre todo, del valioso recurso de su participación activa en la implementación del ENFOQUE COMUNICATIVO FUNCIONAL. Por eso esperamos que estos textos sean leídos con entusiasmo y orgullo en cada escuela de la ciudad de El Progreso, porque han sido creados por la insuperable creatividad de los estudiantes y, sin duda alguna, lograrán un disfrute pleno en cada sesión de clase, en cada recreo, en cada oportunidad en que sus páginas se abran en las manos de los niños. Nuestro reconocimiento a los facilitadores literarios Luis García y Héctor Antonio Mejía, por su meritoria contribución en esta producción, lo mismo que a Jorge Medina García, por su dedicación cuidadosa en la edición final. Estamos seguros que la comunidad progreseña sentirá el orgullo de contar con una obra hecha con primor, con profundo cariño por sus niños y niñas, y al cuidado de valiosos ciudadanos comprometidos con una educación de calidad para el país.

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A LAS Y LOS DOCENTES Y ESTUDIANTES Uno de los conocimientos más valiosos con que contamos, es que para aprender hay que leer. Los libros son las puertas al conocimiento y no podemos abrirlas si no sabemos leer. Los libros nos llevan a mundos de imaginación mientras satisfacen nuestra curiosidad natural, nuestro deseo de aprender. Lo primero es aprender a leer, y solo se puede lograr leyendo. Solo la lectura permanente nos convierte en buenas y buenos lectores, por eso hay que leer todos los días. Esta colección de textos escritos por los niños y niñas de El Progreso, Yoro, está llena de fantasía e imaginación, por eso creemos que despertará un gusto especial por la lectura, y logrará divertir a estudiantes, maestros y maestras. Fueron hechos para ser compartidos en la escuela, la familia y en los espacios públicos de la comunidad. Debemos hacer de la lectura una empresa de todos y todas hasta que las niñas y niños logren una lectura fluida y comprensiva, con la dicción adecuada, de esa manera lograremos mejores rendimientos académicos. Docentes de español han recomendado que los alumnos y alumnas propongan actividades para fomentar la lectura con este libro, que se realicen actividades no solo en el aula, sino en el patio de la escuela y en la casa. Por ello es recomendable crear un programa de lectura que funcione periódicamente, de manera semanal y mensual. Que se organicen las niñas y niños lectores y se realicen lecturas propuestas por ellos y ellas, que compartan sus experiencias de lectura en la casa y en la escuela y que siempre se comente lo que se haya leído. ¡Disfruten una creación maravillosa!

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RECOMENDACIONES PARA LEER EN FAMILIA La lectura en familia es la más recomendable porque en la convivencia podemos compartir dudas, sugerir ideas y solucionar dificultades. Algunas recomendaciones para la lectura en la familia son las siguientes:

✓✓ Definir una hora en el día y un espacio en la casa para leer. ✓✓ El lugar debe ser cómodo y estar iluminado. ✓✓ Seleccionar juntos o juntas el texto que se va a leer. ✓✓ A las niñas y niños pequeños hay que señalarles con el dedo las palabras mientras se leen, esto les servirá para relacionar lo escrito con lo que oyen.

✓✓ Siempre hay que explorar el título, haciendo que la niña o niño lector participe intentando anticiparse al contenido del texto.

✓✓ También hay que explorar lo que observan en las imágenes haciendo preguntas sobre qué ven y a qué se refiere.

✓✓ Interrogarlos(as) cada vez que sea necesario para saber lo que imaginan sucederá a continuación.

✓✓ Solicitarles que cambien el final de un cuento o relato si lo desean. ✓✓ Al final de la lectura, preguntar sobre qué se leyó, a qué se refirió el texto, qué opina de él, si les gustó.

¡Leer en familia es una gran idea!

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ÍNDICE EL ALICHERO MAYOR MÁGICA MAÑANA LLUVIA DE LIBROS EL PEZ QUE DESEABA TENER PATAS EL ESCRITOR EL MUÑECO PIRULÍN, PIN, PON ANDAR EN BICICLETA EL CUENTO DE UNA SEÑORA CUERPO ESPINCITO EL CAMPO DE FÚTBOL UNA HOJA FELIZ LA MAESTRA CARA BLANCA EL ÁRBOL AMBORUTIQUE PENSAMIENTOS LÁPIZ DE CARBÓN, PASOS DE LEÓN LA REINA DE LAS FLORES LA PIÑA Y EL PAÑUELO EL ANILLO DE LA REINA PROGRESEÑA SARAGÉN CASITA DE BASURA

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ALMENDRINA LA BELLEZA DEL HUERTO EL LADRÓN DE PASTELES EL VERDULERO LA REINA COCOTERA LOS MARINEROS HOJANDRA EL CAPITÁN EL PUENTE DORADO KRONONCHI SARAMARAJARA POÉTICA JUEGO DE LUNA UN PEZ EXTRAORDINARIO CHONKY PONKY LA MOCHILA MISTERIOSA EL CHICO VERDE EL DUENDE DEL RÍO ULÚA

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el mu a S n: aci贸 r t s u l I

s ero u g Tri

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Lecturas de

El Progreso, Yoro

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La reina de las f lores

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Ilustración: El azadón mágico. Elver Josué Álvarez Ramos y Catherine Mercedes Barahona

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EL ALICHERO MAYOR En un lejano reino habitaba un extraño rey que se llamaba El Alichero Mayor, este nombre lo adquirió por su predilección absoluta hacia las lichas. La roja y suculenta licha era su fruta favorita. En el segundo lugar de su gusto estaban las almendras. Si no había lichas siempre lograba consolarse con unas almendras. Una vez el rey organizó una fiesta e invitó a muchas personas. Por supuesto todos los ornamentos fueron rojos y el plato principal era un gran pastel confeccionado a base de almendras y de lichas. Después del baile se sentaron a cenar y los meseros reales ofrecieron una porción de pastel a cada invitado. Cuando probaron el primer bocado, fueron muchos los que opinaron que el pastel estaba horrible. El Alichero Mayor, decepcionado, emigró de su reino y se aposentó en una isla lejana. Cuando ofreció su primera fiesta, regaló a sus invitados un nuevo pastel a base de lichas y cuando ordenó a sus meseros que les brindaran un platillo extra con pastel de almendras y se dio cuenta de que todos comían con fruición ambos pasteles, brincando de alegría supo sin lugar a dudas que ese era el lugar donde debía quedarse. Celeste Estrada y Génesis Figueroa

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MÁGICA MAÑANA Cierto día de sol, una niña se encontró con muchas rosas rojas por el camino hacia el bosque y todo le pareció muy lindo y luminoso. Conforme se iba la tarde y las rosas y el sol se iban apagando, ella se sintió algo desanimada. Regresó a su casa y esa noche se observó más triste mirando la luna desde su ventana. Su mamá la contempló largo rato y al final le entregó un cuaderno de dibujo. La niña recordó que estaban en un 30 de mayo y se dispuso a dibujar un árbol. Luego cayó rendida sobre su cama y se durmió de golpe. En la mañana siguiente, la niña despertó y se enteró de que un radiante sol iluminaba su dormitorio. Entonces vio el pequeño árbol que había dibujado lleno de sabrosos mangos amarillos. Ella, verdaderamente asombrada, cogió uno. —Lávalo antes de comértelo —le dijo su madre desde la cocina, con una sonrisa traviesa. Sara Gabriela Inestroza Quintero

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LLUVIA DE LIBROS Hay un pueblo muy lejano donde existía una gran biblioteca colmada de libros. La biblioteca siempre era visitada por niños y niñas de todas las edades, que leían, se divertían leyendo y aprendían muchas cosas buenas. Una niña de la escuela local iba allí todos los días y aprendía tanto que los libros acabaron por ser sus mejores amigos. Llegó a conocer a casi todos por su nombre y platicaba y se reía mucho con cada uno de ellos. Un día que llegó como siempre a leer un rato, se encontró con que todos sus libros amigos habían sido robados. Lloró desconsoladamente mucho tiempo. Siguiendo el consejo de una amiga, al día siguiente fueron al bosque a buscar una maga y le contaron su tragedia. —No se preocupen —les dijo la maga. Al siguiente día todos vieron la enorme burbuja que apareció en el cielo y se dirigió a los portones de la biblioteca, donde explotó en una cascada de libros. Caían libros de todos los tamaños y colores. Los habitantes del pueblo fueron al lugar a recoger libros y leerlos con gran alegría. Desde entonces todos los días llueven libros en la biblioteca y la gente acude a recogerlos como si se tratara de comida. El pueblo ya no tiene el mismo nombre de antes. Ahora le dicen “El pueblo de la lluvia de libros”. Elvis Fernando Orellana López

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Ilustraci贸n: El pez que quer铆a patas. Harai L贸pez Rivera y Kenneth D铆az

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EL PEZ QUE DESEABA TENER PATAS Un pez tenía la ambición de salir del río a caminar por sus orillas. Miraba una cabra que solía llegar a tomar agua y se quedaba contemplándola con envidia. Un día le imploró: —Cabrita, cabrita, tú que eres tan bonita, concédeme la gracia de un deseo especia! —¿Qué es lo que quieres, pececito? —le contestó la cabra. —Mi único deseo es tener patas —confesó el pequeño pez. La cabra lo pensó un rato, porque siempre hay que pensar lo que se va a hacer y al final le dijo: —Yo conozco la palabra mágica que te concederá el deseo, pero debes permitirme llegar aquí a tomar agua cada día. El pececillo aceptó la oferta de inmediato y la cabra le susurró al oído: “Siquiritiqui”. Ni había terminado de escucharla cuando ya estaba repitiéndola bajo del agua: Siquiritiqui, Siquiritiqui. De pronto el pececito sintió que las aletas inferiores se le transformaban en una especie de patas que le ayudaron a caminar muy bien en las playas del río. De allí en lo sucesivo los días se le fueron entre correr y caminar dentro y fuera del río y no se ha olvidado de la palabra especial porque piensa contársela a alguna linda pececita que acepte ser su novia. Harai López y Kenneth Díaz

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EL ESCRITOR Él solo era una persona muy amable, hasta que un día se encontró con un cuaderno enterrado en el suelo del patio de su casa. Alguna virtud debió tener ese cuaderno cuando aquel señor escribía en sus páginas, porque todo cuento que allí escribía, de inmediato se hacía realidad. Un día escribió un cuento sobre un toro que hablaba y en cuanto fueron al campo se encontraron con uno que estaba contando chistes a unos terneros. Otro día hizo un cuento sobre una vaca bailarina y dos horas más tarde apareció una vaca en la escuela bailando reguetón. Una vez escribió un cuento sobre él mismo, contando que era un escritor y de repente se encontró en una tienda de zapatos que también era librería, firmando unos libros muy buenos que él había escrito. Ahora mientras sopla esta brisa fresca y olorosa. Ahora que hemos barrido las calles, que hemos enterrado la basura, que hemos plantado tantos árboles a la orilla del río, que hemos llevado comida a los ancianitos del asilo, estamos aquí todos juntos en este lindo parque, jugando y cantando, porque el escritor ha escrito por fin, el hermoso cuento de la paz. Elvis Fernando Orellana López

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EL MUÑECO Cuentan que muy lejos de aquí vivía una señorita llamada Jazmín a quien le gustaba mucho cocinar. Sin embargo era más conocida porque tenía un muñeco mágico. Los vecinos curiosos iban a ver al muñeco y Jazmín le restaba importancia: —Ese muñeco mágico no funciona —les decía— le he pedido muchas cosas y ninguna me ha concedido. Como la señorita era pobre y habitaba en una choza muy humilde, le pedía que le construyera una casa y el muñeco seguía sin contestar. Una tarde, Jazmín, muy desesperada por no saber cómo mejorar su condición le imploró al muñeco: —Muñequito, muñequito, concédeme ser más estudiosa, tener muchos amigos, un trabajo para mi mamá y alegría para nuestro hogar. Entonces el muñeco sonrió y le concedió todos aquellos deseos. Jazmín ahora está estudiando para enseñar a los niños. Jared Mejía y Edickson Manzanares

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Ilustraci贸n: Pirul铆n pin pon. Kelsy Escobar y Katherine Escobar

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PIRULÍN, PIN, PON Aquella noche, el mago que ofrecía su espectáculo en el teatro del pueblo, en un descuido, dijo al revés las palabras encantadas y mandó al conejo del público que se había ofrecido como ayudante, a la gran porra grande. El público, cuando vio que el conejo no volvía a aparecer en el escenario, comenzó a gritarle al mago y a tirarle huevos y tomates. El conejo, que había caído en una tomatera venenosa, estaba en peores aprietos. De repente, entre la lluvia de objetos que todos le arrojaban, el mago recordó la fórmula para arreglar el problema: —¡Pirulín, pin, pon. Resuelve esta situación! —gritó con acento triunfante. En ese instante el conejo, despeinado y sucio, apareció sobre el escenario y el público volvió a aplaudir bastante entusiasmado. Todos parecían estar muy satisfechos pero no podemos decir lo mismo del conejo que en aquel momento, blandiendo un garrote, perseguía al mago por todo el escenario.

Katherin Escobar y Kelsy Escobar

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ANDAR EN BICICLETA Kendi jugaba todo el día con su hermanito Jorge. Miraba pasar otras niñas en sus bicicletas pero ella seguía jugando con Jorge. A este le encantaba jugar fútbol y ella jugaba con él durante mucho tiempo. La verdad es que ella podía jugar con su hermano todo tipo de juegos pero ninguno le satisfacía completamente. Una vez se le acercó una de esas amigas que andaba en bicicleta y le preguntó: —¿Querés pasear en mi bicicleta? —No, gracias —contestó Kendi— prefiero hacer otra cosa mejor que andar pedaleando. Sin embargo, ya en su habitación se preguntaba cómo sería andar en bicicleta. Su padre, que era muy observador, el día en que Kendi cumplió años, le regaló una hermosa bicicleta. Debió ser un gran esfuerzo para él. Con mucha paciencia le enseñó a manejarla y un día Kendi descubrió que andar en bicicleta era la experiencia más maravillosa que había vivido. Iba en ella a la escuela, salían a pasear, se sentía libre cuando andaba sobre ella, casi no se separaba de su flamante bicicleta. De vez en cuando compartía algún juego con su hermano, pero ahora podía decir que su juego favorito siempre sería andar en bicicleta. Dayelly Esmeralda Sánchez Bonilla

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EL CUENTO DE UNA SEÑORA En la aldea había una casa y en la casa estaba una silla y en la silla se sentaba una señora con un lápiz amarillo en su mano. La dulce señora escribía un cuento para sus nietos. El cuento se trataba de una ranita aficionada a comerse las flores de las plantas. Pensaba en lo lindo que serían los seres que se alimentaban con flores. La ranita gustaba de salir a pasear por las riveras de los ríos, subirse a las piedras, comer mosquitos y zancudos y sobre todo comer flores y verduras. Por eso solía ir a la hortaliza que había enfrente de una casa grande y bonita. Aquella vez que llegó allí, había una canasta repleta de verduras y de flores depositada bajo de un árbol. Sin pensarlo mucho, la ranita de un brinco se metió en la canasta. Cuando el dueño de la canasta la descubrió muy disgustado y la echó afuera, la ranita se fue alegre y satisfecha con el banquete de flores que había disfrutado. Edickson Manzanares

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Ilustración: Cuerpo Espincito. Eyim Gabriela Rodríguez Argueda y Henyel René Mejía Hernández

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CUERPO ESPINCITO En cierto lugar del bosque reinaba Cuerpo Espincito. Este era un rey querido y respetado por todos los animales. Aunque todos ellos se llevaban muy bien entre sí, algunos cazadores se adentraban al bosque para capturarlos y venderlos. Eso hizo que el rey se preocupara por la seguridad de su pueblo y promocionara muchos seminarios de protección personal para que se cuidaran unos a otros en cualquier emergencia. A todos los incitaba para que asistieran a esos seminarios y aprendieran muchas técnicas sobre cuidado personal. Un día que nadie quiere recordar, unos cazadores penetraron al bosque y secuestraron al rey Cuerpo Espincito. Hubo muchos llantos y lamentos entre los animalitos. —Esto es una emergencia —decían todos preocupados. —Recordemos lo que aprendimos en los seminarios — añadían otros. De esta manera se fueron reuniendo, se organizaron y pusieron en práctica las lecciones que habían recibido. Investigando y preguntando por aquí y por allá, salieron del bosque y a lo lejos escucharon las protestas y lamentos de su rey. Con mucho esfuerzo, lo encontraron encerrado en una jaula en los predios de una casa de campo. Regresaron al bosque muy contentos de haber liberado a su rey y de haber aprovechado sus sabias enseñanzas. Harai López y Kenneth Díaz

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EL CAMPO DE FÚTBOL El mediodía en que íbamos a jugar fútbol, yo andaba descalzo y me tropecé con una gran piedra. Así que ese fue mi “adiós al fútbol” porque regresé llorando a mi casa. A la vista de mi sangrante dedo pulgar, mis padres me curaron y para consolarme me dieron una manzana y una pera. También me permitieron mirar un programa de televisión. En un árbol gigantesco correteaba un león, persiguiendo a una pantera y a un ratón. Luego me aburrí y me puse a pensar cuántos cuadernos, o lápices o muebles podrían derivarse de aquel hermoso árbol. Pero entonces los animales no tendrían donde jugar. Mucho rato después salí a la calle rengueando y me dirigí al campo de fútbol. Ya no había nadie allí. Solo miré una flor solitaria a la orilla de la cancha. Contemplé esa flor durante un rato y fue como si me estuviera mirando ante un espejo. Fernando Rivera

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UNA HOJA FELIZ La hoja se balanceaba en el árbol, muy feliz, con sus demás compañeras. Se veía verde y resplandeciente en la rama más alta que el viento mecía alegremente, cuando de pronto sobrevino la terrible tormenta. Una ráfaga de viento la arrancó de su rama, la envolvió en un remolino de polvo, papeles y hojarascas y la dejó tirada en el suelo, húmeda y enlodada, como si fuera una basura. La hoja lloró amargamente cuando se vio en aquel estado, tan lejos de su árbol y de sus demás compañeras. Se sentía muy sola y muy triste cuando una niña que pasaba por allí con su madre, la recogió. —¡Mirá mamá qué hoja tan linda! —exclamó— la pondré en mi colección de hojas preciosas y la llevaré a la escuela —siguió diciendo muy entusiasmada. En la escuela, el maestro concedió a la hojita un primer lugar. Ahora estaba dentro de una vitrina con otras hojas muy bellas y todos la llamaban “La hojita feliz”. De esa manera aprendió que se puede ser feliz en cualquier parte. Karla Romero y Silvia Flores

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Ilustración: La maestra. Kathy Fabiola Fernández Alemán y Yeilin Dayana Núñez

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LA MAESTRA La maestra era bella. Algunas tardes se detenía a contemplar las blanquísimas flores y las hojas amarillas de los limonares. Recuerdo que encima de un pupitre donde solía sentarse había un clavo en la pared donde colgaba una flor. Poseía un lápiz con un borrador en forma de pez a modo de cabeza y en el árbol de enfrente colgaba los anteojos de la abuela que tuvo. La maestra ya no está. Nosotros siempre la recordamos al mirar los azahares y las hojas de los polvorientos limonares. Kathy Fabiola Fernández Alemán y Yeilin Dayana Núñez

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CARA BLANCA En la selva, un mono cara blanca, haciendo uso de la fuerza bruta, logró imponerse sobre los demás y se hizo nombrar Rey de la selva. Sus súbditos le temían pero no lo querían porque les obligaba a trabajar para su provecho mientras se dedicaba a holgazanear y a castigar sus errores. Llegaba a la crueldad de dejarlos sin comer hasta tres días y los monitos ya no aguantaban su estado de esclavitud. Un día tormentoso el mono opresor escuchó un gran estruendo en el bosque y sintió mucho miedo. El ruido no era un trueno como él imaginaba sino que era el estruendo de un mono tan grande como un chimpancé que llegó a quitarle su reino del mismo modo como lo había adquirido, o sea por la fuerza. Tan grande fue la paliza que recibió el mono cara blanca que nadie lo volvió a ver nunca más en aquella parte del bosque. El nuevo rey abolió la esclavitud, implantó un sistema de justicia y declaró muy firmemente que todos eran iguales ante la ley. Eso bastó para que la selva volviera a ser un lugar placentero. Kathy Fabiola Fernández Alemán

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EL ÁRBOL

El árbol quiso nacer al pie de la montaña para estar más cerca del lago. Desde allí resplandece ante el mismo sol que dora las naranjas más abajo. Es solo un pino vegetal barbado de esperanzas. Nervio y raíz del universo. Dentro del corazón de sus semillas habita una emoción que se despierta cuando las reclinamos unos días sobre el mullido espacio de la tierra. Silvia Calderón y Juan Carlos Zaldívar

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Ilustraci贸n: Amborutique. Daniela Monserrat y Elsy Yolani Valladares

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AMBORUTIQUE En nuestro pueblo vivía un niño que a pesar de ser rico quería ser como la gente pobre. Por eso le gustaba ayudar a esta gente. Sin embargo su padre, un señor muy orgulloso, no se lo permitía. Por eso el niño siempre estaba muy triste. Un día se encontró con un señor que tenía conocimientos de magia y le contó su problema: —Yo quiero ayudar a los pobres, pero mi papá no me deja. El señor le tuvo lástima y le aconsejó: —Esta noche decile a tú papá la palabra “Amborutique”. Es una palabra mágica que ablandará el corazón de tu padre. El niño siguió las instrucciones del mago y ahora él y su padre tienen fama de ser personas buenas y generosas. Neybi Nayeli López, Elsy Yolani Valladares

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PENSAMIENTOS Tengo libros que tienen a su vez, siluetas de luceros y de lunas. Muy cerca de mi casa hay un árbol que cuela los impulsos de la brisa. Mi madre hace bebidas con los azahares y las hojas de los verdes limonares y en los días opacos las nubes se alimentan con los últimos rayos del sol. Elvis Fernando Orellana L y Romel Daniel Gradis G.

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LÁPIZ DE CARBÓN, PASOS DE LEÓN Aunque Celeste pensaba que no tenía vocación para escribir cuentos, cierta vez decidió hacer el intento de escribir uno. —Nunca sabré si puedo o no puedo si no me pongo a hacerlo —se dijo. Sin embargo, pronto se encontró con el primer problema. Tenía papel, tenía una mesa y una silla, sabía escribir, conocía muchas palabras y tenía toda la voluntad, pero no poseía un lápiz. Cuando llegó su papá, le relató su problema. —Te llevaré esta noche al centro comercial para comprarte uno —le dijo él mientras le acariciaba la cabeza. Así fue. Llegada la noche fueron a la tienda de útiles escolares y había tantos y tan bonitos lápices que Celeste se demoró mucho al escoger uno. Seleccionó un lápiz verde, sencillo y barato, porque sabía que su papá no disponía de mucho dinero. Cuando estaba guardándolo en su bolso, el lápiz le dijo: —Hola, Celeste. —¡Vos podés hablar! —exclamó ella con los ojos muy abiertos. El lápiz se calló porque vio que el padre de Celeste se acercaba de nuevo. De vuelta en la casa, el lápiz volvió a hablar y le contó un secreto: Cada vez que pensara en la sílaba “blus” le llegarían muchas ideas a su mente para escribir un cuento. —Blus —dijo Celeste, y al cabo de quince minutos este mismo cuento estaba terminado. Dayelly Esmeralda Sánchez Bonilla y Natalia Raquel Martínez Cruz

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Ilustraci贸n: La reina de las flores. G茅nesis Figueroa y Celeste Estrada

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LA REINA DE LAS FLORES Sí, así es la reina de las flores, la chica más bella de la ciudad y la que tiene altas riquezas. Ella ayuda a los niños pobres, a las personas que no tienen donde vivir. Ella es como el sol y el mar. Sale en carruaje y la acompañan sus dos hijas Florencia y Florentina. Sus hijas exhalan la belleza del mundo y su esposo Florencio la acompaña en las compras. En sus cuerpos brillas las joyas hermosas cubiertas de oro fino, la gente al verlas brillar piensan que es la reina de las flores y las joyas. Su casa es todo un palacio de cristal, con un jardín resplandeciente lleno de flores. Ella tiene una estatua de su propio rostro y en el palacio el piso es de cerámica brillante. En su cuarto, su cama es muy grande y en medio de sus joyas tiene guardado un diamante de cristal que significa que ella será siempre la reina de las flores. Así cuenta esta historia.

Dayelly Esmeralda Sánchez Bonilla y Natalia Raquel Martínez Cruz

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LA PIÑA Y EL PAÑUELO La piña y el pañuelo morado de alguna manera se hicieron amigos. Como vivían en lugares diferentes no podían verse tan frecuentemente como deseaban. Por eso decidieron que la piña se mudara a vivir con el pañuelo en la ciudad sumamente tranquila donde éste vivía. La mudanza no ocurrió al revés porque la piña era residente de un lugar lleno de gente que en cuanto la veía pensaba en comérsela y el pañuelo muy prudente, pensó que en cuanto lo vieran a él, querrían sonarse sus narices. De modo que la piña se mudó y ambos vivieron muy felices. Kelsy Escobar y Juan Carlos Zaldívar

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EL ANILLO DE LA REINA PROGRESEÑA En la ciudad de El Progreso vivió una niña que siempre soñó con ser Reina de la Feria. Concursó muchas veces y perdió otras tantas pero al fin un día se ganó el concurso y fue coronada como la Reina de la Feria Progreseña. El día de su coronación le regalaron un anillo de brillantes, muy hermoso. Hay gente que dice que ese anillo es mágico. Poco a poco se sospechó que esto era muy cierto porque la niña todos los años resultaba electa como Reina de El Progreso. Ahora nadie lo duda. ¿Mira usted aquella anciana que va saliendo de la iglesia con su vestido blanco y su anillo de brillantes? Ella es la Reina de la Feria Progreseña 2015. Blanca Alicia Lara Rubio

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Ilustración: La historia de Saragén. Sara Gabriela Inestroza Quintero y Génesis Abigail Anariba Enamorado

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SARAGÉN En Júpiter existió una princesa llamada Saragén. Controlaba la polinización de las flores y era apenas una partícula. Eso sí. Era la partícula más bella que alguien hubiera visto nunca. Como las cosas bellas suelen despertar muchas envidias, había algunos seres malignos que deseaban echar a perder todas sus flores mientras ella dormía. Sorprendió a los maleantes despertando de pronto y logró capturarlos con sus poderes. El rey mandó a encarcelarlos y en la cárcel estuvieran si Saragén no los hubiera perdonado como se lo pidieron. Ella cree que todos se merecen una segunda oportunidad y que la envidia es un sentimiento tan dañino que bien merece tres oportunidades. Sara Gabriela Inestroza Quintero y Génesis Abigail Anariba Enamorado

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CASITA DE BASURA La casa era muy bonita y estaba pintada de rojo. Desde afuera todo se veía normal pero al entrar en ella te enterabas de que permanecía llena de basura porque sus inquilinos nunca la limpiaban. Esto entristecía mucho a la casita, llena de malos olores, porque ella deseaba ser tan aseada como todas las demás del vecindario. Soñaba y soñaba, con volverse una casa normal. Un día pensó: —Ya sé, voy a rajar un poco más mis paredes y a despintarme los colores —así lo hizo. Los habitantes de la casa, viendo que la casa podía caerles encima decidieron abandonarla y el propietario para volver a alquilarla tuvo que hacer una limpieza general, reparar sus paredes y pintarlas. De esta manera pronto pudo alquilarla. Los recientes inquilinos son personas de buenas costumbres que la asean diariamente, le ponen macetas con flores en sus ventanas y le encienden candelas aromáticas en cada uno de sus cuartos. La casa de basura ha vuelto a ser muy dichosa. Ever Nahún Agüero Aranda

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ALMENDRINA Hace diez y ocho años, una semilla de almendro denominada Almendrina, explotó en cólera cuando se enteró de la forma en que la gente estaba destruyendo no solo a los árboles de almendro sino a todos los árboles en general. Pinos, cedros, caobas, robles, encinos, quebrachos, sanjuanes, etc. Los cortaban para leña, para postes, para hacer carbón, para hacer casas y muebles y los cortaban hasta por el puro gusto. Otros los quemaban o descombraban para sembrar granos de toda clase. Almendrina en verdad, estaba enfadada. Una mañana entró a las oficinas del gobierno y les dijo muchas verdades a los funcionarios. Les reclamó por arrancar los árboles y por la falta de apoyo para los parques y las áreas verdes. —No podemos confiar en ustedes —les dijo. Los empleados muy apenados prometieron que nunca más permitirían la depredación del bosque. Esdras Moisés Banegas Romero y Ever Josué Rodríguez Rivas

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Ilustración: La belleza del huerto. Dayelly Esmeralda Sánchez Bonilla y Natalia Raquel Martínez Cruz

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LA BELLEZA DEL HUERTO ¡Cuánta tranquilidad se siente en nuestro huerto, este domingo! Cantan las aves, buscan miel las abejas como locas, las fresas se ven jugosas y casi todos los árboles permanecen llenos de frutos. Cuando llegue el otoño sus hojas se marchitarán y se caerán, pero ahora están verdes y relucientes. Todo parece estar colmado de alegría. Mariposas de colores vuelan sobre las flores engalanadas, los perros corretean en derredor y un cielo azul sin nubes nos cubre con su manto. El sol dora nuestro huerto y mis hermanitos y mis amigos se deslizan, gritando, en el tobogán. Todo es hermoso, pero pienso que lo más grande es el amor que nos tenemos. Celeste Estrada y Génesis Figueroa

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EL LADRÓN DE PASTELES Las hermanas gemelas estaban de cumpleaños y su abuela les había cocinado un par de deliciosos pasteles. Cuando salieron del horno, los puso a enfriar un poco sobre el alféizar de la ventana y llegado el momento de volver por ellos no se encontró con ninguno. Todos se alarmaron y quienes más se lamentaban eran las cumpleañeras. —¡Qué cumpleaños tan triste tendremos! —decían acongojadas. De repente un vecino dijo estas palabras: —En el bosque vive un oso roba pasteles. La abuela fue la primera en coger el camino hacia el bosque y no se detuvo hasta que llegó a la puerta de la cueva del oso. Todo el barrio la había seguido. —Devolveme mis pasteles —le exigió al oso, amenazándolo con un garrote, cuando vio que este se acercaba a la entrada.

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Muy avergonzado el oso devolvió los pasteles, disculpándose con todos: —Es que creí que iban a botarlos —le explicaba. La abuela lo invitó a la fiesta de cumpleaños y prometió al oso que le enseñaría a cocinar pasteles para que no anduviera robando. Bien se puede decir que en ese lugar comenzó aquella hermosa fiesta de cumpleaños, porque allí mismo el oso comenzó a bailar. Kelsy Dayelin Escobar

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Ilustraci贸n: El verdulero. Rommel Daniel Gradis, Elvio Fernando Orellana

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EL VERDULERO Era un verdulero normal pero veía tantas películas que supo claramente que su vida iba a cambiar desde aquel día en que amenazó con cerrarle el negocio a una mujer apodada Cara de pera, y quien le colocó una trampa con una caja de tomates. —¡Quedarás en bancarrota! —le advirtió molesto mientras se marchaba. La señora llamó a la policía, pero el verdulero huyó a gran velocidad, atropellando a quien se le cruzara por el camino. Se fue indocumentado y a escondidas para el estado de Texas donde esperaba hacer contacto con famosos músicos y actores de cine. Allá el cine era muy caro y la televisión era en inglés; por eso no volvió a ver películas porque no entendía ni una palabra. Terminó abriendo en Hollywood un pequeño puesto de verduras, se casó con una muchacha luchadora y pasó tranquilamente el resto de su vida.

Elvio Fernando Orellana L. y Rommel Daniel Gradis Galindo

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LA REINA COCOTERA Muy satisfecha y dichosa reinaba en su castillo la reina Cocotera, en el país de los cocos. Ella era quien mandaba sobre los demás cocos y les ordenaba lo que era necesario hacer cada día. Los cocos aceptaban de buen grado sus indicaciones porque ella era bondadosa y nunca los regañaba de mala manera. Un día los sorprendió una tormenta terrible. Las olas del mar se elevaron y la marea subió tanto que el castillo de la reina se destruyó y cayó por los suelos. Cuando pasó el temporal el paisaje era desolador y la reina estaba llorando porque había quedado en la calle. Los cocos, los coquitos y los cocotes, muy apenados por su soberana, se pusieron a trabajar y en dos meses levantaron de nuevo el castillo, que quedó mucho más hermoso que el anterior. La reina estaba emocionada y llena de felicidad. Se sentía muy orgullosa de sus súbditos. Sara Fernanda Vásquez y Blanca Alicia Lara

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LOS MARINEROS Unos mineros, cierta vez, se hicieron a la mar, dentro de un pequeño navío. No tenían mucha experiencia marinera pero les sobraba valor y no les hacía falta decisión. Como no conocían el mar se dirigieron por los caminos más peligrosos. Pasaron por aguas infectadas de tiburones que con sus dientes afilados lograron perforar un agujero en el casco del barquito. Todos entraron en pánico. —Nos hundiremos —decían unos, llorando. —Ayúdanos, Dios Santo —gritaban otros. Al final, el Capitán y sus tripulantes lograron poner un tapón en el boquete abierto y las aguas dejaron de penetrar en la cubierta Más delante sortearon unas rocas peligrosas y lograron eludir un remolino, entre el susto de los tripulantes, pero el Capitán siempre logró hacerles mantener la calma. Cuando arribaron a su destino todos estaban de acuerdo en que habían vivido una gran experiencia. Dayana Romero Mejía

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Ilustraci贸n: Hojandra. Selvin Calder贸n y Juan Carlos Morales

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HOJANDRA Siento que las hojas del almendro son algo misterioso. El viento de las tormentas remece esos árboles con violencia y ellas caen arrancadas brutalmente de sus ramas. ¿Habrá alguna que logre vida propia y comience a retoñar extremidades para moverse entre nosotros? No lo creo. Así lo pensó Hojandra antes de saber que las tormentas terminan con los sueños de las hojas. Con esos sueños de formar una familia y de vivir felices para siempre.

Selvin Calderón y Juan Carlos Zaldívar

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EL CAPITÁN Jok era un marinero experimentado que había surcado los mares en búsqueda de tesoros. Navegó y naufragó en todos los océanos. Sus ojos brillaban cuando oía al vigía que gritaba: —¡Tierra a la vista, Capitán! —y se aprestaba a saltar a los suelos con sus hombres para escarbar aquellas playas, buscando riquezas abandonadas. Casi siempre no encontraban nada o hallaban algunas cuantas monedas antiguas muy oxidadas y entonces regresaban al velero, muy decepcionados. Aquellos desalientos se esfumaban cuando en plena navegación, el vigía volvía a gritar; —¡Tierra firme, Capitán!— y de nuevo se encendían los ojos de aquellos aventureros. Solamente una vez aquellos navegantes recuerdan con emoción haber desenterrado un cofre lleno de joyas que durante tanto tiempo los hizo tan felices. Sin embargo, nadie compara ese instante con aquel que todos recuerdan conteniendo las lágrimas de sus ojos. Todos tienen aún en la memoria la figura del viejo marinero que encaramado en el palo mayor, les parece que grita todavía: —¡Tierra, Capitán, tierra firme! Daniela Monserrat Rodríguez Zamora

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EL PUENTE DORADO Aquel pueblo del interior del país había gozado de gran fama durante el tiempo en que tuvo sobre su viejo riachuelo un hermoso puente dorado. En ese tiempo, la gente venía desde muy lejos para admirar aquel hermoso puente de oro. El comercio y las industrias prosperaban y la gente caminaba satisfecha y contenta por las calles de la ciudad. Un día se robaron la tabla principal del puente dorado y desde entonces comenzó el pueblo a declinar. Los visitantes dejaron de venir, los almacenes y las fábricas cerraban sus puertas, las calles lucían desoladas. Mucha gente se iba a buscar la plataforma dorada en otras partes para que el pueblo volviera a su esplendor, incluso un muchacho de nuestra escuela, pero nadie regresó. Pasaron los meses y los años y se fueron muchos más, hasta que un día, el sacerdote que había terminado la misa con su iglesia vacía, vio un anciano que se acercaba a él con paso vacilante, llevando un gran bulto envuelto sobre sus hombros. —Aquí tiene Padre —le dijo— es la tabla dorada. Aquel anciano era nuestro compañero de escuela. Keneth Alejandro Díaz Cruz

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KRONONCHI El perro que nos llegó hace dos años se llamaba Krononchi. Era muy temido por los gatos porque no conocían su corazón generoso. A pesar de su temible aspecto, cuerpo grande, largos colmillos, Krononchi era muy juguetón y ciertamente muy mágico. —¿Mágico? —dirán ustedes muy sorprendidos y yo entonces les contaré que sus dueños anteriores lo adiestraron en ciencias de la magia y le enseñaron a hablar y a volar. —A ver, enséñeme esa maravilla —me dirán todos ustedes, dudando de mi palabra. —Se ha ido —les contestaré con algo de tristeza. Un día alzó vuelo y no volvió jamás. Aún vivo aquí porque espero que un día cualquiera me llame a este teléfono. Juan Carlos Zaldívar

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SARAMARAJARA Dylan Andrés se dio cuenta que podía ser un gran mago el día que se subió a la rueda de la fortuna y ésta se desprendió de su eje para salir disparada a pasear por las calles de la ciudad, Ahora recuerda el terror que lo embargó, la fuerza con que se agarraba de las rejas de la silla, aquel horrible chirrido de la rueda zafada y los gritos de la gente que se apartaba despavorida, de su camino. Estaban a punto de pasar por encima del cortejo de la reina de la feria, que no se había percatado del peligro cuando una sensación de frescura le invadió su cerebro y la palabra desconocida brotó como un manantial desde las profundidades de su boca: —Saramarajara. La rueda se detuvo y allí supo que estaba destinado a ser uno de los mejores magos del mundo. Selvin Calderón y Juan Carlos Zaldívar

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POÉTICA Mi bicicleta azul es todo mi tesoro, es como un pájaro de oro, que guardo bajo el azul del cielo. Como mi bici no hay ninguna, con ella puedo viajar a las estrellas, hasta el cielo y a la luna. Yo acelero y acelero con sus pedalitos, corro por los caminos como los venaditos. Bicicleta azul, mi estrellita, mi lucero, contigo quiero viajar y conocer el mundo entero.

Ever Nahún Agüero Aranda y Arlin Noel Mejía Gómez

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JUEGO DE LUNA La luna y las estrellas han bajado a las calles de la noche. Con su luz amarilla descubren los caballos que llevan mandarinas y naranjas. Las nubes plateadas se pasean por el cielo como si estuvieran en recreo y, por fin, un sol reciĂŠn nacido comienza a alumbrar la casa de las plumas. MoisĂŠs Romero y Ever Rivas

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Ilustraci贸n: El pez con alas. Juan Carlos Zald铆var y Neybi Nayeli L贸pez

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UN PEZ EXTRAORDINARIO Angelito era un pez con vistosos colores. Cuando nació, su madre se asustó mucho al ver que el pececillo tenía un par de alas y el susto fue peor, después de un tiempo, cuando vio que volaba. Al principio los vecinos del arroyo se apartaban de él como si fuera un fenómeno y se quedaban murmurando, pero luego la maestra les enseñó que en el mar existían desde hace tiempos muchos peces voladores. —Eso es una virtud extraordinaria —decía la maestra— pero lo más importante es que debemos ser respetuosos y educados. Yeilin Dayana Núñez

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CHONKY PONKY Chonky Ponky era una especie de monstruo temido por todos. Era un ser horrible y atemorizante que asustaba a todo el mundo con su repugnante presencia. Cuando salía de compras nadie quería venderle nada. Solo Juan, su vecino, no le temía y jugaba con él todo el tiempo. Juan sabía que Chonky Ponky tenía un corazón bondadoso y servicial. Envejecieron juntos sin traicionar su amistad. Juan tuvo lástima de sus vecinos por no haber sabido aprovechar la generosidad y la solidaridad que Chonky Ponky siempre le demostró, hasta el último momento de su vida. Elsy Daniela y Yolani Monserrat Valladares

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LA MOCHILA MISTERIOSA Los sueños son muy raros y no tienen explicación. Por eso nunca me sorprendo cuando sueño con una manzana con cara de muñeca que alguien me regala envuelta en una enredadera. O cuando tcontemplo las flores blancas con forma de piña que aparecen a la orilla de un río o cuando miro hacia el cielo y veo un avión muy parecido a un coco metido dentro de una mochila. Por cierto, cuando en mis sueños abro la mochila que siempre llevo a la escuela llena de cuadernos, lápices y libros, resulta que ahora tiene un jardín al fondo de un abismo. Mis sueños son locos: Hay relojes con forma de toronja, sillas con respaldar de ventilador y carros que dan peras. Sara Fernanda Vásquez H. y Blanca Alicia Lara Rubio

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EL CHICO VERDE En una galaxia muy lejana estaba un marciano llamado Chico Verde, en eso pasó un amigo y le dijo: —Vamos a jugar en el otro lado del planeta. —Ahí es peligroso —contestó Chico Verde— porque dicen que los que van ahí nunca regresan. El amigo le contestó: —Ese es cuento de los padres para que no vayamos a ese lugar. —Vamos pues —dijo Chico Verde— y se fueron a jugar pelota. En lo que estaban jugando pelota, esta se les fue a un cráter, el amigo fue a traerla y Chico Verde solamente escuchó el grito de su amigo. —¡Ayuda!, ¡ayuda! me come un monstruo. Chico Verde salió a pedir ayuda a sus padres, sus padres le preguntaron por qué andaba jugando ahí. Cuando llegaron al cráter se había cerrado y no había nadie en el lugar. Desde entonces nunca alguien volvió a ese lugar. Víctor Ramos y Wilmer Orellana

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EL DUENDE DEL RÍO ULÚA En el río Ulúa apareció un duende que lloraba mucho porque carecía de amigos. Muy desconsolado se ponía a la orilla del río para ver el paso de las aguas. Los niños que pasaban le preguntaban su pena y el contestaba: —No tengo ningún amigo. Los niños, viéndolo tan triste, le prometieron: —Ahora nosotros seremos tus amigos. Y en verdad lo fueron. Llegaban de visita todas las tardes, cantaban a todo pulmón, jugaban con él y compartían sus comidas. Un día que llegaron al río no encontraron al duende. Buscaron y buscaron por todos lados pero no lo encontraban. Al cabo de dos horas apareció flotando sobre las aguas del río dentro de una jaula. Había caído en la trampa de un pescador. Los niños lo sacaron de la jaula como pudieron y cuando lo vieron libre todos aplaudieron. El duende sonrió con todos sus dientes y les dijo: —¿Comprenden ahora por qué lloraba tanto?. Ronald Rodríguez

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LA REINA DE LAS FLORES se termin贸 de imprimir en_______________________ en diciembre, 2015; Tegucigalpa, Honduras. Su tiraje consta de 5,400 ejemplares.




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