El "desde" de la filosofia

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El “desde” de la filosofía El estudio de la Filosofía es una herramienta para analizar paradigmas y, desde allí, comprender y construir y deconstruir modelos ideológicos de nuestra realidad. Pero al preguntarme por los paradigmas latinoamericanos me encontré la larga historia de filósofos europeos y estadounidenses de los cuales hemos retomado sus paradigmas para explicar nuestra realidad, reproducir sus planteamientos, esto me llevó a preguntarme por el qué hacer filosófico latinoamericano. Lo primero que encontré fue la discusión de algunos filósofos que se plantean: ¿existe una filosofía latinoamericana o europea? Acaso ¿tiene un “de suyo” la filosofía latinoamericana diferente al que hacer de la filosofía en otras latitudes? Es aquí donde la discusión sobre si existe “una filosofía latinoamericana” inicia. De mi parte, deseo hacer una aclaración que considero útil y necesaria para referirse al modo de hacer filosofía desde Latino América. Considero que cuando se habla de filosofía latinoamericana es más adecuado decir: Filosofía desde América Latina, esto porque la Filosofía es un ejercicio universal que nos compete a todos y todas. Voy ahora a referirme a esta aclaración y a la discusión que se ha planteado en torno a la existencia de la filosofía latinoamericana. En primer lugar, es común en el plano académico referirse a la filosofía como un ejercicio que todo ser humano practica desde el momento que se hace una pregunta y busca, metódicamente, respuestas que van más allá del sentido común. Por ello, la filosofía es un acto que puede realizar una persona en Nicaragua, Japón, Somalia, Estados Unidos o Europa; cada uno de ellos pueden plantearse las mismas o similares preguntas que atañen a los problemas e incógnitas del ser humano. Lo que sí nos diferencia es el “modo” de plantearse las preguntas y responder, pues, esto depende de las culturas, lenguajes y contextos históricos que nos particularizan. Lo que se está haciendo al decir “filosofía latinoamericana” sin más es sustantivizar lo latinoamericano, como que tuviera de suyo una exclusividad filosófica,

por

ello,

no

existe

algo

como

la

“metafísica

exclusivamente

estadounidense”: la metafísica simplemente es. Lo mismo puede decirse de la epistemología, lógica y ética. Dicho de otra manera, lo universal del ejercicio filosófico es plantearse preguntas y buscar respuestas con rigor científico; insisto, lo particular es el “modo”, el “cómo” lo expreso, la cosmovisión con que realizo los planteamientos y conclusiones a las que llego.


Dicho todo esto, me parece más preciso hablar de Filosofía desde Latinoamérica. El desde. Desde la Creación. Desde Madrid. Desde que nací. Desde mi casa. Y en su tercera acepción se utiliza “para introducir la perspectiva, el enfoque, el aspecto o la opinión que se expresan. Desde la perspectiva histórica. Desde mi punto de vista”. Utilizar esta preposición nos indica la relación que establecemos entre Filosofía, por un lado, y latinoamericana por otro. es una preposición que, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua (2001), en su primera acepción dice: “Denota el punto, en tiempo o lugar, de que procede, se origina o ha de empezar a contarse una cosa, un hecho o una distancia.". En segundo lugar, deseo referirme a la discusión que se ha trabado en torno a la existencia de una filosofía latinoamericana. Haciendo un recorrido por algunos escritos de filósofos latinoamericanos como Leopoldo Zea, Villoro y Salazar Bondy me encontré la afirmación de que muchos historiadores plantean que no existe una filosofía desde Latinoamérica, es el cómo se debe hacer filosofía que parta de la cosmovisión latinoamericana y como síntesis de los paradigmas aprendidos de Europa y Estados Unidos. Latinoamérica, sino que, los planteamientos filosóficos latinoamericanos son una copia mal comprendida de los paradigmas europeos. Por otro lado, pensadores y filósofos latinoamericanos argumentan que sí existe y que está vinculada con la identidad de Latinoamérica. Dicho de otra manera, la discusión se centra en el planteamiento de su originalidad y de su propia posibilidad equiparable a la filosofía europea. Otra vez, se habla de la filosofía como algo particular, regional y no como un acto universal inherente a toda persona. Por otro lado, lo que se debe buscar, más que la existencia u originalidad de una filosofía. Esta discusión ha sido abordada por Carlos Beorlegui (2006), en su libro Historia del pensamiento filosófico latinoamericano. Él plantea que se han presentado tres propuestas para abordar el tema de la filosofía latinoamericana: la primera es la postura universalista. Esta defiende la inexistencia de una filosofía regional, pues no hay más que una filosofía para todas las culturas. La segunda es la postura nacionalista, que se basa en la existencia de caracteres o “espíritus nacionales”

que

se

expresan

en

filosofías

y

cosmovisiones específicas. La tercera postura es llamada intermedia o perspectivística/circunstancialista;


creo que ésta es una postura que abre una ventana para caracterizar la filosofía desde Latinoamérica que han tratado de seguir algunos filósofos latinoamericanos. Esta postura plantea que aun cuando los problemas filosóficos responden a preguntas universales, también es cierto, dice el autor, “que tales planteamientos interrogativos, con sus correspondientes soluciones, poseen una apoyatura circunstanciada y epocal. Pero se distingue de la segunda respuesta en negar el carácter

esencialista

e

inamovible

de

los

diferentes

puntos

de

vista

perspectivísticos” (pp. 35). Retomando la postura intermedia que Beorlegui presenta, me lleva a preguntar ¿hay algún modo de filosofar si no desde mi contexto, mi historia, mi realidad auxiliado de modelos aprendidos, difundidos en otros tiempos por grupos concretos en regiones concretas en el mundo? Reafirmo que aunque la filosofía es un ejercicio universal, su ejercicio atraviesa, como eje transversal, la realidad cultural, contexto histórico, sistema social, político y económico, es decir, todas las dimensiones de la realidad del individuo y de la sociedad a las que conocemos y nos referimos por categorías o significaciones aprendidas de otros. El problema está en que nos hemos quedado con los paradigmas europeos y explicamos nuestra realidad como que partiéramos de realidades homogenizadas. Al respecto, Leopoldo Zea (Escobar, 2005, p. 59), expresa: “ninguno de los filósofos cuya reflexión ha quedado expresado en la historia de la filosofía, se había planteado,

antes

tal

problema.

Simplemente

pensaron,

reflexionando,

sin

preguntarse si estaban o no haciendo filosofía”. Por otro lado, en cuanto al tema de la originalidad, me pregunto: ¿carece de autenticidad el filosofar en América Latina por no ajustarse al modelo o sistematización europea? Ante esto, me parece que no puede haber una sujeción casi colonialista de apegarse a los cánones europeos para dar valides al modo de hacer filosofía, la dificultad está en que nos hemos negado el permiso de hacer un modo nuestro del ejercicio filosófico, no nos repensamos a nosotros mismos porque seguimos dependientes de los paradigmas impuestos. En tercer lugar, la filosofía desde Latinoamérica, como en muchos lugares donde se hace filosofía, me parece que sólo se ha planteado temas, pero lo que hace falta es que hayan filósofos que empiecen a construir sistemas con los principales tópicos filosóficos partiendo, quizá de una concepción antropológica, social, de la realidad, etc. con la perspectiva propiamente latinoamericana. En este sentido, Leopoldo Zea (Escobar, 2005, p. 62), lo expresa de esta manera: “opiniones equivocadas o


necesidad de ser original. Queremos ver ese mundo descubierto por la filosofía europea, pero con ojos americanos y fijar nuestro propio destino en relación con el todo de ese mundo”. Por su parte, Villoro (Escobar, 2005, p. 63), expresa esta necesidad diciendo: “El punto de partida de una tradición filosófica no radica en la especificidad o peculiaridad de un pensamiento, sino en la fuerza y hondura de su reflexión crítica. El profesionalismo, la especialización, el rigor, son base de todo pensamiento original en filosofía”. Por tanto, en América Latina necesitamos filósofos que construyan desde una cosmovisión filosófica útil para fundamentar y orientar una praxis social desideologizada, es decir, se debe hacer una síntesis de los paradigmas europeos y el pensamiento filosófico de la América Latina de hoy; es necesario hacer una reflexión crítica y propositiva de la dominación, de la sociedad, del humanismo y del sentido

revolucionario

que

ha

caracterizado

el

pensamiento latinoamericano. Debemos meditar sobre nuestra propia realidad con la intención última de encontrar un paradigma cuya realización confiera sentido a nuestra historia. Hacia esto debe apuntar el qué hacer de la filosofía desde América Latina.

Bibliografía Beorlegui, C. (2006). Historia del pensamiento filosófico latinoamericano. 2ª Ed. Bilbao: Universidad de Deusto. Escobar, G. (2005). El problema de la originalidad y autenticidad de la filosofía latinoamericana. En P. Kraudy (Ed.), Materiales de estudio para la asignatura introducción a la filosofía. Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua. (pp. 5964). Managua, Nicaragua. Real Academia Española (2001). Diccionario de la lengua española. Tomo I, vigésima segunda. Madrid.

Erick Hernández, SJ Estudiante de Humanidades y Filosofía (UCA)


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