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BIEN v ENIDOS

L A HISTORIA DE MI MAM á S ARA Z AJDMAN

Todos

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tenemos una historia, los objetos tienen una historia ligada a historias, somos un engranaje de historias.

Hago el relato de una historia:

SARA ZAJDMAN GRUNSTEIN mi madre, nació en la Ciudad de México el 10 de octubre de 1934, en el seno de una familia acomodada. El patriarca Pinjas Zajdman, a quien no tuve el placer de conocer, llegó a México tras una travesía repleta de penurias desde Polonia, Israel, a CDMX. Aquí fundó la primera fábrica de medias del país y la primera fábrica de alambre de púas, gran empresario. Un hombre culto, muy bien parecido e inteligente. Se casó con Elke Grunstein nacida en la ciudad de Puebla, hija del oftalmólogo de dicha ciudad. Tuvieron cuatro hijos, Sara, mi mamá, la segunda en nacer, nombrada “la muñeca” por su mundo externo, “la niña de los ojos de su padre”. Sara fue educada dentro de un mundo refinado, tocando el piano, clases de ballet, hizo los estudios de preparatoria en una escuela en Los Ángeles, California, entre sus compañeras estaba la hija del legendario Walt Disney. Sus dos hermanos hombres fueron mandados a escuelas militares en dicho país. La hermana pequeña llamada Elena.

La abuela Elke vivía tranquilamente, en su bellísima casa que aún se conserva en la Colonia Polanco, calle Emilio Castelar.

Su closet era, a mis ojos, el resumen de las mejores prendas de Estados Unidos, Italia, Londres, París. El abuelo enfermó y falleció tristemente a sus cincuenta años….

Sara se casó a los 20 años con el prominente médico cirujano gastroenterólogo Aarón Lieberman, mi padre. Somos tres hijos: Daniel, Edna (yo) y Andrés. Mi padre trabajaba mucho y la historia se repite siendo yo “la niña de sus ojos”, tomaba clases de ballet, mis hermanos de música y jugaban mucho al futbol, pasión paterna. En aquellos años de niñez, mi mamá hacia labor social en la “Ose” y tomaba clases de escultura. En mi temprana juventud, la familia sufrió una crisis y decidieron los padres divorciarse. En ese entonces mi mamá empezó a trabajar en su empresa con inteligencia y sentido común con ayuda de mis hermanos universitarios. Yo vivía en Europa, capítulo para otra leyenda.

Sara siguió con la escultura, cada vez tomando el hobby, como un reto personal y mucha creatividad. En conjunto con otros artistas plásticos; Celia Chertorivsky (Cherter), Isaac Stavans y Eduardo Cohen fundaron la galería “Aleph” en la zona Rosa de CDMX. Brotaron exposiciones y ventas, aunque nunca descuidó el negocio.

Aún al cierre de dicha galería, mi mamá seguía exponiendo en diversos lugares, museos dentro de la ciudad y en provincia. Su labor como escultora progresó durante décadas exitosamente. Su desempeño como empresaria era de acero. Así apoyaba a la familia exitosamente.

Con el tiempo Sara podía dedicarse más libremente a su labor creativa, más exposiciones, más ventas de sus esculturas, más renombre.

Yo, como su única hija mujer, le tengo gran admiración y respeto por su trayectoria y lucha a lo largo de su vida, ni se diga el amor y agradecimiento infinito.

Mi mamá tiene siete nietos, entre ellos mi hija Nicole, quien la adora por su relación tan cercana creada entre ambas desde muy pequeña y el apoyo incondicional que le ha brindado para ser una gran creativa dentro del mundo cinematográfico. A mi, en el rubro de escribir libros y a mis hermanos también, su apoyo en sus negocios.

Sara es una gran mujer, de una gran fortaleza, una honestidad intachable, muy caritativa, con un gran corazón y una personalidad refinada, educada y con gran humildad.

Una verdadera madre, con siempre metas de logros y protección para sus hijos.

Una gran escultora.

Una gran empresaria.

Una gran mujer.

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