Y es que detesto como camina, ese murmullo que anuncia el arrastre de sus pantu as por toda la casa. También odio como cocina, siempre lo odié. ¿Por qué no sabe cocinar como la mujer que aparece en este momento en la televisión? Creo que anuncia algo, pero no puedo escucharlo porque mi madre, Doña Martha, siempre le baja al volumen de los anuncios. Tendría que estirar la mano hacia el control remoto. Eso también lo odio, odio que le baje al volumen a la TV durante los anuncios.
Además, detesto que todas las mañanas se truene los huesos de las manos. Lo hace durante el desayuno y es algo muy desagradable. Aborrezco que cuando va a prender alguna luz, alce la mano quince metros antes de llegar al apagador. ¿Por qué alza la mano? ¿Acaso se le va ir el botón? ¿Se le va a mover justo cuando lo oprima? Eso también lo detesto. Otra cosa que odio es el olor de sus manos. Huelen a Suavitel. No sé por qué apestan así, hace 25 años que ella no lava ni una sola prenda. Pero así huelen y a veces tiene la pésima costumbre de hacerme cariños en la barba. Me deja el olor por media hora.
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