El Creacionista #13

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2019 Nov.

El Creacionista

No. 13

EDICIÓN ESPECIAL: Día de Muertos RICARDO ZAYAS

EFIGENIO MORALES C.

Calaveritas: GERARDO ALONSO

La muerte siempre viva aquí y ahora

Photo by Mathew Schwartz

La muerte ha sido enunciada tanto en la poesía como en la narrativa; sigue viviendo por irónico que parezca en la fecha final de cada ser humano. Jaime Sabines, Lovecraft, Gabriel García Márquez entro otros escritores, han sido participes del sentir de la despedida de seres queridos, personajes (en muertes fatales llenas de ficción o de simplemente de como la enfermedad nos carcome carne y emociones) en tanto, se tenga la espada de la escritura para vencer a la muerte por medio de una inmortalidad tardía, el escritor no niega que la tiene presente cada día, y es por eso que su emulación en la poética, la narrativa u otro género le llena de igual renombre que al autor.

Alma Carbajal G.


AGRADECIMIENTOS EN ESTA EDICIÓN DE DÍA DE MUERTOS, SE PRESENTAN AUTORES DE LA LITERATURA CONTEMPORÁNEA, QUE CONTINÚAN DÁNDOLE VIDA A LA PALABRA ESCRITA, AUNQUE A VECES ESTA ENCUENTRE DESCANSO (NO ETERNO) EN LAS ESTANTERÍAS O LIBRERÍAS. LOS AUTORES PRESENTADOS SON UN EJEMPLO DE INDEPENDENCIA PROPIA, LOCURA Y CONVICCIÓN, EN EL DEVENIR CREATIVO. AGRADECEMOS LA COLABORACIÓN DE: RICARDO ZAYAS, EFIGENIO MORALES Y GERARDO ALONSO; ASÍ COMO LA LABOR DEL POETA CÉSAR ROMERO, POR LA COMPILACIÓN DE LAS OBRAS PRESENTADAS.


Es el tiempo... RICARDO ZAYAS

Es el tiempo es la noche la cueva siempre serĂĄ mi refugio silenciosa y bella sin idiotas de por medio Es el tiempo es la noche fingir estar loco para no ser descubierto todos te seĂąalan con sus rostros pintados por Bosch.

2 Es el tiempo es la noche despertar es continuar oculto mi nombre es mejor no decirlo mi padre y mi madre me aman solo si soy su ejemplo es el tiempo es la noche mis lĂĄgrimas son copos en el viento que se posan suaves sobre estiercol.

Photo by Alexander Krivitskiy


Es el tiempo es la noche rezar que todo estรก muerto en el nombre de un dios ciego

es el tiempo es la noche maldiciรณn! esta noche que no acaba este tiempo que no cesa.

Photo by Marek Okon on Unsplash


3 La Deidad de Damián. EFIGENIO MORALES C. Damián no está del todo paralítico. Su cuerpo pegado a la silla de ruedas en ocasiones se retuerce sintiendo algo que lo excita. Extraño en él. “Siento que escurro, que escurro por dentro”, piensa y mueve la cabeza desesperado. Un día como cualquier otro, conoció a Carlota. Pasó cerca de su casa. Vestía falda azul y playera escotada. Al cruzar la calle se le cayó el monedero, lo levantó con movimiento suave, pausado. Sus piernas se vieron a la perfección, torneadas, invitadoras; realidad en maravilla de carne. Eso originó que Damián hiciera fuerzas con la boca. El esfuerzo subió hasta los ojos; un dolor suave lo atrapó. Sintió que su mirada se quemaba. Los cerró. Vio con la mente llamaradas, lumbre que lo envolvía. En un círculo rojo estaba la muchacha con el cuerpo desnudo quemándose. Un pedazo de flama se estiró, se hizo delgado y violó a Carlota.


Cuando abrió los ojos, la muchacha ya no se encontraba en la calle. Quince días, un mes. Lumbre en las horas y ella no aparecía. Por fin la volvió a ver. Llevaba ropa que cubría todo su cuerpo. Damián rompió los colores de aquella ropa, sus ojos penetraron en las formas de Carlota. Le vio los senos, el pubis; sobre todo, aquellas piernas hermosas que encendieron su mirada días atrás. La siguió a todas partes. Sus ojos aprendieron a ser guardianes de Carlota. También empezó a sentir una secreción. No eran lágrimas. Terminaba en las noches bastantecansado por el esfuerzo hecho en la silla de ruedas. Damián luchaba contra dos fuerzas; es más, con una quería convertirse en aliado, en compañero para el triunfo; esa fuerza brotaba de su corazón. Se había enamorado de Carlota. La otra fuerza salía de sus ojos. Éstos querían atraparla, desnudar aquel cuerpo esbelto y perderse en sus adentros. Photo by Sonny Ravesteijn


Despertaba de madrugada porque sus ojos se lo ordenaban: habían dibujado sobre sus pupilas la figura de la muchacha. Quiso poner remedio a esa situación dándose cuenta que era tarde para eso; sus ojos empezaron a mantenerse calientes. Esa temperatura llegaba hasta su cerebro, lo perdía. Luchaba por querer volver a su antiguo comportamiento sin poder lograrlo; sus ojos lo conducían, le ordenaban. Incluso, también le daban torturas. Su cerebro decía no y sus ojos sí. A veces no quería estar en la puerta; de pronto sentía la vista caliente y sus manos buscaban las ruedas de la silla dirigiéndose hacia allá. Al poco rato pasaba Carlota. No cabía duda: sus ojos habían ganado su voluntad. Es más, ordenaban en él. Quiso alejarse de Carlota sin lograrlo. Ah, sus ojos. Esos ojos lo empezaron a empujar de manera violenta hacia la muchacha. Lo volvió a inundar aquella sensación de escurrimiento, una fuerza bajaba perdiéndose cerca de sus testículos. Poco a poco Damián perdió la voluntad. Su mirada fue creciendo, llenándose de energía.

Photo by Toa Heftib o


La vio atravesar la calle; llevaba la misma ropa de cuando la conoció. Sintió un golpe violento en sus ojos; después, éstos hirvieron como paila del infierno jalándolo hacia ella. No quería, pero pudo más aquella fuerza que su voluntad. Clavó la mirada en la muchacha. La silla atrás de ella. Carlota se dio cuenta de la presencia de Damián. Corrió hasta llegar a un jardín. Siguió corriendo. Atrás Damián en la silla de ruedas. Sus ojos lo incitaban a algo que él no quería. Cuando Carlota miraba hacia atrás, veía el cuerpo del muchacho en forma de tarántula. Tomaba diferentes aspectos en la silla de ruedas que poco a poco iba dándole alcance. Carlota se detuvo. Ya no pudo correr, se lo impedía un alambrado. La silla de ruedas se fue acercando; con ella unos ojos enormes. No eran los de Damián, eran otros, cósmicos, llenos de lujuria. Con manta negra para envolver a Carlota. La silla se detuvo. Damián se retorcía. Gritaba: “¡nooooo!” Algo estaba creciendo en él; algo que salía de la cuenca de sus ojos.


Carlota vio cรณmo unas bolas negras bajaron de la silla de ruedas. Se dirigieron hacia ella. Damiรกn permaneciรณ en la profundidad oscura. No supo lo que sucediรณ.

Photo by Gabriel on Unsplash


CALAVERITAS

EL PRINCIPE Gerardo Alonso

Porque llega de repente, la huesuda nunca avisa si presagiando el final te ve callado y ausente. Vete a volar a otro cielo si no quieres que me ofenda yo no vengo pa' tu ofrenda ni con esto y con aquello, y no sonrío, soy dientona pareces un pobre tonto no te esperaré, ven pronto o me arrastro hasta tu zona.

José, no te lo repito, así tú me necesitas, si me quieres o me olvidas no esperaré ni un poquito, y como soy democrática no volveré ya a buscarte, no tengo nada que darte aunque te suene muy drástica, yo seré tu bienamada, mi aprendiz de seductor, amor como este no hay dos, estoy bien desengañada, y si te abrazo en mi pecho, porque querer no es amar, eso no te va a sanar porque lo nuestro está hecho, de nuevo te lo repito, pues lo que digo lo sé sé que tu nombre es José José, aunque parezca un mito.


CALAVERITAS

SE LO LLEVÓ POR EL LLANO. Gerardo Alonso

Se apareció doña Huesos y lo encontró engarruñado cuando quiso darle un beso él corrió todo apurado.

Estaba brava la luna y Juan buscaba algo de algo no dijo cosa ninguna, nomás pensó aquí no valgo, remolineó al fin los ojos y explicó, voy a Comala, si te largas con tus piojos ya no te echaré a la mala.

Allí ya no vive nadie, tan solo hay hebras humanas, no queda una luz que irradie hasta se acaban las ganas, al decir esto la Mocha se atrinchiló al cuerpo enjuto que imaginó en sancocha y no tendría sustituto.

Yo sólo vengo a pulsearte, se escuchó un hilo de voz, lo demás es cosa aparte y tiene que ver con los dos. Te doy tiempo pa' que escombres en Comala o Media Luna, que aunque me pongas mil nombres, para ti soy sólo una. Doña Hilaria, toda dientes, se lo llevó de la mano, lo notó un poco silente y lo arrastró por el llano.


El Creacionista 2019 Alma Carbajal ©


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