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Las trampas del miedo
Creo que cada persona nace con dones y talentos únicos que si son utilizados correctamente harán del mundo un lugar mejor. Por esto, cuando descubrimos nuestro propósito, vemos con claridad la manera de usar esos dones y talentos. Esta visión no está hecha para nadie más porque aparentemente existan otras personas “haciendo lo mismo”; la manera en que lo puedes hacer tú es única porque nadie tiene el conjunto de conocimientos, experiencias, habilidades, destrezas, actitudes, aptitudes y contexto idéntico al tuyo.
Sin embargo, abrazar esa visión da mucho miedo. De hecho, antes de empezar a escribir este artículo tenía pavor y aún mientras escribo este artículo tengo miedo. Reconozco que no es mi voz la que habla, porque la voz de mi ser auténtico es una voz con valentía, con amor y servicio. Sé que esa voz que quiere hacerse invisible y pequeña, ignorando las oportunidades de hacer realidad la visión que tengo en mi corazón es la voz del miedo.
Recuerdo que hecho es mejor que perfecto y que quizás estas líneas están destinadas para ayudar a otra persona. Si estas palabras inspiran a alguien que las lea a la acción; ha valido el esfuerzo. Y es que usar nuestras fortalezas para materializar nuestro propósito no se trata de nosotros; sino de nosotros al servicio de los demás. Cada vez que ignoramos esto, estamos siendo egoístas con aquellos que necesitan recibir un impulso a través de nuestro mensaje y nuestras acciones.
Desde esa mirada, las palabras de Marianne Williamson toman mayor sentido: “No hay nada iluminador en encogerte”.
Como líderes (en nuestras vidas y proyectos) nos enfrentamos constantemente a múltiples fuentes de miedo: el que genera no estar en control del mundo cambiante en el que vivimos y los que proceden de nuestras creencias y las de quienes nos rodean.
Una de las trampas que más me llaman la atención y ante la cual me veo enfrentando con cierta frecuencia es la “parálisis por análisis”. Ese miedo que nos lleva a necesitar siempre mucha más información, hacer otro curso, leer otro libro, buscar cinco mentorías, para así sentirnos “preparadas” para abrazar los pasos que nos conducen hacia la materialización de nuestra visión.
Esta parálisis es el disfraz de una creencia de no ser capaz de alcanzar esas metas o sentir que la visión que tenemos es más grande que nosotros y, por ende, seremos incapaces de sostenerla. Hay una línea delgada entre el desarrollo de nuestras competencias y el escudarse en mucha información para no actuar. Ningún curso, libro o mentor puede hacer por ti, lo que no estés dispuesta a poner en práctica.
Te recuerdo que esa visión está en tu corazón porque tienes las herramientas necesarias para llevarla a la realidad con amor y disciplina. Una vez alguien me dijo que los sueños son más grandes que nuestra versión actual, para poder crecer en ellos.
El miedo es el mejor amigo del fracaso fruto de la inacción. Al tomar acción siempre hay algún regalo. Si me equivoco, gano un nuevo aprendizaje y con ello crecimiento. Si acierto, habré logrado aquello que me he propuesto. En ambos casos, es muy probable que el resultado no sea tal cual me lo había planteado en principio, pero definitivamente habré crecido y estaré más cerca de hacer esa visión realidad. Tanto si actúas como si no actúas, habrás decidido, pero solo una de esas decisiones te acercará más a la materialización de tus sueños y a tu contribución al mundo.
Tus sueños están al alcance de tus acciones; dando un paso a la vez mientras disfrutas el proceso. Si lo intentas, ¿qué es lo mejor que podría pasar?
Ailyn Hilario Especialista en contenidos y prensa