http://www.elfindelanoche.com.ar/tapas/biblioteca/9789871491254_issuu

Page 1

Manhattan Song



Luis BenĂ­tez

Manhattan Song Cinco poemas occidentales


Benítez, Luis Manhattan Song : cinco poemas occidentales . - 1a ed. - Buenos Aires : El fin de la noche, 2010. 62 p. ; 20x13 cm. - (Caligrama) ISBN 978-987-1491-25-4 1. Poesía Argentina. I. Título CDD A861

Imágenes de tapa: Shelley Haven www.shelleyhaven.com

© Editorial El fin de la noche, 2010 Buenos Aires, Argentina ISBN 978-987-1491-25-4 Editorial El fin de la noche Hecho el depósito que previene la ley 11.723 Para sugerencias o comentarios acerca del contenido de esta obra, escríbanos a: info@elfindelanoche.com.ar www.elfindelanoche.com.ar


Índice

Prólogo del autor �����������������������������������������������������������������������������������11 Una tarde en el jurásico ����������������������������������������������������������������������13 El Hudson �������������������������������������������������������������������������������������������������27 Cinco contrapuntos para Erasmo de Rotterdam �����������������������31 Garbo´s building ������������������������������������������������������������������������������������39 Una borrachera de Pico della Mirándola ��������������������������������������53



Para Susana Miriam Gerbiez, estas palabras de un tiempo en que no la conocĂ­a. To my friends, the writers Robert Roth, Rafael Bordao and Nick Stix.



Prólogo del autor

Escribí estos versos entre 1992 y 1993, cuando vivía en Nueva York, sí, pero como de costumbre, creo que la poesía no tiene temas, o que si los tiene, los emplea como excusa para referirse a otras cosas. Entonces, difícilmente se pueden buscar con ingenuidad en las páginas siguientes referencias a esa ciudad, rasgos anecdóticos o cualquier otra cosa del mismo tenor. El Hudson puede ser el Yang Tzé o el Mapocho o el mismo Río de la Plata. Los nombres propios que aparecen en este libro los inventé o bien, si corresponden a personas que conocí y traté, no se corresponden con sus personalidades. Hay aquí detalles que pertenecen a la realidad y otros que provienen directamente de la imaginación, como en los sueños. Como lo real es siempre inapresable, estimo que al valorar lo que supuestamente conocemos de nuestro entorno, incurrimos en la misma negligencia, que obviamos para no inquietarnos. Cuando hablamos o escribimos sobre lo que creemos conocer, gracias a esa involuntaria estratagema decimos cosas mucho más interesantes. Por ejemplo que, gracias a la analogía, Homero, Virgilio, Erasmo de Rotterdam o Pico della Mirándola pueden estar incluidos en el contexto de Manhattan Song. Sí creo –con la misma ingenuidad, probablemente– que todo poema es un fractal, una pieza anómala que altera el sistema al que corresponde, modificándolo y siendo modificado por todas las otras partes del conjunto, en este caso, un libro. Ello hace posible emplear distintos estilos 11


como si fueran meramente recursos de estilo, para lograr asĂ­, con el conjunto, un estilo mayor, algo que, gracias a esta dinĂĄmica interna, se modifica continuamente, como lo hace el lector. Luis BenĂ­tez

12


Una tarde en el jurásico Un nombre trabaja mientras cae la nieve Entre unos cobertizos con pilas de basura en cada puerta Armados de apuro por la fatiga del caballo y del brazo Todavía tres días después de la derrota un ciego canta. De pie sobre una montura que apenas lo eleva del suelo En la pendiente entre los pinos canosos Y el indiferente vociferar de los tendidos que piden Su puchero y su vino y una ramera que vieron Antes de llegar a Quíos un ciego canta Al ritmo de su lira de madera. Sentado en la penumbra su criado deja el ojo asustado Volar por los rostros cuando los alumbra el fuego No lo distrae vigilar las mulas sino el cálculo De la moneda de bronce que el oficial cansado Le dejará en la mano cuando el ciego calle Y él recorra los fogones con el sombrero en la mano Y una sola palabra en la boca: “Caballeros…” Alguien sale de su tienda remendada absorto Camina dos pasos y se queda mirando al ciego Y no ve nada por el peso de una decisión Que le concierne y no ha tomado. Una decisión que nada tiene que ver Con las batallas. Alguien orina y se ríe Contra un árbol. Otro borracho se calza El casco de bayas crines de caballo Aúlla un juramento horrible y se desploma Entre los camaradas de corazón fraterno. Alguien busca en la radio no sabe qué ni dónde encontrarlo. 13


Sólo produce una voz multicolor Sin partes pero su afán es largo. El ciego tiene un traje nuevo y una voz ya entonces Ronca donde se quedó el invierno. Hace una pausa Y bebe lo que le alcanza un interesado –el único– En volver a escuchar cómo enloquece Ajax O qué suerte le aguarda a Héctor como si el ciego Fuera a cambiar el suceder ficticio Más severo que el otro. Aunque, ¿quién obliga a esa bella palabra caballo A referirse a esa sombra plateada? Entre el sonido y la bestia Algo contento pasa. En el derrotado y ruidoso campamento Donde ya las brasas se consumen Las brasas que a lo lejos semejan El dibujo de un archipiélago En los mares oscuros fulgurante Mientras la nieve vuelve Y las otras voces se apagan En murmullos Mientras la nieve vuelve Un ciego canta cerca de su criado Y de sus fardos y nadie En la región sabe su nombre. Un camino insuficiente será posible: Dividir el mundo entre el ciego y alguien. “Cantá, odiosa, la cólera de Aquiles. Bueno, desde entonces sólo amo dos cosas: Los enigmas, las paradojas y los juegos de palabras, Donde la palabra cazador aguarda inmemorial 14


El imposible paso de la palabra ciervo Por el laberinto de la palabra diccionario Para manchar de repetidas palabras sangre La palabra verde. Queda claro mortales Que yo no me visto para los otros Sino solamente para mí.�

15


Underground New York Arriba sopla el cannabis El viento de la ciudad entre los que hablan solos Y aquí abajo los trenes brillan y van y vienen Por el cribado laberinto. La mujer negra borracha sola A medias incorporada sobre el banco de la estación Lexington Le explica interminablemente al prudente policía –Oigo apenas entre el bosque de sombreros que sonríen Las blancas manos que aprietan sus carteras Los impávidos latinos que como yo Son bárbaros en la farsa de Roma– Los detalles de una muerte –es su esposo un niño o su trabajo– Que la llevaron al abandono de la recta vertical de su cuerpo larguísimo Al charco que bajo el banco de la culpable se derrama. Al abandono. Entonces la pequeña japonesa –Dónde dejó la vitrina minúscula de su caja de música El tu-tu absurdo como la envoltura de un bombón A mitad de camino entre los agujeros de las medias de baile Y la cara de la loca– Hizo un rotundo croisé Burlando con su pelo amarillo Las mandíbulas verticales Clavada en puntas de pie sobre el piso en movimiento Un lago de los cisnes a toda carrera Bajo el piso nevado de Manhattan. Luego el vaso blanco de su delicado y dignísimo gesto Entre saltos y reverencias y miradas a otra parte Sin abandonar el otro lado desde donde no nos miraba. Dónde estaba la pequeña japonesa En qué salón de luces y de aplausos Cuando en medio del vagón inclinó el tronco y la cabeza 16


Y extendi贸 las manos de u帽as despintadas La boca torcida por su risa demente. En el fondo del vaso sola como su alma la moneda.

17


La suerte del amor en la posmodernidad Alguien dijo que nada queda de distinguido en este mundo Salvo el hábito de la cacería de osos polares En el verano ártico. Aunque parezca obscena, Es una actividad ejecutada seriamente: Familias enteras viven de este afán de conservar Algo distinto, inmaculado todavía. Hay hombres serios cada primavera calculando Que con lo que dé el verano enviarán en invierno A sus hijos a la escuela. Sucede en tierras tristes: Kholokohak, Furstboro, Saint Felicien Son algunos de esos lugares donde, A medida que se retiran los mosquitos Y la niebla cede, tienden la vista a lo lejos O acechan el teléfono, atentos A la agencia que solicitará sus servicios. Dos meses después, cuando todo haya sido concertado, La aurora boreal hará iridiscente el paisaje cubierto De nieve sucia mezclada con barro y ramas, Grandes montones peligrosos por donde Estos hombres graves fumarán sus Marlboro Guiando pausadamente al extraño al mismo sitio, Al mismo oso muerto el verano anterior. Luego las fotos, los mesurados festejos, La alegría que tiene que haber en ese momento. La alegría es un deber como cualquier otro. Cualquiera sabe que la ballena azul Es el más grande animal que jamás haya existido Y que no se conoce actualmente su número, Aunque se estima que quedan demasiado pocas Para el decoro del planeta. 18


Un animal tan enorme debe ser, asimismo, conservado. Los sonares y electrodos de la base de estudios de la vida marina en Maryland Han detectado un nuevo sonido emitido por las grandes azules: Es como un aullido asqueroso, un chillido de miles de ratones Encerrados en las bocas de estas bestias, donde pueden Estacionarse cómodamente algunos automóviles. Achicharra los nervios escuchar ese sonido. Hace veinte años no existía. Pero los códigos sólo se conservan desde entonces. Se dice que son tan pocas, que han desarrollado Ese sonido especial para llamar al imposible otro De su especie. Es el deseo, que busca su eficiencia. Que a veces, pasan su vida entera recorriendo Los siete o más mares que hay buscando, buscando. Finalmente mueren emitiendo ese sonido, Cada vez más débilmente, hasta que cesa del todo Y unas decenas de toneladas de carne se depositan En el légamo del fondo del sueño. Una remesa nueva y silenciosa, al cabo de un tiempo –Fácilmente calculable– trocada en alguna capa más De grano fino que engrosa la cubierta. También están el tipo la tipa que descubren en la carroña Que les ha tocado en suerte muy buenas cualidades: La nobleza es una cuestión de la imaginación. Hace la vida Más llevadera desde el desayuno hasta la cena. Luego, lamentablemente, se sueña toda la noche con [lombrices,

19


Grandes lombrices anilladas que te comen las articulaciones [lentamente. Tienen todo el tiempo de este mundo. Pero ella/él son lo mejor que nos podía haber pasado. Mirá si no todavía fresca esa gotita de sangre, Esa gotita, que es todo lo que queda aquí, a la vuelta, Del desgraciado/la desgraciada que se había animado A vivir sólo consigo. Entiéndase: a solas con todo Eso. Claveteando la puerta infatigablemente, arrimando muebles, Poniéndole toda suerte de obstáculos, hasta comprender Que es el monstruo mismo quien nos alcanza los clavos. Desgraciadamente son la gente Más romántica de este mundo: sufren todavía más, Dulces transformaciones del hombre y la mujer, Obligadas a salvarse de la locura por el travestido salvavidas, Adán con portaligas, Eva con bigotes, representando Incansablemente, dulcemente, áridamente, A los últimos héroes de la sexualidad. No son ciertamente ninguna alternativa. Ya tampoco tienen ninguna novedad. Hay una rutina, siempre En lo humano hay una rutina. ¿Y qué hay de los vampiros, el don juan tirapedos, La chica del adiós sin caspa sobre las tetas mayúsculas, Torneada a la lentejuela sobre la barra? Nadie En su sano juicio tomaría eso en serio. Pero bien pensando, ya no queda nadie En su sano juicio en este fin de siglo. Hasta esas reminiscencias son posibles.

20


Claro que habría antes que proyectar una película o dos, Poner música, no sé, crear un clima que se hiciera A sí mismo sostenible. Pocas cosas dependen Tanto del ambiente. Habría que andar siempre Con toda esa escenografía al hombro, Y eso es trabajo duro, pesado alquilar tantos camiones. Definitivamente otra cosa que no sirve. Existe también la cuestión del presupuesto. La hora exacta, los extras preparados, las luces, los diálogos casi, Casi naturales, esa mesa blanca, el florerito, la curva del [gabán exacta, Exacta. Aquí el amor es cuestión de exactitud. Hay matemáticas. Impensable el tema de los hijos que desayunan y vuelven luego De la escuela, el pijama a rayas, esas madres contentas, [los primos, Las tías, los abuelos, bisabuelos, tatarabuelos, toda la colección De cretinos en “un largo viaje hacia el final de la noche”, [oh Céline, Confundidos en un inaudible aplauso que es el de toda la [especie. Lo de la simulación es otro tema, todo sería más fácil si [fuera posible, De alguna real, definitiva manera, someter al otro. Si nos creyera, si no se retorciera de risa cuando lo dejamos [solo, Creyendo que creímos que creía. Porque detrás del ojo brilla Siempre esa luz fatídica, ese jugar a los dados solamente Porque todas sus facetas están en blanco. El amor, esa Cosa, esa porquería que insiste.

21



Una tarde en el jurásico Ojalá no despertara. Que la ciega noche me llevara Hacia un día oscuro sin las horas Menos una: aquélla tan precisa Que hoy demora. Lo que me salva me pierde Y el resto es apenas mi memoria. Barrida sea y lo puede una cosa sola, Que con ella barrido será Este universo, Que lo abriga todo Salvo una cosa sola. Perdámoslo todo y de una vez Ganemos en desolación. Quizás así, desde la sola forma que nos lleva, Se verá más claro: presente, pasado y futuro Eran el verdadero engaño y los días las lenguas De la mentira única: ése que se aleja Nunca saltó de su silla, eso que viene no será conocido. Suspendido en lo que pasa, Indeciso como aquel que está seguro Y yerra, siempre se verá más claro Aunque no habrá perdón: Esto espanta a los hombres desde el primer llamado. Pero, ¿qué cuerno suena, para qué cacería? Este halcón o palabra no volverá a la mano.

23


Japanese food Cuál es su nombre usted era otra antes Y ella se alegró de que hubiese alguna diferencia Carmen López y usted es el primero que lo pregunta Tomó mi sombrero y aquel ridículo impermeable verde Que tanta gracia te causaba (Aunque fuiste vos quien me lo regaló, en el momento De abrir aquel paquete lo habías olvidado) Mal de Simmons o de Porter o de ti, Me dijeron un nombre y lo he olvidado Carmen López me llevó hasta tus habitaciones Donde sonreías entre cajas de pizza Vacías, tiradas por el piso, o colocadas Como si fueran pañuelos de batista Sobre los mismos muebles Que trajiste al abrir la casa Esa casa que parecía haberse cerrado sobre vos Sabía que habías engordado mucho Alguien me dijo “Ha engordado mucho” Y lo siniestro era el tono De “a Mike le amputaron ambas manos No mires mucho sus ganchos” del discreto Y yo luché con tu imagen repetida miles y miles de veces [a tamaño natural Y en todo el mundo colocada en la puerta de las casas de [artículos fotográficos La del traje de baño y la sonrisa Una chica de marca me miró con tus ojos detrás 24


Muy detrás muy adentro de tu figura como una silueta perfecta Encerrada todavía en su bloque de mármol Eso no era tan malo: yo no perdía de vista a la chica Y Carmen López jamás la había conocido Lo que me entristeció fue que tomaras la caja de pizza más [cercana Y me invitaras “japanese food” moviendo malamente tus labios Que parecían tan pequeños en tu cara Por jugar y por distraerte o por decirte algo Te enumeré las ventajas que había en incorporar La narrativa y mejor todavía la descripción A los viejos arpegios de la poesía Ahora que la prosa desdeña sus métodos y las fronteras Entre los géneros levantan sus barreras Para que pasen las mismas palabras de uno y otro lado Las manos a la nuca y trotando Apresuradamente por el puente Apenas intercambiando rápidas miradas de inteligencia Y gestos de saludo en la mitad Aprovechando la fingida distracción de los guardianes Pero corriendo Corriendo siempre al otro lado Japanese food comimos luego Momentáneamente en silencio Y sentí que masticaba tu imaginación Y que su gusto era bueno Y que ya no pesabas sobre mi corazón Como al comienzo Edgar Allan Poe decía lo de las campanitas y decía que [no existía 25


Tema mĂĄs triste que la muerte de una mujer joven y hermosa Querida No es ligero ni frĂ­volo ni estĂşpido decir Que en nuestro tiempo la muerte es la gordura

26


El Hudson O! Und dann wieder dies Bei-sich-selbst-Sein! Diese Stummheiten! Dies Gebriebenwerden! ¡Oh! ¡Y luego estar con uno mismo! ¡Estos enmudecimientos! ¡Este andar a la deriva! Gottfried Benn

Cuando la tomamos demasiado en serio, La poesía empieza a tomarnos en broma: Dónde es el papel, en qué otro cielo Vuela este insecto porque yo lo escribo. Por qué cadencias la madurez de su ausencia Se troca en lo que ya antes sin yo saberlo era Una agregada catástrofe, quizá feliz, Sin que sea del todo aquí la falta del volumen Y del peso, casi inconsistente pero ya Medianamente cierto, éste Que revolotea entre el cuarto y aquel cielo, Sin duda tan entero como nosotros Lo estamos de su lado. Y si no, certidumbre decime De dónde viene y adónde va Su desafiante respiración Que señalás como ajena y es suya Aunque lejana, en trayecto. De igual modo allí están Cuantos y cuanto no veo, Adonde el insecto va y donde vuela... ¿Querés cuál insecto, decime, tras esos bordes? Nadie conjura nada que no lo haya evocado.

27


Y leer que es buscar Lo que más se teme, El otro acto tan indivisible Como el caballo o el hombre del centauro, No es atravesar ningún borde Sino en la misma vigilia otra repentina forma; Las manos que vuelven cada página Abren la maleza de una ambigua selva. Atardece, es de noche en la ciénaga, Ya ves como obediente a la luz que declina Se ha posado a cantar en la orilla vecina, Las alas contra el cuerpo, inocente de todo. Nada puede ocurrir si le acierta esta piedra. I. ¿Qué otro río es éste bajo el nombre Sino el mismo río que te mata, Heráclito, en sus aguas? Las saladas y las dulces son el idéntico Caudal que las transporta: Una orilla es el Hudson, otra es el Ganges Y hay otra orilla, además, para otros nombres. Ancho y angosto, largo y corto río del mundo Al que tomamos por sus meandros: Incluso el que gotea en sus sótanos profundos. Todo es la orilla: ni la rueda ni el fuego ni el lenguaje Salieron jamás hacia otras tierras que no fueran esta azul [Mesopotamia. Siempre atrás, siempre adelante, Nunca supiste, Almirante, Cuán interiores Eran las aguas que cruzaste. Así es de noche y es de día en cada mitad del río. II. 28


Qué ingenuo, viejo Hudson, el que creyó Que iba a hablar de vos y del Rin y del Danubio, Cuando esta noche he bebido tus metáforas Como allá enfrente ¿es New Jersey? alguien bebe Su vodka, su arak, su whisky, el usho de las Cícladas, El vino negro y espeso de un fuerte mediodía. El trago de tus aguas que emborrachan lleva Al centro mismo de tu corriente múltiple: Cuanto más quito de ella, más le devuelvo. ¿Qué relación habrá, íntimo Hudson, entre vos Y este río al que veo escurrirse entre los puentes, Este sí, seguro, de la estirpe del río único del que habla el [primer canto? Cuánto se aclararía y se enturbiaría de saberlo, Entre un juego del mundo y un juego de palabras. Pero tenía que engañarte a vos que leés o a vos que escuchás (¿Dónde, en qué lugar correrá ahora, después de escrito, El poema-río?) para que con menos desconfianza Me acompañaras a estos movedizos remolinos, Donde como en el desorden de una sopa de letras Muchos nombres se asoman y se esconden. Me pregunto también qué pasaría si estuviera a mi lado Un poderoso policía, un hombre bueno, Y tuviera que explicarle todo esto paso a paso, La intoxicación con agua que no está Pero que sí, también ella deja su huella en el aliento Y un andar trémulo y distante, Es esto ya una experiencia rara en el mundo Pero igualmente fácil de confundir con otras dilatadas pupilas, Con otros pulsos alterados, con otras alucinaciones ¿más [baratas? Ni hablar de las secuelas. Crea un hábito incontenible. En otros tiempos seguramente había quien mataba para [proporcionársela 29


(¿Me escuchás Gilles de Rais? ¿Me escuchás gran Tiberio debajo de la tierra?) O nunca hubo nadie en ese trance. Ni siquiera alguien que muriera por ella; Viejo Hudson de la mente, vos que sos su objeto y su riego Tendrías que saberlo y que decírmelo. Ya nadie dice “caballo” Y hay un potrillo nuevo sobre el mundo. Maldecí, bendecí, de ahora en más El pan que lleves a tu boca sabrá a contradicción.

30


Cinco contrapuntos para Erasmo de Rotterdam I. Gira en el espacio esta pelota de crímenes, Cruza tu inmenso cuerpo negro, Jack Frost, En el centro del siglo XX el Minotauro: Contra la peluda noche de Calibán La constelación de Ariel recortada y solitaria ¿O en la noche de Ariel El brillo aún de Calibán? Solo entre tus holografías Mudo y desnudo como una figura de tapiz Escuchá Erasmo lo que dice para tus oídos de gobelino El televisor, bestia parlante, sibila, dios hermafrodita de mi [época: UN HOMBRE DE 1956 el perro desciende del lobo y aun el hombre tiene del ángel si no la espada un poco cada tanto de brillo entre las sienes, un gran minuto que compensa el plomo de diez años; idéntico el hindú desnudo (que no es el pensante payaso de sus imágenes, sino el antiguo ario que habita el ramayana) dice grave que al oro del tiempo siguió el hierro, como el metal del día se funde y se desangra en el hueco inevitable de la noche: la alta luna que da al olvido. veo girar la rueda: gira siempre ya ha devorado a ovidio y a la liviana caricia de lucano; suya y no del día va siendo un poco más cada hora la gracia de tu albatros tenebroso carlos clarividente. antes lo fue 31


la gaviota del viejo marinero. el tiempo se alimenta de tiempo: a mi alrededor todas las cosas dicen que ahab cazará su ballena finalmente. ya se inclina sobre sus libros aquella que con ser apenas un Gran Recuerdo era el Recuerdo. como su lector ella tiene la cabeza blanca. Allí, en las sincronías, esto sin suceder No detiene tu caballo en medio de la Aquitania, Taciturno Erasmo, como la pluma sin pausa Tampoco deja de apoyarse en la sacudida montura: Pero Erasmo, ¿acaso vos, de la misma manera, No hacés ningún caso de las ruinas romanas que salen al [paisaje, Como ellas desdeñaron a los profusos menhires de Bretaña Surgiendo de sus cimientos? Y sin embargo, ya no es fácil separar a los bárbaros de los [helenos. No me digas que la Gran Madre Biológica Quiere raptar a su niña, porque eso es fácil Y no digno de tu rictus permanente: Allá en la meta Tomás no es todavía San Moro Y ya tiene en la garganta una gran tiara roja: El hombre es el único animal que muere por ética Y ése es el más provechoso elogio de su locura, Esto es cierto como todo lo que dice la radio; Pero… ¿seguirán muriendo, Erasmo? ¿O volverán en acto, después de la palabra, a la Gran Madre, Que arrime el cuidadoso alimento, El cuidadoso cultivo de los cuerpos donados, El cuidadoso pensamiento, en fin, Para no lastimar ninguna de las delicadas partes mientras [vivan? 32


Una vez más, ¿Ariel es la noche O lo oscuro es Calibán? II. Cayo Suetonio Tranquilo iba del archivo a la orgía Murmurando entre dientes “todo esplendor perecerá”; Él contaba los césares con los dedos de la mano “La historia siempre juega a los naipes”, repetía, Siempre lejos del oído poderoso de Adriano. “Sólo yo veo la mugre de sus manos Dejar sobre el verde de la época lo gastado de la carta”, Se consolaba en el bullicio de los baños públicos, Entre las apuestas y los pactos para levantar El precio del trigo en Aquitania. “Ella tiene los dedos sucios”, insistía en el circo Y “¿Cuántas Romas vendrán después de ésta?” suspiraba Sin atender a las ofertas galas del mercado de gente. “Sólo lamento que no vaya a estar allí para llevar las sucesivas [estadísticas”, Se persuadía en la cena: Rellenas lenguas de flamenco, alondras en hojaldre, Tibios entremeses de carpa, lampreas en salsa de jengibre, Jamón de oso, truchas. Peones de ajedrez Antes del gran jabalí sabino, espléndido como un imperio Cruzado por ríos de foscum de Falerno. “Mientras ésta y no otra sea mi única preocupación, Estaré a salvo de esos dedos sucios”, concluía Antes de dormirse… al día siguiente era otra historia. “Ah, Lucano, vos viniste al mundo a divertirte. Ah, Virgilio, vos pasaste por el mundo seguro de una ruta [más feliz. Ah, Horacio, tu nombre está hecho de incienso y de mareas. Todos juntos me dejaron la alternativa única de esta noche. La otra no es menos temible:

33


ANDREW MARVELL arduo y astuto, por caminos invisibles (a la usanza de Dios) voy llevando al corazón de los hombres el apasionado amor por la palabra: así como dice la rama inclinada en el estanque muda y sin un eco pero alada y se repite. que la sociedad de poetas de londres brame aullidos al rey y su perrera: mío y de john donne es el fruto amargo de la rama. ni los dialectos que vienen de más allá del mar ni las candideces labradas al estilo del día pueden con la fuerza que indica que todo perecerá: mi poesía es del hueso que dejan tras de sí los papeles y las épocas. cuanto es el día no dura más que el día. pero no está desnuda la pobre, que siempre es la Obligada y la Rota, Invicta Abandonada: yo venceré. no yo, sino la rama. III. A fin de cuentas no hemos logrado nada. Estos bocetos, fintas sobre el papel inconcluso, El rollo enorme que se devana y devana Cayendo sobre el piso como los pliegues de grasa Del cuello de una ballena. ¿No fue todo, acaso, de Gilgamesh A lo último, el Profuso Testamento? Erasmo, no tenemos la dicha de ser Enkidu. ¿O tu Santo Moro es acaso, en el fondo, Más allá de las formas la forma de Enkidu? ¿Si la Palabra es la hierba mágica, Por qué no puede encontrarla Enkidu? ¿Acaso vos no sos la forma, Erasmo, Que tuvo Enkidu de encontrar la forma? 34


En Babilonia la gente no quiere hacer nada, Sólo Erasmo dispara contra el Reloj, Como un antiguo duelista, Mientras el Reloj susurra: no temas la depresión nerviosa no mires a la calle pero mucho menos adentro de tu casa si alguien dice para animarte ´cada amanecer inventá una sonrisa´ no busques la barreta de hierro ni le pongas pentotal sódico en el vermouth (lo primero es mera envidia lo segundo el eterno y simple anhelo de compañía) cae la sombra pero vos no le temas a la depresión nerviosa Pero cae la sombra no conozco a ningún hombre inteligente que no sueñe con ser el idiota cuando sus dos se quedan a solas Pero cae la sombra Y si viene el Mantuano No va a decirte ya que estás en medio de la vida Ni que sos responsable de la construcción Ni de la conservación de nada Todo esto sucedió hace largo tiempo me acuerdo No te preocupes: ya entonces era todo poco amistoso Y por todos lados corrían activísimos Aunque las escaleras estaban mucho menos polvorientas Subieron y bajaron innumerables libros Nadie puede soñar de nuevo con la isla legendaria Aunque si entrás allí o te das cuenta de que estás allí Haceme caso y conservá la esperanza 35


Hay cosas que se dicen pero que nadie hace. Por ejemplo: Jesús estaba siempre de buen humor. IV. No, decididamente no se escucha tan diminuta vocecita, Tan mínima, casi, casi inexistente, Que dice desde los intersticios del piso de madera, Desde el cemento arrasado por miles de pasos, Desde una mota de polvo que tal vez sea el sol De otro universo recluido: “Oí, todo saber es imaginario”. V. La condición humana es como un pequeño cocodrilo, Erasmo, Hay quien lo lleva en su bolsillo y cuidadosamente Sólo mete la mano cuando es rigurosamente necesario: Hay quien cree que lo tira lejos El animalito vuelve más grande el año entrante Y arrasa los edificios a su paso Con el imperativo de vengar la ingratitud Sobre esto: Alguno se quedó con la baraja De uno u otro lado va a despedirse de sus días Con un gruñido bajo Pero mientras tanto: No hay por qué quejarse despierto De las miradas que toleramos en sueños Aturdidos de jengibre como Amón el Profeta Como Amón el Profeta que ya en la edad Corría desnudo detrás de las langostas Agradeciéndole al viento los dones de la Zarza Cuarenta años de desierto y sin bocado 36


No bastan para matar al peque単o cocodrilo Incluso: Si Existe y si lo Ves, Erasmo, Te vas a poner muy nervioso y aunque No tengas ya bolsillos ni nervios Vas a revolver el aire de tu aire buscando cigarrillos

37



Garbo´s building Suo cimitero da questa parte hanno con Epicuro tutt´i suoi seguaci, che l´anima col corpo morta fanno. Yacen aquí los que creyeron cierto, con Epicuro y todos sus secuaces, que el alma muere con el cuerpo muerto. Dante Alighieri

Tal vez en el Upper West Side Y no lejos del río de la mente Está una puerta; en el invierno Con su pala el viejo aleja la nieve Y en el verano con lo mismo a los rudos demonios. Como todos los sirvientes se parecen al amo, El viejo como el frente fue importado de Italia Y debajo de su camisa de lana –En invierno y en verano– Está hecho de hileras de sólido ladrillo. El es de Mantua –dice– y el inglés barullero Se le cae como una piel ya estrecha Cuando blasfema en dialecto “Esta caldera inservible” O “la policía otra vez ha entrado por la drogas de ése”. Fiel portero de antaño, De los que sólo servían para guardar condenados. El viejo ha predicho –hace ya treinta años– Que un día nacerá un niño maravilloso En el maltrecho edificio. Hay quien lo sigue esperando. 39


El viejo me ha dicho: “Amigo, para ustedes los hispanos No hay ningún piso especial en esta rota pocilga” Y lo seguí mansamente a través de los montones de basura Que nadie ha barrido nunca. “Esto es inamovible”, dijo saltando Ágilmente sobre una pila de huesos. Debí rodearla, avergonzado. “Y también esto”: un tipo agonizaba En un camastro, a la entrada. Ni la futura viuda ni los confusos adolescentes me miraron. “Tampoco yo tengo remedio”, dijo y llamó el ascensor, Rascándose la caspa. “Los conozco a todos y de todo Tengo la llave. Créame: no sirve Para nada. Además, ni nos ven. Olvide sus cuidados. Éstos no van a desterrarlo. Ni usted ni yo les importamos un cuerno.” En la luna rajada del ascensor que bajaba Había pocas cosas: unas palabras de Husserl Y una tarde dibujada. Nosotros ya no estábamos. Creo también que alguien silbaba: “Viven aquí los que creyeron cierto, Con Benny Goodman y todos sus muchachos, Que un alma nace cuando nace un cuerpo.” No voy a acompañarlo, Siddharta: Yo nunca hago las cosas dos veces de la misma forma. Pero no tema a nadie: como usted, así son de efímeros, Como usted, así son de estúpidos. Como usted son crueles.

40


No vayas a ensuciarte los pantalones, mi buen Arjuna. El noveno piso es el pent-house y allí vive el peor de todos. Tené fe en lo único que posiblemente todavía sea cierto: “Como usted, son efímeros; Como usted, son estúpidos. Como usted son crueles.” “Hulla-ba-loo, hull-ba-loo, Lullaby, lullaby, Osiris y Adonis y el otro niño Juntan por las escaleras Pedacitos de muerto”, Se fue cantando por los corredores de una nube de polvo, El gran sombrero erecto y el reloj en la mano. Por qué no me prestaste entonces tu intrepidez, Alicia, Cuando necesitaba tanto tu manita pecosa En la Casa Negra, en la Casa Oscura, Donde bombea noche y día la Tiniebla. “Simplemente Porque todos ustedes Desde las vidas de papel Nos parecen idiotas.”

41


Primer Piso: Elianne McGohan Ella estuvo en Miami Aquella noche inolvidable En que Jim Morrison cerró las puertas Y se subió desnuda al escenario “The old sacred spirit is alive!” “The ancient holy ghost is alive!” Gritaba en brazos de la policía Y se golpeaba el pecho hermoso y bamboleante “Santa, santa, santa” aullaba En vez de “miserere” El borracho panzón desde el micrófono Le arrojó aquel beso Antes de que se la ocultara La Vía Láctea que había bajado hasta el escenario Ella hoy tiene su Ph.D. Y él su Père Lachaise Ambos enseñan poco pero bueno Tres días a la semana Ella en el salón correctamente iluminado Él en el más oscuro rincón del baño público Apenas los separa un muro Y unas pequeñas, eficientes puertas: Es una suerte para todos –Ella incluida– que conozcan Tan bien este trabajo Y tengan tantos años en su oficio

42


Segundo Piso: Eliot Di Nucci Nadie estuvo en el pasado Y ninguno habitará el futuro. Sólo existe este departamento, La ventana que da a Central Park, El tedio infinito de mis piernas inválidas, El reloj que indica que dentro de dos horas Vendrá la enfermera profesional No sabe todavía lo que dice. Mi vida no importa: Una sola cosa late entre estas desiertas paredes Y hace mucho que no es mi corazón. En alguna parte, en algún cajón, una Beretta 40 Recuerda que vengué a mis piernas con ella, Un día improbable, indefinido, de 1964, Desde esta misma silla de ruedas, Vaciándole el cargador a Moe “Ametralladora” Carrick, No lejos de aquí, en una esquina que he olvidado. Debajo de la pistola un viejo diario amarillento Da todos los detalles de mi asunto.

43


Tercer Piso: Fiona Lara Fredericksen Las tapas de la mitad de las revistas de la Tierra Ofrecen mi retrato y buena parte de ellas Se apilan hasta el techo en este piso Y en esta vida donde sonrĂ­o a solas.

44


Cuarto Piso: Maurice y Miriam Podolski Las antigüedades no tienen lugar En nuestro piso, son sólo para vender, De 8 AM a 8 PM ocupan nuestras vidas Y luego, al abordar el metro tomados de la mano, Como lo hacemos desde hace 45 años, Las olvidamos en el negocio cerrado. En la casa postales de nuestros hijos, Venidas de Israel, de Missouri y de Idaho, De Venezuela, de Salt Lake City y de Baviera, Desplazan a las lámparas firmadas, Los camafeos, las espadas y los jarrones. Todas las noches, después de cenar, Solos en la sala, contemplamos Esas cartulinas resquebrajadas, Donde la tinta ya se desdibuja, Donde las palabras se transforman, Como lo hicimos la primera vez, Cuando todavía alguna de ellas Era echada por debajo de la puerta. La vida es algo que siempre Hay que cuidar de las polillas.

45


Quinto Piso: Mohamed, Zacharias, Richard, Aldous “Crazy Horse”, Buzzy y, ocasionalmente, algunas chicas sin nombre de la B Avenue Qué cuidado ponemos a pesar de las tantas veces que alguien se ha dado cuenta & han entrado en este piso los cerdos una vez derribaron la puerta & el asunto hasta salió en los diarios aunque buzzy dice que nadie ya lo recuerda de todos modos ¿qué estoy diciendo? & quién es nadie para saber de nosotros si tienes cautela hombre & si depositas cada mes cien dólares en la corte el desgraciado del dueño no logrará echarte a la calle con todos tus amigos es una ley de 1953 la que nos protege además somos veteranos Recuerdo que richard que ahora no puede mover el brazo derecho por la heroína era el más alto del grupo & el más loco & el primero que dijo “metamos a la perra en la tina” esa vez que interrogábamos fuera de las reglas en ¿dónde? ¿a quién le importa? Algo sucedió en 1965 éramos tan jóvenes & metimos a la mujer en la tina & trajimos los bidones de napalm & un fósforo éramos tan jóvenes & estaba tan lejos la vergüenza de hanoi Tiño mis canas como todos los demás, como hace aldous crazy horse aunque ya era calvo al entrar al servicio & le da miedo asomarse al espejo ¿Alguien se enteró? soy un negro desmemoriado pero estos cuatro blancos son todo lo que queda del pelotón & desde entonces estuvimos siempre juntos y no recuerdo si era buzzy o zacharias quien tenía el alquiler del piso ellos tampoco lo recuerdan nadie recuerda nada eso es lo bueno de este país & si tenés tacto amigo nadie te tocará el hombro & dirá ves esta placa & te leerá tus derechos Son mi familia & regulamos el paso cada viernes sólo cada martes & viernes usamos las hipodérmicas o cuando creemos que es viernes & uno solo de nosotros sale cada tanto a buscar comida tenemos las pensiones & tenemos cuidado al andar por los pasillos o al tomar el ascensor como si el 46


viejo charlie estuviera a las nueve & aquí ya no podemos usar los fusiles de asalto las granadas los morteros aunque cada tanto oímos los helicópteros y nos arrojamos todos cuerpo a tierra por las ráfagas en el gran salón donde no queda ya un solo mueble aunque yo guardo en alguna parte “la browning” ah zacharías que fue a la universidad la llama el poeta lakista dice estupideces dice que “la browning” es la reencarnación de un poeta inglés Hace 27 años que nadie se da por enterado de que seguimos aquí y eso es bueno Traemos putas para fotografiar

47


Sexto Piso: Frances Governor-Coleman Yo, la única hija de Algernon Governor-Coleman, Que conocí el esplendor de este país Antes de que llegaran los italianos, los irlandeses Y los musulmanes, antes de que desembarcaran Con sus hijos en el vientre los hispanos Y los armenios y los judíos que huían de los zares, Duermo mi sueño eterno detrás de una falsa pared Del baño, inyectada de formol, emparedada Por mi esposo para quedarse con toda mi fortuna. Hace casi cien años que me pudro Discretamente, sin olores ni gusanos, Sin prisa, en este piso olvidado Por albaceas, abogados y jueces. Yo que conocí el suave contacto de la seda Y la caricia del satén, el mimo de la piel de marta, El aroma de la menta salvaje en la hacienda de Virginia, Desde hace un siglo sólo rasco helados ladrillos Colocados en apresuradas hileras frente a mi nariz Y luego el sudor del cemento cuando hace calor en Manhattan. Inmóvil pero todavía de pie, Separada para siempre de un mundo Que hicieron los míos Pero que ya no se me parece.

48


Séptimo Piso: Leonard Barryman Vine de Minnesota con mi título y mis libros A conquistar las universidades del Este, A imponerme a los deseos del mundo Demostrando que en un mismo tiempo Viven Epicuro y Alcestes, Jorge Washington y Lincoln. Creí que todo era posible en base a una férrea voluntad, Como me enseñaron la iglesia metodista, Mis otras lecturas y mi abuelo que era capaz, A sus ochenta y un años, de doblar una herradura Con la fuerza de sus dedos vueltos rojos y blancos. Agonizo en una burocracia que ya tenía otros gustos, Y mi clase está compuesta por muchachos burlones, Que no saben ni estiman lo que representó Napoleón. Cada noche, temo a los drogadictos al bajar del autobús Y me escurro entre las sombras, una sombra yo mismo, Creyendo que en mi oscuro centro aún brilla Algún canon, que soy esa leve luz complacida de sí misma, Aunque todo demuestre que la nieve la cubrió Y el calor la derritió. Soy el que soy, repito Al dejar el ascensor y desde el fondo de la penumbra Que envuelve los pasillos mi vida entera se ríe Y me arroja cada palabra que dije como un escupitajo. Cuando cierro la puerta, esa risa persiste.

49


Octavo Piso: Fernando Medina y Guimaraes Vivo en el piso que fue de mis padres: Lejos quedaron sus sudores y sus pesares. Podría vivir muy bien en otra parte, Pero me complace recordar, Entre estas cosas y muebles conocidos, Que me elevé de entre los míos Como un dios en una máquina. Vivo en el piso que fue de mis padres: Aquí avarientamente juntaron cada dólar Para educarme, cuando éste era un barrio despreciable Y ellos la hez del planeta arrojada a esta playa Todavía con vida como para engendrarme. Y crecí como un monstruo, como algo notable. Soy el futuro sin freno y ya nadie podrá pararme. Vivo en el piso que ya fue de mis padres.

50


Noveno Piso: Pent-house La puerta, las paredes, el empapelado, las formas. Las cortinas, las alfombras, los ceniceros, las cómodas. Los armarios, las mesas, las sillas, los sillones. Las ventanas, los atardeceres, las madrugadas, las noches, los amaneceres. La cocina, los enseres, los utensilios, los manteles. Los pasillos, las sombras, el aire a encierro, una puerta entreabierta, la humedad, la ceniza. El polvo, las telarañas, los ruidos de la calle. El baño, las goteras, los mosaicos, el espejo, la ducha, las rajaduras, el óxido. Los insectos muertos, la mugre, las colillas, los enchufes. El dormitorio, las sábanas, los libros, las luces apagadas, las almohadas. El televisor, la radio, los cables, las revistas. El salón de estar, el techo, la biblioteca, el par de sillones, la mesa baja, los periódicos, la lámpara de pie, el aparato de aire acondicionado. El balcón, las plantas de tiesto y el vacío.

51



Una borrachera de Pico della Mirándola Toda la habitación se mece: “Como un trirreme en Rodas” comparó un divertido Antes de errarle al borde de la mesa Y caer al suelo que quedaba tan lejos, Allá abajo, lejanísimo, entre nubes de risas. “Debemos elevar al hombre”, susurraba Poliziano, Grave y a la cabecera como insistió y se empecinó Su Magnificencia. Y Poliziano tenía los ojos entrecerrados Y las manos distantes, volantes por los aires. Sin duda era el girar del centro de la Tierra Lo que se presentaba entonces con toda su belleza Y el asombro estaba en deducir por qué No se volcaba la vajilla, qué contrapeso Latía en los labrados candelabros, Qué clavaba las sillas A la veteada petra serena de las losas, Porque el placer de deducir, comparar y medir –Sobre todo las fuerzas invisibles, Ya no los “poderes”, las fuerzas Que empujan los higos a salir Por las puntas de las ramas, Las fuerzas que van y vuelven del sol, Las que inclinan las torres poco a poco Y engastan firmemente los bloques de mármol En las montañas, las que sostienen A los pesados pájaros en la cumbre del aire– El placer de deducir, comparar y medir Es un placer moderno, lentamente refinado Como una gota preciosa que siempre Estuvo a punto de caer sobre el plato sonoro, 53


Sin otra ayuda que el esfuerzo de unos pocos. Qué bueno es repartir cada día la cabeza: Los miércoles bien temprano caminar Por los alados senderos de la geometría, Atento y cauteloso como un extraño Que visita una a una las vertientes De un valle salvaje. Tener una tarde mórbida bajo el calor Que no se sufre en el interior de un portulano, El que guarde, todavía, las huellas no precisas De compases que fueron minuciosos, Y que la noche nos encuentre Con una manzana verde en el regazo, A medio vaciar la botella de añejo (Como acostumbraba a esa hora Domiciano) Reducido el mundo al incensado hebreo Que se eleva, seguro de sí mismo, De unas resquebrajadas páginas triunfantes Como nosotros sobre el tiempo, Aunque sea por un rato, de momento. ¿Qué otras inocencias puede permitirse un hombre? ¿O qué otras marcas puede hacerse en la cara? Para todas las exaltaciones –lo siempre Necesario, lo cada tanto imprescindible– Debe suprimirse la comprensión Del peso leve en el conjunto, Pues el solo recuerdo de aquello, Del gran agujero negro, del púlsar Que te bebe basta para arruinar la fiesta. Aunque con pesar los modernos debamos Lamentarnos de no poder escribir Una larga oda de maldiciones Al que cien años antes plantó La encina que casi nos aplasta, Como podía Quinto Horacio, Ésta sigue siendo una buena inocencia. 54


Y Lorenzo que comprende. ¿No es una segunda maravilla Que alguien pague las cuentas? Ese florín de oro sólo vale Lo que pesa en sosiego. Decirle a Rímini que venga Y que venga Rímini. Tomar un florín de plata De una bolsa mohosa y ver En su anverso reflejado El arrugado grosor de unas velas, Henchidas y ruidosas en su puerto de piedra Y en el reverso el hombre que baja por la cala Y que se vuelve y te mira con tu cara, Antes de internarse en la marea humana Que inunda la bahía con el parloteo De su lengua, bárbara. Esa lengua que dominaremos el mes entrante, La que se abrirá para nosotros como una fruta áspera. Y los jardines de la India entre muros leprosos Y el perro de jade que nos ha seguido Desde Pekín, tasado inescrupulosamente, Y que no importe. Los rasos y las púrpuras posibles, Caprichoso como la mujer de un cambista Ante el espejo, oscilando Entre el jubón violeta y la camisa de hilo de oro (Sin librea, por siempre sin librea) Para acompañar al Magnífico A las canteras de sátiros. La humana bendición es que unas horas Nos atormente sólo la duda entre un ropaje y otro. Asegurarse todas las mañanas y también por la tarde, Como apenas treinta años antes de la época Se hacía con un rezo, De que cuando el favor y aun la memoria declinen, 55


Y el temblor ocultado con vergüenza en lo público Y negado empecinadamente en privado Se pronuncie triunfante en las manos Y mengüen, parejamente, la curiosidad voraz Por las certezas y el fragor del cuerpo que la anima, Cuando en el otro paisaje comience aquel crepúsculo Y sonriamos estúpidos ante un plato de peras Para luego, discretamente, recobrarnos, Seguirá habiendo una villa donada por un muerto Y servidores y caballos aunque termines inválido, Un grumo de hombre que alguien lleva Por corredores que son suyos en una silla de manos. Que el respeto o la pública fanfarronería Detengan la codicia de los herederos, Para tal fin da lo mismo, Y que de vez en cuando te visite un ambicioso muchacho, Sin duda tan inteligente como pobre Porque venció mil obstáculos para ver al Maestro Y que te oculte lo que ves de su secreto propósito Y le perdones lo oculto. Bondadoso, desdeñoso. Luego con tus últimas fuerzas ayudar al traidor. Quiera el tiempo que sea digno, de tu sangre. Quiera el tiempo que sea digno de tu sangre. Y la alegría de volver, querido Pico, Al mediodía por donde pasó todo esto Como una nube negra y blanca, ella sí Indiferente al pescado de Nápoles y otras viandas, Merced a la enésima copa de bianco De nuevo en la Toscana donde sonríe El sol nervioso del presente, Y que un tímido halagado por Lorenzo Con su mesa y sus sabios te pregunte Si es verdad que hablás y leés, soñás Y escribís en diecisiete lenguas; Un hombre feliz de la especie que cree Que ser culto es conocer otros idiomas. 56


Aquel rotundo sí que duró tantos minutos, Tu ocurrencia festejada ruidosamente Por los comensales, no menos dignos del Banquete. Y la expresión asombrada del buen hombre. A los veintinueve años, grueso y alto y pelirrojo, De tan bella y larga cabellera, Tu catarata de síes te ocultó para siempre La árida negativa de un cuchillo fundido por Cellini Y mal lavado por un Giardi o Mondolfo, Donde sonreía el tétanos y hablaba mejor que vos, Aquel que llamaba a los griegos Tras un encontronazo en Ilión. Felices o infelices y siempre algo minúsculo Viene a sacarnos del Brueghel, También nuestra Caverna.

57



Ret贸ricas irreverentes, artefactos para desarmar, arquitecturas po茅ticas resistentes al desgaste. Desear lo nuevo. 驴C贸mo nombrar lo ya dicho?



El fin de la noche, constelación de narrativa y poesía hispanoamericana. Con publicaciones de cuidado artesanal y soporte imperecedero, el sello integra la tecnología de edición más avanzada –impresión bajo demanda, libre acceso de lectura online y distribución digital internacional que permite que los libros estén siempre disponibles– a la delicada paciencia para el armado de cada título. Que los libros luminosos jamás se agoten.

Puede conseguir nuestros títulos desde cualquier ciudad del país y del mundo. En nuestra página www.elfindelanoche.com.ar encontrará la red de librerías virtuales nacionales e internacionales asociadas. Por cualquier consulta, por favor contáctese a info@elfindelanoche.com.ar



Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.