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Puros por cruza



Eduardo Magoo Nico

Puros por cruza


Magoo Nico, Eduardo Puros por cruza. - 1a ed. - Buenos Aires : El fin de la noche, 2011. 162 p. ; 20x13 cm. - (Caligrama) ISBN 978-987-1491-33-9 1. Poesía Argentina. I. Título CDD A861

Contacto con el autor: puroxcruza@gmail.com Imagen de tapa: “Magoo Bambino” Gustavo Piccinini http://gustavopiccinini-photos.blogspot.com

© Editorial El fin de la noche, 2011 Buenos Aires, Argentina ISBN 978-987-1491-33-9 Editorial El fin de la noche Hecho el depósito que previene la ley 11.723 Para sugerencias o comentarios acerca del contenido de esta obra, escríbanos a: info@elfindelanoche.com.ar www.elfindelanoche.com.ar


A mi hija, Annarosa



Ciego para la pintura, sordo para la poesía, tengo nostalgia de versos comprensibles, nítidos, que cuenten una historia que aluda a la condición humana. Tu riqueza verbal, el poder sorprendente de tu fantasía me deslumbran. La primera lectura me desubica, ya no sé quién lee ni dónde estoy, en qué lugar... ¿en Irlanda?... ¿en los giros caleidoscópicos de un sueño? ¡Gracias por la experiencia! Alejandro Rússovich



Índice

Prólogo ����������������������������������������������������������������������������������������������������13 El manco y las maldecidas ��������������������������������������������������������������17 Incursiones ���������������������������������������������������������������������������������������������61 Puros por cruza ��������������������������������������������������������������������������������� 111 Agradecimientos ������������������������������������������������������������������������������ 151



Prólogo

Del valle sénico al padrillo punzó Ese no saber “quién lee” o “dónde estoy” del epígrafe de Alejandro Rússovich orienta una vacilación inicial. No es fácil, para quien acompaña la poesía de Eduardo Magoo Nico desde La Polaca1, encontrar un punto donde situarse y un camino para decir algo, o decirle algo, a esta reunión de poemas tan diversificada y tan amplia, con huellas de varias épocas. Optaré por dejarme orientar por el brillo de las palabras, donde más me atraen, sin desconocer el modo como nos llegan organizadas. Hay tres partes en el libro que, de algún modo, convergen en la última, que le da el nombre bajo el cual lo leemos: Puros por cruza, tercera unidad de sí mismo y título de una de sus piezas. De la sección inicial sobresalen volúmenes, curvas, senos, bordes de ancas, algarabía de mancos por amor. Muñones de brazos / Me abanican / Y hacen que me atrapan / Mujeres sin piernas / Dan tumbos en la cama / Así mis ballenas / Dan vueltas / Escapan / Vuelven con holganza / Y tejen añiles madejas / En el agua. Como las ballenas, toda la fauna exuberante convocada en los versos está al servicio del placer y el amargor; de testimoniar lo que excede en figura al humano y al paisaje, 1

Ed. Cronopio Azul, 1995.

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la visión transformada. Paisaje-miembro-curva son esas almohadas que mecen los versos: la de la doncella ante el muro, la que reciben los pechos de las chicas —“las chicas de Flores”— que se besan, la nube henchida de rosa de la joven de Aughrim. Así, “entre dos senos (valle amoroso)” unos cascos dan paso al trote, para la especie que reinará, baya y bella, por sobre todas las bestias y ninfas de la imaginería popular: por amorosa cruza. Aunque el criollaje sólo ocupa el podio en la parte final, ya quiere clarear entre las primeras nubes, las va volviendo punzó en la lenta seguridad del ocaso. El decir gauchesco, con su tono casi didáctico, ya está en El manco y las maldecidas. Como están los paisanos sureños, los álamos y el tambo en el homenaje a Bataille, por la homónima Eduarda, o la hípica criolla y los hijos de Fierro, en las incursiones del medio del libro. Conviven con extranjeras joyas de pocas palabras, como el “Fin amour” en forma de torre o el “Ti gato” inicial, oblicuidad que recordamos de viejos (magníficos) recitales. Con más concentración en Incursiones, acervos de varias mitologías se reúnen, en saltos de latitudes que hacen percibir, en otro plano, el “no saber dónde estoy” del epígrafe de Rússovich. La bailarina uzbeca, la mora que danzaba, el mercado de Antigua, junto al abrojal y la aguada, sáficas y órficas. En el centro, “Incursio”, habla de un punto, límite de la vida. Nos figuramos, también, límite del poema, borde del decir en la página herida de puntos, ya que el libro como un todo es, también, un discurrir sobre la escritura. En una presencia nítida, aunque no central, en la tercera parte se encuentra el poema que lleva el mismo nombre que el libro. “Puros por cruza”, armado como polémica contra la representación de una Argentina “blanca”, podría parecer una excepción, un lugar completamente diferenciado del resto del libro. Su apariencia 14


de manifiesto, su indagación sobre identidades étnicas en la formación del país, el hecho de ser tan referencial y abundar en la mención de figuras históricas pueden dar esa impresión. Sin embargo, esos rasgos no impiden que quede visceralmente ligado al conjunto de poemas y a los temas que los recorren. La ruta por donde el poema llega a su interrogación histórica es la de la reproducción: de indio con mestiza, de blanco con india, de cambujo, de coyote, ¿qué se nace?, ¿qué sale? La figuración que da color (y piel, y sexo) a la “argentina luz de luna”, no deja de venir del acervo de ballenas, nubes, tigres, torcazas, como una orquídea que imitase a un insecto / Mezclando una especie a la otra en el diseño. Y así desemboca en la potra baya, “bayo tu pecho”2. Una república plateada / (Más que plateada: platiné). Otro lazo (pial de potro) entre el Puros por cruza singular, y la totalidad del libro, es la mirada distanciada sobre la tierra. La Argentina rural, que asoma en las tres partes y se instala en la última, no deja de ser, aún contando historias de overos y biguaces, un país visto por los que en él, de algún modo, no vivimos, un espacio que en cualquier momento se mimetiza. Una tierra soñada que siempre sangra / (bajo los muros que hacen sombra al Albaicín). El recorrido de los biguaces y el boyero por los pagos criollos y las guerras del desierto, entre caciques y cautivas, aparece como una sucesión de búsquedas. Hacerse “hombre” (—Mire, mocito...) será el aprendizaje imposible del boyero, encontrar la estirpe, el norte del Biguá. En nuestra infancia desértica, uno de los pocos 2

En la versión radiofónica de este poema, sonorizada por Héctor Ledo, el relincho y los cascos galopando abren y cierran la escucha, junto a una voz de pequeño paisano (¿boyero acaso?).

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libros de lectura, se llamaba precisamente “¡Canta Boyero!” y, como todos los de su especie, conminaba a alzar pechitos patrióticos, en gallarda e inocua formación hacia la nada. Captando el lado más inverosímil de esa tradición y adueñándose de su pedagogía, “Puros por cruza” nos incita a un goce redentor. Aquerenciarse al convite del “Dionisio caballerizo”. Y al son de un boyerito corajudo, jinetear alegres: De sirena y de anguila / Es el vientre de mi caballo / Panza de nave en un surco/ Espuma de bruma en un charco. La oportunidad de la lectura, es la de desparramarse entre sirenas, anguilas sonrientes, ballenas mancas, lunas con pechos y ancas de agua. Ocasión de celebrar la espuma de los charcos, pues, si más no tuvimos o tenemos, “fue por mal apadrinados”. Adrián Pablo Fanjul3

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Profesor e investigador en el Departamento de Letras Modernas de la Universidade de São Paulo.

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El manco y las maldecidas



Ti gato Coqueluche Ti percha Ti canasto Ti cola de ratón Ti chaleco vaciado en un armario Ti oración enhebrada en cola de canastos por el sol Ti decoración de interiores Delirada profusión Ti en mi salón con gato, escote, coqueluche Yo chaleco colgado en un ropero Ti mi gran salón noche

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El sol Moreras ¡Ah! Elba Las parras Ponía Amarrado al ímpetu Caracoleando Sandías Contento Hiedra y lata Sí, como todo lo que anhelamos Juego de luces Moreras

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Son tus ojos Velas encendidas en las piedras Son tus ojos Soldados ciegos Soldados heridos Hombres impávidos de galera alada Tus ojos lo pueden todo Nuestra casa de juncos junto al fuego Allí donde dibujabas Con tu dedo flaco en el aire El agua ¿Todavía quieres atrapar flores en la espuma? ¿Gorriones de madera entre plumas doradas?

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Primavera Rama de flores de almendro De arco blanco Como los breteles del amanecer Rama de ojos de almendro De arco azul Desde arriba ves C贸mo los anuncios no se cumplen La fragilidad de los encuentros El intento repetido Sin objeto Cuatro cifras se hileran Bajo tu flecha Perfecta Mi errar mide y dispara A lo liso Sin fronteras Venga ternura Si todav铆a viene bien Quien dice Paso No hace Falta

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Ballenas Marejada Grandes toneles de alegría Los ojos claros de entendimiento De glotonería El enorme tronco Pasa acompasado Ante mis ojos azorados Grises de atar Vaciados Grandes cabezotas chatas Apenas se topan Muñones de brazos Me abanican Y hacen que me atrapan Mujeres sin piernas Dan tumbos en la cama Así mis ballenas Dan vueltas Escapan Vuelven con holganza Y tejen añiles madejas En el agua Queda Una se demora En su vientre esa humedad Oscura y blanda De sexo macerado Que eyacula Y que tal vez era el mío Pero para entonces ¿Quién fue el ahogado? 23


Martín pescador Como el seno de las comechingonas Hace no-no el pecho de mi Beatriz Así de Nono El arrullo del arroyo Y los cinceles del sol Que las nubes atraviesan Sobre sus vapores Yo reposo A-nona-dado Pasará Pasará Un pez invisible Remonta la corriente Su figura opalina Rompe una vez más La vitrina de mi alma Y me inunda Rubí Si en verdad eres la esencia De todo lo silvestre Peregrino soy de tus comarcas En tus senderos mis pies No se cansan... El pájaro pasa casi rozando el espejo De su doble imagen Y se zambulle Donde el agua es azul Más allá de ese profundo No hay nada

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Chulpa En este tiempo de congojas Espacios Reales reptando se avecinan Amigo ido de Ley Luna en el lugar equívoco Ritmo bajo las candelas ¿Algo más se mece? Metido en otra lengua Largos cabellos de oro Me siento protegido Ellas sin embargo Me miran asombradas como nunca ¿Qué dice ese señor tan simpático? ¿Otro falso arcángel de la Tele-Visión? —¡Es un Príncipe que viene de muy lejos! Su pija erecta, sus cuernos y mi ofrenda Fetos pide, cigarrillos Y hojas de coca, el Tío... De ojos redondos De largo hollín: Del cerro baja la plata Al cerro sube la muerte Y el hombre-niño minero Al Tío compra su suerte Las chicas tan locas como siempre El Sanpedrito, bien rico, van pelando (Y con el coño, venga: dando y dando) Una nube de sal trae en torbellino El Jonathan amigo, bañado en sangre de Alpaca Que regresa: —¡El Tío se fue del socavón! 25


Un lejano alarido de Chola Anuncia el vecino desastre Alma mundo Tus momias apenas descubiertas Se han ido de putas con el Sol

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驴Qu茅 tren? Mi vida Cielo roto y raso De lejos Ya bien puede cocinarme s贸lo La penuria de la vela Quien quiera que ame cotillea Pues s贸lo habla-ama el que te trinca (Tren que pasa)

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Fin amour De la torre elevando El gaitero su nota más aguda Atrae ‑ Ahuyenta El contorno ‑ De las sombras Tiembla aún la voz en el espejo A su canto vuela el ruiseñor Vuelve mi Señor a ser su esposa

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Claro Risueño, el sonido Vino a la confusión, reptando No hubo alivio en la noche, sedienta Una espada en los ojos, clavada De siete vainas su mirada, desierta De cierto sueño, tu clavado Despierta

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Y-O Manchas rojas Sobre el pupitre verde claro Un papel plateado ÂżDe caramelo? Bordes superiores de esquinas redondeadas Curva que se encava: Espacio para el cuerpo que no estĂĄ

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