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Revista de, con y por las letras Año 2- N.o 6 Octubre 2015 Asunción, Paraguay Equipo Editorial Camila Recalde Giselle Caputo Carol Dohmen
Sumario Editorial
Chupacabras twist o la «Novela b» de Mónica Bustos
www.facebook.com/maurocollante
Diego Florentín
Fotografía: Ivan Benítez Nico Granada (contratapa) Escritores de esta edición Camila Recalde Carlos Bazzano César Barreto Cristino Bogado Charles Da Ponte Diego Florentín Hugo Mendieta Joaquina Díaz Julio Benegas Miguel Arias Sergio Alvarenga Patricia Cabrera Pedro Lezcano
Agradecimientos Arandurã Editorial Contacto elguajhu@gmail.com facebook: El Guajhú (fan page)
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Revista Crónica Sergio Alvarenga
El miedo es esencial en la existencia, así como construye barreras infranqueables, es también un gran maestro, aparentemente libera en nuestro cerebro una sustancia que lo pone a perseguir constantemente algo que, en el fondo, no queremos encontrar, ¿por qué temer? ¿de qué temer? ¿es realmente el mundo tan peligroso que llega a justificar nuestros miedos o son los miedos tan fuertes que terminan atrayendo los peligros? No podemos negar el atractivo del terror. Como género se cultiva en el arte y el entretenimiento, etc. ¿El miedo es un entretenimiento? Generar miedo ¿puede considerarse una finalidad artística? Si generar miedo bien puede constituirse en una finalidad artística, generarse miedo a sí mismo ¿qué es entonces? Buscar el miedo, construirlo colectivamente y en cantidades industriales. Autoinfringirse maldición, pesar, dolor, enfermedad. Sumergirse de motu proprio en el sufrimiento, la crueldad, la guerra, la locura. Inyectarse fantasmas de lo dantesco y lo escabroso.
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La crítica literaria en Paraguay Hugo Mendieta
La masacre de Curuguaty Julio Benegas
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Bocaditos (Selección de cuentos) Patricia cabrera/Carlos Bazzano/ Charles Da ponte Joaquina Díaz/Camila Recalde
Muy posiblemente, en lo tanto, desarrollamos ya cierta tolerancia a esta droga profunda y sádica de sobrevivir al mundo, a su sangre, a sus suicidios, sus violaciones, sus perversidades. Ya no nos hace efecto sernos payasos en medio a la hecatombe. La ficción de terror quizá sea una dosis extra de la muerte, porque ese tedioso día a día endiablado ya no nos pega tanto.
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Beatles, manuales fuera de lo común y LSD Sobre la literatura de terror Miguel Arias
Guía terrorífica Pedro Lezcano
El que lo hagamos con tanta frecuencia tal vez esté hablando del “goce” que buscamos en lo estético, que va mucho más allá de lo bello y agradable. Experimentar diferentes sensaciones, incluso someterse a ellas y padecerlas. El consumo tan frecuente de lo terrorífico remite también a la familiaridad que tenemos con el miedo, una emoción primaria que sirve de materia prima a cientos de bombas simbólicas de las que somos blanco cotidiano, bombas altamente adictivas, porque sí, parecemos ser adictos a sentir la amenaza y no haber sucumbido.
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Cesar Barreto Ilustración de contenido Adriana Báez Alejandro Ayala Ana caballero Carola Albrecht Cesar Román Charles Da Ponte Kenji Espínola Michelle Bernal
Cadaver exquisito de las editoras
Cristino Bogado
RAE de terror
Diseño de tapa Ana Caballero
E d i t o r i a l
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Diseño Mauro Collante Diagramación Camila Recalde
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Publicaciones recientes
En las siguientes páginas desplegamos entonces algunos posibles disparadores para zambullirse con fruición en el miedo. Durante este paseo en tren fantasma, te contamos, entre otros temas, sobre una novela de terror delirante, hablamos de escritores malditos publicando una Revista Crónica, te presentamos una serie de relatos breves de terror, escritos por autores paraguayos recientes, que pertenecen a la logia de los “Hijos de Tau y Kerana” de los últimos días, y; para que des tu último grito de palidez, te entregamos a la salida un itinerario secreto hacia otra excursión del horror.
Advertencia: El espanto que podrías experimentar no se compara al compendio de brutales sobresaltos que ofrece a diario el temible tour de la prensa escrita, ni al amedrentamiento del terror político, ese virus que ha infectado las instituciones públicas y hoy supura por los poros agrietados de la UNA, pero dicen que los sustos literarios son diferentes, así que… ¡a por ellos!
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El Guajhú permite la copia y difusión de los contenidos de este número siempre que se reconozca a los autores y la distribución se realice con fines no comerciales. ©2015. ElGuajhú. 2
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Chupacabras twist o la «Novela B» de Mónica Bustos Por Cristino Bogado ¿Qué es la sangre? La razón de la existencia À Meia Noite Levarei Sua Alma‚ Zé Do Caixão‚ 1964
Lambaré‚ 11 agosto 20155 Detesto leer‚ sobre todo‚ esa narrativa dilatada y cronometrada por tramas y subtramas‚ llamada novela o roman‚ afanada en entrecruzar durante 300 páginas fragmentos ñembo con suspenso hasta eyacular su teleología final y de cierre hegeliano de la historia. Presupone‚ además de una metafísica totalitaria y cerrada herméticamente que ahoga e incita a la eyaculación precoz o la impotencia‚ una autoridad estable como autor único y decidible y distinto dirigiendo por detrás‚ como origen de la telaraña o laberinto mortal‚ y a un títere coherente de principio a fin que como lector succionante coincidirá consigo mismo siempre —al coincidir como un doble sumiso del autor— como una estatua (que se desgasta infinitesimalmente sin embargo bajo la meteorología entrópica del viento
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y las lluvias‚ los niños y los drogos) o las deudas con el banco con nosotros. De un libro lo que realmente me atrapa e interesa: su precio‚ quién me lo acercó‚ recomendó‚ deslizó subrepticiamente‚ si llegué a él por una compra‚ una descarga free‚ un robo inconsciente‚ olvido o escamoteo. Si fue escrita a comienzos del siglo o ayer‚ si su autor escribe tan condenadamente bien cada capítulo‚ como es el caso de Novela B‚ que me dé la posibilidad de especular y hacer cábalas fantásticas del secreto de su talento‚ que tal vez se halle en la escasa o nula actividad sexual de su rubricador o que éste sea un anarquista frustrado y cobarde refugiado en el estrecho mundo de las letras en vez del horizonte infinito de las batallas y revoluciones. Me interesa el olor de su papel‚ el grosor que alcanza la levadura de su celulosa‚ la sombra de la tinta sobre el color desvaído de la página. Los regalos que oculta si es viejo‚ si ya fue cortado o si sigue intonso‚ las dedicatorias‚ los pétalos‚ las extrañas manchas (de sudor digital o humedad ambiente) o
los cantos mellados por las polillas‚ que portan a través de las décadas‚ las ciudades y virus que atravesó. Las palabras que usa‚ los chistes que suelta‚ las músicas que evoca: empiezo con hunsrückisch (casi una palabra bebible)‚ un dialecto macarrónico al parecer contaminado de guaraní‚ portugués‚ italiano y castellano. Es encantadora esa técnica postvanguardista que en un detournement inaudito corta pelis latinoamericanas de terror (capten el sutil doble sentido irónico) y empalma los fragmentos con escenas filmadas por un cineasta comercial‚ especie de mix de Guy Debord inocente y de Woody Allen Z. ¡El identikit del chupacabras circulando como una causa humanitaria en Facebook! Nos fascina su poesía que exhudada de azar súbito nos cosquillea la nariz: «Faltan más prostitutas. Más prostitutas que políticos. Más prostitutas que banqueros. Más prostitutas que poetas. Más prostitutas que»...O esa Virgen de los cerdos‚ comemierda y cucumelófaga‚ que recibe señales de su Se-
lando: un cunnilingus porno soft-gore‚ el hombre abrevando -entre las piernas de la mujer- de su suculenta sangre menstrual.
ñor en ¡las etiquetas de las prendas! Me gusta cuando me venden como extraordinario lo ordinario‚ es el caso de la heroína que tiene la compulsión y el deseo místico de donar sangre no por ganarse unos pesos para el pan o el crack o ayudar a un amigo-pariente sino por motivos sanctos‚ sagrados. Una vampira al revés. Entre la galería de parafilias que corren por el libro mi preferida por lejos es la de frotarse en/por la multitud. Y esa insinuación de que los habitués e infaltables de todas las manifestaciones callejeras‚ marchas‚ paradas del orgullo‚ partidos de futbol‚ filas indias de desempleados‚ devotos girando alrededor de la Kaaba‚ promeseros inválidos de Caacupé y un largo etc.‚ que son simples criaturas pervertidas por el goce del frotamiento anónimo y grupal guarecidos bajo la horda bestial canettiana. ¿Estos son enfermos de froteurismo o frotismo? uno piensa inmediatamente‚ después de la lectura‚ cuando ve en la tele una manifestación contra el gobierno. Y ese oficial tavycho que comete todo tipo de solecismos y errores ortográficos menos el que todos los lectores divertidos y sádicos esperamos: escribe correctamente sexo (no seso) masculino en su informe de un accidente. Un punto donde he sucumbido como un vulgar fanático del entretenimiento de masas es cuando se cita a ¡Aleksandr Bogdanov! Estando atrapados en medio de una turbulencia particularmente fuerte -de una andanada de los clichés del gore y pastiches malvados de terror cómico- hace acto de presencia el mismísimo Bogdanov. Ese autor que en «Materialismo y Empiriocriticismo» Lenin acosa y persigue como si fuera un verdadero chupacabras inyectando la sangre contaminada del idealismo al vulnerable
Me gustaría leer esa tesis citada en una de sus páginas: «El vampiro como paradigma de la sociedad»‚ de un tal Garza Bogado.
Novela B. Mónica‚ Bustos‚ Suma de letras (subsidiaria de Prisa ediciones‚ 267 pp.‚ México‚ DF‚ 2013
y púber cuerpo del comunismo internacional. Es medio un Pynchon Z nuestra autora cuando se explaya en su ingueroviable teoría conspirativa construida con vampiros‚ la realeza maya‚ la sangre redentora‚ el Popol Vuh y ¡los Harley Davidson de una secta satánica con aires de guardia pretoriana de los Rolling Stones! El libro tiene de todo y su semiosis puede ser infinita. Por ej.‚ los gemelos del mito de creación guaraní Kuarahy y Yacy‚ como los gemelos maya-quiché Hunahpú e Ixbalanqué (también flirteados por Pynchon en su último libro) ‚ son pasados por el filtro de la distorsión y la parodia en este caso femenina. No olvido el piercing de obsidiana que magrea y quiere meter en su boca nuestra psiquiatra en pose vampiro teen fashion de «Crespúsculo». «En alguna de mis vidas seré Borges. Todos seremos Borges alguna vez»‚ es el momento estoico-nietzscheano del libro. Y el momento infaltable del chiste es: « ¿Mi libro favorito? ¿Tú qué crees?» Y ella (la vampira en plan de vampiresa) solo sonríe: «Las venas abiertas de América Latina». Recordemos esa escena genial y única literariamente fa-
«El mundo sería más pacífico si todos fumaran marihuana» es el apotegma que podemos sacar del libro. No por la verdad que pudiera contener sino por su contundencia absurda y arbitraria. Con respecto al título de esta nota‚ un préstamo del título de una de las canciones emblemáticas de la banda experimental rusa (surf‚ rockabilly‚ horror movies‚ theremin) Messer Chups‚ debo decir que representa muy bien todo el clima y la filosofía decadente del libro pero se le podría hacer algún retoque‚ por ejemplo‚ decir: el chupacabras salsa‚ pues quien canta la canción preferida de nuestro villano de perfil de gárgola es el salsero portorriqueño Ismael Rivera‚ el mismo que con Cortijo ha popularizado el «Pájaro chogui». El libro es de amplio espectro. Gustará desde fans irredentos del Killer Clown (asesino‚ torturador y sodomizador de 33 jóvenes) hasta sofisticados lectores que privilegian la escritura por sobre los tópicos del terror barato. Al lector distraído y saltado‚ y al minucioso y detectivesco atento a todas las referencias oscuras y guiños libresco-cinematográficos. Sus stars son: el arqueólogo (Epipoteo) ‚ el Viudo vengador (Vincent)‚ la psiquiatra (Morena)‚ el chupacabras (Juan Pérez) y las heroínas mexicano-paraguayas.
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RAE de terror
Revista Crónica
Por Diego Florentín
Por Sergio Alvarenga Ilustraciones: Carola Albrecht
Las editoras de El guajhú me pidieron esta vez un artículo relacionado con el terror. Lo primero que se me vino a la mente es la cantidad de errores que trae la nueva gramática de la Real Academia Española (RAE). Al respecto, pueden leer mis artículos anteriores en esta revista. Todos esos errores son “de terror”. Aquí una nueva muestra. Se refiere a los pronombres personales.
He aquí la página 300 del Manual de la nueva gramática de la lengua española. La flecha indica la columna de la segunda persona. En esa columna deberían aparecer los pronombres personales “usted, ustedes”. Las palabras que anuncian el cuadro son claras: estas son las “formas de los pronombres personales”. Y no aparecen las formas usted/ustedes. Esto es “de terror” porque la gente que acuda a este cuadro se verá confundida. Estoy pensando principalmente en los alumnos y en los profesores de los cursillos de ingreso en algunas universidades. La RAE debería ser la claridad, la aclaración de las dudas, la precisión. Sin embargo está plagada de errores, imprecisiones, sombras, confusiones, complicaciones, contradicciones, omisiones… ¡es de terror! Sí, después aparece dicho pronombre en los siguientes apartados, y en las otras versiones de la nueva gramática, pero nunca explican por qué no aparece en este cuadro, donde se supone están todas las formas de los pronombres personales. Se trata evidentemente de una omisión…, ¡ups!
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Con un trágico brochazo de sangre se cierra un retazo del Tiempo. Una roja aurora vuelca su tinta en la inmensa lobreguez de pesadilla del año de la Guerra. Nietzsche triunfa. Su negro vaticinio envuelve a los hombres y a las cosas. (Fragmento del último editorial que habría de publicar la Revista Crónica. Asunción. 1914)
El sueño comienza a latir
Rimbaud, Mallarmé, Baudeliere. Poetas que se ganaron su lugar indisputable como malditos, en esa constelación de movimientos incesantes a la que se llama historia. Pero la palabra “malditos” se queda chica cuando hablamos de otro tipo de creadores. Astros celestes que se extinguieron en el interior de su propia implosión, cuya luz brilló cegadora pero fugazmente, para obedecer hasta el fin de los tiempos a la más fría de todas las órbitas, más fría que la misma muerte: el olvido. Y en esa ingravidez gira la Revista Crónica.
Crónica nace cuando la humareda de la última turbulencia política todavía no se había disipado en Asunción. La sangre dejó de correr de manera tan profusa, y la sociedad, por fin, podía darse un respiro. Así ve la luz el primer número, el 12 de abril de 1913. Nombres de peso de la época figuran como precursores, colaboradores o influencias en su formación, como don Arsenio López Decoud, fundador del grupo La Colmena, núcleo literario que reunía a escritores de tendencia posromántica y modernista; o don Viariato DíazPérez, insigne formador de grandes exponentes de la literatura y el arte en Paraguay; además de artículos firmados por Rafael Barret, entre otros.
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´ Circunstancias (muy) particulares Sin embargo, para estudiosos posteriores, como Rodríguez Alcalá: “como modernistas, fueron ecos débiles de poetas cuyos temas no lograron nunca desarrollar con personalidad, energía y originalidad (…). No crearon una saturación modernista, desde la cual partir hacia una nueva aventura estética”. El modernismo se había desarrollado a finales del siglo XIX y en la década de 1900, y pasó como una fugaz ráfaga sobre Latinoamérica toda, dejando a los escritores de Crónica completamente anacrónicos. Una paradoja más de parte del negro sentido del humor del destino. Raúl Amaral explica esta situación tomando las circunstancias particulares del Paraguay como punto de partida: “Como pocos países de nuestra América había sufrido el Paraguay el paso del Apocalipsis, el avance del exterminio, la ocupación y violación de sus territorios y sus gentes por los invasores”. Apenas 40 años habían pasado desde la Guerra Grande. La sociedad en su conjunto no podía ser estudiada o comparada con cualquier otro caso común y corriente. Crónica, quizás, estaba desde un principio condenada al ostracismo histórico.
Roque Capece Faraone: Sus escritos giraban en torno la literatura, el teatro, las artes, etcétera. Como escritor, se encargó de abrir interrogantes en cuanto a la cultura en el ambiente paraguayo, además de la sociedad y su evolución. Dice sobre él Carlos Centurión, en su Historia de las Letras Paraguayas: “Después de los días risueños de Crónica, siguió escribiendo para el gran público. Ambuló por las redacciones de diarios y revistas hasta que, víctima de las drogas, volvióse loco. Después retornó, accidentalmente, a la cordura; ‘pero aquel despertar de su entendimiento fue más triste que la locura’. J. Natalicio González ha evocado con emoción su última entrevista con Capece Faraone: ‘Me entregó la colección de sus cuentos, como un legado; me pidió que velase sobre su memoria (...); y lloró, con llanto convulsivo y seco, sobre las ruinas de todos sus ensueños (...). Tras un largo silencio, agregó: – Centurión (Leo-Cen) fue más afortunado que yo, porque murió a tiempo. Yo me sobrevivo”. Murió a los 34 años.
Guillermo Molinas Rolón: Alto, moreno, de facciones duras y pocas palabras. Llevaba una melena en completo desorden sobre su cabeza. Cuentan que llegaba a la redacción, lanzaba sus poemas sobre la mesa y volvía a marcharse. En palabras de Natalicio González: “Escribía versos enigmáticos, muchas veces incomprensibles, de una musicalidad sonora como de flauta (…). Vivía en un salvaje aislamiento, y más que la compañía de los literatos, buscaba el contacto de los caídos, de los miserables, de los desechos sociales. Bebía sin mesura. Una inyección de morfina y podía devorarse todo lo que se le ponía en frente. Un día, sus compañeros lo encontraron abrazado a un perro, a quien prodigaba besos en el húmedo hocico: - Hermano perro- profería en la oreja agusanada del animal. El alcohol y la morfina no lograron destruir ese organismo a prueba de excesos, pero malograron un talento en flor. Un día desapareció de la capital y volvió a hundirse en el anonimato campesino. Nadie más supo nada de él. Lo tragaron el silencio y el olvido”. Varios autores afirman que pasó sus últimos días entre los mensú, en los yerbales, recitándoles poesía. Murió en San Vicente, Alto Paraná, en 1945. Abajo, el fragmento del poema “Quiero“ de Molinas Rolón:
Esplendor y muerte de un sueño azul Hablar de Crónica es hablar de todo un movimiento social y literario que hizo posible que esta publicación viera la luz. Pero es también referirse a sus cuatro principales literatos: los poetas Pablo Max Insfrán y Guillermo Molinas Rolón, y los prosistas Leopoldo Centurión y Roque Capece Faraone. Ninguno había alcanzado aún los 20 años en ese entonces. La colaboración del caricaturista Miguel Acevedo es también fundamental para la revista.
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Quiero Quiero una eterna y tropical belleza. Un vigoroso rebosar de vida. ¡Y no este páramo espectral que empieza a combatir la evolución fornida! (…) En la batalla de abismal sonido, la que a la tierra, indolente azota. ¡Yo, de los vicios, con potente ruido, quiero cantar la colosal derrota! (…) Y... si los montes quieren ser más altos, Y... ya no intentan cultivar ni hiedras. ¡Como un Titán quebrantaré basaltos y haré fecundas sus groseras piedras!
´ Pablo Max Insfrán: En un principio fue poeta. Luego renunció a la poesía. Después de su experiencia en Crónica, instó a otros escritores a renunciar al verso. Era un hombre de pensamiento, versos perfectos en simetría y rima. Modernista por excelencia. Sus temas y sus versos no dejan duda sobre ello. Más tarde mostraría sus dotes de periodista e historiador con una excelencia ejemplar. Creía en el predominio de la razón en la creación literaria. Habría de afirmar: “Nosotros no éramos hombres irracionales, como lo son los de hoy, creíamos en la razón y en la simetría de las cosas. Nosotros queríamos pensar”. “Escapó a los torturantes espejismos de los paraísos artificiales que tragaron la vida en flor de sus amigos, pero su lira enmudeció, al parecer, para siempre”, como aparece en Historia de las Letras Paraguayas. Murió en los Estados Unidos, donde vivió por mucho tiempo desarrollando cátedras en la Universidad de Texas. Tenía 78 años de edad. Leopolodo Centurión (Leo-Cen): De prosa sobria. La elegancia de ella radicaba en frases cortas, contundentes. A veces casi contradictorias. Con el tiempo, su escritura se fue haciendo más sutil, más musical, alcanzando niveles de verdadera genialidad. Un escrito anónimo, que por todo título lleva su nombre, lo describe así: “Tipo del muchacho malo, del terrible muchacho que produce inquietud, y a su paso, las gentes no saben si temerle o admirarle. (…) Padece del exotismo literario -sublime mal- que le hará el eterno desadaptado. (…) Ebrio de idealidad y ensueño, marca sus pasos por los senderos abuptos que lleva a la morada intangible de la Belleza encerrada inviolable, como esencia de los dioses, en misteriosos ofrendarios, allá en las cumbres veladas donde aletea el azul (…) Hay presagios de triunfo en los bellos horizontes irisados de prístinas luces de aurora, que nimba la frente de los esforzados caminantes hacia el más allá de las etapas ideales. Y Centurión marcha a su encuentro”. “Tal fue Leopoldo Centurión. Huyendo de la terrible amargura del vivir, se refugió en los paraísos artificiales. Y el hacedor de tantos y tan bellos fantasmas, se enamoró, en el sueño optimista de las drogas, de quien sabe qué celestes visiones y se marchó en pos de ellas”, nos dice J. Natalicio González.
Miguel Acevedo: Brillante ilustrador que si bien no publicó solamente en Crónica, parece haber estado predestinado a una vida fugaz, debido a una incurable enfermedad. Fue becado para estudiar en París en 1914, a donde fue muy entusiasmado por conocer la Ciudad Luz. Sin embargo, la Primera Guerra Mundial habría de provocar su prematura vuelta al Paraguay, a donde volvió ya sin la vitalidad con que había partido. Probablemente a él le debemos el último editorial de la revista. Murió en 1915, a los 26 años.
Desde más acá en el tiempo Varias fueron las revistas que aparecieron luego, como Letras (19151916), Fígaro (1918-1919), Pórtico (1919), Guarania (1920), Alas (1924) y la influyente Juventud (19231927), en donde empiezan a figurar decididamente nombres que luego marcarían a fuego la literatura paraguaya. Pero sobre Crónica pesa el estigma de lo primerizo, del ensayo y error, del entusiasmo irreverente de lo nuevo. La poesía fluía de ellos vital y frenética, fugaz y trágica. “Somos jóvenes. Somos la vida que se rebela ante el destino que impone su locura”, rezaba otro fragmento de ese último editorial. Ellos buscaron romper la inercia de la vida para aterrizar en tierras nuevas, donde la belleza, los sueños y las sensaciones pudieran convivir juntos. Y quizás, en esos instantes rotos que se salen del tiempo y duran por toda la eternidad, hasta lo lograron.
Bibliografía: Amaral, Raúl. Escritos Paraguayos. Ediciones Meditarráneo (1984). Rodríguez Alcalá, Hugo. Literatura Paraguaya. University of California (1971). Amaral, Raúl. El Modernismo Poético en el Paraguay. Editorial Alcándara (1982). Centurión, Carlos R. Historia de las Letras Paraguayas - Tomo III. Editorial Ayacucho SRL (1951).
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La crítica literaria en Paraguay El oficio de la soberbia Por Hugo Mendieta Ilustración: César Román
Poco se entiende de la crítica literaria en Paraguay. Poco saben los que se dedican a estudiar la literatura, poco saben los lectores y los que menos saben aun son los mismos críticos. Está mal entendida desde su mismo inicio ya que en el Paraguay poco se puede hablar aún de un proceso de formación de la crítica hacia la misma literatura paraguaya. El problema puede muy bien originarse en la insularidad de la literatura paraguaya, a falta de un contacto cultural con las demás literaturas, el oficio del escritor se volvió anárquico y el del crítico muchos más anárquico. En consecuencia no hubo una línea delimitada acerca del oficio del crítico, acerca de qué es y qué no es crítica y, lo más importante, el proceso de elaboración de una crítica.
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La crítica, en su acepción general está mal entendida en Paraguay, se le asignó desde tiempos inmemoriales una acepción negativa, peyorativa, asociada a la acentuación de los aspectos negativos de la obra en cuestión. No se menciona que, por ejemplo, una buena crítica debe estar fundamentada en al menos dos pilares esenciales: la Historia de la Literatura y la Teoría de la Literatura. Porque, la crítica es ante todo una valoración subjetiva de todos los aspectos de una obra, en el caso que nos compete, una obra literaria. Pero esta valoración fue subestimada por los autodenominados “críticos” y la crítica pasó a ser un mero comentario de los textos considerados clásicos dentro de nuestra literatura, o por qué no decirlo sus sacrosantos exponentes: Roa Bastos, Plá y Casaccia (el orden es meramente aleatorio; aunque a veces se pretenda una arbitraria enumeración similar a la expuesta). Pero cuidado que a veces se puede ver una intrínseca relación intertextual entre un comentario y otro. Es el mismo comentario que con diferencias de algunas letras y puntos resulta ser el comentario del comentario del comentario.
Esto es grave si pretendemos sembrar la semilla del conocimiento en la huerta de la crítica literaria. Debe ser un llamado de atención para plantearnos hacia donde debe mirar la crítica y qué debe hacer de ahora en más. La crítica debe estar al servicio de la literatura para mostrar al lector un abanico de valoraciones acerca de las nuevas voces. Este es el principal problema que enfrenta la literatura nobel paraguaya. Con lo difícil que es publicar en Paraguay aún la crítica se sienta en su trono de la soberbia y relega a esa obra al olvido: los “críticos” solo leen las obras consagradas y tiran en el abismo del olvido las obras de las nuevas generaciones. Uno espera leer cuando recurre a un libro de crítica literaria reseñas, aunque breves, de los autores nuevos. Pero los que hemos recurrido
a estos libros nos decepcionamos al encontrar grandes páginas de autores de la generación del 40, con párrafos que coquetean demasiado con la subjetividad y luego cuando llegamos al 90, al 2000, encontramos una absurda lista con los nombres de los autores y con suerte la lista de todas sus obras. Nada más. Y uno se queda con esa sed de conocimiento, con esa necesidad de conocer más acerca de nuestros escritores jóvenes.
con breves modificaciones que no enriquecen para nada el necesitado campo de la literatura nacional. Nuestra literatura siempre fue solitaria, aislada del resto del mundo. Por tanto, es nuestra obligación como estudiosos de la literatura leernos para conducirla hacia un camino único y gran parte de esta responsabilidad recae en el oficio del crítico.
El oficio del crítico en la actualidad, lastimosamente es el oficio de la soberbia, los críticos se limitan a sentarse en un sillón de oro (afortunadamente imaginario) para hacer eternas reseñas de obras que se han revisado en todas las posiciones, cual kamasutra, haciendo una crítica copiada
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La masacre de Curuguaty Por Julio Benegas Ilustración: Alejandro Ayala
Asunción, sábado 21 de febrero de 2015 Este sábado es húmedo y vaporoso. Un calor que, sin ser intenso, es pesado. “Amenazo”, le dicen en el campo a este aire aventado. Es asaje. A estas horas, en Pindo o en Ybypytã, la gente se recoge, luego del almuerzo, en alguna siesta silenciosa. En Yegros y 21, Asunción, sin embargo, la tierra ha quedado encajonada por el asfalto y el empedrado, aunque las plantas, de un verde intenso, se sublevan por todas partes. Una larga hilera de kioscos y almacenes se observa hasta las narices de la cárcel de Tacumbú. -Mbae’éiko ojapóta nderehe mil’i o dos mil’i, che kape-, suena como murmullo general entre los póra de la ciudad, urgidos por la miseria y el crack. En la memoria suena: “Si esta cárcel sigue así, todo preso es político”. -Che aikuaa Rubén Villalbape, che kape. Che rogueraháta hendápe-, arriesga un joven, no más de veinte años, en kepis, short holgado, zapatillas de goma y una remera hecha girones. “Che aikuaa”, suelta otro, “che, che rogueraháta hendápe, che, che”, saltan entre todos.
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A unos metros, Rubén sale de una piecita, en short, remera y un calzado deportivo, abortándose, por suerte, el laberinto de celdas y pabellones. En la habitación, un rosario de cruces y bolitas marrones cuelga de la pared. En la mesita de madera, pulcramente revestida, resalta un libro de Richard Alan White: La primera Revolución Popular de América (Paraguay, 1810-1840). En frente de la cama, un baño estrecho, limpio. Un penetrante olor a guiso, sin procedencia reconocible, incita el apetito. Los rayos de sol que filtra la pieza, aún amortiguados por nubarrones, dejan sin chance a la pobre luz de un tubo fluorescente pequeño, en molde tirabuzón. Rubén ofrece un tereré. Sentado en un colchón de espumas, de funda blanca, se frota las manos suavemente, mirando un punto vago. De su vista desaparecieron el Mbarakaju, la policromía crepuscular y la claridad lunar proyectada en el bosque, el tape po’i o el pastizal. El 12 de febrero de 2015, Rubén fue sentenciado a 7 años por el caso Pindo. El tribunal integrado por Ramón Trinidad Zelaya, Samuel Silvero y Arminda Alfonso firmó la pena por los cargos de coacción,
coacción grave y privación de libertad. Resucitaron el caso cuando Rubén y sus demás compañeros lograron, tras 58 días de huelga de hambre, el arresto domiciliario por el caso Curuguaty. Antes de pisar completamente Curuguaty, lo devolvieron a la cárcel. El proceso, como todo el proceso judicial por la masacre, se sostuvo en la sentencia previa a los que disputan la tierra para la agricultura familiar. El tribunal de sentencia desecharía a todos los testigos de la defensa. “Opuka ha oñembohory orerehe. Oñembohory háicha ñande pueblore. Upéicha. Upéicha”, asume Rubén, grave, compungido. Nada de lo que dijeran o sostuvieran los abogados defensores, sus testigos ni las contradicciones de los testimonios de la fiscalía ni la improcedencia de meter “pruebas y testigos” fuera de los plazos procesales previstos en el Código servirían. Ya solo en Tacumbú –sin sus compañeros de la ocupación–, a Rubén Villalba se lo siente resignado a un largo presidio. Hasta ya piensa asegurar su piecita, alquilada por G. 200.000 mensuales, por mucho tiempo. “Are apytáta che ko’ápe. Ha’ekuéra oguerekóma orden ñane ñapytî haguã. La terrateniente oguereko estrategia. Ha ñande, como pueblo, como clase desposeída, ndajaguerekói”, esgrime repentinamente, como en soliloquio, sin afán de convencer. Su mirada se extravía tal vez en los enredos de su poderosa memoria. Invade el ambiente un vagón de tristeza sin alarde; una tristeza de lágrimas resecas.
2012, en Paraguay avanzó un plan de acumulación sin contemplaciones, sin contención, sin miramientos. La producción de granos transgénicos cubre 3.250.000 hectáreas en la Región Oriental. En el primer año posgolpe, hubo una deforestación de 14.000 hectáreas. De las once millones de hectáreas de bosques de los años 50, quedaron menos de un millón, la mitad de ellas en las reservas. El ingreso de la semilla transgénica en 1999, habilitada legalmente en el 2000, aceleró el desmonte y la concentración de la tierra en muy pocas manos. El Chaco, donde se trasladó gran parte de la ganadería, sufrió en el 2013 la deforestación más grande del planeta. En tanto, la Monsanto ensaya una nueva variedad de semillas transgénicas en esos territorios. Antes de secarse el ojo enardecido, Rubén se levanta de sopetón. Invita el almuerzo: un guiso de arroz con huesos de puchero. El aire de tristeza se relaja. Alrededor se escucha un purahéi jahe’o y el sol calienta con pronóstico de tormenta. Ya en la mesa, con el hueso en la boca, Rubén se pregunta:
“Si Marina Kue fue un golpe brutal en el corazón de la lucha campesina, por qué no se reocupa. Mba’ére, mba’ére”. Los gobiernos posteriores al golpe de junio de 2012 asumieron verbalmente que las tierras de Marina Kue son públicas. Pero sin “coraje y sin formación política este es nuestro futuro: la cárcel”, sentencia Rubén. Luego de esta drástica determinación, sus ojos se iluminan. Reaparece en él, aunque más disimulado, el aire épico que lo arropara durante la ocupación de Marina Kue y su posterior refugio, en las faldas del Mbarakaju, en un horno de fabricar carbón. “Hetáma oñembohory hikuái ñande rehe. Ndaikatuvéima péicha jaikove”, descifra. Después de esta reflexión, reiterada en sus arengas durante la ocupación de Marina Kue, Rubén se convoca a silencio. A cada rato pasea los dedos por el costado derecho de la cabeza. Le cuesta concentrarse mucho tiempo en una idea y hace mucho esfuerzo para enfocar la vista en algo cercano. No puede leer y escribir como quisiera. Necesita aire, luz, espacio. Necesita perder la mirada en el horizonte. Está solo, se lo siente
Desde la masacre de Curuguaty y el golpe parlamentario de junio de
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´ especializada de salud, tampoco lo tuvieron sus compañeros en la prisión ni los miles de presos hacinados en Tacumbú, al igual que la gente pobre de este país.
solo. La mayoría de la gente, en la prisión, está “drogada”, asume. En los pabellones, cuesta mucho más sobrevivir. Por eso se aferra a la piecita que unas hermanas cristianas le consiguieron por G. 200.000 mensuales.
Rubén nunca tuvo atención especializada por el tajo que le produjera en la cabeza la bala del fusil ametrallador durante la masacre. Tampoco los cuidados posteriores por tantos días de huelga hambre y la frustración brutal de su libertad conseguida. La gente es poco importante para los gobiernos apurados en endeudar al país con los bancos de Nueva York y privatizar todo cuanto pueden. Rubén no tuvo atención
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De ese silencio prolongado y sereno se recrea la mirada con una clara sonrisa en el rostro de Rubén: “Che ra’y ocumplítama tres años”, dice. Durante la ocupación, en los brazos de Raquel Villalba, tenía seis meses. Mamaba sin reparo. Los hijos pueden ser la imagen precisa del paso de los tiempos y la razón de esta prosa urgente. “Marina Cue, pueblo mba’e”, retumba en la memoria de las marchas, los festivales y la huelga general del 26 de marzo de 2014. Ese año, una extraordinaria resistencia de bases –principalmente de la Federación Nacional Campesina (FNC)– contra las fumigaciones ilegales e indiscriminadas de sojales recreaba un escenario de contestación. Otro tanto, aunque con menos convicción, ocurría en zonas metropolitanas por la suba del pasaje de colectivo urbano de G. 2.000 a 2.400. En los primeros días de febrero de este año, la larga marcha de Paraguay Pyahurã
El guiso, con comino, sabe bien. Después del tereré, mejor. Es hora de la partida. Arriba, unos nubarrones invaden desde el poniente la mirada. “Poniente no miente”, se afirma. Qué decir, qué caminos andar. Un apretón de manos mejor: un abrazo echaría por tierra la efímera seguridad varonil, aparentemente necesaria para atravesar los pasillos de la cárcel. -Nandi vera, che kape, nandi vera. Hendy avei chendive. Atrás queda, una vez más, una vena abierta de nuestra historia. La lluvia, aun en el hollín y el estrés urbanos, puede ser bonanza. Y, en ocasiones, el charco de la esperanza.
Fotografía: Iván Benítez
Hay días en que escucha un ruido interno. Ese mismo ruido por el cual dejó su última huelga de hambre, a 12 días de haberla retomado, una vez devuelto a la cárcel. En ese trance, sintió que el ruido se apoderaría de él. Que lo aturdirían para siempre ese ruido y un escalofrío sostenido en el brazo y el torso del hemisferio derecho.
En el gobierno de Horacio Cartes están apurados en vender empresas públicas o privatizar servicios públicos, explotar todo en la naturaleza, ganar y acumular como niño frente a golosinas. En fin, una nueva oleada liberal, con sesgo narcofascista, se apoderó del país. Y ya se sabe que para esta oleada civilizatoria la gente es, en el mejor de los casos, cliente o consumidora.
(brazo político de FNC), sumaba esperanzas en la confrontación contra el saqueo de nuestras tierras y nuestras fuerzas. La historia siempre es, aun en el peor momento de un pueblo, un punto móvil. Para moverla, reafirma Rubén, se necesita coraje. Coraje, coraje, coraje.
Bocaditos
Aperitivos literarios de autores paraguayos comtemporáneos
Por los fragmentos el fuego
there’s a bluebird in my heart that wants to get out Bukowski
¿Cuántas veces sentí en mis labios el sonido de tu sangre, al posarlo sobre esa piel tan quebradiza? En una de esas noches incompletas, mientras recorría las venas de tu cuello, entre tus pechos brotó un murmullo diferente. Quise ignorarlo cuando tus muslos se apretaron fuertes a mis costados y tu quejido se alzó al morderte un pezón. Acaricié tu garganta atrapando ese palpitar sofocante, cuando volví a escucharlo, más insistente y agudo ¿Temblabas, al igual que yo, al momento de endulzarme con tus gemidos y me deshacía en tus bordes, en tus inicios? Vamos, aráñame, quiero que me dejes el cuerpo irreconocible mientras suspiro sobre tu sexo, juguetea con mi lengua sintiendo tu propio sabor. Estira de la correa y apaga tus cigarrillos sobre mi espalda formando lunares incendiados. Yo tengo toda esta piel para que la quemes, para que la liberes de toda suciedad que me ha violentado al masturbarme pensando en tus propias cenizas desparramándose sobre mí. Por favor, por favor, lame la carne quemada debajo de mi vientre. Sentí un orgasmo intenso con el ruido de tus huesos separándose. Entonces lo vi, ¡ahí estaba el fabricante de ese eco sincronizado con mi jadeo! Acurrucado debajo de tu aorta, un puñado de plumas y unos ojitos. Un tajo o un beso, tal vez, a esos ojitos. Tu grito y un sueño largo.
Patricia Cabrera. Asunción del 90. Estudiante de Letras. Publicó en revistas kañys y antologías colectivas.
El gato Se pasó buscando a su gato hasta la medianoche. Los niños ya dormían cuando volvió a su casa. Su esposa, visiblemente preocupada, lo llevó hasta la cama y con la voz más pausada que pudo, le explicó que no, que nunca tuvieron un gato. Entre abrazos y caricias la mujer lo invitó a dormir. Seguramente la mujer lo percibió tan asustado como ella, porque siguió abrazándolo cuando al fin decidió acostarse. Le acarició el rostro y le pidió dulcemente que cierre los ojos, que cierre los ojos, que quizá era el estrés, que cierre los ojos. Se durmió de manera muy inestable a veces creía escuchar al gato, su mujer también despertaba, lo abrazaba, y le invitaba a que cierre sus ojos. Soñó con sus dos hijos, con su mujer, con el gato. Cuando despertó, ya era tarde. La esposa ya se había ido al trabajo, y como todas las mañanas se llevó a los niños al colegio. Pensó que la mujer no lo despertó porque sintió que lo mejor sería dejarlo descansar, pensó, y sin pensarlo dos veces fue apurado al trabajo. Le contó su sueño a su compañero, y este, con una cara de asombro o quizá espanto, le dijo, Santacruz, vos no tenés esposa ni hijos, andá a tu casa, o mejor andá al hospital, estás mal. En vez de ir al hospital decidió ir al bar del Edén. Como era muy temprano para el bar, el bar estaba vacío, y como siempre sucede en situaciones como esta, entre copa y copa, terminó contando al cantinero la loca historia. El cantinero, con cierto temor balbuceó o dijo a su amigo, Santacruz, vos hace un año no laburás, y hace un mes no venís por acá, ¿dónde estabas?. El mundo se le cayó, sentía vértigo, el cantinero puso un cartel en el bar, “vuelvo enseguida”, y llevó a Santacruz hasta la puerta de la casa, cuidate, le dijo, y Santacruz subió los escalones visiblemente tenso, sentía mareos, llegó a la cocina y se preparó un té. Mientras la infusión tomaba el color preciso Santacruz escuchó el maullido del gato. Carlos Bazzano
Collage: Carmen Caballero
Ilustración: Kenji Espínola
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Ilustración: Camila Recalde 18
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Muñeqquita rota
Joaquina Díaz de Maciel: A estos cementos llegué envuelta en tempestades mediante galernas de Sur una madrugada. Camino con mi sombra en este Centro y una lágrima azul
Era tan pobre la niña, que siempre a las mil quinientas cantadas por me confiesa que sólo paseará en mi mejilla mientras exista el reloj, visitaba la casa de los vecinos quienes solían obsequiarle un latido que me acerque a la vida y me narre las historias pan, sobras y caramelos. Tan satisfecha quedaba que volvía a sus que luego he de escribir. Crecí en un hoyo supersticioso juegos que en verdad eran quehaceres, ser niña no era la constante. llamado Pilar, lugar al que nunca pertenecí. No vine a Con la panza llena y el pensamiento ausente lavaba ropas a manito solicitar el carnet de escritor, vine a desangrarme en cada quebrada, en casa de su protectora, como se hacía llamar Doña Irene, escrito como el tintero destartalado del escritorio donde quién la observaba de pies descalzos a cabecita piojosa en la espera de los amantes furtivos abrasan espasmódicos pecados. los primeros rasgos de pubertad. Era tan astuta Doña Irene que un día de primavera y de emergentes rasgos femeniles dijo a la niña que llegó el tiempo de vender carne para traer pan y en un acto de presumida filantropía obsequió a la niña unos zapatos de tacones acrílicos que la elevaban a siete centímetros del suelo al que tan acostumbrados estaban sus pies. También hubo maquillaje, verde para los ojos y rojo como de manzanas acarameladas para la boca. Era tan feliz la niña que se miró a un precario vidrio que servía de espejo y se vio linda. Era tan niña la niña, que una muchacha se asomó inadvertida en su propio cuerpo amarillento y frágil. Hacía un día hermoso y quiso subir a un árbol viejo e imponente. Liviana y ágil se trepó de un salto y dos escaladas llegando a la copa, a la cima decía ella. Desde allí disfrutada de los destellos de sol en su nariz y le costaba abrir los ojos pero una porción de aquellos rayos se colaban entre sus pestañas. No se perdía de la danza desigual de horneros y pitogües y las ventanas de los rascacielos le parecían entradas a mundos completamente desconocidos. Alguna vez soñó con volar, pero la vida le parecía simple y no se planteaba absurdos cambios ni metas lejanas. Era niña, comía caramelos a las mil quinientas y los zapatos de tacones acrílicos estaban en un suelo lejano y olvidable. Volvió a la casa de la amable Doña Irene, quién la esperaba con un vestido nuevo y floreado, bastante pequeño y elástico, se adaptaba de fino a su delgadez. Practicaba andar con sus zapatos nuevos que le parecían estar hechos de vidrio ¿Cómo es que no se llegaban a romper aun cuando correteaba por las calles de arcilla? Era tan agradecida y alegre la niña que aquella tarde se olvidó hasta de buscar sus caramelos. Doña Irene le dijo que algunos hombres irían a conocerla, que debía ser amable y obediente y que muchos otros presentes recibiría. Era tan inocente la niña que ignoraba las desdichas humanas y espero todita vestida de muñeca a sus visitantes. Pero resultó ser caro recibir regalos y costó demasiado dejar de ser infanta. Comprendió que nadie le obsequiaría nada sin asegurarse de que le arrebatarían de algo más valioso. Conoció el dolor, hedor y el sudor de incontables cuerpo desnudos. La casa era olor a caña y un desfile de sombras que la poseían, perpetraban. La niña, dolor, manitas rotas y una conciencia extraviada. De ella sólo quedaba la sangre y una vez en cada amanecer, lágrimas torcidas. Comprendió. Vender carne para traer pan significaba moretones y golpes que impedirían su huida y por fin, nunca más quiso comer caramelos. Se volvió tan rota, tan fracturada la niña. Pasaron meses y aquel par de zapatos de tacones acrílicos lucían como el primer día, nadie salió a pasear ni a bailar con ellos puestos. La mesa de la casa de Doña Irene tenía pan que no apetecía comer. Una barriga creció plena, tenaz y su redondez traía consigo a la vida y un día fue tan madre la niña. Recién parida llevaba a su retoño en un canasto sin tener sitio a donde ir. Se paró frente al viejo árbol donde solía recibir al sol en su cara pero aquél día el cielo estaba triste. Era invierno, hacía frío y las nubes excesivas invitaban a dormir. Bajó el canasto al suelo y se trepó al árbol, esta vez con dificultad y dolores en su cuerpo. No hubo aves ni coreografías y las ventanas de los rascacielos no deseó mirar. En el suelo la esperaba una realidad insoportable e ineludible. Saltó y descendió como si esta vez pudiera volar pero una cuerda amarrada a su cuello impidió su completo descenso. Tras un brevísimo espasmo quedó colgadita e inanimada cual muñeca de pajas y harapos. En el suelo dejó un canasto y solloza allí dentro un desconsuelo y un aliento tan frágil, tan pobre, tan inocente y otra vez, tan niña.
Una Uña Acababa de tomar lo que quedaba de algún jugo de alguna fruta cuando la uña del dedo meñique comenzó a picarle. Sorprendido por la situación paradójica de rascar una uña con otra uña, casi esbozó una media sonrisa, pero la incomodidad innegociable de toda comezón lo detuvo de plano y actuó el reflejo, se rascó la uña del dedo meñique izquierdo con la uña del dedo índice derecho alternando oficio en dos ocasiones con la uña del dedo del medio derecho. Inmediatamente notó que este ejercicio mecánico no le producía ningún alivio, cosa que hubiera descubierto aun sin necesidad de llevarlo a cabo, pero el reflejo ancestral pulido a lo largo de incontables generaciones se encendió con todo el furor del instinto. Se detuvo, confuso ¿cómo se podría aliviar la comezón de algo tan duro como una uña? entonces comenzó a presionarla contra la piel, primero levemente y luego con más intensidad solo para retornar, una vez cesada la presión, a la misma picazón, pero acrecentada por la ansiedad. El saludo rutinario y puntual entre sus vecinos lo distrajo por un momento “Hola compadre” gritaba un hombre mayor todas las siestas en ese tono particular que adquieren las frases monótonas. Satisfecho con la idea de que el mundo seguía marchando igual que siempre se levantó con dificultad de una mecedora envuelta en un cable de plástico color verde, buscó, entre pastillas, el alicate. Cortó los trozos de uña cuyo largor sobresalía de la piel y habían tomado ya, un tono blanquecino, se cortó las uñas de la misma manera en que lo había hecho miles de veces a lo largo de su vida, se rascó el brazo y un escalofrío le recorrió los cansados músculos al sentir el roce de la piel de sus dedos recientemente expuesta con la piel antigua del brazo acostumbrada a la intemperie, como si estas dos pieles fueran pieles de seres inconexos. La picazón persistía. Quizás no era la uña la que le picaba, de hecho, ahora que lo pensaba bien, era la piel que yacía debajo de la uña la que pedía a gritos tormentosos que la rasquen, pedía que algo con suficiente dureza como para rasparla pase sobre su superficie removiéndola y lastimándola de forma tan suave que resulte finalmente placentero. Podríamos continuar con esto y caer en descripciones ásperas, pero ahora, y solo por esta vez me parece suficiente decir que el personaje de esta historia se arrancó todas las uñas, perdió un dedo y ganó una obsesión. Camila Recalde: Asunción, 1992. Licenciada Escritora,
Letras y
(UNA). docente.
Participó de publicaciones colectivas
Ilustraciones: Alejandro Ayala Ilustración: Ana Caballero
en
editora
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Beatles, manuales fuera de lo común y LSD Por Cesar Barreto Ilustración: Adriana báez
A lo largo del mes de julio de 1966, las emisoras de radio de Inglaterra iban recibiendo de a poco los catorce temas que componen el impresionante Revolver, séptimo disco de The Beatles. El entusiasmo iba creciendo a medida que se acercaba el último tema. Un trabajo que muchos consideran como el primer tema psicodélico de la historia, un tema extremo, fresco, experimental y completamente revolucionario para la época: Tomorrow Never Knows.
Ya para ese entonces, este grupo estaba considerado una fuerza creativa e innovadora impresionante, logrando dejar a otros músicos de la época muy rezagados, e incluso deprimidos, intentando atrapar la inspiración que The Beatles parecía absorber sin piedad. En este punto se puede hablar de la muy obvia y conocida competencia que existía entre The Beatles y The Beach Boys. Al publicarse en 1965 Rubber Soul, Brian Wilson se quedó maravillado y se sintió desafiado. Fue entonces cuando compuso los temas que llegarían a formar parte de Pet Sounds, que si bien no llegó a ser un éxito comercial, logró que se ganara los elogios de Paul McCartney.
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Luego de que se lanzó Revolver, Wilson había comenzado con la producción del que sería el nuevo álbum de The Beach Boys: SMiLE. Finalmente este proyecto se canceló por distintos motivos, principalmente relacionados con la inestabilidad mental, paranoia e inseguridad de Wilson, pero el que fue realmente importante se debió al momento en el que Wilson escuchó Strawberry Fields Forever, que era algo muy parecido a lo que, según él, quería hacer. El nuevo trabajo de The Beatles logró sumir al compositor estadounidense en una depresión creativa de la que no pudo salir. Y unas pocas semanas después de la cancelación de SMiLE, se publicó Sgt. Pepper´s Lonely Hearts Club Band. Tomorrow Never Knows es una composición de John Lennon, que luego fue arreglada y terminada en conjunto con todo el equipo. La compuso en enero de 1966, y la tocó por primera vez (según lo que cuentan) en la casa de Brian Epstein ante George Martin, Epstein y
los demás Beatles. Es obvia la influencia de la música tradicional de la India y, a pesar de ser bastante horizontal y de estar compuesta por un solo acorde, Martin la encontró bastante interesante.
Durante esta época, Lennon experimentaba con el LSD, droga que, según el músico, le ayudó a mejorar en ciertos aspectos de su vida, a pesar de que casi lo destruye. Gracias a esto podemos disfrutar algunas de las composiciones más creativas que regaló al mundo: Strawberry Fields Forever (este tema iba a formar parte de Sgt. Pepper, pero lo lanzaron como un single junto con Penny Lane), A Day
in the Life (Sgt. Pepper, muchos lo consideran el mejor tema del grupo) y I am the Walrus (The Magical Mystery Tour, cuya letra fue escrita por Lennon para burlarse de un profesor de Inglés que le había dicho que utilizaban las letras del grupo para estudiarlas y analizarlas). Además del LSD, hay dos libros que sirvieron de inspiración para Lennon, tanto para el concepto como
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´ para escribir las letras: The Tibetan Book of the Dead y The Psychedelic Experience (Timothy Leary, Richard Alpert y Ralph Metzner), que a su vez está inspirado en The Tibetan. Explicando de manera breve, The Tibetan fue un libro escrito y pensado para que se lo leyera susurrándolo a los muertos, para que sirviera como una guía que permitiera alcanzar la iluminación durante el momento posterior inmediato a la muerte. Por su parte, The Psychedelic Experience fue escrito como un manual instructivo para que sea utilizado al estar en contacto con drogas psicodélicas. Así mismo, The Tibetan
inspiró al director argentino Gaspar Noé a escribir y dirigir su tercer largometraje: Enter the Void (2009). La película se centra en Oscar, un joven drogadicto y traficante de drogas, que es asesinado y que luego regresa al mundo como un fantasma, en una suerte de viaje astral, recorriendo así la ciudad en la que se encontraba, Tokyo, y pudiendo ver lo que sucede con su hermana y amigos luego de su muerte, pero también pudiendo ver lo que fue su vida. Hacia el principio, su amigo Alex le explica lo que se cuenta en el libro, y la película es básicamen-
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te el desarrollo de esa explicación. Un trabajo bastante extraño y experimental en cuanto al uso de la cámara (algo muy similar a lo que podemos ver también en Irreversible, del mismo director), y creo que este trabajo y Tomorrow se complementan bastante bien. Muchos afirman que ambos libros sirvieron de inspiración para John, pero Harrison y McCartney dijeron más adelante que John se dejó guiar exclusivamente por The Psychedelic. Tomorrow Never Knows fue el primer tema que se compuso para Revolver, y la canción debe su título a un gracioso dicho de Ringo Starr que Lennon decidió utilizar porque se sentía avergonzado por las letras profundas y filosóficas que había escrito. El tema, en un principio, era muy sencillo, pero fue haciéndose más complejo a medida que iba progresando. Parte de la complejidad la agregó la parte técnica, de la cual se encargaron George Martin y los ingenieros de sonido Geoff Emerick y Ken Scott. En el disco 1 de Anthology 2 podemos escuchar el demo, muy distinto a lo que resultó ser finalmente. Desde la batería, hasta los loops, todo el tema está lleno de momentos interesantes. Se rompieron varias reglas que los ingenieros de sonido debían seguir en el estudio, y gracias a eso consiguieron ese sonido tan particular para la batería. Los loops fueron idea de Paul. Entre ellos se puede escuchar la risa de Paul completamente distorsionada y el solo de Taxman invertido y adaptado al mismo tono. Los sonidos invertidos también causaron un gran impacto, ya que no se había hecho antes. Para este tema, los ingenieros y técnicos de Abbey Road crearon el
´ ADT, que sería el doblaje de pistas automáticos, y es lo que logró que la voz de Lennon se asemeje vagamente a lo que él buscaba (sonar como monjes tibetanos), pero aun así él no quedó satisfecho. Se sabe que Lennon no solía quedar satisfecho con los resultados finales de sus músicas. No está de más decir que este sistema ADT fue toda una novedad y abrió muchas puertas, logrando que Tomorrow se convirtiera en un acontecimiento sonoro sin precedentes, introduciendo en el mundo pop el concepto de expansión de la mente, enfocando también la atención en las drogas psicodélicas. El disco en sí es un camino lleno de sorpresas que conducen a un único punto: Tomorrow Never Knows. Da la impresión de que todo está perfectamente armado para que nuestros oídos se preparen y exploten con este tema que aún en la actualidad sigue sonando fresco e innovador. Lo último que me gustaría agregar es que Revolver fue un disco que marcó una gran revolución en el mundo de la música, sirviendo como inspiración para muchos artistas y logrando abrir muchas puertas, incluso para The Beatles, ya que en este trabajo ellos comenzaron a involucrarse en la producción y en los arreglos orquestales. Un trabajo lleno de experimentación, melodías, novedad, drogas, locura, explosión, etc., etc., que aún hoy sigue maravillando a miles de personas.
Sobre la literatura de terror Por Miguel Arias Ilustración: Michelle Bernal
Mucho podemos decir sobre la evolución de la especie humana y sobre los avances tecnológicos; podríamos hacer una cronología desde los tiempos antiguos hasta ahora sobre el paso del misticismo al raciocinio, encontrando todos estos aspectos en la Literatura. Sin embargo, existe un punto que se aleja de todos estos ámbitos y, como no podría ser de otra manera, subyace en una profundidad entre vapores tenebrosos, entre palabras que sacuden la imaginación fantástica: la literatura de terror. Este campo atraviesa la consciencia y se mueve en la mente entre pasadizos secretos de sensaciones del lector sensible, cuyo espíritu se conmueve a través de una imaginación que sobrepasa los niveles de lo cotidiano, rompiendo la cadena de la realidad de una estructura que, inevitablemente, nos mantiene enfocados en un materialismo que nos impide imaginar más de los que se nos impone imaginar.
En nuestra Literatura, desgraciadamente, este tipo de relato aún no ha encontrado un escritor. El contexto social todavía nos sigue pesando y lo seguirá haciendo, teniendo en cuenta que las injusticias sociales son el eje de nuestra sociedad. Me precipito, antes de ser el blanco de críticas erróneas, a decir que no tengo nada en contra de que el aspecto social nos abarque, pero sería interesante un poco de heterogeneidad. Lo sobrenatural ha acompañado a la raza humana desde el principio de los tiempos. Nuestro cerebro es un cofre que todavía guarda muchos secretos. El universo entero es un imperio desconocido en el que reina la oscuridad y en el que vagan, en algún lugar del espacio, seres cósmicos que buscan la manera de materializarse, y ese médium podrías ser tú, podrías ser el escritor que buscan.
Vivimos en una isla de pláci da ignorancia, rodeados por los negros mares del infinito, y no es nuestro destino emprender largos viajes. Las ciencias que siguen sus propios caminos, no han causado mucho daño, hasta ahora, pero un día la unión de esos disociados conocimientos nos abrirá a la realidad, y a la endeble posición que en ella ocupamos, perspectivas tan terribles que enloqueceremos ante la revelación, o huiremos de esa funesta luz, refugiándonos en la seguridad y la paz de una nueva edad de las tinieblas. H.P. Lovecraft
Este lector, cuya imaginación sensible hacia lo fantástico, posee una característica parecida a las leyes del mesmerismo, porque, según esta teoría, solamente ciertas personas tienen la capacidad de recepción mesmérica, así, solo algunos lectores poseen esa capacidad receptora de relatos que ahondan en lo más oscuro de nuestro ser y que para los superfluos no tiene gusto alguno.
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Guía terrorífica: un pequeño paseo por el museo de obras y autores de terror Por : Pedro Lezcano Ilustración: Charles Da Ponte
Tras los cuentos de espectros y brujas, hasta los cementerios de desaparecidos e historias reales, de torturados por los gobiernos represivos, ahí, entre las garras del Cóndor. Al llegar la noche, despiertan los sonidos en la oscuridad, no está nadie, sin embargo, los muebles de la casa parecen moverse. Desde el patio del perro que aúlla, llega esta edición de consultas a escritores y lectores de distintos espacios, en esta aldea literaria de esta parte del mundo.
De la tumba de libros salió, salió a caminar, se encontró con Lourdes Benítez, ella le dijo que tenía “Ganas de dormir” y que pregunte por Mario de Sá-Carneiro, luego se despidió, pero antes recitó. Hilos de oro tiran de mí levantándome en el polvo – cada uno hacia su fin, cada uno hacia su norte -Ay, qué saudades de la muerte Quiero dormir anclar ¡Arrancadme esta grandeza! -¿Para qué me sueña la Belleza, si no la puedo transmigrar?
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Continuó su camino, y Domingo Aguilera le habló, con la sangre fría, de un tal Horacio Quiroga, le dijo que ese muchacho tiene algunas de esas escenas, pero no de fantasmas, pero sí de asesinatos, también le comentó que don Augusto Roa Bastos en algunos cuentos causa terror, no terror sobrenatural, pero que algo tiene que ver con Eustasio Rivera y Henry Charriere. Algo confundido continuó, José Vicente Peiró lo detuvo y le dijo, Hombre, “El almohadón de plumas” te puede ayudar, Horacio Quiroga los hace, es uno de los más terroríficos, después, le enseñó una mueca macabra y le preguntó, ¿necesitas algo más de mí?
Todo se ponía más denso y ella leía el último párrafo de un cuento, Jordán lo levantó; pesaba extraordinariamente. Salieron con él, y sobre la mesa del comedor Jordán cortó funda y envoltura de un tajo. Las plumas superiores volaron, y la sirvienta dio un grito de horror con toda la boca abierta, llevándose las manos crispadas a los bandós. Sobre el fondo, entre las plumas, moviendo lentamente las patas velludas, había un animal monstruoso, una bola viviente y viscosa. Estaba tan hinchado que apenas se le pronunciaba la boca. Noche a noche, desde que Alicia había caído en cama, había aplicado sigilosamente su boca -su trompa, mejor dicho- a las sienes de aquélla, chupándole la sangre.
Entonces, de entre cruces y cráneos, Juan Eduardo de Urraza apareció y de fondo continuaron las carcajadas indolentes, como sonando a la felicidad del dictador sobre el dolor de la democracia, es la de su fantasma decía él, y entre todo, el estruendo de una guitarra, sonando como a resaca en la cabeza, tomo forma de barba, la de Eulo García a quien, por el gesto, además de Urraza se le vienen otros tres escritores más a la cabeza. Sí, un poema de Alejandro Guanes, un paraguayo de la generación del 900 que es sobre una sombra que le acechaba en las noches, algo parecido al cuervo de un tal Poe. No recordó el nombre, ni si era de terror precisamente, pero sí que es de una angustia crepuscular, también recuerda a “El Aleph” del Jorge Luis Borges y al instante en su mente renace el momento del encuentro porque es bien terrorífico, desde un punto de vista quizá más metafísico, el terror al absoluto.
No contaba que la piel se le estaba poniendo como de gallina muerta, cuando lo tercero que se le viene a la cabeza es “Pedro Páramo” (Juan Rulfo) y ese concepto de pueblo fantasma bien tenebroso que vuelve a ser interrumpido, casi sin querer, por don Ernesto Sábato. “El informe sobre ciegos” que está dentro de “Sobre héroes y tumbas” y la escena del ascensor... Todo se fusionaba como en el sueño de otro sueño, en el apocalíptico inicio de “Abbadón, el exterminador”, sí, el de un satánico don Ernesto. El de la tumba de libros siguió adentrándose a ese mundo, una confusión tremenda llegó a todo lo que pareciese ser su cuerpo, pero invadido por la curiosidad, por el hambre de saber más, se animó a pasar por una esquina, conocida por ser zona de motochorros. Recostado a la pared, se delinea la figura de un hombre, José Pérez Reyes, la oscuridad y la niebla no dejan ver muy bien, pero se escucha. - Hola, cómo estás? - Cualquiera podría pensar en aquellos cuentos pioneros de Horacio Quiroga, bajo la influencia de Edgar Allan Poe o en esos fantásticos juegos de ciertos cuentos cortazarianos, pero yo pienso en “La condesa sangrienta” y en Alejandra Pizarnik.
El de la tumba de libros, corrió despavorido y cayó por donde más oscura se ponía la noche, vio a Patricia Cabrera con unas hojas en la mano, antes que él pudiera hablarle, esta le dijo “El almohadón de plumas” de Horacio Quiroga…
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´ Y al fondo de la escena apareció “La virgen de hierro“ Había en Nüremberg un famoso autómata llamado la “Virgen de Hierro”. La condesa Báthory adquirió una réplica para la sala de torturas de su castillo de Csejthe. Esta dama metálica era del tamaño y del color de la criatura humana. Desnuda, maquillada, enjoyada, con rubios cabellos que llegaban al suelo, un mecanismo permitía que sus labios se abrieran en una sonrisa, que los ojos se movieran.
Y cuando creyó que el miedo lo consumía, templando de pavor, por la misma esquina, pasó Fachu (Fátima González) quien llevaba entre brazos a Ernestina, sonrío, hizo notar que estaba llena de tranquilidad y dijo. Lo que te da terror, te define mejor... no te asustes, no sirve, no te escapes, volvé. Pensando en Gabo Ferro y en esa voz que se hizo canción.
La condesa, sentada en su trono, contempla. Para que la “Virgen” entre en acción es preciso tocar algunas piedras preciosas de su collar.
Autores recomendados
Responde inmediatamente con horribles sonidos mecánicos y muy lentamente alza los blancos brazos para que se cierren en perfecto abrazo sobre lo que esté cerca de ella.
Alejandra Pizarnik
Juan Eduardo de Urraza Augusto Roa Bastos
Ya consumado el sacrificio, se toca otra piedra del collar: los brazos caen, la sonrisa se cierra así como los ojos, y la asesina vuelve a ser la “Virgen” inmóvil en su féretro.
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Entonces el de la tumba despertó cuando su cuerpo tocaba el suelo, tras viajar por el acantilado del final del valle, duró todos los centímetros que alcanzan entre el colchón gastado por el tiempo hasta el suelo. Susy corrió y la de los ojos negros, pintados por ser falsos, se despertaron de la pesadilla.
Publicaciones recientes Fuego entre penumbras de Ulisses Viveros. Editorial Arandurã.
No se preocupe usted de nada de Ricardo de la Vega. Editorial Arandurã.
Ser poemario que reune las poesías de Maybell Lebron. Editorial Arandurã
Del tiempo que he vivido publicación autobiográfica de Victor Casartelli. Editorial Arandurã.
Alejandro Guanes Jorge Luis Borges Horacio Quiroga
En este caso una muchacha. La autómata la abraza y ya nadie podrá desanudar el cuerpo vivo del cuerpo de hierro, ambos iguales en belleza. De pronto, los senos maquillados de la dama de hierro se abren y aparecen cinco puñales que atraviesan a su viviente compañera de largos cabellos sueltos como los suyos.
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Henry Charriere Edgar Allan Poe
Inmolación de la ternura poesía reunida (1980 - 2015) de Victorio Suarez. Editorial Arandurã.
Cuentos Guaireños de Caio Scavone. Pequeñas historias que reflejan las vivencias, la política, la forma de ser de los personajes gua’i –y paraguayos. Editorial Servilibro.
Eustasio Rivera Ernesto Sábato Gabo Ferro
Tudo lo que você non sabe es mucho más que todo lo que você sabe, nuevo poemario de Douglas Diegues, prócer del portuñol selvagem. Publicado simultáneamente por siete editoriales cartoneras –Vento Norte (Brasil), La Regia (México), Karakartón (España), La Joyita (Chile), Casimiro Biguá (Argentina), Cartonazo (Perú) y Yiyi Jambo (Brasil-Paraguay), cuentan que pronto llegará a Paraguay (Librería Domínguez - Cerro Corá c/ México).
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´ Sub, primer poemario de Lourdes Benítez. Genialmente ilustrado por Ana Caballero, Carmen Caballero y Rebeca Benítez. Apostando a la edición independiente y autogestiva.
Ediciones fumables de Cristino Bogado. Poemas del autor liados y listos para fumar.
A la sombra de un destino de Carlos Mateo Balmelli. Novela. Editorial Suma
Kavure´i. Sexta compilación de la Academia Literaria Kavure`i (Facultad de Filosofía – UNA). Editorial Pathos de café.
El cautiverio de los genios de Fernando Robles, quien fue preso político durante el gobierno de Alfredo Stroessner (1954- 1989). El libro reúne diez historias breves de hechos reales ocurridos en calabozos durante la dictadura. Editorial Servilibro.
Escombros de Carlos Bazzano, poemario resultado de experimentos artísticos en los que se rozan la danza y la escritura. Editoria Arandurã.
Camino a Curuguaty de de Catalo Bogado. Novela corta sobre las anotaciones de un corresponsal desaparecido. Un homenaje al trabajo de los corresponsales, especialmente a los que ya fallecieron, como Pablo Medina y Santiago Leguizamón.
Canción a dos voces, poemario de Daisy Lombardo y Liz Martínez, con ilustraciones de Vero Sforza. FONDEC.
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Inocencia de Efraín Martínez Cuevas. Novela. A un año del asesinato del periodista Pablo Medina en manos de sicarios del narcotráfico, aparece esta novela paraguaya, en la que una periodista descubre las redes del narcotráfico en diversos estamentos públicos y privados, lo que origina una serie de episodios ficticios. En los aires del Tiempo 1995-1997, nuevo trabajo del poeta Luis María Martínez, uno de los más comprometidos con la realidad social del país. El Señor Antúnez, Susana Gertopán. Novela. Editorial Servilibro. Mujeres que matan de Lita Pérez Cáceres. Cuentos. Editorial Servilibro Revista Paraguaya de Poesía “Tren Rojo”. Número 14, con textos de varios escritores.
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