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La sociedad sentada
Justificación antropológico-social La antropología, el estudio del hombre, tiene como gran objetivo el estudio de la naturaleza humana y la historia natural del hombre. Se diferencia de otras ciencias sociales por enfatizar la perspectiva tras-cultural de tal naturaleza. Los patrones de conducta en la sociedad humana son observados teniendo en cuenta su permanencia y su universalidad. También se busca activamente entender la interacción dinámica entre biología y conducta. Debido a que tanto la actividad física como la postura son producto de ambos factores: habilidades biológicas y motivaciones sociales, es que son relevantes para la antropología. Y debido a la permanencia y generalización de la postura sentada, es que la consideramos un patrón de conducta pasible de estudio. Un concepto clave en la antropología es el de adaptación: el cual abarca tanto las capacidades biológicas o sociales del individuo, como su entorno cultural 1 . A diferencia de otros animales, el hombre usa rutinariamente su cultura para modificar su entorno natural. Es así que nos interesa observar cómo el ser humano ha transformado su entorno, y genera cada vez mayores posibilidades de actividad en la posición sentada. También, teniendo en cuenta que es el lenguaje el medio de transmisión de la información relacionada con el entorno, en el momento actual, en el cual nadie niega que estamos asistiendo a una verdadera “explosión” de la información, vehiculizada por la generalización en la utilización de las herramientas informáticas, y el uso generalizado de la computadora y sus posibilidades, como la conexión a Internet. El Homo sapiens y la cultura surgieron contemporáneamente y de modo interactivo. Los mecanismos adaptativos biológicos y culturales no actúan aisladamente, sino que constantemente interactúan para permitir la adaptación de las poblaciones humanas a los distintos ambientes (distintas condiciones ambientales). Se dice habitualmente que el pasaje a la bipedestación ha sido el gran responsable de los dolores de espalda, y que aún el organismo del ser humano no ha terminado de adaptarse a esta situación, por lo cual aparecen tales sufrimientos. Pero filogenéticamente es aún más reciente la situación de permanecer sentado en una silla, y además, que esto deba sostenerse por períodos prolongados cotidianamente.
Historia socio-cultural de la posición sentada Al observar cómo se ha generalizado el hábito de estar sentado en la cultura occidental, es que cabe la pregunta: ¿Cómo se llegó a esta generalización de la posición sentada, teniéndola hoy día en cuenta prácticamente como un estándar cultural? Para comprender su implicancia en la sociedad actual, es que presentamos un breve resumen de la historia de esta posición en esta sección 2 .
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1. Los conceptos de esta sección se basan en el libro: Physical Activity Sciences. Claude Bouchard, Barry D. McPherson, Albert W. Taylor, Editors. Human Kinetics Books, Champaign, Illinois. Chapter 12: Anthropology and Physical Activity – Susan K. Pfeiffer. 1992. 2. Esta sección se basa en los siguientes documentos: Torsten Fischer “Das dynamische Sitzen im Unterricht der Primarstufe am Beispiel des Mobilen Klassenzimmers”. Hamburger Forum Spelräume e.V., Fachbereich Sportwissenschaft, Universität Hamburg.; y Gurr, Kim y otros: “A history of seating en the western world”, Ergonomics Australia On Line, Vol. 12, N. 3, Jun. 1998 (en www. uq.edu.au/eaol, ywww.curtin.edu.au/curtin/ dept/physio/pt/staff/straker/Lsscholarship. html) .
Evolución hacia la postura erecta Hace cerca de cinco millones de años se desarrolló la bipedestación. La postura del Homo sapiens se considera desde el punto de vista evolutivo biológico como muy reciente y se asocia estrechamente el origen del hombre a la posición erguida. Teniendo en cuenta la historia de la evolución de las especies, cinco millones de años es un período muy corto de tiempo, por ejemplo, en comparación con la existencia de la forma de los tiburones, que mantienen su estructura desde hace aproximadamente 400 millones de años. El aparato locomotor del hombre ha tenido muy poco tiempo para adaptar su postura erguida, única, a los extraordinarios acontecimientos sucedidos. La postura del Homo sapiens deriva de la de los cuadrúpedos. En ellos la columna vertebral se tensa como un puente en forma de arco, y se balancea con cada paso. A través de la postura erecta del hombre se construye este puente nuevamente, y se desarrolla una contra curva en la zona lumbar, la llamada lordosis lumbar. La columna vertebral adopta la forma fisiológica de una “doble-S”. A partir del balanceo de los cuerpos vertebrales aparece una compresión, que por primera vez hace posible la postura erecta en el hombre. A partir de allí tienen lugar las adaptaciones a la carga que se implican en la postura erecta, el andar y la carrera. Estas adaptaciones suceden sólo de modo deficiente, y en el marco de las posibilidades de un incipiente ex-cuadrúpedo. Algunos ortopedistas consideran de modo jocoso esta postura como “el primer gran error” del hombre en cuanto a la adquisición de dolencias vertebrales concierne, aunque el libre uso de las manos permitió por vez primera los pasos evolutivos ulteriores (que caracterizan al ser humano como tal). Como un “error” agregado (siguiendo en esta línea), se observa la generalización de la postura sentada prolongada en nuestro entorno socio-cultural. Y el reconocimiento de la carga que implica la prolongación en el tiempo de una posición sentada sobre el aparato locomotor humano. Se cree que, dado el progreso del conocimiento y la información, las condiciones del ser humano han sido progresivamente más beneficiosas, lo cual podremos poner en duda, no sólo a partir de las rupturas que podremos apreciar en la evolución histórica de este estar sentado, sino en las consecuencias del modo de vida actual.
Evolución hacia la postura sentada El hombre sentado no se puede pensar aislado de nuestro círculo cultural, y la cultura occidental sentada está indefectiblemente unida al desarrollo de la silla. Por ello no se puede comprender que la mayor parte de la humanidad permanece tranquilamente sentada y ha dejado de utilizar posibilidades que sólo algunos niños emplean, tales como el estar en cuclillas, arrodillado, recostado, o sentado en el suelo. El antropólogo Hewes (1957) en su Antropología de la postura señala que entre los pueblos de todo el planeta existen más de mil formas de estar sentado o en postura de descanso. De las cuales en Occidente sólo se generalizó una. Un detalle acerca de los asientos es que de todos los diseños y funciones documentados, sólo tres tipos de asientos se han generalizado y persisten hasta el presente: el taburete o banqueta (fijo o plegable), el banco (y su predecesor el baúl), y la silla propiamente dicha. Por supuesto asociados a su desarrollo también los objetos que los acompañan, y que permanecen hasta la actualidad, tales como la mesa y el apoya pies.
3. De: Eickoff, H: Sitzen – Eine Betrachtung der bestuhlten Gesellschaft. Frankfurt, 1997. Citado en el artículo de Fischer, T.
El trono como origen de la posición sentada
La era antigua “Antes de que hubiese sillas, debió aparecer el trono, y antes del trono, el hombre hubo de tornarse sedentario 3 ”. Los pueblos nómades no utilizaban sillas y los pocos nómadas que aún existen no las utilizan. Ellos siempre están en el camino hacia alguna parte, en movimiento, y cuando por algún motivo permanecen largo tiempo en algún lugar, se sientan sobre mantas sobre el suelo.
Antiguo Egipto Se cree que la historia de la posición sentada comienza al menos hacia el año 3000 a.C., en Egipto. Sus casas estaban equipadas con una variedad de muebles, entre los que se cuentan bancos de diverso tipo, camas plegables, y sillas y asientos de diversos tipos. En general, quizás por su menor estatura, se hallaron piezas más pequeñas que las actuales, de menor altura, aunque también se observó que utilizaban escalones para acceder al asiento, que luego proveían apoyo a los pies durante la permanencia sentado. En cuanto a las sillas, las había para sentarse al uso occidental, con las piernas colgando hacia abajo, y también más bajas y profundas, con una superficie mayor, que permitían sentarse al modo oriental, con las piernas cruzadas. En la época de la segunda Dinastía, el banco parece haberse diferenciado en una forma reservada a la realeza y los miembros de la alta sociedad. Se le agregan elementos, como un apoyo para la zona lumbar, y a veces eran más altos que un taburete común, y otras veces se agrega un almohadón. Es interesante notar que la aparición del apoyo lumbar es un desarrollo único en la historia de la silla, transformándola en lo que es, y que en esa época proveía un apoyo a la pelvis y al sacro, a los cuales daba una orientación fija. Ya en la cuarta Dinastía la silla alcanza su punto más alto en cuanto a diseño, elegancia y refinamiento. Luego de este punto, las dos formas del asiento (la silla utilizada por la nobleza y realeza, y el taburete destinado al resto de la gente) permanecieron virtualmente inalteradas por doce dinastías (hasta cerca del 1320 a.C.). No se sabe si la fabricación de las sillas se hacía a medida, o existía alguna medida estándar, aunque sí se ve en los documentos que se utilizaba regularmente el soporte para pies (véase fig. 1), y se intentaba mantener los muslos paralelos al piso, como sucede en la actualidad. Lo que sí se puede afirmar, es que las sillas con respaldo se reservaban para las clases altas (llegando a verse un respaldo con curvas y cierta inclinación, desconociéndose si a los fines de mejorar el confort o con otros objetivos), mientras que la población general utilizaba taburetes bajos, o bien se acuclillaban o se sentaban sobre mantas en el suelo.
Antigua Mesopotamia El imperio mesopotámico se desarrolló contemporáneamente al egipcio, y es claro que hubo algún tipo de interacción entre ambos, como se deduce de la similitud en el mobiliario. Nuevamente encontramos al común de la gente normalmente sentada en el suelo, sobre mantas o alfombras, a lo sumo sobre almohadones, y a las clases nobles y reinantes utilizando asientos más elaborados como las sillas y sillones. En sellos del período babilónico antiguo aparece muy frecuentemente el taburete o silla sin respaldo, lo que hace pensar que era de uso difundido. Más tarde, en el período asirio y neobabilónico aparecen pinturas que muestran escenas de comidas en las que se utilizan sillas y mesas, siendo las sillas de respaldo muy alto, y rectas.
Era Egea (3000 a 2000 a.C. y Minoica (2000 a 1000 a. C.) La región del Egeo, en la isla de Creta, sería un importante centro cultural para el desarrollo y refinamiento de los asientos, y particularmente de la silla. Recordemos su importancia geográfica como eslabón entre Oriente y Occidente. Sin embargo existen muy pocos registros de los muebles de la época, y es poco lo que se puede aportar concretamente. La historia de los muebles de la época minoica surge de las excavaciones de las ruinas del palacio de Minos en Cnosos. Este período de desarrollo suele conocerse como la primera civilización del mundo europeo, ya que presenta elementos de una vida urbana avanzada y una ciudad bien desarrollada, con el palacio en el centro, rodeado de bellas casas, villas y residencias de artesanos. Lamentablemente se ha destruido gran parte de los remanentes, quedando resabios de muebles que muestran similitud con los utilizados en Egipto.
Grecia Antigua Este es un período de sofisticación en el diseño, representados en la pintura y escultura de la época. Son comunes los sillones de banquete o sofás utilizados
Fig. 1. Grabado que muestra una silla egipcia, acompañada de un soporte para los pies.
Fig. 2. Posición reclinada en el sofá o diván griego, usual durante las comidas y momentos de ocio.
para comer o recostarse. Los griegos usaban la posición reclinada para comer: parece que cada persona utilizaba una especie de sofá, sirviéndose de mesas bajas que presentaban los alimentos (fig. 2). El diseño de las sillas era bastante refinado, presentando piernas curvadas, y respaldos de tres listones que se unían en uno más grueso a la altura de los hombros, todo esto siendo una construcción liviana que permitía su fácil traslado en los recintos. Se diferenciaba del asiento con respaldo recto, ya que ofrecía una curvatura en el respaldo, deslizándose por la parte dorsal del ocupante, y ofreciendo soporte a la altura de los hombros. Desde el punto de vista estético parecía un objeto compuesto de espacios y líneas flotantes, y se convertirían luego en la base del diseño de las sillas de los siglos XVIII hasta el siglo XX. En su diseño parecían tener en cuenta la forma del cuerpo humano, apareciendo una cierta noción de confort semejante a la moderna (véase fig. 3). El uso de la silla parece bastante generalizado en la vida cotidiana de los más poderosos.
Fig. 3. Silla griega clásica.
La antigüedad clásica
Grecia Clásica Los muebles de esta época no difieren mucho de los de la Grecia Antigua, aunque sí se hallan más difundidos, tarea que luego será continuada por los romanos en toda su área de influencia. En esta época se utilizan bancos, comunes en teatros, escuelas y utilizados por filósofos y su audiencia. Dichos bancos tenían respaldos rectangulares. Aunque también se usaba sentarse en el suelo. Desde este momento, excepto en el imperio romano subsiguiente, el sentarse en sillas se vuelve ajeno al ser humano, una situación que se pierde por varias centurias y revive sólo en las iglesias y nuevamente en las clases poderosas.
Imperio Romano Más que desarrollar sobre los muebles griegos, los romanos sólo añadían ornamentos, pero conservando la estructura preexistente. En el Imperio Romano sí es evidente que la silla era un “asiento del poder”. El colapso del Imperio Romano señala un fin al amoblamiento de esa época, y no sería sino hasta el siglo XVIIXVIII que reaparecerían.
La era Bizantina y el Medioevo temprano Cuando los bárbaros entraron en Roma, no hallaron mayor sentido en las sillas que en otras representaciones culturales por ellos incomprendidas, y por lo tanto, destruidas. Ellos estaban habituados a acuclillarse sobre el suelo y así lo siguieron haciendo. Sin embargo las tradiciones clásicas no se perdieron totalmente: los cristianos adoptaron las “figuras clásicas”, y las adaptaron a sus propios usos. Las sillas tendieron a una construcción más arquitectónica, sólida y en líneas rectas. Su forma se volvió severa, y sólo era utilizada por figuras de autoridad y poder, o con fines ceremoniales. No se aplicaba el sentido de confort: en las sociedades monásticas, en desarrollo en esa época, se priorizaba el concepto de ascetismo, por lo que el desarrollo de los muebles se adaptaba a esta idea.
Era Gótica Aquí vemos que el taburete de tres patas era el asiento más difundido a los fines de sentarse, pero aún de modo bastante informal: la mayor parte de la gente seguía haciéndolo en el suelo o sobre mantas, e incluso las personas usaban reclinarse unas junto a otras, amuchándose en el suelo. Un objeto interesante es el baúl. Éste se convertiría en el mueble universal de la Edad Media: era un objeto portable, capaz de almacenar las pertenencias de su poseedor, y servía para sentarse sobre él. Una característica de la Edad Media era el desplazamiento de la gente, incluso de los reyes y la nobleza, que viajaban con todas sus pertenencias en grandes baúles. Un complemento a nivel del mobilia
rio lo constituían los banquitos plegables. La metamorfosis del baúl en asiento ocurrió a medida que las personas se volvían menos nómades, y dejaba de ser necesaria la seguridad del baúl. A la vez, los baúles de la época se adornaban mucho (fig. 4) y eran bastante incómodos para sentarse. Con la adición de un cajón, se transformó en una especie de cómoda. La disposición de los baúles alrededor de las paredes de la habitación se reemplazó por un banco continuo, que a veces tomaba toda la circunferencia de la habitación. La evolución de la silla estaba en manos de los monjes y la comunidad eclesiástica. Mientras que el hombre común hacía uso de baldes patas arriba, o de bancos pequeños, de madera sin trabajar, las comunidades monásticas adaptaron las sillas de modo utilitario a sus actividades, tales como llevar cuentas, escribir y pintar. Asimismo desarrollaron mesas inclinadas, atriles, y mesas inclinadas con ángulos ajustables para mantener el material de lectura en un ángulo apropiado en relación al ojo. No fue sino en el siglo XVIII que las mesas horizontales se destinaron a este tipo de actividades, un período relacionado con el desarrollo de las bibliotecas. El escritorio inclinado no volvió a tener la popularidad de aquélla época. Algunos de los instrumentos creados en este período eran realmente ingeniosos, como el que se aprecia en la fig. 5, un elemento basado en la rueda de agua, diseñado para sostener libros. Las sillas seguían teniendo ángulos rectos, y eran austeras en cuanto al diseño, pero se ornamentaban en tonos solemnes. El respaldo alto no tenía relación con el apoyo de la espalda, sino con el estatus.
Fig. 4. El baúl, elemento utilizado como asiento en la Edad Media.
La silla en la iglesia En el Cristianismo el uso de la silla se pone en práctica por parte del obispo y de las autoridades de la iglesia. Hasta ese momento, se situaban en conjunto con la temprana comunidad cristiana a la usanza romana, para la cena, alrededor de una mesa baja. Así, el servicio religioso tomaba la forma de la bendición de los alimentos y el agradecimiento al señor en esa comida: la cena. Con la expansión del Cristianismo, ese servicio se transforma en un ritual que toma forma propia, y las autoridades eclesiásticas empiezan a tomar cada vez mayor distancia de la comunidad religiosa. Cerca de las autoridades, que durante el servicio permanecen sentadas; obtienen los curas también una silla en la iglesia, mientras que los parroquianos permanecen de pie o se arrodillan, y siguen apartándose (como clase) de los clérigos. En el siglo X se introduce el banco para el coro de la iglesia. “El elemento central de la silla del coro es un asiento con un ancho borde o canto, llamado misericordia, el cual a través de un mecanismo plegable permite un cambio de posición entre el estar de pie, sentado o arrodillado 4 ”. Luego este tipo de asiento se introdujo en los conventos, y así la posición sentada durante las lecturas de los aspirantes a la ordenación. Así, los conventos extendieron la utilización del trono de los señores a muchos monjes, y prepararon la posición sentada para la vida cotidiana burguesa que estaría aún por venir. En Occidente, el primer asiento no consagrado, sería la silla profana. Aparece en el entorno de la iglesia alrededor del siglo XIV como un asiento que se permitía utilizar a los patrones, representantes de artesanos y de corporaciones, cerca de las paredes de la iglesia. H. Eickoff (obra citada) menciona que es la época en la que “los directores se vuelven presidentes”, lo cual en alemán es un juego de palabras en el que se combina el estar de pie (Vorsteher: director), y estar sentado (Vorsitzender: presidente). Los burgueses no directores de la alta sociedad hicieron de la silla profana su modelo y estímulo, expandiendo su uso. Con la Reforma se llevó a cabo una transformación fundamental de la postura. La burguesía combatió esta situación del coro en sus sillas como elitista, aislada y sagrada. Las paredes y muebles de los coros fueron derribados, destruidos y quemados, y muchas sillas del coro se utilizaron para que quien quisiera pudiese sentarse. Los burgueses querían estar sentados. Las iglesias vacías se llenaron con bancos para la congregación, al principio sólo en las protestantes, y unos 100 años más tarde hicieron
Fig. 5. Un elemento ingenioso destinado a sostener el material de lectura.
lo mismo las cristianas. La burguesía se permitía tener sillas en sus habitaciones y así se daba a sí misma una nueva identidad. Reinaban en el mundo burgués con los atributos de los reyes, obispos y monjes. Así, disminuyeron la distancia con el poder en la sociedad y se elevaron al mismo tiempo, diferenciándose de las capas inferiores, que aún no disponían de sillas. Con la riqueza obtenida por el éxito de la transformación de la economía, los comerciantes y burgueses ganaron en poder e influencia. Con su ascenso también comenzaron a incrementarse las tareas aritméticas y administrativas en la sociedad, así como el desarrollo de los trabajos en posición sentada. Dicha posición se volvería lenta pero inexorablemente una postura del crecimiento económico.
Fig. 6. Ejemplo de silla con elementos para mantener la postura erguida, utilizada comúnmente en el siglo XIX, para inculcar al niño el mantenimiento de la espalda “derecha”.
Érase una vez en la escuela... La obligación de permanecer sentado en la escuela es, junto a la de permanecer callado, una de las más importantes medidas disciplinarias de la institución escolar. Es en la escuela donde se introduce al niño en la sociedad sentada. El espacio de enseñanza se concibe como un recinto para estar sentado: cada escolar se vuelve un asiento, el cual sólo puede abandonar con el permiso del docente. Una mirada a la historia de la pedagogía nos muestra que esto se relaciona con la búsqueda de un orden social, el cual se asegura en la escuela comenzando por el control sobre el cuerpo y los movimientos. Para poder poner orden en la cabeza del niño, era (y es) necesario lograr primero controlar el cuerpo del niño. La permanencia del niño sentado y quieto se toma como exteriorización de atención, concentración y disciplina. Así, se buscaba dejar al niño desde el comienzo de la historia de la escuela en una posición sentada y quieta, disciplinada: “el objetivo era llevar al sujeto sentado a una posición que sea agradable de ver, en la cual se puedan apreciar los signos de la soberanía del hombre: la posición sentada derecho en ángulos rectos 5 ”. Los llamados sujetadores de la postura fueron los primeros dispositivos destinados a obtener tal postura. Estuvieron en uso cinchas para el pecho, bandas de acero para sujetar la frente, y artefactos para mantener distancia, que fijaban al niño al respaldo de la silla o bien a la superficie del escritorio o mesa. Véase fig. 6, como uno de tantos ejemplos de este tipo de implementos. La posición sentada estaba destinada a domesticar al impetuoso y vivaz niño. Los mecanismos de la educación iban desde afuera hacia el interior dejando un mínimo de posibilidades de movimiento al niño. La vitalidad infantil era combatida por medio de una postura corporal lo más estática posible. Lo que se le quitaba al niño como impulso de movimiento, debía volverse un impulso espiritual, libertad espiritual 6 . El proceso de aprendizaje no debía ser entorpecido por el movimiento corporal, y el desarrollo de la capacidad de sentarse derecho y en ángulos rectos, se volvió un contenido fundamental de enseñanza en las escuelas. El niño que no podía controlar sus movimientos empezó a ser visto como un niño fuera de lugar, irritante. La respuesta de una sociedad sentada a la necesidad natural de movimiento de un niño es precisamente la opuesta: la posibilidad de permanecer sentado se veía como un resultado, y por tanto se relacionaba con el grado de desarrollo del niño: “Quien no puede sentarse derecho y permanecer tranquilo en la silla, quien no ha alcanzado la medida de su tranquilidad interior, es aún salvaje, indómito, demasiado terco y no reconciliable con el programa disciplinador de la sociedad 7 ”.
5. Eickoff, H. Citado en Fischer, T. 6. Eickoff, H. Citado en Fischer, T. 7. Eickoff, H. Citado en Fischer, T.
Historia moderna en el diseño del mobiliario A partir del siglo XVI en adelante el diseño de las sillas tendría un diseño europeo, mientras que a partir del siglo XIX emerge la influencia norteamericana.
La era de los ebanistas A mediados del siglo XVI la silla se transforma en un objeto común en el mobiliario de toda Europa. Era realizada por los ebanistas para los miembros ricos y nobles de la sociedad, y su diseño se volvía cada vez más diversificado (véase
fig. 7), frecuentemente para satisfacer los gustos en boga de las clases privilegiadas. El diseño vuelve a las líneas livianas, similar a la silla de la Grecia antigua, incorporando curvas flotantes y un respaldo que soporte la espalda de la persona sentada. Algunos describían sus sillas como “obras de arte”, debido al refinamiento alcanzado. Los diseños en las sillas recibían la influencia de las clases altas y los más poderosos miembros de la sociedad de la época. La silla expresaba tanto el buen gusto como el rango. Un ejemplo de la influencia de los poderosos está dado por el propio Napoleón Bonaparte, a quien se considera responsable del resurgimiento de los estilos: griego y romano de amoblamiento. Él empleaba arquitectos afines a sus ideales, que hicieron resurgir los viejos estilos utilizando adornos y diseños del período clásico. Esta influencia, diseminada por toda Europa, señalaba una añoranza por un pasado largamente perdido. Este estilo distintivo en el diseño de muebles fue conocido como diseño emperador: revivió la idea de sostener el cuerpo con respaldo y con apoyabrazos, utilizando las líneas curvas que acompañaban al cuerpo. Aparece la chaise lounge, una especie de resurrección del antiguo sofá griego y romano. Surgen nuevas nociones sobre la postura y el confort, relacionadas con la relajación y el sostén del cuerpo sentado en reposo y erguido. La idea ascética de la Edad Media pasa al olvido, y la silla se transforma en una verdadera obra de arte, muy apreciada por las clases elevadas, que en ese momento eran los únicos que podían acceder al confort que prometía semejante lujo. La población en general seguía utilizando taburetes y bancos, aunque también copias rústicas de las sillas contemporáneas. Sin embargo, es en los comienzos de la Revolución Industrial cuando se populariza la silla de modo contundente. Se comienzan a producir a una fracción del costo de la manufactura no sólo productos del telar, sino también de a poco los objetos de adorno y de diseño. Acompañando esta noción de reproductibilidad de la forma, llegó también una especialización no sólo del trabajo, sino del espacio: las habitaciones se reservaban para usos específicos, por ejemplo: biblioteca, sala de estar, dormitorio, salón comedor, cada una con su amoblamiento específico. Lo que antes pertenecía a la elite, pasaba a ser de uso popular, con la silla como importante adquisición. La silla seguía siendo un signo que representaba poder y riqueza, y su uso indicaba un estilo de vida. Los modos de sentarse se volvieron más relajados, asimétricos, mientras que la silla intentaba dar apoyo al cuerpo.
La época de los tapiceros Con el advenimiento de las nuevas tecnologías, métodos y materiales, el tapicero se transforma en el nuevo diseñador de sillas: los nuevos tejidos y diseños surgen de los telares, y el tapicero busca muchos usos imaginativos para ellos, aparte del adorno de la silla. Así, toma el “esqueleto” de la silla de madera, y la transforma totalmente, dándole nueva forma: se agregan bordes suaves y acolchados, almohadones voluminosos y materiales suaves, de modo que la silla se vuelve blanda, sin esqueleto, y se basa en el relleno acolchado para sostener al cuerpo. Los respaldos se tornan más altos, encapsulando al sujeto sentado, se incrementa la profundidad del asiento para permitir una posición “confortable”. De este modo la silla invita a posturas pasivas, desplomadas, siendo esta la noción de confort. Los fabricantes de resortes trabajan a la par de los tapiceros, para desarrollar nuevas formas y estilos, muchas veces muy similares a los lounge utilizados hoy día.
La época de las patentes En paralelo a la época de los tapiceros, otras tecnologías se desarrollaban rápidamente en el mundo industrializado: las nuevas ideas, materiales y métodos dieron lugar a la era de las patentes en el diseño de muebles, la cual floreció particularmente en la nueva colonia norteamericana. Diseñadores, inventores y creadores de mecanismos se dedicaron al diseño de sillas. Su interés giraba en torno al movimiento: cómo permitir el movimiento a la vez que proveer de soporte al cuerpo. La idea principal se relacionaba con lo ajustable y lo flexible, mientras que se buscaba que hasta el más mínimo detalle fuese ajustable.
Fig. 7. Silla siglo XVI.
Fig. 8. Silla diseñada para las mecanógrafas.
Los diseñadores de esta época no dejaron ámbito sin explorar: crearon sillas para dentistas y barberos, que anteriormente conformaban un mismo grupo profesional, que eran totalmente ajustables en cada dirección concebible, en función de posicionar al individuo en la posición más conveniente para su trabajo, sea a los fines prácticos o en relación al confort. Se diseñaron asientos para el ferrocarril, con la idea de que el pasajero debía poder dormir una noche en un viaje largo. Y así la silla se diversificó en forma de acuerdo a la función. La clase media era el nuevo parámetro, exigiendo relajación y confort en los muebles. En 1870, la Oficina Americana de Patentes tenía registradas 70 categorías subdivididas para sillas de diversos propósitos. Algunos diseños eran grotescos, mientras que otros tenían en cuenta la fisiología humana. Al tiempo que Taylor intentaba cuantificar el tiempo de las tareas laborales, los diseñadores anónimos de la era de las patentes desarrollaban las primeras sillas ergonómicas. El dolor de espalda relacionado con la postura sentada fue motivo de preocupación para los diseñadores de la época. Así surge la mecedora, al tiempo que la silla giratoria. La silla de oficina se vuelve una parte esencial de la era industrial, con diseños de sillas para cada nicho del mercado. La silla para la dactilógrafa, que no apareció sino hasta 1890, unos 20 años más tarde que la máquina de escribir, obtuvo considerable atención en su diseño (fig. 8), y se podía inclinar hacia delante, como las sillas utilizadas para la máquina de coser de la época.
La era de los arquitectos El comienzo del siglo XX fue una época de revolución, de reacción en sentido contrario a la era de las patentes. El amoblamiento se volvió una parte integral de la casa y la oficina, con la función supeditada a la forma. La fuerza guía pasó a ser el diseño estético. Alrededor de 1920, los arquitectos pasaron a ser los nuevos guardianes de la filosofía en el diseño de las sillas, que emanaba de la escuela alemana Bauhaus. Estos diseñadores tenían la creencia de que estaban creando para una nueva orientación visual, en la que lo primordial era el concepto del espacio y la interacción de la silla con el espacio que iba a ocupar. Se comenzó a ver la silla como una forma, más que como un objeto funcional, como se la consideraba en la era de las patentes. Acompañando este cambio conceptual, los arquitectos buscaban imprimir su sello personal en sus diseños, y ser reconocidos y famosos por su trabajo. Los diseñadores de sillas no eran artesanos anónimos portadores de patentes, sino que se tornaron figuras sociales prominentes en la sociedad. Los diseños frecuentemente abstractos reflejaban sus personalidades, y las nuevas formas creadas en su cultura. Se utilizaban materiales nuevos, y las posibilidades que ellos brindaban ofrecieron posibilidades de diseño inexploradas, teniendo la noción de fusión de habitación y amoblamiento, concepto que se mantiene hasta la actualidad, con la emergencia del diseñador de interiores como figura representativa. La postura del hombre sentado es secundaria a la forma, las sillas se fotografían y publicitan sin una persona sentada. La atracción del diseño es el argumento de venta, con el énfasis puesto en el sentimiento del estilo y apariencia de la silla (véase fig. 9).
La era del diseño industrial El diseño y fabricación de sillas se desarrolló tanto, que provocó una especialización de diseñadores. Los arquitectos se encargaron del diseño de los edificios, mientras que surgía una nueva profesión, el “diseñador industrial”, quien asumiría la silla como parte de su cartera de obligaciones. Así, surgieron nuevas tendencias de diseño de este grupo: el estilo se formalizó con la preeminencia de la línea aerodinámica, como se veía en los autos, electrodomésticos y muebles, con curvas y líneas que fluyen para acentuar el concepto de moderno. Los amoblamientos se volvieron accesibles a las masas, y se desarrollaron nuevos gustos en el consumidor. Las sillas ya forman parte de la vida cotidiana en el hogar y en el trabajo, proveyendo un dispositivo que permite trabajar, tomar una comida, o ser utilizado para el esparcimiento. El diseño de la silla se convierte en una
La era post-moderna El diseño y comercialización de las sillas divide a este objeto en básicamente tres tipos distintos de productos, según las necesidades del consumidor: la silla diseñada con propósito institucional, las sillas para el hogar, y las sillas como forma de expresión artística. El mercado de masas demandó una estratificación o segmentación de la manufactura de sillas. Las sillas de bajo costo, producidas en masa fueron destinadas a la clase media. El intercambio internacional entre los países desarrollados asegura la dispersión de la silla. El estilo es notable por la simpleza de la geometría: quizás el epítome del diseño en este caso sea la silla de la cocina; así como los sillones invitan con sus texturas suaves, a hundirse en ellos, con poca preocupación por la postura final del ocupante. La silla de oficina debe tener en cuenta un número de variables que proporcionen una tecnología y estética atrayente a los posibles compradores. Esta silla determina cómo se ubica una persona en el espacio social, la importancia de la posición o prestigio de la persona, y la naturaleza de su trabajo. Se diferencia claramente la silla diseñada para el trabajo, de la silla utilizada por ejemplo en los sectores de recepción. En algunos casos, a los efectos prácticos, la silla es de una pieza con la posibilidad de ser apilable, y de precio moderado, lo que la hace útil en entornos como colegios, salas de conferencia, salones, etc. Tales sillas, fuera de toda consideración antropométrica, son uniformes en tamaño, y representan una noción de posibilidad de sentarse de manera igualitaria. La silla con propósitos laborales se ha tornado un desafío para los diseñadores industriales, y se ha incluido en la sociedad científica la figura del ergonomista. Algunos diseños nos recuerdan aquellos de la era de las patentes, sumamente ajustables al usuario. Pero es cierto que luego de la larga evolución de la silla en la cultura occidental, aún no estamos seguros de cómo sentar a la gente, a pesar de que en el ergonomista se suman las figuras de la ciencia y la ingeniería en busca de la mejor manera de satisfacer la demanda de una buena postura.
Fig. 9. Silla De Graaf, de 1985. Se puede apreciar el concepto de diseño y originalidad, pero no se puede relacionar esta silla con ninguna de las nociones de confort.
Riqueza y “sociedad sentada” La posición sentada ayuda al hombre a tener mayor control sobre sus impulsos, aunque le quita también bastante vitalidad. Tiene como postura de trabajo y de reposo ventajas decisivas, así como desventajas importantes 8 . Así, la posición sentada le posibilita al hombre el espacio y el tiempo para ordenar las fuerzas de la mente. Sentado, puede manejar y controlar, calcular y administrar. La sociedad sentada debe agradecer su riqueza al efectivo mantenimiento de sus individuos en posición sentada, lo cual debe ser introducido como modo de vida durante el colegio 9 . El estímulo para conformar una sociedad tal, consiste entonces, en la posibilidad de que a través del aprendizaje de la permanencia sentado, se ofrece al individuo la capacidad de, en la persecución de una cosa o un pensamiento, poder concentrarse y volverse tenaz. Estar tranquilamente sentado en una silla, protege al individuo de irritaciones tanto externas como internas, de modo que pueda perseguir sus objetivos sin resistencias, tales como asociaciones, sentimientos, pensamientos que se apartan de sus objetivos, o ensoñaciones 10 . La posición sentada lleva al cuerpo a una situación de reposo, quieta y callada, en la cual uno puede olvidarlo, abstraerse de su propio cuerpo, de tal modo que no interfiera con el trabajo mental. (Nótese que este aleccionamiento ha sido altamente efectivo). La represión de los impulsos inconscientes o vegetativos es el fundamento de un modo de vida contenido, dominado y racional. Este modo de vida llevó quizás en principio al surgimiento de Occidente, y es la base de la superioridad económica y tecnológica de las modernas naciones industriales. La riqueza de la cultura sentada acompañaría al modo de vida sentado.
Nota: Este trabajo se completará con su bibliografía en el próximo número
8. Véase el apartado 11. en este trabajo. 9. Eickoff, H. Citado en Fischer, T. 10. Eickoff, H. Citado en Fischer, T.