Cúpula. Martes 06 de abril de 2021

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SUPLEMENTO SEMANAL MARTES 06 DE 04 DE 2021

HERALDODEMEXICO.COM.MX

‘Vicente Rojo: un volcán de color y creación’ (1932-2021)

ILUSTRACIÓN: ARTURO GIOVANNI ASCENCIO LEMUS / FOTO: HAROLDO DIEZ

EN LA CIMA DEL ARTE...


SUPLEMENTO ¦ CÚPULA

DIA ¦ DD ¦ ¦ 06 MARTES MM¦ ¦04 AAAA ¦ 2021

• Gonzalo Celorio y Vicente Quirarte ¦ Tributo •

Por Gonzalo Celorio

cupula@elheraldodemexico.com

MARÍA CRISTINA MIERES ZIMMERMANN

VICENTE ROJO

VICEPRESIDENTA DE DESARROLLO SOCIAL Y CULTURAL

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LA ACTIVIDAD DEL ARTISTA EN EL CAMPO DEL DISEÑO GRÁFICO CONSTITUYE EL ACERVO MÁS RICO Y MÁS ACTUAL DE NUESTRAS IMÁGENES CULTURALES

DE LA MODERNIDAD

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ecuerdo con inquietante precisión la etiqueta del frasco de una olorosa pomada medicinal llamada Neumotizine, que servía de paliativo en el dilatado tratamiento de las paperas. Recuerdo, enamorado, a la niña de calcetas blancas que vivía en un bosque en la cajita de cartón de las pasitas Paraíso. Recuerdo la ilustración angustiosa de mi libro de lectura de primero de primaria, Poco a poco, en la que Chucho, un muchacho vivaracho, se trepaba en un árbol habitado por una serpiente venenosa. Recuerdo la etiqueta borgeana de una botella de Jerez del Mono, en la que se reproducía la imagen de una botella de Jerez del Mono. Recuerdo a la gitana ardiente, cargada de abalorios, del primer billete de cinco pesos que tuve en mi poder. Recuerdo mi credencial de boy scout que al lado de la flor de lis tuvo la fotografía de mi hermano Eduardo (porque no había tiempo ni dinero para sacarme una foto a mí, y total, son hermanos y se parecen mucho, y ni quien se ande fijando en esos detallitos) hasta que nueve años de

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MARTES ¦ 06 ¦ 04 ¦ 2021

• Gonzalo Celorio y Vicente Quirarte ¦ Tributo • A, B y C. GERMÁN MONTALVO. VICENTE, SUS TIJERAS Y SU ROJO 185 FAVORITO, SECUENCIA DE TRES IMÁGENES, 2018. CORTESÍA: GERMÁN MONTALVO.

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B

Vicente

Rojo

Por Vicente Quitarte

psicoanálisis sostenido dedicados al problema de la identidad personal me indujeron a desprenderla de la credencial y tirarla, despedazada, muy Caín de mi parte, en el bote de la basura. Recuerdo, ay, quién no, la portada del disco de El último cuplé de Sarita Montiel, frente a cuyo abismal escote se abismó mi adolescencia e hizo, con el perdón de ustedes, sus primeros trabajos manuales. Cuán acotada está la infancia por manifestaciones semejantes del diseño gráfico. La caja de cereal o la estampita de primera comunión son capaces de trazar el primer itinerario de una biografía y de configurar el marco referencial del biografiado. Magdalenas mojadas de té, 30 años, 40 años después, pueden destapar toda la infancia. Y a propósito, ¿cómo sería la ilustración de la lata de té en el Camino de Swann? La actividad de Vicente Rojo en el campo del diseño gráfico traza, para mí y para los de mi generación, un itinerario que va de la adolescencia a la presunta madurez y constituye el acervo más rico y más moderno de nuestras imágenes culturales, tan poderosas y vivas como aquellas de la infancia que recordé al inicio de estas páginas: la dolorosa corona de espinas que con fuerza de esperpento anunciaba la obra Divinas palabras, que salió del teatro universitario para representarse y representarnos exitosamente en Francia, porque nadie sabe bien a bien dónde están los muros de la difusión cultural extramuros que lleva a cabo nuestra Universidad Nacional; los programas del Teatro El Caballito,

Vicente Rojo trama la piel del organismo del cual uno se enamora. Porque el amor, quién lo ignora, suele entrar por los ojos. Celorio, México, 1990.

del Foro Isabelino, del Arcos Caracol o de la histriónica Prepa 5 de Coapa, espacios teatrales hoy desaparecidos o descarrilados; los carteles que anunciaban las puestas en escena de Poesía en voz alta, las proyecciones cinematográficas o los torneos de ajedrez de la entonces apacible Casa del Lago, tan bellos que desde entonces dejaron de cumplir su función informativa para adornar las paredes de los cuartos estudiantiles y las oficinas universitarias; las diferentes úes que año con año modificaban la Revista de la Universidad de México y que lejos de interrumpir su tradición, hoy sexagenaria, confirmaban su espíritu cambiante y siempre abierto; el libro de Remedios Varo, con textos de Roger Caillois, Octavio Paz y Juliana González, que acogió mis insomnios porque no es otra cosa que un archivo de sueños disponibles, y que me llevó a hacer una tesis de licenciatura en la que comparo a Remedios Varo con Remedios la Bella, aquel personaje de Cien años de soledad que de buenas a primeras, cuando tiende unas sábanas de bramante en el jardín de la casa, asciende al cielo en cuerpo y alma; la tercera época de la Revista de Bellas Artes, de la que fui secretario de redacción, que dio cuenta, en la insensatez de su diseño, de la verdadera movilidad de los tipos y que escandalizó a más de un funcionario del subsector cultura; el libro-objeto dedicado a Marcel Duchamp, que es tan o más divertido que andar pintándole bigotes a la Gioconda o exponiendo mingitorios en los museos; las portadas de libros muy amados –Cien años de soledad o Las batallas en el desierto- que acaso serían otros, muy variados en su discurso, de tener envoltorio diferente... En fin, sumadas por la fatigosa vía de la enumeración estas imágenes configuran nuestro universo cultural más cercano. Si poseen un común denominador, en el que se cifra el estilo de Vicente Rojo, éste es precisamente el mismo que aglutina las obras a las que tales imágenes aluden: la modernidad, de la que podemos sentir, ahora que vivimos tiempos mal llamados postmodernos, una nostalgia parecida a la que nos ocupa cuando evocamos nuestras imágenes de infancia. Tal nostalgia es signo inequívoco de que la modernidad nos pertenece y nos conforma. Es nuestra historia, y esa historia no sería lo que es, es decir no seríamos quienes somos, sin la participación de Vicente Rojo, que nos la fue articulando. Ojo, o mejor, manita indicadora: no estoy confundiendo la forma con el fondo, el anuncio con el objeto anunciado, el continente con el contenido, sino haciendo notar que esa forma, esa información, esa envoltura no sólo son el puente sin el cual sería imposible tener acceso a lo “importante”, al fondo, al objeto, al contenido, sino que se parece a lo importante, se identifica con lo importante y de alguna manera lo modifica. Por eso, José Emilio Pacheco, que dice de Vicente Rojo: “Ha hecho las portadas de casi todos mis libros”, se ve precisado a corregir: “Más bien he escrito casi todos mis libros para que él haga las portadas”. Y es que un libro, por ejemplo, no es sólo un objeto convencional en el que se deposita un determinado discurso; un libro es un ser susceptible al amor de quien lo posee: una portada entusiasma, una portadilla invita, una capitular seduce, y el ritmo de la tipografía propicia la permanencia del amor.

Se va un gran artista, un hombre bueno, humilde y orgulloso, que amaba a los suyos. En síntesis: amaba al prójimo, aunque para hacerlo no necesitara acudir a grandes aspavientos. En El Colegio Nacional honró a su padre, y honró a España y a México, en una exposición que revivía la odisea del barco Ipanema, en el cual su padre llegó a nuestro país. Con espíritu lúdico e irreverente, sin prisa pero sin pausa, formó a varias generaciones de artistas, e hizo de la tipografía un arte mayor. De su talento salieron algunas de las portadas ya clásicas de nuestros grandes autores. De sus manos de escultor y pintor surgieron piezas que forman parte del patrimonio espiritual de México y del mundo. Quienes tuvimos la fortuna de tenerlo cerca y gozar de su elegante discreción, nunca olvidaremos ese privilegio inmerecido. Cada día sonará con fuerza mayor el nombre de Vicente Rojo. Ciudad de México, marzo, 2021.

Cúpula, de El Heraldo de México, y Must Wanted Group Agradecen a Bárbara Jácobs, Vicente Rojo Cama y a la familia Rojo el apoyo y facilidades para la edición del presente número dedicado a honrar la vida y creación de Vicente Rojo, así como a Miguel Maldonado y Germán Montalvo por su colaboración.


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MARTES ¦ 06 ¦ 04 ¦ 2021

• Teresa Vicencio Álv arez ¦ Instituciones •

ECOS RECUERDOS. LOS

de la infancia EL LIBRO "JARDÍN DE NIÑOS" FUE UN PROYECTO EN EL QUE ROJO COLABORÓ CON JOSÉ EMILIO PACHECO Por Teresa Vicencio Álvarez TW: @ColegioNal_mx FB: ColegioNacional.mx IG: @elcolegionacional www.colnal.mx

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A Bárbara y a Cristina, con todo mi cariño.

omo en otras ocasiones, aquella mañana me di cita con mis compañeras de El Colegio Nacional; nos reunimos con Vicente Rojo en su estudio en Coyoacán para trabajar algunos proyectos y sabíamos que tendríamos como siempre un encuentro entrañable. Lo que nadie podía imaginar, ese viernes 12 de marzo, es que ésta sería la última conversación que sostendríamos, así, con el desparpajo con el que teníamos el inmerecido privilegio de platicar con él. Algunos días antes, yo le había pedido a Vicente que me contara cómo había surgido una de las recientes publicaciones de El Colegio Nacional, Jardín de niños, proyecto en el que colaboró con otro miembro de la institución: José Emilio Pacheco. Publicado en 2019 para conmemorar el octogésimo aniversario del natalicio del poeta, el libro resultó una réplica maravillosa de una primera edición artesanal de 1978 a cargo de los talleres Multiarte de Imprenta Madero. 40 años después, esta nueva edición fue posible gracias al interés de la institución, casa de ambos artistas, así como a la iniciativa, talento y dedicación del director de publicaciones, Alejandro Cruz y, desde luego, gracias a la generosa intención no sólo de Vicente Rojo, sino también de Laura Emilia y Cristina Pacheco. Con esta suma de voluntades, revivió un hermoso libro objeto en el que ambos artistas evocan su niñez con imágenes poéticas y gráficas. Pero, ¿cómo surgió este proyecto?

“En las cosas que yo he hecho con poetas, con escritores, en ediciones limitadas –comienza contando Vicente–, nunca he pensado que el poeta puede referirse a mi trabajo, ni que yo estoy ilustrando el poema. A lo largo de los años, he hecho 20 o 25 libros o carpetas. Ha dependido de que a veces un poeta me dice: 'mira, yo tengo estos poemas, me gustaría ver si podemos hacer un libro'. En otros casos, yo he dicho: 'tengo ciertos dibujos y me gustaría que me acompañes con un poema'. Así fue este caso en concreto. Estaba haciendo una serie que se llamaba Recuerdos, cosas de mi infancia de mis cuadernos escolares… Yo era zurdo y en aquel momento las plumas atómicas no existían. Tenía que escribir con tinta líquida y manchaba mis cuadernos. El caso es que estaba trabajando sobre ese tema de juegos y juguetes y le dije a José Emilio, al que yo conocía en ese momento hacía ya 10 o 12 años, que por qué no hacíamos un libro sobre nuestra infancia; me dijo que sí. Entonces yo le mandé algunos dibujos sencillos, un poco manchados, un poco sucios que es lo que yo hacía entonces, y le dije: 'Mira, esto es lo que tengo… tú haz un poema, lo que consideres'. Había pensado cuando le hablé que debía hacer algo con juegos, juguetes, infancia. Pero él hizo en efecto un poema hermosísimo, terrible, terrible…el poema es muy a su manera, muy duro, difícil. Entonces pensé que si esa era su infancia, la mía había sido peor. Porque, bueno, había pasado por una guerra,


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MARTES ¦ 06 ¦ 04 ¦ 2021

• Teresa Vicencio Álv arez ¦ Instituciones •

OSWALDO RUIZ. Portada Jardín de niños. José Emilio Pacheco y Vicente Rojo. Editado por El Colegio Nacional, 2019. Cortesía: El Colegio Nacional.

VICENTE ROJO EN EN SU ESTUDIO DE COYOACÁN. 2019. Foto: Rogelio Cuéllar. VICENTE ROJO. 40AÑOS DE DISEÑO GRÁFICO. Museo de Arte Carrillo Gil. 1990. Foto: Rogelio Cuéllar.

VICENTE ROJO. 40AÑOS DE DISEÑO GRÁFICO. Museo de Arte Carrillo Gil. 1990. Foto: Rogelio Cuéllar.

una posguerra terrible. Entonces, lo traté de enriquecer, si se puede decir así, acomodar un poco mis imágenes”. En el interior de su pasta dura desfilan representaciones de objetos, de juegos y visiones que interactúan con los versos de José Emilio. “Por ejemplo –sigue explicando Vicente–, aquí hay un avión que parece de juguete, pero es un avión que en realidad bombardeaba Barcelona. Hay también una serie de manchas, manchas de edificios, pues los anarquistas y los republicanos se pusieron a incendiar iglesias y conventos. Luego hay una primera foto que yo recuerdo en la prensa de Barcelona, cuando yo no sabía todavía que me iba a dedicar a reproducir imágenes toda la vida, y esa imagen que está aquí es la primera imagen de un periódico que yo recuerdo; son nueve niños muertos en uno de los bombardeos en Barcelona. Luego lo incluí también en algo que está siempre en mi pintura en Recuerdos: los niños vuelven a estar debajo de una tela, de un lienzo con el que se pinta. Y el avioncito en realidad es un avión de juguete, pero es el avión que bombardeaba, de los alemanes o de los italianos, del franquismo…”. Dejo un poco de lado sus recuerdos sobre la guerra para preguntarle sobre otras ilustraciones que me recordaron las cartas del tarot. Vicente me explica: “Yo quería desde niño dibujar. Tenía la vocación de pintar, aprender. Había un ilustrador de cuentos para niños que se llamaba Freixas. Era buenísimo, me encantaba. Yo decía: ´De mayor quiero ser como éste´, que era un simple ilustrador de cuentos para niños. Entonces para mí eso era el arte, lo que yo quería

EL LIBROOBJETO

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Fue publicado originalmente en 1978 y confeccionado en los talleres Multiarte.

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Deja testimonio gráfico y poético del entorno de infancia de ambos artistas.

hacer porque yo no tenía libros de arte. Simplemente tenía vocación de dibujar y de aprender. Entonces le hice un homenaje y puse aquí su dibujo… Ésta es otra cosa privada, porque yo creo que nadie se acuerda de este ilustrador”. Se refiere a Emilio Freixas Aranguren, un dibujante pionero de la historieta en España, autor de series como El murciélago humano y El Capitán Misterio, imágenes narrativas que para el niño Vicente se convirtieron en ensoñación y anhelo. Hablamos entonces de otros juguetes y juegos que ahí aparecen: la pelota, la maroma, el laberinto, la ficha… Vicente prosigue: “Me gustaban mucho los rehiletes y el trompo que nunca supe tirar, no me salía bien. Yo nunca pude tirar uno… Pero me gusta como objeto. Yo jugaba al timbiriche, me encantaba el timbiriche; éste que aparece en el libro es un juego real, uno que jugué con mis hijos”. El libro, en tanto su gran diseño como objeto, es un juguete en sí mismo. Ofrece muchos recovecos para explorar: una separata con el poema completo de José Emilio, páginas que se desdoblan y crecen y, al final, en la tercera de forros, un par de sobres adheridos, con algunas tarjetas encartadas que Vicente describe: “Son cosas como privadas, estos son los castigos de José Emilio, es la letra de él, las planas de sus cuadernos… 'Debo guardar absoluto silencio en la clase'… Eso lo conservaba él, lo fotocopié y quedó en esta tarjeta, aquí guardada en el sobre, como recuerdo, como juguetito”.


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MARTES ¦ 06 ¦ 04 ¦ 2021

• Teresa Vicencio Álv arez ¦ Instituciones •

VICENTE ROJO Y BÁRBARA JÁCOBS. Exposición Vicente Rojo. Escrito / Pintado, MUAC, 2015. Foto: Rogelio Cuéllar.

EL POEMA DE JOSÉ EMILIO Tomo otra tarjeta de formato alargado, doblada a manera de tríptico y veo la figura de un niño en pantalones cortos, de espaldas, dibujando algo: “Este niñito que hay aquí –me explica Vicente–, era un personaje de cuentos para niños, muy conocido en Europa, famosísimo, de una escritora inglesa, Richmal Crompton. Yo lo recordaba, yo lo había leído de niño, y cuando fui a la casa de José Emilio a buscar cuadernos antiguos, con sus castigos, curiosamente tenía un libro de este niño Guillermo Travieso. Se me hizo curioso que la única persona por lo menos de mi generación que sabía de Guillermo Brown era José Emilio y tenía un libro de Guillermo. Es una cosa privada, pero para mí tiene cierto valor. Lo encontré ahí, en la casa de José Emilio y dije: `¡No es posible!´. Nadie en México, ninguno de mis amigos sabía quién era Guillermo el de las travesuras”. Tal como recordaba Vicente a este personaje, Just William, nombre original de la historieta en inglés, es un adolescente rebelde, pícaro, que protagoniza historias cotidianas y cuya primera publicación en español se registra precisamente en Barcelona, a principios de los años 30; se hicieron varias ediciones antes del estallido de la guerra.Después, en el franquismo, la obra fue censurada y muchos años tendrían que pasar para que reapareciera en los años 60 y 70. Sigo hojeando el ejemplar que tengo en mis manos y me topo entonces con la imagen gráfica de una niña, rodeada de corazones: “Esta niña es Alba, mi esposa, y al frente estamos José Emilio y yo. Él era un poquito más joven que yo. Ella era muy hermosa, la hice a partir de una foto de niña”. Ahora, él da vuelta a las hojas y se detiene en una página de lluvia, de lluvia de geometrías que acompañan el torrente, el agua de la tercera parte del poema de José Emilio. Entonces me dice: “Las formas geométricas siempre me atrajeron. Trabajaba con

VICENTE ROJO EN SU ESTUDIO DE COYOACÁN. 2019. Foto: Rogelio Cuéllar.

Este es el mar, el mío de Barcelona y el de Veracruz, que fue muy cercano a la infancia de José Emilio. El mar final de José Emilio y mío se unen. Vicente Rojo

la mano izquierda, con compases. Parezco hábil, pero no soy excesivamente hábil. Mis dibujitos eran como una lluvia, cuadernos manchados. Los cubos, los círculos, las estrellas ... Iban saliendo cosas… o iba jugando. Pero todas son cosas como íntimas. No se que tanto se capte, yo creo que tú captas muy bien…” “Vicente –le pregunto–, al paso de los años, cuando miras de nuevo esta publicación de recuerdos de infancia, ¿crees que te faltó incluir algún otro juego, algún objeto?” Lo piensa un momento y me mira sonriendo: “Bueno, José Emilio tiene poemas de humor muy hermosos, dedicados a gatos. Me preguntas si faltó incluir algún juego, a lo mejor faltó un gato”. Y el poema de José Emilio sigue: llanto, humedad, aguas que pasan, ríos… y el mar: “Este es el mar, el mío de Barcelona y el de Veracruz, que fue muy cercano a la infancia de José Emilio. El mar final de José Emilio y mío aquí se unen”. Se nos fue el tiempo, yo no hubiera querido terminar esa conversación nunca. Antes de irnos, Vicente quiere formalizar un regalo más para El Colegio Nacional del que formaba parte desde 1994: la donación de 30 obras que integran la exposición que produjo como reconstrucción imaginaria del viaje de su padre en el barco Ipanema que lo trajo a Veracruz desde puerto europeo. Nos dice mientras firma los documentos: “Si se habla por ejemplo de que yo he donado esa exposición, yo no le llamo donación. Yo le llamo devolución, porque imagínate todo lo que he recibido de México... Entonces son devoluciones, lo que yo hago. Para mí, México ha sido un país extraordinariamente generoso. Por ejemplo, yo nunca he pedido un trabajo a nadie; el primero me lo consiguió mi papá, yo no conocía a nadie, tenía 17 años. Pero a partir de ahí todo me lo han estado pidiendo. Qué más puedo decir de un país. Nunca he pedido absolutamente nada. Todo me ha sido ofrecido, regalado, otorgado”. Guardo un silencio de gran admiración y enorme gratitud. Nos detiene antes de llegar a la salida: “Bueno, ustedes me trajeron esos papeles y yo también les tengo algo…”. Y a cada una entrega una bolsa llena de alcachofas y espárragos frescos. Cruzamos la puerta cargadas de vida, sin remotamente imaginar que cinco días después llegaría la tristísima noticia de su partida. “Vicente –le digo ya desde la banqueta, sin quitarme el cubrebocas–,tú ya te quedaste como un regalo para todos nosotros”. Y no puedo abrazarlo en tiempos de pandemia, apenas rozo su hombro con mi codo. Me dedica entonces su mirada amable: “Si eso fuera cierto, para mí sería la máxima alegría. Qué gusto, Tere”.



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• Fuentes, Monsiváis, Garrido y Sáinz ¦ In Memoriam •

EL ROJO DE DE EXTRAORDINARIA SENSIBILIDAD, FIEL A SUS ORÍGENES Y COMO UN TLACUILO MEDITERRÁNEO DEFINIERON SUS AMIGOS AL ARTISTA

PAULINA LAVISTA. Retrato de Vicente Rojo, 1974. Cortesía: Paulina Lavista.

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os presentes textos fueron publicados en 80. Vicente Rojo, coedición Consejo Nacional para la Cultura y las Artes; Ediciones Era; Fondo de Cultura Económica; Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco; y Universidad Autónoma de Nuevo León, en mayo de 2012, en el marco del 80 Aniversario de Vicente Rojo.

Siempre recuerdo al muchacho de 25 años Por Carlos Fuentes

cupula@elheraldodemexico.com

Estoy muy contento de que Vicente cumple 80 años, nunca lo pensé. Se ve tan joven, tan ágil… Vicente Rojo es un gran artista. En primer lugar, su obra de arte es enorme, incalculable, maravillosa en todos los sentidos. No ha dejado de pintar un solo día de su vida, son cuadros espléndidos. Pero además de ser un gran artista, es un gran ilustrador, un hombre de edición, un hombre que toma enorme cuidado porque los libros que están bajo su responsabilidad sean bellos, atractivos, verdaderos libros. Vicente Rojo lleva el nombre de un gran general de la República Española, era su tío; llegó niño a México y se incorporó totalmente a la vida mexicana. Yo lo conocí como ayudante de Fernando Benítez en el suplemento México en la Cultura, él y Miguel Prieto hacían el diseño del suplemento de Novedades, con una belleza que no se ha vuelto a repetir en la historia de México, un suplemento que duró 15 años, creo, en el que parte de su atractivo era el formato que le dieron primero Miguel Prieto y luego, al sucederlo, Vicente Rojo. Se trata pues de un gran artista, de un gran amigo, de un hombre de una extraordinaria sensibilidad, de un hombre de amor, de un hombre de cariño, de un hombre que para mi sorpresa ha llegado a los 80 años, porque yo siempre recuerdo a un muchacho de 25.

Indispensable Por Carlos Monsiváis

cupula@elheraldodemexico.com

[…] Rojo es un pintor de enorme y obstinado rigor, alejado de las condenas y las premiaciones de la moda, indiferente en lo absoluto a la posibilidad de halagar a un público. Con la mezcla (en él típica) de paciencia e impaciencia, ha jugado con la seriedad del arte y ha acentuado la seriedad de la búsqueda estética, ha propuesto falsos y verdaderos enigmas y ha pintado con insistencia desde una misma perspectiva que cambia a diario. Lo fugitivo permanece y Rojo instala sus propias tradiciones, es de vanguardia y es profundamente fiel a sus orígenes, abandona sus logros en beneficio de la lealtad a sus propósitos, cree en que la solidaridad del espectador sólo se obtiene al cabo de una meditada renuncia a la apreciación fácil. Llueve en México, y en la pintura de Vicente, como en el verso de Pellicer: “el agua de los cántaros sabe a pájaros”.


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MARTES ¦ 06 ¦ 04 ¦ 2021

• Fuentes, Monsiváis, Garrido y Sáinz ¦ In Memoriam •

ENTRE LÍNEA Y TRAZO

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Vicente Rojo Almazán nació en Barcelona el 15 de marzo de 1932; llegó a México en 1949.

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En España, estudió dibujo, cerámica y escultura;​aquí aprendió además tipografía y diseño.

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Uno de sus grandes maestros fue Miguel Prieto, su jefe en la oficina de ediciones del INBAL.

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Miembro de la llamada Generación de la Ruptura, fue una figura fundamental de las artes del país.

VICENTE ROJO. Estudio para escritura 2, 2007. Cortesía: Vicente Rojo Cama.

PAULINA LAVISTA. Vicente Rojo en su estudio, 1974. Cortesía: Paulina Lavista.

Vicente Rojo Por Luis Ignacio Sáinz cupula@elheraldodemexico.com

PAULINA LAVISTA. Escultura-objeto de Vicente Rojo, 1970. Pieza expuesta en la Galería Juan Martín. Cortesía: Paulina Lavista.

Rojo Por Felipe Garrido

cupula@elheraldodemexico.com

Cada vez que veo un cuadro de Vicente Rojo vuelvo a tomar conciencia de que comenzamos a escribir dibujando, pintando, trazando a tientas signos en los que obstinada, trabajosa, tenazmente vamos acumulando sentidos que no sospechábamos, que no sabíamos que habíamos ido colocando allí, en esas líneas, esos colores, esas texturas, y recuerdo cómo unas cuántas veces he tenido el privilegio de verlo trabajar, de presenciar cómo anula o rectifica o completa lo que acaba de hacer pasando por encima de lo que parece a mis ojos terminado, aunque no a los suyos, que saben mirar más hondo y van buscando, explorando, construyendo siempre más allá eso que él ya intuyó, ya malició, ya vio y que yo ni siquiera sospecho, como uno no presagia a dónde nos llevarán las palabras de un poema que no está concluido, y de pronto, en uno de esos movimientos que lo apartan unos pasos de lo que está haciendo, sabe que ha llegado y cruza los brazos sobre el pecho, no satisfecho, porque Vicente nunca está satisfecho, pero sí persuadido de que ese camino hasta ahí llega, que ha completado ese objeto, esa pieza que se suma ahora a la Creación.

Rehén gozoso de laberintos formales, Vicente Rojo se mueve sin pausa entre las estaciones del volumen, la textura y el color. Estos referentes harán de él un ente sígnico, a matacaballo entre la caligrafía y la fábrica de espacio. Pues sí, atropelladamente concilia los grafismos y las significaciones, guardando un equilibrio estético único, eludiendo sucumbir a las tentaciones del ornato. Lo suyo consiste en otear sus propias aguas del fondo, husmear en sus jorobas íntimas, para convidarnos en un par de convicciones a través de la piel de su discurso plástico: el deseo es la esencia misma del ser humano y la alegría es la transición del sujeto de una menor a una mayor perfección, de acuerdo al panteísmo de Baruch Spinoza. Ambas afecciones del ánimo forman un auténtico predicador de representaciones y hacedor de runas, tocado por el aguijón del asombro y nutrido con gajos de serenidad, empatía y generosidad. Tlacuilo mediterráneo que disfruta y se refocila en las secuencias geométricas, las cadencias cromáticas y las articulaciones de sentido: como los antiguos mexicanos “escribe pintando” o “pinta escribiendo”. Códices, matrículas y tiras de peregrinaciones varias; como los catalanes de la lejanía, traza rutas de navegación, deteniéndose en las costas y los litorales, desdeñando un poquitín los delirios de tierra adentro, sus portulanos censan las mareas y los vientos, fijan los escollos y las profundidades, atisban los confines interiores, siempre basados en un casi mágico tronco de lenguas; en ambas vertientes culturales y geográficas de su ser aprovecha los dejos expresivos de los abecedarios, los ideogramas y los jeroglíficos. Gracias a su discreción y elegancia lo miramos y percibimos ajeno a las estridencias, anclado amorosamente en la frecuencia más baja de la luz: el Rojo de Vicente.


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• Miguel Maldonado ¦ Evocación • “VICENTE ROJO EN SU ESTUDIO DE COYOACÁN”. 2018. Foto: Rogelio Cuéllar.

Vicente Rojo. La nuda GRACIAS A ÉL SURGIERON ARTISTAS QUE LLEVARON EL ARTE A LAS CALLES; SE DEJÓ DE CONSIDERAR COMO UN ÁMBITO RESERVADO A LOS MUSEOS

Por Miguel Maldonado TW: @Migrerías

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Llueve en México, y en la pintura de Vicente, como en el verso de Pellicer: “El agua de los cántaros sabe a pájaros”. Carlos Monsiváis

osé Emilio Pacheco calificó el arte de Vicente Rojo como: “Silencio que habla, callada música elocuente”, y aunque esta expresión proviene de un texto en prosa, bien podríamos defender que es un verso: su composición de 14 sílabas lo acreditan como un perfecto alejandrino y el juego de contrarios Música-Callada nos recuerda el oxímoron de San Juan de la Cruz: “La música callada, / la soledad sonora”. Y así, lo que parecía una simple línea en un ensayo de José Emilio Pacheco, se nos abre como una potente imagen poética cuya fuerza invita a dilucidarla, a pensar, por ejemplo, ¿qué calla esa música elocuente de Vicente Rojo? Calla quizás las estridencias de los movimientos artísticos. Vicente Rojo no se dejó llevar por las modas de su época, confiaba en su mundo sensible con tanta seguridad que mientras a su alrededor se regodeaban los artistas en los éxitos del momento, él

Rojo supo fijar sus reglas dentro de una rectitud sólo comprometida con su moral artística. JUAN RULFO

se afianzaba en su peculiar mundo imaginario. Ajeno a las tendencias, seguramente sus colegas lo miraban de soslayo y a sus espaldas susurraban siseos. Así lo dijo Juan Rulfo: “Vicente Rojo supo fijar siempre sus propias reglas dentro de una rectitud sólo comprometida con su moral artística”. Calla la complacencia al espectador, Rojo no pintó para agradar a nadie, proyectaba en sus lienzos, como en sus diseños, una visión propia de lo bello, a costa de no ser apreciado ni comprendido: “Indiferente en lo absoluto a la posibilidad de halagar a un público”, sentenció Monsiváis. Rojo conforma ese atrevido grupo de artistas y escritores que prefieren un espectador contestatario y desconcertado a uno pasivo y conformista. Y en el límite, quizás ni eso: pintar y crear como un acto de gozo íntimo, sin dar cabida siquiera a la mirada de los otros. Calla a las exuberancias de la forma, Rojo prefirió crear imágenes a partir de elementos básicos. Su camino artístico fue el de un gradual desapego, tirando peso en el camino, se quedó solamente con un compás en la mano. Nada desdeñable: los antiguos sabían que un compás bastaba para comprender el cosmos y orientarse de noche frente a la bóveda celeste. Las formas elementales, como lo son el triángulo y el círculo, se encuentran en el fondo de cualquier figura. Los matemáticos euclidianos mostraron que para poder descifrar los elementos de cualquier superfi-


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MARTES ¦ 06 ¦ 04 ¦ 2021

• Miguel Maldonado ¦ Evocación •

LA LABOR DE ROJO

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Vicente no se dejó llevar por las modas de su época; él se afianzaba en su peculiar mundo imaginario.

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No pintó para agradar a nadie, proyectaba en sus lienzos, como en sus diseños, una visión propia de lo bello.

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Conforma ese atrevido grupo que prefieren un espectador contestatario y desconcertado a uno pasivo y conformista.

IMAGEN DE TARJETA DEL LIBRO JARDÍN DE NIÑOS. José Emilio Pacheco y Vicente Rojo. Editado por El Colegio Nacional, 2019. Cortesía: El Colegio Nacional.

cie había que dividirla en triángulos. La naturaleza tiende hacia la trigonometría. Algún día Rojo intuyó que había un triángulo encerrado en el fondo de todo esto, y nos regaló a la belleza en estado puro. Juan García Ponce lo dice mejor que yo: “La obra de Vicente Rojo se hace cada vez más agresiva en su inmediatez y en su desprecio por la 'bella apariencia'. Números y letras, vistos y tratados en tanto formas puras. El poder expresivo de estos cuadros no quiere estar relacionado con nada que no sean ellos mismos”. Las formas esenciales, la nuda materia, desposeída de lo superfluo, despliega sobre su tela un mundo propio, libre por fin de los significados preconcebidos. Calla a la idea del arte elitista, Vicente Rojo socializó la belleza en ámbitos populares, como lo fue en el diseño editorial, en los carteles y en la prensa mexicana. Difícil entender cómo fue que nuestro país había perdido la tradición de embellecer el espacio y la prensa públicos y, gracias a Rojo, esta tradición no sólo se recuperó, sino que se revitalizó. Muchas generaciones crecimos con una nueva educación estética, dejamos de considerar el arte como un ámbito reservado sólo para los museos. Gracias a Rojo surgieron diversos artistas que llevaron el arte a las calles. El arte de Vicente Rojo se confabuló en torno a la libertad, y quizás esta sea la elocuencia de la música a la que se refiere José Emilio Pacheco: sus creaciones son un bello canto a la liberación del arte y del

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Su camino fue el del desapego, tirando peso en el camino, se quedó solamente con un compás en la mano.

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Socializó la belleza en ámbitos populares, como el diseño editorial, en carteles y en la prensa mexicana.

GERMÁN MONTALVO. 80 años Vicente Rojo, 2012. Cortesía: Germán Montalvo. JULIO LÓPEZ LARA. Rojo. 80, 2012. Impresión en offset. Cortesía: Julio López Lara.

artista de las ataduras de las corrientes estéticas, canto liberador de las formas a su dependencia de la realidad, canto nuevo de un mundo nuevo. O como acaso hubiera gustado decir Rojo, la creación de un nuevo desorden. Gracias a ese día, quisiera imaginarlo así, que el niño Vicente Rojo confirmó la suficiencia de una esfera y dos líneas para jugar a los mundos, es que hoy en México el arte es de libre acceso para cualquiera que desee, con sus fieles rudimentos, obsequiarnos la música. Y ese legado no devolverá siempre al Rojo vivo.


SUPLEMENTO ¦ CÚPULA

MARTES ¦ 06 ¦ 04 ¦ 2021

• Pedro Ángel Palou ¦ Reinvenciones •

Vicente Rojo,

Inabarcable EL ARTISTA PLÁSTICO FUNDÓ TODO. CAMBIÓ TODO. CREÓ TODO. Y LUEGO, CON EL FUEGO DE SU APELLIDO LO TRANSFORMÓ TODO, LO QUEMÓ TODO, LO RECREÓ TODO Por Pedro Ángel Palou TW e IG: @Pedropalou

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odos han querido explicar a Vicente Rojo, desde su inesperada partida –tenía 89, pero estaba lúcido, perfecto, lleno de proyectos–, y es imposible. Que fue el gran fundador, refundador, creador, destructor, recreador del diseño gráfico en México… Sí. Basta ver sus potadas para la Serie del Volador de Joaquín Mortiz, con Beckett a la cabeza; las de ERA; las de la Universidad Veracruzana; sus miles de carteles. Todo lo que fue Imprenta Madero. Sí, sí… Pero luego resulta que las esculturas… Y luego, más aún resulta que su propia obra pictórica. Imposible de abarcar. Nunca. Y, sin embargo, hay algo que une todo eso. Y es la letra, el alfabeto, la A, la Z. Lo gráfico mismo. No. Me equivoco, como tantos. En Vicente Rojo todo se reduce a la geometría, a lo meramente euclidiano. Es. O no es. Es Vicente Rojo. Si Walter Benjamin ideó, pensó, que se había acabado lo aural en el mundo contemporáneo debido a la “reproducción técnica”, Vicente hizo de esa misma serialidad la materia de su obra, devolviendo el aura a la obra reproducible infinitamente. Se jodió Benjamin, podríamos decir al ver a Rojo. Sí. Lo siento. Hay otro problema, la reinvención. Cuando Vicente se sentía acabado era otro, nuevo. Refulgente en su juventud. Si me apuran: el niño sabio, siempre. De su idea de la lluvia cromática a sus trabajos con las texturas de lo volcánico. Así lo conocí. Su gran discípulo Germán Montalvo me lo presentó en su estudio de Coyoacán. Trabajaba, en gris, volcanes. Ideamos un libro. Yo escribiría los poemas, él la gráfica, con una condición: no me ilustraría. Ninguno sabría de qué trataban nuestros volcanes. El arte de unirlos sería de Germán. El libro, generoso, no es el que ideamos los tres, por razones presupuestales, pero allí está. Lo otro, lo verdadero, es que Vicente Rojo fundó todo. Cambió todo. Creó todo. Y luego, con el fuego

OBRA CONJUNTA

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PORTADA. Del libro Desde el volcán, Vicente Rojo y Pedro Ángel Palou. Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Puebla, 2012. Cortesía: Germán Montalvo.

En 2012, el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Puebla editó Desde el volcán, con diseño editorial de Germán Montalvo.

de su apellido lo transformó todo, lo quemó todo, lo recreó todo. Dice Cuauhtémoc Medina que estaba, como el niño que siempre fue, pensando en una obra apoteósica, de un formato apabullante para alguien de 20, no de 90, al final de sus días. Le creo. Vicente se ríe de nosotros, tan simples. Porque él nos vio, nos ve siempre como observa la divinidad: Eternos, euclidianos, formas de la forma formante en formación: pretextos para su creación siempre genial, nunca terminada.

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El libro integra 50 dibujos de Vicente Rojo, cada uno acompañado de un poema de Pedro Ángel Palou.



SUPLEMENTO ¦ CÚPULA

MARTES ¦ 06 ¦ 04 ¦ 2021

• Nacho Prieto ¦ Arte emergente • Vive y trabaja en Ciudad de México IG: @nacciopretto www.tzetze-estudio.com

EXPOSICIONES Y PROYECTOS EDITORIALES

2019 Sonoro. Casa Espirituosa, CDMX. Adiós a la época de oro. Casa Espirituosa, CDMX.

2018 Miscelánea. Casa Espirituosa, CDMX.

2017

NACHO PRIETO

SERIE DE RETRATOS. “Female Power”, 20002017. Grafito y tinta sobre papel. Cortesía del artista

(Ciudad de México, 1974) SU TRABAJO SE BASA EN UNA REFLEXIÓN SOBRE LA DICOTOMÍA ENTRE LO REAL Y LO FANTÁSTICO Redacción

nacho.prieto@tzetze-estudio.com

D

iseñador gráfico por la Universidad Iberoamericana y maestro en Estudio de Diseño por Centro; cuenta además con estudios en escultura, grabado y cerámica en la Academia de San Carlos. Fundó Tze-Tzé Estudio, con el cual ha dirigido y desarrollado proyectos de producción gráfica, ilustración, diseño de imagen corporativa y desarrollo de soluciones multimedia. Por otro lado, de 2006 a la fecha, es docente de asignaturas sobre técnicas de representación gráfica en Centro. Su trabajo se basa en una reflexión sobre la identidad a partir de la mirada de los rostros, el cuerpo, los animales, y la dicotomía entre lo real y lo fantástico; de igual forma, su obra juega con las barreras entre lo ajeno y lo propio, lo cotidiano y lo imaginario. Para hacerlo, utiliza herramientas propias de su oficio: el lápiz grafito, los lápices de cera, la acuarela, las tintas

1998 AÑO EN QUE FUNDÓ TZE-TZÉ ESTUDIO.

2006 COMENZÓ A DAR CLASES EN DIFERENTES LICENCIATURAS.

“BASACHÍ/COYOTE”. 2012. Técnica mixta sobre cartón. Cortesía del artista.

y el acrílico, además de diferentes soportes, dentro de los que destacan el papel y el cartón. ¿Cómo definirías lo que haces? Mi obra se divide en monocromática y color, cuando dibujo un rostro descubro en él un espejo y en esa otredad me encuentro. Establezco un diálogo con ese rostro, ya sea real o imaginario. Asimismo, tengo una fascinación por las expresiones, los rasgos y, sobre todo, por la mirada: la forma en que ve, encara o se evade del espectador hacia algún punto determinado. Al dibujar cuerpos busco darles la capacidad de expresar fuerza, sutileza, dolor, paz, a través de su expresión corporal, el encuadre y la composición. ¿Dónde encuentras tu inspiración? Mi obra alberga personajes reales o fantásticos, imágenes que parten de referencias concretas, personas de mi vida cotidiana, iconos de la cultura popular o creaciones imaginarias que voy construyendo conforme el lápiz, la pluma o el pincel tocan el papel. ¿Cómo describirías tu proceso creativo? No tengo una fórmula, quizás sí un orden, pero siempre hay que dar tiempo a que la idea madure. Desde el inicio aprendí a tener en cuenta la fecha de entrega. Cuando diseño, primero comienzo investigando, busco referencias que puedan ayudarme a detonar la idea, después realizó una serie de bosquejos rápidos para resolver la composición y, al encontrar una que me funcione, realizó la producción de los trazos definitivos; no suelo realizar muchos bocetos, en el camino hago correcciones hasta terminar el dibujo y pasar así a la producción de la ilustración. Cuando elaboro una pieza me doy más tiempo para ejecutarla, pensarla y sentirla. A veces, al comenzar a soltar los trazos o experimentando con la técnica, me dejo llevar por mi instinto y la percepción; otras veces hago algunas pausas para tener todo más claro y al llegar a ese punto no paro; a veces me lleva varios días, en los que trato de hacerme un espacio para no interrumpir el proceso.

Cartel para la obra de teatro Robar el día, Instituto Cultural de México en Alemania, Berlín. Véngate, florece. Casa Espirituosa, CDMX.

2014 Episodios mixtos. Casa Espirituosa, CDMX.

2011 Ilustraciones para Especial perfumes. Revista ELLE, mayo.


SUPLEMENTO ¦ CÚPULA

MARTES ¦ 06 ¦ 04 ¦ 2021

• Marquesina ¦ Cúpula •

‘Polinización’

CINE HERMOSA VENGANZA

MUSEO NACIONAL DE LA ESTAMPA

DIR. EMERALD FENNELL

JOSÉ HUGO SÁNCHEZ EXPLORA LA RAÍZ DE LA MEMORIA DE LAS COMUNIDADES INDÍGENAS, CON TEMAS COMO LA CRISIS ECOLÓGICA Y LOS DERECHOS DE LA MUJER.

‘KIXPATLA, CAMBIAR DE VISTA, CAMBIAR DE ROSTRO. ARTE Y COSMOPOLÍTICA’

● Cassie tiene un brillante futuro por delante hasta que un acontecimiento inesperado trunca su carrera. Ahora nada será lo que parece.

¿DÓNDE Y CUÁNDO? Hidalgo 39, Centro Histórico. Martes a domingo de 11:00 a 17:00 horas; hasta el 11 de abril.

¿DÓNDE? A partir del 8 de abril en cartelera.

COLEGIO DE SAN ILDEFONSO

TEATRO

● Exhibición virtual que muestra y analiza las

expresiones artísticas de los pueblos originarios y comunidades amerindias, así como su relación con el arte contemporáneo.

ARTE

¿DÓNDE? Disponible en línea a través de www. sanildefonso.org.mx/expos/kixpatla.

‘TRAZAR EL MUNDO’ MUSEO FRANZ MAYER

● Selección de mapas, atlas, globos, brújulas y relojes, que acercan al visitante al desarrollo de la cartografía y los modos de construir el mundo. ¿DÓNDE Y CUÁNDO? Av. Hidalgo 45, Centro Histórico. Martes a viernes, 11:00 a 16:00 horas. Fin de semana, hasta las 17:00.

VÓRTICE: UNIVERSO PARALELO PARA TRES AEROPLANOS

TEATRO DEL BOSQUE JULIO CASTILLO ● Tres pilotos desaparecidos se encuentran en una dimensión paralela, donde ven el devastador paso de la humanidad por la Tierra; juntos elaborarán un plan.

18 FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE JUDÍO EN MÉXICO

¿DÓNDE Y CUÁNDO? Del 8 al 28 de abril en Cinépolis Klic y en salas de la cadena Cinépolis; consulta cartelera.

¿DÓNDE Y CUÁNDO? Centro Cultural del Bosque. Jueves y viernes, 20:00 horas; sábados, 19:00 horas.



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