VICEPRESIDENTAZIMMERMANNCRISTINAMARÍAMIERESDEDESARROLLOSOCIALYCULTURALRAFAELAKASSIANMIERES LUIS DANIELASÁNCHEZ,CARLOSSAADE,MARÍAJOSÉSERRANO STAFFDiario El Heraldo de México. ReservadeCastro.Alfredoresponsable:EditorGonzálezNúmeroCertificadodeotorga do por el Instituto Nacional del Derecho de Autor 04-2009-060419022100-101. Número de Certificado de Licitud de título y Contenido No.16921. Domicilio de la Publicación: Paseo de la Reforma No. 250, Piso 24, Colonia Juárez, Del. Cu auhtémoc, C.P. 06600, Ciudad de Méx ico. Imprenta: Impresora de Periódicos Diarios, S. de R.L. de C.V., con domicilio en Acalotenco No. 80, Colonia Barrio Santo Tomás, Azcapotzalco, Ciudad de México, C.P 02040. Publicación Diaria. Todos los derechos están reservados. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de esta publicación sin previa autorización de El Heraldo de México. El contenido de los artículos es responsabili dad exclusiva de los autores. José Antonio Valdés Peña ¦
MULTIVERSO BuñuelianoDeSilviaenel
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a joven novicia rompe el silencio y las som bras de la noche que dominan los pasillos de la vieja finca española. Su sonambulismo interrumpe otro ritual, el de don Lope, el amo y señor del caserón, quien bajo las espirituo sas notas del Réquiem de Mozart se entregaba a los placeres de la necrofilia y el fetichismo, recordando a su esposa muerta en la noche de bodas justo antes de consumar el matrimonio. Lope sigue a la sonámbula, nada menos que su sobrina Vi ridiana, próxima a tomar los hábitos, por los pasillos en penumbra hasta llegar al calor y el brillo del fuego que emanan de una chimenea cercana. La joven se arrodilla y arroja varias madejas de estambre a la L lumbre. Después toma un puñado de cenizas y se las lleva en un recipiente. Todo lo observa Lope, cuya expresión pasa del asombro al deseo cuando ve que al arrodillarse su sobrina, el ligero camisón que porta deja entrever sus juveniles piernas. Viridiana echa a andar por los pasillos hasta los aposentos del viejo y arroja las cenizas sobre la cama. Se marcha ense guida, mientras Lope trata de racionalizar el extraño episodio…Cualquier actriz del mundo puede sentirse orgu llosa de participar en una secuencia como la anterior mente descrita. Más que un episodio en un filme, el fragmento tiene la contundencia, misterio y sensua lidad de un ritual pagano en el cual Eros y Thanatos
1PARA MUNDIALHISTORIALA CULTO. Silvia Pinal en Viri diana, 1961, de Luis Nacional.síaFoto:Buñuel.corteCineteca
Joyas cinematográficas S UPLEMENTO ¦ CÚPULA MARTES ¦ 16 ¦ 08 ¦ 2022
COMO BARRO PARA SER MOLDEADO , LA ACTRIZ SE TRANSFORMÓ EN MANOS DEL ESPAÑOL EN UNA SOBERBIA PROTAGONISTA Por José Antonio Valdés Peña @cinefilofreak
II EN COLABORACIÓNCON ALIDA PIÑÓN EDITORA BERNARDO NOVAL DIRECTOR GENERAL SALVADOR RAYMUNDOVERA,SILVA DIRECCIÓN EDITORIAL Y CONTENIDOS PALMAADRIÁNARVIZU DIRECTOR CREATIVO ESPINOZAISMAELSUÁREZ,EMMANUELORTIZISLAS,PEDROORTIZLÓPEZ DISEÑO GUSTAVO A. ORTIZ ILUSTRACIÓN JIMENA SOBRADO DE LA PEÑA DIRECTORA DE VENTAS AGUSTINA OKÓN ESPACIOS PUBLICITARIOS ALFREDOCASTROGONZÁLEZ DIRECTOR EDITORIAL ARMANDO KASSIAN DIRECTOR DIGITAL JUANCELAYETACARLOS DIR. COMERCIAL Y INSTITUCIONALESREL.
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FILMÓPELÍCULASSILVIAPINALCONBUÑUEL. Recién casado con Silvia Pinal, Gustavo Alatriste visitó a Luis Buñuel para invitarlo a filmar una cinta.
La película sería en las condiciones y con el tema que el español deseara, pero con la actriz en un papel. En 1961, filmó Viridiana, basada en la novela Halma de Benito Pérez Galdós, con Pinal como protagonista. Un año después, Buñuel volvió a filmar con la actriz El ángel exterminador, cuyo rodaje duró dos meses. En 1965, Buñuel filmó su última película con Pinal: Simón del desierto, basado en una historia de él mismo.
FILME. Silvia Pinal en soldaderaLa , 1966, de José Bolaños. Foto: cortesía Cine teca Nacional. se dan la mano. Silvia Pinal, nuestra Silvia, tuvo a bien entregarse en cuerpo, alma y talento a uno de los más grandes cineastas de todos los tiempos, el ara gonés universal Luis Buñuel, quien desde mediados de la década de los 40 y en medio del crepúsculo de la llamada Época de Oro del cine mexicano aportaba a la filmografía mexicana cintas eminentemente co merciales en las cuales su genialidad como cineasta y los destellos de su actitud surrealista ante el mundo aparecían en la forma de elegantes transgresiones del realismo impuesto por las reglas de mercado de esa misma industria. Una década después del escándalo provocado por Los olvidados (1950), a causa de su doloroso retrato de la miseria moral que rodea a un puñado de chicos callejeros, y tras una primera película realizada bajo una notable libertad creativa como la extraordinaria Nazarín (1958, producida por el yucateco Manuel Barbachano Ponce, impulsor de una visión autoral del cine), Buñuel recibió la visita del empresario Gus tavo Alatriste, quien lo invitaba a filmar una película en las condiciones y con el tema que deseara. Era en realidad una petición de un hombre enamorado de su recién esposa, de profesión actriz y quien deseaba colaborar con el cineasta, aunque no fuese en el rol estelar si era necesario. Una vez superada su descon fianza inicial ante una convocatoria que implicaba libertad creativa y un salario superior al que había recibido por proyectos anteriores, Buñuel se reunió con Julio Alejandro para orquestar un drama de fuertes ecos galdosianos en el cual un viejo hidalgo español, propietario de una finca en la cual el tiempo se ha detenido, provoca que su sobrina Viridiana, próxima a contraer nupcias eternas con Dios, pase una temporada con él con la finalidad de declararle su amor y casarse con ella, pues es la reencarnación misma de su difunta esposa. Ella se niega y con ello provoca su destrucción. Condenada a vivir en el mundo, pues las sospechas de que ella provocó la tragedia de su pariente se han regado por doquier, Vi ridiana decide santificarse por su cuenta, adoptando, además de una soberbia actitud, a todos los mendigos del pueblo cercano en un acto masivo de caridad que le traerá terribles consecuencias. Como barro para ser moldeado, Silvia Pinal se transformó en manos de Buñuel en la soberbia prota gonista del filme. Lejos ya estaba la joven de notable simpatía y serena belleza que enamoraba al gángster ferrocarrilero interpretado por Tin Tan en El rey del barrio (Gilberto Martínez Solares, 1949) o la sensual heroína de musicales como Mis tres viudas alegres (Fernando Cortés, 1953). Tampoco al maestro le in teresaba esa Silvia Pinal que habitó a mujeres fatales como la insaciable amante de Un extraño en la escale ra (Tulio Demicheli, 1955) o la joven caprichosa ena morada de un rudo mecánico en El inocente (Rogelio A. González, 1956). De la elegancia y el sino trágico de un Arturo de Córdova a la simpatía irrepetible de Pedro Infante, Silvia Pinal entró a un universo fílmi co único, en el cual su explosiva sensualidad dio paso a la actriz de carácter, dando vida a una Viridiana soberbia, inflexible, que niega su propio ser en aras de una santificación en vida que no llegará nunca en esa España franquista que sumerge en la oscuridad las pasiones más profundas del hombre. Vino después otra obra maestra, El ángel exter minador (1962). Del cuestionamiento de la caridad, Buñuel pasa a una implacable reflexión acerca de cómo la condición humana vive encerrada hasta la locura entre sus propios prejuicios y mezquindades sociales. Retrato de una burguesía expuesta a un en cierro deshumanizante que los acerca cada vez más a la bestialidad, Silvia Pinal encarna a una misteriosa invitada al banquete que se vuelve bacanal, bajo el nombre de Leticia, La Valquiria. En medio de un reparto multiestelar que incluyó a nombres como Enrique Rambal, Augusto Benedico, Claudio Brook, Ofelia Guilmáin o Bertha Moss, entre muchos otros, Silvia Pinal deambula entre la decadencia de una clase social condenada a la autodestrucción. En la cumbre de su expresión como autor cinema tográfico, Luis Buñuel orquestó en Simón del desierto (1964, filme que quedó en 45 minutos de duración, al ser parte de una antología que nunca se terminó) uno de los grandes retos actorales de Silvia Pinal, como lo fue interpretar al Maligno en persona, tentando constantemente al anacoreta Simón, quien perma nece inmóvil en una columna erecta en medio del desierto de su propia soberbia y necedad anhelando ser un santo. Sensual, lúdica, transgresora, insólita, Silvia Pinal es el Diablo más hermoso de la historia del cine. Todo lo que empieza tiene que acabar. La relación entre Gustavo Alatriste y Silvia Pinal llegó a su fin. Y con ello, la aventura en el multiverso buñue liano también. Nos queda la inmortalidad que tiene el cine para disfrutar de esta trilogía exquisita, genial, en la cual Buñuel encumbró a Silvia Pinal como una figura hecha para el cine mundial.
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TRAYECTORIA. Silvia Pinal. CFoto:uartoscuro.
III • José Antonio Valdés Peña ¦ Joyas cinematográficas SUPLEMENTO ¦ CÚPULA MARTES ¦ 16 ¦ 08 ¦ 2022
IV • Raúl Miranda ¦ Homenaje • S UPLEMENTO ¦ CÚPULA MARTES ¦ 16 ¦ 08 ¦ 2022 LA ACTRIZ ENCARNA A LA MEXICANA EMPRENDEDORA, INDEPENDIENTE, PROVEEDORA DE RECURSOS Y SEGURIDAD PARA SU FAMILIA Por Raúl Miranda Jefe del Departamento de Documentación y Catalogación Cineteca Nacional TW: @CinetecaMexico / IG: @cinetecanacionalmx FB: CinetecaMexico / www.cinetecanacional.net ESCÉNICO La estrella era un cuando40filmóentorbellinoladécadadelos50,másdepelículas,variasbajocontrato,demenostresporaño,conGregorioWalerstein.
Raúl Miranda l público de las salas de cine pronto la empezó a reconocer en sus papeles de “damita ingenua” en comedias y melodramas, desde su primera aparición cinematográfica, Bamba (Miguel Contreras Torres, 1948). La bella chica, en ciernes de convertirse, primero en actriz sexy y dúctil para luego demostrar insospechadas dotes dramáticas que la llevaron a ser la gran dama del cine, teatro y televisión; en sus primeras incursiones fílmicas actúa al lado de per sonalidades del cine de la talla de Cantinflas, Ernesto Alonso, David Silva, Carmen Montejo, Blanca Estela Pavón, Gloria Marín, entre muchos otros. De sus primeros años en el séptimo arte, su pre sencia destaca en las películas que hizo con el gran comediante Tin Tan: El rey del barrio (1949), La marca del zorrillo (1950) y Me traes de un ala (1952), las tres dirigidas por Gilberto Martínez Solares; también en las que realizó con otro grande de la comedia, Joaquín Pardavé: Una gallega baila mambo (1950), Doña Ma riquita de mi corazón (1952) y El casto Susano (1952).
Inicialmente rechazada por el histrión Arturo de Córdova, en 1954 Silvia Pinal terminará en apasionado romance, dentro y fuera del set, haciendo juntos Un extraño en la escalera, de Tulio Demicheli y Amor en cuatro tiempos, de Luis Spota. También memorables fueron sus actuaciones al lado de Pedro Infante, con quien forma tremenda pareja ficcional en El inocente (Rogelio A. González, 1955), película de culto, infal table en retransmisiones televisivas en temporada navideña. Aunque en la vida real, no sucumbió a las pretensiones seductoras, que no fueron pocas, del ídolo de la pantalla. La prolongación de la llamada “Época de Oro” en la década de los 50, aun cuando sólo fuera por inercia, permitió todavía algunas buenas películas de direc tores como Alberto Gout, Tito Davison y, sobre todo, Tulio Demicheli, quienes encontraron en el talento, carisma y sensualidad de Silvia Pinal —que se tiñe el cabello de rubio y viste sofisticados atuendos— el ele mento fulgurante para enriquecer la comedia, pero también el relato de intriga y suspenso, en un México con pretensiones cosmopolitas. Entre estas películas se encuentran: Historia de un abrigo de mink (1954), La sospechosa (1954), Locura pasional (1955), Mi desconocida esposa (1955), La adúltera (1956), La dulce enemiga (1956), Préstame tu cuerpo (1957), E ACTRIZ. Silvia Pinal. Cuartoocuro.Foto:
Silvia Pinal: Y DE LA VIDA REAL Desnúdate, Lucrecia (1957) y El hombre que me gusta (1958). Y también será Silvia Pinal quien tenga el privilegio de protagonizar la última película de la mancuerna creativa compuesta por Emilio Fernández y Gabriel Figueroa, en la muy mexicana y entrañable Una cita de amor (1956). La estrella era un torbellino en esa década, filmó más de 40 películas, varias bajo contrato, de cuando menos tres por año, con el llamado zar de la produc ción, Gregorio Walerstein. Si esa época fue de es plendor para Silvia Pinal, todavía estaba por llegar su consagración en el ámbito internacional, al trabajar con uno de los más apreciados cineastas del orbe, Luis Buñuel, con quien filmó Viridiana (1961), sobre la monja novicia que mantiene su fe católica ante los embates lascivos de su tío y los desmanes de un con junto variopinto de menesterosos; El ángel extermi nador (1961), acerca de los absurdos comportamien tos de la clase adinerada; y Simón del desierto (1964), donde Silvia Pinal encarna las figuras de la tentación para hacer sucumbir al asceta Simón, producidas por su entonces segundo marido, el empresario mueblero Gustavo Alatriste. Tres películas que han quedado registradas en los libros de historia del cine mundial. Enamorada de la vida, de su trabajo artístico y del amor, innovó en el género del teatro musical a la Broadway, mientras hacía cantidad de televisión, construía su casa en el Pedregal e incursionaba en el cine europeo: en España con Las locuras de Bárba ra (1959), Charleston (1959), Adiós, Mimí Pompón (1960), Maribel y la extraña familia (1960); y en Italia, Pan, amor y Silvia (1959). Cinematografías a las que volverá años más tarde, además de un par más filma das en Brasil y Argentina. En la década de los 60 trabajó en más de 20 cintas, entre estas: la extraordinaria por fuerte y verosímil La soldadera (José Bolaños, 1966), la divertida come dia mundana Estrategia matrimonio, donde seduce a Joaquín Cordero, Enrique Rambal, José Gálvez, Enrique Lizalde e Ismael Larumbe, y que es la tercera y última que hace con el realizador Tito Gout. Y la dupla exitosa María Isabel (1967) y El amor de María Isabel (1968), ambas dirigidas por Federico Curiel. De las cinco películas que protagonizó en los 70 destaca Divinas palabras (Juan Ibáñez, 1977), en donde su escena de desnudo le significó todo un reto. En lo sucesivo regresó unas cuantas veces al mundo del cine, sobresaliendo Modelo antiguo (Raúl Arai za, 1991), y se ocupó durante largos años de la muy exitosa serie televisiva Mujer, casos de la vida real También se enfocó en la vida política, el mundo em presarial del teatro y al trabajo con su gremio actoral. Silvia Pinal representa para la sociedad mexicana de la segunda mitad del siglo XX, el tipo de mujer que va más allá de la obtención de un estatus económico y de logrados, y malogrados, romances. Es la mujer mexicana emprendedora, indepen diente, proveedora de recursos y seguridad para su familia, que decide asumir roles en el mundo político prevaleciente, y que no es ajena al mundo cultural y a las emociones y sentimientos de la gente de los diversos estratos sociales. Muchas y variadas personas han acompañado la vida de la actriz a lo largo de su prodigiosa carrera —se requeriría un glosario inmenso de nombres pro pios—mencionemos a unos cuantos: sus maestros de actuación en el INBA, Carlos Pellicer, Ana Mérida, Clementina Otero, Salvador Novo, Xavier Villaurrutia y Fernando Torre Lapham; al gran cinematografista Gabriel Figueroa que la plasmó en luces y sombras en varias de sus más célebres películas; a Diego Rive ra que la pintó en un hermoso lienzo, mientras le preguntaba si posaría desnuda. Pero Luis Buñuel es el más distinguido de todos, al universalizarla como la hermosa beata enfundada en lumínico vestido blanco de novia, Viridiana En primerossus años como televisión.enfocódécadaslastecompletamennuncaBuñuel.cintastrabajarinternacionalenladespuésTinelSilviatrabajodestacaactriz,eldePinalconcomedianteTan.Duranteladécadadelos50,laactrizerauntorbellinoquefilmómásde40películas,muchasporcontrato.UnadécadallegóconsagraciónelámbitoalentresconLuisAunquesealejódelcine,ensiguientesseenla
PASIÓN. Silvia Pinal en Una cita de amor, 1956, de la dupla creativa Emilio Fernández y Gabriel Figueroa. Foto: cortesía Cineteca Nacional.
PAPEL Silvia Pinal y CorderoJoaquínen niomatrimoEstrategia , 1966, de Imcine.cortersíaGout.TitoFoto:
V • Raúl Miranda ¦ Homenaje • SUPLEMENTO ¦ CÚPULA MARTES ¦ 16 ¦ 08 ¦ 2022
1 2 3 4 LÍMITESSINLABOR
ESCÉNICOMUJERDELARTE
l silencio es parte de la música, un espacio de soledad, un vacío que te obliga a com prender que hay sonidos que llenan el alma. Desde que tienes uso de razón has hablado un lenguaje distinto, un idioma donde en lugar de letras hay notas. Todos esperan pacientemente que empiece el espectá culo, todos menos tú. A lo lejos, sentado en una butaca, un hombre te ve de reojo y sonríe al verte, como si pudiera leer la ansiedad que corre por tus venas. Las luces se encienden, el cuchicheo se termina, los violines empiezan a tocar, los clarine tes conquistan tus oídos, los timbales mueven tus emociones y el violonchelo te pone la piel de gallina, por eso justamente estás aprendiendo a tocarlo; también tomas clases de piano y las partituras son cada vez más complicadas. Sientes una necesidad primaria de estar arriba del escenario, porque amas la música; mientras a algunos les gustan las matemá ticas y otros se pierden en libros de historia o en la tabla periódica, tú solamente piensas en música. Ya hablaste con tus papás y no estás dispuesta a seguir perdiendo el tiempo de siete a dos, hoy en la noche te llenarás de valor y les propondrás una idea que puede parecer una locura, como la Novena sinfonía, pero en realidad tiene todo el sentido. Les dirás que quieres hacer la prepa abierta y terminarla lo más rápido posible, la acabarás en un año y así tendrás tiempo de dedicarte a lo único que realmente te importa: lo que dice Mozart, Chaikovski o Arturo Márquez. En Ingla terra encontraste el compás que quieres seguir y aho ra escuchas el mundo de otra manera. Nunca habías pensado lo mucho que disfrutas de la marimba, que inmediatamente te transporta a lugares increíbles de México, como Chiapas. Ahora estás en Nueva York, después de tus clases de piano, acomodas las sillas y las partituras en los atriles, eres la mano que ayuda ensayo tras ensayo, por no decir el achichincle; en tu mente haces notas mentales de lo que harías si esa fuera tu orquesta. De pronto, el director te da la ba tuta, te pregunta si quieres dirigir a la orquesta y ahí en medio de los instrumentos que conversan entre sí, te das cuenta de que naciste para hacer eso, que no importa si eres la mejor o la peor, pero eso es lo que te hace feliz, nada más, nada menos. Estás frente a 140 mil personas en Ciudad Juárez, bueno, más bien de espaldas, y todavía no puedes creerlo, parece que a los mexicanos sí les gusta la música clásica después de todo, no puedes contener lo que sientes, quieres dejar ir todo lo que hay dentro de ti, la música se te está saliendo de las manos, volteas a ver a tu amigo que toca la viola y se le caen las lágrimas. En un abrir y cerrar de oídos, el silencio llenó de tristeza al mundo, el cubrebocas te ha tapado la sonrisa, pero el show debe continuar, tu maestro te dijo que tenías que ser fuerte, Alondra, para romper el silencio, para crear música. ¿Y si formamos la Or questa Imposible? Un grupo de almas que toque en soledad, pero acompañado, a la velocidad y al ritmo del Danzón No. 2 ¿Acaso no somos cuerda, madera, metal, percusión, instrumentos hechos de cabeza y corazón? Volteas al fin para ver a tu público y el silen cio se ha transformado en aplausos.
S UPLEMENTO ¦ CÚPULA DIA ¦ DD ¦ MM ¦ AAAA VI • Mariola Fernández ¦ Relatos SUPLEMENTO MARTES ¦ 16 ¦ 08 ¦ 2022 Por Mariola mariola_f2@yahoo.com.mxFernández
¿EN DÓNDE TERMINA EL SILENCIO Y EMPIEZA LA MÚSICA? ¿ACASO LAS NOTAS SE PUEDEN VER Y ESCUCHAR? ¿Y SI FORMAMOS LA ORQUESTA IMPOSIBLE?
TOMA LA BATUTA Y SÉ PARTE DEL CONCIERTO EL ILUSTRACIÓN: GUSTAVO A. ORTIZ Y IVÁN BARRERA
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