Camino Real del Puerto de la Mesa 2

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EL CAMÍN REAL DE LA MESA Volumen II

GUILLERMO MAÑANA VÁZQUEZ



VOLUMEN II EL CAMÍN REAL DE LA MESA



EL CAMÍN REAL DE LA MESA GUILLERMO MAÑANA VÁZQUEZ


© de la edición: CAJASTUR © Textos y fotografías: Guillermo Mañana Vázquez Diseño, maquetación y tratamiento fotográfico: Elías, diseño gráfico elias1964fuentes@gmail.com ISBN: 978 84 7925 344 8 Depósito legal: As-4.680/2011


Índice Brañas y pueblos

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Brañas al poniente del camino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14 Esquilmadietchu. Las Morteras de Saliencia. Ciervos, La Mortera Éndriga o Urdiales de Éndriga. La Bárzana. La Cotchá. Cuérragu. Ordiales de Arbetchales. Murias. Brañas al sudoeste de Peña Michu. San Lorenzo y La Raíz. Branietcha o Braniella. Los Fuexos Brañas al levante del camino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69 Las Navariegas. Cuevas. Braña de Torce, del Aguil, de La Il o de L’Ail. La Fonfría o Funfría. La Rebellada. Tchamaraxil. El Rebellón. Braña de Tuiza. La Vicietcha. Valmuertu. La Braña El Valle o de Los Fuexos Retrato del futuro

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113

Historias del Camín Real de La Mesa

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117

El nacimiento de un camino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119 Perdidos en el tiempo. Hace ahora 5.000 años. Mucha fantasía para poca realidad. Testimonios vivos. Hace ahora 2.500 años Consolidación del camino. Los romanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147 El Mouru y la presencia del ejército romano en La Mesa (Colaboración) Cristianismo e Islam en el Camín Real . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171 La batalla de Los Lodos. Un laberinto de nombres. La muralla defensiva: “El Muro” Tiempos de inseguridad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183 El conde Pelayo Froilaz y Cueiro. El conde Gonzalo Peláez y el castillo de Buanga. Gonzalo Peláez de Coalla. Más calamidades De ventas, portazgos y arrieros

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 213

Vía de arte y cultura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 239 Santa María de Villanueva. La gran caravana: el mausoleo de Valdés Salas De hierbas, herbajes y pastos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 263 Primeros tiempos. Ordenanzas. Torrestío. Busllaz. La Magdalena. Piedra Jueves. Bubarraz. Las Morteras, Valcárcel y Taja. Ondes y Llamoso. Cueiro. Vaqueiros. Las Merinas de Extremadura Últimos siglos. El ocaso del camino

Documentos consultados

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. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 363


— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Las sorprendentes brañas –morteras- de Saliencia, un oasis de verdor suspendido sobre difíciles abismos.

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BRAÑAS Y PUEBLOS El hombre ha sido puesto en medio de la naturaleza para acabarla… Paul Claudel

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ontemplar el Camín Real de La Mesa es también contemplar todo aquello que lo rodea. Resultaría, como poco, un tanto artificial separar al camino de todo aquello que desde él se contempla. Porque junto con el propio camino, las brañas y pueblos limítrofes constituyen una unidad homogénea y difícilmente separables. Esos pueblos son los usuarios más frecuentes del camino y, en todo caso, son la razón última de su existencia. Aquí, como en todo camino, hay una interacción directa y constante entre “el itinerario” o “la vía” y los pueblos y regiones a los que une y da servicio. Que no serán otros, en el caso de nuestro camino, que los de la región astur-leonesa que el camino une, si bien el tramo de Camín Real que se considera con menos alteraciones –el aquí descrito- se desarrolla en su gran mayoría al norte de la Cordillera Cantábrica. Las brañas son parte esencial de la vida de los pueblos. O mejor, son parte indivisible de esos pueblos. Y en el caso de las brañas que bordean al Camín Real de La Mesa tienen además unas características propias y bien definidas que las diferencian en gran manera de las de otras regiones, llamándose brañas o majadas. Entre esas características o peculiaridades diferenciadoras se encuentran en primer y destacado lugar los usos y la variedad y singularidad de sus construcciones. No se trata en ningún caso de usos y construcciones exclusivas o únicas, pero sí son suficientemente distintivas como para caracterizar un paisaje ya de por sí excepcional. La variedad de uso de alguna de esas brañas es de una complejidad y riqueza que ya sería merecedora ella sola de estudios más amplios y profundos. Que por cierto los hay, y muy meritorios, por lo que aquí solo nos vamos a referir casi en exclusiva a los aspectos visuales o más llamativos, tal cual es el caso de “las morteras”. Lugares de siembra y recolección de legumbres –cebada, centeno, trigo en ocasiones, lentejas, garbanzos, guisantes…- en terrazas de cultivo en derecho de usufructo o de propiedad privada bien delimitada que, una vez recogido el fruto

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

pasa a ser de uso comunal tras “la derrota”. Lugares de aprovechamiento de pastos de diente en época otoñal y de hierba seca durante el primavera y estío. Intensa actividad que va a generar un lenguaje peculiar y una legislación local adaptada a cada circunstancia. Y una presencia humana y animal que va a marcar sobre el paisaje una huella o impronta que, si bien parecía indeleble, hoy amenaza con desaparecer. En no pocas de esas brañas se bajaba al atardecer con la leche al pueblo para fabricar queso. La variedad ganadera abarcaba todo cuanto podía la economía de los pueblos. Hoy ya son historia pasada muchas de esas actividades. Ni queso, ni lana, ni dormir en las brañas, ni… Persiste la siega en algunas morteras. El resto es ganado de carne en libertad: vacas en las morteras y en los pastos y brañas más altos –La Mesa, La Magdalena, La Corra, Piedra Jueves, Cueiro…- pero la mayoría cada vez más predominante es la del ganado caballar. Las vegas de pasto se cierran y encogen estranguladas cada día un poco más por el crecimiento de una riquísima variedad vegetal, entre la que la genista va en cabeza. Sirva como ejemplo lo que en otro tiempo fue ladera de pastos de una braña, hoy es solo genista y ruina, La Bárzana.

Fonfría. En lo alto y cerca de las nieves, las brañas.


— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Vitcharín o Villarín. En el fondo del valle y entre prados de siega, los pueblos.

Sobre la singularidad y variedad de las construcciones de brañas y morteras, aquí solo se habla de “lo que se ve”. Porque esas construcciones son asunto demasiado importante y requieren un conocimiento profundo de su arquitectura, de la terminología de sus piezas y el uso de sus instalaciones. Quienes deseen profundizar en esta materia tienen a su alcance el libro “Los teitos en Asturias” de Armando Graña García y Juacu López Álvarez, al igual que el aparentemente menos asequible “El teito de escoba en Somiedo” de Mario Álvarez, reseñados ambos al final de estas páginas. Pero lo que sí podemos hacer los profanos es extasiarnos y gozar ante la extraordinaria y llamativa belleza de lo que vemos pasar ante nuestros ojos cuando caminamos por estos parajes: • Corros circulares de piedra, con falsa cúpula de piedra en los que la madera está ausente. Algún corro semicircular, también con muros de piedra y falsa cúpula de piedra, como es el caso de Ente La Venta en la Braña de La Mesa. • Cabañas cuadradas, de piedra y con techo de losas de piedra, en los que la madera está presente en el armazón de la techumbre o no. Porque las hay cubiertas con falsa cúpula de piedra, como en Esquilmadietchu o con cubierta a una sola agua, como en Cuérragu. • Cabañas y cuadras con techo de teja, exentas o adosadas, a una o a dos aguas, con madera en el armazón del techo. Las hay de techo de solo teja y las hay de teja con aleros de losas. Y con o sin piedras contravientos sobre las hiladas de teja. • Chozos circulares, con paredes de piedra y cubierta cónica de teito, con soporte de madera. • Cuadras o cuadras-vivienda, grandes y pequeñas, cuadradas o rectangulares, con cubierta de teito y con un complejo entramado de madera y cañas como armazón de la techumbre. La variedad es interminable: los remates de las cumbreras de los teitos –llatas y gabitos, caballetes y zancas, tapines, troncos, piedras, latas… y hasta trozos de cinta transportadora en alguno-, la

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

inclinación de techos y sus curvaturas, la diversidad de puertas, ventanas, ventanucos, buqueirones, ventanas ciegas o nichos, poyas o losas salientes, portales y sombraos, la diversidad del color de la escoba del teito, en relación con su vejez –aquí casi siempre escoba trenzada “a paleta”, a diferencia de la escoba trenzada “a baguna”, más occidental- las irregularidades de las cubiertas de teito para abrir espacio, en sus bajadas, a los buqueirones o ventanas… un sin fin… Desgraciada y lamentablemente, hoy son bien visibles las interioridades de estas construcciones: las cabriaduras o armazones de sostén de las cubiertas, los secretos del tejido de las cibiellas o entrelazados de cañas, los trenzados de la treme en los pisos, la xebe de los pesebres…; todo un mundo de ruina y desolación, presente por doquier y que amenaza con extenderse de forma inexorable con el discurrir del tiempo. Y ruina que constituye la desaparición de un testimonio irremplazable de la historia de los pueblos, que provoca sentimientos de tristeza y estupor ante la incertidumbre de lo que se avecina para nuestro patrimonio. De los pueblos se hace aquí una referencia fotográfica breve. Ese, el de los pueblos, es otro tema. • Los teitos en Asturias. Armando Graña García y Juaco López Álvarez. Gijón 2007. • El teito de escoba en Somiedo. Mario Álvarez. 2001. • Las Brañas asturianas: un estudio… Julio Concepción Suárez, Adolfo García Martínez, Matías Mayor López. RIDEA. Oviedo, 2008. • Las brañas somedanas. Adolfo García Martínez. Oviedo 1996. • El brañeo en Asturias. J. A. Valladares Álvarez. Oviedo 2005. • Las brañas. Contribución a la historia… Boletín del IDEA nº8. Oviedo 1949.

El “valle del Privilegio”: La Focella, Páramo y Villa de Sub en la cuenca superior del río Teverga.

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

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Situación de brañas y pueblos en el entorno del Camín Real de La Mesa

DOLIA

1 2

PUEBLOS 1. Ondes. 2. San Martín de Ondes. 3. Llamoso. 4. Las Villas. 5. Tolinas. 6. Montovo. 7. La Bustariega. 8. Taja. 9. Urria. 10. Las Morteras. 11. Orderias. 12. Vitchamor. 13. Villanueva. 14. Vixidel. 15. Cuañana. 16. Cuña. 17. Barrio. 18. Torce. 19. Veigas. 20. Vitcharín. 21. Arbetchales. 22. Éndriga. 23. Saliencia.

PORCABEZA 2

4 5

3 3

BRAÑA DE LA FORCADA 6

23 12

22

4

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CUEIRO. LA BOBIA

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11 10

11 12

10

21 PTO. S. LORENZO 5 20

13 14

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6

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BRAÑA DE LA CORRA

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17 18

6 7

16 5

4 22

7 3

BRAÑAS 1. Esquilmadietchu, Esquilmadietchín y Esquilmadietchón. 2. La Mortera Saliencia. 3. Ciérvos, La Mortera Éndriga o Urdiales de Éndriga. 4. La Bárzana. 5. La Cotchá o El Cotcháu. 6. Cuérragu. 7. Ordiales o Urdiales de Arbetchales. Con La Tchiñada. 8. Murias. 9. Brañas al SO. de Peña Michu: La Cogotcha, Xuerdios, Cuevas, Sietchas, El Colláu… 10. San Lorenzo y La Raiz. 11. Branietcha o Braniella. 12. Los Fuexos. 13. Las Navariegas. 14. Cuevas. 15. Braña de Torce o del Aguil, o de La Il. 16. La Fonfría o Funfría. 17. La Rebellada. 18. Tchamaraxil. 19. El Rebellón. 20. Braña de Tuiza. 21. La Vicietcha. 22. Valmuertu. 23. La Braña El Valle o de Los Fuexos.

LA MAGDALENA 15

2

23

8 1

BRAÑA DE LA MESA 14 13

TORRESTÍO

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HITOS DEL CAMINO 1. Dolia. 2. Porcabeza. 3. Braña de La Forcada. 4. Cueiro. La Bobia. 5. Puerto San Lorenzo. 6. Braña de La Corra. 7. La Magdalena. 8. Braña de La Mesa. 9. Torrestío.


— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Propiedad de las brañas, morteras y pastos CUENCA DE LOS RIOS SALIENCIA Y PIGÜEÑA Brañas y morteras

Propietarios

Esquilmadietchu (Con Esquilmadietchín y Esquilmaditchón)

Saliencia

La Mortera Saliencia

Saliencia

Ciervos o Urdiales de Éndriga

Éndriga

La Bárzana

Éndriga y Saliencia

La Cotchá o El Cotcháu

Ëndriga

El Cuérragu

Arbetchales

Ordiales de Arbetchales

Arbetchales

Murias

Arbetchales

Brañas al SO de Peña Michu

Veigas y Vitcharín

San Lorenzo

Una parte de Villamor y Orderias; otra parte de Villanueva, La Torre, Campos, Vixidel, Quintanal, La Plaza… “la pila pueblos”.

Branietcha o Braniella

Las Morteras

La Braña Valcárcel

Valcárcel

Los Fuexos

Montovo

CUENCA DEL RIO DE TEVERGA Brañas

Propietarios

Las Navariegas

La Focella y Fresnedo

Cuevas

La Focella, Fresnedo y San Salvador

El Aguil

Torce

La Fonfría

Barrio, Cuña, Cuañana y Riello

La Rebellada

Vixidel

Tchamaraxil

Cansinos, Villabonel y La Plaza

El Rebellón

La Torre. Compartida con Villanueva.

Tuiza

Villanueva. Compartida con La Torre

La Vicietcha o Viciella

Campos

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Pastos

Propietarios

Valmuertu

Campiello. “Y de alguno de Urria”

La Braña El Valle

Riomayor. Para algunos, tambien de Santianes.

Carbacéu y Carbacedín

La Focella y Fresnedo

Carroceda

De Barrio. Excepto una finca particular, que es de Torce.

Bicenturo

Campiello

Bubarraz. Antigua braña

Villaux, La Riera, Santiago, Villamor…

Busllaz. Antigua braña

Saliencia y Torce, “aguas vertientes”

Cueiro

Taja (Excepto El Práu Cueiro)

El Abedul

Montovo

El Muñón. Vertiente norte

Saliencia

El Muñón. Vertiente sur

Torrestío

El Pividal

Villamayor

El Práu Cueiro

“Ye de los curas de la retoral de Taja”

La Celada

De Taja. Las Morteras tenían allí una “facería” desde 1716

La Magdalena

Saliencia al poniente y Barrio, Cuña, Cuañana y Riello al levante, con límite en “aguas vertientes”

La Veiga Fasgueiru

Las Morteras. Litigio por “aguas vertientes”

La Veiga Práu

Taja

Las Cadenas. Antigua braña

Páramo

Los Pontones

Las Morteras y Valcárcel. Es “propiedad”

Piedra Jueves

La Parroquia de La Riera con algunos de sus pueblos: La Riera, Santiago, Villaúx… pero no Las Viñas. Los de Teverga tienen una “facería” en Piedra Jueves, en el lugar de Las Veigas.

Refuexu

Páramo. Los de San Salvador tenían algún corro allí.

Valle de Las Partidas

Torrestío

Valles de Sañedo, Matamala y Valverde

Torrestío

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

BRAÑAS AL PONIENTE DEL CAMINO En este apartado, exclusivamente fotográfico y documental, se contemplan las brañas enclavadas en las laderas que desde el Camín Real descienden hacia los valles sudoccidentales y occidentales, en las cuencas de los ríos de Saliencia y de Somiedo. La primera de estas brañas –Esquilmadietchu- se encuentra en la cuenca alta del Valle de Saliencia, dominando desde las laderas de La Ferrera y Los Bígaros el encrespado paisaje del circo superior de Saliencia con la idílica llanada de La Pradera a sus pies. Las brañas de mayor interés etnográfico y arquitectónico, Las Morteras, forman un conjunto apretado a lo largo de una peculiar geografía y a media altura entre el Valle de Saliencia por abajo y el Camín Real en lo alto. Constituyen además un magnífico itinerario de fácil recorrido y del máximo interés, al que se añade un paisaje excepcional. Un tanto aislada y más al norte, se sitúa Branietcha o Braniella, cabalgando sobre un hombro o collado de la llamativa Pena El Home, como si de un nido de águilas se tratara, con una arquitectura ya alejada del teito y en el dominio de la teja.

Fontesú, en La Mortera Saliencia, ataviada de primavera.


— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Esquilmadietchu

1. Teito en buen estado. 2. Teito en buen estado. 3. Ruina total, rectangular, sólo muros bajos de piedra. 4. Cabaña de piedra, cuadrada, con cubierta de lajas de piedra en falsa cúpula. 5. Teito en buen estado. 6. Teito en aparente buen estado. 7. Cuadra de techo de uralita. 8. Teito grande, en buen estado, con puertas baja y alta en la fachada. 9. Teito en buen estado aparente. 10. Teito en buen estado, grande. 11. Teito de planta casi cuadrada, grande, en buen estado. 12. Teito grande, en deficiente estado. 13. Teito fuera de plano, inmediatamente por encima de la pista de acceso a Esquilmadietchu. 14. Teito con techumbre en deficiente estado por hundimiento de algún cabrio. 15. Teito en mal estado, amenaza ruina por desmoronamiento de parte de la techumbre. A. Pista que asciende desde el Cuetu Las Meriendas, en la carretera de Saliencia a La Farrapona y Torrestío. B. Senda hacia El Tchanu Les Bedules. C. Senda hacia El Tchanu El Teixu. D. Senda hacia el Monte El Troncu.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

La creciente vegetación devora la geometría de Esquilmadietchu.

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

La Pradera, cuenca inicial del Valle de Saliencia, con Esquilmadietchu en primer plano. Prado y matorral en Esquilmadietchu.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Las Morteras de Saliencia

1. Pista de descenso hacia Saliencia. 2. Riega Tricine. 3. Pista en ascenso hacia La Magdalena y Camín Real. 4. Pista hacia Ciervos, El Cotcháu y Murias.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

A. Pista hacia Ciervos, El Cotchán, Ordiales de Arbetchales y Murias. B. Pista hacia Saliencia. 34. Ruina total, rectangular, sólo muros bajos. 35. Ruina total, cuadrada, sólo muros bajos. 36. Ruina total, cuadrada, sólo muros bajos. 37. Ruina total, rectangular, sólo muros de poca altura. 38. Ruina total cuadrada, sólo muros de piedra de poca altura. 39. Teito mediano, en buen estado. 40. Teito muy grande, en aparente buen estado. 41. Teito en buen estado.

28. Teito en buen estado, en ladera de siega en vaguada. 29. Teito grande, en buen estado, en prado de siega en cabecera de vaguada. 30. Teito en buen estado. 31. Teito prácticamente en ruina total. La techumbre está en gran parte derruida en el interior del edificio. 32. Ruina total rectangular, sólo muros de poca altura. 33. Teito en buen estado.

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

1. Ruina total, sólo muros, rectangular. 2. Teito grande, en buen estado. 3. Fuera de plano, cerca del collado de La Magdalena. Teito en avanzado estado de ruina, con techumbre ya muy hundida. 4. Teito muy grande, en ruina inminente por derrumbamiento del cumbral de la techumbre. 5. Ruina total, grande, sólo muros bajos de un edificio rectangular. 6. Teito grande, alargado, en buen estado. 7. Ruina total muy grande, reciente en parte. Hacia el norte ruina antigua rectangular. Hacia el sur, ruina muy alargada, rectangular, probablemente de dos cuadras contiguas con un solo teito. La techumbre, de teito, está derribada en su interior. 8. Ruina total, cuadrada, sólo muros. 9. Teito en buen estado. 10. Teito grande, con la techumbre semihundida. Amenaza ruina total. En una de sus fachadas estrechas presenta cierre cuadrado de muro de piedra. 11. Teito en regular estado de conservación. La techumbre tiene signos de hundimiento incipiente. 12. Teito en aceptable estado. 13. Ruina total, rectangular, sólo muros de piedra bajos. A. Pista en descenso hacia “Morteras de Saliencia 1” y Saliencia. B. Senda hacia pista A. C. Senda en ascenso hacia La Magdalena y Camín Real. D. Senda en descenso hacia pista A. E. Riega Tricine.

A. Pista en descenso hacia Saliencia. B. Pista en ascenso hacia el Collado de La Magdalena y Camín Real. C. Pista hacia Ciervos, El Cotcháu, Ordiales de Arbetchales y Murias. D. Riega Tricine. E. Camino en ascenso hacia teito número 12. F. Senda hacia teito número 12 y ruina número 13. 14. Cuadra con techo de uralita, en buen estado. 15. Bebedero. 16. Área de aparcamiento y almacenamiento de materiales. 17. Teito grande, en semirruina, con parte de la techumbre ya hundida y fachada occidental destruida. Por esta fachada tiene adosada la ruina número 18. 18. Ruina total rectangular, dividida en dos por tabique interior y adosada a fachada destruida del teito número 17. 19. Teito en buen estado. 20. Teito en aceptable estado, adosado a ruina número 21. 21. Ruina total, rectangular, adosada a teito número 20. 22. Teito grande en buen estado. 23. Teito grande en buen estado. 24. Ruina total, muy grande, sólo muros, rectangular y dividida en dos por un tabique medianero. 25. Teito muy grande, en buen estado. 26. Teito de tamaño mediano, en buen estado. 27. Ruina total, cuadrada, sólo algunas paredes.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Primavera temprana con El Tarambicu al fondo. Las terrazas de las morteras sobre el Valle de Saliencia.

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Los Bígaros desde El Carbatchu. Las Praderas de La Mortera con Ciervos al fondo.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

La Mortera Saliencia, Ciervos, La Cotchá, Ordiales de Arbetchales, La Corra… La Era Ortietchu y su ruina.

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

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Valle de Saliencia, camino de La Mortera a Saliencia y camino antiguo del valle.

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

El entero pueblo de Saliencia, casi en la cabecera del valle y a más de mil metros de altitud.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

La impresionante cuenca inicial del valle glaciar de Saliencia, desde La Mortera.

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Ciervos, La Mortera Éndriga o Urdiales de Éndriga

1. Teito en buen estado. 2. Ruina total reciente. 3. Teito en buen estado. 4. Ruina total, muy grande, probablemente de cinco distintas cuadras. Sólo muros bajos. 5. Ruina total, grande. Sólo muros bajos. 6. Teito. Ruina inminente. 7. Teito en buen estado. 8. Teito en buen estado. 9. Teito en buen estado. 10. Ruina total, reciente, con techo de teito derribado en su interior. 11. Teito en buen estado. 12. Ruina total, cuadra doble; sólo quedan muros bajos. 13. Teito en buen estado. 14. Teito, amenaza ruina. Tiene adosada a un lateral la ruina nº 15. 15. Ruina total, adosada a Teito nº 14. Muros bajos y vegetación en el interior. 16. Teito en buen estado. 17. Teito en buen estado, planta rectangular con un entrante en su fachada. 18. Ruina total, sólo muros muy bajos, rectangular. 19. Ruina total, rectangular. 20. Teito en buen estado, puerta lateral. Tiene adosadas las ruinas nº 21 y nº 22. 21. Ruina total, sólo unos muros adosados al Teito nº 20. 22. Ruina total reciente, teito en el suelo, adosada al Teito nº 20. 23. Ruina total de cabaña con techo de llábanas. A. A Las Morteras de Saliencia y Saliencia. B. A La Cotchá y Ordiales de Arbetchales.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Ciervos o Urdiales de Éndriga o La Mortera de Éndriga, con El Gurugú al fondo. Ciervos desde la ladera de La Tchombalba.

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Soledad y silencio invernales en Ciervos.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

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Una lengua de niebla lame el Cordal de La Mesa sobre Ciervos. Éndriga, en el fondo del valle y bajo Ciervos.


— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

La Bárzana

1. Ruina total. 2. Teito, en regular estado. 3. Teito, en aparente buen estado. 4. Teito, en regular estado. 5. Teito, ruina inminente, techumbre hundida. 6. Cuadra con techo de teito, pared en ruina total. 7. Ruina total. 8. Ruina total. 9. Teito en regular estado. 10. Teito con la techumbre en ruina. 11. Ruina total. 12. Cuadra con techo de teito recientemente hundido. Ruina. 13. Cabaña-cuadra con techo de teito, arruinada. 14. Cabaña con techo de teja con ringleras de piedra en los bordes del tejado. 15. Ruina total. 16. Cuadra con techo de uralita, a un agua. 17. Teito en buen estado. 18. Ruina total, sólo muros, rectangular. 19. Teito en buen estado aparente. 20. Pista hacia las Morteras de Éndriga y de Saliencia. 21. Pista hacia El Cotcháu, Ordiales de Arbetchales y Murias. 22. Senda hacia la pista.

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Bárzana o La Bárzana, olvido, abandono, ruina…

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Variedad de techos y abundancia de ruinas en La Bárzana.


— BRAÑAS Y PUEBLOS —

La Cotchá

1’. Hacia la fuente “El Fontanín”. 1. Pista hacia Urdiales de Éndriga y Las Morteras de Saliencia. 2. Pista hacia Ordiales de Arbetchales y Murias. 3. Gran apilamiento de piedras. 4. Teito muy grande, en buen estado, con dos puertas y ruina número 5 adosada. 5. Ruina de muros caídos, adosada a número 4. 6. Teito en buen estado, adosado en su pared posterior a un muro de piedra natural, y bajo un árbol. 7. Teito en buen estado con un muro cortafuegos en su fachada. 8. Espinera solitaria. 9. Ruina reciente, grande, con teito derrumbado dentro de los muros, dos puertas y una ventana alta. 10. Ruina antigua, con vegetación en su interior. 11. Teito en buen estado. 12. Teito grande, en buen estado, con un muro cortafuegos en su fachada. Adosado a fachada lateral, ruina nº 13. 13. Ruina pequeña, muros caídos, adosada a nº 12. 14. Ruina grande, reciente, teito mitad caído, mitad en pie. Tiene un cierre de piedra adosado. 15. Teito en muy mal estado, amenaza ruina total. Tiene adosado, en un lateral, un cierre rectangular de piedra. 16. Ruina total, casi cuadrada, de muros altos. Conservaba la puerta y una ventana en la fachada principal. 17. Teito en aceptable estado. 18. Teito grande, en buen estado, con puerta y ventana en fachada principal y otra puerta en fachada lateral (la fachada larga).

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

La Cotchá o El Cotcháu o La Mortera El Cotcháu… desde las laderas de Tchesorio, un mirador sobre el Valle de Saliencia.

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La Cotchรก en invierno, vista desde el Altu El Michu. La Mortera El Cotchรกu en primavera.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

El Biforcu, teitos en La Cotchá y camino a Éndriga.


— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Cuérragu

1. Cabaña con techo de piedra, a un agua, en buen estado. 2. Ruina total, rectangular. 3. Cabaña de techo de llábanes, a un agua, en buen estado. 4. Ruina total. 5. Ruina total, grande, pared posterior redonda. 6. Cabaña con techo de piedra a un agua, ruina inminente. 7. Ruina total, grande, planta casi cuadrada. 8. Ruina total, redonda, con un gran árbol creciendo en su interior. 9. Teito en buen estado. 10. Teito en buen estado, con “argoyu”o cierre posterior de piedra. 11. Fuente y bebedero. 12. Ruina total, cuadrada. 13. Cabaña con techo de piedra de una aguada, en ruina. 14. Cuadra en buen estado, con techo de teja con bordes de piedra y de planta en L. 15. Ruina total, cuadrada. 16. Ruina total, redonda, antigua. 17. Ruina total, cuadrada. 18. Ruina total, redonda, grande, bajo un árbol. 19. Cabaña de techo de piedra, en semirruina, cuadrada. 20. Ruina total, muros muy bajos, de aspecto cuadrado. 21. Ruina total, antigua, redonda. 22. Teito en buen estado, rodeado de muro protector por los lados y atrás. 23. Ruina redonda, grande, recubierta de vegetación. 24. Ruina total, rectangular, rodeada de vegetación. 25. Teito en buen estado. 26. Ruina total. 27. Cabaña, de techo de teja con reborde de piedra y con pared posterior redondeada. 28. Ruina total. 29. Ruina total, de aspecto cuadrado. 30. Teito en buen estado aparente. 31. Cabaña en ruina total, con un árbol creciendo entre sus muros. 32. Ruina total, difícilmente identificable. 33. Ruina total de cabaña pequeña, cuadrada. 34. Cabaña de techo de teja, a dos aguadas, ruina inminente. 35. Ruina rectangular grande, solo muros bajos. 36. Ruina total cuadrada. A. Se une a B y asciende hacia el Camín Real. B. Se une a A y asciende hacia el Camín Real. C. Pista que llega a Cuérragu en ascenso desde Busmende y Saliencia. D. Senda que a en dirección al Regueru El Biforcu.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Cuérragu, ruina, soledad y … belleza.

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Convivencia de teito y llábana en los techos de Cuérragu.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Ordiales de Arbetchales

1. Pista a La Cotchá, Urdiales de Éndriga y Morteras de Saliencia. 2. Pista a Murias. 3. Fuente. 4. Ruinas, apenas unos muros. 5. Teito en buen estado, con restos de una construcción rectangular adosados. 6. Teito grande, en buen estado, situado en ladera. 7. Cuadra con paredes de cemento y techo de uralita. 8. Ruina total, grande, muros altos. 9. Ruina rectangular, grande, con muros altos. Por debajo tiene adosada la ruina nº 10. 10. Ruina grande, antigua, de muros muy bajos. Adosada a la ruina nº 9. 11. Ruina total, parece ser rectangular formada por dos cuadrados de paredes bajas. 12. Doble ruina antigua, formada por dos ruinas adosadas y rectangulares, de muros bajos. 13. Camino en descenso hacia Arbetchales. 14. Senda en descenso hacia La Foz de La Güérgola y Arbetchales. 15. Bebedero (bajo unos árboles). 16. Airoso teito, en ladera y en buen estado. 17. Ruina total, en ladera. 18. Ruina total, grande, en ladera. 19. Teito grande, en buen estado. Ventana alta al lado de la puerta, con rampa de acceso. 20. Teito en buen estado, con un muro de cierre en un lateral. Tiene puerta lateral y dos ventanas. 21. Teito en buen estado, con puerta lateral. Adosada, tiene la ruina nº 22. 22. Ruina total, con vegetación en el interior. Adosada al teito nº 21. 23. Ruina total. Parecen haber sido dos construcciones adosadas. 24. Conjunto de ruinas que parecen haber sido dos construcciones contiguas. 25. Conjunto de muros de una ruina doble y antigua. 26. Conjunto de muros circulares que parecen ser restos de dos antiguos apriscos o rediles, entre los cuales quedan restos de dos pequeñas construcciones cuadradas, del tamaño de cabañas por su apariencia.

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Ordiales de Arbetchales, entre las hoces de El Biforcu y de La Güérgola. Ordiales de Arbetchales, un balcón tapizado de verdor.


— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Trío, as y pareja de teitos en Ordiales de Arbetchales.

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Un nido de águilas –al fondo Éndriga-, El Camín de Solascuendias y el pueblo de Arbetchales.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Murias

1. Camino a Las Parés y La Corra. 2. Camino a la fuente “La Fontanina” y a El Vatche. 3. Camino a La Güérgola y Arbetchales. 4. Pista todoterreno a Ordiales de Arbetchales, Las Morteras y Saliencia. 5. Camino a La Chiñada y El Abedul. 6. Ruina total, grande, de tres cuerpos, rectangular. 7. Ruina total, rectangular, apenas unos muros. 8. Ruina total, sólo muros. 9. Cuadra de teito, de planta cuadrada aproximadamente, en aceptable estado. 10. Ruina total, sólo muros derruidos y piedra caída. Anejo a 11. 11. Ruina total, apenas unos muros, unida a 10. 12. Cuadra grande, en buen estado, rectangular, con techos de uralita a dos aguas. 13. Ruina total, cuadrada, con muros altos. 14. Cuadra con cubierta de teito, cuadrada, en buen estado. 15. Teito grande, rectangular, en deficiente estado, con cierre 16 adosado. 16. Cierre en semirruina, sólo muros, adosado a 15. 17. Ruina total, rectangular, sólo muros. 18. Teito muy grande, rectangular, con dos puertas y boqueirón, en buen estado y en uso. Tiene argoyu. 19. Ruina total rectangular, grande y con dos cuerpos. 20. Teito pequeño, rectangular, en regular estado. 21. Teito rectangular, grande, en buen estado y con argoyu. 22. Teito rectangular mediano, con argoyu y en deficiente estado. 23. Teito rectangular, mediano, en buen estado. Tiene anejo un pequeño cierre de piedra. 24. Ruina total, muros altos, casi cuadrada. 25. Teito mediano, en aceptable estado, con ruina aneja nº 29. 26. Ruina total de mediano tamaño, rectangular, sólo muros y con arbustos en su interior. 27. Ruina total pequeña, cuadrada, sólo muros y con arbustos dentro. 28. Ruina total cuadrada, sólo muros. 29. Ruina rectangular, sólo muros y adherida a teito nº 25. Conserva jambas y dintel de la puerta.

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Murias, un océano de verdor salpicado de teitos.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Armonía geométrica de los teitos en Murias. Un gran ejemplar de teito en buen estado.

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Estilizadas líneas en otro teito de Murias. Recolección estival de hierba en Murias.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Maxi “El Patillas” y Juan.

Pepe “el fíu Juan” y Valiente.

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Brañas al sudoeste de Peña Michu

Ladera SO de Peña Michu, enclave de El Colláu, Sietchas, Los Suerdios, La Casa Blanca, La Cogotcha, Cueva…

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Situación de las brañas al sudoeste de Peña Michu.

La Sierra El Michu

El Colláu

Los Suerdios

La Casa Blanca

Sietchas

La Cogotcha

La Braña Cueva

Cueva

El Cándano

El Matón

— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —


— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Atardecer en La Cogotcha, Los Suerdios, Elías buscando una yegua y el camino de las brañas a Veigas.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Cielos tormentosos sobre la montaña somedana. Veigas, con sus bien cuidados teitos-museo.

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

San Lorenzo y La Raíz

Praderías de siega y cuadras de La Raíz, bajo el Puerto de San Lorenzo y aguas a Somiedo.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Amanecer invernal en el Puerto de San Lorenzo. La abandonada casería de Lauteiru, bajo el pueblo de Las Morteras.

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Orderias, bajo La Tamborra y El Camín Real. Villamor o Vitchamor, recogido y aislado en el fondo del valle de Riega Llagar.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Branietcha o Braniella

1. Senda a la Peña El Home y Llanu Fasgueiru. 2. Camino a la collada. 3. Camino a la fuente. 4. Camino a Valcárcel. 5. Camino a Las Morteras y Orderias. 6. Camino a las praderías de Las Quintas y Orderias. 7. Cierres de piedra seca. 8. Ruinas totales, apenas unos muros con vegetación. 9. Ruinas con muros. 10. Cuadra con techo de teja a dos aguas, en aceptable estado. 11. Cuadra con techo de teja a dos aguas, en buen estado. 12. Cuadra pequeña o cabaña con techo de teja a dos aguas en aceptable estado. 13. Ruina reciente, con viga cumbrera y algunos cabrios. 14. Cuadra pequeña con techo a dos aguas en ruina reciente, del que queda parte de su armadura solamente. Está adosada a 15, con la que comparte fachada principal. 15. Cuadra grande con techo de teja a dos aguas que amenaza hundimiento. Ringlera de piedra sobre teja del hastial izquierdo. Comparte fachada principal con 14. 16. Extraña construcción con una pared semicircular y con puerta abierta hacia fachada principal de 17. No tiene techumbre actualmente. 17. Cuadra con techo en ruina, del que se conserva parte de su armadura solamente. 18. Cuadra en buen estado, con techo de teja a dos aguas. 19. Restos aparentes de un muro circular, apenas perceptibles. 20. Excavación semicircular en la ladera, con apariencia de antiguo cierre o construcción.

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Branietcha o Braniella: recostada en la Pena El Home, parece enfilar hacia el cielo con su mascarón de proa.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

La Bustariega, recogida y agrupada en un repliegue bajo el Picu Monegro. Calma y paz en la “plaza mayor” de La Bustariega.

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Amelia y Juventino con el “suministro” semanal, y el reino de la piedra de La Bustariega.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Cuenca superior del río Valcárcel, la Braña de Valcárcel y el pueblo de Las Morteras.

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Los Fuexos

Camino de Montovo a Los Fuexos. Una imagen dice más que mil palabras.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Los Fuexos, mucha ruina y solo dos techos. Los techos de Montovo al atardecer.

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Montovo, en invierno, frente a la Sierra El Conto.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

BRAÑAS AL LEVANTE DEL CAMINO Se presentan aquí, como en un abanico abierto, el conjunto de brañas situadas al levante del Camín Real. En su conjunto, pertenecen todas ellas a Teverga, si bien se dispersan en diferentes valles de este concejo. En su mayor parte estan enclavadas en las laderas altas del Cordal de La Mesa y vierten sus aguas a Valdesampedro y Valdecarzana. Sin embargo, la braña de La Vicietcha vierte aguas tanto a Valdecarzana como a Valdesantibañez y se asienta en el subcordal del Picu La Mirandietcha. Las dos últimas brañas de este conjunto, Valmuertu y la Braña El Valle, se arrellanan sobre la ladera izquierda de Valdesantibañez y ya bajo el inicio del Camín Francés, en la vecindad de la idílica pradera de Bicenturo. Teitos, corros de falsa cúpula de piedra y cuadras y cabañas con cubiertas de teja conviven en armonía en casi todas estas brañas, coronando y completando un paisaje de indiscutible y absoluto privilegio. Cabe trazar aquí itinerarios de gran interés etnográfico y de amplitud tan diversa como diversa sea la capacidad física del caminante, cuyo esfuerzo se verá recompensado por experiencias de todo tipo y siempre satisfactorias.

Bosque otoñal en el camino de Barrio a Fonfría.


— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Las Navariegas

1. Camino a La Focella. 2. Río El Xiblu. 3. Corro en ruina. Ya le falta la cúpula. 4. Corro en buen estado, falsa cúpula de piedra. 5. Cuadra de techo de teja, en buen estado. Tiene adosada en su fachada la cabaña en ruina nº 6. 6. Cabaña en ruina, adosada a la fachada de la cuadra nº 5. 7. Cuadra en buen estado, techo de teja. 8. Corro en buen estado, falsa cúpula de piedra. 9. Cuadra de techo de teja a dos aguas, con ringlera de llábanes en bordes externos. En buen estado. 10. Cuadra de techo de teja a dos aguas, en buen estado y con ringleras de piedras en la tijera externa de la techumbre. 11. Corro con cúpula en ruina. 12. Ruina total, grande. 13. Ruina total. 14. Cuadra con techo de teja a dos aguas y con ruina inminente en techo y fachada. 15. Corro de falsa bóveda de piedra, en buen estado. 16. Cuadra de techo de teja a dos aguas, en buen estado. Tiene adosada en la fachada la cabaña en ruina nº 17. 17. Cabaña en ruinas, sólo muros, adosada a la fachada de la cuadra nº 16. 18. Fuente La Leche. 19. Cuadra de techo de teja a dos aguas, en buen estado. 20. Ruina total. 21. Cuadra de techo de teja a dos aguas, en buen estado. 22. Corro de falsa cúpula de piedra, en buen estado. 23. Ruina total cuadrada, apenas visible. 24. Ruina total cuadrada, grande, sólo muros. 25. Cabaña con techo de uralita. 26. Camino hacia el Collado de Las Navariegas y La Sierra. 27. Camino hacia el Collado de Las Navariegas y Valle de Matamala. 28. Camino hacia el Valle de Matamala. 29. Camino hacia los pastos de El Refuexu. 30. Corro redondo con falsa cúpula de piedra en regular estado.

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Valle del río La Verde, en cuyo anfiteatro superior se emplazan Las Navariegas. Cadencia de techos entre prado y escoba en La Navariegas.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

El alto valle de Páramo; techos en tijera y en falsa cúpula en Las Navariegas y La Braña de Las Cadenas, de Páramo.

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

La Focella, “tierra del privilegio”, bajo el Cordal de La Mesa.

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Agua, agua‌ el agua que desciende de Las Navariegas se despeùa una y otra vez en El Xiblu.


Arriba, el camino de Las Navariegas; abajo el CamĂ­n Real de Ventana a Teverga.


— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

El alto Valle de Páramo, desde Peña Vigueras. Páramo y la Hoz de La Estrechura o de Fresnéu, bajo Peña Vigueras.


— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Cuevas

1. Camino hacia La Focella. 2. Riega. 3. Corro grande, en buen estado y con falsa cúpula de piedra. La única construcción en pie en esta braña. 4. Riega. 5. Senda hacia la cascada. 6. Riega de la cascada. 7. Ruina total, supuestamente de corro. 8. Ruina total no inidentificable. 9. Ruina total rectangular. 10. Ruina total rectangular. 11. Ruina total, posiblemente de corro. 12. Ruina total no identificable. 13. Ruina total rectangular. 14. Posible ruina, no identificable. 15. Ruina no identificable.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Cuevas se arrellana bajo el Picu El Bálagu, aquí destacando oscuro en lo alto. Cuevas, con su único corro superviviente.

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

La paleta impresionista del otoño en el camino de Cuevas a La Focella.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Braña de Torce, del Aguil, de La Il o de L’Ail

1. Senda – camino hacia Las Segadas y Torce. 2. Senda – camino hacia Busllaz y La Mesa. 3. Senda hacia la fuente. 4. Cuadra cabaña con anexo en un lateral. Magnífico dintel de puerta. Techumbre nueva y blanca. 5. Cuadra en buen estado con ringleras de llábanas en techumbre (de teja) y cabaña lateral adosada y bajo el mismo techo. 6. Corro en aceptable estado con falsa cúpula de piedra. 7. Corro en regular estado con techo en falsa cúpula de piedra. 8. Corro en buen estado y falsa cúpula de piedra. 9. Ruina total, apenas los cimientos medio cubiertos de vegetación. 10. Cuadra en aceptable estado con dos ringleras de piedra en los bordes del tejado de teja. 11. Ruina total rectangular, sólo muros de piedra. 12. Cuadra grande, de techo de teja, en buen estado y con hileras de piedra sobre el borde del tejado. 13. Ruina total, apenas un poco de muro. 14. Cuadra de techo de teja con un anejo en un lateral. 15. Ruina total.

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Bajo la pradera de Busllaz, la Braña de Torce, del Aguil, de La Il o de L’Ail. Torce y su vega vistos desde la Peña Negra de Torce.


— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Camino de Torce a la braña y cascada sobre el camino. “Constante el de Torce sacando patatas”.


— BRAÑAS Y PUEBLOS —

La Fonfría o Funfría

1. Pista hacia Barrio. 2. Pista hacia La Magdalena y CR. 3. Fuente: La Fonfría. 4. Ruina total, casi tapada por la vegetación; posiblemente rectangular. 5. Ruina total, cuadrada, apenas asoman los muros entre la vegetación. 6. Cabaña de techo de teja, adosada al teito 7, en buen estado. 7. Teito pequeño, en buen estado. Tiene adosada la cabaña de techo de teja nº 6. 8. Teito en buen estado. 9. Ruina total, sólo restos de muros con vegetación dentro. 10. Cabaña con techo de teja, a dos aguas. Está adosada al teito nº 11. 11. Teito en aceptable estado, con remiendos de chapa metálica en su techumbre. 12. Cabaña con techo de teja, a dos aguas. 13. Ruina total, sólo medios muros, grande, cuadrada. 14. Ruina total, medio cubierta por vegetación. 15. Cuadra grande, techo de teja a dos aguas. Ringleras laterales de piedra en tejado. 16. Cabaña con techo de teja, adosada a fachada de la cuadra nº 17. Ringleras de losas en laterales de tejado. 17. Cuadra con techo de teja a dos aguas, con la cabaña nº 16 adosada a su fachada. Ringleras de losas anti-viento en techumbre. 18. Cabaña de techo de teja adosada a fachada lateral de cuadra nº 19, sobresaliendo de la fachada. 19. Cuadra grande, de techo de teja, a dos aguas, con la cabaña nº 18 adosada a un lateral y sobresaliendo de la cuadra en la fachada. Ringleras de losas en frontal y traseras del tejado. 20. Cuadra mediana, de techo de teja a dos aguas, con ringlera de losas anti-vientos en tejado. 21. Cabaña de techo de teja. 22. Ruina total. 23. Ruina total. 24. Ruina de teito reciente. 25. Cabaña de techo de lajas de piedra o llábanas. 26. Ruina total de cuadras. 27. Ruina total con un árbol en el interior. 28. Ruina total. 29. Camino primitivo hacia La Magdalena. 30. Cuadra grande en muy buen estado. Techo de teja a dos aguas. Tiene adosada la cabaña nº 31 en una esquina de la fachada. 31. Cabaña de techo de teja, adosada a una esquina de la fachada de la cuadra nº 30. Bajo ella arranca una senda de ganado. 32. Teito grande en buen estado. 33. Ruina total, cuadrada, apenas muros entre vegetación. 34. Ruina total, sólo algún muro. 35. Ruina total, rectangular. 36. Ruina total, cuadrada. 37. Ruina total, con muros altos, rectangular. 38. Teito en buen estado 39. Teito de planta casi cuadrada, en buen estado. 40. Riega.

83


— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Caballos en libertad pastando en Fonfría.

84


— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Nieve en la “silla de montar” de Fonfría. Fonfría, Funfría… Fuente Fría…

85


— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Amanecer en Fonfría; la “fuente fría”. Leandro, de Cuña y cumbrera de teito.

86


— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Remates o cumbreras de teitos y coexistencia de teito, teja y llábana en los techos.

87


— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Caminos de la braña a Barrio y a Cuña; Cuña y hogar en Barrio.

88


— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Iglesia parroquial de Barrio y el entero pueblo de Barrio a vista de pájaro.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

La Rebellada

1. Camino al Cantu La Muezca y Cualmundi. 2. Camino a Tablados, Río La Veguina y Vixidel. 3. Camino al Llanu Posadoriu y Vixidel. 4. Camino al Pando y Tchamaraxil. 5. Ruina. Solo queda un tercio de techo, resto sólo muros. 6. Ruina total de cuadra, sólo muros. 7. Cabaña en buen estado. Ringlera de piedras sobre lado izquierdo del techo de teja. 8. Cuadra en buen estado, con techo de teja a dos aguas y un gran alero sobre fachada principal. 9. Cabaña en regular estado. Techo de teja a dos aguas con ringlera de piedra en lado posterior del tejado. 10. Cabaña en buen estado, reconstruida. 11. Cuadra en ruina total, bajo un gran cerezo. Queda el tejadillo de la fachada. 12. Cuadra en buen estado, con tejado de teja a dos aguas y tejadillo de fachada. 13. Ruina total, sólo muros. 14. Ruina total, sólo muros. 15. Cuadra en regular estado. El techo, de teja y a dos aguas, inicia ruina. 16. Cabaña en regular estado. El techo, de teja y a dos aguas, inicia ruina. Ringlera de piedra sobre lado posterior del tejado. 17. Cuadra en buen estado. Techo de teja a dos aguas con ringlera posterior de llábanas. 18. Cabaña de techo de teja, a dos aguas, en buen estado. 19. Conjunto de ruinas inidentificables. 20. Fuente y bebedero roto. 21. Cabaña de techo de teja, a dos aguas, en regular estado. 22. Cuadra grande, con prominente alero sobre fachada principal. Techo semirruinoso, amenaza ruina inminente.

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

La Rebellada con niebla descendente. La Rebellada en semirruina, y en circo abierto frente al Vaxinas.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

La Rebellada produce… ¡cerezas! Aleros y voladizos en las cuadras de La Rebellada. Germán “El Lobeiro”, de Vixidel, con su fiel “ Yaco”.


— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Tchamaraxil

A. Camino hacia Los Troncos y Tuiza (Actualmente está convertido en pista todoterreno). B. Riega (Afluente hacia la margen izquierda de las aguas que desciende de Piedra Jueves hacia la Riega Troméu). C. Senda hacia La Degollada y Puerto de San Lorenzo. 1. Ruina total. 2. Ruina total. 3. Ruina total. 4. Cabaña de teja, arreglada, con puerta en fachada y portilla en un lateral. 5. Tendejón, techo a un agua. 6. Teito con cumbral corto. 7. Ruina total. 8. Corro con falsa cúpula de piedra y tapín. 9. Ruina total. 10. Ruina total. 11. Ruina total. 12. Ruina total. 13. Cabaña con techo de teja a dos aguas y puerta franqueable hacia la contigua ruina nº 14. La puerta en fachada principal está bloqueada. 14. Ruina total reciente, con el tablazón de la techumbre en el suelo. 15. Ruina total antigua. 16. Cabaña pequeña, de techo de teja a dos aguas y con los bordes del tejado afianzados con ringleras de llábanas. 17. Teito en semirruina, de planta casi cuadrada, y ya sin cumbrera en su techumbre. 18. Cuadra en buen estado, techo de teja a dos aguas con ringleras de piedra en los bordes. 19. Ruina total. 20. Cabaña-cuadra de techo de teja, en buen estado. 21. Ruina redonda grande, con vegetación en su interior. 22. Ruina redonda, sólo muros de poca altura. 23. Conjunto de ruinas, apenas unos muros de poca altura. 24. Cabaña con techo de teja a dos aguas, en regular estado. Sobre los laterales de la techumbre, bordes de piedra. 25. Ruina total, pequeña, sólo pequeños muros. 26. Ruina total con gran cerco de piedras posterior, colonizado por arbustos. 27. Corro de piedra, ruina inminente por colonización de arbustos sobre la falsa cúpula. 28. Cabaña de piedra con techumbre de teja a dos aguas y ringleras de piedra en sus bordes. 29. Corro de piedra, grande, inicio de ruina por agujero en su falsa bóveda. 30. Corro de piedra, grande, en buen estado y entre la vegetación que lo cubre totalmente. 31. Ruina total. 32. Ruina total. 33. Ruina total cuadrada. 34. Humedales.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Un rayo de luz sobre Tchamaraxil…

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Luces y sombras en la Braña de Tchamaraxil. La Vega Cimera, entre El Rebellón y Tchamaraxil.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Interior con falsa cúpula de piedra en un corro. Exterior de un corro con su falsa cúpula de piedra.

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

El Rebellón

1. Teito con alero, sobresaliente en fachada y techo vertical en pared posterior. 2. Construcción de aspecto nuevo, con planta en forma de L y techo de teja a dos aguas. 3. Ruina total, con teito en gran parte hundido; queda por debajo del camino y sobre un entrante a una finca con una portilla. 4. Cuadra con techo de teja a tres aguas, en parte con retales de uralita. Tiene adosada en un lateral la cabaña nº 5. 5. Cabaña adosada a la cuadra número 4, con techo de teja a una sola agua. 6. Cuadra con techo de teja a dos aguas, de planta irregular, marcadamente trapezoidal. 7. Cuadra de techo de teja a dos aguas, ya fuera del núcleo de la braña. 8. Cuadra de techo de teja a dos aguas, con un avance en una de sus fachadas. Ringlera de piedra sobre uno de los bordes del tejado. 9. Fuente. 10. Fuente. 11. Pista hacia El Troncu y Tuiza (se une a 12). 12. Pista hacia El Troncu y Tuiza (se une a 11). 13. Pista hacia Tchamaraxil. 14. Camino antiguo hacia El Troncu. 15. Camino hacia prados. 16. Camino hacia prados.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

A. Pista hacia El Troncu y Tuiza. Se une a B. B. Camino antiguo hacia El Troncu y Tuiza. Se une a A. C. Camino hacia prados. D. Camino hacia prados (y a bebedero). E. Camino hacia 8 (plano general de la braña). F. Camino hacia prados. G. Camino hacia prados (plano general de la braña). H. Camino hacia 1, 2, 3, 4 y 5 (plano general de la braña). I. Camino hacia prados. J. Camino hacia Tchamaraxil (enlaza con la pista que desde Tuiza va a Tchamaraxil). 9. Fuente-bebedero. 10. Fuente-bebedero. 11. Cuadra con techo de teja a dos aguadas, en semirruina, con hilada de piedra en tejado sobre fachada. 12. Cabaña con techo de teja a dos aguas. Hilada de piedra en borde de tejado sobre fachada. 13. Cabaña con techo de teja a dos aguas y ringlera de piedra plana en borde de tejado, sobre fachada principal. 14. Teito en buen estado. 15. Cuadra a dos aguas, con techo de teja con hiladas de piedra en fachada anterior y posterior. Planta en L con un añadido en lado izquierdo de la fachada (número 16). 16. Pequeña especie de cabaña, a un agua y techo de teja, añadida o adosada a un lado de la cuadra número 15. 17. Cuadra con techo de teja a tres aguadas, en bastante buen estado. 18. Cuadra con techo de teja a dos aguas y con hilada de piedra en un lateral. 19. Cuadra con echo de teja a dos aguas y con doble hilada de piedra plana en los bordes del tejado. 20. Conjunto de edificaciones, restauradas, con un edificio central a dos aguas y puerta en un lateral; un edificio más pequeño, a dos aguas, en el lado oriental, con chimenea, y un edificio más pequeño en el lado occidental, también con chimenea y separado del edificio central por un pequeño patio al que se accede por una portilla. 21. Teito de planta circular, en muy buen estado. De gran valor etnográfico. Con alero sobre puerta formando un portalín y muro circular de protección en torno al teito – el argoyu -, todo ello incluido en un muro de mayor amplitud. 22. Cuadra en uso y en buen estado, con techo a tres aguas y alero delantero. En un lateral tiene adosada la cabaña nº 23. Todo ello dentro de un cierre de muro y arbolado. 23. Cabaña con techumbre de una sola aguada, adosada a la cuadra nº 22. 24. Cuadra con techo de teja a dos aguas. Fachada con puerta central y dos ventanas laterales. Tiene adosada en un lateral el añadido nº 25. En el lado exterior del cierre de ambos está la fuente nº 9. 25. Especie de cabaña de una sola aguada, añadida a un lateral de la cuadra nº 24. 26. Cabaña de elevada altura, modernizada, con techo a dos aguadas y dos puertas de entrada. 27. Teito en aceptable estado, casi cuadrado, dentro de una finca con antiguo cierre. 28. Teito en buen estado de conservación, dentro de una finca con cierre de piedra antiguo. 29. Cuadra con techo de teja a tres aguas y con hilada de piedra plana sobre borde posterior del tejado. 30. Cabaña con techo de teja de una sola aguada, en aceptable estado. Entre 30 y 29, y bajo una hilera de frondosos árboles, se encuentra la fuente nº 10. 31. Cuadra en buen estado, techo de teja a tres aguas y alero en fachada principal, casi adosada a cabaña nº 30. 32. Cuadra grande, techo de teja a tres aguas en semirruina y con un gran alero sobre fachada principal. 33. Cabaña semidestruida, de techo de teja a dos aguas y una ringlera de piedra plana sobre la fachada principal. 34. Cuadra grande, en buen estado, con techo de teja a tres aguas. Tiene una pequeña construcción adosada a una fachada lateral. 35. Teito en buen estado, casi cuadrado de planta, y con un alero en su fachada posterior. 36. Cuadra con techo de teja a dos aguas y dos ringleras de piedra sobre bordes de tejado. Puerta lateral mirando a teito nº 35. 37. Teito de planta circular o corro de teito de gran altura, casi en ruina total. Presenta varios hundimientos en su armadura con agujeros abiertos en el mourisco o gorbizo. Las tablas del alero sobre la puerta están ya en putrefacción y cayendo, el teito, ya verde debido al musgo… Es un gran ejemplar ya prácticamente perdido. 38. Cabaña en regular estado, con dos entradas mirando al teito nº 37, techo de teja a dos aguas y dos ringleras de piedra plana sobre los bordes del tejado. 39. Gran cuadra con techumbre de teja a dos aguadas, con ringleras de piedra plana sobre bordes del tejado y compartiendo solar y patio con la cuadra nº 40. 40. Cuadra de menor tamaño que la nº 39, con la que comparte cierre. Techo de teja a dos aguadas, con dos ringleras de llábanas sobre bordes del tejado. Dos puertas que se abren frente a cuadra nº 39. 41. Cuadra de grandes dimensiones, techo de teja a dos aguas con ringleras de losas en los bordes de la fachada anterior y posterior y con un añadido en un lateral cuyo techo continúa en descenso al de la cuadra. El añadido sobresale algo de la fachada principal de la cuadra. 42. Añadido al 41, con techo continuación de la aguada. 43. Cabaña en ruina total. 44. Cuadra a dos aguas, techo de teja y ringleras de llábanas sobre bordes laterales de dicho techo. Puerta enfrentada a 43. 45. Cuadra con techo de teja a dos aguas. Puerta frente a cuadra nº 46. 46. Gran cuadra, en buen estado, con techo de teja a dos aguas y una ringlera de piedra sobre el techo en la fachada posterior. La puerta abre frente a la cuadra nº 45.

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Dos aspectos de la BraĂąa El RebellĂłn, donde conviven teito y teja con prados de siega y de diente.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Valioso teito de planta redonda en ruina y teito, también redondo, en buen estado.


— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Braña de Tuiza

A. Carretera en descenso hacia Villanueva y Teverga. B. Carretera en ascenso hacia el Puerto de San Lorenzo. C. Pista hacia El Troncu, El Rebellón y Tchamaraxil. D. Río Carzana. 1. Cabaña de techo de teja, en mal estado. 2. Cuadra de techo de teja a tres aguas. 3. Cabaña con techo de teja a dos aguas, en mal estado. 4. Cuadra con techo de teja a tres aguas. 5. Cabaña de techo de teja a dos aguas, en buen estado. 6. Teito grande en buen estado. Para protección de “la cume” o línea cumbrera, se ha colocado en toda su longitud un alargado trozo de cinta transportadora. 7. Cuadra con techo de teja, en buen estado. 8. Cuadra con techo de teja, a dos aguas. 9. Cabaña en buen estado, con techo de teja a dos aguas. 10. Teito de planta casi cuadrada, en buen estado. 11. Cuadra pequeña con techo de teja. 12. Cuadra grande con techo de teja a tres aguas. 13. Cuadra con techo de teja a dos aguas. 14. Cuadra con techo de teja a tres aguas, en buen estado. Tiene adosada en su parte posterior la cuadra número 15. 15. Cuadra con techo de teja a dos aguas, adosada por un lateral a cuadra número 14. 16. Cuadra con techo de teja a dos aguas de desigual superficie, en mal estado. En un lateral tiene adosada la cabaña número 17. 17. Cabaña de techo de teja a un agua. Adosada a un lateral de la cuadra número 16. 18. Cuadra pequeña, techo de teja a dos aguas, en mal estado. 19. Cuadra con techo de teja y con una esquina y una pared redondeadas. 20. Cabaña con techo de teja cuyos bordes están cubiertos por una hilada de piedra. 21. Teito, en mal estado, con vegetación creciendo sobre la escoba de la techumbre. Techo medio caído y algún cabrio ya caído.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Tres aspectos parciales de la Braña de Tuiza.

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Día soleado tras la nevada en Tuiza.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

La Vicietcha

A. Camino al puerto San Lorenzo. B. Camino a Campos. C. Camino a Taja.1. Cuadra en buen estado. 2. Amplia cuadra con techo de teja y materiales diversos. 3. Cabaña con techo de teja a dos aguas. 4. Ruina total, de aspecto circular. 5. Ruina total, de aspecto circular. 6. Ruina total, de aspecto cuadrado. 7. Ruina total, de aspecto de corro. 8. Ruina total, circular, sólo muros bajos. 9. Ruina total, apenas un muro. 10. Ruina total muy pequeña. 11. Cuadra en ruina, sin techo. Tiene adosada ruina número 12. 12. Cabaña en ruina total, adosada por un lateral a la ruina nº 11 y con pared posterior aprovechando la roca de la pared natural. 13. Ruinas totales, de aspecto circular, supuestamente un círculo grande que hace de cierre alrededor de otro círculo pequeño, acaso un corro. 14. Cuadra en ruina total. 15. Cabaña pequeña en ruina, sólo paredes. 16. Cabaña o cuadra con techo de teja a dos aguas, en buen estado general. 17. Ruina circular, con aspecto de corro. 18. Ruina total, cuadrada. 19. Gran cuadra con techo de teja, en muy buen estado. Tiene adosado, en un lateral, la ruina número 20. 20. Ruina o muro, adosado a la cuadra número 19. 21. Cabaña arreglada recientemente, con techo de teja a dos aguas. 22. Muro redondo, grande, con un árbol en su interior. 23. Corro de piedra, en semirruina. 24. Corro con el techo semihundido. 25. Cabaña con techo de teja a dos aguas y con dos pisos, cada uno con su puerta –en distintas fachadas – y rodeada de un cerco de piedra. 26. Ruina total, ya casi desaparecida.

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Enclave de la Braña La Vicietcha bajo el Picu El Castietchu. La hora de la rumia en La Vicietcha.


— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Taja, la antigua Taxa, desde las inmediaciones de La Vicietcha. Curiosidad vacuna en La Vicietcha y camino de la braña.


— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Valmuertu

1. Camino a Urria. 2. Fuente. 3. Camino a la Braña El Valle, Bicenturo y Santa Cristina. 4. Ruina total. Sólo quedan muros con vegetación en el interior. 5. Cuadra con anejo. Techo de teja en bastante buen estado. 6. Cuadra con techo de teja en buen estado, y con ringlera de piedra en borde posterior del tejado. 7. Cuadra con techo de teja en deficiente estado, y con ringlera de piedra en el borde posterior del techo, rodeada de árboles. 8. Cuadra grande con anejo. Techo de teja en buen estado con ringlera de piedra sobre el hastial posterior. 9. Cuadra mediana con techo de teja comenzando a hundirse. 10. Cuadra con techo de teja en buen estado y con ringlera de piedra en borde posterior de ese techo. 11. Cuadra grande con techo de teja a tres aguas y un amplio soportal en la mitad derecha de su fachada principal. Parte del techo, en su aguada derecha, está sustituido por uralita. Ringlera posterior de piedra sobre el techo. 12. Cuadra con techo de teja a dos aguas en regular estado. Ringlera de piedra sobre el hastial posterior del tejado. 13. Cuadra en buen estado, con rejunteo de sus paredes y techo de teja a dos aguas. Ringlera de piedra sobre hastial posterior, chimenea, ventanas y placa solar. Pequeña solana cercada con construcción de cemento para barbacoa. 14. Cuadra con techo de teja a dos aguas en regular estado y ringlera de piedra sobre la teja en el hastial posterior. 15. Cuadra con techo de teja a dos aguas en buen estado, con rejunteo de paredes y con chimenea. 16. Ruina total, rectangular con vegetación arbustiva creciendo en su interior. Sólo quedan las paredes en pie. 17. Cuadra en buen estado con el techo de teja a dos aguas. 18. Cuadra grande con techo de teja a dos aguas que comienza a hundirse. 19. Cuadra pequeña o cabaña con techo de teja a dos aguas y chimenea, con la puerta bajo una aguada, y en buen estado. 20. Cuadra grande con techo de teja a dos aguas, en buen estado y con dos chimeneas. Paredes con rejunteo. Presenta dos anejos pequeños, también con techo de teja, a un agua, uno de ellos pegado a la derecha de la fachada principal y el otro, retranqueado en la fachada de la izquierda. 21. Cuadra grande con techo de teja a dos aguas, en buen estado. Prolongando la fachada principal hacia la derecha presenta el anejo 22. 22. Cabaña con techo de teja a un agua aneja a la cuadra 21, en buen estado, con chimenea, y continuando hacia la derecha la fachada principal de la cuadra 21.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Valmuertu mira a la Braña El Valle, aquí semioculta bajo la niebla.

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

El humo dormido en los pueblos del valle de Santianes a Villamayor. Taja, entre bosques y prados.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

La Braña El Valle o de Los Fuexos

1. Camino a Valmuertu, Santa Cristina y Bicenturo. 2. Camino a laderas de pasto. 3. Camino a laderas de pasto. 4. Camino de la braña al pueblo. 5. Cuadra con techo de teja, en regular estado, con ringlera de piedra sobre el borde posterior del tejado. 6. Cabaña. Ruina total, sólo quedan los muros. En su interior crece un abedul. 7. Cuadra con techo de teja. En buen estado, con ringlera de piedra sobre el borde posterior del tejado. 8. Cuadra en buen estado, con techo de teja. 9. Fuente, con caño y bebedero. 10. Cuadra en buen estado, retejada, con chimenea y una buhardilla. Tiene un cobertizo, también cubierto de teja, sobre la puerta en la fachada principal. Rejunteo de paredes. Aneja la construcción 11. 11. Añadido a la cuadra 10, con techo a un agua cubierto de teja y puerta grande tipo garaje. 12. Cuadra con techo de teja a dos aguas, en buen estado, y con ringleras de piedra sobre hastiales anterior y posterior, en aceptable estado. 13. Cuadra pequeña con techo de teja a dos aguas, en aceptable estado. 14. Cuadra con techo de teja a dos aguas, en buen estado. Tiene aneja la construcción 15. 15. Pequeña cabaña aneja a la cuadra 14, con techo de teja a un agua y con chimenea. En buen estado. 16. Restos de un probable teito anterior, cuyos muros se aprovecharon para hacer una chabola, en parte cubierta con uralita. 17. Cuadra con techo de teja a dos aguas, en buen estado, y con pequeño cobertizo, a modo de perrera, anejo. 18. Cuadra en buen estado, con techo de teja a dos aguas, y con la parte superior de sus paredes construida con bloques de cemento. Tiene aneja la construcción 19. 19. Anejo a la cuadra 18, construido con piedra y techo de teja a un agua, con chimenea. En buen estado. 20. Cobertizo o tendejón, con techo de teja a un agua y con paredes de troncos. 21. Chabola cubierta de uralita, con algunas paredes de troncos y varios vanos cubiertos de plástico negro. 22. Teito redondo, en muy buen estado y muy airoso. Tiene un pequeño anejo cubierto de teja, a un agua, pero con puerta metálica. 23. Pequeño anejo al teito 22, con techo de teja a un agua, bajo y con puerta metálica. 24. Cuadra en buen estado, con techo de teja a dos aguas, que se prolonga sobre construcción aneja más baja, y con chimenea. Presenta ringleras de piedra sobre hastiales anterior y posterior; el posterior sobre edificio principal y el anterior sobre edificio principal y anejo. A la izquierda de la fachada principal presenta anejo 25. 25. Anejo a la cuadra 24, en buen estado, con techo de teja a un agua. 26. Cuadra en buen estado, con rejunteo de cemento en sus paredes y con techo de teja a dos aguas. Tiene chimenea. 27. Planta circular de piedra con rejunteo, probablemente ruina de antiguo teito, muy baja, y cubierta con techo de teja y alguna hilada de uralita, a un agua. Conserva puerta orientada hacia el teito 28. Tiene chimenea. 28. Teito redondo en muy buen estado, airoso y con puerta actual. Está dentro de la misma cerca que 29. 29. Cuadra grande en muy buen estado, con techo recientemente retejado, a dos aguas. Está dentro de la misma cerca que 28. 30. Cuadra con techo de teja a dos aguas, en buen estado y algo más baja y alejada del resto de la braña. PS. Prado de siega con cerca.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Teitos redondos supervivientes en la Braña El Valle. La Braña El Valle (también Los Fuexos).


— BRAÑAS Y PUEBLOS —

Retrato del futuro

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

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— BRAÑAS Y PUEBLOS —

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HISTORIAS DEL CAMÍN REAL DE LA MESA


— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

La niebla oculta al Camín Real aquí… allá la bruma de la historia difumina el pasado.

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EL NACIMIENTO DE UN CAMINO “…eso de “camino” es un concepto vulgar tomado de la vida cotidiana. Ahora bien, alguien habrá de ocuparse de lo cotidiano, que es la base de todo lo demás, incluido el hecho de hacer ciencia”. Carlos Baliña Fernández. “El camino como primordio”.

Perdidos en el tiempo

L

a historia de un camino es parte constituyente de la historia general de la región por la que ese camino discurre y de las regiones a las que da servicio. Y aunque desfigurada por la escasez de noticias y por la nebulosa de los años, bien merece la pena dedicarle a esa historia una atención tan minuciosa como posible. Para simplificar, se prescinde aquí de las nomenclaturas utilizadas por geólogos e historiadores, y se habla siempre de “años de antigüedad” en vez de periodos históricos o geológicos. No es preciso decir que el montañero, en sus recorridos, llevó en su mochila algunos de los libros citados al final de este libro, y en sus descansos hubo de recurrir a las aclaraciones de los expertos para poder comprender la compleja maraña de significados de los vestigios prehistóricos. Posiblemente el vacío de testimonios de los tiempos antiguos en la historia del Camín Real y del Camín Francés se corresponda con el relativo vacío humano en aquellos oscuros tiempos. Aunque haya pruebas evidentes de presencia y actividad humana allá por los aledaños del Camín Francés, en la Cueva del Conde, nada menos que hace ahora la friolera de 28.000 años. Pero habremos de retroceder a épocas mucho más cercanas para encontrar testimonios fehacientes de ocupación humana en tierras del Camín Real. La regresión de los fríos, tan característicos de épocas anteriores, hace que se instaure, hace ahora unos 7.000 años, lo que los geólogos llaman “el óptimo climático”: un atemperamiento del clima que va a influir tanto en el paisaje como, consecuentemente, en la forma de vida. Caza y recolección, como formas primordiales de la actividad humana, ceden protagonismo a favor de la agricultura y la ganadería. Porque el bosque, favorecido por el clima, comienza a extenderse; crece la presencia del avellano y del roble, y desde el sur avanza la colonización de

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

madroños y encinas, esta última asentándose sobre todo en terrenos calizos. Con ello aumenta la producción de alimentos –avellanas, bellotas y bayas diversas- lo que favorece el desarrollo de la población humana a la vez que crece la presencia del jabalí, corzo, rebeco, cabra y bóvidos. Pero al crecer el bosque aumenta también la dificultad de tránsito por el territorio. Tanto el hombre cazador como el ganadero fabrican los instrumentos que sus actividades precisan, con piedra y hueso fundamentalmente. Cabe suponer que también con madera, pero este noble material es perecedero, no se conserva en clima húmedo y desaparece con prontitud. Así que, tras el rebaño o en pos de la caza, el hombre de hace 7.000 años va dejando huellas de su paso aquí y allá en el entorno de nuestros caminos, como en tantos y tantos otros lugares. Y así vamos a encontrar, a lo largo del Camín Real y de su ramal el Camín Francés: • En el Alto de La Magdalena, paso obligado entre Barrio y Saliencia, buen lugar de pasto y el mejor de los pasos entre valles paralelos, aquellos hombres y mujeres abandonaron o perdieron un amplio muestrario de instrumentos o herramientas de piedra. • En Cueiro también van a aparecer algunos instrumentos de una “caja de herramientas” de aquella lejana época. • Sobre el mismo Cueiro, en el Picu La Berza, también se dejaron aquellos hombres algunos instrumentos líticos.

Busllaz, donde a más de 1.750 metros de altitud se encuentra un túmulo funerario.

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— EL NACIMIENTO DE UN CAMINO —

• En Maravio, en pleno Camín Francés, por partida doble: en el Fondón de Maravio y en los abrigos o cuevas de Cuacuartel. Raederas, una azuela, un hendedor, pero sobre todo una pieza que, dada la pobreza de otros hallazgos, aquí podemos calificar de monumental: un hacha, también de piedra, sobre la que convendrá detenerse más adelante. • Después de Cuacuartel, en las cercanías de la laguna de La Tambaisna, donde aún hoy se conserva un túmulo funerario, también aparecerán herramientas de piedra prehistóricas. • En la vega de La Barrera, también al lado de unas pequeñas charcas o lagunas, y también en presencia de una necrópolis tumular, se encontraron a su vez más instrumentos de piedra prehistóricos. No es mucho. O es mucho, depende. Pero sí son vestigios indiscutibles de que numerosos lugares de Camín Real y del Camín Francés ya son frecuentados con cierta asiduidad por aquellos habitantes de hace ahora 6 o 7 mil años. Habitantes de los que poco más se conserva: algunas cuevas que fueron por ellos habitadas en Yernes –La Covarona y Cuadrada-, en Maravio –Cuacuartel-, o en Dolia –El Colláu-. Hoyo de saqueo en un túmulo funerario de los Puertos de Sograndio.


— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Hace ahora 5.000 años Todo el itinerario a lo largo del Camín Real de La Mesa y de su ramal, el Camín Francés, está salpicado de formaciones que, en apariencia y en un primer golpe de vista, parecen caprichos de la naturaleza a veces y viejas ruinas de cabañas en otras ocasiones. Se trata de discretas elevaciones del terreno, de poca altitud la mayor de las veces, con formas que recuerdan un pequeño cono truncado, con base frecuentemente circular y ovalada en otras ocasiones, y de muy diferentes tamaños en cuanto a diámetro y altura: desde unos pocos metros de diámetro a más de veinte, y desde apenas o poco más de medio metro de altura hasta más de cuatro metros. En general y casi siempre, presentan un hoyo a modo de cráter en su parte central y más alta. Tal hoyo puede ofrecer en uno de sus bordes una especie de canal por el que, en apariencia, desaguarían las aguas de su interior en caso de lluvia continuada. A tal hoyo y a tal canal lo llaman los expertos hoyo y canal de saqueo. Y también hoyo y canal de profanación, denominaciones que son el testimonio bien visible de saqueos –y en su caso profanacionesefectuadas a lo largo de siglos tras la búsqueda de tesoros ocultos. Tema sobre el que se volverá más adelante. Estamos hablando de aparentes formas caprichosas de la naturaleza, pero que en realidad son obra de la mano del hombre. Se trata, ni más ni menos, que de algunas de las primeras construcciones realizadas por el hombre sobre la piel de la geografía de esta tierra, los vestigios arquitectónicos de mayor antigüedad en territorio asturiano. Son los monumentos funerarios que hace ahora unos cinco mil años levantaron los pastores que subían por aquellas alturas con sus ganados: son los llamados “túmulos funerarios”. La forma y el aspecto exterior de estos túmulos funerarios induce a confusión en el profano, especialmente por su variedad. Ocasiones hay en que su forma es de cono truncado, cubierto de hierba, tal como se puede observar en el Altu o Llanu El Moru, o en los Puertos de Sograndio; otras veces ofrecen el aspecto de vieja ruina de una ovalada construcción de piedra –lo que realmente es-, apenas un alargado óvalo de piedras sueltas aflorando de un caballón terroso más o menos cubierto de hierba, como es el caso del Corro La Señora o de otra de las formaciones en el Collado Balbona; en no pocas ocasiones parecen solo unos corros pequeños por los que el agua se filtraría, algo parecido a un sumidero, pero rodeados por una elevada loma de tierra y hierba como una rosca o corona envolvente, tal como los encontramos en La Corredoria, en La Celada, en Piedra Jueves o en la Vega Busllaz; una variedad distinta es la que se encuentra unos metros por encima de las lagunas de La Barrera, o también en los Puertos de Sograndio, consistente en una alargada forma que recuerda dos abultados labios separados por un también alargado surco entre ambos; o por último, y sin agotar por ello la diversidad de formas, los que tal parecen hoyos en la cúspide de una cumbre, como son los casos de los picos de El Oral o Espinapata. Por supuesto, los túmulos aquí encontrados son una parte, considerable por cierto, de los casi ochocientos túmulos inventariados en territorio astur. En el cómputo particular del montañero, el número de túmulos funerarios prehistóricos que se encuentran a lo largo del Camín Real y del Camín Francés, con recuento final al norte en Las Cruces (CR) y en Linares (CF) respectivamente y con limite al sur en el Puerto de La Mesa, alcanza el 5% de los túmulos encontrados en tierras asturianas. Pero ¿y qué tiene que ver todo esto con El Camín Real de La Mesa? Pues tiene mucho que ver, y desde diversos puntos de vista. Por lo pronto, la presencia de estos túmulos –en principio túmulos con significado funerario- a lo largo del Camín Real y del Camín Francés acredita que, los territorios por los que ambos caminos discurren ya están poblados y explotados por

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— EL NACIMIENTO DE UN CAMINO —

Otro de los túmulos de los Puertos de Sograndio, con su alargado hoyo de saqueo.

aquellas fechas: hace ahora unos 5.000 años. La bonanza climática favorece la expansión en busca de nuevos pastos para los ganados. Y así, el recorrido de los parajes por los que discurren nuestros caminos, frecuentado por los cazadores–recolectores, va a ser progresivamente ocupado y transitado por los ganaderos. El hombre de hace 5.000 años traza, con sus ganados, los caminos para llegar a los pastos recién abiertos en Dolia, La Corredoria, el Altu El Moru, Porcabeza, La Llaneza, la Sierra El Conto, Cueiro, La Celada, San Lorenzo, Piedra Jueves… y hasta la Vega Busllaz, nada menos que, a 1.750 metros de altitud. La técnica de roturar terrenos para abrir pastos es, en ese entonces, ya tan antigua como la invención del fuego; y, tal y como hoy sigue siendo, consiste en quemar monte bajo y matorral. Técnica de la que se obtiene un doble beneficio, primero se aprovechan las cenizas de la quema para mezclar con la tierra y así aligerarla y hacerla más fácilmente roturable, y después se introducen los ganados para pastar las hierbas que crecen tras el incendio en pastos libres de matorral. Este doble aprovechamiento acuñó dos palabras, aún hoy en uso: “borra”, para las cenizas producto de la quema, y “busta” para la propia quema y los pastos resultantes de la misma. Ahí están como testigos de ello La Bustariega, Bustiello, Bustantigo, Busllaz quizá, y tantos otros “busta”.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Si la conducción de aquellos rebaños hacia los altos pastos enunciados ha de abrir sendas obligadamente por el doble efecto del pateo de hombres y animales, no menos harán, en todas direcciones, los animales salvajes y sus perseguidores, los cazadores. Cazadores que a su vez van a acuñar términos claves en el arte de la caza y que aún persisten tras milenios de utilización de idénticas técnicas venatorias. Los animales se ven obligados a transitar por determinados parajes, tales como embudos o cuellos de botella del terreno y que se convertirán en parajes propios para la caza: ahí están las distintas “Celada”, tal como la Cuenye La Celada en el paso de Llanu Fasgueiru hacia Cueiro. Así, unas veces conduciendo al ganado hacia los pastos y otras veces siguiendo la huella de la caza o yendo a su encuentro, el Cordal de La Mesa y el Cordal de Porcabeza, desde Torrestío a Dolia, se ven tejidos por un sinnúmero de sendas abiertas en todas las direcciones. Pero la línea de senda lineal de altura que en el futuro va a constituir el Camín Real será una de las sendas principales entonces en uso. El terreno de pasto de altura por un lado, y la serie de hallazgos arqueológicos en el sentido lineal del camino, por otro lado, atestiguan y avalan la existencia de ese itinerario como camino en uso ya por aquella época. Primero, es cierto, de forma parcial o fragmentaria. Y en la que a esas formas de camino quizá les convenga más el nombre de trocha, ya que no serán otra cosa que un sendero o paso abierto entre la maleza, de tal forma que permitan la circulación de hombres y animales. Y cuyo pavimento distará aún mucho de lo que hoy entendemos como pavimento de un camino. Pero también es no menos cierto que en un “corto” periodo de tiempo, acaso solo unos pocos cientos de años, esos fragmentos se unen entre sí y originan un alargado camino que salva por lo alto, y de forma cómoda, lo que por el fondo del valle o a media ladera se verá dificultado por la segmentación del terreno a que obligan los ríos y la presencia de bosque cerrado e inculto. Amén de los inacabables pliegues y repliegues orográficos de las medias laderas.

Busta, el fuego como instrumento de roturación y apertura de pastos.

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El Llanu El Moru, lugar mágico, túmulos, surcos, extraños cercos de piedra y tierra… y amaneceres.

Otra actividad más, importante sobre todo en el mantenimiento de estos caminos, citada en general por los historiadores, es que “las prácticas rituales y funerarias comportan visitas esporádicas a los megalitos, por lo que son necesarios caminos y sendas”. A lo que se añade que la retahíla de túmulos prehistóricos citados en el Camín Real no son obra de uno o dos hombres solos: suponen la concurrencia de grupos bien numerosos en no pocas ocasiones. Y por si todo ello aún fuera poco, todavía nos queda sumar a todo lo anteriormente expuesto el significado de los túmulos como marcas territoriales, a modo de hitos o mojones. Un terreno de pastos en el que se efectúa un enterramiento –único o múltiple, eso aquí no nos atañequeda de alguna forma marcado con el signo de la propiedad por parte de los descendientes de los difuntos allí enterrados. En tal sentido, los túmulos no dejan de ser también documentos jurisdiccionales en una época en que a la escritura aún le quedan siglos y siglos de espera. Puede ser que en muchos de los túmulos los restos orgánicos y los esqueletos hayan desaparecido por el efecto del tiempo y de la particular composición del terreno; puede ser que al avanzar los tiempos las inhumaciones se hayan sustituido por incineraciones. Lo cierto es que en el interior de muchos túmulos o no hay restos o solo hay cenizas. Pero también cabe la posibilidad de que muchos de tales túmulos se acababan levantando en época tardía con el solo fin de marcar posesiones o propiedades. En cuyo caso los túmulos pueden acabar siendo unos meros mojones, marcadores de terrenos, bien visibles por cierto. En este sentido son y significan la primera impronta del hombre sobre el paisaje. El hecho de encontrar cenizas bajo los hitos marcadores del terreno se repetirá durante milenios. Y se alargará hasta bien entrada la Edad Moderna como muestra fehaciente de que un hito o mojón no son piedras naturales allí enclavadas si no obra de la mano del hombre:

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Desde el Llanu El Moru: La Corredoria, El Grandizu, Peña Cervera, Matacaleiro… todo un mundo de huellas prehistóricas.

si hay cenizas debajo es un mojón, pero si no las hay puede no serlo. (En el libro Por La Senda del Arcediano se muestra abundante documentación al respecto, como pruebas de límites entre los concejos de Sajambre y Valdeón allá por la cuenca alta del Dobra). Los túmulos, como tales divisorias de terreno, llegarán a marcar, en ocasiones, límites de mayor trascendencia que la mera propiedad del terreno de pastos. Como ejemplo, los historiadores citan la divisoria del río Sella, marcada por megalitos aún más primitivos, que perdurará a través de siglos y milenios como límite entre tierras astures y cántabras. Haciendo un paralelismo que creemos justificado, aquí, en el Camín Real de La Mesa y en buena parte de su recorrido más alto, esos mismos límites que aquí marcan los campos tumulares se establecerán

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— EL NACIMIENTO DE UN CAMINO —

y perdurarán para el terreno lingüístico entre las hablas somedanas y teverganas, sin entrar en más profundidades. Y también como “señalan en los vecinos Tineo y Allande que los túmulos describen itinerarios que posteriormente se institucionalizarán como clásicos, tal es el caso de La Carreiriega de Los Gallegos”, aquí, sobre los Cordales de La Mesa, de Porcabeza y de la Sierra de Tameza, esos primitivos caminos, o trochas, de los que antes se habló, también se institucionalizarán como clásicos, constituyendo el germen viario de los futuros Camín Real de La Mesa y Camín Francés. Recorriendo collados y altozanos en los que aún hoy persisten túmulos funerarios, o no funerarios, salta a la vista bien pronto una característica bien llamativa: la comunicación visual entre muchos de ellos. Lo que significa que desde un túmulo o campo de túmulos es bien visible otro u otros campos tumulares. Tal comunicación visual es ya señalada por los estudiosos de la Prehistoria, pero aquí sobrepasa la línea de lo meramente llamativo y se convierte en algo omnipresente y abrumador, en casi una constante. Y si alrededor de cada túmulo trazamos un círculo cuyo radio pueda ser recorrido en quince o veinte minutos por un caminante normal, las comunicaciones visuales entre campos tumulares se multiplican. Algunos ejemplos pueden ilustrar mejor que cualquier descripción: desde el túmulo de Espinapata se ven, directamente, los túmulos o campos tumulares de El Grandizu, La Corredoria, el Altu El Moru y Porcabeza, pero también los más alejados de la Collada de Santa Cristina, del Picu El Oral, del Corro La

La caza, actividad primordial del hombre primitivo. Dos pequeños ortostatos es cuanto queda del dolmen de La Chalga.

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Avistamiento de enterramientos tumulares desde la necrópolis de Porcabeza: Culuonda, El Oral, El Corro La Señora, La Muria de Arriba…

Señora, de La Muria de Arriba y por último el del Picu Culuonda. Pero es que desde el campo tumular llamado de Los Cobertorios, en el Valle de Porcabeza, se ven todos los anteriores exceptuando el del Corro de La Señora, más los campos tumulares de Peñas Negras-La Forcada, el de La Cruz de La Sierra, el de La Sierra El Conto y el de Las Llanizas de Arriba, amén de los situados fuera del propio camino, en Llagu y sus aledaños. Una red, no exhaustiva, de los campos visuales entre túmulos o necrópolis tumulares se expone en cuadro adjunto. Se prescinden de algunos yacimientos y se unifican otros, como el Altu El Moru y el Picu El Moru al objeto de simplificar el esquema. Tal red de alcances o campos visuales indica que las comunidades que habitaban y explotaban aquellos pastos en torno a los campos tumulares no vivían aislados y se relacionaban entre sí: el humo del fuego –gran invento- delata la presencia humana aquí y allá. Relaciones humanas entre distintos campos tumulares que refuerzan la base de los caminos que darán lugar al trazado definitivo del Camín Real y del Camín Francés. No será necesario resaltar la presencia de abundante agua en todos estos parajes. Y mencionando el agua, tan necesaria para el hombre como para los animales, saltan a la vista otras circunstancias, bien llamativas por cierto y bien sugerentes, que atraen la atención del caminante. Es el caso del Altu o Llanu El Moru, al lado de la Collada Valbona y un poco más abajo de la Venta de Porcabeza. Una suave colina de pastos, bordeada por el Camín Real, limitada en su flanco sur por praderías de siega cerradas por derruidos muros de piedra y cierres de trepadoras y zarzas. En este paraje de las praderías se encuentran al menos dos manantiales. Por el lado norte de la colina se hace preciso descender algo más hasta alcanzar otra fuente, que actualmente se escosa con el estiaje.

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— EL NACIMIENTO DE UN CAMINO —

Alcances visuales entre necrópolis tumulares y entre necrópolis tumulares y otros yacimientos arqueológicos, en el tramo norte del CR y el tramo sur del CF A Las Cruces y Grado

VALLE DEL RÍO CUBIA

23 22

A

Dolia

1

19

20 21

A Linares y Trubia

18

Cuallagar

3

2

17 4 16

5

B

6

Llamoso

D 7

15

N

Maravio

14 C

8 9

1, 2, 3... Túmulos

o necrópolis tumulares

A, B, C... Otros yacimientos

arqueológicos prehistóricos

F 10

La Bustariega

E

11

12 Valmuertu 13

Camín Real: CR Camín Francés: CF Alcance visual directo

Cueiro

Alcance visual no directo. Se requiere caminar entre 15 y 20 minutos.

Al Puerto San Lorenzo

1. Túmulo de El Grandizu (Dolia). 2. Túmulo de La Corredoria (Dolia). 3. Túmulo de Espinapata (La Corredoria, Dolia). 4. Necrópolis tumular del Llanu El Moru o Campo Las Cruces (Valbona, Porcabeza). 5. Necrópolis tumular de Los Cobertorios (Porcabeza). 6. Necrópolis tumular de Peñas Negras-La Forcada (La Llaneza). 7. Túmulo de La Cruz de La Sierra (Llanu o Campa Los Madeiros). 8. Necrópolis tumular de La Sierra El Conto (mal llamada de La Escrita). 9. Necrópolis tumular de Las Llanizas de Arriba (cartel identificador erróneo). 10. Túmulo del Cantu La Bobia (Cueiro). 11. Túmulo de La Celada (Cueiro). 12. Túmulo de La Cogolla (CF Valmuertu). 13. Túmulo del Cantu El Cogollu (CF Valmuertu). 14. Necrópolis tumular de La Collada de Santa Cristina (CF). 15. Necrópolis tumular de El Cumalón (CF Tchanu Xuncal, Maravio). 16. Túmulo de La Tambaisna (CF). 17. Necrópolis tumular de La Barrera (CF). 18. Necrópolis tumular de Los Puertos de Sograndio (CF). 19. Túmulo (dudoso) del Picu Pigurices (CF). 20. Túmulo del Picu El Oral (CF). 21. Túmulo del Corro La Señora (CF). 22. Túmulo y alineaciones de La Muria de Arriba (CF). 23. Túmulo del Picu Culuonda (CF). A. Castro del Picu Cervera (Dolia). B. Idolo de Llamoso. C. Túmulo de Llagu (Montovo). D. Material lítico del Fondón y Cuacuartel (Maravio). E. Dólmen de La Chalga (La Bustariega). F. Material lítico del Picu La Berza (Cueiro). Este inventario no es exhaustivo. Al objeto de simplificar se reúnen en uno varios yacimientos cercanos; no se contemplan aquí necrópolis tumulares como las de El Picu La Siella, El Burgo, Las Cruces, etc.; ni tampoco algunos yacimientos arqueológicos como los castros de Ondes ni el del Monte La Caimada.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Izquierda: El Tchanu Xuncal, La Corredoria, El Cogollu y El Corro La Señora. Derecha: La Celada, El Grandizu, La Barrera y El Oral.

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Instrumentos líticos prehistóricos de Maravio. Colección particular. Fotos de Mara Herrero cedidas gentilmente por Rogelio Estrada.

Ya de por sí el nombre de Altu o Llanu El Moru es sugerente. En no pocos lugares en los que se incluye a “los moros” en la toponimia, la ocultación de tesoros corre pareja con el lugar. Sirva como botón de muestra la Mesa de Los Moros, con su megalito incluido, en San Martín del Rey Aurelio, donde además “los moros” van emparejados con un rey cristiano en la toponimia. En el caso que aquí nos ocupa, en el altozano situado al sur y más alto que los túmulos de El Grandizu, La Corredoria y Espinapata, y algo más abajo y hacia el norte de la necrópolis tumular de Los Corredorios, en Porcabeza, varios túmulos salpican la colina aquí y allá. Sin demasiado esfuerzo se pueden contabilizar otras cinco necrópolis tumulares a la vista, y si se caminan 15 ó 20 minutos, otras cuatro más. En el borde norte de la colina y como un mascarón de proa o torre de vigía sobre el Valle de La Corredoria, destaca un conjunto de piedras formando un llamativo círculo hoy coronado por un moderno mojón de cemento. Bien pudieran ser piedras nativas emergentes del propio terreno, al igual que algunas alineaciones de pequeñas piedras emergentes del pasto. Pero su originalidad o singularidad no dejan de ser sorprendentes. Pero lo que ya resulta más chocante es una extraña formación, obra segura de la mano del hombre –antrópica dirían los iniciados- consistente en un alargado y curvado surco, rodeado en su borde externo por un caballón o resalte que acompaña al surco en todo su recorrido, todo ello cubierto de verde pasto. Tal surco bordea la colina por su parte superior al norte, y desciende hacia el sur por los flancos oriental y occidental hasta la vecindad de las ya mencionadas fuentes. Algo muy parecido a los fosos, o surcos, que desde el campamento romano de La Carisa descienden hasta la fuente situada al oeste del Picu La Boya. El surco ciñe y contornea a la colina hasta perderse bajo los cierres y muros, ya modernos, de los prados de siega. Visto todo ello desde Porcabeza, hace el efecto de una gruesa cuerda o soga que se hubiese lanzado, a modo de lazada, sobre la colina del Altu El Moru.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

El Valle Cuacuartel, en Maravio, ya habitado en la prehistoria.

Al inicio de su descenso hacia el sur, por el flanco oriental de la colina, el surco pasa rozando lo que parece un gran túmulo profundamente excavado por su hoyo de saqueo. Reseñar que por este lugar, lápiz y cuaderno en mano, pasó el artífice del inventario de túmulos en Asturias: J.M. González. El Camín Real de La Mesa y el Camín Francés se transformarán poco a poco en itinerarios comerciales –y estratégicos- de largo recorrido, uniendo la cornisa atlántica con la meseta. Y siempre, hasta el siglo XIX, con fuerza creciente. El apunte al temprano tráfico comercial de estos caminos lo trae otro hallazgo arqueológico, ya apuntado, efectuado en Maravio: un hacha, espléndida, de piedra, preparada para enmangar, con una antigüedad calculada en torno a los 2.500 años a. C. Pero que bien pudiera constituir más una insignia distintiva o de autoridad, a modo de cetro, que una arma de lucha. La sorpresa llega de la mano de los análisis de la piedra constitutiva de tal hacha: la piedra de que está construida no existe en Asturias, y sí solo a unos kilómetros al oeste de Santiago de Compostela. Con lo que quedan asegurados dos aspectos: la movilidad de las gentes, y el intercambio comercial, porque para “comprar” tal hacha se hace preciso intercambiar productos. Y entre esos intercambios, hace ahora 4.500 años, el profesor Miguel A. de Blas señala nada menos, y nada más, que la posibilidad del comercio de la sal. Desde el mar hacia la meseta. Y se supone aquí, con visos de verosimilitud, que bien pudiera ese comercio no restringirse solo a la sal ya por aquel entonces.

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— EL NACIMIENTO DE UN CAMINO —

Mucha fantasía para poca realidad El hecho de que casi todos los túmulos, tanto a lo largo del Camín Real como del Camín Francés hayan sido saqueados y en gran parte destruidos, no sorprende en absoluto. La tradición de búsqueda de tesoros ocultos es ya inveterada por estos lares; tanto como por cualesquiera otras tierras. Claro que tal tradición va cambiando con el transcurso de la historia. Primero fueron los túmulos funerarios, para cuyo expolio se utilizó el término de profanación; después fueron la búsqueda –y hallazgo en ocasiones- de tesoros abandonados por los romanos; “los moros” ocupan el penúltimo escalón, esto en clara referencia a la época de dominación y razias musulmanas. El último escalón de tan desafortunado expolio tiene lugar en tiempos bien recientes en nuestra historia, tiempos que se tiñen de auténtica fantasmagoría con el culto que se rinde, de forma oficial, al patrón mayor de todos los depredadores: alguien con apellido extranjero –esto aún “viste” mucho aquí- con quien arqueólogos, conservadores, bibliófilos y amantes en general del patrimonio asturiano estamos en sempiterna “deuda”…

El Moru, frecuentado hace cuatro… cinco mil años…

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Tanto el Camín Real como el Camín Francés tienen, además, una verdadera geografía descriptiva, un completo mapa de localización de tesoros de distinta índole y de todas las épocas. Comienza esta geografía con una introducción regia: para excitar la fantasía popular nada mejor que el rey entre en el tema dándole a la localización de tesoros ocultos el espaldarazo más elevado: y algo habrá de cierto cuando es el propio Felipe II, allá por las postrimerías del siglo XVI, quien de forma oficial hace concesión legal al licenciado Vázquez de Orxas para que pueda explorar y abrir los túmulos de Galicia, ahí al lado, lo que los gallegos llaman “mámoas”. El objeto de tal concesión no es otro que aprovechar cuanto allí se encuentre de valor. El resto de la geografía de los tesoros ya es asunto popular, y de ella pueden recibirse lecciones tanto en una soleada velada vecinal en Valcárcel como cobijados del frío y la lluvia en un corro de piedra en la Braña de La Corra. Allí serán las mujeres de Valcárcel quienes reciten, refiriéndose al Picu Monegro: Pico Negro, Pico Negro Collados de Valgabín, Cuanto oro y cuanta plata, Tengo yo allí enterradín. En La Corra será Maxi, “El Patillas”, de Arbetchales quien relate que: En la Fuente de La Corra, Dijo la mora: Aquí dejo mis cencerrejos, Que valen más que siete concejos. Añadiendo de seguido, y con sarcástica ironía, cuánta verdad se encuentra en el dicho diciendo: “mientes más que la gaceta”. No se quedan cortos en otras laderas del Camín Real. Mino, de Barrio, cuenta aquello de: Tengo la cabeza rota, De carretar los doblones, Desde la Braña Fonfría, Hasta el Corral de Turones. Pero aquí el dicho lo apostilla Mino con una observación reveladora: “el Corral de Turones es algo de corral que forma allí, en Turones, la naturaleza, y allá anduvieron chusmiando y rebusquiando en busca de los doblones esos”. Al igual que del otro lado, en Saliencia, también refieren que en la Cueva El Tcheñeuru, en lugar boscoso frente a Sendeiruelo, aún hace poco se guardaban tesoros ocultos “por los moros”, y ello pese a que “allí anduvieron calicatiando algunos varias veces”. Ocurre, además, que de tarde en tarde los sueños se convierten en realidad, con lo que la imaginación popular se exalta y los buscadores de tesoros, los así llamados “chalgueiros” por estas tierras, vuelven con renovado ahínco a “chusmiar y rebusquiar”. Si además el hallazgo se realiza en lugar señalado por la tradición y los decires populares como sitio donde se ocultan tesoros… ¡para qué decir más! Es el caso de aquel decir de Yernes: En el Canto La Collada, Junto a un Peñón Negro, Y la capilla San Roque…

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— EL NACIMIENTO DE UN CAMINO —

La Sierra El Conto, La Escrita, Piedras Negras; conjunción de túmulos, topónimos, caminos, paisajes…

Y resulta que aquí la tradición se convierte en realidad: precisamente allí, en el Canto La Collada y no lejos de un peñón negro, en la vertiente norte del Camín Francés, aparece el más deslumbrante de los tesoros que la fantasía popular pudiera imaginar: docenas y docenas, y más docenas, y muchas docenas más de monedas de bronce y de reluciente plata… Es lo que hoy se llama “Tesorillo de Foxó”, en parte –solo en parte- depositado en el Museo Arqueológico Provincial. Se comprende que “noventa docenas” de monedas antiguas exciten la imaginación popular. La geografía descriptiva de los emplazamientos de tesoros, tanto en el Camín Real como en el Camín Francés, se completa con minuciosas referencias escritas: Aurelio de Llano, Perfecto Rodríguez Fdez., J. Menéndez Pidal, Rogelio Jove y Bravo, Constantino Cabal, Ana Cano…

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Se ve que el asunto no es baladí cuando hasta Fray Benito Gerónimo Feijó se ocupa de la cuestión en sus “cartas eruditas y curiosas”: “el libro que vi hablaba de sitios de veinte thesoros, poco más o menos, especificando señales, que efectivamente se encuentran”. Son precisamente esas señales las que van a guiar a los buscadores. Y ocurre que, entre esas señales, túmulos funerarios y tumbas, de piedra o de tierra indistintamente, al igual que mojones y “montones” de piedra o tierra, ocupan un lugar destacado por su frecuencia. Y así se llega al momento actual: toda una larga lista de túmulos y más túmulos, sin dejar prácticamente ni uno solo, destrozados e inutilizados para cualquier clase de estudio o análisis. Al saqueo sistemático se añaden diversos y pintorescos sistemas de reutilización: desde convertir el hoyo de saqueo en depósito de materiales de construcción, hasta plantar en pleno túmulo un monolito de hormigón por parte de algún organismo responsable de los montes. Reutilización que trae a la memoria aquella resignada expresión hamletiana: ¡Economía, Horacio, economía!

Túmulos de Piedra Jueves y Santa Cristina.

En el Camín Real y Camín Francés el atlas de tesoros ocultos se extiende desde Grao y Salas hasta Babia y Laciana. Viajando de norte a sur, ya se topa con que, en El Fresno, “del otro lado de la capilla… en un río de betún, en el medio de èl ay 8 onzas de oro”. Solo. Porque ascendiendo un poco más hacia el sur, en Las Cruces, el cuerno de la abundancia nos regala, con mayor prodigalidad, nada menos que “un carro con dos bueyes de oro” y ello “conforme se va a la mano izquierda yendo para Babia”. El tesoro, bajo unas determinadas piedras, tiene encima algo de carbón y cenizas. Pero en Las Cruces hay bastante más; o había. Cuenta Aurelio de Llano que en ocasión de la llegada de unos tejeros –casi seguro que llaniscos- al pueblo de Faéu, vieron cómo un águila arrebataba una gallina. Viendo el rumbo de su vuelo, los vecinos exclamaban: – Va con ella pa la Peña`l Cordal. –¿Dónde está la Peña`l Cordal?, preguntaron los tejeros. – En Las Cruces, les contestaron.

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— EL NACIMIENTO DE UN CAMINO —

Los tejeros, que al parecer llevaban con ellos una gaceta en la que se relataban los sitios donde hay tesoros ocultos, fueron por la noche a la Peña`l Cordal y ya nunca más volvieron a la tejera, porque “sacaron oro molido de un morteiru”. Cuentan que el morteiru en cuestión aún se conservaba hace poco en Faéu. Dolia no va a la zaga. Porque “según se va a Dolia a la mano yzquierda ay tres mojotes de piedra y en el del medio y debajo de unas piedras y un finso de piedra real, y debajo carbón y escorias y a la última piedra debajo un carro con su par de bueyes de oro”. Presentimos que aquí, o bien es confusión, o una repetición del tesoro de Las Cruces, o en la época había abundancia de carros de oro. Pero estos últimos detalles no importan. En Dolia hay más tesoros: “verás junto al camino una piedra parda que no hay otra esquina que mira al camino de la misma peña al pie a la parte del sol se pone caba y allarás un pellejo lleno de monedas de oro y plata”; y también en el mismo Dolia, “en el Campo de La Herradura, verás dos levantados

Túmulos de La Tambaisna y del Llanu El Moru.

de tierra, uno grande y uno pequeño, y hallarás un grande tesoro a dos codos de hondo…”. Y por si todo ello fuera poco, a pequeña distancia del pueblo, en el Picu Cervera, también hay once barras de oro según unos, mientras que según otros es el ajuar de un enterramiento y un cofrecillo de plata en lugar identificable por la marca de una pata de borrico pintada. Además, y por el mismo Picu Cervera hay once barras de oro bajo una losa, pero su localización es un tanto compleja además de confusa. Más al sur, en Cueiro, en la fuente cercana a La Venta, “a unos 5 pies de la fuente hallarás 4 finsos… y en medio de ellos cabarás y hallarás barro y piedras y después a 4 codos de ondo un león que tiene en la cabeza una corona de oro de valor y con piedras preciosas de primorosa escultura. Es cierto”. En algún otro lugar de Cueiro también se oculta “una grande porción de oro y plata”. Por otra parte, en la bajada de Cueiro a La Bustariega, en las ya mencionadas laderas del Pico Monegro, nos cuenta Servando en un soleado y frío atardecer en La Bustariega, “alguien

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

encontró una bolera al lado del camino, con todos los bolos que eran de oro” y que allí habían dejado –una vez más- los moros. También hay noticias de algún tesoro, sin especificar su naturaleza, en La Magdalena, con bastantes inexactitudes en su confusa localización. ¿O será el mismo del que nos habla Mino el de Barrio refiriéndose al Corral de Turones? El repertorio se alarga, pero se abrevia aquí con solo dos referencias más: en La Mesa, “en el castillo que está a la buelta de La Mesa” en una versión, y “donde cerca de la venta habría un castillo” según otra versión, y siempre bajo una losa, hay “una flete de plata… alajas de oro labradas… cantidad de oro… once barras de oro…” y la relación se concluye con la lapidaria afirmación de que “es cierto el castillo”. Babia también oculta tesoros, pero bástenos apuntar aquí que “En torre de Vario… a 11 pies de la torre, acia el lugar está un gran tesoro a 9 pies fuera del muro…” Queda el Camín Francés, también rico en tesoros. Y en el que encontramos algún paralelismo entre historia y tradición. En Tuñón, donde tantos años se utilizó por el hombre la Cueva del Conde durante una remota prehistoria, la localización de tesoros se encuentra en

Desde el Pando La Focella, de la Peña Negra de Torce a Turones… y el bosque…

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— EL NACIMIENTO DE UN CAMINO —

cuevas o a la vera del río; porque tanto en “la cueba de La Paloma” como en “el reguero de Las Mulas… al salir del río Caudaloso”, donde también existe una cueva, hay grandes tesoros. Y pegado al Camín Francés mismo, “al lado del camino real hallarás una fuente” y bajo ladrillo, escoria y una losa colorada, con argamasa, se ocultan nueve barras de plata labrada. Un poco más alto, en la Sierra de Buanga, donde el Camín Francés rinde obligatoriamente fin a su vocación de altura para desplomarse al fondo del valle del río Trubia, hay “frente al castillo de Voanga, en un llano un tesoro con tres finsos… a 5 pies de ondo”. Así se completa un minucioso mapa con la localización de tesoros a lo largo, tanto del Camín Real como del Camín Francés. La reiterada señalización con “finsos”, mojones y montones de tierra o de piedra, apunta directamente a la larga sucesión de túmulos funerarios prehistóricos que jalonan ambos caminos. Con lo que el expolio está asegurado. Las consecuencias de tal expolio están a la vista: una multitud de yacimientos arqueológicos arrasados. Lo que expuesto con sencillez equivale a decir que tal expolio destruyó uno de los pilares fundamentales sobre los que debería de asentarse nuestra historia.

Identificación de tesoros según la tradición popular en el entorno del Camín Real y Camín Francés Signos identificativos de lugares donde se ocultan tesoros • • • • • •

Túmulos Tumbas de piedra o tierra Mojones, mojotes, finsos o filsos. Montones de tierra. Montones de piedras. Piedras clavadas, blancas o negras.

• • • •

Fuentes; losas en fuentes. Cuevas, de una o varias entradas. Murias y “llamurias” de piedra. Piedras con marcas de cruces o agujeros. • Losas en castillos.

• • • • • •

Señales de pata de borrico. Sierpes o culebras pintadas. Guarniciones de espadas. Vecindad de capillas. Un río de betún. Una bolera.

Contenedores en que aparecen los tesoros más frecuentemente • Arcas de plata o bronce. • Cajas o cofres de piedra. • Cofrecillos, sin especificar.

• Pellejos de animales. • Ollas o calderas de cobre. • Arcas de argamasa.

• Al descubierto.

• • • • •

• 1 estado y medio, 1 caso. • 1 estado, 1 caso. • En superficie.

Profundidad en la que aparecen • • • • •

6 5 4 3 2

codos, codos, codos, codos, codos,

1 5 2 4 1

caso. casos. casos. casos. caso.

9 6 5 3 3

pies, 1 caso. pies, 6 casos. pies, 1 caso. pies, 1 caso. estados y medio, 3 casos.

Formas y variedades de los tesoros • • • • •

Monedas de oro y plata. Barras de oro y plata. Alajas de oro. Oro molido. Riquezas inmensas o de mucho valor. • Pelotas de oro y plata.

• Animales de oro: galgos, gallinas con pollos, un león, bueyes uncidos a carros también de oro, pavos, pavos reales, borricos, cabritos, carneros, papagayos y hasta un camello. • Plata labrada. • Cantimplora de plata.

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• • • • • •

Calderas de oro. Ollas de cobre. Una jaula de oro. Una doncella de oro. Un niño de oro. Pendones y estandartes con pinturas y bordados de oro. • Una bolera de oro.


— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Testimonios vivos De todo este largo periodo que nace en las tinieblas de la prehistoria y muere con el nacimiento de nuestra era, hace ahora unos 2.000 años, quedan aún más testimonios a lo largo del Camín Real de La Mesa y de su inseparable ramal, el Camín Francés. Pero, por si ello fuera poco, lo sorprendente es que esos testimonios están vivos. Y hablan. Aunque resultará más desapasionado decir que los hablamos. Porque, cuando nombramos muchos lugares de ambos caminos, estamos usando los mismos nombres con que esos lugares eran conocidos hace miles y miles de años. En un recorrido un tanto anárquico de esos caminos, comenzando desde el sur en tierras leonesas, pronto se alcanza la cota máxima del camino, su mayor altitud: El Muñón. Y cuando decimos Muñón estamos diciendo “Munno”, un topónimo prerromano de origen indoeuropeo, cuyo significado se refiere a un lugar alto, un otero o colina: el Picu El Muñón, claro, y las mismas praderas de pasto de El Muñón, que engloban a lo que hoy conocemos como Puerto de La Mesa. Tal denominación alude asimismo a un lugar divisorio. Y ambas características, lugar alto y divisoria, se dan en El Muñón. Curiosamente, esta misma palabra conserva aún su vigencia en la lengua vasca actual: “Muiño”, según el diccionario vasco, es elevación del terreno, collado y colina. Coronando el Muñón en el Camino Real, se deja al oeste y en lo alto el Picu Los Bígaros, y al este, en lo bajo y un poco más alejada, la Peña Bigueras. Ambos nombres son de origen un tanto dudoso, pero no se descarta para ellos un origen celta y que hiciesen alusión a los numerosos fósiles que se encuentran en sus calizas tanto como a los instrumentos sonoros utilizados por los pastores. El camino avanza hacia el norte entre el valle de Teberga al levante y el de Saliencia al poniente. Teberga –o Teverga- es también nombre prerromano, celta, y se refiere a poblados o fortificaciones. En plural, puesto que se interpreta que tales poblados fuesen tres. Y Saliencia, a su vez, es también palabra de origen prerromano con el mismo significado que Sella o Sajambre: agua. Agua que, por cierto, es abundante en Saliencia. Poco después el camino pasa por las cercanías del Picu Baginas, de incierto significado referido a hayas o a un teónimo, para llegar a la Braña de La Corra. Parece ser que los celtas, antes de que por estos vericuetos apareciesen los romanos, a las construcciones circulares en “parajes rellanos apacibles” las denominaban corr.. un nombre que empezaba por “corr…” Poco después se deja al borde del camino la Braña de La Vicietcha. Otro nombre prerromano posteriormente adaptado y modificado por los romanos –como así hicieron con tantas y tantas otras cosas en tantos y tantos otros lugares-. Vicietcha quiere decir veguecilla en un collado: ni una fotografía podría describir mejor el lugar. Atrás quedan brañas con denominación prerromana: Tchamaraxil, que significa ciénaga o terreno pantanoso; Navariegas, hondonada; o Murias con sus “Parés” posteriormente latinizado y con el significado de muro. Y… caminando, caminando, Cueiro. Cueiro es término también indoeuropeo, que traducido a nuestro lenguaje tendrá un significado, ¡que curioso!, de “valle entre alturas”. Y tras rebasar Cueiro se aborda el descenso de La Sierra El Conto. Conto… Cant… término preindoeuropeo para denominar una altura o un canto. La Sierra El Conto es una destacada y alargada altura que desciende hasta La Campa Los Madeiros. Otro término, Madeiros, que puede ser de origen latino –madera-, o también prelatino, con el significado de altura o monte. El final de nuestro recorrido lo anuncia al fondo, y de forma bien destacada, el Picu Cervera, también topónimo de origen preindoeuropeo con el significado de roca, pedregoso. Nada asombroso, porque el Picu Cervera es eso: una roca.

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Túmulo del Cumalón, entre Santa Cristina y Maravio.

Si en Cueiro –valle entre alturas- nos desviamos hacia el Camín Francés, pasaremos sobre el pueblo de Urria, nombre anterior a los romanos con el significado de agua o bien de lugar alto; para pronto llegar a Santa Cristina, posiblemente hagiotopónimo producto de la cristianización de un lugar de culto precristiano, con lo que solo queda descender a Maravio, nombre igualmente de origen prerromano; nombre con el que aquellos habitantes bautizaban un paraje con agua en un lugar alto, o quizá con agua en zona escasa de agua. Maravio debió de ser una hondonada muy frecuentada ya en época prehistórica, porque aparte de los restos prehistóricos allí encontrados, sus habitantes nos legaron los nombres con los que ellos conocían y denominaban distintos lugares: La Barca, para referirse a un lugar con agua o el Picu La Bela, término celta, referido a un lugar con álamos o abedules. Pero hablando de hagiotoponimia, ahí queda el dios celta del trueno y el rayo, Tárano, marcando con su impronta un lugar cercano a Riomayor, justo bajo las inclinadas laderas de los Altos del Oral: ahí está la Cueva de Trestáranu como testimonio. O también Taraniello, en el vecino Yernes y Tameza. El teónimo parece tener origen galo y es anterior a la presencia latina, aunque de alguna forma pueda ser el equivalente al Júpiter romano. Siguiendo el Camín Francés, a poco nos topamos con el túmulo de La Tambaisna, topónimo que en lenguaje prerromano significa, ¡qué casualidad!, exactamente eso: tumba. Y de allí se pasa a una vega con un conjunto de charcas que reciben el nombre de La Barrera, que así es como se llamaba antes de los romanos a los barrizales o charcas. Al fin y para concluir este itinerario políglota –preindoeuropeo, indoeuropeo y celta- se concluye el camino cerca del Corro La Señora; otro túmulo y otro “corro” con el mismo significado que la Braña La Corra.

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Este viaje en torno a los nombres que por aquel entonces, tan lejano, ya describían los lugares por los que pasan nuestros dos caminos no pretende ser exhaustivo. Porque ni el autor sabe de palabras ni el presente libro tiene vocación lingüística. Pero, aunque sea un tanto al albur, encontrar todos estos “mojones lingüísticos” a lo largo de nuestro itinerario nos revela que, antes que los romanos llegasen a explotar el oro de las cuencas de los cercanos Pigüeña y Narcea, tanto el Camín Real como el Camín Francés eran ya viejas vías de comunicación bien conocidas y bien pateadas.

Hace ahora 2.500 años Nos queda constancia de la actividad del hombre en los tramos altos del Camín Real, pero ¿dónde habitan esos hombres?. Y sobre todo ¿dónde pasan los meses invernales cuando las nieves cubren los cordales montañosos por los que discurre el trazado del camino?. La altura, con el nivel de las nieves invernales, decide la cuestión. Cuando el Camín Real discurre por debajo de los 800 o 900 metros de altitud, allí se establecen pastores y agricultores. Dolia, al norte, puede ser la bisagra entre alturas habitables todo el año y alturas solo ocupables

Pinturas esquemáticas prehistóricas en los abrigos de Fresnéu. Más misterio…


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Adaptación del ganado a la climatología.

de forma no estable, fuera del periodo de las nieves. A la altura de Dolia ya se encuentran habitados en aquel entonces, y de forma estable, los castros del Picu La Queimada, del Picu Cervera y de Ondes. Al sur, Torrestío es lugar de aprovechamiento estival de pastos: su nombre nos lo dice todo. Y solo algo más al sur, en las llanadas de Torrebarrio, Candemuela y San Emiliano podrá asentarse la vida de forma estable. Los habitantes del entorno de Dolia aprovecharán los pastos y la caza siguiendo el eje del Camín Real hacia el sur, hacia La Corredoria, Porcabeza y la Sierra El Conto, al igual que desde Torrebarrio explotarán los pastos hacia el norte, hacia el Valle de Las Partidas y Puerto de La Mesa entre otros. Pero entre Dolia y Torrestío median unos 41 kilómetros de andar, así que la cuestión es: ¿quién coloniza y aprovecha estacionalmente pastos y caza a lo largo de esos cordales entre El Muñón y El Conto? Y los pastos de Bicenturo, la Vega Práu, Piedra Jueves o La Magdalena, ¿desde donde son aprovechados? La respuesta la vuelven a dar los castros, en esta ocasión los que contornean el Camín Real a lo largo de su geografía: La Cogolla, La Cogollina, Castru de Arbetchales y el Picu La Pena –Urria, Saliencia, Barrio- son algunos de los lugares estratégicos situados en las laderas bajo el Camín Real y desde los que poder explotar cómodamente la riqueza de pastos y de caza de aquellas alturas. De aquellas fechas y de la actividad de todos estos poblados quedan aún testimonios que vienen a aclarar algo –no demasiado, es cierto- del alto nivel de aquellos pueblos; nivel artístico por un lado, y creencias mágicas o religiosas por otro lado. Ahí está el legado, para nosotros artístico y al que llamamos “arte esquemático”, de los abrigos o cuevas de Fresnéu, con sus pinturas de animales y de personajes, de composiciones geométricas e incluso de un supuesto ídolo.

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Abrigos naturales que se abren en la difícil geografía del desfiladero de Fresnéu, con sus pinturas al resguardo de la intemperie y cuya interpretación se nos escapa. Y abrigos que se abren justo enfrente de lo que en el futuro será poblado y más tarde despoblado, sucesivamente, de Presorias. Pero este testimonio de aquella época no constituye una singularidad o excepción. Algo más al norte, y en la ladera opuesta del Camín Real, aguas al Pigüeña, el azar de un desmonte del terreno va a dejar a la luz un nuevo hallazgo asimismo enigmático: el llamado Ídolo de Llamoso, una pequeña escultura en piedra, quizá un ídolo femenino, quizá una divinidad funeraria, quizá un amuleto relacionado con la fecundidad, quizá… Resulta problemático, al parecer, hablar de tales hallazgos; pero lo que sí parece cierto es que ambos pudieran ser manifestaciones de una espiritualidad ciertamente evolucionada, con simbología ya muy definida, y cuya antigüedad –sujeta a interpretaciones- puede datar de finales de la Edad del Bronce la primera y de las postrimerías de la Edad del Hierro –siglo III a. C.la segunda. Sea la fecha que sea, los pobladores del entorno del Camín Real ya muestran un avanzado dominio artístico y técnico, que va emparejado al manejo técnico y artístico en la extracción y tratamiento del oro, metal precioso entonces abundante en los cauces de los vecinos ríos Pigüeña y Narcea. La orfebrería del oro, ya antigua en la cultura castreña, requiere una refinada técnica metalúrgica, y por aquel entonces se destinaría en especial –tal y como hoy se hace- para fabricar objetos distintivos de condición social o de riqueza. Ese oro va a atraer poderosas miradas de codicia. Y entonces…

Ídolo de Llamoso, Museo Arqueológico de Asturias. El enigma en torno al Camín Real.

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Solsticio de invierno en Piedra Jueves.

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CONSOLIDACIÓN DEL CAMINO LOS ROMANOS “Los caminos pueden y deben ser interpretados en función de los usos para los que fueron diseñados…” Isaac Moreno Gallo. “Vías Romanas”.

Entonces… Entonces llegan los romanos.

A

l frente de los romanos hay un hombre preclaro: Augusto. Que cada día que pasa aumenta su poder y con ello también aumenta la cuota de gastos que su imperio genera. Tras la importantísima batalla de Actium, allá por los años 30 antes de Cristo, Augusto se ve en la necesidad de acuñar áureos, monedas de oro de unos 8 gramos, porque ha de hacer frente a la soldada de miles y miles de excombatientes. Pocos años más tarde, sobre el 23 a. C., Augusto emprende una audaz reforma monetaria: se adopta el patrón oro. El áureo, con la imagen del emperador, se extiende por todo el imperio y se convierte en una referencia de su solidez financiera. Un áureo vale por 25 denarios de plata, y mucho más que los talentos de cobre, los sextercios de bronce y ya no digamos que los ases de latón. Pero para acuñar áureos hace falta oro. Roma no se permite hacer “papel moneda”: su solidez es la de oro. Y Augusto va a ir a buscar oro allí donde se encuentre. En el noroeste peninsular. Augusto viene a España e impone la Pax. Lo que le supondrá un esfuerzo extra en Cantabria y en Asturias. Las campañas militares acrecientan los gastos del erario público, al igual que lo acrecienta la apertura de nuevas vías y caminos. Carisio habrá de fortificar su camino de entrada a Asturias; pero los caminos y las vías son el instrumento expansionista y de dominio de Roma. Y en los cauces del Pigüeña y del Narcea brillan diminutas pepitas y arenas de oro… y las montañas de las cuencas del Narcea –y del Navia- guardan bajo sus laderas verdaderos tesoros… convertibles en áureos con los que hacer frente a esos gastos del erario público que tanto apremian…

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Los romanos alcanzan a llegar al entonces primitivo e irregular camino que en el futuro recibirá el nombre de Camín Real de La Mesa, una vía que, como todas las del norte “eran largas y difíciles” al decir de Estrabón. Vía que si reúne las condiciones para la circulación de las tropas, pero no para la actividad necesaria para emprender una explotación minera a gran escala y menos para la comercialización segura de un bien como el oro. Los romanos se plantean el aprovechamiento y posterior adaptación del Camín Real a sus necesidades, en función de unas prioridades bien definidas: 1. Vía de uso militar. El trazado del antiguo camino, con pequeñas variaciones, reúne las exigencias estratégicas de tiempos de conquista y de sofoco de rebeliones. Como las seguirá reuniendo repetidas veces en los siglos posteriores. No se trata de magnificar la importancia de los hechos. Los hechos hablan por sí solos: al sur de la cordillera, especialmente en el noroeste de León, se establecen numerosos campamentos militares al pie de la montaña. Antes del año 70 se contabilizan en esta zona nada menos que la presencia de tres legiones romanas: X Gemina (hasta el 63), VI Victrix y I Augusta, cuyo

Evolución de la biga: del paso al trote.

núcleo central, sin contar las alas, asciende a bastante más de 10.000 hombres. Astorga es el epicentro de toda esta actividad, y Astorga, al sur del Camín Real, fundada en el año 25 a. C. supone un nuevo concepto de ciudad. Y bien cosmopolita por cierto: allí se cruzan los legionarios romanos con los astures, los galos, germanos, tracios y mauritanos. Y Astorga se va a convertir en el foco nodal de todas las comunicaciones del noroeste hispano, incluido el Camín Real de La Mesa. Parece ser que en menos de un siglo rotaron por Astorga un total de siete legiones distintas. A partir del año 74 la VII Gemina se establecerá en León y disminuirán las guarniciones en torno a Astorga. La presencia militar va cediendo protagonismo a la actividad comercial.

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Tanto Augusto como posteriormente Tiberio, realizan una gigantesca labor abriendo nuevas vías y consolidando las ya existentes. Augusto convierte en vía romana el antiguo camino tartésico de Mérida a Astorga: es el nacimiento de la Vía de La Plata, de la que el Camín Real de La Mesa es prolongación hacia el norte. Tiberio desarrollará las comunicaciones entre Tarragona y Astorga. Con lo cual, y tras ambas actuaciones, Astorga queda unida a los puertos de Cádiz y de Tarragona. No hay que perder de vista que la navegación por el Cantábrico y por la costa atlántica, en general, es aún insegura. Otro nudo de comunicaciones importante va a ser Vallata, no lejos de Astorga, tal cual se puede ver en la guía de caminos al uso en la época: el Itinerario de Antonino. Como es previsible en una empresa de tal envergadura –pacificación, vías de comunicación, extracción y aprovechamiento del oro a gran escala- solo será abordable por un poder gigantesco con un apoyo militar también gigantesco. Entrado ya el siglo II será Adriano quien reactive la minería del noroeste peninsular, para lo que nombra un “Procurator Asturiae et Gallaeciae” que ha de recorrer ambas regiones en plan itinerante; y años más tarde va a ser Caracalla quien a su vez nombre “Legatus Iuridicus” para ambas regiones, cargos ambos itinerantes y con ejercicio de mando supremo militar.

Carros de carga antiguos tirados por caballos y con ruedas dentadas.

2. Vía comercial. Una vez pacificado el solar astur, se plantea como primordial la extracción y exportación del oro. Metal siempre de propiedad imperial, aunque ya tardíamente se hagan concesiones de explotación, e independientemente de que primero sean esclavos y después hombre libres quienes lo extraigan. Pudiera ser que el oro se exportase enriquecido pero en bruto, o también ya purificado. En el primero de los casos se originaría un transporte muy pesado, con la necesaria utilización de carros, posiblemente de dos ejes y cuatro ruedas. Tales carros son necesariamente lentos y pesados, lo que exige una vía o camino con inclinaciones muy bajas de su perfil longitudinal, de un lado, y de otro lado pavimentos con firmes bien asentados para soportar la presión de todo el peso del carro en solo cuatro apoyos casi puntiformes.

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Mina romana del Arroxo La Francida. La ruina se ve en la parte inferior izquierda.

Aunque tal problema es posible que se viese disminuido si el oro se sometía a procesos de purificación a pie de mina. En cuyo caso el problema principal del transporte quedaría reducido y pasaría a ocupar su lugar el problema de la seguridad de lo transportado. 3. Vía de servicios. Las minas del imperio las administraba a pie de obra un funcionario con el título de “procurator metallorum”. El necesario correo para unir el centro administrativo –Astorga- con el “procurator” lo realizaba otro funcionario: el “cursus publicus”. Procurator y cursus serían los usuarios preferentes del Camín Real, pero también los cobradores de impuestos –¡importantísimo!- y otros funcionarios. Como funcionarios del imperio, los dos primeros, al menos, y por norma, utilizan para sus desplazamientos la biga, el veloz vehículo de un solo eje y dos ruedas, tirado por un tronco de solo dos caballos. Se trata del “coche oficial” del imperio, extremadamente veloz y dotado de una comodísima suspensión, porque la caja o cesta del viajero –y del auriga en su caso- va suspendida por tirantes o correas de cuero. Téngase en cuenta que el viaje a caballo es entonces muy penoso: aún faltan siglos para que el estribo sea inventado. Y la velocidad que la biga pueda alcanzar es tal que, en no pocas ilustraciones de la

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época romana o griega, se representa a los caballos del tiro de la biga dotados de alas para resaltar el efecto de la velocidad: unos auténticos pegasos. Es conocido el dato del emperador Tiberio que, acuciado por la grave enfermedad de un hermano, llega a recorrer a bordo de una biga nada menos que 300 kilómetros en 24 horas, lo que supone una media continuada de casi 13 kilómetros a la hora durante 24 horas; y según Suetonio, César recorrió en varias ocasiones 150 kilómetros en una jornada. El aprovechamiento, reforma y consolidación del trazado del Camín real tuvo como motor principal –no único- al oro, pero las condiciones técnicas del camino pasaron a depender de los ingenieros romanos. El perfil del camino, del que ya se habló, habrá de permitir el transporte en carros. Algunos tramos actuales están modificados haciendo variantes al margen del trazado romano, tal como ocurre entre la Collada del Muro y el Autar de Babia, sin más problemas; pero las muchas variantes que existen entre el Llano Los Madeiros y La Forcada hacen

Otro aspecto de la “ruina montium” del Arroxo La Francida. En lo alto, el CR.


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que en algún tramo el perfil sea hoy mucho más pendiente. El firme del camino habrá de ser apto para la uña desnuda de caballerías y bueyes: el herraje de las bestias es un adelanto de la Edad Media, por lo que los empedrados serán poco aptos para recorridos de larga distancia. Y serán de preferencia las capas de rodadura compuestas por áridos de grano pequeño, reservando la piedra de mayor grosor para capas de drenaje más profundas allí donde se precisen. Así que la ingeniería romana va a efectuar desmontes para ensanches, rellanos de diversa naturaleza dependiendo del tipo de suelo, muros de contención o bordillos allí donde se precisen, trincheras, drenajes y cunetas en las escasas zonas de humedales, y afirmado del pavimento. Pero no puentes. Con lo que en parte nos faltará una de las cédulas de antigüedad de todo camino. Ni puentes, ni siquiera tajeas o alcantarillas: el trazado del Camín Real puede prescindir de ellos. En algún tramo del camino, al norte y en las cercanías del Muro, aún no hace muchos años que se conservaban tramos de pavimento a base de canto rodado de muy pequeño diámetro, típico del firme de una calzada romana. El oro, objeto primordial de tamaña obra, se encuentra en el entorno occidental del Camín Real. En la Sierra de Begega, en la Brueba del Courio, en La Fenosa y en Pumarada, pero también en la vecindad misma del camino: en Alvariza, donde además aún persiste una fragua o mazo cuyos orígenes se remontan a la época romana. Y encima de Alvariza, en Cezana, consta que habitó un “posesor” o arrendador de minas romano.

Pavimento del tramo II del CR, estilo calzada romana. Mina romana de La Bustariega.

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Idealización de velocidad en la biga. Áuriga alado con pegasos.

Pero en el propio Camín Real también hay minas. Se dejan de lado la corta explotación o exploración minera del Picu Faéu al igual que las minas de cobre de La Corona en Villauriz o la de la Sierra de Bustiello en Yernes, y se expondrán dos explotaciones que afectan directamente a nuestro camino. Son dos minas a cielo abierto, explotadas por el sistema de la “Arrugia” y de la “Ruina Montium”. La más cercana al Camín Real –de continuar su explotación habría acabado devorando al propio camino- parece no haber tenido unas dimensiones muy grandes o una explotación muy continuada en el tiempo: las cartas arqueológicas la llaman “del Reguero La Cogolla” y los vecinos de Montovo la conocen como “El Arroxo La Francida”. Efectivamente, La Cogolla es la suave loma que corona la mina a la altura del Camín Real, pero lo que es la “ruina” minera recibe en el pueblo el segundo de los nombres. La ladera norte presenta el aspecto característico de una descarnada cantera, de rocosas paredes de apariencia cuarcítica, abierta en un inclinado pliegue del terreno por debajo y al oeste del Camín Real, algo más al sur del Acebu y al norte de Valmaría. Hace unos años se produjo un gran hundimiento o derrumbe de sus inclinadas paredes, por lo que los ganaderos de Montovo se vieron obligados a cercar el recinto en previsión de que el ganado se despeñase. Las “arrugias”, los canales o trincheras para la conducción de agua a la explotación son poco visibles al estar colonizadas por una creciente vegetación, y su escombrera es poco visible también allá en las profundidades del río Montovo. La mina es bien visible desde el camino de Montovo a Cueiro, desde la Braña Munegro, desde el Colláu Cuérrado y desde el mismo Pico Monegro. Justamente en la ladera noroeste del Pico Monegro se abre la segunda mina romana en tierras del Camín Real. Y suponemos que la de mayor importancia de las dos. De dimensiones considerablemente mayores que la del Arroxo La Francida, su gigantesca escombrera o “cola de

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La Bustariega, bajo la “ruina montium” del Picu Monegro.

lavado”, producto del arrastre y evacuación de los estériles, casi alcanza con su lengua inferior las casas más altas del pueblo de La Bustariega. Su sistema de explotación, al no tener sobre ella apenas afluencia de aguas por ser ladera muy elevada, consiste en la apertura de grandes zanjas o trincheras de almacenaje de la nieve, para con el agua de deshielo alimentar las galerías mineras de la explotación. El acúmulo de agua para la explotación de la parte inferior de la mina es muy probable que se efectuase en lo alto de la divisoria de aguas entre La Bustariega y Montovo, justo entre las laderas del Picu Monegro al S y el Colláu Cuérrado al NO; allí hay un lugar con el nombre de “La Llaguna”, y al decir de los vecinos de La Bustariega “llámase así, pero no hay recuerdo de que allí nunca hubiese llaguna tal”. Nombre este de “La Llaguna”, que bien pudiera tener su origen en una presa o charca artificial para la recogida de agua con tal fin. Como es muy habitual en otras muchas minas romanas. En la ladera cubierta de piornal, por encima del amplio desmonte de la mina, parecen notarse aún las zanjas o acequias destinadas a acumular nieve. De este tipo de trabajos mineros dice un historiador romano –Plinio-, que “supera el trabajo de los gigantes: las montañas son minadas… la montaña, resquebrajada, se derrumba por si misma…” Los efectos de esta técnica son bien visibles sobre La Bustariega. Como nota curiosa: desde el Picu La Mena, a bien poca distancia de la mina del Picu Monegro, se ven con nitidez –ausente la niebla- la propia del Picu Monegro, la mina del Arroxo La Francida, con la bien marcada traza del Camín Real algo más alta, las minas de La Brueba del Courio, el asentamiento romano de Cezana, y por último la Sierra de Begega,

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“Ruina montium” de la mina romana de La Bustariega, en la falda del Picu Monegro.


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donde también se abren varias minas romanas. Quizá pura coincidencia, pero quizá, mejor, intensa concentración de actividad romana en el entorno del Camín Real. Sin duda, las minas más cercanas al propio Camín Real no son de las más importantes y ocupan un lugar modesto en el conjunto de la minería del oro de aquella época en el noroeste peninsular. Pero como se está hablando de magnitudes gigantescas, el monto de la producción de las cuencas del Pigüeña y del Narcea, que se extraerá por el Camín Real, dará una proporción bien apreciable. También es Plinio quien nos cuenta que “se producían 20.000 libras de oro cada año en Asturias, Galicia y Lusitania, pero la mayor parte provenía de Asturias”. El tráfico carretero por el Camín Real queda asegurado, porque el camino que asciende por el fondo del valle de Somiedo hasta el puerto homónimo no está preparado para soportar tal intensidad de tráfico: aún es una senda, y difícil. Y habrá de esperar hasta el año 882 a que se acondicione bajo el reinado del rey Fruela, según atestigua la lápida conmemorativa encontrada en Peña Escrita de La Riera de Somiedo. Y solo como vía ecuestre, condición que mantendrá hasta entrado el siglo XX. Claro que no todo es hablar del oro con la presencia romana. El tradicional cultivo de cebada, centeno o mijo en las terrazas de cultivo de Ordiales –de Arbetchales, de Éndriga- y en las distintas Morteras va a sufrir la revolución de la reja del arado romano. El nombre de Ordiales se asocia a “hordio”, la cebada con la que se fabrica el “zythos” del que nos habla Estrabón, la cerveza que beben los nativos. Y con el paso del tiempo el trabajo esclavo cederá su lugar al trabajo de hombres libres… La decadencia de las minas y del imperio corren parejas, el comercio languidece, el cuidado de los caminos se abandona. La tecnología viaria romana, de la que en gran parte depende el

Monedas romanas encontradas en Foxó, en la vecindad del Camín Francés. Foto de Mara Herrero. Gentileza de Rogelio Estrada.

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La Sierra del Courío, rica en explotaciones auríferas romanas. Vista desde el CR.

aspecto que hoy ofrece el Camín Real, tardará muchos siglos en ser superada. Pero sobre todo, la aportación romana del sentido de estado respecto a las vías de comunicación no se volverá a ver por aquí hasta bien avanzado el siglo XVIII. Entre Roma y el siglo XVIII serán siglos de solo uso del legado de las comunicaciones dejadas por el imperio. Los siglos irán haciendo su labor… el agua, el hielo, los deslizamientos de las laderas, el uso, ¡y el abuso! van a cambiar lentamente la fisonomía del Camín Real. Quedan dos acontecimientos sobresalientes de la presencia romana por el Camín Real. Uno de ellos en el ramal del Camín Francés, y el otro en pleno centro del camino. Sabido es que el dinero, y sobre todo el oro o las joyas de valor, se ocultan en momento de inestabilidad política o de peligro de guerra. Y esto es muy posible que fuera lo que le ocurrió a algún vecino o caminante, que ocultó una considerable cantidad de monedas romanas que fueron encontradas el pasado siglo en Foxó, no lejos de Villabre. Cabe pensar que ello ocurriera en la época final de la presencia romana, ya que la diversidad de acuñaciones también apunta a ello. Porque entre esa diversidad de acuñaciones hay alguna de Magencio y de Constantino.

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Hablar de este hallazgo nos remite de inmediato a pensar en los viajeros procedentes de los asentamientos romanos situados al norte. Valduno, sin ir más lejos, por donde pasaba la vía romana que desde el centro de Asturias iba a Cornellana y Lugo, de un lado, y hacia Astorga por la Vía de La Mesa por otro lado. Y por último Piedra Jueves. Júpiter es el dios oficial de Roma, y su persona va asociada a las conquistas del imperio. Como tal fue adorado en la España romana, y ello con especial énfasis en la Asturias cismontana, en León y Astorga. Como cierre, solemne y ceremonioso, a la etapa de la presencia romana en el Camín Real de La Mesa, ya solo nos queda encontrar un lugar de culto a Júpiter: Piedra Jueves. La piedra de Júpiter, el altar de Júpiter, la divinidad celeste relacionada con las alturas y, al igual que Tárano, el dios celta, también con el rayo y las tormentas. Ningún lugar más apropiado para levantar un altar al dios Júpiter que la vega de Piedra Jueves, cercana al cielo y abierta a todas las tormentas. De su nombre no cabe la menor duda: en una escritura realizada en latín, sobre pergamino, y nada menos que en el año 951, consta como límite de una propiedad, centrada allá por las alturas del río Cubia, nada menos que el Altar de Júpiter: PetraIovis.

Petra Iovis: Piedra Jueves,el altar de Júpiter, padre de los dioses y dueño del rayo, en un documento del año 951, donde Piedra Jueves aparece como límite de una propiedad. Archivo Catedral de Oviedo. Pergamino, Serie B, carpeta 1, nº 10.

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EL MOURU Y LA PRESENCIA DEL EJÉRCITO ROMANO EN LA MESA PREÁMBULO Acabándose ya este libro, me comunica un amigo arqueólogo el hallazgo de los vestigios de un campamento romano en el Camín Real de La Mesa. Tras la impresión inicial, la sorpresa viene de la mano de su localización. Porque se trata de El Llanu o Altu El Moru o Mouru, al este del camino en su tramo VII, metro 37.400 de nuestro cómputo. Y se habla de sorpresa porque se trata de la “extraña formación, obra segura de la mano del hombre… algo muy parecido a los fosos o surcos, que desde el campamento romano de La Carisa descienden hasta la fuente…” que se relata en la página 131 de este tomo como algo perdido en la bruma de los tiempos. Agradezco al joven equipo de arqueólogos la primicia de este hallazgo, tan importante para la historia del Camín Real y de Asturias.

Imagen del recinto de “El Mouru B” en sus lados norte y noroeste.

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El Mouru y la presencia del ejército romano en La Mesa David González Álvarez Investigador contratado FPU, depto. Prehistoria, UCM Andrés Menéndez Blanco Becario FICYT, área de Hª Medieval, Universidad de Oviedo Valentín Álvarez Martínez Investigador contratado FICYT, área de Prehistoria, Universidad de Oviedo Jesús Ignacio Jiménez Chaparro Arqueólogo

Hasta los 1.088 metros de altitud se alza un cerro redondeado ligeramente desplazado hacia el este desde la línea principal del cordal de La Mesa. Esta elevación es conocida por los lugareños como El Mouru y hace de divisoria entre los concejos de Grado y Belmonte. Lo que le otorga un papel destacado en la narración histórica de la milenaria ruta de La Mesa es el reciente reconocimiento de evidencias constructivas que denotan la existencia de una fortificación pretérita1, relacionada sin duda con la vigilancia del camino inmediato. No en vano, desde su cumbre se divisa el tramo descendente entre la venta de Porcabezas y El Colláu Valbona.

Las evidencias arqueológicas Los restos visibles en este lugar son taludes de composición terrera que dibujarían los lados NNW y NE de lo que fue un recinto de planta cuadrangular, que denominamos “El Mouru A”. Los lados restantes no se habrían conservado hasta nuestros días, borrados de las pendientes laderas por la erosión y el reiterado paso del ganado, siempre presente en estos pastos de los cercanos pueblos de Samartín d’Ondes, Noceda y Tolinas. En cuanto a los tramos de talud conservados, el mayor de ellos (NE) mantiene unos 280 metros de longitud, mientras que el otro (NNW) ronda los 250 metros. La unión de ambos lados se realiza mediante una esquina redondeada en doble curva muy bien conservada. Otro giro semejante parece intuirse en el extremo meridional del lado NE, aunque dicho ángulo se encuentra severamente afectado por la erosión de la ladera. Las evidencias constructivas de este yacimiento arqueológico son ciertamente sutiles si no se les presta su merecida atención. Los taludes son apenas unos trazos rectilíneos en las laderas del monte de medio metro escaso de altura que bien pudieran ser tomadas por antiguos lindes de los pastizales, en ocasiones delimitados celosamente por los ganaderos locales. En las últimas dos décadas la investigación arqueológica ibérica ha relacionado este tipo de estructuras con otros paralelos europeos que, ya desde comienzos del siglo XX, se reconocían como los campamentos levantados por los legionarios romanos en el transcurso de sus campañas en territorio hostil. Estos establecimientos temporales eran conocidos en el mundo clásico como castra aes-

Tales evidencias son bien visibles para quien transite este tramo del Camín Real de La Mesa. No en vano, en 1987 los restos observables en el llano de El Mouru –tal vez los del recinto que más adelante denominaremos “El Mouru B”- habían llevado a Sandalio López Gutiérrez a plantear la existencia de una fortaleza que serviría a las legiones romanas en su tránsito por la vía del puerto de La Mesa, en la publicación local Correveidile de Belmonte de Miranda (en Menéndez Menéndez, 2004: 84).

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Vista aérea de los recintos de El Mouru con indicación de la topografía. Contrasta la planta rectangular canónica de “El Mouru A”, parcialmente conservada; frente al perímetro más irregular de “El Mouru B”, más adaptado a la topografía del terreno.

tiva, y seguían unas pautas constructivas muy precisas que fueron recogidas en tratados y manuales de tácticas militares (Gilliver, 1993) y descritos por autores de la época como Polibio, Julio César o Flavio Josefo. El recinto de “El Mouru A” describiría originalmente una planta cuadrangular en forma de naipe, formato característico de los campamentos de campaña del ejército romano de la época altoimperial (siglos I a. C. – II d. C.) (Gilliver, 1999; Lenoir, 1977; Peralta, 2002b; Reddé, 1995, 1996). Un cálculo rápido de su superficie –a partir de los restos conservados de su planta, hoy incompleta- arroja unas dimensiones mínimas de 6-7 hectáreas, área cercana a la de otros castra aestiva conocidos en áreas montañosas del occidente asturleonés como Valdemeda (León) (Sánchez-Palencia, 1986), A Granda das Xarras (Ibias) (Menéndez Blanco et al., e.p.) o El Chao de Carrubeiro (Boal) (Menéndez Blanco et al., 2011). Sería por tanto asumible pensar en una interpretación similar para todos estos enclaves. A los pies de la elevación donde se ubica “El Mouru A” se reconoce otro recinto –que denominamos “El Mouru B”- rodeando un pequeño cerro de unos 1.060 metros de altitud e incorporando también el tramo inicial de su ladera meridional. Así pues, ambos recintos quedan muy próximos, aunque separados por una collada.

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Tramo de la línea defensiva occidental del recinto de “El Mouru A”.

Vista en detalle de la esquina noroeste del campamento de “El Mouru A”, apreciándose el doble giro de estas esquinas en forma de naipe tan características de los castra aestiva altoimperiales.

Imagen de un tramo de “agger”, con foso al exterior particularmente bien conservado en el lado norte del campamento de “El Mouru A”.

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El recinto de “El Mouru B” tiene una planta más irregular que el anterior, pero aún así su perímetro trata siempre de trazar líneas rectas en las zonas más llanas. Allí donde el terreno gana cierta pendiente, el límite exterior del perímetro intenta acoplarse a la línea de ruptura de las laderas, quedando hacia el interior del talud los espacios más llanos y dejando hacia el exterior las pendientes. Su estructura defensiva muestra una regularidad en su diseño bastante singular, al mantener siempre cotas constantes, para lo cual ha de adaptarse al terreno trazando líneas curvas siguiendo las formas de la pendiente. Estructuralmente muestra las mismas características que el yacimiento arqueológico contiguo, ya que se trata de un parapeto levantado a partir de la tierra extraída de la excavación de un foso exterior. Las defensas del recinto de “El Mouru B” alcanzan una longitud lineal de más de 500 metros, delimitando una superficie que ronda las 4 hectáreas. Aún así “El Mouru B” plantea algunos problemas de cara a su interpretación como campamento romano, pues no reproduce las formas canónicas que los militares romanos trataban de aplicar habitualmente en sus fortalezas de campaña (Gilliver, 1999; Harmand, 1967; Le Bohec, 1990; Peralta, 2002b). No obstante, hay varios aspectos que apoyan esta interpretación, con ligeras reservas a la vista de las dudas razonables que ofrecen las evidencias disponibles. En primer lugar, es una obra con paralelos estructurales claros respecto al vecino “El Mouru A”, cuya naturaleza campamental romana deja escaso margen a la discusión. Tampoco son extraños en la Arqueología militar romana del noroeste ibérico los campamentos menores de plantas irregulares y posiciones secundarias frente a otros fuertes principales. Podemos traer a colación ejemplos como El Cantón (Cantabria) (Peralta, 2002a) o A Recacha (Ibias) (Menéndez Blanco et al., e.p.) Por otro lado, debemos descartar que el recinto de “El Mouru B” tuviese alguna función agrícola o ganadera, ya que no se conocen estructuras análogas con estas funciones, ni en su disposición constructiva, tamaño o ubicación. En último término, los soldados romanos seguían una serie de preceptos claros para establecer sus campamentos temporales, respecto a sus emplazamientos y a sus características constructivas. Aún así estas podían variar llegado el caso, para acomodarse en cada situación a condicionantes ajenos a su control, como la falta de tiempo para elegir una mejor localización, adaptarse a una orografía desfavorable o afrontar situaciones complicadas en cuanto a la seguridad del contingente en movimiento.

Discusión En definitiva, existen en el lugar de El Mouru dos recintos fortificados cuyos rasgos formales parecen relacionarse con las fortificaciones habituales del ejército romano. En el primero de los casos tal consideración parece segura –a falta de los necesarios trabajos arqueológicos que lo confirmen definitivamente-, ofreciendo algunas dudas razonables en el caso de “El Mouru B”. De todos modos, la situación de ambos enclaves –en estrecha relación con la ruta histórica de La Mesa- abre la puerta a varias interpretaciones que enumeramos brevemente para luego discutir las fortalezas de cada opción: establecimientos militares romanos relacionados con movimientos de tropas en contextos bélicos; asentamientos levantados durante la construcción de la vía romana de La Mesa; puntos de control o vigilancia del tránsito a través de la mencionada vía. Cabe añadir que, a la luz de las aún exiguas evidencias históricas y arqueológicas con las que contamos para ambos yacimientos, es difícil no sólo determinar el contexto cronológico y funcional en el que cobrarían sentido histórico; sino que tampoco podemos advertir con claridad el funcionamiento sincrónico de ambos sitios, ni dilucidar siquiera que los dos recintos tuviesen función común, a pesar de su proximidad geográfica.

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La opción más sugerente en base a las características y ubicación de ambos recintos –especialmente en el caso de “El Mouru A”– es que se trate de campamentos temporales relacionados con la conquista romana del actual territorio de Asturias. Entre los años 29 y 19 a. C. las legiones romanas emprenderían, bajo el mandato de Augusto, el sometimiento armado de las comunidades indígenas que permanecían fuera del control administrativo y político del Imperio Romano en el occidente Cantábrico. Las Guerras Cántabras sólo se habían podido estudiar, hasta hace pocos años, mediante la lectura atenta de las fuentes grecolatinas que describieron la contienda. Pero recientemente el arduo trabajo de algunos investigadores nos ha facilitado reconocer sobre el terreno los testimonios arqueológicos del conflicto, especialmente en el escenario oriental del teatro de operaciones (Peralta, 2009; Serna et al., 2010). Así, hoy sabemos que el avance de los ejércitos romanos se efectuó siguiendo las cuerdas elevadas de las sierras y cordales que, con una disposición norte-sur, sirvieron de caminos elevados en su avance desde la meseta y el alto valle del Ebro hacia la vertiente cantábrica. Las arquitecturas megalíticas que jalonan la ruta de La Mesa atestiguan su uso, desde momentos tempranos de la Prehistoria reciente, por grupos ganaderos que se desplazarían por esta vía natural aprovechando sus ricos pastos estivales. El ejército romano habría seguido estos caminos cumbreros para avanzar por territorio hostil, ya que tales trazados son los más favorables tanto por la facilidad de tránsito como por razones estratégicas de seguridad frente a tácticas de la guerra irregular como las emboscadas. Podemos suponer por tanto que La Mesa sería una de las líneas de avance para atravesar la Cordillera Cantábrica durante la conquista de la Asturia transmontana. Estas líneas son conocidas gracias a la consecución de los campamentos de marcha que el ejército levantaba a su paso. Desde los sucesivos establecimientos temporales en los que pernoctarían

Trazado del perímetro del recinto de “El Mouru B” en su lado Noreste.

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Vista en detalle de la línea defensiva de “El Mouru B” en su lado Oeste, con un talud de composición terrera y un foso, parcialmente colmatado, que corre paralelo al exterior.

las tropas, se lanzarían los nuevos avances y asaltos sobre los poblados indígenas que se resistieran a los conquistadores. Como apoyo a esta posibilidad, podemos esgrimir la coherencia morfológica que parece ofrecer el recinto de “El Mouru A”, mostrando unas características formales propias de este tipo de yacimientos, y que además se pueden llevar en lo cronológico a los momentos precisos en los que se desarrollarían las Guerras Cántabras. En Asturias sólo conocemos un frente en el que se observen tres establecimientos alineados, con los campamentos El Pico el Outeiro, A Pedra Dereta y El Chao de Carrubeiro dibujando una línea de avance desde Galicia hacia el Bajo Navia, a través de los altos de A Garganta, A Bovia y Penouta (Menéndez Blanco et al., 2011). En el resto de casos conocidos deberíamos presumir rutas de avance semejantes a partir de campamentos aislados. El ejemplo mejor conocido lo representa el yacimiento de El Picu Currietchos, en la ruta de La Carisa (Camino et al., 2007b). Otros campamentos como A Granda das Xarras y A Recacha pueden señalar otras líneas que se internarían por el valle de Ibias (Menéndez Blanco et al., e.p.), mientras que el posible establecimiento de El Castietchu de Vatcháu puede hacer lo propio por el alto Narcea (Fanjul Peraza, 2007). Como segunda opción a considerar, podemos plantear que estos establecimientos tuviesen relación con la construcción de la propia vía romana de La Mesa. Este tipo de labores técnicas suelen recaer en los ingenieros militares durante los momentos inmediatamente posteriores a la conquista de territorios hostiles. Además de soldados, entre las filas del ejército romano había técnicos con distintos perfiles y personal cualificado para realizar trabajos especializados. Es bien conocido el papel de las legiones romanas no sólo en el control policial de los nuevos territorios

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Mapa de situación de los yacimientos campamentales romanos del ámbito asturleonés.

conquistados, sino también en la creación de las infraestructuras básicas para facilitar la puesta en marcha del tejido administrativo del Imperio Romano. Así, sería comprensible contemplar que en El Mouru pudiesen establecerse contingentes militares destinados a controlar y dirigir los trabajos de elección del trazado y construcción de una vía romana a través del cordal de La Mesa, que acabaría por convertirse en una de las arterias principales del tránsito romano a través de la Cordillera Cantábrica (González Álvarez, 2011). En esta dirección, es conocida la presencia de dos recintos campamentales en un mismo lugar o muy próximos entre sí. Por ejemplo, se ha propuesto cómo en La Poza (Cantabria) se superpondrían dos castra aestiva relacionados con la fase de conquista y con la posterior construcción de una vía (Cepeda et al., 2009). En ese caso, se consideran distintas funciones y sucesivas cronologías para asentamientos coincidentes en el espacio, lo cual no deja de ser muy sugerente para los dos recintos de El Mouru. Como última posibilidad, podrían vincularse con las actividades mineras los recintos campamentales de El Mouru, en cuya planificación y administración tuvo un papel esencial el ejército romano (Domergue, 1990). El trazado de la vía de La Mesa se interna hacia uno de los núcleos más importantes de la minería aurífera romana en la Asturia transmontana, en torno a los complejos mineros del bajo Pigüeña, la sierra de Bixega, El Valle-Bueinás, Carllés y Ablaneda-Godán (Fanjul Peraza y Menéndez Bueyes, 2003-2007; Fernández Mier, 1999; Villa, 1998; Villa y Fanjul Mosteirín, 2006). Los recintos de El Mouru podrían relacionarse con el control viario de la ruta de La Mesa como posible camino de evacuación hacia la meseta del oro extraído. También podría ser base de operaciones de un contingente de técnicos militares

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romanos encargados de las labores de prospección y puesta en explotación de estos sectores mineros, tal y como se ha propuesto para otras fortificaciones romanas del suroccidente asturiano, como Moyapán (González Álvarez et al., 2008) o San Isidro (Villa, 2007).

Conclusiones La ruta de la Mesa ha sido un itinerario de uso milenario empleado por los grupos humanos para conectar el mar cantábrico con la cuenca sedimentaria del Duero a través de la Cordillera Cantábrica. Su valor como vía estratégica de comunicación ha estado vigente desde los inicios de la Antigüedad. Como ha quedado de manifiesto en este trabajo es en época romana cuando empieza a funcionar como vía de penetración de contingentes militares. Más tarde, este componente geoestratégico quedará patente en buena parte de las sucesivas operaciones militares que tendrían como objetivo la conquista del solar asturiano. A la luz de las evidencias históricas y arqueológicas se pueden señalar su utilización como arteria de penetración durante las campañas militares que se realizaron en los albores de la Edad Medía, tal y como acredita la fortificación de El Muru (Camino Mayor et al., 2007a, 2010). Siglos después, ya inmersos en la guerra hispana contra el emperador Napoleón, este camino sería nuevamente considerado como uno de los principales puntos por los que franquear las altas cumbres cantábricas. Aunque carecemos por el momento de trabajos sobre el terreno que reconozca tales evidencias, sí contamos con documentación escrita que revela su utilización. En una reciente compilación cartográfica de la contienda (Ministerio de Defensa, 2008) aparecen algunas fortificaciones asturianas que hasta la fecha no han sido localizadas. Sin duda, algunas de ellas debieron estar emplazadas controlando puntos estratégicos de la vía de La Mesa y sus ramales, como sería del puente de Peñaflor en Grado. Es oportuno traer a colación los escritos del observador militar James Leith, General de División del ejército británico, quien valorando la posibilidad de convertir Gijón en una cabeza de playa por donde enviar una fuerza expedicionaria con dirección a Castilla señalaba cómo desde el puerto de Gijón, un ejército podría subir hacia León o Castilla en tres columnas (…). La primera desde Gijón por Infiesto hasta Sama de Langreo, la Segunda por el Puerto de Pajares y (…) toda la artillería y el equipaje por la tercera ruta que, partiendo de Oviedo pasa por Grado y Mesa hacia León (…). No obstante recordaba que (…) A finales de octubre empieza a llover y sigue de modo más o menos virulento hasta marzo, siendo los peores meses diciembre, enero y febrero. Ya en octubre la carretera de las montañas que pasa por Mesa está a menudo impracticable debido a la abundante nieve (…) (Laspra, 1992). Estas últimas notas no han tenido otro objetivo que recalcar el interés de esta ruta como escenario de los mayores episodios bélicos de nuestra Historia, a los que quizá cabría añadir un nuevo capítulo, a la luz de las evidencias recientemente identificadas en el área de El Mouru, presumiblemente ligadas a la presencia del ejército romano. Estos nuevos datos avalan la posibilidad de que la vía de La Mesa hubiese jugado un papel destacado en la conquista y posterior sometimiento de los grupos indígenas que ocupaban el solar occidental cantábrico a la llegada de Roma (Marín y González Álvarez, 2011). Habida cuenta que estos caminos de alta montaña fueron sustituidos a partir de la Plena Edad Media por otros que discurrían por los fondos de valle, su utilización en épocas posteriores tendría como uno de sus principales fines el uso militar. Aunque esto no puede soslayar el hecho de que en la biografía de esta vía siempre prevalecerá su utilización como ámbito de comunicación e interconexión entre los territorios asturiano y leonés, convertida la ruta de La Mesa en verdadera arteria cultural y comercial entre ambas vertientes.

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Los Lodos, lugar de enfrentamiento entre las tropas de Alfonso II El Casto y las del emir Hixen I de Córdoba.

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CRISTIANISMO E ISLAM EN EL CAMÍN REAL “A un hecho histórico se le añaden los ingredientes necesarios para convertirlo en mito, capaz de ser consumido por una fe creada” Ron Barkai.

La batalla de Los Lodos

C

on el derrumbamiento de la autoridad romana y con el abandono de la minería, el Camín Real de La Mesa entra en una larga etapa de abandono y deterioro. En un país lluvioso ello es previsible: derrubios o deslizamientos, o incluso derrumbes de taludes y laderas superiores serán los responsables de un estrechamiento de la calzada y de colmatar zanjas y cunetas. El efecto erosivo del agua se ejerce tanto sobre el borde externo del camino como sobre el centro del pavimento, convertido en no pocas ocasiones en cauce de evacuación de esas aguas. Así, el camino carretero pasa a convertirse en camino muletero o caballar en no demasiado tiempo. El deterioro del CR, unido al aislamiento y al declive provocado por siglos de atonía al norte de la Cordillera Cantábrica, va a llegar a extremos tales que, en pleno siglo XVII, en la villa y corte de Madrid se desconoce si Asturias tiene caminos carreteros. Pero antes de que esto llegue a ocurrir… Antes de que eso llegue a ocurrir, las tropas del Emir Hixén I, que en el año 794 habían llegado a Astorga siguiendo posiblemente la Vía de La Plata, aprovecharán lo que aún queda del CR para entrar por él hasta Oviedo, destruir la capital del naciente reino astur y al final escribir con sangre y lodo una página histórica del Camín Real en el lugar de Los Lodos. Sobre la batalla de Los Lodos escribieron páginas que hoy ya son clásicas, D. Claudio Sánchez Albornoz y D. Juan Uría Riu. Ambos conocieron y pisaron el escenario de los hechos; pero D. Juan Uría tuvo un contacto más cercano con la geografía del CR. Ambos, y la traducción de las crónicas que hicieron Juan Gil Fernández y José L. Moralejo serán nuestros guías por aquellos aconteceres tan lejanos.

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Dos tramos del Camín Real aún existentes en el lugar de Los Lodos.

¿Por qué utilizaron el Camín Real de La Mesa las tropas de Hixen I? Varias razones apoyan la elección: es la continuación hacia el norte y hacia Asturias de la Vía de La Plata, camino por el que llega a Astorga el poderoso contingente de las tropas de Hixen bajo el mando directo del general Mugait; además es un camino estratégico insuperable, que no desciende al fondo del Valle –como en Pajares o Ventana- y en el que, por tanto, se hacen prácticamente imposible las emboscadas. Y por último es un camino carretero que, aunque deteriorado, permite aplicar las estrategias de las razias árabes: primero, movilizar a gran velocidad un importante número de hombres y caballos; y segundo, y no menos importante, facilita la intendencia que en esas razias musulmanas siempre sigue al ejército transportando sobre carros de ruedas impedimenta, pertrechos y raciones para la tropa. El Camín Real es el único que reúne todas esas condiciones: desarrollo por lo alto y ancho y perfil de camino carretero. Todo parece indicar que el ejército de Hixén entró hasta la capital, Oviedo, por el Camín Real –posiblemente hasta el ramal de Grado- llevando la “guerra santa” al corazón de Asturias con “desolación y estrago: ardían las iglesias, caían los muros, se entraba a saco en los pueblos, y manadas de cautivos y rebaños marchaban delante del vencedor”. Así que tenemos, Camín Real arriba, tras sembrar la destrucción y la derrota, desde Grado a Moutas y a Los Lodos, una de las caravanas más nutridas que hayan pateado aquellas laderas de la Sierra El Pedrorio: rebaños y prisioneros como parte del botín y, tras ellos, un numerosísimo ejército, parte del cual va a caballo. Porque es tradición y técnica militar para aquel ejército en este tipo de acción, que uno de cada cinco soldados vaya a caballo.

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Bien tenía que conocer Alfonso II o alguno de sus hombres el terreno para tender una celada como la que cuentan las crónicas: atraer al enemigo hacia una zona pantanosa, donde caballos y hombres naufragan materialmente en el lodo. Y así, “los fieles cristianos” aprovecharon para acabar con “los pérfidos musulmanes”. Pero no es de extrañar que Alfonso II o sus hombres conociesen bien los recovecos del Camín Real de La Mesa. Sus antecesores Silo y Mauregato Relato de la batalla de Los Lodos. Crónica Albeldense. Real Academia de La Historia. Códice Emilianense, 39, fol.253 rº.

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y durante unos años también Bermudo, vivieron y tuvieron su corte allí donde el Camín Real termina: en Pravia. Justo en el extremo norte del camino. Y cabe suponer, sin mayor riesgo de error, que precisamente este camino fuese el que usasen aquellos monarcas para sus viajes y correrías hacia el sur. Téngase en cuenta que Oviedo aún no era capital y Pravia sí. Como también es de suponer, por lógica, que la comitiva que durante el reinado de Silo trajo los restos de Santa Eulalia a Asturias lo hiciese recorriendo la Vía de La Plata, desde Mérida hasta Astorga, para continuar después por el Camín Real de La Mesa desde Astorga hasta Santianes de Pravia: un recorrido rectilíneo entre Mérida y Pravia. El relato escueto de la batalla de Los Lodos es que en el año 794, reinando Alfonso II, “el ejército de los árabes entró en Asturias con un general llamado Mugait. Sorprendidos por los ástures en el lugar de Lodos, fueron muertos 70.000 hombres con su general” según cuenta una crónica –la Rotense-. La crónica conocida como “A Sebastián” introduce algún detalle más: “y en el lugar que se llama Lodos, donde se había apostado el rey Alfonso, con el dicho general murieron por el hierro y por el cieno unos setenta mil hombres”. Admitido lo fundamental de los hechos, hay que colegir que setenta mil hombres son muchos hombres. Demasiados hombres. Porque ello supone, aproximadamente, unos 14.000 caballos y unos 56.000 infantes. Lo que hace que, kilómetro más o kilómetro menos, la recua de caballos se extienda cerca de unos cincuenta kilómetros, mientras que la infantería, en fila

“… et per illa via de illos Lutos…”; la via de Los Lodos en una escritura de permuta del año 1032. Archivo Histórico Nacional. Clero Secular-Regular. Carpeta 1567, nº. 5 rº.

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Desarrollo del Camín Real por lo alto y sobre Los Castros, entre Lauteirón y la Fuente El Camín. Tramo V.

de a dos, ocupe unos veinticinco kilómetros… Y lo que es más importante: ni todas las hierbas del entorno del Camín Real dan para alimentar semejante número de caballerías. La Crónica Albeldense, la más antigua y más creíble, la menos milagrera y de “ninguna fuerza emotiva” en opinión de Gómez Moreno, es posiblemente también la que menos fabula. Dice secamente de Alfonso II: “Logró varias victorias sobre los ismaelitas y venció en combate a una hueste de beréberes en Asturias, en el lugar de Lodos”, y concluye lapidaria: “El que todo lo hizo en paz, en paz descansó”. Pero será también conveniente contemplar este hecho desde la perspectiva musulmana, no solo desde la cristiana. El historiador Ibn El-Athir relata que la “expedición tuvo por resultado la destrucción de la capital del rey Alfonso y las iglesias y una cierta cantidad de botín. Pero a su

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El Emir Hixen: “de carácter severo y cruel”. Fatho–el Andalusi. “inteligente, magnánimo, sabio, justo y virtuoso”. Aben Adari. “se conducía rectamente… cumplía sin vacilación la guerra santa”. Ibn al-Qutiya. “es valiente, enérgico, vencedor en las guerras”. Ajbar Maymia. Almaizar del emir Hixen con el que se revestían los califas para declarar la guerra. Real Academia de La Historia, 292.

Alfonso II: “metió femencia en ser sabio et accucioso en toda su fazienda”. Primera Crónica General de España. “fue mui uen rrei… e non ovo fijo”. Crónica de 1344. “pío y Católico Príncipe”. Luis Alfonso de Carvallo. “Don Alfoso o casto… foy muy boo rrey” Livro das Linhagens. Alfonso II El Casto, orante. Archivo Catedral de Oviedo. Libro de los Testamentos. Miniatura repuesta sobre el fol. 2 vº.


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vuelta, los musulmanes, engañados por su guía, fueron sometidos a rigurosas pruebas: muchos de ellos perecieron, así como sus monturas, y perdieron sus bagajes; el resto, sin embargo, pudo escapar”. Lo que, para ser contado por la parte perdedora, no deja de ser esclarecedor. De esta importante batalla se hacen eco muchos más historiadores: Yepes, Mariana, Sandoval, Morales, Flórez… y cómo no, Luis Alfonso de Carvallo, Risco, Cuadrado y el obispo Pelayo, de quienes extraemos, como síntesis escueta, unas frases: “las historias en Latín llaman Lutos, por los muchos lodos y pantanos que en él avía”… “un pueblo que por la multitud de pantanos tenía el nombre de Lutos”… “los infieles, sorprendidos en un terreno pantanoso… perecieron con su gefe Mugeit en número de setenta mil, parte a filo de espada, parte ahogados en el cieno”. Para el obispo Pelayo la cifra de setenta mil se eleva a “más de setenta mil”. A partir de entonces al Camín Real, en su tramo por aquellos parajes se le conoce como “illa via de illos Lutos”: el camino de Los Lodos, tal impronta debió de dejar en la memoria de los nativos. Habría que oír el vocerío y los epítetos que se lanzarían los unos a los otros en pleno fragor de la batalla. Los cronistas más refinados sin duda, tampoco se quedan cortos: “pérfidos, arteros, crueles, impostores, perversos, bárbaros, demoníacos, fraudulentos adoradores de la luna, enemigos de la fe” son algunas de las perlas que los cristianos dedican a los musulmanes, quienes a su vez responden llamando a los cristianos “paganos, traidores, asnos, bestias, salvajes y, como no, enemigos de Alá, adoradores de imágenes”, etc. Porque la enemistad religiosa era el núcleo de la lucha al parecer, ya que era “la Divina Providencia” la que concedía victorias para mandar a “los infiernos” a los enemigos: ser cristiano o musulmán era más importante que ser español o bereber.

El pueblo de Los Lodos, circundado en lo alto por el Camín Real.

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Un laberinto de nombres El lugar de la batalla aparece escrito de diversas formas dependiendo de las diferentes crónicas y de sus distintas versiones, al igual que ocurre con el nombre de alguno de los protagonistas. Y así encontramos: LUTOS: “in loco qui uocatur Lutos”. “in loco Lutos”. “in loco qui dicitur Lutos”.

Crónica a Sebastian, 12 2 Crónica Rotense, 21 3 y BN. Códice 8831 Libro de los Testamentos. ACO, códice 1, folio 2 rº B

LUTIS: “in locum Lutis”.

Crónica Albeldense, XV 9 11. RAH. Códice Emilianense, códice 39, folio 253 rº. Su imagen se reproduce en estas páginas. También en BN. Códice 2805

LUTORIE: Transcripciones tardías pelagianas

BN. Códices 1358 y 2805 Libro de los Testamentos.

Claro que mucho más complicado resulta lo que sucede con el nombre del general árabe que condujo las fuerzas del Emir Hixen –o Hisan- por el Camino Real de La Mesa: CRÓNICA ROTENSE: MUGAIT. RAH. Códice 78, y BN. Códice 8831. MUGAYS. RAH. Códice Emilianense, códice 39. MUGARIS. Biblioteca Capitualr de Toledo. Cap. 27-7. MUGARIZ. BN. Códice 1512. CRÓNICA A SEBASTIAN: MOKEHIT. Segorbe. Cat. G. Est 1 (desaparecido) y BN. Códice 7602. MOHE. BN. Códices 1237 y 1346. MORRET. BN. Códice 9880. MOKEIT. Libro de los Testamentos. ACO, códice 1. NUGAREZ, MUGAHIT Y MOET. Luis Alfonso de Carvallo. Antigüedades… MAKEIT, MOET, MUGAIT, MOKEIT. M. Risco. España Sagrada…

La muralla defensiva: “El Muro” Tras el descalabro llega la venganza: al año siguiente, en 795, serán el Puerto Ventana y el valle de Quirós los escenarios de una nueva correría musulmana, que asciende desde los valles del río Luna. Al igual que años más tarde también serán las “huestes de los sarracenos” quienes lleguen de nuevo a Astorga en unas ocasiones mientras que las tropas de Alfonso III descenderán en sentido inverso hasta Mérida y Portugal en otras ocasiones. Volvemos a tener a Astorga y al Camino de La Plata como epicentro de un flujo y reflujo de tropas de sur a norte y de norte

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— CRISTIANISMO E ISLAM EN EL CAMÍN REAL —

Seaza, sobre la margen izquierda del Río Cubia y cercano a Los Lodos.

a sur. Y también al Camín Real de La Mesa, porque de todo este devaneo de ires y venires va a resultar que Alfonso III manda construir un sistema de fortificaciones de la Cordillera Cantábrica, como apoyo a la colonización en el territorio de Luna. Y el Camín Real participa de ese sistema defensivo, porque una fortificación de la época –con las reservas propias de la datación- es lo que se encuentra justo al norte del puerto y braña de La Mesa: El Muro. Fortificación que extiende su nombre a la collada vecina –la Collada del Muro- y a la desaparecida ermita situada poco más al norte: Santa María Magdalena del Muro. Una muralla defensiva, con su foso, estrangulando el paso de la ladera por la que discurre el Camín Real. Porque en aquel paraje, y por fuera del muro, es casi imposible transitar de sur a norte, y aún menos con caballos. Del lado de Teverga las laderas se desploman hacia el endemoniado embudo de La Cárcava y Valdemoreo, para acabar en el estrangulamiento del río de Barrio bajo la torrentera de El Xiblo (El Xiblo de Valdemoreo, en el río de Barrio, no Los Xiblos que se despeñan bajo Las Navariegas). Y del lado de Somiedo, imposible el tránsito, porque solo queda la posibilidad de las intransitables anfractuosidades de Los Arroxos, muy lejano aún el tiempo en que por esas hoces se abra paso un camino. Los ciento veinte metros de ladera practicable en paralelo al Camín Real están defendidos por una muralla transversal al propio camino y con un tamaño exactamente igual al de esa ladera practicable: ciento veinte metros. Muralla de construcción tosca, y cuya altura, aún siendo

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pequeña –unos dos metros- resulta de irregular y difícil medición. La erosión y los progresivos derrumbes de las hiladas superiores del muro son la causa de esa irregularidad. Presenta además un pequeño foso todo a lo largo y por debajo de su ladera defensiva –la sur-, también muy irregular, en parte debido a que al servir de cauce a las aguas de lluvia o deshielo, su base pudo haber sufrido a su vez alteraciones a lo largo del tiempo. El resultado de todo ello es una barrera o muralla defensiva eficaz para cerrar el paso por el Camín Real, un verdadero estrangulamiento estratégico para impedir la entrada hacia Asturias justo en el sitio más oportuno: allí donde no es posible otra alternativa para ese paso.

El Muro, foso y paramentos.

El Camín Real atraviesa la defensa del Muro

En los últimos años se realizaron excavaciones arqueológicas, tanto en el muro como en diversas variantes del CR. A la espera de los resultados que comuniquen los expertos, se apuntan aquí dos datos objetivos: uno, muy sorprendente para el profano, el ancho del muro, más de cuatro metros; y el otro, tan frío como el resultado de un dato de laboratorio, la datación de la construcción del Muro entre finales del siglo VII y principios del siglo VIII. Dato este que viene en apoyo del Muro como parte del sistema defensivo de la Cordillera Cantábrica y de la importancia estratégica que en esa época tiene el Camín Real de La Mesa. “y matarás a Gog con tu espada y pondrás el pie en la cerviz de él” (Crónica Profética. Profecía de Ezequiel). “mata a los cristianos con una muerte dolorosa” (Crónica árabe).

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Abandono y ruina en el camino, ermita y venta de Los Lodos.


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Torre de Proaza y cumbres de La Forcada.

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TIEMPOS DE INSEGURIDAD “Depredari omnes transeuntes” Asaltar a todos los caminantes. Texto medieval.

T

ras la riada de sangre cristiana y musulmana que tiñó las aguas del río Cubia, el Camín Real de La Mesa va a vivir tiempos turbulentos y de inseguridad, tiempos de tormentas sociales y de conflictos de los que, en sombrías descripciones, nos llegan sobradas muestras. Como casi siempre, los desmanes los provocan los poderosos con sus insidias, mentiras y ambiciones; y acaban pagándolos la humilde gente de a pie con su indefensión. Sirven para hacer boca, como ejemplo, dos botones de nuestra referidos a nuestros caminos. Son un compendio descriptivo del sermón “Veneranda dies” y del “Speculum peccatoris”, que exponen así la situación de los caminos: “Ladrones, salteadores, bandidos, piratas, posaderos, taberneros y comerciantes sin escrúpulos, timo en el cambio de moneda, malos tratos físicos, atemorización y chantaje, fraude y engaño de pícaros, incluyendo clérigos, a ingenuos caminantes mostrándoles huesos de animales como si fueran reliquias… engaños en pesos y medidas, mentiras y perjurios, robos, registros de bolsas, robos del pienso que echan a sus caballerías, apropiaciones de objetos olvidados o extraviados, expolio de enfermos inválidos o viajeros que fallecían en el camino, dar mal de comer, exceso de precio, mezcla y rebaja del vino con agua, (“ubi venditur vinum aqua temperatum”) tráfico de meretrices y rufianes para desvalijar a los viajeros, asociación con malhechores para tramar emboscadas, esto especialmente en posadas de lugares despoblados que en España se llaman ventas. Prácticas a las que tampoco son ajenos prelados y clérigos: si en Oviedo el fraude se hacia en la propia catedral y los clérigos urdían la estafa. ¿Qué no se tramaría por los temidos y apartados caminos para “obtener limosna”? Tras esta clarificadora letanía, que no es de cosecha propia, no estará de más recordar que en el Camín Real, solo entre Torrestío y Dolia, se encontraban las ventas y ermita de La Mesa, (de la que quedaban esparcidos por la braña el dintel con cruz esculpida y alguna dovela utilizada como poyo en algún corro, amén de la campana y de una imagen recogidas en el Valle de Saliencia), Piedra Jueves, en sus tiempos San Lorenzo, Cueiro, Porcabeza y La Corredoria. Y al norte de Dolia, La Venta, Las Cruces, Los Llodos, La Ventona, Moutas… y las ermitas de

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La Mesa, la braña de Cuevas, La Magdalena y La Corredoria. Y si entramos en el Camín Francés las ermitas se multiplican: Santa Cristina, varias en Maravio, El Alto Santiago de La Roza, San Bartolo en el Campu Los Aceos… Así que bien abastecidos están nuestros caminos. Claro que, peor que ventas y ermitas van a ser los despoblados: desde Torrestío a Dolia solo hay unas pocas brañas y los tramos del camino totalmente despoblados, entre braña y braña, se alargan en exceso en no pocas ocasiones con el consiguiente aumento de la inseguridad de caminantes y arrieros. Algo más de cuarenta kilómetros de camino bien alejados de cualquier núcleo poblado donde el caminante podría encontrar alguna seguridad al amparo de los vecinos. Claro que de los abusos de poder tampoco van a quedar libres ni los propios clérigos, ni antes ni después: que se lo preguntan al monje Martino Padérniz, cuando allá por el año 1131 viaja de León a Corias por tierras de Luna y Babia con quince caballerías cargadas de trigo y es requerido por Martino Fernández y Martino Germías, hombres del conde Suario, para pagar el portazgo de sus acémilas y del trigo. El monje, exento del pago de portazgo, lleva la gran paliza, al igual que sus hombres, por negarse a pagar. Lo que conllevará a que el abad de Corias exija justicia al

En el rellano de la iglesia de Torrebarrio se alzaba la torre defensiva que dio origen al nombre del pueblo y que tanta influencia tuvo en el Camín Real.

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San Martín de Ondes, bien defendida por su torre y al borde del Camín Real.

conde. Pero la paliza ya estaba sobre las costillas de aquellos hombres. Claro que, curiosamente, serán también los clérigos quienes actúen de la otra parte, porque “los vasallos del obispo derramaban en sus correrías la desolación y el estrago”. Pero maleantes y salteadores de caminos aparte, quienes se llevaban la palma en sembrar inseguridad en el Camín Real y sus aledaños son precisamente los “señores”, los propietarios de tierras y castillos, los que ostentan, y en no pocas ocasiones detentan, el poder y la fuerza. Así, los Quirós, que ejercen un poder de vigilancia y control del camino por delegación real, van a ejercer también su poder personal, emanado de su propia fuerza, para dedicarse al robo sistemático y planeado de viajeros y recueros, sembrando con sus desafueros el miedo y el pánico en estos caminos. La gravedad de los castigos a los contraventores de la paz de los caminos valía de bien poco. Por otro lado, los nobles podrían también estar satisfechos de que otros rompieran esa paz, porque si se capturaba al ladrón, éste habría de restituir a su dueño el doble de lo robado… y pagar cien sueldos al señor que ejerza el señorío del camino. Señoríos que se reparten primordialmente en torno al Camín Real: los Quiñones o Luna de un lado, los Bernaldo de Quirós de otro lado, y por último los Miranda o de Valdecarzana completando el trío. Todos ellos con cuantiosas posesiones, cuya función, entre otras y según nos mienten las crónicas, era “la vigilancia de la antigua vía roma existente entre Astorga y Lugo de Llanera,

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que llegando a Torrestío remontaba el Cordal de La Mesa y entraba en Asturias”. Completaban el mapa toda una hornada de nobles o poderosos de muy segunda categoría dispersos por todo el territorio vecino al Camín Real. Todos estos personajes ejercen su poder desde lugares bien protegidos y difícilmente expugnables: sus castillos. Aunque pasan la mayor parte de su tiempo haciendo vida itinerante, de acá para allá, en no pocas ocasiones acompañando a los reyes en sus correrías. Porque el sentido de radicación o arraigamiento en un lugar no está establecido en esa época: se cuentan hasta trece las ocasiones en que Alfonso IX franqueó los difíciles pasos de la Cordillera Astur-leonesa, al igual que antes lo había hecho su padre Fernando II. Son épocas en las que se hacen normalmente jornadas de entre 20 y 30 kilómetros al día, si bien consta que ese rey

Vista del camino en La Sedernia: camino siempre por lo alto, camino estratégico.


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La torre de San Martín de Ondes. Restos de la torre de Montovo.

Alfonso fue de Oviedo a Santiago en solo cuatro días. Estamos hablando de los años que van del 1180 al 1230, cuando los representantes de Tineo, Grado, Avilés y Pravia tienen que viajar, Camín Real arriba para ir a Valladolid a firmar un acuerdo o “carta de hermandad” para defender los caminos y los pueblos de los “muchos desafueros e dannos e muchas forçias e muertes e prisiones e despechamientos… e desonres e muchas otras cosas…” Eran los tiempos en que unos robaban a otros para defender la competencia de su comercio, o simplemente para aprovechar lo robado. Como cuando los vecinos de Avilés apresan en el camino las mercancías de los vecinos de Oviedo para defender así la competencia en el mercado de paños. Son épocas en las que Asturias y sus caminos no gozan de buena fama, tal como algo mas tarde dice la reina madre a su hija, desaconsejándole viajar a esta tierra “que la tierra de Asturias era muy fuerte para entrar e andar por ella, e otrosí que el tiempo era muy de nieves e de yelos, e otrosí que non fallarían vianda e que perdería los caballos…” La crisis política en torno al 1282 conduce a un incremento del caos y el bandidaje en los caminos de las tierras asturianas. La carta de Fernando IV a la villa de Avilés no puede ser más sombría cuando habla de “las villas e pueblas que derribaron e quemaron los malfechores”… “e otrosí de las otras fortalezas que eran fechas o se fezieron o fazer malfectrías, que sean derribadas”… “otrosí… aquellos conceios que fueron robados e quemados…”

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El Picu Caleiru o Matacaleiru, donde pudo existir un castro.

En el Camín Real y en el Camín Francés la confusión es reflejo de la confusión de la época. Camín Real arriba y abajo suben y bajan parte de los tres mil peones de leva, camino de la guerra en la frontera sur y se cruzan con los hombres, también de leva, que obligados por los Quiñones “…abía fecho muchas beçes yr a los becinos… a pasar los puertos, e yr a Asturias a los puertos de mar e traerle pescado e frutas donde el estava en tierras de León…” Y estaba justo al sur del Camín Real, en su castillo de Luna. Si al sur ejercen su señorío los Quiñones, al norte lo hace Gonzalo Bernaldo de Quirós, dueño nada menos que de la mayor parte de Quirós, Proaza, Teverga, Yernes y Tameza, Páramo y La Focella, al igual que lo habían sido de su padre Gutier González y lo serían de su hijo, también Gutier de nombre. Posesiones que habían sido recibidas del obispo “para defenderlos de los facinerosos y malechores”. Pero uno es el principio y otro el final, porque “esta familia tuvo en encomienda por muchos años los castillos de Alba, Buanga, Proaza y Teberga… pero acabaron abusando y usurpando bienes” Así que parece que el obispo, viendo tal, decide despojar de esos bienes a los Bernaldo de Quirós. Teniendo en cuenta que este relato es una simplificación de los hechos, de por sí mucho más complicados. Torres y castillo son, en tal situación, lugares estratégicos en el gobierno y desgobierno del Camín Real como pronto se verá. De muchos de ellos y de forma esquemática se ofrece información en cuadro aparte. Pero hay algunos de esos castillos cuyo protagonismo será especialmente trágico para el Camín Real y su entorno. El primero de ellos es el Castillo de Buanga, situado en lo alto de la sierra del mismo nombre, justo encima del tramo final del Camín Francés. Y el segundo, la torre de Coalla justo en el valle del mismo nombre, que se abre entre el Camín Real al poniente y el Camín Francés hacia el levante. Al igual que el desaparecido castillo y la bien conservada Torre de Proaza. Todas estas fortificaciones afectan directamente a la seguridad vial de nuestros caminos, aparte, claro está, de la seguridad de los concejos de Yernes y Tameza, Proaza, Grado y Oviedo.

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El conde Pelayo Froilaz y Cueiro Cuando nuestro calendario ronda el año 1000, el Camín Real de la Mesa y el Camín Francés vuelven a ser escenario de turbulentos hechos de armas. El por entonces dueño de casi media Teverga y media Saliencia, Froila Xemenez, deja en herencia a su hijo Pelayo Froilaz, entre otras tierras, toda una serie de propiedades que afectan a ambos caminos: “bajo el Puerto de Cueiro… el pueblo que llaman Taja, hasta la Bobia de Cueiro”, aparte de Salcedo, Bárzana, Quintana y en Saliencia “el monasterio que en Éndriga se llama Santa María de Arbeyales”. Tal Pelayo Froilaz tenía el título de conde y estaba casado con Aldonza Ordoniz, descendiente, al parecer, del rey Ordoño, hechos que tendrán su importancia cuando se hable en otras circunstancias del Camín Real. Pero ahora importa que el dicho conde Pelayo Froilaz, “uno de los personajes más influyentes de la nobleza de las Asturias centro-occidentales de la primera mitad del siglo XI”, se rebela contra el rey Alfonso V. Quien se ve obligado a pasar la cordillera y entrar en Asturias para sofocar la rebelión. El desarrollo de revueltas y contrarrevueltas tiene su punto álgido en el Camín Real de La Mesa y en el Camín Real de Teverga a Ventana. Una vez más, nuestros caminos se tiñen de sangre. El truculento final de este episodio se inicia con el apresamiento de Pelayo Froilaz en algún lugar en las proximidades del “arctisimo” Puerto de Ventana. A qué extremos no habrían llegado las cosas por nuestro caminos, que en el año 1225 el rey Alfonso IX le da al obispo de Oviedo “el pueblo que se llama Taja”, justo en el Camín Francés, añadiendo que “confiero y concedo que se defienda firmemente… que dentro de los términos de Carzana se entre para hacer justicia a los ladrones y raptores de las vías públicas

Taja, entre el castillo de Miranda y el castillo de Urria, controlaba el paso por Cueiro.

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El Picu Castiello, emplazamiento del histórico castillo de Miranda.


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y que se aprese a los raptores de mujeres y que se les aplique la justicia…”,añadiendo para que quede muy claro,que quien “inquiete”o no respete esto “incurra en la ira de Dios omnipotente y en la ira del rey…”Importante e inquietante hubo de ser el problema.Tanto como para que en ello se comprometiesen firmando el documento todos del canciller del rey abajo:arzobispos,obispos,notarios,maestros de órdenes militares,merinos mayores,adelantados de la frontera y un larguísimo etcétera que incluye nada menos que a un almirante de la mar.Es seguro que alguna relación tendrían en esta época con la custodia de la seguridad en estos caminos,tanto el vecino castillo de Urria,al lado del camín Francés,como el no lejano castillo de Miranda,bien cerca éste del Camín Real en el Puerto de San Lorenzo.Castillos ambos que también van a seguir los mismos pasos que el pueblo de Taja,porque en algún momento serán asimismo cedidos al obispo de Oviedo.

El conde Gonzalo Peláez y el castillo de Buanga Dice una historia que “Don Gonzalo,el qual residía haciéndose fuerte en los castillos de Alva de Quirós,Proaza y Buanga… llegando á tanto su grado de insolencia,se atrevió á hacer guerra al mismo Rey,y mató al caballo en que iba”.Otra historia,complementando a la anterior,relata que “en el descrito monte de Boanga,y a su falda cerca de los límites de Trubia a la parte oriental se encuentran vestigios de un castillo en la cumbre de un peñasco bien erguido que sube en punta piramidal,vulgarizado hoy con el nombre de Castiello:sitio en que los Xialqueños (gente ociosa que busca tesoros escondidos) registran con ansia y siempre sacan el tiempo y el trabajo perdidos”. El tal Gonzalo Peláez,hijo de Pelayo Pérez,es todavía un segundón cuando decide unirse en el año 1112 a la facción que apoye a la reina D.ª Urraca contra el bando de su marido.Fecha en la que nuestro personaje –nefasto,pero personaje al fin- sube con sus hombres Camino Real arriba hasta alcanzar Astorga y desde allí apoyar a la reina.Queda por decir aún que el castillo de Buanga,estratégicamente empingorotado sobre el Camín Francés y dominando el valle del bajo Trubia y del Nalón medio,es el epicentro desde el que ejerce su poder tal personaje.Desde Astorga vuelve por el Camín Real y Camín Francés a Oviedo:y ahora vuelve crecido,porque como agradecimiento es nombrado por la reina para el cargo de presidente,regente,“potestad” o cabeza del gobierno de Asturias centro-oriental.Porque la comarca occidental,desde el Camín Real hasta el Eo sigue gobernada por su primo y aún amigo Suero Bermúdez.Investido de tal autoridad participa en el Concilio de Oviedo –Pelayo obispo mediante-,para entre otras cosas,¡oh ironía! procurar la salvaguardia y paz de los caminos. Gonzalo Peláez y sus hombres vuelven Camín Real arriba y Camín Real abajo,para acudir a la corte,al menos en 1116,1118 y 1120.En alguno de esos años es nombrado conde. Cuando la reina muere y le hereda Alfonso VII,Gonzalo Peláez recorrerá frecuentemente el Camín Real para acompañar al rey o para representarle en Aragón o Palencia.Pero en el año 1132 “se rebeló intentando su independencia”,por lo que “entendió el rey cómo el conde Gonçalo Pelaiz de Asturias andaba en malos tratos…”e intentó capturarle viniendo a Asturias tras él.Pero nuestro conde conocía muy bien la geografía astur,especialmente los valles vecinos del Camín Real,por lo que “comes vero Gundisaluus fugit”:se dio a la fuga.Y “una rebelión obstinada y fuerte levantó en Asturias la cabeza”. “Y este conde permaneció rebelde en Proaza y en Buanga y en Alba de Quirós,que eran castillos fortísimos”.

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En la cúspide de la Sierra de Buanga se levantó el castillo propiedad en un tiempo del conde Gonzalo Peláez. Vista de la Sierra de Buanga desde el sur.

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Proaza, circundada en lo alto por el Camín Francés. Vista hacia el sur desde la Sierra de Buanga.

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Vencido al año siguiente, pero imprescindible al parecer en el reparto de fuerzas, el rey le perdona con la contrapartida y la promesa de mantener la paz durante al menos un año. El rey le deja aquellos castillos mencionados en señal de buena voluntad. Pero justo al año vuelve el rey para reclamarle esos castillos. Es entonces cuando Gonzalo Peláez mata, en tierras de Proaza, al caballo en que va el rey montado. El rey ha de abandonar Asturias –¡ojo con la nieve en los puertos, las guerras se hacen en el verano!-, pero deja aquí a Suero Bermúdez y sus hombres encargándole de sofocar la rebelión. Rebelión y disturbios que no cesarán en dos años con el Camín Francés como escenario, ya que aún en 1134 “el conde Gonzalo estaba en rebelión en el castillo de Buanga”. El conde Suero asedia el castillo de Buanga mientras que su sobrino Pedro Alfonso lo hace con el de Alba de Quirós. Caminos, montes y castillos se ensangrientan una vez más, y al color de la sangre se añaden los gritos de dolor y los alaridos de espanto, porque el último de estos personajes “a donde quiera que llegaba mutilaba a las gentes amputándoles manos y pies y abandonándolas después a su suerte”. Lo que no deja de ser una descripción cruel comparada con la suavidad de lenguaje de la ley de Alfonso VII, que castiga a quien contravenga sus decretos “suspendiéndolos a unos en leños, o dejándolos con las manos o pies truncados”. Todo ello a lo largo y a lo ancho del Camín Real de La Mesa, del Camín Francés y del Camín Real de Proaza a Ventana por Quirós. Al lado de este proceder, otros métodos utilizados en aquellas contiendas resultan casi beatíficos: uncir al rebelde a un arado, emparejándolo con un buey y hacerle arar, pacer o beber allí donde el buey bebe y “comer pajas en pesebres”. Dos años de barbarie. Cuando ambos bandos llegan al agotamiento… vuelta a las andadas: se dejan las armas y se retoman las mentiras y las insidias; esto es, la diplomacia. El rey es ahora “misericordiosissimus” y vuelve a perdonar al personaje causante de tanto estrago.

Obituario del Conde Gonzalo Peláez. Archivo Catedral de Oviedo. Libro de Kalendas I, fol. 20 vº.

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El Camín Real ve restablecerse el tráfico entre Asturias y León. Y ahora incluso llega a pasar por él el obispo Don Arias de León. Pero… acabado el rebelde, renace el rebelde. Y en 1135 el conde Gonzalo Peláez vuelve a donde solía. Y volverá también Pedro Alfonso, amputando manos y pies, quien habrá de perseguirlo hasta su total derrota, ahora tras recorrer de nuevo el Camín Real con sus “malfechores” hasta alcanzar la zona sur de la cordillera. A lo que seguirá… una nueva reconciliación. En 1137 caerá el telón definitivo sobre el último acto de este drama y el Camín Real posiblemente será testigo del último viaje del conde aún en vida. El último testimonio de todas estas andanzas y de este personaje queda reflejado en la anotación obituaria que da fe del enterramiento de su cadáver en las “nonas marcii…”

Gonzalo Peláez de Coalla No transcurren ni doscientos años desde la época del nefasto Conde Gonzalo Peláez y otro personaje de igual nombre, pero apellidado Peláez de Coalla, como indicativo de su procedencia, va a enturbiar de nuevo la paz de nuestros dos caminos. El pueblo de Coalla se encuentra en un hermoso valle al sur de Grado y justo entre el Camín Real al poniente y el Camín Francés al levante. Allí, en Coalla tiene este nuevo bandido su casa fuerte. Desde la que realiza correrías en todas las direcciones y de las que nos llegan noticias con reiteración de fechorías sobre todo en el vecino Grado y en la zona norte del Camín Francés.

Carta de vecindad de Oviedo otorgada a García Rodríguez de Bandujo, para que luche con su gente contra Gonzalo Peláez de Coalla. Archivo Ayuntamiento de Oviedo.

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Documento de alianza entre Oviedo y Grado para defenderse de Gonzalo Peláez de Coalla. Archivo Ayuntamiento de Oviedo.

Oviedo y su concejo se quejan en 1308 de que sus mercaderes son asaltados en los caminos de León a Asturias. Los incidentes del año siguiente de 1309 no dejan de ser juegos de niños al lado de los asaltos de caminantes y mercaderes. Porque en Rodiezmo, Mieres, Lena y Campomanes “tomaran e prendaran a los vecinos de Abillés una cuantía de aver por razón de portazgo en que estimavan fasta quatrocientos maravedís”. Porque esto no deja de ser un incidente de menor cuantía al lado de aquello en que “las recuas que troguieren los nuestros vecinos de tierra de León para Oviedo… con pan et con vino et con pannos et con otras mercaderías…

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por muchos males et dannos et robos et prisiones de nuestros vecinos et quemas que resçebimos de Goncalo Palais de Qualla, vasallo del obispo…” Nuestro malhechor se especializa en matar, robar, quemar y violar. Y lo hace a lo grande y no de forma esporádica precisamente: a lo grande prendiendo fuego y abrasando la villa de Grado, y continuadamente bloqueando el tramo norte del Camín Francés con sus desmanes. Así que para poder transitar con alguna seguridad desde Cueiro a Oviedo, este concejo llega a contratar mercenarios y a establecer alianzas con otros concejos. De lo primero tenemos el ejemplo de los hijos de Suer Menéndez de Valdés, a quienes la ciudad ofrece su ciudadanía o vecindad en la condición “…que ovierdes nuestro serviçio et nuestra ajuda, et nos lo fezziedes saber que vos ajudemos con los cuerpos et con las armas et con aquellos que nos podiernos aver, contra Gonçalo Pelaiz de Qualla et contra aquellos que con el fezziron mal a vos et a nuestros vecinos, et contra todos los hombres del mundo salvo contra nuestro sennor el Rey… mano besada”. Acuerdo casi similar al que el mismo concejo de Oviedo llega a firmar ese mismo año con García Rodríguez de Bandujo, que vivía en Puerto, allí donde el brazo norte del Camín Francés se acerca a las puertas de Oviedo. El de Bandujo se compromete a “que cada que ovierdes mester mio serviçio et mia

El Valle de Coalla, entre el Camín Real y el Camín Francés, donde tuvo su torre el nefasto Gonzalo Peláez de Coalla.

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ajuda et me lo fezierdes saber, que vos ayude con el cuerpo et con las armas et con el aver et con aquellos que podier aver, contra Gonçalo Pelaiz de Qualla et contra aquellos que con el fezieren mal á vos et a vuestros vecinos”. Tal y como se ve, el tal Gonzalo Peláez de Coalla no actuaba en solitario: mas bien era el cabeza de una banda de forajidos. Por todo lo cual el concejo de Oviedo promete “que prendiendo ho matando vos alguno de aquellos que foron en fazer mal á nos et a nuestros vezinos, ho foren daquí endelantre, que vos diemos galardón por ello según for la persona”. Queda claro también que el precio de cada cabeza es distinto según de quien sea esa cabeza. Y queda aún más claro que si este acuerdo se hace por parte de quien paga con el asentimiento

Bandujo, bajo el Camín Francés, de donde salieron hombres para defender la seguridad del camino.

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de la ciudad, “personeros del concejo”, “alcaides” del rey, tenderos, notarios y abogados; y de la otra parte un ciudadano que cobra distinto precio por cabeza según a quien haya pertenecido esa cabeza, el término de mercenario se ajusta correctamente a los hechos. Los desmanes de Gonzalo Peláez de Coalla alcanzan tal magnitud que logra coaligar en contra suyo nada menos que a Oviedo y Grado; el primero estrangulado en sus comunicaciones y Grado destruido e incendiado por el de Coalla. Los términos del acuerdo son tan explícitos que eximen de cualquier comentario: “veyendo et entendiendo commo Gonçalo Pelaiz de Qualla, por si et por sos vasallos, et por otras gentes… fezieron et fazen de cada dia muchos

Bandujo, dominando con sus dos torres el entero valle y los aledaños del Camín Francés.

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Restos, muy modificados, de la torre de Gonzalo Peláez de Coalla.

desserviçios á Dios et a nuestro sennor el Rey, et faziendo a nos los dichos conçellos muchos males en matando muchos onmes de nuestros vezinos, et enquemando la pobla de Grado, et enquemando et robando… et prendiendo et espechando et forçiando las mulleres, et faziendo otros males muchos… fazemos postura et pleito et convien unos con otros en tal manera que… agora anda endelantre seamos todos unos para requeir et demandar, et fazzer mal et danno en quanto podiermos en los cuerpos et en los averes… al dicho Gonzalo Pelaiz de Qualla et a sos vasallos… et que non fagamos postura, nin avenençia, nin composiçión nin tregua nin segurancia, nin amistad, nin otra condiçión en ninguna manera con el dicho Gonçalo…” Y termina el acuerdo con una cláusula a la antigua usanza, aunque ahora no se amenaza con el infierno en el más allá, pero sí con el infierno en el presente: “Otrossí, se alguno de nuestros vezynos menguasse et non complisse… otorgamos que llos derribemos luego e las casas et los orrios… et que ellos nin fillos nin nietos de so non mueran nunqua en nuestras villas ni en nuestros alfozes…” Solo quedaría invocar a Datán y Abirón y al fuego del infierno, aunque hubiera resultado igualmente inútil. Ese mismo año ya se puede constatar el triunfo del de Coalla, porque ante la necesidad de ampliar la alianza con Avilés y Lena y contar con el apoyo de Fernando IV “porque andan en la tierra muchos malfechores… salgan luego e vayan en pus de los malfechores todo su término e los prendan si los alcançaren e fagan en ellos justicia…”, resulta que inexplicablemente, al menos para nosotros, Grado se echa atrás con la introducción de una cláusula que puede dejar perplejo al más avezado “componedor”: “salvo nos el conçeio de la Puebla de Grado, que non fagamos esto contra Gonçalo Pelaiz de Qualla nin contra aquellos que conosco entraron en la tregua…” El vaivén de la historia, una vez más.

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Más calamidades Aunque con menor intensidad, nuestros caminos vuelven a ser testigos y actores de nuevos disturbios y hechos de armas a partir de 1325. Por estas fechas asciende por la Vía de La Plata hacia el norte Enrique de Trastamara con sus gentes de armas. Se sabe que entra en Asturias por Somiedo, pero vista su trayectoria no es aventurado decir que el Camín Real pudo haber sido una de las vías utilizadas, o mejor, la vía de elección. Porque el Camín Real desarrolla su itinerario, en buena parte y hasta Piedra Jueves, por tierras somedanas y es, de forma natural, la continuación hacia el norte de la Vía de La Plata. Su hijo continuará la tradición paterna y se establecerá al sur del Camín Real, en Babia y Luna, con sus secuaces. Tal personaje se gana los calificativos de “levantisco, ambicioso, desleal, intrigante, oportunista y violento” entre otros como “perjuro y traidor”.

Al sur del Camín Real, la torre de Tapia ejercía el control por el paso de la cuenca del Luna.


— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Las tropas reales le empujan hacia la cordillera obligándole a refugiarse en Asturias y aprovechando para ello cuantos pasos de montaña están a su alcance. Teniendo en cuenta que sus fuerzas se dispersan en Asturias en un arco que va de Gijón a Tineo, no resulta gratuito afirmar que el eje estratégico de ese arco es el Camín Real. El telón cae sobre este nuevo episodio en el 1395, y tiene forma de columna de humo que el personaje provoca al incendiar Gijón. Poco antes de estas fechas, el obispo D. Gutierre funda un colegio en Salamanca –Pan y Carbón- que, aunque de efímera existencia, va a tener continuidad en otras instituciones. Y que en el futuro será un motor del movimiento de estudiantes a lo largo del Camín Real desde el occidente asturiano hasta el “Alma Mater” salmanticense. No serán pocos los estudiantes que desde el centro occidente de Asturias utilicen esta vía para ir a Salamanca a cursar sus estudios. Incluidos los estudios eclesiásticos. En el entretanto el Camín Real, al igual que otros caminos, ve incrementado el tráfico comercial o mercantil entre Asturias y la meseta. Pero en nuestro caso con una posición de privilegio debido a la ventaja nada banal de la ausencia de puentes en un trecho tan largo como el que va de Quinzanas, en las cercanías de Pravia al norte, hasta Torrestío, ya traspasada la cordillera, al sur.

La Forcada, paso obligado en el tránsito hacia Ventana por Quirós.

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La torre de Prada, entre Proaza y Tuñón, control de paso por “la puente Prada”.

Carecer de puentes tiene sus ventajas. Allá por el año 1522 “hubo grande diluvio en buena parte de Asturias”. Las riadas provocan desastres inimaginables en los por entonces precarios puentes, como ocurre en el puente de Prada, en las cercanías de Proaza, que desaparecerá arrastrado por una riada en 1587. Puente por el que “pasa un camino real y general que viene de los Puertos de la mar de este Principado… al puerto de Bentana y a los conçejos de Bavia, a probincia del Bierzo y Luna y Astorga y La Banieça, Benavente, León y Billamañán y los más mercados de Castilla. Por el qual dicho camino, de ordinario pasan muchas jentes de a pie y de a caballo, e recueros e trajineros que van para los dichos mercados… cargados de sal, pescado, sardinas, fierro y açero, fruta de nuez, abellana e castaña y manzana, pera y naranja… y de las dichas partes de Castilla traen los dichos recueros pan y çebada y bino y paños e merzerias… la qual dicha puente de Prada era de madera, ssita sobre tres pilares de piedra bien altos… en veynte días del mes de setyenbre proximo passado del año ochenta y siete se llebó la dicha puente y sus tres pilares de piedra con la demassiada creciente y abenidas del dicho rrio con los muchos árboles y troncadas que con la dicha creçiente…

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Cueiro, Santa Cristina, Cadupo…. y el castillo de Urria. Archivo catedral de Oviedo. Libro de los Testamentos. Fol. 75 rº.

Según los vecinos de Valcárcel, esta es una de las puertas que quedan de la antigua torre y cárcel del coto.

…A cuya caussa hasta agora an zessado las rrecuas e trajinerías de pasar con sus tratos y comerçios… de suerte que por ningunas parte se puede pasar… por no aver parte ni lugar donde se pueda badear ni echar barca…” Circunstancia que en esta ocasión también contribuye a la desviación de tráficos hacia el Camín Real. Ya al sur de Torrestío, unidos el camino que asciende de Proaza a Ventana por Quirós, el camino de Teverga a Ventana y el Camín Real de La Mesa, el problema de los puentes vuelve a plantearse con cada avenida, una y otra vez. Que se lo pregunten al vecino de Torrestío que atravesando el puente de Torrebarrio, allá por el año 1590 “pasando por el dicho río del dicho pontón… le llevó el rio a este testigo y a una cavalgadura al río avaxo la agua mas de sesenta braças, de que se ubo de ahogar… y estuvo en mucho peligro, que si no fuer travar de un sierro que halló en el rio tras que paso se acavara de ahogar…” Por aquellas épocas viajar, como vivir, era un asunto bastante penoso, cuando no una aventura incierta. Ante lo cual se buscan siempre los medios posibles para dotar al viaje de la mayor seguridad. En primer lugar el agrupamiento de viajeros para constituir caravanas y así formar un grupo numeroso de personas que supere con creces a los salteadores de caminos. Tal y como vamos a ver con los mercaderes de pescados y de lanas. Un segundo mecanismo de seguridad

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— TIEMPOS DE INSEGURIDAD —

Ruinas del castillo de Alesga, en un altozano sobre San Salvador de Teverga.

lo constituye, en principio, la presencia de las ventas. Muchas de ellas nacen en torno a brañas y majadas, por lo que la presencia de venteros y pastores está asegurada. Pero el mecanismo más disuasor para los “malfechores” es, sin duda, la fuerza armada. Y así, a lo largo de los siglos, el Camín Real irá jalonándose de torres defensivas en todo su entorno; torres y castillos desde los que ejercer poder y control. Y abusos también. A las antiguas fortificaciones, como los castros defensivos –Peña Cervera es un buen ejemplo- suceden las construcciones de torres y castillos adaptados a las nuevas necesidades militares. Algunas de ellas se levantan de planta nueva, pero otras aprovechan la situación e instalaciones antiguas, como es el caso del castillo de Barrios de Luna. Nos cuentan las crónicas que allá por el año 872, el rey Alfonso III mandó fortificar el sur de la cordillera. Con especial énfasis en alguna región afecta al Camín Real como es el territorio de Luna: “fecim etiam castella plurima… in territorio Legionensis Lunam…”. Muy posiblemente la fortificación del Muro de La Mesa corresponda a esta época como ya queda dicho. En su conjunto, y en el transcurso de la historia, el Camín Real de La Mesa y el Camín Francés van a quedar acordonados por un verdadero cerco de torres y castillos, de los que aquí, en esquema y sin tratar de ser exhaustivos, se ofrece un cuadro de aquellos que más influencia despliegan sobre el camino y sobre los viajeros que lo utilizan a lo largo de aquellos años.

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— EL CAMÍN REALDE LA MESA —

Las instalaciones defensivas a lo largo y en torno al Camín Real y Camín Francés vienen ya de antiguo.En palabras de Ángel Villa,“la existencia de recintos fortificados a finales de la Edad del Bronce es un hecho documentado recientemente en Asturias”.En nuestros caminos ya se pueden contabilizar un buen puñado de poblados defensivos antes de nuestra era:en el territorio de Luna,por citar solo un par de ellos,el Castro de Luna –sobre el que se construirá posteriormente el castillo de Luna- y el de Mallo de Luna;en Saliencia el Castro de Arbetchales,de incierta datación (¿edad de hierro,romano?);en Teverga el de La Cogolla y el de La Cogollina;en Belmonte el castro de Ondes,el del Picu Cervera y el del monte La Caimada;y en Grado,por apuntar uno,el del Pico de Castro. Sobre algunos de estos castillos se levantarán en el medievo nuevas construcciones defensivas,adaptándose a las necesidades de la época.Otros se harán de nueva planta.Pero todos ellos respondiendo a las necesidades de cada momento y de cada lugar. Resulta imposible comprimir en unas páginas la apasionante vida de estas torres y castillos y su relación con el Camín Real y con el Camín Francés.Algunas de ellas pasaron de mano en mano de forma incesante;no pocas de entre ellas marcaron improntas duraderas sobre estos caminos.Improntas de seguridad o de inseguridad,improntas económicas y,desgraciadamente,improntas sangrientas en más de una ocasión: Torre de Ordás.Al sur y un tanto alejado de nuestro tramo del Camín Real,ejerció control sobre el valle del río Luna y sobre los tránsitos que desde Astorga se dirigían hacia Ventana y La Mesa.De planta redonda y situado en un altozano,hoy solo quedan los muros de la airosa torre.Fue propiedad de los duques de Luna y Frías. Torre de Tapia.Algo más al norte de la anterior y más cercana por tanto al castillo de Luna,ejercía idénticas funciones sobre el tramo sur del Camín Real. De planta cuadrada,se alza sobre una loma de la margen derecha del río Luna.Hoy solo queda en pie la fachada del levante y parte de las paredes sur y norte. Castillo de Luna.En Barrios de Luna,casi desaparecido en parte como consecuencia de la construcción del pantano,solo quedan algunos paramentos de sus torres.En la época de Jovellanos “se reconocen aún algunos pequeños trozos de pared… se conservan la puerta,dos cubos,un aljibe,un pozo que tomaba agua del río…”Ya ocupado al parecer desde la Edad del Bronce,en su solar se hallaron cerámica y objetos de metal que se conservan en el Museo Arqueológico de León.Fortificado por Alfonso III pasó a ser solar de los poderosos Quiñones,condes de Luna,y a intervenir en guerras y contiendas,pero sobre todo fue el punto clave de control del Camín Real desde el sur,portazgos incluidos.Es pues,coetáneo del Muro de La Mesa. El Castro.Mallo de Luna.En un altozano sobre el Camín Real,hoy bajo las aguas del pantano de Barrios de Luna,quedan –quedaban- unas pequeñas murallas de piedra con diversas construcciones en su interior.Sobre Sena de Luna también había una construcción defensiva de la cultura castreña.

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El Castillo.San Emiliano.Sobre un elevado risco,dice Jovellanos que pertenecía a la red de fortificaciones de Torrestío y Sena de Luna.Ejercía control sobre el Camín Real en su ascenso hacia La Mesa y Ventana. Torrebario.El Castillo.“Instalación de control y vigilancia del camino”lo llama José Avelino Gutiérrez. “Pasa por sus inmediaciones el camino real de Asturias por los puertos de Ventana y La Mesa”. Constaba de dos torrecillas circulares unidas por una pared de mampostería.Hoy no queda nada. Estaba situado sobre los riscos en que se asienta la iglesia de San Benito.Se ejercía cobro de portazgos por los Bernaldo de Quirós,cobro que se trata en capítulo aparte. Torrestío.En el discreto promontorio que se alza al sur de la bifurcación de la carretera hacia Puerto Ventana y hacia Torrestío y La Mesa.Desaparecido o con restos de muy difícil identificación.Es lugar estratégico desde el que dominar los accesos sur a Ventana y a La Mesa. Barrio.Castillo de Trescuros,al SSO del pueblo de Barrio.Desaparecido,controlaba directamente el paso desde el Camín Real hacia San Salvador y Valle de Teverga si se descendía desde La Magdalena,tal y como lo hizo Jovellanos. Barrio.Castillo del Picu La Pena,al ONO del pueblo y con las mismas características que el anterior. Castillo de Alesga.San Salvador de Alesga.Fue de la Casa de Miranda y en algún tiempo del obispo de Oviedo.Aun se conservan hermosos paramentos –lamentablemente en constante desmoronamientosobre un elevado y estratégico risco al levante del pueblo.Su dotación era de seis hombres.En la collada que lo bordea por detrás existe una cuadra cuya planta delata haber sido capilla.


Torre de Villanueva de Grado. Torre de Salas.

Torre de Ordรกs. Torre de Dรณriga.


— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Castillo de Urria. El “castello super orrea” que describe el Libro de Los Testamentos se situaba sobre un elevado altozano a espaldas y al ENE del pueblo de Urria allá por el año 1106. De sus restos nada queda, salvo lo que parece que fue un foso en torno a la fortificación. Controlaba el Camín Francés y el valle de Santibáñez o Valdesantibáñez. Torre de Villandás. En 1935 amenazaba ruina, con un estado de conservación parecido al actual de la Torre de Peñerudes. Por tal motivo y para evitar su derrumbe, fue volada. Era, al parecer, casi igual a la de Villanueva de Grado. Perteneció a los Díaz de Miranda. Torre de Bandujo. En las inmediaciones del Camín Francés. Hermosa torre redonda, con tejado cónico, estratégicamente situada en el barrio noble del pueblo, dominando el entero valle de Bandujo y sus accesos. Tiene unos 7,50 metros de diámetro. Parece

Torre de Saliencia. En el pueblo y al borde del río. Hoy está muy modificada y convertida en vivienda. De base cuadrangular y con la forma de un cubo –casi la misma altura que el lado de la base-, tenía saeteras. A finales del siglo XVI pertenece a los Miranda y Argüelles “a quien tocó la torre de Saliencia”. Torre de Montovo. Bajomedieval, hoy queda solo un tramo de pared recubierta de hiedra, entre la iglesia y las ruinas de una casa fuerte de la que formó parte. Posiblemente de tipo cuadrangular según José Luís Avello Álvarez. Torre de San Martín de Ondes. En la vecindad de la Venta de La Corredoria. De planta cuadrada, aneja a la casa fuerte de la que formó parte. Muy bien conservada, pero con todos sus huecos ampliados como ventanas. Torre de Valcárcel. No se conserva, salvo quizá alguna puerta de lo que fue cárcel de la torre: “torre con un

Torres y municipios… armas y blasones…

cuarto que servía de cárcel y, debajo, una capilla”. Hoy la capilla está al lado del río y más baja que la construcción en la que se abren aquellas puertas. No se olvide que Valcárcel fue coto independiente. Castillo de Miranda. Situado estratégicamente sobre unos picachos rocosos difícilmente accesibles, entre la braña de La Vicietcha al NNE y el Llanu La Bota hacia el sur. Prácticamente ya no quedan restos. Perteneció al rey Don Fernando, quien el año 1177 se lo da a la iglesia de Oviedo: “castellum de Miranda”, para después acabar en las manos de los poderosos Miranda. Desde su situación estratégica podía controlar no solo el Camín Real: también el paso de Teverga a Somiedo por el Puerto de San Lorenzo, así como las cuencas altas de Valdecarzana y de Valdesantibáñez.

ser perteneció a los Álvarez de Bandujo aunque hoy ostenta un escudo de los Tuñón, de nueva factura. Torre de Proacina. Del siglo XIV, estaría situado probablemente en Peña Armada. No existe. Proacina fue cabeza municipal antes de serlo Proaza. Castillo de Proaza. No quedan restos y es posible estuviese situado al norte y algo más bajo que el castillo de Proacina, especulándose con el Picu Castiellu como su lugar de asentamiento. Ya existía en tiempos de Alfonso VII. En 1184 el rey lo entrega al obispo D. Rodrigo, que le había prestado dinero. Tuvo mucho protagonismo durante las asonadas del conde Gonzalo Peláez, su dueño por temporadas. Torre de Proaza. Bellísima torre circular con tejado cónico recientemente restaurada. Sus medidas aproximadas son unos 9 metros de diámetro y 15

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Suero Bermúdez, actor principal en la lucha contra el conde Gonzalo Peláez, por lo que también ejercieron su influencia sobre nuestro camino en aquella época. Como lo ejercerá posteriormente gracias a los Valdés Salas. De planta cuadrada, la restauración tras su derrumbe no siguió el patrón original. Está unida por un elevado puente de piedra al palacio de los Miranda. Castillo de Buanga. Estuvo situado en la estratégica Sierra de Buanga, lugar que hasta el año 1000 perteneció al rey Alfonso, quien hace donación del lugar al monasterio de San Adriano de Tuñón. En 1099 aún pertenecía al obispo de Oviedo, pero poco después estaba en poder del conde Gonzalo Peláez, que desde esta fortificación sembró el terror por el Camín Francés y por todos los caminos y pueblos aledaños. Dominaba el Camín Francés, especialmente entre San Andrés y Linares al igual

de alto. Posee numerosas saeteras, puerta y boquerón. Tiene cierta similitud con la de Bandujo. Fue construida por Diego Vázquez de Prada, uno de los supervivientes del famoso crimen del notario de Tuñón, que murió en 1491. En tiempos de Ciríaco Miguel Vigil tenía un muro que la rodeaba. Torre de Prada. Aneja a la casa fuerte de Prada, en la margen izquierda del Río Trubia y al lado del puente homónimo. De planta cuadrada, muy modificada, sobre todo en sus vanos. Domina el puente y las vegas de Proaza y Villanueva de Tuñón. Sobre 1391 es propiedad de Lope González de Quirós, quien lo cede a Don Alonso Vázquez. En 1544 parece ser perteneció a Andrés de Prada. Tuvo gran importancia en el control del camino real a Quirós y Ventana. Allá por el 1494 su dueño se vio involucrado en el episodio del asesinato del notario de Tuñón.

Señores y linajes… insignias y escudos…

que el valle de Proaza y desde Grado a Oviedo. No quedan restos. Torre de Doriga. Adosada a una casa-palacio, cuadrada y sus fachadas culminan en almenas. Muy modificada, sus vanos fueron ampliados y convertidos en ventanas. Perteneció a los Doriga, Quirós y Tineo. Domina el paso desde el Camín Real hacia Cornellana, Salas y Tineo. Torre de Coalla. Al sur de Grado, entre el Camín Real al poniente y el Camín Francés al levante. Había un castillo hoy desaparecido y que perteneció al nefasto Gonzalo Peláez de Coalla. En tiempos de Martínez Marina no había “más que escombros… y no había duda de haber sido castillo grande”. Fue derruido, no se sabe si por los concejos de Grado y Oviedo, por el rey o todos ellos. En sus cercanías

Torre de Villanueva de Grado. Conviene no confundirla con la torre de Villanueva de Belmonte, cercana a Boinás y aún existente también. La torre de Villanueva de Grado es, sencillamente, espectacular. Con sus más de 14 metros de alto es una de las más elevadas de Asturias. Pegada a la margen izquierda del Río Cubia, debió de tener foso y puente levadizo. Techumbre a cuatro aguas y vanos defensivos tipo saetera. En algún tiempo perteneció a los Miranda o Valdecarzana, porque en 1484 estuvo D. Diego de Miranda asediado en la torre “con muchos onrados hombres fijosdalgo…” En alguna ocasión sufrió las inundaciones del Río Cubia. En 1534 pertenecía a Sancho de Miranda. Torre de Salas. Aunque algo alejados del Camín Real, Salas y su castillo estuvieron bajo el dominio de

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Bernaldo de Quirós (1503).Es interesante conocer el arsenal o la dotación de esta torre como reflejo de lo que podrían ser las demás.De 1494 nos llega el siguiente inventario:“…cuatro ballestas de acero de garrucha,e dos ballestas de garrucha de palo,e tres garruchas,dos quebradas e una sana,dos espingardas,e siete escudos,mas otro escudo quebrado,e mas noventa pasadores,e mas çient astas sin fierros de pasadores,e un trueno con su servidor… mas una cadena de fierro de la puente levadiza e mas otra cadena de la dicha puente,que son dos,e otra cadena de prisión con su candado e ferropea e llave”.

hubo una torre cuadrada,de varios pisos,de la que hoy restan unas paredes y una saetera.Muy modificada,sirvió de ayuntamiento y de cárcel. Torre del Concejo de Grado.Existía en 1480.Hoy ilocalizable. Murallas de Grado.Hoy se conserva algún tramo. Torre de Tineo.Bastante alejada del Camín Real,pero con cierto protagonismo en su historia al pertenecer a Suero Bermúdez durante un periodo.A partir de 1474 sufre cambios en su propiedad y padece cercos (1485),ocupación por malhechores (1486),disturbios (1488) y nuevas peleas entre los Miranda y los

Situación de algunos castillos y torres defensivas medievales en torno al Camín Real y Camín Francés, desde Luna a Grado y Castañéu del Monte respectivamente 1. Torre de Grado 2. Torre de Dóriga 3. Castillo de Buanga 4. Torre de Coalla 5. Torre de Villanueva 6. Torre de Villandás 7. Torre de Prada 8. Torre de Proaza 9. Castillo de Proacina 10. Torre de Bandujo 11. Torre de San Martín de Ondes 12. Castillo de Urria 13. Torre de Montovo 14. Castillo de Miranda 15. Torre de Valcárcel 16. Castillo de Alesga 17. Torre de Saliencia 18. Torre de Torrestío 19. Castillo de Torrebarrio 20. Castillo de San Emiliano 21. Torre de El Mallo de Luna 22. Castillo de Luna 23. Torre de Tapia 24. Torre de Ordás

C.R. a Pravia 1

2 5

C.F. a Oviedo 3

4

6 11 13 15

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7 10 9

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CORDILLERA CANTÁBRICA

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a Astorga

Como colofón de todo ello,y por si acaso la vida no fuese suficientemente difícil,en 1503, en plena batalla entre los Miranda y los Bernaldo de Quirós,se declara la peste en Asturias. El Camín Real de La Mesa y el Camín Frances se convierten en el epicentro de estas luchas y en instrumento primordial de propagación de la epidemia.

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— TIEMPOSDEINSEGURIDAD —

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

En el castillo de Torrebario, situado sobre alguno de estos riscos cercanos, se cobró el portazgo para el paso de Ventana y La Mesa.

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DE VENTAS, PORTAZGOS Y ARRIEROS Todos los ricos-omes e los caballeros vivían de robos e de tomas que facían en la tierra. Crónica medieval.

“A

quellos polvos trajeron estos lodos”, dice el refrán popular. Tanta inseguridad, tanto bandidaje y tanto salteador de caminos acaban por generar la extensión del sistema de cobro contra seguridad: tú me pagas y yo te protejo. Teniendo en cuenta que, al final de la cadena, quien esto dice es el poderoso. La práctica ya es vieja; no olvidemos que Roma cobraba hasta un 25% del valor de las mercancías transportadas por las rutas imperiales, como contribución para el mantenimiento de la seguridad viaria, tanto de viajeros como de mercancías. En el Carmín Real de La Mesa se cobran, como tributo para la seguridad vial, unos peajes cuyo monto está en relación con el valor de las mercancías o animales que por allí pasan. Con lo que, supuestamente, el orden y seguridad del camino queda bajo la protección del que cobra el peaje. Y se recalca lo de “supuestamente” con especial énfasis. En los tiempos iniciales de esta práctica del peaje o portazgo, tal cobro se efectúa y ejerce por el sistema de las concesiones. Así quedaría amparada la seguridad de los caravaneros que desde Asturias concurren con sus mercaderías a los importantes mercados de la meseta, al igual que también lo estarían en sus viajes de vuelta o retorno, con mercancías cuya naturaleza pronto veremos. La concesión de portazgos en el Camín Real es bien temprana, porque ya bajo el reinado de Alfonso XI se inicia semejante forma de cobrar impuestos. Impuestos o peajes que se conceden a las gentes poderosas, que tienen fuerza suficiente “para que los defendiesen de los tiranos que les robaban”. El argumento es bien sencillo: yo te pago el derecho de paso y me desentiendo de la seguridad; tú cobras y con ese dinero te encargas de la seguridad del camino, de sus viajeros y de sus caravanas. En principio parece un sistema razonable, y tiene un parecido con lo que actualmente se llama “privatización de un servicio”. Curiosamente, en el Camín Real –como en otros varios caminos- tal privilegio caerá en manos de los Bernaldo de Quirós, y de los Miranda.

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Aspecto invernal del camino en el tramo V.

El camino en el otoño. Tramo VIII.

Y se dice aquí que “curiosamente” porque, los hombres de Bernaldo de Quirós cobran primero a los recueros el portazgo por el cual se suponía que recibirían seguridad y protección; y después, los hombres de Bernardo de Quirós se dedican a desvalijar a esos mismos recueros cuando entran en descampado. Porque lo malo de la cuestión es que tal cesión se realiza en principio sin regulación o bien con una regulación muy escasa e incompleta. Con lo cual, desajustes, abusos y disputas están asegurados. En el caso del Camín Real de La Mesa se tienen noticias de puestos de “peajes” en dos lugares. Por la parte sur del camino, aparte de que en Luna y en Sena de Luna también hay cobro de portazgo, al menos en algún tiempo, a nosotros nos atañe más directamente el más importante y duradero de Torrebarrio. El castillo o torre que dio nombre al lugar –Torre de Barrio dicen los documentos que regulan el portazgo- estaba en lo alto de un risco cercano a la actual iglesia. Jovellanos describe en ese lugar “las ruinas de un gran castillo, con tres o cuatro torres, que ocupó todo el llano que existe en derredor de la iglesia; apenas existe otra cosa de sus ruinas que los cimientos…” Lugar desde donde se domina con la vista cualquiera de los posibles pasos desde el sur hacia La Mesa, Ventana y Balbarán. Un lugar bien estratégico desde el que dominar militarmente el paso y, sobre todo, poder cobrar el portazgo en tiempos de paz.

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Por el norte la actividad recaudatoria parece, en principio, menor. Hay un puesto de control y recaudación en Cueiro. Quizá el nombre de “El Conto” con el que se conoce la sierra por la que desciende el camino al norte de Cueiro tenga alguna relación con la actividad recaudatoria que se efectuaba en la Venta de Cueiro, justo un poco por encima de esa sierra. Pero no se tienen demasiadas noticias hasta épocas más tardías y quizá fuese más restringido. La historia de estos portazgos o peajes está llena de conflictos como pronto se verá. Porque está bien claro: la concesión de tales gabelas pretende, siempre, acrecentar los ingresos del recaudador. Y muchas veces aun a costa de sobrepasar los límites de la legalidad. La primera noticia que nos llega de este gravamen en el Camín Real es el año 1409 y es de carácter indirecto. Se trata de una escritura notarial por medio de la cual Dña. Elvira de Quirós, que ostenta el título de Señora de la Torre de Barrio y por tanto beneficiaria del cobro del peaje que allí se realiza, ordena a sus hombres que no cobren a los vecinos de Oviedo cantidad alguna en aquel puesto o lugar de portazgo. Ello es así en virtud del privilegio real de exención de portazgo que tiene la ciudad de Oviedo. Pero en esas fechas solo sabemos eso: que allí se cobra portazgo y que los vecinos de Oviedo están exentos de su pago. Pero algo habrá de ocurrir con el paso de los años, porque la misma Dña. Elvira va a recibir en 1459 una notificación en la que se le recuerda ese mismo privilegio de exención de portazgo de los vecinos de Oviedo. Un toque de atención por parte de la autoridad superior interpretamos aquí. Porque de inmediato, Dña. Elvira se apresura a acatar cuanto la notificación contiene. Pero no va a ser esta la única irregularidad detectada. Y decir irregularidad es ser muy benévolo, ya que tendrá que intervenir hasta el mismísimo regidor del Principado de Asturias en el año 1493, D. Fernando de Vega, porque en el Camín Real de La Mesa, entre otros caminos más, se están cobrando falsos portazgos, ya que “se lievan e cogen algunos derechos de portadgo e pasajes e servicios e tributos e otras nuevas ynpusiciones sin cabsa justa e sin tener título

Al igual que los antiguos arrieros, “Pontéu”, de Villamayor de Teverga, usa el caballo para sus desplazamientos por el Camín Francés.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

para ello…” En nuestro camino, el impostor en cuestión es Diego de Miranda, un poderoso que, aparte de tener sojuzgados a los vecinos de Teverga, “diz que tien un paso en Teverga y lleva a los caminantes pasaje demasiado, ynponiéndoles nuebo tributo…” Tal paso no es otro que el lugar de Cueiro, en donde a la larga encontraremos legalizado y sistematizado el tributo de peaje o portazgo. Pero la cadena no acaba aquí, ya que, por si semejante vandalismo fuera poco, llega el tal Diego de Miranda a niveles de desafuero inconcebibles al aventurarse, nada menos que a cobrar portazgo a viajeros y recueros en las mismas narices de su par, Gonzalo Bernaldo; y nada menos que en el castillo de este, en Torre de Barrio, “coge cierto portazgo syn aver título para ello”. Ante cuyo desafuero y quebranto de la legalidad tienen que intervenir los Reyes Católicos, a la sazón en Barcelona, para amparar a las personas que pasan “con sus faziendas e bienes… a tratar con sus mercadorias e negoçiar lo que les cunple, evitándoles pagar nuevos tributos e servicios”. Claro que esto no es más que un botón de muestra si se compara con la desmesura de lo acaecido en Valcárcel, donde los señores del coto cobraban, años más tarde, “sesenta y cinco reales de vellón del marco de plata a cualquier moza que salga preñada de hombre casado o privilegiado”, aunque la desvergüenza sube de cota porque, se dice, “no se regula por causar honestidad”. El descaro en la autoprotección de nobles y casados no precisa mayor comentario.

Carta de los Reyes Católicos a Gonzalo Bernaldo de Quirós fijando el arancel de los portazgos en la Torre de Barrio. Archivo General de Simancas. RGS –V- 1496.

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— DEVENTAS , PORTAZGOSYARRIEROS —

Pocos años más tarde,en 1496 ya tenemos noticias con más detalle acerca de los portazgos. En esta fecha es Gonzalo Bernaldo de Quirós el beneficiario del portazgo de Torre de Barrio. En lenguaje actual,el concesionario del peaje.El 4 de mayo de ese año los Reyes Católicos le dirigen una carta:“A vos Gonçalo Bernaldo de Quirós,e a vos los fieles cogedores arrendadores de portazgos de la Torre de Varrio e Mieres,Campomanes e otras qualquier personas…”en la que se dice que “…bien sabedes cómmo por nos fue fecha relaçión que en algunas çibdades, villas,logares del nuestro Prençipado de Asturias de Oviedo llevaban muy desaforadamente los portazgos que en ellos son,avían de llevar,e cogían donde no los avían de coger,e syn aranzel auténtico,mandamos fazer pesquisa… E vista la dicha pesquisa… fue acordado… las personas e recueros que ovieren de yr e pasar por los dichos lugares de Torre de Barrio… que devían pagar las contías de maravedís syguientes: En el portadgo de Torre de Varrio • Primeramente,de cada carga de pannos,merçeria,lienços,çera, mantega,cánnamo e lana,de la carga mayor VI maravedís. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . VI mrs. • De la carga de congrio mayor VI maravedís,e de la menor tres maravedís. . . . . . . . . . VI mrs. • De la carga de salmones,de la mayor VI maravedís, e de la carga menor tres maravedís. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . VI mrs. • De una carga de mielgas,caçones,de la mayor tres maravedís, de la menor un maravedí e medio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . III mrs. • De una carga de pescado çicial,de la carga mayor quatro maravedís e de la menor dos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . IIII mrs. • De una carga de sardinas,de la carga mayor tres maravedís; de la menor I y medio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . III mrs. • De una carga de vino,dos maravedís. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . II mrs • De una carga de hierro por labrar,tres maravedís. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . IV mrs. (corregido sobre III) • De labrado,cinco maravedís. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ….. • De cada yegua o potro que pasare en pelo por el dicho logar, de dos años arriba,quatro maravedís. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . IIII mrs. • De una carga de fruta,una blanca. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Medio mrs. • De una vaca o buye,quatro cornados. • De cada cabeça de ganado menudo,dos cornados”. En el documento siguen las tarifas de los portazgos de Mieres y Campomanes,que aquí solo nos atañen por la posibilidad de hacer comparaciones:una carga de paño o mercería paga 6 maravedís en Torre de Barrio,4 en Mieres y 8 en Campomanes.Lo que significaría que una carga de paño pagaría 12 maravedís de arancel o peaje para pasar por el Puerto de Pajares y solo 6 maravedís para hacerlo por el Puerto de La Mesa o el de Ventana.Pero este cálculo resulta incorrecto,toda vez que hay más lugares donde satisfacer el portazgo,como veremos por ejemplo en Cueiro o en Pola de Lena.La carta de los Reyes Católicos termina con una exhortación bastante aclaratoria: “Por que vos mandamos… guardedes e cunplades e fagades guardar e conplir el dicho arançel…”Seguido de otra advertencia aún más aclaratoria.En un intento de prevenir perversiones tales como cohecho o cualquier tipo de prevaricación ordena que “de aquí adelantre non llevedes nin consyntades llevar más derechos nin cortesías algunas de las personas o recueros… aunque las tales personas o algunas dellas vos lo den de su agradable e espontánea voluntad,

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so pena de perder qualquier derecho que tengays para levar los dichos portadgos… a vos Gonçalo Bernaldo del que justamente vos pertenesçe para levar el dicho portadgo”. Por lo pronto ya tenemos una primera relación de los productos o mercancías que pasan arriba y abajo, de sur a norte y de norte a sur por el Camín Real de La Mesa. Paños, mercería, lienzos, cera, manteca, cáñamo, lana, congrio, salmón, mielgas, cazones, sardinas, vino, hierro, yeguas, potros, vacas, bueyes, ganado menudo… La importancia del tráfico de vino desde la meseta hacia Asturias es ya cosa antigua. La Seca, el Bierzo, Toro y Zamora son los principales proveedores. Pero aparte del peaje que suponen los distintos portazgos –que no eran pocos precisamente- el tráfico del vino también estaba sujeto a otro tipo de restricciones. Sin apartarse del mismo Camín Real, Teverga pone no pocos impedimentos a la importación indiscriminada de vinos. Teverga, allá por los años del 1500, es un importante productor de uva. Y su recolección está rigurosamente regulada, al igual que el respeto debido a los viñedos. La contravención de esas normas está severamente castigada, no solo con multas y reparación de daños. También con cárcel. Pagando cada cual su pena “y los padres por las penas de los hijos” y si “el tal moço o moça si no tubiere dueño sea puesto en Rollo público [.] tal caso por espacio de dos orras de día…” Así que en los negocios del vino no se andan con contemplaciones en Teverga. Las ordenanzas del concejo de 1566 mandan taxativamente “que abiendo bino de la tierra, que en ninguna parte o lugar del dicho concejo no se pueda ni consienta meter bino de fuera y que en esto se guarde el estanco que sienpre se a tenido en el dicho goncejo en cuanto a benderse atabernado por menudo, pues dello ay abasto de la tierra…” Prohibición que vuelve a reiterarse en las ordenanzas de Val de San Pedro de 1602: “Mientras en este concejo hubiere vino de cogeta de las viñas que en el ay, no se pueda bender vino de fuera ninguno, y que en Barrio, Cuña y Torce, abiendo allí vino de la tierra, se guarde lo mismo; y no lo abiendo en ninguno de los tres lugares, que, atento están rremotos y apartados y no tienen biñas, que puedan bender en sus casas los recueros vinos de fuera…” De forma tal que, tráfico de vino sí; pero dentro de unas normas bien estrictas. Porque las penas por infracción no son baladíes: perder el vino y más de cien maravedís de multa. De Somiedo baste decir que bajo el Puerto de San Lorenzo un pueblo recibe el nombre de “Las Viñas”. La lana es otro producto importante en el tráfico de mercancías por el Camín Real de la Mesa. Mercadería que tiene como objetivo primero y más importante los puertos de mar, Avilés principalmente. Y cuyo origen es doble: la meseta castellano-leonesa de un lado, y la propia montaña por la que transcurre el Camín Real de otro lado, aunque con importancia secundaria esta. Porque no se olvide que las merinas que vienen de Toledo, de Extremadura o del Escorial a pastar en los agostaderos de Teverga y Somiedo no tienen “casa de esquilmo para ganado alguno que venga a pastar a este término, porque cada dueño esquila en la de su habitazión el ganado que le pertenece… los dueños no se utilizan del valor de la lana, porque la dejan a beneficio del Dueño de la Cabaña en donde se corta, por la costa del herbaje y guarda…” Lo que significa que, en parte al menos, esa lana se venderá en los propios puertos pirenaicos para hacer caja. Tal y como se viene haciendo desde antiguo. Porque ya a primeros de julio del 1602 encontramos recorriendo el Camín Real a un pequeño grupo de vecinos de Luna, que van a Avilés a negociar la venta de lana. Son Pedro Suárez, Pedro García y Pedro Fernández, estos dos últimos socios en sus negocios de venta de lana. El día 6 se reunirán con el mercader francés Pedro Bestín, afincado en Avilés, ante el escribano Julián de Valdés León. Allí firman acuerdos para suministrar al francés lana a 18 reales la arroba por un monto total de unos tres mil reales. Pedro Suárez por 720 reales y los otros dos socios por un total de 2.340 reales. Tras lo cual volverán a Luna, Camín Real arriba, porque antes de que finalice septiembre han de retornar a Avilés con una recua de numerosas caballerías cargadas con un total de

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El sol se pone sobre las montañas somedanas, con el Picu Gurugú destacando en mitad de la foto.

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unos 1.700 kilos de lana. Por lo que se ve, es notorio que los mercaderes realizan la travesía del Camín Real en pequeños grupos y casi nadie se aventura a realizar el viaje en solitario. Y menos como lo harán nuestros tres mercaderes de lana al final de la transacción, con casi tres mil reales en su faltriquera. Posiblemente en alguno de estos viajes habría de ser cuando alguien perdió, o ante un peligro inminente enterró voluntariamente, una bolsa llena de monedas en la Collada del Muro. Cuyo hallazgo fue realizado en el transcurso de unas excavaciones arqueológicas hace pocos años en aquel paraje.

Las merinas de la trashumancia aportaban la lana que se vendía en Avilés. Foto antigua de La Matchada Nueva, en La Mesa.

La trajinería de pescados de mar también ocupa un lugar significativo entre las mercancías que circulan hacia León y Castilla. Exceptuando al congrio, que puede llegar fresco hasta León, el resto de pescado se transportará o bien salado o bien seco. “Cicial” que dicen los baremos de los portazgos. Baremos que como se ve son bien minuciosos en cuanto a especies y formas de conservación del pescado aun cuando en minuciosidad son superados por los contratos de compraventa y pago. El año 1611, un vecino de Torrestío, Miguel González Gabardín, viaja a Avilés a comprar al mercader pescadero Esteban Álvarez del Polledo, 20 arrobas de pescado valoradas en once ducados y dos reales. Debió de hacer el viaje en compañía de Antón Boyro y de Pedro de La Presa, también de Torrestío, porque al día siguiente serán estos quienes compren al mismo mayorista de Avilés diez arrobas y media de pescado. Al mes siguiente, en agosto, será Juan Alonso, de La Majúa, quien suba Camino Real arriba con un quintal de bacalao comprado al mismo Esteban. Y, para más detalle, esta transacción se hará de fiado. Se ve que el almacenista de pescado de Avilés gozaba de prestigio por las tierras al sur del Camín Real, porque ese mismo año, y antes de que las nieves cierren el puerto, va a ser Álvaro Díez quien transite por el camino desde Avilés a Luna con tres arrobas de pescado.

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Que solo en el transcurso de un año cinco vecinos de Babia y Luna acudan a un único vendedor de pescado de Avilés quiere decir que el detallismo de los baremos de portazgo está bien justificado. El gremio de la arriería tampoco debía de andar muy bien durante aquellas épocas. Y tan precaria era su situación que fue preciso regular muchas de sus actividades. Sirva como botón de muestra: el gremio de los herreros, establecido a lo largo de los pueblos del Camín Real y en sus ventas y cercanías, como en tantos otros caminos, fue el responsable del esquilmo en el hierro de las herraduras que ofrecían para herrar mulas y caballos, “que agora todo el dicho herraje e clavazón es de mucho menos peso, es causa que las bestias se pierdan e mancan, de que nuestros súditos e otras personas reciben mucho dano e perjuycio…” Así se expresa una Pragmática de 1501 para la regulación de la arriería, que trata de evitar los abusos de la explotación indiscriminada en este negocio. Tanto la regulación exhaustiva de los peajes como la minuciosidad en el herraje de las acémilas, así como multitud de otras normas, vienen justificados por el importante trasiego arrieril, entre distintos mercados, regionales sobre todo. En el Camín Real los tráficos son intensos entre la meseta al sur y la Asturias centro-occidental al norte. Los mercados semanales y las ferias anuales de Salas, Pravia, Avilés o Grado en el norte, al igual que los importantísimos de Astorga, Benavente, Medina, León y Zamora al sur de la cordillera, hacen que los tráficos de exportación e importación de los productos intercambiables entre estas regiones se multipliquen. Mercados a los que hay que añadir el de los martes en Laciana, al menos desde 1270 por concesión de Alfonso X. El negocio de la arriería entre estas regiones está asegurado, el monto de ingresos por peajes se hace verdaderamente importante. Y la corrupción que esos ingresos generan va a la par.

Dos aspectos del Camín Real en la primavera. Tramo V.

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La nómina de recueros que trajinan por el Camín Real va en aumento y acaba por alcanzar tal magnitud, que a mediados del siglo dieciocho se llega a afirmar, de forma contundente, que “el sustento de mucho número” de caballerías utilizadas en el transporte, debilitan “el ramo de ganado vacuno”, que no podía alimentarse de las hierbas que quedaban de alimentar a tanto caballo y mula como utilizaba la arriería. Entre los tráficos importantes se repite una y otra vez el de la sal. En este comercio convergen varios factores decisivos. De un lado, D. Diego Fernández de Quiñones, y por extensión sus herederos en parte, es dueño –casi- de Luna y Babia al sur del Camín Real de La Mesa. Pero también lo es de Navia, Salas y Corrnellana hasta alcanzar justamente la frontera del Camín

El Valle de Saliencia, desde donde se llevaba carbón vegetal a Oviedo.

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Real en Cabruñana. Sin olvidar, claro está, Avilés. En cuyo negocio de la sal entra de lleno en 1419, percibiendo un buen pellizco de las rentas del salín. De lo que fue este tráfico nos queda el “detalle” de que en el año 1750, solo en Yernes y Tameza, entre el Camín Real y el Camín Francés, hay nada menos que ocho arrieros que “traxinan cada uno con una caballería a los Puertos de Mar de Avilés y Navia en busca de sal”, haciendo cada uno de ellos siete viajes al año. Y decimos que nada menos, porque Yernes y Tameza es un concejo de muy menguada población en esa época: solo noventa y seis vecinos. Ocho arrieros contabilizados que van a por sal a Navia y Avilés a los que hay que añadir otros “zinco arrieros que trajinan en Castilla” con un total de catorce caballerías entre los cinco, haciendo una media de cinco viajes al año.

El Valle de Teverga con la Sierra de Santa Cristina, Maravio y Sierra de Tameza al fondo. Vista desde el Picu El Águila.

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La Sobia y Peña La Siella desde el Camín Real en La Magdalena.

De los “cinquenta arrieros de conducir vino… y quarenta y seis trajineros de conducir carbón, pan y otras cosas” de Somiedo nada se dirá aquí por utilizar de preferencia otras vías para sus tráficos. Pero de ello, quienes sí utilizan con plenitud y en exclusiva el Camín Real y todo el Camín Francés para sus arrierías son los nueve arrieros medio vecinos de Saliencia, arrieros carboneros, que fabrican carbón de leña y lo llevan con sus caballerías a Oviedo. Y van y vienen de Saliencia a Oviedo nada menos que tres veces al mes, Camín Real abajo desde La Magdalena o La Corra a Cueiro y por el entero Camín Francés de Cueiro a Cuallagar, Castañeo del Monte y Oviedo. Valcárcel, actualmente parte de Somiedo pero antes coto independiente, aporta diez trajineros y diez caballerías de carga a los tráficos del Camín Real, en cuyas cercanías se asientan La Bustariega y el propio Valcárcel. Grado aporta también un buen contingente de tráficos, pues de sus treinta y tres arrieros y sus 130 recuas una buena parte se destina a los tráficos con Castilla y el resto se dispersa en todas las direcciones. En Grado se llegó a hablar del “mercado de paños de Castilla” como parte integrante de su comercio y de su mercado. Joseph de La Fuente traficaba con paños desde Castilla que vendía en su comercio de Grado. Al igual que también lo hacen Joseph Ribera o Antonio Arias: van y vienen por La Mesa a Castilla a comprar paños que traen a vender a Grado. La importancia de este tipo de mercado no debía de ser muy menguada a tenor de los impuestos que pagaban. Tan crecido número de arrieros es proporcional a las cifras verdaderamente sorprendentes que por aquel entonces alcanza la cabaña ganadera en Grado. Solo entre bueyes, vacas, novillos y terneros, se llegan y pasan de las once mil cabezas de ganado.

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Dolia, en pleno Camín Real, contribuye al tráfico arriero del Camín Real con ocho arrieros vinateros, que hacen unos cuatro viajes al año a Castilla. Tal tráfico, tal ir y venir de caballerías desde Yernes y Tameza, desde Grado o desde Belmonte hacia Castilla, va a ocasionar que en Dolia, último poblado antes de saltar a Torrestío, haya cuatro herreros y dos aprendices para atender las necesidades de tanta y tanta acémila. Y una taberna para atender las de los acemileros. En 1550, menos de cien años despues de que se ordenaran y regularan los portazgos por los Reyes Católicos, nos encontramos con una lista o baremo de peajes mucho más amplio que el anterior. Y actualizado. Es un “memorial de lo que se debía cobrar por el portazgo de la Torre de Barrio”, de la Casa del Marqués de Valdecarzana. No sabemos si es que ahora son los de Valdecarzana quienes cobran el portazgo, pero es más creíble que la Casa de Valdecarzana tenga una copia del baremo del portazgo como usuarios importantes de los caminos que pasan por Torrebarrio, ya sea por Ventana ya sea por La Mesa. Aquí, la relación es mucho más exhaustiva, tal como se puede comprobar en el cuadro adjunto. Las mercancías que se contemplan ahora son bastante más variadas, y a todas ellas se añade la sal. Un bien de consumo importante, tanto para personas como para animales. Y sobre todo, imprescindible para conservar muchos alimentos. Aquí, la sal se ha de importar obligadamente desde la costa. Aquel balbuciente comercio de la sal que ya encontramos en época prehistórica allá por Maravio, es ahora un tráfico vital desde Avilés, Pravia e incluso Navia, por el Camín Real arriba en dirección a León y Castilla. Porque, no se olvide, en aquellos años el puerto de Avilés es el más importante de Asturias. Y un dato nada desdeñable es que el mercado de la sal de Avilés, “la gran tienda del sal”, está en el año 1312 precisamente “dientro la çerca en la rua de Cabrunnana”. Y justamente por Cabruñana pasa el Camín Real de La Mesa.

El Campo San Bartolo o San Bartuelu, en el descenso del CF hacia Cuallagar y San Andrés de Trubia.

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Memorial de lo que se debía de cobrar por el portazgo de la Torre de Barrio.

Fol 1 rº.

Fol 1 vº.

Memorial de lo que se debe y a de aber y cobrar y es anexo pertenesçiente al portazgo de la Torre de Barrio e más portazgos que conforme a el se cobran y an de cobrar conforme al aranzel y horden que dello a abido y ay, que es en la forma siguiente.– Primeramente de qualquier bestia que llebe salmón, umero o sabaro o trucha, ora sea fresco, ora sea salado, doze maravedis de cada bestia.– Yten de qualquiera bestia que llebe congrio fresco, o curado, de cada una ocho marabedis.– Yten de qualquiera bestia que llebe pescada fresca o curada, o macallao u ottro genero de pescado mayor, sys marabedis cada una.– Yten de sardina, o aguja, o besugo y todo genero de trayna fresca o curada a tres marabedis de cada bestia que la llebe.– Yten mas de tozino u otro genero de zezina a seis marabedis de cada bestia que lo llebe.– Yten de qualquiera bestia que llebe queso u manteca a doze marabedis cada una.– Yten de cada bestia que llebe fierro ora por labrar, ora baya labrado en ferraje, o zerraduras, o clavazón, o gadañas, o fierro de corte, como quiera que sea fierro, a seys marabedis cada bestia que tal llebe.– Yten de cada bestia que llebe azero a seys marabedis cada una. – Yten de cada bestia que llebe cobre, ora baya en mercaduría de calderas, cazos u otra obra u en otra qualquiera obra que sea, ora por benefiçiar como quiera que sea cobre, a seys maravedis de cada una bestia.–

Yten de qualesquier bestia que llebe peltre, estaño, otra semejante mercancia ora de labrado ora baya por labrar, o en pichetes, escodillas o platos saleros, como quiera que sea estaño o peltre, o plomo como quiera que baya, de cada bestia a seys marabedís.– Yten, de qualquiera bestia que llebe oro o plata, ora en moneda, ora en tazas, xarros u en otra manera, que sea plata y oro, a doze maravedis de cada bestia.– Yten, de cada carga de cueros de buey o bacas, o bestias, que bayan cortidos o por cortir, a seys marabedis cada bestia.– Yten, de cada bestia que llebe bioleta a doze marabedis cada bestia.– Yten, de cada bestia que llebe lana, ora filada ora por filar, de cada bestia a doze marabedis.– Yten, de cada bestia que llebe paños, ora sean finos o b[a]stos, de cada bestia a doze marabedis.– Yten, de qualquier bestia que llebe sedas, terçiopelos, rraso, tafetán u otro género de seda, olandas, telillas y lienzos, por qualesquiera bestia a doze marabedis.– Yten, de qualquiera bestia que llebe tiendas u otro género que sea merzería, por cada bestia doze maravedis.– Yten, de cada bestia que llebe zapatos y cosa de zapatería, ora sean queros de baca, ora de a (cord)obán, como sea zapatería, de cada bestia a seys maravedis.– Yten, de qualquier bestia que llebe bino, de cada una a dos marabedís.– Yten, de qualquier bestia que llebe qualquiera género que sea fruta, cada una a dos maravedis.–


Archivo de la Casa de Valdecarzana. RIDEA. CM/C4. Nº. 30

Fol 2 rº.

Fol 2 vº.

Yten de qualquiera bestia que llebe madera como son jugos o artesas, maseras, sillas y tablas u arcas u otro género de madera, de cada bestia a dos maravedis.– Las bestias que bayan de baçío solo con el fato, o que lleben sal o pan, estas solo cada una una blanca de peaje, y de pan y sal nynguna cosa.– Yten de cada bestia que llebe ajos, zebollas para bender, de cada una doze marabedis y una riestra de ajos.– Yten de cada bestia que llebe ñabiña y senmiente, nabos, o cosa que se aya de senbrar y trasponer, doze maravedis.– Yten de cada bestia que llebe uebos a dos marabedis de cada bestia que los llebe.– Yten de cada bestia que llebe ollas, xarros y cántaros de barro, de cada bestia que lo llebe a dos marabedis.– Yten de cada bestia que llebe gallmos (gallos) capones, perdizes u otra cossa de abes para bender, de cada bestia a seys marabedis.– Yten de cada bestia que baya en pelo, ora caballo o mular, de qualquiera género que sea, como pase para benderse, de cada una (…….).– Yten de cada [buey] o baca, o carnero, castrón o cabra, obeja, lechón u otra res de pata hendida que pase para benderse, de cada una una blanca de peaje.– Yten de qualquiera cuerpo de defunto pase, debe un marco de plata.–

Yten de una nobia que pase con su marido, que sea de extraña jurisdiçión o se baya para él, como quiera que sea nobia en boda e pase, debe un marco de plata.– Los arrendatarios de los dichos portazgos estan en costumbre de prendar asta que se les pague lo suso dicho y las justicias de darles favor para hello =

Signo notarial de Rufino Villamor


— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Aun con todas estas normas y regulaciones, el cobro de estos portazgos no debía ser muy pacífico. Porque en 1575 se autoriza por parte del rey que arrendadores o concesionarios de portazgos puedan disponer de guardias para efectuar tales cobros. Hay repetidas pruebas de apresamientos indebidos de recursos y caravaneros con anterioridad. Solo como muestra de ello, hay constancia de conflictos y alteraciones en el solo año de 1334, causadas por el cobro de portazgos al sur del Camín Real en Zamora y Mayorga. En 1339 en Mansilla y en 1402 en Toro. Es bien conocida la gran paliza que los portazgueros del Conde de Luna propinaron a unos frailes de Corias por negarse a pagar. Frailes que, por añadidura, estaban exentos del pago. Pero ni la recaudación de los poderosos puede gozar de tranquilidad, porque también hay otros poderosos. Dos núcleos importantes del centro de Asturias, a su vez usuarios importantes del Camín Real de La Mesa, exhiben en sus fueros disposiciones regias por las que sus pobladores tiene el privilegio de exención de pago de portazgos: “non dean portage ne ribage desde la mar ata Leon”. Son, nada menos, que Oviedo y Avilés. En principio no entra en el privilegio la ciudad de León cuando Sancho IV, en 1286 exime de esta carga a Oviedo, pero Fernando IV lo ampliará a toda España con la excepción de Toledo. Con lo cual la cosa se complica, aunque siempre se encontrarán nuevos recursos. A partir de 1370 tampoco habrán de pagar portazgo alguno los vecinos de Siero que, aunque alejados de nuestro camino para el tráfico arrieril, sí que frecuentan con sus ganados los pastos de Torrestío y sus puertos. La Vega de Cueiro es un lugar emblemático en el Camín Real. Su belleza, su situación de privilegio y los usos que se le dan, hacen de ella un lugar singular e inolvidable. Allí, aparte de esas peculiaridades, existe una venta antiquísima donde los viajeros se puedan acoger al final de una etapa y donde los recueros pueden abastecerse, tanto ellos como sus acémilas. La propiedad de la venta la ostenta la poderosa Casa de Valdecarzana, cuyo titular allá por los años del 1770 es Judas Tadeo Fernández de Miranda.

Ruinas de la Venta de Cueiro, donde también se cobraban derechos de portazgo sobre el paso de novias y cadáveres.

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El silencio invernal cae sobre Piedra Jueves y su venta.

El 9 de diciembre de ese año, dos vecinos de Cornellana y Villazón, Diego Fernández Casona y su hermano Francisco, acuden al notario Joseph Moñiz, de Oviedo para realizar una escritura. Que tiene por objeto el arrendamiento de la Venta de Cueiro –Cuero se escribe en el documento-. Y esa tal escritura va a arrojar nueva luz sobre el asunto de los derechos de peaje, porque en ella se dice textualmente “que la Casa venta nombrada de Cuero, con su prado, Portazgo, derechos de Nobias y Cadáberes, y mas regalias agregadas a ella, que en términos de la xurisdición de Taja pertenece al Excmo. Sr. D. Judas Tadeo Fernández de Miranda… se ha sacado a remate para su arriendo, y se remató ante mi, escribano, en el nominado Diego Fernández Casona, principal otorgante, por tiempo y espacio de quatro años… y por renta en cada uno de ochocientos y ocho reales y medio… con calidad de constituir vecindad en dicha Casa venta para poder pastar con sus ganados sin impedimento alguno…” Así que ya tenemos el dato que nos interesa: en Cueiro existe un portazgo de ley y se exigen “derechos de Nobias y Cadáberes”. Igual que en Torrebarrio.

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Agotado el periodo de arrendamiento se hará otra escritura el 4 de enero de 1775, en Grado, siendo el arrendador Favian Rodríguez, un vecino de Taja, especificándose que la “cassa de venta, sus prados y agregados” pagan ahora 952 reales de vellón cada año. Pero este año descubrimos que, además de que el arrendatario “haya de mantener y substientar dicha venta, prados y mas agregados…”, que en la venta se vende vino, y que los impuestos que devengue tal comercio serán de cuenta del arrendador. El año 1782 el arrendatario será otro vecino de Taja, Miguel Álvarez. Y en la escritura se nos aclara que “la Casa Venta yntitulada del Puerto de Cuero, con sus prados, pertenencias y mas regalias de Portadgos”, repitiendo “Venta, agregados vienes a ella, regalias y Portadgos”; lo que no deja lugar a dudas. Claro que el coste de la vida se dispara; ahora la renta asciende a 1.110 reales de vellón por cada año de renta. Y al concluir el arriendo “la referida Casa de Venta haya de ser y entenderse con la propia perfección (y) reparo de sus techos, paredes y oficina a entera satisfazión de vista o registro que hagan perito o maestro ynteligente, y lo mismo sus puertas, cerraduras, llaves, visagras, y mas con que en la calidad se hallan…” Renta de la Venta de Cueiro: • 1770 . . . . . . . . . 808,50 reales vellón • 1775 . . . . . . . . . 952,00 reales vellón • 1782 . . . . . . . 1.110,00 reales vellón Aparte de ser límite de concejos y cruce de caminos y tener venta con despacho de vino incluido, en Cueiro hay “una feria de Ganado Bacuno que se zelebra el dia cinco de septiembre de cada un año, que la terzera parte de el territorio que ocupa es de este mencionado Coto, y lo restante de el Conzejo de Teberga; y la referida feria no da utilidad alguna por ser libre”, alegan en Valcárcel cuando de fijar impuestos se trata, allá por el año 1752. Según gentes que la vieron, concurrían a ella más de mil cabezas de ganado vacuno. La existencia de ventas a lo largo del camino está en relación con la seguridad y supuesta comodidad de viajeros y recueros. La tardía venta de San Bartolo, en las cercanías de Cuallagar, estaba allí en relación específica con los tráficos de carbón de leña que los recueros traían para la “Real Fábrica de Municiones” de Trubia desde los montes de Tolinas. Adosada a la parte posterior de la ermita de San Bartolomé se construyó un depósito de reducidas dimensiones para el almacenamiento de ese carbón. Los tráficos con madera tampoco fueron una excepción, tal como se confirma en los tramos finales del Camín Francés, “monte conocido en el arsenal del Ferrol por las repetidas cortas que le han hecho sufrir por sus ventajas que daban los árboles en su magnitud y figura…” De otras ventas más antiguas, como la de La Mesa, nos queda el relato de Jovellanos: “…perteneciente al lugar de Saliencia, y que sirve por turno un vecino para disfrutar su producto. Es solo para arriería y no tiene comodidad alguna...”, comentando de seguido que la ermita del Angel está “llena de pellejos de vino y camas de arrieros”. Se ve que la ermita de La Mesa se adelantó en el tiempo al destino que habría de seguir la ermita de la Venta de La Corredoria, hoy en parte convertida en almacén de botellas vacías. Hecho este que llamaría la atención del periódico dominical The Observer, de Londres, de 24 de enero del 2010. Destacar aquí que a los venteros de La Corredoria, vecinos de San Martín de Ondes, se les conocía desde tiempo inmemorial como “Los Corredorios”. De la venta de La Mesa hay descripciones más minuciosas y de mayor interés: “…en este concexo y parroquia de San Salvador de Éndriga ay un hospital con título de Nuestra Señora de La Mesa, con obligación de hospedar a los pasajeros quatro meses de berano y darles luz, sal y agua y dos mantas a los peregrinos y tiene la renta que constará de la relazión que tiene dado

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Venta de La Corredoria,administrada por “Los Corredorios”de San Martín de Ondes.

el cura parrocho,o mayordomo,a la que se remiten,y a costa de dichas rentas pagan a la persona que asiste,que es al presente Domingo Gancedo,vecino de la Parroquia;el útil… de seis días de bueies secano de ynfima calidad;y además tiene esta persona el útil de vender en dicho hospital vino y otras cosas,que regula por doscientos reales vellón,a costa de los cuales paga cada año para la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario de dicha Parroquia,y quarenta y cinco reales de medio vellón,vente y nueve a dicha Parroquia de Éndriga y lo restante a la de Veigas para ayudar de pagar el Millón…”También dice Jovellanos que “son edificios nuevos y estan cubiertos de tablas de roble bien clavadas,no permitiendo los vientos otra techumbre”. Llamar hospital a lo que después se acabará conociendo como venta es habitual en siglos pasados.Allí se cobijan durante la noche viajeros,peregrinos y recueros,pero también es tradición que en esos lugares se acojan enfermos.Esta práctica es especialmente frecuente en enfermos cuyas

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El ciclo final del pan: exterior e interior del “forno” en ruina de la Venta de Los Lodos (Año 1800). Molino para escanda en Moutas.


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dolencias son visibles, como las enfermedades de la piel. Y ello con el objeto de recabar información de los viajeros que hayan visto dolencias similares, tratando así de aprovechar los conocimientos ajenos. Esta misma forma de denominar indistintamente como venta y como hospital está ya documentada en Ventaniella, en el concejo de Ponga, allá por el siglo XVI.

Tramo del Camín Real en las cercanías de Moutas. El camino entre La Corredoria y Dolia. Tramo VIII.

Bien antigua ha de ser también la Venta de Los Lodos. Que con el paso de los años irá aumentando su importancia e irá incrementando añadidos a su edificio original. Es tal esa importancia que, allá por el año 1800 llegará a precisar la construcción de un gran –y bellísimo- horno donde poder cocer el pan. Posiblemente para abastecer las necesidades de los viajeros y también del propio pueblo, en el que actualmente no se conserva otro horno como éste de la venta. Lo construye precisamente quien entonces ejerce de ventero, Francisco Rodríguez, que era vecino de San Martín de Lodón. Porque el 11 de mayo de ese año se compromete con el dueño de la venta, Francisco Fernández, de Los Lodos, “a aprontar todos los materiales para hacer un orno en dicha casa, y el maestro que lo a de hacer a de ser de cuenta de los ynquilinos”. Sustanciosas ganancias había de producir la explotación de la venta cuando, a más de construir el horno, debía de pagar 550 reales de vellón al año por la renta, aportar postes y varas de castaño –traidas de Miranda- para cercar los prados de la venta y plantarlos en las cercas,

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abonar los prados…” y es con la condición de que el bino que el Francisco Fernández gaste personalmente en la Benta a de ser a la conpra, esto es el que por si mismo pueda bever, y sacándolo de dicha Venta a de ser como generalmente al común, a menos que el Francisco Fernández y su mujer o qualquiera de ellos se allen enfermos, en este caso lo an de poder llevar a su casa solamente el bino de su gasto a la compra de que los ynquilinos hicieren y tomaren a los arrieron en la Benta”. También corren de cuenta de los arrendadores los impuestos que generan la venta de ese vino. Lo que no sabemos a ciencia cierta es si esta venta de vinos en la Venta de Los Lodos es la misma que la de Joseph López Cañedo, también en el lugar de Los Lodos y unos años antes. Es muy probable que sea la misma dado el pequeño tamaño del pueblo y que las tabernas que “no se hallan en Caminos Reales ni pasageros” no producen apenas beneficio alguno. En Piedra Jueves “de algún tiempo a esta parte, otra (taberna) llamada la Venta de Piedrajuebes, en término del lugar de Villamor, que produce a los vecinos de el cien reales vellón cada año; y a las personas que asisten y venden el vino en ella, que son Justo Fidalgo y Diego Rodriguez, vecinos del lugar de Villaux, doscientos y cinquenta reales vellón cada año por servir solo quatro meses”. Por lo que se ve, esta venta de Piedra Jueves no generó tanto movimiento, pero también en ella se vendía vino, hasta que el último ventero, Herminio Cano del pueblo de La Riera, procedió a su cierre ya mediado el siglo XX.

Las Cruces. Venta y cruce de caminos. Moutas: venta y camino radial a Grado.

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El camino que desde Moutas baja a Grado, del que se habla en la Junta General del Principado el 26 de junio de 1757.

De la importancia de estas ventas es significativa la reiteración que de ellas se hace en las cartas dirigidas a Tomás López entre los años 1771 y 1779 para la confección del Mapa del Principado de Asturias, de las que se entresacan aquí algunas citas: “…siguiendo desde Grado dicho camino real por el citado campo de la Podada, donde tambien se halla una famosa venta…” “…y tiene el dicho lugar de Atotar una venta…” “…Vio… a distancia de un cuarto de legua se halla con la misma proporción el de Lodos, y en el mismo la venta de este nombre…” “…a distancia de media legua se encuentra la venta que llaman de Venta Nueva que se reduce a una casa con su casilla…” “…a la distancia de una legua se halla el lugar y venta de la Corredoria, que se reduce a una casa en otro campo ameno…” “…y siguiendo desde la Corredoria a dicho camino real, a distancia de un cuarto de legua se encuentra la venta de Porcabeza, sobre el lugar de Tolinas…” “…y desde esta, a distancia de una legua se halla la venta de Cuero, que ya es término de Teverga…” (Ramón González Bango. Báscones, septiembre 1779)

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“…Linares… que es malatería de San Lázaro…” “…está un lugar llamado Linares…;en el hay su venta por ser Camino Real,y muy frecuentado desde Oviedo para Teverga… y los que van de Oviedo a Teberga pasan por dicho Linares,giran por el dicho puerto de Cuebalagar… hasta entrarse en Teverga”. (Sin firma) “…una sumptuosa capilla con la advocazión de Ntro.Señor del Fresno y a un lado una venta tambien llamada del Fresno…” (Benito Santiago Flórez.Salas) “…y en lo alto hay una venta que se dice de Cuero,que divide términos anejos Somiedo y Teverga…” “…venta de San Lorenzo,entre Somiedo y Teverga” “…de la referida venta de San Lorenzo a medio cuarto de legua hay otra venta que llaman de Piedra Jueves…” “…y desde Saliencia al Puerto de La Mesa,donde hay una venta…” (Diego Fernández.Belmonte 12 de lulio 1777) “…desde la Venta de la Mesa hasta la de Cuero,tres leguas…” (Juan Antonio Díaz.Somiedo 25 de septiembre 1779) No se habló aquí de la Venta de Moutas,la venta situada en la primera quintana del pueblo entrando desde el sur,justo bajo la actual carretera.Para ello y para resaltar todo lo hasta aquí expuesto en cuanto a la importancia del Camín Real de La Mesa,nada mejor que hacer un viaje retrospectivo,hasta el 26 de junio de 1757 y situarse en Oviedo,en “la Sala Capitular de la Santa Iglesia Cathedral de esta ciudad”.Está reunida la Junta General del Principado y está en uso de la palabra el representante de Miranda: “… que respecto se acuerda como es justo el reparo del Puente de Peñaflor y las entradas y salidas antiguas del para que puedan andar ruedas por ellas,y evitar el evidente peligro a que está expuesto el Puente,sería asimismo mui combeniente el que se providenciase la conclusión de la Carretera según la dejó proyectada el Sr.Dn.Ysidoro Gil de Jaz,de el Consejo Real de Su Majestad,quando fue rejente en este Principado,a lo menos desde la Venta de Moutas hasta la villa de Grado,que solo dista poco mas de una ora de camino,pues de ese modo estará franco para todo género de ruedas desde dicho Puente de Peñaflor hasta lo alto del Puerto de la Mesa,según así se puso por providencia de dicho Sr.Gil de Jaz,y solo ay en el districto algunos tenues obstáculos ocasionados de las injurias del tiempo y poco cuidado de los naturales,y a poca costa fáziles de quitar,quedando así franco y en livertad de tránsito para todas ruedas y poder avastecer en ellas la Provinzia,o a lo menos su centro,y este capital,de granos y vinos siempre que estuviese indigente como lo está al presente de vinos,y lo estubo el año pasado de granos,de que se abastecieron en carretas muchos en el Concejo de Grado y Partido de Salcedo y otros contiguos del,encontrando mas embarazo para el tránsito de ellas desde la Ciudad de León a lo alto del Puerto de la Mesa que en todo el camino de este nombre,y siendo así que esta providencia podría ser mui poco costosa y mui útil a la provincia…” Asistía a la sesión,entre otros representantes,el Marqués de Ferrera,que en el futuro sería un hombre clave en la apertura de la carretera de Oviedo a León por Pajares.Y que en los últimos días de su vida escribiría,sin saberlo,una de las últimas y más bellas páginas de la historia del Camín Real de La Mesa.De lo que se hablará en su lugar.

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Villanueva de Valdecarzana: el esplendor en el siglo XII.

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VÍA DE ARTE Y CULTURA “El camino es una experiencia humana y a la vez divina. El camino es mucho más que una ruta turística cualquiera: es un intercambio de ideas y de experiencias que forjan vivencias indelebles”. Ignacio Rico Suárez. VI ciclo de Música Sacra “Maestro de La Roza”.

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omo todos los caminos del mundo, el Camino Real de La Mesa sirve, a todo lo largo de su historia, como vía de transmisión de vida entre los pueblos a los que da servicio. Y lo hace con todo lo que ello conlleva: vía de transmisión de vida y también de muerte; conflictos económicos y sociales, conflictos de poder y familiares y sus soluciones, de invasiones, guerras y ambiciones, pero también de paz, progreso y desarrollo. Y de arte y cultura. De muchas de esas actividades queda constancia en las páginas anteriores de este libro. Tal y como queda expuesto, el intercambio cultural ya se establece en tiempos prehistóricos a lo largo de nuestros caminos. La ya mencionada hacha de carácter ritual o ceremonial encontrada en los puertos de Maravio, junto a la expansión de la cultura tumular, dolménica, pictórica y escultórica a lo largo y ancho de la geografía del propio camino y de su entorno son buena prueba de ello. Las pinturas esquemáticas de los abrigos de Fresnéu o el ídolo de piedra de Llamoso, de carácter ritual o no, confirman los prontos inicios del Camín Real de La Mesa como cauce de transmisión de arte y cultura. Como en el resto de la historia del Camín Real, la presencia romana supone también la consolidación del propio camino como útil herramienta de difusión de esos valores. Por el Camín Real de La Mesa entran en Asturias, desde la meseta, no solo el concepto y puesta en práctica del Derecho Romano, base de toda futura convivencia humana en la región; también lo hace de forma definitiva la utilización del sistema monetario como base del intercambio comercial. O un nuevo concepto de arquitectura, vivienda y formas de vida. Recuérdense los tesoros monetarios encontrados en Foxó, o las sorprendentes construcciones de la villa romana del Valduno, situadas en el ramal que desde el Camín Real de La Mesa se desgaja hacia Las Regueras, Oviedo y Lugo de Llanera –el Lucus Asturum romano aún hoy sin explorar-. Y todo ello sin contar con las previsibles sorpresas que aún se pueden encontrar sepultadas bajo tierra en la propia vega de Valduno.

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Pero con ser importante toda esta aportación al progreso del Camín Real en aquella época romana, hay que destacar la contribución que supone al progreso el propio camino, el camino en sí mismo: una nueva forma de comunicación entra en escena en las montañas asturianas. El diseño y la tecnología de los caminos, unidos a un sentido de estado de las vías de comunicación, que traen una verdadera revolución en el transporte, la industria, la explotación minera y agrícola, el comercio y un largo etcétera. Pasarán muchos años, cientos y cientos de años, y aún estarán presentes y bien poco evolucionados, en no pocos casos, esos avances que por el Camín Real introdujeron los romanos. Tal y como aún se puede ver en la vecindad del propio camino en el mazo conocido como El Machuco, en Alvariza: “ay en estas provincias muchas venas de hierro… traen ciertos maços que un caoz de agua mueve y dan tan grandes golpes que baten aquellas pastas de hierro”, dirá Pedro de Medina en 1548. De tal forma que todas estas actividades reconocen, al norte de la cordillera como en tantos otros lugares, un antes y un después de la consolidación de los caminos por la ingeniería romana. Y todo ello sin olvidar la implantación del arado romano. Años más tarde, el Camín Real mantiene su protagonismo: en su extremo norte, en Pravia, se establece por un corto periodo de tiempo la corte asturiana. Es entonces cuando por el Camín Real entran en Asturias las reliquias de Santa Eulalia de Mérida, traídas por la Vía de La Plata y el Camín Real desde Mérida a la corte de Pravia por mandato real. Al igual que también es este camino la vía de entrada de los conocimientos literarios y habilidades técnicas que hacen posible realizar el caligrama o laberinto del Rey Silo de Santianes de Pravia. Porque los conocimientos necesarios para elaborar esa inscripción, tipo acróstico, no nacen espontáneamente o por casualidad, al igual que ocurre con las numerosas inscripciones epigráficas –epígrafes notables dice Ciriaco Miguel Vigíl- de San Martín de Salas. Todo lo cual no deja de ser testimonio, esculpido en piedra, de otro fenómeno de importancia capital y que a todos nos alcanza: el Camín Real de La Mesa, junto con La Carisa y otros muchos caminos, es la vía o cauce de entrada del latín en Asturias. Cuya herencia, bien que evolucionada por el uso durante siglos, sigue hoy viva en la lengua que hablamos. Al igual que es camino de irradiacción del cristianismo desde León hacia Asturias. Recuérdese la estela del mártir San Marcelo desde Túnez a León y Asturias.

Innovaciones tecnológicas: el arado romano en la agricultura (San Martín de Ondes), y la rueda hidráulica del mazo en la industria (Alvariza).


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Revolución arquitectónica: “alveus” y “cella caldaria” vistas desde el borde del “tepidarium”. Termas de Valduno.

También el Camín Real de La Mesa se va a dotar a lo largo de los siglos de establecimientos hospitalarios, tal y como ocurre en la propia braña y venta de La Mesa, o en La Malata, al lado de la iglesia parroquial de Barrio. Donde se hace realidad la descripción de Estrabón al inicio de nuestra era: “al igual que se hacia en la antigüedad entre los sirios, los enfermos se exponen en los caminos para ser curados por los que han sufrido la misma enfermedad”. Aunque el más señero de estos establecimientos es el establecido por la orden militar de San Juan en el lugar estratégico del cruce de caminos entre el Camín Real de La Mesa y el Camino de Santiago. Allí, en un enclave entre Grado y Salas, muy próximo a Cornellana, en la Encomienda de San Juan de Leñapañada, ya existe en el siglo XII un hospital que sobrevivirá hasta bien entrado el siglo XVIII. El flujo y reflujo de viajeros de todo género y de todas las culturas a través del Camín Real no solo es incesante: también es variopinto. Abades y prelados, obispos y clérigos, guerreros y rebeldes, reinas e infantas, ladrones, emigrantes, mensajeros, una pléyade de comerciantes de todo género y hasta esclavos. Porque esclavas eran María Mora y Iamira Mora, que llegaron a Villanueva de Teverga como botín de guerra a mediados del siglo XI y como pertenencia de Aldonza Ordonez: “servos istos de tribu Hismaelitarum”. Aparte, claro está, de grupos armados

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San Martín de Salas: el arte de la talla en piedra. Museo de la Torre de Salas.

y de tropas cuyo tránsito por el Camín Real quedan ya relatados, la lista se alargaría tanto como se quisiera. Desde los 300 hombres del batallón “Cansinos” reclutados por Fernando III en Asturias y que entrarían en Sevilla en 1218, hasta los 3.000 “peones” que el conde de Luna alistó en el Principado para participar en la guerra con Portugal allá por el siglo XV. De sur a norte o de norte a sur, el Cordal de La Mesa y el Cordal de Porcabeza son las venas por las que se nutre la historia de la Asturias centro-occidental.

Santa María de Villanueva “Santa María de Villanueva, á media legua de Teverga, en el camino que dirige al concejo de Somiedo, antes de ascender a la venta de San Lorenzo… tiene un edificio singular desde el punto de vista artístico…” dice Ciríaco Miguel Vigil, y “en precario estado de conservación…” añade Etel Fernández González. Es la iglesia en cuyo entorno vive Aurelio de Llano aquella

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fiesta ancestral en que las mujeres recogen las astillas que saltan de las estacas con que los mozos “matan judíos” en el pórtico de la iglesia, para con ellas ahuyentar los rayos cuando haya tormentas. No se olvide que encima de Villanueva tiene su trono Júpiter tonante: Piedra Jueves. Tras lo que, mujeres y niños se dispersan llevando jarras de agua bendita para con ella bendecir los prados entre el estruendo de júbilo de los tiros de escopeta con que los mozos festejan el Sábado Santo… Sabemos que el Camín Real de La Mesa es frecuentemente utilizado por la realeza en un amplio período allá en torno al año mil. Los reyes de León viajan repetidamente a Asturias: Alfonso V y sobre todo Alfonso VI. Su hermana, la infanta D.ª Sancha llega a ser regente de Asturias, donde pasa largas temporadas, y en cuya misión es asesorada por el obispo de Astorga. De donde no resulta extraño sospechar que unos y otros, al igual que sus correos, siguiesen en no pocas ocasiones el itinerario directo entre Astorga y Cueiro por el Camín Real, y de Cueiro a Oviedo por el entero Camín Francés. Pero de quien sí se puede afirmar haber utilizado frecuentemente el Camín Real, es de la Infanta Cristina –esposa primero y viuda después del Infante Ordoño “el Ciego”-, al igual que también lo haría frecuentemente su hija la condesa Aldonza. El Camín Real entre La Cuenye La Mutcher y El Autar de Babia. Arriba, a la izquierda, el CR en La Sedernia.


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Si los Alfonsos introdujeron en estas tierras el camino compostelano con el concepto de peregrinaciones, la Infanta Cristina será quien funde el monasterio de Cornellana, mientras que su hija la condesa Aldonza dotará de bienes económicos al “loco sancto” y a la “domu sanctam” de Villanueva de Carzana en pleno siglo XI. Esta donación incluye tierras, vacas y siervos, algunos de ellos –un tal Martino- de profesión hortelano, y nada menos que el fértil valle de Taja con el pueblo del mismo nombre. Posteriormente será la reina Urraca quien visite Asturias, “y no hay duda que la ruta por la que transitaba la comitiva real, como sucedía desde antaño, era, precisamente, la de La Mesa…”, afirma Etel Fernández González en su estudio sobre la iglesia de Villanueva. “La calzada de La Mesa fue la vía obligada de paso. En otras ocasiones, la ruta debió ser transitada en dirección opuesta cuando con ocasión de hechos luctuosos o de eventos importantes celebrados en la ciudad de León, entonces capital política del Reino, se dieron cita en ella ilustres personajes de la alta nobleza, prelados y abades, como sucedió en 1135 con ocasión de su coronación… o en la consagración (1147) del nuevo templo de San Isidoro”. La infanta D.ª Sancha también viajó varias veces a Asturias por el Camín Real: en concreto a Pravia y Candamo en el extremo norte del camino, donde ella tenía posesiones y también acompañando a su padre en ocasión de las revueltas de Gonzalo Peláez. La hermana y tutora de la infanta D.ª Sancha, la reina Urraca “la Asturiana”, es posible que también utilizara el camino alguna vez. Y sin olvidar que D.ª Sancha estuvo muy unida al monasterio de Belmonte, no podemos tampoco relegar la presencia por el Camín Real de los nobles de Tineo, Salas, Grado y Candamo que en 1141 acuden a León a la boda de D.ª Urraca tras cuyos festejos rehacen a la inversa su viaje por el mismo itinerario. Y vuelve Etel Fernández a recalcar que “tales sucesos acontecián, precisamente, por la ruta del puerto de La Mesa…”

Talla de la pila bautismal de Santa María de Villanueva, en Valdecarzana.

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Entrada del otoño en Valdesantibañez.

De aquella donación que la condesa Aldonza hace a Santa María de Villanueva, en torno al año mil, surge una iglesia que va a sufrir distintos avatares y cuyo último episodio se está viviendo actualmente en el año 2011. El terreno en que se asienta el edificio de la iglesia cede una y otra vez ocasionando un hundimiento tras otro, el último de los cuales sobresaltó al vecindario al desplomarse en el silencio de la noche una gran piedra de su bóveda central. Y aquí el Camín Real de La Mesa vuelve a cobrar un protagonismo indiscutible: por él, y posiblemente viniendo de tierras zamoranas, entran desde Astorga y Torrestío hasta llegar al Puerto de San Lorenzo y a Villanueva, los artífices de una obra maestra del románico asturiano. Por el Camín Real y como auténticos transmisores de las nuevas ideas borgoñonas del arte escultórico, con sus instrumentos de talladores a cuestas –cinceles, martillos y mazas, limas…-

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vienen los artífices que van a esculpir los capiteles de mayor riqueza artística que de aquella época se conservan en Asturias.Se tienen por artesanos o maestros talladores,pero ellos,sin saberlo,son artistas,e introducen al norte de la Cordillera Cantábrica toda una innovación en la arquitectura y la escultura. Sobre unas columnas semiadosadas a pilares cruciformes,que separan las naves de la iglesia, tallan en los capiteles historiados o descriptivos de episodios bíblicos,tal cual páginas de un libro abierto escrito en piedra,entremezclados con otras páginas repletas de grifos,aves,sirenas,centauros y otros monstruos.La profesora Etel Fernández nos descubre en este punto que, alguno de esos motivos se inspiran precisamente en otros capiteles de la provincia de Zamora, con lo que la vía de entrada de sus artífices queda más que asegurada. Pero la iglesia de Villanueva reserva otra sorpresa:su pila bautismal.“Coronada de elegante greca”en palabras de Ciríaco Miguel Vigil,presenta cuatro frentes,uno de los cuales de difícil contemplación al estar casi adosada a la pared de una nave lateral:“perros parecidos a lobos, otros dos animales cogidos por el pescuezo,un lobo mordiendo la cola de un corzo,y dos lebreles luchando”son los motivos ornamentales que,en bajo relieve,adornan la pila. Recogida sobre un inseguro repliegue del terreno en la margen izquierda del río Valdecarzana, la casi olvidada –por no decir ignorada- iglesia de Santa María de Villanueva,agoniza en silencio guardando en su interior una de las mayores joyas del arte románico en Asturias.Corre la misma suerte que el camino por el que vinieron a tallar aquellas joyas sus artífices…

La gran caravana: el mausoleo de Valdés Salas Según la Real Academia,mausoleo es “sepulcro magnífico y suntuoso”.Y la historia de la gran caravana que traslada el “sepulcro magnífico y suntuoso”desde Aleas de Guadalajara a Salas,aventurándose por el entonces abandonado Camín Real de La Mesa resulta,cuanto menos,magnífica y épica. El 9 de diciembre de 1569 muere el arzobispo Valdés Salas.El cortejo fúnebre desde la corte a Oviedo y Salas,a través de Pajares,es de los que hacen época en la memoria de los pueblos por los que transcurre.Habrá que imaginarse la comitiva,bajando por Pajares con la entrada del invierno:cruz procesional alzada,cirios encendidos,hachones humeantes y llameantes teas,incesantes cánticos del miserere,capellanes,dominicos y franciscanos revestidos de negro formando largas filas,casullas y capas pluviales,“hombres de mucha autoridad”,arcedianos y caballeros, alguaciles,parientes y criados,caballerías cubiertas de enlutadas gualdrapas...misas cantadas y más misas cantadas allá donde la comitiva hace noche… todo con “grande aparato y pompa”, hasta llegar el 31 de diciembre a Salas. Tal caravana,solemne pero ligera a la postre,no será sino el anticipo de otra que tardará aún bastantes años en llegar a Salas y que discurrirá con desesperante lentitud por el Camín Real de La Mesa.Caravana que tiene su origen en Guadalajara y cuyas etapas más importantes van a discurrir entre Torrestío y Salas a lo largo de casi mes y medio solo para este trayecto.Y que va a requerir años de preparativos,multitud de actuaciones,dinero,mucho dinero,abundante documentación,acuerdos,voluntades,contratos y una elaborada estrategia.Y que también va a estar salpicada de conflictos,tensiones,dudas,dificultades,incertidumbres y deserciones.Merece la pena detenerse en ella,aun con la brevedad del relato más escueto. El 2 de mayo de 1566 el arzobispo Valdés Salas hace testamento,en el que,entre otras muchas más cosas dispone que si “finare”en Toledo o en Castilla,“dentro de un año,a lo más” sea trasladado su cuerpo a iglesia de Santa María la Mayor de la Villa de Salas.El arzobispo

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Mausoleo del arzobispo Valdés Salas. Colegiata de Salas. “El más precioso cargamento consignado jamás al Principado de Asturias”. (E. Marcos Vallaure)


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Dibujo de un carro del año 1500. Biblioteca de la Universidad de Oviedo. “Scriptores astronomici veteres”. I-9.

inquisidor ya estaba ligado de antiguo al Camín Real “por cuanto yo tengo y poseo en el lugar de Torrestío”, de un lado; y por otro lado porque este camino será el utilizado de preferencia por los becarios que van a seguir estudios eclesiásticos en el Colegio de San Bartolomé de Salamanca. Tanto esas becas como el propio colegio salmantino son obra del propio arzobispo. Aparte de que son muchos miembros de su familia que van y vienen de Salas a Madrid por el Camín Real: Isabel de Salas, monja profesora en Santo Domingo el Real de Madrid; Diego Valdés, estudiante en Salamanca; Diego de Valdés, familiar o criado del arzobispo, casado en Valladolid con Juana Ramírez; su sobrino Álvaro de Salas, que vive en Alcalá de Henares; su otro sobrino Hernando, sucesor del mayorazgo de la casa de Salas; o bien allegados y personas de confianza, como Alonso de Dóriga, secretario de la General Inquisición… El 4 de diciembre de 1576 los albaceas de Valdés Salas firman un contrato con el escultor de cámara Pompeo Leoni, en donde este se compromete a realizar en “alabastro blanquísimo los bultos y enterramiento” para el mausoleo del arzobispo. Pompeo Leoni es el escultor de la realeza, no se olvide. Y eso de “los bultos” se refiere a una escultura exenta o que se puede contemplar desde cualquier punto de vista a su alrededor, en contraposición al medio bulto, que es ya bajo o medio relieve. Y se especifica en el contrato que “lo llevará a asentar e poner, e lo dará puesto e asentado en la yglesia de la villa de Salas, qués en las dichas Asturias de Obiedo”. Por otra parte el contrato es bien estricto, ya que el mausoleo ha de ser “en toda perfección, sin que falte cosa alguna… en el qual dicho enterramiento a de yr la figura y persona del señor arçobispo, con el retrato al natural tan al propio como sea posible”, describiéndose después toda la escenografía que se ha de desarrollar en el mausoleo. No es de extrañar: el personaje, que fuera todopoderoso y terrible Inquisidor General, había sido también Arzobispo de Sevilla a la par que Presidente del Consejo del Reino y de la Chancillería de Valladolid, amén de fundador de la Universidad de Oviedo entre otras muchas cosas. Lo paradójico, es que quien ahora va a realizar el monumento funerario del Inquisidor, Pompeo Leoni, había sido encausado dieciocho años antes en un auto de fe por la Inquisición. Paradoja e incluso sarcasmo. Pompeo se compromete a realizar el monumento en dos años y medio, “dentro del qual dicho término lo a de dar puesto y asentado en las paredes de la dicha yglesia de Salas”. Pero el hombre propone y el destino dispone: él no llegará a verlo situado en esa iglesia porque el monarca le ordena desplazarse a Nápoles y la obra sufrirá un retraso tras

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otro.Tantos que,ya instalado el grueso del mausoleo en Salas,Pompeo Leoni reconoce en su testamento,el 8 de octubre de 1608,que “aora últimamente le entregué los letreros que an de poner en el dicho entierro”,en referencia a las inscripciones laudatorias del monumento. Como Pompeo Leoni ha de viajar a Nápoles por orden real,da poderes para todo lo referente al mausoleo a Cornelio Carnago,pero este traspasará esos poderes a Julio Sormano para que pueda “hazer concierto con carreteros… en el lugar de Aleas,jurisdiçión de Veleña,tres leguas de Guadalajara… y para que pueda tomar quentas a Pedro de Fraguas… que ha tenido a su cargo el bulto y piedras del dicho arzobispo...“El 19 de marzo de 1582 Julio Sormano,preparando esa estrategia de la que ya se habló,firma un acuerdo con Andrés Marcos y Joan Chaparro,carreteros,obligándose estos “de dar al dicho Julio Sormano quarenta a çinquenta carros de bueyes… en veinte días cumplidos...puestos en el lugar de Aleas,para cargar ciertas piedras de alavastro… y llevarle hasta la ciudad de León,que es en Castilla la Vieja;con que a de llevar cada carro de treinta y çinco a quarenta arrobas cabales,y los a de dar y pagar por cada carro setenta e siete reales en aviendo llevado y llegado los dichos carros con las dichas piedras del dicho bulto a la dicha çibdad de León y no antes.Y que después de aver cargado los dichos carros y piedras del dicho bulto no los descargarán a ellos para pasar de una carreta a otra,ny quitar ni poner de como fueren la primera vez cargados y puestos en horden,ny quebrarán ninguna cosa por sus manos ni por las agenas y que lo tratarán como cosa suya...ny lo descargarán en la dicha cibdad de León syn horden del dicho Julio Sormano,y demás de lo dicho...sy pareciere aver camino carretero

Empedrado conservado (tramo VI) y empedrado roto (tramo III) en el Camín Real.

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Excavaciones arqueológicas en el Camín Real: tramo VI; tramo II, variante inferior del Muro; y lienzo sur de la fortificación del Muro.

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para que se pueda llevar el dicho bulto y piedras en carros a la villa de Salas,los ha de dar y pagar el dicho Juan Sormano demás de los setenta e siete reales,a cada dos carros un ducado, que se entiende sy son quarenta carros veinte ducados y si son cinquenta veinte y cinco.Y si no oviere el dicho camino de los carros desde León a Salas,que no los pague el dicho Julio…” Queda bien claro:en la villa y corte,y en las más altas instancias se ignora si hay camino de carro que entre en Asturias desde León.Porque ante esa posibilidad se contempla “se pasen a la cibdad de Burgos los dichos carros con las dichas piedras y bultos… syn descargar”,para así descender a Santander y desde allí,paralelos a la costa cantábrica,alcanzar Salas.El desafío, bien se ve,es ingente. En el entretanto se organiza el transporte,ocurren dos hechos importantes.Julio Sormano contrata a Zessar Billa,“oficial de alabastro y jaspe”el 24 de abril de 1584 para trabajar en el mausoleo y acompañarlo a Salas,contrato con duración de dos años,“a medio escudo de oro cada día”. Personaje que va a ocasionar más de un quebradero de cabeza.Desconocemos sus aficiones,pero el hecho es que se va a pasar el tiempo pidiendo anticipos “en quenta”,pidiendo dinero para cinceles y limas,dinero para “la traza de la obra”,dinero por “beladas”… El otro acontecimiento es que Julio Sormano cede todos los poderes en relación con el traslado y montaje del mausoleo a una mujer: Doña Mariana de Sotomayor.Quien se ha de hacer cargo de toda la empresa y ha de lidiar con todos los problemas e incógnitas.Sobre Mariana de Sotomayor y su relación con Pompeo Leoni caen sospechas y dudas.Entre ellas,las del estudioso Eugenio Plon.Pero cuando llegue a Salas,esta mujer hará valer su condición de esposa del escultor Pompeo,con lo que todo queda aclarado. Entonces,la larga y espectacular caravana,cargando en sus carros una obra que se convertirá en joya del arte,se pone en marcha con la lentitud y parsimonia del paso cansino de los bueyes. Unos 45 carros.Cada carro cargado con entre 450 y 480 kilos de piezas de alabastro,bien empacadas y protegidas con paja,sujeta la carga de tal forma que no se mueva dentro del carro allá donde el camino sea irregular.Carga que ha de llegar a Salas en la misma postura en la que sale de Aleas,en Guadalajara.Sin ser descargada nunca de los carros y sin ser manipulada por nadie en forma alguna.Porque en el contrato se estipula que,aparte que “no los descargarán ni llegarán a ellos para pasar de una carreta a otra,ny quitar ni poner de como fueren la primera vez cargados y puestos en horden… y en todo ello no tendrán descuido…”Y con toda seguridad en carros de dos ejes y cuatro ruedas,tirado cada uno por una pareja de bueyes.Tal tipo de carro,de cuatro ruedas,es frecuente entonces,y sus ventajas sobre el carro de dos ruedas son indiscutibles:primeramente,el carro es más estable,evitándose en todo momento la posibilidad del vuelco.El carro de un solo eje,a pesar del tentemozo,o cuentio como se llama en los carros que pasan la Cordillera Cantábrica entre Sajambre y Castilla,mantiene un más que comprometido equilibrio cuando en los descansos se desuncen los bueyes.Y lo que es no menos importante,un peso cercano a los 500 kilos se reparte sobre la calzada,en el carro de dos ejes,sobre cuatro puntos de apoyo en vez de en dos.La diferencia en cargar sobre un punto de apoyo 125 kilos en vez de hacerlo con 250 beneficia doblemente al transporte:por un lado la posibilidad de hundimiento de la rueda en pavimentos no consolidados es la mitad;y por otro lado la penalización que sufre el arrastre o tracción del carro al duplicar tales puntos de apoyo en los tramos inclinados del camino disminuye en forma exponencial.Amén de que el equilibrio y estabilidad de la caja del carro es muy superior si esa caja lleva un sistema de amortiguación de tirantes. Unas 45 carretas,cerca de cien bueyes,no menos de 45 carreteros,posiblemente más,a los que además hay que añadir los capataces de carretería Andrés Marcos y Joan Chapero,los oficiales de cantería que han de componer el mausoleo en Salas,entre quienes van Fernando de la Pedriza y Diego de Bega además del “oficial de alabastro y jaspe Zéssar Billa”.Y al frente de todo ello una mujer,de quien suponemos una fortaleza admirable:Doña Mariana de Sotomayor.

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Una vez en León, se cercioran de que sí hay camino hacia Salas: El Camín Real de La Mesa. Queda lo más dificultoso del viaje. Por un recibo de pago de cuarenta y ocho reales a Zéssar Billa “en quenta del salario que el señor Pompeo me paga por travajar en la obra del Arzobispo de Sebilla” sabemos que la comitiva que transporta el mausoleo está en Torrestío el 14 de junio de 1584. Queda por delante la aventura y lo desconocido. Y con ello los mayores problemas. Mes y medio, al menos, de continuados y difíciles problemas. Pero la voluntad de Doña Mariana es indomeñable y va a vencer un obstáculo tras otro, sean de la naturaleza que sean. La reconstrucción del viaje de aquella caravana, desde Torrestío a Salas, utilizando la vieja vía del Camín Real solo se puede hacer fragmentariamente y en ocasiones a través de noticias indirectas. Sin alejarse de la realidad, se puede resumir en una sola frase: una empresa épica. En Torrestío se abastece la comitiva para afrontar una larga travesía, ya que el itinerario a seguir, durante muchos días, discurre alejado de los pueblos. Y el primer pueblo al que alcanzará a llegar –Dolia- o las ventas del Camino tampoco podrán suministrar abundantes provisiones. En Torrestío se horneará entonces tanto pan como nunca se habían imaginado sus vecinos: porque las “migas de pastor” serán desayuno y cena obligados en todas las paradas. Y carne de cordero y oveja, comprados “in itinere” a los pastores, completará la dieta. También se contratan peones en pueblos y brañas: hacen falta brazos para reparar el camino e incluso para rehacerlo aquí y allá. Al cortejo se suman ahora arrieros que transportan con sus mulas impedimenta y avituallamiento. Como también es preciso llevar todo lo necesario para el previsible reparo de los carros y el herraje de los bueyes. Y como última providencia se efectúan pagos y se escriben cartas antes de

Mausoleos de D. Juan Fernández Valdés y de D.ª Mencía de Valdés, padres del arzobispo Valdés Salas, también trasladados por el Camín Real.

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comenzar la travesía. Sería interminable siquiera resumir las cantidades de dinero pagadas por esto y por lo otro: dinero, más cantidades de dinero, ingentes cantidades de dinero. Con lentitud de bueyes, la caravana se estira lentamente Valle de Las Partidas arriba; se suceden los viajes de ida y vuelta a caballo y a pie, pero poco a poco la caravana logra llegar a La Mesa y a El Muro. Pero en El Muro, ¡no hay paso para carros¡ Porque el camino se estrecha durante un buen tramo, antes, en y después de pasar el propio muro y su foso. Y porque, en buena parte, lo poco que hay de camino se inclina lateralmente y de forma peligrosa hacia la ladera declive que cae hacia Moreo. La caravana se ve obligada a detenerse, pero la voluntad de Doña Mariana no se detiene: ordena desuncir los bueyes, calzar los carros y descargar “palas, picos y azadones” y allí mismo comienza la apertura de una nueva variante del camino, un poco por debajo de la traza antigua. Se abre una nueva caja de camino, con ancho de carro y sin forzar la pendiente, de algo más de 215 metros, aproximadamente: entre los metros 8.220 y 8.433 del tramo II de nuestra medición. Habrá que imaginarse a aquella mujer de hierro, a pie y a caballo, dando órdenes y recorriendo adelante y atrás aquellos doscientos metros mientras inspecciona cada detalle de la obra. Tras abrir la caja del camino y allanarla en condiciones para que puedan pasar los carros sin peligro, viene la obra de afianzamiento y consolidación del pavimento, que se hace compactando zahorra o grava de pequeño tamaño. Entonces la caravana continúa llaneando lentamente. El paso de la “forqueta” o pequeño horcado de roca de La Cuenya La Mutcher se solventa fácilmente creando unas rampas de piedra y tierra para obviar la estreches del pavimento, elevándolo hasta darle el “ancho de ruedas”.

Piedra de armas de Valdés Salas, trasladada por el Camín Francés varios años más tarde que el mausoleo.

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En La Magdalena comienza el renqueante ascenso hacia La Sedernia, que solo precisa labores de allanamiento, sea por relleno o por desescombro, eliminando derrumbes y deslizamientos de la ladera superior. Cuando se inicia el descenso de La Sedernia se precisa rellenar también unos metros de la caja del camino en torno al estrecho paso del metro 13.294 del tramo III. Pero nada más pasar la Fuente de Las Retuertas, metro 13.985 del tramo III, hay un pequeño anuncio de lo que espera más adelante: humedales en el pavimento. Que aquí se solucionan rellenando con piedras las zonas pantanosas a lo largo de unos 140 metros, labor que se hace una y otra vez según la caravana avanza y desplaza las piedras con sus ruedas. Pero un tramo más adelante, cuando ya se deja atrás el camino que desciende a Cuérrago, los humedales se tornan cosa seria. Y requieren, para que las ruedas no se hundan, la fábrica de nuevos empedrados o enlosados según en que tramos. Son los empedrados que hoy encontramos a tramos, en buena parte ya rotos, entre los metros 14.680 y 15.729 del tramo III; y con una conservación impecable en los 102 metros que median entre los metros 15.777 y 15.879. Tal fragmentación del empedrado nada nos tiene que sorprender; se trabaja sobre el pavimento allí donde es estrictamente necesario, tal y como podremos comprobar según la caravana se vaya acercando a Salas. A estas alturas de la travesía, Dña. Mariana ya tiene desplegadas avanzadas de reconocimiento del camino y los trabajos de acondicionamiento se intenta realizarlos antes de que lleguen los carros. Así es como se solventa, ya sistemáticamente, la ocupación de la calzada por los derrubios de las laderas superiores o la reconstrucción de los taludes inferiores destruidos por el agua; el paso reiterado de las cargas exige una previsión total, porque el vuelco o pérdida de un solo carro sería pérdida irreparable. Y así es como también se solventan los humedales de La Pousa El Sal y de Valmaria: con nuevos empedrados y enlosados hoy en buena parte cubiertos por leve capa de tierra tapizada de hierba. Pero la gran obra pendiente para dar paso a los 45 carros cargados de valiosísimas piezas de alabastro es la que hay que efectuar algo más al norte: el descenso de La Sierra El Conto, donde el camino está “cegado” en buena parte por los efectos del paso del tiempo y la incuria del hombre. Aquí, en La Sierra El Conto, cabe emplear aquella frase que tanto se utilizará algo después de dos siglos en la Junta General del Principado y referida precisamente al Camín Real: “hacer el camino franco para ruedas”. Bajo la atenta y sagaz mirada de Dña. Mariana, que cabalga arriba y abajo sin cesar y que supervisa implacablemente los trabajos de franqueo y acondicionamiento de la caja del camino, se consolida una obra admirable. Una auténtica obra de ingeniería de caminos. Para vencer algo más de 110 metros de desnivel se traza una anchísima rampa con suaves desniveles, que ya quisiera para sí la futura carretera de Pajares. El ancho medio de calzada es de unos cuatro metros. Y para lograr una pendiente que no exceda el 5 por ciento de desnivel, el camino se alarga en un total de 2.400 metros –entre los metros 32.500 y 34.530 del tramo VI- aproximadamente, componiendo un múltiple zig-zag a base de nueve tramos rectilíneos de desigual longitud, enlazados entre sí por ocho amplias curvas con un radio de entre 20 y 35 grados. El trazado del Camín Real por La Sierra El Conto, bien conservado en general, tal cual hoy lo vemos, requiere ser contemplado y recorrido para poder ser admirado en toda su grandeza. El pago de los salarios de una obra de tal magnitud se realiza por dos sistemas distintos: los trabajos que se realizan en la avanzada de la caravana va a ser Dña. Mariana, ayudada por sus hombres de confianza, quien los vigile, evalúe y pague. Pago de jornal por día trabajado. Pero también se efectuará en otras ocasiones por obra efectuada y “recibida”, midiendo la longitud y anchura de la tal obra, sea apertura de caja, empedrado o enlosado, y obteniendo así las “brazas cuadradas” a pagar según lo acordado en contrato previo. Porque según la caravana avanza y

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supera obstáculos, en las zonas más bajas del camino, especialmente en el ramal que desde el Camín Real se dirige a Salas, se hacen trabajos de acondicionamiento con antelación, para que cuando los carros se vayan acercando no encuentren impedimento alguno que retrase su marcha. Parte de estos trabajos los realiza, a su costa,”la Obra Pía de D. Fernando de Baldés”. Y muy posiblemente continúen con posterioridad al paso de aquella expedición histórica. Claro que este tipo de obra va a sufrir importantes dilaciones en sus pagos, como queda testimoniado en el caso de Andrés de Cagigal, “maestro de cantería” que por encargo de Suero González,

El Puerto de San Lorenzo visto desde el tramo IV del camino.

administrador de aquella Obra Pía en Asturias, va a “calzar” varios tramos de camino que así lo requieren “en el Camino Real, que viene desde el lugar de Castañedo… camino de La Sierra del Conto açia León y Balladolid”. Y que solo se cobrará cuando Antonio de Arango, hijo de Suero González, regidor de Salas y heredero de su padre “en el dicho officio” de administrador, realice la recepción de la obra nada menos que el 22 de niviembre de 1628. Ante el escribano Francisco Álvarez, que levanta acta, se toman minuciosas medidas de la obra, ya que fue

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Documento de “recepción de obra” del empedrado de varios tramos del CR en el año 1628. Protocolos Notariales de Belmonte de Miranda. Caja 17-1. Bóveda de crucería de la Colegiata de Salas.

“a medir unas calçadas… y començó a medir por una bara de braça de largo… y se halló… treinta y quatro braças y media de largo de braça y media de ancho…” Y poco más adelante “se hallaron çiento y treinta y tres braças y m(edi)a de largo de braça y media de ancho… y luego más adelante, al cabo de otra pedrer(a) calçada bieja se hallaron otras diez braças y (media)… y…”, terminando este peritaje con la reveladora conclusión de que “tomadas las dichas partidas y reducidas en cuadrado bienen a sumar seisçientas y nuebe braças”. Lo que, tratándose de brazas “de a dos varas” da un ancho de empedrado de dos metros y medio: amplitud suficiente para la circulación de carros. Tras más de mes y medio de trabajos y penalidades desde que partiera de Torrestío, la caravana rinde viaje en Salas sin incidencia digna de mención en su delicada mercancía. Pero sí con incidencias de otro género: abusos, estafas y deserciones se suman a las fatigas del viaje. Sin descanso se procede al montaje del mausoleo; montaje no exento de incertidumbres, como la que provoca el “maestro en alavastro y jaspe” Zéssar Billa, que ya comenzado el año 1585 deserta de sus obligaciones en Salas. Dña. Mariana acude al notario y declara que “para haçer la dicha obra entre otros ofiçiales traxera a Zésar Billa por ofiçial principal para haçer y acabar dicha obra, estando concertado con el dicho Pompeo, su marido, por contrato, de le serbir dos años a medio escudo de oro cada dia, en que se le acababa la soldada por San Juan éste

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que ahora berná… y teniendo enconmendada la dicha obra, sin la acabar ni fenezer, se le fuera y ausentara desta villa de Salas… de manera que del tiempo y soldada que debía de cunplir le faltaba tres meses y le dexólo por acabar abiéndole dado muchos dineros…” tal y como confirma Diego de la Vega, que dice de Zésar Billa” que se fue por aí adelante por donde quiso sin ablar palabra a la dicha Dña. Mariana”. De aquella épica travesía quedó memoria en la gente de los pueblos durante siglos. Aún el 17 de agosto de 1775 recordaba D. Álvaro Cienfuegos en la Junta General del Principado que “el camino que se dice de La Mesa, que por providencia de la vuena memoria del Ilmo. Sr. Baldés Salas se avrió de ruedas hasta llegar a las villas de Salas y Grado…” Del mausoleo se ha escrito mucho. Para concluir se traen aquí las palabras de J. M. Cuadrado, hablando de Salas: “su mayor blasón y su más antiguo monumento lo debe á D. Fernando Valdés… campea á la parte del evangelio el suntuoso mausoleo de mármol blanco, elegante aunque severo en sus formas, armonioso en sus proporciones, admirable en su escultura…” Porque, en palabras de Bandmann, “mediante su elaboración, las piedras son elevadas al ámbito de lo simbólico y lo significativo”. Imágenes de La Caridad y de La Esperanza en la escenografía iconográfica en torno al espacio central del mausoleo de Valdés Salas.

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Escultura orante del arzobispo Valdés Salas. Lleva capa pluvial ornamentada con grutescos, tan a la moda en el siglo XVI y con los que Pompeo Leoni adornó esculturas de reyes y princesas.

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Construcción y líneas geométricas: curva, recta, quebrada, paralelas…

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Apacible amanecer en Piedra Jueves, “una de las mejores vegas de Asturias”.

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DE HIERBAS, HERBAJES Y PASTOS “Y porque es justo que los pastos públicos y concejiles se guarden y conserben… agan un apeo o ynventario…” Ordenanzas del Principado de Duarte de Acuña. 1594

Primeros tiempos

L

as noticias más antiguas de que disponemos sobre la propiedad de tierras, hierbas y pastos a lo largo del Camín Real, se pierden necesariamente en la bruma del anonimato. Porque los primeros documentos de propiedad no llevan firma personalizada o autógrafa. Se trata de esos túmulos –funerarios o no- que se extienden desde Busllaz a Piedra Jueves y Cueiro; y con especial profusión desde La Sierra El Conto al Llano El Mouro y La Corredoria por un lado y desde El Cogollu y Santa Cristina a los Puertos de Sograndio y La Cruz de Linares del otro lado. Se supone –solo se supone- que tales túmulos marcan territorios y propiedades al modo que en el futuro lo harán mojones y escrituras. Nada sabemos tampoco acerca de aquella primitiva forma de propiedad, pero todo apunta a que se trata de propiedades familiares o de clan. Con posterioridad y ya bajo la dominación romana, los testimonios de propiedad quedan reducidos prácticamente a dos modelos: villas y asentamientos de propiedad privada, pero que ya quedan en la periferia de nuestro entorno, tal y como lo son la villa de Valduno o los testimonios lapidarios de Valduno y Salas o la del Castiello de Doriga; o bien propiedades estatales del imperio, cual son las minas del Arroxo La Francida o las de La Bustariega. Estas ya sí en pleno Camín Real. Se supone que los nativos que quedan libres del trabajo forzado en las minas, seguirán aprovechando aquellas hierbas bajo la forma tradicional y milenaria en que lo hacían sus antepasados. Nótese que aquí se está utilizando constantemente el término “suponer”. Con los tiempos de la Reconquista el concepto de propiedad y la evolución de esta propiedad sufren un vuelco. Las tierras por las que discurre el Camín Real y el Camino Francés van a recaer en dos manos distintas principalmente. Hablamos en términos generales. En primer lugar en manos de los reyes, que ejercen su poder “por la gracia de Dios”, dando lugar a ese término que encontramos para denominar las “tierras de realengo”. Pero también y en segundo lugar, en manos privadas tras la ocupación de una tierra que anteriormente no tuviera

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dueño: la “pressura”. Presura que ejercen, o bien una sola persona o familia, o bien varias personas o familias, y cuya administración acabará en torno a aquella institución del concejo que tanta vida tuvo bajo la forma de “reunión de concejo a campana tañida”. Institución ésta de derecho común o consuetudinario que tanta fuerza y vitalidad tuvo por estas tierras. De estas formas de propiedad derivan respectivamente la propiedad “privativa” o privada y la propiedad comunal o “concejil”. Por otra parte, esta propiedad privada generará a su vez el minifundio, cuando la presura la ejerce un individuo o familia de poco poder, o el latifundio, la propiedad de gran extensión cuando se trata de un poderoso o señor con capacidad de efectuar presura sobre una amplia extensión de terreno. De lo cual deriva “el señorío”, en contraposición al minifundio familiar. Volviendo a las propiedades realengas durante el periodo de la Reconquista, ocurre que el rey maneja esas tierras como moneda de cambio para lograr el apoyo de los poderosos: señores, guerreros, obispos y abades principalmente. Y así va haciendo donaciones y cesiones de sus tierras a cambio de los tan necesarios apoyos tanto en sus guerras como en las disputas por el poder. Sirve como botón de muestra lo ocurrido con el rebelde Gonzalo Peláez del que ya se trató en páginas anteriores. Con lo cual, la tierra va pasando a manos de la Iglesia y de los señores: son las tierras de la mitra y del señorío. Los latifundios. Pero por esas fechas ocurren también otros dos acontecimientos nada banales. Y muy frecuentes, por demás, a lo largo de la historia. Los señores, entre tanta guerra y tanto poder, pecan. Y pecan mucho. Y por otra parte la Iglesia es dueña absoluta de las llaves del cielo y del infierno. Y las utiliza para amenazar a esos pecadores, quienes sienten terror ante la posibilidad de consumirse en un fuego abrasador y eterno. Así que pecadores y dueños de las llaves

El privilegiado Valle de Teverga, enmarcado por la corona caliza de La Sobia a Ubiña.

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Documento real de donación de Ondes al Monasterio de Belmonte. Archivo Histórico Nacional. Clero Regular. Carpeta 1570, nº. 9 rº.

del más allá llegan a un entendimiento razonable y cordial: los poderosos se aseguran una parcela de gloria en ese más allá haciendo cuantiosas y generosas donaciones de tierra a la Iglesia. Así es como se acuñan aquellas expresiones de “por la salvación de mi alma” en documentos de donación a la Iglesia. Un lucrativo negocio que trae a la memoria a aquel personaje llamado Simón Mago. El hecho es que de manos del rey, muchas de las tierras de las que aquí hablamos pasan primero a manos de los señores y después, de manos de los señores no pocas de esas tierras pasan a la Iglesia. Cuando no pasan directamente de las manos del rey a las de la Iglesia, cortocircuitando así las etapas. Los reyes de aquellas épocas son bien conocidos de todos. Entre los señores, protagonistas destacados en la recepción de propiedades, destacan las sagas de los Bernaldo de Quirós, los condes de Luna, los Miranda de la Casa de Valdecarzana, los Suero Bermúdez, tanto tío como sobrino, etc. Y entre los nombres de la Iglesia, el obispo y la iglesia de Oviedo –en la documentación se dice la mitra y la iglesia de S. Salvador-, los monasterios de San Pedro de Teverga y en su tiempo el de Santa María de Valdecarzana, el monasterio de Belmonte, llamado de Lapedo en su época, Cornellana y un sin fin de pequeños monasterios o monasteriolos. Y así se llega a la situación en que, prácticamente, todas las tierras por las que pasa el Camín Real, incluidas las más altas, como Busllaz, o las más bajas, como Dolia, o bien son propiedad de la Iglesia o lo son de señoríos. Dentro de la propiedad privada y de la propiedad concejil, o mancomunada, existen diversas formas de explotación o aprovechamiento por las tierras del Camín Real. “La mortera” es la más llamativa. Hay morteras en Saliencia, las hay en Teverga y las hay hasta en Bubarraz, amén de haber hasta un pueblo que se llama Las Morteras. En términos generales, las morteras están divididas en parcelas de tierra de propiedad privada. En ellas, su dueño siembra y

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recoge a su libre albedrío. Pero ha de recoger antes de una fecha determinada por el concejo porque, a partir de esa fecha, esa parcela, siendo de su propiedad, pasa a ser aprovechada en sus pastos, libremente, por todos los propietarios de aquella mortera. Así pues, propiedad privada, con aprovechamiento privado una parte del año y con aprovechamiento mancomunado otra parte del año. Todo ello legislado “en concejo”. Así pues, resulta que eso de la propiedad se complica. Y no es lo mismo el derecho de disponer de una parcela y poder venderla, que el derecho de usar de esa parcela, derecho éste sujeto a lo establecido por el concejo. Y que se transmite como una carga más por venta o herencia. Así se llega en no pocas ocasiones a asimilar la propiedad con un dueño, mientras que la posesión se entiende en otras ocasiones como un determinado derecho o disfrute sobre una propiedad, sea esta propiedad propia o ajena. El ejemplo más concluyente de esta forma de propiedad lo vamos a encontrar en el caso de los pastos de los puertos de Torrestío. Así pues, en asuntos de propiedades a lo largo del Camín Real se llega a hilar tan fino que para poder hablar de ello se precisan unos mimbres de los que aquí se carecen. Otra peculiaridad en el aprovechamiento de pastos muy habitual aquí, aunque en común y compartida con otros muchos lugares lejanos del propio Camín Real, es el derecho de pasto “a rejas vueltas”. Del que, quede claro, queda excluida la entrada en las tierras de los vecinos de los ganados con perro, silbato y “a palo pastor” o “con palo en cuello”. Pero que en el Camín Real

Presencia de la Iglesia en tierras del Camín Real: espadaña de Urria y campana de Santa María del Puerto de La Mesa.

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Belmonte, sede del antiguo y desaparecido Monasterio de Santa María de Lapedo.

resulta de una complejidad sorprendente y en ocasiones desconcertante. Entre otras razones porque aquí, la línea divisoria entre concejos, que habitualmente se traza “aguas vertientes”, es sustituida por la línea del Camín Real como frontera o límite entre esos concejos. Al menos, si no en la propiedad de la tierra, sí en la posesión de los derechos de pasto. Es el caso flagrante de Piedra Jueves o el también llamativo de Los Pontones, Llanu Fasgueiru y La Celada. Como peculiaridad reseñable y con efectos litigiosos durante siglos a lo largo del Camín Real, se destaca el hecho de que un pueblo de Saliencia tiene derecho a pastar a rejas vueltas en pastos de un pueblo de Teverga, por supuesto que en régimen de reciprocidad, pero solo para los ganados de sus moradores. Tal derecho no incluye a los ganados de los residentes en ese pueblo ni a los ganados de otro pueblo que temporal o estacionalmente se encuentren allí. La puntillosidad jurídica en esta exigencia llega a tales límites que, en más de una ocasión, un juez determina que el número de ganados que un vecino de un pueblo de Saliencia puede introducir a rejas vueltas en los pastos propiedad de un pueblo de Teverga, no ha de superar en número al número de ganados que tenga un vecino medio del pueblo de Teverga. Así pues,

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El otoño en Monte Grande, con La Ferreirúa en lo alto.

“a rejas vueltas” supone un aprovechamiento de pastos en reciprocidad minuciosa. Donde además queda claro que ser “morador” en un pueblo, con todos los derechos, es distinto que ser “residente” en ese pueblo, sin derechos de vecindad… A modo de pincelada se reproduce a continuación un cuadro sucinto de algunas de aquellas transacciones entre reyes, nobles y clérigos de las que antes se habló. Muchas son donaciones “pro anima mea”, por la salvación del alma; algunas son compra-ventas; otras son cesiones o incluso herencias testamentarias a veces; y unas cuantas más son de difícil clasificación. Pero en términos generales plasman con claridad lo que aquí se viene afirmando, si bien todo ello también puede resultar incompleto: solo disponemos de la documentación generada por los poderosos. Porque las gentes humildes no dejan documento alguno: ni escrituras ni testamentos. No son ellos los que “escriben la historia”.

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891, enero 20

Alfonso III y la reina Xemena dotan al monasterio de Tuñón tierras lindantes con Buanga, y posesiones en Salcedo, Fresnedo, Barrio, Torce y Cuañana entre otras. En el año 1096 estas propiedades pasan por donación a la iglesia de San Salvador de Oviedo.

912, octubre 24

Fruela, hijo del rey Alfonso, dona al obispo e iglesia de Oviedo tierras en Bandujo y Carrea y otras en Babia.

951, febrero 5

Un presbítero de nombre Ledantius da a la iglesia de Salcedo cuantiosas tierras en la cuenca del Cubia y otras que llegan a Piedrajueves.

990

Solo en Teverga existen los monasterios de Sta. María de Carzana, San Vicente de Presorias, San Justo de Páramo, Santa Eulalia de Torce, San Cristobal de Cuña, y San Pedro de Teverga. San Juan de Teverga solo tuvo una corta vida. Todos ellos tienen pequeñas o grandes posesiones.

Siglo XI

Jimena Peláez es dueña de Clavillas y Valcárcel. En esa fecha las dona a la iglesia de Oviedo.

Siglo XI

La condesa Aldonza hace donación a la iglesia de Santa María de Carzana de todas sus posesiones en Taja. Tierras que se extendían desde Hedrada hasta Cueiro. Registrar aquí, como dato importante, que en la escritura de donación se habla de “et per carrera antiqua” en la vecindad de la “bovia de Quero”. Es decir: el Camín Real ya se consideraba antiguo por aquellas fechas. Al lote de Taja y Cueiro se añade también en el año 1096 un pequeño monasterio en tierras de Éndriga, en Saliencia, llamado de “Santa María de Erveliares” o Arbellales. En el lote también se incluía la donación de varias personas, entre ellas un hortelano de nombre Martino y un par de esclavas cuya procedencia queda clara: María Mora y Iamira Mora.

1032, octubre 2

El rey Bermudo hace donación de tierras al monasterio de Belmonte o de Lapedo. A tener en cuenta las referencias que en los documentos se hacen del Camín Real, aquí llamado “illa via de illos Lutos”. En el año 1192 y en otra escritura de donación de una finca en Ondes al mismo monasterio, nos encontramos con la denominación de “Camino de Las Regueras”. La magnitud de la donación es apabullante: va desde Peña Cervera a Las Cruces y a Vigaña, y llega hasta el río Pigüeña de la otra parte.

1095, julio 23

Una mujer, de nombre Flámula y apellidada Jiménez, hace donación a la iglesia de Oviedo de posesiones en Entrago, Cuña, Torce, San Salvador de Teverga, Vigaña, Doriga, Silviella en Miranda, Barrio, en Babia…

1097, febrero 20

El monasterio de San Pedro de Teverga, que era propiedad de Mumadonna, es donado por testamento a favor de la iglesia de Oviedo. En las posesiones del monasterio se incluyen tierras innumerables e incluso familias enteras.

1099

Pasan a la iglesia de Oviedo las propiedades reales en Buanga. También lo hacen Cueiro, Urria, Tameza, Cadupo –la vega con laguna en la sierra de Tameza y cercana al Alto Santiago-, Gradura, Santa Cristina y los pastos en torno a Cuallagar. Es decir: todo el entorno por el que transcurre el Camín Francés. Se incluyen todos los bienes imaginables: iglesias, villas, heredades y brañas. Por si ello es poco, se añaden tierras en Salcedo, Restiello, Tolinas, Noceda…

1122

Suero Bermúdez, dueño de cuantiosas posesiones en torno al Camín Real, da al monasterio de Cornellana tierras en Miranda, Somiedo, Teverga y Salcedo, y otras en Babia.

1171, marzo 12

Páramo, el castillo de Miranda y casi toda Teverga son donados por Fernando II y su mujer, la reina Urraca, al obispo de Oviedo y a su iglesia.

1173, agosto

El rey Don Hernando de León dona al monasterio de Belmonte la villa de Ondes, con sus vasallos y fueros. Se reproduce la escritura.

1174, agosto

El rey Fernando II da al obispo de Oviedo las tierras de Tameza.

1184, octubre 14

El rey Fernando II da al obispo de Oviedo el castillo de Proaza con todas sus pertenencias.

1201, agosto 20

Para solventar ciertas componendas entre obispos, el rey Alfonso IX da al obispo de Oviedo, Juan, y a su iglesia, el entero Valle de Carzana.

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— EL CAMÍN REALDE LA MESA —

1225,julio 28

Alfonso IX da a la iglesia de Oviedo la villa de Taja con todo lo que a ella le pertenece.

Siglo XIII

Para abreviar una lista que se haría interminable,se resumen aquí algunas de las tierras incorporadas a su patrimonio solo por el monasterio de Belmonte en este siglo.Todas ellas son propiedades situadas en torno al Camín Real:siete en Ondes,diecisiete en Restiello, una en Valcárcel,dos en Noceda y otras en Montovo,San Martín de Ondes y Seaza,amén de otras más en la Sierra del Pedrorio.Pero la lista requiere no olvidar las posesiones y derechos sobre el pueblo de Dolia,el primer o último pueblo en el viaje desde o hacia Torrestío.

1530,septiembre 28 Un dato significativo para concluir esta relación.Un canónigo de la Colegiata de Teverga, emprende una gira de inspección e inventario de las propiedades perteneciente a la Mesa Capitular de Teverga.Se realizarán deslindes,apeos y amojonamiento de todas sus propiedades,para lo cual se hace acompañar del notario Juan Lana de Villanueva.Recorrerán de norte a sur y de este a oeste,Babia y los concejos de Teverga y Somiedo.Pero el dato más revelador es que la duración de tal visita,dada la extensión del patrimonio a verificar,¡dura casi dos años!

Entre toda esa documentación generada por ventas,compras,donaciones,permutas y herencias,se encuentran algunas verdaderas joyas de la historia del Camín Real.Como la orden de Alfonso IX para que “dentro de los términos de Carzana se entre para hacer justicia a los ladrones y raptores de las vías públicas y que se aprese a los raptores de mujeres y se les aplique al justicia… y que quien inquiete… incurra en la ira de Dios omnipotente y en la ira del rey…”.Tan solemne declaración lleva la firma de toda la corte desde el canciller del rey abajo:arzobispos,obispos,notarios,maestres de órdenes militares,merinos mayores,adelantados de la frontera,almirantes de la mar… Descripción cuya lectura hace evocar la lapidaria frase de los Diálogos platónicos: “El camino.O sea:el hermoso riesgo”

Ordenanzas Se da por supuesto que el uso y aprovechamiento de los pastos,así como la circulación de todo género de ganados,están rigurosamente controlados.Tal y como ya lo recogen Alfonso de La Fuente,Gaspar de Barrio y Diego González,los encargados de plasmar las Ordenanzas de Sancho de Miranda para los valles de Teverga allí por el año 1566 y que rematarán el 25 de septiembre de ese año. Aparte de otros muchos y variados aspectos de la convivencia allí regulados,en esas Ordenanzas “ordenaron y mandaron que los ganados,ansí grandes como pequeños,anden en beçería,ansí estando en los puertos como en los pueblos,porque especialmente como los más veçinos tienen ganado grande y enbiándolo al puerto lo subían sin guarda ni custodia por donde se les pierde de lobos y osos y derribes y en los pueblos así grandes como pequeños açen muchos daños en pan,bino e yerba segadía por çerrada que esté y que del ganado que ansí no andubiere en beçería y arrecado pene cada cabeça de lo menudo a quarto y de lo grande a quartillo… y que todos los ganados saquen en sus tienpos y acostumbrados al puerto y que no lo aciendo pene asimismo lo suso dicho y que especialmente las cabras no se puedan tener ni andar donde aya biñas o árboles frotíferos…” Queda claro que las alimañas son un gran peligro para el ganado,por lo que se ordena “para ebitar el gran daño que açen lobos y osos,que se rreparen y pongan en perfección los calellos y acostumbrados”.Por estas tierras,se entiende por “calello”o “caleyu”la zanja que se abría para

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El lobo, el mayor depredador de Asturias. Fotos: colaboración de Juan Sagardía Pradera.

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que en las monterías cayesen en ellas los lobos y otros animales dañinos. Y para lo cual “se corran monterías y se nombren para ellas menistros y tengan y críen perros”. “Menistros” que tienen la facultad de imponer severas multas a quien incumpliese con las monterías. Y para cuyas monterías “todos veçinos de los dichos tres balles tenga cada uno en su casa armas competentes para sí y para su familia, así de lanças así de benablos como de ballestas para las dichas monterías como para de otras para el adorno o defensa de sus personas y açiendas e para serbiçio del Rey”, y cuyas armas puede inspeccionar el “beedor” de la monteria a su parecer. No queda olvidada la regulación del cierre de cortinas y morteras, prados o viñas. La propiedad privada también está defendida de los ganados, desde el “uerto para ortaliça” hasta las plantaciones de “pan, fabas, bino e yerba segadía e fruta, como los árboles froctíferos que están en abertal”. No queda descuidada la protección de los bosques, porque cada vecino ha de plantar “cada año doçe árboles fructales y no fructales… y por quanto se be que los montes se ban perdiendo y se acaban y no hay leña ni madera… los veçinos señalen un término y los mismos veçinos del coten y guarden… y dexen los dichos montes por espacio de ocho o diez años fasta que esté criado más madera y leña y después coten otra parte”. Para que haya donde tener guardado el ganado prendado por infringir estas ordenanzas, se encomienda “que en cada pueblo se aga corral de qoncejo para meter los ganados que se hallaren en lo bedado y que esté bien cerrado y que ninguno sea osado de sacarlos sin pagar la pena” bajo pena de crecida multa.

El bosque, regulado en las viejas Ordenanzas de Teverga de 1566. Ordenanzas de Teverga de 1566. RIDEA. Archivo de la Casa de Valdecarzana.

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Osa con su cría en libertad en la Cordillera Cantábrica. Foto: colaboración de Daniel López Velasco.

Menos de cuarenta años más tarde se reúnen, el 28 de diciembre de 1602, Alonso del Cueto, Lorenzo del Préstamo y Diego García de Torce, “personas de experiencia” para que “como les pareciere que más convenga” hagan unas nuevas ordenanzas para Val de San Pedro, aportando algunas innovaciones, ya “que el conzejo es estrecho y tienen muchas heredades de pan y de viñas y pocos pastos, de manera que no puedan hazer daño” los animales. Y para que haya paz, si algún ganado hiciere daño… nombren dos vecinos… que aberigüen el dicho daño sin que aya querella ni otro juicio ni aya presos…” Y aquí, a las armas para las monterías se añaden las espadas, y en los cierres de los corrales de concejo se especifica que “lo hagan de piedra e bárgano”, deteniéndose minuciosamente en las viñas, de gran importancia en aquellas fechas. La renovación de la normativa sobre pastos y ganados es constante. Sirvan como botón de muestra el mandamiento del teniente de juez de Valdecarzana, Pedro González, del 2 de julio de 1616 para que los vecinos del concejo “sacasen los ganados de los puertos” en el plazo de tres días desde su publicación. O las reiteradas y sucesivas Ordenanzas del concejo de Miranda, de 1774, 1783 y 1790. O aquella normativa no escrita que regula la feria de ganado de Cueiro el 5 de septiembre de cada año o la del siguiente día, 6 de septiembre, en el Campo de La Corredoria. Ferias de gran importancia económica en todo el entorno, ya que no solo acudían a ellas los ganados de los concejos limítrofes de Grado, Miranda y Belmonte, Teverga y Somiedo. Cueiro, sobre todo, constituía todo un acontecimiento ganadero anual de la Asturias centro-occidental.

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Torrestío Queda ya referido que los Bernaldo de Quirós poseen numerosas y extensas propiedades en los puertos de pasto de Torrebarrio y Torrestío. De las luchas y contiendas originadas por el dominio y aprovechamiento de sus hierbas se exponen aquí, a modo de ejemplo, el resumen de los litigios generados en torno a los años del 1500. Por esas fechas, uno de los terratenientes notables de la Babia Alta es Luis de Cabañeros. De la extensión de los pastizales de su propiedad y de la importancia económica por ellos generada es muestra suficiente el dato de que, en 1499, Beatriz de Quiñones, que tiene en arriendo esos pastos, le debe a Luis de Cabañeros la nada despreciable cantidad de 11.000 maravedís. Deuda generada por el disfrute del herbaje de esos puertos exclusivamente. En 1557 serán los vaqueros asturianos –Llanera, Siero, Avilés…- quienes pleiteen con el Conde de Luna, Claudio Hernández, por los derechos de pasto en aquellos agostaderos. Litigios de pasto de los que muy lentamente, pero a la larga, parece que van a salir triunfantes los vaqueros. En 1562 se reaviva la llama. Está pendiente de aceptación por los vecinos de Torrestío el derecho que exige la Casa de Quirós: sobre la percepción del cincuenta por ciento del dinero

Torrestío y entrada al Valle de Valverde.

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generado por el arriendo de las hierbas de los puertos altos del propio Torrestío. Francisco de Quirós reclama ese año a los vecinos de Torrestío el pago de 9.500 reales que le deben de las rentas correspondientes del tiempo que transcurrió desde que murió Iván Bernardo de Quirós, su antecesor en el cargo, hasta que él tomó posesión de la jurisdicción en dicho lugar. Y ello a pesar de una carta ejecutoria en la que se declara que al mismo Francisco Bernaldo de Quirós le pertenecen todos los bienes vinculados al mayorazgo de la Casa de Quirós. Entre cuyos bienes están precisamente la jurisdicción civil y criminal del lugar de Torrestío, así como la propiedad de la mitad de sus puertos de pasto. La sentencia llega el 22 de julio. Y solo reconoce al de Quirós la posesión, que no la propiedad, de la mitad de las rentas del puerto de Torrestío. O lo que es lo mismo: un canon del cincuenta por ciento del precio de las hierbas de esos puertos. Entre los que se incluyen los limítrofes con el Puerto de La Mesa y los lindantes con Las Navariegas y El Refuexu. Nótese la sutileza semántica del lenguaje judicial: Francisco de Quirós reclama “la propiedad” del cincuenta por ciento de las hierbas de los puertos de Torrestío y sus hierbas; pero el juez le concede “la posesión” de ese derecho. Leve diferencia en el lenguaje, pero gran diferencia de contenido en el significado: el de Quirós tiene “posesión de derechos sobre las hierbas”, pero los de Torrestío tienen la “propiedad de esas hierbas”.

El Puerto de La Mesa, en el centro de la foto, visto desde Torrebarrio.

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La portilla, la portietcha, la canciella, la cancietcha…

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…el inequívoco símbolo de la propiedad privada.

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El valle de Valverde visto desde el valle de Matamala, puertos de pasto de Torrestío.

Por esas fechas están en Torrestío en plena efervescencia judicial. Porque pocos días después de la anterior sentencia, el 22 de agosto, “Alonso Thoribio, del concexo e vezinos e moradores del lugar de Torrestío” comparece en León ante el escribano Antonio de Argüello para plantear litigio sobre el aprovechamiento de las hierbas de los puertos de Traspando y Palo de La Mesa; al igual que el 1 de agosto de ese mismo año, y también en representación de Torrestío, lo hará Lucas Ximénez. El cruce de querellas, sentencias y apelaciones acaba llegando a los “oydores desta real audiencia” de Valladolid y allí se expondrán “razones, agravios, algaradas…” El contencioso entre Torrestío y los Quirós se reaviva en el año 1564, cuando los Quirós presentan alegación contra la sentencia de 1562 y lo hacen en última instancia en la Chancillería de Valladolid. A lo que los vecinos de Torrestío oponen que “la dicha posesión se dio a la parte contraria estando los vecinos de Torrestío muchos años en posesión de dicho puerto y siendo despojados de la misma sin haber sido oidos”. Porque, efectivamente, fueron despojados de esa posesión contra todo derecho, ya que no fueron llamados a alegar en tiempo y forma. Y por si ello fuera poco, alegan también en Torrestío que en las escrituras de mayorazgo de los Bernaldo “no se contiene ni está puesto y nombrado el puerto de Torrestío de que ahora se le da posesión, ni tampoco el fallecido Iván Bernaldo estuvo en posesión de cobrar la mitad de la renta de dicho puerto”. Y de estarlo, hubiera sido “precariamente y por voluntad y permisión del concejo y vecinos de Torrestío”. Y concluyen que así fue durante nueve o diez años.

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La Camarina y la Peña La Solana vistos desde el Picu El Águila.

Aquí cada cual arguye y declara, lógicamente, a su conveniencia, pero también con cualquier argumento en contrario de la verdad del oponente. Alguien miente, sin duda. Pero esto no es de extrañar, porque todo ello tiene lugar en un pueblo difícil, un pueblo donde la vida se cuenta “por medios años”, ya que, al menos durante los seis meses en torno al invierno no queda en Torrestío persona alguna que represente a la justicia. Tal y como poco después quedará confirmado cuando se curse petición rogatoria para que en los meses invernales haya en Torrestío funcionario administrador de justicia. Porque el pueblo queda en esas fechas prácticamente despoblado. Las sentencias parecen contradictorias. Pero ello es así porque, en no pocos casos, nos llegan incompletas al ser sus actas imposibles de leer por culpa de innumerables rotos y rasgados del papel que las sustentan. Pero se deduce, sin riesgo de alejarse de la verdad, que el de Quirós fue condenado a un pago de 9.000 reales. Ante lo cual, los de Torrestío se apresuran a acatar la sentencia. Pero Bernaldo recurre de inmediato también. Vuelven a repetirse los argumentos. Los de Torrestío insisten en que “nunca él ni sus antepasados tuvieron ni poseyeron la dicha jurisdiçión ni menos el dicho Puerto es de su mayorazgo ni nunca lo fue…” Los jueces deciden en aquella ocasión que “la mitad del puerto sobre que es este pleyto y reboca la exacción hecha a bienes del dicho my parte según más luego de la sentencia se contiene”, un indescifrable fárrago jurídico que concluye con el derecho de los Quirós al cobro del cincuenta por ciento del precio del arriendo de las tan discutidas hierbas.

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Valga tan prolija exposición para muestra de la intensa actuación judicial mantenida en aquel corto período de tiempo para defensa y vindicación de los derechos sobre los pastos de los puertos de Torrestío. Actuaciones judiciales custodiadas hoy tanto en el Archivo Histórico Provincial de León como en la Real Chancillería de Valladolid, contenidas en innumerables legajos y merecedoras ellas solas de una pesquisa de mayor amplitud.

Busllaz Nada menos que en el año 1471 ya se establece un pacto de concordia entre los vecinos de La Focella y los de Torce al objeto de acatar y respetar una anterior sentencia judicial sobre el aprovechamiento de los pastos en la “Braña de la Sierra de La Piedra”. Produce escalofrío pensar en tal litigio si se conoce donde está engarabitada la Sierra de La Piedra, pero ello es solo el preludio de un asombro aún mayor. Porque pocos años más tarde, el 15 de febrero de 1490, nos vamos a topar con algo que puede parecer insólito para aquellas fechas y que sin embargo no lo es. Ese día, “siendo ayuntados a su cabillo… los dichos canónigos de San Pedro de Teverga dieron en préstamo por seys annos al dicho Rodrigo Álvarez, chantre, la metad de la Branna de Busllaz, que iaz en el puerto de Santa María de La Mesa, que les pertenece por nombre de la dicha iglesia e por donación que les della fizo Alfonso Gyres de Saliençia e su muger…” Del contrato de arriendo son testigos dos vecinos de Cuañana. Ambas brañas, la de la Sierra de La Piedra y la de Busllaz se encuentran cercanas entre sí y también lo son de la Braña de La Mesa.

Contrato de arriendo de la Braña de Busllaz del año 1490. RIDEA. Archivo de la Casa de Valdecarzana.

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Busllaz, encumbrada sobre el paisaje y a caballo entre Saliencia y Teverga.

Pero el contrato no parece satisfacer a algunos de los vecinos de Saliencia, que pronto ponen en tela de juicio su validez y el derecho de la Colegiata de San Pedro sobre la propiedad de Busllaz. Y en consecuencia ponen en tela de juicio su capacidad legal para arrendar aquellos pastos de altura: tan de altura como que están situados nada menos que a la friolera de 1750 metros sobre el nivel del mar. Algo más alto incluso que la Braña de La Mesa. Así que el 22 de julio de 1491, para tratar de hacer luz sobre el tema, se reúnen “en la Cruz de Linares, cerca de la iglesia de Santa María Magdalena” el notario Gonzalo Llana, el chantre de San Pedro de Teverga Rodrigo Álvarez –el arrendador de Busllaz-, el canónigo Gonzalo García y numerosos vecinos de Saliencia. Preside el juez Rodrigo Álvarez de Cuña. De la iglesia de Santa María Magdalena, más bien ermita, no queda memoria entre muchos naturales,

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El Picu El Aguil o L’Ail o La Il o… entre Busllaz y Paraxinas, aquí visto desde Carroceda.

pero sí permanece la pequeña explanada donde se levantaba, así como vestigios de sus cimientos hacia el levante y un poco por debajo de la Collada de La Magdalena. Vestigios recogidos fehacientemente en la carta arqueológica de Teverga. Allí, en La Magdalena, los canónigos de San Pedro “dixeron que pedían e requerían al dicho juez que tomase e reçeviese juramento en forma de derecho de los vecinos de Saliençia que antél estaban presentes por mandado de su juez, para que so virtud del dicho juramento dixiesen e declarasen sy sabían que la branna de Buslaz pertesneçía a Alfonso Girez de Saliencia, el qual lla ouiera dada e donada a la dicha iglesia”. El juez recibe el juramento de cuatro vecinos de Saliencia, uno de Éndriga, otro de Riello y del alberguero Pedro González. De sus declaraciones se infiere que ya entonces hacía más de cuarenta años que los vecinos de Saliencia tenían reyertas ocasionadas por el aprovechamiento de la Braña de Busllaz, en donde hacían “atenpas”; que la braña de Busllaz le tocó en herencia a Alfonso de Bonlado y a Alfonso Gyrez, “e que después que vira al conçejo cogerlas e meterlas a globo, e que dieran los maravedís e renta a la iglesia de San Salvador de Éndriga”; que la dicha braña “les copiera en atenpa e partida” a Alfonso Girez y herederos de Pedriello; y que en Busllaz “asy mismo los otros de Val de Saliencia levaban e posiaban sus atenpas e partidas commo cosa suya avía espaçio de cuarenta annos o más”.

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Las tempas son pequeñas parcelas de propiedad mixta: propiedad individual para la recolección de la hierba de guadaña, tras de cuya recogida se abre la derrota y pasan a ser de aprovechamiento mancomunado para el pasto de diente. Cosa que suele ser habitual en las morteras, pero sorprendente a tanta altura. Resulta imposible colegir de todo ello cual es la verdad. Pero lo cierto es que en Busllaz se aprovechan las hierbas desde hace cinco mil años, como atestigua algún enterramiento efectuado en aquella vega. Y vicisitudes aparte siguen aprovechándose hoy; hierbas pertenecientes “aguas vertientes” a Saliencia de un lado y a Torce del otro lado, pero actualmente separadas por una incomprensible valla de alambre de espino, ¡en un Parque Natural!.

Paraxinas, objeto de enconados litigios durante siglos.

La Magdalena El aprovechamiento de los pastos de La Magdalena reviste una gran complejidad. Porque el disfrute de las hierbas de aquella apacible collada, en pleno Camín Real, está inextricablemente embrollado con todos los pastos limítrofes, aguas a Saliencia y a Barrio e incluso con aquellos situados siguiendo el Camín Real hacia el sur, tales como la Collada del Muro, Paraxinas y Cualadrona. En principio, la propiedad de La Magdalena es bien sencilla: aguas vertientes a Saliencia es propio de Saliencia; y aguas vertientes a Barrio es propio de Barrio y Cuña. Entre La Magdalena y Saliencia están Las Morteras, privativas de esta parroquia, mientras que entre Barrio y La Magdalena se encuentran la braña de Fonfría y Carroceda, privativas de Barrio y Cuña. Pero comienza a enredarse la situación porque en Carroceda tiene Torce actualmente una pradería y tuvo antaño sus derechos de pasto. Por otra parte, Cuañana, de la parroquia de San Salvador, tiene la braña de Cualadrona, algo más al sur de La Magdalena. Cuañana tiene su camino privativo para acceder a esta braña. En El Muro, también aguas vertientes, se dividen asimismo los pastos: al oeste privativo de Saliencia y al este… al este de un conglomerado de Riello, Barrio, Cuña y Coañana… En general, y sin asomo o pretensión de exhaustividad,

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muchos de esos pastos, con la propiedad privativa que se acaba de relacionar, son compartidos por todas esas “parroquias” o juntas vecinales de forma mancomunada, pero “a rejas vueltas”. Y tanto así con las propiedades del somedano valle de Saliencia como con las teverganas propiedades del Valle de Somoza. Pero la cuestión se “complexifica”, por no decir directamente que se complica. San Salvador es dueño de Presorias, lugar de pasto y antiguo poblado, aguas vertientes a Valdesampedro directamente. Pero en Presorias, al menos desde el año 1551, tienen ciertos derechos de pasto los vecinos de La Focella. Y la Focella no está en Valdesampedro, sino que forma parte del diferenciado Valle del Privilegio. Y esto es así por una mera cuestión compensatoria: La Focella tiene pastos de altura para el verano, pero adolece de escasez de pastos de bajura para el otoño; justo el problema contrario del que adolecen los pueblos de San Salvador, con Fresnedo a la cabeza. Y así es como ya por aquellos años llegan al razonable acuerdo de “que los vecinos de

La Magdalena, “aguas vertientes” a Barrio y a Saliencia.

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La Focella puedan pastar en montes y términos de Presorias y hacer parada e dormida en ellos” a cambio de que San Salvador pueda hacer lo mismo en la alta braña de Cuevas. Acuerdo que se renueva en 1610: en verano todos en Cuevas, que es de La Focella y en otoño todos en Presorias, que es de San Salvador. A su vez, San Salvador tiene derechos allá por los altos de Paraxinas, frente al Muro… al igual que Torce los tiene en Carroceda… y como Cuañana tiene la braña de Cualladrona… Así que vamos a encontrar imbricados los derechos de pastos como si de una tela de araña se tratase. Valles –Saliencia, Somoza, Valdesampedro, El Privilegio-; parroquias –Éndriga, Barrio, San Salvador, Torce, Páramo de La Focella-; juntas vecinales, reuniones de concejo a campana tañida… un sin fin de actores que van a estar presentes en el aprovechamiento de aquellas hierbas. De los litigios ocasionados por los pastos de La Magdalena y de su entorno “aguas vertientes” existen legajos y más legajos, inacabables y extensísimos legajos. La mayoría en la Real

A la izquierda: cabruñando con guadaña sin enmangar. A la derecha: con guadaña enmangada al estilo de “fierros de máquina” y sin enmangar al estilo al estilo”fierros de cabruñar”.

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Canchillería de Valladolid. Algunos, incluso, son exhibidos con razonable orgullo en el pueblo de Torce. Aquí nos vemos en la obligación de extractar en abreviado resumen solo aquellos que aporten más luz para obtener una imagen aproximada de lo disputadas que fueron aquellas hierbas a lo largo de los siglos. En 1518 ya llegan a un acuerdo de principio entre Barrio y Cuña de una parte y Torce de la otra parte sobre “pastar y acabañar” en Carroceda y Fonfría. Acuerdo que se firma en la iglesia de Santa Marina de Cuña. Pero al tiempo surge la chispa. Páramo de La Focella se querella contra todos: contra Torrestio, Torrebarrio, Quirós y Teverga. Porque en Presorias “en gran perjuicio suyo abían dado y daban por arriendo a hobejeros y pastores estrangeros… sin su consentimiento y licencia y lo peor era que los susodichos se ponían en querer penar y prendar los ganados… en lo qual avían rescibido y rescibían notorio agravio”. Nótese que Páramo, del Valle del Privilegio, se querella por un arriendo hecho en Valdesampedro de unos pastos privativos de San Salvador y en los que ellos solo tenían “un derecho”. Quizá de aquellos litigios vengan los dichos: “Páramo, La Focella y Villa de Sub son tres pueblinos de poca virtud”. Claro que también pueden venir por el escozor que estos tres pueblos provocan al estar acogidos al privilegio de “libertad y exempción” concedido a los descendientes de Bellito Aureolis. Y que aún reclaman los vecinos de La Focella el 26 de agosto de 1597 y los de Páramo el 7 de marzo de 1627.

1519, febrero 7

Los vecinos de Barrio y Cuña, de un lado, y los de Torce del otro lado, piden al Provisor de Oviedo “interpusiese su autoridad y Judicial Decreto” en torno a los derechos de pasto que Torce tiene en Carroceda y en la Braña de Fonfría.

1549, junio 3

Como el anterior pleito sigue pendiente, se reúnen en Cuña los representantes de los tres pueblos para intentar llegar a un compromiso “sobre meter los dichos Suero Peláez y Diego García, de Torze, sus ganados a pastar y acabañar en los términos de Fonfría y Carroceda”. Se acuerda que los de Torce “desde allí en adelante meti[eran] sus ganados en todo tiempo a pacer y acabañar desde el día de S.[Miguel] de septiembre hasta el 10 de mayo, y con otras condiciones”, entre ellas “que… ellos, y su hijo y los descendientes que después de ellos subcedieren, no pudieren hacer otra nobación ni estar más tiempo del dicho, y si más estubieren, que los puedan prendar…”

1571, junio 17

Oviedo. El obispo de Oviedo da sentencia “en el pleito que se trataba, y feligreses de Cuña y Barrio de una parte y de la otra Diego García de Torce y Alonso, su hijo, sobre el aprovechamiento de los términos y puertos de Carazeda, Parafinas y Fonfría”. En la que se ratifica que el de Torce “pudiere entrar y acabañar con sus ganados en los términos de Carroceda y Fonfría” al igual que otras varias personas de Torce. Pero aquí se añade una cláusula nueva y muy reveladora: “con adbertencia de que los ganados que entrasen en los suso dichos en los dichos términos havían de ser conforme a los que tuviese un mediano vecino de Cuña y Varrio y no en más ni menos”. Expresión que trasluce y previene la amenaza de poder llevar a aquellos pastos “ganados estrangeros”.

1577, julio 21

Los vecinos de Saliencia se reúnen a concejo “llamados por campana tañida” en la iglesia de San Salvador de Éndriga. Se acuerda apelar una sentencia anterior en suprema instancia ante Chancillería de Valladolid. Se refiere a un pleito que Saliencia tiene ya enconado con los vecinos de Cuañana.

1577, agosto 6

En Saliencia. Los vecinos de este pueblo, 16 en total, dan poderes a tres de sus convecinos para un litigio que van a emprender contra los vecinos de Cuañana ante el Corregidor de Oviedo.

1577, agosto 7

En Riello, Teverga. Los apoderados de Saliencia, nombrados el día anterior, se presentan en Riello y se reúnen con siete vecinos de Cuañana: hay pleito. Porque hubo prendadas en los términos de Saliencia “que están façeros a la braña de Parajinas, en Fonfría, que son términos y Brañas antiguas de los vecinos de Cuañana, Cuña y Barrio y los dichos vecinos de Cuañana decían poder apastar con los vecinos de Saliencia a rejas vueltas de las dichas brañas de Parajinas y Fonfría los términos façeros e confines de la Fana del Reyo y cuesta de La

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— DE HIERBAS, HERBAJES Y PASTOS —

Villa de Sub, en el Valle del Privilegio. Cuañana y Riello, partes interesadas en los pastos de altura.


— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Juan, de Saliencia.

Julio, de Arbetchales.

“Paco el de Campos”.

“Pepón el de Tameza”.

Mónica: papá ¿cuando descansamos?

Antonio, de Taja.

Amadina, de Bandujo.

“Firme”, de Torce.

Claudio, de Bandujo.

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— DE HIERBAS, HERBAJES Y PASTOS —

Contina y dar siesta en la cueva de La Contina, e bever en el río de Las Carangas e apastar ansímismo en el Valle de Las Carangas y el llano de La Garava y la vega de Murias y por so Fonte Su y el Valle de Fonte Su… y los medios años, estando cargado de pan… guardando la dicha analiega en su tiempo y sazón… los dichos vecinos de Saliencia decían que eran términos de su pueblo y podían prendar y bedar los ganados de Cuañana…”. Todos acuerdan nombrar jueces árbitros a un vecino de Entrago y a otro de Saliencia. Porque acudir a juicio les va resultar más caro. Y ese mismo día los jueces dictan una sentencia salomónica: que los vecinos de Cuañana puedan pacer con sus ganados los términos que pacen los de Saliencia, y que los vecinos de Cuañana no puedan impedir a los de Saliencia gozar con sus ganados los términos confines a Barrio, Cuña y Cuañana. En esta sentencia Cuañana queda equiparada a Cuña y Barrio en cuanto a pastos: “de aquí adelante goçen y pazcan con sus ganados según y como goçan y an goçado los vecinos de Cuña y Barrio…”. 1577, agosto 9

Ante el notario de Torrestío, Álvaro Rodríguez, de Saliencia, da testimonio de no aceptar la anterior sentencia dada en el pleito entre Saliencia y Cuañana.

1577, agosto 9

Los tres apoderados de Saliencia ponen en conocimiento de los vecinos de Torrestío el pleito que van a seguir en Chancillería de Valladolid contra los vecinos de Cuañana. Pero este pleito se extinguirá y se olvida sin más información tras entrar en Chancillería en grado de apelación. También acabará en el olvido.

1577, agosto 20

Real Provisión de Felipe II por la que se ordena que los vecinos de Cuañana comparezcan en un plazo de 12 días para atender y responder a la petición de nulidad que los vecinos de Saliencia elevan contra la sentencia pronunciada por los jueces árbitros de Entrago y Saliencia.

1578, julio 23

Álvaro Rodríguez, de Saliencia, se presenta en Berrueño, en Valdesampedro, y exige se cumpla la orden de Felipe II para que se inicie el proceso judicial. Actuación que, como el mismo proceso, acabará en el archivo de “Olvidados” en Chancillería de Valladolid.

1649

Fecha de inicio de nueva querella que se enquistará a lo largo de muchos años. Los vecinos de Saliencia “acusan grave y criminalmente a los vezinos de Barrio y Cuña…” y con la consabida cantinela refieren con “relación zierta y verdadera” que “con osadía” les prendaron los ganados “del término de La Madalena, siendo como son de los comprendidos en tal facería…”; y por si ello fuera poco, a los ganados vacunos prendados los llevan al corral de concejo arreándolos de mala manera y causándoles daños… Aquí la acusación se centra geográficamente en lo más llano de la Collada de La Magdalena, “por donde va el Camín Real para el Puerto de La Mesa y por donde cruza respectivamente el Camino Comunal que ba de este dicho lugar de Saliencia para los tales lugares de Barrio y Cuña…”.

1749, noviembre 30 Santa Marina de Barrio. “Al salir dicho día de la misa popular… se zelebró dicho día, juntos los vezinos de dicha parroquia una reunión…” Participan once vecinos y se habla de los pastos de Fonfría, Moredo y Carroceda de Abajo, acordando darlos en arrendamiento a Dn. Hipolito de Argüelles, vecino de Saliencia “para que los pueda pastar con sus ganados bacunos y cavallares en el tiempo de seronda y en los mas meses de henero, febrero, marzo en la misma conformidad que pastan y puedan pastar los otorgantes… pues el más tiempo que se le da para pastar en dichos términos altos de Fonfría, Moredo y La Gabita es quando tuviese dicho Dn. Hipólito sus ganados bacunos y cavallares en su casa que tiene en La Mortera de Saliencia…” El precio: “una libra de zera en cada año para alumbrar al Santísimo Sacramento”. 1755, febrero 12

En el cabildo de la iglesia de Barrio. Otra vez junta, ahora porque “los referidos de Saliencia se propasaban estos a pastar las yerbas y beber con sus ganados las haguas de dicho puerto –Fonfría- introduciéndoles en el con palo y pastor, les han prendado dichos ganados sobre que los referidos de Saliencia fulminaron querella y acusación criminal contra los otorgantes ante los alcaldes de la Real Audiencia de Oviedo…”. Pero resulta que los tales alcaldes “fallaron y mandaron que dichos vezinos de Saliencia continuassen en el referido abuso de introducir sus ganados con palo y pastor en el puerto de Fonfría… lo que dizen los otorgantes serles intolerable…” Así que ahora son los de Barrio, Cuña, Torce y Cuañana quienes recurren en última instancia ante “los Sres. Presidentes y Oidores” de Chancillería de Valladolid.

1756, junio 4

Valladolid. En esta ocasión son los de Saliencia quienes llevan a Valladolid a los de Barrio y Cuña. En su exposición de los hechos aclaran que en los pastos se haya la “esceción de un término que se denomina La Mortera, que tiene la alternatiba de un año sembrarse su fruto y otro no, e el que corresponde a estar sembrado, si a alguien se puede hacer daño, éste paga a 9 maravedís por cada razón de pena por cada cabeza de ganado” que allí entrare.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Dicen, una vez más, que prendando sus ganados en Fonfría los maltrataron. Y que ellos tienen además el derecho “si sobrevienen rigurosos temporal de agua y nieve bajarse con ellos a dichos lugares de Barrio y Cuña sin que en ello aian puesto enbargo…” 1756

Carta ejecutoria. Se repiten hasta la saciedad los argumentos por ambas partes. Saliencia denuncia que “los ganados de mis partes los prendaron de dicha braña de Fonfría conduciéndolos a dichos lugares por lo fragoso del real camino… con considerable daño”. Se siguen infinidad de actuaciones judiciales.

1756, junio

Nuevo jaleo provocado por los pastos de “Parajinas, la Cuesta de Las Gavitas, Brañaladrona y otros más parajes correspondientes a los lugares de Barrio y Cuña, y Cuañana…” se hacen minuciosas descripciones del aprovechamiento de Las Morteras: los vecinos de Saliencia no prendaban los ganados de aquellos pueblos salvo cuando “como se acostumbra guardar cada medio año con el motivo de sembrar en ella dichos bezinos de Saliencia en ella –en La Mortera- de pan de trigo, zenteno y zebada según les parece en la hacienda que hallí tiene hasta tanto se recojan y fruto de yerba…” Por este año se documenta la presencia de merinas de Extremadura “en una majada en el Puerto de La Mesa que llaman El Lago –El Tcháu en su actual denominación- y se hace referencia al “Santuario y ospital” que hay en la Braña de La Mesa.

El alto circo de Cuevas, moneda de cambio con Presorias. Abajo, Páramo.


— INTRODUCCIÓN —

Las Morteras de Saliencia, propiedad privada y explotación o aprovechamiento mixto.

1775

La relación amor-odio entre Saliencia y Barrio, Collada de La Magdalena por medio, llega al cénit. Un numeroso grupo de vecinos de Saliencia, entre los que se encuentran los aguerridos jóvenes del pueblo, “armados de lanzas e palos ferrados e otras armas ofensivas fueron a la Vega de Murias... el Cumel... la braña de Parajinas e Fonfría... e los susodichos por fuerza les tomaron las bacas e ganados dándoles muchos palos e golpes e feridas a las dichas bacas e pastores haziéndoles muchos malos tratamientos... y llevaron las bacas e ganados que andaban paziendo para el dicho lugar de Saliencia e las enzerraron en una casa con llave, a donde les tubieron dos días e dos noches mui maltratadas...” Para darles libertad cobraron a los de Barrio una elevada cantidad de dinero y después, “dandose favor e calor los unos a los otros” se dedicaron a beber en vino el montante de dinero obteniendo de la multa. Quizá este final de fiesta fuera lo que más les dolió a los de Barrio: encima, bebiéndolo “en vino”. En las actuaciones judiciales, largas e inacabables, se vuelven a delimitar una vez más los pastos mancomunados, se repiten los usos y costumbres del herbaje, se reiteran

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

los agravios y “con el debido respeto” los de Barrio y Cuña apelan “ante S.M. (Dios le guarde) y señores Presidente y Oydores de la Real Chancillería de Valladolid”. Paradójicamente, algunos testigos refieren que aquellos pastos los aprovechaban en facería “como buenos cristianos…”

Lo de “armados de palos ferrados e lanzas e otras armas ofensivas” se repite con frecuencia. Y lo de “buenos cristianos”… hasta que el cura de Saliencia “dixo al Sr. escrivano” que actuaba en uno de aquellos litigios, que “se saliese de la capilla de la Gloriosa Santa Ana a tomar las disposiciones que gustase fuera de dicha capilla, porque los templos de Dios no estavan destinados para eso, maiormente haviendo rruido y quimera como lo havía entre los apoderados de uno y otros lugares...” Orden del cura de Saliencia que acata el escribano no sin antes amenazar al propio cura, incluso con obligar a los testigos a ir a declarar ¡a Grado! nada menos. Al fin, escribano, apoderados y demás testigos abandonan el interior de la iglesia para continuar la guerra detrás de la capilla. Las tradiciones de querellas y litigios pasan con el tiempo a formar parte del acervo y patrimonio de los pueblos, convirtiéndose en algo constitutivo de lo más tradicional de sus ancestros, algo arcano y sagrado que hay que seguir defendiendo por siempre. Y así es.

Piedra Jueves La alta, verde y feraz vega de pastos recostada contra la Sierra El Michu, regada por las abundantes fuentes que alimentan la naciente riega de Tchamaraxil, ya fue colonizada por unos primitivos pobladores que hace cuatro o cinco mil años realizaron en ella sus enterramientos. Pero serán los romanos quienes la realcen como lugar sagrado emplazando allí el altar de Júpiter y bautizándola con ese nombre: Petra Iovis. Piedra Jueves constituye una de las joyas de la corona del Camín Real junto con Cueiro y con la Braña y Puerto de La Mesa. Hace ahora más de mil años pertenece al presbítero Ledantius y a una mujer llamada Sempronia, quienes para asegurar “la salvación de sus almas” escrituran sus propiedades el 5 de febrero del año 951 a favor de la iglesia situada en el cercano valle de Salcedo. El documento, signado por ambos con su propia mano, se reproduce en las páginas finales del capítulo “Consolidación del Camino”. El 20 de septiembre de 1372, y por orden de Enrique II, la vega de Piedra Jueves pasa a ser propiedad de Bernaldo de Quirós al quedar inclusa dentro del Valle de Carzana. Al igual que ocurre con otras propiedades en Cuña, Torrestío, Bavia, etc., enajenadas muchas de ellas del patrimonio de la iglesia. Y volvemos a encontrar a Piedra Jueves en el año 1543 como hito divisorio en los deslindes realizados entre los términos del concejo de Valdecarzana y los lugares de Villaux, Villamor y el concejo de Somiedo. Da fe de aquella renovación de deslindes el escribano real Gonzalo del Rosal, quien el 24 de agosto de ese año levanta acta fijando los límites de esos concejos “Por la Bomba de la Guarda, segund corta el Camino Francés, derecho por la Vega de Piedra Jueves, e por el pozo donde se sume el agua…” Es la primera ocasión en que nos encontramos con el sorprendente hecho de que los límites abandonan las cumbreras “aguas vertientes” para ceder el protagonismo al Camín Real, que aquí es denominado como Camino Francés.

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— DE HIERBAS, HERBAJES Y PASTOS —

Piedra Jueves, disputada por sus hierbas y morada del dios del rayo, del trueno y del águila…

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

El Camín Real, tramo IV, ascendiendo a Piedra Jueves desde san Lorenzo. Descendiendo a Piedra Jueves desde Xuegu La Bola. El Camín Real, tramo IV.

Como lugar codiciado por sus hierbas, tal deslinde no va a impedir una inacabable cadena de conflictos y litigios en la misma Vega de Piedra Jueves y en todo su entorno. Porque allí concurren los de Valdecarzana de un lado, los de Villaux y Villamor de otro lado y, para completar el cuadro, los de Veigas y Arbellales de la parte de Saliencia. Describir la conflictiva historia de los pastos de Piedra Jueves requeriría, ello solo, una tan extensa monografía que superaría la capacidad de este libro. Por ello, aquí, como parte integrante que es del Camín Real, se hace un escueto esquema de solo aquellas vicisitudes más trascendentales de los pastos de Piedra Jueves que, necesariamente, resultará incompleto o amputado. A pesar de los deslindes, ya en 1583 tiene que dictar sentencia la Chancillería de Valladolid, validando una sentencia anterior –de antiguo venía, pues- en la que se establece “que el pasto sea a rrejas bueltas en conformidad de la scriptura de concordia del año pasado de mill e quinientos y ochenta y dos”. Esto en referencia a los vecinos de Villaux y Villamor. Pero para los vecinos de Veigas y Villaux será el 1 de abril de 1587 cuando se llegue a compromiso “y demás diligencias que se practicaron en el pleyto que se litigó entre el Concejo y vecinos del lugar de Veigas de la una parte, y de la otra los vecinos y concejo del lugar de Villaux sobre pastar en los términos detrás de la sierra, acia el lugar de Veygas, por cuya sentencia declararon los limites y [...] siguientes: Se entienda hasta el Sellón de Cueto Rubio y de allí derecho al Sellón de la hera de Pando Mayor y de allí derecho a Peña Negra… y que dichos límites abajo no pudieran pasar (los de Villaux) con sus ganados maiores ni menores, vajo de las penas de las ordenanzas y costumbres

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— DE HIERBAS, HERBAJES Y PASTOS —

La montaña somedana desde las laderas de Peña Michu.

de dichos concejo de Somiedo y pueblo de Veygas, con la declaración de adjudicar al concejo y vecinos que eran y por tiempo fueran del citado pueblos de Villaux, antes y después de dadas derrotas, pudieran pazer y pastar en ellas, los unos con los otros de á rejas bueltas, guardando los años (?) del Pueblo de Beygas con tal de que no pudieran parar, ni acabañar en los expresados términos con sus ganados de noche en ninguna parte, mas de tan solamente gozar de sus majadas acostumbradas en dichos pastos de á rejas bueltas, y en quanto á los arrendamientos que sucedieren en dicha sierra, y términos, fueran de la manera que tenían de uso y costunbre, sin añadir cosa ninguna, cada uno en su término, lo qual fue consentida por las partes contrayentes”. Resuelto el problema de límites entre Veigas y Villaux… surge de inmediato otro. Pero en esta ocasión entre Arbellales y Villaux. Parece complicado de entender, pero ambas parroquias “se tocan”, si bien de forma indirecta, en el Juego La Bola y aledaños. Y lo hacen a través del derecho de pasto que, a rejas vueltas desde luego, Villaux tiene en Piedra Jueves. Porque además, “el común” del que disfruta Villaux en Piedra Jueves se entiende que es desde el Camín Real hacia abajo, ya que por encima del camino es privativo de la Casa de Valdecarzana. Todo un lío, casi inextricable salvo para un avezado nativo. Se soluciona el problema, bien que temporalmente, por la “sentencia arbitraria pronunciada el 12 de mayo de 1587”. El juez compromisario, Diego Flores de Valdés declara que “Fallo que devo de mandar y mando declarar y declaro que los ganados que estubieren en la Braña de Bubarraz y amajadaren en ella, puedan llegar á pastar á los términos de Arbellares que de suso ban referidos, hasta donde dicen el Juego de la Vola, y

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

David y Mari Carmen recogiendo los caballos en el Llanu La Bota.

de allí como corta el Camino Francés derecho a la Peña Arcella, con que no puedan vajar del Camino Francés abajo hazia dicho lugar de Arbellares, y dende el dicho Camino Francés abajo hazia el alto de la Sierra lo puedan pastar libremente sin pena alguna… y en los demás términos no puedan pasttar sin lizenzia de los vezinos de Arbellares y los puedan prendar sin pena ninguna y executarles e las penas; y en cuanto al pastar de los vezinos de Arbellares, con la Branna y término de Bubarraz, mando que puedan llegar con sus ganados hasta, é la primer cabaña de Bubarraz, y para la Vega, detrás e la torre, hasta el camino, y antigua, que cae del Llano de La Fueja…” Reiterar la denominación del Camín Real como Camino Francés y el importante hecho de que aquí, como en otros lugares lo sigue siendo en la actualidad –Los Pontones, Llanu Fasgueiru-, el Camín Real es el límite de pastos en sustitución de la tradicional línea de “aguas vertientes”. Tal es el peso y protagonismo de nuestro camino en aquellas altitudes. En un intento de plasmar los acontecimientos que componen la complicada historia de los pastos de Piedra Jueves, en las líneas siguientes se resumen escuetamente los hitos más relevantes y significativos desde estas fechas hasta nuestros días.

1615

Querella de la Casa de Miranda contra los vecinos de Villaux. Juan y Diego de Caunedo y Alonso de Varredos, vecinos de Villaux, reclaman seguir en usufructo de sus antiguos derechos, “porque aunque sea ansí que la dicha Fana y puertos de Piedra Jueves le pertenezcan (a los de Miranda) y sean suyos según dice… los dichos lugares (de Villaux) estamos por costumbre ynmemorial usado y guardada de ynmemorial tiempo a esta parte de pastar a rexas bueltas y al todo el término de Piedra Jueves y de no ser prendados del término de la Fana no metiéndose el ganado con [pastor] y palo…”.

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— DE HIERBAS, HERBAJES Y PASTOS —

1615, 22 de octubre “Pleito que tenemos y queremos tener con los vecinos de Villanueva de Teberga y sus hijos” proclaman ante el juez en Pola de Somiedo los vecinos de Villaux y Arbellales, por ser aquellos “culpables… prendar nuestros ganados mayores y menores de la Fana y término de Piedra Juebes, Canpa del Río y la Tienda y beiga de Santiago, siendo como son términos realengo, y pastos comunes de los dichos lugares y vezinos dellos, y los llevan de los dichos términos comunes al término de Villanueva… ya donde les parece, trayendo para ello vara de justicia… prendiendo hombres y mujeres y dándoles golpes, maltratándolos a ellos y sus ganados…” Los pueblos, en pie de guerra. 1637

Siguen pleitos entre Valdecarzana por un lado y Villaux y Arbellales por otro lado. Valdecarzana acusa a estos de que “siendo suyo el Puerto y Fana de Piedra Jueves y estando en posesión de ynmemorial tiempo aquella parte de arrendarle y poner guardas en él para que nadie entrase a pastar con sus ganados en ellos asta que entrasen los arrendatarios y que entonces pudiesen entrar a rejas vueltas… avian metido los acusados sus ganados en el término antes que el dicho P. Miranda… fueron presos los reos y se les tomó confesiones… “El pleito se retrasa en la audiencia y se hace nuevo pedimiento.

1650

Querella criminal contra Andrés Calbo y otros por haber introducido en Piedra Jueves un rebaño de merinas. Se comenta en el apartado tocante a las merinas.

1651, 7 de junio

En Éndriga. Querella entre Arbellales y Valdecarzana por el pasto de merinas en Piedra Jueves. Se comenta en el epígrafe sobre las merinas.

1657

Nueva querella de Villaux y otros del concejo de Somiedo contra Valdecarzana sobre “la posesión, uso y costumbre de apacentar todos los ganados, mayores y menores, mansos y brabos, de día y de noche, en todo el tiempo del año y en todo el término, braña y puerto de se dize y llama de Piedra Juebes… pastándolos y gozándolos los dichos ganados, vevien-

Al borde del camino: el manto de la naturaleza.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

do las aguas que en ellos ay, sesteando, yendo a rrejas bueltas con los ganados propios de las partes contrarias… y de poco a esta parte an turbado y turban en la dicha posesión…” Siguen diligencias, autos, notificaciones… 1658

Los de Arbellales acusan que “ahora, en contravención de dicha escritura, pusieron (los de Valdecarzana) una choça en el Valle de Sabeyro que dice ser de dicha deesa (de Piedra Jueves)… y que en ello cometieron delito y que han de ser presos…” y que ellos están atemorizados por la parte contraria…

1658

El de Valdecarzana contraataca. El último día del mes de julio, guardando las formas y sin salir de su jurisdicción, “junto al finso y mojón que dibide la jurisdición de Bal de Carzana y del concejo de Grado… paresçió su Señoría el Señor Don Sancho de Miranda Ponce… señor de la Casa de Miranda” que manifestó al escribano de Grado “que por quanto a propuesto querella contra los vecinos de Arbeyales, concejo de Somiedo, por aberle metido en el su puerto, Fana y deesa de Piedra Jueves un pastor con sus obexas merinas, en daño propio… y ahora les a benido a su noticia que parte de los vezinos de dicho lugar de Arbellales, o parte de ellos, an ocurrido ante dicho governador…”

1658

El marqués de Valdecarzana declara que “los de su valle han de pastar a rejas bueltas, a puerto zierrado”.

1658

De la declaración de un testigo en el juicio entre Somiedo y Valdecarzana entresacamos que “en el puerto de Piedrajueves y la dicha Fana que es un sitio del Camino Real para arriba en la azera de la cuesta es sitio propio del dicho marqués de Valdecarzana” y el resto del puerto es a rejas vueltas.

1659, 3 de enero

Mandamiento judicial para pedir testigos –no más de treinta- que sepan responder “y si sabe lo contenido en el proceso, cómo lo sabe, si lo cree y por qué lo cree, a quién lo ayó decir, cómo y cuándo…”

La Braña La Cogotcha, en un nido de águilas colgado de la Sierra El Michu.

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Idílica imagen en los pastos de Garamanchón.

1659, 1 de febrero

El escribano comienza a citar a los procuradores para notificarles los lugares de declaración en Teverga y Grado.

1659, 8 de febrero

En Oviedo. Se requiere la presencia del Marqués de Valdecarzana, que se encuentra en Madrid.

1659, 9 de febrero

El notario da fe de que ante él se presentó la marquesa de Valdecarzana.

1659, 9 de febrero

“Concejo de Reguera”. Declaración como testigo de Tomás Rodríguez en la querella que se mantiene entre la Casa de Valdecarzana de un lado y los vecinos y pueblos de Arbellales y Villaux del otro lado. Tomás es vecino del Coto de Aguino y resultará “más papista que el papa”. Tiene 60 años y dice conocer bien el puerto de Piedra Jueves por haberlo recorrido en muchas ocasiones. Y declara, con un cinismo increíble, que desde hace 46 años que él sepa “ha visto a la Fana incluida en el puerto de Piedrajueves y el dicho puerto y pastos ser propiedad privada del marqués de Valdecarzana, de su mayorazgo desde tiempos al menos del abuelo del actual titular… sin contradición de nadie, ni siquiera de los que ahora litigan, que no han podido nunca entrar sin licencia del marqués…, que sabe… que ninguno de los dichos lugares de Arbellales, Villaux, Santiago del Ermo y San Pedro de la Riera, que ahora litigan, tienen ni han tenido derecho alguno para gozar de los términos del puerto de Piedrajueves y la Fana ni de sus pastos si no es por arrendamiento de los mismos o por consentimiento del marqués…” Toda una joya de declaración o un monumento a la mentira construido con el material del resentimiento. Resulta difícil imaginar que el tal Tomás pudiese volver a Aguino, pasando por La Riera, sin ser apedreado por el entero vecindario.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Luces y sombras en un atardecer sobre el valle de Saliencia.

1659

Sentencia judicial en primera instancia: “mandamos que los ganados de los dichos concejos puedan entrar a pastar en los dichos sitios excepto en el de la Fana sin pena alguna. Y ansí mismo mandamos que dicho marqués y concejo y vecinos de Valdecarzana no les ynquieten en dicha possesión de pastar en dicho sitio y términos…” Cabe imaginar ahora como la inquietud se apodera del cuerpo y alma de Tomás…

1659

Sentencia judicial en última instancia en la Chancillería de Valladolid: “Fallamos… que debemos de amparar y amparamos a los dichos concejos y vecinos… en la posesión que an estado y están de pastar con sus ganados mayores y menores y beber sus aguas en el Puerto de Piedra Jueves... excepto en el de la Fana... y mandamos que el dicho marqués y concejo y vecinos de Valdecarzana no les inquieten... pena de 20.000 maravedís”. La sentencia se escribe en papel del sello de 1659.

300


— DE HIERBAS, HERBAJES Y PASTOS —

1661

Apenas pasan dos años y… vuelven las aguas a donde solían. Porque los vecinos de Villaux interponen nueva denuncia, ya que “el dicho termino de Piedra Jueves y los dichos vecinos de Billaux, como faceros… solían pazerlos dichos veçinos de Villaux con sus ganados… y agora los pastores arrendadiços que el señor Sancho de Miranda manda meter a correr e prendar los ganados de los dichos vecinos de los dichos de Villaux de todo el término de Piedra Jueves… ocasionando muchas costas e dannos… multas…”

1677

En el Puerto de Piedra Jueves. Sube el escribano al puerto para dilucidar si hay o no hay allí ganados no autorizados al objeto de practicar prendadas, y ello en complimiento de un auto judicial. “Y fueron señalando las que eran de los susodichos en la manera siguiente: una baca amarilla y otra parda y otra amarilla llamada Ruda y otra parda llamada Pardina y una obilla parda llamada Brusca y otra color bermeja llamada Finoya y un novillo negro que eran las cabezas de ganado que allí se allavan a la presente de dicho Juan Fervienca; y de dicho Domingo Ferviença una baca llamada Linda y un jato negro de cossa de un año del mismo nombre…”Solo queda preguntarse donde están las delicias de la vida pastoril que cantara el dulce Virgilio…

1679

Real Provisión de Carlos II para que se ejecute la sentencia dada en Chancillería de Valladolid a favor de los vecinos de Arbellales. Porque el marqués de Valdecarzana no acata la sentencia y hace prender los ganados de Arbellales y les crea muchas molestias. Ha de publicarse para que nadie alegue ignorancia. En Valladolid, a 7 de octubre de 1679.

1680

Los vecinos de Arbellales se quejan de las extorsiones que les infligen los hombres del marqués. Pleito “en grado de apelación de ziertos autos de prisión y otros dados y proveydos por el theniente de governador del Principado de Asturias…”

1680

El marqués de Valdecarzana en juicio contra Juan de Ferbiença por “aver entrado con sus ganados en el terreno de la Fana y puerto de Piedra Jueves y otras cossas a palo en cuello”. La venganza por la Real Provisión de Carlos II está servida. O el Ferbiença se creció o las gentes del marqués le esperaron en Piedra Jueves para pasarle la cuenta.

2008

En Villanueva de Val de Carzana. Plaza del pueblo, donde los vecinos explican al curioso: “Piedra Jueves era de los Coalla de Carrea, que lo habíen comprao a la marquesa de Entrago… Ahora ye de Somiedo y Teverga. Compróse, pero los amos son los de La Riera, Santiago y Villaux, que tiene “junta” y claro; legislen ellos”.

2010

En Piedra Jueves. Un auténtico lodazal rompe la pradera de pastos de Piedra Jueves delante de los edificios de la braña. Varias máquinas clavan estacas de madera alineándolas según las líneas divisorias establecidas.

2011

Una auténtica tela de araña, constituida por una intrincada maraña de alambradas –de espino, ¡naturalmente!- evita el paso del ganado de aquí para allá, de allí para allá y de allá para acullá: se han puesto puertas al campo. Y a la libertad; no solo de los ganados sino también a la de las personas. Solo cabe entonar aquello de Asturias… ¡paraíso natural!.

Bubarraz La bellísima Braña de Bubarraz, tan cerca de la Venta de Piedra Jueves, ya está intensamente poblada allá por el año 1500. De su fertilidad y riqueza nos llegan ecos de tan lejanas fechas, porque pronto será objeto de codicia y disputa su aprovechamiento. Braña de feraces pastos para el ganado, también es codiciada por las maderas de sus bosques y por los productos hortícolas de su tierra. Lo que hace preciso llegar a una concordia sobre su aprovechamiento entre los vecinos de Villaux, de una parte, y los de Villamor de otra parte. A cuyo efecto se reúnen en 1531 Juan de Barredo, representando a los de Villaux, y Juan Domingo de Villar, que ostenta el poder de los vecinos de Villamor. Y lo hacen ante la presencia de sus representados, ante testigos y en reunión conforme a ley, escribano que dé fe incluido.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Se habla “sobre el pastto y cortto de los términos de Bubarraz, a rrejas bueltas”, en lo que hay acuerdo. Pero la sorpresa es aquí monumental, porque a continuación se declara, nada menos, que “los citados vecinos de Villaux están en possesión y propiedad de labrar y sembrar pan y fabas, y otros alimentos en la Braña de Bubarraz, Valle de Espinedo y Collado del […] y segar la yerba como en sus propios términos, y enbrañar y pazer con sus ganados con la costumbre de arrendar, y meter ganados forasteros, y coger los maravedís de tales arrendamientos, y repartirlos entre sí, sin dar partte a otro lugar ni persona alguna…” Nos encontramos así con Bubarraz, casi a 1500 metros de altitud, aprovechada bajo la forma de propiedad mixta de “mortera”: privativa para aprovechamiento de productos de siembra y siega, y mancomunada para el aprovechamiento de pastos tras la recogida de aquellos y la correspondiente derrota. En Somiedo era frecuente sembrar en las morteras, aparte del “pan y fabas”, garbanzos o lentejas y guisantes o “arbejas” entre otras variedades hortícolas, predominando siempre el centeno sobre el trigo. En aquella ocasión dicta sentencia el juez ordinario de Somiedo Juan Domínguez de Villar, quedando claro que los pastos, tras la derrota, han de ser a rejas vueltas. A favor de Villaux.

Pleito entre Villamor y Villaux, en 1531, por el aprovechamiento de Bubarraz. RIDEA, archivo de la Casa de Valdecarzana.

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— DE HIERBAS, HERBAJES Y PASTOS —

“Arqueología” de la arquitectura de planta redonda y de planta cuadrada en Bubarraz.

Pero Bubarraz es muy fértil, y pronto volverá a ser objeto de disputas por su aprovechamiento, pero en esta ocasión van a ser los vecinos de Arbellales quienes discutan a Villaux la primacía sobre aquellos pastos. Arbellales nada menos, y a pesar de su lejanía. Discusión que acabará el 12 de mayo de 1587 con la sentencia de un “juez compromisario entre los vecinos de Arbellales y Villaux”; sentencia o fallo en que “declaro los ganados que estubieren de parada en la braña de Bubarraz y amajaden en ella, puedan llegar a pastar a los términos de Arbellales que de suso ban referidos –Peña Arcella y el Cabo la Vega- hasta donde dicen el Juego de la Vola, y de allí corta el Camino Francés derecho a la Peña Arcella, con que no pueden vajar del camino francés abajo hazia el dicho lugar de Arbellales, y dende el dicho Camino francés hazi(a) el alto de la sierra lo puedan pastar libremente sin pena ninguna… y en quanto al pastar de los vecinos de Arbellales, con la branna y términos de Bubarraz y por la Vega, detrás, e la Torre, hasta el camino, y antigua, que cae del Llano de la Fueja, que los puedan prendar y ejecutar las penas, y mando que los unos ni los otros, no hagan paradas ni majadas en los dichos términos, so pena de dos mill maravedís”. Queda constatar aquí que el aprovechamiento de Bubarraz se hizo de forma ininterrumpida mientras las nieves lo permitieron: en primavera con la siembra, al principio del verano con la recogida de los frutos y la siega, y durante el estío y principios del otoño con el pasto de los ganados. De tal forma que cuando un vecino de Villaux es llamado para deponer como testigo en un juicio, manifiesta a preguntas del juez “ser morador en Bubarraz”.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Las Morteras, Valcárcel y Taja “El Coto de Clavillas y Balcarce… pertenece a D. Arias de Omaña, vecino del concejo de Siero” allá por los años del 1800, en que el pueblo paga a D. Arias “por razón de pastos veinte reales vellón cada año a la Braña de La Zurera y veinte libras de manteca a la Braña del Cafrisnal y otras quarenta libras de la Braña del Cuérrago”. La Braña del Cafrisnal linda con el Camín Real allá por la vecindad de La Tartulla y Los Pontones.

Sierra Manteca, siempre presente en el tramo norte del Camín Real.

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— DE HIERBAS, HERBAJES Y PASTOS —

Los disputados pastos de Fasgueiru a La Celada, aquí bajo la nieve reciente.

El Coto de Valcárcel incluye al pueblo de La Bustariega también, pero entre ambos pueblos, como siempre ocurre en tales vecindades, existe cierto pique o “piquilla”. Queda patente en la tertulia vespertina al sol del verano en La Bustariega: “En Valcárcel hay ríu; en La Bustariega no hay ríu. Pero en Valcárcel pué llevalos el ríu y a nosotros no”. Comentario remachado por otra vecina: “Además ellos tienen cárcel; pero mejor pa ellos”. Las Morteras tiene parroquia propia, pero comparte mancomunadamente Los Pontones con Valcárcel. En Las Morteras dicen que “Los Pontones es propiedad”, refiriéndose a ambos pueblos. Pero justo al lado de Los Pontones, defiende con pasión Marcelino, del pueblo de Las Morteras, “Las Monteras tenían una facería desde 1716, en La Celada y el Picu El Palu; lo alquilaban a Taja, y antes pagaban con cera. Hace poco “anduvieron en telares” y La Mortera sigue con el derecho de arrendamiento para pasto de ganao, en 1.300 ó 1.400 pesetas al añu, porque “nun faltando al pagu” se mantienen los derechos vigentes. Cuidaban el ganao pa que no pasase a la Veiga Taja teniendo que volver a majadar a la Veiga Fasgueiru. A rejas vueltas. Las hierbas eran de acá, pa eso estaba arrendao. Orderias quier coger parte, pero habría que deslindar por vertientes”. Desde hace poco tiempo el desacuerdo se recrudece y La Tartulla, Los Pontones y La Celada se afean con la materialización de esa desavenencia: una incomprensible valla, de alambre de espino, “naturalmente”, trata de solventar la polémica y marcar terrenos.

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Ondes y Llamoso La geografía condiciona totalmente la actividad del hombre, y por tanto condicionará también las consecuencias de esa actividad. Ondes y Llamoso son pueblos que limitan con el concejo de Grado solamente en las alturas “aguas vertientes” por las que pasa el Camín Real. El resto de su geografía limita prácticamente –Llamoso es la excepción- con otras parroquias de su mismo municipio. Con lo que la litigiosidad casi siempre queda “en casa” y se convierte en pelea doméstica, como ocurre cuando Josef González se querella contra su convecino Pedro Fidalgo en 1816 por cuestiones de un cierre. Ambos son vecinos de Ondes y viven “en quietud”, pero Pedro intenta un buen día levantar un “cierro en la carril que servia para abonar en la braña de Taramidora”. Como la tal “carril” es de uso público y Pedro obró por su cuenta, habrá de soportar la querella de su convecino. Pero “para que no se adelantase la cuestión a maiores gastos nombraron hombres buenos comisionados, y reunidos en el terreno de la disputa… en buena armonía conferenciaron”. Llamoso, al sol y bajo la nieve.


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Buena armonía que siempre resultará más provechosa que el más complicado camino que siguen en Llamoso, donde al ser la querella entre distintos concejos –Miranda y Grado- habrán de acudir a Oviedo en busca de sentencia. Y como la sentencia no satisface a la parte que se considera perdedora se alzará recurso y se llega a Valladolid, porque “los vecinos de Llamoso, concejo de Grado, quieren yntroducir sus ganados a pastar en la braña de Castro y Valdelagua”. Ocurría esto en el año 1738 y actuaban en representación de las partes D. Álvaro Zienfuegos y Lope Valdés Villar. “Se trata de no se repitan las prendadas de sus ganados, obligándoles a pagar la multa que les imponían, concluiendo en pedir se le librase Real Provisión para demarcar y finsar dichos términos y amojonar dicha Braña y poner los palos blancos y altos y más mojones… y que en el ínterin no se introdujese a prindar, ni a recoger con pretesto alguno dichos ganados…”. Se llega a pensar que para semejante viaje no se precisan tales alforjas, porque ir a litigio en suprema instancia para tal pretensión parece a todas lucen una desmesura nada proporcionada. Faedo, coronando la niebla del amanecer.

Cueiro La Vega de Cueiro es uno de los lugares de mayor belleza de la montaña asturiana. Muy rica en pastos, es también lugar estratégico del Camín Real: En Cueiro se desgaja del camino la importantísima bifurcación del Camín Francés. Y Cueiro queda en el medio de un circulo de fortificaciones como el eje de una rueda en la que todos sus radios confluyen hacia el centro: Castillos de Miranda, Urria, Valcárcel, Montovo… Sin poder fijar con exactitud las fechas, sabemos que allá por el entorno del año 1000, Cueiro es propiedad del conde Froila Xeménez. Propiedad que a su muerte pasará, por herencia, a las manos de su hijo, el entonces muy poderoso Pelayo Froilaz. Propiedad que va a compartir con su esposa, la condesa Ildontia. Pero hablar de Cueiro es hablar también de buena parte del alto valle de Santibáñez y, sobre todo, del pueblo de Taja, porque en la heredad va incluido, como un todo, el lote completo. Tal parece que en esos momentos de forma que no admita división o desgaje.

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Cueiro invadido por la niebla vespertina. Cueiro desde Piedra Rodriguez.

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Cueiro desde la ladera del Picu La Veiga Deita. Cueiro, en soledad bajo la nieve.

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Taja y Cueiro en la documentación del siglo XI. Archivo de la Catedral de Oviedo. Libro de la Regla Colorada, fol. 77 rº.

Antes de que llegue el año 1100, la condesa Ildontia, queriendo congratularse con la Iglesia cuando ya vio acercarse el fin de sus días, hace donación al monasterio de Santa María de Villanueva, en Valdecarzana, de todas estas propiedades: “la villa de mi propiedad que tengo en este territorio, debajo del puerto de Cueiro (Quarium), sobre el valle de Teverga, la villa que llaman Taja…” Así que Cueiro y Taja pasan a depender de aquella iglesia y monasterio situados entre Teverga y el Puerto de San Lorenzo. Todo ello bajo la vigilante mirada del Castillo de Miranda. Pero a Taja y Cueiro le esperan nuevas vicisitudes. Por lo pronto, el año 1201, el 20 de agosto para ser exactos, el rey Alfonso VI hace donación de la iglesia de Villanueva a la iglesia de Oviedo, en pago de una cesión que esta iglesia tuvo que hacer a la de Orense: un lío.

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Ondes, Vixidel, VigaĂąa y Villabre.



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Lío del que parece que queda libre la propiedad de Cueiro y Taja, pero solo por un tiempo. Efectivamente, el 28 de julio de 1225, volverá a ser el rey quien, acompañado por su esposa Berenguela escrituren definitivamente a favor de la iglesia ovetense aquellos bienes: Taja y su valle, y la “vobia” de Cueiro en su integridad. Estas propiedades, al igual que la mayor parte de las que la iglesia de Oviedo tenía dispersas por todos los valles teverganos, acabarán desgajándose aquí y allá en diversas parcelas. Pero con la salvedad de que muchas de ellas van a acabar en las manos de la Casa de Valdecarzana. Y así, en el “Memorial de los vínculos viejos de la Casa de Miranda”, realizado en el año 1569, se encuentran enumerados derechos, privilegios y propiedades de los de Valdecarzana, tales como “el fuero de Carçana, e Bal de Santibañez y las brañas de Cueros…” Propiedades que seguirán manteniendo durante siglos sin experimentar mayores variaciones. El año 1764 se produce un acontecimiento clave en la historia de Taja y Cueiro. Porque el 17 de marzo de ese año y por prolijos motivos, los vecinos de Taja hacen declaración jurada de pertenecer a la jurisdicción de la Casa de Valdecarzana. La explotación de las hierbas de Cueiro se realiza durante mucho tiempo por el sistema de “pública subasta para su remate, precedidos por los correspondientes edictos”. Y ello de forma indivisible del remate de “las dos quartas partes del beneficio préstamo de la Parroquia de Taxa”, tal como se hace el 20 de abril de 1775. O como se hará de nuevo el 13 de noviembre de 1782 en disputadísima puja, que comienza con “la postura de mill y doscientos reales”, ascendiendo a 1.250, 1.300, “y así subcesivamente se hicieron otras varias por distintos particulares, y últimamente… la de mill seiscientos y treinta, en cuia cantidad, como último y mejor postor se remattó”, actuando como fedatario el escribano Francisco Fernández Palacio. Los contratos particulares para el aprovechamiento de las hierbas de Cueiro fueron ligados durante siglos al de la explotación de la Venta allí situada y cuyos pormenores se tratan en el capitulo correspondiente a las ventas. Últimamente Cueiro queda a pasto libre, tanto de ganado caballar como vacuno, pero hace no demasiados años se explotaba a turnos el pasto de diente y la siega de guadaña: aún queda El Muro, división clara entre ambos turnos de aprovechamiento. En la parte más alta de Cueiro permanece muriada lo que es aún hoy propiedad privada, diferenciada claramente del común, y que según pastor enterado de Las Morteras “pertenece a los curas de la retoral de Taja”.

Vaqueiros Si conocemos como pastores a quienes cuidan de las merinas en el mundo de la trashumancia de largo recorrido, a los ganaderos que van y vienen desde el centro de Asturias hacia Torrestío, y más al sur, les llamamos aquí vaqueros o vaqueiros. Son estos los protagonistas de la trashumancia de medio recorrido en el entorno del Camín Real y del Camín Francés, pero el centro de su actividad tuvo un foco indiscutible: Torrestío y sus puertos. Ya tardíamente, abierta la carretera del Puerto Ventana, el tránsito de esas vacas desde el norte hacia Torrestío acortó su camino subiendo desde Teverga por Presorias y La Focella, y de allí por el Camín Real de Teverga a Ventana primero y por el camino de Las Navariegas después, alcanzar a entrar en tierras bavianas por cualquiera de las sendas que ascienden por Solabóveda hacia El Cantu Las Navariegas.

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El nombre de Torrestío ya lo dice todo: lugar a donde se iba a pasar el estiaje. “A la falla del puerto de La Mesa… durante el invierno y otoño emigran la mayor parte de sus moradores a la marina de Asturias”. Aún cuentan hoy en Torrestío, y sin faltar a la verdad, que “los de la Marina tenían bienes aquí para no perder derechos”. Y siguen teniéndolos: Pilar, de Las Regueras, es hoy la propietaria de casa y cuadra a la entrada del pueblo. Como aquella rica señora de La Belga, en la parroquia de Viella, que pagaba a sus herederos para que viviesen en Torrestío seis meses y un día y así no perder allí los derechos de vecindad. Si Madoz nos cuenta la emigración a La Marina, en el Catastro de Ensenada se nos relata que en Torrestío “arrieros son la mayor parte de los vecinos, pero no trajinan todo el año, porque en otoño desertaban el lugar llebando a las Costas de Asturias su familia y ganados, en cuios dos viajes, de otono y primabera, con la recolección de frutos, gastaban la terzera parte del año”. Llegándose a decir que los habitantes estacionales de Torrestío son “labradores de pan cojer, arrieros y pastores”, añadiendo Jovellanos que “por el verano cuidan las mujeres el ganado, mientras ellos se ocupan de la arriería”.

La Puerca y el Picu La Ferreirúa en otoño.

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Los pastos del Camín Francés con La Forcada al norte.

Honorino, vecino de Lugones pero “estante” por temporadas en Torrestío, cuenta cómo su madre venía desde Pruvia con el ganado en el mes de abril. Al igual que lo hacían muchos otros “desde Siero, Llanera, San Cucao, Las Regueras…”, mientras que “ahora vienen con el ganao en camión. Y ya parido”; para concluir que “todos tienen casa aquí y volvían en noviembre, entre los difuntos y mediados”. Y remata Joaco, natural de Torrestío y pastor de merinas: “venían de La Marina a Saliencia y Torrestío y Torrebarrio, (a los puertos de Las Argayadas y Triana) desde mediados de mayo hasta que los echaba la nieve en octubre o noviembre”. Pero todo ello dentro de un orden: a los Puertos Pirenaicos iban las merinas, y a los pastos comunes las vacas y yeguas. Aún hoy es posible toparse por el Valle de Las Partidas a Manolito, de Proaza, arreando una vaca hacia los pastos del Muñón mientras comenta encendido por el coraje: “En Cuallagar hay más yeguas que yerbas, y los de Proaza tienen que dir pagando. Antes, Proaza tenía allí media facería, pero perdióse por culpa de un alcalde que no fue a una reunión a Oviedo. Claro: el no tenía ganao, a él ¡que le importaba!” Al final, este tipo de trashumancia acabaría generando también conflictos en los pueblos de origen tal como ocurrió en Viella, donde los vaqueiros fueron a juicio contra su parroquia por negarse a “ir a caminos” al estar fuera del lugar durante el tiempo de la sextaferia, alegando que ellos vivían en otros caminos. Ni de aquí ni de allá, tan característico de los vaqueiros de alzada. De la antigüedad de este género de trashumancia de medio recorrido se puede decir mucho. Y tiene relación con los antiquísimos privilegios de exención de portazgos de Oviedo, Avilés y Pola de Siero. A lo que se añade aquella sentencia de 1536 en la que se confirma que los vecinos de Oviedo pueden apacentar libremente sus ganados por todo el Principado.

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La calma hora de la rumia en Bicenturo.

Privilegios que incentivan la movilidad ganadera; todo lo contrario que lo que ocurre con los naturales del propio Torrestío, de Genestosa, Candemuela, La Majúa y demás pueblos de Babia, que han de pagar ciento cincuenta reales cada año a la Parroquia de La Focella “por permitirles entrar a la Costta” a través de su alfoz. Lo que dará lugar a cuantiosos y largos litigios, como el sostenido allá por el año 1557 por los vaqueros del Principado con el conde de Luna por los derechos de pasto en Babia; o por los impagos –11.000 maravedís nada menos- de los arriendos de hierbas a Beatriz Quiñones en Babia allá por el 1499. Pero también nos dejan testimonio acerca de la trashumancia de “La Marina” muchas personas que la practicaron hace siglos. Juan Fernández, de Saliencia, estaba en Cenero, en Gijón, el 20 de abril de 1574, al igual que lo estaban Andrés de Cornellana, Juan González de Yernes y Domingo González, de Tameza con su criado Fernando. Actuaban como testigos en el testamento de Andrés de La Vega, de Teverga, que estaba allí, en Cenero, en una cabaña y al cuidado de sus ganados: “cabras, vacas y otros ganados” al igual que Alonso Fernández, de Saliencia. Las relaciones de Andrés con Cenero quedan claras, “atento estaba en tierra estraña y fuera de comarca”. Al igual que por otro testamento, hecho el 18 de septiembre de 1608, sabemos que Pedro Fidalgo, de Grado, casado en Babia con Juana, vivía en Montovo y “al presente estoy muriendo en la villa de Avillés”. Entre sus mandas, ordena que se le digan misas en Montovo y en La Bañeza, Puerto de La Mesa por medio, que él conocía muy bien ya que entre otras muchas más misas “mando se me digan dos misas rezadas en Nuestra Señora de La Mesa”. O también por un contrato de compraventa, del 15 de septiembre del 1611, en el que un vecino de Llanera, Domingo Rodríguez, compra a Antonio de Quiñones, en Torrestío, una yegua “color negra y estrellada, forontina y tuerta” por la que tiene que pagar seis ducados.

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Se concluye aquí lo que pudiera ser una interminable serie de pruebas con el largo litigio habido entre los vecinos de Candemuela, Juan y Alonso Rodríguez y que a la sazón viven en San Emiliano, contra Pedro Argüelles, vecino de Siero y motivado por discrepancias sobre una fianza. Tan largo el pleito que acabará nada menos que en el superior tribunal de la Chancillería de Valladolid. Nada excepcional ir a pleito: que se lo pregunten al somedano Álvaro Flórez, que en 1521 montó un largo litigio contra el mercader Melchor de Nájera, de Valladolid, porque se sintió objeto de fraude en la venta de una esclava negra…

La Asturias central bajo la niebla del amanecer: el paisaje de los vaqueiros de Torrestío.

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Las Merinas de Extremadura Para la presencia de las merinas de Extremadura en el Cordal de La Mesa hay una fecha clave: el año 1273, cuando el rey Alfonso concede el “Privilegio de La Mesta”. Privilegio que confirmarán Enrique II, Carlos V, los Reyes Católicos… y un largo etcétera. A partir de entonces se establece y consolida la utilización de un camino para las merinas entre Extremadura y Babia: la Cañada de La Vizana, que en general es coincidente con el trazado de la histórica Vía de La Plata. A partir de ese momento, la cañada va a tener por ley un ancho de 75 metros, y al

Final del largo viaje desde El Extremo: Torrestío y el Puerto de La Mesa.

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norte de Astorga va a ramificarse en dos cordales: el de Babia de Arriba hacia Somiedo y el de Babia de Abajo. Ascendiendo desde Astorga por Sierra Filera llega a Abelgas de Luna, Villafeliz, Puente Orugo –donde se bifurca- y San Emiliano. A partir de aquí sufre diversas ramificaciones, transformándose en veredas, una de las cuales llega a Torrestío y de aquí, por un lado, a la Collada Balbarán, La Farrapona y Orniz, en Saliencia, y por otro lado al Valle de Las Partidas, Puerto y Braña de La Mesa, llegando hasta Piedra Jueves. Claro que estos últimos parajes ya son de agostadero y las veredas pierden su ancho legal.

El “puerto pirenáico” de La Farrapona y al fondo Los Fontanes y Ubiña.

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De Astorga al Puerto de La Mesa hay unos 93 kilómetros aproximadamente. La cañada de La Vizana tiene 488 kilómetros. El Mapa Pecuario del Ministerio de Fomento de 1925 no es de utilidad para estos últimos tramos al norte de Astorga. Habría que ver el espectáculo, “semejante a un ejército en marcha”, capaz de confundir a Don Quijote cuando tomó a un rebaño trashumante por un poderoso ejército. Porque resulta fácil de contar, pero difícil de imaginar: el año 1792 vinieron a Babia, entre mediados de mayo y mediados de junio, nada menos que… ¡300.000 cabezas de ganado lanar! En el 2010 serán solamente veinte mil las que “llegarán sin pezuñas, polvorientas de veredas y cañadas”. Hace bien pocos años, uno de esos rebaños, con 1.800 ovejas, era conducido hacia los puertos del estío por Joaco, vecino de Torrestío. Joaco comenzó a bajar a Extremadura el año 1947 y traía su rebaño hacia Balbarán y La Calabazosa en primer lugar. Pero el 6 de agosto, pastadas ya las primeras hierbas del Puerto de La Mesa por las vacas de Saliencia, Joaco conducía su rebaño hacia Balbarán y La Farrapona –cuyas hierbas también aprovechaban- y así alcanzarán a llegar hasta la Matchada Vietcha y El Muñón, en La Mesa, donde terminarán la temporada. Joaco, hombre jovial, cuenta entre risa y risa y con socarrona picaresca, que “los extremeños, para

Sellos reales en donaciones de tierras del Camín Real.

venir a los pastos de estío, solían dejar todas las mujeres preñadas para que no jugasen” en su ausencia. Y precisa que recibían un jornal y un kilo de pan al día; doce litros de aceite para la temporada de abajo y seis para la temporada de arriba: “si gastabas menos lo llevabas para casa y si faltaba lo comprabas. Pero el aceite alcanzaba bien. El resto había que comprarlo, para tocino o migas”. Y sigue comentando: “las ovejas ahora son sanchas, más grandes que las merinas. Pagan mucho mejor; un cordero, al venderlo, igual 4 ó 6 kilos más de diferencia”. Se esquilaba “por San Juan”, y siempre se seguían las mismas fases: recibo, peso; lavadero (con agua caliente o fría); ensacado, marcaje con almagre; y por último fletamiento. La lana de la esquila se solía llevar a los puertos de mar, Avilés preferentemente, aunque también a Pravia. Para eso estaba ahí el Camín Real. Y la iglesia local aprovechaba para cobrar los diezmos de la lana. Comenta Joaco que, en los últimos años, cabras y ovejas se subían a los techos de los corros; “fue entonces cuando se empezaron a estropear, porque se subían a los techos y movían las piedras”.

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En la conversación surgen los nombres de los propietarios de las cabañas de entonces y de ahora: Marqués de Albaida, Conde de la Oliva, Los Hidalgo, Pedro Barriada y Las Villas, de Torrebarrio, los Quiñones, de Pinos, Perella, Salazar, Sesma, Alba de Salamanca, los monasterios de El Paular, Guadalupe y El Escorial… En tiempos de Jovellanos tenían su ropería en Torrestío los Infantado, mientras que Fernán Núñez tenía la suya en el Puerto de La Mesa. El “Honrado Concejo de La Mesta”, todopoderoso en su tiempo, se extingue a mediados del siglo diecinueve. El ferrocarril ocupa el lugar de la Cañada de La Vizana y, a partir de 1902, las merinas viajan hasta Astorga o Viadangos en tren, porque el 20 de noviembre de 1901 se aprueban las tarifas ferroviarias para el transporte de ganados trashumantes. A partir de ahí, entre Astorga y La Mesa se emplean cinco días –porque desde Torrestío a La Mesa ya no se considera jornada-, y de Extremadura a Astorga, en tren, se tardan en sus primeros tiempos unas 48 horas. También Luis, el padre de Enrique, de Villafeliz, fue trashumante de merinas. Iba y venía a Extremadura con tres o cuatro mil ovejas de la finca de Monreal, que era de la familia Hidalgo, de Sena de Luna. Ahora, de Extremadura vienen a Torre de Babia, pero a Torrestío lo hacen de

Signos notariales en documentos de actuación sobre el Camín Real.

Mansilla de Las Mulas, o del Páramo, de Millas del Río, sustituyendo así la actividad de la trashumancia por lo que ahora se conoce como transterminancia. Porque “los trashumantes, ahora ya no quieren venir: el último año se les dió 600 euros para que viniesen los rebaños al puerto de La Mesa, pero ya no quieren venir”. Antes, en Torrestío, arrendaban tres mil setecientas fanegas de sus puertos para pastos de merinas durante los tres meses de agostadero; pastos por los que la duquesa del Infantado llegó a pagar 7.600 reales de vellón. Lo cual incitaría a considerar a Torrestío como “un pueblo rico sin saberlo”. Pero la realidad era muy otra: los diezmos de la lana eran para la iglesia, salvo una octava parte que era para el monasterio de Cornellana y otros tres mil quinientos reales se los llevaba el marqués de Camposagrado. En carta de 25 de septiembre de 1797, escribe Juan Antonio Díaz a Tomás López que, en Somiedo, “otro mucho suelo lo pastan los ganados merinos. En los puertos de Saliencia, Veigas… arrendaron sus vecinos a muchos señores de la Corte y de Extremadura para los meses

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Joaco, de Torrestío: la memoria viva de la trashumancia. Último rebaño de merinas en el Puerto de La Mesa.

de verano…” Y así un sinfín de testimonios: Valdesampedro, de Teverga, “no tiene propios algunos, pero sí los tienen algunos lugares en particular, como son el de Torce, que percibe anualmente de pastos de merinas doscientos y quarenta reales; el de Riello, Quañana, Barrio y Cuña, ciento treinta y seis por la misma razón y en la misma forma el marqués de Baldecarzana percibe otros ciento treinta y seis reales vellón” al igual que “los vecinos de La Focella, quienes anualmente perciben ochocientos reales de los Religiosos del Combento del Escorial por permitirles entrar sus rebaños de merinas a pastar dentro de los términos de aquella Parrochia; los vecinos de Páramo perciben asimismo anualmente ochenta y ocho reales de vellón por la misma razón”. Así, ya tenemos los verdes y altos pastos aledaños al Camín Real moteados de puntos blancos por doquier, moviéndose gregariamente en busca de las mejores hierbas: Valle de Las Partidas, Puerto y Braña de La Mesa, Braña del Aguil, Busllaz, Paraxines, Fonfria, El Refuexu, Las Navariegas, Cuevas, Carbacéu, Cualadrona, La Magdalena… y así hasta Piedra Jueves. De la presencia de las merinas en Piedra Jueves aún tenemos testimonios vivos: Enrique, de Saliencia, explica que a Piedra Jueves hace ya más de cuarenta años que no vienen las merinas de Extremadura. O el comentario jocoso de un viejo pastor en la antojana de la iglesia de Villanueva: “antes veníen, pero dejaron de venir porque en el puertu de Piedra Jueves hay mucha niebla y la niebla no ye buena pa les ovejes, porque se mareen con la niebla y como se mareaben, dejaron de venir”. Pero por si fuera poco la tradición oral, sabemos a ciencia cierta

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–Hacienda dixit- que el Marqués de Valdecarzana recibía anualmente “seiscientos reales de vellón por el pasto de merinas en el Puerto de Piedra Jueves”. Cantidad que se ajusta a la realidad, tal y como se puede comprobar en el contrato de arriendo para las merinas hecho el 4 de julio de 1770, que es de una claridad meridiana y contundente. Comparecen el mayordomo del Marqués de Valdecarzana y el mayoral de la Cabaña de Don Diego de Ochoa de Andategui, vecino de Segovia. El documento impresiona por el despliegue y alarde de “autoridad” del de Valdecarzana, que exhibe su condición superior: el Señor Don Judas Tadeo Fernández de Miranda Ponze de León González de Cienfuegos Pardo de Lanzos […] Manrique de Lara y La Cueva Sabedra Ladrón de [Gue]vara Avendaño y Gamboa era ni más

Últimas nieves en las laderas del Valle de Saliencia.

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Sierra Filera, a vista de pájaro aquí, itinerario de la trashumancia antes de alcanzar Abelgas de Luna.

ni menos que Marqués de Valde Carzana, To[rral]ba, Bonnaro y Boruta, Conde de las Amayuelas, de [Es]calante, Talú y Villamor, pero sobre todo, e importante a efectos de dominio sobre el Camín Real y por encima de toda esa parafernalia, era Señor de las Villas y Cotos [de] Muros, Larena, San Esteban, Quinzanas, Luerces, Soto [de] los Infantes, Cabruñana… alcalde Mayor y Castellano Perpetuo de los Castillos [de San] Martín de Pravia y San Andrés de Alesga… y mil cosas más. Todo lo cual, y traducido a “castellán paladín”, significa que era dueño del entero Camín Real, desde Teverga –y parte de Somiedo- hasta la mar… En el documento se “dispone arrendaba y arrendó… el Puerto de Piedra Jueves, y su Fana”, aclarándonos de inmediato que esa costumbre era ya antigua por aquellas fechas: “según hasta ahora dicha Cavaña la han pastado los ganados lanares de dicha Cavaña, cuyo Puertto y su Fana son en propiedad y posesión de dicho Excmo. Sr.; según se deslinda aguas vertientes; el camino carretero, con otros términos de los vezinos de Éndriga, de Salienzia; y por el camino que va a Busbarraz, con término de dicha Braña; y Ventta de Piedra […] Jueves; y por dicho camino carretero de Castilla; y por el dicho Camino Carretero de Castilla; con término de Villanueva; hasta el sitio que llaman el Juego [La Bola] y Chozo de Fabero; y en la forma que va deslindado se lo arrienda… por tiempo y espacio de quatro años cumplidos… en Prezio de seiscientos reales vellón”.

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Delimitar en el documento los términos de Piedra Jueves con los pertenecientes a Saliencia no es precisamente un asunto fortuito. Porque tanto los derechos de pastos como la entrada de las merinas en Piedra Jueves arrastraban ya desde antiguo una interminable sarta de litigios y pendencias. Litigios entre el marqués de Valdecarzana de un lado y los vecinos de Saliencia o de Villaux, de La Riera y de Santiago de Hermo del otro lado. El año 1604, varios vecinos de estos últimos pueblos, además de “Alonso Corbato, morador en la braña de Busbarraz”, exhiben sus derechos ante lo que ellos consideran un atropello, porque si bien “el término de Piedrajueves ha sido y es del señor de la casa de Miranda, y lo suelen arrendar a puerto cerrado a pastores para ovejas estremeñas por mucha suma de maravedís… este presente año de mill e seiscientos y cuatro, estando guardado y deshesado el dicho término, la guardia del dicho Fernández de Miranda… prendaron e traxeron prendadas del dicho término algunas bacas de nosotros”. Total: que el de Miranda se querella contra aquellos ante el gobernador del Principado y al final el alguacil los arresta y los lleva penados para Oviedo. Sabiendo que van a ser condenados y para evitar mayores gastos y molestias, aquellos vecinos de la parroquia de La Riera y de Bubarraz, pagan las hierbas y son ellos quienes ahora arriendan “los herbajes este presente año por cuatrocientos reales…” El rosario de disputas continúa desgranándose con cadencia interminable. Bernabé Nieto, vecino de Saliencia y arriero que frecuenta el Camín Real por Piedra Jueves, declara en un litigio promovido por el de Valdecarzana, allá por el año 1658, “que el término y braña y puerto de Piedrajueves, que incluye la Campa del Río, braña de la Tienda, llano de la Forcada, vega de Santiago y del de la Fana y las Campas de Busmafin, pero no tiene noticia de los hitos,

Rebaños de merinas en trashumancia por tierras de Torrebarrio, ejércitos iguales a los que confundieron la febril mente de Don Quijote de la Mancha.

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arcas, limites y mojones del dicho puerto y braña por no haber visto en él mojones ni señales que dividan términos” Dice Bernabé que él apacentó vacas de Arbellales en Piedrajueves, “excepto en el sitio que llaman de la Fana, que se divide y está parte arriba del camino real en la hazera de la cuesta y llega hasta el alto de la peña y cumbre donde llaman el Juego de Piedrajueves, que este sitio es propio del marqués de Valdecarzana…” Así que se deduce que La Fana era propiedad del marqués y el resto de Piedra Jueves se pastaba a rejas vueltas entre todos los colindantes. Y los conflictos llegan porque, arrendando para las merinas las hierbas de La Fana, estas se propasan y entran en lo común, haciendo los mayorales de aquellas cabañas extensible sus derechos de pasto más allá de lo por ellos arrendado. Lo que se confirma, de creer ciertas las declaraciones, por el hecho de que en 1634 “el marqués ha acogido y entrado en dicho puerto y sitios de Piedrajueves baqueros con ganados forasteros arrendándoles los dichos pastos y que hasta entonces solo había podido arrendar los pastizales de la Fana, que eran suyos propios… y que este ganado merino salía de la Fana a pastar en otros sitios del puerto referido… y la choza y cavaña la tenían los pastores dentro de la Fana… y los dichos vaqueros, de los 24 años a esta parte que an entrado en dicho puerto, ha visto que han hecho choças y cavañas en el término y sitio que llaman Braña de la Tienda… y que antes no havía ninguna choza ni cabaña…” todo lo cual describe una colonización ilegal de Piedra Jueves por parte de las merinas y sus cuidadores. La cuerda de Los Bígaros, pastada por las merinas por sus cuatro costados.

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El careo de las merinas a su arribo al agostadero.

Si Benjamín, que entonces tenía 40 años, declara lo anterior, Alonso de La Braña, con 80 años, ratifica lo anteriormente expuesto. Dice Alonso que “nunca entraron, aparte de en la Fana, ganados de fuera parte hasta cosa de 16 años, en que vió que por orden del marqués entraron en todo el puerto de Piedrajueves y que ha visto por ello hacer chozas y cabañas en la Braña de la Tienda…”, pero añade el no pequeño detalle de que “desde entonces se les ha perturbado la entrada al puerto a los vecinos de Arbellales”. Ya con anterioridad, en el año 1650, hubo discordias y litigios por la misma causa: llovía sobre mojado, porque los hombres del marqués de Valdecarzana, que a la sazón era Sancho de Miranda Ponce de León, prendaron ganados de varios vecinos de Arbellales, entre ellos los de Andrés Calvo, su yerno Lorenzo, Juan de Cano y su hijo Pedro así como Domingo Rubio y su hijo. Estos pagaron la multa… para volver a meter de inmediato sus ganados en Piedra Jueves. La causa del litigio queda difuminada entre brumas: alguien, no sabemos quién “continúa de su delito de despojo… trajeron dicho rebaño algunos días… y pastando a rejas bueltas dichas obejas extranjeras como si fueran ganados propios”. No pasará mucho tiempo sin que se reaviven los rescoldos de la querella, porque en 1659 serán los vecinos de Arbellales, Santiago y La Riera los que se querellen contra la Casa de Valdecarzana, porque “estando en su derecho de pastar con sus ganados mayores y menores y beber sus aguas en el Puertto de Piedra Jueves… de tiempo inmemorial a esta parte an estado y están en quieta y pacífica posesión de usos y costumbre de apaçentar sus ganados mayores y menores, mansos y brabos, de día y de noche y en todo tiempo del año en el territorio, braña y puertto que se dice y llama de Piedra Jueves… pastando y roçando los dichos ganados,

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“No te faltarán allí líquidas fuentes ni yerbas para los rebaños…” Virgilio.

bebiendo las aguas que en ellos ay y sesteando y esto a Rejas bueltas…; los vecinos de Valdecarzana… de pocos días a esta parte les an turbado y turban en la dicha posesión, uso y costumbre, pretendiendo ympedirles el dicho pasto y aprovechamiento, acogiendo ganados mayores y menores forasteros… y agora los pastores arrendadiços que el Señor Sancho de Miranda manda meter en los dichos términos de Piedra Jueves se entrometen a correr e prendar los ganados de los dichos vecinos de Villaux…” Este año, la sentencia del litigio se saldará con el reconocimiento de los derechos de Villaux a pastar en Piedra Jueves “y que no puedan meter allí ningunos ganados forasteros”. Sería interminable enumerar tantos y tantos pleitos, tantas y tantas contiendas ocasionadas por la presencia de las merinas en Piedra Jueves. Contiendas más o menos civilizadas según las ocasiones y sentencias más o menos justas según soplasen los vientos del poder. Procesos judiciales en los que los testigos declaran verdades o falsedades según de que lado del Camín Real procedan. Prendadas y más prendadas de ganado. Y no pequeñas palizas en más de una ocasión. Como complemento de aquel arriendo de 4 de julio de 1770, y como prueba de la continuidad de las merinas por los altos puertos de Piedra Jueves, se trae aquí el contrato de 15 de

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Cualladrona, Paraxinas, El Llano Las Gavitas… tierras de pasto en perenne disputa…

julio de 1775, firmado entre el “fautor y mayordomo de los vienes y rentas del marqués de Valdecarzana, de un lado, y Manuel de Álvaro, mayoral de la Cavaña y fundación que dejó D. Diego de Ochoa de Andategui, vezino que fue de la Ciudad de Segovia del otro lado”. Pero a la exhibición de “autoridad” hecha en el anterior arriendo se añaden otras grandezas por parte del de Valdecarzana: Grande de España, Jentil hombre de cámara con ejercicio, etc. El caso es que quede claro de qué parte está la fuerza. Se vuelve a arrendar “el Puerto de Piedra Jueves y su Fana; según hasta ahora dicha Cavaña la han pastado los ganados lanares de dicha Cavaña”, y se deslindan por el Camín Real “camino carretero”, el camino de Bubarraz, venta de Piedra Jueves, “por dicho Camino Carretero de Castilla”, por el Juego (está roto y no se lee la palabra siguiente, que correspondería a “La Bola”)… Pero obsérvese la falacia: como el que no quiere la cosa, se introduce ahora el limite en la Venta de Piedra Jueves, con lo que se amplia de forma descomunal lo que es la Fana en detrimento de los pastos mancomunados y a rejas vueltas. El signo y la rúbrica del escribano están borrados en el documento. Surge la pregunta: ¿por qué se borró el testimonio del notario en el documento en el que la Fana se amplía hasta la Venta de Piedra Jueves? Si la pregunta parece inocente, convendrá aclarar que no lo es.

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El puerto de La Mesa aquí visto desde El Picu la Ferreirúa, al que entraban las merinas para comer las segundas hierbas.

Pero tales conflictos, hasta aquí resumidos, distan de ser los únicos provocados por la colisión de derechos de pasto con ocasión de la presencia de merinas por el Camín Real y su entorno. La Magdalena es una hermosa y apacible pradería de pastos en pleno Camín Real y vierte sus aguas hacia los pastos de Saliencia al oeste y hacia los de Barrio y Cuña al este. La propiedad la define la línea de “aguas vertientes”, pero la explotación de pastos es mancomunada entre ambos valles y regida por la ley no escrita de “a rejas vueltas”. Y ello siempre que no haya plantados frutos de recoger, cual es el caso de Las Morteras. Pero al igual que en Piedra Jueves, los ganados de unos vecinos pueden pasar a pacer a los pastos de los otros vecinos colindantes, pero no así los ganados “extranjeros” a los que se les arriende por unos o por otros sus respectivas hierbas. De todas formas, los mayorales del entonces todopoderoso “Onrado Concejo de La Mesta” se propasan sin límite alguno tanto con unos como con otros. En Saliencia se suelen reunir a concejo los vecinos “junto a la hermita de la Señora Santa Ana, sitio acostumbrado donde se confieren las cosas tocantes al Govierno y buena administración de la rrepública”. Y allí lo hacen mancomunadamente los vecinos de Éndriga, Arbellales y Saliencia el 9 de septiembre de 1704, para discutir y dirimir la controversia que desde principios de verano se mantiene con “Bernardino Méndez y Diego de Ochoa, vezinos de la ciudad de Segovia” y dueños de los ganados merinos. El debate gira en torno a reiterados incumplimientos en el aprovechamiento del herbaje de sus puertos “por averles enbarazado la entrada de diferentes ganados en los puertos y pastos de mis partes, porque los derechos de dichos ganados avían fenecido con el arrendameinto de ellos el año pasado de setezientos y tres, y sin averle buelto a hazer ni arrendar dichos pastos pretendieron, en perjuicio de mis partes, entrar sus ganados en ellos…” Los vecinos de los pueblos de Saliencia prenden los ganados merinos hasta que el mayoral renueva

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a su satisfacción el arriendo, pero como hubo un ínterin de día y medio entre el arrendamiento y la puesta en libertad de las merinas, “suponiendo ynjustamente que de la dicha retención se avía ocassionado (perjuicio), dieron querella… Querella que se prolongará en declaraciones, testimonios, actuaciones judiciales, sentencias y recursos, dando la impresión de que nos encontramos más ante una demostración de fuerza que ante el quebranto ocasionado por día y medio de prendada. De la otra parte del Camín Real son los vecinos de Barrio y Cuña quienes allá por el mes de julio de 1755 “arriendan porción para el pasto de ganado merino que viene de Extremadura”. Y es entonces cuando los vecinos de Saliencia se ponen en desacuerdo. Porque, en la “casa de havitación de D. Joseph García Cienfuegos, donde vive Toribio García, el escribano, se encuentra en una alazena con dos puerta y apartamientos con sus llaves y zerraduras… y entre los muchos papeles, protocolos y legajos se sacó… los autos de una querella de 9 de agosto de 1677… en nombre de unos bezinos de esta felegresía de Barrio y Cuña contra los vezinos de Saliencia y los pastores de merinas en razón de la fazería de términos y yntrodución de un rebaño de merinas que havían introducido dichos de Saliencia en el sitio de la Mortera, cuyos autos componen doze ojas… porque los vecinos de el dicho lugar de Saliencia, este presente año arriba referido, se entrometieron en arendar un rebaño de ganado merino de más de mill y duzientas cavezas en el sitio de La Mortera y los Cuetos Rubios…” Cuetos Rubios está justamente en el Camín Real, por encima y hacia el norte de La Magdalena, donde el camino asciende hacia La Sedernia.

Todo se mueve, discurre, corre o gira; Cambian el mar y el monte y el ojo que los mira… A. Machado.


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Así pues, en 1677 son los de Barrio y Cuña quienes introducen merinas en sus propiedades, mientras que en 1755 serán los de Saliencia quines lo hagan en las suyas. Y en ambos casos las merinas sobrepasan los límites y entran en los pastos mancomunados, alterando así “la pacífica posesión y disfrute” de los pastos de los ganados de los pueblos vecinos. En ambos casos las merinas acaban en el corral de concejo del pueblo perjudicado, prendadas y puede que en no pocas ocasiones maltratadas. En el caso del año 1677 el asunto se arregló cuando Alonso Fernández, pastor de La Mesta, originario de Bustarieque, abonó a Juan Álvarez, como representante del pueblo de Barrio, “duzientos reales de vellón por razón de ciertas prendadas que se resistieron por los pastores que este año, con ovejas merinas entraron en la Mortera…” El documento, roto en su parte final, no nos permite conocer el desenlace. Pero sí sabemos que del juez de Somiedo pasó a la Audiencia de Oviedo y más tarde a la Real Chancillería de Valladolid, donde en el legajo 695 de Pleitos civiles nº1, del escribano Masas, duerme el sueño del olvido.

La línea cumbrera de Picos de Europa vista desde El Camín Real en atardecer invernal.

Letanía inacabable de querellas, litigios, agravios, falsos testimonios, prendadas de ganados, multas, acusaciones, maltrato de ganado, uso de la fuerza y en no pocos casos abusos ocasionados por el todopoderoso Honrado Concejo de La Mesta o por los todopoderosos señores del entorno del Camín Real componen una imagen de dureza continua para quienes, asalariados o dueños de una humilde y endeble ganadería, se ganan el sustento de una vida llena de penalidades. A quienes Antonio Machado dedica sus versos: Labriegos transmarinos y pastores trashumantes –arados y merinos-, labriegos con talante de señores, pastores del color de los caminos.

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Pepe, de Bandujo.

Montse y Celestino, en El Muñón.

Ganadero “forastero” en San Lorenzo.

Ramonín, de Santianes, con “El Moro”.

Rubén, de Quintanal.

Ángel, de Bandujo.

Guillermo, Mari, un sobrino…

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Félix, de Villamayor, en Las Corradas.


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El Picu Vaxinas emerge entre las nubes del atardecer, vista desde Paraxinas.

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ÚLTIMOS SIGLOS EL OCASO DEL CAMINO “…se procure estén siempre bien reparados los caminos que salen para Castilla, por ser los más necesarios para el comercio universal deste Principado…” Ordenanzas de Hernando de Vega, 1494 Ordenanzas de Santos de San Pedro 1659

A

quel sentido de estado de la red de comunicaciones de que hizo gala el imperio romano y que tanta influencia tuvo en la consolidación del Camín Real de La Mesa, desaparece a la par que la decadencia del imperio se instaura y su presencia se sustituye aquí por otros pueblos menos estructurados y sin el sentido de estado hasta entonces dominante. Y habrá que esperar hasta bien entrado el siglo XVIII para que se retome la cuestión de vías y caminos con renovado interés. Puede afirmarse, sin un ápice de exageración, que el mapa de caminos de España no sufre modificación alguna desde el siglo IV, coincidiendo con la decadencia de Roma y su abandono de la vieja piel de toro, hasta que ya bien entrado el siglo XVIII las luces de la Ilustración comienzan a iluminar, bien que tímidamente en no pocos casos, las mentes de algunos ciudadanos y de unos pocos gobernantes. En el Camín Real de La Mesa, ese hito viene marcado por unas fechas y por un personaje. Las fechas, los años en torno a 1750 y posteriores; y el personaje, el Regente de la Audiencia de Oviedo Don Isidoro Gil de Jaz. Gil de Jaz viaja para reconocer el Camín Real y el Camín Francés y partiendo de Oviedo llega hasta Torrestío. Desde donde vuelve a Oviedo por idéntico o similar itinerario. Seguidamente inicia una frenética actividad preparatoria al objeto de modernizar las comunicaciones entre el Principado y León; actividad que se prolongará durante varias décadas como consecuencia de su impulso de gobernante. Su primera providencia, como máxima autoridad en el Principado, es nombrar o “comisionar”, según el lenguaje oficial de la época, al coronel Marcos de Vierna para que viaje, indague, conozca, estudie e informe acerca del camino más apropiado para abrir una carretera desde Oviedo a León. Para cuya encomienda le encarga recorrer los caminos que pasan por La Mesa, Ventana, Pajares y San Isidro. Cosa que hace solo en parte, porque Marcos de Vierna prescinde de recorrer el Camino Real de La Mesa, apoyándose para ello en la primera información que recibe de los nativos, tal y como queda recogido en su informe al Regente.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Y pasa a informar sobre los otros tres caminos restantes, decantándose definitivamente por el que pasa por el Puerto de Pajares como el más idóneo al ser el más directo entre Oviedo y León. Don Marcos de Vierna expone en su informe: “En obedecimiento de la orden que va por cabeza, yo Don Marcos de Vierna, pasé a la dilixencia que por ella se me previene y manda; y aviéndome ymformado de los prácticos en el país y sus moradores en que hai cuatro Puerttos por donde se pasa desde León hasta Oviedo por distintas lineas concurrentes a estas dos ziudades, que uno lo llaman Puerto de La Mesa; otro, Puerto de Ventana; otro, Puerto de Pajares; y el quarto Puerto de San Ysidro, y que el primero que llaman Mesa es el que más se carga de nieves, y se halla por esta ympedido el paso los seis meses del año, y que coje seis leguas de despoblado, y quatro más largo que los otros en ttoda la distancia de ziudad a ziudad, suspendí la visita…” Es, en buena parte, el mismo razonamiento que hará algunos años después, el 13 de enero de 1801, D. Martín Santos Flórez Estrada en carta a Martínez Marina, cuando a pesar de afirmar que es el mejor camino que desde Grado desemboca en el Reino de León “porque solo por el pueden llegar los coches a este Principado; pero solo se transita quatro, o seis meses, pues el resto del año está acopiado de nieve”. Y no ha de extrañar la aseveración respecto a tal cantidad de nieve, porque por aquellas fechas aún se vivían los rigores de unos siglos especialmente crudos, la llamada por los geólogos “pequeña edad del hielo”.

Informe de Marcos de Vierna sobre los caminos entre León y Asturias al Regente Gil de Jaz y plano acompañante. Archivo Real Academia de la Historia. Papeles de Martinez Marina (Aprox. año 1750).

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Marcos de Vierna recorre los otros tres puertos de montaña citados y se decanta por el camino que pasa por el Puerto de Pajares como el más directo entre Oviedo y León. Elección que unos años más tarde será ardientemente defendida por el polígrafo gijonés Gaspar de Jovellanos. Y ello en virtud de que el paso por Pajares es también el camino de elección para comunicar el creciente puerto de Gijón con la meseta y así dar salida a las mercancías de este puerto marítimo hacia los mercados meseteños y viceversa. “El puerto de la Mesa –dice Jovellanos en su Informe al Superintendente General de Caminos- es sin duda de los que se ciegan enteramente con las nieves del invierno, sin carecer por eso de los demás inconvenientes a que están expuestos otros puertos fuera de Pajares. Dice Don Ramón (de Jove y Navia) que este puerto es el único de Asturias por donde han pasado coches de Castilla, y no se le puede negar del todo esta proposición… El mismo confiesa que la obra del puerto de la Mesa debe entenderse sin prejuicio de tirar la carretera general de Pajares… Pero ahora no se trata de abrir muchos caminos, sino de continuar uno solo y general. Parece pues, conveniente que V.E. sin embarazarse en otras ideas, resuelva la continuación del camino de Asturias por el puerto de Pajares”. El mismo Jovellanos será otro ilustre usuario del Camín Real de La Mesa. Si bien Jovellanos no llega a efectuar el recorrido completo del Camín Real, como lo hiciera el Regente Gil de Jaz, sí que transpone el Puerto de La Mesa en un recorrido desde Torrestío hasta Barrio. Y nos deja una descripción del camino, en su ascenso por el Valle de Las Partidas,

Caja y trayectoria del CR, siempre apto “para ruedas”.

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La Ilustración: mapa de Schulz con los cordales de La Mesa, Cueiro y Porcabeza. Segunda edición. Cámara de Comercio de Oviedo.

bien diferente de aquella que nos relatan unos años antes los “comisionados” para el arreglo de las vías públicas. Dice Jovellanos acerca del Valle de Las Partidas: “subida larga, harto suave y accesible a carros”. Años antes de este viaje, se puede oír, alto y claro y en palabras de D. Álvaro Cienfuegos, que “desde el lugar de Torrestío hasta lo alto de La Mesa… por donde antiguamente se hacía descansado el tránsito para ruedas, se halla oy echo prados y así agria pendiente e incómoda aun para cavallerías la subida que hay desde el lugar de Torrestío a La Mesa, pues con fatiga la vaxan las muchas que pasan por allí”. Todo ello induce a colegir y dar por cierto que las denuncias formuladas por Cienfuegos ante las autoridades del Principado, hubieron de tener efecto y se hubo de proceder “al reparo” de aquel trozo de camino entre el año de la denuncia, el 1766 y el año del viaje de Jovellanos por el Camín Real, el 1794.

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Desde la venta de la Braña de La Mesa, donde come, desciende Jovellanos a Barrio, dejándonos un relato del camino que induce a dudas sobre el itinerario seguido. Todos los autores que hacen referencia a este viaje le hacen ir de La Mesa a La Magdalena, para desde allí descender a Barrio. Pero leyendo atentamente a Jovellanos, nada más lejos de lo que su descripción transmite. La bajada de La Magdalena a Barrio es un plácido paseo, y en la descripción de Jovellanos se nos dice: “Salimos, siguiendo la misma cordillera hasta una garganta, en que, dejando a la izquierda el camino de Somiedo se entra al de Teverga, y empieza a bajar el peor camino que pasé en mi vida. Lo que más incomoda es la grande altura por donde se va y el enorme precipicio que hay a la derecha. La bajada es cruel, por la peña viva, arenisca, en vueltas y revueltas tomadas por una senda estrechísima. Después de mil afanes se baja al lugar de Barrio…” Si Jovellanos habla de “el peor camino que pasé en mi vida” no está hablando, evidentemente, del camino de La Magdalena a Barrio. Está haciendo una descripción del Camino que desde La Mesa y la Braña El Aguil desciende a Torce y Barrio: enorme precipicio, peña viva, vueltas y revueltas, senda estrechísima… Por un lado Jovellanos es hombre con una gran carga de viajes sobre sus espaldas y conoce abundantes caminos; por otra parte es escritor conocedor del significado de las palabras. Si habla como lo hace del camino entre La Mesa y Barrio, lo está haciendo como fiel retrato de este camino que, no en vano, tiene un lugar conocido nada menos que como Pasumalu.

Valle de Teverga: laderas orientales del Cordal de La Mesa.

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Queda una alternativa, muy poco probable: desde el Collado del Muro descendió en directo al río de Barrio, bien por Brañaladrona o bien por el Valle de Moreo a empotrarse en el angosto paso de El Xiblu de Moreo. Pero tal posibilidad es tan remota como improbable, ya que tampoco se ajusta a la precisa descripción de Jovellanos. Quizá Jovellanos, tras una jornada intensa, llena de riesgos y fatigas se olvidase de mencionar a su secretario, a quien dictaba la crónica del viaje, el paso por Torce, entonces un pequeño villorrio ya cercano a Barrio y sin mayor importancia pese a estar dotado de cárcel. Cárcel cuyo edificio aún persiste hoy, con una lúgubre prisión que más que un calabozo parece una mazmorra destinada al tormento y al suplicio. El descenso a Barrio tiene por objeto recorrer el valle de Teverga, centrando la atención en la Colegiata de San Pedro. Pero al continuar desde La Plaza hacia Gijón nos deja otro relato bien revelador. Sube a Maravio para allí retomar el camino lógico: el Camín Francés, y así atravesar la Sierra de Tameza y descender hacia Linares y Santiago del Monte. Evidencia, una vez más, de las dificultades que por la vecindad del cauce del río ofrecen tanto la Hoz de La Estrechura como Peñas Juntas. La elección del Puerto de Pajares como vía de comunicación entre Oviedo y León acabará consolidándose a la larga. Lo que traerá como consecuencia un progresivo arrinconamiento del interés por el Camín Real, que poco a poco pasa a ocupar un segundo plano como vía comercial y de comunicación entre Asturias y la meseta. Aunque ambos cambios, la consolidación de Pajares y el arrinconamiento de La Mesa, van a llevar su tiempo y van a cosechar acaloradas discusiones. Pero el dictamen de Marcos de Vierna va a suponer, a la larga, una dilatada agonía para el Camín Real de La Mesa, no exenta de altibajos y de momentos de gran vitalidad.

Carro, ramu, rametu: arrastre sobre ruedas en el Camín Real y arrastre sobre patines en los caminos radiales y secundarios. La Bustariega.

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El Alto Santiago, en el Camín Francés, tambien dificulta en invierno el paso hacia Oviedo.

De esa vitalidad nos hablan muchas y diferentes noticias que nos llegan de la época. El tramo final del Camín Francés, el que pasa por Linares, soporta en aquel entonces un creciente tráfico pesado: mineral de hierro para la “Fabrica de Municiones de Trubia” extraído no lejos del propio Linares. Donde además, aún en el año 1800 existe “la malatería ó hospital para curar la lepra”. Que como es bien sabido, tales hospitales se establecen al borde de los caminos muy transitados. El tráfico del mineral de hierro se complementa con el de carbón de leña para la misma fábrica; tráfico este que recorre prácticamente el Camín Francés en toda su longitud y que llegará a exigir un edificio para almacén de ese carbón en la proximidad de Cuallagar: “Existe una capilla con la advocación de San Bartolomé en el extremo occidental de esta parroquia –de Bandujo- en un sitio despoblado, tránsito de Teberga a Grado; donde se acaba de construir una venta para hospedería y depósito de carbón que bajan del gran monte de Tolinas en Salcedo para la real fábrica de municiones de Trubia”. Edificio que se adosó a la parte posterior de la ermita de S. Bartolo, en la parte baja del Campu los Acebos y cuyas ruinas hoy son devoradas por una creciente y voraz vegetación.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Al tráfico de carbón vegetal hacia Trubia desde los montes de Tolinas hay que añadir aquel otro, de más largo alcance y ya comentado, de los carboneros de Saliencia que llevaban su producto a vender a Oviedo. Y que en parte sigue un itinerario coincidente con el que durante siglos repitieron los vecinos de Bandujo y de otros muchos pueblos: cargadas sus acémilas con la lana producto de la esquila doméstica, se dirigían por Camín Real y Camín Francés hacia Montovo. En Montovo había un gran batán, y allí intercambiaban su lana por la estameña que el batán elaboraba: viaje de ida con lana y viaje de vuelta con estameña. El comercio y mercado de cereales prosigue a lo largo del Camín Real con gran intensidad en pleno siglo XVIII. Existen testimonios incontrovertibles de que Asturias padeció por temporadas y cíclicamente en aquella época, grandes carestías y escasez casi crónica de grano, especialmente trigo. En tales épocas hay constancia de que en los pueblos de Bavia, al sur del Camín Real, se registraban grandes concentraciones de arrieros con sus carros cuyo objetivo era agruparse para formar caravanas y así, en grupos siempre numerosos, emprender el viaje que, Valle de Las Partidas y Puerto de La Mesa adelante, les llevarían en varias jornadas hasta Moutas. Allí abandonaban el Camín Real y descendían a Grado, en pleno corazón de la

El variante encanto del bosque en las laderas medias y bajas de nuestros dos caminos.


— ÚLTIMOS SIGLOS. EL OCASO DEL CAMINO —

Asturias centro-occidental. Así fue como Grado pudo vivir con una cierta situación de aceptable abastecimiento aquellas épocas de carestía de alimentos, que afectaron a otros pueblos con tanta mayor intensidad cuanto más alejados estaban del eje del Camín Real. Camino que, en estas circunstancias llega a constituirse en un cordón umbilical salvavidas de la lucha contra la hambruna en el centro-occidente asturiano. Tanto el desabastecimiento de trigo y vino como la necesidad de mantener expedito el Camín Real para el tráfico “de ruedas” llegan a ser motivo de reiteradas discusiones en la Junta General del Principado, donde se llega a asociar, de forma directa e indisociable, el problema de desabastecimiento alimentario con la necesaria fluidez de tráficos a lo largo del Camín Real de La Mesa. Crisis que volverá a repetirse a mediados del siglo siguiente, en que el apuro alimentario llegará a acuñar la frase de que “no hubo año más negro en todo el siglo XIX que 1842”. Son años en los que se trata de exportar lo máximo posible, lo que hace revitalizar una vez más el tráfico de la lana a través del Camín Real. Solo desde San Esteban de Pravia se envía a Inglaterra en un solo año, el 1860, madera de roble por valor de más de 158.000 reales; al igual que por este puerto sale la madera de los montes de Tolinas y demás para los astilleros militares de El Ferrol; y San Esteban de Pravia queda justamente en el extremo norte de nuestro camino.

El Camín Real entre las ventas de Los Lodos y de Moutas. La nieve se acumula en el Llano Las Gavitas, tramo II del CR.


— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

En los últimos siglos y con el aumento de la población en los valles circundantes al Camín Real, se produce un intenso y continuado flujo migratorio que se encauzará fundamentalmente a dos destinos: ultramar, con Cuba y Uruguay como metas predilectas y que no afecta a nuestros caminos; y al centro de la península, con Madrid a la cabeza. El numeroso contingente de teverganos, belmontinos –mirandeses incluidos- y moscones que, en busca de mejorar fortuna se dirigen a la capital del reino, van a utilizar sistemáticamente el Camín Real como vía de emigración. Solo en un año –el de 1874- encontramos caminando hacia el Puerto de La Mesa por nuestro camino, para “seguir la carrera militar en los colegios e institutos de la Nación” a Amalio García Álvarez y a Manuel Pérez Fernández, al igual que lo hacen para entrar en el entonces joven Cuerpo de la Guardia Civil Antonio Menéndez Álvarez, de 24 años, y Vicente Vidal Calzos, de 25, este natural de Clavillas y que será destinado en Alcoy. El servicio doméstico también nutre el contingente de emigrantes, tal cual es el caso de Manuela Suárez Rodríguez, que acabará casándose en Madrid, o el de las hermanas Joaquina y Mencía Pérez Fernández, o el de Remigia de la Roza, esta última del mismísimo pueblo de Dolia.

El macizo de Las Ubiñas desde las inmediaciones del Puerto de La Mesa.

Emigraciones en las que también participan un buen contingente de naturales del país que irá a engrosar el cuerpo de aguadores y de serenos de la capital. Todos ellos dirán su último adiós al pueblo que los vio nacer desde las alturas del Camín Real de La Mesa. Se suma así la emigración definitiva a los grandes flujos de migraciones estacionales que, en ambas direcciones, transitan continuadamente por el Camín Real. De sur a norte los ganaderos de la trashumancia en primavera y de norte a sur en el otoño. Y en sentido inverso, de norte a sur en la primavera y de sur a norte en el otoño los vaqueros de los concejos centrales de Asturias, Llanera, Las Regueras o Siero. Y cuyos límites respectivos serán Piedra Jueves para los trashumantes y Bavia para los vaqueros del centro asturiano. A modo de escueto resumen se recogen aquí, en cuadro aparte, algunos de los hitos que más directamente influyeron en la vida de aquellos importantes y trascendentes años del Camín Real. Alguno de cuyos hitos se analizarán al por menor o con mayor detalle en las páginas siguientes.

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1577-1626

Libro de “Cuentas de fábricas de caminos y puentes”.

1587, mayo 16

“Representación” sobre la reparación de La Puente de Prada, ocasionada por el desbordamiento de ese año.

1596, febrero 3

Ordenanza sobre “fábrica de caminos”.

1611, abril 19

Informe sobre “hacerse la puente de Cornellana”.

1633, junio 27

Sesión de la Junta sobre reparación de los caminos a Castilla.

1633, noviembre 26 Exposición referida a los alimentos: sobre “lo dificultoso y caro el traerlo de Castilla”. 1766, agosto 3

Nombramiento del Marqués de Ferrera como comisario para las obras de la nueva carretera de Pajares: “La pretensión de Carretera a Castilla antes de ahora intentada se acordó que v.s. la siga y promueba por los medios más útiles y combenientes”.

1767, marzo 23

Reparos del puente de Peñaflor.

1769, febrero 25

“Ha benido el Rey en asignar para el referido camino –de Pajares- ciento y veinte mil reales vellón anuales”, que lo fueron sobre el arbitrio de la sal.

1769, julio 27

Se pide para ayuda de la obra de la carretera de Pajares “algún otro fondo sobre las lanas que se extraen a países extranjeros, con un real en cada arroba de ellas, a lo menos de las merinas que pastan en las montañas que dividen este Principado de el Reyno de León…”.

1771, abril 8

Se confirma la aprobación del proyecto de Marcos de Vierna para el camino de Pajares (seis años antes de que Tomás López sacase a la luz su mapa titulado “El Principado de Asturias”).

1775, agosto 25

Crisis alimentaria. “Todos los años consta se experimenta en esta ciudad, por los meses de Junio, Julio y Agosto, en que los frutos aún no están sazonados (que llaman los naturales entre la Verde y Madura) una escesiba subida a los granos, tanto que suele llegar un Copín de Pan a seis reales y más, siguiéndose de aquí que… no se pueden mantener porque su jornal no alcanza, estando espuestos a mendigar como se está biendo mucho, o a excederse…” Crisis que requiere para su solución que quede expedito para carros el Camín Real y así proceder a abastecer la región.

1775, octubre 27

Se toman providencias “en quanto a que los clavos de los carros no sean de punta” por el mucho destrozo que hacen en los caminos.

1776, marzo 6

Se efectúan pagos por reparos de La Puente de Piedra de Grado.

1776, junio 27

El Marqués de Ferrera, tras discusión sobre la fábrica del “real hospicio” interviene a favor de los caminos.

1777, febrero 16

Sesión sobre franqueza y reparo de caminos.

1777, febrero 16

Petición de un nuevo impuesto de dos reales en cada fanega de sal para sufragar las obras del camino de Pajares: “no tenemos más camino echo que dos leguas”, “el camino se dirigió por grandes asperezas y escarpados que piden mucha elaborazión de paredones, escabaziones profundas”. Se discute sobre el precio que se ha de pagar por los árboles que hay que derribar, puesto que “el valor de los árboles quando están derribados no es igual que el que tienen en pie”.

1777, febrero 27

Normas acerca de que “los arrentistas de estajos son los que deben prevenir para la obra picos, palas y azadones”.

1777, marzo 13

Sobre obras en el balneario de Las Caldas y en el camino de Oviedo a este lugar. Es la continuación del Camín Francés.

1777, marzo 13

“El Marqués de Ferrera y Vista Alegre Comisarios nombrados por S.M. para la dirección de la Real Carretera que sigue desde esta ciudad (de Oviedo) al Reyno de León”.

1779

Continuación de las discusiones sobre la carretera entre Gijón y León.

1779-1801

Libro de Censos de Rentas de la Fábrica de Caminos.

1800

Se interrumpen las obras del camino de Pajares, para proseguirlas pocos años después.

1803, marzo 13

Día aciago en el Camín Real de La Mesa: “por consecuencia de haberse desgajado de una montaña una avalancha de nieve, ocasionando el hundimiento de varias casas y hórreos, fallecieron desgraciadamente 17 personas en el lugar de Veigas, entre ellas el párroco, y muchos ganados”.


— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Sala Capitular de la catedral de Oviedo, lugar de apasionadas discusiones de la Junta General del Principado sobre el futuro del Camín Real.

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— ÚLTIMOS SIGLOS. EL OCASO DEL CAMINO —

Corresponde ahora reseñar aquellas denuncias y acaloradas discusiones que provocaron la decisión de Marcos de Vierna al relegar al Camín Real de La Mesa de las preferencias viarias del Principado. No en vano habrá que afrontar la apertura de un costosísimo camino, de nueva factura, cuando ya el propio Camín Real dispone de ancho “para ruedas” y tiene un óptimo perfil de desniveles que no se va a lograr de ninguna forma en las rampas de Pajares. Para hacer tal reseña se escogen aquí algunas de las intervenciones habidas en la Junta General del Principado de Asturias y que hacen relación directa a nuestro camino. Si en su tiempo destaca como promotor de caminos la figura como hombre de estado del Regente Gil de Jaz, ahora lo hace con luz propia el Marqués de Ferrera, hombre público implicado tanto en la apertura de la carretera de Pajares cuanto en el mantenimiento del Camín Real y a quien encontramos en posesión de una ecuanimidad nada localista.. El 26 de julio de 1760, el Marqués de Ferrera, como representante de Avilés en la Junta, interviene para explicar la visita de inspección realizada a los puentes de Cornellana y Grado por D. Carlos Ramírez y D. José Benturo Cañedo. No se olvide que ambos puentes son imprescindibles para permitir el acceso al Camín Real desde los valles medio-bajos del Narcea y Nalón respectivamente. Para la visita se hacen acompañar de un perito que informe de las reparaciones que ambos puentes precisan, ya que “es igualmente preciso para el Camino y Carretera del Puerto de la Mesa, que sale a Castilla… camino y carretera que expresa el más franco para todo género de ruedas y carruajes que desde León pueden venir a esta Ciudad (de Oviedo), a lo menos los seis meses del año, según que por lo mismo y en fuerza de las particulares facultades que tubo para ello lo hizo ensanchar y poner corriente el Sr. Dn. Isidoro Gil de Jaz, del Real y Supremo Consejo de Castilla, desde la villa de Grado hasta los confines del Reyno de León, cuyo Sr. Yntendente que a la sazón hera, tubo igual Real respectiva orden para hacer practicar lo propio en los términos de su jurisdición, desde los de este Principado hasta dicha Ciudad de León; en consideración a lo uno y a lo otro y a por haverse restituido a la Corte dicho Sr. Dn. Ysidoro Gil de Jaz antes que se hiciese practicar por el referido Sr. Yntendente de León lo prevenido en este particular, no solo quedaron y se hallan aquellos reparos sin adelantamiento alguno en ellos, sino que también se han arruinado en mucha parte los ya enunciados hechos en el territorio de esta Principado desde la villa de Grado hasta los ynsignuados confines del Reyno de León…” El Marqués de Ferrera expone a continuación que “aun cuando consiga este Principado de que desea y tiene pendiente en rasar de una más franca… y recta carretera desde el Puerto de Gijón a la citada ciudad de León, sobre lo difícil que al menos por aora se presentó este logro… para lo que se habrán de necesitar muchos años”, resaltando así la necesidad de reparar el Camín Real entretanto no se logre el paso por Pajares. Y se pide una vez más, que la ciudad de León arregle la parte de Camino que le corresponde hasta el Puerto de la Mesa en las tierras de su jurisdición, y piden y suplican al Sr. Regente que, entretanto, “los conzejos vezinos comprendidos e inmediatos a dicho término y carretera, concurran a reparar por vía de lo que se llama estaferia en frase peculiar de esta provincia, pero no alcanzando esta especie de trabajo a su entero reparo, por necesitar para ello alguno o algunos trozos de calzada bien hecha que, expeliendo las aguas que le puedan perjudicar, corten al mismo tiempo los regulares pantanos que ocasionan las aguas, y no excediendo este coste de ocho y diez mil reales adsumyr por lo exausto que se halla el Principado de fondos, pueden dichos Sres hir librando asta dicha cantidad sobre ellos…” La discusión está servida: los diputados de Gijón, Siero, Pravia, Miranda, Peñaflor y Tineo apoyan la moción del Marqués de Ferrera, e incluso algunos diputados de lugares tan distantes como Bimenes, Ponga o Caravia. Pero otros muchos se oponen, encabezados por el representante de

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Ribadesella que dice que “por lo relativo al reparo del Puerto de la Mesa sobre que ha votado, de lo mismo que se asienta se deriva la inutilidad de dicho Puerto, por no suponerse franco más de los seis meses del año, y también contradice que se expendan los efectos destinados a la carretera, por deverse de entender esta en la maior rectitud desde esta ciudad a la de León, y ser constante que el Camino de la Mesa no solo no es el más recto, sino que tiene oblicuidad tan grande como que por el se añade una jornada de camino lo que prima claramente la maior distancia”. Armas de los Cienfuegos (cien-fuegos en el “cuartel” inferior izquierdo). Armas de los Ynclán en el concejo de Pravia

Al final de la discusión, “el Sr. Alferez maior dijo que ratificándose en lo que lleva votado, contradice que se repare el Camino del Puerto de La Mesa a expensas de este Principado por los motivos expuestos por el Sr. Junco…” añadiendo que los pagos para el camino han de ser hechos por la Diputación y por el Regente… Pero el Marqués de Ferrera y sus aliados, entre quienes destacan Ynclán y Cienfuegos, no cejan. Y así, el 1 de julio de 1763 se adopta una resolución por la cual “combiene que se instancie de los Sr. D. Álvaro de Ynclan y de Dn. Alonso Cienfuegos, de lo que havían adelantado en el encargo que también se les hizo en la citada última Junta General para reconocer y perfeccionar en lo que estuviese necesitado de ello el Camino Carretero de la Mesa, franqueado por el Sr. Dn. Ysidoro Gil de Jaz…” resolución que se votará el día cuatro de ese mismo mes “dentro de la Sala Capitular de esta Yglesia Catedral”. Los francotiradores defensores del Camín Real de la Mesa no flojean ni ceden. Y la batalla continúa entre agonías y estertores, porque a pesar de los esfuerzos, el camino sigue sin sus “precisos reparos”. Pajares, a pesar de la reñida batalla, va ganando poco a poco la guerra. Pasados tres años, en el 1766, es Álbaro Cienfuegos quien toma el relevo y abre fuego haciendo una bellísima y esclarecedora descripción del camino, ya que “ynteligenciado de lo propuesto y botado relativo a carretera, hace el recuerdo que deve de la de La Mesa. Y es que en la xunta celebrada en el año pasado de sesenta, se dio comisión por V.S. al Sr. Dn. Albaro Joseph de Ynclán y al esponente para que, llevando Maestro Arquitecto en su compañía, pasasen los Comisionados al

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La nieve, eterna enemiga de la viabilidad y del futuro del Camín Real en época de prisas.

reconocimiento de algunos, aunque pocos pasos en la ynsignuada Carretera de La Mesa, que se hallaban y hallan mal compuesttos, ruinosos, y hacen yncómodo el ttránsitto que, por providencia de el Sr. Gil de Jaz se abrió a ruedas y conducen por ella coches y carretas, que en el año pasado vinieron muchos desde Castilla a buscar granos a los mercados de Grado, y aun llegaron hasta los de Muros, cuia providencia y aquerdo de el ynsignuado reconocimiento no tuvo efecto, por precisos embarazos del Sr. Ynclán, y haviéndose echo estte recuerdo a V.S. en la xunta de setentta y tres se sirvió V.S. ratificar la ynsignuada Comisión que tampoco efectos por los expresados embarazos, y aunque es así que esta carretera no es transitable si no es desde principios de abril hastta los de nobiembre, con ttodo, mienttras se consiga la que V.S. tiene acordado [se refiere a la carretera de Pajares], se solicitte y esttablezca para ttodos los meses del año hera mui conduzente y veneficio al público el reparo de los pocos pasos que hacen yncómodo y penoso el ttránsito de La Mesa, pues aunque no fuese, ni sirviese si no es en los espresados meses de berano conducirían los naturales por esta carrettera maderas a Castilla y otras cosas no prec[i]osas, y a cambio traerían las que lo son a la Probincia como es enttre ottras la de vino, se podrían llegar en carretas a estta Capittal, si V.S. se yntteresase en pedir al Sr. Ministro que nos preside en calidad de vice rexente o a los Señores de la Real Audiencia mandasen abrir formalmente de ruedas el camino que hay desde Grado a estta capital al modo

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que se abrió el de La Mesa… y tamvien hera combenientte que V.S. se ynteresase en pedir al Sr. Ynttendentte de León, mandase e hiciese abrir de ruedas la subida que ay desde el lugar de Torrestío, de su Jurisdición, hastta lo altto de La Mesa, que por amvición de los naturales de aquel lugar, en las más de las partes por donde antiguamente se hacía descansado el ttránsitto para ruedas, se halla oy echo prados y así agria pendientte, e incómoda aun para cavallerías la subida que hay desde dicho lugar de Torrestío a La Mesa, pues con fatiga vaxan las muchas que pasan por allí…” Pero la realidad sigue siendo precaria. Porque los accesos desde Grado y Cornellana siguen siendo, como poco, inseguros: “no ay puente en el Ryo Cornellana o Narcea, sino un quasi deshecho puente de palo, que por tener noticia haber sido cómodo donde fijar en peña un puente de piedra…” Aunque lo acontecido en Grado es bastante peor: “a costa de crecidos dispendios” se logra, allá por el 1775, construir un puente según proyecto de Marcos de Vierna, pero sacado

El Cordal de La Mesa visto desde el Picu La Mirandiella o Mirandietcha.

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— ÚLTIMOS SIGLOS. EL OCASO DEL CAMINO —

a remate, el adjudicatario incumplió, “determinaron bolber a sacar lo que faltaba… quedó con el maestro Reguera González en una cantidad que, en concepto de los compañeros mismos no llegara con mucho para sufragar lo que se havía de hacer… y después hizo un ajuste con un concexo ignorante absolutamente de la facultad que necesita una obra tal… este oficial ni conoce ni vió diseño”. Tal como se puede ver, en Grado eran tan antiguos y tan actuales como el mundo. El puente de Las Regueras también es de este tiempo, y no se olvide que el tráfico de Las Regueras con Torrestío era intenso desde la primavera al otoño, ya que este concejo central de Asturias fue, durante siglos, uno de los mayores beneficiarios de los pastos de la zona alta babiana lindante con Asturias. Queda por anotar aquí que, el escándalo del puente de Grado se agrava como consecuencia de que su construcción se efectuaba con “ciento y quarenta mil reales vellón” conseguidos de un reparto obligatorio entre los pueblos. También tan antiguo y tan moderno como la vida.

La Braña Cueva con el Cerradietchu entre brumas al fondo.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Aun tratando de resumir, la crónica del debate originado en torno al Camín Real de La Mesa en el siglo XVIII ha de ser obligadamente extensa. Ello es así en función de la importancia que en esa época alcanza este camino como vía de comunicación comercial. El 14 de agosto 1775 va a ser D. Álvaro Cienfuegos quien, después de defender la necesidad de librar a la ría de Pravia de “una peña que está en la misma varra de esta ría” por los beneficios que ello acarreará al comercio, encadena seguidamente al mismo argumento la necesidad de mantener asimismo franco el paso por el camino de La Mesa. “Pues va tan retardado por tan costoso el camino de Pajares, fuera sumamente conducente que V.S. destinasen algún caudal, que sería mui poco para reparo de algún paso y limpiar alguna peña en el Camino que se dice de la Mesa”. En este momento, el Sr. Cienfuegos introduce una referencia sorprendente por lo distante del tiempo transcurrido: “que por providencia de el Ilustrísimo Sr. Baldés (Salas) se havrió de ruedas hasta llegar a las dos villas de Salas y Grado, y aun desde esta villa, quando existía la puente de Udrión seguía a esta ciudad (Oviedo) como lo manifiestan diseños del camino que se halla sobre el lugar y coto de Peña Flor y casa de la Campona, y como se hubiese cegado en algunas partes con el transcurso del tiempo para las ruedas este camino… siendo Regente el Sr. Gil de Jaz… retomó el trabajo de pasarle a reconocer hasta el lugar de Torrestío, de donde tomó la vuelta, y El Valle de Teverga desde Los Pontones.


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al arribo a esta ciudad providenció el reparo y trabajo de este camino, encargando el correspondiente de pala y azadón a los lugares y concejos contiguos al referido camino, que aunque no tuvo efecto el que se abriese algunos ciqueszaques que hay en la subida de Torrestío al Puerto, en cuio distrito se aprovecharon los naturales de aquel lugar haciendo prados en el distrito y, no siendo competente este a la jurisdizión del referido Sr. Gil de Jaz, quedó imperfecto en esta parte del dicho camino, en el que con todo, aunque con fatiga, suben las ruedas hasta el Puerto, y desde el abajo, por haber tenido efectos las providencias del Sr. Gil de Jaz siguen con poca fatiga si no es en tal qual paso que no competía a la pala y azadón de los naturales, las ruedas de coche, quando acaece pasar de aquí o benir alguno de Castilla y tal de carros a Grado y Doriga, cuando acaece falta de granos en Vavia y Castilla, y cuando la ay acá ban de los lugares confinantes a buscarlas allí, conque entre tanto que se fenezca y tardara el Puerto de Pajares, fuera mui conducente por lo poco que pueda costar el reparar algún paso que ayga algún tanto yncómodo en este Camino de La Mesa, que de este modo pudiera estar surtida sin tanto coste la Provincia de vinos de los carros que frecuentemente vienen a Torrestío, que dista del Puerto una sola legua, y a Torre de Barrio dos, y se pudieran conducir a cambio maderas, de que abunda la Provincia y necesita Castilla…” Nada nuevo desde los tiempos de Estrabón. La Pena El Home, sobre el pueblo de Valcárcel.


— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

El alto Valle de Saliencia bajo las primeras nieves.

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— ÚLTIMOS SIGLOS. EL OCASO DEL CAMINO —

Dejamos a la Junta General del Principado sumida en sus inacabables discusiones mientras en el mundo comienzan a bullir ideas de diversa naturaleza, alguna de las cuales acabará por provocar, a medio plazo, una situación de cataclismo en el Camín Real, en el Camín Francés y en el entorno de ambos: la invasión francesa de 1808. El escenario: Camín Real, Camín Francés y Grado y El Fresno primordialmente. Los protagonistas: gentes de todo género y condición de los pueblos del entorno de esos caminos y esos lugares. Y también, paradójicamente, la propia Junta y sus hombres. Porque tanto el Camín Real como el Camín Francés serán testigos mudos, repetidas veces, de avances y retiradas de las tropas, tanto francesas como españolas y, sobre todo ello, de la acción de hostigamiento de los naturales, organizados bien o mal en las partidas de “la alarma”. Y tanto en sus tramos altos como en aquellos más bajos y que ya atraviesan pueblos. Así, entre Grado y Cornellana, allí por donde el Camín Real desciende suavemente hacia Cabruñana, en El Fresno, se va a constituir un poderoso foco de resistencia militar, ayudado por los civiles, que en más de una ocasión supondrá un verdadero quebradero para los franceses. Ocasión hubo en que en El Fresno se llegó a instalar una pieza de artillería que apoyase a los 400 hombres de Jove que trataban de destruir el avance de los franceses hacia Grado. El Camín Francés a su vez verá pasar numerosos hombres armados de la división de Bárcena que, desde Vigaña de Arcello descienden a La Riera de Somiedo para desde allí pasar hacia Teverga por el Puerto de San Lorenzo. Pero Bárcena, en el último momento decide enfilar el CF y atravesar la Sierra de Tameza hasta alcanzar el pueblo de Linares, ya cerca de Buanga y sobre el mismo Trubia. La Junta Suprema, sucesora de la disuelta Junta General del Principado se ve obligada a huir precipitadamente de Oviedo. En su errar por el occidente Asturiano, la Suprema cruzará repetidamente el Camín Real desde La Riera de Somiedo a Teverga y desde Teverga a Las Morteras, al igual que en alguna ocasión algunos de sus miembros, en su huida de los franceses, recorrerán el Camín Francés para ir desde Oviedo a Teverga. Dos hombres cuyo apellido va muy ligado desde hace años al Camín Real de La Mesa, Llano Ponte y Antayo, de las familias de los Marqueses de Ferrera y Vistaalegre respectivamente, acaban incorporados como coroneles de infantería a la lucha contra los franceses. La presencia de hasta 1.200 hombres del ejército napoleónico por tierras de Grado y Cornellana acaba sembrando terror, destrucción y todo un cúmulo de calamidades, culminado todo ello con interminables fusilamientos indiscriminados. El capitulo final de tanto desastre y tanto sufrimiento tiene aquí por escenario central al entero camino Real de La Mesa. Ante la desguarnición en que se encuentra Asturias a finales del 1811, el francés Bonet decide invadir nuevamente el Principado con unos 14.000 hombres. Entre otros planes, el general Bonet ordena al coronel Gauthier, bien conocido por sus desmanes en el occidente asturiano, que se dirija ahora desde Astorga hacia Torrestío. Tendrá que entrar en Asturias por el Puerto de La Mesa, a donde se dirige al mando de seis batallones con la intención de llegar a Grado por el Camín Real. Todo parece indicar que en el mismo Puerto de La Mesa estuvo ocupando el terreno, al menos durante ocho días, el regimiento de Cangas de Tineo. Ni la alarma ni el ejército logran detenerle: Gauthier recorre con su gente el Camín Real y llega a Grado, donde se hace fuerte, apoderándose a su vez del puente de Peña Flor, para así asegurarse la comunicación con el resto de las tropas de Bonet que por Pajares ya habían llegado a Oviedo. Bonet se dirige a Grado y Salas, desde donde retrocede a Grado. Pero, una vez más, la alarma va a hostigar con dureza a los franceses en El Fresno, en pleno Camín Real. La gente del entorno abandona y deja desabastecidos los pueblos. Lo que resulta nada conveniente para los 1.200 hombres de Gauthier, quien ante la falta de suministros se repliega hacia Oviedo. Así es como, en palabras del historiador Álvarez Valdés, contemporáneo de la Guerra de la Independencia, la ruta del Camín Real de La Mesa recuperó su valía estratégica.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

Como en casi todas las actividades que atañen a tráficos por el Camín Real, los naturales del entorno tampoco son ajenos a los ires y venires y a la suerte de tropas y más contingentes militares por aquella “estratégica carretera”. Se puede afirmar, sin exageración, que buena parte de los contingentes de soldados de los regimientos de Salas y Grado –este bajo el mando del coronel José Jove Valdés, con 385 soldados y 33 mandos- todos ellos adscritos a la División Acevedo, se nutren de gentes de Proaza, Miranda y Cornellana entre otros lugares. De tal forma que, en los movimientos de esas tropas, los nativos de los pueblos cercanos van a ser piezas esenciales como guías y conocedores de todos los parajes por los que el camino atraviesa. Tal fue el papel desempeñado en aquella ocasión por Manuel Álvarez, de Vigaña, que “sirbió a Su Majestad en el regimiento de Grado durante la pasada guerra desde los principios en que se entabló contra el enemigo, destinado soldado de la primera de Granaderos”. Al igual que lo harán muchos más, como Constantino de la Roza, de Restiello, “que del año de mil ochocientos ocho que fue destinado a las armas al mando del coronel Ballesteros, en la primera del regimiento de Grado” igualmente, y que acabará de soldado de “las Reales Guardias Balonas”. O Pedro Álvarez, de Miranda, que sirvió en la segunda compañía del primer batallón del mismo regimiento de Grado entre 1808 y 1811. Y tantos y tantos otros, como Jerónimo Valdés Sierra, de Veigas, en Saliencia, que alcanzó el grado de capitán en el regimiento de Cangas de Tineo y llegaría a teniente coronel bajo el mando del general Ballesteros, alcanzando a ser nombrado conde de Villarín –Vitcharín, en Saliencia- por sus servicios como militar en Perú y Cuba o como ministro y senador en Madrid.

Discurso del Marqués de Ferrera en defensa del Camín Real de La Mesa en la Junta General del Principado. Archivo Histórico Provincial de Oviedo. Actas de la J.G. del P. 26 de julio de 1760, fol. 96 rº.

Acta del discurso de D. Álvaro Cienfuegos defendiendo el Camín Real de La Mesa en la Junta General del Principado. Archivo Histórico Provincial de Oviedo. Actas de la J. G. del P. 14 de agosto de 1755, fol. 58 rº.

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El Valle de Las Partidas, “el que más se carga de nieves” en el invierno.

Pero el Valle de Saliencia también estará presente en el zafarrancho de la guerra con otro personaje prominente: D. Benito Menéndez, cura de Saliencia nombrado diputado en la Junta Suprema por Somiedo, y que atravesaría el Camín Real con una recua de seis caballerías cargadas de municiones y piedras de fusil para reforzar y organizar dos cuerpos de ejercito en el oriente asturiano. Tanto las gentes de Saliencia como las de Teverga, Miranda, Proaza o del resto de Somiedo se integrarán con cuanto tengan a mano –escopetas, hoces, o palas de dientes- a aquella resistencia conocida como “la alarma”, encargada de vigilar principalmente los puertos. Cuando, al fin, los franceses se van, Asturias queda exhausta de tantos años de luchas. Y sus arcas vacías, con lo que la lucha para modernizar o abrir caminos habrá de aplazarse ante necesidades mucho más perentorias. El camino de Pajares se impone lentamente sobre las demás comunicaciones entre Asturias y León. Entre otras razones por el creciente peso del puerto de Gijón. En su informe al Superintendente General de Caminos apunta Jovellanos que “no se le puede negar del todo” a D. Ramón de Jove y Navia que el Puerto de La Mesa es el único de Asturias por donde han pasado coches de Castilla. Se entiende aquí que esa casi afirmación, o casi negación, no deja de ser también un tanto veleidosa. Porque los coches de ruedas pasan o no pasan, simplemente. Y ello independientemente de que D. Ramón fuera o no fuera “inclinado a la novedad y siempre contrario a si mismo”. Como también parece exageración decir que D. Ramón “ideó un nuevo camino por el puerto de la Mesa”, ignorando o tal vez queriendo desprestigiar miles de años de historia. Habrá que reconocer que la preferencia de Jovellanos por la carretera que una directamente el puerto de Gijón con la meseta se convierte en pasión un tanto turbadora. Aunque es el mismo Jovellanos quien relata de seguido el paso de un coche de ruedas por el Camín Real de La Mesa.

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Armas del Palacio de Ferrera, en Avilés: apellido para siempre ligado al Camín Real de La Mesa.

Por aquellas épocas es bien frecuente el paso de caravanas de carros de carga por el Puerto y Camino de La Mesa. Cosa que a nadie llama la atención, sea el tiro de esos carros efectuado por caballos o más frecuentemente por bueyes. Lo que hace verdaderamente reseñable el episodio del “coche de ruedas” a que se refiere Jovellanos y que llamaría poderosamente la atención de los naturales, es el hecho de que tal coche sea de pasajeros y no de carga. Porque además, un coche de pasajeros, una diligencia, un landó, una calesa o cualquier otro, lleva normalmente un tiro de caballos: y aquí lo sorprendente es que sea remolcado por una lenta pareja de bueyes. Y si el coche en cuestión es acompañado por una comitiva “importante”, el asombro entre los naturales deja huella y su recuerdo persiste largo tiempo. Quien así viaja, allá sobre los años en torno al 1753 no es otro que D. Alvaro de Navia Osorio, tercer marqués de Ferrera. Y padre del Marqués de Ferrera que encontramos años después defendiendo la viabilidad y conveniencia del Camín Real de La Mesa en la Junta General del Principado. Se ve que el diputado por Avilés ya conocía, bien y por vía paterna, las bondades de tal camino entre Asturias y León. D. Alvaro, aquejado de algún mal de carácter temporal que le impedía cabalgar, hace de tal guisa el viaje a su solar familiar, probablemente Avilés. Y decimos que su mal es de carácter temporal porque no le va a impedir viajar en aquella época y posteriores a Moscú, Holanda, Turín o Lisboa, donde va ejercer como embajador de España. Concluye Jovellanos que aquel viaje “se verificó en el verano, siendo el coche tirado de bueyes, y a costa de muchos riesgos y fatigas; y sin embargo por su singularidad y rareza dura todavía en la memoria de aquellos naturales, poco más o menos como en la antigua Grecia la expedición de los Argonautas”.

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Documentos consultados

Archivos en los que se consultaron fuentes manuscritas • Archivo Ayuntamiento de Avilés. Asturias. • Archivo Ayuntamiento de Oviedo. • Archivo Catedral de Oviedo. • Archivo Colegiata de San Isidoro. León. • Archivo de la Casa de Valdecarzana. RIDEA. Oviedo. • Archivo de los Condes de Luna. León. • Archivo General de Simancas. Valladolid. • Archivo Histórico Nacional. Madrid. • Archivo Histórico Provincial de Asturias. • Archivo Histórico Provincial de León. • Archivo Monasterio San Vicente. Oviedo. • Archivo Real Academia de la Historia. Madrid. • Archivo Real Chancillería de Valladolid. • Protocolos Notariales de Belmonte de Miranda. Asturias.

Selección de libros y artículos consultados ABEN ALATIR: Anales du Mogreb et de L’ Espagne. Alger, 1901. AGULLÓ Y COBO, Mercedes: Documentos sobre Escultores, Entalladores y Ensambladores de los siglos XVI al XVIII. Valladolid, 1978. AJBAR MACHMÚA: Colección de obras arábigas. RAH. Tomo I. Traducción de D. Emilio Lafuente Alcántara. Madrid, 1867. ÁLVAREZ ÁLVAREZ, C.: El condado de Luna en la Baja Edad Media. León, 1982. ÁLVAREZ ÁLVAREZ, César y MARTÍN FUENTES, José A.: Catálogo del Archivo de los Condes de Luna. Colegio Universitario de León. León, 1977. ÁLVAREZ MARRERO, Myrian: “Una vía antigua en Asturias”. IDEA, bol. nº. 113 y 115. Oviedo, años 1984 y 1985. ÁLVAREZ MENENDEZ, Benjamín; FERNANDEZ HEVIA, J. Maria; FERNANDEZ MIER, Margarita; LÓPEZ CALVO, J.: “Espacio y propiedad em un territorio de montaña: la tierra del Privilexu (Teberga)”. BIDEA nº. 133. Oviedo, enero-marzo, 1990.

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— EL CAMÍN REAL DE LA MESA —

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EL CAMÍN REAL DE LA MESA •

Este libro se terminó de imprimir el día 11 de noviembre de 2011, festividad de san Martín de Tours



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