Poesía román suarez blanco palabras

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Agradecemos a Caja Rural de Asturias su colaboración en esta obra. Textos: Román Suárez Blanco Diseño: Elías, diseño gráfico Foto portada: Guillermo Mañana Imprime: gráficas Narcea Depósito legal: XXXX ISBN: 978-84-8459-632-5


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Romรกn Suรกrez Blanco


l monte, donde solías, porque, la vejez ha estrechado tus pulmones, gastado la energía que movió tus pasos, te llevaba, paisaje adelante, hasta mas a del paisaje del cuadro. Dejas de ser un hombre capaz de respirar hondo hasta el motivo mismo, el hontanar de cualquier tristeza. De pronto, te desc viento, que pasa. Se desgrana la vida en las notas del piano, ves caer los granos de arena de su reloj, sientes cómo se te acaba el momento de felicid re las guedejas de tu pelo, desde este instante, toda una imagen, tal vez, el refleljo de un reflejo del sueño de lo eterno, tan efímero, esta tarde de inv mismo, que las teclas arrancan de las cuerdas del tiempo, que se convierte en aire, vuela y muere poco apoco en el silencio. Cuando digo flor, mi voz aguedad conceptual de la flor, sino aquella flor concreta, de que color, que olor, aquel día, cuando toda la inmensidad del universo tuvo su centro ex ién cortada, aún viva, en tu mano, sin verla, indiferente, mientras ella, en su agonía, te adornaba de olor y de color, de belleza, de amor. Cuando dig seguro que tienes corazón? ¿Te hiciste un agujero, en el pecho, para comprobarlo, saber a ciencia cierta, que tienes corazón? Hay gente que no lo t ás, un extraño vacío, algo así como hambre, sólo que en su caso es insaciable, porque es hambre de amor, que no se sacia más que entregando, como luego, hay quien se lo lleva, enjaulado, como un pájaro triste y descolorido olvidado de cantar. Vagan los niños, malnacidos de padres sin amor, o d o, con los ojos llenos de soledades. Niños como palabras no dichas, como ocasiones perdidas, abandonados, al silencio nocturno del odio que va pud se quisieron un día. Castilla es un apasionado sentimiento de frustración horizontal, el cielo limita, azul, inalcanzable aquel afán de ir más y más le y cigüeñas apuntando horizontes inertes, vagos sueños, inmensas soledades sin dueño. Castilla es morir solo, vagabundo sin refugio, sin puerto. Pas o un chorro de luz, mínimo, a veces, otras, disparatado, abierto, deslumbrante. De pronto, hace una pausa, queda roto, tembloroso, se desprenden d o del jardín, como una flor mínima, la nostalgia. ¿A dónde vas? A la tierra del preste Juan. Llevo todas las palabras dormidas en el zurrón para dec da significan, pero son lo que queda del ramillete aquél, que recogí antes de ponerme en camino. Tal vez para entonces estén todas secas, no valga l do haber hecho el camino. No se puede recordar un acto de amor, no cabe en la memoria ni los sentidos pueden abarcarlo, mueren, flotando más a urre es inimaginable. Por eso sólo recuerdo el tacto de tu piel, la caricia de algún suspiro tuyo, enamorado, mi anhelo de quedar para siempre en el


allá del recodo, de destino imprevisible cubres, eres, dad, como la luz del rayo del sol vierno, z acto en aquella flor go flor, recuerdo aquella flor y tu sonrisa. iene y no sabe qué es lo que le falta. o un protectorado, una colonia, al ser amado, de padres desenamorados. driendo ejos, la sequedad del suelo, trigo y silencio, sa la música, de su quiebro dos lágrimas irlas cuando llegue, palabras antiguas, la pena llegar, allá del aire, sueño de ser uno contigo en una sola palabra,

Para Celina, mi mujer, para compensar una parte de la abismal diferencia entre los 63 años, alrededor de 22.995 días, es decir, unas 551.880 horas, que me ha dado, a cambio de nada más que esto que yo soy.



ZAGUĂ N Las palabras, movidas por el viento, cobijadas en los remotos puertos de las nubes, llovĂ­an a mi alrededor. Puse un caldero de cristal y se hicieron agua clara, que, derramada, fue en seguida agua viva, mezclada, en la torrentera, con la flor del agua. Cada alborada del seĂąor san Juan, alguien las recoge, ramilletes, poemas, algunos torpes, deslucidos, pero todos hechos de hermosas palabras.


Quién sabe lo que hay de verdad en cada mentira, de cierto en cada hecho a medias olvidado? Más nos aleja, el olvido, que el tiempo que la distancia. Dime tú, recuerdo mío, ¿sabes dónde vas, cuando te olvido? El cultivo del haikú, lo mismo que el de cualquier bon, produce sorpresas. Te quedas pensando y el haikú se te encabrita en la punta de la pluma. Ejemplos: Morir nunca es tan malo como dría ser seguir viviendo.– Cuando no hay nada es cuando el miedo puede imaginar lo peor.– Cuando compro un frágil jarrón, ya estoy mprando o tal vez me regala el vendedor sus pedazos. ¿Sabe alguien cómo y qué siente el sexto sentido cuando nos proporciona sus dentes, inesperados, inquietantes mensajes? Hay un momento sin tiempo, cuando ella dice: te quiero, y él, te quiero –responde-, y ya á hay toda una eternidad de amor. Fabricaremos un barco no demasiado grande ni pequeño. Un barco de vela y de motor, contratamos una tripulación y un sueño. Tú, serás una pasajera, yo el grumete. Me enamoraré de ti, pero no sé si tú ... ¿Me querrás tú o serás steriosa y lejana? Durane el viaje habrá un motín, nos abandonarán en una isla desierta. Yo enamorado. Tú aún desconocida, para mí. No venía por ti –me dirás-, pero es igual, me he de llevar un hombre enamorado, y tú dices que lo estás. Soy la persona más solitaria, y la última palabra, o hay quien dice que podría ser el eco de la primera palabra. Soy, como habrás adivinado, la muerte. Aún así, caí sus brazos loco y enceguecido de amor y ella en los míos, nos apretamos latido contra latido de dos corazones frenéticos, gemí que quería, suspiró que me amaba, y al quedarme dormido tal vez para siempre, me pregunté cómo y quién será nuestro hijo. Te vi pasar a tarde, me diste mucha pena.Olías a tristeza. Tengo una mariposa posada sobre una rosa, y una hoja de papel y un cascabel. Es todo ra el imbécil que tú sabes, ese prodigio, puesto, como un cimbel, de adorno en la mesita del viejo café de peluches y espejos venecias. Quedan, de las dos cosas, cada vez menos cafés y más imbéciles. Hay tardes, especialmente llenas de calma, de minimidades como violeta, el último diente de león, a lo lejos el balanceo de la canción entrecortada del cuco, tardes en que uno se siente particularmenbenévolo y se pregunta, con la mayor sinceridad si será todavía mayor el número de coches o lo habrá rebasado ya el de los imbéci. Porque pronto no tendré bastantes rosas, no habrá mariposas ni escrupulillos de plata o de cristal para tantos cascabeles. Todo podría ber sido diferente y lo divertido a esta hora ya tranquila de la tarde, con el crepúsculo a flor de piel, la vista cansada –por cierto, ¿dónde darán mis gafas?- es recorrer, imaginar algunas de las posibilidades. Lo malo es que en seguida aparecen escenas de aquellos días diantes que habíamos olvidado, tal vez porque no ocurrieron nunca, son un subproducto inconsciente de esa habitación de la memo, especie de almoneda, bazar, rincón, alfar, laboratorio del alquimista frustrado que también soy, en que me pasé parte de la vida anaando sueños, catalogando proyectos fallidos, como si todos formasen parte del hilo sutil en que consisto a esta hora ya tranquila, cuanya han muerto casi todos los testigos de cuanto ocurrió en realidad, y yo he olvidado cómo fue, de modo que he de conformarme, a erza de darle vueltas en la cabeza, con fingir el recuerdo, una y otra vez, todas distintas, de como pudo haber sido la vida de cada uno nosotros. Un sol cansado, reclinado, en el regazo del invierno, me mira con sus ojos entornados, deslumbrantes todavía, un sol, desimado ya, apenas brotado, este año nuevo, de las entrañas del tiempo. Siguen los mismos hombres, arrojándose, unos a otros, su mise, sus bombas, a la cara, sin mirarse siquiera, sin odio, pura rutina de una destrucción implacable. Los mismos, aterrados, todos, pore tienen tanto que no se atreven a moverse del nido, su castillo, el nido primario, la gruta de un tesoro que ya no pueden abarcar y destruye, poco a poco, los aplasta. Y los mismos que, sin nada, viajan cogidos de la mano, hambrientos, sin más equipaje que la espenza misma de la desesperanza, cuando cada paso nos acerca a todos a ninguna parte, donde nadie sabe qué empieza. Llega un momenen Nochebuena en que tú, es decir, yo, eres, soy el último que queda de aquella Nochebuena, de no sabemos cuándo, que ha venido ndo el recuerdo emocionado de la Nochebuena de cuando el mundo era feliz al parecer de modo inconmovible, y vas y voy pasando, mo si fuesen las páginas del libro de la vida, las viejas fotografías amarillentas de aquellas sonrisas, tocas, toco la ternura de cada uno ellos, su carne, y te acarician, me acarician de nuevo sus palabras, que no eran para ti ni para mí, pero que ambos guardamos como llantes piedras preciosas, junto con las sonrisas que se intercambiaban, sin darse cuenta, aún queriéndonos tanto como todavía, estoy guro, nos quieren, de que los niños existíamos y estábamos atentos, empapándonos del espíritu de todas las Nochebuenas futuras, cluso ésta, de hoy y cuantas aún falten para que, pronto, es de suponer que muy pronto, ocurra lo más inexplicable de todo y todo se plique, nadie sabe cómo, todavía, más que todos vosotros, los que hoy echamos en falta y estuvisteis en aquella Nochebuena que las ntiene todas, como una estancia llena de color, música y luz, que improvisamos hoy de nuevo, sintiéndonos tan solos, para todos estos ros, que, con el mismo fervor, con amor, nos acompañan para que precisamente hoy sea aquella misma, la Nochebuena de siempre e se repite ede amor. Catalina, está hecha de olor de mi flor Catalina tiene el malhumor y la risa, a punto de caramelo, pentinos, seg ún le pinte el temblor de su sonrisa. Un día, muy de mCatalina, se despertó con el sol, y, asomado


juegos de palabras


Quién sabe lo que hay de verdad en cada mentira, de cierto en cada hecho a medias olvidado? Más nos aleja, el olvido, que el tiempo que la distancia. Dime tú, recuerdo mío, ¿sabes dónde vas, cuando te olvido? El cultivo del haikú, lo mismo que el de cualquier bon, produce sorpresas. Te quedas pensando y el haikú se te encabrita en la punta de la pluma. Ejemplos: Morir nunca es tan malo como dría ser seguir viviendo.– Cuando no hay nada es cuando el miedo puede imaginar lo peor.– Cuando compro un frágil jarrón, ya estoy mprando o tal vez me regala el vendedor sus pedazos. ¿Sabe alguien cómo y qué siente el sexto sentido cuando nos proporciona sus dentes, inesperados, inquietantes mensajes? Hay un momento sin tiempo, cuando ella dice: te quiero, y él, te quiero –responde-, y ya á hay toda una eternidad de amor. Fabricaremos un barco no demasiado grande ni pequeño. Un barco de vela y de motor, contratamos una tripulación y un sueño. Tú, serás una pasajera, yo el grumete. Me enamoraré de ti, pero no sé si tú ... ¿Me querrás tú o serás steriosa y lejana? Durane el viaje habrá un motín, nos abandonarán en una isla desierta. Yo enamorado. Tú aún desconocida, para mí. No venía por ti –me dirás-, pero es igual, me he de llevar un hombre enamorado, y tú dices que lo estás. Soy la persona más solitaria, y la última palabra, o hay quien dice que podría ser el eco de la primera palabra. Soy, como habrás adivinado, la muerte. Aún así, caí sus brazos loco y enceguecido de amor y ella en los míos, nos apretamos latido contra latido de dos corazones frenéticos, gemí que quería, suspiró que me amaba, y al quedarme dormido tal vez para siempre, me pregunté cómo y quién será nuestro hijo. Te vi pasar a tarde, me diste mucha pena.Olías a tristeza. Tengo una mariposa posada sobre una rosa, y una hoja de papel y un cascabel. Es todo ra el imbécil que tú sabes, ese prodigio, puesto, como un cimbel, de adorno en la mesita del viejo café de peluches y espejos venecias. Quedan, de las dos cosas, cada vez menos cafés y más imbéciles. Hay tardes, especialmente llenas de calma, de minimidades como violeta, el último diente de león, a lo lejos el balanceo de la canción entrecortada del cuco, tardes en que uno se siente particularmenbenévolo y se pregunta, con la mayor sinceridad si será todavía mayor el número de coches o lo habrá rebasado ya el de los imbéci. Porque pronto no tendré bastantes rosas, no habrá mariposas ni escrupulillos de plata o de cristal para tantos cascabeles. Todo podría ber sido diferente y lo divertido a esta hora ya tranquila de la tarde, con el crepúsculo a flor de piel, la vista cansada –por cierto, ¿dónde darán mis gafas?- es recorrer, imaginar algunas de las posibilidades. Lo malo es que en seguida aparecen escenas de aquellos días diantes que habíamos olvidado, tal vez porque no ocurrieron nunca, son un subproducto inconsciente de esa habitación de la memo, especie de almoneda, bazar, rincón, alfar, laboratorio del alquimista frustrado que también soy, en que me pasé parte de la vida anaando sueños, catalogando proyectos fallidos, como si todos formasen parte del hilo sutil en que consisto a esta hora ya tranquila, cuanya han muerto casi todos los testigos de cuanto ocurrió en realidad, y yo he olvidado cómo fue, de modo que he de conformarme, a erza de darle vueltas en la cabeza, con fingir el recuerdo, una y otra vez, todas distintas, de como pudo haber sido la vida de cada uno nosotros. Un sol cansado, reclinado, en el regazo del invierno, me mira con sus ojos entornados, deslumbrantes todavía, un sol, desimado ya, apenas brotado, este año nuevo, de las entrañas del tiempo. Siguen los mismos hombres, arrojándose, unos a otros, su mise, sus bombas, a la cara, sin mirarse siquiera, sin odio, pura rutina de una destrucción implacable. Los mismos, aterrados, todos, pore tienen tanto que no se atreven a moverse del nido, su castillo, el nido primario, la gruta de un tesoro que ya no pueden abarcar y destruye, poco a poco, los aplasta. Y los mismos que, sin nada, viajan cogidos de la mano, hambrientos, sin más equipaje que la espenza misma de la desesperanza, cuando cada paso nos acerca a todos a ninguna parte, donde nadie sabe qué empieza. Llega un momenen Nochebuena en que tú, es decir, yo, eres, soy el último que queda de aquella Nochebuena, de no sabemos cuándo, que ha venido ndo el recuerdo emocionado de la Nochebuena de cuando el mundo era feliz al parecer de modo inconmovible, y vas y voy pasando, mo si fuesen las páginas del libro de la vida, las viejas fotografías amarillentas de aquellas sonrisas, tocas, toco la ternura de cada uno ellos, su carne, y te acarician, me acarician de nuevo sus palabras, que no eran para ti ni para mí, pero que ambos guardamos como llantes piedras preciosas, junto con las sonrisas que se intercambiaban, sin darse cuenta, aún queriéndonos tanto como todavía, estoy guro, nos quieren, de que los niños existíamos y estábamos atentos, empapándonos del espíritu de todas las Nochebuenas futuras, cluso ésta, de hoy y cuantas aún falten para que, pronto, es de suponer que muy pronto, ocurra lo más inexplicable de todo y todo se plique, nadie sabe cómo, todavía, más que todos vosotros, los que hoy echamos en falta y estuvisteis en aquella Nochebuena que las ntiene todas, como una estancia llena de color, música y luz, que improvisamos hoy de nuevo, sintiéndonos tan solos, para todos estos ros, que, con el mismo fervor, con amor, nos acompañan para que precisamente hoy sea aquella misma, la Nochebuena de siempre e se repite ede amor. Catalina, está hecha de olor de mi flor Catalina tiene el malhumor y la risa, a punto de caramelo, pentinos, seg ún le pinte el temblor de su sonrisa. Un día, muy de mCatalina, se despertó con el sol, y, asomado


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¿Quién sabe lo que hay de verdad en cada mentira, de cierto en cada hecho a medias olvidado? Más nos aleja, el olvido, que el tiempo y que la distancia. Dime tú, recuerdo mío, ¿sabes dónde vas, cuando te olvido?


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El cultivo del haikú, lo mismo que el de cualquier bonsai, produce sorpresas. Te quedas pensando y el haikú se te encabrita en la punta de la pluma. Ejemplos: Morir nunca es tan malo como podría ser seguir viviendo.– Cuando no hay nada es cuando el miedo puede imaginar lo peor.– Cuando compro un frágil jarrón, ya estoy comprando o tal vez me regala el vendedor sus pedazos. ¿Sabe alguien cómo y qué siente el sexto sentido cuando nos proporciona sus evidentes, inesperados, inquietantes mensajes?


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Hay un momento sin tiempo, cuando ella dice: te quiero, y él, te quiero –responde-, y ya está hay toda una eternidad de amor.


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Fabricaremos un barco no demasiado grande ni pequeño. Un barco de vela y de motor, contrataremos una tripulación y un sueño. Tú, serás una pasajera, yo el grumete. Me enamoraré de ti, pero no sé si tú ... ¿Me querrás tú o serás misteriosa y lejana? Durane el viaje habrá un motín, nos abandonarán en una isla desierta. Yo enamorado. Tú aún desconocida, para mí. -No venía por ti –me dirás-, pero es igual, me he de llevar un hombre enamorado, y tú dices que lo estás. Soy la persona más solitaria, soy la última palabra, o hay quien dice que podría ser el eco de la primera palabra. Soy, como habrás adivinado, la muerte. Aún así, caí en sus brazos loco y enceguecido de amor y ella en los míos, nos apretamos


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latido contra latido de dos corazones frenéticos, gemí que la quería, suspiró que me amaba, y al quedarme dormido tal vez para siempre, me pregunté cómo y quién será nuestro hijo.


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Te vi pasar esta tarde, me diste mucha pena. OlĂ­as a tristeza.


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Tengo una mariposa posada sobre una rosa, y una hoja de papel y un cascabel. Es todo para el imbécil que tú sabes, ese prodigio, puesto, como un cimbel, de adorno en la mesita del viejo café de peluches y espejos venecianos. Quedan, de las dos cosas, cada vez menos cafés y más imbéciles. Hay tardes, especialmente llenas de calma, de minimidades como la violeta, el último diente de león, a lo lejos el balanceo de la canción entrecortada del cuco, tardes en que uno se siente particularmente benévolo y se pregunta, con la mayor sinceridad si será todavía mayor el número de coches o lo habrá rebasado ya el de los imbéciles. Porque pronto no tendré bastantes rosas, no habrá mariposas ni escrupulillos de plata o de cristal para tantos cascabeles.


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Todo podría haber sido diferente y lo divertido a esta hora ya tranquila de la tarde, con el crepúsculo a flor de piel, la vista cansada –por cierto, ¿dónde andarán mis gafas?es recorrer, imaginar algunas de las posibilidades. Lo malo es que en seguida aparecen escenas de aquellos días radiantes que habíamos olvidado, tal vez porque no ocurrieron nunca, son un subproducto inconsciente de esa habitación de la memoria, especie de almoneda, bazar, rincón, alfar, laboratorio del alquimista frustrado que también soy, en que me pasé parte de la vida analizando sueños, catalogando proyectos fallidos, como si todos formasen parte del hilo sutil en que consisto a esta hora ya tranquila, cuando ya han muerto casi todos los testigos de cuanto ocurrió en realidad, y yo he olvidado cómo fue, de modo que he de conformarme, a fuerza de darle vueltas en la cabeza, con fingir el recuerdo, una y otra vez,


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todas distintas, de como pudo haber sido la vida de cada uno de nosotros.


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Un sol cansado, reclinado, en el regazo del invierno, me mira con sus ojos entornados, deslumbrantes todavía, un sol, desanimado ya, apenas brotado, este año nuevo, de las entrañas del tiempo. Siguen los mismos hombres, arrojándose, unos a otros, su miseria, sus bombas, a la cara, sin mirarse siquiera, sin odio, pura rutina de una destrucción implacable. Los mismos, aterrados, todos, porque tienen tanto que no se atreven a moverse del nido, su castillo, el nido primario, la gruta de un tesoro que ya no pueden abarcar y los destruye, poco a poco, los aplasta. Y los mismos que, sin nada, viajan cogidos de la mano, hambrientos, sin más equipaje que la esperanza misma de la desesperanza, cuando cada paso nos acerca a todos a ninguna parte, donde nadie sabe qué empieza.


juegos de palabras • 21

AQUELLA NOCHEBUENA Llega un momento, en Nochebuena en que tú, es decir, yo, eres, soy el último que queda de aquella Nochebuena, de no sabemos cuándo, que ha venido siendo el recuerdo emocionado de la Nochebuena de cuando el mundo era feliz al parecer de modo inconmovible, y vas y voy pasando, como si fuesen las páginas del libro de la vida, las viejas fotografías amarillentas de aquellas sonrisas, tocas, toco la ternura de cada uno de ellos, su carne, y te acarician, me acarician de nuevo sus palabras, que no eran para ti ni para mí, pero que ambos guardamos como brillantes piedras preciosas, junto con las sonrisas que se intercambiaban, sin darse cuenta, aún queriéndonos tanto como todavía, estoy seguro, nos quieren, de que los niños existíamos y estábamos atentos, empapándonos del espíritu de todas las Nochebuenas futuras,


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incluso ésta, de hoy y cuantas aún falten para que, pronto, es de suponer que muy pronto, ocurra lo más inexplicable de todo y todo se explique, nadie sabe cómo, todavía, más que todos vosotros, los que hoy echamos en falta y estuvisteis en aquella Nochebuena que las contiene todas, como una estancia llena de color, música y luz, que improvisamos hoy de nuevo, sintiéndonos tan solos, para todos estos otros, que, con el mismo fervor, con amor, nos acompañan para que precisamente hoy sea aquella misma, la Nochebuena de siempre que se repite en clave de amor.


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CATALINA Y EL RATÓN Catalina, está hecha de olor de mi flor preferida. Catalina tiene el malhumor y la risa, a punto de caramelo, repentinos, según le pinte el temblor de su sonrisa. Un día, muy de mañana, Catalina, se despertó con el sol, y, asomado en la ventana, vió que había un ratón. -¿Quién eres tú, picarón? -le preguntó Catalina-Tu abuelo que piensa en ti –respondió, sonriéndole, el ratón-¿Cómo vas a ser mi abuelo, si mi abuelo, que es muy gordo además no tiene pelo? -No te he dicho que lo fuera -dijo el ratón, que era blanco como la nieve-, sólo te he dicho que soy su pensamiento, que, como él te quiere tanto, de mañana, mañanita,


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con el sol, viene a verte despertar y decirte: buenos días, Catalina, ¿me dejarás hoy estar, todo el día, contigo en tu corazón?


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Imaginad ahora que un poema, siquiera sea pequeñajo, está lleno de posibles sutilezas y cuando el aire mueve las palabras de que se compone, yo por lo menos confieso que no entiendo del todo bien y caben varias versiones de ideas sutilmente diferenciables. Ejemplo: Nadie más que el río sabe lo que el río lleva de cada cosa que refleja. – Parece que todo queda, pero algo se lleva el río de cada cosa que refleja. – Lo que deja el río no es más que memoria de lo que refleja. – Debe ser tremendo convertirse, que hay a quien le ocurre, en piedra del camino, que, llegado que hubo hasta el lugar que ocupa, ni podrá llegar, ni puede volver, ni siquiera llega a ser camino.


Cuando me enamoro, me dice la experiencia que lo estaré -enamorado- de su figura toda, cuerpo y alma, de la curvatura de su rostro, bajo las orejas, donde cada beso encuentra el cubo del tesoro de cada sensación, la palma de sus manos, la flexura de su codo, su clavícula frágil, ese modo de mirar sin ver, cada palabra volandera que diga, el silencio con que cada vez me mira. Cuando me enamoro no puedo, es posible que lo que me pase es que haya olvidado, pensar, y no pienso, imagino su abrazo, estar teniendo el cuerpo retenido en su cuerpo, cada caricia desmesurada por el sentido de amar tornada la vida en fuego, nácar, espuma y al final el recuerdo de las notas del violín, atrapadas en un redoble, un chasquido de platillos, un olvido, y de nuevo la soledad de la playa en invierno, y lejos la interrogación de la silueta del cormorán que vigila, la línea recta del horizonte implacable. -¿Qué le pongo? -Algo, con mucho alcohol, que me adormezca la sensación de estar aquí, me lleve al lugar de los sueños a más allá de la mar donde se ahogan los recuerdos y el alma, en carne viva, se atreve a soñar. Ella me dio un vaso de agua clara y me miró con pena. Le sonreí, me sonrió. Hay un sueño –le dije-, un jardín y un paisaje, tal vez, para nosotros dos. ¿Dónde estás cuando miras sin ver? Me abandonas, de pronto, adivino que no puedes soportar, no sé si mis palabras o mi aspecto, mi sombra o mi ternura, ¿Estás en tu refugio secreto? Todos tenemos alguno: ese recuerdo de aquel día radiante, de aquel sueño especial, cuando la vida podría haber girado, podríamos haber doblado otra esquina, tomar otro camino en la encrucijada. Tú ¿dónde estás mientras tu mano sigue aquí, en mi mano, abandonada, inerte, distraída? ¿Dónde estás cuando no puedo recordarte como no fuiste nunca, sueño, proyecto, escapatoria al mundo de al lado, donde suena el recuerdo de lo que podríamos haber sido y se urden los sueños? ¿Dónde estás hoy? Compréndeme, ha empezado a llover, y los cinco sentidos envían mensajes de tristeza a la imaginación de los adolescentes encerrados en sus cápsulas, ahogados por la ternura de sus ciegos amores, la esperanza de cambiar el mundo, la sensación, a veces, de haber llegado a viejos sin madurez, con la ilusión intacta como una extravagancia, un ridículo disfraz de payaso esperanzado y esperanzador, payaso triste, alcanzado, como en una gota de ámbar, por la luz de la luna. A las cinco en la esquina, en la esquina había un bar, hoy sucursal de banco. Ya no es posible citarse en aquella esquina, supongo que no se ocurrirá a nadie citarse en la sucursal no se cuántos de tal entidad bancaria, como si estuviese domiciliando una letra de cambio. Sin embargo, estuve allí, por si después de tantos años hubieras decidido, como yo, volver, pasó una viejecita encorvada, y yo, me quedé pensando si debería haberte parado, preguntarte si eras tú. Tuve miedo asustarte, asustarla en estos tiempos de tirones y atracos. ¡Tenía tantas cosas preparadas para decirte! A medida que te digo lo que te quiero, se me queda vacío el corazón de sueños y empieza tu figura a convertirse en recuerdo. No sé lo que me pasa, ayer tuve el presentimiento de que no me querías, de que ibas a mirarme como me miras, sin verme ya, pensando en otra cosa, como si adivinaras que a pesar de todo yo te quiero y no fueras capaz de comprenderlo. Con la perezosa lluvia de primavera que ha venido a caballo del viento del norte, -el viento del norte es verde, pero tiene blancas las crines, de espuma- se están desperezando las rosas y han puesto los gnomos del jardín los tallos de los lirios amarillos. El aire es un olor de tierra húmeda, germinal, que ha dejado atónitas a todas las muchachas en flor. Se va posando en las notas de la sonata que toca la niña a la hora de la siesta y hoy suena como una palabra apenas musitada, una palabra inédita de amor. Cuando atravieso la calle, me cruzo con la gente, siempre con ese aire y aspecto de ir a resolver algún asunto importante, es mucho más difícil, pero en la soledad, en una inmensa estancia vacía, cuando parece que no hay nadie, es cuando de veras recobro lo que nunca tuvimos: un momento eternamente nuestro de amor. Cuando el paisaje nos haya olvidado, quedará el camino solo y otros vendrán a soñarlo. Me pregunto si las palabras que dejamos, los gestos, a medio decir y hacer, las dirán ellos y se atreverán a completar las caricias que ahora no sé por qué no hicimos. Tal vez, pienso ahora, porque como no pensábamos


palabras de amor


Cuando me enamoro, me dice la experiencia que lo estaré -enamorado- de su figura toda, cuerpo y alma, de la curvatura de su rostro, bajo las orejas, donde cada beso encuentra el cubo del tesoro de cada sensación, la palma de sus manos, la flexura de su codo, su clavícula frágil, ese modo de mirar sin ver, cada palabra volandera que diga, el silencio con que cada vez me mira. Cuando me enamoro no puedo, es posible que lo que me pase es que haya olvidado, pensar, y no pienso, imagino su abrazo, estar teniendo el cuerpo retenido en su cuerpo, cada caricia desmesurada por el sentido de amar tornada la vida en fuego, nácar, espuma y al final el recuerdo de las notas del violín, atrapadas en un redoble, un chasquido de platillos, un olvido, y de nuevo la soledad de la playa en invierno, y lejos la interrogación de la silueta del cormorán que vigila, la línea recta del horizonte implacable. -¿Qué le pongo? -Algo, con mucho alcohol, que me adormezca la sensación de estar aquí, me lleve al lugar de los sueños a más allá de la mar donde se ahogan los recuerdos y el alma, en carne viva, se atreve a soñar. Ella me dio un vaso de agua clara y me miró con pena. Le sonreí, me sonrió. Hay un sueño –le dije-, un jardín y un paisaje, tal vez, para nosotros dos. ¿Dónde estás cuando miras sin ver? Me abandonas, de pronto, adivino que no puedes soportar, no sé si mis palabras o mi aspecto, mi sombra o mi ternura, ¿Estás en tu refugio secreto? Todos tenemos alguno: ese recuerdo de aquel día radiante, de aquel sueño especial, cuando la vida podría haber girado, podríamos haber doblado otra esquina, tomar otro camino en la encrucijada. Tú ¿dónde estás mientras tu mano sigue aquí, en mi mano, abandonada, inerte, distraída? ¿Dónde estás cuando no puedo recordarte como no fuiste nunca, sueño, proyecto, escapatoria al mundo de al lado, donde suena el recuerdo de lo que podríamos haber sido y se urden los sueños? ¿Dónde estás hoy? Compréndeme, ha empezado a llover, y los cinco sentidos envían mensajes de tristeza a la imaginación de los adolescentes encerrados en sus cápsulas, ahogados por la ternura de sus ciegos amores, la esperanza de cambiar el mundo, la sensación, a veces, de haber llegado a viejos sin madurez, con la ilusión intacta como una extravagancia, un ridículo disfraz de payaso esperanzado y esperanzador, payaso triste, alcanzado, como en una gota de ámbar, por la luz de la luna. A las cinco en la esquina, en la esquina había un bar, hoy sucursal de banco. Ya no es posible citarse en aquella esquina, supongo que no se ocurrirá a nadie citarse en la sucursal no se cuántos de tal entidad bancaria, como si estuviese domiciliando una letra de cambio. Sin embargo, estuve allí, por si después de tantos años hubieras decidido, como yo, volver, pasó una viejecita encorvada, y yo, me quedé pensando si debería haberte parado, preguntarte si eras tú. Tuve miedo asustarte, asustarla en estos tiempos de tirones y atracos. ¡Tenía tantas cosas preparadas para decirte! A medida que te digo lo que te quiero, se me queda vacío el corazón de sueños y empieza tu figura a convertirse en recuerdo. No sé lo que me pasa, ayer tuve el presentimiento de que no me querías, de que ibas a mirarme como me miras, sin verme ya, pensando en otra cosa, como si adivinaras que a pesar de todo yo te quiero y no fueras capaz de comprenderlo. Con la perezosa lluvia de primavera que ha venido a caballo del viento del norte, -el viento del norte es verde, pero tiene blancas las crines, de espuma- se están desperezando las rosas y han puesto los gnomos del jardín los tallos de los lirios amarillos. El aire es un olor de tierra húmeda, germinal, que ha dejado atónitas a todas las muchachas en flor. Se va posando en las notas de la sonata que toca la niña a la hora de la siesta y hoy suena como una palabra apenas musitada, una palabra inédita de amor. Cuando atravieso la calle, me cruzo con la gente, siempre con ese aire y aspecto de ir a resolver algún asunto importante, es mucho más difícil, pero en la soledad, en una inmensa estancia vacía, cuando parece que no hay nadie, es cuando de veras recobro lo que nunca tuvimos: un momento eternamente nuestro de amor. Cuando el paisaje nos haya olvidado, quedará el camino solo y otros vendrán a soñarlo. Me pregunto si las palabras que dejamos, los gestos, a medio decir y hacer, las dirán ellos y se atreverán a completar las caricias que ahora no sé por qué no hicimos. Tal vez, pienso ahora, porque como no pensábamos


palabras de amor • 29

Cuando me enamoro, me dice la experiencia que lo estaré -enamoradode su figura toda, cuerpo y alma, de la curvatura de su rostro, bajo las orejas, donde cada beso encuentra el cubo del tesoro de cada sensación, la palma de sus manos, la flexura de su codo, su clavícula frágil, ese modo de mirar sin ver, cada palabra volandera que diga, el silencio con que cada vez me mira. Cuando me enamoro no puedo, es posible que lo que me pase es que haya olvidado, pensar, y no pienso, imagino su abrazo, estar teniendo el cuerpo retenido en su cuerpo, cada caricia desmesurada por el sentido de amar tornada la vida en fuego, nácar, espuma y al final el recuerdo de las notas del violín, atrapadas en un redoble, un chasquido


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palabras

de platillos, un olvido, y de nuevo la soledad de la playa en invierno, y lejos la interrogación de la silueta del cormorán que vigila, la línea recta del horizonte implacable.


palabras de amor • 31

-¿Qué le pongo? -Algo, con mucho alcohol, que me adormezca la sensación de estar aquí, me lleve al lugar de los sueños a más allá de la mar donde se ahogan los recuerdos y el alma, en carne viva, se atreve a soñar. Ella me dio un vaso de agua clara y me miró con pena. Le sonreí, me sonrió. Hay un sueño –le dije-, un jardín y un paisaje, tal vez, para nosotros dos.


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palabras

¿Dónde estás cuando miras sin ver? Me abandonas, de pronto, adivino que no puedes soportar, no sé si mis palabras o mi aspecto, mi sombra o mi ternura, ¿Estás en tu refugio secreto? Todos tenemos alguno: ese recuerdo de aquel día radiante, de aquel sueño especial, cuando la vida podría haber girado, podríamos haber doblado otra esquina, tomar otro camino en la encrucijada. Tú ¿dónde estás mientras tu mano sigue aquí, en mi mano, abandonada, inerte, distraída?


palabras de amor • 33

¿Dónde estás cuando no puedo recordarte como no fuiste nunca, sueño, proyecto, escapatoria al mundo de al lado, donde suena el recuerdo de lo que podríamos haber sido y se urden los sueños? ¿Dónde estás hoy? Compréndeme, ha empezado a llover, y los cinco sentidos envían mensajes de tristeza a la imaginación de los adolescentes encerrados en sus cápsulas, ahogados por la ternura de sus ciegos amores, la esperanza de cambiar el mundo, la sensación, a veces, de haber llegado a viejos sin madurez, con la ilusión intacta como una extravagancia, un ridículo disfraz de payaso esperanzado y esperanzador, payaso triste, alcanzado, como en una gota de ámbar, por la luz de la luna.


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A las cinco en la esquina, en la esquina había un bar, hoy sucursal de banco. Ya no es posible citarse en aquella esquina, supongo que no se ocurrirá a nadie citarse en la sucursal no se cuántos de tal entidad bancaria, como si estuviese domiciliando una letra de cambio. Sin embargo, estuve allí, por si después de tantos años hubieras decidido, como yo, volver, pasó una viejecita encorvada, y yo, me quedé pensando si debería haberte parado, preguntarte si eras tú. Tuve miedo asustarte, asustarla en estos tiempos de tirones y atracos. ¡Tenía tantas cosas preparadas para decirte!


palabras de amor • 35

A medida que te digo lo que te quiero, se me queda vacío el corazón de sueños y empieza tu figura a convertirse en recuerdo. No sé lo que me pasa, ayer tuve el presentimiento de que no me querías, de que ibas a mirarme como me miras, sin verme ya, pensando en otra cosa, como si adivinaras que a pesar de todo yo te quiero y no fueras capaz de comprenderlo.


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palabras

Con la perezosa lluvia de primavera que ha venido a caballo del viento del norte, -el viento del norte es verde, pero tiene blancas las crines, de espumase están desperezando las rosas y han puesto los gnomos del jardín los tallos de los lirios amarillos. El aire es un olor de tierra húmeda, germinal, que ha dejado atónitas a todas las muchachas en flor. Se va posando en las notas de la sonata que toca la niña a la hora de la siesta y hoy suena como una palabra apenas musitada, una palabra inédita de amor.


palabras de amor • 37

Cuando atravieso la calle, me cruzo con la gente, siempre con ese aire y aspecto de ir a resolver [ algún asunto importante, es mucho más difícil, pero en la soledad, en una inmensa estancia vacía, [ cuando parece que no hay nadie, es cuando de veras recobro lo que nunca tuvimos: un momento eternamente nuestro de amor.


38 •

palabras

Cuando el paisaje nos haya olvidado, quedará el camino solo y otros vendrán a soñarlo. Me pregunto si las palabras que dejamos, los gestos, a medio decir y hacer, las dirán ellos y se atreverán a completar las caricias que ahora no sé por qué no hicimos. Tal vez, pienso ahora, porque como no pensábamos volver, quisimos guardarlas todas en la memoria sin la torpeza de mis manos, y la ingenuidad de tus labios.


palabras de amor • 39

Cuando seamos de nuevo otra vida, otra gente ¿qué será de este amor que tuvimos recién nacido, tembloroso, ingenuo, entre las manos, indecisos entre morir ya o renacer, ya deslumbrados por la luz que ahora seremos?


40 •

palabras

Di una palabra cualquiera, es sólo para oír tu voz, escucharla, cómo se mece en el aire, es para saber que estás, que vives. Di una palabra que no signifique nada, puro sonido, tal vez con un grito baste para detener la llegada del día justo en este momento, ahora que la luz no ha inventado ningún color, ahora que el silencio es como la imaginación de un niño. Y dijiste mi nombre.


palabras de amor • 41

Dice el poeta que poesía eres tú, incluso cuando me apuntas con ese dedo acusador [ y dices: eres esto y aquello, y se advierte todo el desprecio -¿será odio, que está lindando siempre con el amor?con que me miras. Tú, después de tantos años, me has hecho así.


42 •

palabras

Dicen que los locos, si son de amores, lo están más el día de san Valentín. ¿Por qué te querré yo tanto –preguntamos a la amada–, mi dulce amada, por san Valentín? Y ella, dulce, se derrama sobre mi brazo, miro y es un ramo de flores del jardín. Las corté para ti, dulce amada, la víspera de san Valentín.


palabras de amor • 43

Dónde estabas cuando lloré mi juventud de soledades, secretos y silencios, dónde estabas que no llegaba el eco de tu voz, siquiera el eco, a posarse en la huella de unos pasos, palabras que no dije, sueños que nadie supo nunca y se perdieron mar adentro de aquellas tardes de domingo, que recorría el techo del cuarto de pensión de aquella calle, con el rumbo perdido mucho antes de llegar a la tuya, en ciudades, tal vez hasta en mundos, diferentes, por siempre vagabundos, peregrinos de este amor que recuerdo, cuando te oigo cantar, sin haber sucedido.


44 •

palabras

Dondequiera que estemos será nada menos que el fin del mundo. El mundo empieza y acaba aquí. No hay más, además. que esa gente apresurada, que pasa, aterrorizada porque nunca llega a ninguna parte. Dondequiera que estemos no habrá más para tocarnos, sentirnos, sujetarnos que nuestras palabras. Por eso te las clavo, una por una, te digo, y las anudo alrededor de tu cintura, me agarro con ellas, como si te abrazase, a tu cuello frágil. Luego, una palabra, un beso, una palabra, un beso, te recorro, hasta que te conviertes en luz de luna, espuma, huella de estrellamarina.


palabras de amor • 45

El amor es el centro de todo, su origen y su destino. Flota en el aire, como los microbios y el polvo dorado de meteoritos, cenizas y estrellas. Hoy te infecciona a ti, mañana a mí, ¿quién sabe a quién y qué día? Es caprichoso, vaga al azar, va y viene sin descanso, pero siempre, mientras dura, es eterno incluso aquí, de este lado brumoso del espejo.


46 •

palabras

El amor eterno, que te he jurado tantas veces, acabo de descubrir esta mañana que no puede ser eterno porque no es nunca el mismo, hay días que es como un niño, como un juglar provenzal, como una voluta, casi inexistente de puro tenue, de humo de otoño, pero otros es como un huracán de nombre femenino, lo arrolla todo con su vigor juvenil, arrogante, esta mañana no era más que un viejo casi exánime, sin futuro ni recuerdos, apenas un estertor de la hermosa, inextinguible luz, el manantial de la esperanza.


palabras de amor • 47

Éramos como dos pájaros de ciudad, que nadie sabe si tuvieron nido, gorriones solitarios, viajeros sin rumbo, de los tranvías amarillos, que no supimos nunca si iban a alguna parte. En cierto modo éramos una parte de la enorme ciudad, que, enfrascados, no reímos nunca, y tú te sorprendías leyendo en el periódico noticias impresionantes, de las cosas que podrían haber ocurrido del otro lado del mundo. Éramos … ¿a quién le importa?


48 •

palabras

Escribo tu nombre en la arena de la playa, la mar se lo lleva, a cambio me deja conchas con el vientre de nĂĄcar, restos de naufragios olvidados y ese constante rumor, tal vez un mensaje dicho con viejas palabras que ya no entiende nadie o con palabras nuevas, reciĂŠn salidas del horno de las palabras, que no llego a entender porque me queman el alma cando trato de escucharlas.


palabras de amor • 49

Han pasado las horas, seguro que en el mundo han estado ocurriendo cosas sin cesar, cosas tremendas, que habrán hecho reír y llorar a una multitud incontable de personas que ni siquiera se conocen, que hablan lenguas distintas en diferentes países separados por distancias inmensas. Han pasado No están, esas horas tremendas, [ llenas a reventar de acontecimientos sorprendentes, extraños, pero que ¿de verdad han ocurrido? Te he traído una flor. Sonríes, dubitativa. ¿Es posible que haya en el mundo alguien que esté llorando precisamente ahora? Se me ocurre pensar, Que para que nosotros gocemos, o suframos tiene que haber alguien, en algún lugar que equilibre nuestra alegría con su dolor o este sufrimiento nuestro con su placer. Si no, el mundo pararía su marcha, desequilibrado.


50 •

palabras

Iba a decirte que no dijeras a nadie lo que te quise, se me olvidaba que no podrías porque nunca lo supiste. Ahora que lo he olvidado, yo, que tampoco lo sabía, lo confieso, lo mido por la sombra de la ausencia, por esta desmesura de silencio, puede que dolor, con que te echo de menos cada día en mi pensamiento.


palabras de amor • 51

Imagino haber perdido todo cuanto estorba a ser sin más, ni el adorno de la luz dispersa en los colores, ni el tacto, que es preludio de la eternidad del amor, ni escuchar, sólo entender el sonido, haberse convertido en lo inmóvil y el miedo se me muere en las manos, latiendo igual que el mínimo corazón de un pájaro cautivo.


52 •

palabras

Jugábamos con la idea de la muerte, como si no existiera, jugábamos a ser protagonistas, inmortales, de un bellísimo poema de amor, eternizado en piedra berroqueña con nuestras manos juntas, ¿te acuerdas? electrizadas por contacto, embrujadas, hechizadas, locas de lo que creímos, por un momento, que era …, no sé, el amor, la eternidad, ambos, pienso a veces, son lo mismo.


palabras de amor • 53

Kaleidoscopio, locura frenética de colores inesperados. Te me parecías al viejo kaleidoscopio, ingenuo todavía, del abuelo modernista. Jamás supe por qué eras siempre inesperada. Ahora -decías- me gustaría que nos diésemos un beso interminable, una salmodia de besos entrecortados- Así no, otra vez, y otra y otra, y, de pronto: ¿por qué me tocas, con tu boca asquerosa, mi boca? Te quiero –dijiste un día- para siempre y como siempre no existe resulta que no te quiero, y así, sin más, te fuiste para siempre.


54 •

palabras

La moza la tengo en tierra, el corazón en la mar. A ella la quiero y quisiera quedarme siempre a su lado, pero qué puedo hacer si tengo el alma marinera y por eso voy buscando sin cesar horizonte y mar abierta. Cada vez que la recuerdo, a la moza de mis sueños, la añoro de sol a sol, paso las noches en vela. Pero qué puedo hacer, si tengo el alma marinera, y sé que he de morir en la mar, que luego, de madrugada me devolverá a la arena de la playa donde sé que ella me espera. Entonces podré besarla, cuando me bese por vez primera.


palabras de amor • 55

La terca levedad de la insistencia con que huele la rosa, así oigo, distraído, tu voz, esta mañana, mientras me vas diciendo cosas que nada me interesan, pero a ti no te importa, ya sabes que, después de tantos años, antes de que lo digas, sé lo que estás pensando.


56 •

palabras

Los sauces no lloran, sufren, mueven apenas, las palabras que les sugiere el viento a los árboles, las repiten como si musitaran un suspiro. Un día me pasó, cuando, muy joven, creo que fui sauce, a la orilla de tu río brioso de agua viva, justo donde tú te quebrabas, ibas por el camino más corto, en busca de la mar. Los sauces no lloran, lo sé porque fui sauce, en otra vida, otro mundo, otro tiempo, cuando tú, mi amor, estrella peregrina, fuiste río, y te llevaste mi reflejo enamorado y me dejaste solo para siempre, árbol inconsolable.


palabras de amor • 57

Me consuela saber que los muertos no lo están para siempre. Nada puede morir cuando ha nacido. Cambia, se mueve, anda, emigra más allá del silencio que calla entre los planetas desconocidos, saltando de estrella en estrella, cuando cada estrella muerta sigue emitiendo luz, dispensando, con su temblor –probable miedo- en lo oscuro, el proyecto de nuevas alegrías. Me consuela saber que un día, acordes, seremos la misma luz. Tú, que tanto me amabas, y tú, y todos vosotros comprendidos por fin, en un jadeo, un suspiro, todo.


58 •

palabras

No quiero que me quieras, si me quisieras, esto de yo quererte apenas valdría la pena. Prefiero que desprecies lo que te quiero, para saber que es todo amor, esto que por ti siento, y me duele en el alma cuando te veo. Y si algún día llegas a tenerme presente en alguno de tus recuerdos, si te enteras de que existo, que sin mirarte paso a tu lado en silencio, tú te das cuenta, me miras, y, sin querer, me recuerdas, no me lo digas, que podría matarme el sentimiento de saber que había ido contigo en el íntimo cobijo, de un pensamiento. Porque querer, amor mío. no es que me quieras, sino quererte.


palabras de amor • 59

No recuerdo haber escrito nunca los versos agridulces de tu recuerdo. Un recuerdo pequeño: sobre todo de tus manos, que eran como caricias presentidas, contenidas, en la ágil, la inesperada armonía, a la vez vuelo y proyecto, con que tuviste mi mano en tu mano, para decirme: podría ser … Dudabas, ahondabas con tu mirada sin secreto qué habría en el mirar con que yo te miraba, todavía, ya admirado, inseguro, con las palabras indecisas, enredado en tu voz. ¿Qué se llevó tu voz? ¿A dónde, que no me queda más que el recuerdo de tu olvido?


60 •

palabras

Palabra sobre palabra te escribiré esta mañana una canción de amor. Lo haré sin razón alguna, como lo haría un ruiseñor, solo que, claro, peor. La haré para levantar, con ternura la niebla de esta mañana. Lo haré sin más motivo -¿y te parece poco?de estar enamorado de la vida que pasa. La vida es como un fruto hermoso de la luz del alba. La vida es nuestra sola posibilidad de nos mientan a la vez nuestros cinco sentidos hermosas mentiras.


palabras de amor • 61

La mentira es la rosa del jardín del amor, también efímera, como ella, pero lo mismo de bella. Si la belleza, como la fealdad, la juventud y la tristeza, son mentiras todas, ¡cómo no me habría de enamorar de cada una de ellas!


62 •

palabras

Quiero soñar una mesa de madera en carne viva, sin pintar, áspera, con unos vasos de vino aún joven y todos vosotros, nuestros muertos, los míos, alrededor diciéndonos palabras y silencios. Todos ya del otro lado –vosotros no aún, los más jóvenes, que todavía debéis hacer camino-. Os estaremos esperando con la conversación desparramada y llena de palabras amables, alegres, la ternura a flor de piel. Quiero soñar un rincón no sé dónde, ¿qué importa, en realidad, si el rincón seremos nosotros? extenderemos la mano de cada palabra, la mirada sin ver ya, alcanzándonos unos a otros, trenzando cada eslabón, imaginándonos, tal vez, pero ésta es la única esperanza que nos queda de que el amor exista, de decirnos una por una, todas sus estancias, de un golpe eterno todo el fuego y la luz.


palabras de amor • 63

Recuerdo haber estado enamorado de un perfil apenas entrevisto en el palco de un teatro, de las manos de una joven que aleteaban junto a una taza de café en el viejo salón de cualquier miembro de la familia, de unos ojos, de la manera de mover la falda de vuelo o los brazos, al bailar. Recuerdo haber estado eternamente enamorado, durante breves instantes, muchas veces y luego, transcurrido mucho tiempo, hurgando entre los daguerrotipos de los álbumes del desván, donde las nostalgias, donde los imposibles, donde los sueños, haber construido, una tras otra, decenas de vidas y de muertes enamoradas. Ahora, a esta hora de este día de este año, tal vez inexistentes, tal vez otra mentira de la imaginación no sé si reírme o llorar porque no sé cuál es la verdadera.


64 •

palabras

Se desmaya mi alma mientras te espero, bajo este duro sol de realidades, ya sin esperanza. Por el cielo azul, vagan, sucias, las nubes de lavar el sol de la madrugada. Adivino que no vendrás y me ahogan las ganas de llorarte como si hubieras muerto entre mis brazos, ahora inertes, sin el anhelo de la piel de tus caderas, la cintura que debería haber ceñido, el débil quiebro de los huesos de tus clavículas. Aquel beso que se oxidó en mis labios, sequedales desérticos, sin el oasis de tu cuello. Ahora que sé que no estarás, me sobran todos los sentidos, enfrascados en irte recorriendo, minuciosos, descubriendo, gozosos.


palabras de amor • 65

Si te encontrase esta tarde, pondría los dedos en tu piel para irla recorriendo con esa lentitud de que no saben más que los enamorados. Buscaría el escalofrío con que el cuerpo de la amada, responde al clamor de latidos del amado. Porque sé que el amor no muere nunca, que lo inventó el hecho mismo de vivir, este milagro, y ha de recrearse en la incansable búsqueda de lo amado que se va multiplicando del lado de acá del espejo en cada ser amado, huella de los pasos vacilantes en que consiste el arte de vivir.


66 •

palabras

Todo cuanto no sea consumirse como el fuego a sí mismo se consume y transforma en recuerdo, brasa, humo y ceniza por fin, no es amor, será otra cosa cualquiera, pero el amor no es nada más [ ni puede ser menos que ese fuego capaz de dar luz, dar calor, goce, alegría, al otro, al ser amado.


palabras de amor • 67

Una red no es mĂĄs que una trampa sutil, trenzada con muy pocas palabras, por eso el amante se limita a repetir a su amada, una y otra vez: te quiero, nada mĂĄs.


amelborp sol y ,anañam ayah euq areiuqis in ,oruges se adan odnauc ,ehcon al ed larbmu se ,olres ed ay odajed ah aíd le y aroh atse agell odnauC icedni ,sanabás sal ojab sotanon esraigufer ,riuh ed al se ,aroh atse agell odnauc ,los le osaco us edsed ógrala son euq sarbmos sase omoc natnagiga qis aicini on ,albein al ed azerep al ne odazobme ,odíartsid ,opmeit res ed yoh odasnac ah es aíd lE ?soviv núa someratse¿ ?dadrev áres¿ :odnadud aga ,odallac átse es ,zul los le ecid on yoh ,los led oded le acot son ,aíd adac ,odnauc sanabás sal ed odin led somilas euq noc rolav ed otseg ese ar netne ed aívadot zapacni ,allertse ed nóicidnoc us ne oibrebos ,neneiv y nav euq senoiva ed dutitlum al ed onimac le ne ,necid ,areufa ,odum ,odap vá ,olres ed odasnac ,oñeus orto ,arbmos arto ,zul al ed ortned zul ed ogeuj orto euq sám ,avitinifed ne ,adan ,erbmoh ,ovlop árah es néibmat lé eu :ecenamrep odot- etreum al ed lareneg oyasne nu omoc se otnaS senrei V le ,etnatcepxe ,oicnelis ne ,oteiuq odnum lE .odot omoc ,dadinrete e n ne ,otsirC ed etreum al noc onamuh ol odot otreum ah orep ,-asnefedni ,adican néicer anañam al a nanzarg euq ,sarelev satoivag sase ,sodino ovut neiugla ,adidnecne ovutnam al ograbme nis ,neiugla– aznarepse nis ,rinev y ri ,sonrevom ,somiugesnoc ol ,saíd sert isac etnaru D .zurc ar núgla zev lat ,zev lat ,erdaM al ,otinóta osrevinu led oicnelis adac y odiur adac noc odnanoser soiD ed zov al ed oce led sámeda ,odneyerc riuge ec le ne ,arevamirp al odaercer sah oveun ed ,roñeS ,saicarg ,odnauc anañam atse odreucer nos euq ed ,ogid ay ,saíd sert isac ,-oludérc sám olupí eh anajel sám airomem alleuqa ed sotnirebal sol rop ,elbasnacni ,ageuj aívadot euq zeñin asomurb anu yaH .etreum al ed odnoh sám ol ne ,omsi somos euq etrap al sE .arunret ed sanell sonam sarto rop ,rasnep nis odajrof otceyorp ne somos aroha euq ol átse ednod airomem sanepa ,saleset e o sotse ne odneyulid euf es euq ,oneja oñeus nu ,etsirt sám zíar artseun ,someséuf odom núgla ed euq odireuq naírbah ,sodaromane ,sorto euq ogl d aicneviv repus al ed oterces le atsisnoc arto rop odnaños ri ed otse ne zev laT .sotein sortseun arap nóisuli atnat noc somaños aroha euq sortseu d ed zapacni odum etsé ,roiretni ateop im ojid– adiv aL .etreum al ed y azetsirt al ed olos esravlas adeup eidan euq ed nózarnis etnerapa al ,eiceps oba led seyel sal ed apacse euq ,oveun onamuh res adac ed otneimican le etiper euq y aicini euq ,aínoga agral anu euq sám se on -otneis oy euq o u euq ne ,oelepap ogral nu ,setimárt sol raicini arap olós se ,oczan is orep ,acramaniD ed epicnírp led res on o res le on y ,nóitseuc al se ,on o reca uando llega esta hora y el día ha dejado ya de serlo, es umbral de la noche, cuando nada es seguro, ni siquiera que haya mañana, y los problemas se gantan como esas sombras que nos alargó desde su ocaso el sol, cuando llega esta hora, es la de huir, refugiarse nonatos bajo las sábanas, indecisos, dando: ¿será verdad? ¿estaremos aún vivos? El día se ha cansado hoy de ser tiempo, distraído, embozado en la pereza de la niebla, no inicia siquieese gesto de valor con que salimos del nido de las sábanas cuando, cada día, nos toca el dedo del sol, hoy no dice el sol luz, se está callado, agazado, mudo, afuera, dicen, en el camino de la multitud de aviones que van y vienen, soberbio en su condición de estrella, incapaz todavía de entender e él también se hará polvo, hombre, nada, en definitiva, más que otro juego de luz dentro de la luz, otra sombra, otro sueño, cansado de serlo, ávido eternidad, como todo. El mundo quieto, en silencio, expectante, el Viernes Santo es como un ensayo general de la muerte -todo permanece: los nidos, esas gaviotas veleras, que graznan a la mañana recién nacida, indefensa-, pero ha muerto todo lo humano con la muerte de Cristo, en nuescruz. Durante casi tres días, lo conseguimos, movernos, ir y venir, sin esperanza –alguien, sin embargo la mantuvo encendida, alguien tuvo que guir creyendo, además del eco de la voz de Dios resonando con cada ruido y cada silencio del universo atónito, la Madre, tal vez, tal vez algún disulo más crédulo-, casi tres días, ya digo, de que son recuerdo esta mañana cuando, gracias, Señor, de nuevo has recreado la primavera, en el centro smo, en lo más hondo de la muerte. Hay una brumosa niñez que todavía juega, incansable, por los laberintos de aquella memoria más lejana hecha teselas, apenas memoria donde está lo que ahora somos en proyecto forjado sin pensar, por otras manos llenas de ternura. Es la parte que somos de o que otros, enamorados, habrían querido que de algún modo fuésemos, nuestra raíz más triste, un sueño ajeno, que se fue diluyendo en estos otros estros que ahora soñamos con tanta ilusión para nuestros nietos. Tal vez en esto de ir soñando por otra consista el secreto de la supervivencia de la pecie, la aparente sinrazón de que nadie pueda salvarse solo de la tristeza y de la muerte. La vida –dijo mi poeta interior, éste mudo incapaz de decir que yo siento- no es más que una larga agonía, que inicia y que repite el nacimiento de cada ser humano nuevo, que escapa de las leyes del aborto. cer o no, es la cuestión, y no el ser o no ser del príncipe de Dinamarca, pero si nazco, es sólo para iniciar los trámites, un largo papeleo, en que unas


palabras de miedo a morir (esperanzado)


amelborp sol y ,anañam ayah euq areiuqis in ,oruges se adan odnauc ,ehcon al ed larbmu se ,olres ed ay odajed ah aíd le y aroh atse agell odnauC icedni ,sanabás sal ojab sotanon esraigufer ,riuh ed al se ,aroh atse agell odnauc ,los le osaco us edsed ógrala son euq sarbmos sase omoc natnagiga qis aicini on ,albein al ed azerep al ne odazobme ,odíartsid ,opmeit res ed yoh odasnac ah es aíd lE ?soviv núa someratse¿ ?dadrev áres¿ :odnadud aga ,odallac átse es ,zul los le ecid on yoh ,los led oded le acot son ,aíd adac ,odnauc sanabás sal ed odin led somilas euq noc rolav ed otseg ese ar netne ed aívadot zapacni ,allertse ed nóicidnoc us ne oibrebos ,neneiv y nav euq senoiva ed dutitlum al ed onimac le ne ,necid ,areufa ,odum ,odap vá ,olres ed odasnac ,oñeus orto ,arbmos arto ,zul al ed ortned zul ed ogeuj orto euq sám ,avitinifed ne ,adan ,erbmoh ,ovlop árah es néibmat lé eu :ecenamrep odot- etreum al ed lareneg oyasne nu omoc se otnaS senrei V le ,etnatcepxe ,oicnelis ne ,oteiuq odnum lE .odot omoc ,dadinrete e n ne ,otsirC ed etreum al noc onamuh ol odot otreum ah orep ,-asnefedni ,adican néicer anañam al a nanzarg euq ,sarelev satoivag sase ,sodino ovut neiugla ,adidnecne ovutnam al ograbme nis ,neiugla– aznarepse nis ,rinev y ri ,sonrevom ,somiugesnoc ol ,saíd sert isac etnaru D .zurc ar núgla zev lat ,zev lat ,erdaM al ,otinóta osrevinu led oicnelis adac y odiur adac noc odnanoser soiD ed zov al ed oce led sámeda ,odneyerc riuge ec le ne ,arevamirp al odaercer sah oveun ed ,roñeS ,saicarg ,odnauc anañam atse odreucer nos euq ed ,ogid ay ,saíd sert isac ,-oludérc sám olupí eh anajel sám airomem alleuqa ed sotnirebal sol rop ,elbasnacni ,ageuj aívadot euq zeñin asomurb anu yaH .etreum al ed odnoh sám ol ne ,omsi somos euq etrap al sE .arunret ed sanell sonam sarto rop ,rasnep nis odajrof otceyorp ne somos aroha euq ol átse ednod airomem sanepa ,saleset e o sotse ne odneyulid euf es euq ,oneja oñeus nu ,etsirt sám zíar artseun ,someséuf odom núgla ed euq odireuq naírbah ,sodaromane ,sorto euq ogl d aicneviv repus al ed oterces le atsisnoc arto rop odnaños ri ed otse ne zev laT .sotein sortseun arap nóisuli atnat noc somaños aroha euq sortseu d ed zapacni odum etsé ,roiretni ateop im ojid– adiv aL .etreum al ed y azetsirt al ed olos esravlas adeup eidan euq ed nózarnis etnerapa al ,eiceps oba led seyel sal ed apacse euq ,oveun onamuh res adac ed otneimican le etiper euq y aicini euq ,aínoga agral anu euq sám se on -otneis oy euq o u euq ne ,oelepap ogral nu ,setimárt sol raicini arap olós se ,oczan is orep ,acramaniD ed epicnírp led res on o res le on y ,nóitseuc al se ,on o reca uando llega esta hora y el día ha dejado ya de serlo, es umbral de la noche, cuando nada es seguro, ni siquiera que haya mañana, y los problemas se gantan como esas sombras que nos alargó desde su ocaso el sol, cuando llega esta hora, es la de huir, refugiarse nonatos bajo las sábanas, indecisos, dando: ¿será verdad? ¿estaremos aún vivos? El día se ha cansado hoy de ser tiempo, distraído, embozado en la pereza de la niebla, no inicia siquieese gesto de valor con que salimos del nido de las sábanas cuando, cada día, nos toca el dedo del sol, hoy no dice el sol luz, se está callado, agazado, mudo, afuera, dicen, en el camino de la multitud de aviones que van y vienen, soberbio en su condición de estrella, incapaz todavía de entender e él también se hará polvo, hombre, nada, en definitiva, más que otro juego de luz dentro de la luz, otra sombra, otro sueño, cansado de serlo, ávido eternidad, como todo. El mundo quieto, en silencio, expectante, el Viernes Santo es como un ensayo general de la muerte -todo permanece: los nidos, esas gaviotas veleras, que graznan a la mañana recién nacida, indefensa-, pero ha muerto todo lo humano con la muerte de Cristo, en nuescruz. Durante casi tres días, lo conseguimos, movernos, ir y venir, sin esperanza –alguien, sin embargo la mantuvo encendida, alguien tuvo que guir creyendo, además del eco de la voz de Dios resonando con cada ruido y cada silencio del universo atónito, la Madre, tal vez, tal vez algún disulo más crédulo-, casi tres días, ya digo, de que son recuerdo esta mañana cuando, gracias, Señor, de nuevo has recreado la primavera, en el centro smo, en lo más hondo de la muerte. Hay una brumosa niñez que todavía juega, incansable, por los laberintos de aquella memoria más lejana hecha teselas, apenas memoria donde está lo que ahora somos en proyecto forjado sin pensar, por otras manos llenas de ternura. Es la parte que somos de o que otros, enamorados, habrían querido que de algún modo fuésemos, nuestra raíz más triste, un sueño ajeno, que se fue diluyendo en estos otros estros que ahora soñamos con tanta ilusión para nuestros nietos. Tal vez en esto de ir soñando por otra consista el secreto de la supervivencia de la pecie, la aparente sinrazón de que nadie pueda salvarse solo de la tristeza y de la muerte. La vida –dijo mi poeta interior, éste mudo incapaz de decir que yo siento- no es más que una larga agonía, que inicia y que repite el nacimiento de cada ser humano nuevo, que escapa de las leyes del aborto. cer o no, es la cuestión, y no el ser o no ser del príncipe de Dinamarca, pero si nazco, es sólo para iniciar los trámites, un largo papeleo, en que unas


palabras de miedo a morir (esperanzado) • 71

Cuando llega esta hora y el día ha dejado ya de serlo, es umbral de la noche, cuando nada es seguro, ni siquiera que haya mañana, y los problemas se agigantan como esas sombras que nos alargó desde su ocaso el sol, cuando llega esta hora, es la de huir, refugiarse nonatos bajo las sábanas, indecisos, dudando: ¿será verdad? ¿estaremos aún vivos?


72 •

palabras

El día se ha cansado hoy de ser tiempo, distraído, embozado en la pereza de la niebla, no inicia siquiera ese gesto de valor con que salimos del nido de las sábanas cuando, cada día, nos toca el dedo del sol, hoy no dice el sol luz, se está callado, agazapado, mudo, afuera, dicen, en el camino de la multitud de aviones que van y vienen, soberbio en su condición de estrella, incapaz todavía de entender que él también se hará polvo, hombre, nada, en definitiva, más que otro juego de luz dentro de la luz, otra sombra, otro sueño, cansado de serlo, ávido de eternidad, como todo.


palabras de miedo a morir (esperanzado) • 73

El mundo quieto, en silencio, expectante, el Viernes Santo es como un ensayo general de la muerte -todo permanece: los sonidos, esas gaviotas veleras, que graznan a la mañana recién nacida, indefensa-, pero ha muerto todo lo humano con la muerte de Cristo, en nuestra cruz. Durante casi tres días, lo conseguimos, movernos, ir y venir, sin esperanza –alguien, sin embargo la mantuvo encendida, alguien tuvo que seguir creyendo, además del eco de la voz de Dios resonando con cada ruido y cada silencio del universo atónito, la Madre, tal vez, tal vez algún discípulo más crédulo-, casi tres días, ya digo, de que son recuerdo esta mañana cuando, gracias, Señor, de nuevo has recreado la primavera, en el centro mismo, en lo más hondo de la muerte.


74 •

palabras

Hay una brumosa niñez que todavía juega, incansable, por los laberintos de aquella memoria más lejana hecha de teselas, apenas memoria donde está lo que ahora somos en proyecto forjado sin pensar, por otras manos llenas de ternura. Es la parte que somos de algo que otros, enamorados, habrían querido que de algún modo fuésemos, nuestra raíz más triste, un sueño ajeno, que se fue diluyendo en estos otros nuestros que ahora soñamos con tanta ilusión para nuestros nietos. Tal vez en esto de ir soñando por otra consista el secreto de la supervivencia de la especie, la aparente sinrazón de que nadie pueda salvarse solo de la tristeza y de la muerte.


palabras de miedo a morir (esperanzado) • 75

La vida –dijo mi poeta interior, éste mudo incapaz de decir lo que yo sientono es más que una larga agonía, que inicia y que repite el nacimiento de cada ser humano nuevo, que escapa de las leyes del aborto. Nacer o no, es la cuestión, y no el ser o no ser del príncipe de Dinamarca, pero si nazco, es sólo para iniciar los trámites, un largo papeleo, en que unas autoridades competentes para ello, me darán permiso para enamorarme, de modo esperanzadamente desesperanzador, descubrir la eternidad, y morir, tratando inútilmente de averiguar en qué consiste.


76 •

palabras

Llega momento en que morir ya no es lo peor que podría ocurrirnos, un tiempo de recordar e ir borrando, al manosearlos, los recuerdos, para volver a ser los niños que un día fuimos, dejados de soñar una sabiduría inalcanzable. De volver a buscar la luz con los ojos cerrados de aquella esperanza ilusionada.


palabras de miedo a morir (esperanzado) • 77

No comprendo por quĂŠ nos asusta la eternidad tanto, si procedemos de su anverso, de su sombra inmensa, que es la nada, donde podrĂ­amos haber seguido sin el milagro de aquel acto de amor, que no supimos siquiera que se estaba celebrando precisamente aquĂ­, entre el abrir y cerrar de ojos que representa el breve privilegio de haber vivido, contemplado la variedad del universo, probable consecuencia de otro inconmensurable acto de amor, que permanece incomprensible para nosotros.


78 •

palabras

Me pregunto si habrá hecho alguien en alguna ocasión lo que no hizo nunca con entusiasmo. Estaré solo, entre todos, mientras no sienta, al tocarme, su cuerpo sin que me toquen. No habré dicho nada hasta que haya dicho todo lo que debía cuando estuve callado y llorabas. Recuerdo haber llorado luego, cuando ya no había remedio. Quizá el infierno sea cuando todo ya sea irremediable, todo pasado, sin memoria, el inexorable recuerdo de nuestros fracasos.


palabras de miedo a morir (esperanzado) • 79

Se ha puesto en pie, el día, con su dolor nuevo de anciano esperpéntico, violáceo -los dolores tienen color, los más agudos rojo, rubí, amarillo brillante, verde primor-, el día es viejo, como el sol, morirá el sol, un día para que siga creciendo, incontenible, el universo de nuestros sueños, en que sin duda consisten el cielo, la luz, la quietud de que no haya mañana, ayer, aquí ni ahora, mientras resuene el acorde único de lo inesperado, inconcebible de que seremos parte, pincelada de amor.


80 •

palabras

Si te recitase hoy un poema cualquiera sonaría gris, como el aire que respiro, esta niebla cansada, que se ha parado a descansar bajo el alero de mis más disparatados sueños. Los sueños que soñaba de niño, los que fui desgranando de mayor sin hacer, en las viejas aulas, entre latinajos poco menos que incomprensibles y los primeros artículos de las primeras leyes con que nos íbamos topando. Si te recitase hoy alguno de mis versos se me trabaría la lengua entre amores y fracasos de la persecución que ha de hacer cada hombre a través de los más profundos bosques de conocimientos, que para colmo son insuficientes, en busca de la soledad prevista para él, un paradójico lugar donde hay más seres humanos, todos boquiabiertos o jadeantes, todos puro anhelo de llegar a ser diferentes de lo que son, separarse de sus sombras, sin darse cuenta de que cuando más, el mejor de nosotros, lo es cuando dice una hermosa palabra que otro entiende para compartir un sueño, antes de morir.


palabras de miedo a morir (esperanzado) • 81

Soy, aquí donde me ves, residuo de caminos y quereres, milagro de existir y mi destino es un misterio, soy, nada más ni menos, que un hombre, empeñado en seguir, obligado a concretarse y tal vez desaparecer, por la desconocida máquina del tiempo, que me arrastra y lleva como hace cualquier río con los reflejos que atrapa al pasar. Soy la huella, todavía estremecida, de un amor ya tal vez olvidado, o es posible que plenitud, ahora, cuando soy la última hoja del árbol que vivió un momento y el viento desgajó en seguida con las ramas desnudas, clamando por su imagen, hundida en el espejo.


82 •

palabras

Vivir es irse muriendo, por eso lloran los niños, al nacer. Estaban felices en el limbo de su madre, aún sin pecado, y la vida, este señuelo, los trajo al mundo, a veces con inmenso dolor. Por eso lloran los niños, nada más haber echado un vistazo a los que les espera. No saben, todavía, que esto de nacer, en los tiempos que corren es un privilegio, que van a conocer la alegría y el dolor, esas dos singulares, tremendas sensaciones, van a compartir con el mismo Hijo de Dios el hecho de nacer, a tener la posibilidad de enamorarse, tocar, estremecidos, la tersura de otra piel amada, en carne viva. Cuando toco a mi amada, ella siente la caricia en carne viva en su corazón. Pero ese privilegio hermoso hay que pagarlo en la terrible moneda de la incertidumbre acerca del día, de la hora, del lugar, y lo que es más tremendo de lo inconcebible, que espera


palabras de miedo a morir (esperanzado) • 83

del otro lado del espejo en que al mirarse y conocerse, al fin, el hombre llega a donde tenĂ­a que llegar pues para eso ha nacido y por eso los niĂąos, al nacer, lo primero que hacen es llorar amargamente.


84 •

palabras

Cuando no hay nadie, lo que me falta es el apoyo de las palabras, que los demás, al final no son más que eso, palabras que te ayudan a sobrevivir, te laceran, te consuelan o te matan con la misma indiferencia porque de los demás, por más que te quieran o te odien, sólo dos te dieron la vida y cualquiera puede, sin embargo, matarte, sin que por eso el mundo se acabe, ni a veces se entere nadie, pero todos, vivo o muerto, te cubrirán con el centón interminable, la implacable letanía, tan necesaria para sobrevivir, y, en su caso, morir, de sus palabras, que, si te faltasen, como a mí hoy, te mantendrían en el oscuro silencio, este miedo sin límites de la soledad.


palabras de miedo a morir (esperanzado) • 85

Cuando llegas, muchos años después de todo, a eso que muchos se resisten a llamar vejez, descubres que las cosas, las personas, las ciudades, todo está mucho más lejos de lo que solía. Me sorprendo, cuando voy en tu busca, contándome los pasos, quieto, para recobrar el aliento respirando hondo. Y sin embargo, en seguida, al pasar, imagino que he echado a correr tras la pelota de esos otros niños, que, como yo, juegan esta mañana, en el parque. Es el mismo paisaje, tan conocido, que soy capaz, si cierro los ojos, de seguir viéndolo mientras corremos, los de siempre, aquellos que fuimos niños, supimos de las guerras interminables


86 •

palabras

y las paces efímeras, aquellos que lo somos aún, pero he de cerrar los ojos, estarme quieto, concentrarme en esto tan complicado de estar vivo aún.


palabras de miedo a morir (esperanzado) • 87

Con cada niño nace la esperanza, cada muerte anuncia la de todas las estrellas del Universo, con su cortejo de planetas, quizá con cada especie de seres pensantes que circule por el espacio buscándonos para llorar con nosotros cada muerte. Si no fuera porque el buen padre Dios está del otro lado de su vieja puerta, esperando, tal día como hoy, parecería que no vale la pena haber vivido y haber sido incomprensiblemente capaz de matar, de imaginar que quitar la vida a otro pueda servir para algo más que convocar a todos a toque de campana a la solemne y trágica derogación de la esperanza.


88 •

palabras

¿Qué es el tiempo, qué la vida, qué es todo, qué es nada? De repente, has subido a lo más alto de cualquier montaña y no sabes si eso ha servido a alguien para comer mañana, ni si quedará ahora mismo alguien abajo, donde la distancia sideral oculta los cadáveres de las estrellas que siguen en el cielo, pero ya no están. No me pidas que te lo explique, cuando nada tiene una explicación realmente fiable, nada es como fue o como será, de modo que en el fondo nada es nada más que un planeta vacío en que hierven, tal vez porque algo, ahora mismo, esté naciendo, nuestros disparatados pensamientos, giróscopos polícromos que han de mezclarse para que la vida siga o para que acabe de nacer, y sin embargo, somos, de una manera inexorable y estremecedora.


palabras de miedo a morir (esperanzado) • 89

Cuando haya muerto, entiérrame ¿qué más te da?, entiérrame con música de Nueva Orleáns. Manda que me lleven despacito, al hombro camino del altar con la música loca, ¡tan alegre! que tocan las bandas, dislocada, de Nueva Orleans. Vaya donde vaya, si como yo creo hay un más allá, del otro lado del espejo, ¿por qué vais a llorar cuando yo ya no pueda? Manda, amor mío, mi vida, que pongan la música de Nueva Orleáns. Te dejaré en un rincón, ordenados, numerados, los discos que yo pondría, pero, ya ves, te dejo que tu escojas, con tal de que sea, alegre, disparatada, y venga acompañando mi tristeza de haberos abandonado,


90 โ ข

palabras

pintando sobre mis huellas la cadencia saltarina del jazz, la tristeza encubierta, mรกgica del blues ยกy dejad ya de llorar!


palabras de miedo a morir (esperanzado) • 91

¿Es un sueño que acaban siempre en locura, la imagen de la eternidad? ¿La eternidad, ella misma, tal vez?.


elev satoivag y sadugaitnup sañeügic ,sojecnev ,sanirdnolog ed salleuh ed onell átse oleic le y otsoga odinev ah ,nauJ nas roñes ,abla led sallilednaC uq rop emid ,erdam ,adnA .aeram al ed ,ehcon atse ,soseb sol noradeuq ednod ,ayalp al ed anera al ogeuf nis ,otcat la ameuq ,rolac ohcum ecaH p sal ognitsid on oleic le ne los le edra euq noc otsoga ed ratiperc etse noc ,aroha y aíbed odnauc oletrátnugerp a opmeit oid em oN .se omoc odot etiuqra are euq ,siuL ogima iM .dadivaN anañam y socicnalliv sol riced neleus ,aneubehcoN se ehcon atse ,aucsaP sE .odneicid seugis em euq sarb ed ,dadivaN ed senoicaticilef sasomreh aíbircse y abatnip ,odot erbos ,orep ,sotcudaiv y satulov abaños ,eria le noc abalczem sal ,sardeip sal abaledom ma iM .sarugif sal ,sadaromane ,sadajiboc ,ortned ,y ,néleB ed latrop nu omoc ,sonam sanu ,etnemasodadiuc ,abajubid y !odican ah son oñiN nu baivne em ,olgis ed oicret nu ed sám etnarud ,oña adac ,abama otnat lé euq a ,soiD erdap neub le noc ,oleic le ne átse y óirum es euq atsah ,siuL uqa ed ograma nórrut led robas le ,saiglatson sal sadot sadatsurcni eneit aucsaP al ,aucsaP sE .ocicnalliv us ,arunret ed onell ,dadivaN ed ojubid am artseun ed ,aleuba al ed ,aleubasib al ed seneleb sol sodot ed alczem ,néleb led orrab ed sarugif sal ,sarto ed odanoisuli nórrut led le ,aneubehcoN ed sol ed samey sal noc salraiciraca otnat ed sasret ,sadadivloimes albein ed senorij aroha ,sarugif sarto sal y ,ocicnalliv omsim le abatnac erpmeis euq se euq y sodasnac nat ay sorbmoh sol erbos asep em yoh euq ,íuqa atsah sorbmoh ne norejart sorto euq ,aírgela atinifni se ,aucsaP sE .airomem al ed reiuqis in euq ,sosrev sotse ogid sel oy y odnaroseta nav y etneuc sel euq nedip em ,narim em ,sojo sol ohcum nerba euq ,sotein sim a odnagertne et sal sacot odnauc onaip led saton sal omoc ,anatnev al ne acohc y avell otneiv le euq sajeiv sarbalap omoc ,auga ed satog omoc naneus euq ,nos saP se ,aneubehcoN se euq ehcon atse odican ah son oñiN le omoc ,omsim aroha ,acisúm al ,etneicublab ,odneican areivutse is omoc se y odíartsid tse oy sartneim abasevarta ol ,ram al ed sozarb ne adimrod ,alocarac al ,odnum orto se ram aL ?ednód edsed¿ ,auga le ojart euq racán ed salocaraC ndelillas del alba, señor san Juan, ha venido agosto y el cielo está lleno de huellas de golondrinas, vencejos, cigüeñas puntiagudas y gaviotas veleras. ace mucho calor, quema al tacto, sin fuego la arena de la playa, donde quedaron los besos, esta noche, de la marea. Anda, madre, dime por qué es do como es. No me dio tiempo a preguntártelo cuando debía y ahora, con este crepitar de agosto con que arde el sol en el cielo no distingo las palaas que me sigues diciendo. Es Pascua, esta noche es Nochebuena, suelen decir los villancicos y mañana Navidad. Mi amigo Luis, que era arquitecto, odelaba las piedras, las mezclaba con el aire, soñaba volutas y viaductos, pero, sobre todo, pintaba y escribía hermosas felicitaciones de Navidad, decía: n Niño nos ha nacido! y dibujaba, cuidadosamente, unas manos, como un portal de Belén, y, dentro, cobijadas, enamoradas, las figuras. Mi amigo is, hasta que se murió y está en el cielo, con el buen padre Dios, a que él tanto amaba, cada año, durante más de un tercio de siglo, me enviaba su bujo de Navidad, lleno de ternura, su villancico. Es Pascua, la Pascua tiene incrustadas todas las nostalgias, el sabor del turrón amargo de aquella ochebuena, el del turrón ilusionado de otras, las figuras de barro del belén, mezcla de todos los belenes de la bisabuela, de la abuela, de nuestra madre, e siempre cantaba el mismo villancico, y las otras figuras, ahora jirones de niebla semiolvidadas, tersas de tanto acariciarlas con las yemas de los dedos la memoria. Es Pascua, es infinita alegría, que otros trajeron en hombros hasta aquí, que hoy me pesa sobre los hombros ya tan cansados y que estoy tregando a mis nietos, que abren mucho los ojos, me miran, me piden que les cuente y van atesorando y yo les digo estos versos, que ni siquiera lo n, que suenan como gotas de agua, como palabras viejas que el viento lleva y choca en la ventana, como las notas del piano cuando tocas las teclas traído y es como si estuviera naciendo, balbuciente, la música, ahora mismo, como el Niño nos ha nacido esta noche que es Nochebuena, es Pascua. racolas de nácar que trajo el agua, ¿desde dónde? La mar es otro mundo, la caracola, dormida en brazos de la mar, lo atravesaba mientras yo estuve rmido y tú velabas. Luego, ambos nos quedamos mirando absortos alguna estrella. Tal vez la de los Magos de Oriente, que es Navidad, ¿recordas?. Hay susurros de agua viva, están encendidas todas las ilusiones, pero hay también, muertos recientes, que esperan … Yo no sé que esperan los que otaron el caudal de la esperanza. Creo que forman parte de la luz inmóvil de la Navidad, de la sonrisa del Niño, del barro de las figuras, que corrien


palabras para rezar en voz baja


ndelillas del alba, señor san Juan, ha venido agosto y el cielo está lleno de huellas de golondrinas, vencejos, cigüeñas puntiagudas y gaviotas veleras. ace mucho calor, quema al tacto, sin fuego la arena de la playa, donde quedaron los besos, esta noche, de la marea. Anda, madre, dime por qué es do como es. No me dio tiempo a preguntártelo cuando debía y ahora, con este crepitar de agosto con que arde el sol en el cielo no distingo las palaas que me sigues diciendo. Es Pascua, esta noche es Nochebuena, suelen decir los villancicos y mañana Navidad. Mi amigo Luis, que era arquitecto, odelaba las piedras, las mezclaba con el aire, soñaba volutas y viaductos, pero, sobre todo, pintaba y escribía hermosas felicitaciones de Navidad, decía: n Niño nos ha nacido! y dibujaba, cuidadosamente, unas manos, como un portal de Belén, y, dentro, cobijadas, enamoradas, las figuras. Mi amigo is, hasta que se murió y está en el cielo, con el buen padre Dios, a que él tanto amaba, cada año, durante más de un tercio de siglo, me enviaba su bujo de Navidad, lleno de ternura, su villancico. Es Pascua, la Pascua tiene incrustadas todas las nostalgias, el sabor del turrón amargo de aquella ochebuena, el del turrón ilusionado de otras, las figuras de barro del belén, mezcla de todos los belenes de la bisabuela, de la abuela, de nuestra madre, e siempre cantaba el mismo villancico, y las otras figuras, ahora jirones de niebla semiolvidadas, tersas de tanto acariciarlas con las yemas de los dedos la memoria. Es Pascua, es infinita alegría, que otros trajeron en hombros hasta aquí, que hoy me pesa sobre los hombros ya tan cansados y que estoy tregando a mis nietos, que abren mucho los ojos, me miran, me piden que les cuente y van atesorando y yo les digo estos versos, que ni siquiera lo n, que suenan como gotas de agua, como palabras viejas que el viento lleva y choca en la ventana, como las notas del piano cuando tocas las teclas traído y es como si estuviera naciendo, balbuciente, la música, ahora mismo, como el Niño nos ha nacido esta noche que es Nochebuena, es Pascua. racolas de nácar que trajo el agua, ¿desde dónde? La mar es otro mundo, la caracola, dormida en brazos de la mar, lo atravesaba mientras yo estuve rmido y tú velabas. Luego, ambos nos quedamos mirando absortos alguna estrella. Tal vez la de los Magos de Oriente, que es Navidad, ¿recordas?. Hay susurros de agua viva, están encendidas todas las ilusiones, pero hay también, muertos recientes, que esperan … Yo no sé que esperan los que otaron el caudal de la esperanza. Creo que forman parte de la luz inmóvil de la Navidad, de la sonrisa del Niño, del barro de las figuras, que corrienvan, sin moverse, todas, a adorarlo esta mañana; son parte de la alborada, gotas de la flor del agua. Te escribo, madre, mientras no sé quién toca a hopín –un nocturno- a ritmo figúrate, de jazz -¿qué habría dicho tu vieja profesora de piano? ¿qué el tío Pedro? A mí, tengo que confesarte que me sta. También me gustaría que estuvieses, precisamente ahora, mientras te escribo, sentada aquí, a mi lado. Calla –te diría-, con la de cosas de que tenamos que hablar en seguida, ¡la de cosas …! desde que te fuiste aquella tarde, sin darme tiempo a convencerme de que te ibas sin haberme escuchatantas palabras que ahora me remuerden el alma como silencios hambrientos. Te escribo para que sepas que ahora me he hecho viejo, más viejo, ya, e tú y que sé que te debo todavía muchísimas palabras caricia de las que solo pueden, solo deben, pero deben decirse a una madre. Cierra la ventadel miedo que ha llegado la noche y es casi invierno, cierra, madre, y déjame apoyar en tu seno frío de soledades, me arrepiento de no haberte dicho, a y otra vez, cada día, te quiero, cierra la ventana, deja que llore en tu regazo toda la ingratitud de mi silencio aunque ya sea inútil, se hayan secado ojos y hayas muerto. He venido, madre, a la casa y ya no estabas, quise entrar y asusté a no sé quién que abrió la puerta, me miró, ¿a quien busca? o le quise decir que te buscaba, miré el pasillo seguía estando oscuro, pero sin ti, ahora más oscuro. Eché a rodar unas palabras que podría haberte ho y por eso me duelen, calladas, en el fondo del alma, y tampoco encontraron las huellas de tus pasos. Oiga –me dijo no sé quién– llamaré, si no


palabras para rezar en voz baja • 95

Candelillas del alba, señor san Juan, ha venido agosto y el cielo está lleno de huellas de golondrinas, vencejos, cigüeñas puntiagudas y gaviotas veleras. Hace mucho calor, quema al tacto, sin fuego la arena de la playa, donde quedaron los besos, esta noche, de la marea. Anda, madre, dime por qué es todo como es. No me dio tiempo a preguntártelo cuando debía y ahora, con este crepitar de agosto con que arde el sol en el cielo no distingo las palabras que me sigues diciendo.


96 •

palabras

Es Pascua, esta noche es Nochebuena, suelen decir los villancicos y mañana Navidad. Mi amigo Luis, que era arquitecto, modelaba las piedras, las mezclaba con el aire, soñaba volutas y viaductos, pero, sobre todo, pintaba y escribía hermosas felicitaciones de Navidad, decía: ¡un Niño nos ha nacido! y dibujaba, cuidadosamente, unas manos, como un portal de Belén, y, dentro, cobijadas, enamoradas, las figuras. Mi amigo Luis, hasta que se murió y está en el cielo, con el buen padre Dios, a que él tanto amaba, cada año, durante más de un tercio de siglo, me enviaba su dibujo de Navidad, lleno de ternura, su villancico. Es Pascua, la Pascua tiene incrustadas todas las nostalgias, el sabor del turrón amargo de aquella Nochebuena, el del turrón ilusionado de otras, las figuras de barro del belén, mezcla de todos los belenes de la bisabuela,


palabras para rezar en voz baja • 97

de la abuela, de nuestra madre, que siempre cantaba el mismo villancico, y las otras figuras, ahora jirones de niebla semiolvidadas, tersas de tanto acariciarlas con las yemas de los dedos de la memoria. Es Pascua, es infinita alegría, que otros trajeron en hombros hasta aquí, que hoy me pesa sobre los hombros ya tan cansados y que estoy entregando a mis nietos, que abren mucho los ojos, me miran, me piden que les cuente y van atesorando y yo les digo estos versos, que ni siquiera lo son, que suenan como gotas de agua, como palabras viejas que el viento lleva y choca en la ventana, como las notas del piano cuando tocas las teclas distraído y es como si estuviera naciendo, balbuciente, la música, ahora mismo, como el Niño nos ha nacido esta noche que es Nochebuena, es Pascua.


98 •

palabras

Caracolas de nácar que trajo el agua, ¿desde dónde? La mar es otro mundo, la caracola, dormida en brazos de la mar, lo atravesaba mientras yo estuve dormido y tú velabas. Luego, ambos nos quedamos mirando absortos alguna estrella. Tal vez la de los Magos de Oriente, que es Navidad, ¿recordabas?. Hay susurros de agua viva, están encendidas todas las ilusiones, pero hay también, muertos recientes, que esperan … Yo no sé que esperan los que agotaron el caudal de la esperanza. Creo que forman parte de la luz inmóvil de la Navidad, de la sonrisa del Niño, del barro de las figuras, que corriendo, van, sin moverse, todas, a adorarlo esta mañana; son parte de la alborada, gotas de la flor del agua.


palabras para rezar en voz baja • 99

CARTA DE AMOR Te escribo, madre, mientras no sé quién toca a Chopín –un nocturnoa ritmo figúrate, de jazz -¿qué habría dicho tu vieja profesora de piano? ¿qué el tío Pedro? A mí, tengo que confesarte que me gusta. También me gustaría que estuvieses, precisamente ahora, mientras te escribo, sentada aquí, a mi lado. Calla –te diría-, con la de cosas de que tendríamos que hablar en seguida, ¡la de cosas …! desde que te fuiste aquella tarde, sin darme tiempo a convencerme de que te ibas sin haberme escuchado tantas palabras que ahora me remuerden el alma como silencios hambrientos. Te escribo para que sepas que ahora me he hecho viejo, más viejo, ya, que tú y que sé que te debo todavía muchísimas palabras caricia de las que solo pueden, solo deben, pero deben decirse a una madre.


100 •

palabras

Cierra la ventana del miedo que ha llegado la noche y es casi invierno, cierra, madre, y déjame apoyar en tu seno frío de soledades, me arrepiento de no haberte dicho, una y otra vez, cada día, te quiero, cierra la ventana, deja que llore en tu regazo toda la ingratitud de mi silencio aunque ya sea inútil, se hayan secado tus ojos y hayas muerto.


palabras para rezar en voz baja • 101

He venido, madre, a la casa y ya no estabas, quise entrar y asusté a no sé quién que abrió la puerta, me miró, ¿a quien busca? No le quise decir que te buscaba, miré el pasillo seguía estando oscuro, pero sin ti, ahora más oscuro. Eché a rodar unas palabras que podría haberte dicho y por eso me duelen, calladas, en el fondo del alma, y tampoco encontraron las huellas de tus pasos. Oiga –me dijo no sé quiénllamaré, si no se va, a la policía … Ya, qué más daba, no te dije nada más, regresé a mi vejez y me puse a llorar.


102 •

palabras

Dame, Señor, la luz y dame fuerza para hacer el camino. No el que yo hubiese querido hacer, sino éste, por lo menos, mil veces iniciado y otras tantas fallido. Dame, ya que no es posible que llegue a ninguna parte, que complete una buena acción siquiera, y fuerza para estar cada mañana alzándome de la aridez del polvo seco del fracaso mío de cada día y que la muerte me sorprenda intentándolo, aunque vuelva a ser sin éxito, de nuevo.


palabras para rezar en voz baja • 103

Descubro esta mañana de sol inesperado en pleno otoño que si se dobla la esquina del camino, hay más allá otro valle, y otro, después, y hasta es posible que siempre otro, siempre diferente, a veces de modo casi imperceptible, como si también fuese yo ese mismo niño que juega un juego antiguo al bode del mismo rumor, al parecer eterno del río, ese rumor, que, diré una vez más, que tiene que ser eco de la voz del buen padre Dios, que insiste en decirnos algo sin duda importante, que somos, que por lo menos yo, soy incapaz de entender.


104 •

palabras

Dime cómo consigues, buen padre Dios, inmóvil, la rica variedad y la policromía simultánea de todos los paisajes, a la vez que el silencio interminable del universo, constante en el jadeo de vida de su majestuoso movimiento.


palabras para rezar en voz baja • 105

El tiempo que pasa lo llevan las nubes colgado, como una guirnalda. Cuando decimos que estamos matando el tiempo, con las tijeras del mirar, estamos cortando esa guirnalda y llenando las cunetas del camino de pájaros muertos. Los pájaros son proyectos fallidos de ángeles. Los ángeles son la voz del buen padre Dios cuyos eco son los ruidos todos de la creación. Hacerse viejo da tiempo a mirarlo, al tiempo pasar. Y a escuchar. La voz del buen padre Dios es inmensa, mayor que la mar y está hecha de ángeles y de arcángeles cuyas sombras son los pájaros.


106 •

palabras

Ese polvillo de color incierto, que cubre los pétalos de la flor, dime, buen padre Dios, ¿tiene algo de lo que fue textura, ternura de su piel de nácar, fuego y sosiego a la vez? Ahora, cuando no está y la busco y hasta es posible que haya muerto sin nacer, la criatura soñada, la esperada, me pregunto si será parte de su alma, alguna palabra suya, una mirada, la más recóndita arruga, una curvatura, el esbozo de un gesto, su escorzo, esta lluvia de polen derramado, cuyo color incierto arranca el sol de los pétalos de la flor. Puesto que es posible que todo sea nada y nada, todo.


palabras para rezar en voz baja • 107

Y el mundo este crepitar del fuego, del olvido del deseo, de su sueĂąo.


108 •

palabras

Estás solo cuando no tienes nadie a quien dar no sé qué, tal vez esa palabra que te quema en la boca, la mano, para sentir su mano agradecida o no, eso qué más da, si a ti, cuando te entregas, te queda el manantial, recién alumbrado, de la alegría. Estás solo cuando te rechazan y no tienes nada, ni nadie por quien morir para que la vida continúe. Estás solo cuando no importa lo que digas, las palabras se vuelvan al aire, puesto que aire son, cuando las digas. Estarías, entonces, solo, si no existiera el buen padre Dios, y aún, a pesar de todo, hay quien se atreve a negar que está ahí, con su infinita paciencia goteando sobre la carne viva del alma.


palabras para rezar en voz baja • 109

Feliz Navidad, lo dicen en multitud de idiomas, algunos semiolvidados, los tarjetones que llegan de los mĂĄs remotos lugares imaginables, de otros pueblos casi deshabitados, de ciudades superpobladas. Feliz Navidad, insisten en desearnos, yo tambiĂŠn os deseo una feliz Navidad, contestamos en seguida. Y todos estamos de acuerdo.


110 •

palabras

Florece y muere, cada día de vida, la primavera, en cada tanda de flores de cada especie que se van sucediendo y marchitando para que el buen padre Dios vuelva a crearnos, el verano, la esperanza que viene de una nueva cosecha, que ya estamos soñando.


palabras para rezar en voz baja • 111

Grisperla de niebla en el cielo, apenas azul en la esquina, que nadie sabe si lo abrió un suspiro de muchacha núbil o el picotazo distraído de mi gaviota favorita, siempre la misma. Esa que se coloca, de cara al viento, en medio del paisaje habitual de mi ventana de las tardes opacas. Sube, baja, apenas mueve las alas veleras. Casi seguro, estoy, de que piensa o de que sueña, mirando el horizonte de mucho más allá de lo que alcanzo. Sabe el buen padre Dios qué sueños cabrá soñar desde la atalaya alta, el punto de vista, la perspectiva de una gaviota velera como la mía. ¿Es mía? ¿Existe esa gaviota? ¿Es sólo ese gran pájaro horrible, carroñero feroz un mal pensamiento que alguien ha olvidado frente a mi ventana?


112 •

palabras

Guardemos silencio, esta tarde, ha entrado noviembre, de puntillas, deslizándose por entre los ramos de flores del cementerio donde duerme la multitud, ingente, hoy estremecida, se diría que de nuevo vulnerable, de los muertos. Cada uno, amortajado con palabras: tu desconsolada, tus queridos, quien no te olvida, aquí yace, reza por mí, no soy más que ceniza. Sobre el blancosucio de la lápida han escrito versos, que las gaviotas altas traducen a su idioma de graznidos. Hay una invasión de flores, palabras y recuerdos, flotando a la vez dispersos y entremezclados con la niebla. Llueve. Es noviembre de nuevo. Mañana, si el buen padre Dios quiere, escogeremos las panojas, pasado, iremos al amagosto, mataremos un cerdo bien cebado, pisaremos la uva, moleremos el grano, guardaremos en el hórreo las los quesos y en el armario de la ropa blanca, las manzanas


palabras para rezar en voz baja • 113

más olorosas. Hay que hacer el camino en seguida, con prisa, que llegará un noviembre y nosotros, también estaremos muertos entre palabras y flores, responsos, lluvia, lamentos. El viento, un viento color de hoja seca mece la ternura violácea del lazo de un ramo de flores ya descoloridas.


114 •

palabras

Hay una fuente de agua clara, helada, que nace en un monte que yo tengo, es mío, según las leyes de los hombres, pero no doy abasto a beber su agua viva, ¿qué he de hacer? ¿dejarla ir? Alguien la tomará para sí antes de que llegue al valle y ya no será mía, mi agua clara, mi agua viva. ¿Por qué, si toda ella me pertenecía? Bajando mi ladera, el agua canta. Si la bebiera yo toda, se acabaría la canción, que es eco de la voz del buen padre Dios, de Quien es el agua que yo pensara mía.


palabras para rezar en voz baja • 115

Me mira, esta mañana. muy abierto, asombrado, el ojo pensativo de la luna, ¿dónde vas –parece que me dicecon este frío. El perro no tiene frío, insiste, se me lleva ribera del río arriba, por donde los patos aburridos y la astucia del coromorán. Oigo, como cada día, ahora que no hay en la calle más que ausencias y silencio, el eco, una vez más de la voz de Dios. ¿Dónde estás –le pregunto-, qué puedo hacer para tocarte, como te presiento en el aire de la mañana? Pero el buen padre Dios está siempre callado desde que el hombre recuerda. ¡¿Por qué?! Se mueven las ramas desnudas del humero del río, como única respuesta tal vez sonriendo.


116 •

palabras

Se desenrosca muy despacio, soñolienta, la caravana polícroma de la Semana Santa. Viene carretera, esa desgarradura, adelante, del paisaje todavía árido, porque no es verano, ni ha prendido el anhelante suspiro de la primavera en el suelo reseco del frío. Y todos rivalizan en salir por el otro lado del camino sin pueblos de las nuevas caravanas, nerviosas, que van en busca del fervor antiguo y la nueva incredulidad de unos tiempos indecisos. ¿Habrá muerto Dios, que parece por lo menos enmudecido, atónito? Pasa la interminable audacia de los automóviles por entre los ecos tan evidentes de la voz del buen padre Dios. De vez en cuando, uno, ¿al azar? se sale del lendel, de la rutina, estalla, Dios recoge los restos, con infinita ternura, húmedos como yacen de tristeza y de lágrimas. Abre la puerta del amor, probablemente se refleje, en algún lugar desconocido, como un reverbero, sobre la piel de la mar, el resonar de su sonrisa de bienvenida.



ay, dicen, dos maneras de oler una flor: cortada y en la mano, agonizante o viva, en el jardín, cubierta de rocío. Ando por el diccionario busndo palabras, las desentierro, las siembro en la superficie blanca de la tierra de mi papel recién comprado, din A 4, de 90 gramos, las culo metiendo la reja de la razón alborotada, desorientada. Voy poniendo unas aquí, otras del lado de allá, hasta formar el jardín de un relaNadie lo leerá, va a ser mi jardín secreto. Te invitaré a leerlo, te llevaré a lo más profundo del macizo de las azaleas, y cuando estés más scuidada, te robaré un beso. -¿Y después? -Después, ambos, despertaremos en medio de la noche, insoportablemente solos. ¿Por qué son ntas las estrellas? ¿por qué siguen brillando, si están muertas? ¿por qué las deja morir, el buen Dios, si eran tan bellas? Flotaban en el agua sa como un espejo, escoltando la ausencia de la luna, tal vez su recuerdo. Por la mañana, temprano, donde el agua se hace espuma, beso, contré sobre la arena una sola estrella, que esa noche había muerto. La noche que tú te fuiste, que por eso la recuerdo. Atravesar el mar, e al otro extremo, donde El Dorado y la Fuente de la Eterna Juventud. ¿Y si gastamos la vida? La vida hay que empeñarla, apostarla, vivirSi el destino es la luz, para nosotros, no creo que podamos llegar empapados de oscuridad y noche, niebla. Con la del alba, hoy, oí sonar


palabras que sigue moviendo el viento cuando para


ay, dicen, dos maneras de oler una flor: cortada y en la mano, agonizante o viva, en el jardín, cubierta de rocío. Ando por el diccionario busndo palabras, las desentierro, las siembro en la superficie blanca de la tierra de mi papel recién comprado, din A 4, de 90 gramos, las culo metiendo la reja de la razón alborotada, desorientada. Voy poniendo unas aquí, otras del lado de allá, hasta formar el jardín de un relaNadie lo leerá, va a ser mi jardín secreto. Te invitaré a leerlo, te llevaré a lo más profundo del macizo de las azaleas, y cuando estés más scuidada, te robaré un beso. -¿Y después? -Después, ambos, despertaremos en medio de la noche, insoportablemente solos. ¿Por qué son ntas las estrellas? ¿por qué siguen brillando, si están muertas? ¿por qué las deja morir, el buen Dios, si eran tan bellas? Flotaban en el agua sa como un espejo, escoltando la ausencia de la luna, tal vez su recuerdo. Por la mañana, temprano, donde el agua se hace espuma, beso, contré sobre la arena una sola estrella, que esa noche había muerto. La noche que tú te fuiste, que por eso la recuerdo. Atravesar el mar, e al otro extremo, donde El Dorado y la Fuente de la Eterna Juventud. ¿Y si gastamos la vida? La vida hay que empeñarla, apostarla, vivirSi el destino es la luz, para nosotros, no creo que podamos llegar empapados de oscuridad y noche, niebla. Con la del alba, hoy, oí sonar


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 121

Hay, dicen, dos maneras de oler una flor: cortada y en la mano, agonizante o viva, en el jardĂ­n, cubierta de rocĂ­o.


122 •

palabras

Ando por el diccionario buscando palabras, las desentierro, las siembro en la superficie blanca de la tierra de mi papel recién comprado, din A 4, de 90 gramos, las cultivo metiendo la reja de la razón alborotada, desorientada. Voy poniendo unas aquí, otras del lado de allá, hasta formar el jardín de un relato. Nadie lo leerá, va a ser mi jardín secreto. Te invitaré a leerlo, te llevaré a lo más profundo del macizo de las azaleas, y cuando estés más descuidada, te robaré un beso. -¿Y después? -Después, ambos, despertaremos en medio de la noche, insoportablemente solos.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 123

¿Por qué son tantas las estrellas? ¿por qué siguen brillando, si están muertas? ¿por qué las deja morir, el buen Dios, si eran tan bellas? Flotaban en el agua tersa como un espejo, escoltando la ausencia de la luna, tal vez su recuerdo. Por la mañana, temprano, donde el agua se hace espuma, beso, encontré sobre la arena una sola estrella, que esa noche había muerto. La noche que tú te fuiste, que por eso la recuerdo.


124 •

palabras

Atravesar el mar, irse al otro extremo, donde El Dorado y la Fuente de la Eterna Juventud. ¿Y si gastamos la vida? La vida hay que empeñarla, apostarla, vivirla. Si el destino es la luz, para nosotros, no creo que podamos llegar empapados de oscuridad y noche, niebla. Con la del alba, hoy, oí sonar con lentitud las campanadas del reloj de la torre. Marcaron, pausadas, sin prisa, la cadencia del andar del tiempo. ¿Y si la eternidad no fuese más que el resto del trazo de la línea, el camino, que caminamos, que dejamos marcado de este lado del espejo, en esta playa de que parto para atravesar el mar, irme al otro extremo?


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 125

-¿Y usted? -Nada. No quiero nada. -¿Entonces …? -Entré para escuchar tu voz. Que digas cualquier cosa, el tiempo que hará mañana, el precio del petróleo, lo que cuestan las bagatelas del escaparate. No me importa nada más que tu voz, que vi, al pasar, tu sonrisa y me dije: su voz ha de ser la que esperaba. -¿Y es? -No lo sé, no me atrevo a escuchar.


126 •

palabras

A veces, como hoy, como esta tarde de otoño, es importante recordarlo, es otoño, cae todo, desde la niebla hasta las hojas y los cristales rotos por las palomas asustadas, en ocasiones como ésta, resulta casi imposible soportar la belleza, la expresividad, el sentimiento, con que la música, lo invade todo, como si impregnase el aire de la inmensa catedral del universo. Días como hoy, explican por qué estamos aquí, y sin embargo, seguimos siendo incapaces de entenderlo, borrachos como ahora mismo estamos de emoción y sentimiento, a la vez.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para โ ข 127

Al doblarse su tallo, la rosa, e inclinar, derrotada, su hermosura, sรณlo en apariencia, porque volverรก a nacer en cada rosa, hoy, acaba de reinventar la tristeza.


128 •

palabras

Acecho, ahora, los signos de que la tierra permanece viva, por debajo del frío del invierno. Desconfío del futuro que viene y será mejor, pero que sé que no me pertenece, que es de ese niño, que pasa si preocuparse, seguro de que mañana será otro día, lleno de probabilidades de que exista el sueño que lo mueve y empuja hacia la espléndida maravilla de vivir. Apenas me atrevo a alargar la mano de la esperanza, hundirla tal vez ya en la luz que ha de entrar quemándome los ojos para que vean.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 129

Cada día clave de cada etapa del vivir, que nadie sabe cuál es, cada uno de nosotros mata a su viejo yo, renace, convertido en asesino de sí mismo. Deja en el camino el cuerpo de las víctimas, una tras otra, cada cual vestida con jirones y harapos de los sueños que tuvo. Sólo la muerte puede recuperar, definitivamente libre, aquel niño inocente, que fuimos.


130 •

palabras

Cada cual, aquel día, puso su pensamiento entre las piedras del cesto de los destierros, envueltos en papel translúcido, de colores, según fuesen bueno o malos, intrincados o sencillos enamorados o de odio sin límites. Cada cual puso el suyo y cuando el sol se puso el viento de la tarde, que sopla desde la tierra hacia la mar, los desnudó y lavó de tal manera que a la hora de la flor del agua todos eran pensamientos iguales, sin luces ni sombras, incoloros como almas recién nacidas.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 131

Cada semana son siete las campanadas del reloj de mi existencia, las siete iguales. Soy yo el que diferencia su sonido, estridente unas veces, otras sordo, a veces fallido como si el bronce hubiese roto, la esperanza quebrada por mi incredulidad. No puede ser otro día, es ayer, tal vez sea mañana. ¿Quién ordena los días para que a la del alba, cada hora ocupe su lugar, quién las flores para que se produzca el caos del jardín? Solemne, marca hoy la pauta de la vida recobrada, el rumor del agua.


132 •

palabras

Cada tarde de domingo íbamos, en el pueblo, carretera arriba o carretera abajo, hasta las lunetas donde, jadeando, descansaban los viejos y los niños emprendíamos la busca del muérdago para cazar jilgueros, cada tarde de domingo, cuando no había coches ni se había producido todavía la gran riada del tiempo, que se ha salido, dicen, de todos los cauces del mundo, a la vez, y ahora no sabe nadie si es cosa del cambio climático, pero lo cierto es que no da tiempo a ver las cosas que pasan, que el agua lleva con la prisa vertiginosa con que corre a la mar, sin darse cuenta de que la mar inmensa es absolutamente impredecible.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 133

Cae la bandada de estorninos sobre el bosque, desaparece, se han hecho, dicen, arbustos, eran ángeles y si al llegar la primavera fracasan en su examen para llegar a ser ángeles custodios, van a quedar mientras el mundo sea mundo y quede sobre la tierra un ser humano, en árboles. Cuando pase el viento, tañerá en sus hojas, aleluya, gloria al buen padre Dios y dará sombra y apoyo a los ángeles que cada tarde vengan a reclinar, cansados, su cabeza en el césped, a sus pies, y a los humanos que se busquen, buscando soledad en sus umbrías.


134 •

palabras

Cerca de la mar, eterna, el río va cansado y soñoliento. Se duerme bajo las ramas de que la umbría viste su carne viva oscura. Dice el río, solemne, las últimas palabras, que serán lo que el paisaje recuerde. Luego mueve las campanillas de espuma de una niñez fingida, recobrada, al parecer, para que muera la dulzura y mude en ser de nuevo agua brava, salobre, indómito fragor de desmedidos afanes, mar abierta, energía.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 135

Como en la fábula del sabio pobre, vamos lamentando no ser capaces de sobrevivir al paisaje, que muere, pero mucho más despacio que nosotros, no pensamos en el insecto o en la flor, que se despiden con el suspiro de su olor, o la picadura desesperada, que nos dejan. Preferiríamos seguir siendo nosotros, con duración de árbol, de montaña o de río. ¿Para qué?, si todos disfrutaremos o sufriremos, y compartiremos ese mismo último angustioso instante de atravesar la superficie del espejo como si hubiéramos durado lo mismo.


136 •

palabras

Creo que existe el mundo, un apretado sueño, una imposible multitud que camina hacia no sabe dónde, afanosa, cruel, despiadada o llena de ternura, consciente de que no tiene tiempo para nada, pero tal vez haya una eternidad del otro lado del espejo o un amor tan inmenso que baste para explicar incluso el odio. Creo que este temor, el afán de llegar, que nos mueve, el dolor del camino y, a pesar de todo, sentirme a punto de ser no sé qué absolutamente indescriptible, es la vida.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 137

Cuando llegue la primavera, y el prado de abajo de casa se llene de margaritas, salga la vieja osa de su osera, con el esbardo, y el fresno tenga brotes en sus ramas, te llevaré a darte un beso de nuevo junto a la fuente. Necesito recordar que habrá muchas primaveras, aunque hayamos muerto, que la muerte no es más que otro invierno, otro sueño de que he de despertar con tu mano en mi mano, como entonces, cuando éramos todavía apenas atisbos de la esperanza de la luz del día que ahora se va apagando, y un lucero, como aquel, en silencio, nos mira.


138 •

palabras

Cuando se acaba un camino, empieza la posibilidad de abrir otro que lleve a nadie sabe todavía dónde, todavía cuánto se tardará en llegar.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 139

Darse asco es tal vez el límite penúltimo del hombre de nuestro tiempo. No hay último lugar en este territorio donde todo se explica, hasta dejar de amar, a veces, con íntimo dolor que asola a otra persona. Se trata de sobrevivir a la tragedia sublime de haber nacido por culpa o gracias a otro amor de que somos cualquiera de nosotros, última, gloriosa consecuencia, grito y exaltación.


140 •

palabras

De niño, hacía poco que encauzaran el río, dejaron una hilera de árboles y paseábamos, los más viejos de entonces, que eran como yo soy ahora, bajo el sol, sobre el rumor del agua viva, muerta de risa. De niño, había muchos árboles, mayores y menores: el haya del parque del tío abuelo indiano, los mínimos aligustres, los magnolios del Parque, plátanos de paseo de troncos inabarcables, llenos de pájaros, cuyas copas se perdían entre las nieblas más misteriosas, altas y los evónimos pintados de oro sobre el verdeoscuro de su hojarasca. Ahora, los coches, y la vejez, mi vejez cansada, y, lo confieso, escéptica, el evónimo se ha mezclado co un vecino arbusto y perdió el oro en el cambio, pero es el único, mestizo y duro, que resiste y se enfrenta al hacha y a la piqueta, y me obliga, cuando llega este tiempo y se cubre de brotes, a recobrar, inexorablemente, la esperanza.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 141

Debe ser hermoso tomar entre las manos el barro, la madera, el mimbre o la herramienta y, corta de aquí, urde de allá, ir dando forma a personas, cosas y sueños. O mezclar y poner los colores, las notas musicales, y que nazca la melodía, el cuadro, la apariencia de vida inmortal. Debe ser hermoso.


142 •

palabras

Dejad estar a los muertos. Sus batallas ya no pueden ser las nuestras. Dejadlos que descansen del error o del acierto. Cualquier cosa que hagáis estará todavía cargada de odio, será fruto podrido de rencores, será venganza. Nadie puede tratar de hacer justicia hasta que olvide cualquier agravio. Dejad a los muertos quietos y solos. El buen padre Dios -y si no creéis en Dios, la tierra hueca, vacíase ocupan de ellos, los perdonan, como hay que perdonar antes de hacer justicia a nuestra burda manera. Dejadlos donde están, enterrados entre penas, olvidos, y la alegría estéril de quienes eran sus enemigos y amigos. Dejad que el tiempo los convierta en símbolos del bien o del mal de otra época que ya no nos concierne. A nosotros nos toca ir modelando la vida con lo que dejaron olvidado en la orilla a medida que se iban muriendo no juzguéis si de amor o de odio, porque uno y otro empiezan donde su opuesto acaba y vivir es irlos conjugando, convertirlos en esperanza de más vida. -


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 143

Desgasta el viento de vivir la montaña que somos, o el collado, nos va haciendo, a nuestro paso, de acuerdo, además, con el plan del buen padre Dios, que, como Miguel Angel hizo, con sus manos de barro, luz y genio, nos va sacando de la envoltura pétrea de la inercia en que nos equilibra la versatilidad de nuestra especie. La vida es el taller del alfarero, tristeza y alegría, sombra y luz, son las mitades de la rueda del alfar. Nosotros el cacharro trabajado con este esmero tantas veces fracasado por nuestro desempeño.


144 •

palabras

Día de difuntos; doña Inés del alma mía … Doblan las viejas campanas del lugar, haciendo largas pausas para dar tiempo a don Juan a engatusar a la novicia, precisamente hoy, día de difuntos, que pasan, arrastrando sus larguísimas sombras en el ocaso del tiempo que tuvieron para amar loca, apasionadamente, como don Juan Tenorio, y salvarse apenas en la última fracción de segundo de la última hora, suéltanos, piedra fingida, que aún queda el último grano, la gota más pequeña, sólo un suspiro, un quejido, en el reloj, la clepsidra, de mi vida.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 145

Domingo, sesión vermú, ya no van a misa las chicas, ya no van, ¿dónde están las chicas de mi pueblo a la hora de misa mayor? Duermen, las chicas de mi pueblo, la mañana a la hora de misa. El buen padre Dios las mira les inspira, como antes, amor. ¿Quién, cuándo echó, que ahora ya no están, a las chicas de mi pueblo de la misa mayor? Domingo, otoño, sol, salen de paseo por el parque las chicas de mi pueblo, intercambian palabras banales, mientras dice el cura misa en el altar mayor.


146 •

palabras

Dubitativo recorro el camino de hoy, que no sé si es el mío o el mío se ha borrado ya, cuando escogí, en aquella encrucijada, éste, donde acabo de encontrar el cansancio de dudar, tener ese miedo inconcreto que nunca sé de qué es en realidad. Y sin embargo adivino que cualquier camino, también cualquier camino equivocado, lo hacen mío mis pasos, el sudor, cada huella, las palabras que en él voy olvidando, como arbustos, unos floridos, otros secos en los bordes donde el brezo y la aulaga, donde susurra el viento incomprensibles mensajes de ánimo.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 147

Duda el día, si asomarse a la mar, tiene miedo de la espuma, y anda remoloneando el sol, con sus manos hundidas, ocultas en algodón de nube, si decidirse a mirar o dejar que el agua, sola, cante, con voz aguardentosa, a la mañana recién nacida. ¡Despiértate, mi niña, que viene el día! Se despierta, Sonríe, y el sol se despereza, por fin y nos mira. -


148 •

palabras

Echo al agua una rosa, digo, al oído del río, pegado al agua, una palabra de amor, quiero que las lleve lejos, hasta la playa donde haya una mujer sola, cansada, escéptica, absorta, que las recoja y las lleve y las esconda, en un rincón de su alcoba de mujer cansada, casi nada más que su sombra.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 149

El año empieza con dos rosas marchitas en seguida, en el viejo rosal y las ramas sobresaltadas de vida de la mimosa de la ladera. El año empieza con un libro deliberadamente triste y otro de aventuras imposibles. Pongo una torrentera de música y se lo lleva todo envuelto en luz, espuma de imaginación y recuerdos de un futuro radiante, que es como cada año, huele al morir y por eso nace otro. El año empieza como un centón de añoviejos, se persiguen las horas del alba entre un bosque de borrachos. Está el suelo lleno de pequeños fracasos recortados de papel de periódico, de farolillos y de vasos rotos y botellas olvidadas, sin acabar de beber, en el quicio de la madrugada.


150 •

palabras

Vamos, en alegre compaña, el barrendero de la manga riega, la mocita que llora porque ha perdido su noche azul y un vendedor de periódicos que, como es añonuevo, no tiene periódicos que vender. Podríamos –me diceinventar noticias, que fuesen todas buenas y echarlas a volar como misiles de paz. Alguien –le contestonos declararía en seguida una guerra y moriríamos, desde luego inútilmente, como héroes.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 151

El cielo, esta mañana, enero, Luarca, Asturias, dos mil diez, siglo, aunque parezca mentira, veintiuno, el cielo se espesa de gaviotas y graznidos. Me pregunto si cuando hayamos abandonado la tierra las últimas, indefensas, erráticas personas, hasta hace poco tan soberbias, quedarán, nos sucederán las miríadas de gaviotas que revolotean, graznan, nos miran con esa terrible, amenazadora fijeza con que nos miran, lo siento, esta mañana, como si me estuviesen clavando en la tierra, sujetando a la tierra.


152 •

palabras

El paso de la noche es, para el insomne, lento, apresurado para quien sufrió de amores y esta noche los quema en el ardor de una caricia, la última de aquel amor, primera de este recuerdo, para el niño, sólo un cerrar de ojos en el miedo y abrirlos en la sorpresa nueva ya del alba, tal vez por eso, los antiguos confundieron el tiempo con un dios y le llamaron Cronos sin tampoco entenderlo.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 153

El otoño, como un hombre cualquiera, se debate entre el ser y no ser del viejo Hamlet, con su soga a cuestas, de palabras vacías. Hamlet naufragó en el odio, el otoño, en este veranillo insólito, disfrazado, que no es de fiar, dice el portero de mi comunidad, y enciende la calefacción, y, como consecuencia, abrimos las ventanas y ha entrado un pájaro, que en seguida, se ha vuelto loco, los pájaros, seminaristas de ángeles, tienen miedo de la libertad de los hombres, se cubren, para no ver, los ojos con sus inmensas alas, y por eso tantos hombres se hacen un lazo corredizo de palabras y se ahorcan a la hora mala de la atardecida, cando no tienen a quien contarle la pena honda, que hay siempre brillando como una moneda, en el fondo del pozo de cada conciencia, y al ángel lo condenan, por cien mil años más, a ser pájaro y ángel custodio de otro hombre triste.


154 •

palabras

El perro me mira, mira -llueve –me dice-, amo -no me llames amo, amigo -guau -¿Qué has dicho? -Nada; me río en mi idioma. Los amos no tenéis perros amigos. Un amigo no guarda jamás rencor, no se acuerda más que del afecto que lo mueve, no hace nada, siquiera por favor, todo por amor. ¿Sabes tú lo que es amor, miserable, lo que quiere decir estar dispuesto incluso a morir por una sonrisa, un gesto, una palabra? Sólo –añadió- la vida que se vive por amor vale la pena. Luego, siguió ladrando. Sabe Dios lo que decía. -


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 155

El tiempo esta mañana es redondo como una manzana colorada, como la esfera a que el viejo maestro da vueltas, aburrido, mientras recitamos una vez más, siguiendo el ritmo la tabla de multiplicar. El tiempo, esta mañana, se persigue a sí mismo, dando vueltas, como un tiovivo, como las pescadillas que se muerden la cola, va como un hilo finísimo de luz, haciendo lazadas, alrededor de la niña que sueña, mirando el río desde detrás de los cristales, soñando que el tiempo, como un rayo se pierde entre las nubes, allá en lo más pálido del azul con que recatan, de día, las estrellas su insoportable belleza.


156 •

palabras

El timbre del despertador te recorre la espina dorsal como un chorro de agua helada, cae, gota a gota, el sol, la primera voz amiga, dice que buenos días, hace frío y sol, poco a poco te vas, me voy reconstruyendo, hasta llegar al espejo de afeitar, mirarme: ése no soy yo, ¿quién me cambiado esta noche?


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 157

Enero es un mes frío, doloroso sin versos que vienen congelados, inexpresivos, en el viento del norte, por eso le ponen al principio la venida de los Reyes Magos y la esperanza de cambiar con el año esta rutina nuestra, terca e insistente, que suele volver envuelta en la niebla de cola de enero, este mes frío que acabamos casi siempre sin un céntimo.


158 •

palabras

Entro en el año con esa cautela del que no sabe lo que hay más allá de un beso robado, si el amor o la nada, si la osadía de soñar nos lleva a un nuevo continente o al vacío que es donde jamás ha olido a nada una rosa, ni ha habido, tal vez ninguna rosa. Entro ciego en el año, con ambas manos extendidas en tu busca, sin saber aún si existes o no eres más que el beso soñado cando yo mismo no era más que un sueño, y por eso, hoy, primer día de año nuevo, apenas lo recuerdo con este hilo de vida que me arrastra.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 159

Entro y salgo del mundo del entresueño y los distingo menos, cada vez. Es como andar buscando, algún lugar, la identidad perdida u olvidada, algún lejano día, que nunca sé si otro vivió por mí, o si era yo mismo éste que ahora recuerdo, cuando, a medida que pasa, inexorable, la mentira del tiempo, me descubro más cerca cada día de algo que ya no sé si es miedo o luz, pero es real, sin duda, sin posible remedio de volver a contar otra mentira o recitar otro papel del otro personaje que ya no habré sido nunca.


160 •

palabras

Era una lejana ciudad, estuve una vez vagando por sus calles y me encontré una estatua conmovedora. Volví, años después, la busqué, recorrí las calles del laberinto, la judería, fui hasta el último rincón. No estaba. Fue como haber olvidado algo para siempre, como haber perdido, sin hallar previamente, el gesto de la mano, la expresión. Sabe alguien explicarme quién hace y deshace las ciudades, cambia los paisajes, reconstruye el mundo tras de cada puesta de sol, o si es que vagamos de un mundo a otro, tras de cada sueño y tú no has sido tú, jamás, ni soy yo ese que recuerdo, sino el que sueño todavía como si aún fuese posible.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 161

Éramos amigos, jóvenes, desbordados de ilusiones. Nos bastaba acompañarnos, apoyarnos, recitar por turno, criticar nuestros cuadros, que olían a aceite, barniz y color, ¿huele el color? Había ocasiones en que ellas nos miraban enamoradas de unos versos tan llenos de sentimiento, tan ingenuos, sinceros, que nos parecían inmortales. Nos dispersaron la vida y la muerte, pero yo, hay días, ocasiones, perdonadme, que os convoco y hablamos. Y otros días también presiento que sois vosotros, quienes desde éste y el otro lado del espejo me llamáis, habláis, como si todavía fuese sábado de cualquier semana de cualquier mes justo de aquel año que ya no recordamos porque ha pasado más de medio siglo aunque, cerrando los ojos, parezca mentira y que vamos a abrirlos y estaremos todos aquí, ahora, apoyando cada cual la ilusión de todos los otros por escribir esta tarde los mejores versos, de pintar el cuadro más deslumbrante de la época.


162 •

palabras

En realidad No es, todo esto, mĂĄs que un espejismo en el desierto otra vez estremecedor de una primavera reciĂŠn estrenada.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 163

Es mejor no ahondar en lo más profundo de la niebla del pensamiento que estoy pensando porque en el fondo de la razón está la locura, más allá de la cual se convierte la razón en un tormento, puedes acercarte tanto a la posibilidad de que sea verdad lo que piensas que dejes de creer en todo, incluso en tu propia existencia y entonces cuando hayas muerto podría ser como si jamás hubieras vivido y nadie sabe lo que podría ocurrirte en este horrible caso.


164 •

palabras

Es probable que no haya tiempo, que no me pertenezca ya éste, que transito en silencio, que toda las palabras que me ahogan ya debieron ser dichas para que las pudiesen escuchar esas otras personas que no son ya más que apenas recuerdos.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 165

Ese momento sobrecogedor en que mancillo una ilusión al lograrla, el vacío que se produce en mi consciente íntimo cuando llegan el matrimonio, la licenciatura o más sencillamente, el día de Reyes, que eras niño y deseabas de modo tan desesperado esto que ahora tienes ablandándose como los relojes oníricos de Dalí.


166 •

palabras

Está hoy quieto, helado, el aire nuevo de la mañana, no mueve el viento las palabras, que se han quedado, jirones de niebla y silencio, colgadas, como muérdago de las ramas desnudas del árbol del invierno, que no da sombra, no canta y apenas se refleja en el agua inquieta del arroyo en que se ha quedado la torrentera duermen mis sueños y mis versos, como dos gatos, uno blanco, otro negro, apacibles, en mi regazo.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 167

Esta tarde, a las siete y media de la tarde, estaba la luna, ¿qué hacía la luna, esta tarde, en medio del cielo, a medio hacer, a las siete y media de la tarde? Estábamos, la luna, el perro, otro perro, que nos ladró al pasar, la luna, ya digo, a medias de hacer, y yo, embobado, como Pierrot mirando la luna, como el gitanillo que la miraba en la fragua el día que pasó, y los vió Federico García Lorca. ¿Será ésta la misma luna o será otra? Pienso que aquella la llevaba Federico García Lorca, como un tesoro guardado, en el fondo de los ojos, la noche que lo mataron. ¡Huye luna, luna, luna …! pero cerraron sus ojos y lo enterraron. Por eso no puede ésta ser aquélla.


168 •

palabras

Esta tarde tampoco habrá puesta de sol, las oculta la tristeza de la lluvia, ese quedarse dormido del día cuando amanece gris como una vieja estampa en blanco y negro. Parece imposible amar, hoy, que no somos, la gente, sino fotografías de los fantasmas que seremos, el ruido sordo de las cadenas arrastradas a través de la noche, cuando nada es probable que exista no sabe nadie a ciencia cierta si ya o si todavía. Hoy pienso que estamos solos, cada uno con su temor o con la esperanza que nos queda o con el escepticismo ya sobre la mesa, envuelto en papel de regalo. Y sin embargo, sé que me rodea la presencia de todos vosotros, sé que algunos ¿ya? ¿todavía? estamos vivos esta tarde de otoño.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 169

Estamos los tres solos: el cocker, que me mira, incrédulo, ¿seguimos? –me pregunta con ese mirar dulce, con que desarma-, yo miro la lavandera, aterida aún de frío, que se pasea por la autovía, moviendo la cola, coqueta. Los tres: el pajarillo, el perro y yo. El todavía inútil semáforo, nos guiña a los tres su ojo de Polifemo, ora verde, ora rojo. Llueve la lluvia menuda, que flota en el aire, indecisa. Permanece el día como en el subconsciente del buen padre Dios, que todavía duerme y pienso que nos sueña a los tres protagonistas del sencillo relato, en que, descontados la brisa y el proyecto de rayo de sol, que nos busca con el tacto de una caricia apenas insinuada, consiste esta mañana en agraz.


170 •

palabras

Estas tardes de otoño el agua del remanso del recodo del río, tiene, inmóvil, el color de los malos pensamientos, lleva cerca del fondo, apenas sin crear, cosas malévolas de formas indecisas, miedos como de aliento de suicida, de olor a humo lejano, de suspiro de adolescencia que nadie comprende y es como una premonición de la vejez o del invierno.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 171

Estoy, sin estar, vagando. imaginación arriba y abajo, desde el hondón del recuerdo hasta el sueño. Soy esta tarde la peripecia lineal del arco del puente. Voy en busca del futuro incorpóreo, vengo de la niebla, tal vez de la nada. ¿Sabéis -pregunto a los peregrinos, que pasan, a los árboles que están, a los pájaros y al vientoquién soy yo? Eres –me dicen- nosotros.


172 •

palabras

Flota en el aire, hoy, la luz, de nuevo herida por la lluvia, que la remata en los charcos del suelo, llenos de dianas concĂŠntricas en medio de que la lluvia muere en cada gota con un suspiro luminoso. Tal vez hoy las gotas de lluvia sean luz, atrapada en pensamientos o en palabras perdidas, convertidas mezcla de polvo y luz, amalgamada en el papel de regalo del brillo, la ilusiĂłn, la desesperanzada esperanza de ser luz, de la luz de la luna.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 173

Fue como un suspiro, se quebró el aire, hecho aquella tarde de silencios, con una sola palabra, apenas entredicha, que nadie oyó, ni siquiera nosotros, absortos como estábamos en la rutina de todos los días, fue un milagro jamás ocurrido.


174 •

palabras

Ha debido ocurrir algo inesperado, horrible, ha estallado, sin duda, alguna incruenta revolución, y ahora mismo, estoy rodeado de libros, perseguido, amenazado, agobiado por un ingente tropel de libros. Antes, cuando era joven y no podía comprarlos pude advertir cómo me hacían burla desde los anaqueles polvorientos de las viejas librerías, ahora, los compro, los traigo a casa, apenas con fuerza para cargar con ellos y se me han sublevado, no me da tiempo a leerlos. No sé si podré sobrevivir a este asedio.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 175

Ha pasado, esta noche, el viento, y, cabalgando sobre él, unas nubes presurosas, parpadeaban no sé si la noche o la luz, éramos de nuevo indefensos habitantes de la selva, con los ordenadores apagados, los relojes eléctricos perdidos en un desconcierto de sombra y luz alternativas, la oscuridad ganando la partida a las farolas, inundando todo el paisaje polícromo de apagados anuncios. Quise llamarte por teléfono, recobrar al menos tu voz, saber que había alguien aún vivo, pero también él habia quedado desesperanzadoramente mudo.


176 •

palabras

Había, en el mercado, un viejecito que no tenía nada que vender. Deme –le dije, por probar a ver si …deme un kilo de tiempo. Hurgó en su zurrón y me dio una piedra verde, sin libro de instrucciones. Me volví a preguntarle, pero había desaparecido como si el mercado lo hubiera olvidado de repente. Ahora no sé qué hacer, cómo usar mi tiempo nuevo, recién comprado ni saber qué puede ocurrirme si lo pierdo.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 177

Habrá picado en la puerta del cielo, Angel González, preguntado por sus amigos, sobre todo por Emilio Alarcos y Jesús Villa, habrán pedido un velador, tres sillas y un café, encendido un pitillo y habrán seguido hablando de las cosas de Oviedo y del mundo, y, sorprendidos, de que a pesar de todo haya sido verdad, que Dios exista, distinto, claro está de cuanto había sido imaginable, pura esencia de verdad, amor y luz, ¡qué hermosos versos habrán escrito hoy, palabras, líneas alternativas, o estrofas! Angel y Emilio. ¿Y si no hubiese Dios? Entonces, polvo, ceniza y nada, de estrellas viajarían para siempre en la cola, los tres juntos, de algún errático cometa.


178 •

palabras

Hagamos un disfraz a la noche para que parezca día. Hagamos una desgarradura para que llegue antes el primer rayo de sol y nos libere de esta miedo nocturno de ser nosotros mismos durante tanto tiempo como dura lo más oscuro. Este no saber casi nada, ir a tientas ¡tan ciegos como hay que creer lo que nos dice el corazón!, al fin y al cabo sólo un provisional, débil latido que la sombra interminable de la duda convierte en bisbiseo de la imaginación, repique mínimo del deseo de llegar, pero ¿a dónde?, si no sabemos nada, si en el miedo, o tal vez en la noche está todo disuelto, menos esta conciencia aterradora de estar vivo.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 179

HUELLAS DE LA TRISTEZA HERMANA La tristeza es un lago en que se ahoga el que queda, en cada despedida. La tristeza es el ruido que hace, al suspirar, la muerte, en la habitación de al lado. La tristeza es el azul cansado de un cielo de fines de semana de verano. La tristeza es lo que queda en el fondo de una caja cuando alguien saca la última moneda que contuvo. La tristeza es uno de los disfraces del cansancio. La tristeza es lo que queda, brasas o ceniza, de la nostalgia. La tristeza es una anestesia que aplica la muerte a quienes estaban alrededor. La tristeza es es la otra cara de la alegría.


180 •

palabras

La tristeza es todo lo que queda de que no quede nada. La tristeza es el jardín de la soledad. La tristeza brota de cada aullido de cada lobo que aúlla en el fondo de cada invierno. Se materializa, apenas, en la niebla, y se queda dormida en el fondo del valle convertida en ese olor indefinible del primer dedo de sol que toca la flor del agua. La tristeza es una monja dormida sin esperanza. La tristeza es el fruto del árbol de la lluvia más tenaz. La tristeza es lo que queda del olor del incienso cuando se disipa como el recuerdo. La tristeza son trece monedas, arras de un muerto.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 181

Hay infinitos mundos donde puedo refugiarme todavía, huir de la estupidez y de la barbarie. No podéis Llegar aún a mis secretos refugios, pero se anuncian malos tiempos, hay quien dice que dentro de muy poco sabréis lo que estoy pensando. Prefiero no vivir ese tiempo, haber sentido, para entonces, la caricia cálida de la voz de la muerte en el cuello y así, cuando lleguéis a pisotear mis cenizas y esparcirlas con vuestro vocerío será como si yo no hubiera estado nunca, pero sigo creyendo, que, desde alguna parte os podré dedicar una sonrisa de despedida. Luego, si queréis, olvidadme, [ ya estará dicho todo mi papel. -


182 •

palabras

Hay un ciruelo en flor en la ladera. Nace, casi un milagro, entre la piedra dura, aprovechando una herida de la tierra cansada. Hay un ciruelo en flor, mĂ­nimo, equivocado, adelantado de la primavera, que es como una chispa, un loco, un sueĂąo en que a pesar de todo sobrevive la esperanza de sobrevivir a otro invierno.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 183

Hay un revuelo del gentío de la calle, que se arremolina en torno a la nota sincopada de una alarma, adivino la curiosidad taraceada de miedos antiguos, en la sonrisa joven con que te acercas, cautelosa, quieres saber, pero que no me alcance, Señor -dices con ese esbozo de gesto apenas suspiro de lo que serás, cuando mujer, te reencuentres, de pronto, con la esperanza fallida de este día absurdo, viernes de cualquier semana, que se ha puesto a sonar una alarma y vete tú a saber lo que puede estar ocurriendo mientras toda la tarde se ha hecho crepúsculo y brilla, olvidado, el hermoso lucero de la tarde en silencio de lejanía intacta.


184 •

palabras

Hay una mancha borrosa en la fotografía de la cámara nueva, reluciente, digital, -¿qué puede ser? –pregunto-El tiempo –me contestas muy seriaNo lo había visto nunca, es amenazador, grisoscuro –no como el miedo, que es polícromo-, no tiene forma ni perfil, tal vez, pero sólo tal vez, no puedo asegurarlo esté devorando algo o a alguien, sin inmutarse, como la noche o el agujero negro del jardín más lejano del Universo.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 185

He pensado, de algĂşn modo, visto, esta tarde, colgada del cielo la inmensa bola insignificante de la tierra, desde tan lejos, fuera del sistema solar, no se advierten los hombres, es como si todo fuese el equilibrio de las bolas de colores, astros y planetas, de un malabarista atento, como si todo, de pronto, se hubiera hecho silencio iluminado.


186 •

palabras

Hoy es otro día, de la salmodia, la cantilena, la letanía de los días, que se van repitiendo, todos iguales, menos dos -todos los demás no son más que imágenes, símbolos, recuerdos o presagios, según, de los únicos dos días que en realidad existenel día de nacer y el de morir, los demás son ensayos fallidos, o adulterados recuerdos durante que inventamos, para entretener el ocio, el odio, la maledicencia, la envidia, el amor, las alegrías súbitas, las penas insoportables y las aventuras de verano o los grandes almacenes a que un día, siempre un día, otro día inexistente, quedarán reducidas las grandes ciudades de ahora mismo.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 187

Huele a churros la vega, huele a miércoles de churrero arremangado, vendedores de nada y de retales, negros de ébano y marfil, todos sonrisas, cómprame –dicen- y te alargan bolsos, relojes, películas y música enlatada, cómprale al negro, que vino de lejos a venderte quisicosas de mentira, pero a mitad de precio, regateando, si quieres, y si no pagándote la estancia con la paciencia disuelta en una risa sin alegría.


188 •

palabras

Huele a pan caliente y madrugada, a fritanga de churros, a anís y verbena. Se derrama la luz caliente sobre lo que queda de la noche: papeles arrugados, sueños deformes, la huella de una ilusión. Pasa, arrastrando los pies, el misógino de todas las mañanas, cargado de libros y periódicos y de esperanza.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 189

Incluso los topos, ciegos, como sabéis, tenemos derechos, tópicos y utópicos –los derechos humanos de los topos-, a opinar, como la oca que gobierna el río, el abejaruco, la oropéndola, el gorrión callejero de la capital, que habla latín, y las multitudes de las carnívoras gaviotas veleras y los estorninos. Todos tenemos derecho a decir lo que pensamos, lo mismo que los demás lo tienen a escucharnos o no. Incluso cuando el anciano volcán loco de la isla, dice, airado, cuanto se le viene al cráter, podemos ignorarlos e irnos a la isla de al lado o al continente, siempre con nuestra sombra pegada a los talones, con el zurrón de los recuerdos colgado del hombro.


190 •

palabras

La casa, ahora, es un paisaje lleno de recuerdos, disimulados bajo un color, a su lado, para que no se fije nadie que no deba, imaginables más allá del recodo del camino, que simula perderse en el collado donde nace o tal vez muere, no está claro, la luz. La casa es, a la vez, un silencio y el eco de cuantos sonidos hubo cuando cualquier celebración familiar, cada cumpleaños o si había acabado sus estudios o el servicio militar cualquiera de nuestros hijos, más morenos, delgados, angulosos. ¿Recuerdas cuando se enamoraron, cuando decían nos vamos, nos vamos a casar, y yo escribí en la pared que se acordasen de volver? Ahora van y vienen, apenas se advierte su llegada y tengo ya ganas de llorar porque vuelven esta tarde a sus obligaciones y la casa se llenará de vacíos,


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 191

hervirá de silencios y recuerdos arremolinados por entre nuestros pasos vacilantes. Es tan difícil andar por entre lo que no está, pero vive y te empuja hacia mañanas cada vez más improbables, entre jadeos, esta tos, el dolor nuevo, que asusta, con su llegada, palafrenero tal vez de su carroza, ya sabes, o mozo de cuerda del último tren, que ahora tengo entendido que son velocísimos y en un abrir y cerrar de ojos, podríamos llegar y dejar la casa, ahora sí, pletórica de hermosos recuerdos que ya no pisa nadie, nadie ve cómo se arremolinan, motas de polvo relucientes, en el rayo de luz de nuestra ultima nostalgia de aquella mañana en que todo empezó y también estábamos solos, como hoy y como hoy llenos de esperanza porque estaba a punto de despertar el día definitivamente inacabable. -


192 •

palabras

La danza del fuego, el rumor del agua que corre viva, los arrebatos del aire. Seguro que hay un ángel, en cada esquina, custodiando el quehacer de la energía que pasa. No te pases, dirá otro, al pincel del sol, cuando pinta los excesos del ocaso. Se me ocurre preguntarle al mío si los ángeles envejecen con sus clientes, sufren con estos fracasos, que tenemos, de pura estupidez, se desesperan en alguna ocasión, o son ellos los que mantienen esta pavesa que aún exhala nuestra señal de humo y socorro y trata de decir que todavía estamos vivos, que podemos, aunque parezca tan poco probable, servir para algo.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 193

La mañana está hoy naciendo entrelazada, sujeta por mensajes que los pájaros pían, hay -me dicennada menos que cinco jilgueros en la tapia del jardín y ayer alguien de casa oyó cantar al mirlo. Augura no sé quién que dentro de poco no habrá pájaros, nacerá, entonces, cualquier mañana de sol, desparramada, quien sabe si dispersa, rota en mil pedazos erráticos de luz que en seguida, el buen Dios, hará que se conviertan en pájaros: jilgueros, calandrias, alondras y mirlos para que todo vuelva a ser igual, porque la vida, a pesar de todo, por tremendo que haya sido el paso del hombre con su muerte al hombro, será el luminoso final de todo y su principio.


194 •

palabras

La mar podría ser el amor que viene de nadie sabe dónde y nadie sabe en qué consiste. Y la tierra recibe a la mar con la carne abierta, trémula, rubia de la playa o con el fragoroso desdén del acantilado, despeinado de graznidos de gaviotas. La tierra y la mar, se conjugan, ora marea alta, combativa, ora baja, complaciente, enamorada, cascabelera de besos y espuma. Yo me estoy, Mirándolo todo. Absorto, desde la aparente impunidad de la orilla, que poco a poco, sin embargo, se desmorona y convierte en la niebla en que me voy disolviendo como un olvido.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 195

La melancolía cabe toda en la palabra misma: melancolía. La digo y se me va haciendo ceniza suave en la boca, justo donde estuvieron tus besos y mis palabras de amor. Melancolía. Es como un rayo de sol, olvidado en el ocaso, como una palabra callada a destiempo, como un beso que no supiste si intercambiar o no y lo borró el viento. Melancolía. Es como un suspiro, apenas audible, que enterrase un íntimo inefable dolor, una nostalgia súbita una mirada perdida entre la niebla donde la niebla se está haciendo nácar.


196 •

palabras

La niña está hecha de brisa y olor, pasa, marcando el rastro de su belleza con el sonido, puro, claro, seco de cada pisada. Viene de una turbia adolescencia, recién carne viva, acné y esta mañana, en su habitación del hotel, al mirarse al espejo ha descubierto que puede volar, que es hermosa, sin nombre, sin patria, sin amor, pero con todo el amor, rompiéndosele dentro abrumándola, apresurándola para que ponga el fuego en otro fuego, tendría que ser cauta, pero no puede, tendrá que ser, por bella, desgraciada. Pero eso será mañana, hoy, todavía, es una explosión deslumbrante, es la pureza misma de la luz recién encendida.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 197

La niña le canta al fuego recién inventado por la ilusión con que mira, todavía inocente, sin amor, fuego y flor en la fragua y en el pecho de la niña, que no sabe lo que son, pero le están ahogando aquel amor primero que tenía, en un primer dolor del olvido reciente, que le ha desalquilado esta mañana el corazón.


198 •

palabras

La niña va tomada de la mano de su madre, pensativas, una en la lumbre, la otra en su absoluto, la primera está turbada, mienten para ella, afanosos, los cinco sentidos, la niña, ilimitada, aún, sufre presencias inimaginables: brujas, presagios, humanidad nueva, que ha nacido otra vez para ella sin nombres ni números, sin caminos ni recuerdos, sufre a la vez de miedo y de hambre de saber, se roza, cuando pasa con un hada o pisa la raya de otro mundo, ignora las sorpresas banales que hay más allá de la esquina donde tal vez un gigante, el dragón o la alegre carroza de la princesa se desvanecerán un día de adolescencia que viene como un torrente.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 199

La noche empieza hoy como una sonata, con la luna aún creciente, sin demasiada tristeza en su luz y sin que necesite el paisaje, dormido, ninguna música para ablandar sus límites y hacerlos soportables. No los hay, cada farola mira pensativa su cono de luz, bajo en que enamorados, muy jóvenes, se arreglan la ropa al salir de lo oscuro, con un beso doliéndoles en la boca, y las manos obcecadas todavía en buscar tope al recuerdo de una última caricia de la huída.


200 •

palabras

La nostalgia está hecha de espuma porque viene y va como las olas, y como ellas atraviesa la mar desde la playa de que se fue un día, tal vez para no volver, cada emigrante. La nostalgia está hecha de esperanzas perdidas cuando dejó de ver la torre alta el niño que ya no existe, el zagal perdido en tierra extraña, recuerdo de las nubes que pasaban. La nostalgia está hecha de fuego del hogar, que no dejó ya nunca la madre que se apagaraPor si vuelve, decíaLa nostalgia está hecha de miradas que buscan otras y el paisaje, ojos en que mirarse, el camino de volver. La nostalgia está hecha de desesperanzas, que son como cenizas de ilusión y sueños, como jirones que le van quedando de cada olvido


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 201

La nostalgia es el Ăşltimo aliento, el canto del cisne blanco de la memoria, que ayer amaneciĂł muerto en la orilla.


202 •

palabras

La palabra mágica entre todas es mañana, contiene todo el futuro, otra historia completa para la humanidad. Mañana puede ocurrir cualquier cosa, incluso nada, es un ramillete de letras que huele a esperanza.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 203

La tristeza es como una playa en invierno, como la sensación de soledad de los niños perdidos, como el río cuando se hace torrentera y deja de escuchar, de copiar la vida de sus riberas. La tristeza es la antesala de una nostalgia sin retaguardia a que volver, sin historia en que amparar el futuro que viene. La tristeza no tiene explicación mientras estamos vivos, somos capaces de recibir la luz, el sonido, la belleza. La tristeza es sin embargo como un descuido del amor, como si el buen padre Dios hubiese vuelto, un momento la cabeza, mirase hacia otro lado, nos hubiese olvidado hacia el atardecer, cuando todo parece estar a punto de acabarse y no me atrevo siquiera a cerrar los ojos.


204 •

palabras

La tristeza ocurre de pronto, como cambia el tiempo, que amaneció el sol, radiante, y en un momento se ha convertido todo en un caos de lluvia, estrella el viento sus amenazas, ¿anatemas?, contra la ventana inerme y los límites, lejanos, del paisaje. La tristeza es como la niebla, que, vamos por la montaña, cae y te desorienta, porque todo, bajo ella, puede haber desaparecido al dejarnos, como vamos, ciegos.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 205

La vida, me dicen, es esto y es lo otro. Y cada cual trata de llevarme a su carromato, donde se cuecen los agrios condimentos de su ira. Habría que hacer, me insisten, milagros, pero el milagro es como la cresta, la crin del esfuerzo, su añadidura, que unos decimos que pone en buen padre Dios y otros que la casualidad, la naturaleza o es una parada que hace el viento que pasa para tomarse un respiro. Todo está en manos del viento.


206 •

palabras

Levanta, olisqueando, la cabeza como si buscara, él también, palabras en el aire, ¿o tal vez en el futuro? ¿adivinan los perros -como tantas otras cosas: la muerte, una tormenta, que esa mañana irán, sus dueños, de viajelas palabras y las formas del futuro inmediato?


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 207

Llegan las nubes jadeando primavera, este aire inédito que, apenas respirable, huele a polen y frio. Llegan las nubes indecisas. Hay nieve arriba, por encima de tus sueños –¿recuerdas la nieve; haremos, nunca hicimos, un muñeco con gorro y bufanda rojos como tu corazón, ¿como sabías que era rojo encendido por el mirar de tus ojos, por tus manos? No me cojas las manos. No podía obedecerte, me hechizaban tus manos, corriendo sobre el teclado ágiles, presurosas–. Hay todavía invierno. Por eso no suena la caracola que encontramos en la playa. Tú ya no estabas, si no Habría podido escuchar tu sonata preferida que los años me han hecho olvidar, pero no tus manos gráciles.


208 •

palabras

Llevaban, la otra tarde, un ángel malherido, camino del cementerio de los ángeles, que está en el fondo de la mar. En el fondo de la mar, en el cementerio de los ángeles yacen también los pájaros y los niños muertos sin bautizar, que antes iban al limbo, y las estrellas desprendidas del cielo durante la noche. En el cementerio del fondo de la mar, que está hecho aprovechando, que por eso no las encuentra nunca nadie por mucho que las busquen, las ruinas de Atlántida, las cruces son de espuma, cada oración el sordo crepitar de las olas. Las flores, son, en el cementerio del fondo de la mar, pedacitos de nácar, cristales de roca, huellas de pisadas de peces vagabundos y peces peregrinos. En el cementerio del fondo de la mar, como podéis imaginaros todo es diferente, menos el silencio


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 209

blanco y vacĂ­o de los pensamientos y de los sueĂąos de la Dama del Alba. Que son, como ella, reflejos silenciosos del ampo de la nieve.


210 •

palabras

Lo hace todo, el fuego, como jugando: comerse gente y cosas, danzar, a compás de las guitarras, la danza que escribió para el Falla. Parece que ha muerto, pero es como el ave fénix y está aquí, de nuevo, a nuestro alrededor, aparentando domesticidad, pero atento para saltar, en cualquier momento, recuperada la ferocidad de su instinto. No está nunca totalmente apagado en todas partes, puede que él sea el gran hermano que ya ha empezado a vigilarnos.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 211

Lo importante es descifrar las señales de la niñez, la juventud primera, la posible madurez a que pueda llegar cada cual en la medida de sus fuerzas, y, por fin, la vejez, que es como un majestuoso aterrizaje en la indiferencia de los demás, en la medida en que nos vamos acercando al umbral de lo que en realidad importaba en cada momento, de lo que nos importa, nos preguntábamos, y aún, visto desde tan cerca es todavía inimaginable, a pesar de haber estado atento a los mensajes, con las preguntas siempre a flor de piel y sólo las dos únicas indescifrables respuestas de la esperanza y el amor, esos dos pájaros, demasiado lejos, demasiado arriba, inalcanzables, que desde siempre nos han ido sobrevolando nuestra escasa sombra.


212 •

palabras

Loquitiempo de primavera, unas bocanada del sol para salir de misa de doce, vermú con aceitunas rellenas de anchoas, patatitas fritas, doraditas, crujientes. Pasan la niña disimuladamente estremecida por lo de anoche, su papá, que finge no enterarse de nada, la madre cómplice y esa amiga de mamá, que cuando se pone el abrigo de pieles no se parece a nada de este mundo. En seguida, granizo huevodecodorniz, sólo una descarga, más sol, más granizo, primavera, por eso le pasó lo que le está pasando a la niña, que ya no lo es tanto, núbil, ya definitivamente hermosa, para su desgracia, como el loquitiempo de la irrefrenable primavera.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 213

Los locos, los poetas, los vagabundos y los niños, son, por lo que lo que logro adivinar, los únicos depositarios de los sueños, los dueños de un tesoro que no les importa repartir. Los otros, los más ricos, los del papel offset de los periódicos Y el trato preferente de los bancos, cuanto más atesoran, mayor es su terror de cada noche, cuando oyen pasos, adivinan sombras, saben que un numeroso, sombrío ejército, vigila sus menores descuidos para llevarse al menos uno de sus cachivaches, brillantes trozos necrosados de su corazón.


214 •

palabras

Los misteriosos ruidos de la noche, unos habituales, conocidos, pero otros, tal vez estás en un hotel desconocido de una desconocida ciudad, llenos de misterio, un grito humano lejos, rechinar de tablas, el cansancio renqueante de una máquina que mueve puede que el mundo y que solo se escuche desde este preciso lugar, un temblor de los cristales, el ulular súbito de algún coche oficial, que te inspira una novela, que, antes de concluir te quedas, me quedo dormido y ahora, al despertar, enfrascado en mi zumo de naranja, los churros y el café olvidé desgraciada, irremediablemente. Podría haber sido un éxito de ventas.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 215

Los sueños no pueden compartirse con gente de este mundo, se han de vivir con criaturas de otros, desconocidos; los sueños sólo pueden contarse y pierden, convertidos en palabras, su magia toda, el indescifrable misterio de si son recuerdos, premoniciones o el eco de algo que nos está pasando en otro mundo aún desconocido.


216 •

palabras

Mar y cielo. Un niño que sueña. Casi escucho lo que le está contando, sin querer, al viento. Huele a recuerdos de marino viejo en lo esquina del muelle, donde las olas cada vez que llegan se hacen espuma para fingir un beso sucio de paja y de petróleo, pero que aún huele a mar, también, y a lejanías. El niño es yo, que soy el niño, y ambos los niños todos de las riberas de la mar, que un día de vida por lo menos, todos soñamos el mismo recuerdo de futuro: el de haber sido marineros.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 217

Me alimenta la esperanza de cada cosa banal, cada vez que abandono la trascendencia de vivir, ser consciente de que estoy en el camino, de que voy ciego, a tientas, sobre las huellas de mis huellas, que son las huellas de la larga cadena de gentes que vivieron y murieron para que yo estĂŠ aquĂ­, seleccionado por el buen padre Dios para tener nada menos que el privilegio tremendo, desmesurado, casi enloquecedor de vivir.


218 •

palabras

No habrá fin del mundo, puesto que la eternidad es, en la mente del hombre, último reducto de la energía en que la vida al final consiste, inacabable. Se destruirá la tierra, arderá, tal vez, el sistema solar, será más delgado, más tenue el tejido de que está hecho el universo. Pero no acabará nada, ya nunca, sino que irá reinventando modos, formas inimaginables en que la energía bailará danzas de estética increíble y la inteligencia alcanzará la luz, a la vez que la sombra suprema. Y una parte infinitesimal de nosotros estará ahí y hasta puede que nos reconozcamos en el paroxismo de un inacabable acto de amor sin límites.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 219

No iré esta tarde tampoco a Inglaterra, no subiré, río arriba, fingiendo ver París, hasta Notre Dame ni podré, ay, volver a Venecia es probable que nunca, pero es posible que, cerrando los ojos con fuerza podamos reunirnos en un Madrid soleado de mediados del siglo del horror, cuando no habían nacido los Beatles, ni probablemente tú. Claro que también es posible que tú no vayas a nacer nunca y yo sea nada más tu peregrino, el único que sabe cómo habrías sido, en aquellas tardes soleadas de aquella primavera de efímera paz cuando las niñas cantaban jugando al corro, manoseaba yo los libros de la vieja librería llena de telarañas y al saber que no iba a conocerte, sin saber cómo, ni por qué, como solía ocurrirme, al filo todavía de aquella terrible adolescencia sin semitonos ni filosofía en que apoyar la imaginación , me eché a llorar.


220 •

palabras

-Oye, tú, Pedrito … -Me llamo Píter, ¿sabes? Píter Pan. -Para mí, Pedrito. -Como quieras; ¿qué? -Cuéntame tu secreto, en qué consiste eso de no crecer, ser siempre niño feliz. -No soy feliz. No hay nadie que lo sea. -Pero eres niño, no creces, has formado tu banda, incluso un hada está enamorada de ti. Y para entretenerte están tus enemigos: los indios, los piratas, y hasta supongo que el horrible cocodrilo que persigue al capitán. -Estoy vivo, estar vivo es un problema siempre, tienes que derrochar la energía, aprender hacer, aunque sea volando, aunque seas niño, cada camino, y tú, a quien yo envidio, tendrás un remanso de vejez y la vía de escape de la muerte


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 221

y al final el misterio inimaginable, sin duda hermoso, placentero, lleno de luz, del otro lado del espejo donde espera el buen padre Dios. Nosotros, los eternos personajes de los mĂĄs bellos cuentos, no tenemos la puerta de la muerte para ir en su busca.


222 •

palabras

Recuerdo haber tenido no sé cuándo una hermosa idea y el ímpetu necesario para tratar de abrir su caja y dejarla en libertad, como deben estar siempre las ideas más hermosas. Cuando eres joven, cuando yo lo era por lo menos, subes sin un jadeo todas las escaleras, las montañas todas del mundo. Y se tienen hermosas ideas, brillantes, deslumbrantes, despampanantes y disparatadas ideas, que, tal vez, bien enderezadas, podrían mover, cambiar este mundo desquiciado. Lo que pasa es que, ya entonces, como ahora, te das cuenta, horrorizado, de que si cambiásemos el mundo ya no sería este prodigioso mundo en que vivimos.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 223

Se está, hay días, como hoy, rodeado de soledades. La gente entrañable que nos rodea va como ensimismada, lejos, y queda, alrededor, como un aire más tenue, la textura del olvido posible, de que se vayan todos, de pronto, y volvamos a ser el imposible ser de cuando, recién nacido a la razón, estábamos en medio de todas las posibilidades, ávidos como un desierto, que, a la vez, nos atrajo y echó fuera, al sentimiento, a la otra persona con que poder multiplicar el dolor, y la alegría ilusionada de estar vivo, necesitado de compañía y tan herido de esta soledad de estos días en que Dios, callado, inescrutable, también nos mira.


224 •

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Se me han quedado dormidos, los pájaros como se seca una fuente o como muere cada verano vagabundo. Se me han quedado dormidos sin voz -no se habrán muerto de desesperanzay me falta su algarabía entre los ruidos de la tarde. La tarde, cando anochece, es la hora peor. Necesitas que te escuchen, decir lo que no deberías, porque cuando lo dices descubres el flanco débil de tu alma. Descubres los más íntimos secretos de tu viejo corazón. Se me han quedado dormidos, los pájaros que volaban a mi alrededor.


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 225

Viejos fantasmas indefinidos, vagan por las sombras de la noche. No me pidas que los describa, No sabría. Son inconcretas formas. Tal vez sólo el temor ancestral a lo desconocido, que me impulsa, como al insecto que soy, hacia la luz, aún consciente de que la luz, ese otro misterio deslumbrante, podría estar llenos de peligros inimaginables.


226 •

palabras

“Caminar …, caminar … (a lo lejos, nada, ni el suspiro blanco de un caserío ni el susurro del mar, tan solo el camino difícil , llanamente difícil y mi soledad, quieta y dinámica, llena de angustias anchas) Bordeando campos verdes, sobre el camino largo, tan solo caminar, sin una lágrima, mientras las flores bailan -flores blancas y rojas, rojas y blancas-, muriéndose de risa, que mi alma pasa.” – Ahora, medio siglo después, probablemente diría: Caminar, caminar …, a lo lejos, nada, ni el suspiro blanco de un caserío ni el susurro de la mar en calma; nada más que el camino difícil y mi soledad, que es a la vez quietud y loca prisa, y que viene cargada de angustias anchas,


palabras que sigue moviendo el viento cuando para • 227

Bordeando campos verdes, por el camino largo, no hay sino caminar, sin una lágrima de alivio, por entre esas flores, que bailan, muriéndose de risa, blancas y rojas, rojas y blancas, que mi alma pasa.


ejas de trepar al monte, donde solías, porque, la vejez ha estrechado tus pulmones, gastado la energía que movió tus pasos, te llevaba, paie adelante, hasta mas allá del recodo, de destino imprevisible de cada camino del paisaje del cuadro. Dejas de ser un hombre capaz de resar hondo hasta el motivo mismo, el hontanar de cualquier tristeza. De pronto, te descubres, eres, soy una racha de viento, que pasa. Se desana la vida en las notas del piano, ves caer los granos de arena de su reloj, sientes cómo se te acaba el momento de felicidad, como la luz l rayo del sol se escapa por entre las guedejas de tu pelo, desde este instante, toda una imagen, tal vez, el refleljo de un reflejo del sueño de eterno, tan efímero, esta tarde de invierno, como el sonido mismo, que las teclas arrancan de las cuerdas del tiempo, que se convierte en e, vuela y muere poco apoco en el silencio. Cuando digo flor, mi voz no reconoce la vaguedad conceptual de la flor, sino aquella flor conta, de que color, que olor, aquel día, cuando toda la inmensidad del universo tuvo su centro exacto en aquella flor que tú tenías, recién corda, aún viva, en tu mano, sin verla, indiferente, mientras ella, en su agonía, te adornaba de olor y de color, de belleza, de amor. Cuando digo r, recuerdo aquella flor y tu sonrisa. ¿Tienes corazón, seguro que tienes corazón? ¿Te hiciste un agujero, en el pecho, para comprobarlo, ber a ciencia cierta, que tienes corazón? Hay gente que no lo tiene y no sabe qué es lo que le falta. Nota, cuando más, un extraño vacío, algo como hambre, sólo que en su caso es insaciable, porque es hambre de amor, que no se sacia más que entregando, como un protectorado, a colonia, al ser amado, el corazón. Que, luego, hay quien se lo lleva, enjaulado, como un pájaro triste y descolorido olvidado de cantar. gan los niños, malnacidos de padres sin amor, o de padres desenamorados. Vagan en silencio, con los ojos llenos de soledades. Niños como labras no dichas, como ocasiones perdidas, abandonados, al silencio nocturno del odio que va pudriendo lo que sus padres se quisieron un a. Castilla es un apasionado sentimiento de frustración horizontal, el cielo limita, azul, inalcanzable aquel afán de ir más y más lejos, la quedad del suelo, trigo y silencio, adobe, espadaña y cigüeñas apuntando horizontes inertes, vagos sueños, inmensas soledades sin dueño. astilla es morir solo, vagabundo sin refugio, sin puerto. Pasa la música, entre el aire, como un chorro de luz, mínimo, a veces, otras, dispaado, abierto, deslumbrante. De pronto, hace una pausa, queda roto, tembloroso, se desprenden de su quiebro dos lágrimas y brota en el elo del jardín, como una flor mínima, la nostalgia. ¿A dónde vas? A la tierra del preste Juan. Llevo todas las palabras dormidas en el zurrón ra decirlas cuando llegue, palabras antiguas, que apenas ya nada significan, pero son lo que queda del ramillete aquél, que recogí antes de nerme en camino. Tal vez para entonces estén todas secas, no valga la pena llegar, pero la habrá valido haber hecho el camino. No se puede cordar un acto de amor, no cabe en la memoria ni los sentidos pueden abarcarlo, mueren, flotando más allá del aire, donde cuanto ocurre inimaginable. Por eso sólo recuerdo el tacto de tu piel, la caricia de algún suspiro tuyo, enamorado, mi anhelo de quedar para siempre en sueño de ser uno contigo en una sola palabra, un ser incorpóreo y fugaz y, a la vez, eterno… Lleva el frío, amarradas en el rabo largo del vierno, flores de escarcha, cristales de espuma, estrellas de mar muertas. Lleva el frío un látigo, espuelas de luz y viento, heladas notas agus del piano muerto de al abuela. El frío tiene sangre de gaviota y de cormorán, y hay quien dice que los ojos con que mira son dos cristade hielo color naranja, uno, y otro de color azufre. El frío vive en la niebla, pasa volando sobre una nube, pero baja, a veces, nos besa –boca labios, mirada de lejanías estrelladas– y nos deja yertos de silencio oscuro, mudos, estremecidos. Recorro el sendero de la primera caricia mo un escalofrío, el recuerdo del sabor del primer beso, apenas un beso, encendido en tus labios como el inicio de la luz del alba. Mis dedos


palabras que van despuĂŠs de las palabras


ejas de trepar al monte, donde solías, porque, la vejez ha estrechado tus pulmones, gastado la energía que movió tus pasos, te llevaba, paie adelante, hasta mas allá del recodo, de destino imprevisible de cada camino del paisaje del cuadro. Dejas de ser un hombre capaz de resar hondo hasta el motivo mismo, el hontanar de cualquier tristeza. De pronto, te descubres, eres, soy una racha de viento, que pasa. Se desana la vida en las notas del piano, ves caer los granos de arena de su reloj, sientes cómo se te acaba el momento de felicidad, como la luz l rayo del sol se escapa por entre las guedejas de tu pelo, desde este instante, toda una imagen, tal vez, el refleljo de un reflejo del sueño de eterno, tan efímero, esta tarde de invierno, como el sonido mismo, que las teclas arrancan de las cuerdas del tiempo, que se convierte en e, vuela y muere poco apoco en el silencio. Cuando digo flor, mi voz no reconoce la vaguedad conceptual de la flor, sino aquella flor conta, de que color, que olor, aquel día, cuando toda la inmensidad del universo tuvo su centro exacto en aquella flor que tú tenías, recién corda, aún viva, en tu mano, sin verla, indiferente, mientras ella, en su agonía, te adornaba de olor y de color, de belleza, de amor. Cuando digo r, recuerdo aquella flor y tu sonrisa. ¿Tienes corazón, seguro que tienes corazón? ¿Te hiciste un agujero, en el pecho, para comprobarlo, ber a ciencia cierta, que tienes corazón? Hay gente que no lo tiene y no sabe qué es lo que le falta. Nota, cuando más, un extraño vacío, algo como hambre, sólo que en su caso es insaciable, porque es hambre de amor, que no se sacia más que entregando, como un protectorado, a colonia, al ser amado, el corazón. Que, luego, hay quien se lo lleva, enjaulado, como un pájaro triste y descolorido olvidado de cantar. gan los niños, malnacidos de padres sin amor, o de padres desenamorados. Vagan en silencio, con los ojos llenos de soledades. Niños como labras no dichas, como ocasiones perdidas, abandonados, al silencio nocturno del odio que va pudriendo lo que sus padres se quisieron un a. Castilla es un apasionado sentimiento de frustración horizontal, el cielo limita, azul, inalcanzable aquel afán de ir más y más lejos, la quedad del suelo, trigo y silencio, adobe, espadaña y cigüeñas apuntando horizontes inertes, vagos sueños, inmensas soledades sin dueño. astilla es morir solo, vagabundo sin refugio, sin puerto. Pasa la música, entre el aire, como un chorro de luz, mínimo, a veces, otras, dispaado, abierto, deslumbrante. De pronto, hace una pausa, queda roto, tembloroso, se desprenden de su quiebro dos lágrimas y brota en el elo del jardín, como una flor mínima, la nostalgia. ¿A dónde vas? A la tierra del preste Juan. Llevo todas las palabras dormidas en el zurrón ra decirlas cuando llegue, palabras antiguas, que apenas ya nada significan, pero son lo que queda del ramillete aquél, que recogí antes de nerme en camino. Tal vez para entonces estén todas secas, no valga la pena llegar, pero la habrá valido haber hecho el camino. No se puede cordar un acto de amor, no cabe en la memoria ni los sentidos pueden abarcarlo, mueren, flotando más allá del aire, donde cuanto ocurre inimaginable. Por eso sólo recuerdo el tacto de tu piel, la caricia de algún suspiro tuyo, enamorado, mi anhelo de quedar para siempre en sueño de ser uno contigo en una sola palabra, un ser incorpóreo y fugaz y, a la vez, eterno… Lleva el frío, amarradas en el rabo largo del vierno, flores de escarcha, cristales de espuma, estrellas de mar muertas. Lleva el frío un látigo, espuelas de luz y viento, heladas notas agus del piano muerto de al abuela. El frío tiene sangre de gaviota y de cormorán, y hay quien dice que los ojos con que mira son dos cristade hielo color naranja, uno, y otro de color azufre. El frío vive en la niebla, pasa volando sobre una nube, pero baja, a veces, nos besa –boca labios, mirada de lejanías estrelladas– y nos deja yertos de silencio oscuro, mudos, estremecidos. Recorro el sendero de la primera caricia mo un escalofrío, el recuerdo del sabor del primer beso, apenas un beso, encendido en tus labios como el inicio de la luz del alba. Mis dedos


palabras que van después de las palabras • 231

Dejas de trepar al monte, donde solías, porque, la vejez ha estrechado tus pulmones, gastado la energía que movió tus pasos, te llevaba, paisaje adelante, hasta mas allá del recodo, de destino imprevisible de cada camino del paisaje del cuadro. Dejas de ser un hombre capaz de respirar hondo hasta el motivo mismo, el hontanar de cualquier tristeza. De pronto, te descubres, eres, soy una racha de viento, que pasa.


232 •

palabras

Se desgrana la vida en las notas del piano, ves caer los granos de arena de su reloj, sientes cómo se te acaba el momento de felicidad, como la luz del rayo del sol se escapa por entre las guedejas de tu pelo, desde este instante, toda una imagen, tal vez, el refleljo de un reflejo del sueño de lo eterno, tan efímero, esta tarde de invierno, como el sonido mismo, que las teclas arrancan de las cuerdas del tiempo, que se convierte en aire, vuela y muere poco apoco en el silencio.


palabras que van después de las palabras • 233

Cuando digo flor, mi voz no reconoce la vaguedad conceptual de la flor, sino aquella flor concreta, de que color, que olor, aquel día, cuando toda la inmensidad del universo tuvo su centro exacto en aquella flor que tú tenías, recién cortada, aún viva, en tu mano, sin verla, indiferente, mientras ella, en su agonía, te adornaba de olor y de color, de belleza, de amor. Cuando digo flor, recuerdo aquella flor y tu sonrisa.


234 •

palabras

¿Tienes corazón, seguro que tienes corazón? ¿Te hiciste un agujero, en el pecho, para comprobarlo, saber a ciencia cierta, que tienes corazón? Hay gente que no lo tiene y no sabe qué es lo que le falta. Nota, cuando más, un extraño vacío, algo así como hambre, sólo que en su caso es insaciable, porque es hambre de amor, que no se sacia más que entregando, como un protectorado, una colonia, al ser amado, el corazón. Que, luego, hay quien se lo lleva, enjaulado, como un pájaro triste y descolorido olvidado de cantar.


palabras que van después de las palabras • 235

Vagan los niños, malnacidos de padres sin amor, o de padres desenamorados. Vagan en silencio, con los ojos llenos de soledades. Niños como palabras no dichas, como ocasiones perdidas, abandonados, al silencio nocturno del odio que va pudriendo lo que sus padres se quisieron un día.


236 •

palabras

Castilla es un apasionado sentimiento de frustración horizontal, el cielo limita, azul, inalcanzable aquel afán de ir más y más lejos, la sequedad del suelo, trigo y silencio, adobe, espadaña y cigüeñas apuntando horizontes inertes, vagos sueños, inmensas soledades sin dueño. Castilla es morir solo, vagabundo sin refugio, sin puerto.


palabras que van después de las palabras • 237

Pasa la música, entre el aire, como un chorro de luz, mínimo, a veces, otras, disparatado, abierto, deslumbrante. De pronto, hace una pausa, queda roto, tembloroso, se desprenden de su quiebro dos lágrimas y brota en el suelo del jardín, como una flor mínima, la nostalgia.


238 •

palabras

¿A dónde vas? A la tierra del preste Juan. Llevo todas las palabras dormidas en el zurrón para decirlas cuando llegue, palabras antiguas, que apenas ya nada significan, pero son lo que queda del ramillete aquél, que recogí antes de ponerme en camino. Tal vez para entonces estén todas secas, no valga la pena llegar, pero la habrá valido haber hecho el camino.


palabras que van después de las palabras • 239

No se puede recordar un acto de amor, no cabe en la memoria ni los sentidos pueden abarcarlo, mueren, flotando más allá del aire, donde cuanto ocurre es inimaginable. Por eso sólo recuerdo el tacto de tu piel, la caricia de algún suspiro tuyo, enamorado, mi anhelo de quedar para siempre en el sueño de ser uno contigo en una sola palabra, un ser incorpóreo y fugaz y, a la vez, eterno…


240 •

palabras

Lleva el frío, amarradas en el rabo largo del invierno, flores de escarcha, cristales de espuma, estrellas de mar muertas. Lleva el frío un látigo, espuelas de luz y viento, heladas notas agudas del piano muerto de al abuela. El frío tiene sangre de gaviota y de cormorán, y hay quien dice que los ojos con que mira son dos cristales de hielo color naranja, uno, y otro de color azufre. El frío vive en la niebla, pasa volando sobre una nube, pero baja, a veces, nos besa –boca sin labios, mirada de lejanías estrelladas– y nos deja yertos de silencio oscuro, mudos, estremecidos.


palabras que van después de las palabras • 241

Recorro el sendero de la primera caricia como un escalofrío, el recuerdo del sabor del primer beso, apenas un beso, encendido en tus labios como el inicio de la luz del alba. Mis dedos en busca de los tuyos, para enredarse en lo más oscuro de la luz del amor primero. Cuando sabes, ni te saben y ambos rebuscábamos juntos el tiempo, el espacio, el universo. Tal vez sólo y también un acto de amor, casual, que derramó: ¡hágase la luz! toda la energía de la nada en que dormía Dios su eterna paz sin sombras.



DESPEDIDA El vino, cuando ya ha muerto, consumido entre bellĂ­simas canciones tabernarias, prodigiosa solidaridad de los amigos borrachos, cansancio de la noche fracasada, deja siempre un recuerdo: su regusto, a veces, tristeza destilada, nostalgia otras y otras esperanza o simple, sencilla brutal resaca. AsĂ­ ocurre, tambiĂŠn, como ahora mismo veis, con las palabras.







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