Carmen martín gaite, Caperucita en MAnhattan

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CARMEN MARTÍN GAITE Carmen Martín Gaite nació en Salamanca el 8 de diciembre de 1925, era la segunda hija del matrimonio formado por José Martín López y María Gaite Veloso. Su abuelo materno había sido catedrático de Geografía y su tío abuelo fue fundador del Ateneo de Orense y director y editor periódico El Orensano. La familia solía pasar todo los veranos en una finca que tenían sus abuelos maternos en San Lorenzo de Piñor (Barbadás), a cinco kilómetros de Orense. Estos viajes fueron la base de su vinculación con Galicia y su interés por la cultura de la tierra, que sirve de escenario a alguna de sus obras como Las ataduras y Retahílas.

del

Carmen nació y creció en la ciudad de Salamanca. En su infancia no acudió a ningún colegio ya que su padre, de ideas liberales, no deseaba que fuera educada en una institución religiosa, por lo que recibió clases de profesores particulares y de su padre, gran aficionado a la historia y la literatura, que ejerció como iniciador de Carmen y su hermana Ana en estas disciplinas. El comienzo de la Guerra Civil Española impidió a Carmen cursar el bachillerato en el Instituto Escuela de Madrid, como ya había hecho su hermana Ana, por lo que tuvo que realizar sus estudios de segunda enseñanza en el Instituto Femenino de Salamanca, cuyo ambiente se refleja en su novela, Entre visillos. En 1943, inició sus estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de Salamanca, donde coincidió con Ignacio Aldecoa y Agustín García Calvo, en esos años colaboró en la revista Trabajos y días, donde aparecieron sus primeros poemas y también se interesó por el teatro, participando como actriz en varias obras. Durante el verano del 1946, permaneció becada en la Universidad de Coimbra, en la que afianzó su interés por la cultura galaico portuguesa. En verano de 1948, tras terminar su licenciatura en la rama de Filología Románica, fue becada para ampliar estudios en el extranjero, en el Collège International de Cannes. Allí perfecciona el idioma francés, se inicia en la literatura francesa contemporánea y conoce un tipo de sociedad más abierta y cosmopolita. Al volver de Francia se traslada a Madrid donde se reencuentra con Ignacio Aldecoa, que la introduce en el círculo literario de algunos de los componentes de la llamada Generación del 50, entre los que se encontraban Rafael Sánchez Ferlosio, con el que contrajo matrimonio. Se separaría de Ferlosio en 1970, para vivir con su hija Marta que fallecería en 1985 a la edad de 29 años. En la primavera de 1954 obtuvo el Premio Café Gijón por su novela corta El balneario. En octubre de ese mismo año nació su primer hijo, Miguel, que murió de meningitis en mayo del año siguiente. Su hija Marta, nació dos años después en 1956. Su consolidación como novelista llegó con el premio nadal que obtuvo en enero de 1958 por su primera novela larga, Entre visillos. En los años sesenta, deja un poco de lado la escritura de ficción, atraída por la Historia, permaneciendo más de diez años sin publicar ninguna novela. Fruto de este trabajo son El proceso de Macanaz: historia de un empapelamiento (1970) sobre el político del siglo XVIII, Melchor de Macanaz, y El conde de Guadalhorce, su época y su labor (1976En 1972 se doctoró en Madrid con la tesis Los usos amorosos del siglo XVIII español. Recibió, entre otros, el Premio Nacional de Literatura con El cuarto de atrás en 1978 y el Premio Príncipe de Asturias en 1988 de las Letras. En 1994 se le otorgó además el Premio Nacional de las Letras por el conjunto de su obra. Carmen Martín Gaite es una escritora polifacética, magnífica ensayista e investigadora y una buena traductora de literatos como Rilke, Svevo, Flaubert, Leví y Brontë, entre otros, durante años trabajó como crítica literaria en uno de los periódicos de la capital, Diario 16, actividad que abandonó cuando el entonces director, Miguel Ángel Aguilar, fue sustituido en su cargo. Trabajó también para la televisión en los guiones de una serie sobre la figura de Teresa de Jesús que escribió en 1982 en colaboración con el profesor Víctor García de la Concha; para este mismo medio escribió en 1989 los guiones de Celia, serie que se estrenó en 1993, y que estaba basada en los cuentos para niños de Elena Fortún.


Su novela Caperucita en Manhattan se convirtió en el libro más vendido del año 1991; Gaite hacía en esta obra una mixtura entre literatura fantástica, sueño y realidad y el cuento de hadas. No fue la única obra en esta línea; en 1994 editó otra novela, La reina de las nieves, escrita como homenaje a Hans Christian Andersen y en memoria de su hija.

Caperucita, doctora en Manhattan Carmen Martín Gaite se ha convertido en un clásico de la literatura española en Estados Unidos Tereixa Constenla Madrid 29 ABR 2013 ¡Miranfú! Carmen Martín Gaite dijo la palabra mágica de su Caperucita en Manhattan, se abrió la alcantarilla y una corriente gustosa de aire tibio la ascendió hasta la corona de la estatua de la Libertad. Allí sigue, reinando como si no hubiera muerto. En Estados Unidos, donde aman a los reyes con vehemencia republicana, la han entronizado como el gran clásico de la literatura española contemporánea. El único autor de España presente en 56 universidades al norte del Río Grande. Ni Benet, encumbrado entre la élite como el más singular de su generación y amadrinado por la escritora —como evidencia la correspondencia entre ambos editada recientemente por el profesor José Teruel—, ni Sánchez Ferlosio, su exmarido, han permanecido indemnes al paso del tiempo. “Ella es imprescindible. El cuarto de atrás es una novela canónica. Nadie puede doctorarse en Estados Unidos sin haberla leído, sin embargo ya casi nadie enseña a Benet ni El Jarama”, explica la catedrática de la Universidad de Delaware Joan L. Brown. Y Brown no le dice por admiración —escribió en los setenta la primera tesis sobre Carmiña de su país— ni nostalgia — lo anterior, desde 1974, las convirtió en grandes amigas—. Esta catedrática ha dedicado dos estudios (1998 y 2008) a fijar el canon académico de la literatura española a partir de la investigación del programa de 56 universidades. Después de un complicado proceso de recopilación de datos, descubrió con placer el lugar que ocupaba su amiga escritora. Ni entre visillos, ni envuelta en nubosidad variable, Carmen Martín Gaite (Salamanca, 1925-Madrid, 2000) presidía el frontispicio, a la cabeza de los programas de estudio. Tal vez sea la secuencia lógica al fenómeno que se había fraguado en vida de aquella autora que en sus últimos años tenía aspecto de reina de las nieves. “EE UU le dio antes que España tres cosas muy importantes: la fama, el dinero y un cuarto propio para escribir”, sostiene Joan L. Brown. No solo el mundo académico se rindió a sus pies, también lo hizo la crítica, incluida la del The New York Times, que celebró sin remilgos El cuarto de atrás. “Los norteamericanos aficionados a lo ibérico han desarrollado una pasión excepcional por Carmen Martín Gaite y, quiéralo o no ella, también se ha convertido en una de las figuras más importantes en el terreno de los estudios feministas actuales”, escribió John W. Kronik, de la Universidad de Cornell, dos años antes de la muerte de la autora de Lo raro es vivir. Los trabajos no cesan. Roberta Johnson, de la Universidad de Kansas, se ha sumado recientemente con un estudio sobre los paralelismos entre dos obras que María Zambrano y Carmen Martín Gaite escribieron enfermas. En 1980 la novelista había reflexionado: “Los críticos y estudiantes norteamericanos repartidos por las más distantes universidades le vienen dedicando a mi obra, a pesar de no estar aún traducida al inglés, una atención mucho más seria y rigurosa de la que ha merecido nunca entre mis compatriotas”. También ella experimentó la recurrente historia del profeta contra su tierra. Sin embargo, no cayó en el resquemor. Pasaba estancias en los campus americanos sin desarraigarse. “No tuvo el menor interés en convertirse en americana, tenía un gran sentido patriótico”, subraya Joan L. Brown. Lo tuvo pese a que, durante años, pagó el peaje de tener aspiraciones en una sociedad nada tolerante hacia las mujeres que rompían lo convencional. “Había mucho machismo y mucho clasismo. Carmiña era feminista, no estaba bien considerada. Para mí fue un gran estímulo, yo estaba muy atrasada. El verano que compartimos fue muy importante porque me abrió cauces”, recuerda Ton Carandell, viuda de José Agustín Goytisolo, en referencia a unas vacaciones en Cataluña con la escritora y Sánchez Ferlosio.


Con el tiempo, Martín Gaite se convertiría en una de las más populares de la generación de los 50, como evidenciaban las colas que desfilaban ante ella en la Feria del Libro, y reconocidas (Nacional de Literatura y Príncipe de Asturias, entre otros). Y, a diferencia del olvido editorial que ha engullido a escritores fallecidos como Ignacio Aldecoa, ella sigue viva. “Acabó dando el salto de novelista buena a novelista popular, que la gente lee en el metro”, afirmó el catedrático de la Universidad de Zaragoza José-Carlos Mainer, en la conferencia que inauguró el congreso internacional Un lugar llamado Carmen Martín Gaite, organizado por la Universidad Autónoma. “No la considero una escritora olvidada, se me escapan las tesis que hay sobre ella. Lo que sí observo son ciertos prejuicios, como si fuera una autora para mujeres, y son erróneos, machistas y revelan el profundo desconocimiento de su obra”, observa el profesor de la Universidad Autónoma y codirector del congreso, José Teruel. Tanto él como la italiana Maria Vittoria Calvi, editora de Cuadernos de todo, consideran que está pendiente el reconocimiento de su labor ensayística, que incluye más de una decena de títulos, algunos tan exitosos como Usos amorosos de la postguerra española (y su precedente sobre el XVIII) y otros tan documentados como El proceso de Macanaz. Historia de un empapelamiento. La publicación póstuma de Cuadernos de todo ha abierto un nuevo mundo a sus investigadores para indagar en la personalidad de Martín Gaite, alguien que se veía cabalgando perpetuamente entre el caos y el equilibrio. Se lo recordaba a sí misma con dos grandes fotografías de James Dean y Greta Garbo en su dormitorio. Queda la incógnita de si viajaban con ella a Estados Unidos, el país que antes la quiso. Un amor sorpresa. Algo diferente. ¡Miranfú! El Boalo, corazón literario de los 50 Desde su casa de la sierra, Carmen Martín Gaite podía ver que las nieves daban un último suspiro sobre la cima de La Maliciosa, uno de los picos de la sierra que bordea El Boalo (Madrid), la localidad de 7.100 habitantes que su padre, un notario culto y feminista, eligió para jubilarse. Con el mismo granito de la finca que compró, se construyó una casa amplia, sólida y luminosa rodeada de fresnos. Las dos hermanas Martín Gaite, Ana María y Carmen, también se retiraron por temporadas a El Boalo, donde se ha ido concentrando el legado familiar. Tras el fallecimiento de la escritora en 2000, Ana María ofreció su archivo a la Universidad de Salamanca, donde Carmen estudió Filosofía y Letras. Pero no suscitó interés (“No lo quiso, no tenía sitio, ellos ya tienen a Unamuno”, ironiza Ana María), así que los documentos descansan hoy en el Archivo de Valladolid. Antes de morir, Carmiña —su única hija, Marta, falleció joven— le encargó a su hermana que preservase la memoria. Ana María, de 88 años, tiene una voluntad tan granítica como su casa. Ha concentrado en El Boalo la biblioteca y los objetos que la autora de Irse de casa tenía en otros domicilios. Ahora confía en que alguna institución —la Universidad Autónoma ha mostrado interés— asuma su proyecto para transformar la residencia en un centro de estudios sobre la generación de los cincuenta, en la que se agrupó a autores dispares cuya infancia coincidió con la posguerra (Ferlosio, Laforet, Aldecoa, Benet, García Hortelano, Caballero Bonald, Goytisolo, Matute...). Nada mejor en un lugar consagrado a la esencia de una autora que exploró narrativa, novela y ensayo y que un día se preguntó: “¿Qué haré para escribir, para estrellar todo lo que me bulle? ¿Contra qué muro? ¿Dónde dejar la marca?”.


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