El mes más cruel

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El mes más cruel – Pilar Adón

Pilar Adón Pilar Adón (Madrid, 1971). Licenciada en Derecho. Narradora y poeta, como novelista ganó el I Premio Nuevos Narradores Ópera Prima en 1999 con El hombre de Espaldas y en 2003 con Las hijas de Sara (Alianza Editorial) consolida su carrera como narradora. Pilar Adón nació en Madrid en 1971. Se licenció en Derecho por la Universidad Complutense, y más tarde se especializó en Legislación Medioambiental. Narradora y ensayista, con 17 años ganó su primer premio literario en RNE-R3 con un relato breve. En 1995 empezó a publicar relatos en revistas literarias como La Hora Feliz, El Pájaro de Papel y Píntalo de Verde, de Mérida. Como ensayista obtuvo en 1998 el Premio Regenta de Salamanca con Donde acaba la creencia. En septiembre de ese año participó además en la Primera Exhibición Internacional de Poetas Contemporáneos de la Universidad St. Thomas de Fredericton, Canadá, con el poema Parábola. En 1999 obtuvo el I Premio Nuevos Narradores Ópera Prima con El hombre de Espaldas, su primera novela. Viaja a Lima, Perú, para participar, en mayo de 2001, en los IV Encuentros Hispano-Peruanos de Jóvenes Narradores. Es una de las quince jóvenes escritoras seleccionadas por la Editorial Castalia para su antología Ni ariadnas ni penelopes. En junio de 2001 participa en la 5ª Edición de Libros a la calle, con el primer párrafo de El hombre de Espaldas. Su segunda novela, Las hijas de Sara, se publica en 2003 y la sitúa en el panorama literario español. Obtiene el segundo Premio Hucha de Oro 2004 con el cuento Oxford.

Pilar Adón: «Lo único importante es ofrecer una obra de calidad y no dejarse llevar por las presiones ni las prisas» Entrevista por Daniel Heredia · 7 septiembre 2014 ·

Narradora, poeta, traductora, Pilar Adón es una de esas creadoras que se mueven en diversos registros con suma facilidad, en los que sobresale porque hay en ella una verdadera pasión narrativa. Con cada nuevo libro demuestra que estamos ante una de las autoras más interesantes de la actualidad, y un valor en alza de las letras españolas pues su nombre garantiza a priori la calidad de un texto. Parafraseando a Borges, no hay página de esta madrileña del 71 –qué buen año- que no contenga un deslumbramiento. Es también parte importantísima de la editorial Impedimenta, quizá su cara menos visible. Resulta difícil concretar qué género literario predomina en el conjunto de su obra, compuesta por poemas, novelas, relatos, traducciones… Siempre quise ser escritora. Me gusta el término, me gusta lo que implica y me gusta la imagen de la actividad: una mujer escribiendo. Desde muy pequeña, todo lo que quería hacer era leer y escribir, y se mantienen la misma vocación y la misma aspiración. Desde entonces, a lo que más me he dedicado ha sido a la narrativa. 1


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Leyéndola, uno llega a la conclusión de que los miedos pueden ser muy productivos… Los miedos paralizan y distorsionan la realidad y machacan a quien los padece. Hay que superarlos para poder hablar mínimamente de ellos. ¿Cree que hay temas más apropiados para la poesía que para la prosa? La poesía que me interesa está relacionada con la tradición inglesa. Me interesa una poesía casi narrada, que cuenta algo, en la que podríamos decir incluso que hay personajes. Y para este tipo de poemas sirve cualquier tema. La escritura de poesía me puede dar más pudor que la de prosa ya que en una novela, un relato, el peso del argumento cae sobre cada personaje mientras que en el poema el peso cae directamente sobre el poeta. Pero los temas no difieren necesariamente. Se toma mucho tiempo para publicar sus libros… Sí. Publiqué mi primera novela con 27 años, y por entonces tenía mucha prisa. Estaba impaciente y pensaba que había que hacerlo todo muy rápidamente. Me decían que no debía dejar pasar el tiempo porque los lectores se olvidarían de mí. Ahora creo que lo único importante es ofrecer una obra de calidad y no dejarse llevar por las presiones ni las prisas. El viaje ha de ser largo y lo importante es perseverar. ¿Cuándo empezó a escribir poesía? ¿Y a leerla? ¿Quiénes eran entonces sus autores preferidos? ¿Y quiénes son ahora? Empecé pronto a escribir poesía, pero de una manera desordenada, y también mis lecturas fueron muy desordenadas al principio. Siempre he sentido mucha curiosidad por la poesía del Romanticismo, pero esas lecturas no me han influido a la hora de escribir, aunque sí a la hora de enfrentarme al mundo. Leo desde hace años a Sylvia Plath, Anne Sexton, Alejandra Pizarnik. En su día me impresionó mucho Panero y su Así se fundó Carnaby Street. Decía Rimbaud que el poeta ha nacido para soliviantar a los infiernos. ¿Cuáles son sus avernos particulares? Rimbaud decía que el poeta debía intoxicarse, probar todos los venenos y sufrir todos los males para ser un verdadero poeta, doliera lo que doliese. Todos nos hemos sentido atraídos por esa visión maldita de la creación en algún momento, pero ahora me parece una postura propia de una primera juventud, por la que quizá haya que pasar pero que hay que superar. Mis avernos particulares, de los que intento huir a todas horas, son la inseguridad y la dependencia afectiva. Ha traducido a Edith Wharton, Henry James o Penelope Fitzgerald, entre otros. ¿Cómo afronta la traducción? Con entusiasmo. Hay que sentir mucha pasión por un autor y un texto en los que se van a invertir semanas y meses, a los que hay que conocer a la perfección, entender, interpretar y, finalmente, trasladar a otros códigos de manera que el lector en castellano tenga la misma experiencia lectora que el lector en la lengua original. Con el tiempo van llegando el cansancio y a veces la desesperación, pero el sentimiento inicial ha de ser de entusiasmo. No es una autora que se prodigue mucho en Internet, no tiene blog ni está en las redes sociales, ¿acaso no cree que es importante tener visibilidad en la Red? A mí me gustan las relaciones reposadas y me gusta tener tiempo para meditar una respuesta o un comentario. La inmediatez de la Red me pone nerviosa. La constante demanda de ocurrencias, de chispazos o de una opinión instantánea no se me da bien. Si me muevo por la Red lo hago como autora, no como una persona anónima que puede escribir cualquier cosa, y me siento muy responsable de lo que escribo sea en el medio que sea. 2


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Una razón para leerla. Yo me leería porque me gustan mis ambientes y mis personajes. ¿Quién es Pilar Adón? Como me prodigo poco por reuniones, redes sociales, etc., hay quien piensa que Pilar Adón no existe y que es sólo un personaje inventado. A Enrique Redel se lo han comentado ya varias personas. ¿En qué medida el escritor posee el don de regalar otra realidad a quienes leen sus ficciones? Posee ese don que, como casi todos los dones, viene de la mano de una carga, en este caso, la del trabajo eterno en busca de la perfección. ¿Piensa en un lector determinado al crear? Pienso en mí como lectora. Mis historias me han de interesar a mí y me han de atrapar a mí. Afortunadamente, hay lectores que coinciden con mis gustos y con lo que yo espero de un libro, y esa complicidad es un lujo. El silencio es importante para usted. Imagino que también para escribir… El silencio es esencial para sentirme bien. Es algo físico. Cuando hay ruido innecesario, caprichoso, noto que me afecta realmente. No sé por qué hay que gritar para hablar, por qué alguien se cree en el derecho de molestar a los demás con una música, por ejemplo, que puede escuchar a solas con unos auriculares. No entiendo que haya quien pueda creer de verdad que el «derecho» a la diversión ha de primar sobre el derecho al descanso y a la privacidad. Y, sí, para escribir también necesito silencio. Y falta de movimiento a mi alrededor. ¿Leer es vivir? Claro. Aunque también conviene comer y dormir de vez en cuando. La mayoría de sus personajes leen, ¿por qué este interés en meterlos en problemas? ¿Cómo no van a leer? Si no leyeran se volverían locos. Es su manera de huir del miedo que les atenaza y paraliza. Es la única forma de salvarles del ahogo. No pueden hacer otra cosa. En el fondo, es algo que nos pasa a todos los que leemos. Existe el placer de la lectura, claro está, pero es indudable que leemos para perdernos en otros lugares y otras vidas y sentir más a través de los personajes. Para todo ello se necesita empatía. No concibo un lector sin empatía. ¿Cuáles son las claves de un buen lector? La confianza, el deseo de dejarse seducir y engañar, cierta capacidad crítica y una buena disposición a proponer además de escuchar. ¿En qué libros le gustaría vivir? En los libros superintelectuales de Iris Murdoch. En sus casas inglesas. En sus bibliotecas. En sus cabañas junto al mar. En sus comunidades rurales. ¿Cuáles son sus autores preferidos? Ahora mismo Iris Murdoch, Penelope Fitzgerald, A.S. Byatt. 3


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¿Qué título reciente le ha dejado sin aliento? La biografía de Penelope Fitzgerald, escrita por Hermione Lee. Del pasado, recuerdo El mar, el mar, de Iris Murdoch; Orlando, de Virginia Woolf, o Franny y Zooey de J.D. Salinger.

«El mes más cruel1» Pilar Adón. Impedimenta. 2010. 208 páginas. 17,90 euros. ABC CULTURAL El libro de Pilar Adón es una caja. Pero no una vulgar caja de cartón o una de Ikea desmontable o una anticuada y medio rota. No. Su caja asusta, su caja hace aparecer y desaparecer la llave. A veces estamos dentro de esa caja y no sabemos salir, otras estamos hipnotizados desde fuera sin lograr entrar. Así son sus relatos, misterios, escenas atrapadas en el tiempo y en el espacio en las que nos sitúa y nos abandona a nuestra suerte, como en medio de un escenario teatral. Y una vez allí a ver qué pasa, cómo entender la maquinaria que abre y cierra las emociones, cómo entender el mecanismo de la bailarina tumbada en la caja que nos mira en plena oscuridad siempre a punto de hacer algo, no se sabe si bueno o malo. Y nos perdemos intranquilos entre esa fina filigrana que va tejiendo a nuestro alrededor Pilar Adón como una diminuta araña que no hace ruido. Y cuando queremos darnos cuenta ya no nos podemos mover y estamos en ese universo particular, fuera de este mundo y de este tiempo, dentro de aquella caja. Somos diminutos. Sin misericordia Sus personajes luchan por ser uno, uno de verdad, y no brindan misericordia al lector que los observa; no hay una mano que nos lleve y nos explique con paciencia, ni ternura que nos brinde un final blando o florido. Aquí hay bocados de todos los sabores, amargos y dulces, pero predominan aquellos que no sabríamos definir porque son un sabor nuevo, desconocido, que a veces nos hace cerrar los ojos de placer, otras no sabemos si nos gusta o lo aborrecemos. Y ahí radica el acierto de sus relatos. No hay línea que nos lleve a un lugar común, sino un universo que se nos dibuja poco a poco, relato a relato, hasta estar profundamente entorpecidos, comulgando, teniendo la sensación de que cada personaje nos quiere decir algo y jamás llegamos a saber del todo qué es y quién es y por qué parece querer llevarnos hasta el fondo de nosotros.

1 La tierra baldía (1922; en inglés, The Waste Land), obra cumbre de T. S. Eliot (poeta, dramaturgo y crítico literario británicoestadounidense. Representó una de las cumbres de la poesía en lengua inglesa del siglo XX) es uno de los poemas más importantes de la literatura inglesa del siglo XX. Consta de 434 versos, el primero de los cuales es citado en numerosas ocasiones: "Abril es el mes más cruel" (April is the cruellest month). Abril es el mes más cruel: engendra lilas de la tierra muerta, mezcla recuerdos y anhelos, despierta inertes raíces con lluvias primaverales. El invierno nos mantuvo cálidos, cubriendo la tierra con nieve olvidadiza, nutriendo una pequeña vida con tubérculos secos. Nos sorprendió el verano, precipitóse sobre el Starnbergersee con un chubasco, nos detuvimos bajo los pórticos, y luego, bajo el sol, seguimos dentro de Hofgarten, y tomamos café y charlamos durante una hora.

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Sin misericordia Sus personajes luchan por ser uno, uno de verdad, y no brindan misericordia al lector que los observa; no hay una mano que nos lleve y nos explique con paciencia, ni ternura que nos brinde un final blando o florido. Aquí hay bocados de todos los sabores, amargos y dulces, pero predominan aquellos que no sabríamos definir porque son un sabor nuevo, desconocido, que a veces nos hace cerrar los ojos de placer, otras no sabemos si nos gusta o lo aborrecemos. Y ahí radica el acierto de sus relatos. No hay línea que nos lleve a un lugar común, sino un universo que se nos dibuja poco a poco, relato a relato, hasta estar profundamente entorpecidos, comulgando, teniendo la sensación de que cada personaje nos quiere decir algo y jamás llegamos a saber del todo qué es y quién es y por qué parece querer llevarnos hasta el fondo de nosotros. Sus relatos son como poemas, son formas viscerales y oníricas Es difícil de definir. Como bien dice Marta Sanz en el prólogo, sus relatos hay que ir desnudándolos, quitándoles la corteza, situándolos en un lugar y peregrinar por lo que ocurrió antes y después de esa estampa. Como dice: mirar bajo la cama antes de dormir, buscar bajo las sábanas. «La falta de exactitud matemática, la imposibilidad de coger el agua entre las manos, el runrún persistente del ¿habré entendido bien?, la asunción de mi tamaño minúsculo frente a la elevación y profundidad de un texto son los que van a conseguir que este puñado de historias me mantenga en vilo y que, quizá, cuando dentro de unos años lo retome, se me presente bajo una luz distinta, pero seguro que no menos inquietante». Quedan en el aire las ideas, flotando alrededor, forzándonos a zambullirnos, porque sus relatos son como poemas, son formas viscerales y oníricas de traernos sus miedos más innombrables, sus habitaciones cerradas, sus paredes y sus incomunicaciones. La poesía de sus relatos bulle y nos sumerge. Y es tan fácil como doloroso dejarse llevar por ella.

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