el disputado voto del señor Cayo

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El disputado voto del señor Cayo – Miguel Delibes

MIGUEL DELIBES (Valladolid, 1920 - 2010) Periodista y escritor español licenciado en Comercio cuya obra narrativa, que prolonga y renueva el realismo tradicional, lo ha convertido en uno de los literatos más prestigiosos de la segunda mitad del siglo XX. Gran conocedor de la fauna y flora de su entorno geográfico, apasionado de la caza y del mundo rural, supo plasmar en sus obras todo lo relativo a Castilla y a la caza. Se trata de una de las primeras figuras de la literatura española posterior a la Guerra Civil, por lo cual fue reconocido con multitud de galardones; pero su influencia va aún más allá, ya que varias de sus obras han sido adaptadas al teatro o se han llevado al cine, siendo premiadas en certámenes como el Festival de Cannes. La muerte de su mujer en 1974 le marcó profundamente y en 1998 padeció un cáncer de colon, del que nunca llegó a recuperarse completamente. Si bien se inició hacia 1940 como dibujante de caricaturas que firmaba con el seudónimo Max en el diario El Norte de Castilla, de Valladolid, no tardó en pasarse a la crítica de cine. En 1944 ingresó como redactor al mismo diario de su ciudad natal, del que también llegó a ser subdirector (1952) y director (1958-1963). Por entonces, después de hacer el bachillerato y el doctorado en derecho mercantil, obtuvo una cátedra de historia del comercio. Los textos legales tuvieron para él una capital importancia para definir su estilo preciso y desprovisto de adjetivaciones superfluas. Aunque su primera novela La sombra del ciprés es alargada (1948) fue premiada, sus comienzos en la narrativa, incluyendo Aún es de día (1949), evidenciaron notables limitaciones en la estructura del texto y en la composición del relato, pero ya en El camino (1950) se mostró dueño de un mundo de ficción y de las herramientas de estilo que en adelante definieron su personalidad literaria y lo convertirían, junto a figuras como Camilo José Cela y Carmen Laforet, en uno de los mejores narradores surgidos en la inmediata posguerra. "El artista que lo es de verdad, dispone de un mundo personal e insobornable; su único problema y no baladí reside en la elección de una voz", declaró en cierta ocasión. El estilo y la concepción de una prosa que revelaba una gran riqueza léxica constituyeron sus principales aportes a una renovación de la novelística española cuyo enquistamiento en el realismo era signo de decadencia. Este impulso confirió a su obra un aura de frescura que atenuó el conservadurismo ideológico que subyacía en el desarrollo y desenlace de sus historias. Su insistencia en imponer la idea de la naturaleza y la aldea como lugares idílicos y la inmovilidad social presentada como forma de continuidad de tales espacios aparecen como expresiones del conformismo que inspira a sus personajes. Si bien siempre mantuvo el juego dialéctico de campo-ciudad como correlato de autenticidad-falsedad, como se observa, por ejemplo, en El disputado voto del señor Cayo (1978), no renuncia a buscar recursos expresivos que sean capaces de recrear la "realidad" inmediata. En 1966, la publicación de Cinco horas con Mario, obra más tarde adaptada al teatro, supuso su primer intento significativo de valerse de otros métodos narrativos para ahondar en su exploración de la sociedad a través de la vida íntima de sus personajes. Aquí, al igual que en novelas como Mi idolatrado hijo Sisí (1953), Las ratas (1962) o Los santos inocentes (1981), la fuerza de los personajes y la identificación del autor con ellos hacen que las tesis políticas, éticas e ideológicas de éste queden nítidamente superadas.

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El disputado voto del señor Cayo – Miguel Delibes

Parábola del náufrago, publicado en 1970, representó su mayor intento de innovación de forma y experimentación lingüística. Un intento sin embargo en parte desvirtuado en la medida en que parodiaba los métodos modernos que había utilizado en consonancia con los propuestos por la novela hispanoamericana contemporánea. El diálogo es expresión de la memoria en Las guerras de nuestros antepasados (1974), como también lo es la epístola Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso (1983) y, a la vez que formulación del tránsito a otra forma de organización social, del juego dialéctico entre lo auténtico y lo inauténtico. Esta dicotomía característica del realismo dialéctico operó así como eje vertebrador de su producción y naturalizó su mensaje en libros como Diario de un cazador (1955), Diario de un emigrante (1957), 377A Madera de héroe (1987), Mi vida al aire libre (1989) o El hereje (1999). Asimismo cabe destacar su particular interés por Castilla, manifiesto en Viejas historias de Castilla la Vieja (1969) y Castilla, lo castellano y los castellanos (1988), y su afición a la caza, la pesca y el campo, que se refleja en El libro de la caza menor (1964), La caza de la perdiz roja (1963), Mis amigas las truchas (1978) y La naturaleza amenazada (1991). En 1975 ingresó en la Real Academia Española (silla e). Obtuvo los premios de la Crítica (1962, por Las ratas), Príncipe de Asturias de las Letras (1982), Nacional de Literatura (1991), Cervantes (1993) y Nacional de Narrativa (1999). Fuente: Wikipedia y biografiasyvidas.com

Literatura electoral de urgencia Delibes y Chaves Nogales 1demostraron que también en caliente se puede escribir un gran libro Javier Rodríguez Marcos 31 OCT 2017 Parece que fue ayer lo de Lehman Brothers 2, pero pronto hará diez años que la crisis produjo un aluvión de libros que trataban de explicar el pinchazo de la burbuja, el empobrecimiento de los pobres y el enriquecimiento de los ricos. Muchos de esos libros eran novelas empeñadas en contar microhistorias aplastadas por la macroeconomía y, de paso, sortear la tonelada de eufemismos –desaceleración, brotes verdes, regulación de empleo- con los que los gobernantes trataron de tapar sus vergüenzas. Paradójicamente, más que el análisis de los expertos, fue la ficción la que cayó bajo sospecha. Acostumbrados a escribir para la eternidad, los novelistas tuvieron que justificar sus incursiones en la llamada literatura de urgencia. Los fiscales de la poesía pura se olvidaban de que Chaves Nogales publicó A sangre y fuego, uno de los grandes libros sobre la Guerra Civil, en pleno 1937, hace ahora 80 años. O que Miguel Delibes hizo lo propio con El disputado voto del señor Cayo en 1978, solo meses después de los hechos que trata: las Elecciones Generales de 1977, las primeras de la democracia. Forma ya parte de la leyenda que durante la Transición se fantaseaba con la posibilidad de que a la muerte de Franco salieran de los cajones todas esas obras maestras que la dictadura habría impedido publicar. Como no fue así –se habían publicado en México-, hubo que ponerse a escribirlas. Es lo que hizo Delibes con la historia de Cayo Fernández un anciano que se resiste, junto a su esposa, a abandonar un pueblo castellano del que todos se han ido. Allí van los políticos a pedirles el voto. 1 Manuel Chaves nogales fue un periodista y escritor español nacido en Sevilla en 1897. Se exilió en París y más tarde vivió en Londres donde siguió trabajando como periodista. 2 fue una compañía global de servicios financieros de Estados Unidos fundada en 1850. Destacaba en banca de inversión, gestión de activos financieros e inversiones en renta fija, banca comercial, gestión de inversiones y servicios bancarios en general. Antes de declarar la quiebra el 15 de septiembre de 2008, Lehman Brothers era el cuarto banco de inversión más grande de Estados Unidos (tras Goldman Sachs, Morgan Stanley y Merrill Lynch) y tenía 680 mil millones de dólares estadounidenses en activos

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El disputado voto del señor Cayo – Miguel Delibes

En apenas 180 páginas la novela retrata sobre la marcha la España de la época: el abismo entre ciudad y campo, el recuerdo del 36, las bravatas setenteras de la extrema derecha, la discriminación de las mujeres y una brecha generacional que se expresa tanto en los gustos musicales –zarzuela contra rock sinfónico- como en la forma de hablar. Enternece leer a Delibes avisando a su editor del uso de expresiones como joder, coñazo, tío o tía. “Quiero rogarte (con objeto de no espantar al lector pusilánime) que hagáis constar en la solapa que he empleado el lenguaje crudo y desenfadado de la juventud actual sin ñoñerías”, pide a Josep Vergés, el capo de Destino Pese a las precauciones, Delibes intuía que su libro –que fue un rotundo éxito- daría más que hablar por el fondo que por la forma: “Tengo la impresión de que armará algún ruido. El enfrentamiento de la cultura político-intelectual con la secular cultura campesina (ya muerta) no creo que pase sin más ni más, aunque el tema no está más que apuntado”. Con el tiempo, lo que su autor consideraba solo apuntado es la piedra angular para lectores jóvenes que ya no dicen ‘demasié’ ni conducen un Seat 124. Ahí está el rastro de El disputado voto del señor Cayo en Capitalismo canalla, de César Rendueles, o en La España vacía, de Sergio del Molino. Uno nació en 1975. El otro, en 1979, cuando la novela de Miguel Delibes llevaba un año en la calle. Urgente o no, la buena literatura nunca tiene prisa.

«Hemos ido a redimir al redentor».

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