Francis scott key fitzgerald

Page 1

FRANCIS SCOTT KEY FITZGERALD (24 de septiembre de 1896-21 de diciembre de 1940) nacido en Minnesota en una familia católica irlandesa, burguesa de clase media alta. A la edad de doce años empezó a interesarse por la escritura y de inmediato comenzó a volcar en papel aquellas inquietudes más salientes de su vida. Tras cumplir sus estudios básicos, se matriculó en la Universidad de Princeton, aunque, tres años después de haberlo hecho abandonó la carrera para alistarse como soldado en el marco de la Primera Guerra Mundial. A pesar de todo no llegó a embarcar hacia Europa porque la guerra finalizó antes. A nivel literario, es ampliamente conocido como uno de los mejores autores estadounidenses del siglo XX, máximo intérprete literario de la llama “era del jazz” de los años XX de su país. Fitzgerald es considerado miembro de la Generación Perdida de los años veinte. Escribió cuatro novelas: A este lado del paraíso, Los hermosos y malditos, El gran Gatsby (la más conocida) y Suave es la noche. Además tenía una quinta, sin terminar, The love of the last tycoon, que fue publicada tras su muerte. Fitzgerald escribió también múltiples historias cortas, muchas de las cuales tratan sobre la juventud y las promesas, la edad y la desesperación. Con su novela inicial, A este lado del paraíso (1920), obtuvo gran popularidad, lo que le permitió ir publicando sus cuentos en revistas de prestigio como The Saturday Evening Post, y convertirse en una de las figuras más representativas del "sueño americano" de la década de 1920. Se trasladó a Francia junto con su mujer, Zelda Sayre, personaje fundamental para Fitzgerarld, tanto en la felicidad como en la desdicha, ya que fue su inspiración y compañía en el decenio de gloria que les tocó vivir, y el centro de sus preocupaciones a partir de 1930, cuando él se hundió en el alcohol y ella en la demencia (murió en el incendio de la clínica donde estaba recluida, en 1948), y ambos debieron afrontar las consecuencias del fracaso y la miseria: a la pareja le gustaba llevar una vida desenfrenada, satisfaciendo sus gustos y caprichos por lo que los ingresos de sus novelas no llegaban a colmar sus necesidades. Fitzgerald tuvo que colaborar con diversas revistas y vender a estudios de Hollywood los derechos de sus historias. En Francia acabó de escribir la que se considera su obra maestra, El gran Gastby (1925), la historia del éxito y posterior decadencia de un traficante de alcohol durante la ley seca, que se fabrica una identidad aristocrática y a partir de allí vive como un fantasma en una mansión, consagrando todas sus fuerzas y dinero a conseguir a la mujer que ama. Fitzgerald describió en sus páginas un arquetipo que estaba surgiendo por entonces en Estados Unidos: el individuo de clase baja y de escasa moral, que para triunfar utiliza cualquier medio a su alcance. No obstante, y pese a su catadura, el personaje está nimbado por una aureola romántica, como sucede a menudo con los protagonistas del autor e incluso con su estilo literario, pues su prosa es a la vez realista y directa pero no renuncia a las sutilezas de una construcción elegante. Cultivó también como decíamos, la narración breve, y algunos de sus cuentos están considerados antológicos dentro de la literatura en lengua inglesa: ciertos relatos pueden ser clasificados en el género del horror, a lo E. A. Poe, y en otros descarga su sarcástica eficacia contra la clase de los poderosos. Su novela, Suave es la noche (1934), él mismo la consideraba la culminación de su obra. En cuanto a su obra póstuma e inconclusa El último magnate (1941), nos cuenta los aspectos más miserables del mundillo de Hollywood, que tan bien conocía, ya que en los años de ruina que precedieron a su muerte trabajó como guionista anónimo para la industria del cine. Su libro igualmente póstumo y testimonial El jactancioso (publicado en 1945 por Edmund Wilson) es la crónica escalofriante y hermosamente desdichada de su desintegración como hombre y escritor, donde hace una revisión de sí mismo y de las causas abismales que provocaron su caída. La primera frase de este relato-ensayo es tan clara que vale por un manifiesto: "Toda vida es un proceso de demolición". El alcoholismo de Fitzgerald, que había comenzado en la universidad, se volvió notorio durante la década de 1920 por la manera desenfrenada en que bebía, y hacia finales de la década de 1930 empezó a afectarle la salud. Según la


biógrafa de Zelda, Nancy Milford, Fitzgerald decía haber contraído tuberculosis, pero Milford consideraba esto simplemente un pretexto para ocultar sus problemas con la bebida. No obstante, Matthew J. Bruccoli, estudioso de Fitzgerald, sostiene que este último padecía realmente una tuberculosis recurrente, y, según Nancy Milford, el biógrafo de Fitzgerald Arthur Mizener dijo que Fitzgerald sufrió un ataque de tuberculosis leve en 1919, y en 1929 tuvo «una hemorragia de origen tuberculoso». Fitzgerald sufrió dos ataques al corazón a finales de los treinta, el segundo, ocurrido el 21 de diciembre de 1940 acabó con su vida. Entre los asistentes al velatorio estuvo Dorothy Parker, de quien se cuenta que lloró y murmuró «el pobre hijo de puta», una línea extraída del funeral de Jay Gatsby en El gran Gatsby.

EL GRAN GATSBY NUNCA DEJA DE ENAMORARNOS Por CLARA SÁNCHEZ. Francis Scott Fitzgerald decía que la vida es un asunto romántico y por eso seguramente logró maravillarnos con uno de los personajes más perdedores y al mismo tiempo más triunfadores y soñadores que ha dado la literatura por libros como 'El gran Gatsby'. Jay Gatsby es el nuevo héroe del siglo XX, hecho a sí mismo sin demasiados escrúpulos. Es un fronterizo, un aventurero, pero también un romántico, alguien capaz de arriesgarse hasta las últimas consecuencias por ir detrás de un simple brillo. Y ese brillo es Daisy Buchanan, traslúcida como la ternura, bella como sus vestidos, su casa y su hijita, y tan aparentemente frágil como los diamantes. En medio del calor del verano derrama su mirada lánguida sobre un Gatsby que acaba de salir de las tinieblas con una deslumbrante mansión, buenos trajes, champán, coches, flores, con todo lo que hace juego con la risueña voz de Daisy "llena de dinero". Pero la distancia es abismal, una profunda herida, porque Daisy y su marido respiran un dinero tan antiguo como el fondo de los mares y no recién llegado como el de Gatsby. La novela se publicó en 1925, en el optimista y alegre corazón de la era del jazz, en que "un centenar de pares de zapatos de plata y oro levantaban un polvo luminoso". Desolada, irónica, poética, cruel, tierna y hermosa hasta lograr hacer de la frivolidad y de las enormes gafas del doctor T.J. Eckleburg dos trágicos referentes de la vida contemporánea. También Scott Fitzgerald tenía algo de su personaje. A los veinticinco años ya era un escritor de éxito y, sin embargo, se dejó devorar por la euforia del tiempo que le tocó vivir, por su mundo, por sus sueños.

RUTILANCIA Y DESIGUALDAD Por JOAQUÍN ESTEFANÍA. La obra de Fitzgerald es una novela de clase en la que el dinero sirve para comprar la distancia social con el fin de marcarla mejor. Trata de muy pocos personajes de la clase elevada y de un testigo que se asimila a ellos. En el libro no aparece la mayor parte de la sociedad americana, la que tuvo que emplearse en combatir durante la Primera Guerra Mundial: es como si no existiera. El autor describe los excesos de los felices veinte, cuya burbuja, explotada, dio lugar a la Gran Depresión de tres lustros después. Jay Gatsby, el caballero que reina sobre West Egg, es el arquetipo de una época dominada por los excesos sociales, las grandes diferencias, el gansterismo y la corrupción política generalizada que acabó en la mayor crisis del capitalismo de todos los tiempos. Fitzgerald tiene la técnica literaria de fijarse en uno de los dos extremos de la sociedad, el de la gente bonita, riquísima, las mansiones, los criados fieles, la rutilancia de las noches sin mesura, en definitiva, el mundo de los ricos. Es la imagen del esplendor y de las élites de Pareto. Casi nueve décadas después de aquello, la sociedad de los extremos y de la polarización han vuelto a Estados Unidos, tras el paréntesis del New Deal y su influencia en la sociedad americana.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.