Gonzalo higalgo bayal

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GONZALO HIDALGO BAYAL - La sed de sal- 2015/2016

GONZALO HIGALGO BAYAL Gonzalo Hidalgo Bayal, reconocido novelista, poeta y ensayista, nació en Higuera de Albalat, provincia de Cáceres en 1950. Licenciado en Filología Románica y en Ciencias de la Imagen por la Universidad Complutense de Madrid, ha combinado su trabajo como profesor en un instituto de enseñanza secundaria en Plasencia, con su carrera literaria, hasta el momento de su jubilación. Narrador singular, dentro de su bibliografía encontramos obras pertenecientes al género de la narrativa, de la poesía, y del ensayo. Es asimismo un especialista en Rafael Sánchez Ferlosio. En el año 1986 publica la obra poética “Certidumbre de invierno”, y, al cabo de dos años, en 1988, su primera novela, que lleva el título de “Mísera fue, señora, la osadía”, obra perteneciente al género negro. En 1993, ve la luz la segunda, “El cerco oblicuo”. “Amad a la dama” saldría en 2001, y tres después vería la luz la que sería su novela quizás más importante, “Paradoja del interventor”, una obra que ha sido calificada como kafkiana, y que se desenvuelve en una atmósfera un tanto enrarecida. También se ha editado “El espíritu áspero”, calificada de nostálgica y brillante, y “Conversación”, una de sus obras más alabadas por la crítica. En 2013 publica su novela “La sed de sal”. Gonzalo Hidalgo Bayal es autor asimismo de varios ensayos, entre los cuales se encuentran “ Camino de Jotán. La razón narrativa de Ferlosio”, “Equidistancias”, “El desierto de Takla Makán: prosas y ensayos” o “Prólogo a Kafka, La Metamorfosis” En cuanto a libros de relatos cortos, ha escrito “Campo de amapolas blancas”, “La princesa y la muerte”, “un artista del billar” y “Caracteres” El propio Hidalgo Bayal resumía así su vida en 2011: "Cuando llegué a Madrid tenía unos 18 años y necesitaba ganar dinero. Un señor estaba montando una editorial, que creo que pirateaba cosas de Espasa y vendía en fascículos. Estuve con él mi primer mes. Luego pasé a empaquetar medicinas. Mi tarea era poner los sellos del colegio de huérfanos. Aunque vivía en San Bernardo, venía a comer a este restaurante todos los días. A Madrid vine a estudiar Preu, en 1969 o 1970, después hice Filología Románica y Ciencias de la Imagen en la Complutense... En 1979 fui a dar clases de lengua y literatura a un instituto de Plasencia, luego dos en el instituto de Coria, y volví a Plasencia; hasta el 1 de septiembre porque pedí la jubilación anticipada... Ahora supongo que puedo escribir. Cuando estaba en el instituto también lo hacía, podía sacar tres o cuatro horas diarias. Al principio solo daba clase en el horario nocturno, así es que por las mañanas escribía y por las tardes leía".

Gonzalo Hidalgo Bayal: “Los personajes son sombras del que escribe” por Javier Morales

El escritor Gonzalo Hidalgo Bayal habla de su última novela ‘La sed de sal’, en la que logra construir uno de los mundos literarios más interesantes del panorama narrativo español de las últimas décadas.


GONZALO HIDALGO BAYAL - La sed de sal- 2015/2016

Año nuevo, nuevos propósitos. Uno de los míos es reservar un espacio en esta Área de Descanso para las entrevistas, que alternaré con mis artículos habituales. Entre tanto ruido mediático, a mí no se me ocurre mejor descanso que leer a quien de verdad tiene algo que decir. Como Gonzalo Hidalgo Bayal (Higuera de Albalat, Cáceres, 1950). En esta entrevista, realizada por correo electrónico, nos habla de su última novela, La sed de sal (Tusquets), de la que dábamos cuenta en El Asombrario hace unos meses. El autor de Campo de amapolas blancas (Editora Regional de Extremadura, reeditada por Tusquets) regresa a Murania, un espacio imaginario que ha permitido al escritor extremeño construir uno de los mundos literarios más interesantes del panorama narrativo español de las últimas décadas. ‘La sed de sal’ es una novela con numerosas referencias cinematográficas y literarias. ¿En qué medida ha influido el cine en su obra narrativa? Tengo poco claras las influencias, sean literarias o cinematográficas, y no porque no las haya. Sé qué libros me gustan y qué películas, pero no sabría decidir en qué medida lo que escribo está en deuda con ellos. Tampoco sabría decidir si, por ejemplo, cierta organización de la materia narrativa en escenas o secuencias es herencia del cine o de la novela tradicional. Por otra parte, las referencias son más bien formales (retóricas, si se quiere, en el buen sentido), recursos de prosodia narrativa, no deudas profundas. ¿El cine es terapia, ensoñación o pedagogía? Depende de cada espectador, aunque puede que a veces sea todo eso junto, e incluso más. Creo que hasta tal punto forma parte de nuestra vida que un muy alto porcentaje de la experiencia personal proviene del cine de ficción. Algo de eso le ocurre al narrador de La sed de sal, que, como carece de experiencia propia, como nunca se ha visto en trances penitenciarios, tiene que recurrir a los modelos de ficción cinematográfica (de la cinematografía clásica, del cine negro de mediados del siglo XX, que tiene algo de mítico y de heroico) para entender o para sobrellevar su desventura. En cualquier caso, la memoria cultural es cada vez más flaca y su eficacia retroactiva cada vez más breve, de modo que Sed de mal o A bout de souffle resultan ya tan remotas como Moby Dick o como los libros del santo Job o del profeta Jonás. El narrador, que se nos presenta como Travel, tiene una mirada un tanto sombría sobre lo que significa el viaje: “No es el recorrido, sino la memoria de la adversidad”, cuenta. Conecta más con el “viaje” de Ismael en ‘Moby Dick’ que con la visión romántica que se ha instalado en el imaginario colectivo de lo que significa viajar. Hay, sin duda, viajes felices, pero el viaje de Travel, pese a que no le ocurren grandes desgracias, resulta ciertamente adverso, hasta el punto de que es la gran aventura del personaje, su única aventura. Digo aventura en el sentido de que merece ser contada y recordada. De muchos grandes personajes de la realidad (héroes de la historia, podíamos decir) sólo recordamos el episodio más destacado. Algo así ocurre con Travel: su viaje es ese episodio y, dado su carácter, su vida es ese viaje. Naturalmente, mi intención era que a los hechos se sumaran sus consecuencias reflexivas, que de los hechos se derivara alguna forma de aprendizaje para el narrador. Uno de los personajes más atractivos de la novela es el del policía Noé León y su teoría de la sed de sal y el impulso criminal. Su afición a la paradoja y el juego de palabras recuerda al propio Hidalgo Bayal. Prácticamente sólo hay dos personajes principales: Noé León y Travel, el teórico de la sed de sal (ya se sabe, los palíndromos) y el destinatario o la víctima de su aplicación. El primero se entrega con esmero a la conjetura intelectual, a los juegos verbales, en efecto, a cierta interpretación paradójica de los hechos, y el segundo los padece y reflexiona sobre ellos con cierta desmesura sentimental. Esas son, según creo, sus principales características: el juego intelectual y el abatimiento sentimental. Y supongo que en alguna medida que no sé calibrar ambos reflejan algo del autor. A más o menos distancia, todos los personajes son siempre, en cuanto personajes de autor, sombras del que escribe: lo que somos, lo que no somos, lo que queremos ser y lo que no queremos ser.


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Ha publicado una buena parte de su obra en pequeñas editoriales, hasta que hace unos años Tusquets tuvo el acierto de ‘rescatar’ algunas de ellas y publicar las nuevas. Aparte de llegar a un público más amplio y disfrutar de un mayor reconocimiento, ¿cómo ha llevado Gonzalo Hidalgo Bayal este proceso? Yo siempre creí que estaría vinculado de por vida a alguna de esas pequeñas editoriales primeras, a Del Oeste ediciones, sobre todo. Para mí era más que suficiente. Además, eran amistades y afinidades que venían de lejos. Surgió luego Tusquets, en proceso inverso, primero la edición y luego la amistad. Y ahí estamos, espero que por mucho tiempo. El resto, es decir, el pasar la mañana delante del teclado, más que un proceso es un estado que, como tal, apenas admite variaciones.

"Se me hace cuesta arriba leer prosa sin intensidad poética" El escritor presenta esta tarde su nueva novela, 'La sed de sal', en la librería La Central de Callao (Madrid), acompañado de Luis Landero. FERNANDO DÍAZ DE QUIJANO | 26/11/2013 | Gonzalo Hidalgo Bayal regresa una vez más a la tierra de murgaños, esa Extremadura inventada en la que transcurre toda su obra. La sed de sal (Tusquets) tiene envoltura de novela negra y fondo de tratado filosófico sobre la condición humana. Por una terrible coincidencia, un inocente acaba encerrado en el calabozo de un pueblo, al grito multitudinario de “¡Cabrón asesino!”, lo que desencadena una trama que no atrapa al lector con un ritmo trepidante, sino con una prosa de altura. Pregunta.- La sed de sal no es una novela policiaca al uso. Respuesta.- La investigación me interesaba poco, me centro en la especulación sobre lo incierto, en las conjeturas del protagonista a partir de lo que le dicen y de la prensa local. No quise cerrar la historia a la manera de la novela policiaca, entre otras cosas porque no sé hacerlo. P.- Esa incertidumbre del narrador protagonista le hace reflexionar largo y tendido sobre la condición humana: el miedo, el dolor, la pena, la nada, la culpa... ¿Son un compendio de sus propias reflexiones? R.- No las tenía recopiladas en un prontuario, pero no me extrañaría que buena parte de ellas estuvieran desperdigadas en otros de mis libros. Cuando estoy escribiendo no recuerdo lo que escribí anteriormente. P.- El título del libro, el nombre de uno de los personajes -Noé León-, así como otros títulos y personajes suyos anteriores son palíndromos. R.- Es una diversión que me entretiene, a veces casi una obsesión. Veo los carteles y automáticamente los leo al revés para ver si esconden un palíndromo. P.- ¿Cuándo y cómo se ha ido fraguando esta novela? R.- Según mis archivos de Word, los primeros apuntes los tomé en febrero de 2005. Tenía unas cuantas ideas claras: que había una desaparición, que sería más o menos policiaca, pero más lóbrega que negra, porque es una novela pesimista. Me senté a escribirla cuando me jubilé, hace dos veranos. La terminé en unos cuatro meses y el año y medio restante he estado revisando, recortando, añadiendo y matizando. P.- El protagonista de la novela, Travel, compara constantemente las circunstancias de su cautiverio con escenas de películas de cine clásico. ¿Es usted especialmente cinéfilo? R.- De hecho, quise ser director de cine, pero tal como está el sector ahora, mejor no haberlo sido. Estaba estudiando Filosofía y me matriculé en Ciencias de la Imagen, cuando empezó a funcionar la facultad de ciencias de la información en la Complutense. Aquellos cinco años (1972-77) no me sirvieron para nada, salvo para ver mucho cine en la Filmoteca porque nos daban pases especiales. A veces veía hasta cuatro películas en una tarde.


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P.- El crítico de El Cultural Ricardo Senabre, además de proclamar su excelencia, ha dicho de usted que es un escritor minoritario, entre otras razones, por “la índole extremadamente culta de su escritura”. ¿Está de acuerdo? ¿Cómo concibe su prosa? R.- Me gusta que la prosa tenga intensidad poética y un ritmo marcado. Le doy muchas vueltas a las frases hasta que me suenan bien. Me reprochan a veces que pongo demasiados adjetivos, pero lo hago por musicalidad. De hecho, se me hace cuesta arriba leer una novela que no tenga intensidad en la prosa. Cada vez me gusta menos la prosa meramente informativa. Lo del exceso de culturalismo en mi literatura es cierto, pero creo que La sed de sal es mi novela más llevadera en ese sentido. P.- La acción transcurre, una vez más, en la ficticia tierra de murgaños: la ciudad de Murania, el pueblo de Casas del Juglar... ¿Cuándo y cómo inventó este universo paralelo a la Extremadura real y decidió que estaría presente en toda su obra? R.- Lo utilicé en mi primera novela, a principios de los 80. Necesitaba una ciudad mediana, como Plasencia, donde vivo. Pero no quería usar su nombre porque entonces tendría que ser fiel a la realidad geográfica. Luego inventé un pueblo pequeño, Casas del Juglar, y más tarde inventé otros. P.- ¿Qué escribe ahora? R.- Antes de ponerme con La sed de sal tenía otra empezada, pero estoy perdido, llevo bastante tiempo sin saber por dónde seguir. Tengo problemas con las voces narrativas, con los personajes y los tiempos. La dejé en reposo para escribir ésta y ahora espero llevarla adelante. P.- ¿Qué espera de su carrera literaria? R.- No demasiado. Podría pasar sin escribir, porque soy perezoso, pero no podría pasar sin leer. Ahora casi no hago otra cosa. No digo que lea con ímpetu juvenil, pero termino un libro y a la hora empiezo otro. Leo de una manera demasiado irreflexiva. Estoy deseando acabar el libro que tengo entre las manos para empezar otro.


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