Marvin harris vacas, cerdos

Page 1

Vacas, cerdos, guerras y brujas

Marvin Harris (Brooklyn 18 de agosto de 1927 – Gainesville (Florida) 25 de octubre de 2001) Antropólogo estadounidense conocido por ser el creador y figura principal del materialismo cultural, corriente teórica que trata de explicar las diferencias y similitudes socioculturales dando prioridad a las condiciones materiales de la existencia humana. Obtuvo el título de Bachelor of Arts en el Columbia College en 1948. Estudió en la Universidad de Columbia, donde fue alumno de Julian Steward y Alfred Kroeber. A través de Steward conoce las teorías de Karl Wittfogel, Leslie White y Gordon Childe. En esta época recibe también lecciones de los alumnos de Skinner que serán determinantes en su metodología del materialismo cultural. En 1953 obtiene el título de doctor en la Universidad de Columbia con un trabajo de investigación de campo acerca de la comunidad de Minas Velhas, un pequeño pueblo en las montañas de Brasil oriental. Durante el periodo de 1953 a 1959 es assistant professor en el Departamento de Antropología de la Universidad de Columbia. Posteriormente será associate profesor. En el año 1963 pasa a ser professor de dicho departamento a la vez que su director (desde 1963 a 1966). Como professor estará en Columbia hasta el año 1980 en que marcha a la Universidad de Florida (Gainesville) como graduate research professor. Realizó estudios de campo en Bahía (Brasil) durante los años 1950-51. En los años 1953-54 estuvo en Río de Janeiro como asesor de investigación del National Institute of Pedagogical Studies. Llevó a cabo investigaciones empíricas sobre los Thonga de Mozambique en los años 1956-57. Investigaciones de campo en Chimborazo (Ecuador) en 1960 y nuevamente en Brasil, en el estado de Bahía en 1962 y 1965. Bajo los auspicios de la National Safety Foundation realizó estudios de campo en la India en 1976 sobre la utilización de recursos proteínicos. Después de la publicación de El desarrollo de teoría antropológica en 1968, Harris ayudó a centrar el interés de los antropólogos en las relaciones entre cultura, ecología, tecnología y demografía y en la necesidad de fundamentar la antropología en una base científica durante el resto de su carrera. Fue un prolífico escritor y muchas de sus publicaciones obtuvieron una amplia difusión entre lectores legos. A lo largo de su vida profesional, Harris tuvo un público fiel y numerosos críticos. Se convirtió en uno de los fijos en las reuniones anuales de la American Anthropological Association (AAA), donde sometía a los asistentes a intensos interrogatorios en la sala. Es considerado un generalista, que tenía interés por los procesos globales que intervienen en los orígenes del ser humano y la evolución de las culturas humanas. Información extraída de http://filosofia.org y de http://wikipedia.es

Marvin Harris: "El sexo es un instinto irresistible; la guerra, no" Marvin Harris nos ha hecho comprender la importancia del medio ambiente en el origen y el desarrollo de las culturas. El surgimiento y la caída de los imperios, el auge y la decadencia de las religiones han sido consecuencia directa de la relación del ser humano con sus ecosistemas. "El hambre hace evolucionar la cultura", dice este antropólogo. Y con esta premisa, que denomina determinismo histórico, ha podido explicar por qué los chinos aborrecen la leche, los judíos no comen cerdo, los aztecas sacrificaban personas, los pueblos de Oriente Medio comen yogur o los indios adoran a las vacas. Marvin Harris podría ser el abuelito milcuentos, con su enorme bagaje de conocimientos. Sus modales son extremadamente cordiales y permiten que el entrevistador se sienta como un nieto en el regazo de la sabiduría. -¿En qué está trabajando actualmente? Mis últimas investigaciones se refieren a la clasificación en antropología. En Estados Unidos se utilizan dos categorías para identificar a la gente: blancos o de color. Se trata de un vocabulario muy pobre frente al de Brasil, por ejemplo, donde se utilizan no menos de 60 o


Vacas, cerdos, guerras y brujas

70 formas de identificación: moreno, moreno oscuro, moreno claro, etc. También estoy escribiendo un libro cuyo título provisional es Etnomenia. En él trataré la causa de las hostilidades entre los grupos raciales o étnicos. Creo que el tema tiene una gran importancia para el mundo entero en estos momentos, en los que existe una gran cantidad de conflictos y malentendidos a causa de la interpretación de la identidad étnica, cultural y biológica. -¿Tiene algo que ver con el auge del racismo y la xenofobia? -Es necesario establecer la diferencia entre hechos culturales y genéticos, lo que significa separar el concepto de raza del de cultura. Para la civilización occidental -sólo existe una cultura africana que se aplica a todo el continente, aunque esté compuesto por un sinfín de culturas. Si consideramos los pueblos asiáticos, existen todos los niveles de desarrollo cultural: se puede encontrar desde gente que vive de la caza y que no tiene jefes, hasta culturas altamente tecnificadas y jerarquizadas. Hasta hace poco existían muchos tipos de Estado: imperios, teocracias y estructuras políticas y sociales de todo tipo, incluso dentro de un mismo grupo cultural. Olvidamos que la naturaleza plástica del ser humano permite el cruce de razas y los intercambios entre sociedades completamente diferentes. Somos capaces de adaptarnos a las tradiciones y a distintas maneras de hablar en cualquier parte del mundo. Un chino trasladado en su infancia a Estados Unidos hablará inglés sin ninguna dificultad. Todas las lenguas del mundo pueden ser aprendidas por cualquier persona. -Es decir, que no existe una raza culturalmente cerrada. ¿Se relacionan todas las razas y todas las lenguas? El asunto es separar raza, lengua y cultura. Son fenómenos diferentes y, por lo tanto, no continúan juntos si los cambiamos y separamos de su lugar de origen. Y más ahora, que el dinero se mueve de un país a otro a toda velocidad a través de los medios de comunicación. -¿Resulta atractivo para los antropólogos el capitalismo global? -Para entender este fenómeno debemos comprender que no es más que una consecuencia de los movimientos de capital. Es sorprendente lo que está aconteciendo con las grandes empresas, no sólo multinacionales, sino transnacionales. Esas empresas ya no pertenecen a un solo Estado, sino a muchos. Cuando un lugar es inconveniente para una empresa, porque en él se están organizando y creando sindicatos que amenazan el poder de la transnacional, se instala en otro lugar. -Así ha sucedido recientemente en España con Suzuki o Gillette. Los grandes grupos financieros mueven sus capitales por encima del control del Estado... -Puedo hacer un pronóstico. Creo que habrá una intensificación de los conflictos entre empresas privadas y Estados y, según fracase el poder del Estado, crecerá el de las transnacionales. Sin embargo, también existe un dato optimista: veo a la Comunidad Europea como un modelo de futuro. Es bueno crear superestructuras que no necesitan enfrentarse al poder de las transnacionales. -Desde el punto de vista de la antropología, ¿cómo se enfoca el hecho de que yo pueda estar viendo por televisión lo que le sucede a un ciudadano en un pueblo de los Estados Unidos? -Creo que va a acelerarse el proceso de creación de la aldea global, pero, a la vez, no van a perderse las costumbres locales. La antropología tiene un gran futuro, porque dentro de la cultura global existe una gran variedad. Paradójicamente, la sociedad no es cada vez más homogénea, sino más heterogénea. Pienso en las nuevas profesiones que coexisten con las del pasado. Las ciencias sociales tienen muchas cosas sorprendentes que estudiar: ritos, música. ¿Cuántos tipos de música rock existen actualmente? La sociedad no es más homogénea, desde luego. -También la familia tradicional experimenta su propia mutación... -Claro, y existen muchas formas familiares nuevas. -¿Pero podrán mantenerse las culturas de los pueblos antiguos? -Van a crearse nuevas combinaciones de costumbres. Por ejemplo, en Estados Unidos cada vez existe más gente que se


Vacas, cerdos, guerras y brujas

autodenomina indio. El fenómeno está causado por las ventajas que tiene ser indio en Estados Unidos hoy en día. ¿Por qué? Por los casinos. Los estados tienen leyes contra los casinos, pero los indios poseen reservas que no están sujetas a esas leyes, así que no hacen más que abrir en ellas nuevos casinos y ganar millones y millones de dólares. Mucha gente quiere participar de estos beneficios, así que, simplemente, se hacen indios. -Imagino que no será solamente cuestión de dinero. También existirá un interés por su cultura... -Sí, y por eso también se están inventando nuevos ritos y nuevas tradiciones. Se pierden las antiguas, pero se inventan otras nuevas. Es un fenómeno contradictorio, porque las antiguas también eran inventadas. -¿Se puede considerar que forma parte de ese movimiento religioso que llaman nueva era? -El crecimiento de los fenómenos religiosos no está localizado, sino que acontece en todo el mundo. Se trata de una reacción estimulada por los rápidos cambios en la economía y en las familias. La gente ha perdido el rumbo y busca valores que certifiquen que la vida humana no es una simple mercancía. Las épocas de transformación social siempre han estado acompañadas de cambios religiosos. A la vez que se crea el desarrollo tecnológico surge una nueva entidad cultural. Quizás se esté fraguando una religión que sustituya, sintetizándolas, a todas las religiones tradicionales: hinduismo, cristianismo, chamanismo... Las religiones están siempre adaptándose a los nuevos tiempos, y ahora aparece una religión global porque los factores económicos también son globales. El habitante urbano, que vive la desintegración familiar y la violencia étnica, no encuentra una respuesta segura por parte de la sociedad, y tiene miedo. Las religiones de la nueva era le proporcionan contacto con el mundo espiritual y seguridad en ciertos valores. El mismo argumento sirve para explicar el auge del fundamentalismo islámico y evangélico. -¿Es innata la guerra en el ser humano? -No, porque si fuera innata estaríamos pegándonos constantemente y no existirían los periodos de paz. Si se tratase de un instinto irresistible estaríamos luchando todos, todos los días. No es como el sexo, que se trata de un instinto irresistible. Se puede vivir y crecer en paz durante muchísimo tiempo, pero no sin sexo. -¿Existe alguna sociedad humana que no conozca la guerra? -Existieron diversos grupos en el norte y el sur de América, como los indios misiones, que no practicaban la guerra. Pero, en general, la guerra es común, aunque puedo acreditar que no está basada en los instintos, sino en las condiciones materiales, que también se dan en todo el mundo, como la escasez de alimentos, de territorio, de animales para cazar, de petróleo. Son necesidades que dan pie al conflicto armado. Tenemos que librarnos de la idea de que somos una especie agresiva por naturaleza que no sabe evitar la guerra. También carece de base científica la idea de que existen razas superiores e inferiores y de que las divisiones jerárquicas son consecuencia de una selección natural y no de un largo proceso de evolución cultura Salvador Hernáez Esta entrevista fue publicada en marzo de1996, en el número 178 de MUY Interesante

MARVIN HARRIS. OBITUARIO Marvin Harris: los límites del materialismo cultural José Antonio Gómez Marín, El Mundo, 2.11. 2001. La muerte de Marvin Harris a los 74 años, acontecida el pasado 25 de octubre, no ha tenido el menor eco en nuestro país. Un silencio clamoroso ha confirmado el desdén gremial manifestado tercamente durante años contra ese brillante provocador que cayó en nuestras manos hacia finales de los 70, sin que una sola voz de la ya considerable legión de antropólogos profesionales y aficionados se haya levantado para comentar siquiera el hecho.


Vacas, cerdos, guerras y brujas

Tampoco es raro, bien miradas las circunstancias, porque el provocativo cultivador de eso que él llamó «materialismo cultural» fue, desde el principio, en función de libros tan atractivos como Caníbales y Reyes, Vacas, cerdos, guerras y brujas o Bueno para comer, un autor de gran éxito entre un amplio sector de público que descubrió en sus racionalizaciones de los hechos culturales seductoras perspectivas o la confirmación de sospechas propias. Mi impresión es que la aparición en 1978 de su ensayo sobre el desarrollo de las teorías antropológicas tan audaz como provocador condicionó de antemano su aceptación entre la incipiente antropología académica española, luego bastante exasperada ante esa obra marcada por tan vasto éxito. Harris seguiría triunfando entre los lectores desterrado de las aulas. Nada nuevo. Hay que reconocer que, aparte del indudable atractivo de su visión de la cultura, ese «loco autoritario», como le llamó David B. Truman, no se preocupaba gran cosa de evitar el escándalo. Su explicación del canibalismo azteca, «el reino caníbal», como una estrategia para la consecución de proteínas cárnicas tan banalmente resumido ahora, por cierto, en la necrológica del New York Times o su argumento paralelo a propósito del canibalismo de los yanomanos, «el pueblo feroz», zamarrearon nuestra imaginación antropológica, incluso si éramos conscientes de su fragilidad conceptual frente a las interpretaciones clásicas de Soustelle o del viejo Murdock. Su insistencia en explicar el origen de la guerra en clave económica y demográfica fue otro de sus campos de batalla, así como su afán en ver en la supremacía masculina un fenómeno cultural consecuencia de la guerra y el consiguiente monopolio de las armas, además del fomento del machismo agresivo a través del propio sexo. Esta visión provocó ardientes réplicas, en especial cuando publicó en un famoso magazine su idea de «Por qué los hombres dominan a las mujeres» en paralelo con lo argumentado en Caníbales y Reyes a propósito del complejo de Edipo. Al lector medio se le grabó su ingenioso desciframiento del tabú de la vaca en India tanto como su algo precipitada teoría sobre la función del potlacht entre las sociedades primitivas o su ensayo no poco banal sobre las brujas, la historia de cuya trágica odisea conocía sólo muy precariamente, todo hay que decirlo. Pero Harris no sólo se inclinó sobre las culturas exóticas sino que, en su búsqueda de interpretaciones válidas para el hecho cultural, bordeó la sociología en sus observaciones bien poco optimistas sobre la misma sociedad americana, a la que veía atrapada en el dispositivo inútil de una burocracia desmesurada. Su libro The Anthropology of a Changing Culture (La antropología de una cultura cambiante) se entendía mejor con aquel otro título Por qué nada funciona: la Antropología de la vida cotidiana. Harris vivió quizá demasiado de esa intuición que presta a sus ensayos la mejor frescura y su atractivo más seductor. Lo que no equivale a banalidad ni tiene por qué resultar extraño a la ciencia. El silencio que envuelve a su desaparición me sugiere con vehemencia que su mayor error fue triunfar para un público demasiado amplio. El éxito se perdona menos que los errores, en especial entre gentes del gremio. Nacido en Nueva York en 1927, la mezcla de culturas de la ciudad despertó pronto su vocación antropológica, como él mismo confesaría más tarde. Se graduó en Columbia, donde impartió clases de 1953 a 1980, año en el que se instaló en Florida, en cuya Universidad seguía trabajando hasta ahora.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.