Nagihb mahfuz

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Naguib Mahfuz, El callejón de los Milagros 2017-2018

BIOGRAFÍA (El Cairo, 1911-2006) Novelista y periodista, fue el primer escritor árabe galardonado con el premio Nobel de Literatura, en 1988. Licenciado en filosofía, militante del Wafd, el gran partido nacionalista antibritánico. Naguib fue el último de ocho hijos que crecieron en el célebre barrio Al-Gamaliyya, una de las zonas históricas más antiguas de la capital. Ya en el colegió se interesó por Filosofía y comenzó a escribir artículos en revistas de entonces. Interesado en lenguas extranjeras, sobre todo el inglés, Naguib se propuso la tarea de traducir obras literarias al árabe, la más conocida fue El antiguo Egipto de James Baikie en 1932.

la

Entre 1956 y 1957 su obra Trilogía de El Cairo (integrada por las novelas Entre dos Palacios, Palacio del deseo y La Azucarera) se posicionó como una obra exitosa durante una época de grandes cambios sociales y políticos que se dieron en Egipto después del derrocamiento de la monarquía en 1952. El régimen egipcio publicó por entregas en un periódico semioficial la novela que aparecería como libro en Beirut en 1967: Hijos de nuestro barrio. En la actualidad dicha obra está vetada en su país. Su mayor éxito literario vendría de Europa: la concesión en 1988 del Premio Nobel de Literatura. Dicho galardón propiciaría su fama mundial y lo elevaría a la consideración de «padre de la prosa árabe». Entre los argumentos para recibir el Nobel destacan el reconocimiento a su trayectoria como poeta, novelista y articulista. La Academia Sueca reconoció la valía de su obra «Trilogía de El Cairo», calificándola como «una demostración del arte árabe, el cual posee validez universal». Es considerado por la crítica el mayor cronista del Egipto moderno. La salud del escritor empezó a deteriorarse después de ser atacado en 1994 por unos extremistas islámicos, quienes le infligieron una grave herida en el cuello con arma blanca al considerar su obra como una blasfemia contra la religión musulmana. En marzo de 1995, Mohamed Nafi Mustafá y Mohamed Al Mahlaui, presuntos autores materiales del atentado, fueron ahorcados en una cárcel de El Cairo. Esta agresión le dejó graves secuelas que minaron su salud provocándole daños en la vista y los oídos, así como la parálisis del brazo derecho, lo que le impidió seguir escribiendo con normalidad. A pesar de ello, tras someterse a un largo proceso de fisioterapia, Mahfuz consiguió escribir una serie de relatos muy breves, al estilo de los haikus japoneses, algunos de los cuales fueron publicados en la revista egipcia Misfildunia (La mitad del mundo) bajo el título de "Sueños de convalecencia". En 1996 fue catalogado por grupos radicales islámicos como «hereje» y sentenciado a muerte. Desde entonces se mantuvo prácticamente recluido en su hogar, con salidas esporádicas y bajo protección policial. No obstante, Mahfuz mantuvo, dentro de sus posibilidades, una vida literaria activa, participando en reuniones en centros literarios de El Cairo y publicando cada jueves una columna en forma de entrevista en el semanario Al-Ahram Weekly en la que solía abordar asuntos de actualidad política y social.

ENTREVISTA (Extracto de entrevista publicada en 1991 y traducida por Gamal Yusuf Zaki para Intramuros nº 28, Primavera / Verano 2008) Pregunta: ¿Qué valor puede tener un premio en la vida de un escritor? Respuesta: Cuando empecé a escribir nunca pensé en los premios. Ningún escritor empieza a crear pensando en ellos. Sin embargo, los premios han tenido un valor considerablemente importante en mi vida, porque cuando escribía 1


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novelas y no sabía cómo publicarlas, conseguía premios. He conseguido el de la señora “Qut Al-Qulub Al-Dimirdasiyya” por la novela Radubis ; el premio de la Academia de la Lengua Árabe por la novela La lucha de Tebas , antes de publicarlas. El premio del Ministerio de Ciencias por Jan Al-Jalili. Fui un escritor sin publicaciones, pero con premios. Todo el apoyo que recibí fue a través de ellos. Por eso, fueron muy importantes en mi vida. Luego, me otorgaron el de Fuad I, por Qasr Al- Sawq . Más tarde obtuve el Premio Nacional de Literatura por la suma de mis trabajos y esfuerzos. El único premio que no me había fijado como meta era el Nobel, pues pensaba que estaba fuera de mi alcance, porque veía que el premio Nobel se otorgaba a quienes yo leía, como Shaw, Anatole France y Thomas Mann. Me di cuenta de que este premio no era para nosotros, como si fuera un premio especial para un cierto nivel. Por lo tanto, no pensé nunca en él. ¿Por qué tiene el premio Nobel de literatura esta importancia internacional? El Nobel no es más que uno de tantos premios. Pero cada premio adquiere más valor por la civilización en la que nace. La postura de la civilización da al premio un valor. Lo llamamos el Premio Nobel Internacional. Y lo internacional en este sentido es la civilización occidental, ni más ni menos. Por ello, ha tenido esta fama. Luego, se ha otorgado a grandes literatos en el mundo y por eso ha tenido más valor, a través de estos gigantes. Usted dijo que el premio expresa el valor de la cultura occidental. Naturalmente, se concede el premio a aquellos que aceptan esta cultura. ¿Se ve adoptando valores de la cultura occidental en su literatura? Por lo menos, el valor de la libertad. ¿Cuáles son los nuevos valores que caracterizan su producción y que usted considera correspondientes a los de la cultura occidental? Creo que he expresado la libertad y la liberación del hombre de todos los obstáculos. Las figuras de mis novelas hacen llamar a la libertad por sus hechos y posturas. Por ejemplo, Charlas sobre el Nilo es una protesta contra el aislamiento, El ladrón y los perros es una encarnación de la justicia social, Hijos de nuestro barrio y Trilogía exponen el valor de la ciencia y el de la sabiduría. Los valores de la ciencia, de la justicia social, de la libertad no se contradicen con la cultura occidental. Al mismo tiempo, no me hacen renegar de la tradición: la libertad, la justicia social, la solidaridad son islámicos, y la ciencia es adoración, según el Islam. Quizás en la cultura occidental existan otros valores que se contradigan con esto, pero por mi parte los evité y no los acepté. ¿Cuáles son las obras cumbre de su producción? Creo que son Trilogía , El-Harafis y Las noches de las mil y una noches. ¿Ha influido su infancia en su literatura? ¿Cuáles son los rasgos más importantes en ella? Sí, evidentemente. Creo que la infancia es un depósito para cada escritor, porque es la etapa donde se recibe la vida entera y espontáneamente, y no a través de una hipótesis, filosofía u otro modo que pudiera confundir su percepción. ¿Considera que ha vivido una infancia feliz? ¿Cómo? ¿En qué ambiente y condiciones? Más o menos. Una razón de la felicidad es la armonía y la conformidad entre los padres. Los motivos en mi felicidad existían, no porque fuéramos ricos, sino porque la vida era bastante barata. Por eso he podido disfrutar de la alegría de la infancia. Pero cada infancia tiene sus problemas y cuando abandonamos este período y vemos otras cosas más duras, nos parece que la infancia es un paraíso. ¿Han cambiado los lugares donde pasó su infancia? Un poquito, aunque todavía conservan sus principales contornos. Estos lugares típicos y populares de El Cairo eran para mí un símbolo, una vez utilizado el callejón, para hablar sobre toda la humanidad. Usted tiene dos relatos sobre los cafés. ¿Por qué le atraen tanto los cafés? ¿Cuál es el papel que juegan en su vida y en su literatura? Iba a esos lugares cuando era pequeño para escuchar los relatos del poeta popular, porque el arte de la novela nos ha venido de ahí, a través de él. Cuando los amigos queríamos vernos teníamos que quedar en el café, pues no podíamos 2


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ir a una casa de las nuestras, ya que éramos más de veinte. La ventaja que tenían es que se podía ver a todos los amigos en una reunión. Todos íbamos a la misma escuela, las casas estaban cerca, estábamos muy vinculados, por eso la sala del café era un lugar para encontrarnos, como cualquier club de ahora. ¿Se ha encontrado en esos cafés con algún personaje de sus obras literarias? Son exposiciones interminables de personas, sean hombres o mujeres. Los hombres se sientan contigo y las mujeres pasan por la calle. ¿Por qué le molesta la idea de irse de viaje? No lo sé. Al hablar de viajar fuera de Egipto me pongo de mal humor, no por miedo a coger el avión como creen algunos. Me encuentro muy a gusto viajando en avión y lo he hecho muchas veces hacia Alejandría, pero no sé la razón de este odio hacia la idea de salir de Egipto. Ahora me arrepiento de no haber podido viajar, he tenido la oportunidad de ver todo el mundo gratis. Además, podía ganar dinero. Por ejemplo, en la URSS se han traducido y publicado mis obras al ruso y, según ellos, me deben muchísimo dinero, pero los derechos de autor no se conceden si no viajo a Moscú. Pese a todo no he ido. ¿Cómo ha podido seguir la cultura occidental sin viajar, como Taha Husayn y Tawfiq al-Hakim, a Occidente? ¿Cuáles son los escritores que lo han influido a nivel internacional? El árabe más culto, Al-Aqqad, no viajó a Occidente. Me han influido Tolstoi, Chejov, Dostoievski, Maupassant, André Gide y Shakespeare. ¿Quiénes han influido más en usted, los escritores occidentales o los orientales? Tolstoi, Chejov y Dostoievski. Estos tres rusos no se han repetido en la historia de la novela y existe un lazo extraño entre ellos y yo. Usted ha creado muchos personajes que han expresado importantes desarrollos en la vida social egipcia. ¿Cree que su literatura ha representado una gran parte de la historia de la vida social egipcia desde 1919 hasta hoy? Creo que lo he intentado, porque este tema es mi preferido. ¿Cree que las indicaciones literarias son apropiadas para dar señales verdaderas de cómo se desarrolla la sociedad? Es decir, ¿las obras de Naguib Mahfuz de determinado tiempo me pueden ayudar a descubrir el desarrollo social durante ese momento? Creo que sí, porque las obras representan el movimiento de la sociedad, lo expresan y, por consiguiente, aclaran sus tendencias, secretos y hablan de la gente. Todos sus personajes son de El Cairo. ¿Por qué nunca ha creado un personaje extranjero, árabe, en esta ciudad? El arte es una opción, y ésta viene de adentro. Conozco a muchos árabes, también tengo tantos amigos y compañeros, pero crear un personaje artístico no es asunto fácil porque hay que saber mucho de él, y este conocimiento tiene que ser el doble, por lo menos, de lo que se escribe.

EL CALLEJÓN DE LOS MILAGROS Sombras eternas en El callejón de los milagros, de Mahfuz Por: Winston Manrique Sabogal24/08/2011

"Se anunciaba la puesta de sol, envolviendo el callejón de Midaq en un velo de sombras, más oscuro aún porque estaba encerrado entre tres paredes, como una ratonera. Se entraba a él por la calle Sanadiqiya, y luego el camino subía en desorden, flanqueado por una tienda, un horno y un café a un lado, por otra tienda y un bazar al otro, para acabar de pronto, igual que acabó su pasado glorioso, ante dos inmuebles contiguos, compuestos de tres pisos cada uno. 3


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Los ruidos del día se habían apagado y comenzaban a oírse los del atardecer, susurros dispersos, jaculatorias, "Buenas noches a todos", "Pasad, es la hora de la tertulia". "¡Sé bueno, tío Kamil, y cierra la tienda!", "¡Cambia el agua del naruile, Sanker!", !¡Apaga el horno, Yaada!", "Este hachís me oprime el pecho", "Cinco años de apagones y bombardeos es el precio que hemos de pagar por nuestros pecados". Y el río de la vida sigue su fluir imparable con meandros y brazos inesperados que en algún punto volverán juntarse en el caudal principal. En el ocaso de un día donde se abre la puerta y nos invita a entrar Naguib Mahfuz (El Cairo, 19112006) en su novela El callejón de los milagros. Una obra de 1947 en la que el autor egipcio confirma su maestría para describir y analizar un rincón de la sociedad egipcia contemporánea que afronta tantos cambios. Es una de sus obras más conocidas de la pentalogía de corte realista que empezó en 1945 y concluyó en 1957. Y aquí lo hace a través de una narración que captura gran parte de la idiosincrasia árabe, con resonancias de las mil y una noches, en la medida en que hay muchas historias que tienen un punto en cómun, en que son personales o privadas pero que se van trenzando poco a poco como en una alfombra donde resalta cada detalle individual que a su vez da rostro a lo colectivo. Mahfuz logra que la vida de los habitantes del callejón de Midaq entre y salga por allí, e incluso las moldee. Una crónica viviente del barrio, del discurrir de la existencia con su estela de emociones, aventuras, ilusiones, frustraciones, alegría, venganzas, amores, despechos y secretos y sueños mucho más grandes que las posibilidades de cumplirlos. La humanidad. Y Mahfuz (Premio Nobel en 1988) retrata todo esto en estas gentes de clase baja y hace una incursión en las clases altas cubriendo un gran espectro. Tras esa magnífica presentación y comienzo que hace Mahfuz de El callejón de los milagros, empieza a desplegar sus historias: la de Kirsha, dueño del café, y su debilidad por los jovencitos; la de la trágica relación de la bella y ambiciosa Hamida y el barbero Abbas; o la de la viuda Afifi en busca de alguien que le recuerde mejores tiempos. Sus historias son las vidas que todos hemos conocido o escuchado en alguna parte, pero en este caso con un protagonista excepcional: el lugar, el callejón que se alza como un personaje clave. Entremos en él y veamos que sucede una vez una parte del destino de los personajes se ha cumplido, dichas pasajeras. La novela comenzó en el ocaso de un día, anticipando simbólicamente que la historia de sus persoanjes empezaba una travesía nocturna. Ahora Naguib Mahfuz empieza a cerrar su círculo donde no hay sueños por cumplir no alcanzan para todos: "La luz de la mañana iluminaba el callejón y un rayo de sol daba contra la parte superior de las paredes del bazar y de la barbería. Sanker, el camarero del café, rociaba el suelo con agua de un balde. El callejón de Midaq se disponía a pasar otra de las páginas de su vida cotidiana. Los habitantes daban la bienvenida a la mañana con su griterío habitual. A aquella hora temprana, el tío Kamil, de manera poco usual en él, estaba de pie frente a una fuente de dulces rodeado por unos escolares y se llenaba el bolsillo con los céntimos que le daban. Enfrente, el barbero afilaba las navajas y Yaada, el panadero, transportaba las masas de las casas vecinas. Los empleados de Alwan comenzaron a llegar. Kirsha estaba sentado detrás de la caja, sumido en su habitual sopor. Cerca de él estaba el jeque Darwish, silencioso y postrado. A esta hora temprana, también la señora Afifi se asomaba a la ventana y despedía a su joven marido que abandonaba el callejón, camnio de la comisaría en que trabajaba. Así continuaba la vida en el callejón de Midaq, cuyo monótono ritmo apenas podía ser interrumpido por la súbita desaparición de una de sus muchachas o por el encarcelamiento de un hombre, incidentes que encrespaban las aguas durante unos instantes para volver, luego, a la calma -o a la quietud- del lago. Llegaba la noche y los incidentes del día pasaban al olvido". Porque nosotros con nuestras glorias y dolores pasamos y los lugares quedan, viene a recordarnos Naguib Mahfuz.

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