Ivan íllich: Modernidad, Existencia y Muerte

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IVÁN ÍLLICH: MODERNIDAD, EXISTENCIA Y MUERTE

Por: Elizabeth Londoño Tamayo

“-Cayo es un hombre; todos los hombres son mortales; de consiguiente, Cayo es mortal- le parecía aplicable únicamente a Cayo, pero de ningún modo a sí mismo (…) Allí se trata de Cayo, de un hombre como todos, él siempre había sido un ser distinto de los demás, él era el pequeño Iván. (…) -Cayo es verdaderamente mortal, y normalísimo es que muera: pero yo, Iván Íllich, con todos mis sentimientos y pensamientos, yo… ¡Distinto es el asunto! ¡No es posible que yo deba morir! Esto sería excesivamente terrible”. (Tolstoi, 2000: 60-61). Durante su vida, Tolstoi estuvo preocupado por la salvación de su alma y el sentido de su existencia; y esta inquietud se refleja en su obra La muerte de Iván Íllich y en la mayoría de sus personajes. Iván Íllich es un poderoso y reconocido juez, típico representante de la burguesía rusa de 1880, es un burócrata. Un hombre inteligente, encantador y respetable, que gracias a su destreza para relacionarse con personas prestigiosas, consiguió rápidamente un honorable puesto en la escala social y, por ende, “buenos amigos” y una “abnegada esposa”. Iván Illich, como Tolstoi, es un hombre moderno que creció en medio de un mundo que padecía los resultados de la revolución industrial. Pero Iván Íllich padece también una enfermedad mortal. A propósito de revolución industrial, es necesario, en este punto, contextualizar un poco sobre lo que vivía Rusia y el resto de Europa mientras Iván Íllich luchaba contra su ineludible muerte. Para ello, es preciso ir un poco más atrás y aclarar algunos conceptos y hechos que servirán para entender la época del moribundo Íllich. La modernidad no fue sólo una época, en realidad hubo muchas modernidades, es más, se podría decir que aún hay aspectos de ésta en el contexto vigente; pero su origen se remonta al período en el que la humanidad abandonó su carácter teocentrista y decidió concentrarse en su ser y en el conocimiento científico. Es decir,


la ilustración 1 fue el primer paso de la modernidad, a lo que le siguieron dos de las más grandes revoluciones de la historia: la Industrial y la Francesa y,

por

consecuencia, el capitalismo. “La sociedad de entonces quería apropiarse del conocimiento asociado al capital y a los aparatos administrativos del Estado” (Escobar, 1987). Es así como el hombre comienza a preocuparse por la industria 2 y el consumo, entonces, en medio de fábricas y estrategias de producción, se empieza a hablar de medición de tiempo 3 y productividad. En consecuencia, el ocio desaparece como opción para el hombre moderno, que cada vez perdía más su carácter de hombre y se reducía a una simple posición social: obrero (máquina de trabajo) o burgués. En este periodo surgen también conceptos como la depresión y el estrés, y es que el mundo estaba tan rígido que la gente debía dedicar toda su vida al trabajo, para aumentar su capital y ascender socialmente; lo que finalmente era el ideal de progreso de cada europeo en 1880, incluyendo a Iván Íllich. Esta novela de Tolstoi, es la historia de un hombre cuya existencia ha sido monótona: una vida basada en lujos, apariencias e hipocresía; donde lo único real es la enfermedad mortal que agobia al protagonista. Esta narración muestra la vida como una agonía constante, la muerte como una luz de esperanza y al hombre como un engranaje de la modernidad; un ser aferrado a una sociedad calculadora que aplaude el poder y el dinero, que celebra la consecución de bienes materiales a todo costo, y que sólo es amable con quien está en la cima. Un hombre que aún así se siente feliz y no puede creer que su destino sea la muerte. Las personas que rodean a Iván Íllich son como él: hipócritas, ambiciosas, egoístas y tampoco se quieren morir, están apegados a su suntuosa forma de vida, a su felicidad. Para todos, la muerte es algo, que aún siendo humano, es ajeno a ellos. “Nadie cree en su propia muerte; los humanos no estamos acostumbrados a tomar conciencia de nuestra finitud. No pensamos en morir (conjugando el verbo en primera persona); al no hacerlo, negamos nuestra muerte y, en su caso, nos alegramos de no ser nosotros el muerto, pues, de alguna forma, en nuestro inconsciente somos inmortales” (Freud en Ortiz, 1988). 1

La Ilustración fue un movimiento cultural e intelectual europeo (especialmente en Francia e Inglaterra) que se desarrolló desde fines del siglo XVII hasta el inicio de la revolución francesa. Fue denominado así por su declarada finalidad de responder las preguntas de la humanidad mediante las luces de la razón. 2 Sector de la producción que transforma la materia prima o le agrega valor a esta. 3 “No perder el tiempo” fue una de las expresiones emblemáticas de la revolución industrial.


Este personaje es la representación de una modernidad en crisis, de una falsa idea de desarrollo y realización, a la cual también hace alusión Marshall Berman en su obra Todo lo sólido se desvanece en el aire: “Ser modernos es encontrarnos en un entorno que nos promete aventuras, poder, alegría, crecimiento, transformación de nosotros y del mundo y que, al mismo tiempo, amenaza con destruir todo lo que tenemos, todo lo que sabemos, todo lo que somos (…) nos arroja en una vorágine de perpetua desintegración y renovación, de lucha y contradicción, de ambigüedad y angustia.” (Berman, 1988, p. 1). Y es que una de las grandes fisuras del proyecto moderno es su intento por homogenizar el mundo, por eliminar la diferencia, y es por esto que establece un estereotipo, un Iván Íllich, y aquel que se salga del molde queda excluido. Exclusión, término muy poco ajeno a la humanidad, pues si algo ha estado presente a lo largo de su historia, ha sido justamente éste concepto y, con él, la opresión. Parece que la repugnancia por lo diferente ha sido algo inherente al hombre, pero… ¿A qué obedece esta eterna tendencia a rechazar al otro? La otredad 4, en uno de sus sentidos, consiste en ver al otro como un objeto, como otro, como algo, no como alguien. La otredad se refiere también a las características culturales que no pertenecen a las propias. El otro entonces es todo aquello que no soy yo y que me agrada o desagrada, y por eso el otro puede ser objeto de admiración o aversión. La reacción siempre va a depender del sistema de representación bajo el cual se le da una significación a lo que se está viendo o juzgando. Por esto, para el protagonista de la obra de Tolstoi era tan importante acomodarse en el molde moderno, para no ser ese otro, para no ser esa diferencia que no encaja; y entonces pasó toda su vida conservando la talla que dicho molde exigía… Hasta que su enfermedad le recordó su humanidad, su fragilidad. Todos los amigos y familiares de este exitoso burgués, esperan con ansia el momento en el que éste muera, pues él enfermo, representa un obstáculo para la fluidez de sus vidas. Iván se siente solo y, en medio de su soledad, reflexiona sobre el sentido que tiene trazarse metas y gastarse la vida intentando alcanzarlas, si a la muerte nadie la

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“La palabra otredad tratar de substancializar femeninamente al sustantivo “otro”. La palabra “otro” la utilizamos para designar cosas que no son mías (o nuestras), sino que pertenecen a grupos o individuos que no son yo o los míos. El otro puede ser entendido como algo diferente a mí, inferior a mí, superior a mí, o igual a mí” (Buganza, Recuperado 26 de diciembre de 2013)


supera, si un “riñón flotante” 5 puede atravesarse en el camino y acabar con todo. Iván cuestiona entonces la vida, la muerte y la felicidad. “Todo lo sólido se desvanece en el aire: todo lo sagrado es profanado, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas” (Marx, citado en Berman, 1988, p. 84). Iván Íllich, retrato de Tolstoi, es muestra de la preocupación por la existencia en la modernidad. Históricamente el existencialismo aparece como la ideología propia de una época pesimista y desengañada, que vio fracasar los grandes ideales de la modernidad e hizo de esta frustración el horizonte de su existencia. El existencialismo analiza la condición de la existencia humana y el significado de la vida. León Tolstoi con esta historia, se anticipó un poco a los postulados de los grandes existencialistas, sin decir con ello que sean iguales. Sartre 6, por ejemplo, planteó que el hombre y, por consiguiente, sus actividades, están dirigidas hacia la nada, a la angustia y a la muerte, “el hombre es una pasión inútil” dijo Sartre. Por otro lado, Camus 7 expuso que el hombre es un ser arrojado al mundo, abandonado a sus propias fuerzas, que éste no puede controlar su tiempo y eso no le permite vivir tranquilo, por eso “la vida es un absurdo” (Camus). Algo parecido pensó Iván Íllich, quien hasta el último momento reflexionó sobre el sinsentido de su vida y rechazó la inevitabilidad de la muerte, sin embargo, apenas conoció la luz (representación de la muerte) dejó de juzgarle y la acogió con alegría. La muerte de Iván Íllich es una de las grandes representaciones del realismo literario ruso 8. Con ella, Tolsoi intenta mostrar su inconformidad con respecto a la Rusia de esa época, la cual había acabado de abolir el régimen de la servidumbre para convertirse en sirviente del capital. Esta obra es una crítica a la vida misma, allí la muerte es una liberación, es ponerse a salvo de los caprichos de una sociedad. Bibliografía: • Tolstoi, L (2000). La muerte de Iván Íllich. Editorial Época SA. México D.F. • Schostakovsky, P (1973). Estudio Preliminar. En: Los clásicos: Grandes escritores rusos. W.M. Jackson INC. México D.F. • Touraine, A (1994). Las luces de la razón. En: Crítica a la modernidad. FCE. México D.F. • Hobsbawm, E (1998). La era de la revolución. Grijalbo Mondadori, S.A. 5

Expresión que usaba Iván Íllich para referirse a su enfermedad. Jean Paul Sartre (1905-1980) fue uno de los más grandes representantes del existencialismo. 7 Albert Camus (1913-1960) fue uno de los más reconocidos exponentes del existencialismo. 8 Movimiento que se originó como contraposición al romanticismo y que pretende mostrar la realidad de una época. 6


• Escobar, A (2002). Globalización, desarrollo y modernidad. En: Corporación Región. Edición Planeación, participación y desarrollo. Medellín. • Ortiz, F (1988). El acto de morir. Sobre la muerte de Iván Íllich de León Tolstoi. Editorial Némesis. México • Berman, M. (1988). Todo lo sólido se desvanece en el aire. Siglo XXI Editores: Madrid.


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