Prensa, conflicto armado y regi贸n Aprendizajes del diplomado Periodismo responsable en el conflicto armado
P RENSA,
CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Aprendizajes del diplomado Periodismo responsable en el conflicto armado © Corporación Medios para la Paz - MPP Programa por la Paz Pontificia Universidad Javeriana Primera edición. Bogotá, julio de 2006 ISBN: 958-33-9278-2 Bogotá, Colombia Julio de 2006 Corporación Medios para la Paz – MPP www.mediosparalapaz.org info@mediosparalapaz.org PBX. 57(1) 530 6182 Cra. 15 No. 82 – 58 Oficina 402 Programa por la Paz propazsj@cinep.org.co Tel. 245 6181 Cra. 5ª No. 33 A - 08 Pontificia Universidad Javeriana – Facultad de Comunicación y Lenguaje www.javeriana.edu.co Tranv. 4 No. 42-00 Piso 6. Edificio José Rafael Arboleda (67) Tel. 320 8320 Comité Editorial Jorge Iván Bonilla – Pontificia Universidad Javeriana Rocío Castañeda – Programa por la Paz Marisol Manrique – Corporación Medios para la Paz Mario Morales - Pontificia Universidad Javeriana Editora Marcela Giraldo Diseño y diagramación PENSÁ / Diseño editorial imagologo@yahoo.com Corrección Guillermo Marulanda Fotografía de portada Jesús Abad Colorado Impresión Panamericana – Formas e impresos S.A. Con el apoyo de Cáritas Suecia Los artículos de esta publicación son responsabilidad de los autores y no comprometen a las instituciones que contribuyeron a su realización. Impreso en Colombia Printed in Colombia
Índice PRESENTACIÓN..................................................................................................................... 7 INTRODUCCIÓN..................................................................................................................... 9 CAPÍTULO I PRENSA Y CONFLICTO
ARMADO EN MEDELLÍN.................................................................. 11 Sigue el dolor, cambian los uniformes .......................................................................... 12 Elizabeth Yarce Ospina
Bitácora “Las otras muertes”............................................................................................ 22 Elizabeth Yarce Ospina Ganarse la vida con la muerte........................................................................................... 24 Arturo Guerrero
CAPÍTULO II PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN CALI............................................................................ 31 En el Valle del Cauca el temor ronda................................................................................ 32 Mónica Ospino Orozco Bitácora “Desposesión, desarraigo, desplazamiento, desprotección”..........................42 Mónica Ospino Orozco Otros ámbitos, otras voces.................................................................................................44 Arturo Guerrero
CAPÍTULO III PRENSA Y CONFLICTO
ARMADO EN BARRANCABERMEJA .................................................. 50 La tierra prometida............................................................................................................. 51 Wilson Lozano
Bitácora “El mejor oficio del mundo”.............................................................................. 69 Wilson Lozano La violencia en silencio.......................................................................................................72 Helda Martínez
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
C APÍTULO IV PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BOGOTÁ.................................................................... 80 Dimensiones deconocidas de la desmovilización............................................................ 81 Élber Gutiérrez Roa Bitácora “Dimensiones desconocidas de la desmovilización”....................................... 92 Élber Gutiérrez Roa Un imaginario de credibilidad y transparencia................................................................ 93 Helda Martínez
C APÍTULO V OBSERVATORIO DE MEDIOS.................................................................................................. 101 Aprendiendo a mirarnos................................................................................................... 102 Mario Morales Indicadores del observatorio de medios.......................................................................... 126
C APÍTULO VI UNA MIRADA AL
PROCESO PEDAGÓGICO DEL DIPLOMADO ................................................ 136 Recoger cosechas, sembrar inquietudes.......................................................................... 137 Jorge Iván Bonilla y Mario Morales
ANEXOS................................................................................................................................ 143 Periodistas graduados del diplomado............................................................................. 143 Perfiles, expositores y talleristas ....................................................................................... 148
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Presentación La frase “periodismo responsable en el conflicto armado” debería ser un pleonasmo. La razón es sencilla: si el periodismo no es responsable no es periodismo. Pero es muy desafortunado que en la realidad la información veraz y objetiva, a cuyo servicio debería estar el periodismo, se ve con frecuencia maltratada por los intereses contrarios al bien general que utilizan y manipulan la información a su favor. Por eso al periodismo hay que ponerle calificativos: responsable, veraz, objetivo. Porque en la forma como aparece en los medios puede ser caracterizado como manipulador, constructor de la realidad, al servicio de intereses económicos y políticos particulares, amarillista. Bueno, se podría seguir la lista de las diferentes formas que atentan contra esa noble profesión y la erosionan hasta el punto de hacerle perder su credibilidad. Si el periodismo se encuentra en medio de un conflicto armado tiene el alto riesgo de convertirse en un arma de guerra. Se pone al servicio de uno de los campos en conflicto y se puede dedicar a construir la imagen del enemigo con el fin de justificar su destrucción. No importa si el pretendido enemigo es tan malo como lo pintan: lo importante en el conflicto es justificar la dosis de violencia que se está empleando contra el adversario. Entonces, situarse en medio de este panorama como profesional de la información reviste una especial complejidad y un enorme riesgo. Quizás se podría hablar de una profesión extrema, al estilo de los deportes extremos y otras actividades que así son calificadas por poner a las personas en el límite aventurado entre la vida y la muerte. Basta con repasar la lista de los hombres y mujeres que han sido asesinados: ¿por qué?, ¿por ser periodistas? No, por mostrar la cara de los acontecimientos, de los comportamientos, de las decisiones que ponen en evidencia las perversiones de la guerra, lo sombría que es la corrupción, lo abominable que es la destrucción de la vida en cualquiera de sus formas. Si de acuerdo con Kant: “La guerra produce más personas malas que las que mata”, el poder se impone como dominación al servicio de intereses particulares. Como fuerza que establece monopolios con eliminación de quienes no están de acuerdo. Y ¡ay! de quien se atreva a cuestionar o desenmascarar lo que oscuramente se oculta bajo las apariencias de legalidad o democracia. El proceso de fortalecimiento de varios grupos de hombres y mujeres, periodistas valientes, caminó de manera decidida a condenar la lógica radical de la guerra, hacia
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la denuncia de la manera cómo utilizamos nuestras diferencias para atacarnos unos a otros y provocar la violencia. Ese proceso los animó a recuperar el sueño de que vale la pena servir a la verdad, visibilizar lo que está en juego en estas guerras. Quiso mostrar que es posible y vale la pena apostar por la construcción de confianza por medio del diálogo y la compasión, de la solidaridad y del entendimiento entre los seres humanos. Que se deben presentar con valentía ante la conciencia de los colombianos las causas de nuestra violencia: la marginación cultural, la injusticia económica y la dominación política. Se trata de fortalecer su responsabilidad profesional, su temple ético, su conciencia de humanidad digna, de su servicio sin contemplaciones a la verdad. Fortalecer su valor para enfrentar los riesgos, fortalecer los lazos que permiten que el gremio se apoye y se anime a asumir su oficio con responsabilidad. Que ninguno, ninguna se sientan abandonados en medio del fuego cruzado. Y sobre todo, animarse de forma colectiva a afirmar con toda la fuerza de su dignidad que su conciencia no tiene precio. Gloria Ortega Pérez Directora Ejecutiva Medios para la Paz Jorge Julio Mejía Mejía, S.J. Director Programa por la Paz Jürgen Horlbeck Decano Facultad de Comunicación y Lenguaje Pontificia Universidad Javeriana
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Introducción Ante la urgencia de una capacitación específica para mejorar el cubrimiento periodístico de la guerra y la paz, y la necesidad de dotar a los colegas con herramientas profesionales que apoyen su difícil y peligrosa labor, la Corporación Medios para la Paz, la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Pontificia Universidad Javeriana y el Programa por la Paz, decidieron construir de manera colectiva una propuesta formativa y de acompañamiento para los periodistas que cubren conflicto armado y procesos de paz, que se concretó en el proyecto diplomado Periodismo responsable en el conflicto armado. El diplomado se inició en 2001 en Medellín y tuvo desde ese momento la clara intención de extenderse a otras ciudades, para reunir a 35 periodistas por región y ofrecerles una oportunidad de capacitación calificada y permanente, así como un espacio en el que fuera posible reflexionar en forma abierta con los colegas sobre el ejercicio del periodismo en la zona, sus condiciones, posibilidades y dificultades. Este programa académico de 120 horas, se desarrolló a través de ocho jornadas presenciales de dos días compuestas por cuatro módulos, cuatro talleres sobre herramientas profesionales y un ejercicio permanente de observatorio de medios durante seis meses, que permitió un seguimiento reflexivo a las notas producidas por parte de los periodistas durante ese lapso. Cali en 2003, Barrancabermeja en 2004 y Bogotá en 2005, fueron además de Medellín, los epicentros del diplomado. En cada una de estas ciudades la comprensión de las raíces e historia del conflicto armado, los esfuerzos de negociación política y búsqueda de la paz, el papel de la información en contextos de guerra y paz, la responsabilidad de los periodistas y la ética del oficio, así como la reflexión y construcción de herramientas periodísticas para el cubrimiento de estas temáticas fueron los ejes centrales del proceso formativo, que fue ajustado de ciudad a ciudad según las particularidades y necesidades locales específicas. A partir del diplomado, las instituciones responsables han acumulado aprendizajes en este proceso de formación y acompañamiento a la labor de los periodistas enfrentados a diario a los retos del oficio en medio de un contexto de guerra y búsqueda de la paz. Al finalizar esta primera etapa del diplomado (cuatro acciones regionales), hemos querido hacer un alto en el camino y compartir con otros periodistas, con 9
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directivos de medios de información, instituciones y académicos interesados en el tema del periodismo, una publicación que dé cuenta de estos aprendizajes y experiencias. Este volumen pretende ser un aporte para el estudio del periodismo y el cubrimiento informativo de la guerra y la paz en Colombia. La perspectiva regional fue fundamental en el proceso y este libro intenta poner de relieve las diferentes dinámicas del conflicto armado y del periodismo en cada zona donde se realizó el diplomado. En cada ciudad se hicieron dos ejercicios: primero, un artículo investigado y trabajado por uno de los estudiantes del diplomado que profundiza sobre un tema relevante y específico del conflicto armado en cada región. Segundo, una caracterización del periodismo en la zona, a partir de un encuentro con los periodistas que se graduaron y de la percepción individual y colectiva respecto a los cambios, favorables o no, que se presentaron en el desempeño del oficio, no sólo a raíz de la realización del diplomado, si no también por las circunstancias regionales y las transformaciones en las dinámicas del oficio, las presiones, las condiciones laborales, la vivencia personal. Esta publicación también contiene un análisis comparado sobre los resultados obtenidos en cada uno de los cuatro observatorios de medios. Con este escrito se presenta un consolidado más amplio de las mediciones por ciudad, sin que ello pretenda desconocer las circunstancias locales, ni las condiciones existentes en el momento del diplomado que, sin duda, incidieron en el desarrollo y conclusiones del observatorio. Fue importante, asimismo, mirarnos desde nuestro trabajo institucional y hacer una retrospectiva de los logros, pero también identificar qué otros retos nos esperan frente al ejercicio del periodismo y su permanente análisis. Este producto es un esbozo de la prensa regional y de sus características. Colegas de Medellín, Cali, Barrancabermeja y Bogotá quienes recibieron información actualizada y documentada por parte de cerca de 22 expertos en contexto y desarrollo del conflicto armado y esfuerzos de paz en Colombia, así como sobre el ejercicio del periodismo, se mostraron abiertos a compartir sus experiencias, a hacer una autocrítica permanente y a practicar un periodismo más ético y responsable. Rocío Castañeda Programa por la Paz Marisol Manrique Medios para la Paz Mario Morales Pontificia Universidad Javeriana
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Prensa y conflicto armado en Medellín CAPÍTULO 1
Comuna 7 de Medellín. Fotografía Robinson Sáenz.
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ELIZABETH YARCE OSPINA*
SIGUE EL DOLOR, CAMBIAN LOS UNIFORMES Ahora no hay balaceras en los barrios de las comunas del oriente de Medellín. Tampoco en las del occidente. Sí hay viudas, huérfanos, desplazados y madres sin sus hijos que, a la fuerza, decidieron perdonar, pero no olvidar, los últimos veinte años de muertes, producto del conflicto armado en la ciudad. Según cifras de la Alcaldía de Medellín, en ese lapso, más de 40.000 jóvenes murieron en la ciudad. Pertenecían a bandas, combos 1, milicias, autodefensas. Pero el mayor porcentaje de ellos era civil. Se trataba de muchos muchachos al margen de las confrontaciones. (Foto página anterior) Luego de la operación Orión que realizó la Fuerza Pública en la Comuna 13, en octubre de 2002, con el fin de desterrar a las milicias que por dos décadas fueron la autoridad de hecho en la zona, se aumentó la presencia de la Fuerza Pública en ese sector de Medellín. Pero esa situación no significó que otras estructuras armadas como las autodefensas, las bandas y los combos abandonaran la Comuna. *Periodista egresada de la Universidad de Antioquia y especialista en ciencia política de la Universidad Nacional. Desde hace diez años cubre el tema del conflicto armado, seis de ellos como corresponsal de El Espectador en Medellín y los últimos cuatro como periodista de la Unidad de Paz y Derechos Humanos de El Colombiano. Exalumna del diplomado realizado en Medellín (2001). Este artículo fue elaborado en febrero de 2006. 1
Bandas: aunque no cuentan con el mismo poder económico y militar del pasado, continúan multiplicándose; están conformadas, en su mayoría, por menores de edad, y su composición varía entre los díez y cien miembros. Ante la crisis de finanzas (que en su mayoría provenían del narcotráfico) y debido a un mejoramiento del sistema judicial y de los organismos de seguridad para enfrentar el delito, éstas han acudido a las “plazas de drogas” y al cobro generalizado extorsivo ‘vacunas’ en los barrios populares (rutas de buses, casas, comercio). Combos: jóvenes entre los 13 y los 20 años, que se reúnen en las esquinas de los barrios con niveles de alto riesgo y en el que surgen las primeras manifestaciones de expresión de bandas.
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CAPÍTULO 1 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN MEDELLÍN
Josefina**, una habitante del sector de Las Mirlas, en el barrio La Sierra, localizado en la Comuna 8 de Medellín, está decidida a perdonar. “No queda de otra”, añade. Por más que lo analiza no sabe a quién se condenaría por la muerte de su hermano, ocurrida en 2002, en el barrio Ocho de Marzo, a 20 cuadras de su residencia actual. Lo asesinaron, según ella, integrantes del bloque Cacique Nutibara de las autodefensas, que se desmovilizaron el 25 de noviembre de 2003. Cuando lo hicieron pertenecían al bloque Metro (disidente de las Autodefensas Unidas de Colombia). Antes de eso eran milicianos y a mí me consta. A mi hermano -comenta en voz baja- lo mataron siendo ellos paracos del otro combo (Metro)... Esto ha sido así por muchos años. El que apretó el gatillo sí tiene claro que fue él y sé que no se le va a olvidar, aunque se haya desmovilizado.
Ella señala a un grupo de jóvenes que la mira con recelo. Cuando llegó el bloque Cacique Nutibara a combatir al bloque Metro, pensó que se haría “justicia” y que, en últimas, vengarían la muerte de su hermano. Denunciar, o esperar a que las autoridades investigaran, no funcionaba en esa época, según el sentido común que desarrolló la gente en esos barrios abandonados a su suerte, la de la guerra en las calles. “Por eso – explica Josefina – más de uno decidió apoyar a la gente de don Berna”. Pero su sorpresa vino cuando los vio a todos juntos; “los del Metro y el Cacique, muy parceros ellos... Entonces, ¿quién fue el responsable, en últimas, de la muerte de mi hermano?”, se pregunta. Algunos de los dolientes de las víctimas del conflicto urbano guardan silencio para poder continuar con sus vidas cotidianas. Muy pocos han pedido que se esclarezcan esos crímenes y se juzgue y condene a los responsables.
EL RECICLAJE Una investigación del Instituto Popular de Capacitación (IPC), ONG que hace seguimiento a la evolución del conflicto armado en Antioquia, señala que entre 2000 y 2004 se cometieron, en Medellín, 1.687 crímenes de lesa humanidad y en esos hechos están involucrados varios de los excombatientes del bloque Cacique Nutibara de las AUC, que se desmovilizaron en 2003 y gozan ahora de beneficios jurídicos. Algunos de los crímenes los cometieron en el pasado, cuando pertenecían a las milicias y luego fueron cooptados por las autodefensas. También lo hicieron otros que pertenecían a las bandas y combos y también terminaron sirviéndole a las AUC.
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Según el investigador y asesor de la Universidad de Antioquia, Pablo Emilio Angarita, Por eso se habla de una paramilitarización en Medellín. La guerra ha cambiado de uniformes una y otra vez. Las cosas están mejores pero sigue el temor de que si no hay un acompañamiento serio de las autoridades al proceso de desmovilización y un compromiso real de los excombatientes de no volver a cometer delitos, puede reciclarse otra vez ese conflicto.
Julio**, de 29 años, perteneció a las milicias 6 y 7 de Noviembre, que hicieron presencia en el oriente de la ciudad hasta 2000. Luego pasó al bloque Metro de las autodefensas y, por último, se desmovilizó con el bloque Cacique Nutibara. “Es casi toda una vida en este cuento – dice – y por eso puedo asegurar que no nos pueden tratar como simples verdugos, asesinos o pillos”. Su relato intenta mostrar que se enroló en esas filas para sobrevivir, pero no por plata. Era de enfierrarse para defender el barrio. En medio de esta miseria tan brava mucha gente no supo qué pasó después de que mataron a Pablo Escobar. Quedamos un montón de pelaos2 sin jefe y nos empezaron a resultar ‘trabajitos’ con las milicias, con las bandas y así se calentó esto. Luego nos prometieron, desde el Estado, una alternativa con los llamados pactos de paz y convivencia y nos salieron con un chorro de babas. Al final quedamos mirando para el techo y sin nada que hacer. Ni un peso3, ni estudio, nada de trabajo. Tocó volver a lo mismo y las autodefensas se la metieron toda, el que no quiso se fue, o ahí está el ‘muñeco’ (muerto). Estuve con las milicias, pasé al bloque Metro y me desmovilicé con las AUC.
En su momento las autodefensas les pagaban 450.000 pesos mensuales a los combatientes rasos. La guerrilla, dependiendo de si eran las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) o el Ejército de Liberación Nacional (ELN) pagaban entre 400.000 y 500.000 pesos, precisa el joven, aunque otros consultados aseguraron que en el ELN muchos trabajaron gratis. El director de Paz y Reconciliación de la Alcaldía de Medellín, Gustavo Villegas, considera que lo importante ahora es evitar que el conflicto se recicle y se repita lo de las dos últimas décadas en la ciudad sin un acompañamiento serio por parte del Estado, respecto a que quienes se desmovilicen o depongan las armas vuelvan a incurrir en las mismas prácticas. Se estima que, en la actualidad cinco mil jóvenes continúan armados en Medellín, en cerca de doscientas bandas y combos. Otros dos mil se desmovilizaron con los bloques Cacique Nutibara y Héroes de Granada de las AUC, entre 2003 y 2005. Una parte de las bandas que hace presencia en Medellín estaba ligada a las autodefensas y en la desmovilización del bloque Héroes de Granada (el 1 de agosto de 2005), al parecer un 2 3
Jóvenes. Dinero.
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número importante de esas bandas se desmontó. Nos toca decantar la información, dice el secretario de Gobierno de Medellín, Alonso Salazar Jaramillo.
Tras haber sido cooptados, los otros cinco mil jóvenes también servían a las autodefensas en la ciudad. La pregunta ahora es qué pasará con ellos y cómo acabar con los nexos que pueden tener con los desmovilizados, advierte Rafael Rincón Patiño, investigador del Instituto Popular de Capacitación (IPC). “No es que los muchachos sean violentos. El problema es no tener otra opción. Aquí no le dejaron a la juventud otra alternativa sino la guerra”, explica un hombre de 25 años, que se le midió hace tres a firmar un pacto de paz en el nororiente de Medellín. Él hizo parte de un grupo de 150 jóvenes de cinco bandas que, en su momento, con el acompañamiento de la Asesoría de Paz y Convivencia de la Alcaldía de Medellín (ya no existe tal dependencia), pactaron la no agresión a favor de la pacificación del barrio El Bosque (oriente de la ciudad). Por eso, al margen de la dinámica que tomó el conflicto en Medellín los últimos cinco años, dice que ésta es la última oportunidad que tiene el gobierno de que termine el reciclaje de la guerra. Estamos como en la tercera o cuarta generación de combatientes y lo que se vive es un desgaste. Los muchachos están cansados en las bandas. En el tiempo de Pablo4 era el sicario que mataba por la plata para la mamá. La vaina cambió y los pelaos mataban porque sí o porque no, lo que llamaban plata fácil.
Muchos de esos casos eran por venganza. “Ahora lo hacen para mantener a los hijos, a los niños. Crecieron y ahora son un montón de muchachitos para mantener”. Para este joven la solución es simple Eso les pintan 5 trabajo y estudio y se acaba esto. Pero la guerra de la ciudad la definen en el campo. Si las FARC6 se quieren volver a meter a Medellín esto se ‘putea’, así de sencillo. Las cosas están calmadas porque las AUC mandan todo y el jefe, don Berna (Diego Fernando Murillo), desde la cárcel tiene a la gente controlada.
En el barrio La Sierra, la experiencia fue parecida: después de la muerte durante un operativo militar de alias La Muñeca, jefe del bloque Metro en la zona, treinta jóvenes de ese grupo se rindieron y decidieron unirse al bloque Cacique Nutibara. Hoy están desmovilizados.
Pablo Escobar. Ofrecen. 6 Desde 2002 esa guerrilla inició un repliegue en su accionar urbano en Medellín por la presión de la fuerza pública y de las autodefensas que con varios bloques asumieron un control territorial en más del 70% de los barrios, según precisa un informe de la ONG IPC. 4 5
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Aunque algunos de ellos advierten que detrás de esa muerte hay otra historia. “Informaron a las autoridades donde estaría. Ese ‘man’ no se iba a dejar agarrar”, precisa uno de los excombatientes. El que ha estado en esta guerra sabe cómo es la movida y que uno quedaba como un güevón si no se metía en esto en cada zona. Una cosa es estar allá, en El Poblado, viendo esto por televisión y otra muy distinta es estar aquí, muerto del susto y con el fierro en la mano, dice Anderson**.
La preocupación del excombatiente la tienen también las autoridades porque la experiencia, en materia de reinserción, hasta antes de la desmovilización de las AUC, dejó muchas dudas. En 1994, cuando las Milicias Populares del Pueblo y las Milicias Populares del Valle de Aburrá decidieron desmovilizarse, a instancias del Gobierno Nacional y conformar la Cooperativa de Vigilancia y Servicios Comunitarios (Coosercom), se tuvo el primer tropiezo: en mayo de 1995, un año después de firmarse el proceso, cerca de 150 miembros de la cooperativa murieron como consecuencia de disputas entre ellos mismos y exmilitantes de las milicias. En 1997 el exalcalde Sergio Naranjo exigió el desarme de Coosercom. Pero muchos terminaron en las autodefensas y otros en las guerrillas. Igual ocurrió con 61 mediaciones y pactos de no agresión acordados entre 1998 y 2000, por la desaparecida Asesoría de Paz y Convivencia, en momentos en que se contabilizaban doscientas bandas y combos. La mayoría de los jóvenes terminó al servicio de las AUC y, en menor escala, de las FARC y del ELN. “Ese es un riesgo que no podemos correr y por eso le estamos apostando a esta oportunidad que da el proceso de desmovilización”, insiste Gustavo Villegas.
SIN PAZ TOTAL En Medellín, las cosas son mejores hoy porque se redujo en 34 por ciento el número de muertes violentas durante 2005, explica el secretario de Gobierno, Alonso Salazar. Entre enero y diciembre de ese año, sostiene, hubo 737 asesinatos, frente a 1.075 en 2004 y más de 3.000 en 2002, cuando fue asesinado el hermano de Josefina7 . Esas cifras, indica Yolima Quintero, representante en Medellín de la Asociación de Familiares de Detenidos y Desaparecidos (Asfaddes) son un buen indica7
Mencionada al inicio de esta historia.
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Con graffitis cada grupo armado anuncia su llegada. Con el apoyo de la policía comunitaria los habitantes los han borrado. Paradójicamente, en varios barrios en los que habitan desmovilizados, la población lee el grafitti: “Gracias don Berna por darnos la paz”. Fotografía Robinson Sáenz.
dor para la ciudad. Lamenta que a la par no se reduzca la cifra de desaparecidos en los barrios de Medellín y que los supuestos victimarios sean quienes depusieron las armas y hoy son desmovilizados. El área de Identificación de Desaparecidos y NN de la Fiscalía General de la Nación en la ciudad, indica en el informe de 2005 que durante ese año aumentaron las desapariciones en el Valle de Aburrá: hubo 291 casos frente a 264 de 2004. Según Quintero, esa estadística debe preocupar a las autoridades. No tiene sentido que en una sociedad en la que las autodefensas desmovilizadas son el actor armado de mayor presencia sigan ocurriendo esos casos. La desmovilización de los paramilitares es uno de los factores que señala que, en Medellín, haya menores índices de homicidios, pero se ha mostrado que ese proyecto no se ha desmovilizado de manera completa, asevera Jesús Balbín, director de Estrategias del Instituto Popular de Capacitación (IPC).
El personero de Medellín, Jairo Herrán Vargas, coincide, Se observa en la ciudad una preocupante situación de control ilegal en territorios que antes estaban bajo el dominio de grupos paramilitares. Sólo que ahora el control se hace de una manera diferente, sin masacres ni un alto número de homicidios, aunque se mantienen prácticas autoritarias y violentas de control social, en las cuales se vulneran los derechos humanos de las personas sometidas.
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ANTES Y DESPUÉS El comerciante Árlex Edison Guzmán, de 29 años, desapareció en el barrio Veinte de Julio, en la Comuna 13, occidente de Medellín, el 30 de noviembre de 2002, antes de la desmovilización del bloque Cacique Nutibara de las AUC (BCN). Se responsabilizó del hecho a esa organización. A Teresa Yarce, de 46 años, madre de cinco hijos, la asesinaron el 6 de octubre de 2004, muy cerca de su casa en la Comuna 13. El hecho ocurrió un año después de esa desmovilización. Los victimarios siguen siendo los mismos y esos casos son investigados ahora por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que adoptó medidas cautelares de protección para los familiares y amigos de Teresa que presenciaron el hecho. Fue en la Comuna 13 donde la comunidad padeció cruentos combates entre milicias, AUC y fuerza pública que terminaron en un operativo militar con más de 1.500 efectivos, en octubre de 2002. Ese operativo fue el comienzo del retorno de la tranquilidad, la disminución de los homicidios y de las presiones contra la gente de los barrios que la componen. Después vino la construcción de más puestos de Policía y bases del Ejército. Pero siguieron las intimidaciones: en el caso de Guzmán, varias ONG de derechos humanos pidieron esclarecer las circunstancias y la reparación inmediata a los familiares de la víctima por parte de los supuestos responsables. Igual en el caso de Yarce: “un joven se acercó a Teresa y le disparó tres veces en la cabeza. Luego se alejó corriendo y subió a un vehículo que le esperaba”, dice un testigo. Él precisa que el homicida es un supuesto paramilitar, que vive en un sector vecino, hecho que investiga la Fiscalía. El 22 de octubre de 2004, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) adoptó medidas cautelares a favor de Mery Naranjo Jiménez (y su familia) y Socorro Mosquera Londoño. Ellas son integrantes de la junta de Acción Comunal del barrio Independencias III, de la Comuna 13, occidente de la ciudad. El caso de Árlex Guzmán también es considerado un crimen de lesa humanidad: llegaron a su negocio hombres de civil que “necesitaban hablar con él urgente”. Él salió a la calle, relatan sus conocidos. Árlex tenía un negocio de pollos. Eran como las 9:00 ó 9:30 de la noche cuando llegaron los sujetos. Después llegó un taxi y lo obligaron a abordarlo. Le dijeron a la gente que allí se
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encontraba y se lo llevaban porque el ‘jefe’ necesitaba entrevistarlo y volvería en dos horas... Y hasta el sol de hoy, indica uno de sus amigos.
Varios testimonios recogidos en ese barrio señalan a las AUC como responsables y a Árlex como parte del grupo de personas que durante ese año, y hasta 2003, desfilaron por la vereda La Loma, en el corregimiento San Cristóbal, para desaparecerlas, matarlas, o llevarlas a “comparecer” ante alias King Kong, uno de los jefes de las AUC en la zona. Hoy, alias King Kong está muerto, dice Antonio López, vocero de los desmovilizados agrupados en la Corporación Democracia. Pero en la Comuna 13 varias personas coincidieron en que nunca se desmovilizó y, por el contrario, goza de libertad. Las autoridades desconocen que pasó con el mencionado ex jefe de las AUC en Medellín, pero según la Fiscalía en ese sector de la ciudad se encontraron diecinueve cadáveres en fosas comunes. Este año continuarán las exhumaciones en la zona porque en el Área de Identificación de Desaparecidos y NN de la Fiscalía General de la Nación hay denuncias de que en el sector todavía quedan más fosas. Hoy, incidentes como la muerte de Teresa Yarce y las presiones de integrantes de bandas delincuenciales, que se apoderaron de varias viviendas en los barrios 20 de Julio e Independencias, entre otros, son una preocupación para las autoridades. Tras el desarme del Bloque Cacique Nutibara (BCN), de las AUC, y con el aumento de las acciones de la fuerza pública esperaban que no sólo las cifras dieran cuenta de que las cosas mejoraran en esas zonas, sino que la comunidad no tuviera ningún tipo de temor. El sacerdote Francisco Leudo, coordinador del Centro Arquidiocesano de Reconciliación de la Arquidiócesis de Medellín, considera que debe garantizarse la reparación de todas las víctimas de la violencia que a diario deben toparse con la mirada de los verdugos. El ahora no me preocupa, sino el mañana. Dentro de tres o cuatro años no sabemos si haya garantías para quienes accedan a los programas de desmovilización -dice Leudo-. Me preocupa cada uno de esos muchachos.
Algunos habitantes de los barrios que padecieron el conflicto urbano en los últimos veinte años piensan que las cosas están mejores porque se puede recorrer las calles con tranquilidad. Pero, comentan, siempre hay alguien observando.
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No es necesario que tengan un fusil al hombro. Uno sabe quién es quién y si quieren sacarlo a uno del barrio lo sacan. Aquí pasa el uno que mató a fulanito. El otro que mató al hermano, al hijo del otro vecino. ¿Y qué toca? Pues comer callado... Están unos desmovilizados pero ahí tienen las bandas, cuenta un habitante del barrio Popular 1, en el nororiente de Medellín.
En ese barrio, donde se estima viven entre cincuenta y sesenta desmovilizados, no hay tiroteos en las calles, relata una tendera, que como muchas de las mujeres del sector, de estrato 1 y 2, es viuda o tiene un hijo muerto. Ella lamenta la muerte de su hijo, pero ahora se alegra de poder trabajar y caminar tranquila en el sector, aunque aún con algún temor. El secretario de Gobierno de Medellín, Alonso Salazar, considera que en medio de esa calma que se respira hoy en la ciudad todavía falta mucho por hacer: “nunca han existido estructuras paramilitares como ejércitos sino una federación de bandas de delincuencia que, en algún momento, se pusieron el rótulo del bloque Cacique Nutibara”. Una joven del barrio La Sierra dice que también deben buscarse mecanismos para transitar con más libertad y poder expresarse porque en la ciudad se acabaron las balaceras pero siguió después un silencio preocupante.
Los niños ya van tranquilos a la escuela en la Comuna 13. Atrás quedaron los días de balaceras de calle a calle. Los uniformes que ven ahora los menores son los de la Fuerza Pública. Fotografía Robinson Sáenz.
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La paz no es tal, hay cierto miedito. Ellos (los desmovilizados) siguen cobrando cuotas voluntarias por la vigilancia. Hacen controles al transporte y andan con radios. Permiten que se fume marihuana, pero nada de pepas (barbitúricos). Tienen un pacto que se llama ‘no matar’, pero ha tenido que salir gente del barrio.
“Los homicidios no es lo único que hay que terminar. Hay que vencer el miedo, que la gente pueda caminar tranquila por cualquier rincón, que no haya extorsiones”, sentencia un habitante del barrio Olaya en el occidente de la ciudad. La paz no es total en Medellín, dice el investigador Rafael Rincón Patiño, al precisar que el silencio de los fusiles no puede ser una tensa calma que se rompa en cualquier momento si quienes han tenido por años las armas en su poder en la ilegalidad deciden cambiar de opinión y combatir, otra vez, de calle a calle.
** Los nombres fueron cambiados por solicitud de las fuentes para preservar su identidad.
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BITÁCORA *
LAS OTRAS MUERTES
Hace tres años escribir sobre el conflicto urbano en los barrios de Medellín significaba cruzar las calles en medio de tiroteos y de explosiones para poder hablar con la gente. Era vencer también las barreras que las bandas, combos, milicias, autodefensas y guerrillas habían delimitado como territorios suyos. Era buscar en medio de la confrontación bélica a civiles indefensos que quedaban atrapados en medio del odio de uno u otro bando y que, sin buscárselo, estaban poniendo los muertos. Esos civiles, a quienes denominamos ‘víctimas’, son las voces autorizadas para relatar lo que ocurre en Medellín y sus calles y a quienes he considerado siempre como fuente de primera mano a la hora de hacer una reportería para un escrito periodístico. También he hablado con las autoridades, los ilegales, los académicos, los líderes comunitarios. Pero el ciudadano invisible era el que tenía la esencia de la historia y de la realidad. A través suyo entendía lo que pasaba en mi ciudad, esa que no padecía yo cuando me iba a dormir tranquila a mi casa. Entendí, además, que aparte del miedo la mayoría tenía los estómagos vacíos. Eso también me cuestionaba más tarde cuando les hablaba y a pesar de su dolor sacaban fuerza para contar chistes, para planear futuro a corto plazo porque temían morir. Esa gente tenía esperanza. En ese entonces cuando los abordaba, pese al miedo que tenían, a sentir explosiones a escasos metros de sus casas, esas personas relataban su tragedia. Tenían la amenaza sobre sus hombros y decían su verdad en medio de operativos de la fuerza pública, de las transformaciones y pactos entre bandas y milicianos para hacer más soportable la vida en barrios del centro, norte, oriente y occidente de Medellín. Esas víctimas observaron un proceso de transformación en la ciudad que muchos académicos denominaron paramilitarización. Consistió en que grupos armados históricamente enemigos terminaron siendo “amigos” y trabajando para el mismo bando. Ese proceso se vivió en medio de la desmovilización de las autodefensas en todo el país, que arrancó en Medellín el 25 de noviembre de 2003, y que generó dudas puesto que quienes dejaban las armas eran jóvenes de esos combos y bandas (delincuenciales). Coincidió además con un silenciamiento de los fusiles y armas cortas que se tradujeron en la reducción del índice de homicidios en la capital antioqueña que, durante más de una década, fueron los más altos de América Latina. Las autoridades tuvieron su versión de los hechos y señalaron que se trataba de la eficacia de la fuerza pública que si bien incidió en este comportamiento de las cifras, no fue el único factor determinante: las víctimas, otra vez, tenían de primera mano la versión sobre lo ocurrido: “ Don Berna (exjefe de las AUC en Medellín) dio la orden de que se calmara todo”. A partir de esta frase fue que construí el artículo. La verdad de las víctimas fue la que empleé para la realización de esta investigación.
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CAPÍTULO 1 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN MEDELLÍN
BITÁCORA
CONTINUACIÓN
Empecé a buscar entonces fuentes que me sirvieron en el pasado para relatar los combates de calle a calle y me encontré con una gran sorpresa: muchas de esas personas ya no estaban, murieron, fueron desplazadas o, sencillamente, ya no querían hablar. Tocó, entonces, establecer encuentros por fuera de los barrios a fin de que en cada entrevista la gente se sintiera cómoda. Encontré nuevos testimonios pero que no reflejaban la soltura de años atrás. Esta vez percibía una especie de mordaza y mucho temor a ser citados. Ya no hay enfrentamientos pero sí un miedo oculto. Hoy el lector verá una historia sobre el reciclaje de una violencia que cambia de uniforme y que ha tenido una manifestación urbana muy particular en Medellín. Y en medio de eso: el dolor de las víctimas que sigue siendo el mismo: cómo crecen las víctimas y cómo han sido invisibilizadas durante los últimos diez años en la ciudad. Cómo el Estado no tiene políticas para atender a las víctimas: mujeres, hombres, niños que han perdido a sus familiares y que viven al lado de quienes le mataron a sus hijos y ahora tienen que ver cómo para ellos, para los desmovilizados de las autodefensas hay una serie de programas de atención y para ellas, para las víctimas, no hay nada. A partir de ese hecho y atendiendo la sugerencia de las instituciones organizadoras del diplomado en cuanto a escribir sobre las transformaciones o mutaciones de los grupos armados hacia otras manifestaciones violentas (delincuencia común, narcobandas, comercio de armas), haciendo referencia no sólo a los paramilitares, sino también a la guerrilla, decidí escribir un artículo que tratara de demostrar ese miedo oculto. Tuve más dificultades que en años anteriores para conseguir las voces pero me sentí tranquila al hacer reportería sin balaceras. También me sentí observada a cada rato y que muchos decían la verdad a medias (eso lo he sentido durante toda mi vida periodística). Por eso sé, que este informe no constituye una verdad absoluta. Son testimonios y análisis de los hechos. Porque solo quien vive y ha crecido en medio de esos barrios sabe a ciencia cierta qué está pasando en Medellín. Por fortuna, sea cual fuere la razón, hay menos muertos en la ciudad y eso me da mucha alegría, pero también queda una espina en el alma al saber que en los barrios que recorrí siguieron los mismos problemas de siempre y que, de no ser controlados a tiempo, serán otro detonante para esta guerra: excesivo desempleo, demasiada pobreza, desnutrición de cientos de niñas y niños, prostitución de las jovencitas. Esto perfora tanto nuestro interior como ver todos esos miles de muertos tirados en las calles. Elizabeth Y arce
* Las bitácoras son un relato sobre la experiencia de cómo cada uno de los periodistas escribió su artículo en las distintas ciudades.
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Ganarse la vida con la muerte
ARTURO GUERRERO*
El primero de agosto de 2005, día de la desmovilización del bloque paramilitar Héroes de Granada, comandado por alias Adolfo Paz o don Berna, se liberó en San Roque, un municipio del nordeste antioqueño a poco más de cien kilómetros de Medellín, una bandada de ochocientos pericos, a los que se les había cortado previamente las alas. Las pequeñas aves verdes habían sido compradas en la Plaza Minorista de esta capital y llegaron al sitio de la entrega de armas en dos carros que eran un solo bullicio. Como no podían volar, terminaron en las manos de los desmovilizados. Los periodistas que cubrían el hecho hicieron bromas entre ellos al advertir el mensaje escondido: en Colombia a la cocaína se le llama ‘perico’, y los paramilitares habían cambiado la paloma por el perico, como símbolo de la paz. No obstante, los medios de comunicación no hicieron ninguna alusión a este trueque de significados. Uno de ellos, inclusive, publicó al día siguiente la foto de un periquito en las manos de uno de los 2.033 desarmados, identificándolo como un ‘canario’. Entre los comunicadores asistentes al acto estaba el reconocido fotógrafo antioqueño Jesús Abad Colorado, un valiente documentador de las guerras del país, quien aludiendo al símbolo reflexiona: “No sé si se trató de una parodia o de una burla. En todo caso fue un ejemplo de realismo mágico, del cual, por miedo, no se hizo ningún comentario”.
VERSIÓN MEJORADA Para entender el miedo al que alude Jesús Abad es preciso echar la mirada hacia atrás y marcar otros dos acontecimientos que modificaron el conflicto en Medellín y * Filósofo, periodista y escritor. Ha sido reportero de radio, televisión, prensa escrita y agencias de noticias. Publicó, entre otros, Anarcoiris: Textos casuales (1995), Trópico: visiones de la naturaleza colombiana (1997), El amor bravío (1999) y Habitantes de la memoria (2005). Es columnista de El Colombiano de Medellín y colaborador de Lecturas Fin de Semana de El Tiempo. E-mail:arturoguerrero@etb.net.co. Este artículo fue elaborado en octubre de 2005.
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en Antioquia: la operación Orión que desocupó de milicias guerrilleras a la Comuna 13, en octubre de 2002; y la desmovilización de 855 hombres del bloque Cacique Nutibara, también de alias don Berna, en noviembre del año siguiente. Los tres hechos encierran, como común denominador, el nombre y la figura de Diego Fernando Murillo, alias don Berna, uno de los comandantes de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) quien, a partir de la pacificación de la Comuna 13 por parte del ejército y la policía, apareció como jefe indiscutible e indiscutido del accionar de las bandas violentas en la capital antioqueña. Las versiones callejeras señalan que las estructuras de este líder han permeado actividades económicas como la construcción, el transporte, las apuestas, los sanandresitos, además de haber copado, poco a poco, las instancias de las Juntas Administradoras Locales de los barrios, las Juntas de Acción Comunal y otras corporaciones locales y regionales. “Don Berna es una versión mejorada de Pablo Escobar”, afirma un periodista que explica cómo este comandante ha hecho un trabajo más inteligente, primero controlando, como patrón único, a las bandas, y luego llegándole a la comunidad pobre con mercados, construcción de aceras, fiestas infantiles, el marrano de diciembre. “Tiene ojos y oídos en todo”, concluye.
En el barrio La Sierra, en el oriente de Medellín se sintió con fuerza el cambio de uniformes: jóvenes de las milicias 6 y 7 de Noviembre y de bandas y combos pasaron a ser parte del bloque Metro de las autodefensas. Luego, cuando esa estructura armada ilegal se declaró disidente de ese grupo, los jóvenes, luego de intensos días de combates terminaron en el bloque Cacique Nutibara. Hoy están desmovilizados, muertos o viven en otras ciudades. Fotografía Robinson Sáenz.
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A primera vista las cifras de homicidios en Medellín han descendido, hasta el punto que en 2005, por primera vez en 25 años, la principal causa de muerte no es ésta, sino las enfermedades del corazón. Pero por un lado, los periodistas antioqueños perciben que hay un maquillaje de estas cifras, pues muchos muertos violentos son registrados por las autoridades como víctimas de accidentes de tránsito. Y por otro, el descenso de asesinatos, según los mismos comunicadores, se debe menos a la acción de las fuerzas estatales o a la intervención social de los gobernantes locales, que al poder ordenador del mencionado único actor armado ilegal vigente y de su jefe, quien además, en su momento, tuvo un papel preponderante como colaborador de las autoridades en la persecución y muerte del propio Pablo Escobar. Aun desde antes de la desmovilización de los bloques de autodefensas, sus estructuras han realizado un trabajo que conjuga el ataque armado contra la subversión y la ayuda comunitaria, en práctica que irónicamente recuerda la antigua consigna de los comunistas criollos sobre la combinación de todas las formas de lucha. A lo anterior se suma que los desmovilizados siguen marchando bajo las anteriores jerarquías de mando e incluso, según lo afirma el analista Jorge Giraldo, reciben subvención económica de éstas. Se estima que en las comunas populares medellinenses persisten seis mil hombres armados, que pertenecen a bandas y combos, de los cuales se sospecha que no son actores sueltos, sino que continúan obedeciendo órdenes de los grupos que ejercen hegemonía en la zona. De hecho, según comentaron reporteros entrevistados, para realizar algunas actividades periodísticas es preciso pedir permiso a la Corporación Democracia, el ente creado para cobijar a los desarmados del bloque Cacique Nutibara.
“MANÉJESE BIEN“ Este nuevo panorama ha borrado de la agenda periodística las balaceras, ha abierto los barrios difíciles al paso de los carros de la prensa y ha eliminado las amenazas a los informadores. “Hace unos años fui testigo de amenazas a colegas, pero hace rato no conozco de amenazas”, reconoce Eduardo Bermúdez, corresponsal de RCN Televisión. “No tengo, en este momento, amenazas y aquí no hay nadie amenazado”, confirma Elizabeth Yarce, de la Unidad de Paz y Derechos Humanos de El Colombiano. No obstante, los periodistas paisas se sienten intimidados. Pueden ir a los barrios vedados desde hace tres años, pero les es difícil conseguir declaraciones de la gente. Hay un ojo que todo lo ve, hay un poder oculto, hay un ambiente pesado, hay un actor dormido, y nadie sabe hasta cuándo va a ser posible movilizarse en medio de esta calma chicha y trabajar en las comunas problemáticas. No hay presión directa sobre la prensa, pero a las salas de redacción entran llamadas que piden “manéjese bien con nosotros”, o “salió este comunicado, a ver si entrevistas a esta persona, haznos este favor”. Ante denuncias sobre reclutamien-
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to forzado en la Comuna 13, por parte de los reinsertados, se oyen peticiones como “no deberían pararle bolas a eso”. Estas presiones sutiles, junto con el ya anotado maquillaje de las cifras de homicidios, hacen que existan secretos a voces, casos noticiosos que no se están trabajando o que se afrontan únicamente cuando se organizan pools de medios para hacer denuncias, tal como sucedió con el caso de las casas de apuestas tomadas por los paramilitares. Este trabajo, que incluyó prácticamente a toda la prensa escrita del país, diarios y revistas semanales, coordinado por la agencia Colprensa, dio como fruto una publicación simultánea el domingo 24 de julio de 2005, la cual le dio un especial énfasis al caso de Medellín. Hay zonas de Antioquia que siguen siendo vedadas para la prensa. Son los teatros de operaciones: fundamentalmente el oriente antioqueño, también el nordeste y bajo Cauca, lo mismo que la serranía de Abibe que da entrada a Urabá, y la zona limítrofe con el Chocó. Para ir a estas regiones hay que hacer llamadas previas y verificar las condiciones de seguridad. No obstante, los problemas presupuestales de los medios impiden los viajes a esta periferia, de modo que el cubrimiento se ha vuelto cada vez más urbano y centralizado. Desde la desaparición del Frente Carlos Alirio Buitrago del ELN, y del paso de muchos de sus integrantes a las filas de los paramilitares, la carretera Medellín-Bogotá dejó de ser noticia. Los retenes y la voladura de torres de energía, que antes hacían acudir a los reporteros por lo menos una vez por semana, son hoy episodios esporádicos.
CON EL MUNDO A CUESTAS A lo anterior se suma una consigna soterrada de los directores de medios de comunicación y de las autoridades militares y civiles, para limpiar de muerte las pantallas, para que la guerra aparezca menos, para bajarle el perfil a la violencia. Los periodistas llaman a este fenómeno ’guillotina’ informativa. Sienten que se quiere amarrar la información, que no se está contando más allá de la nariz, que se intenta imponer un optimismo generalizado, con el argumento de que la gente está cansada de lo mismo, de la guerra. El ejército y la policía informan únicamente sobre sus ‘positivos’. “¿Le sirve a la paz no cubrir la guerra?”, se pregunta inquieto Heiner Castañeda, veterano reportero de televisión y actual profesor de comunicación en la Universidad de Antioquia, quien luego de adelantar una investigación académica con seguimiento de catorce meses sobre noticieros nacionales y regionales, lamenta el unanimismo y la uniformidad a que se ha llegado en la confección de las noticias. Al mermar los enfrentamientos, como consecuencia de la hegemonía de un único actor en Medellín, y al bajársele el volumen al relato de la guerra, se ha origina-
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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Según un informe de la Secretaría de Gobierno de Medellín, la presencia del ELN allí es incipiente. Fotografía Robinson Sáenz.
do en el gremio periodístico un fenómeno inusual, el agotamiento de la reportería sobre el conflicto. Un profesional lo grafica así: “me cansé de ganarme la vida con la muerte”. Mary Luz Avendaño, editora de Paz y Derechos Humanos de Teleantioquia Noticias, es más cruda y lo eleva a categoría irreparable: “es que nosotros, los periodistas que cubrimos el conflicto, tomamos la decisión de ser infelices, al saber lo que pasa en este país”. Los reporteros, que antes dormían como niños, cambiaron el sueño por pesadillas y se despiertan en medio de charcos de sudor. Sufren de fiebres, se les revientan los labios, no logran quitarse de la mente la volquetada de muertos, el niño descuartizado, las viudas perplejas. No saben responderse quién mató esa vida o para dónde va este país. Están agotados de ver que las cosas no cambian y de sufrir las mismas escenas de dolor y muerte. En vista de que la mengua de las acciones de guerra les ofrece ocasión para reflexionar sobre su trabajo, intentan acceder a sicólogos, pero las empresas prestadoras de salud les dan pastillas que los dopan. Cada uno se siente como una persona que soporta todo, que lleva a cuestas el mundo entero. “No soy capaz de ser indolente ante la viuda, el desplazado o el niño. Uno carga con todo eso”, dice entre sollozos Emiro Marín, de la emisora Fénix de Oriente, quien lidera un grupo de diez emisoras comunitarias en esa convulsionada zona. Uno es una válvula de escape, de desahogo para la gente, para los familiares de desaparecidos o secuestrados. La gente lo llama a uno a quejarse y uno carga con esos dolores y se queda con un montón de cosas adentro que lo llenan de pesimismo. Yo me volví literalmente una nada cubriendo el conflicto.
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La anterior es una confesión de Juan Diego Escobar quien, a sus 22 años, tuvo que afrontar esta fuente en el diario El Mundo, y hoy, cuatro años después, se siente retirado del periodismo debido a que ejerce en una revista técnica de carácter económico. Los reporteros piensan que cubrir el conflicto tendría que ser el resultado de una madurez profesional, que se debería llegar a ello por decisión consciente de la persona y no por accidente o porque los jefes del medio lo ordenen, pues no todos los periodistas son aptos para tratar un tema tan complejo y con tan altas exigencias de tolerancia. Además de un examen sobre conocimientos y preparación, se debería hacer, sobre los candidatos a manejar las fuentes de la guerra, una evaluación emocional. Y cuando ya se esté en este ejercicio convendría establecer paréntesis, ciclos, dos o tres vacaciones al año, períodos de experiencia en otras fuentes más livianas, para asimilar y digerir los golpes. Al lado de las presiones generadas por la índole cruda de las noticias de guerra, los periodistas antioqueños están padeciendo los rigores de unas condiciones laborales que no dudan en calificar como de esclavitud moderna. En los años de la crisis económica de finales de los años noventa, los sueldos se redujeron o se congelaron, para volver a ajustarse cuatro años más tarde únicamente al ritmo del alza de la inflación. Con la intermediación de empresas temporales, se impusieron modalidades de vinculación a término fijo, con contratos que fenecen y se renuevan cada tres meses y que cada año hacen borrón y cuenta nueva en materia de obligaciones laborales. Los horarios extenuantes no dejan espacio para la familia. La presión y la exigencia de producción veloz y abundante de información han llegado a agobiar la salud mental de los reporteros, en especial, de los de televisión. Los canales abren noticieros en distintos horarios y los realizan con el mismo equipo profesional. “Lleve los dos logos y luego hace dos versiones”, es la instrucción que reciben los periodistas, quienes se quedaron sin momentos para pensar ni para preocuparse por mejorar la calidad informativa. Los contratos temporales son una herramienta de los empresarios y directivos para acabar con el espíritu crítico de los periodistas y con el debate antiguamente existente en los consejos de redacción. “O te portas bien o en tres meses te cancelo el contrato”, es la amenaza latente, la espada de Damocles. “Yo, entonces, me porto bien y todos nos domesticamos”, lamenta un reportero. Se impone, de este modo, el unanimismo informativo, y a los periodistas no les queda otra opción que la de una respuesta individual, la de tratar de hacer sus notas de la manera más decorosa ante su conciencia, pero evitando la controversia y la crítica para no ser clasificados de conflictivos o problemáticos. Lo mismo sucede con temas delicados, como corrupción y narcotráfico, frente a los cuales la consigna imperante es “mejor no meterse con eso”.
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UNA ESPECIE DE SICOANÁLISIS En los meses de desarrollo del diplomado no habían ocurrido aún los tres acontecimientos mencionados que le transformaron el rostro al conflicto en Antioquia. Así que los conocimientos proporcionados en esa práctica académica se convirtieron, según el sentir de los participantes, en un morral de campaña para afrontar los nuevos tiempos. Con diversos grados de entusiasmo, los periodistas celebran lo recibido allí. Para Luz Patricia Vargas, del canal de televisión de la Universidad Nacional, el logro del diplomado fue “ponerle palabras al ejercicio profesional, fue una especie de psicoanálisis”. Glemis Mogollón, de El Colombiano, subraya su impacto en el plano cognoscitivo: Abrió la puerta -dice- para que el grupo siguiera pensando en la capacitación como interés personal y colectivo. Como por inercia muchos entramos, luego, a otros diplomados y cursos, para los cuales se gestionaron los cupos en grupo.
Tras anotar que todos los días consulta el separador plastificado que distribuyó el diplomado, con los elementos de evaluación del contenido periodístico, Fernando Cifuentes, del noticiero de televisión Hora 13, apunta al más allá de esta capacitación: Deberíamos llegar a que el término periodista sea sinónimo de reflexión, crítica y polémica, que esto se vuelva un imaginario colectivo de modo que sea casi imposible moverse distinto. De lo contrario, veo que estaría en grave riesgo la semilla que siembra el diplomado.
Para llegar a ello propone la realización de diplomados cada año, o el establecimiento de niveles en estos ejercicios académicos, de modo que se consolide un programa de formación permanente que apunte a que la información pase de ser algo personal a un fenómeno público y social. En Medellín, el diplomado consiguió un resultado contundente en materia gremial. A continuación de las sesiones del mismo, varios de los estudiantes siguieron reuniéndose el último sábado de cada mes a discutir, con un experto, sobre los temas de interés noticioso. Luego de una maduración como grupo, de tres años y medio, en abril de 2005 fundaron la Asociación de Periodistas de Antioquia, que busca, mediante el trabajo colectivo, ampliar el impacto de los esfuerzos individuales por elevar el oficio, y así evitar las frustraciones y el cansancio que minan a los reporteros en sus medios. Los seis meses de encuentros pusieron también las bases de confianza para que los periodistas antioqueños consiguieran un alto grado de crítica y autocrítica de sus propios trabajos, y un colegaje generoso para compartir grabaciones y noticias por encima de la rapiña por exclusivas y primicias.
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Prensa y conflicto armado en Cali CAPÍTULO 2
La ribera del río Cauca en Cali es el principal ‘puerto’ de llegada de los desplazados provenientes de la costa pacífica vallecaucana. Fotografía Aymer Álvarez.
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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
MÓNICA OSPINO OROZCO*
EN EL VALLE DEL CAUCA EL TEMOR RONDA “Ya me quiere hacer matar”. La frase, fue la primera respuesta del alcalde de Roldanillo - Valle, Omar Tirado Mejía, cuando se le preguntó acerca de la problemática de los campesinos del norte del departamento que han tenido que abandonar sus tierras por causa de la confrontación entre narcoparamilitares y guerrilla. Tirado Mejía, siempre frentero, político de vieja data y uno de los pocos que se ha atrevido a denunciar la situación de inseguridad en el norte del Valle del Cauca, y la connivencia de algunas autoridades con la delincuencia organizada, teme cuando se le habla de esto. Su miedo es legítimo pues es justamente en el norte del departamento en donde el conflicto armado que padece el país se incrementó desde hace unos cuatro años, con la presencia de dos actores que llegaron para sumar a la confrontación más dolor, muerte y desplazamiento: Los Machos y Los Rastrojos. Dos bandas armadas que surgieron de los aparatos de seguridad de los narcotraficantes Diego Montoya Henao, alias don Diego, y Wílber Varela, alias Jabón, luego de la desarticulación de los carteles de Cali y del norte del Valle, precipitada con la captura de los hermanos Rodríguez Orejuela y la posterior muerte de Iván Urdinola Grajales. *
Periodista de El País de Cali desde hace cinco años. Antes, laboró en los diarios Occidente y El Liberal de Popayán. Egresada de la Universidad Autónoma de Occidente. Ganadora en 2005 de la beca del Programa Balboa para Jóvenes Periodistas Iberoamericanos, que le dio la oportunidad de trabajar durante seis meses en la redacción del periódico El País de Madrid (España). Exalumna del diplomado en Cali (2003). Este artículo fue elaborado en marzo de 2006.
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CAPÍTULO 2 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN CALI
LOS DESPOSEÍDOS DE LA TIERRA El alcalde de Roldanillo, sin embargo, niega que en su municipio el fenómeno de la desposesión a campesinos haya ocurrido, pero admite que en otros municipios cercanos a su jurisdicción sí se ha presentado esta situación, mas no se atreve a decir más. Acá (en Roldanillo), lo que tuvimos fueron varios procesos de extinción de dominio a personas que no pudieron acreditar su procedencia lícita y parte de esos bienes expropiados se entregaron a campesinos del municipio, en especial en el corregimiento del Retiro , explicó Tirado.
Los Machos, la banda de Diego Montoya Henao, y Los Rastrojos, de alias Jabón, sentaron sus bases de operaciones en los municipios ubicados en el Cañón del Garrapatas (El Dovio, Versalles, El Águila y El Cairo). Desde esa región empezaron a imponer los cultivos ilícitos a la población campesina y a enfrentarse en una guerra territorial a la que se sumaron las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, (Farc), situación que ocasionó el desplazamiento de cientos de personas. Por consiguiente esto trajo el abandono de miles de hectáreas de tierra, muchas de las cuales hoy persisten en el abandono o fueron apropiadas por los actores armados que los desplazaron. Lo cierto es que en el Valle del Cauca no hay cifras oficiales, ni de otras fuentes, que den cuenta de cuánta tierra ha cambiado de manos por causa del conflicto. Tanto que el director del Programa para la Acción Social en el Valle del Cauca, Guillermo Rodríguez Buitrago, sostiene que son muy pocos los campesinos que han llegado a demostrar la propiedad de un terreno cuando registran su condición de desplazamiento. “Si he llegado a tener tres casos de familias que han demostrado que eran dueños de un terreno, éstos han sido muchos”, asevera. Para este funcionario la razón para que esta situación se presente es que, “el 90 por ciento de los desplazados del Valle del Cauca han sido pobres radicales toda la vida y no tienen propiedades”. De acuerdo con las estadísticas de Acción Social en el Valle del Cauca, al 31 de enero de 2005, hay 106.787 desplazados, lo que agrupa a un total de 23.663 familias. Aunque la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento, (Codhes), difiere de esa cifra pues sostiene que entre los años1999 y 2005, en el Valle, hubo 125.043 personas desplazadas. Sin embargo, según el proyecto de protección de tierras y patrimonio de la población desplazada, realizado por el Programa para la Acción Social y la Cooperación Internacional, en el Valle del Cauca, “el proceso de titulación de territorios, acompañado de reconocimiento de la identidad y las autoridades propias, coincidió, en el tiempo, con la llegada a la región de la violencia, el narcotráfico y el desplazamiento forzado”.
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Con ello coincide el investigador social de la Fundación Ciudad Abierta y exfuncionario de la Defensoría del Pueblo, Jesús Darío González, quien aseguró que: Es muy difícil pensar que, entre ese universo tan grande de personas desplazadas, no haya propietarios. Porque el desplazamiento es un fenómeno que significa, básicamente, desposesión material y desarraigo cultural. Y en el Valle, muchas de las tierras expropiadas a la fuerza ya están legalizadas a favor del autor del desplazamiento.
Para este investigador el problema radica en una falla estructural del sistema que atiende al desplazado, “hay una incapacidad absoluta en el registro”, y a una condición natural del problema mismo del desplazamiento: la huida. Pocos de los que salen se llevan consigo más nada que lo que traen puesto. Pocos se acuerdan de cargar con papeles y documentos, pues además, su esperanza es la de regresar, dijo el investigador.
González asegura también que el perfil del Valle del Cauca, en materia de desplazamiento, varió a partir de 1999, después de la ocurrencia de los secuestros de La María y el kilómetro 18, acaecidos en Cali, “que significaron una urbanización del conflicto”, la entrada de los paramilitares y la consolidación de una guerra territorial de los narcotraficantes.
Cientos de famililias campesinas que han huido del conflicto en las zonas rurales del Valle del Cauca han llegado a Cali con los pocas cosas que han podido cargar en su precipitada salida y así han improvisado sus hogares en las calles de la ciudad. Fotografía Aymer Álvarez.
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CAPÍTULO 2 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN CALI
DE RECEPTORES A EXPULSORES De un departamento receptor pasamos a ser un departamento expulsor; situación que ha afectado a la población de alta montaña y del piedemonte de los municipios con influencia directa del conflicto, que en 2000 afectaba a 37 de los 42 municipios del Valle, añadió González.
De hecho, hoy los 42 municipios del Valle del Cauca se reportan en las estadísticas de Acción Social como expulsores; en mayor o menor medida, Buenaventura en el Pacífico, Tuluá en el centro y Bolívar en el norte del Valle son, en su orden, los tres municipios que más personas expulsan, según el reporte de Acción Social, que coincide con el dado por Codhes. Y es que la precaria relación legal que los colombianos, habitantes de las zonas rurales del país, tiene con la tierra es una de las principales causas por las que la protección a sus bienes ha sido lenta e inefectiva. El vínculo entre los entes legales encargados de registrar la propiedad de los bienes rurales y sus habitantes es casi inexistente y la informalidad reina. El Valle del Cauca no ha escapado a ello y, al igual que en el resto del país, ha generado que los organismos protectores que manejan el desplazamiento en el departamento tengan que hacer maromas legales muy rápidas para tratar de proteger los bienes de los desarraigados y muchas veces con poco éxito debido a esa informalidad dominante. Según el ex gestor de Paz del Valle del Cauca, Fabio Cardozo, quien le hizo frente a la crisis más grande de desplazamiento en el departamento, entre 2001 y 2004, los narcotraficantes y guerrilleros “parece que no tienen mayor interés en despojar a los campesinos de sus dominios, hacer traspasos o compraventas ficticias, pero sí es más bien por tener el control de esos territorios y obligar a sus habitantes a hacer lo que ellos digan”. Afirmación que coincide con lo encontrado por Myriam Hernández Sabogal, directora del proyecto de protección de tierras y patrimonio de la población desplazada, quien asegura que: Las comunidades afrocolombianas, por ejemplo, ya tienen su título de propiedad, pero infortunadamente han llegado unos terceros que imponen algunos cultivos, que obligan a la gente a sembrar cultivos ilícitos, a pesar de la existencia del título. Yo diría que es una de las situaciones más críticas que ha venido golpeando a este grupo étnico en el Valle del Cauca.
En el Valle el estudio adelantado por Acción Social también encontró, entre otras cosas, que las tierras dejadas por los desplazados quedaron abandonadas y persisten en el abandono. También, que cuando las comunidades van a retornar a sus lugares de origen, lo que se encuentra es que sus tierras están enmontadas, que deben plata de impuestos y de servicios públicos, es decir, además de los riesgos y el miedo a regresar se hallan con otros problemas adicionales. 35
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
De igual modo, se detectaron otros casos en los que la población puede ir parcialmente a sus tierras y logra sacar algunos de los productos que no ameritan mantenimiento permanente y también hay casos en que otros campesinos creen que esas tierras no tienen dueño, “en esto encontramos dos aspectos, uno que es gente que lo hace de buena fe, sin saber que hay un dueño; y otro que, a sabiendas de que esas tierras tenían un dueño, toman posesión de las mismas”, añadió Myriam Hernández. Fabio Cardozo explica que en el departamento, Ha habido momentos picos en el tema de desplazamiento. En 2001 hubo una enorme oleada en la zona centro del departamento, luego pasó al Pacífico, después se movió hacia el sur. Ahora hay un conflicto marcado en el norte y el centro del Valle, en donde aparece una nueva generación de narcoparamilitarismo, con las agrupaciones Los Machos y Los Rastrojos, situación que ha hecho que se comprometa seriamente esta región en una dinámica del conflicto, en donde, por supuesto, resultan involucrados los civiles y cuyo impacto, por ser tan recientes, todavía no se han medido.
EL ESTRATÉGICO CAÑÓN Pero hay un caso paradigmático que ilustra la gravedad de la desposesión material a muchos campesinos vallecaucanos y que ha tenido lugar, en los últimos tres años, en el Cañón del Garrapatas. El municipio de El Dovio es la puerta de entrada a ese Cañón, considerado corredor histórico de las guerrillas de las Farc (Columna Móvil Arturo Ruiz y Frente 30) y el ELN que lo utilizan como salida hacia el Chocó y el mar Pacífico. Hoy sigue siendo territorio guerrillero, pero también fue dividido entre los grupos armados de los narcotraficantes Montoya y Varela, quienes, después de casi cuatro años de guerra a muerte por el control de la zona, en noviembre del 2005, pactaron cesar la confrontación y respetar los territorios ya “conquistados”, según afirmó un oficial de inteligencia de la Policía Nacional, que prefirió la reserva de su identidad. La situación de El Dovio, descrita fríamente por las cifras de las inscripciones al Sisben, deja ver claramente que es grave, según lo admite el alcalde José Gustavo Padilla. En 2002 tuvimos una inscripción para el Sisben de 18.500 personas y a finales del 2004 esa cifra había caído a 12.000. Lo más curioso es que en ninguna vereda del municipio tuvimos un evento masivo de desplazamiento, todo fue gota a gota.
Pero ese desplazamiento que fue casi imperceptible por la ausencia de fenómenos masivos, dejó en menos de seis meses, a la vereda de El Oro, deshabitada. De 25 familias que vivían allí, sólo dos o tres quedaron cuando a mediados del 2002 se intensificaron los enfrentamientos en esa zona de El Dovio. Según cálculos del alcalde de El Dovio, sólo 10 por ciento de los desplazados denunció su situación.
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Esta zona del Cañón del Garrapatas, colindante con el Chocó, es una de las más afectadas con el conflicto que desde hace casi cuatro años sostienen los paramilitares al servicio de los narcotraficantes en el norte del Valle. Fotografía Jorge Orozco.
Y su afirmación es confirmada por las cifras de Acción Social que aseguran que de ese municipio solamente se han desplazado, a 31 de enero de 2006, 198 personas, mientras que Codhes sólo registra a 32. Pero yo calculo que en el Cañón, específicamente en el corregimiento de Playa Rica, hay entre 100 y 150 fincas abandonadas y muchas otras han sido invadidas por gente que no es de la zona; cuando se les pregunta dicen que son familiares o amigos de los que vivían antes allí, afirmó Padilla.
Liliana** es una de esas desplazadas que salió de su finca ubicada en el corregimiento de Playa Rica en El Dovio, ella, de 34 años de edad y madre de dos niños, huyó poco después de que su esposo fuera asesinado por un grupo armado que prefiere no identificar. Hace año y medio vive en una casa que alquila con otra familia en el barrio El Vallado de Cali, en pleno Distrito de Aguablanca. Nunca se registró como desplazada y por tanto, ni ella ni sus hijos recibieron ayuda de emergencia. Nosotros éramos simples campesinos, teníamos una mejorita arriba en Playa Rica, allí sembrábamos cacao, plátano y algo de yuca, pero cuando llegó la guerra, como a mediados del 2002, llegaron ofreciéndonos un préstamo para sembrar coca. En principio no queríamos porque nos parecía peligroso, pero después mi esposo dijo que sembrar coca salía mejor porque la pagaban bien y no había que buscar cómo bajar la cosecha pues ellos la recogían; así fue que empezamos, narró Liliana, quien hoy se gana la vida como vendedora ambulante en el centro de Cali.
Trabajar para un solo “patrón” y confiar en su protección fue lo que le costó la vida al esposo de Liliana.
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Del otro bando llegaron a decirnos, como en mayo de 2004, que no siguiéramos trabajando para Los Machos, que ahora esa parte de Playa Rica era territorio de Los Rastrojos, pero como todavía le debíamos al señor que nos había prestado para el plante les dijimos que no. Así seguimos un mes hasta que volvieron y delante de mí, mataron a mi esposo, a mí me dieron dos días para irme, eso sí no podía decírselo a nadie.
De su finca no sabe nada, dice que no se atreve a regresar y aunque le han contado que las cosas cambiaron y que están ayudando a la gente con sustitución de cultivos, ella no está interesada en volver a la tierra en donde su vida fue partida en dos. Y, en efecto, hoy en El Dovio la gobernación y el Comité de Cafeteros del Valle, con la gestión de la alcaldía, iniciaron un proyecto de sustitución de cultivos ilícitos que involucra a quinientas familias de Playa Rica. Lo curioso es que hemos encontrado con cosas como que en las reuniones informativas han llegado personas diciendo que la hectárea la pagaban mejor en Tolima o que en Caquetá les daban más plata por la compra de insumos para la producción, dijo el Alcalde de El Dovio.
La directora de la Umata de ese municipio, Maritza Escarria, directa responsable de la atención de ese programa y quien se desplaza semanalmente por esa zona, corrobora las afirmaciones del alcalde Padilla. Como para inscribirlos teníamos que pedir la cédula de la gente y muchos de esos documentos no habían sido expedidos ni en El Dovio, ni siquiera en otros municipios del Valle, por el contrario, encontramos que mucha gente tiene cédulas de otros departamentos. Cuando yo preguntaba, me decían que nacieron allá, pero que hace muchos años vivían acá. En últimas, lo que nosotros queremos es que la gente entienda que la paz y la tranquilidad dan más rentabilidad que la coca.
CALMA CHICHA La guerra ha bajado su intensidad en esa zona del departamento, pero está muy lejos de terminar, según el oficial de inteligencia de la Policía Nacional. Si bien ellos (Montoya y Varela), pactaron en noviembre bajarle a la confrontación y esto se ajustó con algunas ejecuciones de miembros de las bandas, también pactadas, la presencia de otros actores del conflicto como las Farc y algún reducto del ELN, no dejan que la zona esté en completa calma, el Cañón del Garrapatas es un corredor de movilización muy importante.
En El Águila, también área del Cañón, el ambiente que se respira tampoco es de paz. Su alcalde, Carlos Alberto Vargas, sostiene que lo que hay es “una calma muy frágil”. La situación nuestra no ha sido tan crítica como la de otros pueblos del norte del Valle porque hemos tenido mucho apoyo del Ejército. Pero la verdad es que nosotros somos parte de un corredor de movilización de grupos irregulares. El Águila está de espaldas al Chocó y eso nos hace muy vulnerables, sobre todo por la presencia histórica de las Farc. Lo
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La influencia que ejercieron los grupos de autodefensa en el Valle del Cauca (hoy desmovilizados) y su enfrentamiento con la guerrilla, especialmente en zonas del centro y el norte del departamento, fue en gran parte causante de los desplazamientos de campesinos en esa región. Fotografía José Luis Guzmán.
que sí no puedo afirmar categóricamente es que no haya habido abandono de tierras y apropiaciones ilegales, es mejor no especular, acá hay que cuidar cada palabra que se dice, añadió Vargas, casi susurrando, pues su temor es evidente.
Frangey Rendón, miembro de la Oficina de Paz de la Gobernación del Valle, resume sencillamente la situación del norte. Muy grave, no hay claridad de quiénes son los autores de los desplazamientos ni de los asesinatos selectivos que ocurren en la zona. Por ejemplo, en el caso de Riofrío, el alcalde despacha desde Tuluá y en Trujillo hay tal presión a los funcionarios locales que ni se atreven a hablar del tema.
Otra zona delicada, cuya población vive caminando por el filo de la navaja y que a la vez ha sido calificada como la que experimenta una de las tragedias humanitarias más complejas del Valle del Cauca es Buenaventura. El puerto más importante sobre el Pacífico colombiano es el municipio que registra la doble condición de ser el expulsor y el receptor más grande de población desplazada de esta zona del país, sólo superada por Cali en lo que a recepción se refiere. En Buenaventura confluyen, al igual que en el norte, los tres grandes actores del conflicto: paramilitares (en proceso de desmovilización), guerrilla (Farc y ELN) y narcotraficantes (grupos del norte y sur del Valle).
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Y es que la situación de vulnerabilidad de la población afrocolombiana e indígena que habita la zona es la que le añade gravedad al problema de Buenaventura, aunque la ‘ventaja’ que ha mediado en estos casos es que algunas de esas comunidades desplazadas, por causa del conflicto, ya tenían propiedad colectiva sobre los terrenos y eso, en cierta forma, los ‘blinda’ de perder la tierra, pero no les quita el miedo a regresar, y los que se quedan deben someterse a la voluntad de los violentos sembrando coca. Y esto lo corrobora Fabio Cardozo cuando señala que: Lo cierto, es que en el Valle se ha ido ampliando la frontera de cultivos ilícitos, por ejemplo, en Buenaventura, aunque sigue siendo eminentemente maderero, los narcocultivos han ido ganando espacio y terreno.
PÉRDIDA DEL TERRITORIO, PÉRDIDA DE LA IDENTIDAD José Luis** tiene 19 años y junto con dos de sus hermanos salió, a finales de diciembre del 2005, de uno de los esteros del río Sabaletas en Buenaventura, en huida de un anunciado reclutamiento de la guerrilla y de amenazas más fuertes de los paramilitares en contra de su familia, si se iban con los primeros. Mientras espera ser atendido en la sala de la Unidad de Atención y Orientación al Desplazado, (UAO), de Cali, relató: Tuvimos que dejar a mi mamá sola con mis dos hermanitas, porque la guerrilla nos quería llevar, y si aceptábamos lo que quería la guerrilla, los ‘paracos’ nos habían dicho que iban a matar a mi mamá, por eso nos vinimos para Cali. Aquí llegamos a la casa de unos amigos que viven en Aguablanca, pero lo malo es que allí hay mucha gente y no hemos podido conseguir trabajo.
Este joven admite que sembraba coca, pero que lo hacía obligado por la precaria situación económica de su familia. Teme regresar porque no quiere empuñar un fusil ni que maten a su mamá, pero reconoce, con tristeza, que lo que sabe hacer está en ese pequeño pedazo de tierra. Me duele porque nada de lo que sé hacer sirve aquí en Cali y nadie me da trabajo. Quiero volver a lo mío con mis hermanos y mi familia, pero creo que lo mejor va a ser quedarnos aquí y tratar de buscar algo para ayudar a mi mamá a que siga allá y no pierda la tierrita ni el rancho, precisó José Luis.
El caso de este joven es interpretado por Adriana Buchelli, oficial de Protección de la Oficina del Alto Comisionado para los Refugiados (Acnur), al señalar recientemente en Cali que “la población desplazada en su conjunto: afrocolombianos, indígenas y campesinos, pierde parte de su identidad cuando pierde su territorio”.
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CAPÍTULO 2 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN CALI
Tierra, territorio, terreno. Todas, derivaciones de algo que representa más que una posesión material para quienes, alguna vez, tuvieron en sus manos su significado. Palabras que se quedaron en el diccionario de los sueños de muchos campesinos vallecaucanos que hoy viven como parte de ese ejército de ‘inútiles’ urbanos. Despreciados y vistos como un estorbo en las calles de las grandes ciudades. Sus historias están todavía pendientes de escribirse. Las estadísticas de su pérdida material están aún por levantarse y su camino difícilmente será desandado; el miedo que los echó está lejos de irse.
** Los nombres fueron cambiados por solicitud de las fuentes para preservar su identidad.
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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
BITÁCORA*
DESPOSESIÓN, DESARRAIGO, DESPLAZAMIENTO, DESPROTECCIÓN
Todas, palabras con distinto significado, pero en el conflicto colombiano, de su lugar en el diccionario, saltan como sinónimos a la vida de miles de víctimas de la espiral de violencia que sin compasión las ha sacado de sus raíces. El Valle del Cauca, uno de los departamentos más ricos e industrializados del país, no ha estado blindado a las balas de la guerra y a las consecuencias que deja en la población el temor a ser alcanzado sin estar siquiera participando de las hostilidades. En el medio, y a veces más a los lados, ha estado siempre la prensa, que también ha caído presa del temor y ha hecho que la realidad de la guerra en este departamento y en muchas ocasiones, haya sido vista desde ángulos que no siempre cuentan toda la verdad y se ‘acomodan’ a la ‘verdad’ que el miedo impone. Por eso, cuando me plantearon escribir un artículo sobre la problemática de los campesinos desplazados que han perdido sus tierras en el Valle del Cauca por causa del conflicto, lo primero que sentí fue temor. Es ya una aprehensión natural cuando nos acercamos a temas y actores sensibles y a la posibilidad de encontrar detrás miedos, inseguridades y sobre todo silencio. Y así fue: me encontré con mucho silencio, pocos datos, negación y propaganda. Como siempre pude comprobar que toda fuente es interesada y que en la medida en que se pregunta y se indaga más, el interés por manipular crece y la tendencia a tergiversar los cuestionamientos y a contestar sin hacerlo realmente se pone en evidencia. En el curso de la reportería surgieron frases y palabras cargadas de temor: “Me querés hacer matar”; “esto es mejor no hablarlo”; “aquí uno no puede decir que está en calma, porque nunca se sabe qué pueda pasar”; “a mí mejor ni me pregunte”. Incluso otras más miedosas aún: “Aquí no nos ha tocado el conflicto tan de cerca”. Sin duda el mayor inconveniente fue el de aterrizar, a la realidad, la hipótesis planteada. Fue como arar en el desierto, como andar en un camino sin señalización. Muchas veces las fuentes que podían estar informadas coincidían en reconocer que lo planteado, es decir, la pérdida de tierras campesinas, sí había pasado, pero en una muy baja proporción, y pocos de los consultados tuvo cifras ciertas para soportar su respuesta. La fuente más clara en este sentido fue la que ofreció un estudio de Acción Social sobre protección a bienes patrimoniales, que apenas está en fase de pilotaje y que sin embargo, ya había encontrado claridades en la realidad de las tierras campesinas del Valle del Cauca. Pero pasando al plano de las víctimas directamente, pensé que la situación sería distinta, me encontré con que fue calcada. Pocas respuestas, miedo a contar su historia, aprehensión de ser abordados sobre un tema que les duele como la vida misma y que los golpea cada vez que recuerdan que, hoy, su tierra y su hogar posiblemente no existen más y que tal vez nunca más volverán.
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CAPÍTULO 2 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN CALI
BITÁCORA
CONTINUACIÓN
Temor sobre todo por los que se quedaron; por aquellos que decidieron no huir y que siguen sometidos al imperio de los violentos. Y también ignorancia, esa que es natural cuando al campesino se le habla de documentación, de leyes, de propiedad, de escrituras. La conclusión al final: el miedo siempre hace individuos silenciosos y las historias se construyen son seres anónimos, esos que piden ni mencionar su nombre y otros que aunque lo dan, condicionan y restringen su uso. Mónica Ospino Orozco
* Las bitácoras son un relato sobre la experiencia de cómo cada uno de los periodistas escribió su artículo en las distintas ciudades.
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ARTURO GUERRERO*
OTROS ÁMBITOS, OTRAS VOCES Miguel Ángel Palta, un fornido reportero de lacio pelo negro y aire aventurero, solía mantener en su oficina del noticiero de televisión 90 Minutos un par de botas pantaneras, un botiquín de primeros auxilios y unos bluyines limpios, porque en cualquier momento debía salir al campo a hacer cubrimientos de orden público, su fuerte. Ahora no, desde hace dos años para acá, Palta se limita a hacer reportería de escritorio. “Pasamos de hacer trabajo de campo – cuenta –, a periodismo de aire acondicionado”. Y aclara esta denominación explicando que cuando llega a la oficina de los funcionarios donde, por fuerza, hoy ‘cubre’ el conflicto armado, pide: “doctor, apague el aire, para que no entre el ruido a la grabadora”. “Ya no me despeino ni sudo”, se queja, añorando los viejos tiempos en que viajaba a la montaña y conversaba con comandantes guerrilleros bien estructurados, e incluso con paramilitares, que le reconocían una investidura de respeto a la profesión del periodista. Hoy, allá en los campos del conflicto armado, los que se encuentran son bandoleros, peladitos de 14 años con fusil, acelerados, que no manejan el lenguaje del Derecho Internacional Humanitario: “Uribe no nos reconoce como un actor –argumentan –, entonces no nos cobija el DIH”. Para el ejercicio del periodismo en la zona, más grave que esta degradación de los combatientes, es la aparición, desde hace dos años, de un par de actores violentos que le han cambiado la cara a la guerra en el Valle del Cauca. Son las bandas de Los Machos, de Diego Montoya Henao, alias don Diego, y Los Rastrojos, de Wilber Varela, alias Jabón, agrupaciones armadas al servicio del narcotráfico, cada una de ochocientos hombres, que se disputan el control del norte del departamento. Sus crímenes, la contrarreforma agraria que adelantan por la fuerza, su paradero y la * Este artículo fue elaborado en octubre de 2005.
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Clausura del diplomado en Cali, diciembre 2003. Fotografía Medios para la Paz.
cooptación que han hecho de autoridades y de miembros de la fuerza pública, son de conocimiento callejero, pero nadie se atreve a hablar de ello por miedo. Desde los municipios del norte, hasta el centro del Valle, el periodismo está vetado. Mientras los antiguos dueños del negocio de la droga en el cartel de Cali, los Rodríguez Orejuela, eran más convenientes y mantenían un relativo ‘orden’ de las acciones violentas, estas nuevas bandas son intimidatorias, no tienen contemplaciones, y en lugar de amenazar, matan, llevándose por delante no sólo a sus víctimas, sino a quienes compartan con éstas en el momento del ataque.
EL HUECO DE LA ESQUINA Las desmovilizaciones de los paramilitares y el evidente repliegue de las guerrillas han hecho disminuir las masacres y las tomas de pueblos. De modo que los hechos de orden público más sonados tienen que ver con decomisos de cargamentos de droga y capturas de narcotraficantes. Pero estas detenciones se producen, sobre todo, en Bogotá y los allanamientos a las casas de la mafia no dejan rastros. Cuando llega la prensa, no hay armas ni droga ni personas acusadas, de modo que los fotógrafos y camarógrafos deben resignarse a tomas de fachadas que ‘no venden’ ni son atractivas para los medios. Como reacción, algunos tratan de hacer montajes de escenas, dando instrucciones a policía y ejército por el estilo de “hagamos como que se bajan del helicóptero, pateen la puerta, apúntenme a mí”.
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El trabajo de los fotocorresponsales de agencias internacionales tiende a desaparecer – lamenta Carlos Durán, de Reuters –, no hay nada que mostrar, porque Colombia sÓlo vende muertos. En este momento, para las agencias, nuestro país está al mismo bajo nivel de interés que África.
Cuando se hacía periodismo de campo, los actores guerrilleros y paramilitares tenían cara, eran de carne y hueso. Hoy los narcotraficantes no se muestran ni hablan. Para lograr nombres, imágenes o palabras suyas hay que atenerse a la policía o a los archivos, de modo que las fuentes oficiales, especialmente las de las fuerzas de seguridad del Estado, se han vuelto indispensables. “Del narcotráfico sólo informamos lo que diga el comandante”, afirma un reportero. “Los corresponsales del norte del Valle saben lo que pasa, pero no lo dicen. Por teléfono no hablan, por miedo al monitoreo”, explica José Luis Valencia, editor encargado de El Tiempo Cali. El Valle es el reino de la autocensura. La agenda informativa ha sufrido una gran transformación. En el menú diario de los noticieros son escasos el narcotráfico, la guerrilla y los paramilitares. “Estamos interesados en el hueco de la esquina – insiste Miguel Ángel Palta –, ya no nos arriesgamos al trabajo de campo. Escasamente salimos de día y encaravanados”. Los nuevos temas noticiosos son los homicidios urbanos, el sistema de transporte MIO, la tala de árboles, las congestiones del tránsito y los problemas del río Cauca. El único asunto del conflicto que merece la mirada de los medios es el acuerdo humanitario, ya que algunas zonas del departamento han sido propuestas como sede de negociaciones y el gobernador ha liderado este proceso. El único factor de esta languidez informativa no es la autocensura. A partir de la crisis económica nacional de finales de los años noventa, y en especial de la irrupción de los canales privados de televisión por la misma época, los presupuestos de los medios informativos cayeron drásticamente. Los salarios de los periodistas se pauperizaron y las facilidades para viajes de cubrimientos se redujeron hasta el drama. No hay dinero para los viáticos, ni siquiera para la gasolina de los carros. “No hay plata ni para ir a Palmira o a Jamundí”, afirma María Claudia Home, ex jefe de redacción y presentadora de 90 Minutos. En vista de que los medios se demoraban dos o tres meses en pagar los salarios y que el monto de estos se redujo sin misericordia, equipos enteros de profesionales, con quince o veinte años de experiencia, se vieron obligados a desertar del ejercicio periodístico directo y emigraron hacia la comunicación organizacional o hacia las oficinas de prensa estatales. En su remplazo fueron contratados jóvenes recién egresados de las facultades de comunicación que no han acumulado ni la experiencia ni la profundidad de aquellos. A tal punto ha bajado el nivel y la calidad, que un medio implantó, entre sus redactores, una multa simbólica de mil pesos por cada texto mal escrito. “La región no ha entendido que hay gente que vale”, sintetizó una vivaz reportera ante la pérdida de las plantas de redacción sólidas.
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Estas condiciones laborales precarias han sido el caldo de cultivo del nefasto fenómeno de los periodistas ‘mandaderos’ de la mafia. Un día un reportero se sorprende de recibir una llamada telefónica de un veterano colega, en ocasiones incluso director de un medio, que nunca antes se había tomado esa confianza, le dice: “Mirá, hubo un golpe y cayeron cosas de los ‘amigos’. Ellos necesitan que manejés ese temita, que le bajés el volumen. Ojalá no saqués nombres. Yo te mando después un cariñito”. Los ‘cariñitos’ oscilan entre 200.000 y cinco millones de pesos, según la importancia del medio y del caso. Los periodistas a sueldo de la mafia son, a veces, reclutados entre quienes cubren la fuente de orden público y en ocasiones siguen trabajando en los medios. Este trabajo paralelo de jefes de prensa de ‘los doctores’ utiliza la amistad y el colegaje para ofrecer dinero a cambio de que se publique o se deje de publicar alguna información. “¿Qué sería de mí si trabajara en una emisora por cupos? Me torcería”, comentó una periodista aludiendo al riesgo de caer en la tentación de los mandaderos debido a los sistemas que degradan los salarios profesionales.
UN PUNTO DE QUIEBRE Esta cartografía reciente de las circunstancias como se ejerce el periodismo en el Valle contiene muchos elementos que no existían hace dos años, cuando tuvo lugar el diplomado Periodismo responsable en el conflicto armado. De ahí que la evaluación de esta experiencia académica exigió una recontextualización de cómo los reporteros participantes en ella deben trabajar hoy. Los periodistas que asistieron durante un semestre al diplomado consideran, en la actualidad, que esta experiencia fue decisiva para su desarrollo profesional, que ha modificado en buena medida su práctica, que los sacudió como comunicadores y como seres humanos. Pero se muestran perplejos ante las nuevas realidades de la guerra, sienten la necesidad de repensar la profesión y de ahondar en nuevos temas producto de la dinámica cambiante del conflicto. Las expresiones de entusiasmo y de agradecimiento por lo aprendido en el diplomado son unánimes. “Las enseñanzas que recibimos fueron contundentes en cada tema, – afirma Luis Eduardo Calderón, de Tuluá Centro T V – la admiración por las cosas nuevas fue evidente”. “Hubo reflexiones académicas bien profundas – agrega Adriana Santacruz, exdirectora de 90 Minutos, hoy en comunicaciones de la Gobernación – y mapas muy ilustrativos. Uno no conocía esas dinámicas de la guerra que van cambiando con el tiempo”. “El diplomado fue, para mí, un punto de quiebre, – dice Mónica Ospino, de El País – no fue un punto final sino un punto de partida que me despertó y me definió otras inquietudes”. ”Me sirvió demasiado, – concluye Juan Carlos Díaz, de Caracol Radio – fue esencial para conocer la situación de Colombia, de dónde venimos y a dónde vamos”. “Fue una experiencia maravillosa que marcó el rumbo de mi profesión – declara María Claudia Home – Sentí que detrás del diplomado hay un grupo de profesionales que se han ganado el respeto de la sociedad y que se pusieron al nivel de uno para restructurar todo”.
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Varias rutinas profesionales sufrieron modificaciones a raíz del diplomado. Yo antes entraba como narrando fútbol, – cuenta Víctor Eliécer Cuero, de Radio Buenaventura – ahora soy mesurado, me di a la tarea de repensar la noticia, de darle la misma importancia a lo oficial que a la gente que va a pie, de mantenerme informado sobre contexto nacional e internacional para hacer comparaciones, de llevar un registro cronológico de los sucesos. Me he vuelto un lector de los temas nacionales y un conocedor de las diferentes normas. No arranco a dar la noticia ya, sino que pregunto por qué sucede, es decir, doy pocas primicias y más noticias.
Los reporteros encontraron maneras de darle más contexto a las noticias. En prensa escrita están utilizando, para ello, los recuadros o las notas adicionales donde añaden antecedentes a las historias centrales. En medios electrónicos acuden a entrevistas con investigadores y expertos en cada materia. Son más avezados en las contrapreguntas, no les ‘comen entero’ a los ministros, no se dejan meter el dedo en la boca. Varios han incidido en el cambio y la ampliación de la agenda informativa de sus medios. Han propuesto y sabido ‘vender’ a sus editores temas que, de otra manera, se habrían quedado por fuera del espectro. Le han encontrado ángulos nuevos a la información. Se han esforzado por hallar nuevas formas de narrar. Han cambiado su visión de las víctimas y las han seguido viendo como personas, como seres humanos con rostro. Han enriquecido sus libretas de fuentes con los datos de los líderes de la Acción Comunal de los barrios, de los representantes de organismos como Defensoría del Pueblo y Procuraduría. Y las han replicado entre los colegas. Han hallado en estas nuevas fuentes una entusiasta colaboración.
UN ANIMAL QUE TE ARRASTRA Sin duda los temas que más llamaron la atención del diplomado fueron el de la historia del conflicto armado y el de los costos de la guerra. “Parece mentira, – comenta Luis Eduardo Calderón – recibimos información que no teníamos, nosotros que creemos saberlo todo. La realidad detrás de lo que estamos viviendo”. “Cuando llego frente a un guerrillero de veinte años en la lucha, no le descargo las cámaras, – confiesa el reportero gráfico Carlos Durán – pero no por miedo, sino por otra información que ahora tengo”. El diplomado excitó los deseos de estudio entre los reporteros. Algunos entraron a hacer otros cursos y especializaciones, otros planean ingresar a posgrados universitarios, la mayoría se aplicó a la capacitación autodidacta. A algunos se les abrieron horizontes en la escritura de libros. En general se dieron cuenta de que hace falta capacitarse de manera continua. “La información del diplomado nos sirvió para estructurar buenos libretos”, dice Tatiana Pérez, de Telepacífico y de la radio de la Universidad del Valle. Varios, que son simultáneamente profesores universitarios de comunicación, replicaron entre sus alumnos los contenidos de las materias. Otros hicieron formación entre corresponsales de barrio, a partir de los documentos entregados, los cuales les han servido para mantener frescos los conocimientos.
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No todo ha sido color de rosa, claro está. Adriana Santacruz recuerda la dificultad que se presentó para pasar, a la práctica, el saldo pedagógico del diplomado, frente a los códigos aprendidos y a las rutinas y errores difíciles de deshacer entre los periodistas. “Ponerse a probar estilos es dispendioso. – comenta – Se siguen cometiendo los mismos errores, como si hubiera un animal que te arrastra”. En el fondo de las conciencias de los periodistas la guerra sigue entendiéndose como los momentos dramáticos de la confrontación. El público receptor también carga con unos modos de lectura muy arraigados. En Tuluá, Luis Eduardo Calderón comenzó a introducir, en sus programas de televisión, mucho contexto tomado del bagaje proporcionado en el diplomado, esperando llamadas y comentarios de respuesta. Éstos no se presentaron. “Parece que a la gente no le interesara – analiza – y uno cree que está arando en el desierto. Es como si el alud informativo del día tras día ahogara estos ejercicios. Creo que de todo esto algo queda en la cabeza del público, pero no sabemos cuándo vamos a cobrar”. Al finalizar el diplomado los asistentes se propusieron seguir reuniéndose para hacer tertulias con expertos y para alimentar el espíritu del mismo. No se logró, no obstante, ninguna forma de continuidad grupal. La causa parece ser la ausencia de liderazgo. Durante los seis meses de la actividad, el lazo lo constituyeron las entidades convocantes, pero cuando éstas dejaron, en manos de los propios periodistas, la iniciativa, todo se diluyó. Claro que la actividad académica incrementó la camaradería y estrechó los vínculos profesionales y personales, a escala informal. “No nos reunimos en el papel, pero siempre nos vemos”, sintetizó gráficamente Álvaro Miguel Mina, de Caracol Radio. ¿Cuáles serían las vías para continuar con un trabajo de capacitación entre los periodistas del Valle? Varios señalan la necesidad de tomar acciones con los estudiantes de comunicación de los últimos años de carrera, para ejercer con ellos una formación que los prevenga contra aquellas rutinas profesionales perjudiciales que más adelante van a encontrar en las redacciones. Otros solicitan tratar, en futuras capacitaciones, nuevas temáticas que se han puesto a la orden del día, tales como las nuevas dinámicas sociales frente a la guerra desde lo regional, el narcotráfico y la violencia urbana, el conflicto en otras regiones del país y en otros países, la autoprotección del periodista, cómo trabajar en la nueva situación del conflicto y cómo ‘meter goles’ desde el escritorio, la opción del periodismo de análisis frente a la dificultad del trabajo de campo.
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Prensa y conflicto armado en Barrancabermeja CAPÍTULO 3
En 2005, este agricultor de La India, escapó de los paramilitares en una balsa. Fotografía Wilson Lozano.
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WILSON LOZANO * Barrancabermeja soportó quince años el poder ilegal de la guerrilla y ahora vive bajo el control e infiltración paramilitar. No obstante, su herencia de luchas sociales le alcanza para que algunas organizaciones aún promuevan la autonomía de la población civil.
LA TIERRA PROMETIDA El último icono revolucionario del Che Guevara, pintado en un muro de las comunas populares, desapareció en el año 2001. Estaba en la calle 60 del barrio Primero de Mayo, en medio de las imágenes de los difuntos Bernardo Jaramillo, Manuel Cepeda y el cura Camilo Torres Restrepo, que también fueron borradas bajo el blanco vaivén de una brocha gorda, seis meses después del ingreso de los paramilitares. Ahora, a la estampa del Che, sólo se le ve en las camisetas o en las sedes blindadas de los sindicalistas de esta ciudad, que pasó del control guerrillero al paramilitar, en medio de la ejecución de delitos contra la vida y la integridad de la población civil. Ramiro Vergara **, un vendedor callejero de verduras, relata cómo bajo el calor infernal de las cuatro de la tarde, se lo llevaron “dos hombres armados”, que lo abordaron en los alrededores de la plaza Satélite, a una cuadra de la estación de policía del barrio Las Granjas, al nororiente de Barrancabermeja. Asegura que lo subieron a un carro Renault 9, color vinotinto y, tirado boca abajo, con un pie sobre su cabeza lo condujeron hasta un rastrojo por la vía a Puerto Wilches, allí fue torturado, le hurtaron sus documentos, 150 mil pesos con * Periodista y comunicador. Estudió comunicación social con énfasis en periodismo en la Universidad Central de Bogotá y se especializó en producción de medios audiovisuales. Su experiencia profesional se resume en dieciocho años de práctica cotidiana del periodismo en Barrancabermeja, Santander y Magdalena medio. Ha sido corresponsal de radio y televisión en RCN radio, CM& Televisión, NTC y Caracol Noticias. Exalumno del diplomado en Barrancabermeja (2005). Este artículo fue elaborado en febrero de 2006.
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los que iba a mercar y le dieron 24 horas para irse de la ciudad o si no lo mataban “por colaborador de la guerrilla”. A las 10 de la noche lo dejaron en un costado de la carretera. Al día siguiente, en compañía de su compañera Raquel y de sus cuatro hijos menores de edad, puso la queja en la Defensoría del Pueblo. Allí recibió ayuda humanitaria para salir de la ‘tierra prometida’, término usado por el alcalde Édgar Cote Gravino (2004- 2007), para referirse a esta ciudad. En la noche del 5 de enero del 2006, en una camioneta de la alcaldía, escoltados por dos policías, se fueron, huyendo, de un poder paralelo al oficial: el paramilitarismo.
Primero: EL TERROR En la cruzada contra la guerrilla, el comunismo y la oposición política del Estado, desde su epicentro en Las Mercedes, San Juan Bosco La Verde y Puerto Boyacá a comienzos de la década de los ochenta, es larga la lista de hechos delictivos que han cometido los paramilitares en el Magdalena medio y en territorios limítrofes como el nordeste antioqueño1. Con una estrategia de terror avanzaron hasta controlar más de cincuenta cascos urbanos, incluidos los del sur de Bolívar y sur del Cesar. Barrancabermeja fue el último municipio en ser copado con presencia paramilitar permanente, con guardias y patrullajes durante las 24 horas del día. El 22 de diciembre del 2000, se tomaron los barrios para posicionar su ingreso definitivo. Desde ese año hasta 2005, según registros de Acción Social (antigua Red de Solidaridad Social), en esta ciudad han sufrido situación de desplazamiento forzado, 13.720 personas, que equivalen a 3.143 familias2. En este mismo lapso, el Instituto de Medicina Legal registra 1.448 homicidios, 1.378 de ellos con arma de fuego y 70 con armas blancas o contundentes. En 2005, se presentaron 152 asesinatos. Perpetraron masacres como la de Segovia en Remedios, (Antioquia), el 11 de noviembre de 1988, allí murieron cincuenta personas. En la Rochela en Simacota (Santander), el 18 de enero de 1989, en donde fueron asesinados doce funcionarios judiciales. En Puerto Boyacá, el 8 de octubre de 1987, fueron asesinados doce comerciantes. En Barrancabermeja, el 8 de enero de 1998 y el 16 de mayo de ese año, donde murieron quince personas y desaparecieron a 25. En San Pablo (sur de Bolívar), el 8 de enero de 1999, en donde asesinaron a catorce pobladores. 1
Uno de los casos más dramáticos fue la desarticulación del tejido social en el corregimiento Ciénaga del Opón. En 1989 cerca de 350 familias se desplazaron hacia el casco urbano de Barrancabermeja por amenazas de paramilitares. 2
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CAPÍTULO 3 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BARRANCABERMEJA
Según el Observatorio de Paz Integral (OPI)3, con cobertura en treinta municipios del Magdalena medio, los paramilitares son responsables por lo menos del 50 por ciento de dichos crímenes y otras violaciones a los Derechos Humanos en esta región. Las víctimas han sido de diverso origen pero siempre con la característica de pertenecer a sectores populares u organizaciones sociales. En el primer semestre del 2002 fue asesinado el instructor de danzas Diofanol Sierra Vargas, un año después Esperanza Amaris, integrante de la Organización Femenina Popular (OFP). El 3 y 18 de noviembre del 2005, respectivamente, fueron asesinados los integrantes del Polo Democrático, Jairo Cala y Delfín Rafael Pérez Vides. En la madrugada del 11 de diciembre mataron a Gabriel An- Jaime Peña muestra la foto de su hijo Yesid, desaparetonio Garves Peñuela, conocido cido el 16 de mayo de 1998 en Barrancabermeja. como el Loco. El 4 de enero de 2006, Fotografía Wilson Lozano. la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) denunció el crimen de Carlos Arciniegas, militante comunista y sindicalista de una empresa palmera en el municipio de Puerto Wilches (Santander). Algunos de los homicidios han sido actos de barbarie. En 2001, en Morales, fue desmembrado el cuerpo de Alma Rosa Jaramillo integrante del núcleo de pobladores del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio. El 15 de noviembre del 2003 en la vereda la Independencia una joven de nombre Diana Patricia, fue atada de manos y colgada con una cuerda a un árbol. El 4 de septiembre del 2005, el cuerpo mutilado del comerciante de maderas Jairo Duarte Quintero fue hallado en un paraje de la vereda Pozo Nutria en el corregimiento El Centro. 3 Lo integran la Diócesis de Barrancabermeja, el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio, la Defensoría del Pueblo, la Universidad de la Paz y la Corporación Regional para la Defensa de los Derechos Humanos (Credhos).
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En 2005, el Cinep y Credhos publicaron un informe sobre la desaparición forzada en Barrancabermeja y otros municipios del Magdalena medio4 , en el que lograron documentar con procesos en las fiscalías de Bucaramanga, Barrancabermeja y otras especializadas, 123 casos de este crimen de lesa humanidad. No obstante, en dicho documento se menciona la cifra extraoficial de 300 personas desaparecidas desde el 16 de mayo de 19985. Según la Defensoría Regional del Pueblo, entre 2001 y enero del 2006, ha recibido 244 quejas por presunta desaparición forzada en el Magdalena medio y el sur de Bolívar. La desaparición como práctica sistemática se incrementó desde 2000. Se sumaron, a la lista de víctimas, líderes sociales como Édgar Quiroga (desaparecido en Cerro Azul, sur de Bolívar), vocero del éxodo de 10.000 campesinos a Barrancabermeja, que huían del acoso paramilitar en 1998. Técnicos de fútbol infantil como José Armando Garzón, trabajadores oficiales como Boris Núñez Hernández, vendedores ambulantes, agricultores, estudiantes, docentes y desempleados. En un hecho reciente, el 23 de enero de 2006, fue víctima de desaparición forzada el taxista Elkin Flórez Quintero. A la luz de estos hechos y otros que no se mencionan, nadie puede negar el control armado, social y político que ha alcanzado el paramilitarismo en poblaciones y corregimientos del Magdalena medio.
Segundo: EL CONTROL SOCIAL Tomadas las poblaciones, los ‘paras’ comenzaron a imponer su ley. Dieron a conocer reglas de comportamiento (Recuadro 1), que deberían regir en adelante la vida de los ciudadanos. María, una mujer popular que vive del trabajo doméstico, habitante del sector nororiental cuenta que “los muchachos (así llamaban a los milicianos de la guerrilla) pasaron a ser paracos” y la población civil esperó lo peor pues eran sus conocidos y les “tocaba cumplir sus exigencias”.
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Barrancabermeja la otra versión, paramilitarismo, control social y desaparición forzada 2000-2003. Cinep y Credhos. 2005. Un grupo entre treinta y cincuenta paramilitares que portaban armas de largo y corto alcance, algunos de ellos encapuchados, que se movilizaban en tres camiones, ingresaron a cuatro barrios populares (en uno se realizaba un bazar), asesinaron a ocho personas y desaparecieron forzosamente a otras 25. 5
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CAPÍTULO 3 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BARRANCABERMEJA
RECUADRO 1
NORMAS DE CONVIVENCIA
Normas de convivencia autodefensas y población civil * (El incumplimiento de cada uno de los puntos especificados acarreará la respectiva sanción)
1. Horario para lo menores de edad De 6 A. M. a 9 P. M. Lunes a viernes De 6 A . M. a 10 P. M. Sábados y domingos. Sanción: Detención durante 12 horas al menor que infrinja la norma, luego de las cuales será entregado a sus padres y/o familiares. 2. Horario para los establecimientos públicos De 6 A. M. a 11 P. M. Lunes a viernes De 6 A. M. a 2 A. M. Sábados y domingos Sanción: Multa de Quinientos mil pesos/Cierre temporal del establecimiento/Cierre permanente del establecimiento. 3. Venta de licores Distribución y venta de bebidas alcohólicas a personal en servicio de las AUC Sanción: Multa de Quinientos mil pesos/Cierre temporal del establecimiento/Cierre permanente del establecimiento. 4. Escándalos en la vía pública En el caso de riñas entre civiles se procederá al decomiso de las armas. En el caso de riñas entre miembros de las AUC, entrará en rigor el estamento disciplinario interno. Sanción: En el primero de los casos, los civiles involucrados realizarán trabajos asignados por las AUC. 5. Relaciones con la población civil Falta de respeto o maltrato por parte de la población civil hacia personal de las AUC. Abuso de autoridad o maltrato por parte de personal de las AUC hacia la población civil. Sanción: Se someterá a estudio disciplinario por parte del comando central y acarreará la expulsión de la zona/Sanción ejemplar por parte del comando central y destitución de la organización.
6. Juegos de azar Participación de los miembros en servicio de las AUC en cualquier tipo de juego o espectáculo que desprestigie al buen nombre de la organización. Sanción: Disciplinaria al infractor y multa de quinientos mil pesos al establecimiento implicado. 7. Desarme de la población civil Se prohíbe el porte de cualquier tipo de armas sin autorización previa de las AUC. Aquellas personas que estén debidamente autorizadas, perderán ese derecho en el caso de que ingieran bebidas alcohólicas. Sanción: Decomiso del arma y detención del infractor/Expulsión de la zona. 8. Prendas de uso privativo Se prohíbe el uso de prendas y/o accesorios similares por parte de la población civil. Sanción: Decomiso de las prendas y detención del infractor/Expulsión de la zona. 9. Mantenimiento de fachadas Hace referencia a la buena presentación de las casas y sus alrededores. Sanción: Trabajos para el beneficio de la comunidad tales como limpieza de las vías públicas, mantenimiento de las mismas, arborización y otros. 10. Recolección de basuras Cada casa deberá tener su respectiva caneca roja y hacer uso adecuado de las mismas. Sanción: Multa de cien mil pesos/Trabajos para el beneficio de la comunidad. 11. Limpieza de fincas y potreros Las fincas que tengan límites con vías de comunicación deberán mantener sus orillas lim-
Continúa
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RECUADRO 1
CONTINUACIÓN
pias, de tal forma que faciliten la visibilidad. Sanción: Multa de quinientos mil pesos/Decomiso del terreno y su posterior donación a los pobladores de la región de escasos recursos.
por parte del personal en servicio de las AUC. Sanción: Amonestación disciplinaria para el comandante del personal infractor/Amonestación disciplinaria para los infractores.
12. Manutención de animales Todo animal doméstico deberá permanecer en en los predios de su propietario y bajo las medidas de higiene apropiadas. Sanción: Multa de doscientos mils pesos/Decomiso de animales.
15. Hospedaje y sitios de vivienda para los miembros de las AUC Este punto hace referencia a la utilización de establecimientos civiles y/o privados, para ser utilizados por miembros en servicio de las AUC, como dormitorios o sitios para acampar. Sanción: Amonestación disciplinaria para el comandante del personal infractor/Amonestación disciplinaria para los infractores.
13. Estudio obligatorio Reglamentado para los menores cuyas edades estén entre los 4 y los 17 años. Este control se llevará a cabo mediante la exigencia del respectivo carné de estudiante. Sanción: Llamado de atención a sus padres y sanciones disciplinarias por parte del comando central. 14. Uso de vehículos oficiales o de entidades privadas Se prohíbe rotundamente el uso de vehículos con emblemas de entidades oficiales o privadas
16. Respeto a la propiedad privada Hace referencia al hurto, en cualquiera de sus modalidades, ya sea de animales o enseres, por parte de miembros de las AUC o civiles. Sanción: Amonestación disciplinaria para los infractores/Amonestación disciplinaria para el comandante del personal infractor.
* Las normas de convivencia fueron impuestas y dadas a conocer luego del ingreso paramilitar de diciembre de 2000. Este texto circuló en diversos barrios de Barrancabermeja y luego apareció pegado en las paredes de las salas de juego de computador. Hay documentos de organizaciones defensoras de derechos humanos, de la Defensoría del Pueblo y de la prensa que hacen referencia a dichas normas.
Ella asegura que “cuando fue el tiempo de la guerrilla también había control en los barrios. Amenazaban a los que iban a la policía, a las inspecciones, a los batallones, a los que hablaban con militares”. Recuerda que de noche se robaban los carros cargados con electrodomésticos, motos, coca cola, carne y les entregaban a los que eran conocidos suyos, les ayudaban. Intervenían en la vida privada de las parejas, en problemas y les advertían que se arreglaran o los mataban. Algunos pobladores afirman que cuando llegaron las autodefensas cambió un poco. “A los que colaboraban con la guerrilla los hicieron ir de Barranca y a otros los mataron. Recién llegaron hubo un control sobre todo. Seguían a la gente a ver dónde trabajaba”. Ordenaron limpiar las paredes donde hubiese pintas de la guerrilla y exigieron borrar el icono del Che Guevara de la fachada de la Universidad de la Paz y de la
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En 2001, Vanguardia Liberal publicó esta imagen captada en el barrio Arenal de Barrancabermeja. Las menores de edad fueron castigadas. Fotografía José David Martínez.
calle 60, en el barrio Primero de Mayo. La palabras compañero y “sapo” (informante de la policía o ejército) fueron eliminadas de la jerga popular y en su lugar comenzaron a usarse “mi viejo” y “torcido” (no hace lo que los ‘paras’ dicen). Los paramilitares raparon las cabezas de varias jovencitas por desobedecer las normas de convivencia impuestas. Fueron acusadas de robos o incumplir los horarios permitidos para la movilización nocturna. En 2004, le cortaron una parte de cabello y quemaron con agua caliente las piernas de una integrante de una organización no gubernamental que presentaba un programa institucional de televisión, dedicado a la defensa de los derechos humanos. Persiguieron a los homosexuales, las prostitutas y los vendedores de drogas ilegales “y así se apoderaron de los mercados del bajo mundo”, dice Sandra, una trabajadora sexual. En una calle cualquiera de un barrio periférico no era raro encontrarse con jóvenes “tirando machete, barriendo calles, algunas veces en ropa interior con letreros colgando de su cuello que los señalaban como ladrones o viciosos”, cuenta Laura**, habitante del barrio Boston. Aunque estas humillaciones han disminuido aún se presentan casos.
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Los habitantes denuncian, bajo reserva de identidad, que los ‘paras’ formaron grupos de celaduría que cuidan de a cuatro, cinco y seis barrios en moto, con armas y equipos de comunicación. Cuentan que, Hicieron una reunión hace dos años y dijeron que los negocios pagaban tres mil pesos, cada ochos días, y las casas dos mil pesos semanales. Eso se paga todavía. Ellos dan un recibito. Los ‘paras’ dijeron que si no pagaban la celaduría no respondían por los robos.
Sobre la acción de las autoridades contra los delincuentes, el comandante del departamento de la policía del Magdalena Medio, coronel Óscar Torres, afirma que más de ochenta presuntos miembros de las autodefensas fueron capturados en 2005 y puestos a órdenes de la Fiscalía regional. Pero el control social no se limita a los castigos por infringir las “normas de convivencia”, también tienen informantes trabajando como taxistas y mototaxistas, incluso “algunos de ellos llevan a comerciantes y otras personas hasta la Meseta de San Rafael para los arreglos económicos con los jefes paras”, asegura un transportador. Otras presiones se han dirigido hacia los pescadores de la región. Artemio, un viejo de 60 años dice, con el ceño fruncido, que desde abril de 2005, “son los paracos los que dicen cómo debemos pescar”. Los medios de comunicación y periodistas tampoco han sido exentos del control. Álvaro Pérez Vides, político y director del canal comunitario Telepetróleo, hermano del difunto Delfín Pérez, contó que ha sido “objeto de seguimientos, agresiones armadas en su propia casa y amenazas por parte de paramilitares”. Este caso fue tratado en un consejo de seguridad el 28 de diciembre de 2005, en las instalaciones del Comando Operativo de la Policía del Magdalena medio. Pérez Vides considera que el problema de fondo es el canal comunitario de Televisión – Telepetróleo –, por el cual dice le han hecho ofertas ilegales. A nombre de ellos hablaron, y demostrar si son voceros o representantes oficiales no lo puedo garantizar. Después recibí mensajes indirectos, efectivamente para decir que estaban interesados, incluso uno de esos mensajes fue de un periodista y después por medio de una compañera de trabajo que fue abordada y le dijeron lo mismo, que sabían de nuestros problemas económicos, que ellos tenían la plata y estaban interesados en comprar esto. El monto de la oferta ha oscilado más o menos en 500 millones de pesos.
El 17 de enero de 2006, el director del semanario La Tarde, Diro César González, salió huyendo de la ciudad ante las amenazas de dos presuntos paramilitares que llegaron a buscarlo a su casa, según denuncia del periodista ante la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip).
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Tercero: EL CONTROL ECONÓMICO En veinte años, los paramilitares han logrado controlar la mayor parte del territorio de la región. La concentración de la propiedad de la tierra, agravada por el narcotráfico y la ocupación del 78 por ciento para la ganadería extensiva, es una preocupación que expresa Francisco de Roux S.J., director del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio, quien explica lo difícil que ha sido comprar parcelas para adelantar proyectos productivos para pequeños propietarios. En San Pablo el proy ecto de palma campesina, que se desarrolla con la Asociación de Palmicultores de San Pablo (Apalsa) y en Simití, en los entornos de San Blas, incluso el coordinador del proyecto allí, el señor Beta fue asesinado por las autodefensas en Monterrey el 28 de diciembre del 2004, un hombre absolutamente pobre. Eso se hizo (el proyecto) como una marca de la determinación del Programa de no permitir que las autodefensas avanzaran comprando las tierras de los campesinos.
El sacerdote afirma que, ”no podemos desarrollar fincas campesinas si los campesinos no tienen tierra, el otro día se lo dijimos al presidente Uribe, por los medios de comunicación“. En cuanto al control económico ilegal, la policía y voceros de los gremios revelan que las autodefensas tienen tres fuentes de financiación: el narcotráfico, el hurto de combustibles y las ‘vacunas’ a comerciantes, transportadores terrestres y fluviales, a los contratistas del municipio y de Ecopetrol, a los mineros del nordeste antioqueño y la serranía de San Lucas (allí se produce 40 por ciento de la explotación nacional de oro). Sobre los cultivos ilícitos en la zona, la Dirección Nacional Antinarcóticos, en un informe del 2003, considera que hay alrededor de 6.000 hectáreas sembradas con hoja de coca en el sur de Bolívar y municipios del Magdalena medio santandereano y antioqueño. En la investigación Cultivos de uso ilícito en el sur de Bolívar, financiada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), publicada en abril de 2005, se menciona cómo el Bloque Central Bolívar logró controlar: Recursos de poder político y económico fundamentales. La base de coca es procesada en laboratorios de su propiedad, localizados en otras zonas del Magdalena medio (Cimitarra, San Rafael de Lebrija, Puerto Berrío) y el clorhidrato es transportado a lugares estratégicos de donde es exportado.
El coronel Jorge Enrique Murillo, comandante del Cuerpo Élite de Hidrocarburos de la Policía (Celhi), dice que los costos del procesamiento de la coca han bajado, debido a que 80% de la gasolina hurtada a Ecopetrol, en el Magdalena Medio, está destinada al narcotráfico, “ahora no compran los insumos, se los roban” explica.
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Un empresario que pidió el anonimato, asegura que en la región además están “lavando dineros ilegales”, hecho sobre el que no hay datos oficiales. La otra fuente de financiación importante para los paramilitares, es el hurto de hidrocarburos6 . En esta zona de Colombia se registra más del 50 por ciento del robo total de gasolina corriente para avión y ACPM. Según cifras de Ecopetrol, en 2005 se estimaron pérdidas por 30 millones de dólares (equivalente a 1.600 barriles), a pesar de la disminución del delito, desde 2002, cuando se perdieron alrededor de 102 millones de dólares (7.560 barriles). La cadena del hurto de combustibles es controlada en su totalidad por los paramilitares. Estela, una mujer dedicada a la venta del combustible ilegal (cartelera), cuenta que: Ellos deciden dónde se rompe el tubo para hacer el enchimbre (lugar de venta y extracción). Hasta allí llegan los pimpineros (venden galones o pimpinas) que están en las listas, son 30 ó 40 personas a las que les fían y por la noche les cobran.
Un fiscal adjunto a la policía de hidrocarburos sospecha que hay personal de Ecopetrol vinculado a este ilícito. Como indicio, cita la detención en 2005, en Sabana de Torres (Santander), del coordinador de seguridad al servicio de la petrolera, ex suboficial del ejército Hernán Leguizamón Carranza, con orden de captura por hurto de hidrocarburos y concierto para delinquir. El funcionario revela que las pruebas para su captura fueron recolectadas por informaciones de inteligencia e interceptaciones telefónicas. Los ciudadanos canadienses Pierre Shantiz y Stward Uriesinga, voluntarios de la ONG Equipos Cristianos de Acción por la Paz (Ecap)7 , publicaron en su sitio web www.cpt.org, el relato de un encuentro en mayo de 2005, entre autodefensas del Bloque Central Bolívar y miembros del batallón Plan Energético Número 7 (creado para cuidar la infraestructura petrolera del Magdalena medio). Dos de sus voluntarios presenciaron el cruce de palabras, recuerdan los extranjeros, “durante unos tres minutos, por parte de paramilitares que llevaban decenas de canoas cargadas con canecas llenas de gasolina robada y unos treinta
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Según el Cuerpo Élite de Hidrocarburos de la Policía, cuatro frentes (seiscientos hombres) del Bloque Central Bolívar de las autodefensas, se repartían el control sobre cinco líneas de los poliductos Galán – Sebastapol y Galán – Bucaramanga (Chimita), que tienen su origen en la refinería de Barrancabermeja. Esta información fue facilitada antes de la desmovilización de ese grupo. 7
Llegó a Colombia en 2001 para acompañar a una comunidad retornada (regresa de una situación de desplazamiento forzado), en el corregimiento de Ciénaga del Opón de Barrancabermeja.
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soldados”. Este hecho fue puesto en conocimiento de las autoridades militares y de la comunidad internacional, por parte de Ecap. “Está siendo investigado”, según explica el coronel Samuel Ríos, comandante de esa unidad militar. El coronel Murillo (policía de Hidrocarburos) y un fiscal coinciden en una apreciación: en su concepto la desmovilización no acaba el hurto de combustibles pues: “los carteles de gasolina no se van a desmovilizar”. La tercera fuente de financiación de los ‘paras’ son las ‘vacunas’. Un empresario de Barrancabermeja acepta que ‘vacunan’ a los contratistas del municipio y de Ecopetrol. La vacuna, de alguna manera, es focalizada, es selectiva, en cambio con la guerrilla se volvió indiscriminada, desde el tendero, o el muchacho que trabajaba de ambulante también tenían que pagar. Hoy se vive pero las condiciones son diferentes.
Según el empresario, le cobran a los contratistas locales, nacionales y las multinacionales. Las tasas para contratos de más de 100 millones de pesos están entre 5, 7 y 8 por ciento, esas son las tablas de negociación, es una negociación que es triste reconocerlo, común y corriente, usted va, negocia y le dan plazo… se ve como si fuera algo normal pero la gente no lo va a decir, lo desmiente.
Para el gerente de la refinería de Ecopetrol en Barrancabermeja, ingeniero Jorge Lozano, ‘la vacuna’ no está probada para los contratistas de la estatal petrolera. Asegura que el margen de ganancia que les está quedando es mínimo, “primero, en el último año, no hay ninguna queja de contratistas por ese hecho y, segundo, lo que les queda no les alcanza para pagarle vacuna a nadie porque apenas queda su utilidad”. Otra cosa piensa el presidente de la Unión Sindical Obrera (USO) Jorge Gamboa, quien afirma que los trabajadores expresan “que tienen que llevar un aporte a la Meseta de San Rafael, aunque no tenemos una denuncia concreta porque a la gente le da miedo perder la vida. Si declaran hay temor de que los maten”. Comerciantes y empresarios del transporte consultados aceptan el pago de ‘vacunas’ pero aclaran que “los paras dejan trabajar”. En ese sentido, el empresario consultado explica que La diferencia es que la guerrilla, a donde llega, destruye el aparato productivo y comercial para que las condiciones sociales sean totalmente aberrantes y exista inconformidad; cuando llegan las autodefensas le dan facilidad al aparato productivo... porque si está bien el empresario, ellos tienen posibilidad de solventarse.
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Cuarto: EL CONTROL POLÍTICO El sacerdote De Roux, expresa una preocupación sobre la presencia paramilitar en la región: “la capacidad con la que inciden sobre las instituciones, la vulnerabilidad del Estado de derecho por ese tipo de presencias”. Los hechos parecen confirmarlo. En agosto de 2005, días antes que el gobierno se pronunciara sobre el impedimento del ejercicio político de las AUC, mientras no cumplieran los términos de la ley de justicia y paz, Báez se reunió con alcaldes de la zona, en el concejo municipal de Puerto Boyacá. Trascendió que en esa oportunidad les sugirió las peticiones que deberían hacerle al gobierno nacional para garantizar la seguridad ante la desmovilización de las autodefensas. En dichos municipios y otros como Puerto Triunfo, Cimitarra, Puerto Parra, Sabana de Torres, debe tenerse en cuenta que el concepto autodefensa obedece a un pensamiento que aglutina a algunos empresarios, comerciantes, ganaderos, políticos, militares y policías, “porque esas zonas hacen parte de la cultura de autodefensa de Puerto Boyacá”, explica un funcionario de Puerto Berrío (Antioquia), que pidió no ser identificado por razones de seguridad. Orlando** un poblador de la zona afirma que en esas tierras “no se mueve nada sin permiso de las autodefensas”. Otros casos recientes demuestran la evidente relación política – paramilitarismo en el Magdalena Medio. En Barrancabermeja, la captura de la exfiscal y expersonera de Sabana de Torres, Miriam Rojas Osorio, en octubre de 2005, acusada de tener nexos con el Bloque Central Bolívar, por parte del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS). Y en La Dorada, revela el periódico El Tiempo el 3 de febrero de 2006, directivos de Coca Cola acusaron a la concejal Maribel Galvis por tratar de extorsionarlos. “Según las autoridades fue a reuniones en que los ‘paras’ exigieron a funcionarios de la empresa una ‘vacuna’ anual de 10 millones de pesos”, informa el diario. Pese al control paramilitar, otros territorios como el de Santa Rosa, en el sur de Bolívar han alcanzado en algún grado la autonomía para tomar decisiones administrativas, debido a su postura de no ceder sus derechos frente a los grupos armados ilegales 8. Funcionarios consultados dicen que en San Pablo (en el sur de Bolívar), Yondó (Antioquia), Puerto Wilches y San Vicente (Santander), se someten a la corrupción a través 8
Desde la década de los ochenta, los pobladores de Santa Rosa han protagonizado levantamientos contra los secuestros de la guerrilla y los crímenes de las autodefensas.
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del pago de la ‘vacuna’, sobre los contratos públicos. De esta manera tratan de administrar las finanzas municipales sin ser objeto de amenazas o intimidaciones.
CONTRA LA PARED El puerto petrolero no escapa a esta presión. Un manto de dudas se cierne sobre varios funcionarios públicos, incluidos los últimos tres alcaldes que, en concepto de Francisco Campos, de la Corporación Nación “han dejado un vacío de gobernabilidad”. En el segundo periodo de gobierno, el alcalde Elkin David Bueno Altahona (1998 – 2000), no terminó debido a una investigación de carácter disciplinario. Afrontó como mandatario el 16 de mayo de 1998, la desaparición de 25 personas y el homicidio de otras 8, en lo que califican defensores de derechos humanos “la puerta de entrada” de los paramilitares. El 1 de enero de 2001, con las autodefensas aún tomando control de los barrios populares, se posesionó como alcalde Julio César Ardila Torres. Su administración es recordada por la muerte del locutor Emeterio Rivas y cuatro jóvenes que le acompañaban en la noche del 6 de abril de 2003, a manos de paramilitares al mando de Wolman Said Sepúlveda, detenido también por las autoridades. Ardila, y los secretarios de Hacienda, Juan Pablo Ariza, de Gobierno Abelardo Rueda Tobón y de Obras Públicas Fabio, Pajón, fueron cobijados con una medida de aseguramiento. Varios meses después recobraron una libertad condicionada. Después de tres aspiraciones fallidas, el 1 de enero del 2004, en la cancha de fútbol del barrio Primero de Mayo, se posesionó como alcalde de Barrancabermeja, el arquitecto Édgar Cote Gravino, que para participar en las elecciones, tuvo el aval del Polo Democrático Independiente. El 30 de marzo de 2005, casi un año después, Cote renunció al Polo, precisamente días antes que este partido político “hiciera oficial su expulsión por presuntos vínculos con grupos paramilitares”, afirma el vocero regional de este grupo, Arturo Moncada. Pero fue el comandante paramilitar alias don Berna el que “prendió el ventilador” con sus declaraciones el 2 de mayo de 2004, en una entrevista en el periódico El Espectador: “Hay ciudades donde tenemos influencia, como en Medellín o Barrancabermeja. Es el temor de muchos políticos, porque les estamos quitando espacio”. Según Jorge Gómez Lizarazo, Defensor Regional del Pueblo, Cote tiene un proceso en la Fiscalía Delegada para los Derechos Humanos, “varios fiscales llegaron hasta Ba-
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rrancabermeja para escuchar asesores y funcionarios”. Interrogados sobre los posibles vínculos de la alcaldía con los ‘paras’, tres de los ocho asesores en campaña9 del entonces candidato Cote, coinciden en que “algo pasó” porque de un momento a otro, ingresaron personas lejanas ideológicamente a la propuesta inicial que “era democrática”. Se refieren al concejal Daniel Patiño, por ejemplo, que siempre ha sido catalogado como “de derecha”. Sin embargo, este funcionario se defiende y explica que “cuando estaba la guerrilla en la ciudad todos eran señalados como guerrilleros y ahora como paramilitares”. Sobre Patiño y un diputado, un exasesor de Cote especula en las calles que una semana antes de las elecciones del 2003, “llevaron varias cajas de zapatos llenas de dinero de las AUC, a la casa de doña Helena, la mamá del candidato”. El concejal sonríe antes de responder con un rotundo no a este comentario y agrega que todavía debe dinero de su propia campaña. Samuel Larios, tesorero de la campaña Cote, asegura que aún tiene la contabilidad guardada. Puedo demostrar de quién recibí plata. Las cajas no las vi nunca y si existieron no puedo decir absolutamente nada de lo cual no tengo certeza, manejé 80 millones de pesos, no puedo responder por nada más, no se quién más recibía dinero, precisa.
Larios no duda en definir al alcalde como un demócrata, pero advierte que “no quisiera estar en los zapatos de Édgar”. Advierte que Son muy poderosos los comentarios que se tejen alrededor del poder de presión que ejerce el paramilitarismo en Barranca y me imagino que a un alcalde lo pondrán contra la pared aquí y no creo que sea él la excepción.
Entre los asesores de campaña, uno afirma haber escuchado sobre una reunión en las afueras de Bucaramanga, entre el candidato Cote y la cúpula del Bloque Central Bolívar. Hecho que niegan otros dos asesores, “si eso pasó fueron decisiones del candidato”, dicen. Uno de los hechos que más llama la atención en lo que va corrido de la administración Cote, es la vinculación a la Asociación de Municipios Amigos de la Paz (Amipaz), realizada a través de un proyecto de acuerdo aprobado en el concejo municipal el 31 de diciembre de 2004.
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Según lo confirmaron tres de ellos, fueron ocho asesores: Samuel Larios, Maribel Benítez, Álvaro Pérez, Jorge Toloza, Isaac Jiménez, Ernesto Bedoya, Marta Mina y Néstor Riaño.
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La concejal Claudia Andrade no lo aprobó porque desconocía los motivos del alcalde para insistir con ese proyecto. Lo que conocía, a titulo personal, es que era algo que había salido como iniciativa de Santa Fe de Ralito, era un proyecto que debió dársele mayor debate, que debió consultarse con el Alto Comisionado, con el Vicepresidente, con la población de Barranca y que el mismo alcalde debió explicar más en qué consistía. La verdad -dice- es que no conozco, hasta ahora, cuáles son los beneficios de Amipaz. Todo quedó en la nebulosa.
En otro hecho que genera dudas, en 2004 el periodista Alfredo Serrano Zabala se fue de esta ciudad amenazado, después de obtener una supuesta grabación en video de un jefe paramilitar en Santa Fe de Ralito, en donde, al parecer, se asegura que “la alcaldía de Barrancabermeja es de él porque la compró”. Serrano mostró la grabación a varias personas en la ciudad, luego declaró en la Fiscalía General en Bogotá y por último se exilió. El alcalde Édgar Cote Gravino, no accedió a realizar una entrevista, a pesar que fue solicitada en cinco oportunidades. Personalmente, le informé que el fin era escuchar su opinión sobre la infiltración y control paramilitar en la ciudad.
Desde 2000, un periodista ha muerto y cuatro se han desplazado de la ciudad amenazados por paramilitares. Fotografía Wilson Lozano.
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RESISTENCIA Y DEMOCRACIA Barrancabermeja es cuna de las luchas sociales. Primero, entre 1920 y 1951, fueron los movimientos de los obreros petroleros, ante la explotación de la multinacional norteamericana Tropical Oil Company. En 1924, nació la Sociedad Unión Obrera, antecedente de la Unión Sindical Obrera (USO), que con su huelga de 1948 logra nacionalizar la industria petrolera. A mediados de los setenta, se realizaron los paros por los servicios públicos en particular por el derecho al agua. En 1987, ante el asesinato de la estudiante Sandra Rondón Pinto, como consecuencia del atentado al líder de la Unión Patriótica César Martínez Blanco, se llevó a cabo el primer paro por la vida en Colombia. A lo largo de treinta años surgieron organizaciones sociales y no gubernamentales, encargadas de promover la defensa de los derechos humanos. Algunos ejemplos son las comunidades eclesiales de base, la Pastoral Social de la Iglesia Católica, la Organización Femenina Popular (OFP), la Corporación Regional para la Defensa de los Derechos Humanos (Credhos), los sindicatos de obreros, educadores, transportadores, las asociaciones campesinas y mineras, el Programa de Desarrollo y Paz y el Laboratorio de Paz, entre otras. Monseñor Jaime Prieto Amaya, Obispo de Barrancabermeja, asegura que con el terror “lo que se ha diezmado es la capacidad organizativa”. Sin embargo, para denunciar los crímenes y las agresiones paramilitares, dice Yolanda Becerra Vega, directora de la Organización Femenina Popular, las ONG y la Iglesia, logró establecer “una mesa intersectorial de diálogo con el gobierno nacional y la comunidad internacional”. Becerra Vega confiesa que, desde 2004, hay un desgaste de las organizaciones sociales y una especie de resistencia muda por parte de la comunidad. Resalta que “las mujeres no comparten lo que está pasando pero sus voces están silenciadas”. Según Alirio Rueda, presidente de Credhos, “Barranca está dominada pero eso no significa que no siga resistiendo”. Recuerda que: Con amenazas y homicidios, los paramilitares extinguieron a tres sindicatos, -Unimotor- gremio de taxistas, el de temporales de Ecopetrol y el de trabajadores del Seguro Social. Agrega que también se desintegraron entidades como la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (Asfades).
En este contexto de violencia política, el 22 de abril de 2004 la USO inició una huelga que duró sesenta días, la última en 27 años, “para defender la industria petrolera nacional”, afirma el presidente del sindicato Jorge Gamboa.
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En noviembre de 2005, el Espacio de trabajadores y trabajadoras de derechos humanos se reunió para denunciar “una supuesta lista negra de amenazas contra la Asociación de Desplazados del Municipio de Barrancabermeja (Asodesamuba), la OFP, la USO, Credhos y la Asociación Campesina del Valle del río Cimitarra”, declara Francisco Campos, uno de los presuntos afectados. A pesar de las amenazas, los opositores del Estado que aún sobreviven, lo hacen con esquemas de seguridad que van, desde sedes y autos blindados, hasta escoltas y el uso de armas de defensa personal. Los líderes y representantes sociales vigentes también han acudido a la solidaridad internacional de organizaciones que hacen las veces de “escudos humanos” como las Brigadas Internacionales de Paz, los Equipos Cristianos de Acción por la Paz, la Red de Hermandad y el Observatorio Internacional de Paz (IPO). Con ellos conviven la mayor parte de las 24 horas de cada día. El sacerdote De Roux está convencido que De no haber vivido todos un proceso de este tamaño, Barrancabermeja sería como Urabá o Puerto Boyacá. Un mundo totalmente dominado por el paramilitarismo…la gente aquí no se dejó, creo que hay un orgullo ciudadano, una determinación de autonomía1 0.
El padre considera que de los 800.000 habitantes del Magdalena medio “habrá 50.000 que se meten, en serio, a tratar de solucionar esto. El resto no se interesa o se somete a presiones armadas o a la extorsión”. En la región, el proceso de desmovilización de los paramilitares despierta reacciones contradictorias. Para el presidente del concejo municipal de Barrancabermeja, Óscar Iván Vásquez, en la medida en “que se den garantías de participación, de expresión y de toma de decisiones, esto puede ir cambiando, un proceso lento pero muy bien dirigido. El problema nuestro es de exclusión”, afirma. Monseñor Prieto Amaya es crítico de ese proceso de paz, en el marco de las elecciones para Congreso y Presidencia de la República. El prelado tiene un planteamiento: “O el país se paramilitariza o sale adelante en una verdadera contienda democrática”.
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El Laboratorio de Paz promueve más de cincuenta proyectos económicos, de defensa de los derechos humanos, de salud y organización. Entre éstos, catorce espacios humanitarios en sitios críticos en el Magdalena medio, la cordillera de San Lucas en la parte alta, las zonas de Tiquisio, Micoahumado, de reserva campesina de Morales y Arenal, la alta de Aguachica y la Gloria en la serranía del Perijá y del cerro de armas en el Opón, Ciénaga del Opón y las comunas populares de Barrancabermeja.
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En ese mismo sentido, el Defensor Regional del Pueblo, Jorge Gómez Lizarazo, llama la atención sobre el hecho de que “los paramilitares no desarticularon sus estructuras económicas ilegales, ni sus bases políticas clandestinas”. En Barrancabermeja, el 10 de febrero de 2006, el presidente Álvaro Uribe Vélez, presidió un consejo de seguridad en el batallón Nueva Granada. Allí, alcaldes, ganaderos y palmicultores de la región, revelaron sus temores por los movimientos de la guerrilla ante la desmovilización paramilitar. Cristóbal Vanegas y Pastor García, alcaldes de San Pablo y Santa Rosa, respectivamente, denunciaron la reactivación de secuestros en sus municipios, mientras un vocero de los ganaderos de Rionegro y Sabana de Torres, pidió que les permitieran “armarse para defenderse”. Al tiempo, delegados de empresas privadas del Magdalena medio antioqueño pidieron, a las autoridades militares y de policía mayor control sobre las vías, porque según ellos “puede ser que algunos paramilitares estén asaltando sus camiones”. No obstante, las desmovilizaciones de las autodefensas, bajo cualquier lupa, el panorama de Barrancabermeja y la región del Magdalena medio, no es claro. De todas formas, la población civil sigue siendo víctima del conflicto político y armado, como lo demuestra el desplazamiento forzado de Ramiro Vergara, el vendedor de verduras, que con su familia, dos costales y una maleta, se marchó de la “tierra prometida”, para proteger su vida.
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Los nombres fueron cambiados por solicitud de las fuentes para preservar su identidad.
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BITÁCORA *
EL MEJOR OFICIO DEL MUNDO
El profesor Antanas Mockus, en una alusión a la indiferencia y a la complicidad, dijo el 19 de enero de 2006, en el hotel Cacique de Barrancabermeja, que muchos de nosotros podíamos tener un pedacito infiltrado por los ‘paras’. Tema tan evidente, que asusta a la hora de escribir. Hay pruebas nefastas de lo que puede suceder a los grupos sociales que promueven y ejecutan la violencia política cuando se “pisan cayos”. De izquierda o de derecha. Sin embargo, siempre habrá un periodista para defender el sano ejercicio de su oficio, así sea para ganarse un problema y una baja remuneración. En este sentido ante la posibilidad de hacer o no hacer, estar o no estar, los periodistas de oficio y no por negocio, preferimos estar. Cada reportaje es un reto aunque a veces sólo parezca rutina diaria. El texto “La tierra prometida”, es el resultado de una decisión enmarcada en ese pensamiento, que se ha concretado en la práctica cotidiana durante dieciocho años en el Magdalena medio. Así como enseña Publio Ovidio Marón en su libro Arte de amar , al referirse a alcanzar la felicidad en compañía femenina, cuando asegura que todas las mujeres pueden ser enamoradas, en el periodismo podríamos afirmar que todos los reportajes pueden ser escritos. Con mayor conciencia aún después de haber hecho parte del diplomado Periodismo responsable en el conflicto armado, que contó con la orientación de reconocidos maestros del oficio. Una de las reafirmaciones de vida que hicimos durante el curso fue la de no callar como lo hacen, obligadas por el miedo las víctimas de la guerra en nuestro país. En ese propósito, para escribir el texto en desarrollo de la producción periodística, se combinan varios hechos, pensamientos y decisiones que mezclan tres aspectos humanos: el personal, el profesional y el colectivo.
YO SOY El miedo hace que el corazón palpite más fuerte y más rápido. En Colombia aceptar un tema que merece tratarse con rigor y cuidado por las consecuencias que pueda acarrear para el periodista y su familia es apreciado como acto suicida. Por qué responder sí, entonces, a la propuesta hecha por las directivas del Diplomado, para escribir un documento sobre el control e infiltración paramilitar en Barrancabermeja y municipios aledaños. La única respuesta sensata que se me ocurre, es decir que fue por amor. Sí, por amor al mejor oficio del mundo, un sentimiento que a los reporteros y cargaladrillos nos mantiene apenas en la sobrevivencia, pero con dignidad. El resto de argumentos solo tendría validez para decir no.
¿PERIODISMO
RESPONSABLE EN MEDIO DEL CONFLICTO? Hasta dónde llega esa responsabilidad. ¿Hasta la censura? ¿Hasta la autocensura? ¿Hasta el silencio? O hasta un trabajo que muestre lo que pasa en la vida cotidiana y aporte elementos para buscar soluciones en el marco del orden constitucional. Es responsabilidad del periodista escribir para que no le pase nada y siga pasando de todo. O cuál es su responsabilidad. Seguro cada reportero tiene una respuesta justificada y válida. Continúa
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CONTINUACIÓN
Pero en Colombia, escribir textos periodísticos, sobre todo críticos es un riesgo. Por ejemplo, por amenazas en los dos últimos años, cuatro periodistas han salido de Barrancabermeja, según denuncias hechas ante las autoridades. Y otros permanecen en la ciudad en medio de presiones o concesiones. Lógico su quehacer se ha limitado. Entonces, ¿cómo superar el miedo y cumplir con la práctica de un periodismo responsable en medio del conflicto armado? Este reto es también una decisión personal que obedece a una afirmación de vida que los metafísicos concretan en el Yo Soy. En este caso es pisar con los pies sobre la tierra y repetir yo existo, aquí estoy con mis principios, valores y debilidades. Con mis ideas y mis palabras.
EL OFICIO ¿Por dónde “meterle el diente” a un tema tan espinoso para tratar de publicar sobre el control e infiltración paramilitar en la zona? Por el cambio de imagen y perfil de desarrollo que buscan los inversionistas y sectores más prestantes de la sociedad regional, por el drama de las víctimas en medio del conflicto armado y una política de dominación, por las razones impuestas por los grupos armados ilegales de derecha e izquierda o a la luz del respeto del Estado social de derecho. Dicen los manuales que es necesario mirarlo desde todo punto de vista. Para la ocasión- sostengo- puede apreciarse con especial atención bajo la lupa de las víctimas y el respeto a la democracia que representa la Constitución Política de Colombia. “Desenredando la madeja”, en la consulta de fuentes, los documentos e investigaciones hacen más clara la visión del presente. Las versiones oficiales y particulares de esta historia, por ejemplo, nos ofrecen múltiples indicios sobre el origen del paramilitarismo. Seguir su evolución es percatarse de una estrategia que inició enmarcada en el conflicto armado, pero que busca proyecciones políticas y sociales en el postconflicto. Más complejo es el asunto cuando se trata de abordar las fuentes vivas, pues los hechos muestran lo evidente pero nadie quiere comprometer su voz en forma pública. Sin la grabadora se es más claro, más fuerte, “yo hablo pero no me vaya a mencionar”, es la condición más usual. Algunos dan la cara pero callan lo que les compromete y no les conviene. Y por último, están los que no hablan, los que prefieren el silencio y la mutilación de la palabra, los que prefieren con su actitud que no se publique nada. Es el miedo en medio de un régimen de terror. La confrontación de las fuentes es, sin duda, un paso que lleva a la reorientación del trabajo. En este tema fue fácil encontrar una versión esclarecedora, pero sin soportes porque nadie se va a delatar a sí mismo o los involucrados tampoco van a permitir que los delaten. Sin embargo, la información “off the record” es suficiente para citar a una concejal que afirmó “cuando el río suena piedras lleva”. Aquí hay una veta de información, que se puede trabajar con tiempo, prudencia y respaldo. Lo que está a la vista de todos, no se oculta con el silencio y la mentira, así sea ésta la venda de la sociedad.
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Pero en aras de la publicación (en últimas lo que cuenta), la información recopilada obedece a un perfil plural y amplio, oficial y extraoficial, sobre un tema espinoso que incomoda o atemoriza a la mayoría de las personas consultadas. Con suficiente ilustración informativa, en donde se cualifica lo que tiene mayor argumentación y peso, el paso por seguir es la redacción del texto.
LO
COLECTIVO En esta etapa las dudas crecen sobre la conveniencia o no de decir lo evidente, lo probado, lo oculto. ¿Para qué y para quién voy a escribir? ¿Cómo escribir con responsabilidad sobre este conflicto? Sería más fácil callar. Renunciar para eludir esta mole que se nos vino encima. Sin embargo, en este oficio la información que tenemos adentro nos convulsiona, no nos deja dormir, nos hace dar vueltas y más vueltas, hasta llevarnos a hacer algo con ella. Nos lleva a intentarlo, en el mejor de los casos, con un compromiso social, que parece ahora un objetivo de la prehistoria, pero que sigue siendo uno de los más sanos y honestos propósitos del periodismo. Servir de caja de resonancia al poder que hace daño, ofrece privilegios materiales pero nos ensucia la conciencia. Nos hace menos periodistas. Un texto periodístico, desde esta óptica, es sólo un intento, que puede ser de buena, regular o mala calidad. Pero es un intento susceptible de ser mejorado. En realidad, más allá de la verdad (en sus diversa versiones) no creo que existan fórmulas para redactar artículos responsables en medio de las luchas por el poder económico, político y social. En buena hora tratamos de retomar el tema de la responsabilidad, porque tenemos una enorme deuda con los miles de muertos, desplazados, desaparecidos, torturados, amenazados, secuestrados, extorsionados. Y un enorme compromiso con los ejemplos históricos escritos y audiovisuales que dejamos a las nuevas generaciones de colombianos. Sin duda, un texto periodístico responsable en medio del conflicto armado colombiano, tiene la obligación de mostrar caminos para acabar con la reproducción de la violencia y la injusticia social. Para eso, entre otras reflexiones, nos puede servir el mejor oficio del mundo. Wilson Lozano
* Las bitácoras son un relato sobre la experiencia de cómo cada uno de los periodistas escribió su artículo en las distintas ciudades.
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La violencia en silencio
HELDA MARTÍNEZ*
¿Cómo evitar que el periodismo maquille la verdad, y más aún, en ciudades como Barrancabermeja en donde las desapariciones, la justicia privada, la muerte y la violencia se mantienen? ¿Cómo negar la propaganda en las notas periodísticas, en especial, las que tratan temas comunitarios?¿Cómo ejercer la profesión sin los extremos amarillistas, sinónimo de permanencia en el mercado? Interrogantes como éstos se formulan periodistas de esta ciudad sin que, hasta el momento, hayan encontrado la respuesta. Porque no es fácil. El mandato paramilitar promulgado en 2002 y aún vigente, les ordenó que “de ahora en adelante: ¡ojo! con la buena imagen de Barranca. Hay que hablar bien de la ciudad, no hablen de los muertos” 1. Si bien es cierto que la orden no se ha cumplido nunca al ciento por ciento pero hace mella. Por otro lado, los intentos de hacer periodismo de investigación y denuncia no han prosperado por falta de pauta, abundante cuando se cede ante el juego de exaltación o vituperio de acuerdo con el valor de la cuña concedida.
HACER LA HISTORIA En Barrancabermeja se respira un aire enrarecido. La tensión, en este tiempo, la causa una particular mezcla entre la tranquilidad de la ciudad que incluso se disfruta, * Comunicadora social–periodista, con amplia experiencia en disímiles expresiones de la comunicación, con énfasis en las áreas de desarrollo. Ejerció la reportería y mereció el premio Simón Bolívar por el Mejor trabajo social en radio (1981). Investigadora y redactora de temas con carácter social, cultural y periodístico. Como miembro de la Corporación Medios para la Paz (MPP) hizo parte del equipo de trabajo de la investigación La guerra: una amenaza para la prensa. E-mail:helda.martinez@hotmail.com. Este artículo fue elaborado en enero de 2006. 1 La guerra: una amenaza para la prensa, MPP, 2002.
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y el malestar por el silencio obligado, de pánico, que produce la verdad con maquillaje. Porque es cierto que la gente hoy sale a la calle más tranquila que durante la época de enfrentamiento entre guerrilleros y paramilitares. Pero la muerte continúa sin ruido ni registro. Los parientes de los desaparecidos saben que no enterrarán los cuerpos ni arreglarán sus tumbas. Las familias de quienes mueren de manera violenta en la ciudad tienen que llevárselos a los cementerios de Bucaramanga, Yondó, San Pablo, “donde sea, pero lejos porque aquí no pasa nada”, según la orden paramilitar. Barrancabermeja tiene cerca de 300.000 habitantes2 unidos por la historia y la topografía a la región del Magdalena medio, que conforman treinta municipios, algunos ribereños al Magdalena y pertenecientes a los departamentos de Antioquia, Bolívar, Cesar y Santander. Treinta mil kilómetros cuadrados en los que habita una población que se aproxima a las 750.000 personas víctimas, de una u otra forma, de hechos de violencia cuyos índices se han ubicado entre los más altos del mundo. En 1995 los homicidios en Barranca superaron la tasa de doscientos asesinatos por cada cien mil habitantes3. Hoy el Observatorio de Paz Integral (OPI)4 registra que durante el primer semestre de 2005 la intensidad de la confrontación bélica aumentó de manera significativa; el conflicto armado mantuvo su impacto sobre la población civil, el desplazamiento forzado se incrementó ligeramente en relación con 2004 y las economías ilegales continúan alimentando la acción de grupos armados. Es decir, a pesar de la campaña de imagen de Tierra prometida, Barrancabermeja sigue siendo una ciudad de extremos, de antagonismos.
EL EJERCICIO DEL PERIODISMO ¿EN BLANCO Y NEGRO? De extremos y antagonismos tampoco están exentos los periodistas barranqueños. Los de mayor trayectoria recuerdan cuando la información la cubrían ocho personas y todo giraba alrededor del Frente de Izquierda Liberal Auténtico (Fila), fundado por Horacio Serpa. Alrededor de 70 por ciento de quienes hoy ejercen el periodismo también lo hicieron en época de presencia guerrillera, de paros cívicos, trabajaron con la USO con organismos de derechos humanos, sintieron la ciudad bajo el estupor de las masacres y se consideran pioneros en el periodismo sobre derechos humanos. Han vivido advertencias, amenazas, algu2
Según proyección del Dane para 2000 la población de Barrancabermeja se calculó en 300.000 habitantes.
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Página del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio, (PDPMM) www.pdpmm.org.co
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El Observatorio de Paz Integral (OPI) es un espacio y ejercicio permanente de carácter interinstitucional e interdisciplinario de seguimiento, análisis y visibilización de problemáticas del Magdalena, con la participación de la Diócesis de Barrancabermeja, la Universidad de la Paz, Credhos, el PDPMM y la Defensoría del Pueblo Regional Magdalena Medio.
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nos de ellos golpes físicos de gravedad5 , otros el secuestro. Participaron como ciudadanos y como reporteros de la entrada paramilitar a la ciudad, la imposición de normas y el control de cumplimiento. “En ese momento vivimos el desalojo y la censura en carne propia”, aseguró un periodista de televisión. Porque desde entonces se habla muy poco de la fumigación y todos los daños que causa, o del desplazamiento forzado gota a gota, ni se menciona qué pasa con los desmovilizados de las autodefensas. Hemos sido débiles frente a lo que es garantizar nuestro trabajo... pero con esta gente a uno le da más miedo.
Los periodistas barranqueños han estado unidos en el temor, en la intensidad y el peligro, como también en conflictos de distintos matices. Esta conclusión es resultado de conversaciones extensas con participantes del diplomado Periodismo responsable en el conflicto armado 6. En Barrancabermeja hay una población cercana a los noventa periodistas, entre corresponsales de medios nacionales, reporteros locales, comunicadores de organizaciones de derechos humanos, empíricos, graduados de universidad, egresados de institutos técnicos, los que tienen vínculos reales o supuestos con la izquierda o la derecha política, los comunicadores populares de la Asociación de Radios Comunitarias del Magdalena Medio (Aredmag) o sea, una amplia gama de personas con un eje común: una profesión que ejercen en medio de dos características entrelazadas. La situación generalizada de desprotección laboral y la evidente competencia. Entre los empíricos hay quienes afirman que la relación armónica entre los periodistas terminó cuando llegaron los egresados de universidad, porque “los empíricos siempre hemos sido bravos a la hora de censurar malos manejos, pero no peleamos ni nos acusamos entre sí”; y agregan que, “además tuvimos que enseñarles”. Los universitarios afirman que los graduados como técnicos en uno o dos años no cuentan con formación para dirigir noticieros, y los técnicos dicen que han demostrado mayores capacidades que los egresados, quienes a su vez censuran el periodismo empírico y lo señalan de corrupto. Pero la competencia radica sobre todo en la dificultad que representa la estabilidad laboral y los sueldos devengados, con frecuencia dependientes de la pauta, lo que incide en la dirección de la información y limita las posibilidades de investigación o innovación. En 80 por ciento, aproximado, trabaja a destajo, es decir, cobra por nota. A los corresponsales de medios nacionales les pagan de acuerdo con el número de 5
A Luz Dary Inés Mora le rompieron los huesos de la cara durante una manifestación en 2004. Hoy sufre consecuencias físicas y sicológicas.
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Realizado entre septiembre de 2004 y abril de 2005, por convocatoria de la Pontificia Universidad Javeriana, el Programa por la Paz, la Diócesis de Barrancabermeja, el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio (PDPMM) y Medios para la Paz.
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notas publicadas, con un promedio de 90.000 pesos por cada una. Hay quienes alcanzan el millón de pesos mensuales, muy pocos lo superan, y la gran mayoría está alrededor del salario mínimo. Los periodistas radiales y los dueños de medios independientes se disputan la pauta comercial que afecta a los reporteros o “carga ladrillos”, en el argot periodístico. El género más común es la noticia, breve, sin desarrollo y por lo general emitida según fuentes oficiales. Pero también es corriente el comentario personal, directo, que, como ya se dijo, depende en buena parte de la pauta. Pero además, porque “no hemos hecho conciencia de la responsabilidad que tenemos frente a la sociedad. De todo lo que se puede construir o destruir con la palabra”, afirmó Blanca Isabel Herrera, periodista de radio y televisión.
EN ESTE ESCENARIO, EL DIPLOMADO En medio de esta situación el diplomado irrumpió para romper esquemas de distintas maneras. Marta Arias confesó cambios en la mirada hacia sí misma en el ámbito de lo personal. Yo era muy retraída y distante con la gente. A lo largo del diplomado aprendí a escuchar y a tolerar la opinión del otro, aunque fuera distinta. Pero también tuve cambios radicales en mi ejercicio profesional.
Dos periodistas mujeres optaron por cambiar de trabajo, como resultado de la reflexión que el diplomado les motivó. Consideraron, en ambos casos, que la información debe ser investigada y tratada con una responsabilidad que incluye la exposición y el análisis de opuestos, lo cual no era factible en los espacios, distintos, en que ellas trabajaban. Otro participante, Raúl Meneses Monsalve mereció el premio de periodismo Pluma de Oro con un trabajo radial de quince minutos sobre el robo de gasolina, presentado en el Observatorio de Medios7 . Gracias a Dios logré el premio, con un trabajo en el que puse en práctica el conocimiento y la investigación. El Observatorio fue muy importante porque la revisión permanente de los textos le permite a uno aprender y por eso me gané este reconocimiento que aquí en Barranca es deseo de muchos periodistas.
Otros más afirman que han logrado aprobación de nuevas prácticas por parte de sus jefes, y la mayoría acepta la importancia de recordar principios, conceptos y sobre todo, de confrontar fuentes. Empezar a contar historias de personas que se afectan con el problema de Ecopetrol y la USO, fue bien... Al principio mi jefe se opuso, pero luego entendió que contar la historia de los obreros que no podían entrar a trabajar, y también la de quienes estaban adentro, era una manera de
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El Observatorio consiste en el análisis de materiales periodísticos presentados por los alumnos del Diplomado.
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Acto de clausura del diplomado en Barrancabermeja. 2005. Fotografía Medios para la Paz.
trascender los comunicados de prensa. Después de varias notas por este estilo, con rostro humano e informaciones opuestas, mi jefe me dijo, usted sabe hacer su trabajo, contó Javier Gómez Garcés, periodista de TV Circunvalar.
También se hizo evidente el cambio radical en la forma de trabajo de una periodista reconocida por la crónica roja. Anyela Muñoz recuerda: Hace un tiempo me decían que yo prendía la ciudad con mis informaciones. Por eso tuve muchos problemas. Ahora buscamos lo que hay más allá del hecho de violencia, atamos cabos y encontramos razones que nos dejan ver la gravedad de la situación.
A la suma de opiniones sobre los resultados del diplomado se agregó la de Wilson Lozano, corresponsal de Caracol Televisión: “Siempre que exista la posibilidad de repensar el oficio hay que hacerlo, y el diplomado nos dio esa posibilidad”. Sin embargo calificativos como “extraordinario o muy interesante”, no limitaron miradas críticas frente a situaciones como el hecho de que la convocatoria excluyera, en principio, a los comunicadores de organizaciones sociales, quienes lograron dos cupos con el argumento de “somos los que estamos más cerca del conflicto y tratamos el tema como fuente”. Al final Marta Arias y Luz Eliam Rodríguez reconocieron: “nos dieron mucho palo por la forma de escribir... pero eso está bien”. “Claro que fue ¡tanto! que llegué a pensar que en la universidad no me enseñaron nada”, agregó Luz Eliam. Otros participantes extrañaron la presencia en el diplomado de quienes ejercen “periodismo amarillo, porque son los que más daño hacen a la sociedad”. La convocatoria fue atendida por 82 personas de las que fueron aceptadas 46 y graduadas 26, quienes coinciden en que aprendizajes sobre el uso del lenguaje y la confrontación de fuentes dará como resultado un mejor periodismo. El ejercicio cua-
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lificado de unos repercutirá tanto en los periodistas como en la comunidad que reclamará calidad. Pero otros no son tan optimistas, porque, si bien aceptan las posibilidades de cambio, creen también que hay costumbres demasiado arraigadas. En relación con el contenido general se resaltó de manera insistente el trabajo del Observatorio y la dinámica de conocimiento propio realizada con el sicólogo Roberto Rueda durante el Taller sobre Dimensión personal del periodista. “Eso estuvo muy bien porque la situación general afecta mucho a todas los seres. Y nosotros somos personas antes que periodistas”, afirmó Luz Dary Ines Mora, periodista de la USO.
CON PASO DE FUTURO La evaluación general fue positiva, tanto que más de una persona mencionó una Maestría como próximo evento. Blanca Isabel Herrera, dijo “porque aquí no tenemos posibilidades y tampoco es fácil ir a Bucaramanga o a Bogotá, porque no se puede dejar de trabajar”. Beatriz Helena Mantilla, periodista del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio, afirmó: El diplomado es muy serio, con conceptos pertinentes en el ejercicio profesional del periodismo. Soy una enamorada de la academia y el aprender de manera constante, de modo que una Maestría sería una posibilidad que me encantaría.
Casi todos coincidieron en la importancia del acompañamiento mediante talleres, la continuidad del Observatorio de Medios, la actualización constante con materiales novedosos, y sobre todo “que la gente de afuera sepa que no estamos solos”, precisó Wilson Lozano. También se recordaron, a sí mismos, la importancia de no volver a olvidar la confrontación de opiniones para que “logremos ejercer el periodismo alrededor de la verdad. Este cambio debe ser amplio, general, porque siento que el periodismo de región es reflejo del ejercicio en Bogotá, en donde tienen un interés muy marcado por la guerra”, afirmó el periodista Manfry Gómez. También es una creencia, que el periodismo que intentarán de ahora en adelante influirá de manera notoria en el ejercicio de otros. “Porque si entre los ochenta uno dice: ¡un momento! yo tengo otra versión. Seguro que lo van a oír, y se irá ampliando el eco”, opinó Wilson Lozano. “De una u otra forma, influiremos en nuestro quehacer hasta que todos entendamos que nuestro papel es hacer la historia de Barranca”, agregó. En igual sentido se expresó Hydamis Acero Devia: “El papel del periodismo es fundamental en el desarrollo de una sociedad”.
LA COMUNICACIÓN POPULAR EN RED La Asociación de Radios Comunitarias del Magdalena Medio (Aredmag) es un esfuerzo de comunicación popular con catorce emisoras y siete noticieros, en siete
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municipios de la región, a la vez que esperan la aprobación de licencias para diez emisoras más el próximo año. Al diplomado asistieron cinco representantes de Aredmag, que se desplazaron desde sus lugares de origen para participar, cada dos o tres semanas, en el encuentro. El deseo de participar en actividades académicas como el diplomado es común para todos los periodistas de la Red, pero saben que la infraestructura para su desarrollo es compleja, por lo que quienes asistieron comparten materiales y conocimientos con quienes no lo pudieron hacer. Radio ciudadana, espacio para la democracia, es el proyecto radial que sirve de marco, por cuanto los sábados en la mañana se enlazan para intercambiar información. Cada emisora tiene lógicas y misiones particulares, pero el tema de violencia y conflicto atraviesa todas las parrillas de programación y, por tanto, sentimos que es muy importante el intercambio de opiniones sobre cómo cubrir la situación. Nosotros informamos pero no asumimos ninguna posición porque hacerlo pone en peligro la vida, y eso no lo queremos. Pero sí necesitamos cada vez más herramientas que nos faciliten y apoyen en el cubrimiento periodístico, afirmó Julio César Hoyos, presidente de la Red de emisoras comunitarias del Magdalena medio (Aredmag).
UNA POSIBILIDAD PARA EL ENCUENTRO, NO PARA LA AGREMIACIÓN El diplomado se convirtió en “una posibilidad de encontrarnos, pero no logró la reactivación de la Asociación de Periodistas de Barrancabermeja (APB)”, afirmó Wilson Lozano. Esta Asociación cuenta con más de una década de funcionamiento. Los más antiguos recuerdan que, hace algunos años, la asociación facilitó la consecución de terrenos para un grupo de periodistas, “durante gestión que hicimos en tres alcaldías distintas. Pero sin hipotecarnos”, agregó Lozano. “Se promovían capacitaciones, talleres, había unidad y actividad”, dijo Hydamis Acero Devia pero poco a poco fue perdiendo credibilidad en el grueso de periodistas de la ciudad, quienes argumentan que “la Asociación se convirtió en el lucro personal de algunos pocos, en el marco de la politiquería”, dijo un periodista de radio local. “Se ha convertido en competencia porque algunos proyectos les son concedidos porque cotizan más barato”, agregó una periodista de televisión comunitaria. El diplomado incluyó en sus contenidos elementos para motivar la asociación de periodistas que, para el caso de Barranca, concluyó con la redacción de nuevos estatutos. Terminó ahí, porque en las convocatorias para su aprobación no hubo quórum en dos oportunidades y la tercera se salvó gracias a un poder que permitió elegir a la junta directiva.
EL CIERRE Es indiscutible que el diplomado ejerció influencia entre quienes participaron en él. Los periodistas avanzarán en los esfuerzos por cubrir una verdad con participación importante de la sociedad civil. Según el Observatorio de Paz Integral (OPI), las expresiones de la
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gente común en contra de la guerra no han disminuido. Las mujeres barranqueñas se han caracterizado por la movilización constante y el cuestionamiento que dé fin al conflicto, y la frase de “no parimos más hijos para la guerra” es ya más que una consigna. Existe en la región interés por lograr la paz pero también hay quienes aceptan la presencia y el dominio paramilitar, y por eso también son mujeres las que piden su apoyo para controlar muchachos díscolos. Los mismos que se han apropiado, en buena parte, de los íconos paramilitares, con cadenas gruesas en sus cuellos y muñecas, cabello muy corto, motos grandes y ruidosas, acompañados por mujeres muy morenas con el pelo pintado de amarillo. El medio ambiente para el cubrimiento periodístico presenta una gama de contrastes. Los guerrilleros ahora son ‘paras’, y los “serenos” o vigilantes están armados ilegalmente, según se escuchó en repetidas ocasiones y por parte de distintas fuentes en la recopilación de datos para la elaboración de este documento. La información se desarrolla en un ambiente sin declaraciones públicas por parte de los “comandantes” en las comunas como lo hicieron de manera prolífica al inicio de lo que algunos reconocen como la “administración ‘para‘ ”, integrada por los mismos que los periodistas ven tomando cerveza con la policía. No hablan, se niegan a la prensa, pero dejan letreros en los que afirman, por ejemplo, “los matamos por sapos, por ladrones...” o por lo que consideren ser la causa de su muerte, con la firma de Autodefensas Unidas de Colombia.
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Prensa y conflicto armado en Bogotá CAPÍTULO 4
Para muchos de los miembros de las Autodefensas el beneficio más grande que les trajo la desmovilización fue el regreso al seno de sus familias. Los excombatientes ahora tienen el reto de integrarse a la actividad social y productiva de las regiones en las que fueron ubicados. Fotografía Revista Semana - León Darío Peláez.
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ÉLBER GUTIÉRREZ ROA* La atención a los desmovilizados resultó ser una experiencia agridulce para Bogotá. El éxito de esta nueva dinámica social en la ciudad depende de la forma como los excombatientes y la capital enfrenten sus retos y desafíos.
DIMENSIONES DESCONOCIDAS DE LA DESMOVILIZACIÓN Jeison se hizo famoso en marzo de 2006 cuando apareció por televisión en el acto de dejación de armas de la compañía Cacica la Gaitana, una supuesta célula de las Farc que un mes antes había decidido desertar. Su figura de cantante de rancheras era la segunda en la fila de setenta exguerrilleros (catorce de ellos milicianos) que entregaron 54 armas al Estado y juraron no volver a delinquir. El comandante de la Policía, general Jorge Daniel Castro, le dio la bienvenida a la civilidad, celebró su valentía para renunciar a la guerra y le regaló su reloj suizo como buen augurio en su proceso de reinserción. Jeison se despidió de los amigos que hizo durante siete años de vida armada y decidió que su nuevo proyecto de vida sería en Bogotá, lejos de los guerrilleros a los que entrenó en manejo de explosivos cuando operaba en el sur del Tolima y cerca de la anciana madre a la que hoy se arrepiente de haber abandonado. * Periodista de la Escuela Superior profesional Inpahu, comunicador social, Universidad Central, especialista en política y asuntos internacionales, Universidad Externado de Colombia y máster en asuntos internacionales de la misma universidad. Desde hace diez años ejerce el periodismo en las áreas de política y paz en radio, agencias de noticias, periódicos, revistas y noticieros de televisión. Periodista pasante de Univisión Nueva York En 2003 ganó el Douglas Tweedale Memorial Fellowship, premio financiado por el Chicago Tribune y la Fundación Tweedale, el cual es otorgado cada dos años a un periodista de América Latina. En la actualidad editor de la versión on line de la revista Semana. Exalumno del diplomado en Bogotá. Este artículo fue elaborado en junio de 2006.
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A la capital también llegó Andrés, un exguerrillero que contrajo el sida hace muchos años y quien decidió que su fase terminal la pasaría sin afanes en un lugar desconocido donde nadie pudiera cuestionarlo por su pasado. Otro que escogió la vida de la ciudad fue Michael, un paramilitar del Magdalena que ni tiene acento costeño ni viste como la mayoría de reinsertados, pues vive preocupado por su figura física y la moda juvenil. En Bogotá se siente “más persona” y cree que tiene más en común con la ciudad que con los campos en los que combatió. Jeison, Andrés y Michael fundaron sus esperanzas en el reino del cemento convencidos de que la vida les cambiaría y que se convertirían en millonarios famosos como los personajes de la televisión. Pero el choque con la ciudad fue más duro de lo que esperaban y tuvieron que luchar a diario – como los otros 3.100 excombatientes que están establecidos en la ciudad – para cambiar su realidad por una más amable.
CAPITAL DE DESMOVILIZADOS La dinámica de la desmovilización de combatientes – en la que a diario entran y salen beneficiarios –, dificulta la obtención de datos actualizados sobre la cantidad de desmovilizados que tiene Bogotá, así como sobre su ubicación real. Una cosa es lo que dicen las cifras del Ministerio del Interior (encargado de la coordinación de la política de reincorporación a la vida civil) y otra lo que registran las autoridades bogotanas (receptoras de parte de los beneficiarios del programa). En Bogotá hacen presencia por lo menos cinco tipos distintos de población desmovilizada: los de los procesos de paz de los años ochenta y noventa, los que son atendidos por el Ministerio de Defensa (desertores recientes de grupos guerrilleros), los del Programa para la Reincorporación del Ministerio del Interior (desmovilizados colectivos de las AUC), los que ya han salido de esta institución (ubicados en hogares independientes) y los menores de edad, que están a cargo del ICBF. Según Juan Manuel Ospina, secretario de Gobierno, la suma de estas poblaciones llegó a totalizar ocho mil personas en julio de 2005. En mayo de 2006, el director del Programa de Atención Complementaria a la Población Reincorporada en Bogotá, Darío Villamizar, aseguró que entre desmovilizados de las Farc, el ELN y los paramilitares había 2.600 desmovilizados activos y 1.500 inactivos. Los activos son los que están recibiendo ayuda social en la ciudad, mientras que los inactivos son aquellos que optaron por quedarse en la capital al finalizar los dos años de ayuda estatal a la que tenían derecho. Eso significa que en Bogotá están más del 12% de las 31.920 personas que, según el Ministerio del Interior, se desmovilizaron en los últimos tres años.
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Están ubicadas en diecinueve localidades, pero la mayoría vive en Ciudad Bolívar (355), Rafael Uribe (229), Engativá (222), Kennedy (204) y San Cristóbal (121). Muchos se conocían desde su vida pasada. Otros, entablaron amistad durante las reuniones de desmovilizados, a las cuales Jeison decidió no llevar su reloj suizo por físico miedo a que se lo robaran. Los que dejaron las armas en forma individual (guerrilleros desertores) fueron recibidos por el Ministerio de Defensa. Los miembros de las AUC, quienes lo hicieron de manera colectiva, recibieron un certificado de “reincorporados” de la oficina del Alto Comisionado para la Paz y veinte días después también pasaron al Ministerio del Interior. Mientras les verificaban sus datos, unos y otros vivieron en hogares de paso (albergues). Luego fueron ubicados en granjas y hogares independientes a cargo del Ministerio. A mayo de 2006, los dieciocho albergues que funcionaban en forma oficial en Bogotá tenían una población de trescientas personas. Jeison dice que contó con suerte por estar ubicado en un hogar independiente y no en una granja. Prefiere permanecer en Bogotá para estudiar sistemas en vez de dedicarse a las labores del agro. Eso sí, antes de tomar el curso de computación tuvo que asistir a cien horas de talleres sobre la vida en la ciudad. Luego, comenzaron sus dos años de atención social por cuenta del Estado. El momento de mayor expansión de los albergues en la ciudad fue un año atrás y llegó hasta julio de 2005 (había más de ochenta, todos instalados por el gobierno nacional de manera inconsulta con el distrito). En varios de ellos se presentaron protestas ciudadanas ante supuestos incrementos en los índices de violencia local. El 15 de julio, la explosión de un petardo en el barrio Teusaquillo encendió las alarmas sobre los errores cometidos en la desmovilización y obligó al presidente Álvaro Uribe a comprometerse con el desmonte gradual de los albergues en la ciudad. Ese día, Andrés estuvo a punto de morir. No por la explosión, sino porque tuvo una recaída en su enfermedad.
ERRORES VARIOS La problemática social relacionada con la desmovilización tiene varios orígenes: la dinámica misma de una desmovilización en medio del conflicto armado, la diferencia de enfoques entre las autoridades nacionales y distritales, la falta de preparación ciudadana para acoger a los nuevos vecinos, las secuelas de la guerra en los excombatientes y su incidencia en la percepción sobre inseguridad.
¿Posconflicto en medio del conflicto? La atipicidad del conflicto colombiano hace que se presenten de manera simultánea características que en casos como los de Centroamérica de los años
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noventa eran excluyentes. Una de ellas es la desmovilización de uno de los actores, mientras que los demás (Farc, ELN) continúan en las armas. Se trata de un caso en el que confluyen elementos del posconflicto en medio del conflicto armado: las desmovilizaciones no implican el fin del conflicto, ni la existencia del mismo es obstáculo para aquellas. Este análisis podría parecer inexacto si se le mira con la visión clásica de que el posconflicto empieza tan pronto como termina el conflicto. Pero el director del Programa de Atención a la Población Reincorporada de Bogotá cree que ese fenómeno está ocurriendo en la ciudad. “En desarrollo del programa tenemos que tomar medidas típicas del fin del conflicto sin que éste haya terminado”, sostiene Villamizar. El reconocimiento de esta singularidad permite descubrir que las desmovilizaciones de las Autodefensas ayudan a desescalar el conflicto pero conllevan riesgos que no deben ser indiferentes para los orientadores del proceso. Un ejemplo típico son las retaliaciones de la guerrilla contra sus excombatientes desertores. La solución a este problema escapa a las autoridades locales en cuanto resulta imposible comprometer a la guerrilla con un proceso de negociación ajeno. Sin embargo, es necesario adoptar medidas de seguridad en casos como el de Andrés, quien tuvo que pedir cambio de ubicación ante la certeza de que sus excompañeros lo habían ubicado para matarlo. Tampoco son iguales los problemas de seguridad para Michael -cuyo bloque se desintegró, al menos oficialmente- que los que sufre Jeison, quien dice estar seguro de que le siguen los pasos. De los 3.100 desmovilizados que según la alcaldía hay en Bogotá (entre activos e inactivos) 60 por ciento son desertores de la guerrilla como Jeison y Andrés, mientras que 40 por ciento son exintegrantes de las AUC, como Michael. En uno y otro caso, el perfil del desmovilizado es el de un joven campesino con bajo nivel educativo y, en la mitad de las ocasiones, soltero. Según el distrito, 34 por ciento de los desmovilizados que viven en la ciudad tienen entre 18 y 24 años, 87 por ciento son hombres, cursaron hasta tercero de primaria y prefieren las labores agrícolas y ganaderas. Pese a que los datos estadísticos los muestran como iguales, los desmovilizados sienten desconfianza entre sí por temas de seguridad, asuntos culturales (un indígena del Putumayo y un campesino antioqueño podrían no tener las mismas expectativas) o por desconocimiento sobre el programa que los cobija. Una fuente de conflicto muy común es la incomprensión de las diferencias de contexto entre una desmovilización y otra. “Ese man (Andrés) ni siquiera entregó arma. Y a pesar de todo a él le pagaban 530.000 pesos mensuales y a mí sólo 380.000 pesos. Es que los del gobierno miran caras y al que le caiga bien le dan y al que no, pues no”, se quejó Michael.
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El temor de las autoridades bogotanas es que haya fallas en la atención a los desmovilizados y éstos terminen de nuevo en grupos armados o ingresen a las redes de delincuencia común de la ciudad. Fotografía El Tiempo.
Lo imposible de comprender para él era que los desertores de la guerrilla (por no poder volver a sus hogares) recibieran un subsidio estatal mayor que el de los desmovilizados de las Autodefensas, quienes por lo general hacen el proceso de reinserción a la vida civil cerca de sus familias.
Diferencia de enfoques Quizá la principal diferencia entre la alcaldía y el gobierno nacional giró en torno a la creación de albergues sin la autorización de la administración distrital. El día de la explosión frente al albergue de Andrés, el presidente Uribe no dio explicaciones para su desmonte, pero el director de reinserción reconoce ahora que lo hizo porque dicha política era equivocada: Aprendimos de la experiencia. Nos faltó consultar al distrito y el tema se estaba saliendo de las manos. En ese punto fallamos y ya mejoramos. Pero ojo, los problemas con los albergues comenzaron cuando la gente descubrió que sus vecinos eran reinsertados. Mientras estos permanecieron en el anonimato no hubo ninguna clase de complicaciones, sostiene Juan David Ángel, director del Programa Nacional para la Reincorporación a la Vida Civil del Ministerio del Interior.
Ángel cree que el principal desafío para el proceso es el manejo del anonimato. “Necesitamos que estos muchachos se reinserten en la vida social y, para evitarles traumatismos en ese proceso, la orden es 100 por ciento de anonimato en las comunidades a las cuales ingresan”. Allí surge la segunda diferencia con el distrito, pues
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Villamizar no comparte ese enfoque: “A los bogotanos no se les puede engañar. Hay unos nuevos vecinos y entre mejor preparados estemos para recibirlos más fácil será la convivencia para todos”. Mientras el Programa Nacional para la Reincorporación promueve ayudas individuales, la alcaldía ejecuta planes de participación ciudadana en los que los desmovilizados tengan papel protagónico y la comunidad los reconozca como actores sociales que contribuyen en la solución de problemas y necesidades comunes. Michael prefiere que le den su ayuda mensual y punto. Jeison se está acostumbrando a participar en celebraciones comunales como las del día del niño y el de la familia, organizados en 2006 con ayuda de desmovilizados en quince localidades de Bogotá. Y una tercera diferencia – no expuesta en público – tiene que ver con el momento de intervención del distrito en la atención a los desmovilizados. Según la ley 782 de 2002 y el decreto 128 de 2003, la fase de atención del gobierno dura 730 días. El distrito entendía que luego de esos dos años entraba el acompañamiento de la ciudad, mientras que el gobierno pretendía que Bogotá se involucrara con anticipación. Dado el carácter social del tema de los desmovilizados, lo que estaba de fondo era la discusión sobre a quién le correspondía hacer las inversiones para algunos programas de acompañamiento. El tema causó tensión entre los gobiernos nacional y local. En palabras de un alto funcionario del Ministerio del Interior, existía la percepción de que faltaba apoyo de Bogotá, mientras que ciudades como Medellín “se echaron al hombro” el tema de los desmovilizados con un exitoso modelo de atención a quienes dejaron las armas. Pero la comparación con Medellín, no es tan exacta – según Villamizar– porque el proceso de Medellín tiene mayor participación de recursos del gobierno nacional. El gobierno central transfiere y la alcaldía ejecuta. Además, 45 por ciento de los 3.889 desmovilizados que hay en Medellín pertenecían al Bloque Cacique Nutibara, facción de las Autodefensas que reclutaba jóvenes de la ciudad o sus alrededores. Eso quiere decir que Medellín no es desconocida para ellos porque allá operaban y que su adaptación es más fácil porque hasta tienen sus familias allá. En el caso de Bogotá, la mitad de los desmovilizados no conocían la ciudad y 85 por ciento no tiene familia en ella. Jeison viene de Planadas (Tolima), Andrés llegó desde Caquetá y Michael, siempre parco en palabras, apenas comenta que es costeño.
Falta de preparación ciudadana El tercer gran problema de la reinserción es la falta de preparación ciudadana para acoger a quienes vienen de un grupo armado. Lo ideal es que así como el
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desmovilizado recibe una formación básica para vivir en su nuevo hogar, la comunidad receptora debe tener la orientación sicosocial para acogerlo en forma adecuada. En este punto es en donde verdaderamente está a prueba la política de reinserción. Si la ciudad lo rechaza, en el imaginario del desmovilizado pueden resurgir las razones que lo llevaron a empuñar las armas. El trabajo con las comunidades receptoras es clave para que se cumpla el principio de reconciliación. La falta de trabajo con la ciudadanía ha sido percibida por los desmovilizados en escenarios como la escuela, el trabajo e incluso la iglesia. Piensan que uno tiene que estudiar para volverse bueno, pero los que tienen el coco rayado son ellos, que a toda hora creen que los vamos a robar. No dicen nada, pero es como si le estuvieran gritando a uno ‘allá va el matón’. Así no se puede, opina Michael.
Los gobiernos nacional y distrital están ahora más unidos en torno a las posibles soluciones para este problema. Incluso trabajan juntos en un proyecto que busca financiación de la Unión Europea y que será exclusivamente para sensibilizar a las comunidades bogotanas.
Secuelas de la guerra Dado que provienen de un grupo armado con jerarquía militar, los desmovilizados son personas acostumbradas a cumplir órdenes sobre las situaciones más cotidianas de la vida. “Un combatiente no desayuna, ni se baña, ni saluda sino hasta cuando sus superiores le dan la orden de que desayune, se bañe y salude”, dice el analista León Valencia. Para los desmovilizados, la regulación de su diario vivir pasa por los roles que desempeñaban en el grupo armado. A muchos de ellos les resulta traumático tener que preocuparse en la civilidad por asuntos que antes eran regulados por sus jefes. Ese es su primer choque cuando se trata de asumir el reto de vivir fuera de la milicia guerrillera o de las AUC. Le ocurrió a Michael, quien estaba acostumbrado a que en las Autodefensas le ordenaran qué comer y en qué momento hacerlo. Es más, le daban la comida. Su sorpresa fue grande cuando recibió los 380.000 pesos mensuales de asistencia por desmovilizarse: “La platica me la gasté en ropa. Me compré ropa bacana. No guardé para la comida”. Otro problema derivado de esa formación militar es que los desmovilizados aprendieron a ser huraños y violentos con quienes les generen desconfianzas. Como decía Michael, sienten recelo por la población que los acoge. Si las princi-
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pales quejas de las comunidades son sobre el comportamiento social de los excombatientes, éstos acusan cada vez con más frecuencia a los bogotanos de ser excluyentes, clasistas y hasta xenófobos. También se han descubierto casos de desmovilizados involucrados en consumo de alcohol y drogas, violencia por insatisfacción frente a los beneficios recibidos y hasta tendencia a ser reincorporados de nuevo por grupos armados. Así como en los años noventa cerca de doscientos desmovilizados del EPL terminaron en las autodefensas, el distrito calcula que 4 por ciento de quienes dejaron las armas en los últimos tres años fueron nuevamente reclutados, lo que para el caso de Bogotá significa más de 150 personas. Cualquier error en el proceso puede derivar en conductas tan dañinas para el desmovilizado como las que trae consigo la vida como combatiente. Por ejemplo, en la guerrilla y las autodefensas está proscrito el consumo de drogas, pero cerca del 3 por ciento de los desmovilizados que están en Bogotá cayó en ese flagelo. A marzo de 2006, el Programa Nacional para la Reincorporación ofrecía asesoría terapéutica a treinta de ellos. Andrés se negó a asistir argumentando que de todas formas se tendría que morir. Un mes después, su pronóstico se cumplió. Con él, ya son tres los exguerrilleros de su albergue muertos. Uno fue asesinado y el otro perdió la vida en un accidente de tránsito.
Inseguridad El último gran problema de la desmovilización es su incidencia en la percepción sobre inseguridad ciudadana. No es un tema que tenga que ver exclusivamente con los excombatientes (varía según los niveles de desplazamiento, delincuencia común y la presencia de paramilitares y milicias guerrilleras en la periferia de la ciudad) pero en algunas zonas hay una tendencia a responsabilizarlos por su deterioro. Dicha visión tampoco es del todo acertada, pues según las cifras de Medicina Legal y la Policía Metropolitana, el promedio de delitos de alto impacto social (homicidios, lesiones comunes, hurto a residencias, etc.) se redujo en 14 por ciento en los primeros cuatro meses de 2006 respecto al mismo periodo de 2005. Según datos de la Policía Metropolitana, los homicidios atribuidos a desmovilizados pasaron de 7 a 10 entre 2004 y 2005, pero las lesiones personales se redujeron de 16 a 8. La misma fuente señala que, durante ese período, a los exparamilitares se les imputan 9 homicidios y 13 lesiones personales, y a los exguerrilleros 7 homicidios y 11 casos de lesiones. Incluso en Teusaquillo – localidad que llegó a tener 1.300 desmovilizados y treinta albergues– la tasa de homicidios en 2005 se redujo a la mitad respecto al año anterior. De 74 casos reportados pasó a 37.
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Lo que sí es cierto es que en localidades como Ciudad Bolívar, Bosa y Usme hay casos de desmovilizados que se incorporaron a grupos de delincuencia común. La problemática en estas zonas de la ciudad merece especial atención, pues en ellas hay presencia de milicias urbanas de las Farc y grupos paramilitares. Michael fue tentado ‘pa’ volver al monte’ pero dice que se abstuvo porque ya le cogió amor a la ciudad “así la city no me quiera a mí”. En su caso, pudo más la oferta de servicios y comodidades que los recuerdos sobre sus combates, tan irreales como crueles. “Yo era el Rambo, pero sin tatuajes. Ahora tengo tatuajes pero no soy Rambo”. De nuevo el tema de la inseguridad tiene también una característica especial en el caso de los desertores de la guerrilla. “Esta es la mata de la milicia y no tengo que dar papaya”, se repite Jeison cada vez que baja de Ciudad Bolívar hacia los centros de capacitación de los desmovilizados. No habla con nadie en el vecindario. Escasamente saluda a la dueña del inquilinato en el que paga 250.000 pesos mensuales y al vendedor de la tienda más cercana, con quien alguna vez cruzó unas palabras. De vez en cuando se encuentra en la ruta con un muchacho con ínfulas de Rambo. Se hacen una mueca, pero sólo se saludan de mano en las aulas de clase, cuando la terapia sicosocial lo requiere.
¿CÓMO ENFRENTAR LA PROBLEMÁTICA? Si bien los contextos sociales son distintos, es importante aprender de las experiencias pasadas para formular respuestas novedosas y eficaces a los problemas que se presentan. Frente a la problemática de la desmovilización armada en Colombia es conveniente formular propuestas conjuntas desde la academia, las comunidades, la población beneficiaria y los gobiernos locales y nacional, tendientes a mejorar los vacíos existentes en cuatro temas principales: la definición de competencias de cada ente gubernamental, las estrategias para mejorar la relación de los desmovilizados con la población receptora, la formación en tolerancia y respeto para las comunidades receptoras, y la eficiente atención a fenómenos sociales como las pandillas y el consumo de drogas, entre otras. Es importante reconocer que el de Colombia no es el único proceso de desmovilización en curso y que así como tiene fortalezas, también tiene muchas debilidades, producto de los errores ya descritos. Conviene revisar trabajos como el de la Universidad Autónoma de Barcelona (Albert Caramés, febrero de 2006) (Recuadro 2) que evalúa veinte procesos de desmovilización en curso en igual número de países. El estudio demuestra que un “programa de reinserción” en los demás países dura, en promedio, 3.5 años. En Colombia el desmovilizado sólo recibe dos años de atención, al cabo de los cuales le dan 8 millones de pesos para la compra de vivienda o un proyecto productivo. Tanto en el caso de la vivienda, como en el
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del proyecto, hay ejemplos que ilustran la mala inversión de los recursos o el fracaso por falta de asesoría estatal y formación adecuada. El informe también destaca que la fase inicial de un proceso de desarme y desmovilización cuesta entre 5 y 15 por ciento del presupuesto total del proceso, con lo cual se evidencia que lo difícil no es quitarle el arma a un guerrillero, sino acostumbrarlo a vivir sin ella. Otros aportes del informe, que bien servirían de base para el estudio de políticas públicas en Colombia, son los que señalan que entre 8 y 10 por ciento de los desmovilizados en un proceso son menores de edad y que las mujeres muchas veces quedan excluidas de dichos procesos. El senador Antonio Navarro -desmovilizado del M-19 -, cree que una forma eficaz de llevar a cabo la desmovilización es acercando el excombatiente al núcleo familiar del cual se alejó cuando ingresó a la guerra. No hay forma de reinserción más eficiente que la que se hace en el seno de la propia familia. Esa tiene un valor sicosocial enorme en cuanto le quita la máscara al combatiente y lo convierte rápidamente en el ser humano que muchos creen que dejó de ser, señala el congresista.
Respecto a aquellos que no pueden regresar a sus casas por problemas de seguridad, el congresista Gustavo Petro -también desmovilizado del M-19- recomienda una desvinculación efectiva de la guerra: “La falla del modelo actual está en que ellos quieren salirse de la guerra pero el Estado los devuelve mediante el modelo de informantes o el de soldados campesinos”. Para León Valencia, director de la Fundación Nuevo Arco Iris, el programa debe mejorar en tres puntos: atención sicosocial, integración con la comunidad y oferta de empleo. En relación con la atención sicosocial, su observación se refiere a los tiempos que transcurren entre el final de una fase de atención y el comienzo de la siguiente, pues cree los vacíos existentes se prestan para que el desmovilizado pierda fe en el proyecto. La integración con la comunidad está relacionada con la urgencia de desarrollar planes conjuntos desmovilizados-localidad que sean de beneficio común y que le demuestren a Bogotá la utilidad de recibir a los nuevos vecinos. Y en cuanto a la oferta de empleo coincide con Petro en que no ofrecer alternativas reales de desarrollo para cada individuo conduciría el proceso a dos finales indeseables: el del desencanto con la civilidad y el regreso a las armas, estilo desmovilizados colombianos de los años noventa; o el de la alimentación de grupos de delincuencia común similares a las “maras” que siguieron a los grupos guerrilleros tras la firma de la paz en Centroamérica. La alcaldía parece esforzarse por evitar ese desenlace y ha dado algunos pasos para involucrar más a los desmovilizados en la vida de la ciudad. Próximamente les aumentará a un año el empleo en los programas de Misión Bogotá. También incorpo-
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rará a setenta de ellos en un plan para control del tráfico vehicular (en coordinación con la Secretaría de Tránsito) y capacitará a otros cien beneficiarios en temas ambientales para el cuidado de parques y canales de aguas. Hacer cambios sobre la marcha en un proceso inédito es un trabajo difícil, máxime cuando al mismo tiempo se debe atender a otros grupos vulnerables como los desplazados, los desempleados y las madres cabeza de familia. Pero los pasos en esta dirección son los únicos que garantizarán que los bogotanos amplíen su visión de ciudadanía y que los excombatientes miren la desmovilización más allá de una oportunidad para morir sin afanes, comprar ropa de moda o ganarse un fino reloj suizo. RECUADRO 2
LA DESMOVILIZACIÓN EN EL MUNDO
La Universidad Autónoma de Barcelona presentó en febrero de 2006 el “Análisis de los programas de desarme, desmovilización y reintegración (DDR) existentes en el mundo durante 2005”. La investigación, realizada por Albert Caramés, Vincent Fisas y Daniel Luz, recoge la experiencia de veinte países, entre ellos los de Afganistán, Angola, Burundi, Camboya, Chad, Eritrea, Filipinas, Haití, Indonesia, Liberia, Rwanda, Sudán, Sierra Leona y Colombia. La muestra analiza los logros de los procesos de DDR en su esfuerzo por lograr el retorno a casa de más de un millón de personas. Entre sus hallazgos más importantes están: - Excepto Colombia, en el resto de países la desmovilización de grupos paramilitares ha ido en paralelo a la desmovilización de milicias, guerrillas y Fuerzas Armadas, y como resultado de acuerdos políticos globales - Cuando todas las partes enfrentadas concuerdan un cese de hostilidades y el inicio de un nuevo ciclo político, puede producirse un contexto sicosocial favorable a la amnistía, el perdón y la reconciliación. En otros casos, como en Colombia, el mencionado contexto no puede desarrollarse en igual medida, al no cerrarse completamente el ciclo de violencias. “El DDR debe ser un proceso de dignificación de las personas que intervienen en él” y que debe ser un componente de una estrategia más amplia de paz - Un proceso de DDR por lo general dura 3.5 años. Lo habitual es que la fase de desarme y desmovilización dure unos pocos meses. Las fases de reintegración suelen durar dos años - Existe un cierto descontrol y un escaso seguimiento sobre el destino final de las armas recogidas. El porcentaje medio es el de un arma entregada por cada dos personas desmovilizadas - La fase inicial de desarme y desmovilización supone entre 5 y 15 por ciento del presupuesto total (del proceso) - Es habitual que entre 8 y 10 pro ciento de las personas desmovilizadas sean menores de edad - Las mujeres quedan muchas veces excluidas de los procesos de DDR.
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BITÁCORA*
DIMENSIONES DESCONOCIDAS DE LA DESMOVILIZACIÓN
Recientemente fui invitado a una universidad bogotana para hablar con los alumnos de comunicación social sobre las formas de hacer periodismo. Me sorprendió ver cómo estos estudiantes tienen en su imaginario la idea de que el periodismo y la investigación académica van por caminos separados. Me sorprendió, digo, porque siempre he creído que un buen trabajo periodístico debe ser en su esencia una excelente investigación. Esa misma percepción fue la que guió la elaboración de artículo “Dimensiones desconocias de la desmovilización”, un relato que pretende explorar la problemática entendiendo que muchos de los desmovilizados de hoy fueron primero huérfanos o viudos por causa de la violencia. Que no son solo victimarios, sino que también fueron víctimas del conflicto. Que los habitantes de las comunidades receptoras son al mismo tiempo parte de la solución y del problema; y que las autoridades distritales y nacionales tienen en sus manos la posibilidad de culminar con éxito un proceso histórico o permitir que éste se convierta en la génesis de nuevos brotes de violencia para Colombia. El reto mayor fue acercarse al ser humano y a la historia que hay detrás de cualquier desmovilizado. Sobre este tema hubo varias discusiones en el diplomado. “Hay que ver al guerrillero o al paramilitar no como un enemigo sino como un ser humano que también siente, que tiene problemas y que sufre como los demás”, sostenía Javier Darío Restrepo. Su reivindicación de las víctimas era una invitación a humanizar la mirada sobre la guerra, pero también a investigar con más rigor para descubrir en una primera mirada ángulos informativos imperceptibles. Para la aplicación de la idea en terreno fue necesario acompañar a los desmovilizados en sus contactos con los riesgos que los acechan, con las comunidades, con las autoridades distritales y con ellos mismos. Descubrirlos mientras exploraban su nuevo vecindario y descubrir al vecindario mientras llegaban los nuevos inquilinos. Encontrarlos en la ventanilla de atención de la oficina de reinsertados y en sus pensativos recorridos por las calles de la ciudad. Intentar descubrir esta dimensión implica ponernos en frente de nuestras propias limitaciones y, tal vez, de la más imperceptible de ellas: la del pensamiento, que tiene que ver con la subjetividad del periodista como ser humano y su costumbre de mirar los acontecimientos desde la óptica religiosa, moral, económica, cultural y social en la que fue formado. Estas condiciones específicas son las que impiden descubrir la tragedia humana detrás del victimario de turno, a quien muchas veces damos cadena perpetua con nuestra versión de la historia. El verdadero reto está en trascender esa mirada para presentar al público una visión más completa sobre lo que ocurre, de manera independiente de que lo compartamos o no. El reto de hacer periodismo en Colombia implica enfrentarse a diario no solo a ésta sino a otras tantas limitaciones, como la de recursos y seguridad. Pero en medio de ellas está siempre la posibilidad de hacer un trabajo mejor. De ser creativos, de no ceder ante las tentaciones del facilismo y de resolver las restricciones con inteligencia. Élber Gutiérrez * Las bitácoras son un relato sobre la experiencia de cómo cada uno de los periodistas escribió su artículo en las distintas ciudades.
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Un imaginario de credibilidad y transparencia
HELDA MARTÍNEZ*
En el imaginario periodístico Bogotá ofrece escenarios y posibilidades más amplias que en el resto del país. Es un imaginario. Es verdad que la capital, epicentro político y administrativo produce un alto porcentaje de la información que se registra en los medios masivos colombianos. También lo es que la capital ofrece posibilidades de acceso al conocimiento y la cultura inexistentes en la mayor parte del territorio nacional, y que la oferta laboral parece amplia por cuanto es sede de medios de cobertura, agencias locales e internacionales y acoge a sus corresponsales y a la mayoría de periodistas de renombre cuyas firmas, voces e imágenes alimentan el supuesto. La moneda tiene dos caras. En esta ciudad de casi siete millones de habitantes se calcula una población de periodistas en ejercicio cercana a las dos mil personas. Profesionales que, en términos generales, se consideran mal remunerados, sin garantías laborales, con jornadas extenuantes que cumplen en medio del estrés, situaciones similares a las que viven los periodistas en el resto del país. La diferencia está en la tensión por amenazas o intimidaciones que en Bogotá son menos frecuentes que en el Magdalena medio, Arauca o Caquetá, por ejemplo, en donde los protagonistas del conflicto amenazan, de cerca, a los autores de las notas periodísticas dado que la población de reporteros es menor y con ellos transitan las mismas calles. En Bogotá se facilita el anonimato y se disminuye la presión directa de los grupos armados ilegales y, por supuesto, la tensión que padecen los periodistas de cualquier región del país. “Aquí podemos evitar los sitios de riesgo. La policía suministra las noticias que se producen en esos lugares, de modo que no hay por qué ir a la boca del lobo. Y si hay que ampliar la * Este artículo fue elaborado en febrero de 2006.
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información, vamos en grupo”, describió Edwin Bohórquez, de El Espectador. Esta opinión la ratificó Gustavo Reyes de la revista Cambio: “En Bogotá tenemos ciertas garantías por estar lejos de los sitios en donde se desarrollan los enfrentamientos. Aquí tenemos otro tipo de presiones porque ser periodista es sinónimo de presión desde muchos flancos, pero aún así Bogotá es la plaza más segura”.
A LO LEJOS EL CONFLICTO SE VE DISTINTO La distancia del conflicto incide en que su cubrimiento sea distinto, casi ajeno. Hay una brecha enorme aunque no parezca. Un ejemplo claro se vivió en Sipí (Chocó), donde asesinaron, en octubre de 2005, a cinco policías. ¿Pero... dónde queda Sipí? en Chocó... en Colombia... a la final ni nos va ni nos viene. Por el contrario le dedicamos amplio espacio a temas circunstanciales como el asesinato de una modelo en el norte de Bogotá, hecho sucedido en tiempo paralelo al de la muerte de los policías en Sipí, quienes apenas se nombraron. En Bogotá no sentimos el conflicto como en la región pero seguimos creyendo que hacemos las cosas bien; la verdad es que no estamos aportando en el logro de una mirada integral”, afirmó Melquisedec Torres, director de Súper Noticias. Los periodistas creemos que somos el corazón y que influimos en el acontecer del país. Eso no es cierto. El poder actúa según sus intereses; los medios y los periodistas somos, en términos generales, voceros de esos intereses, agregó Torres.
LA EXPERIENCIA COMPARTIDA El diplomado Periodismo responsable en el conflicto armado se realizó en Bogotá entre el 10 de julio y el 4 de diciembre de 2005, e igual que en sus versiones de Cali, Medellín y Barrancabermeja, cumplió con el objetivo de capacitar a los periodistas en el cubrimiento de hechos relacionados con el conflicto y la construcción de paz, mediante el suministro de herramientas profesionales que aporten a la realización del trabajo. Asistieron periodistas con trayectoria en todos los medios y experiencia en cubrimiento de fuentes distintas, junto con profesionales que inician el recorrido como Andrea Peña que, a sus 24 años, cumplió cuatro en el cubrimiento de temas judiciales en la agencia de noticias Colprensa antes de hacer parte de la revista Semana. Con Andrea, también participó Kena Betancur, contemporánea suya, quien se enteró del diplomado por un amigo que asistió a la versión de Medellín, entusiasmándose hasta vencer la negativa inicial de ingreso por ser fotógrafa. Participó de manera activa y se graduó. Con ellas compartió pupitre Víctor Moré, periodista de experiencia en medios nacionales e internacionales durante más de dos décadas, actual director de noticias en la Emisora Mariana y autor de informes diarios, con prevalencia en temas relacionados con el conflicto, para medios en Ecuador, Venezuela y Canadá.
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Tomaron parte testigos de situaciones como la de Antioquia, en general, y Medellín en particular, con Pablo Escobar al frente de la guerra del narcotráfico. Fui corresponsal de El Tiempo en esa época, paralela a los conflictos sindicales, enfrentamientos guerrilleros y el inicio del proyecto paramilitar. Desde la desmovilización del Ejército Popular de Liberación (EPL), el control de las Farc y Fidel Castaño que avanzó, desde Córdoba y el norte de Urabá, hasta apoderarse de la Zona Bananera. Cubrí toda esa parte de la historia con la estela de muerte que dejó a su paso. Después me vine a vivir a Bogotá, cuenta Orlando León Restrepo, premio de periodismo Simón Bolívar 2005 y subeditor de Justicia de El Tiempo.
De Huila, “epicentro y escenario de muchas de las cosas que han pasado en el país”, Melquisedec Torres, quien inició su trabajo en Pitalito para continuar en Neiva y Bogotá. Así aprendí que el conflicto es mucho más que el simplismo del enfrentamiento entre un Estado y unos tipos que quieren tomarse el poder. El conflicto es poroso, tiene fisuras, quiebres, fracturas, ausencias: el Estado no existe en muchos sitios del país.
A la experiencia de Antioquia y Huila se sumó la de quienes cubrieron la llamada Zona de Distensión durante el gobierno de Andrés Pastrana y la de otros que están convencidos de que la información sobre el conflicto es demasiado importante porque “puede matar gente o salvar vidas”, como afirmó José Peñuela, jefe de información de El Nuevo Siglo.
¿QUÉ INFORMAN LOS MEDIOS? La suma de experiencias y el compartir miradas sobre el conflicto se sumaron al contenido de conferencias, lecturas, videos, talleres y al Observatorio de Medios, todo lo cual alentó el diálogo y la discusión de temas como, por ejemplo, la posibilidad de paz. Con ilusión, millones de colombianos creen que si nos anuncian que todos los paramilitares y los guerrilleros están presos, muertos o desmovilizados, tendremos la paz, pero eso no es cierto. La paz es otra cosa. Son millones los colombianos que, a diario, sufren por conseguir qué poner en el plato a sus hijos. Suena simplista pero es la realidad. Los medios y los periodistas olvidamos que el Estado debe dirigir muchos de sus esfuerzos hacia esta población, con la veeduría de la prensa. No lo hacemos, y de hecho participamos en el show mediático. El proceso con los paramilitares, por ejemplo, ha sido demasiado reservado. Los periodistas deberíamos cubrir la situación con seriedad. Saber cómo es la entrega, qué pasa con ellos y con sus armas. Pero ¡no! Sólo participamos en el show de los centros de poder, y terminamos imbuidos en el torbellino que han creado para su beneficio. Estar en el show no permite la reflexión ni el análisis, y por supuesto, niega un periodismo de compromiso, afirmó Melquisedec Torres.
Con base en este planteamiento surge otro interrogante: ¿qué tanto conoce el público sobre la verdad de los hechos? “El concepto de verdad es para mí un asunto
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complicado. Creo que hay verdades que no se conocen. Los medios nos muestran un país que no es el nuestro”, afirmó Orlando Restrepo. Partamos de la base de que manejamos información de una sola de las orillas, lo que nos da un porcentaje proporcional que se amplía, un poco, con el periodismo de investigación.... pero siempre queda algo por decir, agregó Víctor Moré.
“Muchas veces por salir primero se emiten noticias mediocres, o mentirosas, lo que es muy preocupante” opinó Dicson Cabrera, jefe de corresponsales del noticiero CM&, para quien la verdad está mediada por el síndrome de la chiva. En la parcialidad de la información influye la satanización. No olvidemos que Colombia es un país excluyente, en esencia, y que los medios también lo son, de manera que los periodistas no podemos conocer la verdad porque, aún conociéndola, no logramos traspasar los intereses y las estructuras, agregó Restrepo.
La afirmación fue ratificada por un periodista de televisión al decir que se siente muy lejos de la información real en su medio, por cuanto su director exige voces oficiales, en más del 90 por ciento de las noticias. Esta práctica está tan arraigada en el ejercicio profesional, que incluso se llega a olvidar lo esencial. Antes sentía que si entrevistaba a varias personas, mi información estaría más completa. Ahora tengo claridad: si todos dicen lo mismo, lo que hago es reforzar el mensaje oficial. Reconozco y pongo en práctica la diferencia entre voces y fuentes, dijo Arcadio González, corresponsal en Bogotá de El País de Cali.
Las ganas de llegar a la verdad se resumen en la convicción de Orlando Restrepo, “mi único patrimonio es la credibilidad y la transparencia; quiero que la gente encuentre eso en mis notas periodísticas”.
LARGAS JORNADAS, CORTOS INGRESOS Otro aspecto en el que se equipara la situación de los periodistas de Bogotá y el resto del país es el de las condiciones laborales. Aun cuando en los últimos treinta años de las facultades de comunicación y periodismo egresaron profesionales que ocupan hoy el puesto que fue de los empíricos, las condiciones laborales no se han cualificado. La insuficiente oferta laboral en comparación con el número de personas que se gradúan cada semestre en comunicación y periodismo, y la crisis económica que afectó la economía y, por supuesto, a los medios masivos en la década de los
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noventa y principios de la actual, son algunas de las razones que argumentan las empresas periodísticas, práctica que se mantiene después del repunte económico. Como estrategia contratan practicantes que, en promedio devengan, un salario mínimo y subsidio de transporte1. Los medios más pequeños, con poca audiencia y menos pauta, no remuneran la práctica dado que la definen como parte del contenido académico. Un profesional recién egresado devenga entre el mínimo y un millón de pesos, ingresos que se congelan de acuerdo con una condición de “recién egresado” que puede prolongarse. Periodistas con más de tres años de experiencia en emisoras de prestigio no superan los 700.000 pesos mensuales; otros, con personal a cargo y la responsabilidad de las noticias regionales no logran los dos millones de pesos al mes; el salario integral se ha impuesto como la forma más común de contratación. Los salarios más bajos los paga la radio, seguida de cerca por la prensa. Los más altos ingresos están en los noticieros de canales de televisión privada. Los editores periodísticos se ubican en la franja de cuatro a ocho millones, según su prestigio y el medio para el que trabajen. A partir de esta suma, las cifras se elevan hasta alcanzar rangos que se califican de exorbitantes en comparación con los mínimos ingresos de los cargaladrillos. El mercado laboral es ácido y sigue siendo muy pobre. Sobra decir que no hablo de las super estrellas que hacen farándula, porque casi que buen sueldo es sinónimo de farándula. Mientras tanto y de manera lamentable, las emisoras han hecho tradición con la práctica de no pagar sueldos sino de generar contraprestaciones publicitarias o, incluso, porcentajes de las ventas para retribuir el trabajo de los periodistas, aseguró Melquisedec Torres.
A los bajos ingresos se suman jornadas laborales intensas.“El periodismo te absorbe tanto que dejas de lado tu familia, tu vida personal, muchas cosas que son necesarias”, afirmó Dicson Cabrera. La rutina de un periodista en Bogotá incluye sábado y domingo cada tres semanas, con diez, doce o más horas de trabajo diario en medio del estrés por la búsqueda de la primicia. La competencia por lograrla se convierte en un comportamiento cotidiano que se traduce en distancia y recelo entre colegas, con espacios de intercambio o análisis de información casi inexistentes. El síndrome de la chiva nos hace egoístas. Además, el acelere produce algo que podemos llamar chistoso, aunque no lo es: nuestra obligación es informar a la gente, pero a veces nosotros mismos no compartimos las informaciones porque el ritmo de trabajo no lo permite, agregó Cabrera.
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En 2005 el salario mínimo fue de 381.500 pesos; en 2006 de 408.000 pesos.
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SUEÑOS COMPARTIDOS, SUEÑOS DE INDEPENDENCIA Los periodistas colombianos comparten condiciones laborales, elevados niveles de competencia y trabajo en largas jornadas, con el estrés y el sueño de informar sobre temas que ahora les limitan sus jefes. Quisieran, por lo menos, abstenerse de emitir informaciones incompletas. No logramos confirmar si realmente son guerrilleros o no a quienes nos muestran como tales. La opción es creerle a las fuentes. Incluso, y aún sabiendo que la información es falsa, si hay orden de publicarla hay que cumplirla, si no se quiere arriesgar el ‘puesto’. Si no es posible comprobar lo contrario, uno se mete en líos, en lo que varios manifestaron su concidencia.
También en Bogotá se hacen montajes de noticias falsas de las que han sido testigos los reporteros. Hace algún tiempo un comandante de la Policía citaba a desayunos de trabajo en los que nos invitaba a ‘organizar’ juntos la información que se iba a emitir, falsa con frecuencia. Me parecía que no estaba bien fabricarnos noticias y nosotros no tenemos que prestarnos para eso. Pero como los medios publicaban esa información, uno se ganaba el regaño por la supuesta chiva, afirmó un periodista.
Presentación pública del diplomado en Bogotá, en las instalaciones de la Pontificia Universidad Javeriana. 2005. Fotografía Medios para la Paz.
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El contenido del diplomado motivó sensaciones, miedos, ausencias y sueños por ejercer un periodismo con criterios personales en donde se destaque la responsabilidad. Dicson Cabrera se imagina la dirección de un programa periodístico semanal en televisión, con tiempo suficiente para investigar, establecer las verdades y darlas a conocer. Kena Betancur cree que si llega al periodismo escrito, lo ejercerá de manera “transparente y neutral, informando sobre toda la verdad de los hechos”. Hay quienes desean entrevistar a los jefes de los grupos en conflicto para conocer el pensamiento de Manuel Marulanda Vélez y, otros, el de los paramilitares. Pero también hubo quién, más apresurado, luego del taller con Germán Castro Caycedo, llegó al periódico con una propuesta de investigación a largo plazo. Su jefe lo escuchó, lo miró fijamente y le dijo con énfasis y algo de su propia nostalgia: “Mijo, por ahora escriba periodismo y cuando se jubile hace libros”. Los sueños continúan siéndolo, pero sin duda los periodistas sienten que el diplomado algo cambió en su mirada y percepción profesional.
INFORMAR CON RESPONSABILIDAD El 10 de diciembre de 2005, se cumplió el acto de graduación en la Universidad Javeriana. Directivos y graduandos expresaron emoción y expectativas al concluir la IV versión del diplomado Periodismo responsable en el conflicto armado. Wilson Bonilla, periodista de RCN en representación de los participantes afirmó: Muchos de nosotros, comunicadores periodistas que hoy recibimos el certificado de participación del diplomado, nos preguntamos antes de ingresar: ¿cómo es cubrir el conflicto? La interrogación era aún más crítica cuando se insistía en la responsabilidad de los contenidos, y en la forma de entregar la información, insistencia que en muchos casos, incluso, hizo llorar a algunos compañeros. Cuando fuimos estudiantes en la Universidad soñábamos con ser presentadores, corresponsales, jefes de redacción, reporteros, pero era muy lejano a nuestras mentes un fusil, un cilindro de gas, una prisión, la censura y tantas otras cosas. Hoy sabemos que fue muy grato y productivo este diplomado para entender lo importante de saber en dónde estamos, pero ante todo, en qué país vivimos. Recordemos que quien no conoce su historia, está condenado a repetirla.
A las palabras de Wilson Bonilla se sumaron otras, como las de Gustavo Reyes: Fue una experiencia necesaria para conocer distintos ángulos de una misma realidad y concebirla de manera integral. Esto es importante para cualquier ciudadano colombiano que quiera saber en dónde está parado, y aún más para los periodistas responsables de manejar información que puede generar situaciones en uno u otro sentido. El diplomado nos otorgó elementos valiosos para abrir nuevos caminos hacia la investigación, y a nuevas formas de escribir versiones novedosas y ciertas.
Carlos Barragán, a su turno lo visualizó con una metáfora: Lo relaciono con una temporada taurina con corridas muy buenas que quedan en la memoria, otras divertidas y una que otra en donde los toros no dan el juego con los toreros Me inclino por las buenas tardes, los buenos días, con conferencistas muy buenos junto a uno
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u otro que dej ó un sabor agridulce. Por fortuna, en términos generales, salimos con dos o tres orejas, y en alguna ocasión con rabo.
El diplomado fue para los más jóvenes una experiencia necesaria, en la que se mezclaron distintas formas de hacer periodismo. Andrea Peña, aseguró que “el diplomado se convirtió en una oportunidad muy importante, por cuanto tuve la posibilidad de compartir con personas de trayectoria, y la experiencia de hacer periodismo de un modo que no conocía”. Para los mayores, los más experimentados, el reconocimiento a lo que aún falta por aprender. Víctor Moré, aseguró: Estamos sumergidos en un conflicto armado y todavía nos falta aprender a soltarnos de los comunicados oficiales y a mirar la mayor cantidad posible de aristas en cada hecho noticioso. Participamos en controversias muy interesantes y la idea es llegar a las audiencias con elementos que faciliten el análisis de las situaciones.
Para la fotógrafa Kena Betancur el diplomado le permitió conocer las bases para fundamentar un trabajo periodístico que le gustaría desarrollar más adelante. Valoro mucho el haber estado con periodistas porque su percepción es muy diferente a la de los reporteros gráficos. Orlando Restrepo aseguró que ahora todas las notas publicadas tienen información confrontada. “No sale una sola nota que no lo esté”. El consenso en cuanto a contenidos y seriedad en el desarrollo del diplomado los lleva a considerar la pertinencia de experiencias de capacitación e información constante. Mauricio Pichot de la W Radio opinó que el diplomado debe ampliar su espectro para llegar a quienes ocupan cargos de decisión en los medios. Como reporteros muchas veces podemos hacer poco en relación con los contenidos de la información. El diplomado permitió despertar una conciencia individual, pero con frecuencia no podemos hacer nada contra las camisas de fuerza que hay en los medios.
A lo positivo se sumaron comentarios por tener en cuenta en próximas experiencias: Arcadio González extrañó la visita a una región como Ralito para conocer la situación de cerca; la mayoría mencionó lo extenso de las jornadas en fines de semana como una barrera difícil de cruzar. Aún así, la mayoría la cruzó en la búsqueda de un sueño que les permitirá acercarse a un periodismo que conlleve verdad, puesta de frente como un objetivo por cumplir.
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Observatorio de medios CAPĂ?TULO 5
Actividad en una de las sesiones del diplomado en Barrancabermeja. FotografĂa Medios para la Paz.
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Aprendiendo a mirarnos
MARIO MORALES*
Han sido 4 años de trabajo, 4 diplomados, 480 horas de capacitación, 32 encuentros presenciales, 8 módulos de dos días y 8 talleres de una jornada, en cada diplomado; 16 sesiones de observatorio, 8 páneles, 480 trabajos de prensa, radio y televisión presentados a análisis por parte de los comunicadores que participaron en cada diplomado. Es una muestra representativa en el universo del cubrimiento del conflicto armado en Colombia durante el último lustro. Desde el comienzo los objetivos han sido comunes tanto en Medellín, Cali (que también incluyó trabajos de Buenaventura y Tuluá), Barrancabermeja y Bogotá. La premisa fue y sigue siendo que los medios y quienes los producen, desde el ámbito periodístico son también objeto de estudio y requieren del escrutinio público y, en especial, de la autorreflexión sobre los contenidos o productos emitidos en relación con la dimensión de textos, ponencias y teorías de expertos nacionales e internacionales que contribuyen no sólo a aumentar el acervo de los comunicadores, sino también se constituyen en su punto de referencia. Así, el propósito inicial fue el análisis colectivo, riguroso y sistemático de textos periodísticos sobre el conflicto armado y los esfuerzos de paz, entendidos como manifestaciones desde la sociedad civil para contrarrestar el efecto de la guerra y pronunciarse en contra de ella, que fuesen plataforma e indicadores de procesos de investigación sobre el ejercicio del periodismo en Colombia. Al mismo tiempo que evidenciaba * Comunicador social–periodista. Realizó estudios de filosofía y letras y adelanta su maestría en literatura. Ha sido reportero, cronista, jefe de unidades investigativas, jefe de redacción y subdirector de espacios informativos en prensa, radio y noticieros de televisión. Dirige el portal http:// www.nuestracolombia.net y es uno de los pioneros de los blogs colombianos. Autor de cinco novelas que le han merecido varios reconocimientos. Ha sido docente universitario y es el director del campo de Periodismo de la Universidad Javeriana.
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en qué medida y de qué manera se fueron incorporando a los productos en los diversos géneros, los conceptos, referencias y especificaciones que se iban adelantando en el decurso de cada diplomado. De manera adicional, el proyecto estuvo encaminado a construir un sistema de indicadores que permitieran el análisis cuantitativo y cualitativo de los textos periodísticos. Esa reflexión constante ha estado cualificada con los resultados y aportes de cada diplomado, con el referente internacional del Proyecto para la Excelencia del Periodismo de la Universidad de Columbia, y con las experiencias de la investigación “Calidad informativa y cubrimiento del conflicto - Estándares de calidad periodística en el cubrimiento del conflicto armado colombiano”, realizada por el Proyecto Antonio Nariño, proceso que ha sido alimentado y enriquecido por parte de los profesionales encargados de los Observatorios en cada una de las ciudades y, por supuesto, ha dejado un instrumento de medición que quiere ser aporte de construcción y reflexión de procesos similares o asociados con el conflicto armado que vive el país en aras de establecer con un número relativamente bajo de variables, la calidad de una pieza periodística una vez publicada, pero también como un parámetro del periodista en el proceso de construcción y producción informativas.
PILARES PARA ESCRITOS PERIODÍSTICOS Este instrumento está conformado con base en siete pilares, con sus respectivas ramificaciones. 1. Identificación del autor, medio, características del producto: género y duración. 2. Indicadores de construcción, exactitud y coherencia informativa que dieron cuenta de la correspondencia entre los lenguajes informativos aplicados a cada medio, su rigor, la forma de calificación de cada producto para nombrar el hecho o situación objeto de la información, la precisión del vocabulario en relación con los cánones de la Real Academia de la Lengua, la ley colombiana y el DIH y la exploración de recursos narrativos novedosos y de calidad. 3. Indicadores de contexto informativo para establecer la relación de cada hecho con sus antecedentes y contexto, así como con otros hechos o acontecimientos recientes. 4. Indicadores de pluralidad y manejo de las fuentes de información para observar el número de fuentes consultadas, el contraste entre diferentes versiones, la calidad en términos de su identificación, naturaleza, así como el tiempo o espacio dedicados a cada una de ellas.
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5. Indicadores de investigación periodística con el objetivo de conocer el origen de las informaciones presentadas. 6. Indicadores de tematización informativa para saber sobre cuáles asuntos giran en mayor o menor medida los productos periodísticos que tienen que ver con el conflicto armado. De igual modo, los indicadores de la ética periodística asentada en la diferenciación de información y opinión, en el respeto a la intimidad, a las estrategias para evitar el sensacionalismo y a las rutinas que han permitido el acceso a la información. 7. Indicadores de impacto de la información y de agenda propia para entrever las motivaciones de cada informe, el impacto y las reacciones que suscitan en la esfera pública.
PRECISIONES Con el fin de profundizar en las mediciones es necesario señalar que el instrumento se fundamentó sobre conceptos bien delimitados que permitieran puntos de referencia comunes para los encargados de adelantar el observatorio. Con el fin de poder seguir, sistematizar y evaluar la producción informativa el documento del observatorio especificó tres conceptos básicos. Se entendió que la unidad de análisis en la que se centró la medición del observatorio es la “información periodística” que se refiere de manera directa o relacionada con el conflicto armado en Colombia: acciones bélicas y judiciales, acciones de paz y convivencia, conversaciones y acuerdos humanitarios y de negociación política con actores armados, conflictos bélicos urbanos en lo que participan actores armados que le disputan el monopolio de la fuerza al Estado. En ese sentido como información periodística se tomó el texto - nota - informe que contiene, bien sea: Un titular (antetítulo, título y subtítulo)
+ Un cuerpo informativo (que es la información que desarrolla ese titular, bien sea en prensa, radio o televisión)
+ Unos recursos visuales (como las imágenes de video, las fotografías, o las infografías, que son recursos visuales que también suelen acompañar la información para describir situaciones geográficas).
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CAPÍTULO 5 OBSERVATORIO DE MEDIOS
Se asumió por informaciones directas sobre el conflicto armado interno en Colombia todos los informes - notas - textos periodísticos que comunican sobre acontecimientos, hechos, personajes y situaciones directamente involucradas con la confrontación armada interna entre las fuerzas armadas estatales y los grupos armados de distinta índole que le disputan el monopolio de la fuerza al Estado, que ejercen control sobre diversos territorios de la nación y que actúan bajo órdenes de un bando con responsabilidad política y militar, así como con las consecuencias de estas acciones de guerra contra la población civil, el medio ambiente y las riquezas de la nación. Lo que incluye informaciones sobre desplazamientos, exilios, amenazas, daños ambientales, atentados contra obras de infraestructura física, etcétera. Este grupo incluye tanto a las Fuerzas Militares, de policía e instituciones del Estado, como a grupos armados ilegales. Se entendió por informaciones relacionadas con el conflicto armado todos aquellos textos - notas - informes periodísticos cuyo propósito es notificar sobre acontecimientos, hechos, personajes y situaciones relacionadas con procesos de negociación política del conflicto armado, con acuerdos humanitarios, con pronunciamientos políticos sobre asuntos concernientes a la paz y la confrontación interna y con acciones civiles de paz y convivencia de sectores de la sociedad civil.
RECUADRO 3
LOS OBSERVATORIOS: EXPLORAR LOS ACONTECIMIENTOS
Los términos son novedosos y están en boca de académicos, periodistas y usuarios cada vez con mayor frecuencia. Observatorio, veeduría, defensoría, seguimiento son algunos de los conceptos, aunque con diferencias específicas, apuntan a comprender un fenómeno relativamente joven pero que ya tiene raíces en todo el mundo. Tienen un común denominador, el espacio para la reflexión y la producción de conocimiento en el campo de la comunicación, los medios, el ejercicio del poder político, el conflicto armado, los procesos de paz y la construcción de ciudadanía. Para connotados analistas, como el investigador belga Armand Mattelart, es una forma para enfrentar el poder y la manipulación de los consorcios mediáticos. Es decir, es la búsqueda de la igualdad de acceso y representación mediática. Para periodistas como Ignacio Ramonet forman parte de un “quinto poder” que permite oponer una fuerza cívica ciudadana a la nueva coalición dominante. Un “quinto poder” cuya función es la de denunciar el superpoder de los medios de comunicación, de los grandes grupos mediáticos, cómplices y difusores de la globalización liberal. Los observatorios, según la investigadora mexicana Carmen Gómez, se acercan a los medios para precisar sus matices, explorar las formas como cubren los acontecimientos, establecer sus lógicas de producción, los modelos y estrategias que emplean como herramientas en la construcción y definición de agendas. Continúa
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RECUADRO 3
CONTINUACIÓN
PARA AMÉRICA LATINA CONVERGENCIA DE CARACTERÍSTICAS En una cosa parecen estar de acuerdo teóricos y especialistas: las características se van demarcando en la medida en que se construyen. Broullón Pastoriza, Tatiana Hernández, Xosé López García y José Pereira han propuesto desde América Latina, las siguientes:
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Conexión con el presente del entorno y reacción ante los cambios estructurales
Análisis de topologías, instituciones, narrativas y discursos. Los distintos elementos de que consta el proceso de comunicación, así como los diversos actores que participan del mismo son objeto de análisis
Monitoreo de la información y de su resignificación. La perspectiva sobre los acontecimientos y las correspondientes actuaciones de los medios son comparados, analizados (en forma individual y dentro de una trayectoria) e interpretados
Especial atención a los actores sociales y a los asuntos del debate público. Los observatorios dependen de la actualidad informativa de la sociedad que constituye su objeto de análisis y centran su actividad acerca de aquellas cuestiones que congregan una mayor atención o seguimiento mediático
Evaluación de criterios éticos de los medios. El desarrollo correcto del trabajo periodístico sigue centrado en una buena parte de los análisis y controversias salidos de los observatorios de medios
Conformación de iniciativas ciudadanas, empresariales y sociales, relacionadas con la comunicación y el ejercicio de la democracia. La mayor parte de los observatorios no permanece estancada en la mera contemplación de la realidad mediática de la que informan, sino que participan, de manera directa o indirecta, de iniciativas de reacción ante las irregularidades descubiertas
Elaboración de estudios minuciosos como arma fundamental de acción. No imponen sanciones jurídicas sino que informan de manera notoria sobre los desajustes
Los observatorios reconocen su visión parcial y se abren para confrontar con otras miradas, interactúan con otras observaciones. Será la complementariedad y el aporte al ejercicio periodístico en su interacción con las audiencias
Los observatorios no son expresión de una representación, sino formas de participación
CAPÍTULO 5 OBSERVATORIO DE MEDIOS
METODOLOGÍA El observatorio se movió en cada una de sus cuatro etapas sobre un componente cuantitativo derivado del instrumento aplicado a cada informe presentado por los periodistas participantes. Asimismo con un componente cualitativo obtenido mediante la valoración y explicación de los resultados, rutinas de producción, expectativas y conclusiones de cada nota periodística basado en entrevistas personales de los observadores en cada ciudad, con cada uno de los periodistas que entregaban de manera voluntaria un promedio de tres trabajos en cuatro momentos distintos de cada diplomado. El resultado de cada análisis fue socializado en otras cuatro sesiones para cada ciudad, con el fin de que los participantes conocieran el proceso como tal, se nutrieran de las observaciones e incorporaran los elementos que consideraran necesarios, útiles e idóneos en la construcción de calidad de su producción periodística. Hubo periodistas que de manera permanente u ocasional cubrieron el conflicto armado como fuente directa o en relación con el desempeño de su trabajo en otros frentes informativos, bien como redactores de planta o como corresponsales en cada una de las cuatro ciudades. Medios nacionales Prensa
El Tiempo El Espectador El Nuevo Siglo Revista Semana Revista Cambio Revista Cromos Revista Esquina Regional Agencia Colprensa UN Periódico
Medios rgionales Antioquia El Colombiano El Mundo Periódico La Urbe Periódico La Hoja
Medios internacionles Agencia Reuters Agencia AFP Agencia AP Agencia EFE
Valle del Cauca El País Diario Occidente Barrancabermeja Semanario La Noticia Periódico La Tarde Vanguardia Liberal Credhos Informa Revista La Mohana – OFP Periódico Familia Diocesana – Diócesis de Barranca Semanario El Medio Magdalena Continúa
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Medios nacionales Radio
RCN Caracol Super Todelar Colmundo La W Radio Santa Fe
Medios regionales Antioquia Emisora Fénix de Oriente Supernoticias de Antioquia Valle del Cauca Radio Buenaventura Cascajal Estéreo Magazín 7 días Magdalena medio Yariguíes Estéreo Asociación Red de Emisoras Comunitarias del Magdalena Medio – Aredmag Simití Estéreo Campo Serrano Estéreo Betuliana Estéreo San Vicente Estéreo Bogotá Emisora Kennedy Emisora Mariana
Televisión
Caracol CM& RCN NTC Hora Cero Noticiero de las 7
Antioquia Telemedellín Teleantioquia Hora 13 Valle del Cauca Noticiero 90 Minutos Telepacífico Noti 5 CVN Noticias Tuluá TV Centro Barrancabermeja Enlace TV Canal Comunitario TV Circunvalar Telepetróleo Bogotá Canal Capital
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Medios internacionles
Material del diplomado. Fotografía Medios para la Paz.
LOS RESULTADOS Si bien en algunos casos los resultados se observan en relación con cada una de las ciudades sede del diplomado, es menester precisar que no existe intención de comparar, porque si bien esos cuatro estadios tuvieron una metodología común, cada etapa estuvo caracterizada por condiciones específicas que variaron en tiempos, espacios, participantes e indicadores que se construyeron en forma progresiva para aprovechar las experiencias precedentes. A partir, pues, de esas mediciones no es conveniente comparar criterios de calidad de los trabajos periodísticos evaluados en una ciudad con respecto a las otras tres. La intención de observarlos en conjunto es la de tener una mirada global de las experiencias acumuladas, pero sin perder el criterio particular de cada medición en relación con su propio contexto.
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1. CRITERIOS DE IDENTIFICACIÓN Permitieron establecer el medio, el autor, la extensión o duración, el titular y el género informativo, bien fuese noticia, reportaje, entrevista, informe especial análisis noticioso, crónica, perfil o reseña. En particular, en los observatorios de Barrancabermeja y Bogotá, donde se hizo especial énfasis en establecer las narrativas periodísticas se pudo detectar que en estas dos ciudades, 58% de los trabajos eran noticias con las implicaciones de escasez de tiempo en la preparación y con las limitaciones de duración o extensión en la publicación o emisión. Mientras tanto otros géneros como el análisis noticioso no son trabajados continuamente y en ciudades, como Bogotá suman apenas 11% y los informes especiales 20% de los trabajos presentados en Barrancabermeja, pero que son sensiblemente inferiores en cantidad a los trabajos que fueron elaborados con las características de noticias. Los demás géneros como crónica, o entrevista no superan, en estas dos ciudades, 9% de los trabajos en promedio. La prevalencia de la noticia tiene dos implicaciones directas; de una parte uniforma la información, todo parece igual, repetitivo y genera un efecto de asepsia en la audiencia, que acaban cayendo en la indiferencia. Y de otra la labor misma del reportero se rutiniza al enfocarse en encuadres prefabricados que terminan por minarle su estilo. En ambos casos el déficit en el análisis y en la interpretación lo padece el espectador. Entonces, aquí resulta pertinente formularse el siguiente interrogante:
¿Se impone el registro noticioso a los géneros interpretativos? 2. INDICADORES DE CONSTRUCCIÓN En este apartado se le hizo seguimiento a la exactitud de la información, esto es, a la inclusión de los datos básicos que permitan comprender la información: qué, quién, cómo, dónde y cuándo. Del total de trabajos 21% no entregó la información completa requerida para su total comprensión. En la suma total se encontró que 84% de los trabajos tenían coherencia informativa, es decir, relación estructural entre el titular y el texto de la nota - informe y el texto amplía de manera clara y concisa lo que se dice en el titular, o el texto desarrolla las líneas argumentales propuestas por el título. En cuanto a las mediciones realizadas en Bogotá y Barrancabermeja en relación con la coherencia entre el texto y la imagen - fotografía - sonido (cuando aplicaba), es decir, que la imagen - fotografía - sonido presentaban información coherente con el
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CAPÍTULO 5 OBSERVATORIO DE MEDIOS
texto que lo acompañaba, se observó que mientras en Bogotá la coherencia era del 83% en Barrancabermeja era del 92%. En los casos de incoherencia se halló además que en estas dos ciudades la información presentada, o bien se contradecía en 33% o confundía en 67%.
CALIFICACIÓN DEL MEDIO PARA NOMBRAR HECHOS O SITUACIONES DEL CONFLICTO ARMADO El seguimiento estuvo dirigido a registrar la forma en que el periodista califica o enmarca los hechos que describe en una situación más amplia. Es decir, si para denominar el espectro más amplio de los acontecimientos que narra utiliza el lenguaje de las fuentes, si evita esa denominación o si para especificar la tipología de la información emplea referentes políticos, jurídicos o de convenciones o acuerdos en este sentido en los ámbitos nacional e internacional. La mayor parte de los trabajos 62% en Bogotá, 37% en Barrancabermeja y 41% en Medellín no especifica o no califica. En Barrancabermeja, en las sesiones cualitativas, se puso de manifiesto que la ausencia de calificación se debía al temor que sentían los reporteros debido al momento por el que estaban atravesando. En Bogotá, en cambio, la apreciación más generalizada era que no se debía calificar el conflicto, por lo menos en lo referente a medios nacionales, debido a que, según los comunicadores, era un tema de conocimiento público y hacerlo sería redundar y quitarle espacio a otro tipo de informaciones. No obstante, 36% de los trabajos presentados en Medellín utiliza la tipología de conflicto armado y, en Bogotá, sólo lo hace 12 y 17% en Barrancabermeja. El 13% de los trabajos de Bogotá optó por denominar los hechos como guerra interna. En porcentaje menor como 4% en Bogotá ó 1% en Barrancabermeja se utiliza el lenguaje de las fuentes en la calificación de los sucesos. En Bogotá, la calificación del medio, cuando lo hace, y el contenido de la noticia es coherente en 97%, lo que deja entrever un carácter de intencionalidad.
La inquietud es: si los periodistas no nombran, no definen, no denominan ¿quién lo hará? ¿y con qué intenciones?
PRECISIÓN DEL VOCABULARIO En esta categoría la medición buscaba establecer la designación lingüística para nombrar los asuntos relacionados directa o indirectamente con el conflicto armado. Aplicaba en el caso de informaciones que se refieren a los combatientes y las acciones bélicas, y buscó establecer cuál es el grado de exactitud para referirse a éstos.
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Las categorías de medición de esta variable fueron:
Uso de vocabulario acorde con el diccionario de la Real Academia de la Lengua: En Bogotá, 17% de los trabajos hizo uso inadecuado del lenguaje, en Barranca este aspecto alcanzó 12 y 3% en Cali. En estos trabajos fue evidente el desconocimiento de normas gramaticales, uso indebido de preposiciones, falta de concordancia, errónea utilización de expresiones, mal uso de preposiciones y de adverbios y deficiencias y transposición del lenguaje de cada medio. Más allá de la normatividad, se pudo apreciar en el observatorio que estas incorrecciones no sólo confundían, sino que además contradecían o presentaban una información completamente distinta a la que el reportero se había propuesto. La mayor parte de las carencias tuvieron que ver con aspectos como los de concordancia gramatical, uso de preposiciones, manejo de los tiempos verbales, uso inadecuado de términos, abuso del gerundio y de las frases de cajón y del denominado lenguaje “cebolla”, esto es frases excesivamente largas, con incisos, paréntesis y oraciones aclaratorias que terminaron por confundir al lector, pero más aún a oyentes y televidentes. Se detectó, así mismo, que hay demasiadas repeticiones de algunos aspectos de la noticia en detrimento de otros que no se conocieron o pasaron inadvertidos. Hay abuso de pleonasmos, ambigüedades, generalizaciones y en algunas ocasiones, de adjetivaciones innecesarias. Hay utilización excesiva del “se” impersonal lo que, de alguna manera, contribuye a restarle responsabilidad para bien y para mal a los protagonistas. Así mismo, los reporteros usan de manera inadecuada eufemismos, estereotipos, sesgos, prejuicios, lugares comunes y frases de cajón
El lenguaje televisivo no es el más apropiado; se confunde con frecuencia con el lenguaje radial; hay desaprovechamiento de la imagen, imprecisión en los términos y uso precario del elemento sonoro
Uso de vocabulario acorde con el DIH. En Bogotá, 7% no se acogió a las disposiciones del DIH. En Barrancabermeja el porcentaje de uso inadecuado, bien por desconocimiento de los términos, bien por la utilización del lenguaje de las fuentes fue del 85%, en Cali del 37% y en Medellín del 28% En Cali, 59% de las piezas periodísticas utilizó el vocabulario acorde con la ley colombiana, 53% hizo lo propio en Barrancabermeja y 99% en Bogotá.
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CAPÍTULO 5 OBSERVATORIO DE MEDIOS
Con respecto a estos indicadores la inquietud que queda es:
¿Conocen los reporteros el DIH y la ley colombiana aplicada al desempeño de su oficio?
Los indicadores en cuanto a uso de metáforas y expresiones para referirse a los sujetos, asuntos y acontecimientos de la información, alcanzan en promedio en las cuatro ciudades 14%, es decir, cuando los periodistas califican o establecen juicios de valor que dirigen la interpretación de la información o utilizan frases de cajón o lugares comunes que impiden diferenciar, identificar y digerir una información con respecto a otra.
Son escasos los intentos por explorar los recursos narrativos tanto en prensa, como en radio y televisión. La medición indica que los reporteros escriben de manera uniforme, sin permitirse licencias en la creación o en la variedad de estilos o formas de narrar o de contar lo que hace que unas noticias, sin importar lugar o fecha, se parezcan a las otras y terminen por atiborrar a los públicos. Sólo 14%, en Bogotá, y 2%, en Barrancabermeja, hace intentos por innovar en cuanto a la forma de escribir. Con respecto a los medios audiovisuales el porcentaje de quienes corren riesgos en aras de diferenciar cada suceso en el imaginario y en la recordación de sus audiencias no supera 8% como sucede en la radio caleña. Es necesario mencionar que en las reflexiones verbales hechas durante la presentación de los resultados del observatorio, los periodistas mencionaron como una de las causas en la linealidad del estilo las decisiones de los jefes, editores o correctores cuando, en algunos casos, se intentaba escribir con estructuras creativas. RECUADRO 4
OBSERVATORIO MEDELLÍN
Construir un observatorio de piezas informativas sobre el conflicto armado en Colombia, durante el desarrollo del diplomado implicó poner a prueba la capacidad para cruzar el análisis del contenido y la reflexión en torno a las prácticas profesionales. Así, cada encuentro con los periodistas-alumnos se convirtió en una jornada que iniciaba en los resultados duros productos de la estadística y terminaba en un autoexamen público del ejercicio periodístico. Lo más importante para mí fue comprobar cómo la construcción del observatorio, que en la primera presentación de resultados se recibió con desconfianza, se convirtió en el espejo donde todos los alumnos querían mirarse con la intención, creo yo, de reencontrar al periodista abnegado y equilibrado que muchas veces se desdibuja, abatido por la presión de informar en un país en guerra. Patricia Nieto Orientadora observatorio de medios diplomado de Medellín
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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
3. INDICADORES DE CONTEXTO INFORMATIVO Se entendió por contexto informativo la relación que existe entre la coyuntura informativa (el hecho que acabó de suceder) y el proceso (el contexto en el que se enmarca ese hecho). Así, cerca del 48% de las piezas analizadas en Bogotá, Cali, Medellín y Barrancabermeja no establece esa relación con el acontecimiento periodístico actual, y no tiende nexos que permitan una construcción más amplia que ayude a entender los hechos de manera global. En Bogotá 54% de las piezas utiliza, en la información, antecedentes históricos e información de contexto que sirve para ubicar y enmarcar el acontecimiento periodístico actual. En Barrancabermeja el promedio alcanza 45%. La ausencia de antecedentes y la escasez de contextos como práctica periodística originan la percepción de que los hechos suceden por primera vez o se suscitan por generación espontánea, desligándolos del proceso donde reposan sus causas, y muy posiblemente sus explicaciones. Como origen de este inconveniente, según lo expresado por los comunicadores, se citó una de estas dos vertientes: la escasez de espacio o tiempo, de acuerdo con el medio, y la presunción de que las audiencias conocían esos antecedentes y esos contextos. En relación con el segundo punto el debate se centró en la diferencia de posibilidades de acceso en las regiones con respecto a la capital y la gran cantidad de información que fluye diariamente y que impide su comprensión o confunde por las diversas facetas que cada hecho puede tener.
4. INDICADORES DE PLURALIDAD Y MANEJO DE FUENTES DE LA INFORMACIÓN La noción de ‘fuente’ es un término que designa a los individuos, los grupos, los centros de poder y las instituciones que, como actores de la sociedad, tienen la capacidad de ‘comunicar’ algo y de influir en la agenda de los asuntos públicos que trata la información. Son las instituciones, grupos sociales o sujetos individuales y colectivos que proporcionan comunicación sobre los hechos y los acontecimientos. Número de fuentes consultadas y contrastación de las versiones de las fuentes El número de fuentes resultó como es obvio de la cuantificación de éstas de acuerdo con su intervención en la construcción de la información. El contraste está
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CAPÍTULO 5 OBSERVATORIO DE MEDIOS
Durante una de las sesiones del diplomado en Bogotá. Fotografía Medios para la Paz.
concebido como puntos de vista cuando la pieza periodística presentó distintas versiones de las fuentes citadas. Pero ese contraste se evidencia en lo que dijeron las fuentes citadas, no en lo que dijo el periodista sin apoyarse en ninguna fuente. Es necesario tener en cuenta que el contraste de fuentes no es lo mismo que la cantidad de ellas. Así pueden existir informaciones con más de tres o cuatro fuentes, por poner un caso, pero sus puntos de vista son similares. A mayor número de fuentes no necesariamente corresponde mayor contraste de los puntos de vista que presenta la información. Con este criterio fueron definitivamente unifuentistas, es decir, consultaron una sola fuente, 16% de los trabajos presentados en Bogotá, 32% de las piezas de Barrancabermeja, 46% de los trabajos en Medellín y 47% de Cali. Pero entre los trabajos restantes (que si bien consultaron dos o más fuentes), 64% de las piezas observadas en Bogotá tenían el mismo punto de vista; algo similar sucedió con 43% de las piezas observadas en Barranca y 46% de los productos presentados en Medellín.
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Así mismo, se puede observar una analogía entre género periodístico utilizado, calidad de la investigación y la pluralidad, diversidad y contraste de las fuentes consultadas. Así las noticias son mayoritariamente unifuentistas, mientras que los artículos de análisis, por ejemplo, visibilizan el mayor número de fuentes en cada una de las piezas analizadas. Identificación de las fuentes Se entendió por la atribución de las fuentes citadas las informaciones que ofrecen los datos de identidad de las fuentes: quiénes son, qué hacen, qué cargo tienen, dónde habitan, entre otros elementos. La identificación de las fuentes tiene que ver con criterios de calidad de esas fuentes y, por ende, de credibilidad y confianza por parte de las audiencias. Permite además establecer si esas voces fueron testigos o víctimas de los sucesos narrados o si se trató de voceros de fuentes, y aún más, si tienen intereses específicos y que se ocultan en el anonimato para obviar o dirigir la orientación de esas informaciones. En este sentido 72% de las fuentes consultadas en los cuatro observatorios se identificó plenamente. En Bogotá, 13% de las piezas identificó sus fuentes parcialmente, 11% no las identificó, es decir, atribuyó declaraciones a fuentes anónimas sin justificaciones de reserva por razones de seguridad, por ejemplo, como sí sucedió con 2% que pidieron y así se publicó, no mencionar sus nombres o que por razones de edad y de acuerdo con las disposiciones legales, no se pueden mencionar. En Cali 93%, de las fuentes fue identificado. En Barrancabermeja 19% de trabajos identificó parcialmente las fuentes, 16% no se identificó y 4% pidió reserva por seguridad. En Medellín se observó el promedio más alto de fuentes no identificadas, con 39%, lo que puede afectar en un momento determinado la plena credibilidad de las informaciones presentadas que no pueden atribuirse a seres o a rostros identificables que permiten construir la memoria del conflicto armado. No obstante, no sobra recalcar que el periodista tiene la discrecionalidad de no identificar las fuentes pensando en la seguridad de las mismas, pero nunca con otro tipo de motivaciones como el manejo exclusivista de esas fuentes y, en el peor de los casos, el reportero permitirse ser objeto de control por parte de una fuente que logra de esa manera que el periodista diga lo que le conviene.
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CAPÍTULO 5 OBSERVATORIO DE MEDIOS
RECUADRO 5
OBSERVATORIO BARRANCABERMEJA
Creo que fuimos los únicos periodistas del mundo que nos sentábamos un sábado a las 9 de la noche a analizar noticias. Y lo que es más raro aún, que a veces seguíamos el domingo a las 7 de la mañana, después del desayuno y antes de las clases formales del diplomado. Lo hacíamos en la casa de las afueras de Barrancabermeja donde se hizo el diplomado. Nos juntábamos cinco o seis personas y el trabajo era con los periodistas que venían de municipios alejados del Magdalena medio. Tenía que ser en ese momento porque era la única ocasión en que estaban, dado que otro día se dificultaba mucho su desplazamiento hasta la ciudad. Nos sentábamos con una grabadora, porque todos éramos de radio, y escuchábamos varias veces cada noticia o informe. Entre todos hacíamos el análisis que duraba hasta que nos cogía el sueño o los zancudos nos hacían parar (la casa está al lado de la ciénaga de San Silvestre y por épocas se levantaba ‘la plaga’, como le dicen en algunos pueblos de la región a esas oleadas de insectos). Con el resto de colegas, los de Barrancabermeja, las conversaciones eran días después en la sede de la diócesis local, con la misma metodología y sin mosquitos. Todas las sesiones fueron muy enriquecedoras y pese a las duras críticas que a veces se hacían a las informaciones que se analizaban, hubo un espíritu de reflexión bastante positivo que todos decíamos ojalá se volviera permanente. Juan Gonzalo Betancur Orientador observatorio de medios diplomado de Barrancabermeja
Naturaleza de las fuentes Se entendió como fuente cuando los sujetos que hacen parte de la información tienen una voz propia dentro de la información, esto es, ofrecen un testimonio, una afirmación, una opinión. Por lo general, una fuente es sujeto que dice algo de algo. En este acápite se indagó por quiénes son las fuentes y cuáles son los sujetos que aparecen en las informaciones de prensa, radio y televisión. Se establecieron las mediciones de las informaciones construidas en relación con las fuentes oficiales (como gobierno, instituciones del Estado, Fuerza Pública) y otros sectores menos visibles como la sociedad civil. En este aspecto es necesario precisar que parte de los resultados sobre la naturaleza de las fuentes tiene que ver con los momentos informativos del país o de sus regiones, es decir, que si la agenda informativa está construida en relación con diálogos o negociaciones, los sujetos y fuentes que están involucrados en esos procesos pueden tener mayor visibilidad que los demás. Ello explica por ejemplo que en Bogotá, cuyo diplomado se llevó a cabo en época de crisis y negociaciones con sectores paramilitares, 48% de las fuentes haya sido oficial y la sociedad civil haya aportado 37% de las voces.
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En Barrancabermeja, 31% de las fuentes fue oficial y 62% correspondió a voceros de la sociedad civil, entendida en un eventual doble rol, bien como sujetos, como víctimas o testigos, o bien como fuentes provenientes de movimientos y organizaciones sociales y civiles nacionales no gubernamentales, empresarios, dirigentes miembros y voceros de gremios, asociaciones, federaciones y consejos económicos y de la producción y de ligas de deportes; miembros y voceros de universidades y centros de investigación nacionales, miembros y voceros de la Iglesia: Conferencia Episcopal, obispos, prelados de la Iglesia Católica y de otras iglesias, así como víctimas y testigos. En Bogotá, la fuente gubernamental más consultada fue el presidente de la República con 27% y en Barrancabermeja el alcalde con 53%. De las instituciones del Estado, el Congreso fue la fuente más consultada en Bogotá con 50% y en Barrancabermeja, la Defensoría del Pueblo con 44%. En relación con la Fuerza Pública, tanto en la capital del país como en Barrancabermeja, la fuente que más apareció fue la policía con 53 y 54% respectivamente. De la sociedad civil la fuente más visible en Bogotá fueron las universidades con 17% y en Barrancabermeja, las organizaciones y las víctimas con 23% en cada caso. En la capital, las víctimas aparecen sólo en 7% de las piezas analizadas. Con respecto a los grupos armados al margen de la ley, los paramilitares fueron los más consultados en Bogotá con 61% y en Barrancabermeja el ELN en 40%. Los resultados tienen que ver con la agenda coincidente con cada uno de los diplomados citados. Las Farc aparecen poco en la interlocución mediática, sólo marcan 17% en los trabajos presentados en Bogotá. Espacio-tiempo ocupado por las fuentes citadas en la información Como conclusión del indicador anterior (identificación de la naturaleza de fuentes y tiempo de cada una), se definió si hubo equilibrio o no entre las fuentes citadas en relación con el espacio o tiempo que le dedicaron las publicaciones y las emisiones. Es obvio que todos los indicadores que arrojaron consultas hasta de una sola fuente muestran un desequilibrio por omisión. En los restantes trabajos se observó que por ejemplo en Bogotá, el desequilibrio fue del 61%, en Barrancabermeja del 15%, en Cali del 56% y en Medellín del 59%. La mirada presentada aquí es eminentemente cuantitativa. De ese desequilibrio se deduce que hay más visibilidad de unas fuentes frente a otras pero también de lo que dicen esas fuentes, lo que implica, sin duda, que haya versiones que tengan, aparentemente frente a las audiencias,
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CAPÍTULO 5 OBSERVATORIO DE MEDIOS
más carga informativa y a la postre, mayor influencia en la formación de las corrientes de opinión pública, al tiempo que se desechan o quedan al margen otras versiones que se emiten o publican disminuidas y sin fuerza ante los espectadores desprevenidos. La inquietud es:
¿Qué tanto se plantean los periodistas criterios de equilibrio en cuanto a visibilidad, tiempo y espacio dedicados a sus fuentes?
5. INVESTIGACIÓN PERIODÍSTICA Para establecer el criterio de calidad en la investigación de los reporteros se observó, en la medida de lo posible y de lo evidente, el origen de la información proporcionada por las fuentes consultadas, esto es, el ‘lugar’ periodístico, institucional, físico o documental de donde el periodista tomó la información para la construcción de su informe. La presencialidad y el seguimiento del periodista en la consecución de la información alcanzó en Bogotá 50%, en Barrancabermeja 65%, en Cali 49% y en Medellín 44%. Los boletines siguen siendo lugar de consulta para 9% de los trabajos analizados en Bogotá y los foros y eventos en 11% en Barrancabermeja. Esto debido a la numerosa presencia de organizaciones sociales y las múltiples actividades que lideran y promueven. Esos resultados dejan, a su vez, la inquietud acerca de las prácticas periodísticas de cerca de la otra mitad de reporteros quienes omiten su presencia en los lugares de los hechos, cuando ello es posible, y se remiten a boletines, versiones de otros medios, incluida internet, por lo que no sólo no tienen posibilidades de contrastación y verificación, sino que además refuerzan eventuales carencias de los productos informativos de los otros medios que les sirven como punto de referencia. Así las cosas las posibilidades de utilizar recursos narrativos se reducen de manera significativa.
6. INDICADORES DE TEMATIZACIÓN (ESTRUCTURA TEMÁTICA) Hace referencia a las temáticas a partir de las cuales los asuntos relacionados directa o indirectamente con el conflicto armado en Colombia aparecen como ‘noticia’ (reportaje, crónica, entrevistas, etc.) en las informaciones de los medios. Aquí es importante observar cómo las agendas de los medios construyen y delimitan los temas directa o indirectamente relacionados con el conflicto armado, así como ubican-
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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
do a determinadas ‘fuentes’ de la información con respecto a esos temas. De igual modo, interesa mirar qué agenda informativa se construye con respecto al conflicto armado en relación con el momento periodístico, la coyuntura y los procesos que llaman la atención noticiosa. Se optó por agrupar los temas de la agenda informativa en siete grandes bloques. Por ello, y como ya se señaló y acorde con el tiempo durante el que se realizó el diplomado, aparece la temática de política interna (asuntos relacionados con legislación, negociación, políticas de seguridad, reinserción) con 41% en Bogotá y 6% en Barrancabermeja. Al mirar en forma desagregada los indicadores de este ítem, se encuentra que los temas de legislación y políticas de seguridad alcanzan en cada caso 44% en Barrancabermeja y 7 y 37%, en Bogotá, respectivamente. El tema de reinserción alcanza, también 28% dentro de los asuntos informativos relevantes. La negociación de las piezas periodísticas de Bogotá suma 21% y en Barrancabermeja 11%. Lo bélico militar aparece en 18 y 19%, respectivamente. Al desagregar esta temática, resultan observaciones interesantes. Como por ejemplo en lo bélico militar, los combates, aparecen tan sólo en 10% tanto en Bogotá como en Barrancabermeja. El periodista siempre llega después y debe someterse a las versiones que le den los directamente implicados en esos combates sin poder ser testigo aunque distante por razones de su seguridad. Aparecen en cambio de manera más nutrida los temas que conciernen a acciones de grupos militares ilegales con 43% de los trabajos en Bogotá y 62% de Barrancabermeja. Mientras que las operaciones militares del Estado, contabilizan 43% en Bogotá y 21% en Barrancabermeja. En lo atinente a los derechos humanos, éstos ocupan 29% de los temas que tratan los trabajos de Bogotá. Esta temática toca la agenda de Barrancabermeja en 54% de los casos observados. El indicador que más marca es el de ataques a la población civil como quedó claro en las piezas presentadas en Barrancabermeja. Este apartado suma 16% de los trabajos de Bogotá que en cambio suman 25% en los asuntos informativos sobre el acuerdo humanitario. En la capital el desplazamiento con 16% y las acciones en relación con los derechos humanos suman 16 y 20%, respectivamente, con indicadores muy similares en Barrancabermeja en estos dos últimos aspectos. Cabe resaltar que sólo 3% de los trabajos presentados en Bogotá tratan temáticas en relación con las acciones contra la libertad de prensa. La causa: la capital no es el escenario de esas acciones.
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CAPÍTULO 5 OBSERVATORIO DE MEDIOS
7. ÉTICA PERIODÍSTICA Con base en el análisis de la nota informativa los cuatro directores del observatorio hicieron una valoración respecto a indicadores que dan cuenta de un manejo ético y responsable de la información por parte del periodista.
El 83% de las piezas observadas en Bogotá, Barrancabermeja y Cali diferencian información de opinión En un índice que llega al 97% en esas tres ciudades los periodistas respetan la intimidad y el honor personal de los implicados en la información El 91% de los trabajos observados evita recursos sensacionalistas en el lenguaje específico de su medio
Como dato particular 30% de los trabajos analizados en Bogotá informa
sobre las circunstancias que le permitieron o impidieron obtener más información. Sólo 2% lo hace en Barrancabermeja.
8. INDICADORES DE IMPACTO DE LA INFORMACIÓN Y AGENDA PROPIA Estos indicadores no se aplicaron a las piezas periodísticas sino que se exploraron en las entrevistas personales o grupales con los periodistas, pero también tuvieron seguimiento y evaluación tanto cuantitativa como cualitativa. En Bogotá, por ejemplo, a la inquietud sobre la intencionalidad subyacente en las piezas presentadas, 12% de los reporteros entrevistados aceptó que sus trabajos analizados eran producto de un esfuerzo empresarial, mientras 88% defendió los intereses periodísticos como origen de las piezas sometidas a observación. También se indagó sobre los eventuales problemas que las piezas presentadas tuvieran posteriormente a su publicación o emisión. Si bien 100% de los entrevistados coincidió en afirmar que no fueron rectificadas o demandadas 82% de los periodistas admitió haber sido sometido a presiones antes, durante y después de la publicación o emisión de sus piezas periodísticas. Todos estos periodistas señalaron presiones de los jefes de prensa de las fuentes consultadas en especial antes y durante el proceso de producción informativa, pero también adujeron “reclamos” de estos funcionarios una vez la nota informativa se hizo pública. Esas interpelaciones tuvieron diversos propósitos, el más común, ver la nota antes de ser emitida o publicada, a lo cual todos dijeron haberse negado.
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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
De ellos 40% señaló discriminación de la fuente a la hora de dar información luego de una información que no fue de su agrado. Uno de cada tres comunicadores dijo haber sentido la presión de la línea editorial del medio para el cual trabaja. Un 10% de los estudiantes dijo haber recibido advertencias para evitar la publicación o emisión de una nota en forma de “chantajes” no expresados en busca de acuerdos sobre apartes de la pieza periodística. En definitiva, 25% afirmó haber recibido amenazas veladas, mientras 75% restante negó haberlas recibido. En 90% los periodistas afirmaron que sus trabajos habían generado debate y discusión pública y que parte o la totalidad de sus informaciones habían sido retomadas por otros medios en frentes informativos relacionados. El 10% restante adujo que la ausencia de impacto tenía que ver con la cobertura o periodicidad con que se emitía o se publicaba su información.
RECUADRO 6
OBSERVATORIO BOGOTÁ
La reportería y la reflexión son parte del mismo oficio. Pero mirar los trabajos de mis colegas, con la comprensión contextual, inherente a un observatorio, fue para mí evocar los dilemas y fantasmas del ejercicio del periodismo en el pasado reciente. Trabajar en el observatorio, fue la confirmación de que la labor consciente del periodismo no es posible sin la juiciosa evaluación permanente sobre las prácticas, productos y efectos del quehacer informativo. Ser observador fue el reencuentro feliz de la pasión por el oficio y sus correspondientes sensibilidades, con el gusto proverbial por el análisis y la reflexión acerca de eso que somos en relación con el ideal común de lo que queremos ser. La generosidad de los colegas participantes, el compromiso de las tres instituciones cooperantes y la incansable labor de coordinadores, panelistas y participantes permitieron que la experiencia del observatorio, más allá de la satisfacción personal, reverdeciera la esperanza que cifré en la enseñanza de Albert Camus, cuando elegí al periodismo como la profesión de mi vida: el compromiso con la raza humana que tiene el reportero de no plegarse ante el servilismo ni ante la mentira. Mario Morales Orientador observatorio de medios diplomado de Bogotá
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CAPÍTULO 5 OBSERVATORIO DE MEDIOS
BALANCE La gran lección de este diplomado se puede resumir en este juego de palabras: dialogar para comprender el oficio, comprender para ayudarle a entender a la gente y contextualizar para informar mejor a la opinión pública. Jesús Abad Colorado, fotógrafo y periodista participante del diplomado en Medellín (2001).
Algunas de las observaciones (mas no conclusiones definitivas) que pretenden abrir el debate sobre las rutinas y prácticas de cómo se cubre el conflicto armado en Colombia son:
Predomina lo episódico, el recuento inmediato y el registro del acontecer del
conflicto armado sobre lo interpretativo y lo contextual. Sin duda, por razones propias de los formatos actuales, la noticia es el género preferido, pero el que menos posibilidades de abordaje le permite al periodista para lograr componentes de calidad en relación con el equilibrio, la diversidad de voces, el contexto y la rigurosidad informativa. Son pocos los relatos o narraciones, más allá de la simplicidad de los datos, porque no se exploran los otros géneros
El tiempo de producción está relacionado de manera directamente proporcional con la calidad de los contenidos periodísticos. En este sentido la prensa escrita entrega no sólo diversidad de géneros, fuentes y recursos creativos, sino que además presenta indicadores de mayor calidad en el uso del lenguaje en relación con la Academia de la Lengua, el DIH y la ley colombiana
No obstante, la inmediatez de los medios audiovisuales no justifica de
manera alguna, los errores, las imprecisiones y las carencias en las prácticas periodísticas. Está claro y en ello hay unanimidad que hay carencias en la formación y preparación de los periodistas para afrontar su trabajo en condiciones si bien difíciles, propias de su trabajo
Se aprecia falta de preparación, desconocimiento o confusión en el uso del
lenguaje. Hay vicios, imprecisiones y errores recurrentes que influyen sensiblemente en el enfoque de las informaciones y terminan por incidir con intención o sin ella en las valoraciones que puedan hacer las audiencias
La creatividad sigue en el centro del debate. La ausencia de estilos propios y distintivos y el temor a innovar en el lenguaje y en los géneros han propiciado una asepsia niveladora que ha devenido en frialdad y mecanicidad en la manera de abordar los lenguajes propios de cada medio con la consecuente uniformidad con que reciben los contenidos las audiencias. Así los hechos no se diferencian unos de otros
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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
El unifuentismo sigue siendo un derrotero afincado en la forma de ejercer el periodismo en Colombia, no obstante que se consulten varias voces, hay unifuentismo si esas voces tienen los mismos intereses, si se desenvuelven en igual entorno o tienen una relación lineal y directa entre sí. Si no hay contraste como principio regulador entre las voces que aparecen en las piezas, el resultado es la reafirmación de una sola idea o de una forma de ver el conflicto armado colombiano El unifuentismo es caldo de cultivo para la visibilidad exclusiva de las fuentes oficiales y también para su legitimación. No se les da espacio a las víctimas, limitadas a su papel de sujetos, de elementos de más o de menos en las cifras, que tampoco tienen contraste, pero no tienen presencia equilibrada entre las voces que permitan narrar el conflicto
El unifuentismo tiene que ver directamente con las narrativas periodísticas. Los géneros puramente informativos usan menos fuentes que los interpretativos Identificar las fuentes significa poner rostro, ayudar a la recordación, pero además evita políticas informativas o editoriales que manejen criterios con intenciones distintas
Por razones de coyuntura en las mediciones realizadas, el tema que más
aparece en mediciones como Barrancabermeja y Bogotá es el de derechos humanos, bien como acciones que los protegen, o mayoritariamente en situaciones que los afectan como ataques a la población civil y el desplazamiento forzado. Aparecen poco, en cambio, los asuntos bélicos militares, y entre ellos, escasamente los temas relacionados con combates entre las Fuerzas Militares y los grupos armados ilegales, no sucede así con las acciones de los grupos al margen de la ley que tiene aún una gran incidencia en la agenda informativa Se resaltan temas como legislación, acuerdo DIH y negociación atravesados por las coyunturas políticas.
¿QUÉ HACER? El cúmulo de estrategias construidas con los estudiantes, los expositores y los panelistas podría comenzar con los siguientes elementos:
Fortalecer la vida periodística. ¿Cómo? Mediante alianzas de colegas, aso-
ciaciones de trabajo, grupos de estudio, grupos de discusión, listas de correo, blogs, etcétera
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CAPÍTULO 5 OBSERVATORIO DE MEDIOS
Credibilidad para mantener la independencia Reportería es la base del periodismo Hay que replantear las relaciones con los jefes (ellos deben saber cómo se cubre el conflicto, qué dificultades tienen los reporteros, qué carencias hay que subsanar. Así que ese núcleo de editores, jefes y directores representa un buen target para futuras realizaciones del diplomado y de otras actividades similares)
Comprender la guerra No usar el lenguaje de las fuentes Buscar salidas a las historias desde el estilo y el formato. Por ejemplo, libros e internet para publicar
Recuperar el valor cultural e intelectual del periodismo Crear nuevas reglas de juego entre periodistas, fuentes y opinión pública Promover mapas regionales en las agendas informativas Hay que inculcar la relación ciudadanía y medios La autorregulación siempre funciona, pero también las veedurías. Y claro, las agremiaciones. Entre todos es posible construir el verdadero sentido de responsabilidad a la hora de cubrir el conflicto armado en nuestro país
A partir de la página siguiente se presentan los datos de los indicadores del observatorio de medios, con base en el cual se realizó un análisis comparativo de los resultados de las cuatro ciudades
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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Indicadores observatorio de medios
TOTAL TRABAJOS ANALIZADOS IDENTIFICACIÓN
INDICADORES DE CONSTRUCCIÓN, EXACTITUD Y COHERENCIA INFORMATIVA
(Porcentaje)
Exactitud de la información
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CAPÍTULO 5 OBSERVATORIO DE MEDIOS
INDICADORES DE CONSTRUCCIÓN, EXACTITUD Y COHERENCIA INFORMATIVA
(Porcentaje)
Coherencia informativa
(Porcentaje)
Clasificación del medio para nombrar hechos o situaciones del conflicto armado
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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
INDICADORES DE CONSTRUCCIÓN, EXACTITUD Y COHERENCIA INFORMATIVA
(Porcentaje)
Precisión del vocabulario
INDICADORES DE CONTEXTO INFORMATIVO
(Porcentaje)
Contexto informativo
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CAPÍTULO 5 OBSERVATORIO DE MEDIOS
INDICADORES DE PLURALIDAD Y MANEJO DE FUENTES DE INFORMACIÓN
(Porcentaje)
Fuentes consultadas
INDICADORES DE PLUR ALIDAD Y MANEJO DE FUENTES DE INFORMACIÓN
(Porcentaje)
Identificación de las fuentes
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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
INDICADORES DE PL URALIDAD Y MANEJO DE FUENTES DE INFORMACIÓN
(Porcentaje)
Espacio ocupado por las fuentes citadas
INDICADORES DE INVESTIGACIÓN PERIODÍSTICA
(Porcentaje)
Origen de la información proporcionada por el periodista
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CAPÍTULO 5 OBSERVATORIO DE MEDIOS
INDICADORES DE L A TEMATIZACIÓN INFORMATIVA
(Porcentaje)
Indicadores de ética periodística
Total medios analizados
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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
NATUR ALEZA DE LAS FUENTES
(Porcentaje)
Indicadores de ética periodística
NATUR ALEZA DE L AS FUENTES
(Porcentaje)
Indicadores de ética periodística
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(Porcentaje)
(Porcentaje)
CAPÍTULO 5 OBSERVATORIO DE MEDIOS
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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
INDICADORES DE L A TEMATIZACIÓN INFORMATIVA
(Porcentaje)
Asuntos de la información
INDICADORES DE L A TEMATIZACIÓN INFORMATIVA
(Porcentaje)
Asuntos de la información
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(Porcentaje)
(Porcentaje)
CAPÍTULO 5 OBSERVATORIO DE MEDIOS
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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Una mirada al proceso pedagógico del diplomado CAPÍTULO 6
Durante una de las sesiones del diplomado en Bogotá. Fotografía Medios para la Paz.
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JORGE IVÁN BONILLA* MARIO MORALES
RECOGER COSECHAS, SEMBRAR INQUIETUDES No basta la solidaridad, la palmadita en la espalda o la voz de apoyo. Los periodistas que cubren lo que en ordinario se denomina orden público en Colombia saben que se mueven en medio del conflicto armado más acentuado, más largo y más complejo de toda la historia del continente americano. Saben que nuestro territorio es uno de los vértices del triángulo mortal (que completan México y Haití) para los comunicadores en esta parte del planeta. Comprenden que el porcentaje de impunidad en los delitos y especialmente aquellos contra quienes son representantes de la prensa se acerca en nuestro país a 98 casos entre cada cien, según las cifras que manejan las organizaciones que trabajan por la protección de los reporteros. Pero los problemas no terminan allí. El cubrimiento específico del conflicto armado en Colombia tiene una serie de improntas que no sólo son peculiares sino óbices agigantados para el desarrollo de unas prácticas periodísticas idóneas y adecuadas. Obstáculos que están planteados incluso antes de que el periodista empuñe la libreta o el micrófono, antes de cruzar la puerta de su medio y que se mantienen ahí como enemigos ocultos para su oficio, entre otras muchas razones, porque cada vez es menor el tiempo disponible para reflexionar o incluso sólo para hablar del oficio. Al indagar sobre el saldo pedagógico en relación con los retos expuestos al inicio, podemos sostener que al cierre del tiempo dedicado, insuficiente pero tiempo al fin y * Comunicador social-periodista, Universidad Bolivariana. Magíster en comunicación, Universidad Javeriana. Profesor asociado del departamento de Comunicación y exdirector de la Maestría en Comunicación, Pontificia Universidad Javeriana.
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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
al cabo, en el diplomado de Periodismo responsable en el conflicto armado en Colombia se presentaron diversas posibilidades, como aquella de hacernos preguntas así todas las respuestas no estuvieran a la mano. Nos dimos el espacio para configurar una red de reflexión de reporteros y corresponsales que han sido destacados para cubrir una guerra sui generis. Esta guerra tiene, sin duda, particularidades como la esbozada por el historiador Gonzalo Sánchez y retomada por la cronista y periodista Alma Guillermo Prieto en el sentido de tener en frente el reto de informar, no de una guerra convencional entre estados, sino de un conflicto civil con masacres de por medio como armas de lucha, pero sin batallas. De afrontar el cubrimiento no de lo que está sucediendo, el fragor de un combate, por ejemplo, sino desde la perspectiva de los resultados que dejan las incursiones de los grupos armados ilegales a los que casi nunca los relatos periodísticos y las imágenes ven en acción, en confrontación con los ejércitos regulares. De narrar este conflicto que aparece ante los ojos atónitos de las audiencias (y aún de los mismos reporteros) como deshilachado, con sucesos aparentemente desconectados, como una suerte de colcha de retazos, en la que no hay grandes hitos, ni batallas señeras, ni confrontaciones históricas que pudiesen hacer cambiar el rumbo de los acontecimientos. Y en las que no hay hechos distintos a combates continuos, repetitivos e inacabables para hacerse al control de un corredor estratégico, de una zona específica, sin que el grueso de los resultados tenga por ello variaciones significativas, fáciles de medir pero especialmente fáciles de mostrar casi siempre desde la figura del guerrero. ¿De qué relatos y mediante qué imágenes está hecha la narración periodística de la confrontación armada en Colombia? Se tuvo ocasión de evaluar sobre las eventuales formas de cubrir una guerra desde la perspectiva de un corresponsal que viene de lejos, que ha traspasado las fronteras de sus lugares de origen, porque esos son los referentes que existen en los manuales de periodismo, pero se evidenció la ausencia de puntos de apoyo conceptuales específicos para el cubrimiento de un conflicto en terreno propio, en el mismo “vecindario”, con todas sus implicaciones. Esa práctica plantea diferencias de fondo tanto en el aspecto económico, como en los ámbitos ideológicos, políticos y de seguridad en la integridad personal de los periodistas. El corresponsal, tal como se concibe tradicionalmente, llega a un país lejano, con frecuencia escudado en la protección diplomática, con el dinero suficiente y el tiempo necesario para un cubrimiento adecuado. El reportero de orden público, como se le ha dado en llamar en Colombia, tiene limitaciones laborales, de contratación, de precariedad salarial, pero especialmente de implicación geográfica. Diga o escriba lo que tiene que contar, una vez publicado o emitido su mensaje, se tiene que quedar. El corresponsal convencional, en cambio se va y quizás no regrese a ese mismo sitio jamás.
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CAPÍTULO 6 UNA MIRADA AL PROCESO PEDAGÓGICO DEL DIPLOMADO
El corresponsal cuenta con menos presiones del medio para publicar o emitir y con facilidades para acceder a la información. El reportero en Colombia trabaja contra el tiempo en relación con el cierre de edición o la hora de emisión, por la premura del síndrome de la información en tiempo real, con el que contagiaron a los espectadores los nuevos medios sin espacio para digerir, para reflexionar, para analizar. Durante el diplomado se pudo pensar en las fortalezas y debilidades del ejercicio periodístico en medio de dinámicas diversas como la de los derechos humanos en escenarios carentes de héroes, en los que los iconos que quedan en el imaginario de las audiencias son escasos. Combatientes y víctimas son en su mayoría anónimos y aparecen desdibujados o aglutinados bajo números o nombres que se han autoatribuido. Pudimos preguntarnos por qué escasea también la instancia editorial pertinente, esa voz en la redacción que, con base en la experiencia y en la distancia equilibrada de los sucesos, le permita al reportero corregir el camino, reenfocar las temáticas, resaltar lo olvidado. Porque se siente la carencia en las redacciones de la cabeza fría del editor periodístico que le indique a los enviados especiales a las “zonas rojas” para dónde van el trabajo periodístico, el conflicto y el país que lo padece. Pudimos analizar la paradoja informativa, primer efecto de la globalización multimediática, de estar en el lugar de los hechos, pero saber menos que quienes a distancia tienen acceso a más fuentes de informaciones por la multiplicidad de medios y la cooptación de fuentes y de informaciones que con certeza llama el periodista Ignacio Ramonet mimetismo mediático y que indebidamente eximen al periodista del cumplimiento de uno de sus deberes primarios, como es el de la verificación de la información en las fuentes apropiadas, por la sobreestimulación de unos medios con respecto a los otros. En definitiva, estar en el lugar de los acontecimientos no basta para comprenderlos mejor. También reflexionamos acerca de las formas escriturales y narrativas con las que hoy se relata el conflicto armado. Nos preguntamos al unísono con Alma Guillermo Prieto y Germán Castro Caycedo, cómo hacer para reportear la séptima, octava o novena masacre, de tal manera que no se parezca en su redacción, en su presentación (y por ende en su representación), a las anteriores. Cómo hacer para diferenciar una muerte violenta de otra. Nos interrogamos por qué se han descuidado los géneros y hay una suerte de contentamiento con la noticia como casi única forma expositiva de los acontecimientos. Sabedores de que la repetición de los hechos sangrientos sin creatividad en las formas narrativas es generadora de pasividad en una cadena que empieza con la saturación, se extiende con el rechazo ante la sobreinformación y que en últimas genera impotencias, efecto de la incomprensión.
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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Nos cuestionamos por qué se le da más importancia a las cifras que a los rostros, a las estadísticas que a las personalizaciones o a las singularizaciones de los protagonistas, actores y víctimas, que permiten contar más cercanamente el drama de la guerra, porque por último no es una tragedia local o regional, sino una tragedia humana. Concluimos que no basta con la descripción de los hechos, sin que junto a ella se aporten elementos de comprensión que pregunten qué ocurrió y por qué sucedió. Sólo así se podría comenzar a diferenciar un suceso de otros en la percepción de las audiencias, y aportar a la responsabilidad que tienen el periodismo y los medios de crear memoria colectiva. Planteamos inquietudes en torno a la posición y la actitud del reportero en relación con los hechos objeto de su cubrimiento. La discusión tocó alternativas con respecto a la pertinencia de la toma de partido, subrepticia o no en favor, por ejemplo, de las víctimas, tomando como referencia a periodistas y pensadores del oficio como Miguel Ángel Bastenier, que han dejado de manifiesto que toda clase de toma de partido es una forma de contaminación, con el riesgo que ello implica, si se desconoce, por ejemplo, la procedencia o intenciones de quienes cree el periodista debe apoyar o estar de su parte. Tuvimos ocasión de conocer, profundizar y cotejar prácticas en relación con la ley colombiana, con el derecho internacional humanitario y con la deontología periodística. Pero al final de ésta y de todas las anteriores reflexiones, nos preguntamos por qué todo el bagaje con el que indudablemente cuenta la mayoría de los reporteros, en especial, después de los diplomados, no se refleja, como pudiera pensarse, en los trabajos observados en las emisiones y publicaciones que tienen que ver con el conflicto armado. ¿Es tan fuerte la máquina de producción de noticias? ¿Tiene tanta incidencia que puede opacar con sus moldes, lógicas y estándares las dinámicas de un cubrimiento consolidado y responsable? ¿Es tan poderosa la aplanadora del noticierismo que no permite dar cuenta en el trabajo diario de las prácticas pensadas y reflexionadas? Materia del consolidado conceptual, al cabo de las sesiones, es la inquietud sobre la condición del periodista que, al igual que algunos sectores afectados por la crudeza del conflicto, saben y repiten en voz baja las causas y efectos relacionados con la guerra pero que no alcanzan a permear sus discursos periodísticos expuestos a la luz pública y por ende, no son visibles para las audiencias mayoritarias que se quedan sin conocerlos. Durante el diplomado se evidenció que los reporteros conocen los procesos, son conscientes de sus implicaciones, de los intereses velados o manifiestos, pero no necesariamente los incluyen en los contenidos que forman parte de la agenda cotidiana. ¿Se quedan acaso en su condición de mitos o deben subyacer en el terreno de la
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CAPÍTULO 6 UNA MIRADA AL PROCESO PEDAGÓGICO DEL DIPLOMADO
leyenda, esas historias que han construido los rumores, la oralidad y el voz a voz que forma parte del acervo periodístico de los comunicadores, pero que no alcanzan a cuajar en las informaciones propiamente dichas, ni en los antecedentes, ni en los contextos informativos? Pudimos indagar por qué se pueden apreciar sensibles diferencias de fondo entre las prácticas periodísticas que se realizan en las ciudades principales y la que se lleva a cabo en las regiones, tomando como punto de referencia, por ejemplo, a Barrancabermeja. Mientras que en las primeras se pudo observar un periodismo más profesionalizado, con arreglo a valores universales del oficio, en esta ciudad fue evidente la debilidad de la actividad periodística, entendida como una institución que se caracteriza por hacer posible la visibilidad pública de la democracia mediante valores relacionados con la pluralidad, la veracidad, el equilibrio y la precisión, porque es posible cruzar una y otra vez la puerta giratoria de la reportería hacia el trabajo organizacional y hacia lo promocional en directa relación con las dinámicas y actores directos e indirectos del conflicto. Hay allí criterios de no ingenuidad que no están en concordancia con los principios aceptados y refrendados en otras latitudes del país y fuera de él. Queda pues, al término del periplo del diplomado luego de sus cuatro versiones, una serie de retos que las entidades convocantes, así como quienes en el futuro asuman actividades similares, han de tomar como referente para afrontar y resolver. Citemos entre ellos, los modos de abordaje de las narrativas de vida en relación con el conflicto, de los relatos que le apuesten a las condiciones de la misma gente sujeto y objeto de las dinámicas de la guerra, de las formas y métodos para entreverar en los géneros que permitan sacar a la luz pública las verdades de las víctimas, verdades que son trasunto de los horrores de la guerra. Sabemos que no es por inspiración o por revelación, sino que un cubrimiento responsable del conflicto obedece al desempeño de periodistas preparados con ese fin y a lógicas de medios fortalecidos para hacer frente a los avatares propios de la guerra. Sabemos que los periodistas han de explorar nuevos medios, y que en el futuro el diplomado debe mirar hacia esos nuevos medios como respuesta a la exigencia de democratización de los discursos periodísticos cuando el espacio, el tiempo o la flexibilidad de las políticas editoriales no alcancen para pluralizar los puntos de vista y las dinámicas de guerra y de paz. Hoy se hacen cada vez más necesarios nuevos centros de emisión de la palabra pública, con el concurso de las posibilidades que brindan las tecnologías de la información y la comunicación. Sabemos desde la estructura del diplomado que el conflicto está cambiando con velocidad y el país, en relación con él, también sufre cambios sustanciales que no sólo
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ameritan sino exigen medios y periodistas hábiles en la adaptación, probos en la anticipación y tendientes a afrontar los desafíos de las nuevas relaciones que se suscitan ante esos cambios intempestivos. El diplomado entonces deberá abordar los medios electrónicos sin anular la presencia e injerencia en los otros medios fundamentados en tecnologías análogas o digitales, mediante la apertura del espectro para posibilitar el estudio y reflexión acerca de las nuevas posibilidades que permiten las tecnologías como ya se ha comenzado a hacer. Sabemos que el diplomado habrá de contemplar momentos de análisis para prácticas periodísticas idóneas en regiones específicas donde la institucionalidad periodística está debilitada o maculada por influencias en las que se mezclan intereses de diversa índole de manera intencional o no, para que el periodista tenga herramientas y argumentos que le permitan afrontar momentos específicos en procesos que por definición son mutantes. Sabemos, como decíamos antes, que hemos podido fortalecer certezas, interpelar otras que lo parecían pero que no lo eran, hemos cimentado nuestro método sobre la generación de la duda y en el planteamiento de escenarios posibles que le permitan a los comunicadores adaptar, crear y construir prácticas que no los distancien de los valores universales del periodismo. Y hemos sembrado inquietudes, dudas y deseos por preguntar, porque creemos con Milán Kundera que el único antídoto contra los totalitarismos de toda especie, más peligrosos en el terreno periodístico, es antes que nada el ser humano que pregunta, y preguntar es el oficio del reportero.
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Anexos
DIPLOMADO PERIODISMO RESPONSABLE EN EL CONFLICTO ARMADO Periodistas graduados por ciudad y medio en el que estaban vínculados durante la realización de los diplomados
MEDELLÍN* Maryluz Avendaño Yolanda Bedoya Eduardo Bermúdez Natalia Botero Duque Catalina Carmona Heiner Castañeda Rocío Castañeda Fernando Cifuentes Jesús Abad Colorado Juan Diego Escobar Gustavo González Emiro Marín Carvajal Glemis Mogollón Liliana Monroy Salazar Claudia Moreno
Teleantioquia Noticias Noticiero CM& y N7 NTC Noticias Fotógrafa revista Semana Telemedellín Universidad de Antioquia Programa por la Paz Hora Cero Fotógrafo independiente El Mundo RCN TV Emisora Fénix de Oriente El Tiempo Supernoticias de Antioquia La Hoja
* Octubre 2001- abril 2002.
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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Adriana Obando Henao Yamit Palacio James León Parra Jaime Alberto Quintero Luz Madelen Ramírez Carlos Olimpo Restrepo Gabriel Jaime Salazar Jorge Alonso Sierra Jesús Emerio Torres Luz Patricia Vargas Víctor Jaime Vargas Clara Isabel Vélez Elizabeth Yarce Luz María Zapata Guillermo Zuluaga
Hora 13 Noticias Caracol TV Revista Semana La Urbe – Universidad de Antioquia CISP El Colombiano Radio Sucesos RCN Caracol TV Corpades Hora 13 Noticias Teleantioquia Noticias El Colombiano El Espectador Gobernación de Antioquia RCN Radio
CALI* Patricia Helena Aley Leidy Johana Amaya Renata Cabrales Luis Eduardo Calderón Óscar Corral Víctor Eliécer Cuero Juan Carlos Díaz Flórez Mauricio Dueñas Carlos Arturo Durán Carolina García Cristian García Gómez Darío Gómez Perlaza María Claudia Home Jair Hernán Lenis Álvaro Miguel Mina Héctor Fabio Molina Jairo Eliécer Muñoz Mónica Ospino * Julio a diciembre 2003.
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El Tiempo RCN TV elpaís.com Tuluá TV Centro Noticias Todelar Radio Buenaventura Caracol Radio Fotógrafo AFP Fotógrafo Agencia EFE Estudiante Periodismo Universidad Santiago de Cali Cascajal Stéreo Caracol Radio Noticiero 90 Minutos Radio Sucesos RCN Caracol Radio Noti 5 CVN Noticias El País
ANEXO A
Jorge Oswaldo Páez Miguel Ángel Palta Ángela María Parra Tatiana Pérez García Leo Quintero Vicente Ramírez Carmen Andrea Rengifo José Armando Saavedra Adriana Santacruz José Luis Valencia Guillermo Vallejo López Isabella Vernaza
Fotógrafo The Associated Press CVN Noticias Estudiante Periodismo Universidad Santiago de Cali Noticiero 90 Minutos Caracol Radio Magazín 7 Días RCN TV Diario Occidente Gobernación del Valle El Tiempo Caracol Radio Procívica
BARRANCABERMEJA* Julio César Abaunza Hydamis Acero Devia Ramiro Álvarez Leonardo Ardila Martha Cecilia Arias Carolina Cantillo Darley Castro Daneris Maritza Cueto Javier Gómez Garcés Blanca Isabel Herrera Julio César Hoyos Coa Luz Dary Ines Mora Ramón Albeiro León Wilson Lozano Leguizamón Beatriz Elena Mantilla José David Martínez Raúl Meneses Monsalve
Vanguardia Liberal Telepetróleo Betuliana Estéreo- Red Aredmag Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio Organización Femenina Popular- OFP Canal Comunitario TV Circunvalar Simití Estéreo- Red Aredmag Enlace Televisión Telepetróleo Enlace Televisión Asociación Red de Emisoras Comunitarias del Magdalena Medio- Aredmag Enlace Televisión Aredmag - Red San Vicente Estéreo 91.2 Caracol TV Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio Fotógrafo Vanguardia Liberal Semanario El Medio Magdalena – Noticiero Caracol
* Octubre 2004- abril 2005.
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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Ányela Muñoz Trujillo Ingrid Tatiana Paredes Alexandra Parra Carmen Cecilia Pedraza Rosberg Gerardo Perilla Álvaro Pinzón Quiñónez Luz Eliam Rodríguez Mallerly Ulloque María Eliana Villa
Telepetróleo Campo Serrano Estéreo- Red Aredmag Diócesis de Barrancabermeja Fotógrafa semanario La Noticia Yariguíes Estéreo La Tarde - Independiente Democrático Corporación Regional para la Defensa de los Derechos Humanos- Credhos Diócesis de Barrancabermeja Enlace Televisión
BOGOTÁ* Luis Jaime Acosta Carlos Eduardo Barragán Kena Betancur Edwin Bohórquez Aya Wilson Adrián Bonilla Dicson Alfonso Cabrera Cristina Callejas Campo Gloria Yaneth Castrillón Mary Rocío Franco César Arturo Garzón Arcadio González Pablo César Guevara Elber Gutiérrez Roa Orlando León Restrepo Betty Monzón Víctor Miguel Moré María Luisa Murillo Yesid Mauricio Orjuela Pilar Andrea Peña José Leonidas Peñuela Mauricio René Pichot Gustavo Reyes Ramírez Carlos Alberto Rivera María Claudia Rojas * Julio a diciembre 2005.
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Agencia Reuters Caracol TV Fotógrafa Agencia EFE El Espectador RCN Radio CM& Revista Cromos Revista Cromos Caracol Radio Canal Capital El País La Esquina Regional CM& El Tiempo Medios para la Paz Emisora Mariana AFP Radio Super Colprensa El Nuevo Siglo La W Revista Cambio La Esquina Regional UN Periódico
ANEXO A
Andrés Sánchez Villamil José Orlando Supelano Melquisedec Torres Ortiz William Alberto Varela Andrés Weisner Collazos
Colmundo Radio Emisora Kennedy Radio Super Radio Santa Fe Revista Semana
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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
PERFILES PROFESIONALES DE EXPOSITORES Y TALLERISTAS DEL DIPLOMADO PERIODISMO RESPONSABLE EN EL CONFLICTO ARMADO CONFERENCISTAS
MAURICIO BELTRÁN mauro64beltran@hotmail.com Estudió filosofía, periodismo y comunicación social y se especializó en dirección de televisión como becario de Ocic – Verbo Films. Su experiencia ha abordado la producción de cine, televisión y radio, así como la edición de impresos. En la actualidad es el coordinador del Sistema de Comunicación para la Paz (Sipaz), al que se encuentran asociados grupos de comunicación comunitaria de 25 regiones de Colombia. Desde 1996 dirige la Fundación Colombia Multicolor. ANDREA MILENA BOLAÑOS VARGAS andreamilenab@yahoo.com Politóloga con estudios en derecho humanitario y derechos humanos y procesos de democratización. Investigadora con experiencia en elaboración de informes de análisis sobre la situación de conflicto armado y violencia política, y manejo de análisis estadísticos. Es investigadora de derecho humanitario, Comisión Colombiana de Juristas y consultora Benetech -Human Rights Data Analysis Group (HRDAG). JORGE IVÁN BONILLA VÉLEZ jibonill@javeriana.edu.co Comunicador social-periodista, Universidad Bolivariana. Magíster en comunicación, Universidad Javeriana. Profesor asociado del departamento de Comunicación. Exdirector de la Maestría en Comunicación, Pontificia Universidad Javeriana.
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ANEXO B
CRUZ ROJA SECCIONAL VALLE cruzroja@crvalle.com Entidad humanitaria, independiente y privada. Sus acciones corresponden a las necesidades cambiantes del pueblo colombiano. Las acciones de la Cruz Roja Colombiana son muy diversas y se han ido adecuando a la demanda social de cada momento para responder a su misión esencial: el servicio humanitario. FRANCISCO DE ROUX. S.J. cdpmmdir@telecom.com.co Teólogo, filósofo y economista. Magíster en Filosofía, Universidad Javeriana, Magíster en Economía, Universidad de los Andes. Magíster en Teología del Centre Sevre en París, MA de Economía, London School of Economics y Doctorado (PhD) en Economía de la Sorbonne en París. Ha sido director del Programa por la Paz y del Centro de Investigación y Educación Popular (Cinep). Además ha sido catedrático en las universidades Javeriana, Nacional de Colombia y de los Andes. Desde 1995 es director del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio. ZLATKO DIZDAREVIC zlatkodi@yahoo.com Periodista nacido en Belgrado. Graduado de la Facultad de Derecho, Universidad de Sarajevo. Columnista y reportero del semanario Bhdani de Sarajevo. Fue periodista y editor en el diario Oslobodjenje y editor en jefe de las revistas semanales “Svijet” y “Nedjelja” en Sarajevo. Durante la guerra en Bosnia, entre 1992 y 1995, publicó numerosos artículos en New York Times, Le Monde, Time Magazine, La Repubblica, L’Espresso, entre otros. Autor de siete libros publicados en varios países y por los que ha recibido diversos premios. Fue embajador de Bosnia y Herzegovina en la República de Croacia. En la actualidad es embajador para el Ministerio de Relaciones Exteriores para misiones diplomáticas especiales y coordinador nacional para la Iniciativa Central Europea. Trabaja como profesor de periodismo en la escuela de Periodismo de Sarajevo. HUGO FAZIO hfazio@uniandes.edu.co Historiador, con magíster en historia, doctorado en ciencia política. Profesor titular del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Colombia y Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de los Andes. Autor de varios libros sobre relaciones internacionales. CARLOS FERNÁNDEZ karlfen@yahoo.com Antropólogo, Universidad Nacional. Diplomado en cultura de paz y gestión de conflictos, Universidad Autónoma de Barcelona - Beca Unesco de investigación. Rea-
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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
liza estudios de doctorado en paz, conflicto y democracia, Instituto para la Paz y los Conflictos, Universidad de Granada. En la actualidad se desempeña como investigador, asesor y consultor para diferentes organizaciones. Es miembro del equipo de impulso del Movimiento por la Noviolencia en Colombia. GUSTAVO GALLÓN GIRALDO ggallon52@yahoo.com Abogado y politólogo. Fue representante especial de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas para Guinea Ecuatorial (1999-2002). Miembro de la Comisión Internacional de Juristas desde 1998 y de su comité ejecutivo desde 2004. Ha sido catedrático en varias instituciones en Colombia y en el extranjero incluyendo la Universidad de Notre Dame en Estados Unidos. Ha recibido varios reconocimientos a su labor. Obtuvo su Ph.D en sociología política y una maestría en ciencia política (DEA), Universidad de París. Es director de la Comisión Colombiana de Juristas desde su fundación en 1988, y autor de varios libros y artículos sobre derechos humanos y Estado de derecho. JORGE GIRALDO calia@epm.net.co Candidato a doctor en filosofía y maestro en filosofía, Universidad de Antioquia. Profesor del departamento de Humanidades y actual director de carrera de Ciencias Políticas, Escuela de Administración, Finanzas y Tecnología (Eafit). Investigador asociado del Instituto de Estudios Políticos, Universidad de Antioquia. Ha dedicado los últimos diez años a los estudios sobre la guerra y pensamiento político contemporáneo. LUIS ALBERTO GÓMEZ alberto5gomez@gmail.com Sicólogo, Universidad Nacional de Colombia y comunicador social de la Unad. Ha trabajado en procesos orientados al desarrollo social y comunitario, la gestión ambiental y la defensa de los derechos humanos. Se ha especializado en alternativas de protección para poblaciones afectadas por el conflicto armado y poblaciones desplazadas. En la actualidad brinda asistencia técnica a diversas entidades, en la construcción de planes y programas de atención para comunidades en situación de alto riesgo y vulnerabilidad derivadas de la confrontación armada y la violencia política. PATRICIA GÓMEZ pagome@cable.net.co Comunicadora social y periodista, Universidad Javeriana. Especializada en periodismo, Universidad de Nueva York. Realizó el posgrado de historia, Universidad Nacional de Colombia. Dirigió la investigación La guerra: una amenaza para la prensa, de la Corporación Medios para la Paz.
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ANEXO B
CAMILO GONZÁLEZ POSSO camilo@indepaz.org.co Ingeniero químico y magíster en economía. Docente e investigador en temas económicos y sociales desde 1970. Autor de varios libros y ensayos sobre el tema y editor de la serie de libros Agenda de cambios para la paz; negociador del proceso de paz M-19 – gobierno. Firmante del pacto político para la Constituyente de 1991. Ex ministro de Salud. Coordinador del Mandato por la Paz 1998-2002. Presidente del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz). JUAN CARLOS HENAO jucarelo18@hotmail.com Administrador de empresas. Diplomado en cultura de paz y convivencia, Universidad Javeriana. Diplomado en Derecho Internacional Humanitario y tratamiento de conflictos, universidades Javeriana y Externado de Colombia. Miembro del equipo de impulso del Movimiento por la Noviolencia, miembro de la junta directiva, Fundación Synergia. HERNANDO LLANO ÁNGEL ellano@puj.edu.co Abogado y Magíster en Estudios Políticos. Candidato a doctor en Ciencia Política, Universidad Complutense de Madrid. Ha sido columnista de los periódicos El País y diario Occidente de Cali, en los cuales publicó la importante columna de opinión Calicanto, que puede ser consultada actualmente en http:// calicantopinion.blogspot.com. Se desempeña como profesor asociado del Departamento de Ciencia Jurídica y Política, Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, Pontificia Universidad Javeriana de Cali. MARIO MADRID-MALO GARIZÁBAL mmadrid@hchr.org.com Doctor en derecho, Universidad Externado de Colombia. Ha ejercido la docencia en varias universidades. Ha asumido importantes cargos, entre ellos, el de director nacional de Promoción y Divulgación de los Derechos Humanos, Defensoría del Pueblo. Desde agosto de 1997 es el asesor legal de la Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, y desde 2002 Conjuez de la Corte Constitucional. IRIS MARÍN ORTIZ imarinortiz@coljuristas.org Abogada, Universidad Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Maestría en derecho, Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional de Colombia. Su experiencia laboral y académica se ha centrado en el trabajo de defensa de los derechos humanos desde una perspectiva jurídica. Se desempeña como coordinadora del área de Promoción y Debates, Comisión Colombiana de Juristas.
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GLORIA MORENO ggcastro@hotmail.com Periodista con sólida experiencia en la realización de investigaciones sobre temas sociales, culturales, ambientales y de derechos humanos. Tiene amplio conocimiento en la dirección de organizaciones, la formulación y gestión de proyectos y el desarrollo de productos informativos. Durante ocho años se desempeñó como directora ejecutiva de la Coorporación Medios para la Paz. En la actualidad es su presidenta. CARLO NASI cnasi@uniandes.edu.co Licenciado en ciencia política, Universidad de los Andes, máster en relaciones internacionales, Ph.D en gobierno y estudios internacionales, Universidad de Notre Dame. Merecedor de becas en Standfor University, Institute for the Study of World Politics, Universidad de Notre Dame y Consejo Británico. Director de especializaciones del departamento de Ciencia Política, Universidad de los Andes. ANDRÉS RESTREPO arestrepo@segobdis.gov.co Ph.D en historia, Universidad Lomonósov de Moscú y Máster of Arts en Periodismo, Universidad de Voronezh. Académico y consultor del sector público y privado. Experto en metodologías de resolución de conflictos y en procesos de concertación social. En la actualidad se desempeña como subsecretario para los Asuntos de Convivencia y Seguridad Ciudadana, Secretaría de Gobierno, Alcaldía Mayor de Bogotá. GERMÁN REY germrey@hotmail.com Asesor de la Casa Editorial El Tiempo, diario del que fue Defensor del Lector entre 2000 y 2002. Ha sido uno de los críticos de televisión más reconocidos en Colombia.Con Jesús Martín Barbero publicó Los ejercicios del ver. Hegemonía audiovisual y ficción televisiva. Es autor y coautor de cerca de treinta libros. Es miembro del Consejo Rector del Premio Nuevo Periodismo Cemex-FNPI. ANDRÉS SÁNCHEZ ansanthor@yahoo.com Abogado, Universidad de los Andes. Maestrías en Derecho Internacional de los Derechos Humanos, Universidades de Leicester (Reino Unido) y de Notre Dame (EEUU) así como en el Instituto Internacional de Derechos Humanos de Estrasburgo (Francia). Ha sido profesor universitario de derechos humanos y Derecho Internacional Humanitario, y ha desarrollado su trabajo en calidad de defensor de derechos humanos desde la Presidencia de la República, Defensoría del Pueblo y, posteriormente, desde el sector no gubernamental en la Comisión Colombiana de Juristas.Tiene amplia experiencia en el trabajo de defensa de los derechos humanos ante las Naciones Unidas.
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ANEXO B
ANTONIO SANGUINO asanguino2001@yahoo.es Sociólogo y magíster en desarrollo regional, Universidad de los Andes. Fue miembro de la Corriente de Renovación Socialista, organización que depuso las armas en 1994. Es experto en temas de paz, derechos humanos y del conflicto armado en Bogotá. Director de la Corporación Nuevo Arco Iris. MARÍA TERESA URIBE penelope@epm.net.co Licenciada en sociología, Universidad Pontificia Bolivariana y magíster en planeación urbana, Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín. Profesora titular, Universidad de Antioquia. Coautora, entre otros, de: Urabá, región o territorio (1992) y Raíces del poder regional: el caso antioqueño (1998). Ha publicado diversos artículos en revistas nacionales. LEÓN VALENCIA leonvalencia@hotmail.com Fue miembro del comando central del grupo guerrillero ELN en la década del ochenta. En 1994 participó en la firma de un acuerdo de paz con el gobierno nacional. Columnista de los diarios El Tiempo y El Colombiano y en revistas como Semana, Diners y Credencial. Entre sus publicaciones recientes se encuentran: Adiós a la politica, Bienvenida la guerra, un ensayo político, y la novela Con el pucho de la vida. JAVIER TORRES VELASCO javiertorres@cable.net.co Ph.D y Máster of Arts en ciencia política, Universidad del Estado de Nueva York. Licenciado en ciencia política, Universidad de los Andes. Algunos de los cargos desempeñado son: director Programa BID - Ministerio de Educación, asesor estratégico del Ministerio de Defensa Nacional, asesor de la Consejería de Seguridad y Defensa Nacional, profesor y catedrático de varias universidades. MÓNICA VELÁSQUEZ monicavelasquez@yahoo.com Comunicadora social y periodista. Magíster en ciencias políticas. Obtuvo el Premio nacional de periodismo económico en televisión (Anif, 1995) y el Premio nacional de periodismo Simón Bolívar (1995). Realizó en 2002 y 2003, junto con Patricia Gómez y Héctor Fabio Cardona, la investigación de Medios para la Paz “La guerra, una amenaza para la prensa”. Ha sido docente universitaria y trabaja en el diseño de comunicaciones estratégicas.
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JUAN DAVID VILLA judavigo@yahoo.com Sicólogo, Pontificia Universidad Javeriana. Allí adelantó el ciclo básico de formación en filosofía, Baccalearum filosófico entre 1991 y 1992, ciclo básico eclesiástico. Colaboró en el Cinep con las comunidades de paz entre 1999 y 2002. Posteriormente trabajó en el Programa Teveré de la Sección Vida, Justicia y Paz del Secretariado Nacional de Pastoral Social entre 2002 y 2003. En la actualidad hace parte del Programa por la Paz en el oriente antioqueño en procesos de reconciliación, recuperación emocional y organización de víctimas. DARÍO VILLAMIZAR darioamp@colnodo.apc.org Politólogo y escritor. Publicó Aquel 19 será (1996), Un adiós a la guerra (1998), Jaime Bateman biografía de un revolucionario (2002) y ensayos sobre el conflicto armado colombiano y los procesos de paz. Docente de varias universidades en cursos sobre resolución de conflictos y Derecho Internacional Humanitario. Consultor y asesor. En la actualidad coordina el Programa de Atención Complementaria a la Población Reincorporada, Alcaldía Mayor de Bogotá.
TALLERISTAS ROCÍO CASTAÑEDA CISNEROS rociocas99@yahoo.com Comunicadora social, Universidad de la Sabana. Con especialización en ética y derechos humanos, Universidad del Valle, y un máster internacional de estudios para la paz y el desarrollo, Universidad Jaume I (España). Su formación profesional se ha enfocado al trabajo en comunicación para el desarrollo. Hace parte del equipo de proyectos del Programa por la Paz, en donde coordina la línea de opinión pública favorable a la paz. GERMÁN CASTRO CAYCEDO ggcastro@hotmail.com Periodista con más de tres décadas de ejercicio continuo. Ha sido distinguido con diez premios nacionales y ocho internacionales de periodismo. Los últimos, el Premio Rodolfo Walsh que destacó a El Karina como el mejor libro de narrativa no ficción publicado en España en 1999 y el Premio Planeta 2005. Ha publicado dieciocho libros, algunos en España, Francia, Grecia, Hungría y Japón. AMPARO DÍAZ URIBE amparo.diaz@undp.org Periodista, Universidad de Oriente (Santiago de Cuba). Ph. D. en periodismo y filología, Universidad Lomonósov de Moscú, maestría en diplomacia, ciencias
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ANEXO B
políticas y relaciones internacionales. Coautora de Para desarmar la palabra. Diccionario de términos del conflicto y de la paz de la Corporación Medios para la Paz (1999). Es oficial de comunicaciones del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. GUILLERMO GONZÁLEZ URIBE guillogonzalez@yahoo.com Periodista y editor. Comunicador social con especialización en opinión publica, Universidad Externado de Colombia. Realizó un posgrado en gestión cultural, Universidad de Barcelona. Se ha desempeñado como editor del Magazín Dominical de El Espectador, director de la revista Gaceta de Colcultura y como director de la revista Número desde hace trece años. Premio Planeta de periodismo 2002 por su trayectoria profesional y su libro Los niños de la guerra, entre otros reconocimientos. ARTURO GUERRERO arturoguerrero@etb.net.co Filósofo, periodista y escritor. Ha sido reportero de radio, televisión, prensa escrita y agencias de noticias. Publicó, entre otros, Anarcoiris: textos casuales (1995), Trópico: visiones de la naturaleza colombiana (1997), El amor bravío (1999) y Habitantes de la memoria (2005). Es columnista de El Colombiano de Medellín y colaborador de Lecturas Fin de Semana de El Tiempo. JUAN JOSÉ HOYOS juanjhoyos@epm.net.co Periodista y escritor. Licenciado en comunicación social y periodismo, Universidad de Antioquia. Ha sido corresponsal y enviado especial del periódico El Tiempo. Ha publicado varios libros y es profesor de periodismo, Facultad de Comunicaciones, Universidad de Antioquia. Sus crónicas han sido publicadas en el periódico El Colombiano, donde es columnista de la edición dominical. DIANA LOSADA diana_losada@hchr.org.co Comunicadora social-periodista, Universidad de Antioquia. Posgrado en ciencias políticas, Universidad Autónoma de Medellín. Fue directora del área nacional y redactora del área de paz y conflicto armado del periódico El Colombiano. Reportera especializada en estos temas en el diario El Tiempo. En la actualidad es coordinadora del área de difusión y prensa de la Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Ha sido merecedora del Premio Simón Bolívar en 1995 y 1996 y de la SIP, también en 1996, por mejor investigación en prensa.
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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
EDUARDO MÁRQUEZ edumago2000@yahoo.com Periodista. Se ha desempeñado como redactor de política, orden público y procesos de paz en la Revista Cromos y como cronista de varias revistas nacionales. Es catedrático de varias universidades colombianas. En dos ocasiones ha recibido mención especial en la modalidad de Mejor crónica del Premio de periodismo Simón Bolívar, en 1996 y 1998. Actual coordinador del Centro de Solidaridad de la FIP con los periodistas de Colombia (Cesofip). JOSÉ NAVIA josnav@eltiempo.com.co Cronista. Comunicador social, especializado en periodismo urbano, Universidad Bolivariana. Ha sido catedrático en varias universidades. En 1992 ganó en dos ocasiones el Premio nacional de periodismo del Círculo de Periodistas de Bogotá (CPB), entre otros reconocimientos a su labor. Es autor, entre otros, de El lado oscuro de las ciudades. Es editor de reportajes de El Tiempo. JAVIER DARÍO RESTREPO jrestrep1@cable.net.co Periodista con 50 años de experiencia, 27 de los cuales trabajó en televisión. Autor, entre otros, del libro Ética para periodistas (en colaboración con María Teresa Herrán), El zumbido y el moscardón, Cartas de guerra y testigo de seis guerras. Ha dirigido múltiples talleres para periodistas y es maestro, columnista y merecedor de importantes premios de periodismo en el país y en el exterior. Fue Defensor del Lector en los diarios El Tiempo y El Colombiano. HÉCTOR RINCÓN noticiero1@caracol.com Periodista. Ha sido reportero de Cromos, editor de Semana, El Tiempo y Cambio. Fundador y director de La Hoja de Medellín y Bogotá. Miembro de mesas de trabajo radiales dirigidas por Yamid Amat. Director de noticias de Caracol en Antioquia y director nacional en la misma cadena. Es miembro de la mesa de La Luciérnaga, columnista de Cambio, colaborador de Soho y profesor de la especialización de periodismo, Universidad de Los Andes. ROBERTO RUEDA LÓPEZ ruedaroberto65@yahoo.com Sicólogo, Universidad Javeriana, con amplia experiencia en el área educativa y clínica. Estudios de posgrado en comunicación-educación, Universidad Central. Estudios de posgrado en estudios culturales, Universidad Javeriana. Especial interés en la relación entre afectos, comunicación y cultura. Estudioso de la aplicación de la sicología transpersonal al desarrollo humano.
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ANEXO B
ALBERTO SALCEDO RAMOS albertosalcedo@cable.net.co Comunicador social–periodista, Universidad Autónoma del Caribe. Dirige el programa de televisión Experiencias significativas que emite Señal Colombia. Es autor de varios libros. Ha sido merecedor de diversos premios y reconocimientos a su trabajo. Acaba de publicar el libro El oro y la oscuridad, biografía de Kid Pambelé. En la actualidad se desempeña como cronista de las revistas Soho y El Malpensante y es corresponsal de Ecos de España. CAROLINA TEJADA carotejadab@yahoo.com Sicóloga, Universidad Javeriana. Ha trabajado en el área clínica y educativa. Está vinculada al Programa por la Paz donde trabaja en la línea de educación para la paz.
OBSERVADORES JOSÉ VICENTE ARIZMENDI jarizmendi@puj.edu.co Comunicador social y periodista, Universidad de la Sabana. Diploma de Posgrado PGLA, Universidad de Navarra (España). Diploma de Posgrado del Goldsmith’s College, Universidad de Londres. Fue director del Noticiero 90 Minutos del canal regional Telepacífico y director de la carrera de Comunicación, Universidad Javeriana de Cali. Es columnista del diario El País y director del departamento de Ciencias Sociales, Universidad Javeriana de Cali. JUAN GONZALO BETANCUR juango@unab.edu.co Periodista. Especialista en análisis político y del Estado, Universidad Autónoma Latinoamericana (Medellín) y en comunicación y conflictos armados, Universidad Complutense (Madrid). Fue periodista del diario El Colombiano, donde se especializó en manejo de información sobre violencia y conflicto armado interno. Es profesor e investigador, Facultad de Comunicación Social, Universidad Autónoma de Bucaramanga (Unab). MARIO MORALES moralesm@javeriana.edu.co Comunicador social–periodista. Realizó estudios de filosofía y letras y adelanta su maestría en literatura. Ha sido reportero, cronista, jefe de unidades investigativas, jefe de redacción y subdirector de espacios informativos en prensa, radio y noticieros de televisión. Dirige el portal http://www.nuestracolombia.net y es uno de los pioneros de los blogs colombianos. Autor de cinco novelas que le han merecido varios reconocimientos. Ha sido docente universitario y es el director del campo de Periodismo de la Universidad Javeriana.
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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
PATRICIA NIETO nietopatricia12@hotmail.com Comunicadora social-periodista, magíster en ciencias políticas, Universidad de Antioquia y candidata a doctora en comunicación, Universidad Nacional de La Plata. Autora de reportajes sobre el conflicto armado en Colombia publicados en diversas revistas colombianas y de investigaciones académicas del mismo tema en el grupo dirigido por la profesora María Teresa Uribe del Instituto de Estudios Políticos, Universidad de Antioquia. En la actualidad es profesora de pregrado en periodismo, Facultad de Comunicaciones, Universidad de Antioquia.
PANELISTAS MARISOL GÓMEZ GIRALDO margir@eltiempo.com.co Es egresada de la Universidad Pontificia Bolivariana , donde también fue docente. Ha sido tallerista en la actualización en periodismo, Universidad de los Andes y del seminario sobre el cubrimiento del conflicto, Universidad Sergio Arboleda. Autora del libro Desterrados, cicatrices de la guerra en Colombia. Es editora de nación del diario El Tiempo. HOLLMAN MORRIS holman_m@hotmail.com Director del programa de televisión Contravía, profesor de la Facultad de Comunicación, Universidad Sergio Arboleda y director del periódico El Universitario. Ha sido periodista de los noticieros AM-PM, Criptón, Noticiero Nacional, RCN Televisión, fundador de la Unidad de Paz y Derechos Humanos del periódico El Espectador. Autor del libro Operación ballena azul, obra finalista de los premios de literatura del Ministerio de la Cultura. JUAN MANUEL RUIZ juanruizmachado@hotmail.com Periodista, Universidad de la Sabana, especialista en relaciones internacionales, Universidad Jorge Tadeo Lozano y estudios latinoamericanos, Universidad de Indiana. Asesor de la Unión Europea. Periodista de radio, prensa y televisión. Ganador de cuatro premios de periodismo Simón Bolívar en las categorías de análisis de televisión (1995), crónica de radio (2002), narración en radio (1999) y cubrimiento electoral (1998). También recibió el premio CPB de periodismo por mejor reportaje en radio (2006). Coautor de los libros El regreso del infierno y La banda presidencial. Es el coordinador general de noticias de Radiosucesos RCN.
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ANEXO B
MARTA RUIZ mruiz@semana.com Comunicadora social–periodista, Universidad de Antioquia. Realizó una especialización en televisión, Universidad Javeriana. Ha publicado el libro Esta ciudad que no me quiere, de relatos sobre jóvenes, y fue editora de Bajo todos los fuegos. Es editora de seguridad de la revista Semana.
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