HALL LA VENTANA
INTERIORISMO EMOCIONAL
Ilustración: Mary Dhianna/Freepik.
Los interioristas hablan de crear espacios que provoquen emociones en las personas, que les hagan sentirse cómodos, protegidos, seguros, desinhibidos o relajados como si estuvieran en su hogar. De hecho, no existe anhelo más compartido en el mundo de las cadenas hoteleras que esa idea de que los huéspedes se sientan “como en su propia casa”. La despersonalización de las habitaciones está penada con la infidelidad de los clientes, la única que no se puede perdonar en estos tiempos. Los mejores interioristas son capaces de materializar este deseo en un espacio real, con recursos que muestran su oficio. Estudian con detenimiento detalles esenciales que parecen no revestir más importancia pero que, en conjunto, son los que insuflan vida a los espacios y les permiten hablar nuestro lenguaje, hacernos sentir bien allí dentro. Detalles que sería bueno repasar para recordar que también una casa es un espacio de emocio-
10 casa viva
nes. Que no hay metros cuadrados ni comodidades eléctricas que puedan suplir la sensación de compartir una película en el sofá el domingo por la tarde con la persona que quieres. Ese lenguaje es el mismo que hablamos en nuestra revista y con el que nos comunicamos cada mes con lectores que disfrutan, como nosotros, de esa narración íntima que es una vivienda. Historias privadas en las que nos dejan colarnos durante una jornada para captar unas imágenes y compartirlas. Álbumes de fotos cotidianas reflejadas en las atmósferas de las habitaciones, en las mamparas de las duchas, en espejos y ventanas aparentemente vacíos, pero, en realidad, repletos de emociones reales que podemos intuir. Una suerte de voyeurismo consentido, con la ayuda de nuestros queridos interioristas, para goce de diletantes de la decoración. Si miramos casas de la otra punta del mundo veremos que compartimos un léxico cada vez más universal. La luz, el clima, la amplitud, las texturas que tocamos, los muebles escogidos, la lencería de cama, los objetos decorativos, los recuerdos de viajes, las fotos enmarcadas, los imanes en la nevera, los dibujos de los críos, los libros sobre la mesita… Y si esta revista pudiera disfrutar de más dimensiones, como los medios de comunicación que nos pinta el futuro, podríamos apreciar cosas como un fondo musical, o un aroma inconfundible a fragancia doméstica. Como espacio de emociones, la vivienda debe apelar a los cinco sentidos y por eso sería un ejercicio de primer orden comprobar si se lleva bien con cada uno de ellos. Si es agradable a la vista, amorosa al tacto, si los sonidos con que nos envuelve, incluido el silencio, son amistosos. Asegurarse de que huele a las esencias que nos proporcionan confort, de que podemos disfrutar del sabor de un café en el entorno adecuado. Para esta película que vivimos cada día, el entorno debe funcionar como una escenografía perfecta, adecuada, idónea. Y ahí entra en juego la experiencia de los profesionales de la puesta en escena vital que saben declinar las palabras del lenguaje decorativo para construir un discurso atractivo. De ellos aprendemos esos detalles que forman parte de un espacio emocional que apela directamente a nuestro corazón.