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Cultural
¡MÁS DE
1,000,000 DE VISITAS AL MES!
LECCIONES DE AUGUSTO
PARA UN MUNDO EN RIESGO Dos mil años después, un repaso a la figura del emperador romano proyecta reflexiones para defender la democracia. PÁGINAS DE 8 A 10
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PSICOLOGÍA
DOMINGO \ EL MAÑANA \ 23 de noviembre de 2014
No hay maestro
pequeño - Preguntar, asombrarse, seguir el instinto, vivir el momento. estar orgullosos de los logros... - Son algunas de las lecciones que se pueden aprender de los niños si se está atento
Por Gabriel García de Oro Una vez, una madre primeriza le preguntó a Alejandro Jodorowsky cómo debía educar a su hijo, a lo que el artista chileno le respondió sin vacilar: “Deja que él te eduque a ti”. Esta anécdota, más allá del inteligente juego de significados, encierra una gran verdad que en muchas ocasiones se pasa por alto. Y es que los niños tienen mucho que enseñar y los adultos tenemos mucho que aprender. Carlos Goñi y Pilar Guembe, en su libro Aprender de los hijos, lo resumen de forma brillante al asegurar que “cada hijo nos trae el mismo mensaje: a partir de ahora, todo va a ser al revés: aprende el que
DIRECTOR GENERAL
enseña, recibe el que da, queda lleno el que se vacía. El poeta inglés George Herbert decía que un padre vale por cien maestros; nosotros pensamos que la frase también se puede aplicar a los hijos”. Sí, se puede aprender de los hijos,
pero también de los niños en general. Incluso podemos reaprender del niño que sigue estando dentro de nosotros. Decía Novalis, el gran poeta del romanticismo alemán, que “ahí donde está la infancia se encuentra la edad de oro”. Una edad de oro en la que crecemos, nos desarrollamos y aprendemos con naturalidad, sin ningún esfuerzo. Lo que ocurre es que llega un momento en el que olvidamos aquellos valores y actitudes que teníamos incorporados y que nos hacían descubrir el mundo de una forma apasionada y apasionante. Existe un momento en nuestra vida en el que toda actitud infantil es rechazada con
EL MAÑANA
ORLANDO TOMÁS DEÁNDAR MARTÍNEZ odeandar45@hotmail.com COORDINADOR Adrián Altamirano Jaime adrian.altamirano@elmanana.com
DISEÑO Mariela Olvera
APARTADO POSTAL 14
frases del tipo “no seas niño” o “parece mentira, es peor el padre que el hijo” y cosas por el estilo que seguro que suenan familiares. Así, poco a poco, estas sanciones verbales van calando en el interior y hacemos eso que solo deberían hacer las frutas, es decir, madurar. Si nos apartamos de nuestra infancia, también lo hacemos de las grandes posibilidades de instruirse, desarrollarse y crecer. Son muchas y muy variadas las grandes lecciones que se pueden aprender observando a estos pequeños maestros. A continuación, 10 de ellas, aunque, como suele pasar con el aprendizaje, sea del tipo que sea, lo mejor es que cada uno observe y saque sus propias conclusiones.
Cultural
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Domingo es un magazine semanal. Impreso en los talleres de Editora DEMAR, S.A. de C.V., ubicados en la calle Matías Canales No. 504, Código Postal No. 88620, Col. Ribereña, Apartado Postal No. 14, Cd. Reynosa, Tam. domingocultural@elmanana.com
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CULTURA de las ofrendas más importantes de Mesoamérica, con 50.000 objetos de enorme valor. El túnel era una representación metafórica de la cueva del origen de los tiempos que había quedado orillado a la mitología prehispánica. “El hallazgo nos abre posibilidades de tener nuevos conocimientos sobre la cosmogonía, la religión y la cultura en toda la región”, asegura el arqueólogo. Ahora se sabe que allí abajo, una zona restringida a los más poderosos, se celebraban los rituales para nombrar a las autoridades. “Las divinidades del mundo de los muertos otorgaban su poder a los nuevos gobernantes ahí”, dice Gómez. Las pruebas de carbono 14 han revelado que algunas de las ofrendas datan del año 126. Los arqueólogos están entusiasmados porque dentro del tesoro hallaron “fragmentos significativos” de piel. Esto aportaría más información sobre las etnias que poblaban los diferentes barrios de Teotihuacán. “No se ha encontrado algo así en todo México”, dice Gómez, que trata de mantener a raya su optimismo señalando que se tienen que realizar pruebas de ADN para descartar que se trate de restos de animal. El descubrimiento del grupo de expertos del INAH marca un hito en la historia arqueológica de México. Para que los
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UNA IMAGEN DE ESCÁNER MUESTRA EL INTERIOR DEL TÚNEL DE LA PIRÁMIDE DE TEOTIHUACÁN.
Los investigadores descubrieron “fragmentos” de piel entre el tesoro. trabajos comenzaran hace 11 años fue necesario retirar casi 1.000 toneladas de tierra. Hasta 2009 el proyecto no comenzó a tomar forma. Las primeras imágenes del interior se lograron en 2010 gracias al robot Tlaloque I, el primero utilizado en México para explorar zonas arqueológicas frágiles y el segundo del mundo (tras Egipto). “Lo hicimos en cuatro meses con materiales que reciclábamos y con lo que encontrábamos”, explica Hugo Guerra, el ingeniero del Instituto Politécnico Nacional que lo creó. El ingenio del alumno de mecatrónica logró poner ojos en un sitio que había estado vedado desde el año 550, cuando el túnel sufrió una clausura definitiva. Ante el éxito se diseñó una nueva máquina que auxilió a los arqueó-
logos a encontrar tres habitáculos en el recorrido. Los especialistas hallaron allí algunos de los objetos más fascinantes. Se trata de cuatro esculturas, tres femeninas y una masculina. Estaban de pie observando hacia la intersección de las tres recámaras. Excavar en México y su pasado suele dejar al descubierto más preguntas que certezas. Al menos así ha sido para Gómez, que cree que las misteriosas esculturas dirigen su vista hacia la tumba de algún importante sacerdote o exgobernante de Teotihuacán. “Creemos que el túnel se clausuró definitivamente para resguardar algo. Existen indicios de una sepultura ritual”, dice. El misterio quedará sin respuesta al menos hasta 2015, cuando el proyecto Tlalocan concluya.
PIEZAS ENCONTRADAS EN TEOTIHUACÁN DESPUÉS DE 11 AÑOS DE EXPLORACIÓN.
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PSICOLOGÍA
CULTURA
LA RIQUEZA DEL MUNDO
DE LOS MUERTOS
1. Ahora es lo que cuenta. Los niños viven el momento con total intensidad, sin reservarse nada para después. Ponen toda su energía, empeño y corazón en lo que están haciendo ahora. Cuando están corriendo, cuando están construyendo una torre de piezas de madera, cuando se bañan en la playa… son capaces de estar inmersos en el presente. Ese es su tiempo y ahí es donde viven, sin dejarse agobiar por pensamientos del pasado ni preocupaciones del futuro que es posible que jamás lleguen. 2. Preguntar aquello que no se sabe. Sentenciaba Confucio que la verdadera sabiduría está en “saber que se sabe lo que se sabe y que no se sabe lo que no se sabe”. Sin duda, en la infancia, conscientes de todo aquello que se ignora, no paramos de preguntar y preguntar. No nos da vergüenza admitir que no sabemos esto o aquello con tal de obtener respuestas, y una vez conseguidas aparecen los “por qué” tan temidos por los padres, porque es muy posible acabar en un callejón sin salida o en cuestiones metafísicas. Pero es siendo capaces de preguntarse el porqué de todo como se crece y se sigue adelante.
ARQUEÓLOGOS MEXICANOS EXHIBEN OBJETOS DE HACE 1.800 AÑOS HALLADOS EN TEOTIHUACÁN Por Luis Pablo Beauregard La representación del inframundo en la tierra la forma un túnel de 102 metros de longitud y 2,5 de altura. El agua llegaba a las rodillas de los sacerdotes que lo recorrían. Sus antorchas hacían brillar la cúpula, que titilaba gracias a la pirita que se había aplicado a la bóveda para representar las estrellas que los antiguos mexicanos creen que se veían desde el mundo de los muertos. En las cámaras se hallaban miles de ofrendas traídas desde lejos, como el jade, caracolas de mar talladas, colmi-
llos de grandes felinos, vasijas de cerámica y otros objetos alusivos al agua en honor a Tláloc, una de las deidades más temidas y veneradas en Mesoamérica. El inframundo estuvo oculto por más de 1.800 años en el subsuelo de Teotihuacán, debajo del Templo de la Serpiente Emplumada, una de las zonas arqueológicas más visitadas de México, a 50 kilómetros de la capital. María Teresa Romero, directora del
VISTA CON ESCÁNER del túnel excavado en Teotihuacán.
Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), presentó recientemente al público los principales logros del proyecto Tlalocan: camino bajo la tierra, con los principales hallazgos de cinco años de trabajo en la excavación. Quizá fue algo más que la suerte lo que hizo que las fuertes lluvias del otoño de 2003 llevaran al arqueólogo Sergio Gómez a descubrir un pozo en la parte conocida como La Ciudadela, al sur de
Un robot, creado para la exploración, permitió captar las primeras imágenes.
la Pirámide de la Luna. Ayudado por sus colegas, bajó 13 metros amarrado por una cuerda. A través de un boquete de 83 centímetros de diámetro se dio cuenta de que había un espacio que se extendía desde la Gran Explanada hacia el Templo de la Serpiente Emplumada. Fue el inicio del proyecto Tlalocan. Gómez siguió su instinto. Las leyendas contaban que la entrada al inframundo se hacía desde el oeste, y que al este había un sitio “lleno de riquezas, abundancia y fecundidad creadora”. El líder del proyecto no imaginó entonces que ahí hallaría una
3. Asombrarse de lo que nos rodea. Si no se ejercita, la capacidad de asombro disminuye con el paso del tiempo. Y con ella, la creatividad. Pero se puede practicar, podemos obligarnos a que las cosas nos sorprendan. Decía Proust que “la verdadera felicidad no consiste en encontrar nuevas tierras, sino en ver con otros ojos”. Esos nuevos ojos son los mismos que tuvimos cuando éramos pequeños. Porque si mirásemos el mundo con los ojos de un niño, sería un lugar absolutamente maravilloso y mágico. No habría espacio para las rutinas, ni el aburrimiento, ni la desidia. 4. Caerse es parte del aprendizaje. Observando lo que ocurre en un parque cualquiera se puede ver con qué naturalidad los niños y niñas que allí juegan se caen y se levantan y se vuelven a caer como si no hubiera pasado nada. Pantalones rasgados, vestidos manchados, alguna pequeña herida que requiere de un poco de agua y ya está. El juego continúa. Ellos se caen
sabiendo que se van a levantar y que se van a volver a caer. Si de mayor es tan difícil aprender a ir en bicicleta no es por una cuestión de habilidad o equilibrio, es por el miedo que da caer. Y quien dice bicicleta dice cualquier desafío que requiera de superar los miedos propios. 5. Y mancharse también. La suciedad asusta. Queremos vivir, pero salir impolutos del intento. Tocamos la comida con cubiertos, nos sacudimos enseguida la arena o la nieve en el abrigo. Los adultos crean un mundo aséptico que huele a consulta de médico y que los alergólogos alertan de que es pernicioso para el desarrollo del sistema inmunitario. Pero además, esta cruzada en contra de la suciedad hace tomar distancia del mundo, pero cuando éste se vive con total intensidad salpica. Experimentar ensucia. Explorar ensucia. Construir ensucia. Es parte del aprendizaje. 6. Liberados de la obsesión por lo nuevo. Ver una película y volver a verla una y otra vez. Querer escuchar ese cuento que ya ha sido contado en cientos de ocasiones. Repetir la misma camiseta porque es su favorita. Los niños reinciden. No están sujetos por la espiral de la novedad constante. Por esa ansia que produce el incesante bombardeo publicitario que dice que lo nuevo es mejor. Son inmunes, aún, a ello. 7. Seguir el propio instinto. Los más pequeños actúan y deciden por instinto. Por instinto se acercan y confían. Por instinto crecen y se desarrollan. Esta conducta en muchas ocasiones es la que da las respuestas correctas. Pero luego aparece el cálculo de posibilidades. El qué pasaría si… La duda constante y, en definitiva, la parálisis por análisis. Debemos reaprender a seguir nuestro instinto. 8. Orgullo de los logros propios. “¡Mira, mamá, lo que sé hacer!”. Seguro que esta frase nos suena. Y es que estos grandes maestros no esconden sus progresos. Saben felicitarse cuando tienen que hacerlo, estar alegres por las cosas que aprenden, y son capaces de celebrar sus éxitos y compartirlos con sus seres queridos. Una actitud
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de entusiasmo por la superación que les lleva a querer conquistar nuevas cimas y afrontar nuevos desafíos. ¿Cuánto hace que no nos felicitamos a nosotros mismos? ¿Cuánto que no somos capaces de compartir un logro personal?
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ra cuestión es mantenerse despierto a lo desconocido, a las posibilidades, al misterio, a lo que no entendemos. Por ejemplo, abrirnos a la magia de volver a ser niños.
9. Si río, río. Si lloro, lloro. Saber expresar los sentimientos y no tener miedo o reparo en ello es una gran lección de inteligencia emocional. Los niños son capaces de llorar en público, de reír a carcajadas, de entregarse a sus emociones. Y no esperan a que les adivinemos los sentimientos. No. Si requieren de un abrazo, de un beso de buenas noches, de un consuelo… lo piden, y así la vida es mucho más sencilla. También son capaces de admitir el miedo o que algo les asusta, y de esta manera, con ayuda, es mucho más sencillo afrontarlos y superarlos. 10. ¿Amigos? Hacer amigos es una cuestión de confianza, aceptación, generosidad, espontaneidad… Cuando se es pequeño cuesta muy poco hacer amigos, compartir, jugar, divertirse, explorar juntos. Es una actitud alegre y despreocupada que hace que el mundo sea un lugar menos solitario. ¡Con lo poco que nos cuesta pedir amistad en Facebook y lo duro que se hace decir “¿amigos?” en la vida real! A ellos no. 11. Yo creo. Los niños creen. En los Reyes Magos, en las hadas y en cualquier tipo de magia, incluso la propia. ¿Nos suena cuando vienen y tratan de convencernos de que este objeto o este otro tiene propiedades mágicas? Claro, es posible que piensen que eso les hace vulnerables, ingenuos tal vez. Pero ya nos advertía Roald Dahl, el famoso escritor de libros infantiles: “El que no cree en la magia nunca la encontrará”. Sea como sea, la verdade-
Para conectarnos ◗LIBRO ‘Aprender de los hijos’ Carlos Goñi y Pilar Guembe (Plataforma Editorial) Pequeños maestros que nos pueden ayudar a crecer. ◗PELÍCULA ‘El chico’ Jon Turteltaub A un personaje sin escrúpulos se le presenta su yo infantil para protestar de la vida que lleva. ◗CANCIÓN ‘Volver a ser un niño’ Los Secretos
PEQUEÑA LECCIÓN HISTÓRICA Cuando Donato d’Angelo Bramante hubo terminado por fin los planos de la basílica de San Pedro, envió a su hijo de siete años para que se los entregara al papa Julio II. El Papa, satisfecho por el trabajo, puso ante el niño una caja llena de monedas de oro y dijo: “Mete la mano y toma todas las monedas que puedas”. “Creo que será mejor que usted tome las que pueda y se las dé a mi padre”, contestó el niño. “¿Por qué no crees que eres capaz de hacer esto?”. “Sí que me creo capaz, pero usted tiene las manos más grandes”.
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DOMINGO \ EL MAÑANA \ 23 de noviembre de 2014
CULTURA
LITERATURA
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Placer y dolor
CINCO PISTAS SOBRE... SADE Una exposición en París muestra la influencia de la obra de Sade, el gran libertino del XIX
Por Victoria Combalia
Representación durante el Festival Internacional Cervantino de Guanajato, México.
Festivales con eñe En el campo de las artes el español ocupa un lugar destacado,
por ser anfitriona de las expresiones culturales de todo el mundo Por Fernando Iwasaki Aunque los hispanohablantes seamos 500 millones, nuestro idioma todavía no es una de las lenguas de la ciencia, las finanzas o el conocimiento. En el campo de las artes y la cultura el español sí que ocupa un lugar destacado, gracias a ser anfitriona de las expresiones culturales de todo el mundo. No se trata de restarle importancia –por ejemplo– a las obras de premios Nobel como Juan Ramón Jiménez, Gabriel García Márquez, Octavio Paz, Vicente Aleixandre o Mario Vargas Llosa, sino de otorgársela a los festivales que tienen lugar en países de habla hispana y que por su prestigio se han convertido en referencias mundiales. Es el caso del Festival Internacional de Cine de San Sebastián (España),
la Feria Gastronómica Internacional Mistura de Lima (Perú), el Festival Internacional de Poesía “Cosmopoética” de Córdoba (España) y el Festival Internacional Cervantino de Guanajuato (México). El Festival de Cine de San Sebastián es uno de los mejores festivales del mundo y no en vano San Sebastián ha sido escenario de estrenos de Woody Allen, George Lucas y Alfred Hitch cock. No es habitual que la lírica convoque multitudes, aunque el Festival Internacional de Poesía de Medellín (Colombia) ha llegado a reunir a más de 70.000 personas en varias de sus ediciones celebradas desde 1991. Así, gracias al ejemplo de Medellín en la andaluza ciudad de Córdoba nació Cosmopoética, un festival que desde 2004 ha llevado al terruño de Góngora a
premios Nobel como Seamus Heaney, Derek Walcott, Darío Fo, Herta Müller y Jean-Marie Gustave Le Clézio, quienes han convivido y dialogado con los mejores poetas de habla hispana de España y América Latina. Para nadie es un secreto que la gastronomía va camino de convertirse en el décimo arte, salvo que le arrebate la novena plaza al cómic e incluso la octava a la fotografía, pues el volumen de negocio, sofisticación y espectacularidad de la alta gastronomía no ha tocado techo todavía. Por eso Mistura –el festival de una gastronomía en auge como la peruana– se ha convertido en apenas seis años en la meca de la cocina mundial, hacia donde han peregrinado estrellas como Ferran Adrià, René Redzepi, Michel Bras, Alex Atala, Yukio Hattori, Joan
Roca, Massimo Bottura, Heston Blumenthal, Dan Barber, Maxime Bilet o Alain Ducasse. Sin embargo, ninguno como el Festival Cervantino de Guanajuato podría presumir de ser el mejor del mundo en música y artes escénicas, porque el Cervantino ya es el espejo donde se miran otros festivales como los de Graz, Edimburgo, Aviñón, Stockton, Epidaurus o Santarcangelo. Acaba de concluir la 42º edición del Cervantino y su director, el escritor Jorge Volpi, no sabe si sentirse más satisfecho por haber celebrado en Guanajuato los 400 años de la embajada Keichō y los 450 años de Shakespeare, o por haber echado a andar la Academia Cervantina y el Proyecto Ruelas, dos ambiciosas iniciativas en pro del teatro clásico y la música sinfónica contemporánea. Es verdad que el partido México-Holanda del pasado Mundial tuvo una audiencia de 10,4 millones de espectadores en Estados Unidos, pero el futuro del español como lengua global no hay que conquistarlo en los estadios, sino en los Festivales con eñe.
1. Sade. Donatien Alphonse François de Sade (1740-1814) fue un filósofo, moralista y revolucionario, el cual, según escribió Paul Eluard, “por haber querido devolver al hombre civilizado la fuerza de sus instintos primitivos, por haber querido liberar la imaginación amorosa y por haber luchado desesperadamente por la justicia y la libertad absolutas, fue encerrado casi toda su vida”. Autor de Aline y Valcour, Justine o los infortunios de la virtud, Juliette o las prosperidades del vicio y Las 120 jornadas de Sodoma, tuvo una vida escandalosa. Sus libros estuvieron prohibidos hasta la segunda mitad del Siglo XX. 2. Exposición. Sade. Atacar el sol es una excelente exposición organizada por el Musée d’Orsay con ocasión del bicentenario de la muerte del marqués, que estará abierta hasta el 25 de enero. Comisariada por la gran experta Annie Le Brun, con la colaboración de Laurence des Cars, su propósito es mostrar la influencia de la obra de Sade en la sensibilidad del Siglo XIX. No sólo Baudelaire, Flaubert, Huysmans o Apollinaire se hicieron eco del gran libertino y librepensador, sino que pintores como Delacroix, Moreau, Böcklin, Rops, Odilon Redon o Kubin expresaron algunos de sus grandes temas. La muestra retrocede en el tiempo con obras clásicas, y llega hasta el Siglo XX con piezas de muchos surrealistas —grandes defensores del Divino Marqués—, y también de Picasso y Bacon. Ni muestra biográfica, ni de crítica literaria, es un ejercicio visual tremendamente imaginativo y también subjetivo, según el gusto de Annie Le Brun. 3. Violencia, crueldad. “La bravura y la ferocidad tienen un sentido en el que pueden confundirse (…) El valor no es más que una especie de ferocidad”, escribió Sade. Aquí sobresale Goya,
‘La Guerre’, 1894, de Henri Rousseau. con sus caníbales y sus degollaciones, pero también la impresionante Medea de Delacroix, la gran cabeza de Alfred Kubin, la Judith de Valentin de Boulogne y La caza salvaje de Von Stuck. El tema del rapto, que el Siglo XIX liberará de su encuadre mitológico, aparece en obras de Fuseli, Degas, Cézanne y Picasso. Más adelante aparece un conjunto de dibujos antiguos de hombres con látigo (los flagelantes de muchas imágenes religiosapies) junto a las famosas masacres de André Masson. La sangre, coadyuvante de la voluptuosidad según Sade, protagoniza unos exquisitos dibujos de Rodin, que ilustró Le jardin des supplices de Octave Mirbeau. 4. Entre placer y dolor, la inscripción
del deseo. Recordemos que los franceses distinguen “sadiano” (relativo al Marqués de Sade) de “sádico”. Lo que une placer y dolor, aunque no lo invente el Siglo XIX, lo ejemplifica en la muestra el espléndido boceto para Roger y Angelica Ingres, en el que Angélica, atada a la roca y deslumbrante en su desnudez, implora ser liberada. Imágenes licenciosas, imaginación desbordante del erotismo, pasión unida a la crueldad tanto en las fichas policiales como en los collages de Max Ernst, cuerpos desmembrados de Hans Bellmer, liberación de los fantasmas en Pierre Molinier o Unica Zürn, tentadoras hetairas de los autores simbolistas; todo ello evoca la liberación del deseo
promovida por Sade. 5. Completamente ateo. Sade quería romper con los prejuicios, las convenciones y la moralidad cristiana, viendo en la religiosidad una sumisión infinita a las leyes injustas y represivas. Esta sección de la exposición es muy variada, con imágenes anticlericales que proliferaron durante la Revolución Francesa, con monjas y sacerdotes en actividades eróticas, hasta cuadros sobre La tentación de San Antonio. Y también obras del arquitecto erotómano JeanJacques Lequeu (1757-1826), de las cuales la más famosa es la de una monja que desvela sus senos sobre una inscripción que dice: “Nosotras también seremos madres”.
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DOMINGO \ EL MAÑANA \ 23 de noviembre de 2014
‘LA DAMA SONRIENTE’, 1986.
ACTUALIDAD
FOTOGRAFÍA personajes del barrio por su profesión; si no, ni se atrevería. Recuerda el retrato que le hizo a un hombre que murmuraba que la cámara que llevaba seguro que era cara. También habla con cariño de una prostituta a la que había fotografiado múltiples veces durante los 21 años que había trabajado allí. Un día su editor le comunicó que había fallecido y él ni siquiera conocía su nombre, lo supo en ese momento. Cuenta cómo él intentaba darle limosna y ella la rechazaba. El próximo año, el fotógrafo publicará un libro de retratos y ensayos en el que aparecerán 15 imágenes de esta mujer y el obituario que le dedicó. Para Kikai la fotografía es una forma de expresarse. Es un combate de sumo, el retratado y el retratista se miran a los ojos, de repente empieza la lucha y el fotógrafo dispara. Le da tanta importancia a la imagen como al título. Anota en una libreta lo que observa en el barrio y las sensaciones que le dan los modelos. Acompaña cada imagen con una de sus frases: Mujer con abrigo de piel caro, Niña que vino con su
abuela a rezar al templo. Su estancia en Madrid le hace plantearse si ir al Museo del Prado o no. Admira profundamente a Goya y a Velázquez, pero teme su reacción cuando les observe in situ. No sabe si podrá aguantar la emoción al estar delante de lo que tantas veces ha visto reproducido. Bebe de los lienzos de Velázquez y se pregunta cómo a un pintor de corte le estaba permitido hacer retratos tan realistas en los que descubría el alma del retratado. Compara a los pintores con los fotógrafos: “En un retrato se muestra tanto el alma del modelo como del que lo representa, ya sea a través de un disparo fotográfico o de los pinceles”.
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EL FBI CHANTAJEÓ E INCITÓ AL SUICIDIO A MARTIN LUTHER KING EN UNA CARTA LA OFICINA LLAMÓ “BESTIA ANORMAL” AL LÍDER AFROAMERICANO, SEGÚN EL NEW YORK TIMES
Cuestión de gustos ◗ 1. ¿EN QUÉ OBRA SE QUEDARÍA
A VIVIR? En las novelas cortas de Chéjov o en Los olvidados, de Buñuel.
◗ 2. ¿A QUÉ AUTOR DE TODOS
LOS TIEMPOS INVITARÍA A CENAR? A Goya o a Velázquez. También quiero conocer al guionista y escritor Yamada Taichi, eso ocurrirá dentro de poco.
◗ 3. ¿CUÁL HA SIDO EL MEJOR MOMENTO
DE SU VIDA COMO FOTÓGRAFO? Mis viajes a Anatolia (Turquía). El tiempo que pasé allí recordaba mi infancia, cuando todavía creía en la bondad del ser humano.
◗ 4. ¿QUÉ ENCARGO NO
ACEPTARÍA JAMÁS? Hacer fotografía comercial, aunque tampoco me llegan ese tipo de trabajos. Nunca haría nada de lo que no estuviera orgulloso mi maestro el profesor Fukuda (al que conoció estudiando filosofía).
◗ 5. ¿QUÉ LIBRO O PELÍCULA
SE LE CAYÓ DE LAS MANOS? Los best sellers o películas comerciales. Ni los tomo.
◗ 6. ¿QUÉ HIZO EL ÚLTIMO FIN
DE SEMANA? Fotografiar Madrid.
◗ 7. ¿QUÉ ESTÁ SOCIALMENTE
SOBREVALORADO? La ambición y lo que solo se pueda narrar en presente.
SALA DE LA TABACALERA DONDE SE MUESTRA LA EXPOSICIÓN ‘RETRATOS DE ASAKUSA’ DE HIROH KIKAI. ES UNA SELECCIÓN DE 55 FOTOGRAFÍAS EN BLANCO Y NEGRO DE LAS MÁS DE 600 QUE HA TOMADO EN ESTE BARRIO DE TOKIO DURANTE CUATRO DÉCADAS.
◗ 8. ¿A QUIÉN DARÍA EL PRÓXIMO
PREMIO? Goya se los merecería todos.
LUTHER KING, EN SU HISTÓRICO DISCURSO EN WASHINGTON EN AGOSTO DE 1963. Por Agencias “Demonio”. “Bestia anormal”. “Animal antinatural”. Estos son algunos de los descalificativos que el FBI —la Oficina Federal de Investigación estadounidense— propinó en 1964 al líder del movimiento de los derechos civiles, Martin Luther King, en una carta publicada sin cesura por el diario The New York Times (NYT). La misiva está considerada como un intento de chantaje en la que William Sullivan, el número dos de J. Edgar Hoover —cabeza del FBI por aquel entonces— se hacía pasar por un activista negro que amenazaba a Luther King con destapar todos sus secretos y supuestos “escándalos sexuales”, según el diario neoyorquino. La
carta iba acompañada de una cinta que contenía conversaciones telefónicas grabadas en su casa y hoteles, prueba de que Luther King estaba manteniendo relaciones extramatrimoniales. “Escuche, repugnante animal antinatural. Todos sus actos adúlteros, sus orgías sexuales, han quedado registrados. Esto es sólo una pequeña muestra”, reza la carta. Pero además de insultos racistas hacia el histórico líder afroamericano, el número dos del FBI le pretendía hacer ver en la carta que la única solución
para que sus escándalos personales no salieran a la luz era que se suicidase, tesis defendida también por los asesores a los que acudió el activista inmediatamente después de recibir la carta intimidatoria. “Hay algo que tienes que hacer, ya sabes lo que es. No se puede creer en Dios y actuar como lo haces”. Cuatro años después, fue asesinado en Memphis a los 39 años. En 1976 el Senado estadounidense, en una audiencia que analizaba el “juego sucio” de la Oficina de Investigación, concluyó que el escrito “claramente
El texto fue escrito con máquina de escribir para dificultar la identificación de su autor
da a entender que el suicidio sería un curso de acción adecuado para el Dr. King”. Aunque el texto era anónimo y fue escrito con una máquina de escribir, lo que dificultaba averiguar el autor, el Senado de Estados Unidos ha confirmado que procedía del FBI. La nota, que ha pasado a la historia de EU como la “carta de suicidio” de Martin Luther King, ya fue publicada aunque censurando las expresiones más duras. Ahora, el NYT ha publicado el contenido íntegro del escrito gracias a Beverly Gage, una historiadora de la Universidad de Yale que descubrió una copia sin editar en el Archivo Nacional mientras investigaba para escribir un libro sobre el histórico director del FBI, Hoover.
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DOMINGO \ EL MAÑANA \ 23 de noviembre de 2014
CULTURA
FOTOGRAFÍA
A un lado la vida,
al otro la supervivencia
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Hiroh Kikai:
‘La vida de los otros’ es un retrato conmovedor; Billy Wilder nos hizo reír en ‘Un, dos, tres’. Pero el muro de Berlín sigue esperando una auténtica obra maestra del cine.
Hiroh Kikai, junto a algunos de los retratos realizados en Asakusa (Tokio).
La fotografía
es como un El retratista japonés ha hecho más de 600 instantáneas en el barrio de Asakusa (Tokio) Agencias
Fotograma de ‘La vida de los otros’, del director Florian Henckel von Donnersmarck. Por Carlos Boyero Por muy sombrío que fuera el tratamiento que ha ofrecido el cine sobre aquella prolongada barbarie que encarnaba el muro de Berlín, la realidad superaba el efecto depresivo que te pudieran causar las ficciones sobre esa ciudad atrozmente dividida. La tristeza con la que regresabas a
Berlín Occidental después de haberlo cruzado para pasar el día en el Este era duradera. Recuerdo atardeceres invernales en avenidas grandes y vacías, la atmósfera de carencia y miedo, almacenes en los que no encontrabas nada que desearas adquirir, sensación de mediocridad vital y desesperanza, cafeterías en las que todo aquello que comías o bebías era aséptico. Y recor-
dabas que casi trescientas personas habían muerto al intentar huir de ese presunto hogar del hombre nuevo. Tratabas de imaginar la frustración de los berlineses del Este sabiendo que al otro lado, a unos cuantos metros, otros afortunados alemanes, muchos de ellos parientes o amigos, habían tenido suerte en el reparto de la ciudad y podían disponer de tantas cosas
materiales, vivían en un país democrático, tenían libertad de pensamiento y de opinión. Todo lo anterior debería de ir señalado entre comillas o con interrogantes, pero imagino que era la imagen del paraíso para tanta gente controlada hasta la extenuación por la Stasi, por la delación del vecino, porque la sabiduría del partido había detectado en ellos tentaciones.
“Un fotógrafo es feliz cargando su cámara de 35 milímetros al hombro, recorriendo pueblos y ciudades, fotografiando cada rincón”, sentencia Hiroh Kikai (Yamagata, 1945). Este fotógrafo japonés, que tiene publicados 18 libros de instantáneas y 4 de ensayos, sigue trabajando con cámara analógica y revelando sus películas en un reducido espacio de su casa. No le gusta mostrarlo. Cuenta que, hace años, un periodista sacó una imagen de él revelando en la bañera y quedaba ridículo. Lo describe como “algo más grande que un armario, de unos 4,5 tatamis (un tatami mide 90 centímetros de ancho por 180 de largo) y con fuerte olor a productos químicos”.
Kikai siempre desea salir de allí e ir a la calle, que “es el verdadero estudio del fotógrafo”. Habitualmente Kikai toma el tren y va al tradicional barrio de Asakusa, en Tokio, a casi una hora y media de su casa. En el camino lee o escribe, y una vez allí elige a quién va a fotografiar. No lleva una idea premeditada. Necesita ver que el aura de alguien le dice: “¡Fotografíame!”. Entonces se acerca y le retrata, sin preparación. Explica que si lleva a la persona a un estudio pierde naturalidad y él quiere mostrar al ser humano como es. Si ve a su modelo muy tenso, utiliza el truco de decir que se ha encasquillado la cámara. Cuando el retratado baja la guardia y se relaja, Kikai dispara. Así saca la esencia del ser humano. Para él es fundamental
combate de sumo
que sus fotos sean atemporales, por lo que recurre al blanco y negro, que además es más sugerente, hace imaginar al espectador. Insiste en la importancia de sus retratados como seres individuales, de ahí sus fondos planos, neutros, para que la figura sobresalga. Hace lo mismo con sus “retratos” de ciudades de Turquía o India. Las representa sin habitantes para destacar lo que fotografía, ya sean objetos o personas. Esto lo aprende de su fotógrafa predilecta, la norteamericana Diane Arbus (1923-1971), cuyas imágenes tienen la atemporalidad que busca Kikai. Es el trabajo de Arbus lo que le anima a convertirse en fotógrafo después de estudiar Filosofía y de haber trabajado como camionero o atunero. Tampoco descartaba ser director de cine, pero eso
requería más infraestructura, equipo y presupuesto. Kikai considera al barrio de Asakusa como un pequeño agujero por el que observar con un telescopio —que en este caso es su cámara— la parte más tradicional de Tokio. Le gusta porque le recuerda su infancia en una zona rural de Japón. Este distrito parece haberse quedado parado en el tiempo. No ha sido víctima de la homogeneización, en él no se pueden encontrar restaurantes de comida rápida, ni supermercados, los negocios son familiares. Se siente como un empleado de la zona, lleva varias décadas pasando allí tres o cuatro horas, no hay una media del número de fotos que hace al día, es irregular. Reconoce que se acerca a algunos
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DOMINGO \ EL MAÑANA \ 23 de noviembre de 2014
no aparece en las fuentes. Pudo haber sido así, pero no hay evidencias de que ocurriese. P. Usted explica en su libro que murió de anciano, que su corazón falló, frente a la explicación de Graves de que, como sólo comía higos que cogía de un árbol, Livia los embadurnó con veneno. R. Tenía casi 77 años, había estado gravemente enfermo varias veces; sus grandes amigos, Mecenas o Agripa, ya habían muerto. No debería sorprendernos que un hombre a esa edad en el Siglo I después de Cristo muera. Muy pocos romanos llegaron a una edad tan avanzada. La teoría de Graves es muy atractiva, pero insisto, no está en las fuentes. Más bien, parece que realmente escogió a Tiberio como heredero. P. Supongo que en una biografía de la antigüedad tiene que resignarse a que habrá cosas que nunca llegarán a saberse, porque incluso las fuentes principales, como Suetonio, no son totalmente fiables. ¿Es así? ¿Es eso lo más difícil de su trabajo? R. Totalmente. Porque incluso cuando rechazas una fuente porque no es fiable, normalmente no hay nada para poner en su lugar. Hay tantas cosas que no sabemos, tantas cosas que se han perdido… Incluso, el historiador griego Dion Casio, que es un senador romano de origen griego que escribe al principio del Siglo III, dice que una vez que Augusto asume el poder se toman tantas decisiones entre bambalinas, fuera de la mirada pública, que no hay constancia de cómo se tomaron, a diferencia de lo que ocurría en el Senado donde los debates eran públicos. Utilicé a Casio, que escribió 200 años después de la muerte de Augusto; a Suetonio, que escribe casi un siglo después y que utiliza muchas habladurías. Lo interesante es que también se conservan muchas cosas que son negativas sobre Augusto, algunas se remontan a la guerra civil y a la propaganda de Marco Antonio; pero también están todas estas historias sobre sus aventuras sexuales, todas las intrigas. Con esto quiero decir que los historiadores no tienen solamente la versión oficial y nada más. Pero eso tampoco quiere decir que la versión hostil tenga que ser cierta. Hay que evaluar cada dato y reconocer que existen aspectos que nunca conoceremos. P. ¿Es cierto que era un hombre que
REPORTAJE
tenía un gran sentido del humor? R. Creo que le era muy útil políticamente, porque si puedes hacer reír a la gente rompes la tensión. Una situación que puede acabar muy mal puede desactivarse con un chiste. Cuando está a punto de producirse un motín porque el pueblo quiere un reparto gratuito de vino, Augusto responde que Agripa hizo construir un acueducto y que tienen agua de sobra para calmar la sed. Es mejor que decir que no se los va a dar. Augusto le gustaba al pueblo, no el
tirano que llegó al poder a través de la guerra, pero sí el hombre que se comportaba de esa forma, accesible, amigable, que siempre quiere sugerir que está al servicio del Estado. El humor forma parte de su éxito. Hay muchas historias sobre él, como el viejo chiste romano de que va por la calle y se encuentra a un hombre que se le parece mucho y le pregunta si su madre estuvo en Roma hace unos años, a lo que responde: “Mi madre no estuvo, pero mi padre sí”. Seguramente es inventado, pero el
“Augusto gustaba al pueblo, no el tirano que llegó al poder, sino el hombre amigable siempre al servicio del Estado”.
CULTURA hecho de que se riese dice mucho de su régimen, la gente podía reírse, incluso a su costa, siempre que las cosas no fuesen más lejos. La conversación sobrevuela muchos aspectos de la inabarcable influencia de Augusto. Fue un gran moralista, que mandó a su hija y a su nieta a un exilio nada dorado por su vida disoluta (Suetonio asegura que en su testamento prohibió incluso que fuesen enterradas con él). Para muchos estudiosos la férrea moral cristiana es un reflejo ante todo de las imposiciones de Augusto. Tampoco se puede soslayar la referencia más famosa a Augusto, en los Evangelios (Lucas 2,1-2: “Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado”); aunque no fue consciente (ni pudo serlo) del acontecimiento más importante que ocurrió bajo su reinado: el nacimiento del que se convertiría años más tarde en un profeta revolucionario, Jesús de Nazaret. El novelista Robert Harris, autor de dos estupendas novelas sobre Roma y uno de los narradores que mejor ha sabido explicar las implicaciones contemporáneas de una antigüedad que no resulta nada remota, resumió así la figura del emperador en una elogiosa crítica de la biografía de Goldsworthy: “César Augusto puede ser considerado el líder más importante que haya conocido el mundo, superando de lejos la longevidad, el control político y el impacto histórico de Napoleón, Stalin o Hitler. Fue el fundador del Imperio Romano y su gobernante durante 40 años hasta su muerte en el 14 después de Cristo; el comandante de 60 legiones; aclamado como imperator —vencedor en el campo de batalla— por sus soldados en más de 21 ocasiones; el patrocinador de las artes, amigo de Horacio, y que salvó la Eneida para la posteridad; el urbanista que heredó una ciudad de barro y la convirtió en una ciudad de mármol (según sus propias palabras); el filántropo (y cleptómano) que donó 43 millones de sestercios al tesoro romano; el dios que fue venerado en Oriente desde que tenía apenas 30 años. Sin embargo, el hombre dentro del coloso nos elude”. Quizá hay algo que siempre se escapa en su figura porque Augusto encarna como nadie el misterio y el abismo del poder. Y por eso será siempre nuestro contemporáneo.
De todas esas miserias institucionalizadas y de la asfixia cotidiana hablaba La vida de los otros, que tal vez sea el retrato más profundo, duro y conmovedor que ha hecho el cine alemán sobre el acorralamiento que sufría cualquier sospechoso de subversión contra el sistema, el espionaje de las conductas que el caprichoso aunque implacable sistema consideraba dudosas obligando a la gente a denunciar a las personas más cercanas, el chantaje como norma, las abyectas e impunes características que otorgan las señas de identidad a los Estados policiales. Todo dios podía ser señalado como culpable, pero existía una atención especial a los intelectuales, a los que, además de sentir, también les daba por pensar. El protagonista, un autor teatral que encuentra numerosas virtudes en el comunismo, pero también dudas sobre cómo se practica, no solo sufrirá la agobiante vigilancia de la Stasi, sino que será traicionado por su propia mujer, otra víctima obligada a practicar lo que abomina. Da mucho miedo no ya lo que narra, sino el ambiente enfermizo, amenazante y cruel que transmite el tono de esta película. Los servicios de inteligencia occidentales también cruzaron frecuentemente el Muro en el cine, tuvieron múltiple y a veces sangriento trabajo maniobrando, espiando, contraespiando, manipulando, extorsionando, propiciando la huida a desertores valiosos. John le Carré creó una literatura apasionante construyendo un universo artero, calculador, en el que casi nada es verdad ni es mentira, repleto de topos, sin reglas morales, dispuesto a sacrificar a inocentes en nombre del pragmatismo. El cine hizo una adaptación memorable en El espía que surgió del frío, dirigida por Martin Ritt. El protagonista en esta ocasión no era el cerebral y triste George Smiley, la inteligencia más penetrante del Circus, sino uno de sus fieles subalternos, el amargo y alcohólico Alec Leamas, alguien que ya sabe que todo es sucio, retorcido y sórdido en su profesión, que el bien y el mal son conceptos grotescos en una batalla donde solo importa la victoria a cualquier precio. Le ordenarán sacrificar a gente honesta para cubrir la apariencia de un personaje poderoso
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En El espía, Leamas, hastiado de tanta mentira, de ser el instrumento de los verdugos en sus sofisticadas y mortales trampas hacia víctimas que no se lo merecen, se deja morir. del otro bando que ha sido comprado por el Circus. Leamas podrá salvar su vida saltando el Muro, pero está demasiado hastiado de tanta mentira, de ser el instrumento de los verdugos en sus sofisticadas y mortales trampas hacia víctimas que no se lo merecen. Y se deja morir. Hace mucho tiempo que no he vuelto a ver esa película, pero la imagen que guardo de ella es poderosa. También la interpretación de Richard Burton, la mejor que le vi nunca a ese actor irregular y de voz envolvente. Pensaba en ella sorteando el hielo, pateando la nieve, observando el cielo permanente gris, durante muchos viajes invernales a Berlín. También un 9 de febrero de 1990 subido en el Muro que las máquinas iban derruyendo en su totalidad, en medio de berlineses emocionados o festivos que iban a recordar siempre la caída de ese muro que representaba la ignominia. Hubo otros legendarios agentes secretos que también se acercaron a ese paisaje siniestro. Lo hizo James Bond, encarnado por Roger Moore en Octopussy. No recuerdo nada de ella. Nunca le pillé el punto gracioso a Moore. Adoro a Michael Caine, pero las aventuras de su espía Harry
Palmer en la desastrosa Funeral en Berlín tampoco dejarán mínima huella en la historia cinematográfica del Muro. Hitchcock nos contó en Cortina rasgada los riesgos de un científico estadounidense en Alemania del Este que supuestamente ha cambiado de bando y cuya misión es robar la trascendente fórmula que ha descubierto un excéntrico y genial científico de ese país. No es una obra maestra, pero contiene una de las secuencias más escalofriantes de la historia del cine, que muestra la pavorosa dificultad para asesinar lentamente a un ser humano cuando no hay armas de fuego, acuchillándole, dándole paletazos en su cuerpo, asfixiándole, metiendo su cabeza en un horno. Y, cómo no, también el Muro sirvió alguna vez para que un genio llamado Billy Wilder consiguiera que nos partiéramos de risa en la eléctrica comedia Un, dos, tres, describiendo la vertiginosa energía, la imaginación y la seguridad en que todos los seres humanos tienen un precio, del delegado en Berlín occidental de Coca-Cola, decidido a convencer a un ardoroso y ortodoxo chaval comunista, que se ha casado con la hija de su jefe, de que cruce el Muro y descubra la cantidad
de cosas golosas de las que podrá disfrutar si accede a vivir como un privilegiado en esa sociedad capitalista, que tanto odia. James Cagney, aquel señor tan diminuto como explosivo, lleno de ritmo, que nunca se permitió la frivolidad de relajarse con sus personajes, demuestra que tenía idéntico y portentoso talento para la negrura y para la comedia pausada o enloquecida. Y es complicado no sentir ternura ni sonreír frecuentemente con Good Bye, Lenin!, la historia de un chaval capaz de convencer a su madre, que ha despertado de un coma que ha durado años, de que todo sigue igual en su país y en su entorno, de que el Muro permanece en su sitio. Lo hace porque esta mujer sufriría de añoranza y tormento si constatara que había desaparecido el mundo en el que pasó gran parte de su vida y los principios en los que creyó siempre. Sigo mirando obsesivamente cada vez que voy a Berlín la ruta presidida por el Muro. Y esperando que el cine haga una auténtica obra maestra sobre aquella duradera salvajada que finalmente se resquebrajó. Hay tema en él para contar mil historias. Sospecho que casi todas tristes.
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REPORTAJE
REPORTAJE
AUGUSTO, EMPERADOR
DEL PRESENTE LA VIDA DEL FUNDADOR DEL IMPERIO ROMANO INVITA A UNA REFLEXIÓN SOBRE LOS PELIGROS QUE PUEDEN SUFRIR LAS DEMOCRACIAS CUANDO SUS INSTITUCIONES FRACASAN. UNA NUEVA BIOGRAFÍA DE ADRIÁN GOLDSWORTHY ROMPE MUCHOS MITOS SOBRE UNA FIGURA CONTRADICTORIA Por Guillermo Altares
S
hakespeare dedicó tragedias a Julio César y a Cleopatra y Marco Antonio, pero no a Augusto. Es un personaje importante, pero también secundario, en Yo, Claudio, de Robert Graves, así como en la versión de Cleopatra que protagonizó Elizabeth Taylor. Sin embargo, el primer emperador de Roma, el hombre que acabó con la República aunque conservó hábilmente sus instituciones vacías de poder, fue cualquier cosa menos un personaje secundario de la historia: Cayo Octavio (63 antes de Cristo-14 después de Cristo), bajo el nombre de César Augusto, es una figura ineludible para entender lo que fue Roma y, por tanto, lo que somos nosotros y, a la vez, absolutamente contemporánea, porque su biografía plantea cuestiones cruciales como el naufragio que puede sufrir una democracia cuando sus instituciones dejan de funcionar o la tragedia de tener que elegir entre el caos o la dictadura (libios, iraquíes y sirios tendrían mucho que decir sobre este tema). Su vida no estuvo formada sólo de política: tenía un enorme sentido del humor; durante su reinado vivieron los tres poetas latinos más importantes, Horacio, Ovidio y Virgilio, de hecho, tuvo con este último el mismo papel que Max Brod con Kafka: se negó a cumplir su última voluntad de quemar sus obras y gracias a eso la Eneida ha
llegado hasta nosotros. Fue un lúcido planificador urbano y un excelente administrador. También, y es algo que no se debe olvidar, un tirano despiadado y sangriento en su camino hacia el poder: organizó junto a sus entonces compañeros de triunvirato, Marco Antonio y Lépido, las llamadas proscripciones, las listas negras de ciudadanos condenados a morir (y a perder todos sus bienes). Shakespeare resumió su crueldad en un par de frases: “Todos estos entonces deben morir. Sus nombres quedan anotados”. Así lo describe Suetonio en su Vida del divino Augusto (Gredos, en traducción de Rosa María Agudo Cubas): “Cuando dieron comienzo, las puso en práctica con más saña que los otros dos. De hecho, mientras que aquellos se dejaron a menudo ganar por la recomendación y las súplicas, él sólo puso todo su empeño en que no se perdonara a nadie”. Una de las víctimas de este gran terror fue un personaje crucial: el gran orador y político Cicerón. Bajo el título de Augusto. De revolucionario a emperador, el escritor británico Adrian Goldsworthy acaba de publicar una monumental biografía en La Esfera de los Libros, que fue recibida este verano con buenas críticas en el mundo anglosajón. Impecable historiador militar, autor de libros como La caída de Cartago o Los hombres que forjaron un imperio (ambas en Ariel), ha publicado también una biografía de Julio César, el hombre que nombró a Octavio su hijo
adoptivo y le donó en su testamento sus bienes y su nombre (por eso primero pasó a llamarse Cayo Julio César y luego César Augusto). El asesinato de César en los idus de marzo del año 44 antes de Cristo precipitó la entrada en política de este joven patricio que fue capaz de formar un Ejército con solo 19 años. La publicación de la biografía ha coincidido con la conmemoración del segundo milenario de su muerte con exposiciones en París y Roma. Sin embargo, su huella más importante está en las piedras de la propia Roma y su sombra, en muchos rincones de nuestro presente. El segundo milenario de su nacimiento se celebró en 1938, en pleno auge de los totalitarismos, y apareció entonces un libro definitivo para entender a Augusto, La revolución romana (Crítica), del gran latinista de Oxford Ronald Syme (19031989). Hasta entonces, la mayoría de los historiadores veían el vaso medio lleno (Augusto como gran estadista, que forjó durante sus 41 años en el poder no sólo un imperio, sino un sistema administrativo perdurable) y no como un tirano. Aunque no lo menciona expresamente, Syme hablaba también del tiempo que le tocó vivir. En una entrevista la semana pasada en Cardiff, Goldsworthy reconoce que es inevitable trazar paralelismos entre el pasado y el presente. Pregunta. ¿Cree que Augusto es una advertencia universal sobre los peligros que pueden correr las democracias?
BUSTO DE AUGUSTO ENCONTRADO EN SUDÁN Y EXPUESTO EN EL MUSEO BRITÁNICO.
Respuesta. Lo es, pero el error es verle a él como la causa. Nació en el año 63 antes de Cristo. Ya se había producido un intento de golpe de Estado, la conspiración de Catilina, y una guerra civil. La República romana estaba rota cuando César o Pompeyo comienzan a
combatir. Y, sin duda, cuando Augusto alcanza el poder, el sistema ya estaba sentenciado, el pueblo estaba desesperado por lograr paz y estabilidad, habría aceptado cualquier líder que se las proporcionase. Eso explica en parte el éxito de Augusto. Pero tampoco tenemos que minusvalorarlo, porque realmente les dio paz y estabilidad, algo que no había logrado el sistema republicano. No hay que olvidar que la libertad que defendían era el Gobierno de la aristocracia senatorial, basado en extorsionar a las provincias, en sobornarse los unos a los otros. Creo que la lección es que, cuando una democracia está rota, aparece gente como César y Augusto; lo que no ocurre cuando el Estado funciona relativamente bien. En el corazón de la biografía de Goldsworthy late la profunda contradicción que marcó la vida de Augusto: el tirano que fue a la vez un buen gobernante. La catedrática de latín de la Universidad de Cambridge Mary Beard, autora de libros tan importantes como El triunfo romano (Crítica), lo planteó así en un artículo de The New York Review of Books: “¿Cómo podemos entender la transición de un violento caudillo militar en los conflictos civiles que padeció Roma entre los años 44 y 31 antes de Cristo al venerable hombre de Estado que murió plácidamente en su cama en el 14 después de Cristo? ¿Cómo explicamos la metamorfosis de un joven matón, al que se le atribuye haber arrancado los ojos a un prisionero con sus propias manos, en un legislador preocupado por elevar la moral en Roma, por revivir las antiguas tradiciones religiosas y por transformar la capital de una ciudad de barro a una ciudad de mármol?”. “Es extraño porque no puedes pensar en ningún otro dictador o líder militar que se haga menos violento cuando toma el poder”, responde Goldsworthy, de 45 años, que logra desplegar con cordialidad, y sin pedantería, sus inmensos conocimientos sobre Roma. Dejó la enseñanza hace años para dedicarse sólo a la escritura, y ahora vive en una casa junto al mar, a pocos kilómetros de la capital galesa, entre sus libros sobre la antigüedad y una serie de novelas ambientadas en la Guerra de la Independencia española. “Algunos estudiosos creen que se fijó en lo que le ocurrió a Julio César, así que tenía que
dar la impresión de que respetaba el Senado. Pero, en mi opinión, es él quien evita comportarse como un tirano sangriento porque ya no lo necesita. Y sabe que, si quiere, siempre podría volver a matar. Creo que, además, se mantuvo fiel a una idea: así es como un servidor público debe comportarse”, prosigue. Una historia resume perfectamente su sentido del Estado: cuando ordenó construir el foro, los propietarios de unos terrenos se negaron a vender y él no quiso ni expropiar, ni quitárselos por la fuerza, por eso el foro no es un rectángulo, sino que le falta una esquina. Prefirió que su gran proyecto arquitectónico fuese imperfecto a saltarse su propia ley. Así describe esta contradicción el historiador español Javier Arce, profesor de Arqueología Romana de la Universidad Charles de Gaulle Lille 3 y autor de obras como El último siglo de la Hispania romana (Alianza): “A pesar
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de las acciones sanguinarias que caracterizaron su consecución del poder y su Gobierno despótico, aunque él pretendía y se proclamaba restaurador de la república, Augusto fue un gran administrador. Organizó los servicios públicos, dividió los territorios provinciales para poderlos controlar más fácilmente por sus legados, creó provincias para que fueran gobernadas por el Senado; organizó la justicia, creó vías y caminos, fundó colonias con los veteranos de sus legiones, reorganizó el censo de ciudadanos con fines fiscales”. Goldsworthy tuvo que lidiar con esta contradicción para construir su biografía, pero también con la escasez de fuentes y con las leyendas que circulan sobre Augusto. P. ¿Tuvo que luchar mucho contra la ficción en su biografía, contra Shakespeare o Robert Graves? R. Lo difícil es luchar contra las expectativas, incluso contra lo que hemos
ADRIAN GOLDSWORTHY, ANTE EL CASTILLO DE CARDIFF.
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aprendido como estudiantes, y enseñado luego. Pero porque hayamos contado la historia de una forma, no significa que sea cierta. Hay que ir a las fuentes y el primer sorprendido por algunas cosas fui yo. P. ¿Fue el papel de su esposa, Livia, una de esas sorpresas? En su libro Livia es mucho menos importante que en Yo, Claudio donde asesina a todos los pretendientes hasta que solo queda su hijo Tiberio, e incluso mata al propio Augusto cuando empezaba a tener dudas sobre la capacidad de éste. Sin embargo, usted defiende que nada de eso es cierto. R. Livia fue sobre todo su compañera. Nos olvidamos muchas veces de que viajó con él a lo largo de todo el Imperio. A Iberia, va por lo menos tres veces. Al Rin, al Danubio, al Este, a Grecia… Pasó años viajando y Livia estaba con él la mayoría de las veces. El personaje de Robert Graves que manipula y asesina
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AUGUSTO, EMPERADOR
DEL PRESENTE LA VIDA DEL FUNDADOR DEL IMPERIO ROMANO INVITA A UNA REFLEXIÓN SOBRE LOS PELIGROS QUE PUEDEN SUFRIR LAS DEMOCRACIAS CUANDO SUS INSTITUCIONES FRACASAN. UNA NUEVA BIOGRAFÍA DE ADRIÁN GOLDSWORTHY ROMPE MUCHOS MITOS SOBRE UNA FIGURA CONTRADICTORIA Por Guillermo Altares
S
hakespeare dedicó tragedias a Julio César y a Cleopatra y Marco Antonio, pero no a Augusto. Es un personaje importante, pero también secundario, en Yo, Claudio, de Robert Graves, así como en la versión de Cleopatra que protagonizó Elizabeth Taylor. Sin embargo, el primer emperador de Roma, el hombre que acabó con la República aunque conservó hábilmente sus instituciones vacías de poder, fue cualquier cosa menos un personaje secundario de la historia: Cayo Octavio (63 antes de Cristo-14 después de Cristo), bajo el nombre de César Augusto, es una figura ineludible para entender lo que fue Roma y, por tanto, lo que somos nosotros y, a la vez, absolutamente contemporánea, porque su biografía plantea cuestiones cruciales como el naufragio que puede sufrir una democracia cuando sus instituciones dejan de funcionar o la tragedia de tener que elegir entre el caos o la dictadura (libios, iraquíes y sirios tendrían mucho que decir sobre este tema). Su vida no estuvo formada sólo de política: tenía un enorme sentido del humor; durante su reinado vivieron los tres poetas latinos más importantes, Horacio, Ovidio y Virgilio, de hecho, tuvo con este último el mismo papel que Max Brod con Kafka: se negó a cumplir su última voluntad de quemar sus obras y gracias a eso la Eneida ha
llegado hasta nosotros. Fue un lúcido planificador urbano y un excelente administrador. También, y es algo que no se debe olvidar, un tirano despiadado y sangriento en su camino hacia el poder: organizó junto a sus entonces compañeros de triunvirato, Marco Antonio y Lépido, las llamadas proscripciones, las listas negras de ciudadanos condenados a morir (y a perder todos sus bienes). Shakespeare resumió su crueldad en un par de frases: “Todos estos entonces deben morir. Sus nombres quedan anotados”. Así lo describe Suetonio en su Vida del divino Augusto (Gredos, en traducción de Rosa María Agudo Cubas): “Cuando dieron comienzo, las puso en práctica con más saña que los otros dos. De hecho, mientras que aquellos se dejaron a menudo ganar por la recomendación y las súplicas, él sólo puso todo su empeño en que no se perdonara a nadie”. Una de las víctimas de este gran terror fue un personaje crucial: el gran orador y político Cicerón. Bajo el título de Augusto. De revolucionario a emperador, el escritor británico Adrian Goldsworthy acaba de publicar una monumental biografía en La Esfera de los Libros, que fue recibida este verano con buenas críticas en el mundo anglosajón. Impecable historiador militar, autor de libros como La caída de Cartago o Los hombres que forjaron un imperio (ambas en Ariel), ha publicado también una biografía de Julio César, el hombre que nombró a Octavio su hijo
adoptivo y le donó en su testamento sus bienes y su nombre (por eso primero pasó a llamarse Cayo Julio César y luego César Augusto). El asesinato de César en los idus de marzo del año 44 antes de Cristo precipitó la entrada en política de este joven patricio que fue capaz de formar un Ejército con solo 19 años. La publicación de la biografía ha coincidido con la conmemoración del segundo milenario de su muerte con exposiciones en París y Roma. Sin embargo, su huella más importante está en las piedras de la propia Roma y su sombra, en muchos rincones de nuestro presente. El segundo milenario de su nacimiento se celebró en 1938, en pleno auge de los totalitarismos, y apareció entonces un libro definitivo para entender a Augusto, La revolución romana (Crítica), del gran latinista de Oxford Ronald Syme (19031989). Hasta entonces, la mayoría de los historiadores veían el vaso medio lleno (Augusto como gran estadista, que forjó durante sus 41 años en el poder no sólo un imperio, sino un sistema administrativo perdurable) y no como un tirano. Aunque no lo menciona expresamente, Syme hablaba también del tiempo que le tocó vivir. En una entrevista la semana pasada en Cardiff, Goldsworthy reconoce que es inevitable trazar paralelismos entre el pasado y el presente. Pregunta. ¿Cree que Augusto es una advertencia universal sobre los peligros que pueden correr las democracias?
BUSTO DE AUGUSTO ENCONTRADO EN SUDÁN Y EXPUESTO EN EL MUSEO BRITÁNICO.
Respuesta. Lo es, pero el error es verle a él como la causa. Nació en el año 63 antes de Cristo. Ya se había producido un intento de golpe de Estado, la conspiración de Catilina, y una guerra civil. La República romana estaba rota cuando César o Pompeyo comienzan a
combatir. Y, sin duda, cuando Augusto alcanza el poder, el sistema ya estaba sentenciado, el pueblo estaba desesperado por lograr paz y estabilidad, habría aceptado cualquier líder que se las proporcionase. Eso explica en parte el éxito de Augusto. Pero tampoco tenemos que minusvalorarlo, porque realmente les dio paz y estabilidad, algo que no había logrado el sistema republicano. No hay que olvidar que la libertad que defendían era el Gobierno de la aristocracia senatorial, basado en extorsionar a las provincias, en sobornarse los unos a los otros. Creo que la lección es que, cuando una democracia está rota, aparece gente como César y Augusto; lo que no ocurre cuando el Estado funciona relativamente bien. En el corazón de la biografía de Goldsworthy late la profunda contradicción que marcó la vida de Augusto: el tirano que fue a la vez un buen gobernante. La catedrática de latín de la Universidad de Cambridge Mary Beard, autora de libros tan importantes como El triunfo romano (Crítica), lo planteó así en un artículo de The New York Review of Books: “¿Cómo podemos entender la transición de un violento caudillo militar en los conflictos civiles que padeció Roma entre los años 44 y 31 antes de Cristo al venerable hombre de Estado que murió plácidamente en su cama en el 14 después de Cristo? ¿Cómo explicamos la metamorfosis de un joven matón, al que se le atribuye haber arrancado los ojos a un prisionero con sus propias manos, en un legislador preocupado por elevar la moral en Roma, por revivir las antiguas tradiciones religiosas y por transformar la capital de una ciudad de barro a una ciudad de mármol?”. “Es extraño porque no puedes pensar en ningún otro dictador o líder militar que se haga menos violento cuando toma el poder”, responde Goldsworthy, de 45 años, que logra desplegar con cordialidad, y sin pedantería, sus inmensos conocimientos sobre Roma. Dejó la enseñanza hace años para dedicarse sólo a la escritura, y ahora vive en una casa junto al mar, a pocos kilómetros de la capital galesa, entre sus libros sobre la antigüedad y una serie de novelas ambientadas en la Guerra de la Independencia española. “Algunos estudiosos creen que se fijó en lo que le ocurrió a Julio César, así que tenía que
dar la impresión de que respetaba el Senado. Pero, en mi opinión, es él quien evita comportarse como un tirano sangriento porque ya no lo necesita. Y sabe que, si quiere, siempre podría volver a matar. Creo que, además, se mantuvo fiel a una idea: así es como un servidor público debe comportarse”, prosigue. Una historia resume perfectamente su sentido del Estado: cuando ordenó construir el foro, los propietarios de unos terrenos se negaron a vender y él no quiso ni expropiar, ni quitárselos por la fuerza, por eso el foro no es un rectángulo, sino que le falta una esquina. Prefirió que su gran proyecto arquitectónico fuese imperfecto a saltarse su propia ley. Así describe esta contradicción el historiador español Javier Arce, profesor de Arqueología Romana de la Universidad Charles de Gaulle Lille 3 y autor de obras como El último siglo de la Hispania romana (Alianza): “A pesar
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de las acciones sanguinarias que caracterizaron su consecución del poder y su Gobierno despótico, aunque él pretendía y se proclamaba restaurador de la república, Augusto fue un gran administrador. Organizó los servicios públicos, dividió los territorios provinciales para poderlos controlar más fácilmente por sus legados, creó provincias para que fueran gobernadas por el Senado; organizó la justicia, creó vías y caminos, fundó colonias con los veteranos de sus legiones, reorganizó el censo de ciudadanos con fines fiscales”. Goldsworthy tuvo que lidiar con esta contradicción para construir su biografía, pero también con la escasez de fuentes y con las leyendas que circulan sobre Augusto. P. ¿Tuvo que luchar mucho contra la ficción en su biografía, contra Shakespeare o Robert Graves? R. Lo difícil es luchar contra las expectativas, incluso contra lo que hemos
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aprendido como estudiantes, y enseñado luego. Pero porque hayamos contado la historia de una forma, no significa que sea cierta. Hay que ir a las fuentes y el primer sorprendido por algunas cosas fui yo. P. ¿Fue el papel de su esposa, Livia, una de esas sorpresas? En su libro Livia es mucho menos importante que en Yo, Claudio donde asesina a todos los pretendientes hasta que solo queda su hijo Tiberio, e incluso mata al propio Augusto cuando empezaba a tener dudas sobre la capacidad de éste. Sin embargo, usted defiende que nada de eso es cierto. R. Livia fue sobre todo su compañera. Nos olvidamos muchas veces de que viajó con él a lo largo de todo el Imperio. A Iberia, va por lo menos tres veces. Al Rin, al Danubio, al Este, a Grecia… Pasó años viajando y Livia estaba con él la mayoría de las veces. El personaje de Robert Graves que manipula y asesina
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no aparece en las fuentes. Pudo haber sido así, pero no hay evidencias de que ocurriese. P. Usted explica en su libro que murió de anciano, que su corazón falló, frente a la explicación de Graves de que, como sólo comía higos que cogía de un árbol, Livia los embadurnó con veneno. R. Tenía casi 77 años, había estado gravemente enfermo varias veces; sus grandes amigos, Mecenas o Agripa, ya habían muerto. No debería sorprendernos que un hombre a esa edad en el Siglo I después de Cristo muera. Muy pocos romanos llegaron a una edad tan avanzada. La teoría de Graves es muy atractiva, pero insisto, no está en las fuentes. Más bien, parece que realmente escogió a Tiberio como heredero. P. Supongo que en una biografía de la antigüedad tiene que resignarse a que habrá cosas que nunca llegarán a saberse, porque incluso las fuentes principales, como Suetonio, no son totalmente fiables. ¿Es así? ¿Es eso lo más difícil de su trabajo? R. Totalmente. Porque incluso cuando rechazas una fuente porque no es fiable, normalmente no hay nada para poner en su lugar. Hay tantas cosas que no sabemos, tantas cosas que se han perdido… Incluso, el historiador griego Dion Casio, que es un senador romano de origen griego que escribe al principio del Siglo III, dice que una vez que Augusto asume el poder se toman tantas decisiones entre bambalinas, fuera de la mirada pública, que no hay constancia de cómo se tomaron, a diferencia de lo que ocurría en el Senado donde los debates eran públicos. Utilicé a Casio, que escribió 200 años después de la muerte de Augusto; a Suetonio, que escribe casi un siglo después y que utiliza muchas habladurías. Lo interesante es que también se conservan muchas cosas que son negativas sobre Augusto, algunas se remontan a la guerra civil y a la propaganda de Marco Antonio; pero también están todas estas historias sobre sus aventuras sexuales, todas las intrigas. Con esto quiero decir que los historiadores no tienen solamente la versión oficial y nada más. Pero eso tampoco quiere decir que la versión hostil tenga que ser cierta. Hay que evaluar cada dato y reconocer que existen aspectos que nunca conoceremos. P. ¿Es cierto que era un hombre que
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tenía un gran sentido del humor? R. Creo que le era muy útil políticamente, porque si puedes hacer reír a la gente rompes la tensión. Una situación que puede acabar muy mal puede desactivarse con un chiste. Cuando está a punto de producirse un motín porque el pueblo quiere un reparto gratuito de vino, Augusto responde que Agripa hizo construir un acueducto y que tienen agua de sobra para calmar la sed. Es mejor que decir que no se los va a dar. Augusto le gustaba al pueblo, no el
tirano que llegó al poder a través de la guerra, pero sí el hombre que se comportaba de esa forma, accesible, amigable, que siempre quiere sugerir que está al servicio del Estado. El humor forma parte de su éxito. Hay muchas historias sobre él, como el viejo chiste romano de que va por la calle y se encuentra a un hombre que se le parece mucho y le pregunta si su madre estuvo en Roma hace unos años, a lo que responde: “Mi madre no estuvo, pero mi padre sí”. Seguramente es inventado, pero el
“Augusto gustaba al pueblo, no el tirano que llegó al poder, sino el hombre amigable siempre al servicio del Estado”.
CULTURA hecho de que se riese dice mucho de su régimen, la gente podía reírse, incluso a su costa, siempre que las cosas no fuesen más lejos. La conversación sobrevuela muchos aspectos de la inabarcable influencia de Augusto. Fue un gran moralista, que mandó a su hija y a su nieta a un exilio nada dorado por su vida disoluta (Suetonio asegura que en su testamento prohibió incluso que fuesen enterradas con él). Para muchos estudiosos la férrea moral cristiana es un reflejo ante todo de las imposiciones de Augusto. Tampoco se puede soslayar la referencia más famosa a Augusto, en los Evangelios (Lucas 2,1-2: “Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado”); aunque no fue consciente (ni pudo serlo) del acontecimiento más importante que ocurrió bajo su reinado: el nacimiento del que se convertiría años más tarde en un profeta revolucionario, Jesús de Nazaret. El novelista Robert Harris, autor de dos estupendas novelas sobre Roma y uno de los narradores que mejor ha sabido explicar las implicaciones contemporáneas de una antigüedad que no resulta nada remota, resumió así la figura del emperador en una elogiosa crítica de la biografía de Goldsworthy: “César Augusto puede ser considerado el líder más importante que haya conocido el mundo, superando de lejos la longevidad, el control político y el impacto histórico de Napoleón, Stalin o Hitler. Fue el fundador del Imperio Romano y su gobernante durante 40 años hasta su muerte en el 14 después de Cristo; el comandante de 60 legiones; aclamado como imperator —vencedor en el campo de batalla— por sus soldados en más de 21 ocasiones; el patrocinador de las artes, amigo de Horacio, y que salvó la Eneida para la posteridad; el urbanista que heredó una ciudad de barro y la convirtió en una ciudad de mármol (según sus propias palabras); el filántropo (y cleptómano) que donó 43 millones de sestercios al tesoro romano; el dios que fue venerado en Oriente desde que tenía apenas 30 años. Sin embargo, el hombre dentro del coloso nos elude”. Quizá hay algo que siempre se escapa en su figura porque Augusto encarna como nadie el misterio y el abismo del poder. Y por eso será siempre nuestro contemporáneo.
De todas esas miserias institucionalizadas y de la asfixia cotidiana hablaba La vida de los otros, que tal vez sea el retrato más profundo, duro y conmovedor que ha hecho el cine alemán sobre el acorralamiento que sufría cualquier sospechoso de subversión contra el sistema, el espionaje de las conductas que el caprichoso aunque implacable sistema consideraba dudosas obligando a la gente a denunciar a las personas más cercanas, el chantaje como norma, las abyectas e impunes características que otorgan las señas de identidad a los Estados policiales. Todo dios podía ser señalado como culpable, pero existía una atención especial a los intelectuales, a los que, además de sentir, también les daba por pensar. El protagonista, un autor teatral que encuentra numerosas virtudes en el comunismo, pero también dudas sobre cómo se practica, no solo sufrirá la agobiante vigilancia de la Stasi, sino que será traicionado por su propia mujer, otra víctima obligada a practicar lo que abomina. Da mucho miedo no ya lo que narra, sino el ambiente enfermizo, amenazante y cruel que transmite el tono de esta película. Los servicios de inteligencia occidentales también cruzaron frecuentemente el Muro en el cine, tuvieron múltiple y a veces sangriento trabajo maniobrando, espiando, contraespiando, manipulando, extorsionando, propiciando la huida a desertores valiosos. John le Carré creó una literatura apasionante construyendo un universo artero, calculador, en el que casi nada es verdad ni es mentira, repleto de topos, sin reglas morales, dispuesto a sacrificar a inocentes en nombre del pragmatismo. El cine hizo una adaptación memorable en El espía que surgió del frío, dirigida por Martin Ritt. El protagonista en esta ocasión no era el cerebral y triste George Smiley, la inteligencia más penetrante del Circus, sino uno de sus fieles subalternos, el amargo y alcohólico Alec Leamas, alguien que ya sabe que todo es sucio, retorcido y sórdido en su profesión, que el bien y el mal son conceptos grotescos en una batalla donde solo importa la victoria a cualquier precio. Le ordenarán sacrificar a gente honesta para cubrir la apariencia de un personaje poderoso
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En El espía, Leamas, hastiado de tanta mentira, de ser el instrumento de los verdugos en sus sofisticadas y mortales trampas hacia víctimas que no se lo merecen, se deja morir. del otro bando que ha sido comprado por el Circus. Leamas podrá salvar su vida saltando el Muro, pero está demasiado hastiado de tanta mentira, de ser el instrumento de los verdugos en sus sofisticadas y mortales trampas hacia víctimas que no se lo merecen. Y se deja morir. Hace mucho tiempo que no he vuelto a ver esa película, pero la imagen que guardo de ella es poderosa. También la interpretación de Richard Burton, la mejor que le vi nunca a ese actor irregular y de voz envolvente. Pensaba en ella sorteando el hielo, pateando la nieve, observando el cielo permanente gris, durante muchos viajes invernales a Berlín. También un 9 de febrero de 1990 subido en el Muro que las máquinas iban derruyendo en su totalidad, en medio de berlineses emocionados o festivos que iban a recordar siempre la caída de ese muro que representaba la ignominia. Hubo otros legendarios agentes secretos que también se acercaron a ese paisaje siniestro. Lo hizo James Bond, encarnado por Roger Moore en Octopussy. No recuerdo nada de ella. Nunca le pillé el punto gracioso a Moore. Adoro a Michael Caine, pero las aventuras de su espía Harry
Palmer en la desastrosa Funeral en Berlín tampoco dejarán mínima huella en la historia cinematográfica del Muro. Hitchcock nos contó en Cortina rasgada los riesgos de un científico estadounidense en Alemania del Este que supuestamente ha cambiado de bando y cuya misión es robar la trascendente fórmula que ha descubierto un excéntrico y genial científico de ese país. No es una obra maestra, pero contiene una de las secuencias más escalofriantes de la historia del cine, que muestra la pavorosa dificultad para asesinar lentamente a un ser humano cuando no hay armas de fuego, acuchillándole, dándole paletazos en su cuerpo, asfixiándole, metiendo su cabeza en un horno. Y, cómo no, también el Muro sirvió alguna vez para que un genio llamado Billy Wilder consiguiera que nos partiéramos de risa en la eléctrica comedia Un, dos, tres, describiendo la vertiginosa energía, la imaginación y la seguridad en que todos los seres humanos tienen un precio, del delegado en Berlín occidental de Coca-Cola, decidido a convencer a un ardoroso y ortodoxo chaval comunista, que se ha casado con la hija de su jefe, de que cruce el Muro y descubra la cantidad
de cosas golosas de las que podrá disfrutar si accede a vivir como un privilegiado en esa sociedad capitalista, que tanto odia. James Cagney, aquel señor tan diminuto como explosivo, lleno de ritmo, que nunca se permitió la frivolidad de relajarse con sus personajes, demuestra que tenía idéntico y portentoso talento para la negrura y para la comedia pausada o enloquecida. Y es complicado no sentir ternura ni sonreír frecuentemente con Good Bye, Lenin!, la historia de un chaval capaz de convencer a su madre, que ha despertado de un coma que ha durado años, de que todo sigue igual en su país y en su entorno, de que el Muro permanece en su sitio. Lo hace porque esta mujer sufriría de añoranza y tormento si constatara que había desaparecido el mundo en el que pasó gran parte de su vida y los principios en los que creyó siempre. Sigo mirando obsesivamente cada vez que voy a Berlín la ruta presidida por el Muro. Y esperando que el cine haga una auténtica obra maestra sobre aquella duradera salvajada que finalmente se resquebrajó. Hay tema en él para contar mil historias. Sospecho que casi todas tristes.
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CULTURA
FOTOGRAFÍA
A un lado la vida,
al otro la supervivencia
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Hiroh Kikai:
‘La vida de los otros’ es un retrato conmovedor; Billy Wilder nos hizo reír en ‘Un, dos, tres’. Pero el muro de Berlín sigue esperando una auténtica obra maestra del cine.
Hiroh Kikai, junto a algunos de los retratos realizados en Asakusa (Tokio).
La fotografía
es como un El retratista japonés ha hecho más de 600 instantáneas en el barrio de Asakusa (Tokio) Agencias
Fotograma de ‘La vida de los otros’, del director Florian Henckel von Donnersmarck. Por Carlos Boyero Por muy sombrío que fuera el tratamiento que ha ofrecido el cine sobre aquella prolongada barbarie que encarnaba el muro de Berlín, la realidad superaba el efecto depresivo que te pudieran causar las ficciones sobre esa ciudad atrozmente dividida. La tristeza con la que regresabas a
Berlín Occidental después de haberlo cruzado para pasar el día en el Este era duradera. Recuerdo atardeceres invernales en avenidas grandes y vacías, la atmósfera de carencia y miedo, almacenes en los que no encontrabas nada que desearas adquirir, sensación de mediocridad vital y desesperanza, cafeterías en las que todo aquello que comías o bebías era aséptico. Y recor-
dabas que casi trescientas personas habían muerto al intentar huir de ese presunto hogar del hombre nuevo. Tratabas de imaginar la frustración de los berlineses del Este sabiendo que al otro lado, a unos cuantos metros, otros afortunados alemanes, muchos de ellos parientes o amigos, habían tenido suerte en el reparto de la ciudad y podían disponer de tantas cosas
materiales, vivían en un país democrático, tenían libertad de pensamiento y de opinión. Todo lo anterior debería de ir señalado entre comillas o con interrogantes, pero imagino que era la imagen del paraíso para tanta gente controlada hasta la extenuación por la Stasi, por la delación del vecino, porque la sabiduría del partido había detectado en ellos tentaciones.
“Un fotógrafo es feliz cargando su cámara de 35 milímetros al hombro, recorriendo pueblos y ciudades, fotografiando cada rincón”, sentencia Hiroh Kikai (Yamagata, 1945). Este fotógrafo japonés, que tiene publicados 18 libros de instantáneas y 4 de ensayos, sigue trabajando con cámara analógica y revelando sus películas en un reducido espacio de su casa. No le gusta mostrarlo. Cuenta que, hace años, un periodista sacó una imagen de él revelando en la bañera y quedaba ridículo. Lo describe como “algo más grande que un armario, de unos 4,5 tatamis (un tatami mide 90 centímetros de ancho por 180 de largo) y con fuerte olor a productos químicos”.
Kikai siempre desea salir de allí e ir a la calle, que “es el verdadero estudio del fotógrafo”. Habitualmente Kikai toma el tren y va al tradicional barrio de Asakusa, en Tokio, a casi una hora y media de su casa. En el camino lee o escribe, y una vez allí elige a quién va a fotografiar. No lleva una idea premeditada. Necesita ver que el aura de alguien le dice: “¡Fotografíame!”. Entonces se acerca y le retrata, sin preparación. Explica que si lleva a la persona a un estudio pierde naturalidad y él quiere mostrar al ser humano como es. Si ve a su modelo muy tenso, utiliza el truco de decir que se ha encasquillado la cámara. Cuando el retratado baja la guardia y se relaja, Kikai dispara. Así saca la esencia del ser humano. Para él es fundamental
combate de sumo
que sus fotos sean atemporales, por lo que recurre al blanco y negro, que además es más sugerente, hace imaginar al espectador. Insiste en la importancia de sus retratados como seres individuales, de ahí sus fondos planos, neutros, para que la figura sobresalga. Hace lo mismo con sus “retratos” de ciudades de Turquía o India. Las representa sin habitantes para destacar lo que fotografía, ya sean objetos o personas. Esto lo aprende de su fotógrafa predilecta, la norteamericana Diane Arbus (1923-1971), cuyas imágenes tienen la atemporalidad que busca Kikai. Es el trabajo de Arbus lo que le anima a convertirse en fotógrafo después de estudiar Filosofía y de haber trabajado como camionero o atunero. Tampoco descartaba ser director de cine, pero eso
requería más infraestructura, equipo y presupuesto. Kikai considera al barrio de Asakusa como un pequeño agujero por el que observar con un telescopio —que en este caso es su cámara— la parte más tradicional de Tokio. Le gusta porque le recuerda su infancia en una zona rural de Japón. Este distrito parece haberse quedado parado en el tiempo. No ha sido víctima de la homogeneización, en él no se pueden encontrar restaurantes de comida rápida, ni supermercados, los negocios son familiares. Se siente como un empleado de la zona, lleva varias décadas pasando allí tres o cuatro horas, no hay una media del número de fotos que hace al día, es irregular. Reconoce que se acerca a algunos
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‘LA DAMA SONRIENTE’, 1986.
ACTUALIDAD
FOTOGRAFÍA personajes del barrio por su profesión; si no, ni se atrevería. Recuerda el retrato que le hizo a un hombre que murmuraba que la cámara que llevaba seguro que era cara. También habla con cariño de una prostituta a la que había fotografiado múltiples veces durante los 21 años que había trabajado allí. Un día su editor le comunicó que había fallecido y él ni siquiera conocía su nombre, lo supo en ese momento. Cuenta cómo él intentaba darle limosna y ella la rechazaba. El próximo año, el fotógrafo publicará un libro de retratos y ensayos en el que aparecerán 15 imágenes de esta mujer y el obituario que le dedicó. Para Kikai la fotografía es una forma de expresarse. Es un combate de sumo, el retratado y el retratista se miran a los ojos, de repente empieza la lucha y el fotógrafo dispara. Le da tanta importancia a la imagen como al título. Anota en una libreta lo que observa en el barrio y las sensaciones que le dan los modelos. Acompaña cada imagen con una de sus frases: Mujer con abrigo de piel caro, Niña que vino con su
abuela a rezar al templo. Su estancia en Madrid le hace plantearse si ir al Museo del Prado o no. Admira profundamente a Goya y a Velázquez, pero teme su reacción cuando les observe in situ. No sabe si podrá aguantar la emoción al estar delante de lo que tantas veces ha visto reproducido. Bebe de los lienzos de Velázquez y se pregunta cómo a un pintor de corte le estaba permitido hacer retratos tan realistas en los que descubría el alma del retratado. Compara a los pintores con los fotógrafos: “En un retrato se muestra tanto el alma del modelo como del que lo representa, ya sea a través de un disparo fotográfico o de los pinceles”.
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EL FBI CHANTAJEÓ E INCITÓ AL SUICIDIO A MARTIN LUTHER KING EN UNA CARTA LA OFICINA LLAMÓ “BESTIA ANORMAL” AL LÍDER AFROAMERICANO, SEGÚN EL NEW YORK TIMES
Cuestión de gustos ◗ 1. ¿EN QUÉ OBRA SE QUEDARÍA
A VIVIR? En las novelas cortas de Chéjov o en Los olvidados, de Buñuel.
◗ 2. ¿A QUÉ AUTOR DE TODOS
LOS TIEMPOS INVITARÍA A CENAR? A Goya o a Velázquez. También quiero conocer al guionista y escritor Yamada Taichi, eso ocurrirá dentro de poco.
◗ 3. ¿CUÁL HA SIDO EL MEJOR MOMENTO
DE SU VIDA COMO FOTÓGRAFO? Mis viajes a Anatolia (Turquía). El tiempo que pasé allí recordaba mi infancia, cuando todavía creía en la bondad del ser humano.
◗ 4. ¿QUÉ ENCARGO NO
ACEPTARÍA JAMÁS? Hacer fotografía comercial, aunque tampoco me llegan ese tipo de trabajos. Nunca haría nada de lo que no estuviera orgulloso mi maestro el profesor Fukuda (al que conoció estudiando filosofía).
◗ 5. ¿QUÉ LIBRO O PELÍCULA
SE LE CAYÓ DE LAS MANOS? Los best sellers o películas comerciales. Ni los tomo.
◗ 6. ¿QUÉ HIZO EL ÚLTIMO FIN
DE SEMANA? Fotografiar Madrid.
◗ 7. ¿QUÉ ESTÁ SOCIALMENTE
SOBREVALORADO? La ambición y lo que solo se pueda narrar en presente.
SALA DE LA TABACALERA DONDE SE MUESTRA LA EXPOSICIÓN ‘RETRATOS DE ASAKUSA’ DE HIROH KIKAI. ES UNA SELECCIÓN DE 55 FOTOGRAFÍAS EN BLANCO Y NEGRO DE LAS MÁS DE 600 QUE HA TOMADO EN ESTE BARRIO DE TOKIO DURANTE CUATRO DÉCADAS.
◗ 8. ¿A QUIÉN DARÍA EL PRÓXIMO
PREMIO? Goya se los merecería todos.
LUTHER KING, EN SU HISTÓRICO DISCURSO EN WASHINGTON EN AGOSTO DE 1963. Por Agencias “Demonio”. “Bestia anormal”. “Animal antinatural”. Estos son algunos de los descalificativos que el FBI —la Oficina Federal de Investigación estadounidense— propinó en 1964 al líder del movimiento de los derechos civiles, Martin Luther King, en una carta publicada sin cesura por el diario The New York Times (NYT). La misiva está considerada como un intento de chantaje en la que William Sullivan, el número dos de J. Edgar Hoover —cabeza del FBI por aquel entonces— se hacía pasar por un activista negro que amenazaba a Luther King con destapar todos sus secretos y supuestos “escándalos sexuales”, según el diario neoyorquino. La
carta iba acompañada de una cinta que contenía conversaciones telefónicas grabadas en su casa y hoteles, prueba de que Luther King estaba manteniendo relaciones extramatrimoniales. “Escuche, repugnante animal antinatural. Todos sus actos adúlteros, sus orgías sexuales, han quedado registrados. Esto es sólo una pequeña muestra”, reza la carta. Pero además de insultos racistas hacia el histórico líder afroamericano, el número dos del FBI le pretendía hacer ver en la carta que la única solución
para que sus escándalos personales no salieran a la luz era que se suicidase, tesis defendida también por los asesores a los que acudió el activista inmediatamente después de recibir la carta intimidatoria. “Hay algo que tienes que hacer, ya sabes lo que es. No se puede creer en Dios y actuar como lo haces”. Cuatro años después, fue asesinado en Memphis a los 39 años. En 1976 el Senado estadounidense, en una audiencia que analizaba el “juego sucio” de la Oficina de Investigación, concluyó que el escrito “claramente
El texto fue escrito con máquina de escribir para dificultar la identificación de su autor
da a entender que el suicidio sería un curso de acción adecuado para el Dr. King”. Aunque el texto era anónimo y fue escrito con una máquina de escribir, lo que dificultaba averiguar el autor, el Senado de Estados Unidos ha confirmado que procedía del FBI. La nota, que ha pasado a la historia de EU como la “carta de suicidio” de Martin Luther King, ya fue publicada aunque censurando las expresiones más duras. Ahora, el NYT ha publicado el contenido íntegro del escrito gracias a Beverly Gage, una historiadora de la Universidad de Yale que descubrió una copia sin editar en el Archivo Nacional mientras investigaba para escribir un libro sobre el histórico director del FBI, Hoover.
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DOMINGO \ EL MAÑANA \ 23 de noviembre de 2014
CULTURA
LITERATURA
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Placer y dolor
CINCO PISTAS SOBRE... SADE Una exposición en París muestra la influencia de la obra de Sade, el gran libertino del XIX
Por Victoria Combalia
Representación durante el Festival Internacional Cervantino de Guanajato, México.
Festivales con eñe En el campo de las artes el español ocupa un lugar destacado,
por ser anfitriona de las expresiones culturales de todo el mundo Por Fernando Iwasaki Aunque los hispanohablantes seamos 500 millones, nuestro idioma todavía no es una de las lenguas de la ciencia, las finanzas o el conocimiento. En el campo de las artes y la cultura el español sí que ocupa un lugar destacado, gracias a ser anfitriona de las expresiones culturales de todo el mundo. No se trata de restarle importancia –por ejemplo– a las obras de premios Nobel como Juan Ramón Jiménez, Gabriel García Márquez, Octavio Paz, Vicente Aleixandre o Mario Vargas Llosa, sino de otorgársela a los festivales que tienen lugar en países de habla hispana y que por su prestigio se han convertido en referencias mundiales. Es el caso del Festival Internacional de Cine de San Sebastián (España),
la Feria Gastronómica Internacional Mistura de Lima (Perú), el Festival Internacional de Poesía “Cosmopoética” de Córdoba (España) y el Festival Internacional Cervantino de Guanajuato (México). El Festival de Cine de San Sebastián es uno de los mejores festivales del mundo y no en vano San Sebastián ha sido escenario de estrenos de Woody Allen, George Lucas y Alfred Hitch cock. No es habitual que la lírica convoque multitudes, aunque el Festival Internacional de Poesía de Medellín (Colombia) ha llegado a reunir a más de 70.000 personas en varias de sus ediciones celebradas desde 1991. Así, gracias al ejemplo de Medellín en la andaluza ciudad de Córdoba nació Cosmopoética, un festival que desde 2004 ha llevado al terruño de Góngora a
premios Nobel como Seamus Heaney, Derek Walcott, Darío Fo, Herta Müller y Jean-Marie Gustave Le Clézio, quienes han convivido y dialogado con los mejores poetas de habla hispana de España y América Latina. Para nadie es un secreto que la gastronomía va camino de convertirse en el décimo arte, salvo que le arrebate la novena plaza al cómic e incluso la octava a la fotografía, pues el volumen de negocio, sofisticación y espectacularidad de la alta gastronomía no ha tocado techo todavía. Por eso Mistura –el festival de una gastronomía en auge como la peruana– se ha convertido en apenas seis años en la meca de la cocina mundial, hacia donde han peregrinado estrellas como Ferran Adrià, René Redzepi, Michel Bras, Alex Atala, Yukio Hattori, Joan
Roca, Massimo Bottura, Heston Blumenthal, Dan Barber, Maxime Bilet o Alain Ducasse. Sin embargo, ninguno como el Festival Cervantino de Guanajuato podría presumir de ser el mejor del mundo en música y artes escénicas, porque el Cervantino ya es el espejo donde se miran otros festivales como los de Graz, Edimburgo, Aviñón, Stockton, Epidaurus o Santarcangelo. Acaba de concluir la 42º edición del Cervantino y su director, el escritor Jorge Volpi, no sabe si sentirse más satisfecho por haber celebrado en Guanajuato los 400 años de la embajada Keichō y los 450 años de Shakespeare, o por haber echado a andar la Academia Cervantina y el Proyecto Ruelas, dos ambiciosas iniciativas en pro del teatro clásico y la música sinfónica contemporánea. Es verdad que el partido México-Holanda del pasado Mundial tuvo una audiencia de 10,4 millones de espectadores en Estados Unidos, pero el futuro del español como lengua global no hay que conquistarlo en los estadios, sino en los Festivales con eñe.
1. Sade. Donatien Alphonse François de Sade (1740-1814) fue un filósofo, moralista y revolucionario, el cual, según escribió Paul Eluard, “por haber querido devolver al hombre civilizado la fuerza de sus instintos primitivos, por haber querido liberar la imaginación amorosa y por haber luchado desesperadamente por la justicia y la libertad absolutas, fue encerrado casi toda su vida”. Autor de Aline y Valcour, Justine o los infortunios de la virtud, Juliette o las prosperidades del vicio y Las 120 jornadas de Sodoma, tuvo una vida escandalosa. Sus libros estuvieron prohibidos hasta la segunda mitad del Siglo XX. 2. Exposición. Sade. Atacar el sol es una excelente exposición organizada por el Musée d’Orsay con ocasión del bicentenario de la muerte del marqués, que estará abierta hasta el 25 de enero. Comisariada por la gran experta Annie Le Brun, con la colaboración de Laurence des Cars, su propósito es mostrar la influencia de la obra de Sade en la sensibilidad del Siglo XIX. No sólo Baudelaire, Flaubert, Huysmans o Apollinaire se hicieron eco del gran libertino y librepensador, sino que pintores como Delacroix, Moreau, Böcklin, Rops, Odilon Redon o Kubin expresaron algunos de sus grandes temas. La muestra retrocede en el tiempo con obras clásicas, y llega hasta el Siglo XX con piezas de muchos surrealistas —grandes defensores del Divino Marqués—, y también de Picasso y Bacon. Ni muestra biográfica, ni de crítica literaria, es un ejercicio visual tremendamente imaginativo y también subjetivo, según el gusto de Annie Le Brun. 3. Violencia, crueldad. “La bravura y la ferocidad tienen un sentido en el que pueden confundirse (…) El valor no es más que una especie de ferocidad”, escribió Sade. Aquí sobresale Goya,
‘La Guerre’, 1894, de Henri Rousseau. con sus caníbales y sus degollaciones, pero también la impresionante Medea de Delacroix, la gran cabeza de Alfred Kubin, la Judith de Valentin de Boulogne y La caza salvaje de Von Stuck. El tema del rapto, que el Siglo XIX liberará de su encuadre mitológico, aparece en obras de Fuseli, Degas, Cézanne y Picasso. Más adelante aparece un conjunto de dibujos antiguos de hombres con látigo (los flagelantes de muchas imágenes religiosapies) junto a las famosas masacres de André Masson. La sangre, coadyuvante de la voluptuosidad según Sade, protagoniza unos exquisitos dibujos de Rodin, que ilustró Le jardin des supplices de Octave Mirbeau. 4. Entre placer y dolor, la inscripción
del deseo. Recordemos que los franceses distinguen “sadiano” (relativo al Marqués de Sade) de “sádico”. Lo que une placer y dolor, aunque no lo invente el Siglo XIX, lo ejemplifica en la muestra el espléndido boceto para Roger y Angelica Ingres, en el que Angélica, atada a la roca y deslumbrante en su desnudez, implora ser liberada. Imágenes licenciosas, imaginación desbordante del erotismo, pasión unida a la crueldad tanto en las fichas policiales como en los collages de Max Ernst, cuerpos desmembrados de Hans Bellmer, liberación de los fantasmas en Pierre Molinier o Unica Zürn, tentadoras hetairas de los autores simbolistas; todo ello evoca la liberación del deseo
promovida por Sade. 5. Completamente ateo. Sade quería romper con los prejuicios, las convenciones y la moralidad cristiana, viendo en la religiosidad una sumisión infinita a las leyes injustas y represivas. Esta sección de la exposición es muy variada, con imágenes anticlericales que proliferaron durante la Revolución Francesa, con monjas y sacerdotes en actividades eróticas, hasta cuadros sobre La tentación de San Antonio. Y también obras del arquitecto erotómano JeanJacques Lequeu (1757-1826), de las cuales la más famosa es la de una monja que desvela sus senos sobre una inscripción que dice: “Nosotras también seremos madres”.
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PSICOLOGÍA
CULTURA
LA RIQUEZA DEL MUNDO
DE LOS MUERTOS
1. Ahora es lo que cuenta. Los niños viven el momento con total intensidad, sin reservarse nada para después. Ponen toda su energía, empeño y corazón en lo que están haciendo ahora. Cuando están corriendo, cuando están construyendo una torre de piezas de madera, cuando se bañan en la playa… son capaces de estar inmersos en el presente. Ese es su tiempo y ahí es donde viven, sin dejarse agobiar por pensamientos del pasado ni preocupaciones del futuro que es posible que jamás lleguen. 2. Preguntar aquello que no se sabe. Sentenciaba Confucio que la verdadera sabiduría está en “saber que se sabe lo que se sabe y que no se sabe lo que no se sabe”. Sin duda, en la infancia, conscientes de todo aquello que se ignora, no paramos de preguntar y preguntar. No nos da vergüenza admitir que no sabemos esto o aquello con tal de obtener respuestas, y una vez conseguidas aparecen los “por qué” tan temidos por los padres, porque es muy posible acabar en un callejón sin salida o en cuestiones metafísicas. Pero es siendo capaces de preguntarse el porqué de todo como se crece y se sigue adelante.
ARQUEÓLOGOS MEXICANOS EXHIBEN OBJETOS DE HACE 1.800 AÑOS HALLADOS EN TEOTIHUACÁN Por Luis Pablo Beauregard La representación del inframundo en la tierra la forma un túnel de 102 metros de longitud y 2,5 de altura. El agua llegaba a las rodillas de los sacerdotes que lo recorrían. Sus antorchas hacían brillar la cúpula, que titilaba gracias a la pirita que se había aplicado a la bóveda para representar las estrellas que los antiguos mexicanos creen que se veían desde el mundo de los muertos. En las cámaras se hallaban miles de ofrendas traídas desde lejos, como el jade, caracolas de mar talladas, colmi-
llos de grandes felinos, vasijas de cerámica y otros objetos alusivos al agua en honor a Tláloc, una de las deidades más temidas y veneradas en Mesoamérica. El inframundo estuvo oculto por más de 1.800 años en el subsuelo de Teotihuacán, debajo del Templo de la Serpiente Emplumada, una de las zonas arqueológicas más visitadas de México, a 50 kilómetros de la capital. María Teresa Romero, directora del
VISTA CON ESCÁNER del túnel excavado en Teotihuacán.
Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), presentó recientemente al público los principales logros del proyecto Tlalocan: camino bajo la tierra, con los principales hallazgos de cinco años de trabajo en la excavación. Quizá fue algo más que la suerte lo que hizo que las fuertes lluvias del otoño de 2003 llevaran al arqueólogo Sergio Gómez a descubrir un pozo en la parte conocida como La Ciudadela, al sur de
Un robot, creado para la exploración, permitió captar las primeras imágenes.
la Pirámide de la Luna. Ayudado por sus colegas, bajó 13 metros amarrado por una cuerda. A través de un boquete de 83 centímetros de diámetro se dio cuenta de que había un espacio que se extendía desde la Gran Explanada hacia el Templo de la Serpiente Emplumada. Fue el inicio del proyecto Tlalocan. Gómez siguió su instinto. Las leyendas contaban que la entrada al inframundo se hacía desde el oeste, y que al este había un sitio “lleno de riquezas, abundancia y fecundidad creadora”. El líder del proyecto no imaginó entonces que ahí hallaría una
3. Asombrarse de lo que nos rodea. Si no se ejercita, la capacidad de asombro disminuye con el paso del tiempo. Y con ella, la creatividad. Pero se puede practicar, podemos obligarnos a que las cosas nos sorprendan. Decía Proust que “la verdadera felicidad no consiste en encontrar nuevas tierras, sino en ver con otros ojos”. Esos nuevos ojos son los mismos que tuvimos cuando éramos pequeños. Porque si mirásemos el mundo con los ojos de un niño, sería un lugar absolutamente maravilloso y mágico. No habría espacio para las rutinas, ni el aburrimiento, ni la desidia. 4. Caerse es parte del aprendizaje. Observando lo que ocurre en un parque cualquiera se puede ver con qué naturalidad los niños y niñas que allí juegan se caen y se levantan y se vuelven a caer como si no hubiera pasado nada. Pantalones rasgados, vestidos manchados, alguna pequeña herida que requiere de un poco de agua y ya está. El juego continúa. Ellos se caen
sabiendo que se van a levantar y que se van a volver a caer. Si de mayor es tan difícil aprender a ir en bicicleta no es por una cuestión de habilidad o equilibrio, es por el miedo que da caer. Y quien dice bicicleta dice cualquier desafío que requiera de superar los miedos propios. 5. Y mancharse también. La suciedad asusta. Queremos vivir, pero salir impolutos del intento. Tocamos la comida con cubiertos, nos sacudimos enseguida la arena o la nieve en el abrigo. Los adultos crean un mundo aséptico que huele a consulta de médico y que los alergólogos alertan de que es pernicioso para el desarrollo del sistema inmunitario. Pero además, esta cruzada en contra de la suciedad hace tomar distancia del mundo, pero cuando éste se vive con total intensidad salpica. Experimentar ensucia. Explorar ensucia. Construir ensucia. Es parte del aprendizaje. 6. Liberados de la obsesión por lo nuevo. Ver una película y volver a verla una y otra vez. Querer escuchar ese cuento que ya ha sido contado en cientos de ocasiones. Repetir la misma camiseta porque es su favorita. Los niños reinciden. No están sujetos por la espiral de la novedad constante. Por esa ansia que produce el incesante bombardeo publicitario que dice que lo nuevo es mejor. Son inmunes, aún, a ello. 7. Seguir el propio instinto. Los más pequeños actúan y deciden por instinto. Por instinto se acercan y confían. Por instinto crecen y se desarrollan. Esta conducta en muchas ocasiones es la que da las respuestas correctas. Pero luego aparece el cálculo de posibilidades. El qué pasaría si… La duda constante y, en definitiva, la parálisis por análisis. Debemos reaprender a seguir nuestro instinto. 8. Orgullo de los logros propios. “¡Mira, mamá, lo que sé hacer!”. Seguro que esta frase nos suena. Y es que estos grandes maestros no esconden sus progresos. Saben felicitarse cuando tienen que hacerlo, estar alegres por las cosas que aprenden, y son capaces de celebrar sus éxitos y compartirlos con sus seres queridos. Una actitud
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de entusiasmo por la superación que les lleva a querer conquistar nuevas cimas y afrontar nuevos desafíos. ¿Cuánto hace que no nos felicitamos a nosotros mismos? ¿Cuánto que no somos capaces de compartir un logro personal?
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ra cuestión es mantenerse despierto a lo desconocido, a las posibilidades, al misterio, a lo que no entendemos. Por ejemplo, abrirnos a la magia de volver a ser niños.
9. Si río, río. Si lloro, lloro. Saber expresar los sentimientos y no tener miedo o reparo en ello es una gran lección de inteligencia emocional. Los niños son capaces de llorar en público, de reír a carcajadas, de entregarse a sus emociones. Y no esperan a que les adivinemos los sentimientos. No. Si requieren de un abrazo, de un beso de buenas noches, de un consuelo… lo piden, y así la vida es mucho más sencilla. También son capaces de admitir el miedo o que algo les asusta, y de esta manera, con ayuda, es mucho más sencillo afrontarlos y superarlos. 10. ¿Amigos? Hacer amigos es una cuestión de confianza, aceptación, generosidad, espontaneidad… Cuando se es pequeño cuesta muy poco hacer amigos, compartir, jugar, divertirse, explorar juntos. Es una actitud alegre y despreocupada que hace que el mundo sea un lugar menos solitario. ¡Con lo poco que nos cuesta pedir amistad en Facebook y lo duro que se hace decir “¿amigos?” en la vida real! A ellos no. 11. Yo creo. Los niños creen. En los Reyes Magos, en las hadas y en cualquier tipo de magia, incluso la propia. ¿Nos suena cuando vienen y tratan de convencernos de que este objeto o este otro tiene propiedades mágicas? Claro, es posible que piensen que eso les hace vulnerables, ingenuos tal vez. Pero ya nos advertía Roald Dahl, el famoso escritor de libros infantiles: “El que no cree en la magia nunca la encontrará”. Sea como sea, la verdade-
Para conectarnos ◗LIBRO ‘Aprender de los hijos’ Carlos Goñi y Pilar Guembe (Plataforma Editorial) Pequeños maestros que nos pueden ayudar a crecer. ◗PELÍCULA ‘El chico’ Jon Turteltaub A un personaje sin escrúpulos se le presenta su yo infantil para protestar de la vida que lleva. ◗CANCIÓN ‘Volver a ser un niño’ Los Secretos
PEQUEÑA LECCIÓN HISTÓRICA Cuando Donato d’Angelo Bramante hubo terminado por fin los planos de la basílica de San Pedro, envió a su hijo de siete años para que se los entregara al papa Julio II. El Papa, satisfecho por el trabajo, puso ante el niño una caja llena de monedas de oro y dijo: “Mete la mano y toma todas las monedas que puedas”. “Creo que será mejor que usted tome las que pueda y se las dé a mi padre”, contestó el niño. “¿Por qué no crees que eres capaz de hacer esto?”. “Sí que me creo capaz, pero usted tiene las manos más grandes”.
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PSICOLOGÍA
DOMINGO \ EL MAÑANA \ 23 de noviembre de 2014
No hay maestro
pequeño - Preguntar, asombrarse, seguir el instinto, vivir el momento. estar orgullosos de los logros... - Son algunas de las lecciones que se pueden aprender de los niños si se está atento
Por Gabriel García de Oro Una vez, una madre primeriza le preguntó a Alejandro Jodorowsky cómo debía educar a su hijo, a lo que el artista chileno le respondió sin vacilar: “Deja que él te eduque a ti”. Esta anécdota, más allá del inteligente juego de significados, encierra una gran verdad que en muchas ocasiones se pasa por alto. Y es que los niños tienen mucho que enseñar y los adultos tenemos mucho que aprender. Carlos Goñi y Pilar Guembe, en su libro Aprender de los hijos, lo resumen de forma brillante al asegurar que “cada hijo nos trae el mismo mensaje: a partir de ahora, todo va a ser al revés: aprende el que
DIRECTOR GENERAL
enseña, recibe el que da, queda lleno el que se vacía. El poeta inglés George Herbert decía que un padre vale por cien maestros; nosotros pensamos que la frase también se puede aplicar a los hijos”. Sí, se puede aprender de los hijos,
pero también de los niños en general. Incluso podemos reaprender del niño que sigue estando dentro de nosotros. Decía Novalis, el gran poeta del romanticismo alemán, que “ahí donde está la infancia se encuentra la edad de oro”. Una edad de oro en la que crecemos, nos desarrollamos y aprendemos con naturalidad, sin ningún esfuerzo. Lo que ocurre es que llega un momento en el que olvidamos aquellos valores y actitudes que teníamos incorporados y que nos hacían descubrir el mundo de una forma apasionada y apasionante. Existe un momento en nuestra vida en el que toda actitud infantil es rechazada con
EL MAÑANA
ORLANDO TOMÁS DEÁNDAR MARTÍNEZ odeandar45@hotmail.com COORDINADOR Adrián Altamirano Jaime adrian.altamirano@elmanana.com
DISEÑO Mariela Olvera
APARTADO POSTAL 14
frases del tipo “no seas niño” o “parece mentira, es peor el padre que el hijo” y cosas por el estilo que seguro que suenan familiares. Así, poco a poco, estas sanciones verbales van calando en el interior y hacemos eso que solo deberían hacer las frutas, es decir, madurar. Si nos apartamos de nuestra infancia, también lo hacemos de las grandes posibilidades de instruirse, desarrollarse y crecer. Son muchas y muy variadas las grandes lecciones que se pueden aprender observando a estos pequeños maestros. A continuación, 10 de ellas, aunque, como suele pasar con el aprendizaje, sea del tipo que sea, lo mejor es que cada uno observe y saque sus propias conclusiones.
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CULTURA de las ofrendas más importantes de Mesoamérica, con 50.000 objetos de enorme valor. El túnel era una representación metafórica de la cueva del origen de los tiempos que había quedado orillado a la mitología prehispánica. “El hallazgo nos abre posibilidades de tener nuevos conocimientos sobre la cosmogonía, la religión y la cultura en toda la región”, asegura el arqueólogo. Ahora se sabe que allí abajo, una zona restringida a los más poderosos, se celebraban los rituales para nombrar a las autoridades. “Las divinidades del mundo de los muertos otorgaban su poder a los nuevos gobernantes ahí”, dice Gómez. Las pruebas de carbono 14 han revelado que algunas de las ofrendas datan del año 126. Los arqueólogos están entusiasmados porque dentro del tesoro hallaron “fragmentos significativos” de piel. Esto aportaría más información sobre las etnias que poblaban los diferentes barrios de Teotihuacán. “No se ha encontrado algo así en todo México”, dice Gómez, que trata de mantener a raya su optimismo señalando que se tienen que realizar pruebas de ADN para descartar que se trate de restos de animal. El descubrimiento del grupo de expertos del INAH marca un hito en la historia arqueológica de México. Para que los
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UNA IMAGEN DE ESCÁNER MUESTRA EL INTERIOR DEL TÚNEL DE LA PIRÁMIDE DE TEOTIHUACÁN.
Los investigadores descubrieron “fragmentos” de piel entre el tesoro. trabajos comenzaran hace 11 años fue necesario retirar casi 1.000 toneladas de tierra. Hasta 2009 el proyecto no comenzó a tomar forma. Las primeras imágenes del interior se lograron en 2010 gracias al robot Tlaloque I, el primero utilizado en México para explorar zonas arqueológicas frágiles y el segundo del mundo (tras Egipto). “Lo hicimos en cuatro meses con materiales que reciclábamos y con lo que encontrábamos”, explica Hugo Guerra, el ingeniero del Instituto Politécnico Nacional que lo creó. El ingenio del alumno de mecatrónica logró poner ojos en un sitio que había estado vedado desde el año 550, cuando el túnel sufrió una clausura definitiva. Ante el éxito se diseñó una nueva máquina que auxilió a los arqueó-
logos a encontrar tres habitáculos en el recorrido. Los especialistas hallaron allí algunos de los objetos más fascinantes. Se trata de cuatro esculturas, tres femeninas y una masculina. Estaban de pie observando hacia la intersección de las tres recámaras. Excavar en México y su pasado suele dejar al descubierto más preguntas que certezas. Al menos así ha sido para Gómez, que cree que las misteriosas esculturas dirigen su vista hacia la tumba de algún importante sacerdote o exgobernante de Teotihuacán. “Creemos que el túnel se clausuró definitivamente para resguardar algo. Existen indicios de una sepultura ritual”, dice. El misterio quedará sin respuesta al menos hasta 2015, cuando el proyecto Tlalocan concluya.
PIEZAS ENCONTRADAS EN TEOTIHUACÁN DESPUÉS DE 11 AÑOS DE EXPLORACIÓN.
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PARA UN MUNDO EN RIESGO Dos mil años después, un repaso a la figura del emperador romano proyecta reflexiones para defender la democracia. PÁGINAS DE 8 A 10
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