29 de noviembre de 2015
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‘Mi herencia es
la incertidumbre’ A sus 90 años, Andrea Camilleri conserva intactos sus ideales de izquierdas y muestra un escepticismo radical hacia la política. páginas 8 a 11
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pSicoLogÍA
La necesidad de complacer Es algo instintivo, casi un acto reflejo: buscamos agradar a los demás. Un sentimiento que puede resultar paralizante e impedir que nos desarrollemos plenamente por Jenny Moix Queraltó EL pAÍS Los electrizantes golpes de cadera de Elvis Presley fueron los responsables de que el paleoantropólogo Ignacio Martínez bautizara con el nombre Elvis a los restos fósiles de una pelvis. Perteneció a un Homo heidelbergensis que vivió hace unos 300.000 años. Si en esa época hubiera existido el récord Guinness, probablemente lo hubiera conseguido por vivir hasta los 45. Era un auténtico vejestorio. Viejo y cojo. Una enfermedad degenerativa de columna que padeció, probablemente desde su infancia, le impedía cazar y más bien lo convertía en un estorbo para su clan. Sobrevivió porque sus congéneres no lo sintieron así y lo cuidaron. Si Elvis hubiera sido relegado del grupo, hubiera muerto en poco tiempo.
Nosotros somos hijos de esos homos que grabaron en sus cromosomas “estás en grupo o mueres” o “si no gustas a los demás, te juegas la vida”. Ese sentimiento de “jugarse la vida” lo hemos heredado y miles de años después seguimos notando esa punzante sensación de algo gravísimo si no gustamos a los demás. Somos capaces de ir en contra de nuestras propias necesidades para actuar según lo que pensamos que el otro espera de nosotros. Son nuestros genes, nuestro cavernícola interior, los que encienden ese sentimiento. Ahora ya no solemos jugarnos la vida si el otro se enoja, pero lo seguimos sintiendo así.
Con la entrega constante no se llena la autoestima, solo enterramos nuestras ilusiones
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oRLAnDo TomÁS DEÁnDAR mARTÍnEZ odeandar45@hotmail.com COORDINADOR Adrián Altamirano Jaime adrian.altamirano@elmanana.com
DISEÑO Mariela Olvera
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Domingo es un magazine semanal. Impreso en los talleres de Editora DEMAR, S.A. de C.V., ubicados en la calle Matías Canales No. 504, Código Postal No. 88620, Col. Ribereña, Apartado Postal No. 14, Cd. Reynosa, Tam. domingocultural@elmanana.com
psicología No podemos manipular los genes para menguar ese terror instintivo, pero sí poner luz sobre nuestra reacción: si el otro se enfada, lo único que pasa (en la mayoría de casos) es que se ha enfadado y a partir de ahí lo que sintamos ya es cosa de nuestras interpretaciones. Los genes no son los únicos responsables de esa imperiosa tendencia de complacer para conseguir seguridad y amor. La sociedad y la cultura se suman a los cromosomas para decirnos que debemos ser buenos y atender a los demás. Y que si amamos, debemos entregarnos por completo. El amor, aunque resulte paradójico, es el responsable de generar dinámicas que enredan las relaciones con sentimientos de entrega, gratitud, culpa… En ocasiones, la entrega absoluta de los padres abona en los hijos un sentimiento de deuda de por vida que los encadena. Una sensación que los amarra convirtiéndolos en siervos de lo que creen que sus padres esperan de ellos. En otras ocasiones, el sacrificio hacia los demás no presenta ni un ápice de correspondencia. Entonces aparece la rabia, el enfado, la furia o, incluso, la pena y la depresión profunda. En una semana he escuchado dos historias estremecedoramente parecidas. En ambas, una mujer donaba a su marido un riñón para salvarle la vida. En la primera historia, una vez que el marido estuvo recuperado totalmente, le fue infiel con otra mujer. En la segunda, el hombre, ya sano, la abandonó por otra. Un desgarro doble. Sin riñón y con el corazón roto. La moraleja no se dirige al dilema de si debemos o no donar un órgano a la persona que amamos. La conclusión es que si lo damos, no podemos esperar nada a cambio. En el momento de dar (un riñón o un bolígrafo) debemos interrogarnos profundamente sobre el motivo por el que lo hacemos. ¿Lo hacemos por el amor que sentimos o por el que esperamos? El club de la buena estrella es una deliciosa película (basada en la novela de Amy Tang) donde se plasma la vida de un grupo de mujeres de origen chino que emigran a EU. Las
más jóvenes son ya estadounidenses. Vemos cómo su cultura les ha insertado en el núcleo de todas sus células el deber de la entrega. En una de las historias, protagonizada por una de las jóvenes de la última generación, se presenta un ejemplo de las devastadoras consecuencias de la autoesclavitud de complacer. En la Facultad, uno de los chicos más populares se enamora locamente de ella en el momento que ella se muestra sincera y auténtica expresando sus sentimientos. Se enamora de su autenticidad. Al poco, se casan. Ella se siente pequeña a su lado, menos que él. Así que se esfuerza por complacerlo. Deja sus ilusiones, sus estudios, sus ambiciones a un lado y se vuelca en él. Poco a poco se van distanciando. A él le aburre vivir al lado de alguien tan servicial. Y entonces llega una de las más ejemplarizantes escenas. Ella le pregunta dónde quiere cenar: en casa o fuera. Él le contesta que donde ella quiera. La joven insiste en que sea donde él desee. Entonces el marido le ruega por favor cenar donde ella elija, le pide que exprese sus deseos, le explica que se sentiría mejor si supiera lo que piensa. La quiere auténtica como cuando se enamoró de ella. La protagonista se siente muy turbada, ya no sabe lo que prefiere, de tanto enterrar sus deseos los ha olvidado. Y decide quedarse en casa porque será lo mejor para él. En la escena siguiente ya aparecen los papeles del divorcio. Con la entrega constante no se llena la autoestima, lo único que logramos es ir esparciendo arena por encima de nuestras ilusiones
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hasta soterrarlas. Albert Ellis, uno de los padres de la terapia cognitiva, postula que el sufrimiento no viene generado por los hechos externos, sino por la interpretación de los mismos. Esas interpretaciones vienen sesgadas por creencias irracionales que habitan en nuestra mente. Este psicoterapeuta detectó 11 ideas ilógicas como causantes del malestar. La primera es: “Necesito el amor y la aprobación de todas las personas significativas de mi entorno”. Una creencia que, en diferentes grados, se encuentra instalada en todas las cabezas. La tenemos tan bien implantada que el “sí” casi se ha convertido en un reflejo. De nuestra boca sale “sí” cuando queremos decir “no”. Desde las cotidianidades más nimias (decir “sí” a la invitación a un café que no nos apetece) hasta las cuestiones más vitales (decir “sí” cuando los padres nos sugieren que cursemos unos estudios que no nos motivan). Nos formulan una petición y antes de procesarla ya hemos aceptado, sin pensar siquiera si nos apetece o nos conviene. Dejar un espacio entre la petición y la respuesta puede ser una buena fórmula para convertir el reflejo en un acto reflexivo. Cambiar el “sí” por “déjame que lo piense” podría ser una buena manera para lograr este espacio. Cuando nos atrevemos a decir “no”, nos sentimos tan mal que nos deshacemos en excusas y justificaciones. En el fondo no lo hacemos tanto por el otro como por nuestra imagen. No sea que el otro piense mal de nosotros. Como siempre, las buenas intenciones pueden llevarnos a caer en una
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trampa. Cuanto más largas son las justificaciones, más pie le damos a la otra persona para que insista. “Hoy no puedo ir a tomar un café porque tengo clase de inglés y luego debería ir a casa a preparar un trabajo para el viernes”. Le estamos regalando al otro argumentos para desmontar: “Si el trabajo lo tienes que entregar el viernes, lo puedes preparar mañana”. Se podría entrar en un toma y daca que puede acabar con un “sí” resbalando por nuestros labios o con una tirantez en el ambiente. Pero un “lo siento, no puedo”, puede resultar más llevadero. Muchas personas se estrujan las neuronas intentando averiguar por qué se encuentran enredados en esa dinámica de volcarse en los otros. Nunca podremos saberlo, es absurdo empeñarse, y más si tenemos en cuenta que, aunque lo supiéramos, no nos ayudaría a superarnos. Algunas personas se remiten a su infancia como la causante del problema, y como forma parte del pasado y no se puede alterar, caen en el victimismo inmovilista. La pregunta no es de dónde viene, sino qué estamos haciendo o pensando para mantener esta dinámica de entrega. Si en un momento de paz somos honestos, si nos atrevemos a mirar muy dentro de nosotros mismos, es probable que experimentemos destellos de lucidez y veamos qué miedo nos está inmovilizando. Esa clarividencia suele ser fugaz. Así que debemos atraparla con todas las fuerzas cuando se presente. Podemos convertirlo en un mantra.
Para saber más Películas
w El club de la buena estrella Wayne Wang w Nueve semanas y media Adrian Lyne w 27 vestidos Anne Fletcher w Zelig Woody Allen Libros
w La necesidad de complacer M. Fine (Urano; Barcelona, 2015) w Egoísmo sano. Cómo cuidar de uno mismo sin sentirse culpable R. Heller y R. Heller (Urano; Barcelona, 2007)
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Arnold Schwarzenegger:
“Soy progresista en lo social” TRECE VECES MÍSTER UNIVERSO. ESTRELLA DE HOLLYWOOD, DONDE GENERÓ MÁS DE 3.500 MILLONES DE DÓLARES. Y DURANTE OCHO AÑOS, ENTRE 2003 Y 2011, GOBERNADOR DE CALIFORNIA AHORA, A SUS 68 AÑOS, CUESTIÓN DE NO QUEDARSE QUIETO, SE HALLA EMBARCADO EN UNA CRUZADA MEDIOAMBIENTAL Y EN EL PROSELITISMO DEL ‘FITNESS’
por Joseba Elola EL pAÍS Arnold Schwarzenegger es un tipo que tuvo una visión. Un hombre que abandonó ese pequeño pueblo de su infancia, Thal, en Austria, con la ilusión de convertirse en estrella del culturismo y de Hollywood. Sus sueños se hicieron realidad y dejaron honda huella en su discurso. Enarbola sin el menor atisbo de apocamiento la retórica del éxito conseguido a base de sacrificio, convirtiendo su periplo vital en un pequeño manual de autoayuda que divulga allá por donde va: no te quedes en la zona de confort, sal y haz lo que debas hacer, no temas al fracaso, desafía tus límites. Su padre, un oficial nazi, quería convertirlo en policía. Y él, se podría decir que, a su manera, le correspondió: dedicó media vida a empuñar
un amplio repertorio de pistolas. El sol ilumina la Casa de Campo en esta mañana y una vagoneta con los cristales tintados surca los alrededores del pabellón de cristal, lugar donde se celebra el Arnold Classic, evento del culturismo y el fitness que nació en Columbus, Ohio, y que tiene en Madrid su cita europea. El hombre que protagonizó Desafío total (1990), de Paul Verhoeven, desciende del vehículo con paso determinado. Pantalón beige y polo marrón, cinco guardaespaldas le custodian. Su diligente jefe de prensa le flanqueará durante esta entrevista, que intentará acortar cuando se presentan las preguntas incómodas. Schwarzenegger se conserva estupendo. Queda claro que levantarse todos los días a las 5:30 para hacer ejercicio permite acercarse a los 70 con buen paso. Al principio de la entrevista,
le cuesta establecer contacto visual. Responde a las primeras preguntas mirando a la ventana. No tiene la prodigiosa voz de Constantino Romero, el hombre que le doblaba en Terminator, pero su registro es profundo y grave, idóneo para papeles de malo. A pesar de llevar 47 años viviendo en Estados Unidos, conserva parte de su acento austriaco. Sobre todo, al pronunciar la uve doble, que articula como una uve. Señor Schwarzenegger, explíquele a alguien que no tiene ni idea de culturismo cuál es el misterio de esta disciplina, qué es lo que le hizo sentirse atraído por ella. Lo que a mí me atrajo fue ir a ver de pequeño las películas del hombre más fuerte del mundo, Hércules. Me dije: “Wow, ¿es esto posible? Yo quiero verme así”. Aprendí todo lo que pude de Reg Park, que fue tres veces míster Universo y consiguió protagonizar las películas de Hércules
gracias a su físico. Cuando leí su biografía, sentí que acababa de recibir el manual para mi vida. Practicar cinco horas de ejercicio al día como él, convertirme en campeón del mundo de culturismo; hacerme actor de cine gracias a ese campeonato; llegar a ser una estrella de cine; ganar millones de dólares, ser rico y famoso… ¡¿Tuvo usted esa visión?! Sí, tuve esa visión a los 15 años. Reg Park descubrió el mundo para mí. Yo era un chico nacido en un pequeño pueblo de Austria. Y todo se fue haciendo realidad poco a poco. Me convertí en el míster Universo más joven de la historia, gané 13 veces el campeonato, me propusieron entrar en el negocio de las películas… Y cuando lo conseguí sentí que debía llevar la antorcha para inspirar a millones de jóvenes de todo el mundo. Mi cruzada ya no fue solo la del culturismo, sino transmitir que
entrevista puedes conseguir cualquier cosa que te propongas. Tienes que tener una visión, tienes que creer en ti mismo, tienes que trabajar a destajo, tienes que aprender a no conformarte con los noes porque todo el mundo te va a decir que es imposible. Estas son las reglas del éxito, esto es lo que tienes que hacer, puedes hacerlo. Pero no fue fácil. En sus memorias cuenta que, cuando expresaba su deseo de ser actor, se reían de usted por su acento, por su cuerpo… Me daba igual. Cuando tienes una visión, solo miras al frente: a los lados ves a la gente que se ríe, a los que tienen dudas, pero tienes tu objetivo bien claro. Por eso yo digo: no hagas caso a las personas negativas, no te sientas herido porque alguien se ría de ti. En su última película, Maggie, interpreta usted el personaje más vulnerable de toda su carrera, ¿resulta ese papel más cercano al auténtico Arnold Schwarzenegger? Es parte de mí. Todos tenemos una parte vulnerable, una parte victoriosa, una parte dura, una parte dulce, o inocente. Como en Los gemelos golpean dos veces, donde hice el papel del Arnold inocente. En Comando, Depredador, Terminator, ves al otro Arnold, el Arnold brutal. Ahora tengo hijos. Leí el guión y me dije: “Si esto le ocurriera a mi hija…”. Contó usted en el festival de Tribeca que lloró al leer el guion… Es cierto. Empecé a imaginarme en esa situación. Qué frustrante debe de ser para un padre que todo el mundo se quiera deshacer de su hija porque tiene un virus de zombi. Cuando te haces mayor, te das cuenta de muchas cosas. Con 20 años no sabes lo que es ser padre. Pero a los 60 ya has pasado por todos esos retos que plantean los hijos. Esta era una película que no podría haber hecho hace 20 años. En los últimos tiempos está muy activo en el frente del cambio climático. Fundó usted en 2010 una ONG, R20 Regions of Climate Action (regiones de acción por el clima), se reunió hace un año con François Hollande. La decisiva cumbre de París está a la vuelta de la esquina, en diciembre: ¿qué es lo que el mundo aún no ha comprendido? Yo creo que la pregunta es: ¿qué es lo que el movimiento medioambiental no ha comunicado aún? Porque yo creo que el mundo, al final, lo entendería.
Cuando se habla del cambio climático global, suena a algo del futuro. Y la gente siente más su día a día: tengo que conseguir comida para mi familia, para pagar las facturas. Mi queja con respecto a la comunidad medioambiental es que debemos decirle a la gente que la polución que se está creando ahora mismo está matando a siete millones de personas al año. Los accidentes de coche, los suicidios, los homicidios, todo eso no se acerca ni mucho menos a siete millones de personas. Esta es la causa número uno de muerte hoy, la polución. De eso habría que hablar y escribir, así todo el mundo se alarmaría. Yo lo he visto en California. Cuando hablábamos del riesgo de salud, la gente empezaba a apoyar las leyes medioambientales. Hablando de California, usted, como gobernador, pasó de una agenda política más conservadora a una más orientada hacia el centro. Fue, de hecho, un republicano atípico. ¿Cómo ve esa etapa ahora que ha pasado un cierto tiempo? Se puede decir que eso es ser un republicano atípico o no. Porque la carpa republicana es una carpa grande; tenemos gente en la izquierda, en el centro, en la extrema derecha. Lo mismo que ocurre en el Partido Demócrata. En California, hay demócratas tan conservadores que no han aprobado las leyes medioambientales que presentó el gobernador Brown. Yo era mucho más práctico, sentía que no debíamos quedarnos atascados en la ideología, sino que era necesario servir a la gente. Si había que hacer algo, daba igual que fuera considerado como una idea liberal o progresista, lo importante era que se tratara de una buena idea. Yo siempre he sido muy abierto en este sentido y, cuando haces eso, tienes enemigos en la izquierda y en la derecha. Bueno, pero sí fue atípico: pro causa gay, pro aborto, concienciado con el medio ambiente… Y a la vez se declaraba usted heredero de Milton Friedman en lo económico… Así es. En lo social fui de pensamiento más progresista, y en lo económico, financiero y presupuestario, era mucho más conservador. Creo firmemente que debemos vivir con los medios que tenemos; y da igual lo que digan, no podemos gastar el dinero que no poseemos porque, en última instancia, alguien tendrá que
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pagar por ello. ¿Por qué querríamos que futuras generaciones pagaran por nuestros errores? Usted expresó su deseo de ser presidente de Estados Unidos a pesar de que no es posible al no haber nacido allí. ¿Aún lo sigue deseando? Yo estaría ahí en el plató debatiendo con los demás candidatos si hubiese nacido en Estados Unidos, porque creo que lo puedo hacer tan bien o mejor que ellos, y podría explicar cuál es mi visión del futuro de América y del mundo. Así que cuando veo los debates, pienso que es una lástima no poder estar allí arriba; al mismo tiempo, soy consciente del hecho de que todo lo que he conseguido ha sido
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gracias a ese país, y es probablemente el único trabajo que no puedo hacer por cómo es Estados Unidos, por su Constitución, así que todo bien. ¿Cuál cree que es el mejor candidato para la presidencia? ¿De cuál se siente más cercano? Es muy pronto para decirlo. Creo que todos ellos han desempeñado su puesto mejor que nunca. Los candidatos son cada vez más inteligentes en sus planteamientos, en su comunicación. Pero no estoy de acuerdo al 100% con ninguno de ellos. Una combinación de todos ellos daría para un buen candidato. El final de su mandato fue un momento clave para usted, confluyeron muchos factores, ¿cómo vivió aquella
El actor, en plena exhibición de músculos, en 1966 en Santa Mónica.
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etapa, que, creo, fue una de las más duras de su vida? Lo que la hizo dura fue la recesión. Recuerdo que Warren Buffett me dijo: “Arnold, esta pelota no va a rebotar hasta pasados siete u ocho años”. Fue una época desastrosa. En su libro de memorias, habla de lo duros que fueron aquellos días también como marido (se separó de Maria Shriver, su esposa de los últimos 12 años, al descubrirse que tenía una hija fruto de su relación con una empleada del hogar; lo contó en Total Recall: My Unbelievably True Life Story (Memoria total: la increíble historia de mi vida) y algunos le criticaron por dar tanto detalle, sobre todo, por hacer que sus hijos se enteraran de todo). Me pregunto si lamenta alguna de las cosas que hizo o que escribió en sus memorias. No, no lamento nada de lo que hice. Creo que (silencio)…, eh, la economía estaba como estaba y yo intenté hacer todo lo que pude. Siempre es doloroso tener que recortar en educación o en sanidad. En el ámbito personal, por supuesto que lamento los errores que he cometido, pero es fácil ver las cosas a toro pasado; si hubiera podido viajar en el tiempo, me habría dicho a mí mismo que hay determinadas cosas que no hay que hacer. El Papa estuvo de visita recientemente en Estados Unidos. Pidió al Congreso que se acabe con la pena de muerte. ¿Qué opina? (Schwarzenegger resopla; traga saliva) Siempre he apoyado la pena de muerte. Creo que hay cierta gente que no es capaz de vivir en este mundo, sea cual sea la razón: enfermedad mental, o algo que hace que haya que encerrarlos, solos en una jaula, en una prisión. En California hay pena de muerte, la gente votó por ello con una mayoría clara. Y la tenemos porque hay una diferencia entre los que matan a una persona –cualquiera puede cometer errores, y van a la cárcel de por vida, lo que significa que a los 20 años pueden salir– y alguien que mutila, lentamente, cuerpos de mujeres, y las viola, estrangulándolas y enterrándolas vivas en la basura… En casos como ese, yo creo que no hay razón por la cual deberíamos seguir alimentando a esta persona, manteniéndola encerrada, ¿qué sentido tiene eso? A individuos como esos es mejor dejarlos marchar. ¿Y
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cómo afrontó estas situaciones en su etapa de gobernador? Son decisiones difíciles. Pero es lo que ocurre cuando lideras una comunidad de 38 millones de personas. No todo el mundo puede hacer este trabajo. Recibes llamadas por la noche y te preguntan: “¿Quieres perdonar a esta persona o sigues adelante con la ejecución?”. Son decisiones muy difíciles, pero yo estaba preparado para tomarlas, y estaba totalmente convencido de que tomaba la determinación adecuada. No hacemos eso con todo el mundo; solo con algunos individuos que cometieron crímenes atroces. En cualquier caso, comprendo perfectamente al Papa. ¿Le comprende? Totalmente. Todo el mundo lucha por lo que es mejor para su posición. Yo, como gobernador, representaba al pueblo y eso era lo mejor que podía hacer. El Papa está en una posición en que debe hablar de Dios, de la Iglesia. Y yo escucho con gran placer sus ideas. La entrevista está llegando a su fin. Han transcurrido 25 minutos y llegan las primeras señales de que los 30 minutos pactados pueden quedar en menos; el jefe de prensa se revuelve en su silla. Abordamos un asunto que causó polémica. En las últimas horas de su mandato, Schwarzenegger redujo la pena de cárcel del hijo de Fabián Núñez, influyente abogado del Partido Demócrata. El joven Esteban Núñez, adolescente que se declaró culpable de matar (junto a Ryan Jett) a puñaladas a otro joven, Luis Santos, en las calles de Los Ángeles, vio así su condena reducida de 16 a 7 años por obra y gracia del gobernador de California. Desde distintos sectores se le acusó de someterse a las presiones de alguien con buenas conexiones. La CNN realizó un reportaje poniendo en entredicho su actuación en el caso de Esteban Núñez. La justicia resolvió que usted no hizo nada que no pudiera hacer, pero me gustaría saber qué tiene usted que decir ante esa denuncia. No tengo necesidad de decir nada. Ya he hecho declaraciones a este respecto, así que no voy a dedicar tiempo, aquí, a explicar algo así que ocurrió en California. Terminada la entrevista, el jefe de prensa se acercará y nos pedirá la dirección de correo electróni-
co para enviar el comunicado que Schwarzenegger emitió tras adoptar su decisión. Dice así: “La muerte de Santos es trágica, y no descarto la gravedad del delito. (…) Teniendo en cuenta el papel limitado de Núñez en el asesinato y la ausencia de antecedentes penales, creo que su sentencia es desproporcionada en comparación con la de Jett. Los términos más bajos para homicidio voluntario (tres años) y asalto con un arma mortal (dos años cada uno) serían más apropiados a la luz de estas diferencias”. En el correo se añade: “El gobernador tomó esta decisión después de
una extensa revisión e investigación llevada a cabo por sus asesores jurídicos (…). A pesar de la incomodidad, Schwarzenegger permanece sentado y acepta seguir hablando un par de minutos más. Oiga, y usted, a estas alturas de la vida, después de todo lo que ha hecho, ¿con qué sueña? Mi sueño ahora es hacer que la gente esté sana y en forma; y crear un mundo en el que apoyemos las energías renovables, en el que podamos vivir de la abundancia del sol, de fuentes de energía que nos permitan prescindir del petróleo y de esa polución que mata a tantas personas.
Arnold Schwarzenegger Nació en un pequeño pueblo de Austria, Thal, en 1947. Hijo de un oficial de policía, abrazó el culturismo como pasaporte a la fama, y lo consiguió. Conan el Bárbaro, que rodó en España en 1982 (con Jorge Sanz haciendo de pequeño Conan), fue su primer éxito. Con Terminator, en 1984, reventó las taquillas y se convirtió en ícono del tipo duro de pelar. El que fuera gobernador de California entre 2003 y 2011 considera que uno no consigue hacer nada en el día si no se levanta antes de las 5.30. Tiene una máxima formulada por Eleanor Roosevelt: “Cada día, haz una cosa que te dé miedo”.
la imagen
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Nuevas ofertas culinarias Por Juan José Millás EL PAÍS Me pareció que había en esta imagen fotográfica un tono como de pintura surrealista. Pensé en Magritte, que no pintaba insectos, aunque sí hombres pequeños, con sombrero hongo, lloviendo sobre los tejados de la ciudad. Hombrecillos muy serios, cada uno con un abrigo negro que tenía algo de exoesqueleto. Homúnculos como escarabajos, algunos de los cuales habrían quedado muy bien en el expositor que se aprecia en la imagen, enriqueciendo la oferta gastronómica. Hay también algo onírico en ese rostro de perfil, con la boca abierta, a punto de recibir en ella no sabemos si un saltamontes o la larva de una mariposa. Observen la mirada de la mujer, algo perdida, y la posición de los dedos, que tampoco es natural. Nadie se comería de ese modo una gamba. Sin duda, la joven está posando. – Detén la mano ahí, con el bicho muy cerca de los labios –le habrá dicho el fotógrafo. Quizá tratando de sacar una instantánea descarnada, que acentuara la repulsión que entre nosotros provoca todavía la ingesta de estos animalillos, le ha salido una composición sutil y surreal, grata para la vista. Ya ven, insectos comestibles a 10 dólares y escorpiones a 12 (la ración, suponemos, no la unidad, que con uno no vas a ningún sitio). Escribo estas líneas a la hora de la comida, con los niveles de glucosa en sangre más bien bajos, de modo que se me hace la boca agua contemplando esa cerveza y esos abdómenes que aparecen en la bandeja del primer plano. Aunque, ya digo, faltan unos hombrecillos de Magritte un poco churruscados, al modo del pescadito frito. Buen provecho.
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“No quise rendirme a la fascinación de la mafia” el escriTor iTaliano desaFÍa al glaucoMa que le oBliga a dicTar y sigue inVenTando hisTorias. ahora puBlica un reTraTo de las Mujeres de su Vida. y explica por quÉ soBre el grupo criMinal no escriBe por pablo ordaz EL pAÍS Hace 10 años, cuando cumplió 80, el escritor italiano Andrea Camilleri (Porto Empedocle, Sicilia, 1925) pensó que tal vez la muerte o las brumas del alzhéimer ya no estaban tan lejos y escribió de un tirón la última entrega de la serie sobre el comisario de policía Salvo Montalbano. Se
la envió a su editor con la orden de que la metiera en un cajón hasta que los cansancios de la vejez, la muerte o la desmemoria pusieran fin a una carrera literaria tan tardía —empezó a escribir a los 53 años— como prolífica y exitosa. Afortunadamente, Andrea Camilleri sigue imaginando historias, conversando con su lucidez de siempre y fumando como un carretero. Su único freno es un
glaucoma: “Estoy al borde del abismo de la ceguera, ya, en vez de escribir, dicto”. Dentro de unos días se publica su libro Donne (Mujeres). prEguntA. ¿Y no le ha causado problemas escribir sobre las mujeres de su vida? rESpuEStA. ¿Usted lo dice por las reacciones familiares? p. Sí, claro. r. No, ja, ja, ja. De todo ha pasado ya
más de 30 años. ¡Todo ha caído en prescripción! p. Me ha llamado la atención que la novia de Montalbano se llame Ingrid por una aventura suya en Suecia… r. Ja, ja, ja. Se lo puse en recuerdo de aquel día, que por mi culpa bajó la tasa de virilidad de los latinos, ja, ja, ja. Sí, fue así. Al final de un curso que impartí en Copenhague sobre Pirandello, me dejé tentar por aquella belleza sueca
entrevista “La dignidad del hombre es el trabajo. Cuando despiden con tanta facilidad a uno de 50 ó 55 años lo insultan, lo humillan” que me llevó a su casa, me presentó a su padre, a su madre, que por cierto era más joven que yo, y luego me llevó a su habitación. Le aseguro que empecé a sentirme mal y la empresa resultó imposible, ja, ja, ja. Fue triste, divertido, incluso cómico. Pero cuando tuve que ponerle un nombre a la amiga extranjera del comisario Montalbano, elegí el nombre de Ingrid en homenaje a la libertad de aquella joven sueca. P. ¿Cuál ha sido la mujer más importante de su vida? R. Se lo digo sin ninguna retórica. La mujer más importante de mi vida ha sido mi esposa. Porque, en el mundo en el que vivimos, alcanzar como hemos alcanzando el pasado mes de abril 58 años de matrimonio alguna cosa debe significar. Digamos que el 80% de todo esto es debido a la parte femenina, a la que empieza con el amor y se convierte en paciencia infinita, atención, cuidado, complicidad… Y después tenga usted presente que, cuando empecé a escribir y todavía ahora, era ella la primera lectora de lo que escribo, y que su juicio para mí es importantísimo. Si ella encontraba que cualquier página no estaba escrita bien, yo la reescribía. Ella ha sido siempre lúcida y casi despiadada. Temía más su opinión que la de los críticos. Si esta no ha sido la mujer más importante de mi vida, no veo cuál puede ser. P. Acaba de cumplir 90 años. Cuando mira para atrás, ¿cuál es su mayor satisfacción? R. La satisfacción mayor es la vida misma. Pero no deja de sorprenderme el hecho de haber sido capaz de tener una familia, hijos, nietos, bisnietos… Yo pensaba que no iba a tener la capacidad de comprender una familia, de hacerla, de afrontar las dificultades. Y, por esto, mi mayor éxito es el hecho de haber logrado vivir como todos los demás y de vivir sentimentalmente, emotivamente, bien. Esto lo considero una gran satisfacción. Otra es haber
conseguido ganarme el pan haciendo siempre trabajos que me gustaban. Porque pienso que una de las cosas más tristes sea aquella de ganarse la vida haciendo aquello que no te apetece. En cambio, yo me despertaba por la mañana e iba a trabajar con la alegría de hacer aquello que debía hacer. P. Ahora son muchísimas las personas que o no tienen trabajo o se ven abocadas a un trabajo precario que además no les satisface… R. Yo veo que cada día preocupa menos la dignidad del trabajo. Y esto lo encuentro gravísimo. Porque la dignidad del hombre es el trabajo. Su trabajo. Cuando despiden con tanta facilidad a un hombre de 50 ó 55 años lo insultan, lo humillan. Dejar sin trabajo a un hombre es infligirle una humillación. Tanto es verdad que los pequeñísimos industriales del norte de Italia, aquellos que venían de la clase obrera y que han conseguido una pequeña empresa, se han suicidado cuando sus compañías entraban en crisis. Ellos sabían perfectamente la humillación que significaría despedir a los trabajadores porque ellos mismos lo habían sido. Esto es gravísimo, pero nadie medita sobre eso… P. ¿Es por eso por lo que usted sigue siendo fiel a sus ideas comunistas? R. Mis ideas políticas ya no son realizables. Porque han fracasado en todos sitios, como es evidente. Pero yo continúo siendo fiel a aquel ideal que es el de dar a todos la misma base de partida. Digo, madre mía, he vivido tanto, he luchado políticamente, y estoy dejando en herencia a mis nietos y a mis bisnietos la incertidumbre absoluta sobre su futuro. Yo me despertaba mejor. Yo por la mañana me levantaba sabiendo que tenía un trabajo, que además, como le decía antes, me gustaba, y la jornada ya tenía un color particular. Pero si te despiertas y sabes que no tienes trabajo y que es dificilísimo encontrarlo, tan complicado casi como ganar a la lotería, entonces la perspectiva de tristeza es terrible. Son ya bravos estos jóvenes por no cometer actos de desesperación. Se ve que la vida es más fuerte que toda esta situación desgraciada. P. Una desesperación que va más allá de un sector de la población —los jóvenes sin futuro, los parados mayores— y afecta a países
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Andrea Camilleri, en su casa en Roma.
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enteros de Europa. Fíjese Grecia… R. Lo que le han hecho a Grecia yo lo considero un matricidio, es matar a la propia madre. Toda nuestra cultura nace de allí. Pido al menos un poco de respeto. Aunque ellos también hayan cometido errores enormes, siempre hay que ser un poco indulgente con la propia madre. ¿O no? Y todo viene del nuevo concepto de Europa, que casi se limita a una cuestión económica. Los grandes europeístas que hemos conocido, incluso Adenauer, tenían otro concepto de Europa. Hace falta repasar cuáles eran aquellos ideales comunes. No tan solo el de poner junto el dinero. Porque razonar en exclusiva sobre la economía te lleva, como ha sucedido, al matricidio. P. Le veo muy desengañado con la política europea. ¿También con la italiana? R. La sigo cada vez menos. Lo que veo no me gusta. Me parece incluso feo decir que son hombres políticos. Porque ya no lo son. A mí me enseñaron que la política es el arte del compromiso. Muy bien. Yo ahora veo el compromiso sin arte, que es otra cosa. Para mí es inconcebible que el secretario de un partido que es también el jefe del Gobierno (Matteo Renzi) firme un pacto con un personaje que ha sido presidente del Consejo de Ministros y que ni siquiera es senador porque lo expulsaron tras ser condenado por estafa al fisco (Silvio Berlusconi). Que Renzi haya firmado un acuerdo sobre la revisión constitucional de Italia con este hombre es degradante. Yo, en estas condiciones, no voto. Yo siempre he votado a la izquierda, pero en estas circunstancias ya no puedo votar y seguir en paz con mi conciencia. P. ¿Dónde está la izquierda? R. Eso, ¿dónde está? Si en Italia se consiguieran unir los jirones de una verdadera izquierda, sería importantísimo, fundamental. Porque si la izquierda se retira como un tsunami y deja un vacío grande, puede ser cubierto peligrosamente fuera del arco constitucional, y entonces empiezan los grandes riesgos sociales. Antiguamente, los extremismos se definían como las enfermedades infantiles del comunismo, pero desgraciadamente no son enfermedades infantiles. Cuando estallan lo hacen
entrevista
“La vejez no me sorprendió. No tuve ninguna crisis que mis amigos sí tuvieron, por ejemplo, al inicio de la falta de la virilidad”
de una manera muy peligrosa. ¿Se escandaliza si fumo? A sus 90 años recién estrenados, Andrea Camilleri sigue fiel al vicio del tabaco, solo que ahora se ve obligado a buscar a tientas la cajetilla y el encendedor que una de sus hijas le ha dejado en la mesa de la biblioteca. La última vez que nos vimos, hace ahora año y medio, aún podía leer algo y escribir tres horas al día gracias a las letras grandes del ordenador. Ya no puede. P. ¿Cómo se las ingenia? R. No tengo más remedio que dictar y, claro, no es lo mismo. Cuando escri-
bes, de la frase que acabas de escribir nace otra. Cuando dictas, aquello que apenas has dicho se pierde en el aire. P. ¿Y se enfada con esta situación? R. No, enfadarme no. Me dificulta las cosas. Ya no tengo ritmo de escritura y le tengo que pedir a la pobre Valentina (su asistente) que me lea cuatro veces aquello que he dictado. Pero tengo 90 años, no es que… Me puedo dar por contento. P. Decía Tolstói que la mayor sorpresa en la vida de un hombre es la vejez. ¿También lo fue para usted? R. No, la vejez no me sorprendió. De
hecho, no tuve ninguna crisis que mis amigos sí tuvieron, por ejemplo, al inicio de la falta de la virilidad, o cuando los escalones se iban convirtiendo en más altos. Yo siempre me lo esperé. Sí experimenté la sorpresa, esta sí, de descubrir que en mi tarjeta estaba escrito que tendría una vida muy larga. Porque de joven estaba siempre enfermo, de cualquier cosa, y me había convencido de que jamás iba a llegar al año 2000… P. Déjeme que le pregunte finalmente por una circunstancia curiosa de su trayectoria. Usted no ha escrito sobre la Mafia, pero, si no me equivoco, cuando era muy joven se entrevistó con el mafioso Nicola Gentile y escribió su historia… ¿Por qué aquella vez sí y desde entonces nunca más? R. Sí, es auténtica la historia de mi encuentro con Nicola Gentile. Su discurso era el de los viejos mafiosos. No es que la vieja Mafia fuese menos sanguinaria que la de Totó Riina, pero tenía sus normas. Reglas terroríficas, pero reglas que observaban. Es un discurso interesante. Gentile decía: si yo le disparo es porque usted no me ha obedecido, y por tanto usted muere, pero la derrota es mía, porque no he logrado convencerlo. Para la vieja Mafia, el asesinato era la consecuencia de un rechazo. La nueva, en cambio, disparaba para lograr que ninguno la rechazara. Se trataba casi del disparo preventivo. Pero no es por eso por lo que yo no volví a escribir de la Mafia. P. ¿Por qué entonces? R. Porque tuve la oportunidad de conocer a dos o tres mafiosos y tenían la fascinación de la simpatía. No eran ni mucho menos personas siniestras. Había que estar atento para no sentir simpatía. P. O sea, que tenía miedo a… R. Sí, tenía miedo de hacer aparecer a los mafiosos como héroes simpáticos. Si usted mira El Padrino y ve la gigantesca interpretación de Marlon Brando, usted se olvida de que es un asesino. Lo olvida. Aquel es un asesino que ordena homicidios, pero se le mira con fascinación. Ese es el riesgo. Yo temía caer en el mismo error involuntario en el que cayó Leonardo Sciascia cuando escribió Il giorno della civetta y retrató al personaje simpático de don Mariano. Yo no quería eso.
entrevista
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Caballero Camilleri ‘Mujeres’ es un paseo agradable por el mapa de recuerdos del autor, que sin embargo ha escogido la bondad a la literatura Por Carlos Zanón EL PAÍS Imagina una soleada mañana de domingo. Bajas a la calle y un automóvil, elegante y discreto, convenientemente pasado de moda, se detiene delante de ti. Una de las puertas se abre, te invita a subir. Lo haces, confiado. Da igual el chofer, hasta es posible que el vehículo circule sin nadie al volante. Porque lo importante es quién dirigirá la ruta, quién te explicará los sitios a los que vas a ir, a la velocidad justa, ponderada, siempre dejándote con ganas de más. Y ése no es otro que quien comparte asiento, a tu lado: Camilleri, Andrea Camilleri. Paseando una soleada mañana de domingo con el signore Camilleri. Eso y nada más que eso. Un paseo por un alfabeto de nombres de mujer, por ese mapa de recuerdos, personas inventadas, evocadas, fruto de los libros, de la historia, la fábula, polvo en el viento del anciano escritor siciliano. Escritos a ritmo de la voz que te explica qué se esconde tras los nombres de Ingrid, Carmen, Yolanda, Francesca, Marika u Oriana. Camilleri en estos 90 años, y debido a su pronunciada ceguera, que no total, pero que le impide escribir, ha dictado este mapa de mujeres, en parte como homenaje, recuento, deseo de retornar a un cierto erotismo, a una evidente grandeza, misterio, poder imparable de Pandora, bondad, generosidad, violencia, desespero, locura, amor de mujeres anónimas y célebres, mitos y leyendas. Y su compromiso social no resulta ajeno al hecho del fracaso de una sociedad, la italiana, que en 2013 ha de dictar una ley contra el “feminicidio”, la violencia de género, algo de lo que nosotros sabemos demasiado. Mujeres se nos presenta como ese
paseo a ritmo lento, de mañana de domingo, de mueble viejo con un montón de cajones en el interior de los cuales estuviera un texto breve — raramente más de cuatro, cinco páginas—. La voz dictada por Camilleri a la que lleva siendo su esposa es limpia y clara, calmada, con el don de explicar una historia o inventarla o urdir un aventis. El festín se asemeja goloso. Las mujeres que ha conocido Camilleri, evocadas, sentidas, comprendidas. Amores, afectos, deseo, dolor, indiferencia, rechazo. Mujeres como modelos, sacadas de noticiarios, los amores, infortunios o deseos de otros, perdidas la pista, casadas con cualquiera. El paseo es agradable. Te entretiene, y algunos de los lugares, algunas de
esas cartas halladas en cajones de ese mueble antiguo son hermosos, te tocan por dentro. También la mirada pedagógicamente culta sobre Juana de Arco o Louise Brooks o Beatrice. Pero cuando te bajas del coche y signore Camilleri se aleja, te queda una sensación cercana a lo que pudo ser y no fue. Y te preguntas qué ha pasado si el paseo ha sido tan agradable. Quizás el hecho de introducir pequeñas historias, como relatos breves claramente desconectados de recuerdos o referencias a libros o mitos, hace desafinar la sinceridad de la música que guarda Mujeres. O quizá sean demasiados nombres. O simplemente que Camilleri, antes caballero que tiburón, hace tiempo que decidió que la bon-
dad y la felicidad, el no herir a quien está a tu lado es algo muchísimo más importante y grande que la literatura. Y si quien escribe lo que dictas es una mujer que se ha mantenido a tu lado durante 58 años, qué tipo de crueldad sería recordar, evocar o inventar todos aquellos cuerpos, amores, puertas, pozos y ventanas que conoció el escritor Camilleri. O hasta es posible que ni hayan existido. Que no dejaran de ser fantasías que no compensan ni una miserable nube de tormenta en un domingo soleado cualquiera. * Mujeres. Andrea Camilleri. Traducción de David Paradela López. 208 páginas.
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actualidad
Tres novias desafían el modelo de ‘familia tradicional brasileña’ Es la segunda unión de tres personas reconocida ante la ley en Brasil Por María Martín EL PAÍS Una empresaria y una dentista, de 32 años, y una gerente administrativa, de 34, acaban de poner patas arriba el concepto de familia brasileño al oficializar su relación en una notaria de Río de Janeiro. Es el segundo trío registrado en Brasil, después de que en 2012 una cajera, una auxiliar administrativa y un arquitecto formasen en São Paulo la primera unión poliafectiva estable del país, el equivalente a la pareja de hecho que, desde 2003, rige las uniones civiles brasileñas. La escritura firmada por las tres mujeres, que viven juntas hace tres años, las reconoce como familia, establece la separación de bienes y da potestad a cada una de ellas para decidir sobre posibles cuestiones médicas de sus cónyuges. El trío, además, declaró en el documento su intención de que la empresaria tenga un hijo por inseminación artificial y que en el certificado de nacimiento del bebé se contemplen los apellidos de las tres. Las novias firmaron también tres testamentos en los que dividen sus bienes en caso de fallecimiento. “Somos una familia. Nuestra unión es fruto del amor. Voy a quedarme embarazada y estamos preparándonos para eso, incluso financieramente”, contó la empresaria al diario O Globo. “La legalización es una manera de que el bebé y ninguna de nosotras se quede desamparada. Queremos disfrutar de los derechos que todo el mundo tiene, como la licencia de maternidad”. Los tribunales brasileños aún no han creado una jurisdicción específica para defender o anular este tipo de uniones, así que los argumentos
Una notaria ‘casa’ un trío de mujeres en Río de Janeiro. a favor y en contra dependen de la interpretación de un abanico de sentencias de casos particulares. El reconocimiento de la unión de estas tres mujeres, por ejemplo, se basó en los fundamentos del Tribunal Supremo para reconocer legalmente en 2011 a las parejas homosexuales, según Fernanda de Freitas Leitão, la notaria que casó a las tres novias. Desde el año 2000, mucho antes que los tribunales, Freitas ha reconocido la unión de multitud de parejas gais, y conmemoró públicamente el matrimonio a tres de São Paulo. Hacía años que esperaba “con ansia” poder amadrinar un trío en su propia notaría. “El pilar que sustenta cualquier relación de familia es el afecto. Y estas tres mujeres tienen todo para formar una familia: amor, una relación duradera, intención de tener hijos… En el derecho privado, además, lo que no está prohibido está permitido. No puedo garantizarles derechos inmediatos, tendrán que luchar en los tribunales para realizar la declaración de la renta conjunta o contratar un seguro médico, pero ahora están protegidas”, explica Freitas. La polémica está servida una vez más y se cuestiona desde la validez de esa unión a la posibilidad de un niño tener
tres madres. El Colegio de Notarios de Brasil, así como hizo en 2012, se desvincula de las decisiones individuales de sus colegiados y no faltan juristas que defienden que esa unión viola la Constitución. “Esa escritura no vale nada. La Constitución brasileña establece expresamente que la unión estable solo puede ser constituida por dos personas y el reconocimiento del Tribunal Supremo de las uniones homosexuales también se refiere específicamente a dos personas”, explica la abogada especialista en derecho familiar Regina Beatriz Tavares, que niega la posibilidad de que el futuro hijo de esas mujeres pueda tener tres madres registradas. “La poligamia en Brasil no tiene ningún soporte constitucional. No defiendo un único tipo de familia, pero el principio de unión está restringido siempre a relaciones monógamas, la sociedad brasileña no acepta matrimonios de tres personas, sean del sexo que sean”, defiende Tavares, también presidenta de la Asociación de Derecho de Familia y Sucesiones (ADFAS). “Cuando comencé a oficializar parejas homosexuales ocurría lo mismo, me acusaban de que era ilegal. Todas las uniones que se salen de lo tradicional acaban abriendo el mismo camino.
Al comienzo hay un rechazo grande, después la jurisprudencia comienza a reconocerles derechos familiares hasta que se normalizan. Brasil, incluso, ya cuenta desde 2012 con casos de hijos con más de dos padres, al incluir, por ejemplo, al donante conocido de una inseminación artificial. La historia se repite ahora”, rebate la notaria Freitas. La unión oficial de este trío también rompe los esquemas de cualquiera de los diputados conservadores que mantienen una batalla en el Congreso para restringir las políticas públicas al modelo de familia tradicional formado por un hombre y una mujer. La intención de los congresistas, cada vez más cerca de ser aprobada en el Senado, rema en dirección contraria al rumbo tomado por la sociedad brasileña. El modelo de matrimonio con hijos hace años que no es mayoritario en los 57 millones de hogares del país, según los últimos datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) de 2013. Los nuevos tipos de familia (madres solteras, padres solos que se hacen cargo de sus hijos, matrimonios sin hijos, uniones homosexuales…) representan un 56,1% de los domicilios. Si en 1980 el 75% de los hogares estaba formado por matrimonios con hijos, en 2013 el número cayó hasta el 43,9%. A la opción del matrimonio tradicional, le siguen las parejas sin hijos (19,4%) y los hogares con mujeres solteras con hijos (16,5%). El debate sobre el poliamor, aunque aún está fuera de las estadísticas, es un asunto presente en varias capitales de Brasil donde se forman grupos, fiestas y actividades a través de las redes sociales. Precisamente en Río de Janeiro, la reunión bautizada como Poliencontro, que debate nuevas formas de entender las relaciones amorosas entre más de dos personas, ya ha celebrado una decena de ediciones, con eventos en espacios públicos de la ciudad.
cuLturA
Eisenstein, México y un amor homosexual PETER GREENAWAY RETRATA LA RELACIÓN DEL GENIO RUSO Y SU GUÍA MEXICANO EN SU NUEVO FILME por Luis pablo beauregard EL pAÍS Peter Greenaway ha paseado la polémica por Morelia. Vestido con su traje oscuro de finas rayas, el realizador británico pregona la muerte del cine a cualquiera que lo quiera escuchar.
“Estoy seguro de que mis nietos se preguntarán qué era eso”, comenta. El director no cree que el acceso a las tecnologías digitales haya elevado la calidad de la industria, sino que ha puesto en peligro al oficio porque “la imaginación está desapareciendo”. Quizá esta nostalgia por un arte
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que cree moribundo lo ha llevado a explorar la vida de los grandes visionarios de la técnica cinematográfica. Eisenstein en Guanajuato, estrenada en el Festival Internacional de cine de Morelia, muestra el periodo formativo que el genio ruso vivió en México. “Quise hacer un documental sobre su fracaso”, explica Greenaway en entrevista. La película, sin embargo, es una ficción sobre la visita que Eisenstein realiza a México en 1930 tras su paso por Estados Unidos. “Los americanos, siempre tan puritanos, estaban muy incómodos con su presencia”, dice. El creador del Acorazado Potemkin tampoco encajó en Hollywood a pesar de haberse rodeado de la élite de esa década, entre ellos Gertrude Stein, Walt Disney, John Dewey y Jean Cocteau. En Los Ángeles fue convencido por Robert Flaherty, director de Nanuk, el esquimal, y Charles Chaplin de cruzar la frontera para explorar el país del sur. Se embarcó en un proyecto para capturar la esencia de la Revolución Mexicana. El filme iba a ser financiado por Upton Sinclair, un exitoso escritor de tendencias socialistas y radicales. Eisenstein, interpretado por el finlandés Elmer Bäck, rodó más de 50 kilómetros de cinta en los 14 meses que estuvo en México. “Hubo fuerzas en su contra, aunque yo lo considero un problema político: Stalin lo presionaba para que volviera a Rusia y en Estados Unidos eran muy antisocialistas. Su visa en México estaba por terminarse”, dice Greenaway. A esto se suma el que Sinclair cerró el grifo de los recursos del proyecto, que consideró un hoyo negro financiero, y se distanció con el realizador. “Por todas estas cosas nunca se le permitió editar la película que quería. Creo que es una tragedia”. El mundo tiene una noción de este trabajo en ¡Que viva México!, un montaje que hizo en 1979 Grigory Alexandrov, un asistente de dirección, basándose en los apuntes y notas de Eisenstein. Pero Eisenstein en Guanajuato es, sobre todo, una historia de amor. Greenaway ha puesto especial atención en el romance que el director mantuvo por diez días con su guía, Palomino Cañedo (Luis Alberti).
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El director tiene constancia de la molestia que ha causado el filme. A su bandeja de correo llegaron varios textos llenos de odio Esto incluye una larga escena donde el espectador atestigua el momento en el que el cineasta, acomplejado e inseguro, pierde su virginidad a los 33 años. “Los dos temas de la película son Eros y Tánatos”, dice. “Si pensáramos más sobre el significado de la muerte todos viviríamos mejores vidas”. Este retrato de Eisenstein ha causado muchas críticas en Rusia, un país donde el propio presidente Vladimir Putin ha repudiado la homosexualidad. “Los rusos estaban muy enojados de que un extranjero hiciera una película sobre su más grande realizador, ¿pero por qué no la han hecho ellos?”, dice Greenaway. El director tiene constancia de la molestia que ha causado el filme. A su bandeja de correo llegaron varios textos llenos de odio. Esto no ha impedido que lo inviten al Festival del cine de Moscú, una de las 35 muestras del mundo que exhibirá la película. “Aunque no estén de acuerdo creo que están bastante intrigados del hecho de que Eisenstein era gay. Tenemos evidencias en su correspondencia”, dice. En la película se explora superficialmente la relación epistolar del creador de Octubre con Pera Attasheva, su secretaria y asistente en Moscú. Cuando el realizador volvió a Rusia ambos se casaron. Hacia 1936, el año de la boda, Stalin introdujo una ley que prohibió la sodomía. “Yo creo que fue un matrimonio para proteger a Eisenstein de esas nociones de homosexualidad”, afirma Greenaway, aunque subraya que es una suposición. Algunos biógrafos del director socialista, como Ronald Bergan, también se han aventurado en esa dirección. El británico prefiere dejar la duda en el aire. Antes de citar a los expertos vuelve a levantar la polémica. “No existe lo que llaman Historia. Todos los historiadores son mentirosos”.
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opiniÓn
El mayor espejismo Miguel Ángel Blanco expone en el Thyssen el cuarto de juegos del Oeste más grande que haya existido nunca
‘El último de su raza’, 1847. Tompkins Harrison Matteson. Cortesía de The New York Historical Society, Nueva York. Donación de Edwin W. Orvis Por Antonio Muñoz Molina EL PAÍS Como su propio nombre indica, el Lejano Oeste no es un lugar sino un indicador de dirección, una distancia que nunca se cubre por muy largo que sea el viaje que conduciría hacia ella. Lo que empezó a llamarse así hacia finales del Siglo XIX era una prolongación o una parte de otro territorio aún más fabuloso y más amplio, las Indias de los navegantes y los exploradores españoles, que habían tenido mucho más que ver con la literatura y los desvaríos de la leyenda que con la geografía. Lo que veían era tan desmesurado y tan fantástico que le daban nombres tomados de los libros de caballerías, y lo poblaban con criaturas de la mitología y de los bestiarios medievales, y con ciudades y reinos que siempre parecían estar más allá y los impulsaban a organizar expediciones catastró-
Los niños que veíamos con fervor películas del Oeste vivíamos en el interior de un espejismo que Miguel Ángel Blanco ha seguido cultivando ficas. El primer viajero europeo que atravesó a pie la distancia inverosímil entre el golfo de México y la costa del Pacífico en California, Alvar Núñez Cabeza de Vaca, nos dejó un relato en el que la pura observación antropológica deriva hacia la alucinación. Cabeza de Vaca fue el primer europeo que vio manadas de bisontes, y también el primero en tener ante sí unas amplitudes espaciales de una escala que todavía hoy desafía la capacidad de la mirada y de la inteligencia humana para abarcar el mundo. El Oeste era demasiado inmenso para ser percibido o representado con fidelidad, y quienes lo exploraban sentían siempre que lo más valioso todavía estaba mucho más allá, o que se des-
vanecía en cuanto lo alcanzaban. Los navíos en los que Cabeza de Vaca y los soldados del gobernador Pánfilo de Narváez navegaban en busca de la Fuente de la Eterna Juventud y las Siete Ciudades del Oro naufragaron en la costa misma de Florida. Las expediciones militares que los virreyes de Nueva España enviaban al norte de Río Grande se perdían como gotas de agua en el mar de aquellos territorios o regresaban derrotadas por bandas de guerreros comanches a caballo. Los mapas que se llegaron a hacer a pesar de todo presentan una belleza temible de cordilleras, costas abruptas, grandes ríos que merecen el adjetivo que les dio Pablo Neruda, los ríos arteriales. En 1598, el mismo año
de la muerte del rey Felipe II en su palacio anticipadamente funerario de El Escorial, el sargento mayor Vicente de Zaldívar hizo en Nuevo México el primer dibujo europeo de un bisonte. Los mapas son enormes, con una especie de rudeza epidérmica que se corresponde con los territorios que describen: el dibujo en grafito del sargento Zaldívar ocupa una hoja de papel de poco más de 20 centímetros de lado. Los he visto y he podido comparar sus tamaños en el Museo Thyssen, en las salas de la exposición que ha organizado Miguel Ángel Blanco, La ilusión del Lejano Oeste. Blanco jugaba de niño con indios y vaqueros de goma, leía novelas y veía películas del Oeste, llevaba un cinturón con balas de plástico y una pistola enfundada al costado, y entrenaba con sus amigos para sacarla a toda velocidad y volver a enfundarla ágilmente después de un tiroteo imaginario. Como tantos artistas plásticos,
opiniÓn Blanco ha sido y es un acumulador de cosas, un comerciante del pasado y de la variedad del mundo. Esa vocación de acumular y atesorar le ha servido siempre en la creación de sus propias obras, y la ha desplegado ahora en esta exposición con una desmesura que imagino cercana a la glotonería y a la embriaguez. Ha exhumado cuadros y cuadernos de litografías sobre el Oeste en el almacén del Thyssen. Ha visitado el Museo de América en Madrid y el Archivo de Indias en Sevilla y algunas de las mejores colecciones de culturas indias de Estados Unidos. Y además ha traído un cabezón enorme de bisonte del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, así como cráneos de osos, de zorros, de castores, de pájaros, plumas de cuervos y de águilas, piedras menudas de desiertos, cortezas de secuoyas, sonajeros rituales, tocados de plumas, fotografías, carteles de películas, hasta una filmación espectral de danzas indias tomada con una cámara que diseñó Thomas Edison. En español la palabra ilusión sugiere ensueño y esperanza; en inglés, puro engaño, espejismo. Quizás lo que más nos atrae a algunos de ese mundo que se ha llamado el Lejano Oeste es el choque entre una realidad asombrosa y finalmente trágica y el poderío de las ficciones que desde el principio se tejieron en torno a ella, y que la fueron suplantando al mismo tiempo que se derrumbaba. La forma de vida de los indios de las grandes praderas apenas duró tres generaciones: a finales del Siglo XVIII la doma de los caballos había favorecido la primacía de la caza, el nomadismo y la guerra; en las primeras décadas del XIX la expansión hacia el oeste de Estados Unidos ya estaba acelerando los efectos de las matanzas y las enfermedades contagiosas, y las expulsiones y desplazamientos forzosos de tribus habían aniquilado importantes culturas, poblaciones enteras. Hacia 1830, cuando George Catlin empezó su gran catálogo visual de las vidas de los indios, y su colección de trajes y objetos, ya era consciente de documentar un mundo que desaparecía. De las comunidades con las que se había encontrado Cabeza de Vaca en el Siglo XVI no quedaba poco tiempo
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Quizás lo que más nos atrae del Lejano Oeste es el choque entre una realidad asombrosa y el poderío de las ficciones en torno a ella después más que el testimonio que su mismo relato. En 1837 Karl Bodmer pasó muchos meses dibujando retratos y escenas cotidianas de los indios Mandan: al cabo de un año una epidemia de viruela había acabado con ellos. Las soledades monumentales de Yellowstone y de Yosemite pudieron convertirse en los primeros parques nacionales de Estados Unidos porque las poblaciones nativas que las habían habitado durante siglos se habían extinguido. El Sitting Bull majestuoso y sereno de la fotografía de D. F. Barry de 1885 es un guerrero vencido que se gana la vida haciendo de sí mismo en el circo de Buffalo Bill. La ilusión del Oeste fue la locura de la búsqueda del oro y la rapiña destructiva de todos los recursos naturales, los bosques, las praderas convertidas en tierras de cultivo y de pastoreo, los minerales, las pieles de los bisontes; también fue la proyección del antiguo sueño europeo del paraíso terrenal situado a poniente y habitado por esa figura embustera y legendaria del Buen Salvaje, el primitivo valiente y orgulloso y no corrompido por la civilización. A medida que exploraban las llanuras de América y las islas del Pacífico, los europeos creían haber encontrado esas tierras vírgenes y esos ejemplos de una humanidad libre del pecado original. Pero apenas las crónicas ilustradas de sus viajes empezaban a alimentar esa leyenda en las capitales de Europa, su condición de espejismo se veía confirmada por la maquinaria imparable de la destrucción colonial. Los niños que veíamos con fervor películas del Oeste y jugábamos a los indios en los primeros sesenta vivíamos sin saberlo en el interior de ese duradero espejismo. Miguel Ángel Blanco, a diferencia de casi todos los demás, lo ha seguido cultivando. Iba con él por las salas de la exposición en el Thyssen y le brillaba en los ojos la incrédula felicidad de encontrarse en el cuarto de juegos del Oeste más grande que haya existido nunca.
‘Wash-ka-mon-ya, Danzante Veloz, guerrero’, 1844. George Catlin. Smithsonian American Art Museum, Washington, D.C. Donación de Mrs. Joseph Harrison, Jr.
Un oasis en las Badlands’, 1905. Fotografía de Edward S. Curtis conservada en la biblioteca del Congreso de Estados Unidos.
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ponen toque de armonía
con arte ENSAMBLAN A LOS REYNOSENSES CON AGRUPACIONES MUSICALES COMUNITARIAS DE TAMAULIPAS reynosa, tam. En un gran ensamble el pasado 26 y 27 de noviembre dieron conciertos once agrupaciones musicales comunitarias del Sistema Estatal de Tamaulipas, en el Parque Cultural Reynosa, donde estos niños y niñas, músicos y cantores de diversas regiones tamaulipecas, poniendo armonía al esfuerzo de sus comunidades por el arte. De manera especial, interpretaron obras desde
Cri Cri a John Lennon, y la composición del Maestro Arturo Márquez: Alas a Malala, un homenaje musical a Malala Yousafzai, estudiante pakistaní que luchó por el derecho de los niños a la educación. El concierto se realizó gracias a la coordinación de esfuerzos del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA), a través del Sistema Nacional de Fomento Musical (SNFM), y el Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes (ITCA), en el marco del programa Música en Armonía. La dirección artística del concierto estuvo a cargo del destacado Maestro Eduardo García Barrios, Coordinador Nacional del SNFM, quien dirigirá a las Orquestas Sinfónicas Comunitarias de Reynosa y Tampico; las Bandas Sinfónicas Comunitarias de Nuevo Laredo, San Fernando y Victoria; el Ensamble Comunitario de Percusiones de Matamoros; y los Coros Comunitarios: La Joya, y La Cima, de Reynosa; Villas de la Concordia y
Colorines, de Nuevo Laredo; y Coro Comunitario del Mante. El Sistema de Agrupaciones Musicales Comunitarias de Tamaulipas es co-auspiciado desde el 2014 por CONACULTA, PRONAPRED y el ITCA, con la activa participación de la sociedad civil y padres de familia de más de 300 niños participantes. Con estas acciones el Gobierno del Estado refrenda su compromiso por impulsar las actividades artísticas para el desarrollo integral y el disfrute de los tamaulipecos a través de los espacios culturales de la Entidad.