Eusebio Merlo Carlos Villasuso

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Eusebio Merlo



Eusebio Merlo DĂŠcimas camperas de ayer y de hoy

Carlos Manuel Villasuso

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Dedicatorias

A mi esposa, a mis hijos, a mis nietos. Para ellos es esta mi mayor herencia ya que refleja lo que ha sido mi vida, mi forma de ser… de sentir… de pensar… y de tomar como derecho propio la libertad de expresión. A los pocos amigos que me alentaron a escribir este libro. A los paisanos que conocí en mis andanzas y que me enseñaron lo que es el coraje, el silencio y la humildad. A mis ancestros, que se acriollaron y trabajaron con dignidad en esta bendita tierra.

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Agradecimientos

A la señora Lic. en Letras Adelina Martiloti de Nani. Al Ateneo La Posta de Villa Nueva. A la señora Carlota Molina de Moreno. Al arquitecto Oscar Costa por sus retratos tan bien logrados. A mi esposa por aguantar tantas horas de mi dedicación a estos versos. A mi hijo Diego por sus rastreos en Internet, y por su ayuda en la compu. A la señora Gladis Cervio, por dispensarnos su amistad y por llevarnos a las fuentes de los ranqueles en la zona de Villa Sarmiento, mostrarnos el museo y cedernos sus escritos. A Luis Avendaño, un amigo que me apoyó en cada parte del libro con especial paciencia. A la tradición que guarda la gente que conocí entre la paisanada, y ojalá que nunca se pierda. Al señor intendente de Villa Sarmiento, Fermín Boloquy, por cederme la autorización de reproducir algunas páginas de libro de la Villa. Al señor Héctor Cruceño por todas las gestiones realizadas para dicho fin.

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El abuelo Manuel, un gallego apaisanado, 1898.


Prefacio del autor

Este es un homenaje a todos los paisanos que anónimamente forjaron la historia del país. Hombres comunes que no figuran en nuestra lista de próceres, pero que a pesar de ello cargaron sobre sus espaldas las desventuras de una vida durísima, la cual afectó sus sentimientos más comunes y a la vez los más sagrados: el amor por una mujer, por su familia, por su querencia. Yo diría que nos han hecho ver a nuestro gaucho como un hombre cruel y despiadado, que vivía manchado de sangre inocente y era totalmente ignorante. Sin patria, sin principios, sin moral. Se olvidan que el gaucho fue carne de cañón para algunos gobernantes que lo utilizaron en su desmedido afán de poder. También lo hicieron los caudillos, tanto unitarios como federales con sus luchas fratricidas, en las que de acuerdo al resultado, estos pobres paisanos fueron enaltecidos o perseguidos y declarados fuera de la Ley. Algunos ante tamaña persecución huyeron a refugiarse a los toldos para no perder su vida y pasaron a tener el mote de “gauchos cimarrones”. La lucha todavía continúa, y en su dirigencia los líderes políticos siguen utilizando a la gente común, sobre todo a los más pobres. Esto origina un canto a la injusticia social que resuena igual que antes en nuestro siglo. Para los olvidados que fueron escándalo de pseudoeducadores, estos criollos son a su pesar ¡los héroes patrios de la historia!... “Nuestros gauchos”, los ignorados por ella. 9


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A los poderosos de turno les conviene que vivamos inmersos en la pobreza y la ignorancia..., que seamos un pueblo sin memoria. Indios y gauchos, aun estando enfrentados, coinciden en un término que los expresa: ¡“injusticia”! Fueron perseguidos, acosados para obtener las tierras que les pertenecían, despojados para arrear el ganado que vagaba sin dueño en las pampas luego de la Conquista, pero que luego tomó valor por la exportación de los cueros a Europa, en fin: primero el oro, luego las reses y la tierra. No soy un totalitario, no acuso a todos. ¿Pregunto? La respuesta la tiene cada uno de ustedes. Sólo reivindico a los despojados, y sí condeno a los genocidas de ayer y de hoy que utilizaron la religión o el poder para su propio beneficio, y no para servir a Dios y al hombre. Te honro, gaucho: por tu bravura y tu destreza; por tu austero vivir, por la simpleza de tus alegrías. Te pido perdón, indio toba, mataco, comechingón, ranquel, puelche, patagón, araucano, en fin, me disculpo con todas las razas de nuestro continente, que desde arriba están mirando su extinción tanto cultural como humana. Por lo que te robamos, hombre dueño de estas tierras, humildemente pero de corazón… ¡perdón! Nota: El lenguaje que utilizan los principales personajes de este libro es totalmente distinto, ya que Deolindo Martín no es contemporáneo de Eusebio Merlo. Por eso, los criollismos que se encuentran en los distintos versos en que se expresa Eusebio Merlo se han incluido deliberadamente, a los fines de transcribir el mismo lenguaje que el gaucho utilizaba en su contexto; ejemplo: “diande”, “paqué”, “ahurita mesmo”. El significado de dichos términos se halla explicado al pie de cada página. Suprimiéndolos podríamos excluir involuntariamente a este personaje de su entorno, de su época, de su cultura. Además, algunos de ellos subsisten en los lenguajes 10


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actuales de muchos paisanos de campo que conservan todavía costumbres y tradiciones orales de aquella época. Al leer los versos de la parte tercera, donde me hago voz del gaucho y del indio ranquel dando a conocer el origen de su forma de vida, sus convicciones y las persecuciones que sufrieron; donde también opino sobre políticas elitistas y excluyentes actuales que repiten los mismos argumentos de antaño, no me tilde de zurdo, subversivo, pluma que se dedica a la protesta, porque soy un hombre común que trabajó toda su vida, que optó por un hogar cristiano y formó una familia con seis hijos y 11 nietos; además viví momentos difíciles para su educación y subsistencia. Solo quiero ejercer mi derecho a disentir, a defender mi libertad de expresión y a custodiar las costumbres de mi pueblo y difundir la verdad. Me sentí profundamente defraudado por muchos, o mejor dicho por la mayoría de los gobernantes, que solo acarreaban agua para su molino, con una indiferencia que si no era aparente, se manifestaba por los hechos, ante las terribles dificultades que vivió el pueblo. No milito en ningún partido político, ¡todavía sigo esperando! un corazón argentino que defienda nuestra cultura, nuestras tradiciones, nuestras tierras y a nosotros, sus habitantes.

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Introducción

El autor escribe (en décimas) esta historia relatada por un paisano de nuestro siglo. Al ser invitado a una cabalgata, Deolindo Martín se encuentra galopando un pedazo de historia; la que escribieron los indios comechingones o sanavirones como posibles moradores de esta zona de las pampas, tesis sostenida por algunos historiadores (Granados, fray Reginaldo de Lizarraga). El lugar fue donado por López Fiuza, su propietario, un portugués que habitó esas tierras durante bastante tiempo y más tarde las cedió (con la condición de que no fueran vendidas) a la Orden de La Merced, en la que profesó tomando sus hábitos. Luego el autor, en su personaje literario, se remonta nostálgico a sus ancestros venidos de la madre España y afincados en la Villa Nueva, allá por el mil ochocientos y... Al llegar a la estancia, participa de un fogón campero y se pierde sin quererlo en una regresión al pasado. Mirando en la semipenumbra producida por la fogata las figuras desdibujadas por las cárdenas llamas, entra en un profundo ¡silencio interior! En esta especie de sueño, participa inconscientemente de la vida de un gaucho, el Eusebio Merlo, soldado del fortín Sarmiento situado a orillas del río Quinto. Recorre desde ese fortín el sur de la provincia de Córdoba hasta llegar a las tolderías indias, también las de La Pampa y San Luis. Las penas y las desventuras de este gaucho le tocan el alma. 13


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Algunos de los personajes de este drama, así como los lugares que se citan, son históricos y se consignan, con una síntesis muy somera de su vida, al final del libro. No se pretende con ello ser un libro de consulta o de posibles discusiones de datos consignados; es simplemente la narración de un drama que, diríamos, fue una realidad diaria en la vida de nuestros paisanos. Los versos nos muestran una trama que conmueve nuestra propia realidad llamándonos a repensar nuestros orígenes y a cultivar la tradición oral y escrita, tarea que, entiendo, la escuela no está cumpliendo. Nos están borrando la identidad... No hay historia sin pasado, no hay pueblo sin raíz. En nuestros pueblos globalizados e invadidos por culturas extranjeras, cada uno de nosotros somos los portadores de la llama de la argentinidad que encendieron nuestros abuelos. Luis J. Avendaño

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Personajes ficticios de la historia

Deolindo Martín Nombre de un paisano de la provincia de La Pampa, el cual he tomado como seudónimo. Los acontecimientos que relata son reales. En la primera parte del libro, desde la invitación a realizar la cabalgata, a partir de la Sociedad Rural de Villa María, hasta el trayecto recorrido a la Estancia de Yucat, se enfrenta con la historia y la nostalgia de recordar sus ancestros. El libro tomó un giro distinto al que le había dado cuando comencé a escribirlo, entonces sólo mostraba lo que ahora es la segunda parte de este y podía deambular por él, como interlocutor de Eusebio Merlo. A instancias de un amigo, comencé a agregarle hojas, y las empalmé con esa segunda parte antes referida; debí mostrar orígenes y documentación de algunos acontecimientos e historias de la Villa Nueva, que descubren mi verdadera identidad. Pero le dejé el nombre al personaje de Deolindo Martín por razones de versificación, y por el cariño que siento hacia este paisano de La Pampa. También son realidad los viajes al Quinto y zonas colindantes desde la provincia de Córdoba, San Luis y La Pampa. Todas las historias, los cuentos y las vivencias quedaron grabados a fuego en mi vida. Por eso sentí necesidad de relatarlos, y están en la memoria de mi esposa y de mis hijos.

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Muy pequeños todavía, me acompañaron en algunos de mis viajes, donde conocí paisanos sureros como el Pichi Primitivo Gonzáles, Gregorio Mercado y David Lucero, ejemplo de criollos de nuestras pampas; con el mate en la mano y la historia o el dicho a flor de labios. Los he visto rastrear muchas veces el cruce de una tropa, de algún jabalí solitario, o de un ciervo, sin bajarse del caballo; daban características de tamaño y de sexo de la especie que buscaban (ciencia campera). En la segunda parte, perdida la cordura al mirar el fogón, simplemente aparece… alguien que usted… tendrá que descubrir. ¿Qué intención tiene en el relato?, ¿qué fines persigue? La respuesta está en cada lector.

Eusebio Merlo El nombre y el apellido de este personaje se han tomado de dos personas, respectivamente, a las que se hará referencia a continuación. El primero, “Eusebio”, es el nombre de un amigo personal, que vive en el antiguo casco de la Estancia Las Pichanas; todavía en el monte aledaño se ven grandes matas con sus raras flores amarillas; los paisanos las usaban antiguamente para construir rústicas escobas. El dueño de esa propiedad es don Jorge Alessio, criador de caballos criollos. El predio se halla ubicado a unos mil quinientos metros de la ciudad de Villa María, a continuación de donde finaliza la calle Buenos Aires. Tomé el nombre de Eusebio por varias razones: entre ellas, por ser un paisano de varios oficios, alambrador, amansador y mejor jinete; capaz de desvirar un tiento, hacer un remiendo al cuero, o armar un trenzado de esos que no se cortan. Un verdadero cultor de nuestra tradición. Además él cuidó dos caballos criollos de mi propiedad: el Chalchalero Pereré, un gateado rosillo criollo puro, hoy ya

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muerto, al que le compuse una milonga que lleva su nombre; y el Aguará, un lobuno moro, guapo y aguantador pa´ tener un toro con el lazo; manso como una oveja. Los dos provinieron del Establecimiento Las Marías, de don Héctor Magnano y Mario Bertone. Muchos de mis escritos nacieron en este lugar (Las Pichanas), viendo a los caballos criollos retozar: la Que te valga… el Sorpresivo… o la Luna nueva; todos de la marca Picha-Nay. Al salir de los corrales dibujaban galopes y movían de arriba a abajo la cabeza en un raro rito, que parecía decir sí a la libertad del potrero; sacaban pedazos de tierra en el salvaje arranque. O la enseñanza que en muestra de hermandad nos dan un algarrobo y un tala, que se encuentran como abrazados… cruzando sus ramas en un símbolo, con ese gesto tan fraterno. El verdadero apellido de este paisano es Ferreira. Por otro lado, el motivo de poner el apellido “Merlo” al protagonista de la historia, adjuntándolo al nombre de Eusebio, se funda en una sencilla razón: este paisano casi me inició en las campeadas, me acompañó como baqueano por muchos años a recorrer los montes cercanos a Justo Daract, provincia de San Luis. Hombre de a caballo, buen rastreador y de gran orientación en el monte, vivía en un rancho de adobe con un hermoso alero, palenque pa´ atar y aljibe en el patio. Tenía un gateao cabos negros, medio rabicano, que era una luz pa´ correr el vacaje cimarrón, o algún toro mal llevao que se juia para el monte. El apellido es portugués, “Melo”, pero luego se deformó en “Merlo”. Sus abuelos vinieron agregados a la Conquista, vaya a saber cómo, la verdad es que nunca le pregunté. Por eso este personaje ficticio proviene del nombre de dos paisanos. Uno, de Córdoba, mi provincia natal; y el otro, puntano, de la paisanada de San Luis. Gente de manos curtidas, corazón grande y calloso de tanto amar a su tierra. Con una 17


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capacidad infinita para corajear y sufrir, tal cual lo demuestra la historia de la naciente villa de San Luis, hoy ciudad capital de la misma provincia. Gente que tuvo que soportar tanto malón, lucha fratricida de unitarios y federales, muerte y rebeliones armadas; de la cual con fiereza y valor fueron protagonistas. Para Eusebio Ferreira y Gregorio Merlo, el Portu: gracias por su amistad, y un fuerte abrazo a través de las letras de mis versos.

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Homenaje al caballo

Compañero que has perdido del trabajo la carrera, el mundo cual una esfera a un lado te va dejando. Es que adelante marchando van la pick up y el camión, y no pierden la ocasión de apartarte del progreso; el tiempo ¡te deja preso! Dormido… en algún rincón.

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Parte primera

Divagando Ahura1… me voy presentando y soy Deolindo Martín, como en el cuero la crin2 estoy pegado a este suelo, por eso remonto vuelo soltando al aire mi pluma, no quisiera ser espuma desparramada en el viento; lo que escribo ¡es sentimiento!, “que no se pierda en la bruma”. La cosa… es medio difícil, le digo para que entienda, cualquiera viste una prenda por no pasearse desnudo; pero yo no escribo al ñudo3, 1

Ahora (expresión campera).

2 Pelos bastante gruesos que se encuentran adheridos al cuero de los yeguarizos, entre otros animales; en la cola y en el cogote. 3

Inútilmente.

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mis versos… salen en tropa4, no les pongo cualquier ropa, andan de gaucho5 vestidos, y nunca vagan perdidos, van como el vino… a la copa.

Amanece… y comienzo a galopar Ya me pongo a relatarles, ojalá lo puedan ver un campero amanecer que ha llenado el alma mía. Al despertar, cada día distinto siempre parece, lo que le pinto6 merece darle toda su atención, y ¡présteme el corazón! pa´7 que esta historia yo empiece.

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Todos juntos.

5 Hombre de campo, a veces errante; vivió libre en él antes de que fuera alambrado. Muy diestro en el manejo de animales y en las tareas rurales; fi lósofo natural debido al entorno. 6

Describo.

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Para (lenguaje campero).

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Fui invitado por paisanos8 a visitar una estancia, huele a campo la fragancia que se sube en el apero9; y no va a creer, aparcero10, que viendo nacer el día, “el Creador” mismo11 diría, está susurrando en mi oído, que de su mano ha nacido lo que yo contemplaría. El sol... vistió la alborada, sobre morados cardales, el viento a los pastizales los acuesta como alfombra, muy alargada la sombra del ombú12 que de altanero, lo castigaba el pampero13 haciendo flamear sus hojas. Naciente melena roja iba apagando al lucero.

8

Persona que trabaja en el campo u otra que cultiva sus tradiciones.

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Montura criolla.

10

Más que amigo (lenguaje campero).

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Habla de Dios Creador ante la magnificencia del paisaje.

12 Hablar del ombú es hablar de la pampa. Es un árbol grande y muy coposo, al hacerse añoso sus grandes raíces quedan expuestas fuera del suelo. 13

Viento de la región pampeana, de dirección sudoeste, más bien frío, sin humedad.

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Vi al pasar... un alambrado, postes de recio caldén14, desde su alambre recién cuelgan gotas de rocío, en extraño desvarío como rosarios brillantes, parecieran por instantes ser creadas por raro artista. Van alegrando la vista como astillas de diamantes. Las aves…, tímidas voces, un concierto van formando, con un murmullo agregando su trompeta una paloma, y casi sobre la loma centinela del camino, el tero15, con su destino de dar un grito alcagüete16; cardenal17... rojo copete, y un chingolito18 barcino19. 14 Árbol de madera dura característico de la pampa, en el libro se incluyen fotos de un caldenal, la madera es rojiza y se utiliza para leña o para construir postes de alambrado. 15 Ave que gusta de la orilla del agua o de sus cercanías, tiene las patas largas; sus alas son de color negro mezclado con blanco y gris verdoso y tienen dos espolones en la punta; el lomo, ídem. Es característico su grito, “teru teru”. 16

Alcahuete.

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Ave de precioso canto, se adorna con un rojo copete, su pecho es blanco, y la espalda gris.

18 Ave color m arrón rojizo con manchas entre blancas y grisáceas. Dicen los paisanos que cuando canta al anochecer anuncia viento. 19 Descripción de sus plumas c olor marrón rojizo, con manchas alargadas negras u oscuras.

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Sobre el chañar20… la calandria 21 le contesta al Juan chivio22, y el quinto be23 desde el río viene volando hacia el monte; planean sobre el horizonte jotes24, bandada agorera, buscan la vaca matrera 25, en carroña convertida, o cualquier cosa sin vida, recorren la pampa entera. Un tobiano26 sigue al trote el andar de mi lobuno27; también veo algún vacuno que detrás del alambrado, viene mirando asombrado

20 Árbol de la región pampeana cuyo fruto usaban los indígenas para destilar bebidas espirituosas. 21 Ave de tamaño mediano, su color es entre ceniza y marrón, en parte blanco; tiene un hermoso canto. 22 Ave de pico naranja, de color amarronado en la parte ventral, la cabeza es negra con una mancha blanca sobre los ojos, la espalda color plomizo. Semillero (vulgo). 23 Ave de tamaño mediano, vientre amarillo con una vincha blanca sobre sus ojos. Benteveo (vulgo). 24 Ave carroñera color negro, del tamaño de un carancho; jote (vulgo); vuela en bandadas aprovechando las corrientes de aire cálido. 25

Que huye de la tropa de vacas mansas y dispara sola hacia el campo; hacia el monte.

26 Pelo de animal yeguarizo formado con grandes manchas que pueden ser de dos colores: blanco y negro, blanco y amarronado. 27

Pelaje de mi caballo, color lobo, pero más claro. Tiene una raya negra sobre el lomo.

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el polvo de nuestro andar. Un gateao28 al relinchar su cuello arqueado endereza y moviendo la cabeza pareciera saludar.

El invite de paisanos La invitación que me hicieron fue para ir de cabalgata 29, ¡no se preocupe por plata!, rumbeamos a la Merced30; si no le molesta a usted, lleve asado de costilla, vaya y prepare la silla31 o mejor dicho el recado32, y bien temprano, cuñado33, a su flete34 me lo ensilla.

28 Gateado, pelaje del caballo color bayo apenas oscuro, con una raya bien oscura sobre el lomo. 29 Paisanos que fijan en excursión un destino a caballo, a los fines de compartir hechos, acontecimientos, o simplemente recrearse en el campo. 30

Estancia de la Orden Mercedaria.

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Montura.

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Recado, montura criolla.

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Es el tratamiento cariñoso o de confianza entre personas de campo.

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Buen caballo, buen pingo.

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Sin darme cuenta llegaba hasta el predio La Rural35, y si no recuerdo mal, salimos al galopito. Fui mirando… despacito cada lugar que pasaba, junto al apero llevaba un cimarrón36 preparado, y me paré en un costado invitando al que pasaba. Era don Luis Avendaño en su flete colorado37, con el caballo sudado paraba para matear. No quiso desensillar y apenitas desmontó, el pingo38 al alambre ató sentándose en la gramilla, que del camino a la orilla sin ser pisada creció.

35

Se refiere a La Sociedad Rural de Villa María.

36

Mate amargo.

37 Se dice del animal yeguarizo que tiene el pelo de color marrón rojizo; además puede ser colorado requemado, sangre de toro, malacara. 38

Caballo brioso, ligero.

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Para cebar… me senté, y entre mates no me olvido que un tema fue referido cuando hablamos de los fletes; es que entre tantos jinetes fue prioridad el caballo, y yo, que nunca me callo, con voz grave relaté esta historia que guardé, al leerla ¡deme el fallo! Refiere a una gran carrera que fue orgullo de este suelo, la documenta mi abuelo escrita en el diario El Día, que en La Plata residía antes del mil novecientos, y agarrada de los tientos39 me hizo ver…, yo no soy gringo, que el criollo40 es un flor de pingo y es hito en mis sentimientos.

39 pero. 40

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En los tientos del recado, se atan lazo, bolas, etc. Todos elementos de uso camRefiere a la raza criolla.


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Ya se corrió en Ayacucho Los caballos corrieron el 30 de septiembre de 1888. Dato histórico publicado en el diario de la ciudad de La Plata en aquella época y comentada en prosa por don Tito Saubidet. La versificación es obra del autor. Casi de noche partieron, (cinco de la mañana), y en esa hora temprana en la fila bien parados, diez caballos colocados se jugaron sin macana. Espere, ahora le digo los fletes que se alinearon, en esta historia quedaron al pelearla con coraje; mirándose el paisanaje, las apuestas se cruzaron. El Criollo, flor de tordillo41, marca de don Zubiarré, Por si pega, pangaré42, que pertenece a don León, ese arrancó en un envión, ahora casi no se ve.

41 Pelo equino semejante al cabello canoso del hombre. Se mezclan en su composición pelos blancos y pelos negros. 42 Yeguarizo que lleva una decoloración en las partes inferiores del cuerpo, la cual es aparente, sobre todo en el hocico, vecindad del párpado inferior, axilas y barbilla. Emilio Solanet.

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Después, partía un oscuro43 que le dicen Trotador, el de don Baca señor, salió muy junto al Cigüeña, rosillo44 que haciendo seña se reventó en lo mejor. Le digo que un doradillo45 muy bien llamado Recluta, disparado en fuerza bruta, del vasco Mendilharzú, parece un paturuzú muy metido en la disputa. A los otros no los nombro porque no vale la pena, se quedaron en la arena, muy lejos de la carrera, la miraron desde afuera presos por su condena. Desde las tres de la tarde se trenzaron en gran lucha, y se fue viendo “jue pucha”46 que Criollo se retrasaba, y Recluta se jugaba porque su fuerza era mucha.

43

Yeguarizo de pelo negro, o que se acerca mucho a ese color.

44

Yeguarizo de pelos blancos mezclados con castaño o colorado.

45 Yeguarizo colorado claro que lleva reflejos de oro. Tiene un ligero tinte amarillo. Emilio Solanet. 46

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Expresión campera.


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El Veterano corría a tres vueltas del Recluta, venía sacando viruta muy cerquita de Amistad, y lo corrió en igualdad comiéndolo como fruta. A las cinco de la tarde Veterano se afirmó, otra vuelta descontó por su jinete espueleado y en un galope endiablado al Amistad lo pasó. Recluta cuando llegó quedó bastante cansado; Veterano, preparado, al galope terminó. El viejo se acomodó como en el agua el pescado. Marcó vueltas la campana, ochenta y dos el Recluta; Veterano en la disputa llegó con ochenta y una; Amistad, en su fortuna, iguales vueltas computa. Setenta y seis Por si pega, setenta y cinco hizo el Criollo, del resto todos al hoyo, ninguno ha figurado, a mí me deja admirado, ¿con qué flete las recorro? 31


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El promedio ganador fue de tres leguas y media, cada hora que se promedia multiplíquela por doce; el Recluta “la descose”, de los otros… fue tragedia. Cuarenta y dos son las leguas que Recluta recorrió, Veterano reafirmó lo que siempre se había dicho, el flete criollo es un bicho “que siempre se la aguantó”. Esta historia ¿deja dudas?, lo mismo a usted se la paso, por contarla voy al mazo47, pues la leí, y no la he visto48. Mi fundamento es…, insisto, la narración de don Tito49, en “sus refranes”50 ha escrito lo que ya daba por cierto, y echándola a campo abierto, a esta verdad me remito.

47

Salgo del juego.

48

De esa época solamente puedo haber leído.

49

Refiere a don Tito Saubidet, pintor y costumbrista.

50

Vocabulario y refranero criollo de este autor.

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Al desatar mi lobuno, mirándolo con cariño, lo acaricié como un niño y le dije: “Bien, hermano, si así se viene la mano, tu estirpe51 es ser ‘flete criollo’; capaz pa´52 medirte el rollo53 te prendo54 en una cuadrera, yo conozco tu madera y así desato este embrollo55”.

Rumbo a la historia Y después nos alcanzaron más paisanos de a caballo; dos sulquis56 que como rayo venían por otro camino, todos ellos con destino a la estancia tan mentada. Nerviosa la caballada por tanto jinete junto, por eso es que casi al punto me hice luz57... sin decir nada.

51

Honor.

52

Para.

53

Medirte la distancia y el tiempo del recorrido.

54

Te anote.

55

Desato esta duda.

56

Coche de dos ruedas grandes tirado por un caballo, para una o dos personas.

57

“Hice luz”, expresión que significa: ‘me salí del grupo, me corté solo’.

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Me corté solo adelante pensando los días de gloria del indiaje58 que la historia de estos lugares no cuenta, ¿se ha llevado una tormenta el sentir de tradición? Puedo escuchar el malón59 ¡con sus lanzas..., su alarido! Pero el indio está dormido, ¿perdido... con qué intención60? ¿Cómo es la historia, pregunto, cuando no inclina su frente ante tamaña vertiente que nos llega del pasado? El hueserío61 se ha quedado en la barranca62 vacía, cacharros... ollas63 había cuando de chico escarbaba, y algún trozo me llevaba guardado a Villa María.

58

Conjunto de indios (lenguaje gauchesco).

59 Asalto de los indios con saqueo de pueblos y ganados. Lo escucho en sentido figurado. 60

Diría que a propósito, porque la historia de la Conquista es muy triste.

61

Algunos restos óseos indígenas destruidos.

62

Se refiere a las barrancas de Laguna Honda, antiguo asentamiento indígena.

63

Cacharros, ollas, restos del asentamiento indígena.

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Mi caballo iba pisando alguna senda olvidada que antaño fue transitada por algún comechingón64, sabiendo en esta ocasión que entre este monte y la pampa, la presencia de su estampa dejó vestigios guardados, ya bajo el suelo enterrados al velar65 ¡donde él acampa66! Poco veo de aquellos montes que el ferrocarril comió, furiosa tala los vio al caer, usando su leña, pobre árbol que se despeña como nido verde... añoso; el algarrobo67, coloso, cortado murió en el suelo, por eso el ave en su vuelo le cantó el adiós piadoso.

64 Indígenas de los más dóciles que habitaron el continente americano; pastores y labradores. Fray Reginaldo de Lizarraga parece indicar que llegaron hasta más allá de las tierras de Yucat. 65

Que están como custodiando sus restos.

66

Sus restos están guardados (velados) por la tierra.

67 Árbol grande pampeano de madera dura. Grande y majestuoso en su ancianidad, como el caldén. Sus frutos son comidos por el ganado, y los cosechaban los indígenas para preparar bebidas espirituosas.

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Todo esto me daba vueltas bien adentro de mi mente, quise verme de repente: en Yucat68... en Villa Fiuza69, y chistar como lechuza mirando sin pestañear Laguna Honda, si al pasar mucho antes de la Conquista, pudiera encontrar la pista del indio y su caminar. Por eso es que a mi caballo le dije como en un rezo: “Hoy, mi lobuno70, estoy preso de una historia que me apura. ¿Cómo habrá hecho el señor cura71 que cuenta la tradición? ¿López Fiuza72en condición73 cedió estas tierras... sin venta? Espero que sea su renta ¡caridad! y no traición74.

68 Estancia que perteneció al portugués López Fiuza (ver nota en “Personajes históricos para recordar”, al final del libro). 69

Lugar con una capilla destinada a recordarle.

70 Pelaje de yeguarizo, diría que de un color parecido al lobo, aunque más claro. Suele llevar una raya negra en el lomo. 71 Refiere al padre Zarza, al cual testa, donando sus bienes a la Orden de Nuestra Señora de La Merced, en la que profesa, tomando sus hábitos. 72

Dueño de estas tierras (Ver “Personajes históricos para recordar”).

73

López Fiuza legó las tierras con la condición de que no fueran vendidas.

74 Refiere a que los resultados económicos de tantas hectáreas sean verdaderamente destinados a un fin noble y caritativo; y no usados solo como una explotación agrícola ganadera de gran rentabilidad.

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Eusebio Merlo. Décimas camperas de ayer y de hoy

Pensando en mis ancestros Y volví con mis recuerdos como peludo a su cueva, a pensar en Villa Nueva, la tierra de mis mayores, aunque no todo son flores, ciclón... las inundaciones, los indios con sus malones, además del malandraje; no habrá faltado coraje para tantas aflicciones75. Mi abuelo participó de los hechos cotidianos, y con sus otros hermanos llegaron a Villa Nueva; para ponerlos a prueba los recibió con su lucha, no se achicaron, jué pucha76, por el pan de cada día, fueron dueños del tranvía77, aún… ¡sobre el puente se escucha78!

75 Todos estos sucesos acaecidos en la Villa Nueva están descriptos en el libro de Granado, pág. 145, como grandes tragedias; así como la valentía, el coraje, de nuestros ancestros. 76

Expresión campera.

77 Los servicios del tranvía se inauguraron el 30 de agosto de 1887. Los pesados vehículos eran tirados por dos caballos que al llegar al final del recorrido en Villa María se desenganchaban, para engancharlos en la otra punta del carruaje y llegar a Villa Nueva por el mismo recorrido. Fuente: Granado. 78 Es simplemente una alegoría nostálgica del chirriar del tranvía y el ruido de los cascos de sus caballos.

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Fundaron con gran visión un gran ramos generales79, por uno de esos casuales80 hasta aperos81 se vendían, y los paisanos pedían, azúcar… yerba… tabaco, desde el papel hasta el naco82 y otras varias mercancías; mas llegaron malos días, la inundación… clavó el taco83.

Un documento que forma parte de la historia de una familia. Marca de comercio del almacén de ramos generales.

79 Casa fundada en 1868: Villasuso Hermanos, según etiqueta que obra en mi poder, donde figura un logo con su marca de comercio y un espacio para nombrar el artículo que se vendía y su número. Situado en el cruce de las calles Comercio e Independencia de la ciudad de Villa Nueva. 80

Por casualidad (expresión campera).

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Montura criolla.

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Trozo de rollo de tabaco.

83 La inundación arruinó gran parte de la mercadería de muchos comercios, achicando sus capitales.

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Me acordé de una milonga84, ayer la supe cantar, le cuento como al pasar cuál es la desdicha mía: pensar que mi patria un día sin su memoria se quede, ¿será que cualquiera puede desprendernos del pasado? Del mundo globalizado nuestra cabeza no ruede.

Rezongando en la milonga (letra del autor) Con el cordaje del alma y esta décima sentida, le pido a Dios que mi vida lleve a mano de los vientos y desate de los tientos85 a mi guitarra campera, para sacar campo afuera, de mi alma... lo que ella encierra; canto hecho llano, hecho tierra, y no quedarse tapera86.

84

Recitado por milonga, letra del autor.

85 Tira fuerte confeccionada con cuero crudo, se suele llevar en el recado para atar algunos objetos. 86

Tapera, se dice del rancho destruido, sin habitantes.

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Debo dar, porque me han dado87 lo que ignora tanta gente, anda viviendo el presente sin saber qué es tradición, ahora que tengo ocasión y está ensillado mi flete88, como toro que arremete cornadas, les voy tirando89. ¡La escuela no está enseñando, lo de antaño... no es al cuete! La patria se hizo a caballo, y el caballo trabajó, también Güemes la peleó con San Martín, a caballo, es que al mirarlos no callo, mi abuelo vino en carreta90, buchona91, que hasta la jeta en Villa Nueva... aculó y allí nomás se asentó, como cachorro en su teta.

87 Insinúa que debemos enseñar a nuestros hijos lo que nos legaron nuestros abuelos (tradición oral). 88

Estoy dispuesto para opinar.

89

Estoy haciendo ver algo que me parece equivocado.

90 Carro grande de dos ruedas tirado por bueyes, se usaba frecuentemente en nuestros campos. No solo trasladaba objetos de comercio, sino también personas, y hasta familias enteras. Llevaba un toldo y tenía paredes laterales para protección (entoldadas); a las que tenían un buche, se les llamaba “buchonas”. En la Villa existía una plaza de carretas donde los conductores desuncían a los bueyes y daban sebo a los ejes. Era una de las cuatro manzanas destinadas a ser plazas en el primer trazado urbano. 91

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Carreta que tenía un buche adelante para guardar los bultos.


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Al tranvía… tiro el caballo, la chata92 condujo el peón, con un pingazo el patrón, a caballo... militares93, y lo que hay por estos lares lo debemos al caballo. Al pensar en esto no hallo en mi mente explicación, y me agarra la aflicción, este olvido de soslayo94. No le enseñan que la patria fue lazo... guitarra... arado, ni un rancho ve dibujado, desprecian una alpargata, y no saben que su tata o su abuelo las usó, y si así no sucedió, es que vinieron de afuera; como al lazo, la esidera95, mi tierra los recibió.

92

Carro playo tirado por dos o tres caballos. Diseñado para llevar cargas.

93 Refiere al primero de Artillería, que terminó alojándose en la Plaza del Mercado y cuyos cañones eran movidos con caballos. Fuente: Granado. 94

Olvido artero, como si fuera sin querer.

95 Argolla que va unida a la encimera del recado por un trozo de cuero crudo y a la cual se asegura el lazo por la presilla.

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Blasones de antepasados en Europa se han quedado; si usted no se ha preocupado por saber qué es un horcón96, surito97... chuspa98... chichón99, el trebe100... pial de volcado101; va con ropas de otro lado, al palenque102 no las ate, porque habrá quien las desate. ¡Es argentino extraviado!

96

Palo recto terminado en una horqueta, sirve para apoyar la cumbrera del rancho.

97

Pichón del ñandú.

98 Bolsita para guardar tabaco y papel de fumar. Algunas se fabricaban del buche de ñandú en forma artesanal. 99 Sobrecincha de cuero crudo que se utiliza para ajustar las últimas prendas del recado. 100 Instrumento de hierro de tres o cuatro patas que aún se ve en nuestro campo para apoyar la pava, las ollas, etc., teniéndolas a cierta distancia de fuego en lugar de poner tres o cuatro piedras. 101 Es un tiro con el lazo que se efectúa a las patas del animal en el cual el pialador le da un raro efecto de muñeca. 102 Poste clavado en tierra para atar animales.

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La raza criolla Descendientes de los primeros yeguarizos que dejaron libres los españoles en Buenos Aires, los cuales fueron introducidos por don Pedro de Mendoza. Muerto don Pedro en mayo de 1541, Irala y Cabrera desmontan las precarias instalaciones que quedaban en la castigada fundación. El hambre y el asedio de los indígenas los hacen emigrar a Asunción del Paraguay, dejando a la mayoría de los yeguarizos en libertad. Aquí, en las interminables llanuras, con magníficas pasturas, se adaptaron a nuestro suelo, formando una raza de características muy especiales.

Certificado de registro genealógico de la raza criolla. Ejemplar adquirido por mí en el Establecimiento Las Marías, Las Perdices, Pcia. de Córdoba

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Llegando a la Estancia de Yucat Así llegaba a la estancia sacando al flete el apero103, oliendo a sudor y a cuero, le di un buen baño al lobuno104, le fui sacando uno en uno el soguerío105, que es su ropa, al largarlo con la tropa pude ver que descansaba, y la oración ya llegaba como pingo que galopa. Por eso, miré al poniente, me quedé con una estampa al contemplar en la pampa una figura… creciendo. Cuando el sol iba cayendo, entre penumbras y rojos, la tarde con sus despojos pone telón como fondo; en ese incendio redondo el jinete ven mis ojos.

103 Apero, montura criolla, recado. 104 Pelaje de mi caballo. 105 Se refiere a las riendas, la cabezada, el bozal, etcétera.

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Poco distingo el color, parece alazán106 el flete107; medio esfumado el jinete entremezclado en la sombra, y entre los pastos, la alfombra en oscura se ha tornado; quedó como recortado ese cadencioso andar, pareciera galopar108 el suelo desdibujado. Se va acercando de a poco, oscuro el ancho sombrero, como un fantasma matrero109, apenas se va mostrando; mas… yo lo estoy semblanteando110, estriba largo el paisano, y afirmada va la mano derecha sobre el talero111, que apoyado en el apero112 sostiene casi a desgano.

106 Pelaje de animal yeguarizo, formado por la mezcla de pelos amarillos y colorados. 107 Buen caballo, buen pingo. 108 Uno de los andares del caballo. 109 Que anda huyendo. 110 Mirando. 111 Especie de rebenque. 112 Montura criolla.

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El flete… deja a su paso un ritmo que acompasado, como tambor redoblado mezcla rezongos de cuero en crujidos del apero. Les agrega su ronquido113, por guapo, siempre emitido cuando largo es el camino, y en su galope114 cansino parece medio dormido. Han cruzado frente a mí y la espalda me van dando, me quedé como pensando la figura que en mi mente está borrando el presente con su andar tan apurado; me vi en el río115, bien montado, y a los veinte recorría, tras la chanchada, diría, buscando un desgaritao116.

113 Muchos caballos emiten este raro ronquido, los criollos dicen que lo hacen por guapos. Algunos también hacen un raro ruido con el cuajo. 114 Paso del caballo. 115 Refiere al río Quinto. 116 Se trata del jabalí que salido del monte hacía destrozos en los sembrados.

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El jabalí

El dibujo pertenece a un artículo de Editorial Codex publicado en 1971: “Caza de jabalíes al sur de Córdoba”, cuyos textos y relatos son de mi autoría. El jabalí fue introducido desde Europa allá por 1900. Don Pedro Luro los llevó a su estancia situada en la provincia de La Pampa, sobre la Ruta 35, a pocos kilómetros de Santa Rosa, ciudad capital de aquella. Se desparramó en las provincias colindantes debido a la rotura de las alambradas. Hoy su hábitat es bastante amplio, y lo podemos encontrar en San Luis, Córdoba, Buenos Aires, Neuquén, Chubut y Río Negro, entre otras. Pertenece a la familia de los Suidae, su nombre científico es Sus scrofa.

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Historias de jabalíes allá por el Quinto Es que allá por el sesenta117, con una buena perrada118, entre los montes andaba; chañares, uñas de gato119, espinales, garabato120, me costureaban el cuero, porque atrás de algún matrero121 me han visto siempre jugado, con el chanchaje enredado122, ¡no lo va a creer, aparcero!123 Lo mejor de aquellos tiempos fue vivir como paisano124, y venidos de la mano cuentos… historias llegaban, y al pasar se entreveraban entre churrascos, mateadas; gauchos… mujeres robadas125 que a la fogata han venido, mas… con el tiempo se han ido dejando huellas grabadas. 117 Refiere a 1960. 118 Los paisanos cazaban los jabalíes con perros y los mataban a puro facón (cuchillo). 119 Chañares, uña de gato, garabato, espinillo, todos árboles y arbustos autóctonos muy espinosos. 120 Arbusto muy espinudo. 121 Macho jabalí bastante mañero. 122 Enredado tras los rastros de los jabalíes. 123 Amigo (lenguaje campero). 124 Días pasados a campo y monte, durmiendo sin otro techo que las estrellas, y teniendo por abrigo la fogata, en rueda de guitarra, narraciones del indiaje, a puro cimarrón (mate amargo) y galleta al rescoldo. 125 Mujeres robadas. Refiere a los raptos de los indios a la mujer blanca.

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Qué fuerte es la tradición en esta pampa surera, con la guitarra, cualquiera sabe entonar la milonga. Cuando escuchando disponga prestarle atención al mozo, en su hondura, como un pozo ¡viene creciendo el relato!, y el hombre, verseando un rato, le llena el alma de gozo. Es que la copla encendida brotaba desde temprano; la rueda, de mano en mano, la encordada recorría; y casi al clarear el día ¡otro churrasco126 aguaitando127! La galleta van tostando y las horas al pasar, nunca pudieron gastar relatos que van narrando. “Cuñado128 —dije al Gilberto—, largue su canto, mi hermano”, y el recitado paisano de una milonga surera, que personal y campera

126 Asado. 127 Aguardando. 128 Más que amigo (lenguaje campero).

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encaró en una sexteta129, me la narró en propia jeta, dejó el mate… carraspeó, y para el campo la echó como pialando un sotreta130.

El mataovejas (recitado por milonga) Gilberto Me llamo Gilberto Luna pa´131 lo que guste servirlo, no tiene más que decirlo y si algo anda precisando, lléguese, que estoy mateando, ya salgo… pa´ recibirlo. Para que usted me conozca yo soy un gaucho pampeano132, me levanto bien temprano cuando aclara el horizonte, mi rancho está junto al monte, y vivo solo, paisano.

129 Refiere a la sextina no tan usada para versear por nuestros criollos. 130 Como pialando un caballo mañero, bichoco, viejo; o despacito; ambos significados son válidos. 131 Para. 132 Hombre de campo de la región pampeana.

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Tengo tropilla de un pelo133 y una majada de ovejas, un montón de cosa viejas, cuatro terneros, los perros, pa´ trabajar, varios fierros134, y un arado de tres rejas. Le via135 a contar una historia de un jabalí bien cebao, que se vino de invitao como pa´ hacer estropicio136, matar ovejas, un vicio, como el vino pa´ mamao137. Llegué por el senderito camino de una pasada138, había quedao estampada la huella de aquel sotreta; quedé estirando la jeta139… ¡ya me achicó la majada!

133 Tropilla de caballos de un solo color de pelaje. 134 Elementos de trabajo de metal; hierro. 135 Voy. 136 Estropear. 137 Borracho. 138 Lugar que usa frecuentemente para deambular el jabalí. Se suele notar mucho en los alambrados. 139 La boca.

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Se ve que era un macho grande, ¡qué tamaño la pisada! Es que la pata marcada dejó el pichico140 a la vista; largo rienda y busco pista, me juego en un todo o nada. Es mandinga141 el jabalí, cuatro ovejas me carneo, a los tres días se volvió pa´ matarme otro ternero, maldito es este matrero142, la pucha que lo tiró143. Anoche en un galopito me fui a lo de don Estebe, pedí que los perros lleve y venga pa´144 acompañarme; me dijo: “Va a disculparme, me han pedido que me quede”. Es que ya lo han conchabao145 para una esquila importante. ¿Cómo ha de dar el faltante146 si ayer… lo llamó el patrón?, y con esta relación jamás se pide un aguante. 140 Uña del jabalí que en los machos suele quedar estampada en el suelo; no así las hembras. 141 Es un diablo. 142 Que anda huyendo; “mal llevao”, dice el paisano. 143 “La pucha que lo tiró”, expresión criolla. 144 Para (expresión gaucha). 145 Contratado. 146 No puede faltar.

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Por eso me dio los perros “güenos pa´ la tupición147”, hay uno, que es petizón, bien afirmao en las patas, y planta las alpargatas148 cuando agarra el cabezón. Tiene un puntero…, el Silbido, me dijo que de él disponga porque le arma una milonga bailada a puro ladrido, aunque el chancho haya perdido, que sobre un rastro lo ponga. De mis perros, que eran siete, solo cuatro me han quedao, por eso estoy preocupao. Es que peleando al trompudo, tajeó tres el colmilludo al juir el desgaritao149. Vi que pegó un revolcón, en un charco se bañó, y al levantarse pasó a rascarse en un caldén150, en barro fresco… recién, el bicho se refregó.

147 Buenos para el monte muy tupido. 148 Que se afirma cuando muerde. 149 Como loco. 150 Árbol característico de la región pampeana.

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Después de dar muchas güeltas151 y espinado en la paleta152, el viento me dio en la jeta153. Miré los perros y dije: “Ahura sos vos quien se aflige, acá estás muerto, sotreta154”. El Silbido lo olfateó, salió igual que un refucilo, como tirados de un hilo salieron atrás los otros. ¿Dispararte de nosotros?, te via a dar “bolear cachilos”155. Bien a lo lejos se oyó toreando el perro puntero, al encame156 del matrero157 junto a un chañar158 lo encontró, y enseguida lo encaró comenzando el entrevero.

151 Vueltas. 152 En la espalda. 153 En la boca. Expresión muy usada por el criollo. 154 Sotreta, maula. Expresión campera, insulto. 155 Era un juego de niños. Armar una boleadora con marlos de maíz, y tirarle a pájaros, gallinas, etcétera. 156 El dormidero. 157 El salvaje. 158 Los montecitos de chañares son tupidos y espinudos.

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También toreó el petizón, después… toda la perrada, y una galga, que preñada, enseguida se volvió; “Se me va –me dije yo–, o la perra está cansada.” En el camino encontré al bayo159 todo cortao, y lo dejé bien atao al lado de un tronco viejo. “¡Tranquilo… que no te dejo!”, le dije medio enculao160. Me ganaba la pelea, el tiempo se iba acortando, y el sol, al ir calentando a los perros, los cansó; pobre blanco que gritó “¡Otro perro va tajeando!”. Mas de pronto… ¡se empacó!161 El blanco ya aprovechaba, y el petizo no soltaba, bien prendido de los güevos162; muy debajo, en los renuevos163, la cosa se acomodaba.

159 Bayo color de pelo dorado pajizo. 160 Enojado. Expresión campera. 161 Se enojó, se paró para pelear. 162 Los testículos. 163 Ramas nuevas en el monte, bajas y muy espinudas.

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Llevé la mano a mi fierro, una faca164 cabo e plata, es regalo de mi tata165 y de siempre me acompaña; yo te quiero ver la maña si te agarro de una pata. Me metí bien agachao, ni pensaba en recular166, que no me vuelva a cortar otro perro y se me suelte; ahura va a pitar del juerte167 si me le puedo allegar. ¡Qué blancura de colmillos en la jeta relucía! ¡Ay, Virgencita María! El Pial168 prendido a la oreja, ni medio muerto lo deja, esta vez… ya lo tenía. Y de atrás me le llegué manoteándole una mano, ahurita169 vas muerto, hermano; pa´ mis adentros me dije: “En vida siempre se elige, vos sos el ladrón paisano”.

164 Cuchillo, facón. 165 Mi padre. 166 En echarme para atrás. 167 Pitar, fumar cigarro muy fuerte, llevarse la peor. 168 Tiro de lazo que hace el criollo, en este caso nombre del perro. 169 Ahora. Expresión campera.

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Lo chucié170 con mi facón bien detrás de la paleta, llena de baba la jeta, dos colmillazos tiró, y ahí nomás se desinfló roto el pulmón del sotreta171. Me salí del ramerío172 y fui buscando un clarito, llamé a los perros… bajito, sin fuerzas, ya muy cansao, y los canes a mi lao me lamieron como un rito. Baqueano173, salí del monte, al lado de unas tranqueras, era campo de Contreras, y me llegué para el puesto174; al peón lo llamó muy presto pa´ que una mano me diera. Y sacamos el padrillo175, me quedó una moraleja: “Nunca la deuda es tan vieja que no alcance pa´ cobrarme”, por eso es que sin quejarme ¡cambié chancho176 por oveja! 170 Acción de clavar con el facón. 171 Sotreta, maula. Expresión campera, insulto. 172 De las ramas muy espinosas. 173 Conocedor. 174 Lugar donde generalmente habitaba el peón del campo. 175 El macho. 176 Refiere al jabalí.

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Llegó la mañana Deolindo Y nos ganó la mañana con el último relato, este recuerdo tan grato de indios… de la cacería quedó para que algún día tal vez mi nieto lo cuente, con esa imagen presente ya no pude descansar, mas no dejo de pensar aunque dormirme yo intente. El jabalí177… entró después que con el indio arrasaron, al otro día me narraron tanta historia que quedó del cristiano que luchó, que recuerdo no le miento, el fortín que hubo en Sarmiento178, Mercedes179… Cañada Verde180; para el desierto se pierde el rastro del sufrimiento.

177 El jabalí fue traído de Europa por don Pedro Luro a sus campos de la provincia de La Pampa, cercanos a Santa Rosa, y de allí se escaparon, poblando los montes de San Luis y sur de Córdoba, La Pampa y Río Negro. 178 Villa, antiguo fortín situado a orillas del Quinto. Se explicita su historia en la tercera parte del libro. 179 Refiere a Villa Mercedes, San Luis. 180 Cañada Verde, pequeño paraje. Ver mapa (allí podrán apreciar los parajes, las poblaciones, desde Río Cuarto, prov. de Córdoba, hasta La Pampa y San Luis; a los cuales me refiero, pero no puedo nombrar a todos en el poema; lugares que tienen historia escrita con sangre de nuestras luchas fratricidas).

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Me jugó mal la nostalgia Con tanta nostalgia junta quedé bastante golpeado, tanto recuerdo guardado del indio… de mis abuelos; que se me abrieron los cielos quizá… para cobijarme. El Tata181 Dios va a tirarme un pial182 para mi consuelo, tal vez… ¡hoy remonte vuelo183! adonde Él quiera llevarme. Junté de a poco las calchas184 y a la fogata rumbié185, los paisanos saludé, de pie… me quise quedar; y medio como al pasar, la viola dejé enfundada, mas… le pegué una mirada, la abracé como en un rezo; es que esta noche estoy preso ¡de tanta emoción guardada!

181 El Padre Dios. 182 Un tiro de lazo (una ayuda). 183 Acepto las circunstancias con fe, como si viera su figura. 184 En el noroeste argentino, piezas del apero. 185 Rumbié; tomar rumbo, acercarse.

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Paguitrúz güor - Mariano Rosas

Reproducción a lápiz del arquitecto Oscar Costa.

Hijo preferido de Painé y ahijado de Juan Manuel de Rosas, con su atuendo de gaucho, costumbre adquirida en la Estancia Los Pinos, propiedad de su padrino don Juan Manuel. Huyó de allí para establecerse en Leubucó.

Los ranqueles Antes de entrar a la segunda parte del libro, he querido hacer una muy breve descripción del pueblo ranquel (rancul, ‘carrizo’; che ‘gente’; ‘gente de los carrizos’) ya que son protagonistas principales de esta historia, y conocemos muy poco de ellos. Su etnia o raíz es araucana. 60


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Comenzaremos a relatar, a partir de 1795. El cacique Carripilun, junto con otros renombrados caciques, firmó un importante tratado, que versaba sobre la paz de ambos bandos en la frontera con la provincia de Córdoba. Todavía bajo dominación española, Carripilun pone a disposición de Buenos Aires sus lanceros, para defender la población de los invasores ingleses, pero el virrey Sobremonte, autoridad en ese momento, prefiere huir. Los ranqueles vieron crecer sus huestes después de 1812, cuando eran liderados por Carú Agüel (‘máscara verde’), que recibió en sus toldos a Yanquetrúz (‘cana caída’) con sus aguerridos lanceros. Al morir Máscara Verde fue nombrado sucesor Yanquetrúz por sus cualidades de líder y de gran guerrero. Su accionar inteligente y salvaje llevó al pueblo ranquel a ocupar un lugar preponderante en las grandes llanuras pampeanas. Con el correr del tiempo fueron surgiendo importantes caciques que aumentaron aun más la fiereza y el poder de esta raza. Grandes líderes fueron: Painé Güor, sucesor de Yanquetrúz, su hijo Mariano Rosas, Epumer, Ramón el Platero y Baigorrita, entre otros. La alianza del centro y sur de nuestro país por parte de los indios tuvo a mal traer a los gobiernos de la nación y propició pactos y traiciones por parte de ambos bandos. Se produjeron grandes malones con enormes arreos de vacunos y cautivas, algunas veces imposibles de contener; sobre todo debido a las fuerzas tan divididas de nuestros militares, en sus fratricidas luchas de unitarios y federales. Una muestra de la forma de pensar de nuestros militares e historiadores es la profanación de la tumba del cacique Mariano Rosas por parte de Racedo y sus “restos óseos” regalados a Zeballos; acontecimiento relatado por este. Restos que luego fueron donados al Museo de Ciencias Naturales de La Plata. Ante el reiterado reclamo de los ranqueles de La Pampa, el Estado argentino se procedió a su devolución. 61


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La placa de Leubucó que conmemora el lugar solo hace mención a los militares de la Campaña del Desierto, nunca a los dueños de las tierras, los ranqueles. Al final del libro se ofrece una somera descripción de cada uno de los principales caciques nombrados en estos versos. Así el lector podrá recordar algo de lo que nos debieron enseñar en la escuela, y si así lo hicieron, a lo mejor esto contribuye a refrescar nuestra memoria.

Mapa de asentamientos ranqueles

1 San Luis, 2 Córdoba, 3 La Pampa, 4 Buenos Aires. Mapa relativo de la ubicación de Leubucó, capital del imperio ranquel en la provincia de La Pampa. El Cuero, en el límite de las tres provincias, departamento de Gral. Roca, Córdoba. Trenel (asiento del coronel Baigorria), cercana a Caleufú, provincia de La Pampa.

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El resto de los nombres son conmemorativos de estos indígenas, en diferentes pueblos, invadidos o no. Además, hay algunos nombres de militares que participaron en las campañas de guerra. Otros son recuerdo de rastrilladas, fortines y malones (Achiras, San José del Morro, Villa Mercedes, Río Cuarto, La Carlota, Villa Sarmiento, etcétera).

Homenaje a gauchos y aborígenes Siempre quise conocer la vida de algún paisano, y tomado de su mano ir recorriendo la historia. Hoy escribo a su memoria, y mi pluma ha de ser fiel; me hago jirones la piel enredado en el camino de Merlo… gaucho argentino, peleando con el infiel186. Para ambos: ¡cada cual con sus razones! 186 Mal llamado “infiel” por el cristiano ya que el indio peleaba por sus costumbres, su cultura.

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Parte segunda

Yendo al pasado Deolindo Me senté con mi guitarra a contemplar el fogón187, no entré en la conversación mirando el fuego… ¡extasiado! y sin querer había entrado a estar fuera del presente; se formaron en mi mente figuras medio borrosas, y poco a poco… las cosas, se cambiaron ¡de repente! ¿Fue el cárdeno resplandor, o las sombras contrastando?, de a poco fueron llevando sin definida intención a mi alma gran confusión. Fue como abrir sin candado la tranquera del pasado, y allí estuve…sin estar; ahora lo voy a narrar “pa´ no tenerlo guardado”. 187 Fuego grande, que reúne en círculo a su alrededor a los paisanos, en vínculo de amistad.

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En el boliche Cañete Me hallé... que entraba a un boliche188 también ramos generales, por uno de esos casuales189 a ninguno conocía. El bolichero190 servía una copita a un resero191, que montaba en un overo192 y reciencito él entraba; a un chiquilín lo llevaba, como pegado en el cuero. Ahí nomás me le arrimé, el hombre... medio secón193, entrando en conversación su figura contemplé: enseguida lo pinté, cara curtida el paisano, sobre el mostrador la mano callosa... tanto enlazar; después, lo volví a mirar, recia estampa de pampeano194.

188 Lugar donde se expenden bebidas, acepción muy usada en el litoral argentino (bolicho). 189 Por casualidad. Expresión pampeana. 190 El que atiende el boliche. 191 Paisano que conduce reses. 192 Se dice del animal de pelaje blanco con cualquier otro color. Parece una tela remendada, puede ser overo rosado, pintado, tostado overo, etcétera. 193 Parco. 194 Habitante de las pampas.

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Lucía sobre su cabeza chambergo195 medio ladeado, barbijo196… más bien colgado arriba de un serenero197, camisa… “al modo campero” y calzoncillo cribado198, encima de él, bien calzado, un chiripá199 de bayeta, una faja los sujeta con su tinte colorado. Algo bajo un tirador200, bordado… de tres bolsillos; le cantaban como grillos un buen par de nazarenas201, pura plata… de las buenas, muy adornado el pigüelo202. Para pisar bien el suelo calzaba botas de potro; criollazo como no hay otro, era imagen de mi abuelo.

195 Sombrero sin las dos puntas en el ala. 196 Tira debajo del ala del sombrero que sirve para sujetarlo. 197 Pañuelo que usa el criollo sobre su cabeza anudado en la garganta. 198 Calzón adornado con agujeros bordados que se usaba debajo del chiripá. 199 Trozo de tela cuadrilonga que se colocaba como un calzón pasado entre las piernas y sujeta en sus cuatro puntas a la cintura. 200 Cinturón de cuero prendido por detrás, solía estar bordado y tenía bolsillos. 201 Tipo de espuelas para montar. 202 Parte de atrás de las espuelas que agarraba la rodaja.

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Carlos Manuel Villasuso

Lleva atrás de su cintura medio cruzado un facón203, mostrando con distinción un cabo de pura plata, un gavilán204 lo remata con una ese dibujada, para copar la parada la vaina de igual metal, guardando la hoja fatal refucilo en la topada. Al chico mandó a sentarse indicándole una mesa; asintió él con la cabeza, y en su rostro bien aindiado la expresión se le ha borrado, capaz... por el sufrimiento. Yo le he visto y no le miento tanta expresión de cariño, de ese hombre para aquel niño, estrella en su firmamento.

203 Cuchillo grande que usaban los gauchos para su defensa y tareas de campo. 204 Cruz que separa el mango de la hoja de facón.

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Eusebio Merlo. Décimas camperas de ayer y de hoy

Al arrimarme a su lado, con un porrón205 en la mano, pensé y le dije: “Paisano, me animo para invitarlo, y quisiera acompañarlo a tomar una giniebra 206, aunque la plata no suebra 207 acépteme208 este convite; no hace falta que lo grite soy hilo de misma hebra209”.

Conociendo a un fortinero Ahí nomás me presenté: “Soy el Deolindo Martín, vivo rumbeando al fortín y quisiera conocerlo”. “Por bautismo… Eusebio Merlo”, dijo estirando la mano, no fue un saludo a desgano ya que fuerte me apretó; conversando desnudó sus desdichas de paisano.

205 Botellón de arcilla cocida. 206 Ginebra. 207 Sobra. 208 Acépteme. 209 Somos iguales; somos paisanos.

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Fue soldado... rastreador210, en el fortín Tradición211, al salir... una ocasión, se llegó a la pulpería 212; ¡ay, Virgencita María!, la niña que conoció. Sin querer se enamoró de la hijastra del pulpero213, al soldado fortinero214 una luz lo iluminó. Un día... salió la partida 215 a buscar un renegado, que matrereó acompañado por los indios de Painé216; tras de su rastro se fue, con toda la milicada 217, cortando la rastrillada 218 los fue siguiendo al confín, dejando solo al fortín pa´ jugarse con la indiada.

210 El que busca los rastros. 211 Fortín Sarmiento, ubicado a orillas del río Quinto, al sur de la provincia de Córdoba. Tradición: nombre ficticio para homenajear a todos los paisanos que pelearon en los fortines de nuestra patria. 212 Lugar de reunión donde se expenden bebidas. 213 El que atiende la pulpería. 214 Soldado que cumple su milicia en el fortín. 215 Grupo de soldados a caballo que iban a desempeñar una misión. 216 Painé güor; zorro celeste, cacique fundador de la dinastía de los zorros. 217 Los soldados. 218 Huella de animales, personas o cosas, sobre todo las dejadas por los indios.

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Eusebio Merlo. Décimas camperas de ayer y de hoy

Así usted no pierde el hilo dejo narrando a don Merlo; a mí me parece verlo alerta sobre su pingo, al no mirar a lo gringo el suelo ¡le habla! al paisano. De pronto, estiró su mano y señaló hacia el costado; vio un rastro muy bien marcado y así se expresó este hermano.

Eusebio Merlo empieza a narrar su historia Merlo Perdí el rastro en la laguna y no lo pude encontrar, volví otra vez a rastrear, el capitán me esperó; también la tropa acampó, sin saber p´ ande agarrar. Después de tanto campear219, entendimos la jugada, con un enredo la indiada nos vino a desorientar.

219 Buscar en el campo.

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Se volvieron pal fortín solitos pa´ maloniar220; naides los iba a parar, y arrasaron la región, mataron sin distinción arriando tuito el vacaje. En su fatídico viaje Baigorria, su caciquejo, dejaba matar parejo, y robaban el hembraje221.

Cómo vi al malón Merlo El campo… ¡está en movimiento! al mirar con atención, todo animal cimarrón222 veo pasar como juyendo, venao223, avestruz saliendo al trote del pajonal. En barahúnda infernal la terada 224 está gritando, y los chajaces225 van dando una alerta sin igual.

220 Salir en malón (acción de saqueo llevada a cabo por los indios). 221 Las mujeres. 222 Salvaje. 223 Especie de cérvido autóctono. 224 Los teros. 225 Ave característica de los lugares con agua; muy centinela. Su color es grisáceo, y tiene un copete; su tamaño es grande. Característica del litoral argentino, también habita en menor cantidad en las provincias centrales.

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Eusebio Merlo. Décimas camperas de ayer y de hoy

Si pongo un oído en el suelo, la tierra me abre su puerta; tambor… la pampa desierta, parece no ocurrir nada; mas… fijo bien la mirada, y el polvo que lleva el viento va descubriendo el intento oculto… con intención; es el horror del malón, ¡dantesco infierno está abierto! Saqueo… muerte… y las cautivas a su paso van llevando; mientras la chusma va arriando la yeguada y el vacaje. El alarido salvaje al aire se deja oír, ¡hay que matar o morir!, el que pueda, se defiende, y de cólera se enciende el corazón al latir. El poblado grita y llora ante la chuza 226 emplumada; una madre ensangrentada llama a gritos su criatura, en sus ojos la ternura contrasta con el dolor, crispa manos el clamor que la muerte va dejando, el malón se va alejando, de incendios… veo el fulgor. 226 La lanza.

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Llegando a la pulpería Merlo Me llegué a la pulpería 227. ¡Era para no mirar!, porque en aquel malonear quemaron tuito el ranchaje; como muestra de coraje, mi suegro… murió lanceao, por dos indios jue rodeao, mano derecha el facón, y les partió el corazón con ellos entreverao. De mujeres…pa´ qué hablar, ella cautiva quedó; Baigorria se la llevó rumbo de la toldería 228, cautiva estás, prenda mía, ¿ande habrás ido a parar?, y por más que al galopar mesejante229 huellerío, el rastro… pasaba el río, ¡nunca lo pude alcanzar!

227 Salón donde se expenden mercaderías, bebidas; lugar de reunión. 228 Vivienda de los indios; toldos generalmente de cueros de animales u otro material. 229 Semejante.

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Eusebio Merlo. Décimas camperas de ayer y de hoy

Y me volví pal fortín, hablé con el capitán: los del malón ya se van con cautivas y ganao, no se quede así parao, aquí… no puede hacer nada; mientras tanto ya la indiada a mi prenda se ha llevao, y yo estoy desesperao, quiero hacer una jugada 230.

La tropa es pa´ vigilar El capitán No puedo llevar la tropa 231: ahora ¡estoy asustado! es dejar desamparado otra vez al paisanaje; no es que me falte coraje, mi misión... es vigilar, ahora me van a juzgar seguro mis superiores; son sanciones de las peores las que me van a encajar.

230 Un intento. 231 Los soldados.

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Por eso, Eusebio, mi hermano, váyase solo a buscarla; no sé si podrá encontrarla, mas... no conozco otro modo, porque si no, codo a codo, peleamos con el crinudo232, pero ahurita, no lo dudo, hoy se me hace desertor233, vaya a campear a su amor, pégueme un grito… y lo ayudo.

El lenguaraz conversador Merlo Así siguiendo el consejo que me dio mi capitán y sin decir allá van, me largué a la toldería; total por la prienda 234 mía sin dudar me voy jugando, salí pa´ morir matando al indio que en un malón me destrozó el corazón, ¡entuabía la estoy llorando!

232 El indio de pelos desordenados y largos. 233 Que abandona el fortín. 234 Mi amada.

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Eusebio Merlo. Décimas camperas de ayer y de hoy

El caballo degolví, un patrio235 tomé prestao, y el doradillo236 a mi lao troteando a San Luis rumbié. Un lenguaraz237, yendo a pie, cuando me vio desertor, me salió conversador y jue tirándome un dato; después de charlar un rato armé un truco de mi flor238. El lenguaraz “No me lo encare a Baigorria 239 —dijo—, lo van a carnear, otros pasos hay que dar búsquelo por otro lao. Como avestruz mal boleao rumbee pa´ campo puntano240, búsquese algún hermano apeyidao241 como Sáa, pisando como el pacaá242, que´s un bichito entrerriano.

235 Caballo de la nación marcado con la punta de las orejas cortadas. 236 Caballo de pelaje colorado con reflejos de tinte amarillo. 237 El que traduce el lenguaje de los blancos entre los indios. 238 Juego de naipes practicado por el criollo. En este caso armé una buena jugada. 239 Coronel Manuel Baigorria. Ver “Personajes históricos para recordar”. 240 Puntano: de la provincia de San Luis. 241 De apellido Sáa, gente de San Luis, descendientes de familia ilustre, que tuvieron que huir por razones políticas. 242 Gallinácea acuática del litoral argentino. De dedos largos en las patas, pisa muchas veces sobre las plantas acuáticas en los bañados.

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Me refiero que en su andar vaya despacio, aparcero243; como juido244 en entrevero, que, cansao, busca asilo, si no su vida di un hilo apenas irá colgada. Por eso en su disparada pa´ la frontera e San Luis, haciéndose el infeliz, se encontrará con la indiada.”

Baigorria y sus cimarrones Merlo Ansina me fue informando de Baigorria..., de su vida, y de su causa perdida cuando peleó con Quiroga 245; el riojano di una soga pa´ matarlo lo llevó, su gente lo derrotó junto a otro líder cuyano; era Videla 246 el paisano que la batalla perdió.

243 Amigo (lenguaje de campo). 244 Huido. 245 Se refiere a Facundo Quiroga, el caudillo riojano. 246 El gobernador de San Luis. Luis Videla.

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Eusebio Merlo. Décimas camperas de ayer y de hoy

Un soldado conocía y lo ayudó pa´ escapar, mas... ¿dónde él iría a parar? por la ley jue perseguido, quiso esperar el olvido y disparó a campo abierto, dentrándose247 en el desierto buscó los indios ranqueles, con dos amigos muy fieles, se jugó, pa´ no ser muerto. Apareció en Leubucó248 tranqueando como avestruz, al toldo de Yanquetrúz249 vino a dar y se asentó; denseguida 250 se adaptó a vivir entre ranqueles, jue un hombre de los más fieles y compartió sus reuniones, sus fiestas y sus malones, ¡era un indio... sin papeles251!

247 Entrando. 248 Agua que corre. Lugar de asiento de una de las principales tolderías. 249 Venido de Chile en 1818, sucede a Máscara Verde como cacique ranquel. 250 Enseguida. 251 Adoptó los usos y las costumbres de los indios.

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Baigorria derrotado en San Luis Merlo Allá en mil ocho cuarenta jue llamado a una reunión, pa´ hacer la revolución al gobierno de San Luis. Dispararon como cuis junto a los Sáa 252 en la revuelta. Pa´ no dejar cosa suelta se golvió a la toldería; la derrota, yo diría, dejó a los Sáa ya sin güelta. A Juan, Francisco y Felipe, cimarronear…253 les quedó, tres unitarios juntó de familia acomodada, jugándose una patriada rumbearon pa´ Leubucó254. Yanquetrúz... ya se murió, el reino era de Painé255, Baigorria con ellos fue y a los toldos los llevó.

252 Familia ilustre de San Luis. Ver “Personajes históricos para recordar”. 253 Hacer vida salvaje. 254 Agua de arroyo. 255 Painé güor (‘zorro celeste’), cacique fundador de la dinastía de los zorros.

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Eusebio Merlo. Décimas camperas de ayer y de hoy

Ese cacique256 tenía cautivas pa´ repartir, cuánto me vine a afligir, pero iba por buen camino, y esperaba que´l destino me acercara pa´ mi prenda 257. Robé un buen lote de hacienda y partí a la toldería, robar no es la vida mía, espero que me comprenda.

El doradillo Merlo Al patrio258… lo embozalé259, y monté en el doradillo260, el pelo era puro brillo, escarceador... bien parao, andaba medio e costao, salidor como una luz; si habré boliao avestruz arriba d´el estirao, en el corral enculao261 pechaba en un... ¡ay, Jesús!

256 Refiere a Painé. 257 Mujer amada. 258 Caballo de la nación, que tenía una oreja cortada. 259 Acción de poner el bozal. 260 Pelaje de yeguarizo de un colorado claro, tiene algo de amarillo. 261 Enojado.

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Cuántas guapeadas le debo; por ahí en un arrebato, cuando estaba medio pato262 me arrimaba a una cuadrera 263 y desafiaba a cualquiera... ¡La plata que quiera ponga, y a bailar esta milonga en las patas de mi pingo! Siempre dentraba algún gringo cometiendo una zoncera. Transitando por la senda, trote y galope… es su ciencia, livianón en apariencia se afirma como algarrobo264, y si por ahí me retobo265 peleando con el salvaje, es un “montón de coraje” capaz de correr boleao, d´entreveros me ha sacao cuando ganaba el indiaje.

262 Sin plata. 263 Desafío criollo de correr a caballo en una distancia establecida. 264 Como el árbol. 265 Enojo.

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Eusebio Merlo. Décimas camperas de ayer y de hoy

Por eso yo me sentía seguro arriba e su lomo; no pude saber ni cómo resolver esta cuestión, pero mi pingo “es un león” pa´ ayudarme en esta empresa, y moviendo la cabeza parece que comprendiera, le doy rienda, y campo ajuera buscando el sur endereza.

Entre la indiada Merlo Empecé a peregrinar pidiendo a Dios que me ampare, esconderme... cuando aclare, buscar arroyos, cañadas; por no conocer aguadas puse toda mi baquía, y en esa dura porfía con seis indios... me topé; desde lejos... los miré rodearme con picardía.

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El indio Huinca dando los caüallos266, ese toro y el vacaje267, acá… se acabó tu viaje muertearte por atrevido. El médano que has subido polvareda echar al cielo y delatarte en su güelo, ahora mesmo te atacar, priparate a recular268 o indio chucearte y al suelo.

Merlo En el flete... me afirmé, y les grité sin temores: “Ya me he visto en trances piores”, busqué ¡las que paran solas! y desaté el par de bolas269. Al que encaró… lo bolié, pa´ su lao enderecé, en la derecha, el facón; y al medirles la intención, hablando los encaré.

266 Caballos. 267 Las vacas. 268 Echarse para atrás. 269 Boleadoras.

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Eusebio Merlo. Décimas camperas de ayer y de hoy

Merlo “es gaucho renegao”, un soldao resertor, y por no pasarla peor buscaba la toldería, esta hacienda yo quería llevársela de regalo; me buscan por gaucho malo, tres melicos... ya maté, un capitán degollé, que de no... espicho270 en el palo. Es que atao me tenían, estirao con los tientos, y los soles... con los vientos casi me han desfigurao; pa´ dirme… los he dijuntiao271 y me vine a malonear272; cristianos voy a matar porque ellos me dan mal trato; perdonen por mi arrebato pero no vine a pelear.

270 Muero. 271 Refiere a la muerte del capitán y los soldados. 272 A acompañar a los indios en los malones.

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El crinudo que bolié alcanzó a caer parao; lo desmanió273 a su montao, despacito... se acercó, de un salto se enhorquetó, olía a catinga y sudor274, quizá, pa´ meter temor a pelear… me desafió, y a los otros… les habló demostrando su valor. El indio Si me matar… dirse el huinca, y se llevar mi caüallo; indio siendo como rayo pa´ muertear este crestiano, yo encararlo, puro guano, dibujarle al cuero un siete; apretar como en un brete y dejarlo mal parao, con su flete de costao, ¡indio siendo güen jinete!

273 Le sacó las boleadoras. 274 Mal oliente.

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Merlo Ni se paró pa´ mirar y de nuevo me encaró, la pucha que lo tiró275, se me vino pa´ ensartarme, y yo sin poder armarme espuelié por el codillo276, se levantó el doradillo277, la chuza 278 se le enterró en su cuerpo, y relinchó, su pecho... partió el cuchillo. El indio pasó a mi lao y lo bajé de un planazo279, se atontó por el porrazo, yo... que caíba arrodillao me paré, muy enculao280; lo pisé como al peludo, si lo degüello, es al ñudo281; mi facón en su garganta amagó un tajo que espanta, pero no corte´ al crinudo.

275 Expresión de asombro. 276 Lugar bajo la paleta del caballo. 277 Pelaje del caballo, ya explicado. 278 La lanza. 279 Golpe aplicado con el facón de plano. 280 Muy enojado. 281 Es inútil.

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Le dije al indio… “¡Lonko!282, casi que me has ensartao, como güeno me has peleao, morir... no tiene sentido, por eso es que yo te pido no me trates de crestiano; ahura te tiendo mi mano, quisiera estar de tu lao, mi doradillo283 has muerteao, ¡qué precio284!... pagué paisano”. El indio Este indio… se levantar, parecer nahuel285 herido, pero escuchar el pedido y contestar d´este modo: Quechuluhuan286 es mi apodo, rispetando trato qu´echo, yo sacarte del repecho pal lao e la toldería, jugarme la vida mía, darte mi toldo de techo.

282 Significa ‘cacique’ o ‘cabeza’. 283 Pelo de equino colorado claro con reflejos de un tinte amarillo. 284 Cuánto me ha costado. Su caballo era lo que más quería después de su amada. 285 Tigre. 286 Cinco guanacos. Capitanejo.

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Dentrando a la toldería Merlo Subí en el caballo e tiro y dentré a juntar ganao; con dos indios a mi lao la cosa fácil se hacía, rumbié hacia la toldería como sapo de otro pozo, sentí un olor asqueroso y la chusma 287 que gritaba, catorce vacas llevaba y un toro medio furioso. La noche ya nos ganaba, los primeros toldos vi; la verdá... “me sorprendí”, había enjambre de mujeres, dejaron sus quehaceres tal vez... pa´ vernos pasar, los perros meta toriar288; algunos chicos desnudos, indios de lanza, crenchudos289, huinca 290... escuchaba al pasar.

287 Indios más viejos y mujeres, los que no son de pelea. 288 Ladrar. 289 Pelos largos desalineados. 290 Se le dice al hombre blanco.

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El infiel se jue de frente, con la lanza en molinete, y encaró juna y gran siete, a su flete... hizo rayar, dio alaridos al gritar: “Cristianu amigo llegando, no buscarlo pa´ muerteando dejándolo con nosotros, dandole prestao potros, siendo macho pa´ pelear”.

Presentando el huinca a Curruagé Merlo Dejé a los lanzas la tropa, Quechuluhuan291... me llevó, al cacique se acercó… diciendo: “Es un renegao292, del fortín vino escapao, mucho toro pa´ topar293, a este indio poder matar con su facón, y no quiso, si Curruagé294 dar permiso, él con nosotros quedar”. Una anciana parloteaba, la voz como loro viejo,

291 Cinco guanacos, capitanejo. 292 Que reniega de su origen. 293 Valiente, bueno para la pelea. 294 Cara negra; cacique de su tribu.

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“amuy tehua 295”... muy parejo repitió como susurro; tiro la oreja de burro que con su mano agarraba, “amuy tehua”... me gritaba; el cacique... la corrió, mesmamente296 decidió, huinca toro297... se quedaba. Los vi prender unos fuegos y matar al yaguané298, pobre toro, ya se jue a morir entre el indiaje. “Cuero mío... de güen pelaje —dijo el cacique chupando—,299 caña... pulcu300... yo tomando, carne asada pa´ comiendo, challua301, no güeno está siendo, amqueul302... ya viene andando.”

295 Fuera perro. 296 En ese mismo momento. 297 Blanco toro, fuerte. 298 Pelaje de yeguarizo o vacuno; blanco en franjas largas sobre el lomo, acompañando otros colores. 299 Bebiendo alcohol. 300 Bebida espirituosa del fruto de vegetación autóctona. 301 Pescado (ya que vivían al lado de una laguna). 302 El fantasma que representa la borrachera.

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La gran chupandina Merlo El olor de aquel asao me arañaba como león, pero aguardé la ocasión, varios lanceros gritando: “Al crestiano degollando”, me esperaban pa´ carnearme; Quechuluan vino a buscarme, pero esa gran chupandina303 me puso piel de gallina, jue preferible guardarme. Pareciban304 ¡diablos sueltos!, el enjambre de lanceros, que con aullidos muy fieros comenzaron a cargar; las lanzas al revolear con esas puntas brillantes semejaban por instantes ¡Huecuvú´305! mesmo, aparcero306, se me añudaba307 el garguero308, cosa igual... no vide enantes309.

303 Chupando, tomando. 304 Parecían. 305 El diablo. 306 Amigo. 307 Anudaba. 308 Garganta. 309 Antes.

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Las fogatas crepitaban con las leñas de algarrobo, yo casi que me retobo310, vi degollar seis cautivos. “Debo estar entre los vivos —me dije al verme llorando—, tendré que seguir penando hasta encontrar a mi amada, jugado en un todo o nada, pa´ qué seguir rezongando.” Indios jóvenes mamaos311 se arrastraban con las chinas312, y buscaban las colinas para hacerles el amor, en el rojo resplandor se reflejaba su sombra, el pasto, como una alfombra, era el piso de la orgía. ¡Ay, Virgencita María!, mi rezo... agora313 te nombra.

310 Me rebelo. 311 Borrachos. 312 Las indias. 313 Ahora.

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Varios viejos bajo un tala314 rugían locos, iracundos; no pasaban dos segundos que estaban meta gritar “¡Todo crestianu matar!, ese blanco... dijuntiando315”; para mi toldo mirando proferían sus amenazas, los brazos como tenazas me mostraban, agitando. Mucho duraba el festín... igual que fieras de monte, a cada rato un apronte pa´ subir la caballada; y pegando una encarada, simulaban la pelea; la situación... jue muy fea, la vi tan llena de horrores, que por tan grandes dolores se me agregó una diarrea.

314 Árbol espinoso de muy buena sombra, característico de la llanura pampeana. 315 Matando.

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Curruagé me llama pa´ robar ganao Curruagé Necesitarte, che Merlo, cansarnos la chupandina316; y yo enviarte esta china iñché317, decir, te llamaba, querer ver cómo te hallaba; ¡guëno! estar el asao, tres vacas himos muerteao318, quedar pocos cimarrones319, ir preparando malones320, el hambre... viene apurao. ¿Dónde lugares más cerca pa´ mandar güenos lanceros?, queriendo carnes y cueros; tropas... indios persiguiendo, por eso... Merlo saliendo a campear con el lucero. Invierno… venir julero321, teniendo poca comida, niños... perdiendo la vida, ¡no se agache como el tero322!

316 La borrachera. 317 Yo. 318 Dado muerte. 319 Ganado vacuno salvaje. 320 Acción de malonear. 321 Muy feo. 322 Que no esquive lo que él me pide.

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Merlo Cómo zafar de esta trampa, pa´ ser... gallina o el güevo323, pero dije: “¡Yo los llevo!”, rápido me recordé qu´ en mi camino topé una tropa medio sola; contesté que a chuza y bola, el blanco... carne trayendo, pa´ que vayan conociendo no soy iguana sin cola324. Curruagé Yo darte mi caciquejo325, dirte326... con treinta lanceros, dejar solos los terneros porque atrasan el malón, y me explicó la cuestión: dir y volver como rayo, y te llevar mi cauallo ¡güeno pa´ médano andar327!, poco hacerlo galopar, trote y trote sin desmayo.

323 La gallina o el huevo, qué hacer primero, hablar de lo mío, o salir a campear las reses. 324 La iguana, cuando pelea o se golpea en la cola, puede perderla y quedar chupina. Siempre le crece una cola nueva. 325 Caciquejo Quechuluhuan. 326 Irte. 327 Para andar en el médano.

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Trayendo ganao Merlo Golví328... con trescientas reses sin tener una topada, porque al venir la alborada me guardaba dentro el monte, y de noche el horizonte la luna me iluminaba, de patrullas escapaba; ¡qué jinete es el infiel!, amargo… peor que la hiel, pero maistro329 si montaba. Quechuluhuan Muy poco hablandu330 crestiano, me reprochó el caciquejo, y frunciendo el entrecejo miraba pal horizonte; se orientaba por el monte y paró entre dos lagunas, una... rodeando las dunas, dijo: “Parecer bañao, pero es güena pal ganao, a la otra... llamar Las Tunas”.

328 Volví. 329 Maestro. 330 Hablando.

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Merlo Las copiaba en mi memoria, lo iba a necesitar cuando juera a disparar juyendo331 e la toldería, llevando la prenda mía. Pasto... arroyo... medanal, los guardaba por igual; por baquiano332 los hallaba, hasta los musgos miraba trotiando junto al guadal. Y... llegamos a los toldos, ¡qué zafarrancho se armó! Huele333 se me adelantó cuando el clarín ya sonaba; la escuadra así se formaba mostrando bravos lanceros, que haciendo volar los teros salieron a la carrera, y buscando campo ajuera simulaban entreveros.

331 Huyendo. 332 Baqueano. En este caso conocedor del campo. 333 El zurdo.

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Los fletes caracoleaban, y las lanzas al girar simulaban al pasar rayos de luz en el viento. Era un prodigio el intento de estrategias militares; en el aire, los cantares de la chusma enardecida era una copla parida con murmullos de pesares.

El cacique Curruagé Merlo Varias lanzas..., como postes, están clavadas al suelo; parecen flor en el pelo, con plumas van adornadas, y entre las calles formadas, una al centro... se destaca, y sobre un cuero de vaca Curruagé334... se halla parao, de chaqueta uniformao en medio de la alharaca.

334 Cara negra.

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Su figura... ¡era imponente!, gorro e manga en la cabeza, y pa´ completar la pieza, un sable... sobre el costao, arriba, el gorro grabao con un sol bordado en oro, y los lanceros a coro “Curruagé es huenchu335”... gritaban; al pasar se desbandaban pal bañao de aspa toro. Dispués... se formó el tavtu336 con la gente principal, los hechiceros igual estaban como invitados; luego varios agregados, entre ellos estaba yo. La algarabía se acabó, y en especie de consejo, parloteaba337 un indio viejo cuyo nombre era Çhico338.

335 Cara negra macho. 336 Especie de consejo. 337 Hablaba mucho. 338 Pequeño, chico.

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Curruagé “Pruloncon339 —gritó el cacique—, hambre, siendo redotao340, Quechuluan trajo ganao, mucho toro el huinca Merlo, Curruagé queriendo verlo, mi caüallo regalando; siendo amigos recordando él ser uno de nosotros, güeno pa´ vacas y potros ir di a caüallo enlazando.” Merlo Y trajeron los vacunos, yo no quise ni montar; eché pata al intentar algún pial341, para lucirme, así... pisando bien firme, les tiré un pial de volcao342, de paleta343... de costao344… un cortito de payanca345, y castigándole el anca, un toro... dejé acostao.

339 Victoria, o cantar victoria. 340 Derrotado. 341 Tiro de lazo a las patas del animal. 342 Cuando el pialador le da un efecto de muñeca. 343 Cuando el lazo busca la paleta del animal y cae luego certeramente. 344 Cuando el animal pasa de costado. 345 Se tira cuando pasa el animal, bien corto, sin revolear el lazo.

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“Siendo fentrem346 el crestiano”, dijo algún indio entonao, y quedé como encargao pal manejo de la hacienda, meta pial… topada y rienda347 me jui ganando confianza, y de un viejo pura panza me acollaré348 al amigarlo; pero no quise forzarlo pa´ informarme sin tardanza.

El indio viejo me contó de Baigorria Merlo Al conocer su lenguaje todo converso entendía, y viendo clarear un día… pa´ encontrarlo, ya rumbié; por Baigorria pregunté como si juera un casual349. El panzón contestó mal: “Lautraman350... viviendo lejos”, y me jue dando consejos pa´ mi destino fatal.

346 Mucho. 347 Expresión que indica el trabajo de mover las reses. 348 Estuve como atado a; él viene de collera. 349 Una casualidad. 350 El cóndor.

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El indio Baigorria estar junto al monte de la laguna el Recao351, él dir teniendo a su lao los Sáa... Gatica... Lucero, y lo han mentao muy fiero, algunos son creminales, y enumerando los males, a Huecuvu352... me nombraba; como bestias los pintaba montando sobre baguales353. Merlo Llevaba ya nueve meses viviendo en la toldería; bien lo ricuerdo ese día porque... con poca confianza, me jui arrimando a la lanza frente al toldo del cacique, y me dije: “No se achique el paisano Eusebio Merlo, porque ahurita quiero verlo como l´ anguila pal pique354”.

351 Laguna con el nombre de la montura criolla. 352 Nombra al diablo. 353 Caballos chúcaros. 354 La anguila toma bien firme la carnada que se le ofrece y no afloja.

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Ya me encaró la perrada, pero el cacique salió, “Amuy tehua355”... les gritó, dibujando una sonrisa, me atendió sin mucha prisa y me indicó que dentrara, siempre mirando a la cara su pregunta... me soltó: qué andaba buscando yo, que a su toldo me allegara. Adentro... me confesé, le dije: “Perdí a mi china”, sin mostrar ninguna inquina comenté con mucho tino: “Déjeme hacer el camino pa´ ver si puedo encontrarla, pagaría yo por mirarla, debo olvidar mis pesares, y me güelvo pa´ estos lares, Merlo... quiere rescatarla”.

355 Fuera perro.

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Le pregunté por los Sáa, de Baigorria... poco hablé, será porque desconfié que Curruagé desafiante se calló por un instante…, de este modo contestó: “Curruagé tres lanzas356 dándote yo pa´ encontrarlo a Lautramán357, dispués ellos golverán”, y pa´ ajuera me sacó.

Rumbo a Trenel Merlo Al día siguiente partí por lugares desolaos, los tres crinudos callaos miraban cada paraje; seis días duraba este viaje cuando en medio del desierto me lo indicó un indio tuerto, y allí... ¡lo vide a Trenel358!, pueblo en medio del infiel casi por montes cubierto.

356 Indios de pelea. 357 ‘Cóndor’, mote de Baigorria. 358 Se refiere a la laguna que existía en ese lugar; a sus orillas fundó un rancherío el coronel Baigorria.

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Me dentraba359 en la leyenda que rodeaba aquel paraje, es que tuito360 el paisanaje361 una historia comentaba, d´ese apero362 que colgaba a un caldén enhorquetao, era un antiguo chapeao363 que naides364 quiso tocar; se desviaban al pasar por aquel rumbo endiablao365. Porque abajo del gran árbol, en la costa e la laguna, donde termina la duna se vían366 varios esqueletos, y por los pastos sujetos huesos, blanqueándose al viento, parecía algún intento pa´367 contar que a aquel indiaje se le coló en el ropaje la huella del sufrimiento.

359 Entraba. 360 Todo. 361 Los paisanos. 362 Montura criolla. 363 Recado con adornos a veces de plata. 364 Nadie. 365 Endiablado. 366 Se veían. 367 Para.

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Ellos iban por el agua que existía en ese lugar, pero los vino a campear la guadaña368 pa´ llevarlos; la virgüela369 al contagiarlos con su peste… los mató, y en las raíces quedó ese güeserío desecho, con las ramas como techo, naides más se le acercó. Entuavía370 se distinguen jirones de aquel recao; pero quedó desvirtuao su mote de maldición. Aprovechó la ocasión d´el agua para el sustento y armó cerca el campamento Baigorria junto a su tropa, y así salvaba la ropa de unitario, no le miento.

368 La muerte. 369 Viruela. 370 Todavía.

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El ranchaje Merlo La laguna del Recao daba color al paisaje, bien ubicao el ranchaje371, Baigorria tuvo su asiento; y prosperó en el intento con bastantes renegaos, que a pesar de estar aislados no le faltaban mujeres ayudando en los quehaceres, de algunos, ya enamoraos. Salón de baile tenían y hasta oficio religioso, porque un paisano piadoso, don Simón Echeverría, cada domingo leía algún rezo e salvación; pa´ redimir la aflicción se elevaba una plegaria, asistencia voluntaria de aquel pueblo cimarrón.

371 Conjunto de ranchos.

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Esto a mí me lo contaba José Benito Valdéz, que apartaba a los tres crinudos372 hablando a solas, les regaló un par de bolas373 y se acercó pa´ mi lao; lo vide medio agitao: capaz que sea aparcero por mi historia de matrero que me trajo desbocao374. José Valdéz Ahurita mesmo lo acerco, conozca nuestra guarida; sepa q´ es causa perdida siempre vida e cimarrón375, no le sirve el corazón pa´ jugar en este encuentro, olvídese lo de adentro porque aquí… ya lo perdió; si algo la vida le dio, mire al paisano del centro.

372 Indios. 373 Boleadoras. 374 Refiere a que venía muy apurado porque los soldados disparaban al ser desertor. 375 Vida de salvaje.

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Merlo El del centro, un tal Gatica, jue teniente de un fortín, lleno e penurias sin fin, m´ iba mostrando una historia que yo guardé en mi memoria. Militar jue de carrera, por ¡la política artera! obligao a matreriar376, me contó como al pasar, sacando el dolor ajuera. Así empecé a conocer varios cientos de matreros, todos juidos377 d´ entreveros y algún pájaro de cuenta. Como nube en la tormenta, yo me mezclaba con ellos. Evité los atropellos y me encargué de la hacienda; ni pregunté por mi prenda, la Lucinda Vasconcellos.

376 A hacer vida de salvaje. 377 Huidos.

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Yo, como güen federal, me sentí desconcertao, entre unitarios rodeao, difícil jue contestar; si me hablaban de matar algún poncho colorao, me diba pal otro lao cascoteao como perro, la mano cerca e mi fierro378 por si hubiera que pelear. Parece que don Manuel379 a Baigorria perseguía y la cabeza pedía de tan mentao matrero, era pa´ mí muy fulero estar en medio e la lucha, y al sentirme así... jue pucha, sentao en un avispero. Mas no me importaba el cuero, era un sordo, que no escucha.

378 Mi facón. 379 Se refiere a don Juan Manuel de Rosas.

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Quise evitar la sospecha, paciencia... jue mi virtú, si Dios me daba salú, di a poco me enteraría, por eso es que cada día desde temprano observaba cada mujer que pasaba y pa´ poder conversar solo restaba esperar se diera güelta la taba380.

Conociendo a doña Rosa Merlo Vi a doña Paula Lencinas, a la Faustina Lucero, cautiva en un entrevero en la ciudad de San Luis; deambulando como el cuis me amigué de doña Rosa, una mujer hacendosa por su edad, era madura, y se apiadó con ternura averiguando la cosa.

380 Hueso astrágalo extraído de la pata de la vaca y acondicionado para este juego. Es usado por nuestros paisanos para jugar a culo y suerte en las reuniones camperas.

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A mi prenda, la Lucinda, Epuguor381 se la llevó como regalo a Pilcó382; Rosa fue a su toldería, y en la gran algarabía de brebaje y desenfreno, la Rosa, como ángel bueno, habló con ella... dos veces; la vio tajeada en los pieces383, que para juir es un freno. La guarida de Pilco es la laguna Trapal; si no lo recuerdo mal, es lejos de Leubucó384. Y ahurita... me dije yo: “Ni siquiera sé llegar, aunque quiera corajear soy difunto..., no le miento”, mas me vino el pensamiento ¡Diosito me ha de ayudar!

381 Dos zorros. 382 El canuto. 383 Término gauchesco por “pies”. 384 Agua de arroyo.

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Por eso via resumir ya que es muy dura la cosa, hablando con doña Rosa, obtuve el dato preciso; porque el destino lo quiso tendré que seguir buscando y mis penas dir arreando pal lao de la toldería... ¡Ay, Virgencita María!, déjame seguir andando. Así... partí de Trenel, rumbié pa´ la toldería, y confiando en mi baquía hice el camino anterior, mas llevao por mi amor golví385 a entrar en el infierno; era ya el tercer invierno en que me jui del fortín y este calvario sin fin, me premiará el Dios eterno. Me junté con Curruagé, que se mostró interesao: preguntó qué había pasao y se enteró de la cosa. El dato de doña Rosa era bastante certero, y yo, jugándome el cuero, le pregunté por Pilcó386; ligero me contestó y así me dijo, aparcero. 385 Volví. 386 El canuto.

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Curruagé Yo te ayudar, che crestianu, ese Pilcó... traicionero, más agachadas que un tero tener siempre con nosotros, robarnos hasta los potros, Epuguor387... ser su padrino, no cruzarte en su camino, más bien... llegar con regalo, porque siendo bicho malo aunque nació ranquelino. Yo darte veinte animales... pa´ llevarle en un presente, dirlo pa´ ver con mi gente treinta lanzas de a cauallo; deber partir sin desmayo pa´ la laguna Trapal, llegando no ser igual que ir solo... sin llevar nada, poder echar tu mirada pa´ que parezca casual.

387 Dos zorros.

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La venganza Merlo Dispués... la hestoria es dolor, dolor... di adentro pa´ ajuera, no alcanza la vida entera pal castigo recebido, mas debo echarlo al olvido por el Cipriano, mi ahijao, que Diosito me lo ha dao por mi venganza omitida, que ¡la cambie por su vida!, y ahura estoy resucitao. Quise matarlo a Pilcó388 por la ofensa recibida, preñó a mi prenda querida y al parir... en su dolor, quedó presa del amor a su niño florecido. Del padre ha recibido hambre... dolor... vejaciones, muy malo... pior que los leones, “quién sabe cuánto ha sufrido”.

388 El canuto.

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Ella... murió en el invierno, la comadre389 me informó, y tanto la lloré yo que pensaba dijuntiarlo, aunque muriera al lograrlo iba a sufrir el muy perro; en la cintura... mi fierro390 pareciba que quemaba, si no echa culo la taba391, ya se acercaba su entierro.

El Cipriano Nahuel Merlo En mi dolor deambulaba, riendas en mano, di a pie, unos niños divisé y entre rostros del infiel, lo vi a Cipriano Nahuel. Ojos grises cual su madre, crinudo... como su padre en un rostro medio aindiao y d´ él me quedé prendao envidiando a la comadre392.

389 Comadre encargada de criar al niño. 390 Mi facón. 391 La taba irá a caer del lado de la suerte. 392 Comadre asignada para criar al niño.

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Así, se me presentó un dilema muy cojudo393, pero pensar es al ñudo394 cuando manda el corazón, me vide395 en esta ocasión a pesar de ser tan duro, temblando, pero seguro porque matar o morir no es lo mismo que vivir en el niño... yo le juro. Era el hijo de mi prenda396, nunca lo podré dejar, y lo pienso rescatar pa´ que viva entre cristianos. Tuve que atarme las manos para no dir a abrazarlo, por eso pensé robarlo en esa noche sin luna, y le pedí a la fortuna que se arrime pa´ ayudarlo.

393 Muy macho. 394 Al vicio. 395 Me vi. 396 Mi querida.

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El rescate Merlo Con los infieles dormidos mi flete estaba ensillando, al otro fui embozalando, de tiro... lo iba a llevar; despacio, como al pasar, el toldo grande encaré, y roncando la encontré a la comadre397 acostada; llegando la madrugada con el niño... me fugué. Y pa´ San Luis ya rumbiaba, cinco días van sin parar; si vía398 vacas al pasar, su ternero... le apartaba, un poco e leche sacaba, la libraba de mi lazo. Trote y trote hasta el ocaso, le di al gurí su alimento del chifle399 atao en el tiento, y lo acunaba en mi brazo.

397 Comadre, se encargaba del cuidado de los niños. 398 Si veía. 399 Recipiente para contener líquido, hecho del cuerno de un animal vacuno.

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Un cura lo bautizó, Cipriano Nahuel lo llamé, por su mama que se jue lo he criao, soy su padrino; y con acento argentino, Deolindo, cuento el final, que jugao en mi bagual, al infiel le robé el niño, triunfando en él mi cariño a una venganza fatal.

Deolindo Martín vuelve al presente Deolindo Martín Merlo pidió muy bajito que le apostara a la vida, me dejó en su despedida un abrazo de paisano. Se me iba yendo este hermano, quedó grabada su estampa, pasto y viento... monte y pampa; y muy solo me encontré. ¡Es que sin soñar, soñé! con esta historia en el anca.

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Eusebio Merlo. Décimas camperas de ayer y de hoy

Mas… de pronto se borró esta escena de mi mente; volví a mirar el presente, ¡no estaba el Eusebio Merlo!, y quise volver a verlo... escuchar su desventura; es que una vida tan dura nunca pude imaginar, y el fuego en su crepitar me llamaba a la cordura.

Nostalgia del pasado Deolindo Sentí la necesidad de abandonar la reunión, y sin perder la ocasión me fui, montando mi flete; entre caballo y jinete, ¡la soledad! es abrigo, ahora la llevo conmigo a pensar estas cuestiones, tomar unos cimarrones400, sin nadie como testigo.

400 Unos mates amargos.

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Ayer Machado401 me dijo: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”; mas yo digo… caminar debiera hacerse con tino: no es cuestión de hacer camino y olvidarse del pasado, que todo es camino andado, y en su senda, hay referencia; no se pierda la presencia que otros pasos han dejado. Por eso ¡andando caminos! siempre he llevado mi queja, no siempre llora por vieja, ¡ya no hay nada que la asombre! Es que la historia del hombre repite muchos errores, no solo recoge flores, sino… que a veces ¡deshoja! y va pisando la hoja que escribieron sus mayores.

401 Poeta español.

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Eusebio Merlo. Décimas camperas de ayer y de hoy

Y le dije al aguará402: “Te suelto la rienda403, hermano, y espero por ser baquiano lleves el rumbo acertado, es que quedé muy golpeado en ese raro extravío; viví el drama como mío y en esta historia inconclusa, me puse como lechuza a pensar mi desvarío”. Montado sobre el lobuno404, me perdí en su galopar, y a fuerza de tanto andar la punta del hilo hallaba; si despacito tiraba, desenredaba el matete, por suerte... juna y gran siete, otra vez y sin quererlo, pensé en el ¡Eusebio Merlo! y en el boliche Cañete405.

402 Mi caballo, con el nombre de una especie de zorro grande del litoral argentino. 403 Te suelto la rienda. Dejar que el caballo se guíe solo. 404 Pelaje de mi caballo, color parecido al del lobo, pero más claro, suele llevar una raya negra sobre el lomo. 405 Nombre del boliche donde encontré a Eusebio.

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Amanece, que no es poco Deolindo Se iba cayendo el lucero, al flete406 tiré la rienda, tal vez usted me comprenda: desmonté... saqué el recado407, arriba de él, bien sentado, pelé en mi rezo la viola408, lazo... facón... chuza y bola, es todo su contenido; Eusebio… “Nunca lo olvido”, ¡mi guitarra… toca sola! Así concluyo esta historia que reciencito relato, y lo escribo salga pato o, es lo mismo, gallareta409. Se me ha fruncido la jeta410 por contar este entrevero, un criollo, jugando el cuero, fue milico, desertor; espero por ser su autor ¡usted la entienda, aparcero411!

406 Buen caballo, buen pingo. 407 Montura criolla. 408 Saqué como rezando la guitarra. 409 “Salga pato o gallareta”, refrán criollo, en este caso quiere decir que le da lo mismo. 410 Boca. 411 Amigo (lenguaje de campo). El autor espera que Ud. comprenda lo que él ha querido expresar en esta historia.

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Eusebio Merlo. D茅cimas camperas de ayer y de hoy

Homenaje a Villa Sarmiento. Museo de la Villa

Un pueblo, al vivir la historia, su memoria no abandona de aquella triste corona que ganara combatiendo; por eso, le voy rindiendo homenaje, no les miento, a esta villa que es Sarmiento por mojones que dej贸; de aquel fuerte que naci贸 pa麓 atajar el sufrimiento.

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Parte tercera

Así se verían estas tierras antes de la Conquista. Aún se pueden observar algunas estancias que conservan una gran extensión: Estancia Sarmiento, La Escondida, Los Pumas, entre otras; estos lugares están protegidos de toda tala, por decreto provincial, y son conocidos como reserva ecológica El caldenal.

Algunos caldenes son centenarios.

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Rumbeando hacia Villa Sarmiento Esta experiencia pasada junto a la fogata dejó en mi alma un gusto amargo y dulce a la vez; por este motivo anduve bastante tiempo pensando en “la tradición”. Habiendo vivido como en carne propia el drama de este personaje, el Eusebio Merlo, decidí hacer un viaje a Villa Sarmiento, con la excusa de cazar unos jabalíes. El monte me llamaba a gritos, quería volver a escuchar los relatos de estos paisanos amigos con los cuales tantos momentos mágicos compartimos. Para calmar un poco mi rebeldía, me puse en campaña, pertrechándome de todos los elementos necesarios; subí al auto y en el viaje comencé a reflexionar sobre la triste suerte que le había tocado vivir al gaucho. El drama del desposeído, que con distintos personajes se viene repitiendo hasta nuestros días. Entre ser polémico o callado, preferí lo primero porque es muy conocido el refrán que dice: “el que calla otorga”, y largué de la bolsa de mi memoria los gatos salvajes de mi pensamiento. En la Biblia se lee: “No podemos dejar de decir lo que hemos visto u oído” (Hechos 4,20). ¡Nadie debería quedar preso de su propia indiferencia, apatía y resignación!

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Mis gatos salvajes En este viaje pensaba sobre ¡verdad y memoria412! Y les digo que la historia enseñada allá en la escuela es parcial ¡aunque me duela! Aquí traigo en mi mensaje datos de algún personaje cortados413 con la tijera, y los tengo en la gatera, semejan gatos salvajes. Quieren salir y no pueden, por eso… los voy a librar, consciente que al disparar atropellan con recelo. Mire a estos gatos el pelo, es color azul y blanco, y un viejo potro lunanco414 relincha en son de protesta, lleva bien alta la testa y nunca mezquina el tranco415.

412 Palabras que parecen risibles ante la realidad en la cual todo se olvida. ¿La verdad siempre es relativa, o la tienen siempre los que mandan? 413 Les cortan todas las injusticias cometidas y dejan solo la parte decorativa. 414 Se dice del caballo que tiene un anca más alta que la otra. En este caso se debe a los castigos recibidos durante tanta historia de injusticia. Son las patadas en el trasero siempre por lo mismo y en el mismo lado. 415 Siempre fue para adelante.

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El potro: han sido mis gauchos, lo completan los paisanos y muchos de mis hermanos excluidos de esta tierra. Y mi camino se aferra a tanto mensaje oculto; por eso “les rindo culto” con memoria y con verdad, para hablar con libertad abro a mis gatos el bulto416.

Sentir como un argentino Arremeten el papel, y queda impresa su huella, arriba… en alguna estrella, habrá un criollo mirando, seguro estará pensando ¡por fin… alguien me comprende! y con palabras defiende al gaucho desposeído, al pobre, al que afligido pide que algo se enmiende.

416 La bolsa.

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Y lo están “buscando a usted”, o a cualquiera que los vea y pensando en ellos vea el asunto que me ocupa; ¿es que a pocos les preocupa “sentir como un argentino”? ¡Cuánta historia!, ¿cómo vino el que esta patria campera, pampa, monte y cordillera, se va robando sin tino? ¿Sabemos lo que fue el indio417? ¿Porque vivió cimarrón418 matarlo…?, ¿con qué intención? El misterio que ello encierra oculto yace en la tierra “repartida en tanta estancia”. ¿El gaucho es pura vagancia419, de dueño quién se quedó cuando el campo se alambró? Lo nuestro… ¡es pura ignorancia420!

417 Habitante originario de estas tierras, mal llamado “indio”. 418 Como salvaje, además de su inserción cultural y étnica, ¿qué otras causas lo hicieron tan vengativo? ¿No serán las repetidas traiciones de nuestros políticos? 419 ¿Cómo es que el gaucho es pura vagancia, si era el hombre más diestro en las tareas rurales y trabajaba en ellas de sol a sol? 420 La mayoría de los argentinos no conoce la verdadera historia, solo la oficial.

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Sigue la historia del pobre, del gaucho, del que se aflige; en verdad nadie corrige el color del manto rojo. Es la sangre del despojo que sufre el pueblo, y me aterra; siguen robando su tierra, nos enfrentan421… ¡viejo vicio!, no prospera ningún juicio, hoy se muere, y no es por guerra.

¡Ay de los liberales que gobernaron en el pasado! Antaño fue que pelearon indio y gaucho422 hasta morir, mas nadie quiere decir la causa de tanta sangre, no fue el motivo del hambre tan horrible enfrentamiento. Hoy me acuerdo de Sarmiento423, que dijo como al pasar: “A la tierra hay que abonar con sangre de gaucho424”… ¿Miento?

421 Nos enfrentan: desde siempre nos enfrentamos entre nosotros, discutimos, opinamos sin participar, mientras se llevan el fruto de nuestro trabajo; ¡despertemos, argentinos! 422 Hombre de campo, diestro en el manejo de animales. 423 Domingo Faustino Sarmiento, presidente argentino. 424 Frase histórica.

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¿Cómo miramos, hermanos, al que salió a libertar? Lo usaron para pelear, y el gaucho no se achicó. La pucha que lo tiró, ¡viejo liberal porteño!425 Mataste al gaucho en tu sueño iluminado por Europa, nunca bebiste su copa426 porque ese no fue tu empeño. Literales carniceros ¿con qué leyes gobernaron?, no importa cuántos mataron ni aquel que su vida dio. Diría que los motivó un tinte de intelectual; indio y gaucho, “de animal” con tu lenguaje llamaste, mas sus campos alambraste, ¡es capaz que sea casual427!

425 Los grupos dirigentes que a partir de 1862 asumieron la conducción política del país consideraban sinónimo de “civilización” sus principios liberales. Participaron en las gestiones de Mitre, Sarmiento y Avellaneda, y creyeron que para afirmar la civilización era necesario exterminar la barbarie, considerando que los indios, los gauchos y los matreros eran individuos incapaces de apreciar las ventajas de una vida social fundada en los principios liberales. Tomado de Historia de ranqueles, pág. 22. 426 Era la copa de la entrega, el horror y el sufrimiento; sufrió todo el interior del país dividido en guerras fratricidas, guerras con el indio y guerras con países limítrofes. 427 Frase que expresa lo que tristemente sucede a través de los tiempos; quedarse con las tierras del otro sin importar el derecho y la legitimidad histórica de su tenencia.

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La figura oscura del gaucho Si ve una figura oscura en la bruma de la historia, pregúntele a su memoria, y le dirá con respeto: “Poco sé de este sujeto, lo que han dicho… no son flores, lo defienden trovadores, lo condena el hacendado, el político encumbrado, los que ligaron favores”. Cabalgando por las pampas, no tuvo ni rey, ni dueño, en su vida acunó un sueño, el de ser libre y andar; por eso al aclarar ponía el apero a su flete428, su virtud fue ser jinete galopando en campo abierto, o perderse en el desierto al meterse en algún brete429.

428 Buen caballo, buen pingo. 429 Refiere a algún enredo en lenguaje de campo.

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Lo castigó el juez de paz con las leyes del conchabo430, como ternero, del rabo, lo supieron agarrar. Adónde iría a parar si nadie trabajo ofrecía, ningún papel él tenía, y al fortín fue condenado; milico se hizo obligado por juez y comisaría. Todo fue urdimbre planeada, siempre en medio de intereses, el problema de las reses, la exportación de los cueros431. Hacendados usureros movidos por la codicia, muchas leguas, ¡qué avaricia!, en estancias432 las convierten, los estadistas no mienten, a unos pocos beneficia.

430 Ley por la cual las personas que carecían de papeles que acreditaran su trabajo eran considerados vagos y enviados a los fortines en castigo. Debemos tener en cuenta que en ese tiempo no existía el trabajo fijo, solo algunas changas para manejar el ganado, y generalmente se pagaba con la comida y el alojamiento. Trabajo temporario. 431 Habla de la exportación de los cueros que recién comenzaba en el Río de la Plata. 432 Las leguas de terreno eran cedidas a figuras prominentes o muy bien recomendadas.

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Al gaucho le dicen “vago” En qué consistió el conchabo: fue ley de fuerza mayor, condenar al infractor a servir en un fortín, sufrir penurias sin fin, la paga… nunca venía; las pilchas que recibía eran ¡disfraz de milicos433!, trapos viejos, grandes, chicos, lo mismo los usaría. Pa´ no caer en la trampa debía tener papeleta, cumplir jornada completa, y el estanciero firmaba; mas nunca lo contrataba por más de dos o tres meses, y los maulas434 de los jueces al no renovar su conchabo lo perseguían por vago pialándolo435 como a reses.

433 Soldados. 434 Expresión campera. 435 Enlazándolo como a las reses.

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El ganado cimarrón436 que abundaba por la pampa, de buen cuero y buena estampa, propietarios no tenían; y las reses descendían de ibéricos animales, que junto con los baguales437 abandonó don Mendoza438, porque brava fue la cosa que se agravó en tantos males. Y fue al fundar Buenos Aires en estas tierras salvajes, que a pesar de su coraje, hostigados por la indiada, como guadaña afilada hambre y peste les caían, por eso dispararían abandonando el ganado, que creció desparramado en esas pampas que tenían.

436 Ganado salvaje. 437 Caballos. 438 Refiere a don Pedro de Mendoza, fundador de Buenos Aires.

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Y… ¿qué pasó con las reses? La Ley… se las regaló, a unos pocos, digo yo, hacendados de renombre; es que el gaucho439 no era un hombre, ni siquiera fue un esclavo… para el gobierno era un vago sin patria y sin derecho; mas… para poner el pecho ¡él de punta, como el clavo! Por eso fue un indigente440 que sirvió para pelear, lo mandaban a matar, a defender la frontera; lo usaron de escupidera y era un hijo de esta tierra. Pero siempre “la gran perra”, lo grande… va hacia el pez gordo, quedando el pobre “en el bordo441” y a ¡triste vida se aferra!

439 Hombre de campo a veces errante, vivió libre en él antes de que fuera alambrado, muy diestro en el manejo de animales y tareas rurales, filósofo natural debido a su entorno. 440 Nunca tuvo un recurso de ciudadano en la tierra en que nació. 441 Siempre a la orilla de todo.

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Acaso el hombre en su vida no aspira a tener un rancho442 y a no vivir a lo chancho con el monte por guarida, amar su prenda443 querida y trabajar en su oficio444; mas…“ser colonia445 es un vicio” que aún sigue progresando, y al venirla disfrazando “engorda sin sacrificio”. Solo resta defender lo poquito que nos queda, ¡amalaya aquel que pueda! Grite…, acuse sin desmayo, su protesta, como el callo, poco a poco va creciendo, y el de al lado va a ir sabiendo adónde le están robando, muy pocos ¡se están rascando! “para afuera”… como el perro.

442 Se refiere a una vivienda. 443 A su mujer. 444 El oficio castigado en ese momento fue el ser diestro en tareas de campo, hoy sigue el pequeño propietario rural llorando sus desventuras, apretado por un gobierno elegido por el pueblo. ¡No lo entiendo; nos castigamos nosotros mismos! 445 Nunca dejamos de ser colonia, desde la Conquista. Aunque todo esté hábilmente disfrazado.

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Por eso cuando una estatua de pseudoprócer hoy veo, ¿pregunto?... porque es muy feo mentir al pueblo argentino. Prefiero tomar un vino por Belgrano y San Martín446, es que hay historias sin fin que debe llevar el olvido, averigüe, se lo pido, ¡está sonando el clarín447!

Cruzando el Quinto, Paso de las Arganas, Villa Sarmiento Memoriosos pensamientos afectaban mi cordura, buscando darle una cura y abandonado a mi instinto, fui rumbeando para el Quinto448. Quizá recorriendo el monte pueda ampliar el horizonte y aleje un poco las penas, porque la sangre en mis venas quiere que vuelo remonte.

446 Son los héroes desde mi infancia. Sobre todo el desposeído Belgrano. 447 El clarín suena pidiendo que salgamos de nuestra apatía y nuestra desinformación, estudiemos, leamos, antes de avalar con nuestro voto cada proceso. Hemos sido engañados demasiadas veces. 448 Refiere al río Quinto.

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Estoy cruzando el Popopis449, cuánta historia toda junta; inquisidora pregunta va surgiendo al cuestionarme, me dijo este río al mirarme: “¿Parezco un museo viviente? Anda y pregunta a la gente que ha vivido en mi rivera, no soy mar ni cordillera, apenas un mero afluente. Mi orgullo no son mis aguas, apenas si llego a río, produce mi desvarío la historia de mi nación. Llevo dolores, traición, heroísmo, pasión, locura, y en mi cauce la ternura de tanto amor nunca escrito, por eso escucha mi rito, ser testigo que murmura”. Luego se puso a llorar el río en su inmensa pena, ha quedado entre la arena tanta crueldad, tanta lucha, soy ciego y sordo que escucha, mas… si pasas por mi puente, verás la orilla de enfrente, y esa villa que nació acunándose quedó entre pasado y presente. 449 El río Quinto en lenguaje indígena. Dicen algunos autores que fue el nombre de un cacique.

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Allí me fui a preguntar, pues tengo un verso pendiente. Así, hablando con su gente, encontré lo que buscaba, no es cuestión de echar la taba450, solo andar y ser prolijo, por eso es que me dirijo sin dudar a la comuna, me encuentro con la fortuna y el final de mi acertijo.

La señora Gladis Cervio451, historiadora y docente, dejó lo suyo pendiente, se ofreció para aggiornarme; y noble gesto fue darme un libro de su autoría, que es la cara, yo diría, de esta villa que es Sarmiento; enseguida se lo cuento como ella misma lo haría.

450 Hueso astrágalo de la pata de la vaca usado en un juego criollo. 451 Educadora y directora del colegio en la Villa Sarmiento. En este momento jubilada, pero activa en las expresiones culturales del pueblo.

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El autor en el monolito

Monolito conmemorativo del nuevo fuerte que se trasladó media legua al naciente por acción de las crecientes del río Popopis. Fotografía: Dr. Héctor Faro.

Pinceladas de frontera Voy poniéndole un título: “Pinceladas de frontera”, con él ojalá pudiera hacerle ver lo que siento del fuerte que hubo en Sarmiento, de Valdez, viejo ranquel, del “indio blanco” el pincel muestra la sangre inocente porque mató a tanta gente, amargo, peor que la hiel. 143


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Completo las pinceladas con una figura real, es bravura sin igual, de “Painé”… le estoy hablando, trote y trote va contando, de su raza, su cultura con su razón él me apura al ser dueño de la tierra, por eso quiso la guerra de exterminio y de locura. También le voy a narrar historias de la Conquista, para que tenga una pista sobre tamaña injusticia, historia que mucho vicia la caridad del cristiano; la cruz y la espada en mano a los indios asoló, la religión disfrazó para robar a un hermano.

Fuerte Sarmiento Datos históricos extraídos del libro de Gladis Cervio En la provincia de Córdoba se crearon fuertes para la defensa de la frontera con el indio, sobre la línea del Río Cuarto, siendo el primero el de Punta del Sauce en 1752. En 1872 se funda el Fortín de la Villa de la Concepción de Río Cuarto. 144


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Durante la presidencia de Justo José de Urquiza, el general Juan Esteban Pedernera, jefe de la Circunscripción Militar del Sur, funda sobre el río Quinto, llamado Popopis por los indígenas, el Fuerte Tres de Febrero, siendo esta la primera avanzada de la frontera sobre el río Quinto. Pero en 1863, debido a constantes ataques de los ranqueles, se abandonó esta posición, volviendo nuevamente la frontera al Río Cuarto. Al asumir la presidencia Domingo F. Sarmiento, nombra ministro de Guerra al coronel Martín de Gainza e imparte la orden de avanzar nuevamente sobre el río Quinto. Fue designado como comandante en jefe de la frontera sur de Córdoba el coronel Lucio V. Mansilla, quien asumió en Río Cuarto en 1869. Por encontrarse enfermo Mansilla, las columnas partieron al mando del coronel Antonino Baigorria, con tres batallones: Nº 12 de Infantería al mando de Mauricio Mayer. Nª 12 de Caballería al mando de Eduardo Racedo. Nº 7 de Caballería al mando de Plácido Laconcha. Este último cruzó el río Quinto por el Paso de las Arganas y acampó en el terreno elegido por el coronel Juan Czetz para construir el Fuerte Sarmiento, el 19 de mayo de 1869, que se llamó así en homenaje al Presidente de la República. El fuerte estaba formado por tres manzanas de Este a Oeste y cuatro de Norte a Sur, con una superficie total de más de 100.000 metros cuadrados. Lo rodeaba una empalizada y, exterior a ella, un foso de dos y medio metros de boca y dos metros de profundidad. Tenía una sola entrada que miraba al Oeste. Dentro del fuerte se encontraban: 145


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La plaza con bancos de material cocido. La capilla. Un club llamado El Progreso de la Pampa, que contaba con biblioteca y sala de billar. El casino. Despensas y cocinas. El mangrullo de más de 40 m de alto. Corrales. Casas y ranchos. A unos mil metros de distancia del primer foso se construyó un segundo foso, que encerraba los lotes donde se sembraba alfalfa para la caballada. A poco de haber sido fundado el fuerte, un corresponsal del diario Eco de Córdoba escribió: “Sarmiento será dentro de pocos años un hermoso y gran pueblo. Causa admiración el movimiento y bullicio del lugar; la diversidad de lenguas que se oyen, español, francés, alemán, italiano, inglés; le darán una idea de lo que es esta pequeña Babel que se levante en el desierto”. Con respecto al mangrullo, el 11 de enero 1870, el corresponsal del diario La Tribuna de Buenos Aires escribía desde el fuerte: “Se acaba de construir un bonito mirador de 50 varas de alto, en él se halla colocada una bandera bastante extensa y que presenta una alegre vista”. Debido a las constantes crecientes del río, que fueron socavando las barrancas, haciendo peligrar la estabilidad del fuerte, en 1876 se lo traslada media legua al naciente. En el nuevo emplazamiento, la Plaza de Armas ocupa cuatro manzanas, y a su alrededor comienza a nacer la localidad, demarcada por el ingeniero Francisco Host. 146


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A partir de entonces, al antiguo fuerte se lo llama Sarmiento Viejo, y al actual, Sarmiento Nuevo. El agrimensor Pico informó que: “En la época de la campaña de Roca, había en Sarmiento más de dos mil personas, contando a los indios reducidos”. Y agrega: “Las casas llegan a 140, las calles son irregulares. En la plaza de cuatro manzanas están los cuarteles, el 4 de Caballería y el 10 de Infantería. El agua es buena y la tierra fértil. He probado excelentes hortalizas producidas en sus quintas. A media legua del pueblo están los potreros del gobierno, en ellas hay sembradas 200 cuadras de alfalfa y 40 de maíz”. Con la campaña de Julio Argentino Roca, en 1879, comienza la etapa final de la lucha contra el indio. Parten 26 columnas desde diferentes fuertes y fortines y se adentran en las pampas con la orden de terminar definitivamente con el problema de los indígenas. De Sarmiento Nuevo parte la Tercera Columna Expedicionaria al Desierto, al mando del coronel Eduardo Racedo, el 10 de abril de 1879. Con Racedo, marchó y peleó contra sus hermanos de raza un batallón de 245 ranqueles. Después de la derrota definitiva, muchos ranqueles se afincaron en poblaciones de las fronteras, entre otras, Villa Sarmiento, incorporándose a la civilización del vencedor. Fue la decadencia de los ranqueles, al igual que la del resto de los primitivos dueños de la tierra. Aquí veremos al último ranquel de esa zona.

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Historias de ranqueles Según narra Gladis Cervio, esta imagen data de 1950.

El indio Valdez El libro tiene una foto, que mucho me conmovió, ¿cómo será que vivió este luchador vencido con ese adiós que perdido nos fue dejando su raza? En la historia todo pasa y en los siglos, se repite, aunque el hombre llore o grite, la codicia… el oro amasa. 148


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Ha sido el indio Valdez otro mojón de la historia, y ha quedado en la memoria de la gente del lugar, no han podido precisar dónde fue su nacimiento; había fijado su asiento en las cercanías del Quinto. Un personaje distinto, es huella del sufrimiento. Su figura era andrajosa, vestía aquello que le daban, y en la foto lo mostraban vieja camisa, alpargatas, casi siempre andaba en patas con bombacha de campero. Tapó el rastro de matrero con la ropa… no se veía, costureada, yo diría, su piel en tanto entrevero. Cuando la noche llegaba, como hijo del desierto, fue dormir a campo abierto, tapado por las estrellas, vaya a saber en cuál de ellas descansaban sus hermanos. Él, levantando las manos, a Cucauentrú452 le rezaba, ya que solo se quedaba “en tierra de los cristianos”. 452 Dios supremo creador del universo.

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Su obsesión era el tren, y en esa zona perdura la muestra de su locura al pelearlo a los bolsazos; es que sentía con sus brazos profunda ira al ir creyendo que su raza fue muriendo con el “fantasma a vapor”, y por eso con dolor lo enfrentaba combatiendo. Y los que hablaron con él dicen que supo contar, mostrando como al pasar su origen, de haber nacido de madre coya parido y de padre que, ranquel453, le dio el color de su piel, sus costumbres, su bravura; mas terminó en la locura amargo… este pobre infiel.

453 Raza indígena. Ranculches, gente de las totoras.

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Ciento tres eran sus años454 cuando Valdez fue a torear, un tren veloz al pasar sin quererlo lo arrolló. Así fue que terminó la vida de aquel salvaje, que derrochaba coraje y pasó a ser un mendigo, ay, jue pucha455, yo le digo: “Es muy triste este mensaje”.

El indio blanco Marco histórico. Cita textual del libro de Gladis Cervio “Un indio blanco habitó por largo tiempo la zona del cuero… Esto fue y sucedió en las tierras del sur cordobés.” Paulo Herrero Esta investigación se centró en el actual territorio sur de la provincia de Córdoba, departamento de General Roca (Pedanías, el Cuero y Sarmiento), noroeste de la provincia de La Pampa y sudeste de San Luis. Específicamente la zona del Cuero, que fue una región clave para cualquier movimiento militar entre los años 1869 y 1880, ya que constituía la verdadera entrada a las tolderías ranqueles, por allí pasaba la rastrillada que unía el Fuerte Sarmiento y el centro del cacicazgo ranquel de Leubucó. De sus andanzas la más cruenta, según testimonios y documentos de la época, fue la matanza de Chemecó456, ocurrida 454 Esa era la edad que él decía tener. 455 Expresión campera. 456 Chemecó: en araucano “laguna de mucha gente”.

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el 4 de marzo de 1871, en donde fueron emboscados y asesinados 60 soldados y cinco oficiales del Fuerte Sarmiento. “La Posta Militar de Chemecó, a seis leguas al norte del Fuerte Sarmiento, su nombre ha perdurado en la memoria por el trágico suceso acaecido en marzo de 1871. Es la mayor masacre ocurrida jamás en nuestras fronteras.” (Fuerte y fortines de la frontera sur de Córdoba – Carlos Mayor Laferrere). El Indio Blanco, Estanislao Peñaloza, fue herido de muerte por el capitán Cristóbal Báez, el 6 de junio de 1871. La mayoría de las fuentes consultadas sostienen que este hecho sucedió en el Fuerte Sarmiento ya que mencionan como dato puntual el alambrado de la plaza de dicho fuerte realizado días previos al ataque.

Cómo pintar el horror cuando el malón457 va llegando, desde el mangrullo bichando458 alguien va dando el alerta, y allá en la pampa desierta surge el “ya ya” de la indiada; una madre embarazada corriendo busca cobijo, otra abrazando a su hijo balbucea, como espantada. El indio blanco ha llegado, es el bárbaro invasor, y en los ranchos459 el clamor de tanta muerte y rapiña460; llevándose cada niña, 457 Asalto de indios con saqueo de pueblos y ganados. 458 Mirando. 459 Vivienda de paja en el techo y adobe en las paredes que usaba el gaucho. 460 Robo.

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cada mujer de cautiva que llorará mientras viva, ultrajada y sometida, en algún toldo perdida, de barbarie primitiva. Su figura de leyenda él llevaba de la mano, hijo de padre araucano y de una rubia cautiva, no hay pluma que lo describa por sanguinario y traidor. Este padre del dolor, Estanislao Peñaloza, que ha tomado por esposa ¡la muerte! en rojo color.

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Otra pincelada de frontera El príncipe de Leubucó, la capital del imperio ranquel. Painé Güor. Una figura ha quedado vagando allá en Leubucó, es Painé que me miró desde un médano subido, y dijo: “Huinca…, te pido escribas este mensaje, es de dolor y coraje, es historia de una raza, si no entiendes lo que pasa, ven a mirar mi linaje. Somos duros como el monte, somos desierto y aguada, somos gente acostumbrada a vagar por nuestra tierra, somos ¡aquel que se aferra a costumbres y cultura!, y se ha conservado pura nuestra tradición oral, nunca pensamos igual ser un blanco… ¡qué locura!

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No pregunto cómo vive aquel que ha cruzado el mar, pero veo que al trabajar también aprendió de guerra y viajando hacia otra tierra fue disfrazado de oveja. Con sus colmillos no deja de hartarse con otra sangre, cuando invade, no es por hambre y en su codicia no ceja”. Sabemos que allá en El Plata461 dejaron la caballada y en su precoz disparada a las reses liberaron, ya sueltas se acomodaron a vivir en campo abierto, no las mató ni el desierto, se convirtieron en miles; también los potros cerriles son manadas, ¿o no es cierto? Después tomaron valor, beneficio de sus cueros, que vendieron a extranjeros arreando las vacas sueltas; se las llevaban sin vueltas faenando en los mataderos, después… a los saladeros. La mano de obra barata, y se juntaron con plata, beneficio de estancieros. 461 Refiere al primer desembarco español, donde don Pedro de Mendoza dejó abandonados los animales vacunos y equinos vagando libremente en las recientes ruinas de la fundación.

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Y vagaban por los campos, ¿será que no tienen dueño?, porque al hispano en su sueño nadie permiso le dio, triunfante desembarcó, mas nunca vino invitado; la mayoría… fue soldado, dos o tres… tras de una cruz, y en el nombre de Jesús a los nuestros han matado. ¿Qué somos?, ¿bestias salvajes, solo por ser de otra raza? ¿Acaso yo entro a su casa diciendo que vive mal?, su religión no es igual, ¡la verdad! está en la mía, lo acuso de idolatría y allí mismo lo condeno; mi Dios es único y bueno, el suyo… vil porquería.

¿Qué independencia? La independencia argentina, igual que España nos deja, es que el porteño no ceja en su afán de tener tierras; y se suceden las guerras, las alianzas, las traiciones, desde todos los rincones nos destruyen…, destruimos, nos invaden…, invadimos, ¡brota sangre a borbotones! 156


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En mi toldo a sangre y fuego también ustedes entraron, como bestias nos mataron mujer, niño… ¡qué inocente, pero es claro, no son gente! Y en nombre de la cultura, al matar a esta basura dicen buscar el progreso, lo repiten como un rezo, ¡son dueños de la locura! Deolindo Le digo que yo conozco y no entiendo estas menciones, los indios son como leones, los blancos no son ovejas, en los dos lados las quejas, ¿adónde está la razón? Yo creo que la intención de aquel que invade primero se abicha en este agujero y lo delata por ladrón. Por eso estoy contestando lo que usted hoy me ha contado, y su recuerdo grabado ha quedado en mi memoria. Este pedazo de historia voy trasladando al papel, y mi pluma ha de ser fiel, respeto lo que ha narrado, y no ha de quedar guardado, aquí lo largo en tropel. 157


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Yo no pretendo juzgar, solo describo esta historia, que ha quedado en mi memoria de este príncipe de su raza; la pampa ha sido su casa, entre los montes vivió. Con su bravura gestó un imperio en la frontera, y con su lanza guerrera los cristianos asoló.

Tu vida de ranquel Ya no podré comprender lo feroz que siempre has sido, pero seguro que olvido ¡tu cultura y religión! Parece en esta ocasión que nos separa un abismo, ¿cómo explicarme a mí mismo si eres indio y yo cristiano?, por eso extiendo mi mano dejando el antagonismo.

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Painé462, naciste allá en Huada463, tu padre fue Guaqui Güor464, cacique ranquel mayor fundando la dinastía; que pelearon fiero un día Aldao, Lucero, Mansilla465; Roca y Vedia en su rosilla466, Racedo la destruyó, y en esta historia quedó medio siglo de guerrilla467. El linaje de los Zorros468 con tu brazo se extendió, a todos los enfrentó ganándoles la frontera; los echaste campo afuera con Baigorria469, el cimarrón470, él fue centro de escuadrón, tus lanceros al costado; nadie quedaba parado con semejante malón.

462 Zorro celeste. 463 Laguna de las calabazas cercana a Leubucó. 464 Guayqui, ‘lanza’; guor, ‘zorro’. 465 Todos militares que lucharon con el indio. 466 Color del pelaje de su yegua, puede ser blanco y negro, castaño o colorado, mezclados siempre con blanco. 467 Fueron cincuenta años de lucha fronteriza. 468 Cada tribu conservaba su linaje con el apellido paterno, los guor (zorros), los curá (piedra), etcétera. 469 El coronel Manuel Baigorria, personaje histórico descrito al final del libro. 470 Gaucho salvaje.

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Entiendo, bravo cacique, fuiste dueño de las pampas, de los toros puras guampas, de yeguarizos, de potros; domaste como no hay otros, hasta el campo se achicó, ningún pichi471 se fugó, al avestruz472… lo boleaste, al venado473…lo cazaste, y tu tacuara474 te armó. Señor de montes y llanos, cultivaste en la laguna, junto al chañar475y la tuna476 hileras verdes de maíz, nadie se te hizo perdiz477 cuando enviaste tus lanceros; montados en parejeros478 que no paran ni boleados; guerreros… que caen parados479, del caballo en entreveros.

471 Peludo. 472 Rea americana. 473 Especie de cérvido autóctono. 474 Lanza, armada generalmente con una caña tacuara. 475 Árbol autóctono cuyo fruto utilizaban para destilar bebidas alcohólicas. 476 Fruto de una cactácea. 477 “Se hizo perdiz”, nadie se le escondía, frase de campo. 478 Caballos de gran rapidez en su andar. El paisano llama “parejero” al caballo bueno para correr cuadreras. 479 El buen jinete al tropezar su caballo cae parado.

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A tu hijo480 te raptaron, fue Rosas481 que lo llevó, él mismo lo apadrinó, y Mariano fue su nombre; quiso cambiarlo como hombre e ilustrado lo formó. Bien paisano lo enseñó en los trabajos de estancia482; le destruyó su ignorancia y a vos, padre, te embretó483. Te creyeron ser sin alma, te llamaron “animal”; faltó ponerte un bozal484, mas… nadie tiene derecho, con una cruz en el pecho y en nombre de la cultura, de usarte como basura. Querían de ti ese tesoro que antes fue de plata y oro485, ahora… es vacas y pastura.

480 Paguitrúz, zorro cazador de pumas, hijo preferido de Painé; fue raptado por Yangüelén, cacique ranquel rival, siendo apenas un niño, el cual lo entregó cautivo a Rosas. 481 Refiere a Juan Manuel de Rosas. 482 Se crió en la Estancia Los Pinos, donde aprendió los oficios de campo. 483 Meter en el brete, le pedía que le entregara a Baigorria a cambio de la libertad de su hijo. 484 Cabezada del caballo para sujetar el hocico, el cogote y la parte superior de la frente; junto con el cabresto se usa para tener sujeto al animal. 485 Al iniciarse la Conquista se buscaban los tesoros incas, luego se descubrió el valor de las tierras y el ganado vacuno y yeguarizo por los importantes mercados de Europa.

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Fuiste bárbaro y salvaje, mas… me pregunto, aparcero: ¿quién fue el invasor primero, si América era tu casa, tus costumbres y tu raza, también la pampa perdida que tuviste por guarida? ¿Por qué España te invadió, a los tuyos mató y despreciaba tu vida? Nada debiera imponerse a quien llaman el infiel486; ¿por qué se asustaban de él si con armas en la mano487 matan a quien no es cristiano? Yo no he leído ni visto esto en la Biblia previsto. ¿Quién fue esa Iglesia dormida488 al no defender la vida? ¡Que lo juzgue Jesucristo!

486 Por el hecho de no ser cristianos se los llamaba “infieles”. 487 Jesús nunca predicó con una espada en la mano. 488 Iglesia que no practica los valores del Evangelio. “Miente quien dice que ama a Dios, a quien no ve, y no ama a su hermano, a quien ve” (1 Jn 4,20).

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Gracias, orden jesuita… Gracias, orden franciscana… Son flor de la raza humana al defender a sus hermanos. Limpias llevaron sus manos y limpio su corazón, que del cristiano es un don y es muy difícil vivirlo; si al otro hay que convertirlo, “el amor es la canción”.

La fe y la Conquista. Parte de una historia dolorosa La conquista de América fue realmente un inmenso genocidio. El papa Juan Pablo II pidió perdón, en nombre de la Iglesia, a las comunidades indígenas, ya que, salvo raras excepciones, la cruz y la espada marcharon juntas. En la historia de la fe, profundo dolor yo siento, por eso aclarar intento la verdad y la justicia. Hay una historia que vicia la caridad del cristiano: Caín489, que mataste a tu hermano solo por ser de otra raza, atacaste ayer su casa490, ¡ay… qué homicida es tu mano!

489 El Caín de todos los tiempos. Pasado, presente, futuro. 490 Refiere a las tierras de los nativos indígenas.

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Pero hoy revierto conceptos entre la cruz y la espada; no debe ser olvidada la huella de dos frailecitos, por la historia pequeñitos, mas ¡grande ha sido su acción! No perdieron la ocasión para integrar otra raza491; la caridad siempre pasa por dar, con el corazón. Es Evangelio el sembrar semillas de la verdad, absoluta libertad debiera darse al que escucha, y no imponer con la lucha nuestra propia convicción. Es esclavo sin opción el que ha sido sometido, y pronto echará al olvido tan violenta religión.

La acción evangelizadora de los franciscanos Extraído del libro de Gladis Cervio. Los padres Donatti y Álvarez llegaron al Fuerte Sarmiento junto a Lucio V. Mansilla y lo acompañaron a los toldos ranqueles, en Leubucó. El padre Donatti fue el primer sacerdote en celebrar misa en Tierra Adentro, en la remota geografía del Mamuel-Mapú, en Leubucó, el día 13 de abril de 1870. 491 En este caso los ranqueles.

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El padre Donatti rescató más de 300 cautivos. En 1874, el padre Álvarez fue elegido prefecto de Misiones y residió en Sarmiento entre 1869 y 1874, luego renunció a la prefectura y fue sustituido por el padre Donatti en 1869. El 23 de septiembre de 1874, el padre Álvarez llegó al Fuerte Sarmiento con el título de capellán de indios; allí desarrolló una apostólica labor entre ellos. En su prefectura, según el padre Quirico Porreca, por reclamar los derechos de los indios sufrió resignadamente epítetos injuriosos y calumniosos. Una de las principales preocupaciones de los padres era aprender la lengua ranquel, que es una variedad de la lengua mapuche o araucana. El padre Álvarez escribe una carta al Ministro Plenipotenciario en Chile y le solicita ejemplares de diccionarios en araucano. El Ministerio se los envía. Hacia fines de 1875, los sacerdotes ya podían comunicarse con los indios en su lengua. El padre Álvarez, al negarle el Gobierno Nacional la autorización para fundar misiones en Tierra Adentro, aprovechó la llegada a Sarmiento de un grupo numeroso de ranqueles y fundó allí una reducción en 1874, así lo atestiguan dos telegramas enviados por el coronel Roca al padre Donatti: “Ha venido un capitanejo Bustos con seis indios y siete chinas a vivir a Sarmiento” y “Han llegado a Sarmiento Villareal con sesenta y cuatro indios y un indio Santos con catorce”. Más tarde llegaron los indios del Linconao y Morales. Ante la llegada de tantos indios, el padre Álvarez decide trasladar la sede de su prefectura de Río Cuarto a Sarmiento. De esta forma se hizo realidad el sueño del padre Álvarez: la Reducción Sarmiento estaba en marcha. Además de atender la parte espiritual, el franciscano se preocupaba por el bienestar material de los indios. Con útiles y semillas que le donaba el Gobierno, enseñó a los ranqueles

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a cultivar la tierra; tenían vacas lecheras, hacían quesos. Las indias tejían mantos y ponchos para la familia y también para vender. El estilo de vida llegó a ser envidiado por los blancos. Algunos indios llegaron a ser accionistas en el Banco de Río Cuarto. El 29 de abril le escribe una carta a Mariano Rosas, donde le dice de su ferviente deseo de que se efectúe la paz, para poder llegar hasta ellos y ayudarlos en todas las formas posibles. En 1870 acompaño a Mansilla a Leubucó y celebró la primera misa. En 1876 dejó el convento de Río Cuarto y se estableció en Villa Mercedes (San Luis, Fuerte Constitución), y lo convirtió en asiento de la Prefectura de Misiones. En 1873, el franciscano habría partido hacia su segundo viaje Tierra Adentro. En junio de 1879, las fronteras de la República Argentina quedaron establecidas en los ríos Negro y Neuquén. En la retaguardia no quedó ningún grupo numeroso de indios. Por esto, el padre Donatti califica a la Conquista del Desierto como “una guerra de exterminio hecha a los indios de nuestra frontera”. Después de la Conquista, los indígenas quedaron sujetos al poder de la nación y no formaban tribu ni población, por lo tanto nada podría hacer la Prefectura de Misiones. Los indios eran gobernados por el capricho de los jefes, reduciéndolos a la más completa esclavitud, de modo que el prefecto nada puede hacer. El padre Donatti murió el 8 de abril de 1895 en Buenos Aires. Sus restos fueron traídos a Río Cuarto y fueron recibidos por el Batallón 7 de Infantería, investido de gran parada que le tributó los honores que le correspondían. El padre Álvarez falleció el 16 de junio de 1882.

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El autor a la derecha con Miguel Verra, un entraĂąable amigo.

El padrillo, un trofeo notable, fue cazado en octubre de 1976, en el camino que va por las orillas de la Estancia La Escondida al Quinto; a pocas leguas de Villa Sarmiento.

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Arriba: En mi sala de trofeos los padrillos cazados: Izq. con Primitivo GonzĂĄles, der. con Gregorio Mercao. Abajo: Cabezada, freno, riendas, talero; bolas de tres (tres MarĂ­as), pretal, pegual, maneador y lazo, sobre las cabezas de ciervo. Sala de mi casa.

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Con estas fotos ya cierro el libro en parte tercera; y voy atando en mi asidera492 el lazo493 del sentimiento que he vivido allá en Sarmiento con paisanos muy camperos; siempre entre sogas494 y aperos495 recorrieron tanta estancia, y dejaron su prestancia estos jinetes sureros.

492 Argolla que va unida al recado criollo a la cual se le asegura el lazo. 493 Trenza de tientos de cuero crudo; puede ser trenzado desde dos hasta ocho tientos. 494 Se les dice “sogas” a los elementos para conducir el caballo: riendas, bozales, maneadores, cabestros, etcétera. 495 Recado criollo.

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Parte cuarta

Recuerdos de mis andanzas Mis versos no tienen nada del lugar donde nací, mas vale que lo aprendí en boca de los paisanos que trenzaban con sus manos, además de algunos tientos, mensajes que con los vientos hasta mi cuna llegaron, y su ropa me dejaron de verdad y sufrimientos. Es que en la orilla del Quinto mi oreja atenta escuchaba cada cuento que narraba algún criollazo argentino, entreverándole al vino historias de nuestra tierra, que más luego la gran perra en la ciudad se borraban, en la historia las tapaban como hace el león496 en la sierra. 496 El puma.

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A Primitivo y a Gregorio Voy pialando estos hermanos que ayer guardé en el tintero, a ellos les debo, aparcero, la causa de tanto andar. Por mucho peregrinar aprendí a querer la tierra, y mi memoria se aferra a su figura enquistada, muchas veces en la almohada entre mis sueños se encierra. Quisiera dejar, cuñao497, lo digo como cantor y también por payador, este verso bien campero, le reconozco primero su figura de paisano que ensillando bien temprano sale a buscar el vacaje498 y no le falta coraje si algún toro bien matrero se juye499 en el entrevero y al monte sale rumbeando, usted… ya lo está pialando, lo trabaja a puro lazo; aparte que algún lonjazo por sobre el lomo se lleva. No hay bicho al que no se atreva con su pingo y la perrada, 497 Más que amigo (en idioma campero). 498 Vacas (en idioma campero). 499 Que huye.

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Eusebio Merlo. Décimas camperas de ayer y de hoy

por eso es que la alborada me lo agarra galopando y nunca le anda cuerpeando ni a la helada ni al calor, ¡ay, paisano de mi flor!, el tiempo te va borrando. A Primitivo Gonzáles y a don Gregorio Mercado, un abrazo va estampado, en mis versos… se los doy, yo también paisano soy mezclado con citadino500, para este campo argentino, enredada en mi cordaje, una milonga va en viaje y galopa ya el camino.

De mi sala de trofeos En mi sala de trofeos tengo dos que son historia y los llevo en mi memoria bien prendidos como abrojos501; se me humedecen los ojos pensando en esta aventura, que pelearon con bravura dos solitarios502 del Quinto;

500 Que vive entre el campo y la ciudad. 501 Semilla de una gramínea erizada de púas. 502 El jabalí macho después de los tres años, aproximadamente, se convierte en solitario.

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Carlos Manuel Villasuso

el primero, puro instinto, fue de noche que cayó, el Goyo me lo rastreó a la orilla de un maizal, enojado el animal a la perrada enfrentó; y mi bala lo volteó aculao503 en un cardal. El segundo bien matrero504, las dos orejas cortadas, lo he seguido madrugadas, siempre ganó el entrevero; por eso el perro puntero con inquina lo buscaba. El Pichi505 me acompañaba una mañana muy fría, mirando la helada veía clarito el rastro a este mozo; que al revolcarse en un pozo el barro así lo mostraba. Cuando hacia el monte rumbeaba, con los perros lo alcancé, larga corrida aguanté, y su vida me entregaba.

503 “Echó culo”, dicen los paisanos. 504 Salvaje. 505 Primitivo Gonzáles.

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Eusebio Merlo. Décimas camperas de ayer y de hoy

Una señal de respeto Aporto mi testimonio y me saco el sombrero en señal de respeto por estos dos personajes y por todos los criollos que conocí en esta tierra nuestra. Llevan en su sangre la ciencia campera, que contiene su herencia ancestral; algo que no se aprende en los libros… seguir un rastro, jinetear un redomón, pialar o enlazar, y conducir los animales vacunos y yeguarizos, solos o en tropa. Cazar un animal sin trampas en un varonil enfrentamiento, sin caer en matanzas despiadadas y utilizando su carne para el diario subsistir. Ellos son nuestros paisanos, hijos de quienes pelearon por nuestra libertad, y tuvieron el coraje de desafiar el peligro del desierto fronterizo. Aquellos que a pesar de su fiereza en la lucha saludaban al llegar con un manso “Ave María Purísima”, costumbre por desgracia ya perdida. Paisanos de mi patria, les pido de corazón: no dejen que se pierda su tradición, su cultura, su modo de vivir. Comunicar a sus hijos esa tradición oral es un modo importante de continuarla. Finalmente les digo: Voy dejando mi pluma, no hay más nada en mi memoria, dejé un pedazo de historia colgado sobre un caldén, allí en mis versos también he vertido mi opinión; no quiero tener razón, mas sí… hacerlos pensar. Alguno habrá de cambiar ¡olvido… por tradición! 175



Personajes hist贸ricos para recordar

Epugner Rosas (Epumer)

Reproducci贸n en l谩piz del arquitecto Oscar Costa.

Hermano y sucesor de Mariano Rosas. Gustaba vestir como gaucho con un fac贸n en su cintura. Sus aperos eran adornados con plata (chapeados). 177


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Callvucurá Calvú, ‘azul’; curá, ‘piedra’. Corría el año 1835; a los toldos voroganos del cacique Rondeau llegan noticias que informan que se acerca en una misión comercial una caravana que pide permiso para ingresar en sus fronteras. Llegada la fecha para el parlamento, Rondeau los espera para recibirlos con sus caciques y notables de la tribu. Los sagaces comerciantes al llegar a los toldos se transforman en feroces guerreros que asolan el lugar y lo matan junto a sus principales caciques. Así surge en la matanza de los médanos de Masallé la sangrienta figura de Callvucurá o Calfucurá, que será el fundador de la dinastía de los Piedra. Su política dualista establecía tratados de paz con el gobierno que luego no dudaba en romper, enviando grandes malones, cuando recibía noticias de debilitamiento de los gobiernos por las luchas interinas de la nación. En 1855 lanza un malón sobre Azul y los pueblos cercanos, llevándose cautivos y ganados. Bartolomé Mitre es quien al mando de las tropas lo persigue y lo enfrenta en la batalla de Tapalquén, donde en un primer momento logra una victoria. Los indígenas vuelven reorganizados y convierten la lucha en una masacre. Los soldados de Mitre pudieron huir de noche, llevando los caballos de tiro. El tiempo transcurrió entre triunfos y derrotas, pactos y traiciones, en las cuales creció cada vez más su figura como señor y dueño de las pampas. Su gran derrota final ocurrió en San Carlos, cuando se enfrentó con el general Rivas, que fue secundado por las tropas del bravo Catriel. Luego de ello, ya viejo y amargado, muere en Salinas Grandes en el año 1873, y es sucedido por su hijo Namuncurá.

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Calvaiú Güor Zorro comilón de garbanzos. Hijo de Painé, lo sucede en 1847 luego de su muerte. Fue aliado de Justo José de Urquiza, para luchar contra Rosas. Muere al querer rescatar una carga de pólvora y municiones, abandonada por la tropa de Emilio Mitre en la triste historia que protagonizaron, al volverse fracasados de su excursión contra los indios. En esas circunstancias fueron derrotados por la sed y la falta de conocimiento del terreno por los baqueanos que llevaban.

Curruagé Curú agé, ‘cara negra’. Cacique de segundo orden, fue una de las víctimas, junto al cacique Rondeau, de la matanza en los médanos de Masallé, por las huestes de Calvucurá, que disfrazó hábilmente sus intenciones e hizo pasar su visita como una misión para comerciar, cuando en realidad era una expedición de guerra.

Comechingones Tal vez se haya afirmado con absoluta certeza que los comechingones fueron los indígenas más dóciles de cuantos habitaron este lugar del continente americano por su condición de pastores y labradores, además de cazadores de la tierra serrana. Fray Lizarraga parece indicar que el área comechingona se extendía más allá de las tierras de Yucat, a orillas del Río Tercero (Ctalamochita), zona de Villa María hoy; desde las sierras de Córdoba. Su cultura dejó rastros en nuestra zona, junto con otras como la de los sanavirones y los pampas; pero esas culturas no han sido tenidas en cuenta para crear un gran museo regional y tradicional que aglutine también la historia de nuestros gauchos (fortines, carretas, armas etc.). Esa es la opinión personal del autor. 179


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Jorge Corbett En 1894 Alberto Ortiz Basualdo le vende el campo. El señor Corbett propone al agrimensor nacional Tomás Dodds, para que practique la mensura en el área comprada y deslinde las partes destinadas para el pueblo de Villa Sarmiento; quintas y chacras, cuya operación fue aprobada en 1884. El título del señor Jorge Corbett fue protocolizado en la ciudad de Córdoba el 15 de octubre de 1894.

Coronel Manuel Baigorria Fue subteniente en Mendoza y peleó bajo las órdenes del general Paz, en las campañas militares de 1831. Luego fue llamado por el gobernador de San Luis, don Luis Videla; fue vencido con su ejército por el Tigre de los Llanos, el general Quiroga. Condenado a muerte, no tuvo más remedio que huir al desierto, acompañado de su amigo Neira. Luego se alojó en los toldos del cacique Raimán, el cual los recibió al saber que eran soldados del gobernador Videla. Poco después los presentó a Yanquetrúz, con quien inició su vida de matrero por muchos años. Ayudó a los indios enseñándoles el arte militar de la guerra y la agricultura. Construyó un rancherío en la Laguna Trenel, un poco al sur del actual Caleufú, lugar de leyenda, la cual se narra en el libro. Luego de una vida llena de luchas para uno y otro bando, murió en San Luis en julio de 1875.

Epugner ‘Dos zorros’; también conocido como Epumer Rosas, fue el cacique sucesor de su hermano Mariano Rosas en la jefatura de su tribu a la muerte de este en 1873. 180


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Cacique de muy mal carácter en sus borracheras, así lo describe el coronel Mansilla, con quien tuvo un episodio poco feliz en su primer encuentro, a causa de haber usado Mansilla la palabra “perro”, que fue tomada como un insulto a su persona. Gobernó hasta la madrugada del 18 de diciembre, cuando cayó prisionero de un capitanejo al servicio del bravo coronel Racedo, y fue enviado preso a la isla Martín García.

López Fiuza Nacido en Villa de Ponto de Lima, Portugal, se afinca en Córdoba. Luego de casarse con doña Lorenza de Ávila, pasa a vivir al campo aportado en matrimonio a orillas del Río Tercero. Son las tierras de Yucat, que, entendemos, luego de su viudez y al conocer al padre fray Francisco Zarza, testa a nombre de la Orden de La Merced. La condición es que no sean vendidas, y profesa en ella tomando sus hábitos. Fuente: Granado.

Paguitrúz Güor ‘Zorro cazador de pumas’. Mariano Rosas. Hijo preferido de Painé, robado en venganza por Yaguelén, fue entregado a Juan Manuel de Rosas y criado por él en la Estancia Los Pinos. Juan Manuel lo bautizó y fue su padrino. De allí huyó, para no salir nunca más de Leubucó; no quiso pisar más tierra de blancos. Dice el coronel Mansilla en Excursión a los indios ranqueles de su forma de vestir: “Se viste como un gaucho paquete, pero sin lujo; a mí me recibió con camiseta de crimea morderé, adornada con trencilla negra, pañuelo de seda al cuello, chiripá de poncho inglés, calzoncillo con fleco, bota de becerro, tirador con cuatro botones de plata y sombrero de castor fino con ancha cinta colorada”. 181


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Painé Güor ‘Zorro celeste’. Cacique ranquel fundador de la dinastía de los Zorros. Nacido en Huada, laguna cercana a Leubucó, donde tenía los toldos Guayqui Güor, su padre (guayqui, ‘lanza’; güor, ‘zorro’). Duró en su reinado hasta su fallecimiento en 1847, cuando murió de una afección al corazón. Fue sucesor de Yanquetrúz por sus méritos como gran guerrero y afianzó el liderazgo de los dueños de las pampas. Los hijos nacidos por descendencia real de acuerdo a su edad fueron: Calvaiú Güor, Paguithruz Güor, Huenchu Güor, Epú Güor y Gunei Güor, única mujer.

Quechuluhuan ‘Cinco guanacos’. Fue un mestizo de Bragado, provincia de Buenos Aires. Corrido por las tropas, huyó al desierto y fue a parar a los toldos ranqueles, y se presentó al cacique Painé. Era un baqueano con autoridad entre los indígenas, que conocía todos los pueblos de los huincas.

Facundo Quiroga Conocido por el mote el Tigre de los Llanos. Caudillo federal que actuó en el noroeste de nuestro país. Muy conocida figura de nuestra historia por nosotros, por ello no abundo en datos suyos.

Ramón Cabral Llamado también el Platero por su habilidad de trabajar los objetos de plata, todo un artesano. Disponía de un horno y de todos los elementos para hacerlo en sus toldos. Estaba aliado a Mariano Rosas; a la muerte de este acató la jefatura de Epumer.

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Debido a los constantes encuentros, fue arrinconado en zonas áridas por el Ejército y debió sufrir hambre y epidemias que lo obligaron a entregarse al gobierno en 1877. Residió en zona cercana a Villa Sarmiento.

José Sáa Don José Sáa fue uno de los prisioneros españoles en Chile que fue confinado por el general San Martín (cumpliendo órdenes del gobierno de Buenos Aires) a San Luis en 1817. De familia ilustre, se casó en la reciente villa con la señorita Jacinta Domínguez; con ella tuvo tres hijos varones: Juan, Francisco y Felipe, los cuales fueron incorporados voluntariamente a las milicias de San Luis. A partir de 1928 esta villa vivió con las armas en la mano, por el acoso de salteadores, indios, ejércitos leales y montoneros, guerras que se habían producido por la anarquía nacional reinante en el territorio argentino. En una de sus batallas perdidas, los tres hermanos dispararon a campo abierto y acamparon en los toldos de los indios ranqueles. Fueron amigos y enemigos del cacique Painé y del coronel Baigorria, y a su vez fueron perseguidos por ellos.

Yanquetrúz ‘Cana caída’. En 1818 la tribu ranquelina era pequeña y débil, la gobernaba Máscara Verde (Carú Aguel). Por aquella época, llega a los toldos el cacique Muluche Yanquetrúz con sus aguerridos lanceros. Vino con su familia real, lo acompañaban su mujer, de nombre Carú Luan, y su hijo Pichuín Guala. Como Máscara Verde no tenía hijos que lo sucedieran en el cacicazgo, la tribu nombra a Yanquetrúz cacique general por su aptitud en el arte de la guerra y por haber logrado difíciles victorias. 183


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Desató más tarde terribles malones en la provincia de San Luis y en Salto, allá por 1820. En Las Leñitas derrotó al general Huidobro, poco después a Fraile Aldao, el cual retrocede a Mendoza. Todas las victorias logradas le dan lustre a su nombre, se lo llama Yanquetrúz el Grande. Luego, ya viejo, lo arrebata la muerte, y en lugar de su hijo Pichuín Guala lo sucede el gran Painé Güor, fundador de la dinastía de los Zorros.

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Bibliografía consultada

ASUNÇAO, Fernando, Pilchas criollas, Buenos Aires, Argentina, Emecé Editores S. A., 1991. BARCIA, José, Diccionario hípico, Buenos Aires, Argentina, Editorial Plus Ultra, 1978. CERVIO, Gladis J., Villa Sarmiento ayer y hoy, Córdoba, Argentina, Editorial Alta Córdoba Impresos. GRANADO, Pablo, Un pueblo con historia, Córdoba, Argentina, Editorial Cemedco, 1975. LUCASU, Indios ranqueles [en línea], [Consulta: 8 de septiembre de 2009], http://www.taringa.net/posts/info/987026/ Principales-Caciques-Ranqueles.html MANSILLA, Lucio Victorio, Una excursión a los indios ranqueles, Buenos Aires, Argentina, Editorial Grafidco S. R. L., 2006. ZEBALLOS, Estanislao, Callvucurá Painé Relmú, Buenos Aires, Argentina, Editorial Elefante Blanco, 1998.

185



Índice

Dedicatorias

5

Agradecimientos

7

Prefacio del autor

9

Introducción

13

Personajes ficticios de la historia

15

Homenaje al caballo

19

Parte primera

21

Divagando

21

Amanece… y comienzo a galopar

22

El invite de paisanos

26

Ya se corrió en Ayacucho

29

Rumbo a la historia

33

Pensando en mis ancestros

37

Rezongando en la milonga (letra del autor)

39

La raza criolla

43

Llegando a la Estancia de Yucat

44

El jabalí

47


Historias de jabalíes allá por el Quinto

48

El mataovejas (recitado por milonga)

50

Llegó la mañana

58

Me jugó mal la nostalgia

59

Paguitrúz güor - Mariano Rosas

60

Los ranqueles

60

Mapa de asentamientos ranqueles

62

Homenaje a gauchos y aborígenes

63

Parte segunda

65

Yendo al pasado

65

En el boliche Cañete

66

Conociendo a un fortinero

69

Eusebio Merlo empieza a narrar su historia

71

Cómo vi al malón

72

Llegando a la pulpería

74

La tropa es pa´ vigilar

75

El lenguaraz conversador

76

Baigorria y sus cimarrones

78

Baigorria derrotado en San Luis

80

El doradillo

81

Entre la indiada

83

Dentrando a la toldería

89

Presentando el huinca a Curruagé

90

La gran chupandina

92


Curruagé me llama pa´ robar ganao

95

Trayendo ganao

97

El cacique Curruagé

99

El indio viejo me contó de Baigorria

102

Rumbo a Trenel

105

El ranchaje

108

Conociendo a doña Rosa

112

La venganza

116

El Cipriano Nahuel

117

El rescate

119

Deolindo Martín vuelve al presente

120

Nostalgia del pasado

121

Amanece, que no es poco

124

Homenaje a Villa Sarmiento. Museo de la Villa

125

Parte tercera

127

Rumbeando hacia Villa Sarmiento

128

Mis gatos salvajes

129

Sentir como un argentino

130

¡Ay de los liberales que gobernaron en el pasado!

132

La figura oscura del gaucho

134

Al gaucho le dicen “vago”

136

Cruzando el Quinto, Paso de las Arganas, Villa Sarmiento

140

El autor en el monolito

143

Pinceladas de frontera

143


Fuerte Sarmiento

144

Datos históricos extraídos del libro de Gladis Cervio

144

Historias de ranqueles

148

El indio Valdez

148

El indio blanco

151

Otra pincelada de frontera

154

¿Qué independencia?

156

Tu vida de ranquel

158

La fe y la Conquista. Parte de una historia dolorosa

163

La acción evangelizadora de los franciscanos

164

Parte cuarta

171

Recuerdos de mis andanzas

171

A Primitivo y a Gregorio

172

De mi sala de trofeos

173

Una señal de respeto

175

Personajes históricos para recordar

177

Bibliografía consultada

185


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