Hermano - Raquel Fernández

Page 1



Colección

Ciudad y río (poesía)

El mensú ediciones www.elmensuediciones.com.ar


Fernández, Raquel Hermano / Raquel Fernández ; con prólogo de Claudia Vázquez. - 1a ed. - Villa María : El Mensú Ediciones, 2012. 86 p. ; 20x14 cm. - (Ciudad y río / Darío Falconi; 11) ISBN 978-987-27570-4-5 1. Poesía Argentina. I. Vázquez, Claudia, prolog. II. Título CDD A861 Fecha de catalogación: 11/12/2011

Contacto con la autora: raquibeatle@hotmail.com Editor . Darío Falconi Diseño de tapa . Robinson Ríos Diseño de interiores . Darío Falconi Logo editorial . Santiago Gallardo

La autora de este libro obtuvo el primer premio en el 2º Concurso Literario Nacional de Poesía EL MENSÚ Ediciones 2011. Fueron jurados del certamen los poetas Arturo Juárez Muñoz (México), Susana Zazzetti (Argentina) y Fernando de Zárate (Argentina). El premio consistió en la edición y publiciación de este poemario. © 2011 Raquel Fernández. © 2011 El Mensú ediciones. Queda hecho el Depósito que establece la Ley 11.723 www.elmensuediciones.com.ar / http://elmensu.blogspot.com mensu.ediciones@gmail.com (0353) 4549453 — (0353) 154201252 ISBN 978-987-27570-4-5 1ª edición - 100 ejemplares Libro de edición villamariense (Argentina).

Prohibida la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmisión o transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito de su Editor. Su infracción será penada por las leyes 11.723 y 25.446.


HERMANO

El mensú . ciudad y río . 11



HERMANO Raquel Fernández



a Daniel. a Manuel y Néstor,

que me acompañaron

en el proceso de gestación de estos poemas.



Prólogo

Este libro no es un libro más para Raquel, si bien cada li-

bro se gesta desde la profundidad de nuestro ser para que el

poema crezca libre y diga lo que tiene que decir; este libro nace de la hondura misma del dolor.

El dolor se desangra en el poema, el dolor se come a las

palabras. Las palabras, sin embargo, se despuntan dejándose traspasar por el dolor mismo y así se dicen. Por un lado, la

excelencia de la construcción poética, el sonido, la armonía en cada poema, las imágenes que se transparentan en la crudeza del lenguaje. El lector puede moverse en situaciones de la vida cotidiana dentro del poema, sin caerse en ningún lugar común,

aunque estas situaciones sean simples como la que se plasma en

el poema “Mamá llora”: “Porque esta vez me tocó a mí juntar los juguetes.” El poema nunca decae, las palabras están puestas en

el lugar donde tienen que estar, esto es simplemente una alusión a la forma, definiendo de esta manera que la autora lleva bien

puesto el nombre de Poeta. Lo que configura la imagen que tomé como ejemplo, conlleva una carga poética donde se condensa el

poema mismo, al igual que “el agujero en el mantel”: ese aguje-

ro atraviesa todo el poema, sin ese agujero el mantel sería otra cosa.

Hermano

11


Hay un hilo conductor en este poemario. Sería muy sen-

cillo decir “la muerte”, pero ese hilo va más allá de la muerte misma, es lo que trae esa muerte, lo que dice, lo que calla, lo que

suda y se convierte en polvo; el estado del duelo. Vuelvo a insistir, el lector puede caminar por cada poema como si fuera suyo, puede deslizarse por cada palabra sabiendo de lo que se está

hablando. Este libro llega a nosotros como un reflejo de lo que

somos cuando el dolor nos atraviesa y deja seca cada parte de nuestro cuerpo; cuando la desolación es la única mirada que tenemos: es donde nuestro ser toca el límite de lo que somos, llega

al límite mismo de nuestra impotencia. Desde ese límite, desde ese fondo, Raquel supo delinear cada verso, Raquel pudo decirse con voz propia. Y esa voz descubre a Raquel, la pronuncia, la

hace una con ella. La autora se conforma en esa Voz Poética que ya es su Voz.

Volviendo a la temática, ¿quién no ha perdido a un ser

amado? ¿Quién no ha pasado por un duelo? El poemario se abre

tocando la profundidad de la naturaleza del hombre, mostrando su finitud, queriendo calmar una sed que desde la limitación humana no puede ser saciada. Cada poema nos pone cara a cara con lo que somos, nos lleva a reconocernos en cada herida, en el

dolor, en la nostalgia, en la misma ira de no saber como sortear

la imposibilidad, el desamparo; nos lleva a “deshojar el vacío”. Hay que pasar esos “días con la frustración hecha tierra”. 12

RaquelFernández


Cada poema es un grito, un silencio que se parte: “Partir el

pan y el cuchillo”. Cada palabra intenta un nuevo comienzo pero

“la tierra en la garganta finalizando historias” nos deja a mitad de camino, todavía. Este lugar donde el poema camina, donde

trata de cerrarse: “elevo mi nada a lo que no escucha” es tocar en cuerpo y alma el límite de lo que somos, nuestra propia naturaleza, hasta donde llegamos y no podemos más.

“Dolió aprender a no palpar la rosa”: en ese dolor pode-

mos decir que “el poema está terminado”.

Al acercarnos a la poesía cruda y desnuda de Raquel en

este “Hermano”, se presiente, se vislumbra, un abrir de puertas

donde la autora no deja de ejercer este oficio de Poeta al que fue llamada desde el otro lado de la tierra, donde nace la esperanza.

Claudia Vázquez

Hermano

13



Hermano KATA TON DAIMONA EAYTOY

“Y si dijera que realmente te amaba… (…) Quizás te reirías y dirías que vivíamos en mundos diferentes…” Paul McCartney, “Here Today”

Sin prefacios llegará la primavera. Como si tu ausencia fuera nada.

Rodarán días para desperdiciar el alma, para negar la luz, para saber que la piel es poco más que un pájaro de escombros. Girarán días blancos, días negros, días disputándose tu nombre. Las piezas de un ajedrez idiota.

Y yo evocando. Yo remirándote el corazón errado, el cuerpo repartido sobre baldosas blancas. Yo ensanchando las manos para alcanzar la tierra que te asfixia. Yo poniéndote un trueno entre los labios. Sin hablar de risibles amapolas. Aceptando el pan ácimo del pésame. Aceptando tu danza con la muerte, tu decisión de ser la isla, el lobo solitario.

Hermano

15


Esto es la vida. Una nadería. Un plato de viento. Ahora todos los platos están rotos. Hay que afilar el grito, hay que llenarse de polvo la faringe y ahogarse con un gato de niebla en la garganta.

Hay que cazar las bestias que soltaste porque dolían tanto.

16

RaquelFernández


Funeral Fue cuando el relámpago de lo imposible me tocó los ojos y tu cuerpo se agitó como un largo mantel tendido a la deriva. Abierto, para que los pájaros comieran de tu último latido. Abierto, para que el viento de la infancia se oxidara en sus entretelones. Fue cuando ciertas flores anticiparon la primavera en la que venía la Muerte. Entonces miré mis manos y vi que eran las tuyas. Tierra en las uñas demasiado crecidas. Y la certeza de haber vivido en peligro.

Hermano

17


Daniel “Yo te he querido como nunca. Eras azul como noche que acaba, eras la impenetrable caparazón del galápago que se oculta bajo la roca de la amorosa llegada de la luz.” Vicente Aleixandre

Él era una serpiente leve, un veneno amable. La gota que rebalsaba el vaso. Casi sin quererlo. Casi sin saber qué hacer con sus gestos de agua. Iba y venía. Una mariposa de metal con tierra en los labios. Con la garganta fría diciendo siempre la última palabra. La luz lo hacía llorar, pero no lloraba nunca.

Él era el rincón donde los sonidos se gastan. Los dedos huyendo como látigos, como arañas vivas. 18

RaquelFernández


Sus ojos repetían lagunas. Algo había en esa humedad lenta que nunca pude tocar. No sé si creía en mí. No sé si creía.

Hermano

19


The last song “I never thought you’d come I guess I misjudged love Between a father and his son” Elton John, “The last song”

No sabía que iba a venir. Pero vine. Golpeé tu llanto tantas veces para que abrieras la puerta. Golpeé los dientes que desgarran todos los catecismos, la lengua que maldice, la piel que sangra leche tibia (hubo un niño una vez, hubo un sujeto en ese objeto incomprensible que es el cuerpo muerto). No sabía que iba a venir. Pero vine. Te tomé entre mis brazos. Sombra. Pájaro deshecho. Mujer rota en cuatro letras (la m, la a, la m, la a). Mujer con tantas arrugas nuevas. Vine y no me importó ser 20

RaquelFernández


un detalle al costado de la ausencia. Vine y no me importó que me clavaras tus puñales solos.

Yo comprendo, mamá. Yo también soy feroz cuando me duele.

Hermano

21


Dolor “La muerte tiene al principio el rostro de lo que no pudo ser.” Antonin Artaud

El dolor es cierto. Sólo me queda desatar las manos y ver mi voz cantándole al ausente. Cuando escribo. Estúpido consuelo deletrear el ruedo de la pena, poner la soga al cuello del abecedario. Para que cada palabra tenga su Muerte. Para que cada jardín tenga su ahorcado. Como en la Rusia blanca. Nada en sus ojos de gato pensando un pájaro. No sabía donde poner el corazón.

El lobo de hielo se va. Con sus molinos de nieve defectuosos. Con sus heridas solas. Lamiéndose la vida que no alcanza La médula jamás domesticada. Y esa lluvia maldita. 22

RaquelFernández


Le toca al viento deshacer al hombre. Le toca a Dios voltear el rostro. Otra vez. Con vergüenza. Con el temor de haberse equivocado. Porque yo rezaba. Iba buscando el sótano del miedo. Rogándole a las piedras (casi como si adivinara el horóscopo de los mendigos). Mi hermanito no. ¿Qué le digo a mamá? ¿Cómo le cuento las baldosas blancas, el atroz crecimiento de las uñas, la inmovilidad total del lobo? ¿Cómo le nombro ese olor de animal apagado?

Setiembre se arrancó de un tirón la primavera. A la mierda con todo.

Hermano

23


Cards castles A mis hermanos

Qué se yo sé cuando. Mamá tendió la mesa. Multiplicó los panes y los peces. Bendijo las cosechas de todos. Una pulsión de infancia se instaló en los platos dispuestos. Una larga pulsión de terciopelo (y algún perro nos complicó los pies con su cola de hambre). El prodigio es nómade. Migra de mesa en mesa. Viene y se va. Se va. Deja los cubiertos sucios y las puertas del recuerdo abiertas. Cards castles. Vivimos como si el viento no.

24

RaquelFernández


Qué se yo cuando. Pero la suerte tuvo la cara de un mantel a cuadros. Y almorzamos juntos. Por última vez.

Hermano

25


La inocencia final “Me pruebo en el lenguaje en que compruebo el peso de mis muertos.” Alejandra Pizarnik

Coincidimos en los gajes de la infancia. El territorio del padre estaba seco pero el agua venía con el llanto de jornada completa.

Fue inexorable partir la muerte de un hachazo, para que cada quien tuviera su memoria, su ración, su carencia. Coincidimos en el rito del pan. En el regazo del mantel servido. Las palomas volaban hacia adentro, alas imprescindibles diciendo que podíamos. Que la sed no era tanta. La navaja de lluvia que nos mojaba el ruedo, no pudo humedecer la risa. 26

RaquelFernández


Jugamos en el bosque sin saber que vos eras el lobo. El lobo por decreto. El que se lame solo. Mal. Solo.

Qué se yo qué había en tu garganta. Qué sedienta ecuación. Qué pañuelos con causa. Qué primavera que no gritaste nunca. Qué se yo cómo tejo la memoria con tantos cabos sueltos. Coincidimos en todo, en nada, en lo que quiera el perdón de tu espectro.

Pero hubo un final sin coincidencias. Un capricho sin luces para escalar el viento. Vos, en tu ghetto sin retorno. Yo, entre las cuatro paredes del poema. Qué fue la vida juntos. Manotazos de huérfano.

Hermano

27


Mamá llora

“Fue necesario todo lo que fuimos contigo, lo que somos contigo del lado de los llantos…” Olga Orozco

Mamá llora. Entierra y desentierra esa muerte que no fue la suya. Pero fue. Mamá sabe la falta por descarne. Sabe la ausencia por decantación. Por un lado se acomoda el llanto, por el otro, la imposible disposición de los platos, el agujero en el mantel, la cena que se vuelve idiota. El contrato con lo poco que queda.

28

Mamá se equivocó, claro. Dijo blanco cuando dijo negro cuando dijo todo cuando dijo nada. Nos lastimó palmo a palmo. RaquelFernández


Sin inventar un plan de salvación. Sin detener la garganta del cuchillo. Los lazos del padre, cortados. Y nunca nos preguntó por la sangre. Sí. Mamá nos lastimó. Nos condenó a ademanes sin refugio, el compás de su dolor inútil. Mamá fue nunca y fue lejos. La sílaba indecisa. ¿Dónde estaba mamá, cuando las visiones caían como pájaros muertos? Mamá nos lastimó. Pero no sabía. Ahora, mamá llora. Mamá llora, ¿entendés? Es la bestia parturienta que se quedó sola. La inhóspita. Para siempre incompleta en sí misma. Imposible decirle una palabra que abrevie el grito que le vuela la cabeza. Hermano

29


Mamá llora. Cada hora es un golpe de recuerdo. Yo lloro con mamá, cuando puedo. Porque esta vez me tocó a mí juntar los juguetes. Y esconder los que están rotos. Para que mamá no los vea.

30

RaquelFernández


Primavera de a pie “La guerra terminaría si los muertos pudiesen regresar.” James Baldwin

Había que bailar y vos bailaste. Fuiste la torpeza de no saber dar el paso redentor. Bailaste como un ciego. Con el corazón de lo deforme. Con la deformidad de tus cuatro paredes solas. La primavera siempre de a pie. Y lo demás, quién sabe. Ahora nos toca bailar a nosotros. Pero tenemos los pies enredados en la lluvia. Damos un giro defectuoso y nos clavamos en la carne abierta los verbos que no tuvieron tiempo. Me aprieta la garganta no saber quién te cerró los ojos. Me aprieta la garganta este apedrearnos con lo poco que queda. Una pedrada y soy la boca del vacío. Otra pedrada y soy

Hermano

31


la que acaricia al animal moribundo. A quién van a despellejar primero.

El que quiera matarme que me quite la palabra. Para que no logre completar este círculo de sangre vinculada, esta celada amniótica que nos devuelva al principio de la historia. Doy un paso al costado de tu cuerpo. Doy un paso al costado de la memoria que no supiste sanar. Repesaste tu vida para la muerte y sé que me tomaste de las manos. Cuando tenías cinco años, hermanito y yo te daba esperanza. Esperanza de qué.

Pobrecito. Pobrecita yo, que nunca supe tejerme la trinchera. Yo también tengo piedras. Pero las mías me llueven en la boca. Quién soy yo para arrojar la primera. Quién.

32

RaquelFernández


Las desapariciones inexplicables

“La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene.” Jorge Luis Borges

Fue la chispa y no es. De hueso en hueso se disipa el instinto. La impaciencia se parte la cabeza contra las piedras del camino. ¿Y la genuina duda en Dios? La duda también es una forma que se desvanece. Que cesa. Los titubeos son para la lluvia cuando la chispa se extingue. Él era demasiado pequeño. No estaba hecho para abrir puertas. Se tomó la muerte al pie de la letra. Ahora no importa demasiado quién dijo qué. También la miseria se apaga de hueso en hueso. Hago lo que no supe hacer tocando de oído en el viento. Quiero aclarar esta ciudad que sangra. Quiero aclarar este paisaje donde el barro es él.

Hermano

33


Rasgar con mi voz la incompletud de su noche. Yo nunca prendí velas y aquí estoy de pie junto a la llama. El calendario se ocupó, finalmente, de los problemas urgentes. Las flores están para esto. Para marcar lo que queda cuando el otro se aleja de nuestras redes. Pero algo tiene que quedar de la vida. Algo más que una garganta fraccionada, un crédito sin pagar, un perro ladrando solo, un desconcierto.

Esas son las desapariciones inexplicables: las nuestras.

34

RaquelFernández


Maniac monday “I’m gonna shoot the whole day down, down, down I’ll shoot it all down.” Bob Geldof, “I don’t like Mondays”

Es cierto. No me gustan los lunes. No sé si por tristeza o por cansancio. O porque arrastran los cadáveres de los domingos imperfectos. Pero yo no soy la madre de los vidrios rotos. No me embellezco nunca para el fuego. Mis gestos no saben desmontarse de la pena. Los lunes. Me miro en el espejo y nadie avanza a treparme la sangre. Entonces soy la cara de mi madre, su cuchillo sin filo.

Hermano

35


Hubo desconocidos que sonrieron recostados en una ambulancia. Hubo quien robó tus flores. Podría matarlos a todos si fuesen patitos en fila. Pero el patito soy yo. Espero el disparo.

36

RaquelFernández


Dónde están tus zapatos “Amar al otro es renunciar a poseerlo, incluso muerto.” Jean-Yves Leloup

Mamá está llorando. La escucho, entre sueños, pero aprieto los párpados. La arranco de mi cabeza como a una ortiga. Mamá me está doliendo demasiado. Prefiero quedarme con vos, pelo largo, remera verde, veinticuatro o veinticinco años, mi bebé entre tus brazos.

Mamá está llorando y me erradica del rayo de sol flotando en el polvo. Entonces canto como un pájaro en ruinas. Toco tu ataúd y digo “Te quiero, gordo”. Toco tu soledad y comprendo que a partir de los insectos y la lluvia somos parte del polvo del camino que acerca el cementerio hasta tu casa. Mi casa. Hermano

37


Mamá está llorando y no sé qué decirle, porque a Cristo no le creo ni los clavos. Tantos agujeros cavados en el cielo y ninguno que sirva para sepultarte. Dónde está la garantía del latido. Dónde están tus Parisiennes. Dónde están tus zapatos.

Tengo ganas de verte, hermanito. Entonces me paro frente a un recuerdo azul con una pintada de AC-DC y un cartel descolocado que sugiere “Descienda por la puerta trasera.” Pero no lo abro, para no romperte. Me basta pensar estás ahí con tus ratones, con tus modestas epifanías, con tu ironía intacta. Mamá está llorando. Otra vez.

Y yo… Yo jamás fui tan vieja.

38

RaquelFernández


Antes “Es preciso que continúe mi camino, que marche, que marche.” Pär Lagerkvist

Hilar la arena, dejar la boca endeble en el horizonte, saber un pájaro. Empezar a armar la vida, así, tan fácil.

Antes, ningún viaje era de regreso. Y no llegaba el primer soborno (había cierto orden en las flores azules, en las rodillas nítidas, en la luz multiplicada).

Antes, no sabía cuál era tu cauce. Cuándo se detenía lo que empezábamos a armar. La vida. Hermano

39


Antes, no sabía que el corazón se parte. Que el cuerpo aprende a morirse. Las puertas se abrían para ir a jugar (había cierto orden en la mentira del verano). Y nadie se quedaba solo. Con las sombras.

40

RaquelFernández


Diario de primavera “Cambié de ubicación: ocupo el sitio de mi hermano.” Lucas Serra

I La primavera canta con la voz complaciente de un limosnero idiota. Yo la escucho a hurtadillas, como si fuera el eco de los pasos de un amante. Los amantes se van. Pero la primavera llega. Con pétalos para las fosas nasales dormidas.

II Los hombres y las mujeres se acercan, atraídos por el polen. Tienen rostros que ya no importan. La mecánica irreflexiva de sus voces me espolea amorosamente. Necesito tragar esta porción nacida de la Muerte. Devorar el melancólico manjar. Ya habrá tiempo después para el reposo.

III Elijo un motín de rosas, la bravura de plantarle cara a la Muerte, de romper su cadena de mando. Pretendo parir con una flor. Sólo con una flor. Pero cada hora tiene su engaño: el nido de musgo, la luna en el aire. Y me duele la sangre en los extremos rojos. Hermano

41


IV El sol no se dijo a tiempo. La Muerte no se dijo nunca. Entonces miro al sol como miro a la Muerte: hasta quemarme los ojos.

V Todo lo verde se esfuma. El cuerpo se deshace: no fue más que un capricho. Permanece la piedra en la garganta. El dedo erosionando la vaciedad de todo padrenuestro. Arrojo flores contra mí. Arrojo flores como pensamientos astillados. VI Tiritando de pavor frente al muro horizontal de la espalda. Sólo mi voz recién nacida reclamando por una muñeca rota. Sólo la vejiga equivocada y la humedad temporal de las piernas. Debería callarme. Debería dar tres pasos atrás en el reloj. Pero no puedo.

VII Debajo de la costra de sangre seca palpita un corazón que no sirve para vivir pero sigue latiendo, arropado por no sé qué esperanza, arropado por los tallos defectuosos de todos los parias de la Tierra. Tiene la forma de un féretro iracundo, de un gruñido de lobo.

42

VIII Hay un río imperfecto que no alcanza para vetar la sed. Hay una sed feroz reptando como raso en la garganta. El pan de la oscuridad es enorme. Lo parto en un mantel de lluvia extendido sobre el reclamo de mis muertos. RaquelFernández


IX La ausencia es la constante. Con la aguja estropeada del recuerdo debo coser y descoser palabras. Tejer y destejer señuelos. Dejar una marca de vida. Nadie muere sabiendo su Muerte. Qué luz iluminó su flanco.

X Algo me roza pero no adivino si viene de Dios o viene de la versión pagana del libro que Dios ha escrito. Tampoco sé si viene del terror de saber que ese roce no es posible. Las cruces me complican las manos. XI Un trapo rojo entre sutura y sutura. Un trapo blanco donde capitulo. Sin condiciones. Acepto que otra vez florezcan los manzanos.

XII Éramos tres en la canción que cantábamos esa noche. A veces alguno desafinaba. A veces, alguno quería arrancarse la voz, callarse para siempre. A veces nos odiábamos con una vocación tan alta que arañaba la luna. Pero éramos tres. Ahora somos sólo dos mujeres perdidas. ¿Y a esto llaman primavera?

Hermano

43


La rebelión del catecismo Fue el grito. La virtud de todo lo ofendido -todo lo defendidoacorralando sal en la garganta. La boca cayendo de rodillas.

Fue el grito. Mi grito. ¿Qué hice de tu carne, de tu verbo, de la consumación de los milagros? El grito rompió el tímpano del cielo. Derogó tu aleluya. Me extirpó de tu módica gloria.

Partir peces, partir peces, partir peces. Remontarse a la levadura de los panes. ¿Dónde estaba tu “Levántate y anda”? Eras una ficción. Y nadie prendía velas en nuestra casa. 44

RaquelFernández


El grito se incrustó en las paredes. Fue la suciedad. Así de sucio era el Paraíso que me colgaste del cuello. Yo deshojaba el vacío: “Me quiere, no me quiere. La Muerte.” Al final no me quiso. Me tocó seguir tragando pastillas. ¿Quién pecó más, hombre de arena inconstante? ¿Mi desesperación o tu mentira?

Hermano

45


La última vez “Yo amaba tus grandes pies. Y tus manos agrietadas las amaba también. Ahora ellas están muertas. Ahora ya no existe nada.” Pär Fabien Lagerkvist

Hoy fue la última vez. La última vez que lavé tu ropa. Lo hice con los ojos secos. Sabía que me estabas mirando Desde no sé cuándo. Desde no sé dónde. Y no quería que me vieras llorar.

Hoy fue la última vez. Tengo las manos ásperas. Dos uñas rotas. Las babas del Diablo de todos tus veranos enredadas en el pelo. ¿Y tu olor? ¿Dónde está tu olor?

Guardabas un pañuelo mío entre tus cosas. Un pañuelo azul de seda. Tan de mujer. Tan de hermana a la que no soporto. 46

RaquelFernández


Lo más importante de lo que dijiste fueron tus silencios. El pañuelo azul cumplió el acaso o la certeza. Le dio a la última vez una esperanza. Más allá de lo vacío y lo desnudo. Pero tu olor, ¿dónde está tu olor?

Hermano

47


Pesadilla “Al final, da un paso a la luz. Bajo el sombrero estropeado, es todo lo que me temía.” Brian Hodge

Ahora quiero preguntarte por qué. Por qué la Muerte jamás viene sola. Porque no se basta a sí misma. No se remite a un sobrio colorín colorado. No pretendo perdices, está claro. Pero por lo menos un final decente. Un final que desclave de sus goznes la carne desprovista y apure el mutis por el foro de todos los actores de reparto. Nosotros.

Ahora quiero preguntarte cómo se hace para alcanzar la supuesta ignorancia de los muertos si los vivos rebuznan manotazos, si no rozan siquiera lo que en verdad importa. Y vos, descifrado, explicado, traducido, sos esto y sos aquello, y, además, sos el botín de guerra. A ver quién se queda con el mejor pedazo. 48

RaquelFernández


A ver a quién le cerraste la puerta en las narices. A ver a quién dejaste entrar en el cubil del lobo. Amar. Odiar. Por qué no nos vamos todos al carajo.

Ahora quiero preguntarte por qué no estoy llorando. Por qué le grito a la chica de la tele “¡Estás dormida, idiota, despertate!”, y ella sigue corriendo para el lado donde ni vos ni yo correríamos nunca. Cuántas veces vimos esta película de mierda. No sé por qué sigo insistiendo. Si la pesadilla es ésta.

Hermano

49


Negro o nada “Un mundo donde te movías como un caballo de ajedrez que se movía como una torre que se movía como un alfil.” Julio Cortázar

No hizo falta acecharte por el ojo de la cerradura. Estabas en mi sueño y me negabas la voz, me devastabas el abecedario. Me dolía el reverso de la sangre, porque el gesto amargo era el mío. Y vos te reías.

Tan lejos, la taza de leche -mucho más cerca, la taza de lluvia-. Tan lejos, la casa de la infancia -mucho más cerca, las baldosas que repito como una letanía idiota-. Todos los muertos son incómodos. Vos, el más incómodo de todos. Con tu costumbre herir y estar herido. Con tu vida de tablero de ajedrez. Blanco o negro. 50

Negro o nada. RaquelFernández


Chiquito “No quedes silenciosa si muero primero, párpados azules oxidados dientes luminosos como mi mojado deseo de agua.” Francis Picabia

El grito no alcanza, siquiera, para que descarrilen los trenes. Para que el agua se trague todo. Para que el sol se canse.

Mis manos han envejecido tanto desde el último septiembre. Tocan cosas que no están. Tocan tu carne incompleta. Buscan papeles amarillos de nostalgia, palabras con los labios amputados. Mendrugos de infancia. “…Ahora que me acuerdo me tenés que seguir contando la película de Drácula...” “…Qué lindo. Dentro de 47 días cumplís 15 años y yo dentro de 93 días cumplo 12 años, pero no vamos a comparar tus 15 con mis 12...” “…Mamá quiere macetas para colgar y se las compramos en la feria…” Hermano

51


“…La cortamos. Escribime una carta vos también…” Chiquito.

¿Cuándo dejé de ser la hermana mayor y me convertí en la que no pudo salvarte? ¿Cuánta carne hace falta para llenar el ataúd del cielo?

52

RaquelFernández


La voz se va “No quiero olvidarme de su voz”, dijo mamá. Y yo pensé: “La voz es lo primero que se olvida.” Es como si el nudo de silencio que amordaza a los muertos empezara a gestarse en la memoria.

Tenemos bocas, tenemos manos, tenemos piernas. Tenemos fotos que mienten un pasado que nunca fue perfecto. Pero la voz se va. Hace su nido en los tímpanos yermos de los ángeles. Se gasta con el barro y los insectos.

La voz se va. Salta al vacío. Su cadáver es una mancha aborrecida profanando el cuerpo inmaculado del recuerdo. Lo que queremos quedarnos porque es nuestro. Fue nuestro. Hermano

53


Entonces doblamos los ojos y tratamos de pensar en otra cosa. En bocas, en manos, en piernas. En otra cosa.

54

RaquelFernández


La puerta azul “Un pájaro muerto llamado azul.” Alejandra Pizarnik

I Hay una puerta azul y en esa puerta tu mano trazó un ojo para velarte solo. Ningún encuentro en las hojas que danzan. Hay pequeñas flores en la memoria pero no bastan para repatriar tu jardín. II La puerta azul transita un rumor, una convulsión de seda. El sudor se anticipa de nido en nido para golpear lo que queda de tus manos. Un ramo de viento se abandona en el umbral. La ausencia tiene los delicados pies de una novia.

Hermano

55


III La puerta azul es una máscara. Detrás está tu rostro. Cuántos gestos para aterirme en la noche. Cuánta carne multiplicando insectos. Lo que está abajo debe permanecer abajo. La puerta azul es una lápida.

IV Abro y cierro la puerta. Un acto de inocencia para lavar la mortandad de las sombras. Ingenuamente te tallo en la cadencia de un pájaro. Para que migres con las voces del alba. Para que alcances el verano que se rompió en setiembre.

56

RaquelFernández


Decir adiós “Decir adiós es tener pájaros feroces en las manos.” Mía Gallegos

La Muerte cruza la línea que separa tu error de mi pretexto. Abre sus venas resecas y su sangre detenida dice que la guerra de mis voces es inútil. Entonces hay constelaciones que no puedo tocar. Entonces hay fisonomías que doblo en el corazón como pañuelos de encaje. No me conformo.

La Muerte me toma de la mano, me obliga a bailar. Danzo con los ojos empapados de raíces, con los peces de tierra que discurren entre tu carne y tus huesos. Me aferro al cuerpo que ya no es. Entonces me visto de blanco para un bautismo de lágrimas. Hermano

57


Entonces un pájaro se derrumba convertido en cenizas.

Cuando llueve, la Muerte parece más real. Teje y desteje el agua y yo me apago en círculos. Sé que debo dejarte dormir en tu camastro de tierra. Clausurar el tiempo que fue nuestro. Concluir las rodillas raspadas. Ta, te, ti, suerte para nadie.

Ta, te, ti, ¿cómo te digo adiós?

58

RaquelFernández


Días negros, días blancos “Y cada día encontramos a alguien que involuntariamente nos pregunta sin abrir siquiera la boca: ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Y qué viene después?” Jaroslav Seifert

Habrá días negros. Habrá días blancos.

Habrá días negros. Habrá días de silencios incurables, de lagartos flotantes caminando su fuga sobre un paisaje de vidrios rotos. De perros pudriéndose sin culpa al costado del camino.

Habrá días de dedos oxidaos. De gestos ateridos objetando la seda de mis voces escritas. Con la frustración hecha tierra. Con un guante de raso girando sobre los goznes de todas las puertas. (hace un siglo de puertas disparabas para matar al mundo). Hermano

59


Habrá días sin tiempo para hallar un cuerpo vivo. Con alas de búho rasgándote la espalda. Un aleteo sin talismanes que rescaten tu risa. Días llamados al destino de morir. A tapiar tu sótano de bestias crujientes. A entender el espasmo flotante del alma. Habrá días para cerrar los ojos más solitarios del mundo. Los ojos con límites precisos. Los ojos ávidos por salir de la jaula.

Habrá días blancos. Habrá días blancos porque la vida insiste (más allá de los lugares comunes).

60

RaquelFernández


Diciembre A Mamá

Diciembre se atrinchera en las cornisas. Es una mancha más de mugre apretujándose entre las palomas.

Diciembre es una plaga roja y verde, vestida de guirnaldas. Va de mal en peor, copiando blancos gestos forasteros, recalcando sus juegos pirotécnicos. Propagando las copas con pecado, con prisa.

Diciembre robustece a los muertos. Reedita la gris cartografía de la ausencia. Tiene sillas vacías. Tiene platos donde come el viento. Hay un mártir de madera en diciembre. Hay un almanaque consumido. Y un relámpago final que nunca alcanza para sanar la memoria.

Hermano

61


Cementerio, otoño y gato Mil capas de barro, mil capas de carne, mil capas de huesos, mil capas de Muerte. Pero el cementerio hoy era tan sólo una capa de hojas secas.

Limpié tu lápida en voz alta, exigiéndole a mayo algo más de respeto. Pero el viento no dejó de gemir y la llovizna de articular su caótico discurso. Hubo un gato que llegó hasta mi antojo de ordenar el otoño zigzagueando entre cruces. Lo tuve entre mis brazos. Estudié sus pupilas amarillas para ver si esos eran tus ojos. No. No eran. Los muertos están muertos y los gatos 62

RaquelFernández


son simplemente gatos. Pero fue un desahogo (un módico milagro) abrazar algo vivo repitiendo tu nombre.

Hermano

63


Accidents happen ¿De qué estábamos hablando? Ah, si. Del “Andrea Doria”. Qué mala suerte. Parecía tan seguro, tan moderno. Como el “Titanic”. Accidents Happen.

Estábamos hablando del “Andrea Doria”. De alguna película que yo vi y vos no. Tu boca estaba viva. O la confundí con esta manía del otoño. Soñé con el “Andrea Doria”. Geena Davis estaba en la cubierta. Y de pronto, desaparecía. Accidents Happen. Una mujer a toda niebla. Con los dedos de agua. Muriendo de hambre de aquí para siempre. Entre las algas. Estábamos hablando del “Andrea Doria” y me pregunté cuándo habías vuelto. Cómo. 64

RaquelFernández


Por qué conversábamos sobre trivialidades. ¿Y la solemnidad de los muertos? ¿Y las revelaciones? Los fantasmas regresan, casi siempre, a retomar la cosa donde la dejaron.

Hermano

65


Antes o después “Es preferible consolarse que ahorcarse.” Diógenes de Sínope

Antes o después el día llega. Hay que doblar pacientemente los fantasmas. Cerrar los cajones. Preguntar qué hace esa pluma negra entre las páginas del libro que amamos.

Antes o después dejamos de comprender la tragedia de un zapato abandonado en la calle. Nos volvemos menos humanos. O más. Tratando de aferrarnos al detalle cotidiano: pagar la luz, sacar a pasear al perro, ver la nueva temporada de nuestra serie favorita. Antes o después volvemos a sonreír. Dejamos de buscar el verbo vacante 66

RaquelFernández


a la hora de la mesa. Nos juntamos con amigos. Decimos que sí, que claro, que vamos, y leemos en voz alta un poema que ya no parece nuestro.

Antes o después el día llega. Brindamos el 31 por un año distinto. Somos animales que sobreviven. Somos lo que tenemos que ser. Tendemos la ropa en sogas interminables sin pensar ni una sola vez en eso. Y la gente deja de mirarnos con esa mezcla de incomodidad y lástima. Ya no quiere abrazarnos. Lo que resulta un alivio. Los abrazos de los extraños tienen algo forzado. Algo desierto como una arruga inmóvil. ¿Por qué me estás abrazando vos que no me abrazaste nunca? Sólo nos cruzamos en el almacén, algunas veces, y cambiamos dos o tres palabras sobre el tiempo. ¿Así es tener un hermano muerto? ¿Ser abrazada, abrazada y abrazada, por gente que ni siquiera sabe que mi segundo nombre es Graciela? Antes o después nos toca sacrificar al cadáver que regresa. Hermano

67


Ponerlo a dormir (pero que no le falten las flores, que no le falte nunca esa parte nuestra que se llevó). Antes o después.

Antes o después nos descubrimos cruzando los dedos para que sea antes.

68

RaquelFernández


Cerrando puertas “¡No le toques ya más que así es la rosa!”

Juan Ramón Jiménez

I De repente, la ausencia. Un manotazo, la voz de fuga. Un manotazo, la rotura del mediodía. La ortografía del muerto en un papel amarillo. Peligro de habla. Peligro de gritar lo que no se dijo nunca. II Ciega de alma, la mesa. El lugar vacío. El instante que humedece las palabras. Partir el pan y el cuchillo. Partir la boca muda. Saber la fatalidad más grande. Sin volver a mirarlo jamás. Porque esa risa no era mía: las fotografías mienten. III Cuándo dio el salto. Cuándo se convirtió en el antepasado de la esperanza. Dónde se dejó la vida. Por qué no lo reconozco en el roce de la luz. Por qué fuimos arena que no coincidió en ningún desierto.

Hermano

69


IV Entonces el alma es un lugar sin pájaros. Entonces no hay más Infierno que mugir para adentro, dar estocadas ciegas a los signos, entenderse por fin con la locura. Entonces no queda más consuelo que la desnudez atemporal de las flores. V Quién le sirvió a la Muerte este plato de carne viva. Demasiado cercana para buscarlo. Mi verso insiste pero no lo toca. Hay una fiesta con amigos a la que no me invitaron. Me muerdo las manos, pero es tarde. E inútil: no lo conozco. VI El llanto de los vivos espanta a los muertos. Los párpados de los muertos espantan a los vivos. Pero los ojos de los unos y los otros jamás se encuentran. Hay reinos que no pueden tocarse. VI Los juguetes de la vida están rotos. Hay que cumplir los ritos que envuelven cada llama que se agota. La tierra en la garganta finalizando historias. La tierra sofocando los ojos que nunca fueron llaves. Él abandonando las garras.

70

RaquelFernández


VIII Sangre resbalada en sus últimas baldosas. Sangre que no es sangre pero duele como un animal moribundo. Quiero sentirlo mío, pero no puedo. Algo me arrancó su tiempo y no hay lágrimas que valgan para recomponer la injusta tragedia de la carne. IX Elevo mi nada hacia lo que no escucha. Podría tener una cruz. Podría tener un escapulario que dijera su nombre. Pero a los muertos hay que dejarlos ir. Por eso le suelto las manos. X Dolió aprender a no palpar la rosa. A cerrar ese tiempo que fue nuestro. Escaso, errado, flemático, indigente. A restañar con palabras el pasado imperfecto. Para que los muertos y los vivos comprendan de una vez por todas que ya no hay que tocar nada. El poema está terminado.

Hermano

71



Orden del libro



HERMANO

Prólogo / 11 Hermano / 15 Funeral / 18 Daniel / 20

The last song / 22 Dolor / 24

Cards castles / 26

La inocencia final / 29 Mamá llora / 30

Primavera de a pie / 31

Las desapariciones inexplicables / 33 Maniac mondays / 35

Dónde están tus zapatos / 37 Antes / 39


Diario de primavera / 41

La revelión del catecismo / 44 La última vez / 46 Pesadilla / 48

Negro o nada / 50 Chiquito / 51

La voz se va / 53

La puerta azul / 55 Decir adiós / 57

Días negros, días blancos / 59 Diciembre / 61

Cementerio, otoño y gato / 62 Accidents happen / 64 Antes o después / 66

Cerrando puertas / 69


sobre la colección Ciudad y río Es muy triste ver a una ciudad sin río, pero más lo es una literatura sin poesía.

Villa María ha sido cuna y casa de poetas. Desde los albores de aquello que denominamos “literatura local”, han dejado su impronta un destacado número de exponentes. Nombres como el de Geremías Monti, Bruno Ceballos, Héctor Broggi Carranza, Rosa Tejeda Vázquez de Theaux... hasta la recordada Edith Vera, no faltan cuando hablamos de precursores y de buenos poetas. No es casual que una colección de poesía nos presente como editorial. Desde este nuevo emprendimiento continuaremos con esa tradición tan bella de dar a conocer los versos de nuestras dos ciudades que, con sus realidades particulares, (con) forman parte de un mismo lugar. Emulando el cauce del Ctalamochita, esta colección navegará por nuestras aguas y continuará su marcha hasta bañar quién sabe qué márgenes. En este recorrido se incorporarán quienes ya han hecho un oficio de la palabra y aquellos noveles que buscan, eternamente, el eco de su voz.

Darío Falconi editor EL MENSÚ ediciones



Hermano de Raquel Fernández se terminó de imprimir en el mes de Febrero de 2012, por orden de EL MENSÚ ediciones en Bibliografika de VOROS S.A. Bucarelli 1160, Buenos Aires, República Argentina.



Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.