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Los pilares del bienestar

Por Itziar Ormaechea

Vivimos en el mundo de la inmediatez, sumidos en una carrera desenfrenada por conseguir aquello que esté de moda, hasta que una vez en nuestras manos, lo olvidamos al instante. Y lo peor es que ocurre lo mismo con nuestras relaciones. Esto ha provocado que los indicadores de enfermedades mentales hayan aumentado el índice de suicidios, los casos de depresión, de ansiedad y soledad.

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Una de las mayores causas de toda esta situación, ha sido una profunda

ausencia de sentido en nuestra vida, ya que muchas de las fuentes que orientaban la misma en el pasado, como la religión, la comunidad o los rituales, han perdido su importancia, o han desaparecido por completo.

Por suerte, en los últimos años han empezado a surgir movimientos como el mindfulness, el minimalismo u otros, que ayudan a la gente a aprender como llenar ese vacío, y a crear un estilo de vida saludable, hablándonos de una serie de pilares que nos pueden ayudar en este camino.

Uno de esos pilares es la alimentación saludable, es decir comer de forma equilibrada, incluyendo más fruta y verdura en nuestra dieta. Mejorando la calidad de la comida, eliminando los ultra procesados, así como el exceso de alcohol y medicamentos, el tabaco o las drogas. Al tiempo que nos mantenemos adecuadamente hidratados, evitando bebidas azucaradas, zumos de baja calidad y demás.

Pero no sólo es importante qué comemos, sino cómo lo hacemos, ya que hoy en día tendemos a comer sin prestar atención y lo ideal es hacerlo de forma consciente, apagando el televisor, silenciando el móvil y disfrutando de esa comida estando realmente presente.

elementos de higiene personal, o higiene del hogar. No somos realmente conscientes de la cantidad de patógenos con los que estamos en contacto a diario, un hogar medio es altamente tóxico y ni tan siquiera lo sabemos, por ejemplo, en el mundo de la cosmética y la higiene personal podemos encontrarnos habirualmente con compuestos como el polyethileneglicol, triclosán, dietanolamina, parabenos, parafinas, ftalatos… entre otros, que van desde disruptores endocrinos, a directamente cancerígenos. Por lo que es muy importante conocer con qué productos tratamos habitualmente.

elementos de higiene personal, o higiene del hogar. No somos realmente conscientes de la cantidad de patógenos con los que estamos en contacto a diario, un hogar medio es altamente tóxico y ni tan siquiera lo sabemos, por ejemplo, en el mundo de la cosmética y la higiene personal podemos encontrarnos habirualmente con compuestos como el polyethileneglicol, triclosán, dietanolamina, parabenos, parafinas, ftalatos… entre otros, que van desde disruptores endocrinos, a directamente cancerígenos. Por lo que es muy importante conocer con qué productos tratamos habitualmente.

El siguiente pilar es la actividad física. Venimos de una sociedad tendente al sedentarismo, y esto ha provocado problemas de obesidad, corazón, diabetes, colesterol, e incluso determinados tipos de cáncer… Cuando la realidad es que realizar una actividad moderada y constante a lo largo del día nos ayuda a reducir el estrés, facilitar la concentración, prevenir el deterioro cognitivo y nos ayuda a ser más felices y a sentirnos mejor. Además de generar hasta 50 hormonas diferentes, entre ellas la de la felicidad.

Necesitamos activar y estirar nuestro cuerpo a diario, fijémonos en nuestros amigos felinos, ¡lo primero que hacen al despertarse es estirar!, y es una de las cuestiones principales que tenemos que atender, que una

de las primeras cosas que hagamos al iniciar el día, sea activar nuestro cuerpo, ya sea estirando, haciendo ejercicio, bailando … ¡lo que queramos!

Nuestro entorno, ya sea nuestro hogar o la ciudad en la que vivimos, es también uno de esos grandes pilares. Un hogar limpio, ordenado y ventilado nos afecta mucho más de lo que realmente podemos asumir. El caos físico, genera caos mental, por lo que es de gran importancia eliminar el ruido visual (todo lo que sobrecarga de manera innecesaria un espacio de la casa y que cuando lo vemos, no tiene armonía con el resto del conjunto), en resumen, tener nuestra casa en orden, limpia y ventilada.

Si vivimos en una ciudad, también es muy importante tener en cuenta la calidad del aire, la contaminación, el ruido y todo el estrés derivado que generan. Necesitamos desconectar y entrar en contacto con la naturaleza ya que nos relaja y actúa como una inyección de energía que nos ayuda a protegernos de enfermedades cardiovasculares, respiratorias, mentales y musculares.

Uno de los pilares más importantes es el sueño y el descanso. No descansar, no desconectar nunca, el estrés y la ansiedad pueden afectar a nuestra salud a largo plazo sin que nos demos cuenta. Es necesario dormir entre siete y ocho horas diarias, y hacer más de aquellas cosas que nos recargan (leer, tomar algo con amigos, ir al cine, manualidades…).

Por otra parte, siempre tendemos a preocuparnos sobre qué comemos, qué bebemos, si hacemos o no ejercicio ..., pero hace tiempo que hemos dejado de preocuparnos de qué ponemos en nuestra cabeza.

Acciones como practicar la gratitud a diario, meditar, leer textos de sabiduría que nutran nuestra alma; buscar momentos de trascendencia en los que sentirse por encima del ajetreo de la vida cotidiana y conectado con algo más grande que tú; participar en movimientos colectivos por un bien mayor, disminuir la importancia de nuestra propia individualidad; sentir que estás vinculado con otra realidad más grandiosa que nosotros mismos, practicar más a menudo el self-care ... estas cosas hacen que, sin darnos casi cuenta, el estrés y la ansiedad desaparezcan y poco a poco vayamos conectando con nuestro centro.

Otro punto muy importante es controlar la historia que nos contamos a nosotros mismos sobre cómo hemos llegado a ser la persona que somos hoy.

No nos damos cuenta de que somos los narradores de nuestra propia versión, y que podemos editarla y volver a escribirla según lo necesitemos.

Pero también hay que tener en consideración que el ser humano vive en comunidad, y necesitamos nutrirnos de ella y de las relaciones con otras personas. Pero cómo gestionemos esas relaciones es de vital importancia. Debemos quedar más con la gente que nos aporta cosas buenas y huir de las personas tóxicas. Porque, en definitiva, las relaciones nos pueden hacer profundamente felices, o miserables ...

El último de esos pilares que vamos a tratar hoy, está del todo relacionado con nuestro propósito de vida, ese que los japoneses llamaron Ikigai.

Tu trabajo no tiene por qué ser tu propósito, pero tienes que tener un propósito. Y si es cierto que puede cambiar en las diferentes etapas de nuestra vida, pero sí estar focalizados en él. Saber por qué hacemos lo que hacemos nos lleva a ser muchísimo más felices, aporta sentido a nuestras vidas, nos guía hacía el futuro, orienta nuestra vida y nos ayuda a aportar lo mejor de nosotros mismos al resto de la sociedad. Por ejemplo, podemos tener un trabajo que pague nuestras facturas y en nuestro tiempo libre dedicarnos al voluntariado.

Aplicar todos estos conceptos puede parecer abrumador, ya que implican, en definitiva, cambiar nuestra vida, convertirnos en pilotos de nuestro propio navío para dirigirlo a la mejor versión de nosotros mismos, a una vida más feliz y consciente, más simple y plena. Pero recuerda, Roma no se hizo en una noche, aplica poco a poco cada uno de estos pilares, cambia poco a poco tu vida hasta convertirte en el protagonista indiscutible de ese libro que es tu existencia.

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