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El libro de la Alegría

Por Fernando Celli

Que el fin último del ser humano es alcanzar la felicidad se sabía desde muy antiguo y ahora lo estamos revalidando. A todos nos gustaría vivir una vida plena, alegre y feliz, y aunque perseguimos ese ideal, parece que fuera inapresable y fugaz. Entonces, eso que buscamos y hemos buscado desde siempre ¿es posible? ¿depende de las circunstancias? ¿es una quimera? ¿es real y depende de uno mismo?

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Me hace muy feliz poder compartir algunas reflexiones que me ha suscitado «El libro de la alegría» que nos ayuden a ser felices a través de un cambio de mentalidad.

El libro surgió de un encuentro histórico en que, para celebrar el ochenta cumpleaños de su santidad, el Dalai Lama, se reunieron a conversar una semana entera en Dharamsala (India), este y Desmond Tutu, dos grandes maestros y viejos amigos.

Aunque los dos autores requieren poca presentación, podemos recordar que el Dalai lama, líder político y religioso del Tíbet y premio nobel de la paz en 1989, a los dos años fue separado de su familia para ser instruído en un monasterio. A los quince años tuvo que hacerse cargo de la dirección política del país cuando la invasión del Tíbet por la China comunista era ya inminente. En 1950 se vio obligado a abandonar su patria y su hogar para exiliarse en Dharamsala. Refugiado en la India tuvo que ver cómo el Tíbet perdía su libertad y cómo todo su mundo se derrumbaba siendo él, el máximo responsable. Sin embargo, siempre vio con positividad todo lo que le cambió su vida desde entonces.

Desmond Tutu era arzobispo de Sudáfrica y se convirtió en el líder de la lucha contra el apartheid cuando Nelson Mandela fue encarcelado por ser el brazo armado de esa lucha, aunque siempre lo hizo con las armas de la paz. Dedicó su vida a sanar las injusticias de su pueblo hasta conseguir la liberación de Nelson Mandela. Fue también el encargado de crear la Comisión para la Verdad y la Reconciliación que buscaba alcanzar la justicia restaurativa después del fin del régimen del apartheid. Fue el primer sudafricano de color en ser elegido y ordenado Arzobispo Anglicano de Ciudad del Cabo y recibió el Premio Nobel de la Paz en 1984 por su ideal pacífico. Murió recientemente, por lo que este artículo es un reconocimiento hacia su legado y también un reconocimiento expreso para el Dalai lama, por todo lo que juntos han aportado a la humanidad. A pesar de sus sufrimientos -o como ellos dirán en el libro-, fueron y son dos de las personas más felices y alegres.

Douglas Abrahams, coautor del libro, fue quien les entrevistó y escribió sobre lo que dijeron sobre la alegría y sus fuentes. Les hizo preguntas que llegaron por una convocatoria al público para hacerle llegar sus inquietudes,

y es curioso que la preocupación más repetida fuera ¿cómo conservar la alegría en un mundo de tanto sufrimiento?.

Una frase del libro dice: «Nosotros creamos todo sufrimiento e infelicidad, por ende, nosotros tenemos el poder de crear más alegría». El sentido de este libro es descubrir que la verdadera alegría no depende de las vicisitudes y de lo circunstancial.

¿Qué es la alegría? Nosotros tal vez la conozcamos superficialmente como una de las emociones básicas, pero ellos, profundizando nos dicen que la alegría nos pertenece por derecho propio y es aún más esencial que la felicidad. Desmond Tutu dijo que la alegría es más grande que la felicidad, ya que esta depende de circunstancias externas, pero la alegría es independiente… en la alegría está la felicidad. y Dalai Lama aporta que la alegría es una extraña alquimia de la mente.

La alegría es un estado mental y emocional que anima nuestra vida. Se encuentra en la mente y en el corazón y es lo que a la larga llena nuestra vida de significado. Puedes estar alegre aún en el dolor de un parto, o trabajando todo el día o estar alegre aunque las cosas no te estén yendo del todo bien. Abarca desde las lágrimas de dolor por la superación de algo difícil hasta la serenidad de una meditación; reírse de un chiste, el asombro por un nuevo descubrimiento, el sano orgullo por haber conseguido algo, la gratitud por estar vivo, hasta la alegría por ver a los demás felices; el deleite o el embelesamiento, hasta la amistad o el amor por tus seres queridos. La alegría engloba todas estas experiencias y muchas más, porque la alegría es el verdadero estado natural del ser humano. El problema es que esta alegría se contamina, por eso durante todo el libro, ambos comparten y abordan los muchos obstáculos que hay hasta llegar hasta esa verdadera alegría. Te nombro algunos:

- Estar permanentemente preocupado produce una de las enfermedades más comunes actualmente, el stress. Si tiene solución, para qué preocuparse y si no tiene solución, no tiene sentido preocuparse, enseña el Dalai Lama.

- No comprender que la angustia y la tristeza son emociones inevitables. Las vamos a sentir, por eso nos recomiendan que hay que aceptarlas como parte de la urdimbre de la vida.

- No darse cuenta de que en la vida hay adversidad y frustraciones. No te preguntes ¿Cómo puedo evitarlas? Debes preguntarte ¿Cómo puedo usar yo esta circunstancia de manera positiva?

- Perseguir lo bello, dice Desmond Tutu, siempre acarrea dolor: el dolor de escribir un libro, de dar a luz a un niño, de alcanzar un sueño o trabajar por un ideal. Todo lo bueno en la vida, siempre te va a causar algún tipo de dolor, pero la recompensa es la alegría.

- No darnos cuenta de que el placer de los sentidos es breve; de hecho, es como saciar la sed con agua salada... La alegría de los sentidos es breve, la de la mente es mucho más duradera, por eso hay que entrenar la mente.

- La debilidad física produce enfermedad, al igual que la debilidad mental genera muchos problemas, hay que cultivar la inmunidad mental para que podamos detectar las emociones y pensamientos negativos y destructivos recomienda el Dalai Lama.

- No comprender el sentido de la muerte y no aceptarla como parte de la vida.

¿Cómo superar estos y muchos otros obstáculos? Yo lo he resumido en tres claves:

1.Una vida sin dolor no existe.

Somos seres frágiles, tenemos dolores físicos, emocionales y mentales. El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional ¿Es posible sentir dolor y no sufrir? El sufrimiento es la respuesta que nosotros damos a ese dolor. La soledad, ansiedad, insatisfacción, egocentrismo, miedo, celos, envidia, competitividad, apego, deseo, ira e ignorancia son algunos causantes de sufrimiento evitables. El antídoto a todo ese sufrimiento añadido es una mente en calma, es decir, sana y un corazón compasivo. Pensar más por el bienestar de los demás y el cultivo de estados saludables que favorezcan la alegría, es la forma en la que nos enfrentamos a los aspectos negativos de la vida, lo que determina en lo que nos convertimos.

2.Como no podemos tener el control del dolor que nos provocan las situaciones y dificultades, debemos practicar nuestra respuesta al mismo.

Mucho del dolor que sufrimos se nos inflige externamente y otra parte, internamente a nosotros mismos, según las respuestas que damos a los sucesos. Si bien no puedes evitar que nada pase, hay un elemento que sí controlas: tu respuesta a estas situaciones y la mirada con la que las percibimos.

Dalai Lama dice que no podemos parar el sufrimiento que causan los sucesos, pero sí podemos parar el nuestro propio. Desmond Tutu indica que el sufrimiento puede ennoblecernos o amargarnos…, la cuestión está en encontrar el sentido de todo ese sufrimiento… Si en la vida, quieras o no, hay adversidad, es mejor enfrentarte a ello con alegría.

3.La compasión y la tristeza nos ayudan a aliviar el dolor.

Ya sea sufrimiento externo o interno, en muchas ocasiones es el resultado de haber tenido unas expectativas que no terminaron cumpliéndose. Nosotros no esperamos meternos en un atasco, que nos diagnostiquen una enfermedad o que suban el precio de la luz; que te despidan del trabajo o que te torturen por pensar distinto, o te discriminen, etc.; por lo que la realidad no coincide con lo que esperamos de ella y por eso nos estresamos y enfadamos. El resultado es, otra vez, sufrimiento.

Para convertirlo en alegría, o al menos no dejar que se haga con el control podemos canalizar el estrés y la ira en compasión y tristeza, que son dos sentimientos mucho más productivos. Ya sea siendo compasivo contigo mismo y dejando de culparte, o que alguien te de la mano y te diga que todo irá bien, este cambio es una forma de lo más poderosa de disolver la ira al instante.

científicos, es una emoción que nos permite reflexionar y procesar las cosas malas que nos pasan, tener mejor juicio, ser más conscientes de nuestra situación y estar más motivados a mejorar; a la vez que genera empatía y generosidad, lo que podemos usar para luego tomar medidas positivas.

No profundizamos en las relaciones con los demás si todo es bueno. Son las épocas difíciles cuando la tristeza y el dolor nos acercan a los demás. Desmond Tutu.

Otra de las preguntas que le hicieron fue: ¿qué motivos hay ahora mismo en el mundo para sentirse alegre?

Los dos reconocen que lloran cuando observan en el mundo tanto sufrimiento y se sienten impotentes cuando no está en su mano hacer nada para paliarlo, hasta que alguien decida hacer algo al respecto. Tenemos una capacidad increíble para hacerlo y hay muchos voluntarios comprometidos, filántropos, idealistas, bienhechores de la humanidad por todo el planeta que trabajan por el bien común, que nos muestra que somos seres humanos compasivos. ¿Cómo cambiar la situación, entonces? Nos recomienda que ahí donde estés empieza a sembrar, haz algo por los demás ya que «son el amor y la bondad lo que puede cambiar el mundo y lo que te permite vivir con más alegría». A lo que le

siguió otra pregunta que tal vez la hayas oído alguna vez: ¿Pero actualmente retrocedemos, todo cada vez está peor?

Desmond respondió: «De vez en cuando retrocedemos y podemos perder la esperanza, pero nunca olvidemos de mirar en perspectiva. El mundo está avanzando y el ser humano cambiando. Se necesita tiempo para crecer… estamos aprendiendo a ser más humanos, más solidarios, mas compasivos. La esperanza es lo que te permite seguir adelante a pesar de todo, porque se asienta en la convicción y es el antídoto a la desesperación».

Los dos siempre muestran una certeza increíble de que el mundo tarde o temprano cambiará. Yo creo que si bien es bello e inspirador ver esta certeza en ellos, no basta con que algunos la tengan, debemos ser más y trabajar juntos por ello.

Para terminar te nombro los ocho pilares de la alegría, la fuente de donde mana ese manantial inagotable, mente y corazón unidos.

1-Perspectiva. Es la habilidad para replantear nuestra situación ante los sucesos de la vida, ya que la perspectiva desde la que observamos el mundo moldea nuestra realidad. Tal como vemos el mundo, así lo experimentamos. Replantearte un mismo hecho o tragedia desde un punto de vista más positivo, te hace verlo como una oportunidad, una manera más neutral y de ser más alegre.

2-Humildad. A pesar de su grandeza, en ningún momento ellos creen que son alguien especial. Se ven como uno más de la familia humana que sufre, que llora, que intenta ser. Afirman que es la inseguridad la que te lleva a creer que eres más grande que los demás y en realidad, demuestra que eres pequeño.

3-Sentido del humor. Si eres humilde, podrás reírte de ti mismo. Risa y broma son los mejores recursos para romper las barreras que nos separan. Es no tomarse nada como algo personal. La vida es dura y el humor te permite afrontarla aceptándola con mayor alegría. Nos va mucho mejor cuando no impera la seriedad, reírse es saludable. «Resulta muy difícil derribar a alguien que ya antes se ha derribado a sí mismo» Desmond Tutu.

4-Aceptación. La aceptación de la realidad es

el único lugar desde donde puede iniciarse el cambio. Es no luchar contra la realidad y en vez de huir para no verla, pregúntate ¿Cómo puedo utilizar esto para algo positivo? Si aceptas, por ejemplo, que tu relación con tu vecino no es la mejor, puedes empezar tú a mejorarla, ves un camino como vía para mejorar algo.

Aceptar la vida tal y como es y tal y como somos, sin resignación, dándonos tiempo para aprender y crecer. Aceptar que eres vulnerable, que te equivocas, que no eres perfecto y los demás tampoco. Cuando aceptas tu realidad te liberas del pasado, de tus expectativas y de tu visión personal de la vida. La aceptación nos permite alcanzar la plenitud de la alegría.

5-Perdón. Perdonar es liberarse del pasado, de todo lo que te han hecho y de todo lo que tú mismo has hecho. No es olvidar, es no reaccionar con ira y odio, que son fuente de sufrimiento. Es un volver a empezar, pero más sabio y fuerte a la vez que ayudas a aliviar el sufrimiento del otro. No es fácil, pero todos tenemos la nobleza para hacerlo. El perdón es el único modo que tenemos de curarnos… sin perdón permanecemos atados a la persona que nos ha hecho daño y él será nuestro carcelero. Si perdonas, tú pasas a ser tu propio libertador…, perdonar es un signo de fortaleza.

6-Agradecimiento. Si la aceptación es no luchar contra la realidad, la gratitud es abrazarla, dar gracias a la vida por todo lo que te ha dado. «No es la felicidad la que nos hace ser agradecidos, es el agradecimiento el que nos hace ser felices» Dalai Lama.

7-Compasión. Significa sufrir con. Es la preocupación que surge cuando nos enfrentamos al dolor que siente otra persona y es el impulso o necesidad de aliviar ese sufrimiento. Es como decirle a otro, no estás solo, yo estoy aquí para ayudarte a sobrellevar esto. «Una mentalidad demasiado agocéntrica, solo provoca sufrimiento. La compasión y el bienestar por el interés de los demás, es fuente de felicidad» Dalai Lama.

Cuando somos conscientes del dolor ajeno, nos damos cuenta de que no estamos solos, que todos en realidad sufrimos por algo y estamos unidos por lo mismo. Entonces tu dolor disminuye, no desaparece, pero se hace más tolerable. Si quieres sanar tu propio dolor, debes sanar el dolor de los demás... Haz acciones de bondad para los demás y verás crecer en tí la alegría.

8-Generosidad. Cuando das es cuando más te llenas, sobre todo de alegría. «Recibimos cuando damos» Desmond Tutu.

Finalmente, nos dan un último consejo y recordatorio. Debemos cultivar la alegría en nosotros, inculcarla y educarla en las generaciones venideras… Nosotros debemos ser un ejemplo de alegría para el mundo.

¿Cuál es la mayor alegría, la más duradera? Hacer el bien. Eso es compasión porque ayudas a sobrellevar la situación a los demás, es humildad porque te sabes uno más de la gran familia humana; hay sentido del humor porque te ríes de las cosas que nos pasan como humanos, incluido tú mismo; es aceptación de la vida, que somos vulnerables y nos necesitamos; es perdón porque no eliges a quién haces el bien mientras te desprendes del ego; es complementariedad y cooperación con los demás. En perspectiva, es gratitud por compartir vida con otros seres extraordinarios; es generosidad por darte a los demás sin esperar nada a cambio; es descubrir que todos somos uno, una urdimbre delicada y profunda donde todo bien que haces a los demás repercute en ti mismo.

«Todos somos hermanos, necesitamos trabajar el concepto del nosotros… Nos marchitamos cuando no tenemos con quién interactuar… necesitamos a los demás para poder desarrollarnos tal y como somos… somos así, estamos diseñados así». Dalai Lama.

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