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Dirección editorial Ana Laura Delgado Cuidado de la edición Angélica Antonio Monroy Revisión del texto Ana María Carbonell Diseño Ana Laura Delgado Yolanda Rodríguez © 2012. Eduardo Carrera, por el texto © 2012. Leire Salaberria, por las ilustraciones Primera edición, marzo de 2012 D.R. © 2012. Ediciones El Naranjo, S. A. de C. V. Cerrada Nicolás Bravo núm. 21-1, Col. San Jerónimo Lídice, 10200, México, D. F. Tel./fax (55) 5652 1974 elnaranjo@edicioneselnaranjo.com.mx www.edicioneselnaranjo.com.mx ISBN 978-607-7661-36-8 Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio, sin el permiso por escrito de los titulares de los derechos. Impreso en México • Printed in Mexico
LOS INVITADOS DE MI HERMANA
se imprimió en el mes de marzo de 2012, en los talleres de Offset Rebosán, en avenida Acueducto núm. 115, colonia Huipulco Tlalpan, C. P. 14370, México, D. F.• Se utilizaron las familias Abadi MT Condensed Light y Trebuchet MS • Se imprimieron 2 000 ejemplares en papel bond de 90 gramos, con encuadernación en cartoné • El cuidado de la impresión estuvo a cargo de Ediciones El Naranjo.
A Keisia Luna, por invitarnos a compartir su imaginación. A Max, por ponerle voz al relato. Eduardo Carrera
Para mis amigas no invisibles, protagonistas en el cuento de mi vida. Leire Salaberria
LOS INVITADOS DE MI HERMANA EDUARDO CARRERA
LEIRE SALABERRIA
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¿Pueden creer la última ocurrencia de mi hermana Keisia Luna? Resulta que mamá le pidió que hiciera una lista de invitados para su fiesta de cumpleaños. Ella cumplirá apenas seis años; yo, en cambio, tengo ocho.
Para mi felicidad, llegó el lunes. Escuela, ¡sí, la escuela!, tareas y nada del cumpleaños de mi hermana. Pero al día siguiente mamá me pidió que la acompañara al súper a hacer las compras para la fiesta. ¿No había otra cosa que hacer o pensar?: se hablaba del agua de sabor que les gustaría a “éstos”. Se hablaba de si comerían mucho. Se
hablaba, se hablaba…
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Con este pensamiento me dormí y tuve un sueño rarísimo: soñé que me encontraba en el parque, el mismo al que mi papá me lleva los domingos a jugar a la pelota (pero que, de forma extraña, estaba desierto).
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De pronto me sentía rodeado de una manada de perros invisibles que intentaban morderme los talones; yo no los veía pero podía sentir su aliento y escuchar sus gruñidos muy cerca de mí. Con desesperación intentaba huir sin lograrlo, y de repente desperté agitado.
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